Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
MI compadre El Miscelánea, que vive en Chipiona desde que se jubiló de Marcamadrid, está
verdaderamente indignado porque ha escuchado en una emisora de radio una frase que considera
comparable a una herejía. Me cuenta de movistar a movistar, que un individuo cuyo nombre no
recuerda, dijo en una de las tantas tertulias radiofónicas: "La corrupción política es algo intrínseco
de la democracia". Y El Miscelánea se recrea en afirmar: "Creo que si hay gente que piensa así y
difunde su parecer, estamos abocados a desconfiar de todas las personas que ocupan cargos
públicos. Y yo conozco a ediles que en paralelo a sus distintas ideologías, realizan un trabajo
honrado en provecho de la ciudadanía. El hecho de que existan políticos corruptos en todos los
partidos, cada vez más, desde luego, no es razón para generalizar al respecto."
https://www.diariodejerez.es/opinion/articulos/vueltas-auge-corrupcion-
politica_0_308669892.html
AUGE Y VERGENZA DE LA
CORRUPCIÓN
Independientemente de la controversia accidental sobre el tema de la moral pública en las
campañas electorales, se pregunta uno por qué el cáncer de la corrupción va resultando
superior a la capacidad o a la voluntad de erradicarlo. Desde todos los ángulos se alzan
indignadas voces condenatorias. Hasta movimientos políticos se proclaman constituidos
para combatirla. Nadie sale a su palestra. Nadie dice quererla. Grave dolencia al fin y al
cabo, se la padece con resignación, aunque no se la consienta. La corrupción, sin embargo,
resiste todos los tratamientos, se nutre a sí misma, hincha sus propios tejidos. No le valen
irradiaciones ni quimioterapias. Ni a veces se encuentra quién se resuelva a aplicarlas.
Comentar
Facebook
Twitter
Guardar
Enviar
Google+
Linkedin
Por: ABDON ESPINOSA VALDERRAMA
Qué fuerza secreta la ampara? Sin duda la de sus generosos provechos, no siempre
clandestinos. La cadena de la felicidad por ella formada extiende tentadoramente sus
proditorios eslabones. Por su índole, tiene más facilidad de penetración e infiltración que el
mal también crónico de la violencia. Entra donde menos se piensa. Y, lo que es más raro,
protege con extraña inmunidad a sus agentes y validos. De los empeños concretos por
eliminarla suele salir airosa, merced a sutiles complicidades.
La dolencia no se limita a los cuadros del Estado. Véanse, si no, las defraudaciones
cometidas en la órbita de la economía privada y los halagos nacionales e internacionales
que ella ofrece para perforar sus más bien complacientes redes.
Pero la existencia del narcotráfico no debe servir de pretexto para excusar ni para
cohonestar el auge arrollador de la corrupción. Verdad es que ha florecido con sus flores
del mal en Italia y Japón, pero en esos países se tomaron providencias eficaces para
extirparla, considerándola vinculada al largo ejercicio de un régimen político. Será el
mismo el motivo para haberse extendido en la América Latina, aun en donde ha habido
alternación de los partidos en el poder? O habrá razones de filosofía y comportamiento que
le allanan el camino? Es lo que debemos preguntarnos.
Naturalmente, no podía faltar la corrupción. Es, junto con la violencia, el mal colombiano,
por no decir latinoamericano. Mientras se concentraban cuantiosos dineros en levantar
elefantes blancos, a la postre convertidos en semilleros de escándolo y frustración, se
posponía lo que era esencial y apremiante. Ojalá la reparación del error se cumpla con
perfecta diligencia y, lo que es también importante, con escrupulosa honestidad.
Razón tenían quienes en uno y otro lados de la frontera recomendaban echar a andar el
proceso integracionista sin esperar a que se llegara a acuerdo sobre la delimitación de las
áreas marinas y submarinas. Había que enseñar a convivir a los dos pueblos. A compartir
trabajos y esperanzas, sobre la base de beneficios recíprocos, como los que comienzan a
percibirse. Lo demás vendría por añadidura.
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-198336