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Libros de caballerías. 1.

Materia de Bretaña
en la península ibérica:
literatura castellana
artúrica y tristaniana
Monografía coordinada por
Marta Haro Cortés
José Manuel Lucía Megías

2016
Colección dirigida por
Marta Haro Cortés

Monografías Aula Medieval, 5

©
De este monográfico:
Marta Haro Cortés,
los autores

Octubre de 2016
I.S.S.N.: 2340-3748

Maquetación:
Héctor H. Gassó

Aula Medieval
http://parnaseo.uv.es/@Medieval.html

Esta monografía forma parte del Proyecto de Investigación Parnaseo


(Servidor web de Literatura Española) financiado por el Ministerio de
Economía y Competitividad, referencia FFI2014-51781-P.

Editado en Valencia por el


Proyecto Parnaseo de la Universitat de València
ÍNDICE

Carlos Alvar (Université de Genève)


La Materia de Bretaña y su difusión en la península ibérica 5

Adenda. Personajes del mundo artúrico 35


Rafael M. Mérida Jiménez (Universitat de LLeida)
La Materia de Bretaña en las letras castellanas medievales
y renacentistas 69
Mª Luzdivina Cuesta Torre (Universidad de León)
Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de 87
caballerías castellanos
Adenda. Bibliografía. La tradición textual del Tristán en la
península ibérica 119
José Manuel Lucía Megías (Universidad Complutense de Madrid)
Los fragmentos del Tristán de Leonís de la Biblioteca Nacional
de España: los tesoros de las encuadernaciones 139
José Manuel Lucía Megías (Universidad Complutense de Madrid)
Antología de traducciones y adaptaciones castellanas de
la Materia de Bretaña 143
Mª Luzdivina Cuesta Torre (Universidad de León)
Antología de Tristán el Joven (1534) 219
José Ramón Trujillo (Universidad Autónoma de Madrid)
Recursos digitales sobre Materia Artúrica 243

Comité de redacción y Consejo científico 257


5 (2016), pp. 5-34

La Materia de Bretaña
y su difusión en la península ibérica

Carlos Alvar
Universidad de Ginebra

1. Formación y evolución de la Materia de Bretaña


Geoffrey de Monmouth es el primer escritor que da coherencia a
las leyendas artúricas. Sus predecesores se habían limitado a incluir
alusiones breves relativas a la figura de un personaje llamado Arturo.
Así lo vemos en el primer autor latino que recoge un testimonio que
podría estar relacionado con la Materia de Bretaña. Se trata de Gil-
das (siglo VI), que escribió De excidio Britanniae (hacia 540), obra en
la que habla de la victoria que obtuvieron los bretones en el Mons Ba-
donicus (Monte Badon), hacia el año 500, pero no cita a Arturo como
héroe de esa victoria, sino a Ambrosio Aureliano.
Trescientos años más tarde, Nennio, en la Historia Britonum (siglo IX)
alude a Arturo como dux bellorum vencedor en doce batallas, la úl-
tima de las cuales es, precisamente, la de Mons Badonicus (Monte
Badon), con lo cual Arturo, que hasta entonces había sido el héroe de
una parte de Bretaña, es incorporado como héroe del Sur, convirtién-
dose en un héroe nacional.
En los Annales Cambriae (siglo X), Arturo aparece llevando durante
tres días y tres noches, la víspera de la batalla de Mons Badonicus
(Monte Badon), la cruz de Cristo. Gracias a ella los bretones consi-
guieron vencer a los invasores. En la misma obra se incluye la primera
alusión a la batalla de Camlann en la que lucharon Arturo y Mordret,
aunque no sabemos si cayeron enfrentándose o formando parte del
mismo ejército.
6 Carlos Alvar

Las leyendas sobre la figura de Arturo aumentan a lo largo del siglo


XI: no solo las acoge el territorio de Gran Bretaña, sino que también
llegan al continente. En la primera mitad del siglo XII, poco antes de
que Geoffrey de Monmouth compusiera su Historia Regum Britanniae,
Guillermo de Malmesbury escribe una Gesta Regum Britanniae, en la
que cita a Arturo como dux y no como rey, frente a los invasores sa-
jones. Guillermo de Malmesbury amplia algunos de los datos que ya
conocíamos, afirmando que en la batalla de Mons Badonicus (Monte
Badon) Arturo, protegido por la imagen de la Madre de Dios, venció
a 900 enemigos. Es evidente que Guillermo de Malmesbury recuerda
a Nennio y a los Annales Cambriae: al fin y al cabo, para los hombres
medievales, la Historia es la forma que tiene Dios de mostrar sus desig-
nios. Por otra parte, el mismo Malmesbury cita a Arturo, lamentándose
de que sus grandes hazañas vayan en boca de juglares y no de histo-
riadores y autores más graves.
Así, Geoffrey de Monmouth se convierte en el heredero de un gran
número de leyendas sueltas y anécdotas que posiblemente arrancan
del siglo VI y que han ido aumentando poco a poco gracias a la adi-
ción de materiales del más variado origen. Es evidente que no todo
lo que escribe Geoffrey de Monmouth es fruto de su musa particular:
hay muchos elementos, sin duda, procedentes de narraciones orales
que no nos han llegado; en cualquier caso, Monmouth asegura que
se ha limitado a traducir al latín un antiguo texto que estaba escrito
en galés, afirmación que resulta difícil de comprobar y que podría
constituir un tópico literario.
Geoffrey de Monmouth escribió su Historia Regum Britanniae entre
1136 y 1140. En ella narra los acontecimientos ocurridos en tierras bre-
tonas desde los tiempos más remotos hasta que fueron vencidos por
los anglosajones. Comienza la narración con Bruto, fantástico héroe
de la guerra de Troya, y primer conquistador de la Isla, de forma que
los celtas pueden enorgullecerse de descender de los troyanos. Lue-
go se ocupa de la conquista romana, y del rey Vortiger, que llamó
a los bárbaros sajones haciéndoles grandes mercedes. Vortiger es el
primero en encontrarse con el mago Merlín, que hace varias profe-
cías, muy probablemente interpretadas por los contemporáneos del
autor de acuerdo con hechos ocurridos en el siglo XII. Después se re-
latan los gloriosos reinados de Aurelio Ambrosio y de Uterpandragón:
ambos fueron asistidos y aconsejados por el sabio Merlín en su lucha
victoriosa contra los bárbaros invasores. Así llegamos al rey Arturo, que
se casa con Ginebra, hija del rey de Cornualles, conquista Irlanda y
Noruega, somete otras muchas tierras e islas y, por fin, domina sobre
toda la Galia y combate y vence a su sobrino Mordret, que había in-

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tentado ursusparle el poder, con la complicidad de la reina Ginebra,


convertida en su amante. Luego, viene la historia de los sucesores del
rey Arturo, que ven impotentes cómo el reino se hunde sometido por
los anglosajones a finales del siglo VII.
Interesa además otro aspecto de la Historia Regum Britanniae de
Geoffrey de Monmouth: el autor la presenta como la narración de
acontecimientos auténticamente ocurridos; es decir, afirma que está
escribiendo historia. Esto es fundamental para comprender gran parte
del éxito de la literatura artúrica. Por eso, muy pronto la Historia regum
Britaniae se convirtió en una obra clásica, un texto obligado para los
historiadores posteriores. Todos ellos consideraron al obra de Geoffrey
de Monmouth como historia, culta y erudita, pues no en vano estaba
escrita en latín. La técnica de Geoffrey de Monmouth, de aunar reali-
dad y ficción, será seguida por todos los autores de literatura artúrica,
y después será habitual en los libros de caballerías,
El personaje central de la Historia regum Britanniae es, sin duda, el
rey Arturo, que se nos presenta no solo como señor de una corte llena
de lujos y buenas maneras, sino que es sobre todo el símbolo de la
grandeza, de la gloria, y también de la desgracia.
A Geoffrey de Monmouth y a su Historia regum Britanniae se le de-
ben gran parte de los elementos constitutivos de las leyendas artúri-
cas posteriores: la idea del regreso del rey, la isla de Avalón, la corte,
las hazañas.
Muy pronto el éxito hizo que esta obra fuera traducida al francés por
Wace, que la tituló Roman de Brut (Historia de Bruto): la versión está
escrita en octosílabos pareados y no en prosa, pues en el momento
en que Wace se estaba aplicando a su tarea, la historiografía —al
menos en cierta medida— empleaba el verso y la lengua romance
(Historia de los ingleses, Historia de los bretones). El hecho que interesa
es que nos encontramos ante una nueva versión de la literatura artú-
rica que imita en la forma de escribir a la historia.
La obra de Monmouth es la base de otras historias de Bretaña y sus
gentes, escritas ya en lengua vulgar, entre las que destaca la obra de
Wace, quien escribe, estando al servicio de Enrique II de Inglaterra,
entre 1140 y 1160 el Roman de Brut (hacia 1155, Historia de Bruto) y co-
mienza el Roman de Rou (Historia de Rolón) en ambas obras —siguien-
do a Monmouth— explica la fundación de Bretaña gracias a Brutus,
nieto de Eneas: la monarquía inglesa adquiere, con esta fábula, un
linaje tan importante como el de los reyes franceses, que también se
consideraban descendientes de los troyanos. Y si los franceses dispo-
nían de un Carlomagno y de un Roldán, la nobleza inglesa descubre
a Artús (Arturo) y a Galván, y los doce pares se oponen ahora los ca-

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balleros de la Mesa Redonda y al valor épico se enfrenta la formación


cortés: además de valentía, debe defenderse un determinado tipo
de cultura.
María de Francia (segunda mitad del siglo XII) revela en sus Lais, co-
lección de doce relatos breves en octosílabos pareados, la influencia
de la Materia de Bretaña, sobre todo en la expresión de algunos senti-
mientos, en la forma de plantear determinadas situaciónes amorosas
o bélicas y en las descripciones de persoanjes y objetos lujosos.
La autora designa con el término «lai» una composición musical
que los bretones tocaban en el arpa o la rota y, por extensión, se
acabó designando con el mismo nombre a las narraciones breves de
tema bretón, en las que el elemento maravilloso y los rasgos corteses
desempeñaban un lugar destacado. El contenido de los doce lais
es muy variado; en todos ellos el tema es el amor, un amor secreto,
imposible, lleno de dificultadades y de obtáculos y cuyo final es fre-
cuentemente trágico.

1.1. Chrétien de Troyes


En este periodo, segunda mitad del siglo XII, la materia de Bretaña
alcanza enorme éxito gracias a la labor de Chrétien de Troyes, quien
articula, de forma coherente, datos dispersos en leyendas y cuentos
de carácter oral y, además, otorga personalidad propia a figuras que
pervivirán en la literatura posterior: Ginebra y Lanzarote, Galván y Keu,
Perceval y otros tantos que adquieren con Chrétien de Troyes unas
características definitorias que serán respetadas por los autores a lo
largo de toda la Edad Media.
Si bien Chrétien de Troyes rompe con las ataduras pseudos-históri-
cas, continúa siendo tributario de la tradición literaria de su época: el
roman de tema clásico —concretamente del Roman de Thèbes (ha-
cia 1150) y del Roman d‘Eneas (hacia 1160)— que le ofrece una téc-
nica depurada para estudiar los movimientos del espíritu; la literatura
trovadoresca le aporta un alto concepto de la «cortesía»; la tradición
bretona le suministra temas, que reelabora, o que rechaza (como el
de Tristán) y contra los que lucha con personajes que en cada mo-
mento afirman su libertad total en la elección del destino.
Lo poco que sabemos de Chrétien se deduce de su propia obra:
dedica el Chevalier de la Charrette (Lanzarote o Caballero de la Ca-
rreta) a María de Champaña, hija de Luis VII de Francia y de Leonor
de Aquitania. María fue condesa de Champaña desde que se casó
con el conde Enrique I en 1164. La dedicatoria del Conte du Graal
(Perceval o Cuento del Grial) va dirigida a Felipe de Alsacia, conde

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de Flandes, que murió antes de 1191. Así pues, se pueden establecer


como límites fiables de la actividad literaria de Chrétien las fechas de
1164 y 1191.
Entre sus novelas extensas hay que destacar Erec y Enide, Caballe-
ro del león (Yvain), Caballero de la Carreta (Lancelot) y Cuento del
Grial (Perceval), todas ellas de tema artúrico. A ese conjunto hay que
añadir Cligés y el cuento piadoso atribuido, Guillermo de Inglaterra.
Las más antiguas se sitúan en torno a 1160 y las modernas, hacia 1180.
—Erec et Enide (Erec y Enide) es la más antigua, a pesar de que
se muestre como obra de un escritor familiarizado ya con la técni-
ca y los recursos narrativos; los críticos se han dividido a la hora de
fecharlo, de tal modo que las propuestas oscilan entre un margen
de una veintena de años (1150-1170).
—La obra siguiente fue, sin duda, Cligès (entre 1170 y 1176).
—El Chevalier au Lion o Yvain (Caballero del León), y el Cheva-
lier de la Charrette o Lancelot (Caballero de la carreta) parece
que fueron compuestas a la vez: esta conjetura se basa en que las
intrigas de las dos obras se cruzan y complementan; así, por ejem-
plo, Gauvain (Galván) toma parte en el Yvain hasta el verso 2800,
aproximadamente; después no vuelve a ser nombrado hasta casi
dos mil versos más adelante: el mismo personaje justifica su ausen-
cia porque ha estado buscando a la reina Ginebra, secuestrada
por Meleagant (episodio motor del Caballero de la Carreta); estas
obras se pueden fechar entre 1177 y 1181.
—Finalmente, el Contes du Graal o Perceval (Cuento del Grial),
inacabado, debe ser el último libro de nuestro autor y hay que si-
tuarlo entre 1181 y 1190; sin embargo, nada se puede decir acerca
de las circunstancias que rodearon el abandono de este texto: qui-
zás la causa fuera la muerte de su autor, pero también pudo ser la
desaparición de su protector, Felipe de Alsacia, conde de Flandes.

1.2. La Vulgata: Estoire dou Graal, Merlin, Lancelot, Queste del Saint
Graal y Mort Artu
A finales del siglo XII, Robert de Boron reunió en una trilogía distin-
tos textos que hasta entonces habían sido independientes entre sí, a
la vez que los cargó de simbolismo cristiano: Roman de l’Estoire dou
Graal (o Joseph d’Arimathie), Merlin y Perceval (también denomina-
do Didot-Perceval) de los que solo ha pervivido el primero y el co-
mienzo del Merlin.
Muy poco tiempo después de haber sido escrita, esta trilogía fue pro-
sificada por un autor anónimo, versión que daría lugar al nacimiento

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de la Vulgata artúrica (o ciclo de Lanzarote-Grial o de Pseudo-Map),


obra anónima de gran extensión y calidad literaria.
La Vulgata artúrica (hacia 1230) está formada por la Estoire dou
Graal o Joseph Abarimathie (Historia del Grial o José Arimatea), Estoi-
re de Merlin y una Suite Merlin (Historia de Merlín), Lancelot, Queste
del Saint Graal (Busqueda del Santo Grial) y Mort Artu (Muerte de
Arturo); las dos primeras partes son, cronológicamente, posteriores al
resto del ciclo.
El tema de esta recopilación no es más que la historia de Lanzarote,
considerado por sus hazañas el mejor caballero del mundo. Él pare-
ce ser el destinado a alcanzar el Santo Grial, pero su adulterio con la
reina Ginebra lo apartará definitivamente de ese triunfo. No obstante,
Dios le va a conceder que sea su hijo Galaz quien lo logre.
La última parte de la Vulgata se ocupa del castigo de Lanzarote y
Ginebra: sus amores serán la causa del enfrentamiento y muerte final
de los compañeros de la Mesa Redonda. Así termina la edad de oro
de la caballería errante. Las líneas generales del tema quedan ex-
puestas sin grandes complicaciones; sin embargo, es difícil seguir las
directrices cuando se está leyendo la Vulgata, pues hay una autén-
tica selva de acciones entrecruzadas: todos los personajes, todos los
caballeros de la Mesa Redonda tienen vida propia y actúan de forma
independiente, aunque perfectamente coordinados.
La Vulgata consta de cinco partes, que muestran los núcleos que la
fueron formando: Estoire dou Graal (Historia del Grial), Merlín y su con-
tinuación (Merlín), Lancelot (Lanzarote), Queste del Saint Graal (Bús-
queda del Santo Grial) y la Mort Artu (Muerte de Arturo). La crítica,
respecto a la fecha de composición, coincide en que las partes más
antiguas del conjunto (Lanzarote, Búsqueda del Santo Grial y Muer-
te de Arturo) estaban acabadas al finalizar el primer cuarto del siglo
XIII, mientras que las más modernas (Historia del Grial y Merlín) deben
considerarse algo posteriores. En cualquier caso, la Vulgata ya existía
a mediados del siglo XIII. Pero quizá no esté de más observar que —si
la obra es del siglo XIII— no ocurre lo mismo con la historia que cuenta
la larga recopilación, pues debemos situarla en una época muy an-
terior: la ficción comienza a mediados del siglo V, cuando Lanzarote
tiene aproximadamente entre 40 y 50 años y el rey Arturo es un vene-
rable anciano.
De las cinco partes, las tres últimas —Lancelot (Lanzarote, Queste
del Saint Graal (Búsqueda del Santo Grial) y la Mort Artu (Muerte de
Arturo) son las que han logrado mayor fama, y con razón: innumera-
bles veces han sido publicadas de forma independiente del resto del
ciclo, recibiendo el título de Lancelot en prose (Lanzarote en prosa).

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Es más, de todos los textos que hablan de Lanzarote, Perceval, Arturo,


Ginebra y de tantos otros caballeros, es sin duda el Lancelot en prose
(Lanzarote en prosa) el que tuvo mayor éxito en la Edad Media.

1.3. La Post–Vulgata: Estoire del Saint Graal, Merlin y Suite Merlin,


Queste del Saint Graal y Mort Artu
Entre 1230 y 1240, un autor anónimo atribuyó a Robert de Boron la
reelaboración de la Vulgata que había llevado a cabo, y que se de-
nomina Post-Vulgata (o Roman du Graal o Pseudo-Robert de Boron).
Este ciclo intentaba reunir las aventuras artúricas en un conjunto más
homogéneo, centrando la atención no tanto en los amores de Lanza-
rote y Ginebra, como en el rey Arturo y el Grial.
Aunque no hay ningún texto completo de la Post-Vulgata, el conte-
nido de este ciclo se suele reconstruir a partir de algunos fragmentos
franceses y, sobre todo, de las traducciones gallego-portuguesas y
castellanas. Parece que el ciclo estaba compuesto por una Estoire
del Saint Graal (Historia del Santo Grial), semejante a la de la Vulga-
ta; por un Merlin (Merlín), que tampoco defería mucho del contenido
en el ciclo de la Vulgata: la Suite de Merlin sí que introdujo notables
alteraciones, ya que prescindió de gran parte de las guerras juveniles
de Arturo, para dejar más paso a los amores de Merlín y Viviene y a
las aventuras de Gauvain (Galván), o de Morholt; el Lancelot (Lanza-
rote) de la Vulgata quedó reducido a su parte final, al que se añadie-
ron algunas aventuras de la primera versión del Tristán en prosa, para
conectar con la Queste del Saint Graal (Búsqueda del Santo Grial) y
la Mort Artu (Muerte de Arturo), poco distantes de las contenidas en
la Vulgata.
El ciclo de la Post-Vulgata fue concebido contra las historias narra-
das en la Vulgata, pues su autor pretendía dar mayor coherencia al
conjunto de las aventuras de los caballeros de la Mesa Redonda, re-
equilibrando las proporciones y el protagonismo de Lanzarote y de
Arturo: debían ser el rey Arturo y el Grial el motor y el centro de los
acontecimientos, y no los amores de Lanzarote y Ginebra, como ha-
bía acabado ocurriendo con la Vulgata. Esta nueva perspectiva obli-
gaba a llevar a cabo numerosas alteraciones y a reducir la extensión
del conjunto inicial, si se prescindía de gran parte del protagonismo
de Lanzarote. Pero, además, el deseo de formar una summa coheren-
te no permitía olvidar las peripecias de Tristán, pues al fin y al cabo se
desarrollaban en ámbitos geográficos cercanos y, en gran medida,
participaban de un mismo concepto estético e ideológico. Por otra
parte, tanto las aventuras relacionadas con los caballeros del rey Ar-

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turo, como las de Tristán habían abandonado el verso para utilizar la


prosa en conjuntos narrativos de gran extensión.
Así el autor de la Post-Vulgata disponía de materiales homogéneos,
necesarios para llevar a cabo su propósito, y no tardo en ponerse a
redactar el nuevo ciclo, recurriendo para ello a la Vulgata y a la pri-
mera versión en prosa del Tristán, que estaba acabada hacia 1240.
De este modo, Tristán acudía con Iseo a la corte del rey Arturo en
busca de refugio; las hazañas que llevará a cabo formarán parte de
los grandes éxitos de los caballeros de la Mesa Redonda y Tristán tam-
bién partirá en busca del Santo Grial. Pero su presencia en Logres será
motivo de la invasión del reino por parte de su tío Marco, que pre-
tende recuperar a su esposa mediante la guerra, y tras la muerte de
Arturo y Lanzarote, Marco regresará de nuevo a Logres para vengar
su derrota anterior y destruirá Camelot y la Mesa Redonda.

1.4. Personajes de la Materia Artúrica


1.4.1. El héroe
En general, se pueden agrupar las características del héroe en tor-
no a los siguientes núcleos:
—Es hijo de reyes, aunque se sabe poco de sus orígenes, que en
cualquier caso, suelen ser sobrenaturales.
—Por diversas circunstancias, es abandonado al poco de nacer,
y lo crían en una tierra lejana.
—Al llegar a la adolescencia, regresa a su país, donde lleva a
cabo diversas hazañas, que le hacen merecedor de la mano de la
hija del rey.
—Al cabo del tiempo, pierde el favor de Fortuna y el amor de sus
súbditos, hecho que le obliga a abandonar el trono
—Finalmente, tiene una muerte misteriosa o sobrenatural.
Para comprender el funcionamiento de los diferentes rasgos, bastará
con ejemplificarlos en una figura bien conocida, el rey Arturo: es hijo
de Ygerne y del rey Uterpandragón, que ha tenido que tomar el as-
pecto del duque de Cornualles para satisfacer sus deseos. Al nacer, es
separado de sus padres, y criado en un lugar lejano, al margen de la
corte. Al llegar a la madurez, va a Londres, consigue la espada Escali-
bor, es elegido rey y lleva a cabo una serie de victorias sobre los reyes
rebeldes y sobre los Sajones. Tras casarse con Ginebra, no interviene en
ningún hecho de armas de especial relieve, a pesar de la brillantez de
su corte. La relación de Lanzarote con Ginebra divide a los caballeros
del rey y provoca crueles guerras intestinas; al fin, el rey Arturo tienen
que enfrentarse al usurpador del trono, que es su sobrino Mordret: heri-

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do de muerte se aleja del campo de batalla, pero nada más se sabe,


quizás fue a la isla de Avalón de donde regresará algún día.
Los distintos episodios de la vida de estos héroes se agrupan sistemá-
ticamente en tres núcleos esenciales:
—nacimiento del héroe
—madurez como individuo y su subida al trono
—muerte
Estas fases citadas responden a tres ritos de paso principales: naci-
miento, iniciación y muerte.
El primer hecho destacable es que el héroe es casi siempre hijo de
reyes, el primogénito de sus padres. Este aspecto, por común que
pueda parecer, constituye uno de los factores básicos del modelo.
Más variadas son las circunstancias de la concepción del héroe, so-
bre las que por lo general no se sabe nada o casi nada, pero que sue-
len rodearse de leyendas fantásticas. Cuando se trata de héroes de la
mitología clásica se nos dice que el padre era Júpiter, convertido en
lluvia de oro, o en cisne, o con los más variados aspectos o disfraces.
En los textos medievales se suele ignorar el momento de la concep-
ción, aunque hay excepciones.
El padre de Arturo es Uterpandragón, que engendra al famoso hé-
roe en Ygerne, mujer del duque de Cornualles: mientras que Uter-
pandragón y el duque están enfrentados en una guerra desigual e
injusta, debida a las pretensiones de Uterpandragón sobre Ygerne;
Merlín hace que su señor adquiera el aspecto del duque, acuda al
castillo de Tintagel, donde está refugiada la duquesa, y pase la no-
che al lado de la virtuosa dama, que no opone resistencia alguna
pues piensa que se trata efectivamente de su marido. El día siguiente
se da cuenta del engaño, al descubrir que el duque había muerto en
combate antes del encuentro amoroso.
También puede servir de referencia la concepción de Merlín, héroe
un tanto pintoresco: su madre, una joven hija del rey de Demecia, se
niega a recibir por marido a cualquier hombre al que pueda ver; ín-
cubo, ángel caído por su lujuria, aprovecha la ocasión y engendra a
Merlín, que por su padre conocerá el pasado y gracias a la virtud de
su madre, podrá predecir el futuro.
Más generalizado está otro aspecto del modelo: es frecuente que
la vida del recién nacido héroe peligre cuando todavía es un niño, lo
que obliga a que sean criados por otro rey o por una persona de ele-
vada condición. Pensemos en Lanzarote del Lago: cuando su padre
el rey Ban de Benoic muere de dolor al ver arder su castillo, por una
traición del senescal, su madre la Reina del Gran Sufrimiento, deja al

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niño envuelto en las mantillas a los pies del caballo, para ir en ayuda
de su marido, al que ha oído gritar. Regresa desconsolada, a orillas
del lago, al lugar en el que había dejado al pequeño, pero el niño ha
desaparecido: una misteriosa dama lo ha llevado a las profundidades
del lago, donde lo criará y educará, en una ciudad maravillosa que
hay bajo la aguas, hasta que alcance la edad de ser armado caba-
llero. Al mismo sitio llegarán poco después Boores de Gaunes y Lionel,
los primos de Lanzarote, víctimas también de la perfidia de Claudás, y
serán educados del mismo modo que el hijo del rey Ban.
Directamente vinculado al nacimiento del héroe suele aparecer
el motivo de la lactancia del niño que influirá en sus cualidades. Por
ejemplo, al nacer Arturo, su padre Uterpandragón lo tiene que entre-
gar a Merlín, como recompensa por el encuentro nocturno que le ha-
bía facilitado con Ygerne. Merlín entrega al niño a Antor para que lo
amamante su mujer, que acaba de dar a luz a un hijo. Cumpliendo la
orden, la esposa de Antor cría a Arturo, a la vez que entrega su propio
hijo, Keu, a una ama de baja condición, que con la leche le transmite
los defectos al futuro senescal.
Otro capítulo de este modelo de héroe es el que desempeña el si-
lencio sobre la infancia del héroe. El nacimiento constituye el núcleo
central de una serie de incidentes de profundo dramatismo y que son
narrados con abundantes detalles. Son muchos los hechos maravi-
llosos o sorprendentes que ocurren en torno al nacimiento del héroe;
del mismo modo, son abundantes los hechos dignos de mención que
se desarrollan en torno a la madurez del personaje. Pero su infancia,
pubertad o iniciación no interesa a los autores.
Hay dos excepciones. Una de ellas, la protagoniza Merlín, que sien-
do niño descubre los motivos que hacen que se hunda la torre de
Vortiger, frente a la opinión de todos los sabios de la corte; sería el
trasunto profano de la discusión del niño Jesús con los doctores en el
templo: en definitiva, se trata de la utilización de un tópico frecuente
en la literatura de todas las épocas: el puer senex, el niño sabio como
un anciano. La otra excepción la constituyen las narraciones sobre las
proezas juveniles de los héroes: en este caso se trata de la explotación
a posteriori del éxito literario de un personaje; solo cuando Arturo es
famoso, se escribe la infancia del rey.
El héroe llega al trono de dos formas diferentes: pasa un examen en
el que tiene que vencer al rey que ocupa el trono: puede tratarse de
un combate armado o de un enfrentamiento de inteligencias, en el
que la conclusión no siempre es segura; en muchas ocasiones el rey
debió ser llevado a la muerte al acabar un período de su mandato o
cuando su poder empezaba a declinar; debió de haber casos en los

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que se produciría una lucha con armas iguales entre el rey y su reta-
dor, aunque este aspecto no está demasiado claro. Más frecuentes
son los casos en los que el rey —o un señor— morían de forma ritual.
Se podrían explicar de este modo los abundantes combates singula-
res que se producen a la entrada de un castillo entre los caballeros del
rey Arturo y los señores del lugar, y que suelen saldarse con la prisión
o decapitación de los retadores o, en menos casos, con la derrota
del castellano y su sustitución por el héroe artúrico. Entre los ejemplos
que se podrían aducir, me viene a la memoria uno especialmente
representativo, que reúne casi todas las características necesarias; lo
encontramos de nuevo en el Chevalier au Lion (Caballero del león),
de Chrétien de Troyes. El héroe, Yvain, tras matar al señor del castillo,
Esclador el Pelirrojo, se casa con la desconsolada viuda un par de días
más tarde, sin que nadie se sorprenda por el rapidísimo cambio de
actitud de la joven y bella Laudeine de Landuc.
Tras vencer las pruebas oportunas o salir victorioso en los combates,
el héroe se casa con la hija del rey o con su viuda. A menudo se ha
sugerido que el trono se hereda por vía femenina, y que la reina o la
princesa heredera puede entregarlo al héroe mediante el matrimo-
nio; en otras palabras, cualquier hombre que consiga casarse con la
reina se convierte automáticamente en rey, y que la única forma en
que un hombre puede llegar a rey legalmente es casándose con la
reina. Este tipo de afirmación, arroja mucha luz sobre las historias de
héroes pues viene a indicar que un nuevo personaje llegará al trono
por su linaje, por su crianza y por su valor. Parecería que se le recono-
cen las mismas cualidades que a la reina.
Tras el matrimonio con la hija de su predecesor, el héroe se limita a
gobernar, y ganarse así el respeto de sus contemporáneos, y a enve-
jecer. En este sentido, se puede pensar en la figura del rey Arturo que
establece y desarrolla la Mesa Redonda, como lugar de reunión de
los más sobresalientes caballeros de su reinado, pero que en realidad
lleva a cabo muy pocas acciones bélicas, y que se conforma con
enviar a sus hombres en busca de aventuras; solo participará en una
batalla al final de sus días. En este caso la protección de la caballería
ya constituye de por sí la defensa y desarrollo de una actividad de
carácter legal, dado el significado que tiene el código caballeresco.
La carrera del héroe puede acabar de forma dramática, con un
final misterioso. Gran parte de los caballeros artúricos mueren en el
campo de batalla o como consecuencia de las heridas recibidas en
el combate: así había ocurrido en tiempos lejanos a Agravaín y Gue-
heriet, sobrinos del rey, que pagaron con sus vidas la actitud frente
a los amores de Lanzarote y Ginebra; así murió Galván, herido por

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Lanzarote; así murió Mordret, a manos de su padre; así murió Arturo,


a manos de su hijo. Pero también les llega el mismo final a Tristán y al
rey Marco, a Roldán y a otros muchos. Algunos escogidos se retiran a
la vida contemplativa (Boores o Lanzarote), pero se trata de excep-
ciones muy significativas. La muerte de Merlín, que se sustrae a este
principio —o mejor, a este final—, tampoco es una muerte apacible:
se trata de una desaparición violenta, que le hace lanzar un terrible
aullido, y misteriosa, pues nada más vuelve a saberse de él.
La caída del rey Arturo es paradigmática. Como en otros casos de
la tradición, su estrella cambia repentinamente; todo se vuelve en
contra y su final queda envuelto en un halo de misterio. Se aleja mal-
herido del campo de batalla; arroja al lago su espada, último sacrifi-
cio a una divinidad de las aguas, que acepta la ofrenda, y embarca
en una nave que le lleva a un paraje desconocido, donde intentan
curarle las heridas y de donde regresará llegado el momento. La car-
ga dramática no puede ser mayor. Pero a la vez, llama la atención la
importancia que adquiere el elemento acuático como organizador
de la vida y de la muerte: compárese con el fuego que rodea la ac-
tividad de Moisés o que eleva por los aires el carro en el que Elías o
Rómulo abandonan la cumbre de la montaña. Sin duda, se trata de
dos culturas muy distintas.
Arturo es desposeído de su reino tras la batalla de Salisbury. No le su-
cede en el trono ningún hijo, sino su sobrino Constante. También este
es un hecho habitual en la vida de los héroes. Nada de extraño tiene
que la tumba de Arturo no se encontrara, y que todos esperaran su
regreso.

1.4.2. Hadas y magas


La presencia de damas y doncellas, hadas y brujas es una constan-
te en el mundo artúrico. Con frecuencia aparecen las doncellas en
los bosques artúricos y, sobre todo, es de señalar la falta de recato
que manifiestan en su primer encuentro con los caballeros. Bastará
recordar un caso. Lanval sigue a unas doncellas que han ido a bus-
carlo mientras descansaba a orillas de un río. Han sido enviadas por
su señora, que recibe al joven en una hermosa tienda: «está tendida
sobre un precioso lecho, cubierta solamente con su camisa. Su cuer-
po es perfecto y gentil. Lleva sobre los hombros un costoso manto de
blanco armiño que le deja al desnudo todo el costado, el rostro, cue-
llo y pecho. Tiene la piel más blanca que la flor del espino». Lanval se
sienta junto a ella en la cama y se siente repentinamente enamorado;
a continuación, sin más preámbulos, la requiere de amor: «Cuando la

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doncella hubo oído estas encendidas palabras, no esperó más para


entregarle su amor y su persona». Luego, la advertencia de que si se
descubre el amor, la doncella desaparecerá.
La Dama del Lago es uno de los personajes más enigmáticos de
cuantos aparecen en la literatura artúrica. Según los datos que po-
seemos, era hija del rey de Northumberland y nieta de Diana la ca-
zadora, que vivió en tiempos de Virgilio. Sus relaciones sentimentales
están poco claras, pues según unos textos tenía marido y según otros
era amiga de Meliadús y de Branduz.
La primera aparición de este personaje tiene lugar a finales del si-
glo XII en el Chevalier de la Charrette (Caballero de la carreta) —si
bien no se le designa aún como Dama del Lago—, ejerciendo ya su
papel de madrina o madre adoptiva de Lanzarote. En dicha obra, se
hace referencia a ella a propósito de un anillo, que Lanzarote había
recibido de su mano como signo de protección y que tenía el poder
mágico de vencer cualquier encantamiento. Esta breve alusión es un
indicio del carácter sobrenatural del personaje, a quien se nombra ya
claramente como «hada» en Lanzarote en prosa (Lancelot en prose).
Según Thomas Malory, en su Le Morte d‘Arthu (La muerte de Arturo),
publicado en 1485, es la Dama del Lago quien le da la espada Esca-
libur a Arturo.
Tras la muerte de Ban de Benoic, la Dama del Lago roba a Lanzaro-
te, todavía niño, a su madre y se los lleva a su palacio bajo las aguas
donde lo educa en compañía de sus primos Lionel y Boores, hijos de
Boores de Gaunes, ocultándole en todo momento su verdadera iden-
tidad. Cuando Lanzarote alcanza la edad de dieciocho años, su ma-
dre adoptiva lo conduce a la corte del rey Arturo, para que este lo
arme caballero; contra toda costumbre, es ella, y no el rey, quien im-
pone las armas a Lanzarote. Después de la ceremonia, sigue velando
por su hijo adoptivo, y así, interviene para ayudar con sus artes má-
gicas en la primera aventura importante del nuevo caballero, la del
Castillo de la Dolorosa Guardia, donde además Lanzarote descubre
su propia identidad, su nombre. También le ayuda a ganar el amor de
Ginebra y se convierte en protectora de la adúltera pareja, lo cual
hace que muchas veces entre en conflicto con Morgana, que utiliza
la magia para perjudicar a la esposa de Arturo y a su amante.
Es también en Lanzarote en prosa (Lancelot en prose) donde apare-
ce por primera vez la identificación entre la Dama del Lago y Viviana
o Niniana, así como el relato de sus amores con Merlín. Antes de con-
vertirse en Dama del Lago, Niniana había conocido al sabio encan-
tador y, con su belleza, había despertado en él la más fuerte de las
pasiones. Merlín había accedido a mostrarle una parte de su saber

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mágico, confiando en la promesa que ella le hizo de que, a cambio,


le concedería su amor, pero Niniana aprovechó sus mismas enseñan-
zas para engañarle y consiguió encerrarlo en una cueva que defini-
tivamente había de servirle de tumba. De este modo, el Lanzarote
en prosa (Lancelot en prose) parece restar al personaje de la Dama
del Lago una parte importante de su carácter feérico o mágico: ya
no se trataría de una criatura sobrenatural, sino de una mortal que
habría aprendido artes mágicas. En las continuaciones de Merlin, sin
embargo, este carácter sobrenatural del personaje no es ni siquiera
cuestionado. Incluso en la Suite Merlin (Huth), Niniana aparece citada
con el sobrenombre de Doncella Cazadora, designación que evoca
un indudable origen de divinidad silvestre. Según Thomas Malory, en
su Le Morte d‘Arthu (La muerte de Arturo), publicado en 1485, fue de-
capitada por Balín el Salvaje.
Niniana tiene indudables rasgos que recuerdan a Diana, la virgen
cazadora y, en este sentido, estaría justificada la traición a Merlín
como un medio de proteger su virginidad, aunque habría que pensar
que la relación que se establece no es con Merlín el Mago, sino con
Merlín el Silvestre, el habitante de los bosques: con esta perspectiva, la
figura de la Dama del Lago se acerca sorprendentemente a la Diana
Nemorensis, diosa del bosque y del lago de Nemi, cuyo sacerdote
solo podía ser el asesino de su predecesor.
La identificación entre Niniana y la Dama del Lago introduce una cla-
ra dualidad en el personaje: como Niniana provoca la muerte de Merlín
y es, por tanto, un ser maléfico; como Dama del Lago salva y protege
a Lanzarote y, por tanto es un personaje que se puede considerar be-
nefactor. En cualquier caso, siempre desempeña un papel destacado
y distante, diferente y superior al de todas las demás mujeres.
Otro personaje importante es Morgana, descendiente de ciertas
divinidades celtas (Morrigan, Macha, Modron), cuyo nombre podría
ponerse en relación con el latín matrona. En general, Morgana se
presenta como hada benefactora en las narraciones más antiguas,
pero en los textos en prosa se convierte en un personaje ambiguo:
mantiene una buena relación con su hermano el rey Arturo hasta que
Ginebra hace que su primo Guiamor la abandone, a pesar de que
ambos están profundísimamente enamorados. A partir de ese mo-
mento, Morgana intenta vengarse de la reina haciendo sufrir a Lanza-
rote y, finalmente, descubriendo a Arturo la historia de los amores que
Lanzarote había pintado en las paredes de la habitación en la que
Morgana lo había tenido preso durante casi dos años. Es el principio
del drama, prueba de la infidelidad de la pareja de amantes.

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Otros textos hacen de Morgana una mujer libidinosa y promiscua,


que mantiene incólume su belleza gracias a las artes mágicas. No
entraremos en detalles de la vida íntima de este personaje, pero qui-
zás no esté de más recordar la impetuosa corriente de misoginia que
recorre la literatura en la Edad Media: nada de particular tiene que el
paradigma se aplique, también, a la hermana del rey Arturo.
Sea como sea, parece claro que Morgana cristaliza las cualidades
negativas —evidentemente falsas— de las mujeres, que tienen su
vertiente positiva en la Dama de Lago, hada buena y protectora de
Lanzarote en todo momento. Su personalidad difícilmente concuerda
con la de la doncella que se adueña de los conocimientos de Merlín
y que lo encierra en una profunda cueva; sin embargo, casi todos los
textos coinciden en este aspecto.
La Dama del Lago –benefactora del héroe- ha dado fin a un mago
de personalidad demasiado compleja y que literariamente resultaba
poco útil, dadas sus conexiones con el mundo de los demonios: Merlín
era bueno y virtuoso por la gracia de Dios, pero en el siglo XIII se olvi-
daron de este don divino y le concedieron a la Dama del Lago gran
parte de las virtudes del viejo profeta.

1.4.3. Adivino, profeta y mago


El mundo artúrico participa de las profecías, los presagios, los sueños
o cualquier otro tipo de signo premonitorio que tienen un papel fun-
damental como elementos que crean o acrecientan la tensión del re-
lato, y también como factor muy útil para estructurar la acción, pues
establecen un antes y un después perfectamente trabados, aunque
independientes en gran medida; pero, además, cualquier premoni-
ción necesita de un intérprete (profeta o adivino) capaz de desen-
trañar el contenido oculto bajo los símbolos, y cuyas revelaciones no
siempre son creídas o aceptadas por los protagonistas, mientras que
el público es plenamente consciente del significado favorable o ad-
verso que se encierra en estos signos sobrenaturales: la tensión y el
dramatismo irían, así, en aumento.
Todos estos elementos están representados de forma muy peculiar
en la figura de Merlín el mago, mezcla de profeta y de salvaje criado
en los bosques, al margen de toda sociedad.
Merlín es fruto, al parecer, de la imaginación de Geoffrey de Mon-
mouth, que alude a él en la Historia Regum Britanniae (hacia 1135);
posiblemente, este autor se basó en leyendas locales y en algunos
datos tomados del cronista Nennius. Por lo tanto, hay que aceptar
que el imaginativo historiador es padre de muchos de los rasgos que

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caracterizan al mago artúrico. Así, por ejemplo, es Geoffrey de Mon-


mouth el primero que habla del origen extraño de Merlín, pues sería
hijo de una monja y de un íncubo de belleza sin igual, y nacería en la
ciudad de Camarthen, topónimo que en galés es Caermyrddin ‘For-
taleza de Myrddin’.
No es la única ocasión en que Geoffrey de Monmouth se ocupa de
este personaje; las posibilidades que ve en él le llevan a redactar una
Vita Merlini (hacia 1150), en la que el protagonista se nos presenta
—igual que en algunos textos galeses— como profeta que vivía en el
siglo VI, al norte de Bretaña, al que se adscriben de forma ficticia no
pocos poemas mánticos o adivinatorios escritos en gaélico. Estamos
ya ante los orígenes de las hazañas adivinatorias de Merlín. Geoffrey
de Monmouth enriquece los datos de la tradición folclórica o histo-
riográfica recurriendo a elementos de origen clásico, como atestigua
el episodio en que ayuda a Uterpandragón a tomar el aspecto del
duque de Cornualles para entrar en la fortaleza de Titangel y acos-
tarse con Ygerne, engendrando de este modo al futuro rey Arturo.
Evidentemente, nos encontramos con una situación paralela a la del
origen de Heracles, cuando Zeus tomó el aspecto de Anfitrión para
poder acostarse con Alcmena; y algo semejante se relata en el Libre
dels feyts acerca del origen de Jaime I el Conquistador, aunque es
posible que en este caso haya que pensar en un reflejo de la litera-
tura artúrica.
Por lo demás, Geoffrey de Monmouth incorpora a la Historia Regum
Britanniae una lista de profecías atribuidas a Merlín, que a partir de
este momento se convierte en profeta y adivino, plenamente acep-
tado por el Cristianismo.
Así pues, el Merlín que va a llegar a través de la tradición artúrica,
será una fusión de adivino y mago, conocedor del pasado, del pre-
sente y del futuro, de lo oculto y lo visible, pero capaz, también de
transportar las piedras de Stonehenge a cientos de millas de distan-
cia mediante sus conocimientos de artes mágicas. Poco a poco se
van formando los aspectos esenciales de la personalidad de Merlín.
Sin embargo, una figura tan sobresaliente como es la de este mago-
adivino queda temporalmente eclipsada en las obras de Chrétien de
Troyes, durante la segunda mitad del siglo XII. La razón que se suele
aducir para esta momentánea desaparición es que el arte narrativo
de Chrétien se basa en el suspense, y que por tanto, la presencia de
adivinos y profetas podría causarle problemas desde el punto de vista
literario. Será necesario esperar a los primeros años del siglo XIII para
volver a encontrar a Merlín, aunque el silencio lo ha transformado de
modo significativo: para Geoffrey de Monmouth era el profeta de la

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esperanza bretona, mientras que ahora se ha convertido en el profe-


ta del Grial. El personaje toma nuevos derroteros.
Posiblemente, la metamorfosis se debe a Robert de Boron, autor
de una trilogía (Joseph d’Arimathie o Roman de l‘Estoire dou Graal,
Merlin, Perceval), que se ha conservado de forma fragmentaria. En el
planteamiento de este autor, Merlín se convierte en el transmisor de
las promesas divinas y el único capaz de hacer que los designios de
Dios se cumplan de la forma que los tiene pensados: el reino de Arturo
muestra así algunos puntos de contacto con la concepción del mun-
do que se recoge en el Antiguo Testamento; la llegada del Grial, con
la redención de los escogidos, constituía una clara transposición de la
venida del Mesías.
Para entonces, Merlín es un personaje artúrico y casi nadie recuerda
ya al adivino que vivió en la época de Vortiger, y a la vez, la caballe-
ría se ha convertido en algo digno, con una alta meta: los caballeros
eran, en definitiva, los llamados a la mística contemplación del Grial;
solo algunos serían los escogidos. Al menos, así ocurre en la literatura;
en la realidad, la caballería había entrado en una profunda crisis y
socialmente había perdido casi todo su prestigio.
El interés cristianizador de Robert de Boron queda bien de manifies-
to; por si fuera poco, a este autor no le bastaba con santificar el Grial
o instituir la Mesa Redonda en recuerdo de la Santa Cena: la parte
que se ha conservado de su obra presenta abundantes materiales
moralizantes e innumerables sermones; por eso, no tiene nada de par-
ticular que Merlín se convierta en un mago cristiano a pesar de que
los demonios lo engendraron con la idea de hacer de él un Anticristo.
Pero de nuevo estos planteamientos van a sufrir alteraciones poco
después de que Robert de Boron escribiera su trilogía, pues en la His-
toria de Lanzarote del Lago (Lancelot en prose), Merlín pierde el re-
levante papel que había desempeñado hasta el momento: por una
parte, la cristianización de los temas que había provocado Robert de
Boron hace que el mago–adivino quede relegado por su origen dia-
bólico, que evidentemente le impide cualquier aproximación al Santo
Grial. Por otra parte, el mago y adivino —ya de provecta edad— se
enamora de la Dama del Lago, transmitiéndole todo su saber y sien-
do víctima de sus propios encantamientos. De esta forma el papel
femenino supera al masculino también en este aspecto. Era el signo
de los tiempos. Así, la Dama del Lago une su nombre al de otra maga-
adivina artúrica, Morgana, dando origen a una nueva tradición.
En la Historia de Lanzarote del Lago (Lancelot en prose) en la que
ha desaparecido prácticamente la figura de Merlín, las profecías y
predicciones, que no podían desaparecer, quedan encomendadas

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a profetas o adivinos ocasionales, esporádicos, que son ermitaños de


santa vida, caballeros viejos retirados al ascetismo o monjes blancos;
junto a ellos, inscripciones, letreros y pruebas milagrosas de las que se
vale Dios para dar a conocer su pensamiento. Merlín es sustituido por
todo tipo de visiones, designios premonitorios, de sueños simbólicos.
En cualquier caso, los designios divinos siempre podrán conocerse y la
alta aventura del Grial, llevada a término. De nuevo, el arte narrativo
se impone: gracias al escalonamiento con que se van desarrollando
estos elementos, el drama final adquiere matices cada vez más inten-
sos y, también, más sombríos.

1.5. Temas y motivos de la Materia Artúrica


1.5.1. El Grial
El Grial aparece en la literatura artúrica por afortunada inspiración
de Chrétien de Troyes, que en Perceval, nos relata cómo el protago-
nista asiste en el Castillo del Rey Pescador, a una misteriosa procesión,
que atraviesa la sala en la que Perceval y su anfitrión están cenando.
Un paje, que lleva una lanza sangrante (identificada después con la
lanza que atravesó el costado de Cristo en la Cruz), encabeza la co-
mitiva y detrás viene una doncella con «un grial» (Chrétien lo dice
exactamente así, «un graal») entre sus manos. El joven Perceval no
osa preguntar nada acerca del extraño espectáculo, y su silencio re-
sulta nefasto, pues solo preguntando hubiese podido hacer que el im-
posibilitado Rey Pescador sanase y que su tierra, yerma y devastada,
recobrase la vida y fertilidad. Perceval pierde el Grial, y, a partir de
ahí, todos sus esfuerzos y los de la mayoría de los caballeros artúricos
se cifrarán en volver a encontrarlo.
El grial de Chrétien de Troyes, que aparece integrado dentro del
acto de la comida, cumpliendo la función que le es propia como pie-
za de la vajilla —un «graal», del latín medieval gradale, era un plato
hondo donde se acostumbraba a servir ricos manjares en las casas
nobles—, no parece tener, en principio, un valor místico o emblemá-
tico, a pesar de la indudable carga de misterio y extrañeza que el
marco de la procesión en el castillo del Rey Pescador concede al
objeto. La idea de un grial productor o portador de alimentos, situado
en el centro de un ritual espléndido como el que ve Perceval, pudo
tomarla Chrétien de algún antiguo mito relacionado con cuernos de
la abundancia o cornucopias. Sin embargo, como más tarde descu-
bre Perceval, cuando ya ha dejado atrás el castillo del Rey Pescador,
lo que se servía en aquel grial que contemplaron sus ojos no era un
manjar cualquiera, sino una única hostia consagrada, con la cual se

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sustentaba, desde hacía largo tiempo, sin tomar más alimento, el pa-
dre del Rey Pescador. Este dato y la puerta abierta a la imaginación
que representa la inacabada obra de Chrétien van a dar inicio a un
proceso que, a través sobre todo de la obra de Robert de Boron, con-
vertirá aquel grial indeterminado en el Grial, o incluso, el Santo Grial.
Así, todo aquello que Chrétien dejó entre las brumas de la ambigüe-
dad, pues nunca llegó a explicar qué era verdaderamente el grial ni
cuál era su función, Robert de Boron lo explica detalladamente: se
trata del vaso utilizado por Jesús en la Ultima Cena, en el momento
en el que instituye el Sacrificio de la Misa. En el mismo vaso, José de
Arimatea recoge la sangre del Mesías, una vez que este ha sido baja-
do de la Cruz y son los descendientes de José de Arimatea los que lo
llevarán a la Bretaña artúrica.
De esta manera, el enigmático y misterioso vaso de Chrétien de Tro-
yes se convierte en un símbolo cristiano, que ya ha dejado de ser la
escudilla para convertirse en copa o, más concretamente, en cáliz. El
Santo Grial representa la presencia real de Cristo entre los hombres. Ya
no se tratará de encontrarlo simplemente para librar al Rey Pescador
y su tierra de la desgracia. Los caballeros perseguirán el milagroso ob-
jeto por una suerte de interés personal. En definitiva, el camino hacia
el Grial se convertirá, muy pronto, en la novela en prosa, en el camino
de cada hombre hacia la salvación, cuya culminación será, para el
caballero o los caballeros elegidos, la visión de lo que hay dentro del
vaso, o sea, la visión de Cristo hecho carne: la Transubstanciación.
No está claro el origen de la leyenda del Grial; entre las interpreta-
ciones que se han sugerido cabe destacar la que considera el objeto,
un símbolo cristiano, la que piensa que se trata de la cristianización
de un rito de fertilidad pagano o la que se inclina hacia tradiciones
célticas. La aparición del tema del Grial va a provocar, además, un
cambio fundamental en el seno de la novela artúrica como género,
ya que va a ser determinante en la sustitución del verso por la pro-
sa, como forma de rechazar el carácter ficticio del modelo narrativo
creado por Chrétien de Troyes y recuperar la noción de verdad (la
prosa era la forma de la crónica histórica, donde lo fundamental era,
justamente, la veracidad), para tratar ese tema trascendente que es
el Grial y, junto con él, la salvación del hombre. Todo el ciclo de la Vul-
gata se construye en función de este ideal. Los buscadores del Grial
son muchos, pero fundamentalmente dos: Perceval (en Perlesvaus,
Didot Perceval, Parzival, etc.) y Galaz (en Queste, sobre todo). Con la
aparición de Galaz, el tema del Grial se asocia de manera clara al de
la Caballería Celeste, que tiene mucho que ver con las ideas de San
Bernardo de Claraval.

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Una vez que el caballero escogido, predestinado, encuentra el Grial


y accede a sus secretos, una mano que, según la tradición, surge del
cielo, se lleva el sagrado cáliz para siempre. Tras su desaparición, se
espera que el Grial vuelva a la tierra algún día.

1.5.2. La Mesa Redonda


La Mesa Redonda es la imagen más representativa de la corte del
rey Arturo, y sus caballeros, los mejores del mundo. Son diversas las
tradiciones que transmiten su historia y significación. Construida, bien
por Arturo al finalizar sus conquistas, con el fin de no privilegiar a ningu-
no de sus caballeros, bien por Merlín (quien habría escogido también
a sus miembros), a instancias de Uterpandragón la Mesa acaba en
cualquier caso vinculada al reinado de Arturo, ya que éste, en la se-
gunda versión citada, la recibe como regalo de boda (o como parte
de la dote de Ginebra) del rey de Carmelida, Leodagán, depositario
del objeto a la muerte de Uterpandragón. La mesa es destruida por
Marco de Cornualles cuando, muerto Arturo, arrasa Camelot. Los ca-
balleros miembros de la Mesa son doce, cincuenta, ciento cincuenta,
doscientos cincuenta, trescientos sesenta y seis, y son frecuentes en
las novelas artúricas enumeraciones más o menos largas de algunos
de ellos. Cada asiento tiene escrito el nombre de su ocupante y la
inscripción se desvanece cuando aquél muere, pero si aparecen mi-
lagrosamente las letras del nombre de un nuevo caballero que supere
en valentía a su antecesor, podrá ocupar su lugar con derecho. Tam-
bién se eligen nuevos miembros entre varios candidatos para suplir
las bajas habidas . Cuando los caballeros se sientan alrededor de la
Mesa cuentan sus aventuras, que el rey manda poner por escrito para
que sean recordadas por la posteridad.
Si en sus primeras menciones (Roman de Brut y Chrétien de Troyes)
y en la novelística francesa en verso posterior, la Mesa Redonda es
el símbolo de una sociedad caballeresca perfecta y los valores que
caracterizan a sus componentes son la destreza guerrera y la actitud
cortés, puestos siempre al servicio de las doncellas y de quienes pre-
cisan auxilio ante la injusticia, la evolución de la materia artúrica, que
refleja sobre todo los grandes ciclos en prosa del siglo XIII, le conce-
derá nuevos y complejos sentidos. Así, la Mesa Redonda se inscribe
en una tríada de mesas de profundo contenido religioso, detrás de la
de la Ultima Cena y de la del Grial. Existe ahora un Asiento Peligroso
o Prohibido, que simboliza el lugar de Judas en la primera mesa y que
solo podrá ocupar el Caballero Elegido que, como Jesús, redima del
pecado. Quienes pretenden sentarse en él sin derecho son tragados

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La Materia de Bretaña y su difusión en la península ibérica 25

por la tierra o se convierten en cenizas. El penitente Perceval se atreve


a ocuparlo, luciendo armas rojas, pero debido a la culpa que arrastra,
desata los misterios del Grial. Galaz, el Buen Caballero, descendiente
de José de Arimatea bendecido con la gracia divina, se sienta por
fin en él, vistiendo de rojo como su pariente, antes de dar término a
la santa demanda del Grial. Tras su desaparición, el Asiento queda
vacío a perpetuidad. En este proceso de cristianización, la Mesa Re-
donda se erige en símbolo de la militancia secular de la caballería
de Dios, complementaria de la vivencia contemplativa representada
por la Mesa del Grial, o bien, iluminada por la luz de la Mesa del Grial,
consiste en la etapa previa al acceso de Galaz a esta. De la fraterni-
dad caballeresca de las primeras obras aludidas se ha pasado, pues,
a una comunidad casi monástica y pseudoapostólica de guerreros
que alcanza en el personaje del perfecto Galaz una definitiva trans-
figuración mística. Tal evolución queda reflejada también en la des-
aparición o pérdida de relevancia de muchos de los miembros de la
primigenia Mesa Redonda ante el protagonismo de Galaz, Perceval
y Boores.

2. La Materia de Bretaña en la península ibérica


Son abundantes los testimonios que prueban el conocimiento de la
Materia de Bretaña en la península ibérica desde época temprana:
tanto en el Fuero General de Navarra (hacia 1196-1212), como en los
Anales Toledanos Primeros (1217) se alude a la batalla de Camlann
(batalla final del rey Arturo contra Sir Mordret, donde el monarca fue
herido mortalmente). Y anteriores son las referencias contenidas en
los poemas de trovadores catalanes como Guerau de Cabrera o Gui-
llem de Berguedà, hecho que no debe sorprender, ya que la relación
con el sur de Francia justifica un conocimiento más produndo de los
temas bretones: las alusiones contenidas en el Ensenhamen de Gue-
rau de Cabrera se sitúan en torno a 1165, es decir, son rigurosamente
contemporáneas a la obra aludida.
Es posible que las más antiguas referencias que poseemos a la Ma-
teria de Bretaña en gallego-portugués deban situarse bajo el reinado
de Alfonso III de Portugal, llamado el Boloñés, (rey 1247-1279); en todo
caso, a mediados del siglo XIII, las leyendas artúricas están suficiente-
mente difundidas en el occidente de la península ibérica, como para
ser lugar de referencia para varios poetas, motivo de burla para otros
o tema literario de nuevas elaboraciones para algunos.

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Así, el dominio del gallego-portugués, al igual que el resto del occi-


dente europeo, no se sustrajo a los encantos de la Materia de Breta-
ña, son numerosos los poetas y autores (Don Denis o Alfonso X) que
aluden en sus versos a situaciones o personajes emparentados con la
literatura artúrica. Junto a todas estas alusiones se conservan los cinco
«lais de Bretanha», atribuidos a Tristán, con que comienza el Cancio-
nero da Biblioteca Nacional.
Pero una cosa son las referencias indirectas y otra muy distinta los
testimonios directos: la presencia de manuscritos o impresos en caste-
llano es escasísima y en ocasiones da la sensación de que el influjo fue
más duradero que los propios textos; la tradición oral o la pervivencia
del mito con sus leyendas son en ocasiones la única explicación po-
sible. Por otra parte, casi todos los testimonios tempranos que se han
conservado denotan un conocimiento más o menos profundo de ver-
siones en prosa de los textos artúricos de Tristán y Lanzarote; la Vulgata
o la Post-Vulgata han suministrado los materiales relativos al caballero
de la reina Ginebra; el Tristán en prosa parece ser la fuente remota de
información de todas las alusiones al sobrino del rey Marco.
Los originales franceses de estos textos se sitúan en la primera mitad
del siglo XIII, por lo que se debe aceptar la rápida llegada de la Ma-
teria de Bretaña a los dominios del gallego-portugués, hecho que ya
había quedado de manifiesto —de ser ciertas las interpretaciones—
en el conocido fuste historiado de la Porta Francígena de la Catedral
de Santiago de Compostela, de comienzos del siglo XII, que repre-
senta a Tristán herido tras el combate con Morholt, en el barco que lo
llevará, navegando a la deriva, a Irlanda.
Y, por lo que respecta al dominio castellano, habrá que pensar que
las traducciones o adaptaciones más antiguas se sitúan en los prime-
ros años del siglo XIV.

2.1. La leyenda de Tristán y sus textos


La Vulgata artúrica era excesivamente larga y, en ocasiones, la pro-
lijidad de aventuras impedía seguir de forma coherente el hilo de la
narración. Por otra parte, en este ciclo los principales temas (el rey
Arturo y el Grial) habían quedado desplazados por la figura de Lan-
zarote, cuya relación con la reina Ginebra se había convertido en el
motivo central, auténtico motor de todo el conjunto: no extraña que
las aventuras del protagonista ocupen tres veces más extensión que
el relato de la búsqueda del Santo Grial y la narración del final del rey
Arturo juntos.
El éxito de Lanzarote en prosa (Lancelot en prose) se dejó sentir, ade-
más, por el influjo que ejerció sobre otros relatos y, de forma muy es-
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La Materia de Bretaña y su difusión en la península ibérica 27

pecial, sobre la historia de Tristán. En efecto, este personaje, ajeno al


reino de Logres (también llamado Logris o Loegria) es el nombre que
recibía el reino del rey Arturo en la Materia de Bretaña) e independien-
te en la tradición literaria del rey Arturo, del Grial y de las hazañas de
los caballeros de la Mesa Redonda, por influjo del éxito del Lanzarote
en prosa (Lancelot en prose), ve cómo a partir de 1230 sus aventuras
se acercan a las de los demás personajes de la literatura artúrica, y no
tardará él mismo en ocupar uno de los asientos de la Mesa Redonda
y en iniciar su propia búsqueda del Grial.
No se conoce a ciencia cierta el origen de la leyenda de Tristán y,
no solo se ha perdido la novela que le consagró Chrétien de Troyes,
sino que las versiones más antiguas conservadas (de Thomas y Béroul,
en la segunda mitad del siglo XIII) son fragmentarias. Con todo, la con-
junción de episodios sueltos y refundiciones o traducciones posteriores
permite contemplar la historia y la evolución el mito.
Las dos primeras obras de la materia tristaniana han sido caracteri-
zadas tradicionalmente como «versión común» (en apariencia más fiel
al hipotético material original, donde el filtro es la única causa de la
pasión) y «versión cortés» (que adapta la historia al universo cortés, ha-
ciendo del filtro solamente un símbolo de un amor anterior, libremente
elegido). A la primera versión se vincularían la temprana adaptación
alemana de Eilhart von Oberge (Tristant, 1170, con prosificaciones pos-
teriores, la más antigua conservada Tristrant und Isolde, de 1484) y el
texto episódico de La Folie Tristan (Locura de Tristán), de Berna; mien-
tras que pertenecerían a la segunda el Tristan alemán de Gottfried von
Strassburg (1210) y La Folie Tristan (Locura de Tristán) de Oxford.
El género novelesco en prosa el siglo XIII supuso la absorción de la
leyenda tristaniana dentro de las grandes series cíclicas de la materia
artúrica. Tristán se cuenta ahora entre los caballeros de la Mesa Re-
donda, es buen amigo de Lanzarote y Galván y participa activamen-
te en la búsqueda del Grial, mientras que el drama pasional queda
en segundo plano.
Se pueden distinguir cuatro versiones del Tristán en prosa:
—Representada por el ms. fr. 756-7 de la Biblioteca Nacional de
París.
—Es la más difundida, por lo que es denominada Vulgata (no se
debe confundir con la Vulgata artúrica). Tendría como claros expo-
nentes los mss. Fr. 335-6 de la Biblioteca Nacional de París y el 2542
de Viena.
—Combina las dos versiones anteriores y añade elementos pro-
cedentes del Lancelot (BNP. F. 97 y 100-1)
—Con adiciones originales (BNP, fr. 99)
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28 Carlos Alvar

Las cuatro versiones de la obra se fueron sucediendo en el transcur-


so del tiempo: desde mediados del siglo XIII, en que se sitúan las dos
primeras, hasta bien entrado el siglo XIV, cuando se lleva a cabo la
última reelaboración. Como descendientes de un mismo tronco, las
cuatro versiones presentan una parte común, en la que se desarrollan
casi todas las aventuras conocidas y famosas de Tristán e Iseo, según
las habían contado en el siglo XII Béroul y Thomas. Pero será a partir de
la segunda versión cuando la pareja de protagonistas se verá inmersa
en la actividad de la corte del rey Arturo, de la que pasarán a formar
parte, convirtiéndose Tristán en uno de los más valerosos caballeros
del momento, solo comparable a Lanzarote y Galaz, mientras que
Iseo se verá superada en belleza solo por la reina Ginebra. De este
modo, la leyenda de Tristán se incorpora al mundo artúrico: nada de
lo que ocurra en el reino de Logres será ajeno a la pareja, y parece
lógico que la búsqueda del santo Grial —la aventura más importante
de todos los tiempos— tenga entre sus protagonistas a un caballero
de la talla de Tristán.
Pero si desde el punto de vista de la coherencia del relato todo
resulta obvio, y hasta previsible, no se puede decir lo mismo por lo
que se refiere a la forma literaria y a la técnica. En efecto, frente a
la Vulgata artúrica, también escrita en prosa, la versiones del Tristán
incluyen abundantes textos líricos lais, frecuentemente atribuidos al
protagonista, en los que expresa sus sentimientos.
El éxito de la leyenda tristaniana, bien por separado, bien mezclada
con el abigarrado mundo de la caballería artúrica, queda cifrado en
la extensa nómina de versiones y traducciones en casi todas las len-
guas europeas.

2.2. Tristán en la península ibérica


A comienzos del siglo XIV se debió traducir al castellano el Tristán,
citado por el Arcipreste de Hita en el Libro de buen amor:
Ca nunca tal leal fue Blancaflor a Flores
Ni es agora Tristán con todos sus amores (1703 a-b)
El reciente descubrimiento y publicación de 59 fragmentos de un
Tristán castellano, han aumentado los testimonios conservados de las
versiones peninsulares de la historia de Tristán, que pueden agruparse
en varias ramas diferentes:
—Por una parte, el Cuento de Tristán, aproximadamente de 1400,
escrito en castellano y aragonés.
—El Libro de Tristán de Leonís, copiado a principios del siglo XV,
está incompleto y se puede reconstruir a partir de los 59 fragmentos

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La Materia de Bretaña y su difusión en la península ibérica 29

exhumados (BNE, Ms. 22644). Escrito en castellano, con miniaturas y


gran formato, debía estar formado por unos 250 ff.
—El Tristany de Cervera, hacia 1400, compuesto por 4 folios, está
en catalán.
—El Tristany de Andorra, 4 folios del siglo XV, está en catalán.
—Un Tristán gallego-portugués: fragmento de dos folios, vincula-
do al marqués de Santillana, finales del siglo XV.
Además de estos cinco testimonios manuscritos, todos ellos frag-
mentarios, que corresponderían a sendos textos narrativos extensos,
la presencia de la leyenda tristaniana en la península ibérica cuenta
con otros materiales manuscritos o impresos:
—Los Lais de Bretanha son cinco composiciones líricas, anónimas,
destinadas a ser insertadas en textos narrativos, escritas en gallego-
portugués y conservadas en el Cancioneiro da Vaticana y en el
Cancioneiro de la Biblioteca Nacional, con escasas variantes entre
los dos testimonios. Se trata de versiones de poemas similares inclui-
dos en el Tristan en prose, mientras que los dos restantes presenta-
dos como baladas parecen ser ajenos a esa tradición tanto por la
forma, como por el hecho de que sean mujeres las que expresan
sus sentimientos.
—Las epístolas, conservadas en un manuscrito del último cuarto
del siglo XV, son una enviada por Iseo la Rubia a Tristán de Leonís
quejándose porque éste se casó con Iseo de las Blancas Manos, y
la respuesta de Tristán. En realidad, el autor de estas misivas —Juan
de Flores o Juan Rodríguez del Padrón— no hizo sino reelaborar muy
libremente los materiales que le llegaban a través e algún texto tris-
taniano, rindiendo tributo, así, a la moda de la ficción sentimental,
tan en boga en Castilla bajo el reinado de los Reyes Católicos.
—Las ediciones del siglo XVI, la primera impresa en Valladolid en
1501, Sevilla (1528 y 1533) y por otra parte, Sevilla (1520 y 1525) y
Sevilla (1534); esta última difiere en su parte final de las otras, pues
introduce dos hijos de Tristán e Iseo, y es la base de la traducción
italiana de 1555, publicada en Venecia.
En los textos impresos, y sobre todo en el de 1501, son abundantes
los materiales procedentes de la novela sentimental, de acuerdo
con una tendencia que se había hecho habitual algunos años an-
tes, a finales del siglo XV, como atestiguan también las cartas que
se cruzan Tristán e Iseo.
—A todos estos materiales habría que añadir el romance de la
muerte de Tristán, difícil de situar en la tradición conocida, aunque
la lógica parece indicar que se debe incluir entre los textos deri-

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30 Carlos Alvar

vados del primer grupo, ya que se incluye en pliegos y códices de


hacia 1530, algunos de los cuales son sevillanos, coincidiendo cro-
nológicamente con una de las ediciones conocidas.
Herido está don Tristán de una mala lanzada;
diérasela el rey su tío con una lanza herbolada,
diósela dende una torre, que de cerca no osaba.
Tan mal está don Tristán que a Dios quiere dar el alma.
Váselo a ver doña Iseo, la su linda enamorada,
cubierta de paño negro que de luto se llamaba.
—Quién vos hirió, don Tristán, heridas tenga de rabia
y que no hallase hombre que hubiese de sanalla.—
Tanto están boca con boca como una misa rezada;
llora el uno, llora el otro, la cama toda se baña.
El agua que de allí sale una azucena regaba,
toda mujer que la beve luego se hace preñada.
—Que así hice yo, mezquina, por la mi ventura mala:
no más que d‘ella bebí, luego me hice preñada;
empreñéme de tal suerte que a Dios quiero dar el alma.—
Allí murió don Tristán y su linda enamorada.
Las vías de penetración son múltiples, y no se reducen a los con-
tactos habituales (Corona de Aragón, Corte castellana, Camino de
Santiago), sino que en ocasiones, especialmente en el siglo XV, hay
que considerar la frecuencia de los viajes y el interés de los viajeros,
además del incipiente interés de la nobleza por los libros.

2.3. Otros textos artúricos


Otras traducciones de textos artúricos franceses son de origen muy
heterogéneo:
—El Libro de Josep Abarimatea (Historia del Santo Grial) castellano
(hacia 1469) y su correspondiente portugués (1313) derivan al pare-
cer de una versión del ciclo del pseudo-Robert de Boron que realizó
fray Juan Vivas, aunque no se ha identificado de forma clara el ori-
gen. Las dificultades se deben a que el único manuscrito castellano
(Biblioteca Universitaria de Salamanca, ms. 1877, ff. 252r-282r) está
incompleto, y apenas conserva más que una treintena de folios,
insuficientes para establecer una filiación segura en relación con
unos hipotéticos originales franeses que también son fragmenta-
rios o ha desaparecido, haciendo inviable cualquier comparación.
El fragmento existente narra algunos episodios de los orígenes del
Grial, antes de su llegada a Gran Bretaña. Resulta imposible situarlo
en la tradición artúrica conocida, pues difiere de los textos de la
Vulgata y no hay correspondiente en la Post-Vulgata, el texto cas-

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La Materia de Bretaña y su difusión en la península ibérica 31

tellano está emparentado con la versión portuguesa, pero hay que


advertir que esta versión es una copia del siglo XVI, que transcribe
un texto fechado en 1313, también perdido.
—Tampoco está clara la fuente de los distintos textos conserva-
dos de Merlín. La historia del mago está representada en la litera-
tura castellana por un fragmento Estoria de Merlín, de 1469-1470
(Biblioteca Universitaria de Salamanca, ms. 1877, ff. 282v-296r), un
incunable de Burgos de 1498, Baladro del sabio Merlín (Biblioteca
Universitaria de Oviedo, signatura R-33215), una edición de Tole-
do, Juan de Villaquirán, 1515 que no se conserva y un impreso de
Sevilla, ¿Juan Varela de Salamanca?, 1535. Todo esto parece indi-
car que cada uno de los textos siguió un original distinto, que era
diferente también del utilizado por el autor del fragmento gallego-
portugués. A grandes rasgos, los textos citados están relacionados
con la Vulgata artúrica.
La figura del sabio mago, encantador y profeta sufrió numero-
sas alteraciones con el transcurso del tiempo, desde que Geoffrey
de Monmouth le dio aspecto humano, a través de la relación de
una doncella de santa vida y un demonio: su origen sobrenatu-
ral le permitió conocer el pasado y el presente; Dios, para contra-
rrestar el poderío diabólico y como premio por la santa vida de su
madre, le dio capacidad de conocer el futuro. Merlín se enamoró
profundamente de una doncella (Viviana o Dama del Lago), que
heredará todos los conocimientos mágicos de su enamorado y, a
continuación, lo encerrará en una profunda cueva, acabando de
este modo con la figura de Merlín, que presentaba una personali-
dad demasiado compleja desde el punto de vista literario.
La Dama del Lago sustituye al viejo profeta en la tradición de los
libros de caballerías, en los que no falta una adivina buena y un
mago malo. La parte positiva de la personalidad de Merlín pasa
a Viviana, a Urganda y a otras damas que conservan las mismas
artes. La parte negativa es heredada por oscuros personajes como
el perverso Arcaláus del Amadís. El hecho importante es que los
libros de caballerías siguen necesitando un mago o un adivino, de
acuerdo con la tradición que se remonta a la Historia Merlini.
—La Demanda do Santo Graal portuguesa (copiada entre 1400 y
1438) y las versiones castellanas Demanda del Santo Grial derivan
de un texto de la Post-Vulgata. El texto está directamente empa-
rentado con A Demando do Santo Graal portuguesa y con las ver-
siones castellanas impresas, Demanda del Santo Grial (Toledo, Juan
de Villaquirán, 1515 y Sevilla, ¿Juan Varela de Salamanca?, 1535),

Aula Medieval 5 (2016), pp. 5-34


32 Carlos Alvar

y procede de un original francés de la familia de la Post-Vulgata


artúrica, mientras que la traducción catalana deriva de la Vulgata.
—También de la Vulgata proceden en gran parte el Lanzarote
castellano y los fragmentos conservados en portugués y catalán.
La historia de Lanzarote del Lago nos ha llegado en un extenso
manuscrito único del siglo XVI, que es copia de un original de 1414.
El libro de Lanzarote del Lago castellano sigue de cerca las haza-
ñas narradas en la Vulgata artúrica, aunque introduce algunas mo-
dificaciones y abreviaciones: como es sabido, el tema no es otro
que el de las aventuras del mejor caballero del mundo, que debido
a su amor por la reina Ginebra no puede alcanzar las maravillas
del Santo Grial, y provocará finalmente, de forma involuntaria, la
destrucción del reino del rey Arturo. Sin embargo, el libro castellano
aporta algunas novedades significativas: entre las alteraciones, las
más importantes, sin duda, son las que afectan al final de la obra,
donde hay seis capítulos relativos a Tristán, ajenos a la Vulgata, y
que podrían haber sido obra del propio autor castellano, o quizás,
de un intermediario portugués anterior a 1414.
Y, procedente de la Post-Vulgata, se conserva un fragmento de
Lanzarote del Lago en el manuscrito 1877 de la Biblioteca Universi-
taria de Salamanca, ff. 298v-300v.
Ni que decir tiene que la escasez de textos conservados no refleja
el éxito real de la literatura artúrica. Es probagle incluso la existencia
de otros textos diferentes a los conservados y más antiguos que ellos.
Se puede establecer para los textos castellanos una filiación diferen-
te, según deriven de la Vulgata o de la Post-Vulgata:
1.- Vulgata (1215-1230)
1.1-Estoire dou Graal, sin descendencia en la literatura castellana
1.2 Merlin, sin descendencia en la literatura castellana
1.3 Lancelot
—Lançalot catalán (ca. 1380)
—Lançalot catalán (finales XIV)
—Lançarote gallego-portugués (finales XIV)
—Lanzarote del Lago castellano, 2 y 3 partes (siglo XVI, copia
de 1414)
1.4 Queste del Saint Graal
—Estoria del Saint Graal catalán (1380)
—Demanda del Santo Grial castellano:
Toledo, Juan de Villquirán 1515
Sevilla, ¿Juan Varela de Salamanca?,1535

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La Materia de Bretaña y su difusión en la península ibérica 33

1.5 Mort Artu


—Tragèdia de Lançelot, catalán (1496, incunable)

2. Post-Vulgata (1230-1240)
2.1 Estoire del Saint Graal
—Libro de Josep de Abarimatia portugués (s. XVI, copia de
1313-1314)
—Libro de Josep Abarimatia castellano (hacia 1469-1470)
2.2 Merlin y Suite Merlin
—Merlin gallego-portugués
—Estoria de Merlin castellano (hacia 1469-1470)
—Baladro del sabio Merlin
Burgos, Juan de Burgos, 1498
Toledo, Juan de Villaquirán, 1515 (está documentada
pero no se conservan ejemplares)
Sevilla, ¿Juan Varela de Salamanca?, 1535
2.3 Queste del Saint Graal y Mort Artu
—Demanda do Santo Grial, portugués (1400-1438)
—Lançarote castellano (hacia 1469-1470)
La escasez de testimonios manuscritos e impresos, no prueba que
la Materia de Bretaña fuera poco conocida en la península ibérica.
Desde principios del siglo XIV se multiplican las alusiones, los nombres,
las referencias, pero la literatura de ficción no siempre era bien aco-
gida y bien custodiada en la bibliotecas, pues movía a todo tipo de
pecados.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 5-34


34 Carlos Alvar

Aula Medieval 5 (2016), pp. 5-34


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Adenda.
Personajes del mundo artúrico

Carlos Alvar
Universidad de Ginebra

Este catálogo, ordenado alfabéticamente, da cuenta de los princi-


pales personajes del mundo artúrico. Los datos aquí recogidos proce-
den de El rey Arturo y su mundo. Diccionario de mitología artúrica de
Carlos Alvar, publicado en Madrid, Alianza Editorial, 1999.

Arturo (rey Arturo)


Rey de Bretaña. Hijo de Uterpandragón y de Ygerne; fue criado por
Antor; se casó con Ginebra la Rubia, que mantuvo una larga rela-
ción adúltera con Lanzarote del Lago. La parentela de Arturo es muy
abundante y difícil de desenmarañar, pues con el paso del tiempo se
van añadiendo nuevos familiares. Tuvo, por lo menos, dos hermanas,
Enna (o Morcadés, casada con el rey Loth) y Morgana. De su matri-
monio con Ginebra no tuvo hijos, pero fueron hijos ilegítimos suyos, por
lo menos: Anir, Loholz y Mordret, aunque este aparece siempre como
sobrino, pues se considera fruto del incesto de Arturo con Morcadés.
Eran sobrinos suyos, hijos de su hermana Morcadés: Galván, Agraván,
Gueheriet, Guerrechet, Mordret, Clarisant y Soredamors (las dos últi-
mas son mujeres); también eran sobrinos suyos: Yvaín (hijo de Morga-
na y Urién) e Isave (de padres desconocidos, natural de Carahais,
madre de Caradoc). [...] Su espada se llamaba Escalibor, y se la rega-
36 Carlos Alvar

ló al mayor de sus sobrinos (Galván). El más antiguo de sus perros (por


ser el primero que se cita) era Cabal. Sus caballos reciben el nombre
de Passelande (‚Pasalandas‘) y Vair de Brevelet. Su escudo se llama
Priven, y su lanza Roit.
Uterpandragón estaba enamorado de Ygerne, mujer de su vasallo el
duque de Tintagel; como esta no presta atención a los requerimientos
del rey, y el duque se aleja de la corte, Uterpandragón inicia la guerra
contra su vasallo. Una noche, Uterpandragón adquiere el aspecto del
duque de Tintagel, gracias a la magia de Merlín, entra en el castillo y
se acuesta con Ygerne, que concibe a Arturo. Merlín, a cambio del
favor, pide a Uterpandragón que le entregue al niño cuando nazca.
Así, pasado el tiempo necesario, Merlín se hace cargo del recién na-
cido y lo da a Antor, para que lo críe su mujer a la vez que cría a su
propio hijo, Keu. Arturo y Keu crecen juntos y son educados del mismo
modo por Antor, que ignora el origen del niño que le había entregado
Merlín. Cuando Arturo está en edad de ser armado caballero, acude
con su hermano de leche y con su padre adoptivo a una reunión de
nobles, en la que se debe decidir la sucesión de Uterpandragón: el
escogido será quien consiga sacar la espada Escalibor de una piedra
en la que está clavada; solo Arturo lo logra, en reiteradas ocasiones.
Dado su oscuro origen, gran parte de los nobles se niegan a aceptarlo
como rey, y comienza una guerra que ocupará un largo periodo de la
juventud del rey, hasta que consiga imponerse a los nobles rebeldes,
gracias al apoyo que le prestan muchos jóvenes, hijos de sus enemi-
gos en algunos casos. La guerra por la reunificación de Bretaña se
ve complicada con las invasiones de los Sajones y de los Jayanes; la
ayuda que le prestan los jóvenes nobles, algunos caballeros de fama
y sobre todo Merlín, es definitiva para conseguir la paz en su reino. A
continuación, ayuda a su vecino, el rey de Carmelida, momento en
que conoce a la hija de este, Ginebra, con la que se casará. Expulsa-
dos los invasores y sometidos o apaciguados los rebeldes, los caballe-
ros de rey Arturo viven en medio de la calma, hasta que empiezan a
ocurrir hechos extraordinarios vinculados con el Santo Grial, y la cor-
te emprende la búsqueda del vaso maravilloso. Luego, los hechos se
precipitan debido a la relación adúltera que se establece entre la rei-
na Ginebra y Lanzarote del Lago, que lleva a la división de la corte en
dos grupos, encabezados respectivamente por Galván y Lanzarote,
que se enfrentarán en combates armados, con abundantes pérdidas
de vidas y el consiguiente debilitamiento del reino. Mientras, Mordret
—hijo incestuoso de Arturo— , que está enamorado de Ginebra, ve la
ocasión propicia para satisfacer sus deseos en un momento de ausen-
cia del rey y los demás nobles, y la lujuria le lleva a declarar la guerra a

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


Adenda. Personajes del mundo artúrico 37

Arturo, que acaba de regresar de Gaula con Galván malherido. En el


combate final, el rey da muerte a Mordret, aunque queda gravemen-
te herido por este; en la batalla caen casi todos los caballeros de la
Mesa Redonda y se derrumba el esplendor de la corte artúrica. El rey
desaparece y es acogido por su hermana Morgana en la isla de Ava-
lón, donde debe ser curado de las heridas. Le sucedió en el trono su
primo Constantín (hijo de Cador). En este marco general se incluyen
abundantes aventuras y peripecias, procedentes de las más variadas
obras, en las que el rey solo participa de forma indirecta o marginal.
Según los textos, Arturo pasa de ser un caudillo militar, a convertirse en
modelo de rey feudal, justo y ecuánime, centro de una corte ejem-
plar, o se transforma en una sombra, solo necesaria como marido de
Ginebra. [...].
[pp. 24-26]

Aurelio Ambrosio (Pandragón)


Hijo del rey Constante, hermano de Monje y de Uterpandragón, so-
brino de Ban y amante de su prima Libanor. Su nombre de pila es
Aurelius Ambroisius. Coronado rey tras matar a Vortiger —que había
usurpado el trono—, muere en combate —o envenenado, según otras
versiones— y es enterrado en el cementerio construido por Merlín con
enormes piedras traídas de Irlanda por arte de magia. Le sucederá en
el trono su hermano menor Uter, que por afecto al hermano muerto
añade el nombre de Pandragón al suyo, de donde surgen confusio-
nes frecuentes entre ambos personajes.
[p. 326]

Boores el Desterrado
Hijo de Boores de Gaunes. Se le conoce también por el mismo ape-
lativo que a su padre y, en algunas ocasiones, se alude a él como el
Bello Malvado. Hermano de Lionel y primo de Lanzarote. Su madre es
Evaine. Se le llama «el desterrado» porque Claudás de la Tierra Desier-
ta le arrebata sus legítimas heredades. al morir su padre, derrotado
por Claudás, Boores y Lionel son hechos prisioneros y se les mantiene
encerrados en la fortaleza de Gaunes. Cuando la Dama del Lago se
entera, decide rescatarlos y llevárselos a su palacio subacuático, en
el que Lanzarote se encuentra desde hace ya años. Boores y Lionel
son llevados, efectivamente a la residencia de la Dama del Lago , no

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


38 Carlos Alvar

sin antes vengar precozmente la muerte de su padre, matando al hijo


de Claudás. Boores se hace acreedor del odio de su hermano Lionel,
porque, ante la alternativa de ayudar a una doncella que se encuen-
tra en desgracia o liberar a su hermano del poder de unos caballe-
ros que lo están maltratando, se decide por la primera opción. Más
tarde, Lionel mata involuntariamente a Calogrenante, que intentaba
mediar en la disputa entre él y Boores, y como consecuencia de ello,
los dos hermanos se reconcilian.
Pero, sin duda, la gran importancia de Boores dentro del universo
artúrico se debe a que él es uno de los elegidos para llevar a cabo la
aventura del Grial. Boores integra, junto a Perceval y Galaz, la tríada
celeste.
[...]
A lo largo de su errancia en pos del Sagrado Vaso, Boores llega al
castillo del rey Pelés o Castillo del Grial y allí es iniciado en algunos
de los misterios que le están reservados por su condición de elegido.
Después se une definitivamente a Perceval y Galaz y, a partir de ese
momento, se inicia un camino en tres etapas que los tres caballeros
van a seguir juntos. Esas tres etapas corresponden a tres grados de
revelación. Solo Galaz accederá a la última, mientras que Boores y
Perceval, menos puros, se quedarán en la segunda.
[...]
La tercera etapa del camino es la cuidad de Sarraz, donde Galaz
tiene la visión última, llega al éxtasis y muere. Una mano bajada del
cielo toma el Grial y desaparece con él. Boores y Perceval, que no
han podido acceder a la última visión, permanecen allí un tiempo.
Finalmente, Perceval muere y Boores regresa a Camelot para relatar
todas sus experiencias, que son cuidadosamente anotadas por los es-
cribas. En Mort Artu, Boores, reintegrado en la corte de Arturo, tiene
una intervención destacada en la disputa que surge entre los caba-
lleros de la Mesa Redonda a causa de Lanzarote y Ginebra, que han
sido sorprendidos en adulterio por Agravín y Mordret. Boores se pone
de parte de Lanzarote. Cuando este muere, Boores se hace ermitaño
y vive así el resto de sus días. Según Malory, después de pasar algún
tiempo con su primo cerca de Glastonbury, Boores muere en Tierra
Santa como cruzado.
[pp. 47-49]

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 39

Dama del Lago (Viviene o Niniana)


Nieta de Diana la Cazadora, que vivió en tiempos de Virgilio; hija
del rey de Northumberland o de Dionás; sus relaciones sentimentales
están poco claras, pues según unos textos tenía marido y según otros,
era amiga de Meliadús y de Branduz. Se llamaba Niniana o Viviana. la
primera aparición de este personaje tiene lugar a finales del siglo XII en
el Chevalier de la Charrette (si bien no se le designa aún como Dama
del Lago), ejerciendo ya su papel de madrina o madre adoptiva de
Lanzarote. En dicha obra, se hace referencia a ella a propósito de un
anillo, que Lanzarote había recibido de su mano como signo de pro-
tección y que tenía el poder mágico de vender cualquier encanta-
miento. Esta breve alusión es un indicio del carácter sobrenatural del
personaje, a quien se nombra ya claramente como «hada» en Lance-
lot en prosa. Según Malory, es la Dama que le da la espada Escalibor
a Arturo. Tras la muerte de Ban de Benoic, la Dama del Lago roba a
Lanzarote, todavía niño, a su madre y se lo lleva a su palacio bajo las
aguas, donde lo educa en compañía de sus primos Lionel y Boores, hi-
jos de Boores de Gaunes, ocultándole en todo momento su verdade-
ra identidad. Cuando Lanzarote alcanza la edad de dieciocho años,
su madre adoptiva lo conduce a la corte del rey Aturo, para que éste
lo arme caballero. En tal ocasión, La Dama del Lago pronuncia un
discurso mediante el cual instruye a su protegido en el significado y
alcance del ser caballeresco. Asimismo, contra toda costumbre, es
ella, y no el rey, quien impone las armas a Lanzarote. Después de la
ceremonia, sigue velando por su hijo adoptivo, y así, interviene para
ayudarle con sus artes mágicas en la primera aventura importante del
nuevo caballero, la del Castillo de la Dolorosa Guardia, donde ade-
más Lanzarote descubre su propia identidad, su nombre. También le
ayuda a ganar el amor de Ginebra y se convierte en protectora de
la adúltera pareja, lo cual hace que muchas veces entre en conflicto
con Morgana, que utiliza la magia para perjudicar a la esposa del Ar-
turo y a su amante. Es también en Lancelot en prosa donde aparece
por primera vez la identificación entre la Dama del Lago y Viviana o
Niniana, así como el relato de sus amores con Merlín. Antes de conver-
tirse en Dama del Lago, Niniana había conocido al sabio encantador
y, con su belleza, había despertado en él la más fuerte de las pasio-
nes. Merlín había accedido a mostrarle una parte de su saber mágico,
confiando en la promesa que ella le hizo de que, a cambio, le conce-
dería su amor; pero Niniana aprovechó sus mismas enseñanzas para
engañarle y consiguió encerrarlo en una cueva que definitivamente
había de servirle de tumba. De este modo, el Lancelot en prosa pa-

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rece restar al carácter feérico o mágico: ya no se trataría de una


criatura sobrenatural, sino de una mortal que habría aprendido artes
mágicas. en las continuaciones de Merlín, sin embargo, este carácter
sobrenatural del personaje no es ni siquiera cuestionado. Incluso en la
Suite Merlin (Huth), Niniana aparece citada con el sobrenombre de
Doncella Cazadora, designación que evoca un indudable origen de
divinidad silvestre. Según Malory, fue decapitada por Balín el Salvaje.
Niniana se identificaría con Diana, la virgen cazadora y, en este sen-
tido, estaría justificada la traición a Merlín como un medio de proteger
su virginidad. La identificación entre Niniana y la Dama del Lago intro-
duce una clara dualidad en el personaje: mientras que como Niniana
provoca la muerte de Merlín y es, por tanto, un ser maléfico, como
Dama del Lago salva y protege a Lanzarote y, por tanto, es un perso-
naje que se puede considerar benefactor.
[pp. 113-115]

Galaz
Personaje al que también se suele aludir como El Buen Caballero.
Hijo de Lanzarote del Lago y de Amite; concebido gracias a un enga-
ño. En el castillo del rey Pelés, llamado el Rey Pescador, Brisane le da
un bebedizo y lo lleva junto a la hija de su huésped, con la cual yace
Lanzarote, convencido, por efectos de la droga, de que se trata de
la reina Ginebra. Esa noche, Galaz es concebido, de acuerdo con las
profecías existentes. En su persona reúne los tres linajes asociados al
Grial: el de José de Arimatea por su madre (línea del Rey Pescador),
el del Rey David y Salomón por su abuela paterna, Elaine, y el de Nas-
cién por su abuelo paterno, Ban de Benoic. Galaz pasa la infancia al
lado de Amite; a los diez años lo lleva su padre a un monasterio en el
que permanecerá hasta que tenga edad para ser investido con la
orden de caballería, que le será entregada precisamente por Lan-
zarote. Tras esto, Galaz comparece ante la corte del rey Arturo, en
un día de Pentecostés. Toda una serie de signos y acontecimientos
maravillosos que acompañan su venida ponen de manifiesto que él
es el esperado por todos, el caballero escogido, nuevo mesías, pre-
destinado para cumplir la aventura del Grial, del que las profecías
hablaban desde tiempos de José de Arimatea. En efecto, Galaz es
reconocido por todos como el héroe escogido para el Grial, después
de superar las pruebas del Asiento Peligroso y de la Espada de Esca-
lón. Su llegada a la corte marca el principio de la Búsqueda en la que
todos los caballeros artúricos tomarán parte, si bien sólo Galaz, Boo-

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 41

res y Perceval conseguirán llegar al final. Tras muchas aventuras, los


tres caballeros se reúnen, siguiendo el itinerario predestinado, en una
nave maravillosa que había sido construida dos mil años antes por
Salomón, exclusivamente para esperar a Galaz, el último descendien-
te del linaje del Grial. Así embarcados, llegan al castillo de Corbenic,
donde son recibidos por el rey Pelés. Asisten a una misa solemne, ofi-
ciada por Josefés, que desciende del cielo, y en la cual están presen-
tes el Grial y la lanza que mana sangre por la punta. En el transcurso
de dicha misa tiene lugar la transubstanciación de la hostia. Cristo
crucificado sale del Vaso y administra el sacramento de la Comunión
a Galaz y a sus compañeros. Después, con la sangre de la lanza, Ga-
laz cura las heridas del Rey Tullido y, de nuevo, se embarca en la nave
de Salomón, llevándose consigo los dos objetos sagrados. Finalmente,
los tres compañeros llegan a la ciudad de Sarraz, imagen terrenal de
la Jerusalén Celeste. Allí, Galaz es hecho rey, pero al poco tiempo
muere, después de haber visto abiertamente, cara a cara y en éxta-
sis, los últimos misterios del Grial, que estaban únicamente reservados
para él. Al instante, una mano que surge del cielo se lleva el Grial y la
lanza, de los que nadie volverá a tener noticia alguna.
[pp. 179-181]

Galván
[...] Galván es el sobrino predilecto del rey Arturo, nacido de los
amores ilícitos de Lot y la hermana del rey (llamada Morcadés se-
gún unos textos y Anna, según otros). Según la tradición, después de
nacer, Galván fue abandonado en una cesta en el mar, de donde
lo rescató un pescador. Más tarde, tras ser educado en Roma por el
Papa o el Emperador, ganó fama como caballero participando en
numerosos torneos antes de entrar a formar parte de la corte de su
tío. [...] Galván es el modelo del caballero cortés en la narrativa artú-
rica, desde el primer momento. [...] Junto con Arturo, Ginebra y Keu
es uno de los personajes que configuran la corte, sin duda porque era
considerado el heredero del trono. [...] Galván destaca, además, por
su gran fuerza física y por el valor que muestra en los combates; pero
tiene también una gran carga de frivolidad, expresada sobre todo en
su incapacidad para la transcendencia (persigue siempre glorias te-
rrenas) y en su debilidad ante los atractivos femeninos, que le lleva a
ser muy voluble en materia amorosa. En efecto, Galván es incapaz de
permanecer fiel a una sola mujer y, en cambio, se siente empujado
a dejarse llevar por las aventuras pasajeras y los idilios casuales. Otros

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42 Carlos Alvar

rasgos distinguen al sobrino del rey: la tendencia que tiene a revelar


su nombre y el hecho extraordinario de que su fuerza física aumenta
al mediodía, como don divino que recibió poco después de nacer,
con lo que Galván quedaría caracterizado como un héroe solar [...].
[pp. 185-186]

Ginebra (reina Ginebra)


Reina. Es la única hija legítima del rey Leodegán de Carmelida, le-
gitimidad que viene avalada, según la Continuación de Merlin (Vul-
gata), por una pequeña marca de nacimiento en forma de corona
que tiene la reina, y que la distingue de su hermana bastarda, la Falsa
Ginebra, ya que, por lo demás, son exactamente iguales en todo, de
tal forma que resulta imposible reconocerlas incluso al propio rey, lo
que origina un episodio de equívocos —voluntarios e involuntarios—
con suplantaciones y raptos, del que saldrá airosa la auténtica reina
tras mucho tiempo. Su nombre está seguramente vinculado al galés
«Gwenhwyvar», que significa ‚blanco fantasma‘. Es habitual que se
aluda a ella simplemente como «la reina», por ser esposa de Arturo.
Como tal, aparece por primera vez en la Historia Regum Britanniae,
de Geoffrey de Monmouth (ca. 1135), donde, además, se la identifica
con una noble romana, a la que Arturo desposa por su extraordinaria
belleza. Geoffrey de Monmouth recoge ya la historia del adulterio de
Ginebra. En este primer estadio de la tradición, el amante de la reina
es Mordret, el sobrino traidor de Arturo. El triángulo Arturo–Ginebra–
Mordret vuelve a aparecer en el Brut de Wace (ca. 1155) y en el Brut
de Layamon (ca. 1200), pero Chrétien de Troyes introduce una modifi-
cación fundamental en la historia al sustituir, en el lecho adúltero de la
reina, a Mordret por Lanzarote. La tradición del adulterio de Ginebra
tomará un nuevo sentido, cuya fortuna será tal, que todo el ciclo de
la Vulgata asumirá los amores de Lanzarote y Ginebra como uno de
los principales nudos argumentales del relato. Solo se retomará la figu-
ra de Mordret en Mort Artu, para justificar el final catastrófico del reino
artúrico, y aún así Mordret aparece como traidor a Arturo, no como
amante de la reina, ya que esta no accede a satisfacer su pasión. Gi-
nebra será, pues, desde Chrétien, la esposa de Arturo y la amante de
Lanzarote. Estas dos relaciones constituirán, en gran medida, sus señas
de identidad como personaje. Otra de las tradiciones que, de mane-
ra constante, se vincula a Ginebra es la de su rapto. En Chevalier de
la Charrete, Ginebra es raptada por Meleagant, caballero extranjero
que se presenta en la corte del rey Arturo, llevándose a la esposa del
rey a su país, Gorre. Para rescatarla, Lanzarote los persigue y se ve for-

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 43

zado a subir en la carreta. El héroe llegará hasta Gorre, tierra sometida


a un encantamiento, que él conseguirá deshacer. En Gorre, Lanzarote
y Ginebra tienen ocasión de verse e, incluso, de pasar una noche jun-
tos. Tras el combate de Lanzarote y Meleagant, en el que este resulta
derrotado, la reina puede volver a la corte de Arturo. [...] En Lancelot
en prosa, el amor de Lanzarote y ginebra nace con la ayuda de Ga-
lahot de las Islas Lejanas, que les facilita el primer encuentro, en el que
los amantes se dan el primer beso. [...] En la Queste queda claro que
la razón del fracaso estrepitoso de Lanzarote en la búsqueda del Grial
se debe a su relación adúltera con Ginebra [...]. Asimismo, en Mort
Artu se hace a la reina responsable indirecta de la ruina del mundo
artúrico. El rey, que a estas alturas ya tiene fundadas sospechas acer-
ca de los amores de su esposa y Lanzarote, contempla en el castillo
de Morgana unas pinturas hechas por el caballero, en las que está
representada toda la historia de la ilícita relación. Tiempo más tarde,
en una trampa que tienden los sobrinos del rey a los dos amantes,
estos son sorprendidos y aunque Lanzarote logra escapar, la reina es
apresada y condenada a morir en la hoguera: Lanzarote la resca-
tará, pero en el combate que se origina mueren Agravaín, principal
impulsor de la desgracia de la pareja, Gueheriet y Guerrehet; este
será el origen de la guerra en la que morirán los mejores caballeros de
la Mesa Redonda, incluido el propio Arturo. Ginebra, tras el desastre,
acaba sus días, ya desde la Historia Regum, en un convento [...].
[pp. 190-192]

Iseo de las Blancas Manos


Hija de Hoel, duque de Bretaña, y hermana de Kaherdín. En las ver-
siones de la leyenda tristaniana, Tristán, que ha llegado a Bretaña
donde ayuda al duque en la guerra contra sus enemigos, conoce a
Iseo de las Blancas Manos y se casa con ella porque lleva el mismo
nombre que su amada, la reina Iseo (la Rubia), pero el matrimonio no
llega a consumarse; sin embargo, en algunas versiones como la de
Eilhart von Oberge, Tristán hace de Iseo de las Blancas Manos su espo-
sa después de la disputa con a reina Iseo. El descubrimiento de que
Iseo de las Blancas Manos es virgen provoca un enfrentamiento entre
Tristán y Kaherdín y el viaje de ambos a Inglaterra. Finalmente, cuando
Tristán es herido por un arma envenenada, Iseo de las Blancas Manos,
dominada por los celos y el odio, se venga del amor de su esposo por
Iseo la Rubia haciéndole creer que esta no ha acudida a su llamada
de ayuda, lo que provoca la muerte de Tristán.

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44 Carlos Alvar

En algunas redacciones del Tristán en prosa, el episodio del matri-


monio de Tristán con Iseo de las Blancas Manos no tiene las conse-
cuencias dramáticas que tiene en los textos en verso, ya que, un año
después de su matrimonio, Tristán abandona Bretaña y a su esposa, a
la que no volverá a ver. En estos textos, la muerte de Tristán e Iseo la
Rubia acontece en otras circunstancias en las que Iseo de las Blancas
Manos no tiene ninguna intervención. Iseo de las Blancas Manos apa-
rece en estos textos en prosa retratada como una doncella muy joven
e inocente, profundamente enamorada de Tristán y que cree inge-
nuamente haber encontrado la máxima felicidad en su matrimonio.
El personaje de Iseo de las Blancas Manos aparece caracterizado
como una doble de la reina Iseo: ambas llevan el mismo nombre, am-
bas poseen una belleza incomparable y, en el Tristán en prosa, ambas
comparten el don de poseer poderes curativos. Por otro lado, el moti-
vo del matrimonio con una doble de la amada aparece con frecuen-
cia en el folclore de varias culturas, y tiene un tratamiento propio en el
episodio de la Falsa Ginebra.
[pp. 232-233]

Iseo la Rubia
La leyenda tristaniana narra la historia de Tristán e Iseo, hija de An-
guín, rey de Irlanda, que es concedida en matrimonio al rey Marco de
Cornualles. Durante la travesía de Irlanda a Cornualles, Iseo y Tristán,
el sobrino del rey Marco que acompaña a la princesa, beben por
error un filtro mágico, destinado al rey Marco y a Iseo, que había de
proporcionar un amor eterno a quien lo bebiera. Iseo, convertida por
efecto del brebaje en la amante de Tristán, llega a la corte de Marco
y contrae matrimonio. Los amantes consiguen ocultar su relación en
secreto durante un tiempo gracias en parte a la sangre fría y capa-
cidad de improvisación de la reina, pero finalmente son descubiertos
y deben huir de la corte y refugiarse en un bosque. La vida de los
amantes en el bosque constituye el episodio central de la leyenda,
pero finalmente Iseo vuelve a la corte de su esposo y Tristán vuelve a
Bretaña, donde se casa con Iseo de las Blancas Manos porque lleva
el mismo nombre que su amada, aunque no consuma el matrimonio y
sigue intentando ver a la reina. Iseo la Rubia, cuyos conocimientos de
artes médicas ya habían salvado la vida de Tristán en una ocasión an-
tes de que ambos compartieran el filtro, acude en ayuda de su amigo
cuando este resulta herido por un arma envenenada. A su llegada,
Tristán ya ha muerto, a causa del engaño de Iseo de las Blancas Ma-

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 45

nos, que le había hecho creer que la reina no acudía a su llamada.


El dolor por la muerte de Tristán provoca la muerte de la reina Iseo. En
algunas versiones del Tristán en prosa, el episodio de la muerte de los
amantes difiere en el sentido que Tristán es asesinado a traición por el
rey Marco mientras estaba cantando para la reina; Iseo muere asimis-
mo en brazos de su amigo agonizante.
[...]
[pp. 233-234]

Keu
Hijo de Antor. Senescal del rey Arturo y portaestandarte del reino de
Logres. [...] En la Historia Regum Britanniae, de Godofredo de Mont-
mouth, Keu, aun sin poseer facultades sobrenaturales, es un valiente
guerrero, que conduce a su cuerpo de ejército a la victoria durante
la batalla contra los romanos y que muere combatiendo y es llorado
por todos sus hombres [...]. Esta imagen se verá muy modificada a
partir de las obras de Chétien de Troyes. Keu, establecido como uno
de los elementos constantes de la corte del rey Arturo, se convierte
progresivamente en un hombre desagradable, temido por sus co-
mentarios sarcásticos y despectivos (que a veces parecen fruto de
la envidia) y su carácter fanfarrón, orgulloso y pendenciero, defectos
que se suelen atribuir al hecho que que fuera amamantado por un
ama de cría de baja condición, pues su madre tuvo que ocuparse
de Arturo. [...]. En las obras de Chrétien, Keu es un caballero medio-
cre, que fracasa en la mayoría de acciones caballerescas que em-
prende y prácticamente en todos sus combates resulta desarzonado
y a veces herido. Su carácter pendenciero y descortés sirve en mu-
chas ocasiones de contrapunto a la cortesía y elocuencia de otros
caballeros como Galván [...].
[pp. 249-250]

Lanzarote del Lago


Descendiente de Nascién y de Flegentine. Su abuelo se llamaba
también Lanzarote, y estaba casado con la hija de la reina de Irlan-
da. Es hijo del rey Ban de Benoic y de Elena, la reina del Gran Sufri-
miento. Tiene un hermanastro, Héctor de Mares, hijo de Ban y de la
hija (o sobrina) del Señor de los Pantanos. [...] Lanzarote tendrá un
hijo con la hija del rey Pelés, debido al engaño del que es objeto; el

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46 Carlos Alvar

niño se llamará Galaz, y será el Caballero Escogido para llevar a buen


término las aventuras del Santo Grial. El nombre de pila de Lanzarote
era Galaz, en recuerdo del hermano de Josefés, pero en honor de su
abuelo, todos lo llamaban Lanzarote. Las aventuras de Lanzarote en
la literatura son muy abundantes, en algunos casos, se limitan a ser
simples episodios inconexos, reelaboraciones libres de textos no siem-
pre conocidos; en otros casos, los autores han desarrollado el material
que les suministraba la Vulgata artúrica, la versión más extensa de la
historia de Lanzarote, del Grial y de la muerte del rey Arturo:
El día de la destrucción de Benoic y de la muerte de su pa-
dre, Lanzarote, niño de pañales aún, fue raptado por la Dama
del Lago, que lo mantuvo a su lado y lo crio hasta que alcanzó
la edad de dieciocho años, en que lo llevó a la corte del rey
Arturo para que este lo armara caballero. La investidura se
completará algún tiempo más tarde con la espada que le en-
vía la reina Ginebra y el escudo que le hace llegar la Dama
del Lago. A pesar de su juventud, realiza abundantes proezas:
a un caballero herido le quita los trozos de lanza que tiene en
el cuerpo y la espada de la cabeza; derrota al guardián del
Vado de la Reina; conquista el castillo de la Dolorosa Guardia,
donde vence a Brandís de las Islas y pone fin a los encanta-
mientos del lugar; en el cementerio del castillo levanta una
lápida y se entera de su propio nombre, que figura escrito allí
con todas las letras; es gravemente herido al defender a un
caballero, y recae debido a los golpes de Malguín: será la
dama de Nohaut quien se ocupe de su restablecimiento. Más
tarde, caerá prisionero de Daguenet el Loco y, después, de la
Dama de Malohaut, que se enamora de él. Logra treguas en-
tre Galahot y el rey Arturo, consiguiendo que hagan las paces;
es este un momento de especial importancia en la vida de
Lanzarote, pues marca una estrecha amistad con el impulsivo
y victorioso Galahot, a la vez que Arturo le agradecerá con un
profundo y duradero afecto que le haya salvado el reino. En
ese momento, Lanzarote ya estaba enamorado de la reina
Ginebra, aunque no se había atrevido a manifestar sus senti-
mientos: gracias a Galahot le dará el primer beso a la reina,
iniciando una relación larga, tormentosa y de ricos frutos litera-
rios. Los dos amigos se retirarán luego a la Isla Perdida, de don-
de saldrán a ayudar al rey Arturo contra los Sajones, que han
invadido Escocia, sin embargo, tanto el rey como los caballe-
ros caerán presos de la bruja Camila, señora de la Roca de los
Sajones, que solo dejará libre a Lanzarote, pues se ha vuelto
loco. La libertad de este caballero tiene como resultado la de-
rrota de los Sajones, la liberación de los prisioneros y la conquis-

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 47

ta de la Roca. Tras las hazañas realizadas, Lanzarote, Galahot


y Héctor de Mares se convierten en caballeros de la Mesa Re-
donda. La amistad de Galahot y Lanzarote va en aumento,
pero los negros presagios de una temprana muerte hacen
que la relación de los dos amigos adquiera un cariz pesimista,
mientras tanto, la corte se estremece con las noticias de que
Ginebra suplantó a la verdadera reina la noche de bodas: Ar-
turo marcha con la Falsa Ginebra, y Lanzarote rescata a su
dama, llevándola con Galahot a Sorelois, donde viven un bre-
ve pero intenso amor. Las hazañas y los éxitos de Lanzarote se
suceden con rapidez vertiginosa: libera a Drián el Alegre de la
caja de madera en la que estaba metido, concluye con las
aventuras de Escalón el Tenebroso, triunfa en el Valle sin Retor-
no, es secuestrado por Morgana, derrota a Caradoc de la Do-
lorosa Torre... La sepración de su amigo y un malentendido,
que hace creer que Lanzarote se ha suicidado, lleva a Ga-
lahot a morir de pena. Lanzarote, mientras tanto, desconoce
lo ocurrido, y tardará mucho tiempo en saber la muerte de su
amigo. La noticia de que la reina ha sido raptada por Melea-
gant abre una nueva serie de aventuras: al ir en su búsqueda,
Lanzarote tiene que subir en una carreta, símbolo de la igno-
minia; luego, conseguirá el peine de la reina, en el que un ca-
bello rubio le recuerda vivamente a la amada. En su búsqueda,
levanta la lápida de su antepasado Galaad, pero no consi-
gue apagar el fuego que consume a Symeu, padre de Moisés,
en su propia tumba. Por fin, Lanzarote llega al reino de Baude-
magus, atraviesa el Puente de la Espada y se enfrenta con
Meleagant: en varias ocasiones se interrumpe el combate en-
tre ambos; siempre, mediante una traición, Meleagant acaba
apresando a Lanzarote y, siempre, alguna dama o doncella
se apiada del infortunado prisionero y lo deja en libertad. Tal
situación solo se resuelve con un combate en el que Lanzarote
le corta la cabeza al pérfido Meleagant; a pesar de todo, lue-
go llegarán acusaciones de que acabó con él a traición, y
tendrá que combatir en defensa de su justa actuación. En su
cabalgar errante, Lanzarote se encontrará la tumba de Ga-
lahot y de este modo conocerá la muerte de su amigo, cuyo
cuerpo hace llevar a la Dolorosa Guardia para que reciba los
honores propios y para que sea enterrado ricamente. Un nue-
vo malentendido hace que la reina crea que Lanzarote ha
muerto, e inlcuso piensa que era la cabeza de este la que lle-
vaba un caballero colgando del arzón de su silla en la Fuente
de las Hadas; esta noticia altera a todos los caballeros de la
corte, que se ponen en marcha de inmediato, con el propósi-
to de conseguir más datos sobre el modo en que murió, pero
el tiempo pasa sin que nadie consiga averiguar nada, por lo

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48 Carlos Alvar

que cada vez se considera más cierta la muerte de Lanzarote,


pero este envía una mensajera a la reina, tranquilizándola.
Mientras tanto, Lanzarote bebe agua envenenada y está a
punto de morir, pero la sabia intervención de una doncella
enamorada de él, lo salva. Tras otras aventuras, llega a Corbe-
nic, donde contempla el cortejo del Santo Grial, y la misma
noche, en el Castillo de la Caja, engendra a Galaz en la hija
del rey Pelés: debido a un bebedizo que le había suministrado
Brisane creía estar con la reina Ginebra, y solo se dará cuenta
de su equivocación el día siguiente por la mañana, cuando
haya pasado el efecto de la pócima. Luego, continúa su mar-
cha; se entera de que Héctor es su hermanastro; llega al Bos-
que Perdido y queda atrapado en un baila mágico, fruto de
las habilidades nigrománticas de un clérigo del séquito del rey
Ban de Benoic; en el mismo lugar, consigue vencer a un aje-
drez de piezas autómatas, que juega sin que nadie lo tenga
que tocar. Apenas ha salido del Bosque, cuando cae prisione-
ro del sobrino del duque Kalés, que lo arroja a un pozo lleno de
culebras del que solo podrá salir gracias a la ayuda de una
doncella, aunque el veneno que tiene en las piernas le impide
cualquier movimiento, incluso a caballo; curado por la herma-
na de su salvadora, Lanzarote logra, por fin, encontrarse con
la reina en Camelot, con motivo de un torneo en el que resulta
vencedor. El afecto que el rey siente por él sigue creciendo,
con el consiguiente odio de la mayoría de los caballeros de la
corte, que se consideran menospreciados o humillados. A pe-
sar de todo, los éxitos de Lanzarote continúan: da muerte a
Tericán y libera a los numerosos caballeros que tenía prisione-
ros, mata a dos gigantes..., pero también continúan sus infortu-
nios, pues cae en manos de Morgana, que lo encierra en una
habitación: el único entretenimiento que tiene el caballero es
pintar las paredes con la historia de su amor. Logra huir de la
prisión, defiende a su primo Lionel frente a Marabrón, se en-
frenta al caballero de la Colina Prohibida, que no es otro que
Boores el Desterrado, y esa misma noche sueña con su abue-
lo, que le sugiere que vaya al Bosque Peligroso; al llegar a este
lugar, encuentra cerca de una fuente una tumba protegida
por dos leones: el agua de la fuente hierve sin cesar, y dentro
hay una cabeza de hombre separada de su cuerpo, que está
enterrado en la tumba; es la cabeza de su abuelo Lanzarote,
decapitado mientras bebía agua, por celos de un primo suyo
que lo creía amante de su mujer. Lanzarote levanta la lápida
de la tumba, de la que no cesa de gotear sangre fresca, y con
la ayuda de un ermitaño entierra a su abuelo. Sin embargo, el
agua de la fuente sigue hirviendo: este fracaso se debe a que
Lanzarote está encendido de lujuria y será Galaz el que dé fin

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 49

a esta aventura. De nuevo en marcha, Lanzarote se encuen-


tra con un ciervo blanco escoltado por seis leones, y poco
después Sarraz de Logres le comunica el nacimiento de su hijo
Galaz, derrotan a Belyás el Negro en la Fuente de los Dos Sico-
moros, y prosiguen su camino acompañados por Mordret.
Lanzarote le arranca a un caballero la flecha que le atravesa-
ba el muslo desde hacía mucho tiempo, cosa que solo el me-
jor de todos los caballeros podría hacer; y continúan sus
hazañas, participa en torneos, mata a caballeros bravos y
crueles... Por equivocación se viste las armas de Keu, el senes-
cal, dando lugar a varios errores, y luego se entera del naci-
miento de Elyam, hijo de Boores y de la hija del rey Brangoire.
Comienza una nueva guerra contra Claudás, que en esta
ocasión recibe el apoyo de los romanos: Lanzarote, que en un
principio se había mantenido en la reserva, al lado del rey Ar-
turo, pasa a Gaula para prestar su ayuda, y sus hombres triun-
fan. De regreso a la corte, en Camelot, se presenta la hija del
rey Pelés con Galaz; Lanzarote es víctima de un nuevo enga-
ño de Brisane, y vuelve a acostarse con la hija de Pelés; la rei-
na que esperaba a Lanzarote, se da cuenta de que este está
con otra mujer, y lo expulsa de su presencia para siempre. Lan-
zarote se marcha, va errante por bosques y campos, y enlo-
quece al fin por el dolor y la distancia; en su vagar, llega a
Corbenic, donde la hija del rey Pelés lo reconoce y lo llevan a
curar al Palacio de las Aventuras, y allí el Grial surte una vez
más efectos taumatúrgicos; pero Lanzarote no quiere saber
nada del mundo de la corte, pues la reina Ginebra lo ha ale-
jado para siempre; busca un refugio seguro, al margen de los
caballeros, y se retira a él —es la Isla de la Alegría— con la hija
del rey Pelés y un séquito de veinte doncellas. A pesar de sus
esfuerzos, es descubierto por Perceval y Héctor, que durante
mucho tiempo han estado buscándolo para decirle que la rei-
na se había arrepentido en su cólera y que deseaba verlo de
nuevo... Mientras tanto, Galaz ya ha cumplido quince años y
está en edad de ser armado caballero.
A partir de este momento, en que empieza la búsqueda del
Santo Grial, la historia de Lanzarote se convierte en un paulati-
no declive, con algunos triunfos de escasa importancia y con
sonados fracasos: las aventuras ya no le están reservadas, sino
que es su hijo Galaz, caballero novel, el escogido para llevar
a cabo los hechos maravillosos de Bretaña: así ocurre con la
Espada del Escalón, o en el Castillo de Corbenic con la con-
templación mística del Santo Grial, que Lanzarote solo puede
realizar de forma breve, a distancia, y con graves consecuen-
cias, pues queda amortecido durante veinticuatro días.

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50 Carlos Alvar

De regreso a la corte, Lanzarote vuelve a su pasión con la


reina Ginebra, de tal forma que los dos son descubiertos por
Agravaín, que los acusa de adulterio ante el mismo rey Arturo,
que a pesar de todo no cree las palabras de su sobrino, aun-
que la sospecha empieza a asentarse en su corazón. Mientras,
la vida de la corte continúa con sus muestras y torneos; para
poder acudir de incógnito a un encuentro en Wincentre (Win-
chester), Lanzarote se alberga en Escalot en casa de un vasa-
llo cuya hija se enamora del caballero, que como testimonio
de afecto acepta llevar una manga suya en el torneo, dando
lugar en la corte a confusiones, que se ven sustentadas por
la larga ausencia de Lanzarote: la reina Ginebra cree que su
amigo se ha enamorado de la doncella de Escalot y que por
eso no regresa. La realidad es otra: Lanzarote se encuentra
malherido como consecuencia del torneo, y no corresponde
a los sentimientos de la doncella, que acaba muriendo de
amor. Al regreso de otro torneo que había tenido lugar en Ta-
neborc, Arturo llega al castillo de Morgana en el Bosque Per-
dido, donde Lanzarote estuvo preso dos inviernos y un verano,
y en el que pintó las paredes de la habitación con la historia
de sus amores con la reina Ginebra. Morgana aprovecha la
visita de su hermano para enseñarle las pinturas, deseosa de
causar el mayor daño a la reina, a la que odia desde anti-
guo. A Arturo ya no le quedan dudas de su deshonra, que jura
vengar en cuanto se presente la ocasión. A partir de este mo-
mento, los acontecimientos se precipitan: Ginebra, que había
alejado de su lado a Lanzarote una vez más por celos de la
doncella de Escalot, es acusada de haber causado la muerte
a Gaherís de Karaheu, hermano de Mador de la Puerta, con
una fruta envenenada; solo Lanzarote se atreve a defender la
inocencia de Ginebra, que mientras tanto se ha enterado de
la verdad sobre la relación de la doncella de Escalot y Lanza-
rote, y que siente profundos remordimientos por la dureza con
que ha tratado a su amigo. Tras la victoria contra Mador, el
amor de la pareja se hace más apasionado, a la vez que des-
cuidan las precauciones para no ser descubiertos: de nuevo
Agravaín los acusa y los sorprende en la cama, aunque Lan-
zarote logra escapar, pero la reina es condenada a morir en la
hoguera por su manifiesto adulterio. Lanzarote y una treintena
de sus amigos y familiares más cercanos salvarán la vida de
la reina cuando ya el fuego está cerca de su cuerpo; en la
escaramuza se enfrentan con Agravaín, Guerrehet, Gueheiet
y unos cuarenta hombres más del rey Arturo: los tres hermanos
de Galván mueren en el combate. Estas muertes son el origen
del odio del linaje de Galván a la familia de Lanzarote. Por
su parte, los hombres de Lanzarote consiguen rescatar a la

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 51

reina y se refugian con ella en el Castillo de la Alegre Guardia,


donde serán asediados por las tropas del rey. En los combates
posteriores, Boores, Galván y otros muchos caballeros resul-
tarán gravemente heridos; solo se restablecerá la paz con la
devolución de la reina por parte de Lanzarote, que abando-
na a continuación el reino de Logres y se marcha a Gaunes.
Sin embargo, Arturo, mal aconsejado por el odio de Galván,
decide ir contra Lanzarote: deja a Ginebra y a todo su reino
bajo la custodia de Mordret, y embarca con sus hombres para
ir a Gaunes. Los combates ante la ciudad son encarnizados
y de nada sirve el asedio. Galván, cegado por el odio, de-
safía a Lanzarote en combate singular, y es vencido, a pesar
de que sus fuerzas crecían con el sol; el sobrino del rey Arturo
queda malherido, a punto de morir, por lo que el rey decide
emprender la retirada. Nunca más volverán a ver a Lanzarote:
tras derrotar a los romanos, que habían invadido Gaula, Artu-
ro se entera de que su sobrino Mordret le había traicionado
usurpando el trono e intentando hacer de Ginebra su mujer.
La terrible batalla de Salesbieres acabará con casi todos los
caballeros de la corte. Lanzarote, que seguía en Gaunes, re-
cibe la noticia de la muerte del rey y de que los dos hijos de
Mordret se habían repartido el reino, y pasa de nuevo a Gran
Bretaña, donde tiene un breve encuentro con Ginebra, que
se ha refugiado en un monasterio para acabar allí sus días.
Lanzarote se enfrenta en Winceestre con los hijos de Mordret,
les da muerte y, finalmente, se retira a una ermita a hacer pe-
nitencia, junto con su pariente Blioberís y su hermanastro Héc-
tor. Muere como ermitaño, y según un sueño del arzobispo de
Canterbury, su alma fue al cielo. El cuerpo de Lanzarote reci-
bió sepultura en el Castillo de la Alegre Guardia, en la misma
tumba que yacía su amigo Galahot. El rey Marco destruirá el
sepulcro y quemará los restos de los dos amigos.
[pp. 258-265]

Meleagant
Único hijo varón de Baudemagus, rey de Gorre (o del rey Plamor),
engendrado en su primera o en su última esposa. Primo de Argodrás el
Rubio, de Argondrés y de Elys. Dotado de una figura y de un carácter
como los de su enemigo moral, Lanzarote: es fuerte, corpulento, rubio,
valiente y tenaz; su deslealtad, villanía y orgullo le impiden, sin em-
bargo, ser el mejor de los caballeros. Meleagant tienta a Arturo para
que le entregue a Ginebra y un caballero de la corte la defienda en
el bosque cercano, como prenda de los prisioneros de Logres en Go-

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52 Carlos Alvar

rre. Se ofrece a ello el senescal Keu, que es vencido por Meleagant y


capturado junto con la reina, pese a los esfuerzos de Lanzarote, que
emprende un arriesgado rescate plagado de extrañas aventuras y
difíciles obstáculos. Llegado por fin a Gorre, el valor y la osadía de
Lanzarote mueven al cortés Baudemagus a aconsejar a su hijo que
no juste con él y que le entregue a Ginebra, sobre la que no tiene nin-
gún derecho, pese a estar enamorado de ella. Pero Meleagant, que
ha procurado torturas a la reina en secreto por su rechazo, desoye la
advertencia y se lanza al combate, en el que Lanzarote lleva la peor
parte, al resentirse de las graves heridas sufridas al cruzar el Puente
de la Espada el día anterior. Sin embargo, cuando repara en la reina,
que observa el encuentro desde una ventana, recobra su fuerza y se
impone sobre Melagant, al que solo salva de la muerte la súplica de
merced de su padre a Ginebra. Meleagant no reconoce la victoria
de Lanzarote y se fija un nuevo combate en la corte de Arturo al cabo
de un año. Los dos caballeros se enfrentan aún otra vez en Gorre al
defender Lanzarote al malherido Keu de la acusación de Meleagant
de que se ha acostado con Ginebra. Por segunda vez Baudemagus
intercede ante la reina para que interrumpa una lucha claramente
desfavorable para su hijo. Durante el año siguiente, Meleagant inten-
ta evitar arteramente el tercer y definitivo encuentro con Lanzarote,
capturándolo y encerrándolo por dos veces, primero en casa de su
senescal y luego en una solitaria torre en una isla, pero los oficios de la
esposa del senescal y de la hermana de Meleagant, respectivamen-
te, dan al traste con el plan traidor y Meleagant pierde la cabeza en
la lucha final.
Aludiendo a este relato con un explícito «según explica el Cuento
de la Carreta», se nos cuenta en otra parte que el odio de Meleagant
a Lanzarote se debe a que este lo derribó en un torneo en Camelot
tiempo atrás. Es precisamente el ánimo de venganza de ese episodio
lo que le hace regresar a la corte. Ausente Lanzarote, reta a los ca-
balleros presentes a defender a Ginebra y a liberar a sus compañeros
presos. Varios detalles completan la historia ya conocida: Lanzarote
derriba por dos veces a Meleagant en su persecución; este aparece
como defensor del Puente de la Espada, sucediendo a Acadoés; la
torre en que retiene a Lanzarote está en un pantano en la Marca de
Galees; finalmente un caballero de Gorre lleva el cadáver de Melea-
gant al Castillo de las Cuatro Piedras, adonde acude su padre para
enterrarlo con honores reales. [...].
[pp. 291-292]

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 53

Merlín
El Merlín artúrico, mago y profeta, es una invención literaria estre-
nada por Geoffrey de Monmouth en su Historia Regum Britanniae (c.
1135) y sobre la que volvió hacia 1150 en la Vita Merlini. Los trazos
básicos de la biografía del personaje, que tan alto papel está llama-
do a tener en la epopeya bretona, se encuentran ya, con escasas
variaciones, en ese primer texto historiográfico: Merlín nace en Ca-
marthen, engendrado nocturnamente por un íncubo (un ekupede,
un ángel caído por su lujuria, llamado Aquibez) en la hija célibe, del
rey de Demecia, al sur del País de Gales (la hija de un caballero po-
bre de la marca de Escocia y de Irlanda). Aún niño, es llevado a la
corte, ya que unos magos (o unos clérigos) han advertido a Vortiger,
que ha usurpado el trono con la ayuda de los Sajones, que solo con-
seguirá terminar la torre defensiva cuya construcción de desmorona
periódicamente si se mezcla la argamasa con la sangre de un niño
sin padre. Merlín humilla a los magos señalando que los derrumbes de
la torre se deben a que bajo ella existe un lago subterráneo donde
combaten dos dragones. El joven Merlín profetiza luego la caída de
Vortiger (el dragón blanco), el retorno de Uterpandragón (el dragón
rojo), el reino de Arturo (simbolizado por un jabalí) y la historia futura
de los bretones. Más adelante, Merlín convertido en consejero del rey
legitimo, interviene en la concepción de Arturo al ayudar a Uterpan-
dragón a satisfacer su deseo de yacer con Ygerne, esposa del Duque
de Cornualles, haciéndole tomar por encantamiento la figura del du-
que, unión de la que nace Arturo.
Geoffrey de Monmouth compuso muy probablemente el personaje
de Merlín (Merlinus Ambrosius) a partir de dos tradiciones originadas
en el siglo VI. La primera, transmitida por la historiografía bretona en la-
tín, remite a un personaje llamado Ambrosius, a veces caudillo militar,
otras simplemente dotado de videncia (episodio de la torre de Guor-
tigirn (Vortiger) y los dos dragones de las Historia Britonum). Por otro
lado, Geoffrey debió aprovechar la figura de Myrddin, bardo o druida
al que el folclore galés atribuía una existencia extravagante y enaje-
nada en le bosque y al que se imputaba la autoría de varios poemas
apócrifos de contenidos mánticos o proféticos. El nombre de Merlín
parece provenir de la adaptación del topónimo de su localidad natal
(Camarthen, en galés Caermyrddin ‚ciudad de Myddin‘), de donde
el latín obtendría Merlinus sustituyendo con una l de d original para
evitar la cacofónica voz Merdinus.
Es Robert de Boron, sin embargo, quien inserta el personaje en el
gran ciclo narrativo artúrico del Grial concediéndole un papel de pri-

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mer orden y una nueva y densa significación. El fragmento inicial con-


servado de su Merlin en verso y las prosificaciones supuestamente más
fieles de esa obra y del Perceval perdido muestran cómo la historia de
Merlín participa del proceso de profunda cristianización que se opera
en la materia artúrica a fines del siglo XII. La Trinidad y la Redención, los
dos grandes temas de la trilogía de Boron, se vinculan señaladamente
al personaje, que se hace crucial. Así, su singular nacimiento aparece
ahora como el resultado de una maligna confabulación diabólica
para engendrar al Anticristo en una familia pía, pero la intervención
de Blaise, el confesor de la joven encinta, da al trate don la preten-
sión del demonio. Merlín, pues, recibe el don de conocer el pasado
(por su condición diabólica) pero también la gracia divina de la visión
del futuro (con lo que no contaban las fuerzas satánicas). Bautizado
con el nombre de su abuelo materno, Merlín, con dieciocho meses,
defiende en público a su madre, perseguida como prostituta por su
insólita maternidad, y humilla al juez que pretende condenarla acu-
sándolo de ser hijo de un sacerdote y profetizando la muerte de este
ahogado, todo lo cual resulta cierto. Refugiado periódicamente en el
bosque de Brocelianda, donde vive sus amores con Viviana (a la que
instruye en las artes mágicas), Merlín empieza a intervenir decisiva-
mente en la corte: instituye la Mesa Redonda para formar una nueva
caballería cristiana, profetiza los misterios del Grial (con sus tres mesas
y sus tres elegidos), su propio destino (la discípula aventajada utilizará
sus artes mágicas contra él encerrándolo para siempre en una cárcel
de aire) y los hechos del reinado de Arturo, revelaciones que anota
su fiel Blaise (o Helie). Para Robert de Boron, Merlín es, sobre todo, el
profeta de la suprema aventura, el responsable histórico de la nue-
va caballería, cuyos hilos maneja desde la profecía. Su condición de
mago se subordina a la de profeta, emana de esta, de la que es solo
un medio para su ejercicio benéfico.
La versión de la Historia de Merlín de la Vulgata, la de la Post-Vulgata
y el opus magnum tristaniano no difieren en demasía de esa caracte-
rización del personaje, aunque la sólida concepción de conjunto de
la trilogía boroniana se diluye un tanto en unas novelas más atentas al
color episódico (con nuevas aventuras y sucesos). De ahí que Merlín,
pese a seguir profetizando a menudo, no lo haga sobre cuestiones
tan de fondo y trascendentes como antes: su figura es ahora la de un
profeta de la guerra: la revuelta de los reyes rebeldes y la invasión de
los sajones constituyen el núcleo central de la historia de Merlín tanto
en la Vulgata como en la Post-Vulgata, un verdadero consejero polí-
tico que interviene en el diseño de las estrategias militares de Arturo.
A esta trivialización o mecanización de la actividad profética corre

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 55

pareja una acentuación de la vertiente mágica del personaje (de la


que se hacen especial eco las obras más tardías del género artúrico,
bien en prosa, bien en verso).
La magia de Merlín, ocasional en Robert de Boron y en el Lancelot,
más frecuente luego, suele mostrarse en unos lugares especiales: así
el Mojón de Merlín; la cama de Merlín, donde quien se acuesta enlo-
quece; la torre de Merlín, dentro de la cual se dan las mayores ma-
ravillas del mundo excepto las del Grial; el Monte Doloroso y su pilar
mágico; la Isla Giratoria; o la enigmática Muda de Merlín. Uno de los
grandes prodigios de Merlín es haber erigido un monumento circular
[Stonehenge] junto a la llanura de Salesbieres trayendo por encanto
sus enormes piedras desde Irlanda. En otras ocasiones, Merlín apare-
ce no solo como personaje capaz de cambiar de aspecto físico, sino
también de descubrir con sus artes adivinantes cuantos engaños hay
encerrados en el mundo que le rodea: así, el verdadero padre de un
niño que va a ser enterrado, el adulterio de la reina o sexo auténtico
de un caballero disfrazado. Por otra parte, Merlín escapa a la tipolo-
gía del mago siniestro y maligno, su figura incurre en la del sabio. Es
generalmente bondadoso y simpático, y son varios los personajes que
han aprendido las artes mágicas de él: Viviana, Morgana, Guinebaut,
Mabón, y, probablemente, la Dama del Lago. Se observa que la ma-
yoría de sus discípulos son mujeres, lo que nos remite a otra imagen
característica: la de Merlín enamorado. Como en el caso del Virgilio
popular de la Edad Media, la figura del sabio nigromante engañado
por una mujer que solicita sus conocimientos ocultos ofreciendo su
amor casa a la perfección con el Merlín que se enamora de Viviana.
Tras sacarle arteramente todo su saber y dominarlo como un pelele, la
espabilada bruja novata termina encerrando al maestro burlado en
una jaula, cueva o habitación mágica.
Aunque el final de Merlín suele ser ese encierro sin resolución (desde
allí habla a Baudemagus y a Galván), solo se menciona su dudosa
escapatoria en un par de textos, también aparece en alguna ocasión
retirándose, después del desastre de Salesbieres, a profetizar hasta el
fin de los tiempos en su «Muda». Sintiendo cerca su fin, Merlín lanza un
grito espantoso, que resuena por doquier y atestigua la desaparición
del mago. Se alude al sepulcro de Merlín junto a la capilla de Tinta-
gel del que su cadáver habría desaparecido por obra de Dios o del
demonio. Merlín es el padre de la Doncella del Gran Alto del Monte
Doloroso. Habita durante muchos años en Noquetran.
[pp. 296-299]

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56 Carlos Alvar

Mordret
Sobrino de Arturo (desde la Historia Regum Britanniae, de Geoffrey
de Monmouth, que inventó a Mordret a partir de un caudillo supuesta-
mente histórico del siglo VI y con tradición galesa, Medraut), Mordret
recibe de su tío el gobierno del reino y el cuidado de su esposa duran-
te la guerra con los romanos en el continente; pero Mordret traiciona
al rey usurpando el poder de Logres con la ayuda de los enemigos
vecinos del reino y casándose con la reina. En la batalla decisiva el
tío mata al sobrino, a la vez que el rey queda mortalmente herido y se
retira a la isla de Avalón. Otras obras en verso y parte de la tradición
prosística precisan esa genealogía del personaje: hijo del rey Lot y, en
buena lógica, de Morcadés, hermano de Galván, Agravaín, Guehe-
riet y Guerrehet, y, seguramente, de las doncellas Clarissant, Soreda-
mors y Elena. Pero a partir del ciclo de la Vulgata se considera Mordret
hijo putativo de Lot y fruto, en realidad, de la relación incestuosa (ig-
norada) de Arturo con su hermana o hermanastra, y padre de dos
muchachos, el mayor de los cuales se llama Melehán, que morirán en
combate contra Lanzarote del lago tras la batalla de Salesbieres. La
historia de la traición de Mordret contra su tío–padre, el rey Arturo, se
repite aquí, pero con una intensidad dramática mucho mayor, rayan-
do en lo trágico. Mordret es ahora un caballero novel, veinteañero y,
siendo en apariencia el hermano menor de Galván, al que ama con
devoción, se distingue por ser el más corpulento de los cinco. Su va-
lentía no desmerece la de los mejores caballeros de la Mesa Redonda
(aunque tiene una extraña mirada torva): combate destacadamente
en los torneos de los castillos de la Carreta y de Penigue, o sigue aven-
turas junto a Galván y a Lanzarote, de quien se gana un encendido
elogio. En realidad, sus primeros dos años como caballero se guían
por la bondad y la virtud. Pero un anciano ermitaño le revela en el
maravilloso Bosque Extraño que no es hijo del rey Lot, sino de un rey
superior que, la noche que lo engendró, lo soñó en forma de serpien-
te que conducía a la perdición a su reino. Por su culpa perecerá la
Mesa Redonda, en adelante hará mal por doquier y morirá a manos
de su padre al tiempo que le dará muerte. La predicción se cumple
paso a paso: Mordret corta, airado, la cabeza del anciano; provoca,
con Keu, que Perceval se aleje de la corte, harto de maledicencias;
él y Agravaín cuentan a Arturo el adulterio de Ginebra, causando el
conflicto entre el linaje de Lanzarote y el de Arturo; regente en ausen-
cia del rey por razón de esa guerra y las campañas contra el conde
Frole y contra los romanos, falsifica cartas en que se anuncia la muer-
te de Arturo y por las que se atribuye el trono y a Ginebra; se gana a

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 57

los nobles de la corte con dádivas, se alía con escoceses, irlandeses


y sajones, enemigos tradicionales de Logres; asedia a Ginebra en la
Torre de Londres, donde la reina se ha refugiado rechazando un ma-
trimonio abominable, y abandona el sitio solo para librar la mortífera
batalla final contra Arturo en la llanura de Salesbiere (o en Irlanda), en
la que sucede la celebérrima escena en que Arturo mata a Mordret
ensartándolo con una gruesa lanza que, tras ser retirada, deja paso
a un rayo de sol que atraviesa la herida del hijo, en señal de la pena
de Dios por la tragedia, antes de que Mordret, con su último aliento
de vida, hiera mortalmente en la cabeza a su padre. Tras el desas-
tre de Mordret y sus aliados, sus dos hijos prosiguen la revuelta, pero
son vencidos y perecen a manos de Lanzarote y Boores. En una obra
posterior, Arturo intenta esquivar este trágico destino, profetizado por
Merlín, abandonando en un barco a la deriva a todos los niños naci-
dos el día fatídico señalado por su consejero, pero Mordret es rescata-
do del naufragio de la nave por el padre de Saigremos, Nabur, a cuyo
cuidado crece y se educa.
Aunque el marcado carácter negativo de Mordret parece configu-
rarse súbitamente en la Vulgata a partir del encuentro con el ermitaño
y con la introducción subrepticia del motivo del incesto, rompiendo
con la evolución en apariencia típica de Mordret como un caballero
más de la Mesa Redonda, es oportuno señalar, sin embargo, que la
mayoría de las intervenciones del personaje antes de ese episodio
apuntan ya con insistencia a esa caracterización, siendo subrayadas
por una cierta voluntad de denigración y ridiculización: se acuesta a
escondidas con la dama de un caballero que le presta alojamiento
en su pabellón en el bosque y al que derrota defendiendo ese acto
anticortés; al declararse caballero de la Mesa Redonda en el Castillo
de la Blanca Espina, los sicarios de Mataín el Felón montan a Mordret,
desnudo y atado por los pies, en un rocín famélico y lo cubren de
estiércol, lodo y basura al tiempo que lo insultan; y en el torneo de
Penigue es derribado sucesivamente, de incógnito, por Galván, Gue-
heriet y Guerrehet, quienes luego, tras haberlo reconocido, atienden
sus heridas. Una novela en verso posterior se hace eco de ese mismo
tono: Mordret se burla de Yder por haber perdido en un castillo en-
cantado su armadura, pero él mismo emprende la aventura y se que-
da sin caballo ni armadura. Mordret es aquí un caballero desabrido,
aficionado a raptar doncellas y cuya actitud le reporta frecuentes
reproches de Galván.
[pp. 306-308]

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58 Carlos Alvar

Morgana
Uno de los personajes más célebres de la materia artúrica, Morga-
na se revela bastante más compleja y ambigua que lo que su fama
principal como encantadora suele predicar. Ya su genealogía resulta
divergente: hija de Ygerne, lo es en algunas obras de su primer ma-
trimonio con el duque de Tintagel, siendo por tanto solo hermanastra
de Arturo, mientras que según otras obras nace de la unión poste-
rior de aquella con Uterpandragón, por lo que es hermana de Arturo,
aunque otro texto discrepa al citarla como sobrina del rey. Se mencio-
na también como hermana suya a la Dama sin Orgullo. Casada con
el rey Urién, es la madre de Yvaín. Varias son las residencia de Morga-
na, situadas siempre en espacios como bosques e islas, propios de su
condición de hada y, por tanto, extraña a la corte: Montgibel, que la
tradición identifica con el Etna, en Sicilia, cerca de Palermo, el Valle
Peligroso, el Valle sin Retorno, o, en fin, la isla de Avalón, de cuyo señor,
Guigamor, es amiga y donde conversan las damas que saben todos
los encantamientos del mundo. Las cualidades feéricas de Morgana
se consideran dignas de las de la Dama del Lago.
Morgana, como otros personajes principales del mundo artúrico, su-
fre una evolución desde las primeras novelas en verso hasta los mag-
nos ciclos en prosa. En efecto, de hada bondadosa y protectora,
mujer hermosa entre las hermosas y creadora de ungüentos bené-
ficos, se convierte luego en raptora, fea (se dice que Merlín arruinó
su extraordinaria belleza), exageradamente lúbrica y autora de póci-
mas malignas, movida casi siempre por el odio o la lujuria. Pero seme-
jante itinerario resultaría simplificador en exceso si no se advierte que,
tras esa doble faz del personaje, existe un aspecto recurrente que lo
explica globalmente y matiza en más de una ocasión su señalada
ambigüedad. Es su condición de mujer enamorada la que guía una
buena parte de sus actos, incluso lo que se revelan malvados. Varios
son sus amantes: Guingamor, Guiomar, Guiamor de Tarmelida (tal vez
todos son un mismo personaje), Accalón, Brehú, Hunesón, o el mismo
Merlín, quien la instruye en las artes mágicas. De este episodio arranca
el odio mortal de Morgana hacia Ginebra, y la venganza de aquella
se cebará, pues, en su amante Lanzarote, al que rapta varias veces y
cuyo amor secreto, Morgana acabará revelando a Arturo. Pero Mor-
gana no odia a Lanzarote, pues se da cuenta de su fidelidad amorosa
a Ginebra y hasta confiesa a Tristán que está enamorada del héroe.
Morgana persigue también el daño de otro gran héroe artúrico, Tris-
tán, por haber matado a su amante Hunesón, y la lanza con la que
Marco hiere mortalmente a Tristán (la misma con la que este mató a

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 59

Hunesón) lleva un veneno preparado por Morgana. Ningún episodio


resume mejor esta actitud fundamental de Morgana que el del Valle
sin Retorno: enamorada de un apuesto caballero, del que cree que
le corresponde con la misma devoción, Morgana lo sorprende en un
apacible valle con una hermosa joven, a la que él ama en verdad.
Enfurecida, Morgana cubre el lugar con un encantamiento tal que
ningún caballero que entre en el valle logrará salir de él si ha faltado
alguna vez al amor. Durante diecisiete años el Valle sin Retorno o Valle
de los Falsos Enamorados se llena de hasta doscientos cincuenta y
tres caballeros prisioneros; algunos de ellos han traído a sus amigas, y
Morgana se siente orgullosa, pues, gracias a su encantamiento, ellas
no corren el riesgo de ser engañadas. Solo la aparición del fiel Lan-
zarote pondrá fin a este curioso cautiverio amoroso. En cuanto a la
relación con su hermano, Morgana desempeña también un papel
ambivalente: si, como se ha dicho, desata su ruina al revelarle el adul-
terio de Ginebra, no es menos cierto que es precisamente ella quien
se lleva al final al moribundo Arturo a la isla de Avalón o quien cuida
secretamente de él en Montgibel esperando que las virtudes corteses
vuelvan a triunfar en el mundo. Una tradición posterior, sin embargo, la
muestra completamente enfrentada a Arturo. En efecto, una lasciva
Morgana ve cómo su hermano ejecuta a uno de sus amantes y envía
al siguiente, Accalón, a la corte para asesinar a Arturo, al tiempo que
intenta deshacerse en vano de su marido Urién. Morgana se remon-
ta verosímilmente a la sirena Liban de cierto relato irlandés apodada
Muirgein, ‘nacida del mar‘.
[pp. 308-310]

Morholt
Hermano de la reina de Irlanda o marido de la hermana del rey y,
en cualquier caso, tío de Iseo la Rubia y cuñado de su padre, Anguín.
Padre de Golistant el Fuerte y abuelo de Morholt, rey de Irlanda. Su es-
cudo es blanco sin otra señal. Morholt es el caballero gigantesco que
el rey de Irlanda envía como emisario a Cornualles para que el rey
Marco le pague el ominoso tributo estipulado en un antiguo acuer-
do y que durante quince años le ha escatimado: trescientos jóvenes
y trescientas doncellas de quince años del reino de Cornualles [...].
Por tres veces, Morholt reclama ante la corte de Marco que algún
caballero de Cornualles se atreva a disputarle el derecho del rey de
Irlanda a semejante mercancía, pero solo Tristán, el sobrino de Marco,
acepta en fin el reto. El combate singular se produce en la isla de San

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60 Carlos Alvar

Sansón, mar adentro, frente a Tintagel, y Tristán da muerte al gigante


decapitándolo; la espada de Tristán se mella y deja incrustado un
pedazo en el cráneo del gigante. Por su parte, antes de morir, Morholt
hiere gravemente a Tristán con una jabalina emponzoñada. El com-
bate entre Morholt y Tristán es mencionado con frecuencia en la na-
rrativa artúrica como uno de los más terribles y célebres, tanto por su
intensa dureza como por su alta significación social: la liberación de
todo un reino de una opresión atroz. hay que suponer que en un mo-
mento cronológicamente anterior a la reclamación del tributo, Mor-
holt ya era conocido por los caballeros del rey, y era considerado de
gran valor, pero escasamente cortés con damas y doncellas. Derriba
a Ivaín y a Galván, que le reprochan haber matado a dos caballeros
para recuperar su escudo, que le habían robado, entregándoselo a
unas doncellas que escupen sobre él y lo escarnecen. Acoge luego a
los dos primos y los acompaña en su errancia hasta la fuente del bos-
que de Aroie, donde Morholt se separa de ellos para seguir la aventu-
ra que le propone una dama de treinta años.
[pp. 309-311]

Perceval (Perceval el Galés)


[...] Será en Perceval donde Chrétien de Troyes le otorgará una per-
sonalidad y una entidad psicológica y moral de enorme éxito y pervi-
vencia en las literaturas medievales posteriores. Joven galés de noble
familia, Perceval vive apartado en la Yerma Floresta Solitaria con su
madre, la Dama Viuda, pues esta pretende que ignore el mundo ca-
balleresco que había provocado la muerte de su esposo y de sus hijos
mayores. Sin embargo, cuando una mañana de primavera Perceval
contempla a cinco caballeros armados, que en su ingenuidad supo-
ne ángeles, y conozca sus cualidades, sentirá determinada la voca-
ción de su existencia e iniciará una andadura ejemplar modelo de
caballeros. Perceval contempla el cortejo del Grial (formado por un
paje que empuña una lanza cuya punta sangra, una doncella que
lleva un brillante grial y otra con una bandeja de plata) en un her-
moso castillo cuyo señor enfermo le había ofrecido hospitalidad. A
pesar de su curiosidad, no pregunta su significado, ya que recuerda
los consejos que Gornemans de Goort le había dado y entre los que
se encuentran el de ser prudente en las conversaciones. Al despertar
observa que el castillo está desierto, y se marcha. En un bosque cer-
cano se encuentra a una doncella —que resulta ser su prima— que le
explica que por su timidez ha impedido el restablecimiento físico del

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Adenda. Personajes del mundo artúrico 61

Rey Pescador y la prosperidad de su tierra. A partir de este momento


asistimos a una progresiva construcción del personaje, que de ser un
rústico muchacho dedicado a la caza pasará a encarnar una serie
de valores corteses en torno a la búsqueda del Santo Grial, misión que
le propiciará un sinfín de aventuras que recogerán tanto las novelas
en verso como en prosa, bien en solitario, bien relacionado con otros
caballeros de la mesnada de Arturo, entre los que cabe subrayar, por
su importancia, a Galaz. Perceval se retira a un ermita a vivir en reli-
gión a la muerte de Galaz. [...].
[pp. 331-332]

Tristán de Leonís
Llamado en alguna profecía la Flor de Leonís y ocasionalmente Tris-
tán el enamorado. Es hijo del rey Meliadús de Leonís y de Elyabel ha
pasado con pleno derecho a la historia de la literatura (y aún de la
música, inmortalizado por Wagner) como el valiente caballero ena-
morado de Iseo la Rubia, la esposa de su tío Marco, rey de Cornualles.
No se conoce a ciencia cierta el origen de la leyenda tristaniana y, no
solo se ha perdido la novela que le consagró Chrétien de Troyes, sino
que las versiones más antiguas conservadas (de Thomas y Béroul), en
la segunda mitad del siglo XII) son fragmentarias. Con todo, la conjun-
ción de episodios sueltos y refundiciones o traducciones posteriores
permite contemplar la historia y la evolución del personaje. Descen-
diente del bíblico rey David, es sobrino de Pernehán, primo de Arche-
mán, Andret y Alejandro, el hijo de Angledís. Aunque en general se
afirma que nació en Leonís, María de Francia lo considera natural del
sur de Gales. Su madre, que muere tras darle a luz, lo bautiza Tristán
por la triste ocasión de su nacimiento. Su educación se confía al escu-
dero Governal, quien lo instruye en el arte de la caballería y también
de la música. Tristán resulta sin duda un discípulo aventajado en uno y
otro caso: será uno de los seis caballeros a los que Galván, llamado a
menudo el mejer caballero del mundo, no logrará vencer jamás; por
otro lado, se convierte en un renombrado arpista y consumado com-
positor de lais. A los quince años pasa a la corte de su tío, el rey Marco
de Cornualles, y allí empiezan sus aventuras principales. Recién arma-
do caballero vence al gigante Morholt, que viene a cobrar un omi-
noso tribuno humano cada año en nombre del rey de Irlanda. Tristán
gravemente herido por una lanza emponzoñada, pide que lo aban-
donen en una balsa a la deriva con su arpa. Conducido a Irlanda por
las corrientes, se hace pasar por juglar llamado Trantrís y es curado por

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


62 Carlos Alvar

Iseo la Rubia, la hija del rey enemigo, a la que enseña su saber mu-
sical. Cuando Marco decide que se casará con la joven cuyo rubio
cabello ha llevado una golondrina hasta su palacio, Tristán, que lo ha
reconocido como de Iseo, se ofrece a traérsela. De nuevo en Irlan-
da, mata al dragón que asola el reino y, puesto que la recompensa
por su muerte era la mano de Iseo, la pide en matrimonio para el rey
Marco. De regreso a Cornualles, sin embargo, Tristán e Iseo beben ac-
cidentalmente la pócima con que la reina de Irlanda ha obsequiado
al futuro marido de su hija y que tiene la virtud de unir eternamente
a quienes la tomen. Ese acto fatal da principio a los amores de los
dos jóvenes y a una sucesión de peripecias con los cortesanos mal-
dicientes que acusan a Tristán ante el rey, los encuentros furtivos de
los amantes, la actitud indecisa e incrédula del rey y la trampa que
el enano Frocín tiende a Tristán, cubriendo de harina el suelo entre los
lechos de Tristán e Iseo, lo que se convertirá en prueba del adulterio
al sangrar una herida de Tristán, que con un salto había evitado pisar
el suelo. Tristán es condenado a la hoguera, pero escapa y rescata
a Iseo, que ha sido entregada a unos leprosos, y ambos se refugian
en el bosque de Morrois. Más adelante Marco, casualmente un día
mientras está cazando, los sorprende dormidos pero la espada de
Tristán, que separa sus cuerpos, le hace dudar una vez más y acabará
perdonándolos gracias a la intercesión del ermitaño Ogrín. Iseo vuel-
ve a la corte y Tristán parte al destierro, aunque regresa disfrazado de
peregrino para, tomando en brazos a Iseo, ayudarla a pasar un vado
poco antes de que se someta al juicio de Dios y jure que no ha estado
en brazos de otros hombres más que de su marido y del peregrino.
Ocupado en adelante de buscar aventuras como caballero, Tristán
pasa a la Bretaña insular y sirve al rey Hoel, con cuya hija Iseo de las
Blancas Manos se casa, aunque el matrimonio no llega a consumar-
se, ya que Tristán promete no tocarla durante un año. Poco después,
ayudando a su cuñado Kaherdín en una aventura, resulta herido por
una lanza envenenada y nadie logra curarlo. Se manda un mensajero
a Iseo la Rubia, experta en curaciones mágicas, para que acuda a
sanar a su antiguo amante. La nave del mensajero regresa con velas
blancas, lo que significa que Iseo viaja en ella, pero la celosa Iseo de
las Blancas Manos engaña a Tristán agonizante, y le dice que ve ve-
las negras, lo que, según lo acordado, quiere decir que la mujer de
Marco ha rechazado auxiliarlo. Tristán muere de dolor, desesperado, e
Iseo la Rubia llega a tiempo para morir sobre el cadáver de su amado.
[...]
El género novelesco en prosa del siglo XIII supuso la absorción de la
leyenda tristaniana dentro de las grandes series cíclicas de la materia

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


Adenda. Personajes del mundo artúrico 63

artúrica. Tristán se cuenta ahora entre los caballeros de la Mesa Re-


donda, es buen amigo de Lanzarote y Galván y participa activamen-
te en la Demanda del Grial, mientras que el drama pasional queda
en un segundo plano. Con todo, Tristán odia a Palamedes porque
está enamorado también de Iseo. Su caballo se llama ahora Passe-
breuil. En cuanto a su muerte, se produce en idénticas circunstancias,
pero existe también una variante en la cual Tristán es atravesado por
una lanza emponzoñada por Morgana mientras está cantanto un lai
a Iseo, en cuyos brazos muere. Un par de obras de la Vulgata y la Post-
Vulgata sitúan la muerte de Tristán en la cronología artúrica: entre
cinco y siete años antes de la terrible batalla de Salesbieres.
[...]
[pp. 383-385]

Uterpandragón
Este personaje aparece citado por primera vez, y sin que se le rela-
ciona con Arturo en ningún sentido, en un poema galés, el XXXI del
Libro negro de Camerthen, anterior a Geoffrey de Monmouth: es este
escritor, en su Historia Regum Britanniae, quien identifica a Uter como
padre de Arturo. La crítica no sabe a ciencia cierta en qué pudo ba-
sarse Geoffrey para establecer este parentesco. [...]. En cualquier
caso, la historia narrada por Geoffrey de Monmouth sirvió de base a
todas la versiones posteriores. Según este autor, Uter era hijo del rey
Constante (o Constantino) y hermano de Aurelio Ambrosio. Cuando
Vortiger usurpa el poder en la Isla de Bretaña, ambos hermanos son
todavía niños. Merlín vaticina, sin embargo, que serán ellos los que
acaben con el dominio de los Sajones invasores. En efecto, con el
paso de los años se convierten en valerosos guerreros y vencen a Vor-
tiger y a sus hombres en la batalla de la llanura de Salisbury. Después,
Aurelio Ambrosio es coronado rey. Su hermano Uter marcha a Irlanda
(Hibernia) encabezando una expedición cuya misión es hacerse con
las piedras mágicas que forman el Círculo de los Gigantes del monte
Kilarao y llevarlas a la Isla de Bretaña. En este viaje le acompaña Mer-
lín, quien, haciendo uso de sus artes, consigue derribar las piedras y
volverlas a erigir en la llanura de Salisbury, como monumento funera-
rio en honor de los nobles bretones caídos en la batalla contra los Sa-
jones (se trata del círculo de Stonehenge). Al morir Aurelio Ambrosio,
Uter se convierte en rey, ya que Merlín lo anuncia como sucesor de su
hermano al ver en el cielo una fantástica estrella en forma de cabeza
de dragón. En esta ocasión, el mago profetiza también que Uter ten-

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


64 Carlos Alvar

drá un hijo que será rey de Bretaña y cuya fama se extenderá por el
mundo entero. A partir de este momento, Uter será conocido como
Uter Pandragón, es decir, ‚Uter cabeza de dragón‘. Con motivo de su
coronación, se celebra una gran fiesta. entre los nobles que acuden
a ella está Gorlois, duque de Cornualles, al que acompaña su mujer,
Ygerne. Nada más verla, Uter la desea. Las atenciones que le prodi-
ga hacen que se despierten los celos de su marido, que abandona
furioso la corte sin pedir licencia, y Uter, enfurecido a su vez por la des-
cortesía, le declara la guerra. el cruento conflicto entre Gorlois y Uter
se prolonga durante largo tiempo. El rey arrasa las tierras del duque
de Cornualles y este hace guardar a su mujer en Tintagel, fortaleza
inexpugnable, mientras que él se hace fuerte en Dimiloc, resistiendo el
sitio de Uter hasta que le lleguen refuerzos. Consumiéndose de amor y
de deseo por Ygerne, Uter decide seguir el consejo de su amigo Ulfino
y solicita la ayuda de Merlín. El mago le suministra una droga que lo
convierte en el doble perfecto de Gorlois. Igualmente hace que Ulfino
adquiera la apariencia de Jordán de Tintagel y llegar hasta Ygerne.
El rey Uter permanece esa noche con la mujer del duque y satisface
con ella su deseo. Ygerne, por su parte, se le entrega sin recelo, cre-
yendo que se trata de su marido. Esa noche, Arturo es concebido.
Mientras, los hombres de Uter, ante la ausencia del rey, han atacado
Dimiloc, y Gorlois al hacerles frente, ha sido de los primeros en caer.
Los hombres de Uter arrasan con todo en busca de botín, y las tropas
de Gorlois huyen hacia Tintagel para llevar la mala noticia; descubren
al que parece su señor junto a Ygerne: no comprenden cómo Gorlois,
al que dejaron muerto en Dimiloc, puede estar vivo en Tintagel con
su esposa. Al saber que su enemigo ha sido vencido, Uter abandona
Tintagel y regresa al lugar en el que dejó a su hombres, habiendo re-
cuperado ya su verdadera apariencia. Con todo su ejército vuelve a
Tintagel, toma el castillo y captura a Ygerne. Después, el rey la viuda
del duque de Cornualles viven juntos hasta la muerte de aquel. Tienen
dos hijos, Arturo y Enna. Con el paso de los años, Uter se ve aqueja-
do por una enfermedad que lo debilita enormemente. Mientras se
encuentra en esta penosa situación, los Sajones vuelven a invadir la
isla y, valiéndose de la traición, consiguen acabar con él, del mismo
modo que habían acabado con su hermano, Aurelio Ambrosio: unos
cuantos hombres disfrazados envenenan el agua de la fuente de la
que el rey bebe habitualmente, y que es la única bebida que puede
probar, dada su enfermedad. Después de su muerte, se le entierra
junto a Aurelio Ambrosio en el Círculo de los Gigantes, en la llanura de
Salisbury.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


Adenda. Personajes del mundo artúrico 65

Hay una versión ligeramente diferente de la historia de Uter: en


principio dos personajes diferentes, Uter y Pandragón, son hermanos,
Pandragón muere a manos de los Sajones en la batalla de Salisbury,
y su hermano Uter le sucede en el trono, adoptando el nombre de
Uterpandragón. Entre los actos que se le atribuyen a Uterpandragón
durante los años de su reinado destaca, sobre todo, la creación de
la Mesa Redonda, por consejo de Merlín. Tras el nacimiento de Artu-
ro (cuya concepción se relata siguiendo la versión de Geoffrey de
Monmouth), Uter muere en una batalla contra los Sajones. Más tarde,
su hijo demostrará que es el legítimo heredero al trono de Bretaña
arrancando la espada de Uter del yunque en el que estaba clavada.
En esta versión, los dos hermanos, Uter y Pandragón (Uter y Aurelio
Ambrosio, en la Historia Regum), mueren gloriosamente en combate
y no envenenados [...].
[pp. 391-393]

Vortiger
Jefe de los Gewiseos, según Geoffrey de Monmouth. Relata este au-
tor cómo, a la muerte de Constantino, se plantea el problema de
la sucesión, ya que de los tres hijos del rey muerto, Aurelio Ambro-
sio y Uterpandragón son todavía niños y Constante está recluido en
un monasterio. Vortiger convence a este último para que cuelgue los
hábitos y acepte ser rey, con el secreto propósito de gobernar a la
sombra de un monarca débil. Constante da plenos poderes a Vortiger
y este, poco a poco, va urdiendo un plan para hacerse definitiva-
mente con el poder. Compra la lealtad de algunos soldados pictos
y estos matan a Constante. Una vez consumado el hecho, Vortiger
manda decapitar a los asesinos para alejar las sospechas de sí mismo
y se autocorona rey. En seguida empieza a tener problemas con el
pueblo picto, que busca venganza. Para defenderse, Vortiger hace
un pacto con los sajones, que llegan a Britania al mando de Horsa
y Hengist. Hengist se enriquece al lado de Vortiger y, pasado algún
tiempo, hace venir a su hija Ronwen a Britania. Vortiger se enamora
de ella y la hace su esposa. Este matrimonio le trae la enemistad de
sus barones, ya que, siendo cristiano, desposa a una mujer pagana.
A partir de este momento, Vortiger empieza a entregar a los sajones
todas las tierras de Britania. Los britanos deciden deponer a Vortiger
y nombrar rey a su hijo Vortimer, nacido con anterioridad a su matri-
monio con la hija de Hengist. [...] Acosado por todos lados, Vortiger
acaba refugiándose en una torre donde se hace fuerte frente a su

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


66 Carlos Alvar

múltiples enemigos. Finalmente, serán los hijos de Constantino, Aurelio


Ambrosio y Uterpandragón, los que derroquen y causen la muerte a
Vortiger, incendiando su castillo, y expulsen a los sajones de Britania,
tal como Merlín vaticina.
[pp. 400-401]

Ygerne
Madre de Morgana, de Blasine, de Arturo y de Enna (o Morcadés)
y de otros hijos; abuela materna de Galván y de sus hermanos; espo-
sa del duque de Cornualles y, más tarde, de Uterpandragón. Ygerne
pertence a la generación más vieja de los tiempos artúricos —salve-
dad hecha de la milagrosa supervivencia del Rey Tullido— y por eso
suele aparecer citada como la reina más vieja, tanto en el Castillo de
Champguín, como en el Castillo de las Maravillas. La vida de Ygerne
presenta pocos aspectos de indudable claridad, pues los narradores
se suelen mantener fieles solo al episodio de la concepción de Artu-
ro, mientras que difieren en otras cuestiones: así, unos afirman que
estuvo casada dos veces antes de su matrimonio con el duque de
Cornualles (con otro duque de Cornualles y con el rey de Gascuña);
como resultado de sus uniones anteriores, tuvo cinco hijos. Sin embar-
go, otros textos solo conocen la existencia de dos matrimonios en la
vida de Ygerne, y, por tanto, toda la prole debe repartirse entre el
duque de Tintagel o de Cornualles y el rey Uterpandragón. Tampoco
está muy claro el orden de los hijos: según unos, solo Arturo es hijo de
Uterpandragón, mientras que todos los demás serían descendientes
del duque. Otros textos consideran que Enna (o Morcadés, esposa de
Lot de Orcania) y Morgana también son hijas del segundo matrimonio
de Ygerne y serían por tanto, hermanas de Arturo. Uterpandragón se
enamora de Ygerne y como consecuencia surge un grave conflicto
entre el rey y el duque, que desemboca finlmente en la guerra, pro-
vocada por el rey para poder acabar con el marido de Ygerne, ya
que esta en ningún momento cede a los deseos de su pretendiente,
ni comete infidelidad hacia el duque, al que además advierte de las
intenciones de Uterpandragón. Durante los enfrentamientos, el duque
de Cornualles hace custoridiar a su mujer en la fortaleza de Tintagel.
Consumiéndose de amor y de deseo por Ygerne, Uter decide seguir
el consejo de su amigo Ulfino y solicita la ayuda de Merlín; el mago le
suministra una droga que lo convierte en el doble perfecto de Gorlois,
duque de Cornualles y marido de Ygerne; del mismo modo, hace que
Ulfino adquiera la apariencia de Jordán de Tintagel, camarada de

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


Adenda. Personajes del mundo artúrico 67

Gorlois, y Merlín se transforma y adopta el aspecto de Bretel, el servi-


dor del duque. protegidos por el encantamiento consiguen penetrar
en el castillo de Tintagel y llegar hasta Ygerne. El rey Uter permanece
esa noche con la mujer del duque y satisface con ella su deseo. Yger-
ne, por su parte, se le entrega sin recelo, creyendo que se trata de su
marido. Esa noche, Arturo es concebido, Mientras tanto, el verdadero
duque resulta muerto en batalla contra las fuerzas de Uter. Más tarde,
Uter se casará con Ygerne.
[pp. 406-407]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 35-67


5 (2016), pp. 69-86

La Materia de Bretaña en las letras


castellanas medievales y renacentistas

Rafael M. Mérida Jiménez


Universitat de Lleida

Desde que en 1977, Harvey L. Sharrer publicara su A Critical Bibliogra-


phy of Hispanic Arthurial Material. I. Texts: The Prose Romance Cycles,1
la edición de los textos literarios de la materia de Bretaña nacidos en
el contexto ibérico y el estudio de su transmisión original y de su difu-
sión posterior ha avanzado de forma incansable. Esta constatación
ya pudo observarse en una bibliografía publicada en la Revista de
Literatura Medieval, en 2010, que es la base del presente repertorio.2
El objetivo de estas páginas es forzosamente más modesto, pues pre-
tende ofrecer una selección de algunas de las investigaciones que
mejor pueden complementar el presente volumen de Aula Medieval.
Por tan poderosa razón, aquí no se incide en la difusión en lenguas
gallega, portuguesa o catalana, y tan solo se recogen aquellas apro-
ximaciones que mejor pueden emplazar a lectores universitarios en
el debate académico actual, muy vivo. Y no solo por las nuevas vías
que han ido abriendose en los últimos años, sino porque el legado cul-
tural caballeresco que giraba en torno al rey Arturo y a Tristán perduró,
más allá de la Edad Media, como piedra angular de una imaginación

1. Harvey L. Sharrer, A Critical Bibliography of Hispanic Arthurial Material. I. Texts: The


Prose Romance Cycles, London, Grant&Cutler, 1977.
2. Rafael Mérida Jiménez, «La ‘Materia de Bretaña’ en las culturas hispánicas
de la Edad Media y del Renacimiento: textos, ediciones y estudios», Revista de
Literatura Medieval, 22 (2010), pp. 289-350. <http://dspace.uah.es/dspace/
handle/10017/10467> (consultado: 6-07-2016).
70 Rafael M. Mérida Jiménez

literaria que manejaron, implícita o explícitamente, numerosos crea-


dores españoles de las centurias posteriores, con Miguel de Cervantes
como ejemplo eximio, de la mano de su ingenioso hidalgo.

Primera parte: textos y ediciones


1. Testimonios del ciclo artúrico: la Vulgata (c. 1215-1230)
1.1. Lancelot
Manuscrito de 355 folios (siglo XVI), conservado en la Biblioteca
Nacional, Madrid (ms. 9611), que copia un original datado en
1414 {Sharrer, 1977, Aa3, pp. 18-19}.

& Ejemplar de la BNE digitalizado, signatura ms. 9611.


[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?field=
todos&text=lanzarote&showYearItems=&exact=on&textH=
&advanced=false&completeText=&pageSize=1&pageSize
Abrv=30&pageNumber=6 ]
& Edición de Harvey L. Sharrer y de Antonio Contreras Mar-
tín, Lanzarote del Lago, Alcalá de Henares, Centro de Estu-
dios Cervantinos, 2006.

1.2. Queste
No se conservan.

1.3. Mort Artu


No se conservan.

2. Testimonios del ciclo artúrico: la Post-Vulgata (c. 1230-1240)


2.1. Estoire del Sant Grial
Fragmento (datado hacia 1469-1470) conservado en la Bibliote-
ca Universitaria de Salamanca (ms. 1877). Folios 252r-282r. {Sha-
rrer, 1977, Ae1, pp. 33-35}.

& Edición de César García de Lucas como tesis doctoral


(La materia de Bretaña del manuscrito 1877 de la Bibliote-
ca Universitaria de Salamanca), dirigida por Carlos Alvar.
Universidad de Alcalá, 1998.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 69-86


La Materia de Bretaña en las letras castellanas... 71

& Edición parcial de José Manuel Lucía Megías, en Antolo-


gía de libros de caballerías castellanos, Alcalá de Henares,
Centro de Estudios Cervantinos, 2001, pp. 460-464.

Adaptación de Lope García de Salazar, incorporada en su Libro


de las bienandanzas e fortunas (c. 1471-1476), copiado en un
manuscrido fechado en 1492, conservado en la Real Academia
de la Historia, Madrid (ms. 9-10-2/2100). Resumen en folio 183r.
{Sharrer, 1977, Ae2, pp. 35-37}.

& Edición de Ana Mª Marín Sánchez, Istoria de las bien-


andanzas e fortunas de Lope García de Salazar (Ms. 9-10-
2/2100 R.A.H.), en Memorabilia, 3 (1999).
[http://parnaseo.uv.es/Lemir/Textos/bienandanzas/Menu.
htm]

2.2. Merlín / Suite de Merlin


Fragmento (datado hacia 1469-1470) conservado en la Bibliote-
ca Universitaria de Salamanca (ms. 1877). Folios 282v-296r. {Sha-
rrer, 1977, Ae1, pp. 33-35}.

& Edición de Karl Pietsch, Spanish Grail Fragments, Chica-


go, University, 1924-1925, 2 vols., pp. 55-81.

Adaptación de Lope García de Salazar, incorporada en su Libro


de las bienandanzas e fortunas (c. 1471-1476), copiado en un
manuscrido fechado en 1492, conservado en la Real Academia
de la Historia, Madrid (ms. 9-10-2/2100). Folios 183v-187v. {Sharrer,
1977, Ae2, pp. 35-37}.

2.3. Queste / Mort Artu


Fragmento (datado hacia 1469-1470) conservado en la Bibliote-
ca Universitaria de Salamanca (ms. 1877). Folios 298v-300v. {Sha-
rrer, 1977, Ae1, pp. 33-35}.

& Edición de José Manuel Lucía Megías, en Antología de


libros de caballerías castellanos, Alcalá de Henares, Centro
de Estudios Cervantinos, 2001, pp. 457-460.

Adaptación de Lope García de Salazar, incorporada en su Li-


bro de las bienandanzas e fortunas (c. 1471-1476), copiado en

Aula Medieval 5 (2016), pp. 69-86


72 Rafael M. Mérida Jiménez

un manuscrido fechado en 1492, conservado en la Real Acade-


mia de la Historia, Madrid (ms. 9-10-2/2100). Resumen en los folios
187v.-188r. {Sharrer, 1977, Ae2, pp. 35-37}.

2.4. Segunda versión (castellana) del ciclo del Roman du Graal


La mayoría de investigaciones sostienen que existió una segunda
traducción castellana del cicle de la Post-Vulgata (Merlín, Suite, Ques-
te y Mort Artu), en la actualidad perdida, de la que derivarían los si-
guientes incunables e impresos:

Baladro del sabio Merlín con sus profecías (Burgos: Juan de Bur-
gos, 1498). Se conserva un único ejemplar, en la Biblioteca Uni-
versitaria de Oviedo (R-33215) {Sharrer, 1977, Ae4, pp. 40-42}.

& Ejemplar de la Biblioteca Universitaria de Oviedo digita-


lizado, signatura R-33215.
[http://digibuo.uniovi.es/dspace/bits-
tream/10651/13072/1/1159735.pdf ]
& Edición de Mª Isabel Hernández González, Baladro del
Sabio Merlín. Facsímil y edición, Gijón, Trea, 1999, 2 vols.

Baladro del sabio Merlín con sus profecías (Toledo: Juan de Vi-
llaquirán, 1515). Aparece documentada pero no se conservan
ejemplares.

Baladro del sabio Merlín con sus profecías (Sevilla: ¿Juan Varela
de Salamanca?, 1535). Ejemplares en las siguientes bibliotecas:
Biblioteca Nacional, Madrid (R-3870); Universidad Complutense,
Madrid; Bibliothèque de France, París (Rés. M.Y2.22); British Li-
brary, Londres (G.10241); National Library of Scotland, Edinburg
(g.23.a.1º, HABW 272.5 Hist. 2º); University of Illinois at Urbana
(X862D39, Od1535) {Sharrer, 1977, Ae5, pp. 42-43}.

& Ejemplar de la BNE digitalizado, signatura R-3870.


[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?field=
todos&text=grial&showYearItems=&exact=on&textH=&adv
anced=false&completeText=&pageSize=1&pageSizeAbrv=
30&pageNumber=4]
& Ejemplar de la Universidad Complutense de Madrid digi-
talizado, signatura BH FLL Res. 244.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 69-86


La Materia de Bretaña en las letras castellanas... 73

[http://alfama.sim.ucm.es/dioscorides/consulta_libro.
asp?ref=B20386412&idioma=0]
& Baladro del sabio Merlín (Burgos, Juan de Burgos, 1498).
Guía de lectura, de Paloma Gracia, Alcalá de Henares,
Centro de Estudios Cervantinos, 1998.

Demanda del Sancto Grial (Toledo: Juan de Villaquirán, 1515).


Solo se conoce un ejemplar conservado, en la British Library, Lon-
dres (G.10241) {Sharrer, 1977, Ae7, pp. 46-47}.

& Edición de José Ramón Trujillo como tesis doctoral, dirigi-


da por Florencio Sevilla, Universidad Autónoma de Madrid,
2004.
& Demanda del Santo Grial (Toledo, Juan de Villaquirán,
1515). Guía de lectura, de José Ramón Trujillo, Alcalá de
Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2006.

Demanda del Sancto Grial (Sevilla: ¿Juan Varela de Salaman-


ca?, 1535). Ejemplares en las siguientes bibliotecas: Biblioteca
Nacional, Madrid (R-3870); Universidad Complutense, Madrid;
Bibliothèque de France, París (Rés. M.Y2.22); British Library, Lon-
dres (G. 10241); National Library of Scotland, Edinburg (g.23.a.1º,
HABW 272.5 Hist. 2º); University of Illinois at Urbana (X862D39,
Od1535) {Sharrer, 1977, Ae8, p. 47}.

& Ejemplar de la BNE digitalizado, signatura R-3870.


[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?field=
todos&text=grial&showYearItems=&exact=on&textH=&adv
anced=false&completeText=&pageSize=1&pageSizeAbrv=
30&pageNumber=4]
& Ejemplar de la Universidad Complutense de Madrid digi-
talizado, signatura BH FLL Res. 244.
[http://alfama.sim.ucm.es/dioscorides/consulta_libro.
asp?ref=B20386412&idioma=0]
& Edición de Adolfo Bonilla y San Martín, La demanda del
Sancto Grial, en Libros de caballerías. Primera parte, Ma-
drid, Bailly-Baillière, 1907, pp. 163-338 («Nueva Biblioteca de
Autores Españoles», vol. 6).

Aula Medieval 5 (2016), pp. 69-86


74 Rafael M. Mérida Jiménez

[http://www.cervantesvirtual.com/obra/la-demanda-del-
sancto-grial/]

3. Testimonios tristanianos
Manuscrito de 131 folios (siglo XV) conservado en la Biblioteca
Vaticana, Roma (ms. 6428) {Sharrer, 1977, Ad5, pp. 27-29}.

& Edición de Ivy A. Corfis, Edition and Concordances of


the Vatican Manuscript 6428 of the “Cuento de Tristán de
Leonís”, Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies,
1985 (microficha). Edición reproducida en ADMYTE 0, 1994
(cd-rom). Editado en Tirant 16 (2013), pp. 5-196.
[http://parnaseo.uv.es/Tirant/Butlleti.16/CORFIS.pdf]

Un folio (final del siglo XV) conservado en la Biblioteca Nacional,


Madrid (ms. 20262, n. 19) {Sharrer, 1977, Ad4, p. 27}.

& Ejemplar de la BNE digitalizado, signatura ms. 20262, n.


19.
[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?field=
todos&text=Tristan+de+leon%c3%ads&showYearItems=&ex
act=on&textH=&advanced=false&completeText=&pageSi
ze=1&pageSizeAbrv=30&pageNumber=2]
& Edición de Ramón Menéndez Pidal, en Crestomatía del
español medieval, Madrid, Gredos, 1971 (2ª ed.), vol. 1, p.
350.

Cincuenta y nueve fragmentos (finales del siglo XV) conservados


en la Biblioteca Nacional, Madrid (ms. 22644), relacionados con
el anterior.

& Ejemplar de la BNE digitalizado, signatura ms. 20262, n.19.


[http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?field=
todos&text=Tristan+de+leon%c3%ads&showYearItems=&ex
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Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus gran-


des fechos en armas (Sevilla: Jacobo Cromberger, 1511). Cono-
cemos un único ejemplar, conservado en la Library of Congress,
Washington (PQ6437. T8 1511).

Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus gran-


des fechos en armas (Sevilla: Juan Varela de Salamanca, 1520).
No se conservan ejemplares.

Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus gran-


des fechos en armas (Sevilla: Juan Varela de Salamanca, 1525).
Ejemplares en las siguientes bibliotecas: Mazarine, París (370) y
Biblioteca Nazionale, Turín (Ris. 24-11).

Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus gran-


des fechos en armas (Sevilla: Juan Cromberger, 1528). Ejempla-
res en las siguientes bibliotecas: Biblioteca Nacional, Madrid
(R-8.522); British Library, Londres (G.10259) y Pierpont Morgan Li-
brary, Nueva York (E-22.48E).

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nid=CCAA41F734A0C396FEE07985AA39CFD2?languageVi
ew=es&field=todos&text=Tristan&showYearItems=&exact=
on&textH=&advanced=false&completeText=&pageSize=1
&pageSizeAbrv=30&pageNumber=1]

Coronica nueuamente emendada y añadida del buen caua-


llero don Tristán de Leonís y del rey don Tristán de Leonís, el joven
su hijo (Sevilla: Domenico de Robertis, 1534). Ejemplares en las
siguientes bibliotecas: Bibliothèque de France, París (Rés Y2.215)
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ce=bl&ots=Uc0PNrZL-n&sig=lyLbniloXfBCdCVYXTx2nqnlYL0&hl=es&s
a=X&ved=0ahUKEwi686qznt7NAhWCzBoKHV1xAqkQ6AEIKjAE#v=on
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5 (2016), pp. 87-117

Tristán, una obra artúrica en los orígenes


de los libros de caballerías castellanos

María Luzdivina Cuesta Torre


Universidad de León

1. Tristán de Leonís: de los orígenes a las manifestaciones


castellanas
Cuando en el año 1501 se publica la primera edición del Tristán de
Leonís, la obra no es ya estrictamente una novedad, pues había go-
zado de fama persistente a lo largo de todo el siglo XV, como reflejan
tanto las alusiones a sus personajes en la poesía de cancionero como
el romance existente, cuyo inicio se incorpora en el Tirant lo Blanch
(«Mal se quexa don Tristán») o la mención de sus personajes secunda-
rios (Bravor el Brun), la imitación de uno de sus episodios (el de la Isla del
Ploto en el de la Isla de la Torre Bermeja) y la alusión a otro (el tributo de
Irlanda) en el Amadís de Gaula. Y aunque se desconoce la fecha de
su primera versión al castellano, pues los manuscritos que conservan
el texto, todos ellos incompletos, son de fines del siglo XIV o ya del XV
(el ms. de la Biblioteca Vaticana conocido como Cuento de Tristán,
y los fragmentos manuscritos de la Biblioteca Nacional de España o
Códice de Tristán), alusiones en el Libro de buen amor («nin es agora
Tristán con todos sus amores») y referencias internas como la mención
de la «blanca» como moneda en curso, apuntan a que podría haber-
se efectuado una traducción en el primer tercio del siglo XIV.
El tema tratado y el argumento general de la obra era conocido, sin
embargo, con mucha anterioridad: procedente de la literatura oral
88 María Luzdivina Cuesta Torre

de los pueblos celtas de Gran Bretaña, fue reelaborado por escrito en


los poemas en francés de Béroul y de Thomas d’Anglaterre (quienes
mencionan la existencia de cuentistas orales) en el siglo XII, en el ám-
bito de la monarquía normanda de Inglaterra, que intentaba trabar
una alianza contra los sajones con los antiguos pobladores de la isla,
asimilando sus símbolos culturales. También el famoso Chrétien de Tro-
yes, que escribe romans courtois para la corte de María de Champag-
ne y difunde la ideología del amor cortés, cuando menciona el listado
de sus obras incluye una dedicada a Tristán. El asunto se difunde rápi-
damente por Europa y muy pronto existen ya poemas corteses en ale-
mán, destacando, por su fecha temprana, el de Eilhard de Auberga y
el de Godofredo de Estrasburgo por su calidad artística excepcional,
que le convirtió muchos siglos después en la base textual de la ópera
de Wagner. El conocimiento de los nombres y episodios tristanianos
llega a la península ibérica ya en esa primera época, apareciendo en
la onomástica y en la poesía trovadoresca catalano-provenzal.
Cuando surge en Francia el nuevo género del «roman en prose» a
principios del siglo XIII, la temática de los poemas pasa a desarrollarse
con gran extensión en una novela en prosa que narra los orígenes
familiares del protagonista desde los más remotos antepasados, sigue
después la biografía del héroe, entremezclándola con la de otros per-
sonajes del universo artúrico, en especial con la de Lanzarote y otros
caballeros de la Mesa Redonda, y finaliza con la muerte de Tristán, su
entierro y la recepción de la noticia en la corte del rey Arturo. La no-
vela tendrá varias versiones en francés y su extensión facilitará que las
copias mezclen partes de manuscritos diferentes, produciéndose así
versiones híbridas, lo que dificulta enormemente la investigación sobre
su trasmisión textual. La poesía gallego-portuguesa refleja el conoci-
miento de esta segunda fase de desarrollo de la temática tristaniana
con referencias a episodios novelescos, casi todas ellas localizadas
en poetas de la familia de Alfonso X y el rey don Denís de Portugal,
y con la versión al gallego-portugués de algunos de los lais que Tris-
tán componía en el Roman de Tristan en prose en francés. Este último
se difundió también rápidamente por Europa, y versiones del mismo
llegan a Italia (destaca la Compilación realizada en francés por Rus-
ticiano o Rustichello de Pisa, más conocido como autor del relato de
viajes dictado por Marco Polo), Inglaterra (donde el célebre cuentista
Thomas Malory incorpora la historia del héroe a su relato de La muer-
te de Arturo) y a lugares tan lejanos como Bielorrusia. En la península
ibérica habrá versiones de la novela en prosa al gallego-portugués
(se conserva un fragmento) y al catalán (existen tres manuscritos muy
fragmentarios), además de los manuscritos castellanos ya menciona-

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 89

dos. Los textos catalanes y castellanos se agrupan en la misma tra-


dición textual, que presenta curiosas semejanzas con algunos de los
manuscritos italianos, acreditando la hipótesis de que la fuente de la
traducción catalano-castellana fuera un manuscrito en francés (para
algunos investigadores, en italiano) procedente del norte de Italia.
En la literatura castellana medieval la leyenda de Tristán e Iseo se
difunde a través de algunas alusiones en poemas y obras en prosa,
un romance o poema épico-lírico dedicado a la muerte de Tristán co-
nocido por su primer verso («Ferido está don Tristán»), del que existen
tres versiones, y el ms. 22021 de la Biblioteca Nacional de España, que
contiene dos epístolas nacidas al amparo de la ficción sentimental a
partir de uno de los episodios de la historia de los amantes (Carta de
Iseo y respuesta de Tristán), y cuatro novelas, todas ellas anónimas,
dos en forma manuscrita y dos conservadas únicamente en forma
impresa:
1) Códice de Tristán, BNE, ms. 20262-19, editado por Bonilla (1904:
25-28)1 y también por Ménendez Pidal (19712: 350), y BNE, ms. 22644,
editado por Alvar y Lucía (1999: 9-135), de inicios del siglo XV, en
pergamino y papel, en castellano.
2) Cuento de Tristán (ms. Biblioteca Vaticana 6428, editado mo-
dernamente por Northup (1928) y por Corfis (1985 y 2013)), de fines
del siglo XIV–inicios del XV, en papel, en castellano y castellano-
aragonés.
3) Tristán o Tristán de Leonís (Libro del esforçado cauallero don Tris-
tán de Leonís y de sus grandes fechos en armas, editio princeps en
Valladolid, Juan de Burgos, 1501, reeditado en numerosas ocasiones
a lo largo del siglo XVI por las imprentas sevillanas de Cromberger
y Varela. Entre las ediciones modernas de esta obra destacan las
realizadas sobre la edición de 1501 por Bonilla (1912) y por Cuesta
(1999a). Un resumen del argumento y un catálogo de personajes,
junto con una breve introducción y la bibliografía esencial pueden
encontrarse en la guía de lectura realizada por Cuesta (1988).
4) Tristán el Joven (Corónica nuevamente enmendada y añadida
del buen cavallero don Tristán de Leonís y del rey don Tristán de
Leonís el Joven, su hijo, Sevilla, Domenico de Robertis, 1534), edita-
do modernamente por Cuesta (1997a), que ha realizado también
una guía de lectura (Cuesta 1999b).

1. Todas las referencias bibliográficas se recogen en la «Adenda: Bibliografía. La


tradición textual del Tristán en la península ibérica», realizada por Mª Luzdivina Cuesta
Torre (Universidad de León), en este mismo volumen.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


90 María Luzdivina Cuesta Torre

Se trata de cuatro obras diferentes, pues como tales deben ser con-
sideradas a causa de las importantes variaciones que presentan en
algunos episodios, en estilo y en intención. Las dos obras que se han
conservado de forma manuscrita se encuentran incompletas en dife-
rente grado a causa de pérdidas en la transmisión escrita. En el caso
del Cuento de Tristán, la pérdida de folios afecta al comienzo del re-
lato y a una extensa parte final que abarca cerca de la mitad de la
obra, si se supone que fuera de longitud similar al Tristán castellano
impreso en 1501. El manuscrito recoge la historia de Tristán desde que
su ayo Gorvanao le aconseja partir del reino de Leonís hasta que la
reina Iseo acompaña a Tristán al torneo de Camalot y ambos reciben
en su tienda la visita del rey Arturo y Lanzarote. En el caso del Códice
de Tristán, la pérdida afecta a numerosos folios intercalados en el con-
junto de la obra, y parcialmente a los folios conservados, que se en-
cuentran recortados por los márgenes. El contenido de los fragmentos
refiere desde el torneo de Escocia que vence el Caballero de las Dos
Espadas, Palomedes, hasta la guerra de venganza por la muerte de
Tristán e Iseo, el regreso de Quedín a la Pequeña Bretaña y la muerte
de Iseo de las Blancas Manos. Es casi seguro que ninguno de estos
manuscritos representa la primera versión novelesca de la leyenda
de Tristán en castellano, pues se encuentran alusiones en otras obras
literarias con anterioridad a esas fechas.

2. El Códice de Tristán de la Biblioteca Nacional de España


(mss. 20262-19 y 22644)
El Códice de Tristán, cuyos fragmentos han requerido un laborio-
so trabajo de ordenación e identificación por parte de los editores,
añade al interés del texto el de las miniaturas alusivas al argumento,
que indican que fue elaborado para un lector de elevada condición
social. Junto con el manuscrito parisino del Libro del caballero Zifar,
constituye uno de los pocos códices medievales castellanos en los
que se conservan miniaturas que no forman parte de la iconografía
religiosa. Alvar y Lucía (1999: 9-135) lo consideran del siglo XV.
Del Códice de Tristán se conservan los siguientes episodios, de muy
diferente extensión y algunos de ellos con importantes lagunas internas:
1— Desde la organización del primer torneo de Escocia hasta la
partida de Tristán para luchar en el segundo torneo, provisto de
las armas que fueron del Morlot (corresponde a los caps.11-12 del
Tristán de Leonís).

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 91

2— Desde el final del combate con Galeote hasta la noche de


bodas de Mares e Iseo, el rapto de Iseo por Palomades y el hallaz-
go de ésta por Gorvalán (caps. 25-30 del Tristán de Leonís).
3— Desde la liberación de Artur del poder de la Doncella del Arte
hasta que Tristán se despide de Artur (caps. 45-46).
4— Desde que Tristán e Iseo huyen de la corte de Mares hasta
que duermen en el castillo del caballero que guarda el paso del
puente del cuerno (cap. 53).
5— Desde que acaba el segundo torneo de Camelot y Artur y
Lanzarote van a visitar a Tristán e Iseo a su tienda hasta que Dina-
dán llega a la Giosa Guarda (caps. 58-59).
6— Desde el combate de Lanzarote y Tristán en el torneo de Ver-
cepón, la estancia del rey Mares en la corte de Artur y perdón de
los amantes, hasta la conversión de Tristán en caballero de la Mesa
Redonda, la llegada del Caballero Anciano a la corte y su interven-
ción en la guerra a favor de la dueña viuda y su hija (caps.63-71 y
73-74).
7— Desde el final del combate entre Tristán y Galaz hasta el regre-
so de Tristán a Tintoíl (caps.78-79).
8— Desde la herida mortal de Tristán hasta que este pide confe-
sión y comulga (caps. 81-83).
9— La guerra de los caballeros de la Mesa Redonda contra Ma-
res, el castigo de Aldaret y la muerte de Iseo de las Blancas Manos
(sin correspondencia en la versión impresa).
La comparación entre el Códice y el Tristán de Leonís realizada por
Cuesta (1999a: xix-xxiii) demuestra que, en general, haciendo excep-
ción de episodios particulares que han sido totalmente modificados
en el Tristán de Leonís (por ejemplo, las cartas), las diferencias entre
ambos textos consisten fundamentalmente en variantes ortográficas
o morfológicas, variantes léxicas y cambios de tipo sintáctico, supre-
siones o ampliaciones y pequeños (aunque a veces muy significati-
vos) cambios de contenido en secciones puntuales, además del uso
en varios pasajes del Tristán de Leonís de un tono retórico afín al de
la ficción sentimental. Algunos de los epígrafes del Códice coinciden
palabra por palabra con los títulos de capítulos de los impresos (por
ejemplo, folios 19r y 27r del Códice y caps. 65 y 70 del Tristán de Leo-
nís), aunque, a tenor de lo conservado, el manuscrito debía tener casi
el doble de capítulos, pero no de extensión) que la obra impresa. El
modelo del Tristán de Leonís debió ser otra copia perdida del Códice
de Tristán, corregida y alterada en diferente grado, según los pasajes,
por quien preparó el texto para la imprenta. La similitud entre los tex-

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


92 María Luzdivina Cuesta Torre

tos en algunos lugares es tan exacta que permite la reconstrucción


de la parte dañada del manuscrito. Lamentablemente, no es posible
comparar el Códice de Tristán ni con el manuscrito catalán de Ando-
rra (donde se narra desde la noche de bodas de Tristán e Iseo de las
Blancas Manos hasta el inicio del combate de Tristán y Lamarad en la
Gasta Floresta), ni con el de Cervera (que contiene la liberación de
Meliadux del poder de la encantadora y el primer intento de enve-
nenamiento de la madrastra de Tristán), ni tampoco con el reciente-
mente descubierto de la Biblioteca de Catalunya, pues no conservan
ningún episodio común.
Solo tres pasajes del Códice no encuentran correspondencia en el
texto del Tristán de Leonís: una parte del fragmento 10 que se refiere
al episodio en el que el rey Arturo corta la cabeza de la Doncella del
Arte que lo ha retenido prisionero, y los fragmentos 37 y 38 que relatan
la guerra de venganza por la muerte del protagonista emprendida
por sus amigos y la muerte de Iseo de las Blancas Manos. Estos pasajes
han sido suprimidos por motivos ideológicos por parte del autor-refun-
didor del Tristán de Leonís, y por ello pueden ofrecer mayores pistas
sobre las características de la versión del Códice. El pasaje del frag-
mento 10 permite la comparación también con el Cuento de Tristán,
lo que no sucede en el caso de los fragmentos 37 y 38. Esto es muy
interesante, pues permite apreciar la gran diferencia entre el Códice
y el Cuento en la expresión de las ideas, el orden de los sucesos y en
parte de los contenidos. El Códice ofrece un grado intermedio entre
el Cuento y las versiones impresas en cuanto al respeto a la autoridad
real y al comportamiento cortesano.
En el Códice de Tristán algunos personajes que intervienen en una
única aventura reciben nombres diferentes, aunque fonéticamente
semejantes a los que ostentan en los impresos (por ejemplo, los reyes
y caballeros que asisten a la conversión de Tristán en caballero de la
Mesa Redonda y a la llegada del Caballero Anciano). Reviste espe-
cial importancia e interés el hecho de que el Códice muestre como
sobrenombre de la reina Iseo el apelativo de «Brunda», que difiere del
de «Baça», que era el que se le otorgaba en el Cuento. Era, por tanto,
la versión ofrecida por el Códice y no la del Cuento la que conocían
los poetas cancioneriles que se refieren a Iseo como «Brunda» y tam-
bién la que refleja Rodríguez de Montalvo en su Amadís.

3. Cuento de Tristán
La obra se conoce a través del ms. Vaticano 6428, de finales del siglo
XIV o principios del XV. El manuscrito consta de 131 folios escritos a dos

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 93

columnas, y presenta errores en su ordenación. Faltan cinco folios al


comienzo y es imposible determinar cuántos faltan al final.
El relato se inicia con el viaje de Tristán a la corte del rey Framont de
Gaulas y termina cuando el rey Arturo y Lanzarote visitan a Tristán e
Iseo en su tienda durante un torneo a las afueras de Camelot, poco
después de la huida de los amantes de la corte de Mares y su estable-
cimiento en la Joyosa (palabra derivada del francés) Guarda.
Se trata de un manuscrito compuesto por cuadernillos debidos a
cinco manos diferentes, de las cuales una (la D) manifiesta rasgos dia-
lectales aragoneses, presentes en menor medida en otras manos, lo
que ha llevado a los estudiosos a hablar de este manuscrito como del
Tristán castellano-aragonés. Los copistas A, B y C parecen haber ido
relevándose unos a otros; el D y el E, parecen estar preparando otra
copia distinta del texto, ya que algunos pasajes se encuentran du-
plicados. El amplio fragmento reúne 54 páginas repetidas, y Northup
(1928) da crédito a la suposición de que puede tratarse de distintas
copias de un mismo modelo erróneamente combinadas en una.
Como obra conservada en la Biblioteca Vaticana, puede suponerse
su procedencia de la biblioteca del antipapa Álvaro de Luna, lo que
la ligaría también a un entorno aragonés.
El rasgo que define mejor el carácter del Cuento de Tristán es el de
la tendencia a la presentación humorística y realista de los sucesos.
La línea argumental es la misma que en el Códice de Tristán y en los
impresos del Tristán de Leonís, aunque con importantes variaciones en
la expresión y el estilo, e incluso en el orden, selección y contenido de
algunos episodios. Por lo general, se diferencian en los nombres de los
personajes, en la extensión de los pasajes, en los diálogos, en el uso
del estilo directo e indirecto y en asuntos de detalle, así como estilís-
ticamente, pues el lenguaje es más moderno y el estilo más pulido y
retórico en el Códice de Tristán y en Tristán de Leonís que en el Cuento
de Tristán.
Cuesta (1999a: xviii y 2015: 334) cree que la distancia entre el Cuento
de Tristán y los restantes textos castellanos se acentúa en los últimos
capítulos conservados del manuscrito, aspecto que corrobora indi-
rectamente el recién descubierto manuscrito catalán de la Biblioteca
de Catalunya, al concordar con el texto catalán de Cervera y con el
Cuento de Tristán en el único fragmento que comparten, que es del
inicio de la obra. Ello le hace sospechar que tal vez esas diferencias
se intensificaran en la parte perdida. En los últimos folios conservados
del Cuento los diálogos son muy distintos y el Códice y los impresos
abrevian la materia.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


94 María Luzdivina Cuesta Torre

En el Cuento de Tristán, los nombres de los personajes secundarios


aparecen grafiados de distinta manera que en los restantes testimo-
nios castellanos (incluso los nombres de personajes de relativa impor-
tancia, como Brangén, Gorvanayo, Godis o Dinadani), otras veces se
han alterado por completo, o se han confundido con el de otro per-
sonaje, como es el caso de Brunor, que en una ocasión es substituido
por Brioberís y en otra por Bravor, o el del marido de la Dueña de la
Espina, que en el Cuento recibe varios nombres, ninguno de los cuales
coincide con el que dan los impresos.
Algunas de las diferencias que presenta el Cuento de Tristán res-
pecto al Códice de Tristán permiten apreciar mejor la originalidad del
primero en la configuración de los caracteres. El papel de Gornayo
(Gorvalán) es más importante en el Cuento, y la reina Iseo es más de-
cidida, independiente y extremada en sus reacciones. Por ejemplo,
un episodio enfocado de forma completamente diferente en estas
dos versiones, y que además no aparece en el Tristan en prose francés
ni en las versiones italianas, es la aventura del Paso del cuerno (cap.
53 del Tristán de Leonís). Mientras en el Cuento la reina insiste en que
Tristán toque el cuerno y le amenaza, ante su negativa, con tocarlo
ella misma, consiguiendo incluso que Tristán se enfade un poco, en
el Códice y en los impresos ruega a su amante que no lo toque, por
temor a que reciba alguna herida. En esta misma línea, Rubio Pacho
(2002: 279-289) ha destacado el carácter negativo que presentan el
amor y los personajes femeninos en el Cuento de Tristán, el cual acen-
túa los rasgos misóginos del Tristan en prose. Dinadani se comporta de
forma menos cortés en el Cuento, pero ello redunda en una vertiente
más humorística del mismo. Sus invectivas son tan exageradas que
han de interpretarse como propias de una conversación burlesca.
Frente al Tristán de Leonís, el Cuento se caracteriza por presentar más
elementos de violencia, especialmente violencia verbal: el desafío a
muerte del héroe a su tío el rey cuando huye de la corte y se aposta
en el Paso de Tintayol, la mención expresa a un posible suicidio en la
carta de Iseo, la expresión «puta falsa» aplicada a Iseo por Dinadani.
La carta de Iseo del Cuento de Tristán ha sido confrontada por Cues-
ta (1993b: 83-93) con la versión de la misma que ofrece el fragmen-
to catalán de Andorra. La proximidad asombrosa de algunas frases
prueba sin lugar a duda la existencia de un arquetipo común, pues
aunque la versión castellana resulta más amplia que la catalana,
nada hay en ella que no pueda atribuirse a la amplificatio. En el caso
de la carta que Belisenda envía a Tristán, la del Cuento se acerca en
sus contenidos (pero no en su expresión) a la del Tristan en prose y el
Tristano Riccardiano italiano, pero muestra cierta originalidad.

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 95

En conclusión, el Cuento de Tristán coincide con el del Códice y las


ediciones del XVI en cuanto al argumento, con unas pocas excep-
ciones, pero su estilo es mucho más primitivo, más ingenuo, menos
retórico. Normalmente, las mismas ideas se expresan de manera di-
ferente en uno y otros, y las coincidencias verbales son escasas. Por
otra parte, hay importantes variaciones en el contenido que afectan
a la caracterización de los personajes, en el Cuento más violentos,
menos corteses, a los que se presenta a veces con rasgos negativos.
En cuanto a la ideología que transmite el texto, tiende a ofrecer una
mirada realista y crítica sobre la práctica del ideal caballeresco, lo
que redunda en una interpretación irónica y humorística de algunos
episodios.

4. Tristán de Leonís, la edición de 1501


Puesto que los manuscritos medievales castellanos del Tristán no se
conservan completos, para conocer el argumento es preciso recurrir
al texto del Tristán de Leonís impreso en repetidas ocasiones durante
el primer tercio del siglo XVI, aunque este, como se ha dicho, no siem-
pre refleja el mismo contenido, por ser una obra nueva, una refundi-
ción cargada de significados propios.

4.1. Argumento comentado


El argumento del Tristán de Leonís castellano comienza con el relato
del origen del tributo que Cornualla debe pagar a Irlanda (un tributo
humano similar al que se encuentra en muchos relatos legendarios y
míticos, como por ejemplo, el de los jóvenes enviados al Minotauro),
para proseguir después con la historia del nacimiento del protagonis-
ta, rodeada de sucesos extraordinarios y de intervenciones sobrena-
turales y mágicas (su padre es encantado por una doncella, que lo
encierra en una torre y le hace olvidar el resto del mundo; su madre
se pone de parto durante su viaje en busca de su esposo y muere,
tras otorgar una bendición profética y bautizar a Tristán; el niño y su
padre son recuperados por la intervención de Merlín, que conoce su
paradero y sabe cómo tratar a la encantadora). El rey viudo se casa
de nuevo, lo que da lugar a tres episodios en los que Tristán sufre tres
intentos de envenenamiento por parte de su madrastra, en una evi-
dente conexión con relatos folclóricos: así va adquiriendo el lector
las señales del destino heroico del protagonista, salvado una y otra
vez para la realización de futuras hazañas por el cuidado y protec-
ción de su ayo, Gorvalán. Tras la muerte de su padre, el joven Tristán
y Gorvalán parten a la corte del rey Feremondo de Gaula, donde

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96 María Luzdivina Cuesta Torre

empieza a cumplirse la profética bendición materna: la hija del rey se


enamora del adolescente, que desconociendo por completo el sen-
timiento amoroso no es capaz de compadecerse de ella y se atiene
a un código moral de comportamiento que le impide corresponderla.
Tras un episodio que imita el bíblico de José y la mujer de Putifar, Tristán
es acusado de intento de violación y condenado a muerte, pero es
salvado en última instancia por su misma acusadora. Ello tiene como
consecuencia la partida de Tristán y la carta de despedida y el suici-
dio de la abandonada Belisenda, la primera de las tres mujeres que
morirán por amarlo.
Desde Gaula, Tristán y su ayo se dirigen a Cornualla, donde viven
de forma anónima en la corte del rey Mares, tío paterno del joven.
La llegada de Morlot, reclamando el tributo humano que Cornualla
debe a Irlanda, motiva el desafío del campeón irlandés a Tristán, que
debe ser investido caballero por el rey para la ocasión, revelándose
su identidad. El duelo finaliza con la victoria del caballero novel, quien
recibe, sin embargo, una herida envenenada que no cura nunca.
Desesperado, el héroe emprende un viaje por mar sin rumbo fijo, lo
que constituye una nueva forma de exposición heroica y simboliza
también, en cierto modo, la muerte y el futuro renacer del personaje.
El destino guía su nave: arribado a Irlanda, la misma hija del rey, so-
brina de Morlot, curará su herida (haciendo gala de cualidades feé-
ricas que comparte con su madre y que la relacionan con un amplio
elenco de personajes literarios y mitológicos femeninos, tanto de rai-
gambre clásica como céltica, dotados de estas extraordinarias capa-
cidades) y le mostrará su preferencia, haciendo de él su caballero en
un torneo en el que Tristán obtiene la victoria. Palomades, el anterior
campeón, pretendiente también de la bella princesa Iseo, empieza
a experimentar la rivalidad con Tristán que marcará otros episodios
futuros. El descubrimiento de la identidad de Tristán como homicida
de Morlot, a causa de la melladura de su espada, desencadenará su
expulsión de Irlanda.
De regreso a Cornualla, Tristán se convierte en el principal caballero
de la corte y recibe las atenciones amorosas de la Dueña del Lago
del Espina, dama casada por la que el rey Mares se interesa. Tristán
experimenta el sexo, pero no el amor (el acto sexual cobra incluso tin-
tes humorísticos cuando la sangre de una herida del héroe mancha el
lecho de la dama, revelando al marido el adulterio), como demuestra
el hecho de que no corra a socorrer a la dueña cuando otro caballe-
ro la rapta. Los celos del rey se manifiestan en un deseo de destruirlo,
motivo por el que lo envía a Irlanda a solicitar la mano de la princesa
Iseo, esperando que los irlandeses acaben con él. Sin embargo, Tristán

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 97

tiene ocasión de participar en un combate judicial, un juicio de Dios


en el que defiende al rey de Irlanda de una acusación ante la corte
del rey Arturo, lo que concita su agradecimiento y el fácil éxito de
su misión. La reina irlandesa, deseando la felicidad matrimonial de su
hija, entrega a la doncella Brangel un bebedizo amoroso que debe
tomar junto con su esposo en la noche de bodas. Durante el viaje,
la doncella se equivoca de vino y sirve a Tristán y a Iseo el filtro que
acabará con sus restricciones morales y sociales y les llevará a realizar
«una tal obra que nunca en su vida se les olvidará». El castigo divino se
manifiesta en una tormenta que arroja el navío a una isla en la que un
gigante pagano mantiene una malvada costumbre, un motivo típico
de la literatura artúrica. Tristán deberá eliminar la mala costumbre,
pero también demostrar su cortesía perdonando al hijo del gigante,
Galeote, que es amigo personal de Lanzarote y uno de los destaca-
dos caballeros de la Mesa Redonda. De esta forma, la historia de Tris-
tán queda ligada a la de los caballeros artúricos.
Otra vez en Cornualla, la noche de bodas Iseo emplea una argucia
tramada por Gorvalán para fingir su virginidad: su doncella Brangel
la substituye en el lecho nupcial. Se incluye aquí un tema folclórico,
que es fácil de relacionar con el cuento de Blancanieves: la reina
Iseo teme que Brangel la delate ante el rey y ordena a unos esbi-
rros asesinarla en el bosque y traerle como prueba su corazón; ellos
se compadecen y la abandonan, llevando el corazón de un animal.
El caballero andante Palomades salva a Brangel cuando Iseo se ha
arrepentido ya de su precipitada orden. Poco después, Palomades,
mediante la petición de un don en blanco (otro motivo típico de los
relatos artúricos) como premio por el rescate de Brangel, consigue
llevarse a la reina, pero Tristán la rescata. La desesperación del pro-
tagonista por alcanzar al raptor contrasta agudamente con su tran-
quilidad en el anterior episodio paralelo de la Dueña del Lago del
Espina, y demuestra que los sentimientos del personaje son ahora muy
distintos de los que entonces experimentaba. Reintegrada la reina a
la corte, los amantes se ven a escondidas, hasta que son delatados
por el envidioso Aldaret, sobrino del rey, instigado por su amante, una
mujer a la que Tristán había rechazado previamente. Anteriormente
el rey ha preferido no dar crédito a un cuerno mágico que delata
a las adúlteras, preparado por Morgana para revelar el adulterio de
Lanzarote y Ginebra. Aunque en una ocasión los amantes consiguen
desviar las sospechas cuando Iseo se somete a un juicio de Dios para
probar su inocencia, finalmente son tomados in fraganti, apresados y
condenados. Gorvalán, con ayuda de los caballeros amigos de Tris-
tán, rescata a Iseo, que se defiende con su cinturón de los leprosos a

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98 María Luzdivina Cuesta Torre

los que ha sido entregada. Tristán huye de quienes iban a ajusticiarlo


mediante un salto prodigioso por un acantilado. Los amantes viven
en el bosque durante un tiempo, en la casa que antaño perteneció a
la Sabia doncella, hasta que el rey descubre su escondite y consigue
apresar a Iseo mientras Tristán está de caza. Una herida envenenada
le obliga a despedirse a través de Brangel de la reina y partir por se-
gunda vez en un viaje por mar en busca de curación.
En la Pequeña Bretaña, otra Iseo, experta también en el arte de cu-
rar, conocida como «la de las blancas manos», consigue sanarlo. En
agradecimiento Tristán defiende el reino y vence al conde de Egipta.
La amistad con el príncipe Quedín deriva en una proposición matri-
monial cuando este le cree enamorado de su hermana al oírle suspi-
rar por Iseo. Tristán acepta, pensando poder olvidar así a la reina de
Cornualla y terminar con el amor adúltero que tantas desgracias ha
atraído para ambos. Pero en la noche de bodas el recuerdo de la
reina le impide consumar el matrimonio y poco después abandona
a su esposa, cuando recibe una desesperada carta de Iseo la Rubia
que le lleva Brangel, convertida transitoriamente en doncella viajera.
La deriva del barco conduce a Tristán y a su cuñado Quedín al reino
de Arturo, donde triunfa en diversas aventuras, consiguiendo incluso
rescatar al mismo rey del poder de una diabólica doncella encan-
tadora. Se forja entonces su amistad con Lanzarote y se produce su
conversión en caballero de la Mesa Redonda. Después de esto el rey
Mares se ve forzado a perdonarlo y recibirlo en su corte, aunque le
pide que defienda un paso de armas en Tintoíl, con el propósito se-
creto de que encuentre la muerte en él. Como reanudan sus rela-
ciones amorosas, temiendo ser acusados de nuevo, la reina y Tristán
escapan al reino de Arturo, siendo recibidos por Lanzarote y Ginebra
en el castillo de la Alegre Guardia, donde establecen su residencia.
Tristán participa en varios torneos y asiste, acompañado por Iseo y
otros caballeros que se le unen por el camino, a otro torneo. Entre
estos caballeros se encuentra Dinadán, que bromea con Tristán e
Iseo, ridiculizando la hipotética obligación de todo caballero de estar
enamorado (tópico de la literatura artúrica que pasa a los libros de
caballerías y que resulta parodiado en el Quijote), señalando que «los
dos mejores caballeros del mundo son perdidos por amar a dueña»,
es decir, Tristán y Lanzarote corren a su perdición a causa de sus amo-
res adúlteros. Otro de los caballeros del grupo es Palomades, que por
segunda vez intenta llevarse con engaños a Iseo, diciéndole que su
amado ha muerto en el torneo, pero la reina se niega a creerlo. La
estancia de los amantes en la corte de Arturo finaliza cuando el rey
Mares acude a reclamar justicia. Los amantes consiguen convencerlo

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 99

de su inocencia mediante una argucia de Dinadán, que hace ver al


cornuallés que los protagonistas duermen con una espada interpues-
ta entre ellos (un motivo que aparecía en los poemas primitivos, pero
que las novelas en prosa francesas ya habían eliminado). Pero Tristán
regresa pronto a la corte de Arturo, donde participa en diversas aven-
turas y también interviene en la búsqueda del Grial, teniendo ocasión
de medirse con Lanzarote y con el santo Galaz, con quienes pelea al
no reconocerlos, ya que los escudos encubren su identidad. Un episo-
dio característico de los textos castellanos es el protagonizado por el
Caballero Anciano, que no se incluye en los textos franceses ni en los
italianos (rasgo que comparte con el episodio de la defensa del paso
de armas de Tintoíl, ya mencionado), episodio que pudo influir en otro
similar del Libro del caballero Zifar: en ambos casos una guerra terri-
torial vencida por un caballero foráneo (el Anciano o Zifar), termina
cuando este caballero arregla el matrimonio entre los herederos de
las tierras en conflicto.
Tristán regresa por última vez a Cornualla y reemprende su relación
con la reina, pues no podía apartarse de ella durante mucho tiempo.
Un día Aldaret los ve dormidos y corre a revelárselo a Mares, que ata-
ca cobardemente a su sobrino desde un corredor, arrojándole una
lanza envenenada, episodio al que hace referencia el romance del
siglo XV mencionado en el Tirant. La protección divina se había ma-
nifestado en forma de una voz profética que Iseo oye entre sueños:
«Esta noche morirá el buen caballero». Tristán, herido de muerte, ago-
niza en el castillo de un caballero amigo, mientras el rey impide que
Iseo lo visite, para que no pueda curarlo. Cuando ya la muerte es
inevitable, se producen las entrevistas entre el rey y su sobrino y entre
este e Iseo. Ella pasa la noche rezando por la salvación de su amante,
asumiendo toda la culpa del adulterio y pidiendo para ella el castigo
divino. El discurso de la reina es imitación directa del que aparece en
la novela sentimental Grimalte y Gradissa de Juan de Flores, obra de
la que se toman también otros elementos que adornan el texto impre-
so en 1501 y que faltaban en los manuscritos. Los plagios son fruto de
la imprenta de Juan de Burgos y obra del mismo impresor o de algún
escritor que trabajaba para él: no son los únicos plagios que se intro-
ducen en el Tristán de Leonís.
Tampoco el plagio es el único recurso de renovación utilizado por el
impresor. En la parte final de la obra modifica profundamente el con-
tenido ideológico del episodio de la muerte de Tristán para dotarlo
de un significado religioso, quizá con el propósito de evitar la censura.
En el impreso de 1501 se altera el final del Tristán en prosa francés,
porque Tristán no estrangula a Iseo con su último abrazo, efectuando

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100 María Luzdivina Cuesta Torre

un homicidio consentido previamente por ella, sino que durante ese


último abrazo la reina muere de dolor al reventarle el corazón en el
pecho. En el Tristán de Leonís castellano impreso en 1501 esa muerte
parece más una concesión divina a los ruegos de la reina en su ora-
ción nocturna, en la que pide a Dios que le conceda al menos morir
con su amante «para que sus almas vayan juntas a un lugar». Como
puede verse, la alteración ideológica es completa, pues el texto pasa
de enaltecer el amor cortés adúltero, a ofrecer una muerte cristiana
en la que los adúlteros reciben castigo y a la vez perdón de su peca-
do, por otra parte involuntario, pues su voluntad estaba anulada por
el poder del filtro amoroso.
Tras narrar el entierro de los amantes y describir sus tumbas, el impre-
so de 1501, y las ediciones posteriores, todas ellas basadas en él, elimi-
nan la guerra de venganza que acometen los caballeros de la Mesa
Redonda contra el rey Mares y el suicidio de Iseo de las Blancas Ma-
nos al conocer lo ocurrido, episodios que aparecen en los fragmentos
manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid, que Juan de Burgos
substituye por una descripción de la belleza de Iseo, inspirada, a tra-
vés de textos intermedios, en la écfrasis de Elena de Troya en la obra
de Bruneto Latini, con algunos elementos de carácter erótico.
La intención de evitar la censura, o al menos de lograr la aproba-
ción del público, parece guiar también el colofón, en el que el res-
ponsable del texto pide perdón por la inmoralidad del mismo. Otra
historia de adulterio regio, el Lanzarote, no llegó a imprimirse, mientras
que el Tristán, ya sin la disculpa final, se reimprimió posiblemente en
diez ocasiones entre 1501 y 1534, contando en esta última edición
con la adición de una extensa interpolación y de una segunda parte
que relataba la historia de los hijos de Tristán e Iseo, la Historia del buen
caballero don Tristán de Leonís y del rey don Tristán de Leonís el Joven,
su hijo. Esta última obra presenta los rasgos del género de los libros
de caballerías, imitando y plagiando algún episodio, especialmente
del Amadís y del Palmerín de Olivia. En ella perdura el recuerdo de la
guerra final de venganza con la que terminaba el manuscrito que se
conserva en fragmentos en la Biblioteca Nacional de España, en un
extenso episodio que desarrolla también la guerra contra el rey Ma-
res y el castigo de Aldaret y de su doncella por parte de los amigos y
parientes de Tristán de Leonís, entre los que se encuentra Lanzarote.

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 101

4.2. Estructura
Como ha podido advertirse en el resumen argumental, la estructura
de la obra está marcada por secuencias amplias correspondientes a
líneas temáticas:
—Nacimiento e infancia del héroe, expuesto a peligros sucesivos:
parto en la montaña, refugio en una cueva, intentos de envenena-
miento.
—La formación del carácter en la primera juventud: el héroe de-
muestra su honor y fidelidad al rey al rechazar a Belisenda, su com-
pasión hacia el pueblo de Cornualla al intentar librarlo del tributo,
su valor al luchar contra un afamado y experimentado guerrero
que nadie se atreve a enfrentar.
—Iniciación en el amor: primeros tanteos amorosos con Iseo en
Irlanda, celos de Palomades, iniciación en el sexo con la Dueña del
Lago del Espina.
—El filtro amoroso y sus efectos: Tristán e Iseo convertidos en
amantes, estratagemas y encuentros furtivos, consecuencias, idilio
en el bosque.
—Separación de los amantes: Tristán en la Pequeña Bretaña, se-
paración física forzosa, intento de separación sentimental, matri-
monio de Tristán, fracaso de ese intento, regreso.
—Integración de Tristán entre los caballeros de Arturo: aventuras
caballerescas, rescate de Arturo, regreso a Cornualla y revelación
allí de sus nuevas amistades en la aventura del Paso de Tintoíl.
—Intento de una nueva fórmula de vida: Tristán e Iseo huyen jun-
tos a la corte de Arturo e intentan seguir el modelo de relación de
Ginebra y Lanzarote. Combinación de la vida amorosa y caballe-
resca del héroe. Regreso de la reina a Cornualla.
—Tristán como caballero de la Mesa Redonda: participación en
la búsqueda del Grial.
—El amor imposible. Regreso de Tristán a la reina Iseo y agonía y
muerte del héroe.
—Epílogo: las escenas de venganza y el suicidio de Iseo de las
Blancas Manos son substituidas por la enumeración de las mujeres
que amaron a Tristán y la descripción de la belleza de la reina Iseo
la Brunda.
La obra sigue un hilo biográfico, cronológico, iniciándose con un
breve capítulo introductorio que presenta al padre y tíos del prota-
gonista y el tema del tributo de Cornualla a Irlanda, y finaliza con la
muerte y el entierro de Tristán e Iseo. La estructura combina la esfera

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caballeresca y amorosa, alternando episodios de los dos tipos desde


el principio hasta el final.
Aunque la obra, como se ha visto, se estructura en macro-episo-
dios, es posible advertir un predominio de la temática sentimental en
los capítulos de una primera parte, en la que el núcleo es la historia
de Tristán e Iseo y el espacio preferente Cornualla, y de la temática
caballeresca en la segunda parte, centrada en la historia de Tristán
como caballero del mundo artúrico, cuyo desarrollo espacial se en-
cuentra con preferencia en el reino de Arturo. El capítulo que sirve de
frontera entre ambas secciones es el 42, en el que Brangel entrega la
carta de Iseo que motiva el regreso de Tristán y su desembarco en el
bosque de Darnantes, en el reino de Arturo.
Aunque la leyenda de Tristán se desarrolló en sus inicios de forma
independiente, pronto se vio atraída hacia el universo artúrico. Esto se
hace notar de manera manifiesta en la versión castellana, en la que
Arturo, Merlín, Galeote, Lanzarote, Galaz, Queas, Dinadán, Paloma-
des y otros caballeros de la Mesa Redonda tienen un lugar y un papel
de gran relevancia en el relato.

4.3. Tristán, Amadís y los libros de caballerías


Los elementos típicos de la narrativa artúrica, muchos de los cuales
permanecerán en los libros de caballerías, están presentes también
en el Tristán. La influencia conjunta del Tristán y el Lanzarote sobre el
Amadís, incorporada probablemente en fases sucesivas en sus dife-
rentes redacciones (en las medievales y en la última versión de Garci
Rodríguez de Montalvo), conformó muchos de los rasgos que después
imitaron los autores de libros de caballerías, los más destacados de los
cuales después parodió Cervantes en el Quijote. Entre los rasgos que
comparten el Tristán y el Amadís pueden destacarse los siguientes:
—La exposición del héroe a peligros en su más tierna infancia,
con la separación temporal de sus padres.
—La protección de un mago o maga sobre el héroe.
—La investidura como caballero por un rey que es pariente cer-
cano del protagonista.
—El combate singular para liberar a su tierra de un tributo.
—La admiración y el amor de todas las princesas jóvenes y bellas
por el héroe, hasta el punto de intentar conseguir que él las corres-
ponda por cualquier medio a su alcance.
—El amor del héroe y su amada debe mantenerse en secreto y
sus encuentros tienen lugar a escondidas.

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 103

—El protagonista mantiene su fidelidad a su amada a pesar de la


presión de otras mujeres para que mantenga relaciones sexuales
con ellas.
—La dama es asistida por una doncella amiga suya que es ade-
más su confidente y su mensajera.
—La doncella de la dama asume el papel de doncella andante y
viaja para servir de intermediaria entre los dos protagonistas.
—La dama escribe una carta celosa al héroe, quejándose de su
infidelidad, pues ha creído en rumores que no son ciertos.
—La huida juntos del héroe y su dama de la corte a un espa-
cio propio. Tristán y Amadís viven con sus amadas en islas que han
conquistado. Tristán también vive con Iseo en la Casa de la Sabia
Doncella, en el bosque.
—La magia rodea el amor de los protagonistas. En el caso de Tris-
tán e Iseo porque el filtro vence todos los reparos sociales o religio-
sos. En el caso de Amadís y Oriana porque el carácter excepcional
de su amor queda refrendado por pruebas mágicas.
—El héroe lucha en solitario contra gigantes, pero se hace amigo
de uno de ellos.
—Por sus hazañas y su carácter, el protagonista consigue rodear-
se de caballeros amigos que le ayudan en sus empresas.
—El caballero tiene un escudero que le acompaña en sus aven-
turas.
—El protagonista es el mejor caballero de su tiempo, y sobre él
existen profecías.
—El héroe participa en todo tipo de pruebas caballerescas (justas
y torneos, juicios de Dios, combates singulares, pasos de armas, de-
safíos, guerras), demostrando su valor y su destreza con las armas,
e incluso su capacidad estratégica y bélica.
—En la última etapa de su vida el héroe sabe, por profecías, que
existe ya otro caballero que le superará (Galaz, que es hijo de Lan-
zarote, y Esplandián, el hijo del mismo Amadís), llega a luchar con
él, pero el combate queda interrumpido.
—El héroe es el heredero de un reino, pero su vida se desarrolla
como la de un caballero al servicio de otro rey, que es el esposo o
el padre de su amada.
La mayor diferencia, la que separa a Tristán y a Amadís de forma
más profunda, se encuentra ligada a la naturaleza de su amor. El
amor de Tristán es adúltero, ajeno y contrario a todas las normas so-
ciales y religiosas, y tiene un carácter impuesto y mágico. El amor de
Amadís surge de forma natural en su más tierna infancia, y se dirige a

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104 María Luzdivina Cuesta Torre

una mujer libre, que no ha aceptado los lazos del matrimonio, con la
que se casa y tiene un hijo en secreto, y que después se revela contra
un compromiso impuesto por la autoridad paterna.
La conexión entre las dos obras se hace evidente en algunos pa-
sajes en los que el narrador del Amadís menciona de forma explícita
sucesos del Tristán. En estos casos el episodio del Amadís en el que se
incluye dicha referencia está claramente inspirado, e incluso imitado,
del correspondiente del Tristán (Cuesta, 2008b).
Muchos de los tópicos de la materia artúrica pasaron a los libros de
caballerías a través del Amadís y del Tristán, que junto con el Lanza-
rote había ya influido en el Amadís. Las sucesivas ediciones del Tristán
de Leonís van a incorporarse para impresores y lectores al género edi-
torial de los libros de caballerías cuyas características físicas estudió
Lucía Megías (2000).
Todas las ediciones conservadas descienden del texto de 1501, aun-
que a través de otro intermedio (edición b), alguno de cuyos errores se
transmite a las posteriores.

4.4. Éxito de la materia tristaniana en el primer tercio del siglo XVI


El Tristán de Leonís se imprime probablemente en 10 ocasiones entre
el año de 1501 y el de 1534, inclusive, emulando en éxito en estas fe-
chas al Amadís. Tras su edición en Valladolid por el impresor Juan de
Burgos el 12 de febrero de 1501, conoció un éxito notable, hasta el
punto de haberse realizado al menos otras siete ediciones en Sevilla,
en tres imprentas diferentes.
La imprenta Cromberger realiza las ediciones sevillanas de 1511,
1528, y seguramente la hoy perdida de 1533 (mencionada por los bi-
bliófilos Gallardo y Escudero y Peroso), además de otra, x, de la que
se conservan algunos folios sueltos en la Pierpont Morgan Library de
New York descubiertos en el interior de un ejemplar de la edición de
1528 por Cuesta (1977: 227-236), cuyos grabados y encabezamiento
coinciden con los de la edición de 1511, aunque no coincide la dis-
tribución de las abreviaturas del texto, que se fecharía antes de 1520,
ya que parece haber sido el texto base de la primera edición de la
imprenta de Varela. La imprenta Varela da a luz la edición de 1520, en
paradero desconocido, y la de 1525. Finalmente, la también sevillana
imprenta de Dominico de Robertis publica en 1534 el Tristán el Joven,
que incluye como su primera parte un Tristán de Leonís que presenta
la peculiaridad de insertar varios capítulos sobre Galeote y sobre la
vida de los amantes en la Isla del Ploto, y añade además una extensa

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 105

segunda parte con las aventuras de los hijos de Tristán e Iseo nacidos
en dicha isla.
Todas las ediciones conservadas descienden del texto de 1501, aun-
que a través de otro intermedio (edición b), alguno de cuyos errores se
transmiten a las posteriores.
Además de estas, Cuesta (1997d) ha postulado la existencia de otra
edición anterior a 1511, y, fuente de las ediciones de Cromberger. La
edición b o la y será la edición anterior a 1507 de la imprenta Crom-
berger cuya existencia Cacho Blecua (2004-2005: 51-80) cree segura,
basándose en la reutilización de los grabados del Tristán en el Oliveros
de 1507.

4.5. Razones del éxito: elementos de la ficción sentimental, plagios y


elementos de religiosidad
Cuando se imprimen las primeras ediciones del Tristán de Leonís, un
género relativamente nuevo triunfaba decididamente en las letras
castellanas: el de la ficción sentimental, caracterizada por incorporar
al relato de una historia amorosa de trágico final, entre personajes de
elevada condición, numerosas epístolas. El nuevo género tenía, por lo
tanto, varios rasgos en común con los Tristanes medievales en prosa.
El autor de la versión que había de publicarse en 1501 sin duda con-
sideró el incrementar las semejanzas con la ficción sentimental como
una oportunidad para aumentar el éxito de su obra.
El Tristán de Leonís, basado en un manuscrito similar en su contenido
al Códice de Tristán, recibe una nueva orientación estilística e ideo-
lógica, renovando los elementos epistolares con materiales propios,
pero también con frecuencia procedentes de otras obras de la ma-
teria artúrica, de la troyana y del género de la ficción sentimental que
triunfa en aquellos años.
Numerosos estudiosos han señalado imitaciones próximas al plagio.
En su mayoría estos plagios se realizan sobre secciones de otras obras
publicadas por el impresor Juan de Burgos que acomete por primera
vez la publicación impresa del Tristán, de forma que parecen obra,
bien del mismo impresor, bien de un escritor que trabaja para él. Los
plagios se localizan en el proemio, que procede del Oliveros de Cas-
tilla y Artús de Algarbe, impreso por Fadrique de Basilea en 1499, en el
epílogo, que refunde el del Baladro del sabio Merlín, impreso por Juan
de Burgos en 1498, en las cartas y la descripción final de la belleza de
Iseo: el retrato de Helena en la Historia Destructionis Troiae, del que
existe un manuscrito de la traducción anónima castellana de finales
del siglo XIV, fue la fuente de la primera edición de la Crónica troyana

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106 María Luzdivina Cuesta Torre

en 1490, impresa por Juan de Burgos, y de ésta obra pasó tanto al Tris-
tán de Leonís como al retrato de Melibea en el Acto I de La Celestina.
Marín Pina (2004-2005: 235-251) ha identificado pasajes procedentes
de las cartas de Daymira a Hércules, Medea a Jasón y Elisa Dido a
Eneas en la carta de Iseo a Tristán al conocer su matrimonio. Lo mis-
mo ocurre con la carta que envía Belisenda a Tristán anunciándole
su suicidio.
Pero la contribución más extensa es la del Grimalte y Gradissa de
Juan de Flores, obra de la que se han tomado los discursos de Iseo y
Gorvalán, la oración de Iseo y descripción de la tumba de los aman-
tes que se encuentran en los capítulos 82 y 83 del Tristán, además de
los escasos versos que adornan la novela: dos estrofas de poesía for-
tuita, compuestas, según Flores, por Alonso de Córdoba.
La influencia de la novela sentimental debió ser determinante a la
hora de decidir el final de la obra, diferente en los impresos castellanos
del que presentaba el Códice de Tristán del siglo XV, el cual termina-
ba con el relato de la muerte de Iseo de las Blancas Manos y la guerra
de venganza por la muerte de Tristán, con el castigo de Aldaret y la
petición de perdón de Mares. Pero para cualquier lector de relatos
sentimentales el final perfecto debía ser la muerte de los amantes. La
muerte de la esposa del protagonista no debía oscurecer la de Iseo
la Rubia, que expira a la vez que su amante. El amor correspondido
e ilegítimo de Tristán e Iseo no debía tener competencia en la mente
del lector con el amor inocente de la desdeñada esposa del caba-
llero. Se intensificaba así el valor moral del texto: un ejemplo de las
negativas consecuencias del loco amor, resaltadas por Dinadán en
otros pasajes de la obra, combinado con la exaltación de los aman-
tes, perdonados por Dios en la muerte.
Sin duda, en estas intromisiones de la ficción sentimental en el Tris-
tán pesaron mucho dos factores: compartían, de una parte, un tema
querido de aquélla, el del amor trágico que conduce a los enamo-
rados a la muerte, final casi tópico de muchas narraciones sentimen-
tales; de otra parte, las cartas de amor y desamor eran uno de los
elementos constitutivos del género. Como en estas obras, la trama
es cerrada, el amor es destructor del orden social (el sobrino atenta
contra el honor de su tío, el caballero contra el de su rey) y de la vida
de quienes le sufren, a los que sume en la locura y en la vergüenza
(Iseo no se atreve, al principio, a huir con Tristán porque en todas las
cortes serían considerados «falsos», traidores) y a los que somete a las
persecuciones de cortesanos envidiosos (Aldaret y su doncella) y del
marido celoso (Mares).

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 107

El desenlace trágico, con la muerte de los protagonistas, otorgaba


a la novela una adecuada moraleja contra el amor desordenado, lo
que podía agradar a los moralistas, mientras que el tema del amor
imposible a causa de las convenciones sociales resultaba grato a los
lectores de la ficción sentimental. Por otra parte, los elementos ca-
ballerescos que poseía por su procedencia artúrica garantizaban el
agrado del público aficionado al género, uno de los de mayor éxito
entre los de ficción, si nos atenemos a las obras medievales selec-
cionadas por los impresores para conocer nueva vida a través de la
imprenta. La obra, por tanto, tenía lo necesario para agradar al públi-
co de comienzos del siglo XVI, y mantener así el éxito cosechado ya
durante dos siglos de pervivencia en las letras españolas medievales.
Estas posibilidades de éxito comercial debieron pesar mucho en el
ánimo del primer impresor de la obra, que se cuidó también de incor-
porar elementos religiosos que sofocaran los aspectos más subversivos
de la historia de los amantes, restos de la ideología del amor cortés
que permeaba los primeros romans courtois de tema tristaniano.
Los nuevos elementos religiosos, ausentes en el Códice de Tristán,
aumentan a lo largo del capítulo 83 el patetismo, el sentimiento reli-
gioso y la devoción en los caracteres protagonistas, Tristán e Iseo. El
trabajo del refundidor se centra en este episodio en convertir la muer-
te de Tristán e Iseo en una muerte cristiana a través de tres recursos:
mostrar a Tristán como un cristiano devoto; eliminar el homicidio de
Tristán, consentido por Iseo (lo que sugiere también la idea del sui-
cidio de la reina), convirtiendo la muerte de esta en muerte natural
producida por el dolor y no por el abrazo demasiado estrecho de su
amado; y sugerir el perdón de Dios a los amantes haciendo realidad
la petición de Iseo en su oración de poder morir a la vez que Tristán.
Igualmente, en el epílogo, que como ya se ha dicho, ha sido imita-
do del Baladro del sabio Merlín, se han incluido modificaciones que
resaltan la devoción del autor, que incluso se despide rogando a Dios
que no tenga lo que ha dicho (a lo largo de esta obra) como un pe-
cado hacia Él. Todas estas modificaciones de tipo religioso, tendentes
a presentar a Tristán como perfecto cristiano cuyos pecados se de-
bieron a la magia del filtro (aspecto que la reina resalta en su oración
por la salud de su amado) y al autor como devoto servidor de Dios y
de la Virgen, a quien también se encomienda en su despedida, pare-
cen destinadas a atenuar el carácter subversivo del amor que se de-
sarrolla en la obra y garantizar también de este modo la aceptación
por parte del público.
La proximidad del Tristán con la ficción sentimental se manifiesta
también en el hecho de haber inspirado la redacción de la Carta de

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108 María Luzdivina Cuesta Torre

Iseo y respuesta de Tristán (BNE, ms. 22021), obra original de fines del
siglo XV o comienzos del XVI que ofrece una nueva versión de la carta
que la reina Iseo envía a Tristán al conocer su matrimonio con la prin-
cesa de la Pequeña Bretaña Iseo de las Blancas Manos. La carta de
respuesta de Tristán es idea original del autor, pues no aparecía en la
tradición tristaniana. La redacción de esta pequeña obra epistolar es
también buen indicio de la popularidad de la historia de los amantes
en esta época.

5. Tristán el Joven: la continuación de 1534


La última de las ediciones del Tristán de Leonís sale a luz en 1534. El
texto de anteriores ediciones se completa con unos capítulos inter-
polados en el episodio de la estancia de los amantes en la Isla del
Gigante en los cuales se relata el nacimiento de los hijos de Tristán e
Iseo, que reciben los nombres de sus progenitores, y las disposiciones
para su crianza, así como otras aventuras de personajes nuevos. Ello
posibilita la adición, una vez finalizada la novela, de una segunda par-
te que se publica conjuntamente con la primera, la cual se dedica a
narrar las aventuras de estos descendientes, siguiendo los moldes y
tópicos de los libros de caballerías, triunfantes en ese momento en la
literatura castellana.
Esta edición de 1534 ha de considerarse una obra distinta y así lo
refleja el título, que integra los dos componentes, antiguo y nuevo,
que configuran el relato, coordinando con la conjunción copulativa
los nombres de los protagonistas: Corónica del buen cavallero don
Tristán de Leonís y del rey don Tristán de Leonís el Joven, su hijo. El
autor, anónimo, en su Prólogo diferencia entre la «materia antigua»,
que toma de ediciones anteriores casi sin alteración, excepto en los
capítulos que preceden a sus intervenciones, y la materia nueva que
él incorpora. Aunque la obra no volvió a editarse, sí fue objeto de una
traducción al italiano: Le opere magnanime de i due Tristani, cavalieri
della Tavola Ritonda, Venecia, Michele Tremezino, 1555, en dos volú-
menes en octava.
Tristán el Joven se divide en dos partes. El Libro Primero del Tristán el
Joven recoge los materiales aparecidos en el Tristán de Leonís, a los
que el autor de 1534 se refiere como «materia antigua», pero con la
adición de capítulos nuevos en la parte central y la supresión de unos
pocos pasajes. La materia original creada por el autor anónimo del
Tristán el Joven de 1534 está conformada por el «Prólogo», donde se
justifica la necesidad de una continuación del Tristán de Leonís, una
extensa interpolación que comprende los capítulos del XXVII al LXI del

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 109

«Libro Primero» (folios 20ra-50va) y todo el «Libro Segundo», en el que


se narran las aventuras de los dos hijos de Tristán e Iseo, llamados igual
que sus padres, hasta el matrimonio de ambos. Además, en el seno
de la materia tomada de las ediciones anteriores del Tristán de Leonís,
se practican otras modificaciones menores.
Los 35 capítulos originales introducidos en el «Libro Primero» introdu-
cen personajes nuevos: narran la historia de los amores de Ricarda,
hermana de Galeote, con el Rey de los Cien Caballeros, las aventuras
de Galeote y micer Antonio hasta la muerte del primero y la estancia
de Tristán e Iseo en la Isla del Ploto, donde se produce el nacimiento
de sus hijos.
En cuanto a la segunda parte, también completamente original,
creada por el anónimo autor de 1534, supera con mucho en exten-
sión a la «materia antigua» del Tristán de Leonís. Sus primeros capítulos
narran la guerra de venganza por el asesinato de Tristán, el acceso al
trono de Cornualla y de Leonís por parte de Tristán el Joven, todavía
un niño, las aventuras caballerescas y amorosas de sus tíos Palante y
Plácido, los primeros amores de Tristán el Joven con la reina Trinea y las
escenas de la vida cortesana protagonizadas por la hermosa infanta
Iseo. La parte central de la obra la constituyen los capítulos dedica-
dos al viaje a la corte de Arturo de Tristán el Joven para ser armado
caballero por el propio rey, sus aventuras caballerescas en defensa
de la justicia y en contra de los gigantes paganos, y su expedición de
ayuda a la reina Trinea en su guerra contra los Idumeos, que realiza de
incognito, así como el casamiento de los donceles del protagonista.
Los capítulos finales se dedican a contar cómo Tristán el Joven viaja
a España tras haber soñado que allí encontraría el amor, se enamora
de la infanta María y logra rescatarla del caballero moro que la había
raptado, concertándose después su matrimonio con ella y el de su
hermano el rey don Juan con la infanta Iseo. Las bodas se celebran
en Leonís y la obra acaba con el regreso de don Juan e Iseo a Espa-
ña, donde reinarán ambos.
Aunque Tristán el Joven sale a la luz como obra anónima, Cuesta
(1997a, 2002a: 328-344 y 2015: 325) propone como autor a un des-
cendiente de Garci Franco y María de Saravia con alguna relación
familiar o de mecenazgo con la casa de los Manrique. Aunque no le
es posible identificar al autor con seguridad, cree que podría ser un
bisnieto de Garci Franco, capellán de Carlos I y hermano de María
de Guzmán, quien casó con Francisco Vargas Manrique. Para ello se
basa en la geografía peninsular mencionada en el texto como ubi-
cación de episodios importantes (Fuerteventura y Burgos, de donde
fueron obispos los históricos Pablo de Santamaría y su hijo Alonso de

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110 María Luzdivina Cuesta Torre

Cartagena, quien escribe unas Allegationes de 1436 en defensa de


los derechos de la corona castellana sobre Canarias), en persona-
jes destacados de la ficción que pueden identificarse con personajes
o familias históricas (Silvera> Diego de Silva, que luchó y cayó preso
en Gran Canaria; el Franco> Garci Franco, miembro del Consejo de
los Reyes Católicos, casado con María de Saravia, sobrina de Alonso
de Cartagena; Pedro de Lara> Pedro Manrique, que presume de ser
descendiente de los infantes de Lara y que obtiene de la reina Isabel
I una indemnización a cambio de su renuncia a ser corregidor de Viz-
caya y que garantice a los oñacinos todos sus bienes) y en episodios
novelescos relacionados con acontecimientos históricos contempo-
ráneos (enfrentamiento de oñecinos y gamboínos, subida al trono de
Carlos I, política matrimonial de los Reyes Católicos y de Carlos I). De
esta argumentación se desprende también otro rasgo de la obra: la
proyección de la realidad sobre la ficción y la ambición del autor de
conseguir realizar el proceso inverso, proyectando la ficción sobre la
realidad de su tiempo, aspecto que puede advertirse igualmente en
la ideología social, política y moral que trasmite. Para ello se vale de
dos procedimientos: por una parte disminuye de forma progresiva a
medida que avanza la novela el papel de los personajes de cierto pro-
tagonismo que toma del Tristán de Leonís, y desnaturaliza su carácter
hasta convertirlos en otros totalmente diferentes, que solo comparten
el nombre con los artúricos (así sucede, por ejemplo, con Gorvalán y
Brangel); por otra parte, degrada sin piedad, achacándoles defectos
y ridiculizándolos, a aquellos personajes artúricos que utiliza en algún
episodio aislado. El caso más notable es el de la transformación de la
reina Ginebra, que es descrita como una mujer vieja y lujuriosa, que
olvida su amor por Lanzarote al ver la belleza del joven Tristán, le per-
sigue insistentemente y es rechazada por él.
La inserción de la obra en el género de los libros de caballerías se
advierte tanto en su presentación física con los rasgos que caracte-
rizan editorialmente a este, como en la imitación de episodios de las
obras de más éxito (especialmente del Amadís y del Palmerín de Oli-
via y, sobre todo, en el uso de una misma tópica, con la incorporación
de todos los elementos y lugares habituales y episodios y personajes
característicos en este tipo de obras: combates con gigantes paga-
nos, sabia encantadora, caballero orgulloso, pasos de armas, desa-
fíos, guerras, enamoramientos, objetos mágicos, islas, banquetes de
boda, etc.
El estilo es muy diferente del que presentan los capítulos tomados de
las ediciones anteriores del Tristán de Leonís, y se encuentra caracte-
rizado por seguir el modelo renacentista, por su realismo descriptivo

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 111

y por el importante papel del humor y la parodia. Humor y realismo


se unen para ofrecer en ocasiones pasajes en los que predomina la
verosimilitud paródica. El autor no tiene inconveniente en mostrar ca-
balleros que comen, duermen y se confiesan antes de morir, como
pedía años después Cervantes. No es ésta la única coincidencia, ca-
sual o no, con el Quijote: un diálogo entre barqueros (cap. CLXXX) y
otro de los caballeros con pastores (cap. CCIII), y muchos episodios
del libro, están llenos de un humor que recuerda al cervantino. Tam-
bién en el Tristán de 1534 aparecen los tópicos de soltar las riendas al
caballo para que elija el camino, aunque con malas consecuencias
(cap. CCIII) y de que los buenos servidores de los caballeros «cuan-
do no se catan les vienen las mercedes muy crecidas» (cap. CXX).
Si, como supone Martins (1983: 33-44), basándose en las afinidades
entre el personaje de Dinadán y Sancho Panza, Cervantes conocía el
Tristán, es muy probable que conociese esta edición, la más próxima
en el tiempo, y en la que el humor basado en la parodia realista es un
factor importantísimo.
El autor ofrece una ideología que encaja bien con el humanismo re-
nacentista, pero que choca tanto con la que dimanaba de la novela
artúrica como con algunos aspectos de la de los libros de caballerías.
En concreto esa disonancia se advierte sobre todo en la postura del
autor favorable al amor matrimonial, y en su rechazo de la magia,
que admite a regañadientes únicamente presentándola bien como
magia de entretenimiento (ilusiones, un autómata, un pájaro que ha-
bla, viajes en nube), o como obra diabólica (la doncella Florisdelfa).
Respecto al matrimonio, las ediciones anteriores del Tristán presen-
taban el amor como un factor destructor que desencadenaba ine-
vitablemente la tragedia y lo concebían siempre ligado al adulterio,
mientras que la edición de 1534 presenta el sentimiento amoroso
como un factor estructurador de la sociedad, que conduce a la feli-
cidad y cuyo canal es el matrimonio.
Otro aspecto de interés para el autor es la política contemporánea.
Tristán el Joven es a la vez reflejo y propaganda de la figura del rey
Carlos I (el emperador Carlos V) y quizá también propuesta de progra-
ma de gobierno y crítica y modelo de comportamiento: el gobernan-
te debe ser un buen cristiano, visitar las diversas partes de sus reinos,
unificar sus territorios y lograr la paz y el entendimiento entre los habi-
tantes de sus distintas posesiones, tener consejeros entre sus parientes,
pero no válidos, entregar en cada reino los cargos a los naturales de
la tierra y promover entre sus familiares matrimonios de interés político.
Este interés por la política y la realidad histórica de su tiempo es co-

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112 María Luzdivina Cuesta Torre

mún a otros libros de caballerías de la época de los Reyes Católicos y


primeros años de reinado de Carlos I.
El autor de 1534 ha querido servirse de una historia bien conocida de
su público, que contaba con una larga tradición literaria y que perte-
necía a la materia de Bretaña para:
1) criticar y, en la medida de lo posible, parodiar el mundo artú-
rico y el de la novela de caballerías contemporánea: para ello se
vale de la técnica del pastiche e imita episodios de otras novelas
de caballerías;
2) presentar un modelo político, en cuya cumbre de poder se en-
cuentra el rey, sustentando tanto derechos como obligaciones, ve-
lando por la justicia y por el bienestar de sus súbditos, rodeado de
fieles y sabios consejeros, delegando su poder en personas de con-
fianza y siendo el espejo de todas las virtudes, y crear ciertos para-
lelismos entre su novela y la realidad, recordando acontecimientos
recientes sucedidos en la historia de la monarquía española;
3) y proponer un modelo social: la familia aparece como la es-
tructura básica de esta sociedad y, bajo este punto de vista, el
amor, el matrimonio y los hijos cobran especial relieve.
El mundo de la novela es idílico y utópico en la medida en que
muestra una sociedad perfecta, sin problemas internos y cuya co-
herencia y virtudes le permiten superar todos los obstáculos externos.
Esta se organiza en torno a una corte de personajes modélicos, a los
que se describe en diversas situaciones, haciendo que den siempre
la respuesta correcta. Este modelo social no se propone de un modo
abstracto, sino que encaja especialmente en la situación que vivía
la España de la época, bajo el reinado del Emperador. El argumento
muestra más interés por reflejar los sentimientos de los personajes y,
sobre todo, por las relaciones «sociales», que por la simple narración
de aventuras. Se da mucha importancia al vestuario, a las frases cor-
teses, a los rituales de cortesía. El autor, que hace transcurrir parte de
su historia en España, se muestra realista y destaca especialmente en
la creación de escenas familiares, llenas de ternura.

6. Los textos castellanos en su contexto ibérico


Los Tristanes castellanos se encuentran acompañados en el contex-
to de la producción medieval de la península ibérica por varios textos
manuscritos que se han conservado de forma muy fragmentaria. Se
trata de un único fragmento gallego-portugués y de tres fragmentos
catalanes.

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Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 113

1) El Livro de Tristan gallego-portugués (Madrid, Archivo Histórico


Nacional, Legajo 1762, nº 87), del último tercio del siglo XIV, frag-
mento en dos hojas de pergamino, a dos columnas y con iniciales
en colores, procedente del archivo de la Casa ducal de Osuna, fue
editado por Serrano y Sanz (1928), que realiza también su descrip-
ción codicológica, y, de forma más cuidada (edición paleográfi-
ca y crítica) junto con un estudio introductorio y otros anexos, por
Pensado Tomé (1962). El texto recoge episodios que no figuran en
ninguno de los textos castellanos y tampoco en los manuscritos ca-
talanes. Su filiación textual ha sido revisada posteriormente por Mi-
chon (1991:259-268), López Martínez-Morás (1999: 845-859) y Pérez
Barcala (2001) en el estudio introductorio a la edición de Lorenzo y
Souto (2001) del Livro de Tristan, Lorenzo y Díaz Martínez (2004: 371-
396) y Soriano (2006: 65-73). El manuscrito ha sido reencontrado en
2012 tras haber permanecido desaparecido más de veinte años.
En la bibliografía de Mérida de 2010 aparece todavía como per-
dido.
2) El Tristany del manuscrito del Ayuntamiento de Cervera (ms.
B-343 de l’Arxiu Comarcal de Segarra), actualmente perdido: cua-
tro folios de fines del siglo XIV en catalán. El texto fue editado por
Duran (1917: 284-316).
3) El Tristany de Andorra (manuscrito 1 del Arxiu de les Set Claus
de Andorra): cuatro folios en catalán de la segunda mitad del siglo
XIV, dados a conocer por Bohigas en 1929, pero editados mucho
tiempo después por Aramon (2003: 417-462). Santanach (2010: 21-
38) ha descrito el códice misceláneo en el que están incluidos.
4) El Tristany del manuscrito de la Biblioteca de Catalunya (ms.
8.999/1), de dos bifolios, que recoge dos fragmentos de un mismo
códice en catalán correspondientes a dos partes no consecutivas
del relato. Los bifolios fueron donados en julio de 2008 a la Bibliote-
ca de Catalunya por Eulàlia Duran junto con papeles de su padre
(el editor del manuscrito del Tristany de Cervera), que contenían
un borrador incompleto de la transcripción del texto, por lo que
podrían proceder del archivo de Cervera. Santanach (2010: 21-38),
que dio a conocer su existencia, ha anunciado la preparación de
una edición.
En el Cuento de Tristán (cap. 130-141) y en los impresos castellanos
(cap. 49-58) se hayan una serie de aventuras exclusivas de esta tradi-
ción (es decir, ausentes en las diferentes versiones del Tristan en prose
y en los Tristanes italianos) y que manifiestan la dependencia de una
fuente común: la aventura del Paso de Tintoíl, que se conserva única-

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114 María Luzdivina Cuesta Torre

mente en el Cuento de Tristán y en el Tristán de Leonís, y una elabora-


ción distinta de los episodios de la huida de los amantes de la corte de
Mares, la aventura del cuerno y el viaje hasta la llegada a la Joyosa
Guarda. Estos episodios se encuentran parcialmente en los fragmen-
tos del Códice de Tristán (desde la huida de la corte hasta la aventu-
ra del cuerno, fragmento 12 del ms. 22644), pero probablemente se
hallaban incorporados por entero tal como ocurre en el Cuento de
Tristán y el Tristán de Leonís.
Otra característica de esta versión es la ampliación de las aventuras
en las que interviene Palomades y el carácter negativo y criminal que
adopta este personaje en los episodios que se relatan en los capítu-
los 60 y 62-63 del Tristán de Leonís (el Códice de Tristán incluye en el
fragmento 15r una referencia a Palomades que permite deducir que
estos episodios se encontraban también en él). Igualmente, el Códice
de Tristán (fragmento 19r) y el Tristán de Leonís (cap. 65) son los únicos,
puesto que el fragmento del Cuento de Tristán concluye antes, aun-
que presumiblemente lo contenía, en ofrecer el truco de que se valen
los amantes a sugerencia de Dinadán para obtener el perdón del rey
Mares y que se inspira en el pasaje de la espada interpuesta que apa-
rece en los poemas del siglo XII de Eilhard (en alto alemán), Béroul (en
francés), y en general en toda la tradición en verso, aunque también
lo conserva la Tavola Ritonda.
Por otra parte, ya se ha visto que las aventuras del Caballero Ancia-
no, narradas en la Compilation, son exclusivas de este texto, en el que
se afirma que Rustichello copia la aventura de un libro llevado a Italia
por Eduardo I de Inglaterra en su camino a la Cruzada, el cual supues-
tamente le sirve de fuente, y de las obras basadas en él. Todos estos
episodios probablemente se hallasen en la parte perdida del Cuento
de Tristán y de los fragmentos de los manuscritos catalanes, es de-
cir, constituyen rasgos propios de la subfamilia ibérica centro-oriental,
compuesta por los manuscritos castellanos y catalanes.

7. Los textos castellanos en la tradición medieval europea


Los Tristanes ibéricos son resultado de una larga y amplia tradición
literaria: amplia por el número de versiones, larga por su antigüedad,
que remite al siglo XII en su forma escrita, pero que se remonta a la lite-
ratura oral celta. La leyenda de Tristán fue recogida por los autores del
roman courtois en francés, alemán y otras lenguas (islandés, danés…),
recordada por los trovadores en sus composiciones, y finalmente ver-
tida en una extensa novela en prosa, estrechamente conectada con
la Vulgata artúrica y el Roman du Graal o Postvulgata: el Roman de

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 115

Tristan en prose. Bajo esta forma se difunde en el área ibérica, italiana,


inglesa, alemana y eslava.
La obra en prosa francesa es anterior a 1240, aunque fue remode-
lada en sucesivas ocasiones, sufriendo diversas alteraciones y dando
lugar a una enorme cantidad y confusión de manuscritos que se ads-
criben a versiones diferentes. Soriano (2000) reúne un listado de más
de 90 manuscritos.
Baumgartner (1975) considera que ninguno de los textos conserva-
dos retiene la versión primitiva y se reafirma en la división tradicional
de los manuscritos en dos grandes familias, coincidiendo en esto con
Vinaver (1925) y Löseth (1974[1891]), quien realizó un exhaustivo análi-
sis de los manuscritos de la obra entonces conocidos, todavía impres-
cindible hoy día:
—la llamada primera versión o versión breve o corta, de la cual se
conocen cinco manuscritos incompletos de origen francés y siete
meridionales o itálicos, representada por los manuscritos fr. 756 y
757 de la Biblioteca Nacional de Francia, más fiel al original, de-
nominada por Baumgartner (1975) V.I., ya que la cree anterior a la
versión extensa;
—la llamada segunda versión o versión extensa (V.II.), de la que
existen 39 manuscritos, que desarrolla el texto del original en unas
ocasiones, mientras que lo abrevia en otras. Esta versión V. II es para
Ménard (1997-2007) el texto básico, y por ser la de mayor difusión
suele denominarse «vulgata» del Tristan en prose y se encuentra
representada, por ejemplo, por los manuscritos fr. 335-6 de la Biblio-
teca Nacional de Francia y el manuscrito 2542 de Viena.
Frente al Tristan en prose las adaptaciones castellanas presentan
rasgos propios de los textos de la Versión I, y se caracterizan por man-
tener una estructura biográfica, suprimiendo el relato acerca de los
antepasados remotos de Tristán. En cuanto al episodio final sobre la
venganza por la muerte de Tristán, que aparece en muy pocos ma-
nuscritos del Tristan en prose, el descubrimiento de los cincuenta y
nueve fragmentos editados por Alvar y Lucía (1999: 9-135) del Códice
de Tristán ha permitido rectificar la impresión de que los Tristanes cas-
tellanos carecían de dicho asunto: aunque falta en los Tristanes impre-
sos, sí se encuentra en el Códice de Tristán, y pudo estar en la parte
perdida del Cuento de Tristán y de los fragmentos catalanes. El Tristán
el Joven ofrece una recreación del mismo tema, lo que podría indicar
que su autor conoció una versión de la obra en la que sí figuraba. Los
textos castellanos no contienen tampoco el viaje de Marco a Logres y
sus aventuras (y desventuras) en él, que sí figuran en la V.II y lo hacían

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116 María Luzdivina Cuesta Torre

de forma reducida en la versión V.I. o «versión corta» del Tristan en


prose. Ello indica que su fuente podría ser bien una versión abreviada
de la V. I. o un texto anterior a la adición de estos materiales al Tristan
en prose.
El ms. 20262-19 del Códice de Tristán castellano medieval y los im-
presos del siglo XVI resumen el episodio del Caballero Anciano, cuya
versión más conocida se encuentra en la Compilation o Roman de
Roi Artus (hacia 1272). Esta obra fue escrita en francés por el italiano
Rustichello da Pisa, por encargo de Eduardo I de Inglaterra cuando
realizó una estancia en Acre, junto con su esposa Leonor de Castilla,
en el marco de la octava cruzada. Nada tendría de extraño, por tan-
to, que posteriormente Leonor poseyera y transmitiera a su familia (la
casa real castellana) una copia de la obra de Rustichello. El episodio
se encuentra además en un poema en griego medieval fechado en-
tre fines del XIII y segundo cuarto del XV que se conserva únicamente
en la copia del ms. griego 1822 de la Biblioteca Vaticana (folios 200-
205) que es de procedencia chipriota, y en el Tristano Veneto (que
sigue aquí la Compilation). El Caballero Anciano protagoniza también
cuatro de las pinturas murales del castillo de San Floret en Alvernia,
edificado a fines del siglo XIII, relacionadas con las aventuras relata-
das por Rustichello.
Ante la complejidad de la transmisión del Tristan en prose, en el caso
de las versiones castellanas es por el momento imposible establecer
de qué manuscritos concretos se sirvieron los traductores. Ninguno de
los manuscritos franceses o italianos conocidos puede ser por sí solo la
fuente de los Tristanes castellanos. Tampoco hay que descartar la po-
sibilidad de que dichos traductores se convirtiesen en algunos casos
en coautores del texto y lo modificasen a su antojo. Las versiones cas-
tellanas se diferencian entre sí, coinciden en alto grado con los breves
fragmentos catalanes, resultan muy originales respecto a las diferen-
tes versiones francesas, y muestran ocasionales puntos en común con
las italianas (otras veces se separan de ellas) y aparentemente, en
algún episodio, con la inglesa de Malory.
Este panorama textual prueba la existencia de una versión particu-
lar o anómala del Tristan en prose, más próxima a V. I que a V. II, cuya
denominación, datación y características han sido objeto, sin embar-
go, de muchas dudas y debate, pero cuyo rasgo esencial sería su ca-
rácter biográfico y, consecuentemente, la ausencia de buena parte
de los episodios no protagonizados por Tristán (es decir, presentaría la
apariencia de una abreviación o reducción de V. I). Esta redacción
especial, particular, llamada a veces «condensada», «abreviada»,
«reducida», o «anómala», cuya existencia es indudable, ha sido pro-

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


Tristán, una obra artúrica en los orígenes de los libros de caballerías... 117

puesta como el origen común de la llamada familia hispano-italiana,


periférica o meridional, a la que pertenecen algunos de los Tristanes
italianos e ibéricos.
Mientras la existencia de esta redacción especial no ofrece dudas,
la polémica sobre la lengua francesa o italiana en que habría sido es-
crita la versión de la misma que llega a la península ibérica ha sido in-
tensa. En los últimos tiempos parece afianzarse la idea de que el texto
del que proceden los Tristanes castellanos sería uno de los manuscritos
franceses de la V.I, familia a, copiados en Italia, posiblemente en el
scriptorium pisano-genovés, que se había especializado en copiar y
decorar textos artúricos y en el que parecen haberse realizado ocho
copias del Tristan en prose hacia el final del siglo XIII.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 87-117


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Reeditado en numerosas ocasiones a lo largo del siglo XVI por las


imprentas sevillanas de Cromberger y Varela.
Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus grandes
fechos en armas (Sevilla, Jacobo Cromberger, 1511).

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Bibliografía. La tradición textual del Tristán en la península ibérica 121

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Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus grandes


fechos en armas (Sevilla, Juan Varela de Salamanca, 1520). No se
conservan ejemplares.
Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus grandes
fechos en armas (Sevilla, Juan Varela de Salamanca, 1525).

Libro del esforçado cauallero don Tristán de Leonís y de sus grandes


fechos en armas (Sevilla, Juan Cromberger, 1528).
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on&textH=&advanced=false&completeText=&pageSize=1
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Libro del esforçado caballero don Tristán de Lonís e de sus grandes
hechos en armas (Sevilla, Juan Cromberger, 1533). No se conservan
ejemplares.

4. Tristán el Joven
Coronica nueuamente emendada y añadida del buen cauallero
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138 María Luzdivina Cuesta Torre

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5 (2016), pp. 139-142

Los fragmentos del Tristán de Leonís


de la Biblioteca Nacional de España:
los tesoros de las encuadernaciones1

José Manuel Lucía Megías


Universidad Complutense de Madrid

La Materia de Bretaña se difundió por la Península desde el siglo


XII. Una difusión exitosa si tenemos en cuenta las alusiones en obras
literarias o las trazas que ha dejado en la vida cotidiana, en nombre
de personas y animales, a lo largo de toda la Edad Media. Pero del
éxito de los textos artúricos no puede comprobarse por los testimo-
nios manuscritos conservados, ya sean en castellano, o en catalán,
portugués o gallego-portugués, que no suman más de una decena.
Y entre estos testimonios es sorprendente que sean los fragmentarios
los más abundantes, muchos de ellos conservados no por el texto que
han transmitido sino por su soporte de escritura, pergamino o papel.
Son los que podemos denominar «fragmentos instrumentales». El único
folio conservado del Tirant lo Blanc medieval lo ha hecho por servir
de «carpeta» (Arxiu de la Diputació de València, fons de la Duquessa
d’Almodóvar, e 4.1, caixa 15), pero lo normal es que estos fragmentos
hayan formado parte de antiguas encuadernaciones de los siglos XVI
y XVII: así sucede con los únicos testimonios medievales del Amadís de
Gaula (The Bancroft Library. University of California, Berkeley: UCB 115),
o con otras obras artúricas, como los dos folios en pergamino del Liuro

1. Este trabajo se publicó en el catálogo de la exposición de la Biblioteca Nacional


de Madrid (9 de octubre de 2008 a 19 de enero de 2009), Amadís de Gaula 1508.
Quinientos años de libros de caballerías, Madrid, Biblioteca Nacional de España–
Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2008, pp. 47-50.
140 José Manuel Lucía Megías

de Josep Abaramatia (h. 1400-1450) en el Arquivo Ditristal de Porto o


los tres folios, también en pergamino, de la Suite de Merlin (1300-1350),
que sirvieron de refuerzo a la encuadernación de dos incunables: pri-
mera y segunda parte de la tercera edición del Chronicon de Antonio
Pierzossi (Bâle, Nicolas Kesler, 10 de febrero 1491), actualmente con-
servado en la Biblioteca de Catalunya: ms. 2434, por quedarnos con
dos ejemplos que han sido descubiertos en los últimos años.
A principios del siglo XX, Adolfo Bonilla y San Martín dio a conocer
un folio, con una miniatura, de un códice medieval del Tristán de Leo-
nís, en la envoltura a unas cuartillas de Agustín Morán que contenían
sus notas al Diablo Cojuelo, conservado actualmente en la Biblioteca
Nacional de España: ms. 20.262/19. En el año 1999, junto al profesor
Carlos Alvar, editamos más de cincuenta fragmentos de este mismo
códice del siglo XV, procedentes de las guardas del ms. 12.915, que
había sido reencuadernado por Grimaud en el siglo XIX, y que hoy
tienen la signatura Biblioteca Nacional de España, ms. 22.644.

En la hoja de guarda de pergamino original del ms. 12.915 todavía


se aprecian restos de dos fragmentos conservados (los núms. 18 y 25).

Aula Medieval 5 (2016), pp. 139-142


Los fragmentos del Tristán de Leonís de la BNE... 141

Para explicar la desaparición de este rico patrimonio bibliográfico


y artístico —el códice del Tristán de la Nacional es el único miniado
dentro de los artúricos hispánicos— hemos de pensar en la conjunción
de dos factores durante el siglo XVI: por un lado, el éxito de los libros
de caballerías impresos, y por otro, la necesidad que tenía la industria
editorial del momento de materia prima para las cada vez más ela-
boradas encuadernaciones, con lo que los manuscritos medievales
estaban llamados a preservar más por su soporte de escritura que por
las historias que eran capaces de conservar y difundir. El historiador
Jerónimo Zurita, en carta de 1579-1580, nos ofrece la mejor de las imá-
genes de lo que sucedía en un siglo en que imprenta había dejado
de ser un arte para imponerse como una industria:
[libros que le habían] costado buen dinero y trabajo, en
cuarenta años que han pasado que los voy recogiendo y
escapando del poder de impresores y libreros, que andan
comprando pergamino para despedazallo; y aun estos días
han venido a mis manos algunos de poder de librero, que
los habían ya condenado por esto, que son de estimación, y
acuden a mí por lo que más vale que lo que a ellos cuesta,
tomándolos a peso del pergamino o papel.
De esta costumbre se hace eco Miguel de Cervantes en el capítulo
9 de la primera parte del Quijote, cuando, estando en la Alcaná de
Toledo, vio llegar a «un muchacho a vender unos cartapacios y pape-
les viejos a un sedero», y entre estos, descubrió unos folios en lengua

Aula Medieval 5 (2016), pp. 139-142


142 José Manuel Lucía Megías

arábiga, que terminó siendo la continuación de la obra escrita por


Cide Hamete Benengeli. Si no se hubiera llevado el autor alcalaíno
por su «natural inclinación» de «leer, aunque sean los papeles rotos de
las calles», el Quijote no hubiera pasado de ser uno más de los manus-
critos caballerescos que se perdieron durante los Siglos de Oro, o que
esperan todavía a ser descubiertos entre las tapas de tantos códices
de la época.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 139-142


5 (2016), pp. 143-218

Antología de traducciones y adaptaciones


castellanas de la Materia de Bretaña

José Manuel Lucía Megías


Universidad Complutense de Madrid

Criterios de edición
La presente antología de traducciones y adaptaciones castellanas
de la Materia de Bretaña se basa en la selección realizada y editada
por José Manuel Lucía Megías en su Antología de libros de caballe-
rías castellanos, publicada en Alcalá de Henares, Centro de Estudios
Cervantinos, 2001.
Los criterios seguidos en la edición son los siguientes:
•Regularización de la unión y separación de palabras, siguiendo los
criterios actuales (a excepción de por que con valor diferente del
causal y todavía con el sentido de ‘en todo momento’; asimismo
se conservan las palabras formadas con vocales protéticas del
tipo atal, atanto).
•La aglutinación de palabras y la fusión por fonética sintáctica se
resuelve mediante apóstrofo: dello à d’ello, del à d’él, destas à
d’estas.
•Regularización del uso de mayúsculas y minúsculas, así como de
los signos de puntuación, de acuerdo con la normativa actual.
Los cargos que expresan poder público o dignidad se escriben
con minúsculas, y así se dirá «era rey de Dacia», pero cuando el
cargo se convierte en el sobrenombre del personaje (Caballero
de la Selvajina, Caballero del Arco), o sustituye al nombre propio
(Emperador de Trapisonda), se escribirá con mayúsculas.
•Las abreviaturas se desarrollan sin ninguna indicación.
144 José Manuel Lucía Megías

•Acentuación siguiendo la norma vigente. Se acentúa ý cuando


es adverbio, ál con sentido de ‘otra cosa’, nós y vós como pro-
nombres tónicos y las formas verbales monosilábicas á, é, só, dé y
dó para evitar la confusión con preposición, resolución del signo
tironiano o formas adverbiales.
•Regularización de u, i, con valor vocálico, frente a v, j. De la misma
manera que la utilización de y para posición final absoluta de pa-
labra, conjunción copulativa (si la hubiere) y el valor consonánti-
co mediopalatal (cuioà cuyo).
•Se respeta el consonantismo del texto base, incluso sus alternan-
cias, como el empleo de nasal m o n ante bilabial p, b; así como
la ausencia o presencia de h.
•Transcripción de r, vibrante múltiple, en posición inicial o tras nasal.
•Simplificación de consonantes dobles sin valor fonológico distinti-
vo: ff, ll, cc.
•Se mantiene la grafía qu—ante las vocales e/i (que, quien, quin-
ce), pero se transcribirá como c—seguido de a/o/u, aunque sea
tónico.
•La ç se usa ante a, o, u.
•Se mantiene la alternancia entre —s—/—ss—/ y entre j / x.
•Se regularizan los grupos cultos sin valor fonético: ch (charidad à
caridad, Achiles à Aquiles); th (thesoro à tesoro, Matheo à Ma-
teo); ph (propheta à profeta).
•Entre paréntesis cuadrados ([ ]) se indicarán las enmiendas textua-
les del editor y entre ángulos (< >), las supresiones. Las anotaciones
marginales, que aparecen en algunos testimonios manuscritos, se
indicarán entre llaves ({ }). En el caso de textos medievales frag-
mentarios se colocarán entre corchetes ([ ]) las lecturas que han
desaparecido del testimonio conservado y que se restituyen.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 145

Baladro del sabio Merlín


[Burgos, Juan de Burgos, 1498]
(eds. Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías)

Muerte de Merlín con algunas de sus profecías (ff. 100r-v y 102v-105v)


Despúes que Bademagus tomó su donzella, que no respondió a
Morlot a ninguna cosa de lo que le dezía, ante se fue con ella por la
montaña, que era muy espesa; e iba muy alegre porque su donzella
avía cobrado. E andovieron todo ese día fasta hora de biésperas sin
comer ni bever. E llegaron a un valle estraño e muy fondo e enojoso
de andar, ca de una parte e de otra era todo peña viva e era todo el
camino enpedrado e lleno de grandes peñas. E entraron en el fondo
del valle e vieron andar cavallos paciendo. E yendo más adelante,
vieron dos choças de nuevo; e aquellas choças fueron de la conpaña
de Merlín e de la Donzella del Lago, que estovieron allí. E entraron en
una cueva que era en aquel valle. Esta Donzella del Lago encerró aí
un monumento de estraña manera fecho, ca era de mármol berme-
jo; e a Merlín metiólo dentro, en manera que con los encantamentos
que le mostró no pudo dende salir fasta que murió allí. E la manera
cómo fue cuenta aquí el autor.
Verdad es que Merlín fue fijo del diablo e bien se otorgó en todas
las istorias; e asimesmo qu’él fue el más sabio onbre del mundo e que
más supo de las cosas que eran por venir, sino Dios. E ningún onbre
non sabe quién fablase tan maravillosamente de las cosas pasadas
e de las que eran por venir. E príncipes no fueron en su tienpo ni otra
cosa que lo él no supiese ante que viniese; e otrosí cuál fin avrían.
Mas sin falta, por el grand saber que avía, fabló tan escuramente que
no podía honbre entender lo que dezía, porque dixo en el Libro del
Sancto Greal que sus profecías no serían sabidas fasta que fuesen pa-
sadas. E tanto dixo de las cosas que avían de venir que fue llamado
Profeta de los ingleses e aún agora ansí lo llaman, que mucho supo
de sí e de otre. E otrosí de su muerte dixo que muger lo mataría; e él
guareció de muerte a muchos buenos onbres e a sí mesmo no pudo
guarecer. E él así lo dixo: E esto acaece en muchos lugares, que los
que son maestros e sabios e dan consejo e profetiçan a otros e a sí no
pueden dar consejo ni profetizar lo que les aprovecha a su muerte.
E así acaeció a Merlín, que profetizó a todo el mundo e era el más
sabio, e a sí mesmo no pudo aconsejar ni profetizar, ca él amó por su
peccado a la Donzella del Lago, que era en aquel tienpo una de las
más fermosas mugeres del mundo; e otrosí era muy rica e avía grant
tierra e era natural de la Pequeña Bretaña; de bautismo, avía nonbre

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146 José Manuel Lucía Megías

Niviana. E ésta crió muchos onbres buenos e muchas dueñas e fizo


mucho bien. E cuando ella vio que la Merlín amava por su desonra,
començó aprender d’él todos los encantamentos que sabía; e fazíale
grand infinta que lo amava mucho, lo que ella amava poco. E cierto
que él fizo tanto que aprendió d’él tanta ciencia que sabía más que
onbre ni que muger que fuese en aquel tienpo, salvo Merlín, que sa-
bía más; e sabía profetizar lo que Merlín non sabía mostrar a otre. E él
la amava de todo su coraçón; e ella lo desamava en cuanto podía,
que nunca muger desamó tanto a honbre e bien lo mostró en la fin´;
pero tanto le mostró ella de amor que él creía que lo amava mucho. E
así anduvieron un grand tienpo, ella aprendiendo toda vía d’él, fasta
que llegó aquel valle donde Bandemagus llegó después a las choças
que ellos fizieron. E un día que llegaron allí, la Donzella del Lago dixo
a Merlín:
—¿Paréceos este lugar bien estraño?
—Sí, —dixo Merlín—, pero no es tan estraño que en él non vos amues-
tre la más rica cámara e más fermosa que nunca vistes.
—¡Ay Dios!, —dixo la donzella—. ¿Quién podría fazer en tan estraño
lugar tan fermosa cámara como vós dezís?
—Cierto, —dixo Merlín—, yo os lo diré cómo fue aquí fecho [...].
—Esta cámara quiero ir a ver, que dezís que es tan bien fecha e en
tan estraño lugar.
E esto era ya tarde, al sereno de la noche, e fizo Merlín encender
muchas candelas e fuese con la donzella a la cueva, e cavalleros
e escuderos e donzellas con ellos, e dexaron la otra conpaña en la
posada do tenían el fardaje. E cuando llegaron a la cueva, fallaron
una puerta de fierro, que parecía que avía muchos años que no fuera
abierta. E abriéronla e entraron dentro e fallaron aquel lugar tan rico e
fermoso que no ha onbre que lo contar pudiese. E fueron a la cámara
e fallaron otra puerta de fierro e abriéronla e entraron dentro e falla-
ron aí aquel monumento cubierto de cobertura de seda colorada.
Después que la Donzella del Lago cató la cámara toda e los cuerpos
de los dos amadores que yazían dentro muertos, dixo en su coraçón
que, pues aquella cámara era en tan estraño e apartado lugar, que
creía que nunca aí onbre vernía, que era bien que quedase allí Merlín
para sienpre. E dixo a Merlín:
—Cierto, muy alegre e sabrosa vida fazen los dos amadores que se
bien quieren en tal logar. E maravillosamente se amaron éstos que
dexaron el mundo por aver plazer de sus amores.
Merlín dixo:
—Cierto, señora, como éstos dexaron el mundo por sus amores, así
lo dexé yo por vuestro amor, que bien sabéis como yo era señor de la

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 147

Grant Bretaña e de la Pequeña, e del rey Artur e de su fazienda toda,


e cuánta honra me fazían todas las gentes; e creían cuanto yo dezía
e guiávanse por consejo mío. E todo lo dexé por vuestro amor.
E la donzella le dixo:
—Merlín, esto sé yo muy bien; así faré yo por vós. E cierto de aquella
tan gloriosa vida que aquellos dos amadores ovieron, he yo gran en-
bidia; e quiero que folguemos esta noche aquí e ayamos plazer
E Merlín le dixo:
—Señora, fagamos como quisierdes.
Entonces mandó ella venir sus gentes e mandó que le traxiesen allí
su cámara e bien de cenar; e Merlín mandó traer la suya. E a poca de
hora tornó Merlín muy triste e a fazer mal contenente. E la donzella le
dixo que qué avía, e él le dixo:
—Cierto, señora, que todo el cuerpo me duele e todos mis mienbros
me triemen e falléceme la fuerça e el coraçón e tomo tan gran es-
panto que no sé qué pueda ser de mí.
E la donzella le dixo:
—Merlín, no ayáis miedo e esforçadvos, que a los otros solíades vos
esforçar, ¿cómo os desmayáis?
Merlín no respondió cosa. Después que esto dixo, cenaron e fuese
Merlín acostar e durmióse luego como aquel que avía sueño mortal.
Después que la donzella lo vio dormido, fizo sobre él su encantamen-
to, que le él mesmo enseñó; e encantólo tan fuerte que no sentía
cosa que le fiziesen. E llamó aquellos de su conpaña e de quien se
más fiava e díxoles:
—Tomad a Merlín e traetlo por esta casa por los cabellos e por los
braços e veré si acordará.
E ellos lo fizieron; mas por mal que le fizieron, nunca pudo acordar.
[...]
—Amigos, —dixo ella—, este onbre sabed que es fijo del diablo e sus
obras fazía. E andava enpós de mí por me fazer escarnio e desonra si
pudiese, ca él creía de mí aver la mi virginidad, la que yo he ofrecido
a Dios; e nunca otro la avrá sino Él, como señor que todas las cosas e
a mí fizo. E bien escapé del fijo del diablo sin me desonrar, si pudiera;
mas Dios me libró d’él, que sabía mi intención e la suya. E pues que él
me quería escarnecer, mejor es que escarnesca yo d’él. Cierto, por
mal suyo me cuidó desonrar, ca yo le acortaré su vida por lo que él
contra mí pensava fazer.
E mandó luego tomarlo a aquellos sus onbres. E metiéronlo dentro en
aquel monumento, que estava abierto, e fízolo cerrar, así como ante
estava. E fizo encima del monumento su encantamento con letras e
carátulas que le él mesmo enseñara, tan fuertes que jamás no verná

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


148 José Manuel Lucía Megías

tan rezio onbre que pueda abrir ni alçar la cobertura del monumento
ni sobre él tirarla; ni fue alçada fasta que llegó ý después Tristán, el
buen cavallero, que la alçó.
E este encantamento fizo ella en tal manera que él yazía sobre los
dos amadores. E puso sobre el monumento una canpana por tal vía
que de ninguno pudiese ser alçada, fasta que viniese aquel que avía
de amar más lealmente que todos los que amaron. E cuando viniese
el amador de los amadores e viese aquel monumento e las letras que
en él estavan e el nonbre de Merlín, desfazerle ía el encantamento,
porque avía él de alçar la canpana para ver los huesos de los amado-
res. Así fizo el encantamento como le Merlín mostró; e así avino, que
duró después fasta que Tristán vino e estuvo aí como adelante oiréis.
D’esta manera fue Merlín metido en el monumento. E como quiera
que él fue muy sabio e grand profeta de las cosas que avían de ve-
nir, Dios, que es sabidor e poderoso en todas las cosas, no quiso que
él esto supiese ni que se d’esto pudiese guardar. E así fue soterrado
vivo e engañado por muger virgen, así como lo él profetizó; e así fue
muerto por los encantamentos mesmos que él mostró a la Donzella
del Lago, ca en otra manera ella ni otre no lo pudiera matar sino Dios.
E aquella noche durmió allí e en la mañana cavalgó con sus gentes
e fuese. Al tercero día llegó allí Bandemagus e su donzella; e cuando
vio las choças e las ramas, dixo a la donzella:
—Donzella, aquí reposemos en estas choças oy. [...]
E otro día de mañana, Bandemagus se levantó así armado como
estava, que no se desarmó de noche; e la donzella dormía, ca era
cansada de la jornada que fiziera. E Bademagus salió de la choça e
miró si vería alguna iglesia do irían a oír missa, ca era en aquel tienpo
costunbre de los caballeros andantes oír misa antes que entrasen al
camino, si fuese en lugar do pudiesen fallar clérigo; e demás que los
de la Tabla Redonda lo avían de fazer por mandado de la corte e
porque era costunbre. E estando Bandemagus mirando si vería algu-
na iglesia, vio una carrera por do la Donzella del Lago e su conpaña
salieran de la cueva do Merlín quedó soterrado vivo. E él entró por
aquella carrera fasta que entró en la cueva e falló la puerta de fierro
que dixe. Estonces entró e miró a todas partes e dixo:
—¡Ay, Santa María, qué cosa es ésta tan buena e tan fermosa!
E él esto diziendo, oyó una voz espantosa, como de onbre que yazía
so tierra. E miró derredor de sí e no vio cosa e fue espantado e dixo:
—No dexaré de saber qué cosa es esta voz.
E parecióle que en aquella cueva era do salía; e tomó la espada
en la mano e abrióla; e entró dentro e vio aquella casa tan buena e
dixo en su coraçón que era paraíso aquella cámara; pero ovo miedo

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 149

de ser encantado, porque veía tan fermosa cosa en tan estraño lu-
gar. E cuando vio el monumento, maravillóse, ca nunca viera otro tan
fermoso e tan rico. E en la cámara avía grand lunbre, ca de suso d’él
avía tres finiestras muy buenas. E después que vio el monumento fue
contra los pies d’él e vio en la canpana e en el sepulcro letras; e visto
lo que dezían estuvo pensando en quién podrían ser los dos amado-
res. A desora oyó una grant voz que dezía:
—¡Ay, captivo! ¿Por qué nací?
E d’esta boz fue él tan espantado que no uvo qué dezir nin supo qué
fiziese, ca bien vio que aquella boz salía del monumento. E quísose ir,
pero dixo:
—Grand vergüença me sería de estar en el lugar donde tal cosa
oyese, si no supiese dó sale esta boz e qué cosa es.
E él estava todavía mucho espantado. Estonces escuchó e oyó fa-
blar paso a aquel que yazía en el monumento, e dezía así:
—Bandemagus, no ayas miedo de mí, ca no te verná por mí mal
alguno.
E cuando esto oyó el cavallero, esforçóse más e fabló más osada-
mente e dixo:
—¿Quién eres tú que me conoces e sabes mi nonbre e tales ansias
fazes? ¿Eres muerto o vivo? Cierto mucho me maravillo de ti. E por
Dios, dime tu nonbre e fazme saver de tu fazienda e qué cosa eres.
E después d’esto salió del monumento una grand boz mucho dolo-
rosa e muy espantosa de oír. E fabló más claramente e dixo:
—¡Ay Bandemagus! Sabé que yo soy el más mal aventurado onbre
del mundo. E verdaderamente así es porque yo mesmo fize que mu-
riese tan crudamente, que yo me maté con mis propias manos, por-
que enseñé a la más mortal enemiga que en el mundo avía con qué
me pudiese matar.
E después que esto dixo, dio otro baladro muy doloroso. Estonces se
signó Bandemagus e fabló más sin miedo e dixo:
—¿Tú eres onbre? ¿O cómo fuiste encerrado en este monumento?
E la boz dixo:
—¡Ay Bandemagus! Confiando yo de una donzella en la cual nunca
falleció crueza e deslealtad e traición, a la cual yo fize mucho bien e
mucha ayuda, porque la más amava que a otra cosa, me encerró
aquí, que por su saber nin poder non pudiera ella fazer cosa contra
mí; mas yo le enseñé por que ella me ha dado tan cruda muerte.
E Bandemagus le dixo:
—Dezidme, por Dios, ¿quién sois vós e cómo avéis nonbre?
E la boz le dixo:

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150 José Manuel Lucía Megías

—Bandemagus, tú me viste ya muchas vezes en grand honra e muy


preciado, ca el mundo me tenía en parte por señor; e creían todo lo
que yo dezía, así como si lo dixese uno de los apóstoles del Señor. E
a ti no me quiero encubrir; sabé que yo soy Merlín, el que tú mucho
amavas en casa del rey Artur. E todos los que me veían me tenían
por el más sabio del mundo; mas cierto yo fue el más sandío e el más
alongado de saber que en el mundo nació, ca yo mostré e enseñé
a mi enemiga cómo ella me matase. E pues así fue yo el más sandío
onbre del mundo, porque yo mostrava a los otros cómo se guardasen
e el mi mal no supe entender ni guardarme d’él, ni quiso [Él] que mi
peccado lo supiese. E cierto bien podés dezir al rey Artur que en mi
muerte perdió uno de los mejores amigos que en el mundo avía. E
cierto, el reino de Londres me fallará mucho menos cuando le será
menester, ca si yo aquel tienpo llegara, no fuera destruido el reino de
Londres, como lo ha de ser.
Cuando Bandemagus esto oyó, fue mucho espantado e dixo:
—¿Cómo? ¿Vós sois aquel muy sapientísimo Merlín, que teníamos
por profeta?
—Yo soy, —dixo Merlín—, mas yo no avía tanto saber como vosotros
creíades, que ya os dixe que yo mesmo me traxe a la muerte.
E Bandemagus le dixo:
—Merlín, vós no os desconfortéis, ca yo abriré el monumento e os ti-
raré de aí si os no tiene otra cosa, que si vós aí muriésedes, sería grand
daño e cosa de mucho doler.
Entonces dixo Merlín:
—De balde os trabajarés, ca este monumento es cerrado por tal
encantamento tan fuerte e por tan fuertes palabras, que son de tal
calidad, que no ay onbre en el mundo que lo pudiese abrir. E por esto
me conviene de morir, ca en el mundo non ay onbre mortal que me
pueda dar vida. E esta canpana que veis no se moverá por cavallero
que aquí venga, que es en tal manera encantada que no se podrá
mover fasta que Tristán, el buen cavallero, venga aquí, que me ha de
sacar.
E Bandemagus le dixo:
—Dezidme quién es aquel Tristán e irlo he buscar por libraros d’esta
muerte, si él fuere cerca de aquí.
E Merlín le dixo:
—Bandemagus, ¿e qué dizes de Tristán, que es aún tan pequeño
que aún trebeja con la teta de su ama e no ha aún dos años conpli-
dos? E aquél verná aquí por ver mis huesos e mi sepultura e por llorar
mi muerte, e aquél abrirá este monumento. E fasta aquel tienpo que
aquél venga, no se abrirá. E aquél será tan buen cavallero que su

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 151

buena cavallería e sus tan buenos fechos e su fermosura e cortesía


alegrará a todo el mundo. E creed esto sin falta; mas yo non lo veré
e pesa mucho; e por bien aventurado me ternía si pudiese ser que
folgasen mis ojos en vista de tan buen cavallero como él será. E todo
onbre bueno devría desear de lo ver.
E Bandemagus dixo:
—¡Ay Merlín! Pues me dezís que tan buen onbre será e tan buen ca-
vallero aquel Tristán, que por sus bondades e cavallería será el mundo
en alegría e plazer, por Dios me mostrad, si os pluguiere, cómo lo co-
noceré yo cuando él fuere cavallero.
Merlín dixo:
—Bandemagus, así como se conoce la luna entre las estrellas, que
es mucho mayor e de mayor lunbre, así parecerá Tristán sobre todos
los cavalleros. Mas verdaderamente que él avrá dos cavalleros en
conpañía: e el uno será poco mayor de días que él e será su par, e el
otro será un poco mejor que él; pero Tristán será flor de los cavalleros
en bondat e en toda cavallería. E ninguno de los otros no serán tales
como éstos; e éstos serán muy buenos en cavallería, mas a todos pa-
sará Tristán en bondad e fermosura.
Bandemagus le dixo:
—Pues vós, Merlín, me dezís que estos tres serán tan buenos cavalle-
ros que pasarán en toda bondad e cavallería a todos los otros, e pues
me dezís el nonbre del uno, dezidme el nonbre de los otros dos.
—No faré, —dixo Merlín.
E después que esto dixo, dio un gran baladro doloroso que el cielo
trespasó tal que Bandemagus uvo d’él grand cuita e sentimiento. E si
lo pudiera acorrer, de grado lo fiziera. E Merlín fizo dentro su duelo muy
doloroso e esquibo a marabilla, que no ay coraçón humano que no
ubiese d’ello grand sentimiento. E Bandemagus le dixo:
—¡Ay, Merlín, buen amigo! Dezidme, si os pluguiere, la Tabla Redon-
da que se fizo por vuestro consejo, ¿qué será d’ella?
E Merlín dixo:
—Bandemagus, ella entrará en grand onra e en muy grand alegría
e alteza además; e será de tan gran poder que avrán las gentes que
fablar por sienpre. E todos los buenos cavalleros del mundo que se
preciaren la vernán a ver; e el que ende fuere conpañero se terná
por bienandante. E cuando fuere en la mayor honra e en el mayor
poder, entonces començará su vergüença e verná su abaxamiento;
e començarse han a perder todos los buenos onbres. En aquel tienpo
se llamará el rey Artur, rey tribulado, e luengo tienpo deseará su muer-
te. E aquel tienpo fallecerá la flor de la cavallería de todo el mundo.
E los reinos de Londres, que tú verás conplidos de toda buena ventura

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152 José Manuel Lucía Megías

sobre todos los otros reinos, tornarán en gran dolor e cuita; mas aquel
tienpo no verás tú, ca Aquel que no ha miedo ni vergüença a ninguno
enbiará por ti.
E Bandemagus le dixo:
—Dezidme, ¿qué dezís del rey Artur? ¿Podrá reinar luengo tienpo?
—Sí, —dixo Merlín—, e será mucho menester al mundo de reinar mu-
cho. E todos los reyes d’esta tierra valdrán muy poco sin él, ca él en
su vida usará luengo tienpo de alegría e abenirle han cosas estrañas;
mas al fin su casa será fuente de lágrimas e su término será en el do-
loroso día en que los que quedaren de la Tabla Redonda farán fin.
Aquel día será buen día de sangre e de tristeza e de mortal pesar;
aquel día entrará saña e pesar e dolor; aquel día havrán a los ojos
atados paños que no verán; aquel día será la ventura madrasta a
todo el mundo e todos en aquel tienpo serán lavados en sangre de
onbres. Allí se matarán hermanos e parientes e el padre al fijo e el fijo
al padre; e no se avrán vergüença ni se temerán el uno al otro. E allí
non habrá sino cuita e dolor después que el padre diere el golpe al fijo
malo e mal fecho, de que morirá; e de aquel golpe morirá la flor de la
cavallería toda. E aquel día será día de grand duelo e pesar, que lo no
podrá creer onbre ninguno. E el mundo todo devría rogar a Dios que
no fuese aquel día. E aquel día serán tinieblas e noche escura. E este
día verná en las tierras por ocasión de la reina Ginebra e por amor de
la maldita sierpe que al rey apareció en visión.
Después que Merlín esto e otras cosas muchas uvo dicho, callóse. E
a cabo de una pieça tornó a fazer su duelo muy fuerte; después que
uvo fecho el duelo, Bandemagus le dixo:
—Merlín, yo me tengo de conbatir con Meliadús el Arreziado. ¿Qué
me dezís? ¿Poderlo he vencer?
—No, —dixo Merlín—, ca es mayor e mejor cavallero que vós e mu-
cho más rezio que vós. E creed que, si os conbatís con él en esta edad
en que estáis, que os matará.
E Bandemagus dixo:
—¿Pues qué faré? Que todavía me he a conbatir con él, queriendo
o no.
E Merlín dixo:
—Bandemagus, yo vos diré cómo fagáis; e si de otra manera lo fa-
zéis, seréis muerto. Así como vós andáis deman[dan]do a Meliadús
el Grande por lidiar con él, así lo anda buscando Morlot de Irlanda
fasta que lo falle. E vós punad de aver conpañía e amor con Morlot. E
desque tomardes con él amistat, hazed por le buscar juntos e dexad
tomar con él la batalla a Morlot antes que la vós tomés e sed cierto
que Morlot ha de matar a Meliadús e así será vuestra demanda aca-

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 153

bada. Entonces vós podés tornar a la corte del rey Artur sin vergüença
d’esta demanda cuando quisierdes; mas vuestra honra anda en esto
catando desonra e por esto te aconsejo que lo así fagas, ca lo no
puedes en otra manera fazer sin recebir muerte.
Cuando esto oyó Bandemagus, dixo que así lo faría. E Merlín dixo a
Bandemagus:
—Si fueres a la corte del rey Artur, dile de mi parte que es preso su
sobrino Galván e no puede ser libre sino por su hermano Gariete. E
mire cómo arme cavallero a su ermano Gariete si quiere que sea libre
Galván.
E después que esto uvo dicho, Merlín callóse; e a cabo de un pe-
queño espacio preguntó Bandemagus:
—¡Ay, Merlín! ¿Quién fue aquella que os ansí prendió e encerró aquí
tan fuerte que vos no puede onbre dar remedio?
E Merlín le dixo:
—Una donzella que yo vi en tan mal día para mí. E ha nonbre de
baptismo Niviana e es natural de la Pequeña Bretaña, e llámanla la
Donzella del Lago. ¡Que en punto malo nació para mí e para muchos
buenos a quien yo faré grand falta! ¡E en fuerte ora vi su conpañía!
E desque esta palabra dixo, callóse, así que cosa que Bandemagus
le preguntase, no le respondió. E muchas vezes le preguntó e no res-
pondía. E así atendió fasta otro día; entonces vino un grand tronido
con relánpagos e piedra e agua e escuridad tan grande que parecía
noche escura. E Bandemagus cayó en tierra e perdió grant parte de
su fuerça. Un poco después de ora nona dio Merlín un grand baladro
e un gemido tan espantoso que Bandemagus uvo grand miedo. E a
cabo de una pieça fabló no en voz de onbre, mas de diablo, e dixo:
—¡Ay mala criatura e vil e fea e espantosa de ver e de oír! ¡Mal aven-
turado e de mal fazer, que ya fuiste flor de veldad e ya fuiste en la
bendita silla en la gloria celestial con toda alegría e con todo bien
conplido! ¡Criatura maldita e de mala parte, desconocida e sober-
via, que por tu orgullo quesiste ser en lugar de Dios; e por ende fuiste
derribado con tu mezquina e cativa conpaña e tiróte del lugar de
alegría e plazer por tu culpa e metióte en tiniebra e en cuita que
te no fallecerá en ningund tienpo! E esto as tú por tu grant sobervia
que has ganado cosa maldita, que me feziste contra razón, pues que
tú vees que ansí me escarnece mi peccado, por que Dios de mí no
quiere aver parte. ¿Por qué no vienes tú por mí con tu grande e mala
conpaña de tus servientes e fazme aver mala fin? Ca yo soy tu carne,
ven e tómame, que de ti vine por mala ventura e a ti me quiero tornar,
que yo soy tuyo de comienço, que sienpre fize tus obras e yo no quie-
ro ni amo sino a ti; e a ti ruego e a ti demando que me no dexes. ¡Ay

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154 José Manuel Lucía Megías

infierno, que sienpre estás abierto para mí e para otros, alégrate, que
Merlín entrará en ti e a ti me dó derechamente!
E cuando Bandemagus esto oyó, fue tan espantado que no supo
qué fiziese e signose muchas vezes de las grandes maravillas que oía
e dixo entre sí:
—Desde oy más me quiero ir de aquí.
E luego tornó de otro acuerdo e dixo:
—Por cierto, no lo faré, antes quiero esperar en qué manera finará
Merlín.
E él así estando ant’el monumento, vino un gran trueno e pedrisco e
tan grand roído espantoso e tan grand escuridad que no vio ni punto
más que si fuese noche escura, aunque era un poco ante de nona. E
oyó en la casa buelta e alboroço tan grande como si estoviesen allí
mil onbres e que diese cada uno las mayores bozes que pudiese. E
avía entre ellas muchas bozes feas e espantosas, de las cuales Ban-
demagus uvo grant miedo que no se pudo tener en los pies; e pare-
cióle que le fallecía el coraçón e que toda la fuerça del cuerpo le
menguava; e cayó atordido en tierra e muy sin virtut, que creyó luego
ser muerto; tanto uvo gran miedo. E él así yaziendo en tierra, oyó un
baladro tan grande como si mil onbres diesen vozes todos a una. E
entre todas avía una boz tan grande que sonaba sobre todas las otras
e parecía que llorava al cielo. E dezía aquella boz:
—¡Ay, cativo! ¿Por qué nací, pues mi fin con tan gran dolor la he?
Di, mezquino Merlín, ¿e dónde vas a te perder? ¡Ay, qué pérdida tan
dolorosa!
Estas palabras e otras muy sentibles dixo. E sobre esto Merlín calló
e murió con un muy doloroso baladro que fue tan en alta boz que,
según lo escrive el autor e otros muchos que d’esto fablaron, este ba-
ladro, que entonces dio Merlín, fue oído sobre todas las otras bozes,
que sonó a dos jornadas a todas partes. E oy día están aí los padro-
nes que los honbres buenos de aquel tienpo fizieron poner; e están aí
por que sea sabido por dó fue la boz oída e fasta dó llegó el sonido
d’ella. E las candelas que él fizo arder sienpre, de luengo tienpo, sobre
los <tres> treze reis que mató el rey Artur cuando venció al hermano
del rey Rión, fueron luego muertas. E otras muchas cosas acaecieron
aquel día que Merlín murió, que las tovieron por maravilla. Por esto lo
llaman el Valadro de Merlín en romance, el cual será de grado oído
de muchas gentes, en especial de aquellos cavalleros que nunca fi-
zieron villanía, sino proezas e grandes bondades de cavallería e cosas
estrañas que fizieron los cavalleros de la Tabla Redonda; d’esto da
cuenta por estenso la Istoria del Santo Greal.

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 155

Bandemagus estubo así atordecido del espanto que ubo en oír el


baladro de Merlín e las grandes bozes, como ya es dicho; e tanto
estubo atordecido como uno pudiera andar una jornada. E desque
en su acuerdo tornó, vio tanta multitud de diablos que le pareció que
toda la tierra cobrían. E salió de allí con grant espanto e con mucho
dolor, porque no pudo remediar en cosa la muerte de Merlín. E así
como onbre el más de los tristes, fue a do avía dexado su donzella, la
cual, desque le vio, fue muy atribulada, porque le vio tan desfigurado
que a gran pena le conocía; e preguntóle con infinitos ruegos que le
dixese de qué venía ansí desfigurado e dó avía estado tanto tienpo.
Vandemagus, vistos los congoxosos ruegos que su donzella le fazía, se
esforçó a fablar, que tal venía que con toda pena podía ser enten-
dido lo que dezía; e lo mejor que pudo, contó punto por punto a la
donzella todo lo que avía visto e oído. La donzella se maravilló de oír
las cosas que Bandemagus dezía e rogóle que luego se fuesen de allí,
lo cual Bandemagus fizo. E fuese por la montaña a ver si podría fallar
a Morlot o a Meliadús el Arreziado para acabar su aventura, como
Merlín le avía consejado. E tanto andubo que falló a Morlot e fizo con
él su amistad e enbiaron la donzella honorablemente a su tierra; e
fueron buscar a Meliadús e a poco trecho le toparon. E Morlot quiso
la primera batalla e abaxaron sus lanças e de todo su poder se en-
contraron; e Morlot pasó a Merliadús la lança por los pechos fasta la
otra parte e cayó muerto en tierra. E Bandemagus, que lo vio, pesóle,
como quiera que así gelo avía dicho Merlín que avía de ser, según
arriba es dicho. [...]
Así pasó la muerte de Merlín, como arriba es dicho, e con mayor
sentimiento que aquí se escrivir puede; pero quien quiera puede co-
legir por vía de razón un onbre que tanto serbía al rey e reino, cuánta
razón avían de le llorar todos.

Demanda del Santo Grial


[Toledo, Juan de Villaquirán, 1515]
(eds. Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías)

La Bestia ladradora (i, caps. cxlvi-cxlvii y cliii, ff. 30v-33r)


El rey [...] cuando se levantó, oyó toda la missa y después fuesse a
caça con gran conpaña de cavalleros y de otros hombres; y el rey iva
en un muy buen cavallo e vestido de paños de caçador, e tanto que
entraron en la montaña e fallaron un gran ciervo e dexaron los canes
ir empós d’él. Y el rey que andava bien encavalgado, començó a se-

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156 José Manuel Lucía Megías

guir el ciervo e tanto se acuitó de ir empós d’él que en poca de hora


dexó su compaña más de dos leguas, assí que no supieron d’él parte.
Y el rey tanto fue empós del ciervo que no lo pudo el cavallo sufrir e
cayó con él; e cuando el rey se vio a pie no supo qué fiziesse, ca sus
hombres eran lexos, y el ciervo ívase tan lexos que lo perdió de vista;
pero dixo que iría empós d’él a pie fasta que sus hombres llegassen,
que le darían cavallo. E tanto fue el rey a pie empós del ciervo que se
cansó e pósose cabe una fuente por folgar; e tanto que se assentó,
començó a pensar en el sueño e pensando oyó un gran ladrido de
canes, tan grande como si fuessen xxx o xl canes; y pensó que eran
los suyos e levantó la cabeça e vio venir una bestia e no muy grande,
mas era la más dessemejada que nunca vio porque de su figura era
tan estraña e tan dessemejada era como en Cuento del Santo Grial
dize; e por ende no os dize aquí atán conplidamente cómo era, pero
de los más de las fechuras diré, ca ella avía la cabeça e cuello de
oveja blanco como nieve, e pies e piernas de can negras como car-
bón; e avía el cuerpo y el alcafar como raposo. E la bestia vino a la
fuente, e començó de bever e mírola mucho e signose y dixo:
—¡En buena fe, agora veo la mayor maravilla que nunca vi! La bes-
tia tan dessemejada como ésta nunca d’ella oí fablar, ca estraña de
fuera y de dentro, ca oyo bien e conozco que trae dentro en sí fijos
bivos, que ladran como canes. Y nunca en el reino de Londres vio
hombre tales maravillas como estas d’esta bestia dessemejada. [...]
Assí fabló el rey consigo mismo de la Bestia Ladradora, e cuando
començó a bever, las bestias que andavan dentro en ella calláronse;
e después que bevió, començó a ladrar assí como antes; assí como si
xxx canes fuessen empós d’ella; e assí se partió la bestia de la fuente. Y
el rey la miró mientra la vio quedó tan espantado d’esta maravilla que
no sabía si dormía ni si velava, y ella se fue a tan grande andar que en
poca de ora no la vio e començó a pensar más que antes, e mientra
que assí pensava, llegó a él un cavallero e díxole:
—¡Oyes tú, cavallero, que piensas, dime si vistes la dessemejada bes-
tia que lleva en sí los ladridos de diez canes!
Y el rey dixo:
—Yo la vi agora y aun no va media legua.
—¡Ay Dios!, —dixo el cavallero—, ¡cómo soy tan desdichado, ca si
agora no me moriera el cavallo, alcançalla ía, e cabaría lo que de-
mando, ca más ha de un año que ando tras ella por saber la verdad
d’ella. [...]
Dize el cuento que cuando el niño esto oyó, fixo semblante que ovo
ende gran pesar, e partióse del rey e fuesse meter en una mata muy
espessa, e mudó la presencia del niño e tornó en semejança de viejo

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 157

de ochenta años, tan flaco a semejança que apenas podía andar; e


fue vestido de un guisón; e assí fue ante el rey e saluólo. [...]
—Dezidme, —dixo el rey—, lo que vos preguntare. Dezidme de aque-
lla bestia que vi, la más dessemejada de que nunca oí fablar; e traía
dentro en sí bestias que ladravan, e parecíame que era sueño, ca me
parecía que ninguna criatura no podría boz salir fuera del vientre de
su madre.
Y el hombre bueno dixo:
—Si vos ende maravillades, hazedes gran derecho, ca sin falta esto
es maravilla, assí en lo ver como en lo oír.
Y el rey dixo:
—Agora me dezid qué sea.
El hombre bueno dixo:
—Esta es una maravilla del Santo Grial, e non vos puedo más dezir,
ca mejor hombre que yo os lo dirá.
—E ¿quién es ésso?, —dixo el rey.
—No es aún engendrado, —dixo el hombre bueno—, mas aína lo
será; y en engendrar lo ha aquel cavallero que vistes que va empós
de la bestia.
Y el rey dixo:
—¿Qué sabéis vós si lo vi?
Y él dixo:
—Sí sé; e aún sé el pleito que ha entre vós.
E el rey dixo:
—Agora me dezid qué cavallero es.
Y el hombre bueno le dixo:
—Vós lo sabréis bien si lo prováredes a la justa, e no os diré ál d’esta
vez. [...] E más os digo de la bestia que non sabredes ende la verdad
hasta que de aquel que d’éste salirá os lo fará conocer, e avra nonbre
Perseval de Galaz, porque será natural de Galaz; e será tan amigo
de Nuestro Señor que él dará su virginidad tan maravillosa que cual
saliere del vientre de su madre tal entrará so la tierra. Y esta verdad
avrá este cavallero que d’esta bestia él os dirá la verdad; mas antes
no podéis saber tan conplidamente la verdad, pero deziros he una
parte por vuestro amor. Sabed que Idomedes, que fue rey [del rei]
no de Londres, que agora ha nombre Inglaterra, ovo una fija muy fer-
mosa que sabía mucho de las vii artes e amava estudiar en el arte de
nigromancia, porque amava el mundo; e amó a un su hermano de fol
amor, que era infante grande y fermoso, e prometiera a Dios su casti-
dad. Y este infante avía nonbre Galaz. E porque no quiso fazer lo que
ella quiso, fizo al padre que lo prendiesse, ca le dixo que la forçara y
era d’él preñada, y mentía, ca todo gelo mostrara el diablo que la

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158 José Manuel Lucía Megías

engañó, ca le dixo que durmiesse una vez con él e que faría que la
amasse su hermano; y ella lo fizo e durmió con ella, ca le pareció él en
una fuente de una huerta de su padre, do ella iva a menudo estar; y
parecióle en forma de hombre fermoso y assí durmió con ella el dia-
blo muchas vezes; y ella fue preñada de diablos; e cuando el padre
la vio preñada, preguntóle qué fuera aquella. Ella dixo assí como el
diablo gelo enseñó:
—Señor padre, sabed que me forçó mi hermano Galaz.
El rey Idomenes prendió al hijo e preguntó a la fija qué justicia quería
que hiziesse d’él; e díxole que lo diesse bivo a comer a canes. E assí
fue Galaz echado a canes por sentencia de su hermana. E fizo una
oración a Dios e dixo que diablos ladrassen en su vientre porque men-
tía, y que ladrasen como canes. Y después que él fue justiciado, ella
parió a su tiempo esta bestia que vós aquí vistes, y fuesse por el monte
que parescía que más de cient canes ladravan en su vientre. E assí
andará fasta que venga el buen cavallero que avrá nombre Galaz
que la matará. E cuando Idomenes vio que a su hijo matara a tuerto,
entendió que Dios oyera la oración que fizo por el testimonio que su
hermana dixera contra él. E tornó entonces a la hija e atormentóla
en manera que le contó cómo el diablo la engañara. Entonces hizo
el padre justicia brava y cruda d’ella porque mintiera; y assí perdió
Idomenes sus hijos ambos por su mala ventura.

Cómo comienza la demanda del Santo Grial (ii, caps. xxxiii-xxxvi, ff.
101r-v)
Grande fue el alegría y el plazer que los cavalleros de la Tabla Re-
donda ovieron aquel día cuando se vieron que eran todos de con-
suno. E sabed que después que la Tabla Redonda fue començada
que nunca aí fueron todos assonados; mas aquel día sin falta avino
que fueron aí todos, mas después nunca allí fueron. E contra la no-
che después de bísperas, cuando se asentaron a las mesas, oyeron
un trueno atán grande e atán espantoso que les pareció que todo
el palacio caía; e luego desque el trueno quedó, entró una tan gran
claridad que fizo el palacio dos tanto claro que ante era; e cuantos
en el palacio estavan luego fueron cumplidos de la gracia del Espíritu
Santo; e començáronse a mirar unos a otros, e viéronse muy maravil-
losos de gracia en que estavan; e maravillávanse mucho dónde esto
les venía, e no uvo aí tal que pudiesse hablar por una gran pieça, ante
estavan callados e mirándose los unos a los otros. Y ellos assí estando
entró en el palacio el Santo Grial cubierto de un xamete blanco, mas
no uvo aí hombre que viesse quién lo traía; e tanto que entró fue el

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 159

palacio tan cumplido de tal olor como si todas especias del mundo aí
fuessen. Y él fue por medio del palacio, de una parte e de otra, y en
derredor de las mesas; e por do passava, luego las mesas eran cumpli-
das de tales manjares cuales en sus coraçones deseavan cada uno. E
después que cada uno uvo lo que menester avía a su plazer, salióse el
Santo Grial tan presto que ninguno no supo qué fuera d’él, ni por cuál
parte se saliera. E los que ante no podían fablar fablaron entonce e
dieron gracias a Nuestro Señor que les feziera tan gran honra, que
así los confortara e abondara de la gracia del Santo Vaso. Mas sobre
todos aquellos que muy ledos eran, más lo era el rey Artur, porque
mayor merced le mostrara Nuestro Señor que a ningún rey que ante
reinase en Londres. E d’esto fueron muy ledos cuantos aí eran, ca bien
les pareció que se membrava Dios d’ellos e fablaron aí mucho y el rey
dixo a los que cab’él estavan:
—Cierto, amigos, como devemos ser alegres de que Dios nos mostró
tan gran señal de amor que a tan alta fiesta como es la de Pentecos-
té nos dio de comer de su santo cellero. [...]
Galván, que servía ant’él, díxole:
—Señor, aún ay ál que vós no pensades; sabé que no ay cavallero
en el palacio que no oviesse de comer cuanto pensó en su coraçón;
esto nunca avino en ninguna corte sino en casa del rey Pelles, mas
de tanto fuimos todos engañados, que no lo vimos sino cubierto, por
que, cuanto en mí es, prometo a Dios agora ante la cavallería que
mañana sin detenimiento entraré en la Demanda del Santo Grial, así
que la manterné un año e día, e por ventura más; e aún más digo,
que jamás no tornaré a la corte por cosa que avenga fasta que lo
vea mejor e a mí plazer que agora lo vi; mas sino pudi[e]re ser, tornaré
me entonce. [...]
Cuando los cavalleros de la Tabla Redonda oyeron lo que dezía Gal-
ván, sufriéronse fasta que comieron, mas tanto que las mesas fueron
alçadas, fueron todos ant’el rey e fizieron aquella promessa que fiziera
Galván; e dixeron que jamás no quedaría[n] de andar fasta que estu-
viessen a la alta mesa do tan sabrosos manjares eran guisados como
eran aquellos que aquel día comieron, si era cosa que otorgada les
fuesse por afán e por trabajo que pudiesen sufrir. [...]
Cuando el rey vio que todos avían fecho esta promessa, uvo gran
pesar e gran amargura en su coraçón, ca vio que no los podía tornar
en ninguna guisa; e dixo a Galván:
—Galván, vós me avedes muerto y escarnido, ca por esta promesa
que fezistes me tollistes la mejor conpaña e la más leal que nunca fue
en el mundo, la conpaña de la Mesa Redonda, ca después que se
de aquí partieren, yo bien sé que no tornarán acá todos, ante morirán

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


160 José Manuel Lucía Megías

gran pieça d’ellos en esta demanda, ca no averná tan cedo cima


como vós pensades. E por esto me pesa ende mucho, ca siempre
les fize honra de todo mi poder e quíselos bien, e quiero assí como si
fuessen mis fijos, o mis hermanos; e por esto me es muy grave tu pro-
metimiento. E cuando yo que los solía ver, e aver su compaña, e los no
viere, sufriré gran cuita e gran pesar.
E después que el rey esto dixo, començó a pensar mucho y el pen-
sando, començáronle las lágrimas a venir a los ojos e a correr por la
faz, assí que todos lo veían.

Galaz, Perceval y otros caballeros reciben de nuevo el alimento del


Santo Grial (ii, caps. ccclxxvi-ccclxxviii, ff. 177r-178r)
Señor, —dixo un cavallero del reino de Galaz—, mucho es grande la
misericorida de Dios, cuando assí quiere perdonar a su enemigo, que
es lleno de lixo e de suziedad e de peccado mortal, repentiéndose e
llamándole merced. E agora podedes bien saber que éste es el Santo
Vaso e la Santa Tabla, do nós somos posado, e tanto avemos busca-
do por muchos fieros lugares, que venidos somos do nós desseamos.
E luego que el cavallero de Galaz esto ovo dicho, posáronse con
gran alegría e con gran devoción a la Santa Mesa, e llorando e sospi-
rando con gran gozo e rogando a Dios que por su gran piadad que
no tuviesse mientes a las sus faltas e que los viniesse a visitar por el
su nonbre santo, e començaron a llorar todos muy fuertemente, assí
que todas las caras avían mojadas de lágrimas que muy gran piadad
avría d’ellos cualquier que les viesse assí llorar. E cuando ovieron assí
estado una pieça, oyeron una compaña de gente que venía cantan-
do a grandes bozes, e muy alto e muy claro e bendezían a Jesucristo.
E después oyeron un trueno muy espantoso e tan grande todos pen-
saron ser muertos y aquel afirmamento cayera sobre ellos; e después
vino un rayo tan espantoso que bien pensaron que el cielo se hazía
dos partes; y assí fueron espantados que pensaron que el espantoso
día del Juicio era venido; y después vínoles un viento tan grande e
tan espantoso, e tan caliente que todos pensaron ser quemados. E
fizo un tan gran trueno que bien pensaron que el palacio era caído, e
que Jesucristo los avía desamparados, e que ya no verían más de sus
secretos; más Él lo fazía por provar si era de firme creencia; e Galaz
començó de confortar sus compañeros, e díxoles:
—Señores, no vos desconortedes ni tomedes por esto dubda, que
Nuestro Señor nos demuestra que lo faze por mostrarnos cuánto es el
su poderío, e si a Él plaze, Él nos embiará socorro muy aína que Él es
aquel que conorta aquellos que en Él han firme creencia.

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 161

E cuando Galaz uvo dicho esto, toda la tempestad fue passada e la


escuridad, e vínoles atán grande la claridad que todo el palacio fue
alumbrado; y ellos fueron en tan gran dulçor y en tan gran vicio que
coraçón de hombre no lo podría pensar, e luego entró por una finies-
tra un viento que descubrió el vaso del xamete bermejo que estava
cubierto, e miraron la mesa do ellos estavan posados. E cuando ellos
vieron (miraron) contra el Santo Grial e vieron salir dende un hombre
todo despojado, sino un paño de seda sobre al espalda siniestra y
era todo bermejo como sangre y tenía calçadas unos paños de lino;
tenía los braços y las manos e las piernas y los pies e todo el cuerpo
sangriento, corriendo toda sangre que salía de una llaga que tenía en
el costado, e tenía el cuerpo y los otros lugares llenos de llagas e de
açotes, assí que ninguno no lo vería que no oviesse piedad d’él. Y este
hombre que vos digo dixo:
—Mis fijos y leales cavalleros y leales siervos, que tanto avéis lazerado
e trabajado por mí, assí que de mortales que erades, sois espirituales, e
mucho avéis bien cambiado, que distes muerte por vida, y tanto ave-
des fecho por mí que bien devéis ver los mis secretos e dignos donde
sois, y avedes ganado la corona celestial; y por ende sodes posados a
la tabla do nunca posó hombre que fuesse terrenal del tiempo de Jo-
sep Abarimatía acá, e algunos que aí seyeron alguna vez, no fueron
assí complidos como vós sois, ante estavan aí como siervos, assí como
algunos d’este castillo e de otros lugares han estado abondados, e
fartos muchas vezes por la gracia del Espíritu Santo y d’este vaso, mas
no eran complidos de la alta vianda celestial, assí como vós que la
avedes tamaño tiempo desseada, porque tanto avedes lazerado. [...]
Estonce tomó el Señor de los Señores, y el Rey de los Reyes, y el Prín-
cipe de los Príncipes, una pieza chiquita del pan del Santo Vaso ansí
como oblea pequeña. E cuando la tuvo en sus manos, dixo a Galaz:
—¿Sabés tú que tengo aquí yo?
—Señor, yo no lo sé, —dixo Galaz—, si Vós no me lo dezides.
—Agora te dó yo, —dixo el Señor de los Señores—, la más alta cosa
que yo te puedo dar, porque yo te doy el mi cuerpo mismo, e tú lo
puedes muy bien rescebir dignamente; e sepas quien dignamente
me rescebirá, yo seré todos tiempos con él, y en el lugar do él fuere.
E luego se humilló Galaz e fincó los inojos, y el Salvador le dio su
cuerpo, y Galaz rescibiólo muy dignamente e con gran devoción, y
Él le dixo:
—¿Sabés por qué te lo doy en semejança de pan? Porque es cosa
más ligera de usar, más bien sepas que yo toda la mi preciosa carne
que yo no rescebí en el vientre de la mi madre menos de toda corru-
ción que toda te la dó complidamente.

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162 José Manuel Lucía Megías

E cuando Galaz uvo rescebido el cuerpo del verdadero Señor, el


precioso Señor se fue para Perseval, e díxole assí como a Galaz. E
después a Boores, e después a los otros e todos lo recibieron con muy
gran devoción, los inojos hincados en tierra e las manos juntadas con-
tra Jesucristo. E cuando Nuestro Señor Jesucristo los uvo allegrados
de la su preciosa sangre del Santo Vaso que estava sobre la tabla de
argente, díxoles:
—Yo vos he dado la mi carne, e agora vos daré la mi preciosa san-
gre.
E fíxoles ende bever a todos. E después puso el Santo Vaso sobre la
tabla, e aquella hora fueron los doze compañeros llenos de la gracia
del Espíritu Santo, e parecióles que todas las cosas que avía hombre
de comer, avían comido a su plazer que Él que los avía assí complido
a su voluntad, e dixo:
—Galaz, fijo, cata que seas bien acabado de aquí adelante como
hasta aquí, e no ensuzies de ningún mal vino el Santo Vaso.
E dixo:
—Galaz, ¿sabés tú qué tengo yo aquí?
—Yo no lo sé, —dixo Galaz.
—Pues yo quiero que sepas que ésta es la escudilla en que yo el
jueves de la cena con mis discípulos fue servido e abondado a todos
aquellos que de buenamente me sirvieron e mantuviéronse a gran
nobleza, e por esso es llamado el Santo Grial, lo que tanto desseavan
los cavalleros. E sepas tú esto ciertamente, que ésto será cuando a la
ciudad de Sarras te vayas para hazer lo tanto desseado, y essa noche
se partiera del reino de Londres por donde le guiará su ventura, e peli-
gro ninguno no les uvo venido por aquellos que lo tienen, e no lo guar-
daron limpiamente, como desque son tornados en perdición de los
cuerpo[s] e muerte de las ánimas; e assí han buena gracia del Espíritu
Santo e del Santo Grial tantos años, e porque tan mal lo fizieron, por
esto los despojaré yo de la gran gracia e gran bien; e por esto quiere
que vayas a la mar e allá fallarás aquella nave que lleva la espada
con la estraña ciuta. Y Perceval e Boores y tú irás allá porque quiero
que tú la guarnezcas.
E luego respondióle Galaz, e dixo:
—Señor, ruego a la vuestra santa piadad que Vós me demostréis
cómo la guarneceré.
E díxole:
—Sepas tú verdaderamente que la lança que tú viste llena de san-
gre que es la misma con que el mi costado fue abierto por el pecado
que Adán hizo, el primer padre. Tú tomarás esta sangre e untarla has,
e luego será sano e guarido.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 163

—¡Ay, señor!, —dixo Galaz—, ¿por qué no queréis que todos mis ca-
valleros vayan allá?
—Yo te lo diré, —dixo Nuestro Señor—, porque quiero que vayas en
semejança de los apóstoles que comieron comigo el jueves de la
cena; e assí eran ellos doze e comigo el trezeno.
E después que esto uvo dicho, vieron ángeles que lo rescibieron e
llevaron con muy muchos cantos e muy fermosamente. [...]
Luego vino Galaz para la lança que estava sobre la tabla e tomó la
sangre e fuesse para el rey que estava en Sarra, e untóle con la san-
gre que d’ella salió el cuerpo do avía el dolor. E sabed que gres tanto
quiere dezir como tollido. Y cualquier que fuere untado, luego será
sano como todos. Y luego salió del lecho e dio gracias a Jesucristo
porque tal socorro le embiara y le truxeron muy nobles paños y uvo
muy gran alegría.

Estoria de Merlín
[Salamanca, Biblioteca Universitaria de Salamanca,
ms. 1877, ff. 282v-296r]
(ed. José Manuel Lucía Megías)

Los diablos se lamentan por la venida de Jesucristo (ff. 283v-284r)


Mucho sañudos fueron elos diablos cuando Nuestro Señor fue a los
infiernos e sacó ende a Adán e Eva e de los otros cuantos le progo, e
toviéronlo por maravilla, a assañáronse e dexieron:
—¿Qué onbre podría ser que nos forçó e que nuestras fortalezas nos
quebrantó? E nada non nos valle contra él nin guarda que tengamos
non se le puede asconder, que todo su plazer non faga; demás que
non cuidamos que onbre de mugier nasciese que nuestro non fuese.
E éste nos destroyó así que nasció, que non vimos nada de saber de
onbre terrenal así como vemos e sabemos de los otros onbres.
Entonce respondió uno d’ellos e dixo:
—A nós mató que cuidávamos nos que nos valiese las profectas que
antes dezieran qu’el Fijo de Dios vernía salvar a los peccadores, aque-
llos qu’él salvar quesiese, aquellos fazíamos nós atormentar más que
a los otros, así bivos en tierra como muertos aquí. E fazíannos semejar
que non davan nada por nuestros tormentos, ante confortavan a los
peccadores porque les dezían que nascería en tierra el que los ver-
nía librar. Atanto lo dezieron fasta que vino e nos tolió lo que avíamos
aquí. E así que nos toldrá los otros que bivos son si fuer sesudo.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


164 José Manuel Lucía Megías

—Pero, ¿cómo pudo venir que lo nunca sopimos?, —dixo el otro—,


¿qué nos lo tollió?
—¿E non lo sabes tú?
Dixo el otro:
—Non.
—Sepas tú que los faz lavar a los sus servientes en una [agua] sagra-
da en el su nonbre; e por aquella agua son quitos de todos sus pec-
cados; e cuando los lavan a sus servientes, dizen así: En el nombre del
Padre e del Fijo e del Spíritu Santo. Amén. E por esta razón nos lo tuelle
e del peccado de Adán e de Eva que los devíamos de averlos. Ago-
ra perdemos por esto, que non avemos sobre ellos ningund poder. E
más nos ý fizo, que dexó en la tierra sus servientes que los salvan por
confesión. E tantas non farán de nuestras obras que si ellos se confe-
saren ende e se quesieren quitar e arrepentir e fezieren lo que les ellos
mandaren, nunca serán en nuestro poder. E por esto los avemos todos
perdidos; ca todos serán salvos en esta guisa si quesieren creher a los
sus servientes.

Los diablos se conciertan para luchar contra el poder de Jesucristo


(ff. 283r-v)
Entonce fablaron todos los diablos de mancomún e dixieron:
—Lo que nos peor faz es porque los que fablan de su venida; a esos
atormentamos nós más, e por eso se coitó más de venir por nos los to-
ler. Mas, ¿cómo podríamos nós aver onbre que fable por nós e demos-
trase nuestro saber e nuestra predicación e nuestra fazienda e cómo
guarde el nuestro poder, cómo sabemos todas las cosas que fueron e
que son fechas e dichas? E si nós oviésemos un tal onbre que d’esto
oviese poder, e que fuese con los otros onbres en tierra, así nos po-
dría mucho ayudar, engañarlos ía así como los profectas engañaron
a nós, que dezían tales cosas que nunca nos cuidemos que podíesen
seer; e así diría éste las cosas que fuesen fechas e dichas e bien cier-
tas, e sería por esto creído de muchos. ¡Aya, qué bien sería, —dixieron
los diablos—, que de tal manera podiésemos onbre aver!
Entonce dixo uno:
—Yo non he poder de fazer fijo nin de yazer con mugier, ca, si yo
oviese poder, yo lo avía mucho guisado, ca yo he una mugier que
faze e dize cuanto yo quiero.
E los otros dixieron:
—Tal ha qui entre nós que puede tomar forma de onbre e de yazer
con mugier. Mas conviene que lo faga lo más encobiertamente que
podiere.
E así fablaron los diablos de fazer onbre que engañase a los otros.
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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 165

Los diablos consiguen su propósito (en un primer momento) (ff. 287r-v)


Cuando ella vido que su hermana tan mala ventura le aponía, fue
muy sañuda e díxol’ que saliese de su casa. E ela otra le dixo que lo
non faría, que tan grand parte avía en la casa como ella. E cuando
vio que non quería salir, tomóla a las espaldas e quísola echar fuera; e
la otra se vengó luego, ca llamó los garçones que con ella venieron,
e feriéronla muy mal e ronpiéronla de guisa que fincó toda desnuda.
E después fuyóseles a una cámara e cerró la puerta tras sí, e echóse
en el lecho sola e desnuda, e lloró mucho e ovo muy grand pesar. E
cuando la el Peccado vio así sola e bien sañuda, fue muy bien ledo;
e por le fazer mayor [pesar aver], membról’ la muerte de su padre, e
de su madre, e de su hermano e hermana, e del onbre bueno que le
aposiera su hermana que yoguiera con ella. E ovo ende atal pesar
que a pocas oviera de morir; e en aquel pesar adormióse. E cuando
el Peccado vio que con la grand saña se le escayeran todos los bie-
nes, fue ende muy ledo e dixo:
—Agora es toda fuera de la gracia de Dios e del mandado de su
maestro. Agora podemos en ella fazer nuestro fijo, ca iré a ella e fazer-
le he creyente que só un onbre, que non ha cosa por que con mugier
non yoguiesse, que oviesse así como dize de sí misma, que no yazería
con onbre que viese.
E así la engañó. Mas yo vos digo que esto podés fallar más conpli-
damente en la grand Estoria de Lançarote, ca non fago aquí si non
tener esta una razón; desd’ende non avemos que veer en su plazer.
Mas el Peccado andudo guisando de yazer e fuese a ella e yogo con
ella en dormiendo, e ella concebió. E pues que concebió, despertó, e
menbrósele lo qu’el onbre bueno le dixiera e santiguóse e dixo:
—¡Sancta María!, ¿qué es esto que así me avino, ca non soy tal como
cuando me aquí eché? ¡Señora Gloriosa, fija e madre de Jesucristo,
rogat al vuestro bendicho padre que me guarde el alma e el cuerpo
de peligro e de poder del Enemigo!
E entonce se levantó e vuscó aquel que con ella yoguiera, e non le
pudo fallar. E fue a la puerta e fallóla cerrada como la dexara. E des-
pués cató toda la casa e non falló ninguna cosa. Entonce sopo cómo
era el Peccado, e ovo ende grand pesar e llamó al Nuestro Señor e
rogól’ que la non dexase prender escarnio en este mundo. La noche
pasada, el día venido, el diablo levó ende la su vasalla que bien le
guisara lo que él quesiera.

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166 José Manuel Lucía Megías

La doncella recibe consejo de un hombre santo (ff. 287v-288r)


E él [el hombre bueno] cuando la vio, díxol’:
—¿Qué coita es ésta, ca mucho te veo triste?
E ella respondió:
—Gran derecho he en ser triste, ca me avino lo que non avino a
mugier. E vengo a vós por ende a consejarme convusco, ca vós me
dezistes que non puede ninguno tan grand peccado fazer que, si se
manifestare e fezier lo que mandare su maestro, que será perdonado.
E, señor, yo pequé mucho, e sabet que ya só engañada por el Ene-
migo.
E contóle entonce cómo le acaesciera todo, de su hermana cómo
veniera a su casa, e en cómo tomara muy grand saña, e cómo por
ela saña que ovo que acaesció que non se sino, e lo quel’ acaesciera
de noche.
—E cuando desperté, falléme que non era donzella. E caté toda la
casa e non fallé ende ninguien e fallé mi puerta bien cerrada. E así
soy, señor, engañada. ¡E por Dios, pídovos merced, que si el cuerpo
fuer perdido, que non pierda el alma!
E el onbre bueno cuando oyó lo que dezía, maravillóse e non la qui-
so creer de lo que dixiera, ca nunca oyera fablar de tal maravilla. E el
onbre bueno dixo:
—Si tú eres llena de grand peccado, e el peccado es en ti, ¿cómo
te consagraré e te daré penitencia? Ca sé verdaderamente que tú
mientes, ca nunca fue mugier corronpida que non sopiese de quién
o a lo menos que non viese al onbre que le feziese. ¿E tú me quieres
fazer creyente que tal maravilla te avino? [...]
E é respondió:
—Si verdat es, aína lo podemos saber; mas si tú feziste grand pec-
cado de la obediencia que pasaste, tú ayunarás por ende todos los
viernes. E por la loçanía onde te non creo, yo te daré penitencia si la
quesieres conplir.
E ella respondió:
—Tan grave no me la darás que non faga.
—¿Prometes, —dixo él—, que nunca farás este peccado?
—Sí, —dixo ella—, fuera con aquel que viene a mí en dormiendo, de
que me non puedo guardar ende.
E él dixo:
—Jesucristo, te conpró por la su presciosa sangre e la su muerte, e
te guardará también como del otro daño si le tú bien creyeres e lo
rogares de coraçón.

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 167

Entonce le dio su penitencia e bendíxola e metióla en amor de Jesu-


cristo cuanto él más pudo. E tomó del agua bendicha e echól’ e diol’
d’ella a bever en el nonbre de Jesucristo, e dixol’:
—Así guárdate que te non fallesca nada de todo cuanto te mando.
E cada e cuando que te vieres en coita, sínate e acomiéndate a Dios.

El nacimiento de Merlín (ff. 289v-290r)


Cuando el moço llegó a tienpo que ovo el poder e el ser del diablo,
como aquel que era su fijo, mas él fizo sandiamente en aquella que
Dios compró por su sangre, mas tanto que ella se sentió engañada,
conoscióse como vasalla de Jesucristo Nuestro Señor, e pedió merced
a su maestro e metióse en el acomendamiento de Dios e de Sancta
Madre Iglesia, e en manos de su abbat, e fizo cuanto él mandó; por
ende non quiso Nuestro Señor Dios que el moço perdiese nada de
cuanto avía de aver de parte de su <madre> [padre], ca el diablo lo
fizo por saber todas las cosas que eran fechas e dichas; así quiso Nues-
tro Señor que todo lo sopiese, que nada non le menguase del dere-
cho de su padre, así como vos ya dixe. E Nuestro Señor que todo lo
sabe e lo conosce, por el pesar que su madre ende ovo, e como por
su culpa no fue e por la confesión que ende fizo, e por la penitencia
que ella tomó por su grado non fuera nin fue por su plazer, e porque
él fue batizado, non quísol’ qu’el [peccado] de la madre le enpecie-
se; e diol’ poder e sen de saber todas elas cosas que eran fechas e
dichas como su padre; e por esta razón lo sopo; e más diol’ de suyo
las cosas que eran de venir contra aquellas que sabía. Agora se pue-
de dar el moço a Dios si quesiere e darle su derecho e al Peccado el
suyo; ca el diablo non fizo en él si non cuanto es el cuerpo, e Nuestro
Señor en él el spíritu por veer e por oír e por fablar e por entender así
como faz a los otros; mas mucho dio más a este que a otro ninguno
como le yazía. Agora se tenga a cual quisiere. [...]
Así fue aquel moço nado. Cuando las mugieres le rescebieron del
vientre de su madre, non ovo ý tal que non oviese ý grand miedo,
ca lo vieron más velloso e de mayor cabello que ningund moço que
viesen; e mostráronlo a la madre; e cuando lo ella vio, sínose e dixo:
—Espántome, fija, d’este moço.
E ellas dixieron:
—Tan grande es que aduro lo podemos tener.
E mandóles la madre quel’ dixiesen por nonbre ý yuso e que lo bati-
zasen. E ellas le dixieron:
—¿Cómo le pornemos tal nonbre que non es bueno?
E ela madre dixo:

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168 José Manuel Lucía Megías

—Ponetle nonbre Merlín, como a mi avuelo.


E ellas fueron a la feniestra e metiéronlo en el cesto por do les sobían
que comiesen; e descendiéronlo por una cuerda ayuso e mandaron
que lo batizasen e quel’ posiesen nonbre Merlín.

Merlín salva a su madre de ser ajusticiada por adúltera (ff. 292r-v y


293v-294r)
Entonce salió Merlín de entre los braços de su madre e dixo:
—Madre, non ayades miedo, ca non merescistes por qué.
Desí dixo a los juezes:
—¿Por qué la queredes quemar, ca non fizo por qué? E si feziésedes
justicia de todas aquellas que con otros yazen fuera con sus maridos,
las dos partes de cuantas aquí están serían quemadas, onde y[o] sé
sus vidas como ellas mismas. E si yo ben lo quesiese fablar, gelo faría a
cada una otorgar e conoscer aquí ante vosotros. E sabet que las otras
mugieres han culpa de lo que fazen, que mi madre non ha d’esto
culpa.
—Non ha eso pro, —dixo uno de los juezes—. Conviene que nos di-
gas quién fue tu padre; si non, que muera.
Entonce dixo Merlín:
—Ella non sabe quién es mi padre. Yo lo sé mejor quién es mi padre
que vós el vuestro. Mas vuestra madre sabe mejor quién es vuestro
padre que mi madre cúyo fuese yo.
E el juez se ensañó e dixo:
—Si tú sabes que mi madre tal cosa fizo, pruévamelo e yo la justiciaré.
E Merlín dixo:
—Yo ende te diré tanto, si tú de tu madre quisieres justicia fazer, que
todos entenderán que más meresce [muerte] que la mía, e yo te lo
provaré. E dexa mi madre estar en paz, e bien sepades que non ha
culpa en este pleycto que le aponedes. [...]
Cuando el juez esto oyó, ende fue muy sañudo e dixo:
—Otorgo; e si non lo provares, que mate a ti e a tu madre.
—E esto non puede ser, —d[ix]o el moço—, que vós la quemedes a
mí e a ella mientra que yo biviere.
Ca tal se faze casto e bienrazonado que él e su madre lo merescían
más.
Entonce posieron plazo de <los> [dos] días; e el juez enbió por su
madre; e todos lo sosacavan al moço por le fazer fablar, mas el moço
nunca quiso fablar. E cuando la madre del juez veno, sacaron el moço
de la presión e leváronlo ante el pueblo; e dixo el juez:
—¿Ves aquí mi madre? E agora di lo que prometiste a dezir.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 169

E el moço dixo:
—Vós non sodes tan sesudo como cuidades. Tomat vuestra madre e
un vuestro amigo e entrad en una casa apartadamente, e yo tomaré
mi madre e su abbat, e entraremos convusco. E entonce vos diré lo
que vos oviere de dezir, mas avrá pro.
E cuantos lo oyeron así fablar, fueron maravillados de su seso, e el juez
bien entendió qu’el moço dezía seso. E el moço preguntó a todos:
—Cuando mi madre libré d’este onbre, ¿averá de temer de los otros?
E todos dixeron que non. [...]
Cuando la madre del juez esto oyó, asentóse muy cuitada, ca bien
sabía quel’ convenía de dezir la verdat. E el fijo católa e díxol’:
—Madre, quienquier que mi padre sea, dezítmelo, que yo vuestro fijo
só e como fijo <dixo ella> vos faré dezir si es verdat esto.
E dixo luego:
—¡Fijo, por Dios, merced, que non vos lo puedo encobrir que todo es
así como él dize!
E cuando el juez esto oyó, dixo:
—Verdat dixo este moço, que mejor conoscía él su padre que yo el
mío, e non es derecho que yo de su madre faga justicia, pues la non
fezier de la mía. Mas por Dios e por salvar tu madre ante el pueblo,
dime quién fue tu padre.
E el moço dixo:
—Yo te lo diré más por tu amor que por tu fuerça, que yo quiero que
tú sepas e creas que só yo fijo de un diablo que engañó a mi madre e
ha nonbre Alquibez, que es de una conpaña que son suso en el aire.
Y Dios quiso que oviese yo su saber e su memoria e elas cosas que son
dichas e pasadas e fechas. Por esto sé yo la fazienda de tu madre. E
Nuestro Señor quiso que sopiese esto de parte de mi padre, e quiso
por la buena vida que vivió mi madre e por la verdadera penitencia
que este onbre bueno le dio que aquí see, e por los encomendamien-
tos de Santa Iglesia que ella vien tovo e creyó, quiso el Nuestro Señor
que yo oviese tal virtud que yo sopiese las cosas que avían de venir. E
esto puedes tú bien provar por una cosa que te yo diré. [...]
Entonce lo tiró aparte e díxol’:
—Tu madre se irá contra el clérigo e dezir le ha cuanto le yo dixe; e
cuando el clérigo lo sopiere que lo tú sabes, fuirá por miedo de ti. E el
diablo cuyas obras él fizo sienpre, levarlo ha a una agua e matarse ha
ý. E por esto podés provar que yo sé las cosas que han de venir.
E el juez dixo:
—Si yo esto veo, nunca descreeré lo que tú dixieres.
Entonce se partieron e venieron ante el pueblo; e dixo el juez:

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


170 José Manuel Lucía Megías

—Agora vos digo que su madre d’este moço es libre por derecha
razón, e yo nunca vi onbre tan sesudo como éste.
E todos dixieron:
—¡Dios aya ende buen grado porque la dueña es libre de muerte!
Así fue la madre de Merlín libre, e la madre del juez culpada. E Mer-
lín fincó con el juez. El juez enbió su madre e enbió con ella dos on-
bres por saber si era verdat lo que el moço dixiera. E la madre del
juez tanto que llegó a su casa, fallóse con el clérigo e contóle todo
cuanto le aveniera. E el clérigo ovo tal pavor del juez que fuyó de la
villa, e topó un río e tovo por mejor de se matar ý que de matarlo el
juez de mala muerte.

Lanzarote del Lago


[Madrid, Biblioteca Nacional de España, ms. 9611, 1414,
copia del siglo XVI. Versión procedente de la Vulgata]
(ed. José Manuel Lucía Megías)

Aventuras de Galván en el Castillo del Grial (ff. 281r-285v)


E don Galván se fue ende luego, desque vido que más no podía
saber ende d’ella. E fuese contra un gran palacio, e luego salieron a
él más de veinte escuderos, que le fizieron descender del cavallo, que
los unos le pensaron el cavallo, y los otros le metieron en el palacio por
lo desarmar. E luego vinieron contra él gran compaña de cavalleros
ansí como lo vieron, e dixeron:
—Bien seades vós venido.
E don Galván se humilló a todos, y entonces lo desarmaron e diéron-
lo unos paños muy ricos que vistiese; e desque él fue vestido, dixéronle:
—Señor, ¿dónde sodes?
—Yo só —dixo don Galván—del reino de Londres, de casa del rey
Artur.
Entonce le<s> fizieron la mayor honra del mundo, e preguntáronle
por nuebas de la corte, y él se las dixo aquellas que sabía. Y ellos ansí
fablando, salió de una cámara un gran cavallero, que traía ante sí
muy gran compaña de cavalleros, y él hera el más fermoso omne que
nunca viera don Galván, e mucho le semejava jentil omne. E cuando
los que con don Galván estavan le vieron, dixeron:
—Vedes aquí el rey.
E luego se fue a él don Galván, e díxole:
—Señor, mucho seades bien benido.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 171

Y el rey le tornó sus saludes con muy fermosa cara. Y el rey le fizo
asentar cerca sí, y preguntóle quién hera. E don Galván le contó
toda la verdad, e d’esto fue el rey muy alegre, ca mucho deseava
ver a don Galván. E començaron a fablar en uno de muchas cosas;
y ellos ansí fablando, paró mientes don Galván e vio entrar por una
vi<di>driera un palomo blanco que traía en su pico un incensario de
oro muy rico; y ansí como entró, luego fue el palacio lleno de todos los
buenos olores del mundo, e fueron todos luego así mudos que no ovo
tal que palabra fablase, ante fincaron todos los inojos tan aína como
vieron el palomo. Y el palomo se fue derecho a una cámara. E luego
fueron aquellos del palacio a poner los manteles en las mesas que aí
estavan, e catávanse los unos a los otros, e non se dezían palabra. [...]
D’esta aventura se maravilló mucho don Galván, e catava a los
otros que estavan ende <e> en oraciones. E después d’esto, non tar-
dó mucho que vido don Galván salir de la cámara do el palomo ha-
vía entra una donzella, la más hermosa que nunca en días de su vida
havía visto. E traía los cavellos sueltos, mas atados un poco encima
con una cinta rica, e havía la más fermosa caveza que muger pu-
diese haver; y era ansí fermosa de todas las fermosuras que muger
pudiese haver. E la donzella traía en sus manos el más rico vaso que
nunca por omne terrenal fuese visto, y hera fecho en semejança de
arles, e ella lo traía más alto que su cabeza, así que todos los que lo
vieron se le inclinaron. E don Galván cató el vaso e preciólo mucho,
mas no pudo saver de qué hera, ca no le parescía que fuese de algún
madero, ni de alguna manera de metal, ni de piedra, ni de cuerno, ni
de hueso. E d’esto fue muy triste, porque no pudo saver de qué hera.
E después cató a la donzella, e maravillóse más de su fermosura, ca
no del vaso, ca nunca viera donzella que de fermosura se igualase a
esta, e ansí la catava fuertemente, que en otra cosa no pensava. [...]
Ansí como la donzella pasava por ante los que en el palacio esta-
van, ansí fincava luego cada uno los inojos. E luego fueron las me-
sas llenas de todos los buenos manjares que omne supiese devisar, e
el palacio lleno de todos los buenos olores del mundo. E cuando la
donzella pasó una vez ante todos, tornóse a la cámara donde havía
salido, e don Galván lo cató toda vía tanto cuanto lo pudo ver; e
cuando la más no vido, paró mientes a la mesa delante sí, mas non
vido cosa que pudiese comer, antes estava la mesa vacía ante él;
mas ante todos los otros estava mucha vianda a maravilla. E cuando
don Galván aquello vido, fue muy maravillado e no sopo qué dezir, ca
vien cuidó que havía herrado en alguna cosa, pues que él no havía
de comer como todos los otros, y ansí se sufrió de lo preguntar fasta
que los manteles fueron alçados. [...]

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172 José Manuel Lucía Megías

Después de comer, que los manteles fueron tirados, fuéronse todos


los de palacio, los unos acá e los otros allá; mas don Galván no supo
qué fazer, que él, cuando cuidó de salir del palacio al corral, falló las
puertas del palacio bien cerradas. E cuando él vido aquesto, fuese
asentar a una de las ventanas, e començó a cuidar muy fieramente,
e luego vido salir de una cámara un enano, que traía un bastón en la
mano, e vino para él e le dixo:
—¿Qué es eso, don mal cavallero? ¿Qué malaventura vos traxo a
posar en esa ventana? ¡Fuid, ca non devedes aí estar, ca mucho ay
en vós vil cosa, e idvos a echar en una cama d’esas que vedes!
E luego alçó el enano el bastón por le ferir, mas don Galván le travó
primero d’él e tiróselo de la mano; e cuando el enano aquello vido,
dixo:
—¡Ay, don cavallero, cierto, eso non te vale cosa, ca non puedes tú
decer para ir sin aver desonra!
Entonces se metió el enano en una cámara, e don Galván paró
mientes al un lado del palacio, e vido uno de los más fermosos lechos
del mundo; y él fuese allá para se en él hechar; y el que se quiso en él
asentar, oyó una donzella que le dava vozes e le decía:
—¡Cavallero, muerto heres si te aí hechas desarmado, ca este es el
Lecho Abenturoso! Mas cata aí unas armas y ármate primero, y des-
pués héchate aí si quisieres.
E don Galván fue a donde estavan las armas, e tomólas, e armóse
lo mejor que pudo. E desque fue armado, vino asentarse en el lecho,
mas así como se asentó, oyó unas vozes, las más espantables y las
más laidas que nunca jamás oviese oído; e vien cuidó que fuesen
vozes de diablos. E luego vido salir de una cámara una lança que el
fierro ardía a llamas, e firió a don Galván así duramente, que por el
escudo ni por la loriga non fincó que le non pasase de parte en parte.
Y don Galván fincó pasmado y la lança se arrancó luego, mas él non
vido quién la arrancó. Y él fincó allí, y dixo que del lecho non se apar-
taría, antes dixo que él moriría o vería aquel que lo havía llagado. Mas
mucho se sentía muy mal llagado e ferido. [...]
Gran pieça estubo así don Galván muy triste, y él non pudiera ver
cosa, si no fuera por la luna que entrava por las finiestras del palacio,
que heran más de cuarenta, que estavan todas aviertas. Entonces
paró mientes don Galván a una cámara que estava cerca d’él, e vio
ende una serpiente, la mayor que nunca omne del mundo oviese vis-
to que d’ella no hubiese miedo, y hera de tantas colores que nunca
en el mundo pudiesen ser vistas más, y mucho era maravillosa. Y la
serpiente començó andar por la cámara arriba, jugando con la cola
e dando con ella en tierra; e desque hubo andado ansí una pieza ju-

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 173

gando, echóse en tierra e comenzó a se revolver de una parte a otra,


e a gemir y a bramar, y hazer la más mala fin del mundo. E desque ella
se hubo así revolcado una pieça, estendióse como si fuese muerta.
E don Galván se maravilló d’esto mucho, mayormente cuando vido
que la serpiente echó por su voca más que cinco serpentinos vivos. E
desque esto ovo fecho, partióse dende la serpiente de la cámara de-
bido [e vino] al grande palacio, e falló ý un león pardo, e más fuerte
del mundo, e dexóse correr el uno contra el otro, e començaron entre
sí la más fuerte vatalla del mundo, e todavía cuidava la serpiente ven-
cer al león pardo; mas no lo podía fazer, y en cuanto se combatían,
avino a don Galván que no veía gota, mager que la luna entrava
muy clara en el palacio. Mas a cabo de pieça cobró la vista, así que
vien podía ver el león pardo e la serpiente, que aún se conbatían. [...]
Gran pieza duró la vatalla de las dos vestias, en tal manera que don
Galván no sabía cuál havía lo mejor ni lo peor. Cuando la serpiente
vio que no podía conquerir al león pardo, tornóse a la cámara donde
havía salido, e tan aína como en la cámara entró, corrieron a ella los
serpentinos que ansí avían fincado e ella a ellos, así que començaron
una batalla muy braba entre sí, e los serpentinos ayudávanse los unos
a los otros muy bien a todo su poder, de manera que duró la vatalla
muy gran pieça de la noche, tanto que a la fin la serpiente mató a
los serpentinos, y ellos a ella. Y luego començaron las puertas de las
finiestras del palacio a tremir y a darse unas con otras, e fazían tan
gran ruido, e tan gran buelta, que semejava que el palacio se que-
ría fundir. Y luego entró en el palacio un gran viento y en sí recio que
todos los juncos de que estava el palacio juntado llevava, e d’esta
aventura se maravilló mucho don Galván y estando allí quedo por ver
si vería más, y gran pieça después del vatir de las finiestras, estando
así don Galván, oyó el mayor duelo del mundo, e parescióle que hera
de mugeres. E cuando se quiso levantar por ver lo que hera, vido salir
de una cámara más de doze donzellas, que fazían el mayor duelo del
mundo, y venían la una tas la otra, y dezían todas llorando:
—¡Buen Señor Dios! ¿Cuándo saldremos d’este travajo?
Y fuéronse para la cámara donde havía entrado el palomo, y finca-
ron los inojos ante la puerta, e començaron a fazer oraciones, lloran-
do muy fuertemente. E desque estubieron así gran pieça, tornáronse
a la cámara donde havían salido. [...]
Cuando las donzellas entraron en la cámara, luego vido don Galván
salir de una cámara un cavallero todo armado, el escudo al cuello y
el espada en la mano, que le dixo:
—¡Señor cavallero, levantádvos de aí e id a dormid a una d’esas
cámaras, que aí no podedes estar mucho!

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174 José Manuel Lucía Megías

—De aquí no me moveré, —dixo don Galván—, e aquí moriré.


—No fazedes vien, señor, —dixo el cavallero—; sabed que me con-
vatiré con vós antes que dexarvos aí estar.
De me convatir, —dixo don Galván—yo me sufriría agora si vos plu-
guiese; mas por recelo de me convatir, yo no me levantaré de aquí.
—Por buena fee, —dixo el cavallero—, pues no queredes fazerlo de
grado, vós lo faredes por fuerça, e guardadvos de mí, que vos desafío.
Entonce echó el escudo sobre la cabeza, e fuese contra Galván, la
espada en la mano. E don Galván se apercibió lo mejor que pudo por
se defender; mas ellos se ferían muy fuertemente y se despedaçavan
los escudos, e los yelmos, e las lorigas en las espaldas y en los costa-
dos, e sobre los brazos, así que mucha sangre havían perdido de los
cuerpos. Mas mucho hera enpeorado don Galván de la llaga de la
espalda, ca no podía mucho ferir de la espada, sino que le convino
a endurar e a sufrir cuanto pudo, encubriéndose de su escudo, como
aquel que bien lo sabía fazer. Y el cavallero la traía así la espada
tajante, una ora de acá y otra ora de allá, como aquel que mucho
hera omne bueno e de gran proeça. E don Galván abía tanto sufrido,
que bien hera arrepentido, e fuese muy fuertemente al cavallero, e
començólo a ferir muy de recio por el yelmo e por el escudo, y el otro
a él eso mismo, así que duró la batalla muy luengamente, que no avía
tal d’ellos que no oviese perdido la fuerça del cuerpo, ca eran tales
parados que no se podían tener en los pies, así que el uno se cayó de
la una parte y el otro de la otra, e tanto se havían convatido, que las
pieças de las mallas de las lorigas y de los escudos [cubrían el suelo],
y ellos estavan tan lasos que no podían alçar los braços de tierra, y
estavan así como amortecidos. [...]
Gran pieza estubieron así, ca don Galván estava ante el lecho y el
Cavallero, cerca d’él, atordidos. E luego començó el palacio e las
puertas de las finiestras a tremer y a se dar las unas con las otras, y a
tronar, y a relanpaguear muy fieramente. E sabed que d’esta aven-
tura no plugo mucho a don Galván, ca él estava tan cansado e tan
trabajado de los golpes e de los truenos, que no sabía si hera muerto
o bivo. Entonzes bino un biento ansí manso e dulce que no hera sino
maravilla. E luego oyó en el palacio unas vozes que cantavan ansí
dulcemente que no havía cosa en el siglo que ansí pudiese cantar. E
las voces podían ser bien docientas, e don Galván no podía entender
cosa de lo que decían, salvo tanto que decían al cavo:
—¡Gloria e honra sea al Rey del Cielo!
E casi un poco ante que las vozes fuesen oídas, fue el palacio lleno
todo de las buenas oluras del mundo. E don Galván, que oyó las vozes
tan dulces, non abidó que fuesen cosas terrenales, sino celestiales y

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 175

espirituales, e sin falta tales heran ellas, ca él non podía ver cosa alde-
rredor de sí; y por esto lo cuidó, ca bien entendía que los ojos terrena-
les las cosas celestiales non podían ver. E de grado se levantara, mas
no podía, ca havía perdido toda la fuerça del cuerpo y el poder de
los miembros. E luego vido salir de una cámara a la donzella del Sanc-
to Greal, e delante de las tablas que traía el Sancto Greal, benían en-
censarios que non quedavan d’encensar. E luego començaron todas
las vozes a cantar así dulcemente que corazón de omne no lo podía
pensar, ni lengua mortal dezir, e todos decían a una voz:
—¡Onra y loor sea al Padre de los Cielos! [...]
Cuando los cantos duraron una gran pieza, tomó la donzella el
Sancto Greal e tornólo a la cámara donde lo avía traído, e partiéron-
se dende las vozes, e cerráronse luego todas las finiestras del palacio,
ansí que fincó el palacio tan esento que don Galván no veía cosa.
Pero tanto le avino vien que se sintió sano e sin todo dolor, e de la lla-
ga de la espada se sintió bien guarido, y levantóse muy alegre, y vino
a buscar el Cavallero con quien se havía convatido, y nunca lo falló. Y
entonce escuchó y vio venir contra sí muy gran compaña de gente, e
sintió que lo tomaban por los braços, y por las espaldas, y por los pies
y por la cabeza, y que lo llevavan fuera del palacio, y que lo atavan
muy bien en una carreta que estava en el corral. E de mañana, cuan-
do el sol fue salido, despertó don Galván e fallóse en la carreta que
estava atado, e viose magro e cautivo, que no valía cuatro sueldos. E
cuando se vido en tal vil lugar, quisiera antes ser muerto que vivo; tan
gran pesar ovo, que se tovo por el más desonrado omne del mundo.
E luego vido ý venir una vieja que traía una correa en la mano, e co-
mençó con ella a ferir al rocín, e llevó la carreta por medio de las rúas
de la villa. E cuando los menestrales vieron el cavallero en la carreta,
iban en pos d’él dándole voces y gritos y silvos, y lançábanle sostias
de çapatos viejos, e facíanle cuanto mal podían. E ansí fueron con él
escarneciéndolo fasta fuera de la villa; e desque pasaron la fuente,
desatóle la vieja e díxole:
—Don cavallero, salid de la carreta, que asaz avéis aí estado.
E don Galván descendió d’ella luego e subió en su cavallo e pre-
guntó a la vieja cómo havía nombre aquel castillo; y ella le dixo que
avía nombre Correserit. Entonces se fue dende don Galván, faciendo
el mayor duelo del mundo, e maldecía la ora en que fuera cavallero,
ca era el más vil y el más desonrado cavallero del mundo. [...]
Ansí se fue don Galván faciendo su duelo y llorando muy fuertemen-
te, y andado todo aquel día sin comer e sin bever, así que a la tarde
llegó a una hermita sagrada, y el hermitaño decía sus vísperas; y don
Galván las oyó muy bien, y el omne bueno, desque ovo dicho sus

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176 José Manuel Lucía Megías

vísperas, entró a su casa e preguntó a don Galván quién era, y él le


contó toda la verdad.
—¡Ay, señor! —dixo el hermitaño—vós seades el bien venido, e vós
sodes el omne del mundo que yo más deseava ver. ¿E cómo venides
así triste? E ruégovos yo que non desmayedes por cosa que vos aven-
ga, que no ay en el mundo tan buen cavallero que alguna vez no aya
alguna desaventura.
—Cierto —dixo don Galván—, que a los buenos bienen las desaven-
turas, mas nunca a un omne solo vinieron tantas como a mí me an
venido de quinze días acá.
Entonces le contó las aventuras que aquella noche le avían aveni-
do, e el omne bueno fincó todo espantado, ansí que le non fabló por
una gran pieça, y cuando le pudo fablar, díxole:
—¡Ay, señor, así me ayude Dios! ¡Verdaderamente es mala aventura
esto que ovistes!
—¡Ay!, —dixo don Galván—, ¡buen señor, por Dios, si sabedes qué es,
decímelo!
—Cierto, —dixo el omne bueno—, aquel vaso que vistes, era el Sanc-
to Greal, donde la sancta sangre de nuestro señor Jesu Cristo fue caí-
da, e a ésta, cuando vós non vos omillastes ni fezistes oración, bien
vos devíades agradar dende; y esto vistes vos bien cuando vistes las
mesas todas abondadas de todo cuanto ovieron menester, e vós fuis-
tes olvidado.
—¡Por Dios!, —dixo don Galván—, esa aventura sé que es ansí verda-
deramente; mas de las otras me decid la verdad.
—De mí, —dixo el honbre bueno—, no sabredes más; e por eso no
estades aquí más, ca de mí cos más no sabredes.
—Buen señor, —dixo don Galván—, al menos dezidme qué cosa es
la serpiente, si savedes.
—Yo vos los diré, —dixo el omne bueno—, mas non sabredes de mí
más, ca non vos lo diré. [...]
—¿Verdaderamente es verdad, —dixo el hermitaño—, que vistes la
serpiente que echó los serpentinos por su voca vivos, y que se salía
al gran palacio, y cuando aí fue, falló un león pardo, e que convatía
con él, mas no lo podría vencer, e que se tornaba a la cámara e que
los serpentinos se convatían con ella, e mató ella a ellos y ellos a ella?
Esto vistes vós muy bien, —dixo el omne bueno.
—Verdad es, —dixo don Galván.
—Agora vos diré, —dixo el omne bueno—, esto qué senefica: sabed
que la serpentina, que es grande e luenga y fuerte, senefica al rey
Artur, vuestro tío, que se partirá de su tierra, así como la serpiente se
partió de su cámara; e él dexará sus parientes e sus amigos, así como

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 177

la serpiente dexó a los serpentinos; e ansí como la serpiente se fue al


león pardo e se convatió con él e no lo pudo vencer, ansí el rey Artur
irá sobre un cavallero, mas no lo podrá vencer; y fará aí todo su po-
der; y ansí como la serpiente se tornó a la cámara cuando vido que
no podía vencer al león pardo ni metello so sí, ansí se tornará el rey
Artur a su tierra cuando viere que no puede vencer al cavallero. En-
tonces averná una aventura maravillosa ca, bien así como perdistes
la lunbre en cuanto duró la vatalla de la serpiente y del león pardo,
en tal manera será la lunbre d’esta vuestra proeça toda apagada; e
después cuando el rey Artur fuere en su tierra, ansí como la serpiente
en la cámara, irán contra él los suyos ansí como fueron los serpenti-
nos contra la serpiente, e durará la vatalla entre ellos, que él matará
a ellos y ellos a él. E agora sabedes lo que la serpiente significa, mas
como yo fize vuestra voluntad de vos lo decir, ruégovos que me pro-
metades de fazer la mía.
E don Galván se lo prometió.
—Agora vos digo, por el prometimiento que me fecistes, que no fa-
gades esto saver a ninguno, ni lo digades a omne ni a muger.
E don Galván dixo que ansí lo faría. E don Galván estava espanta-
do fuertemente de lo que el omne bueno le avía dicho, e fazía más
apuesta cara de lo que tenía en corazón. Y él fincó allí aquella no-
che, y el omne bueno le sirvió de todo aquello que ovo menester que
él pudo aver. E otro día de mañana, ansí como oyó misa, armóse e
cavalgó en su cavallo, y acomendó al hermitaño mucho a Dios, y él
metióse en su camino, así como de antes avía fecho. Mas el cuento
dexa agora de fablar d’él, e torna a Estor.

Lanzarote y la hija del rey Pelés (ff. 310v-314r)


Cuando don Lançarote fue desarmado, demandó del bino y Brisai-
na demandó a su hermana que fuese por ello; y en cuanto fue por el
vino ella, demandó don Lançarote a Brisaina:
—¿Qué es de la reina, mi señora?
—Señor, —dixo ella—, en aquella cámara está y bien cuido que
duerme ya.
Y luego vino la donzella con el vino y diolo a don Lançarote y él lo
tomó y lo vevió y supole tan bien que fue maravilla y demandó más,
y tráxole otra copa la donzella y su hermana le dixo:
—Señor, beved, que provecho vos fará y es muy bueno.
Y él lo bebió y fue muy más alegre que de antes hera. Entonces pre-
guntó a Brisaina:

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178 José Manuel Lucía Megías

—¿A dó es mi señora?
Y ella lo cató y violo fuera de su juicio que él no savía dó hera, pero
bien cuidava que hera en Camalot y que fablava con una dueña
que sabía mucho de su facienda y de la reina más que otra ninguna
desque muerta la dueña de Macagud. Y ella le dixo que durmía ya
muy bien.
—¿Por qué vos tardades que non vós ides a echar con ella?
—¡Por Dios!, —dixo él—, eso faría yo si ella me lo mandase; otra ma-
nera, non.
—¡Por Dios!, —dixo ella—, esto sabredes vos aína, que yo se lo iré a
preguntar.
Y luego ella se fue y fizo semblante que iba a fablar con la reina e
luego se tornó y díxole:
—Mi señora la reina vos manda que vos vayades luego para ella.
Y él se levantó luego y fuese a la cama a dó estava la donzella y
echóse en el lecho con ella, que bien cuidava que se echava con
la reina; y aquélla, que no deseava en el mundo tanto como tenerlo
en su poder aquel por quien toda la caballería del mundo hera alum-
brada, y resciviólo muy alegremente, y él fue alegre con ella como
solía ser con la reina. Y ansí fueron ayuntados el mejor cavallero y él
más fermoso del mundo con la más hermosa donzella y de mayor
guisa que en el mundo havía. Mas ellos se amaban por desemejadas
guisas, ca él amaba a la reina pensando que hera ella, y ella amaba
a él, non tanto por la codicia de la carne, —aunque él hera el más
fermoso onbre del mundo—como por haver fruto d’él por el cual cui-
daba ser tornada la tierra en su estado bien como de primero, que
por el doloroso golpe que el cavallero de las dos espadas fizo fue
tornada en pobreza y en lloro, ansí como la gran Historia del Santo
Greal lo devisa cumplidamente. Y mucho lo desamó don Lançarote
después, ca por toda su beldad non la quisiera él si supiera él quien
hera, mas cuidava él que hera la reina Ginebra; ca por eso fizo ella lo
que fizo. Pero el Señor, en quien toda piedad cabe y que non juzga
todos pecadores todavía segund sus merecimientos, quiso que este
ayuntamiento fuese por pro de todos los de la tierra que todavía fue-
sen en pobreza y en dolor, y quiso que aquella dueña concibiese tal
fruto porque la flor de la donzella que se perdía fuese por ella cobra-
da otra flor, porque aquella tierra y otras muchas que entonces heran
en amargura y en gran lloro fuesen tornadas en alegría y en gran
plazer, y ansí como la Historia del Sancto Greal nos lo testimonia que
Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218
Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 179

por la pérdida de aquella flor fue cobrado don Galas por muy noble
cavallero, aquél que se asentó en la silla Peligrosa de la sancta tabla
de Josep Abarimatia en la cual no se asentó cavallero que muerto o
tullido no fuese donde no escapase. Y por este don Galas hubieron
cima todas las haventuras del Sancto Greal e ansí como el nombre de
Galas fue perdido en don Lanzarote por el pecado de su padre, así
fue cobrado en éste por la muy sancta vida de su madre y d’él, ca él
fue siempre virgen ansí en corazón como en obra, segund su historia
lo divisa. Y ansí fue cobrada flor por flor; ca en su concibimiento fue la
flor de la donzella perdida, mas por ella fue cobrada otra flor, que fue
flor de la cavallería e, si allí fue flor perdida, mucho bien fue cobrado,
ca él fue tal en toda su vida que por los bienes que él fizo en su vida
fue ende el pecado perdonado. [...]
Agora dize el quento que don Lançarote yugó toda aquella noche
con aquella donzella y fízole perder un tal nombre, cual nunca des-
pués lo cobró: en cuanto se echó, hera donzella; y en la mañana, fa-
llóse dueña. Y allí le fue cambiado el nombre de donzella en nombre
de dueña.
Y otro día de mañana cuando don Lançarote despertó, cató alre-
dedor de sí y no pudo ver ni punto porque todas las finiestras heran
cerradas y fue maravillado a dó hera, ca él hera ya en su seso; ya
tentó cerca de sí con la mano y falló la dueña y díxole:
—Amiga, ¿quién sodes vós?
—Señor, —dixo ella—, yo soy la fija del rey Pelés, de la Tierra Forana.
Y cuando él esto oyó, luego entendió que hera engañado y encan-
tado y salió luego de la cama muy triste y vistióse y calzóse y fue tomar
sus armas y armóse y tornó a la cámara y abrió las finiestras, y cuando
vio a aquella por quien fue engañado, fue tan sañudo que fue mara-
villa cómo no ensandeció, y dixo:
—Por buena fee, de tan gran mal como éste luego me quiero vengar.
Estonzes metió mano al espada y fue contra la dueña y díxole:
—Si me Dios ayuda, vós me havedes muerto y quiero que vós mura-
des por ello, que no quiero que engañedes jamás a otro como enga-
ñastes a mí.
Y luego alçó la espada para la ferir y ella ovo muy gran pavor y juntó
las manos y fincó los inojos ante él y pidióle merced y díxole:
—¡Ay, buen cavallero!, no me matedes, por aquella piedad que Je-
sucristo ovo de Sancta María Madalena.

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180 José Manuel Lucía Megías

Y él estando quedoy , pensó un poco y paróla mientes y vidola tan


fermosa que hera maravilla y pensó qué faría: si la mataría o si la dexa-
ría. Y él tenía la espada en la mano, y ella estava en camisa ante él
pidiéndole merced, los inojos fincados muy omildosamente y él paró
mientes al rostro y a los ojos y a la boca y viola tan hermosa que fue
ende espantado y díxole:
—Dueña, yo me quiero ir por vencido y por rentado, como aquel
que se no osa vengar de tan gran mal como me fecistes que yo faría
gran crueldad en destruir tanta beldad como Dios en vós puso y rué-
govos que me perdonedes por cuanto saqué el espada contra vós,
que la ira y el mal talante me lo fizo fazer.
—Señor, —dixo ella—, yo vos perdonaré por tal que vós me perdo-
nedes todo el vuestro mal talante e que nunca jamás ayades de mí
saña.
—Yo lo otorgo, —dixo don Lançarote.
Entonces metió su espada en la baina, y encoméndo la dueña a
Dios, y partióse dende e falló en el corral su cavallo ensillado, que
Brisaina se lo mandara tener presto que sabía ella que en cuanto co-
nociese la dueña que por cosa del mundo no estaría y más; y des-
pués que cavalgó, tomó su escudo y su lança que falló acostada en
un árbol y partióse dende muy triste y sañudo y entró en su camino
pensando muy fuertemente. E tanto que el rey Pelés supo que hera
ido Lançarote, fue ver a su fija y cuando la vio, fallóla muy espantada
del gran miedo que hubiera, que hera maravilla y contóle cuanto le
acontesçiera. Y cuando el Rey sopo todo el fecho plugole ende muy
mucho y mandóla servir y guardar más que de antes fazía. Y ante de
dos meses entendieron que estava preñada e cuando lo supo el rey,
su padre, fue tan alegre que fue una maravilla, él y todos los de la
tierra otrosí; mas agora dexa el cuento de fablar del rey Pelés e su fija
e torna a don Lançarote del Lago.

Lanzarote en el Lecho de Merlín y el final del códice (ff. 354v-355v)


El lecho de Merlín hera de madera muy rica e muy fermoso, y a los
cuatro pies del lecho havía cuatro pilares de cobre, y sobre los dos
pilares de la cabeçera estavan dos imágenes de donzellas fechas de
cobre tan maravillosamente que parescían bibas, y lançava la una
a la otra una pelota de oro, y la otra la rescevía y ansí jugavan todo
el día; y en los pilares de los pies estavan dos leones de cobre, que
parescían bibos, y en el medio d’ellos estava una imagen de niño que
parescía bibo, y estava desnudo y tenía la una mano sobre el león y

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 181

la otra sobre el otro; y los leones daban tan grandes gemidos que pa-
rescía que querían comer al niño e no lo podían alcançar.
Mas don Lançarote que traía un anillo que desfacía todos los en-
cantamientos, cató la piedra de su anillo, y luego se quebraron los
pilares todos, y las donzellas y leones y el niño que se fizieron más de
mile pieças, e luego entendió que hera encantamiento. Y asentóse
luego en el Lecho de Merlín ansí como en otro lecho, e entonces
vino a él una dueña vieja, señora de la torre, y començó a fazer gran
duelo diziendo:
—Señor cavallero, por la cosa que más amades que me dedes un
don.
Y él se lo otorgó.
—Pues quiero que vos vayades de aquí.
—Yo quisiera más saver,—dixo don Lançarote—, de las nuebas de la
Ínsula de Merlín, más no puedo ál fazer, pues lo prometí.
Entonces se partió ende y vínose por la puente de fierro por do havía
pasado, y falló a su escudero y cavalgó en su cavallo y fuéronse por
su camino preguntando todavía por nuebas de don Tristán. [...]
Tanto andubo don Lançarote en busca de don Tristán que llegó a
la mar y falló una barca de do salían doze donzellas muy fermosas
que parescían fijas de rey, y don Lançarote las saluó y les preguntó si
savían algunas nuebas de don Tristán, e le dixeron:
—Dezidnos [v]uestro nonbre y tal podedes ser que vos diremos lo
que savemos.
Entonces dixo él:
—Yo é nombre don Lançarote del Lago.
—Señor, —dixeron ellas—, vos entrad en esa barca.
E su escudero con él, y sus cavalleros, y alçaron las velas luego, y
fuéronse y andubieron todo el día por la mar fasta la noche que se
durmieron por ir muy cansados y, cuando fue de mañana, fallarónse
en la Ínsula Fonda, donde el rey Pelinor hera en una cámara muy rica
y su escudero de don Lançarote fallóse cerca de su fuente.
Aquí se acava el Segundo y tercero libro de don Lançarote de Lago
y á se de comenzar el Libro de don Tristán; y acabóse en miércoles,
veinte y cuatro días de octubre año del nascimiento de nuestro salva-
dor Jesu Cristo de mil e cuatrocientos y catorze años. Finis.

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182 José Manuel Lucía Megías

Lanzarote del Lago


[Salamanca, Biblioteca Universitaria, ms. 1877, ff. 298v-300v,
siglo XV. Versión procedente de la Post-Vulgata]
(ed. José Manuel Lucía Megías)

Lanzarote y la reina Ginebra son descubiertos juntos en la habitación


de la reina (ff. 298v-299v)
Esto dixo el rey de Lançarote, que lo non podía creer que era ver-
dat que el yazía con la reina. Mas aquella ora que los sobrinos fueron
preguntados, ovo ende el pesar que es sobre todos los pesares, ca
él amava la reina Ginebra desmesuradamente. Entonce començó a
pensar así grand pieça que non sopo cosa do estava; e Morderet le
dixo:
—Señor, nós lo encobrimos mientra podimos; agora dezímos vos lo
sin nuestro grado. Agora fazet ý lo que vos semejare, e que non venga
mal ende a vuestra tierra nin a vuestros amigos.
—Comoquier, —dixo él—, que sea ende vengado, así que sienpre
ende fablarán. E si el mi bien queredes, ruégovos yo que me lo tome-
des ý.
E ellos gelo prometieron que lo farían así, e el rey les prometió que
faría en tal guisa justicia que sienpre él e su linaje ende fablasen. En-
tonce salieron de la cámara e fuéronse al palacio; mas bien parescía
en el rey como andava sañudo; e fuese el rey a caça e non quiso que
Lançarote fuese con él.
—E ¿en cómo, —dixo Lançarote a algunos de sus cavalleros—, verés
qué senblante me fizo el rey?
Ca non sabía Lançarote en como era ya descobierto. [...]
Tanto que el rey Artús fue a caça, enbió la reina dezir a Lançarote
que veniese a ella onde ál non feziese e él fue muy ledo e consejóse
con Boores:
—¡Por Dios!, non vayades allá, ca bien sabedes que, si allá ides, pe-
sar vos ende verná, ca he pavor de vós e el mi coraçón me lo diz.
E él dixo que lo non dexaría en ninguna guisa.
—Pues así queredes, señor, id escondidamente e levat con vós vues-
tra espada.
E fuese a la cámara de la reina. Mas sabet que bien entendió él que
Morderec e sus hermanos con muchos cavalleros le tenían la puerta
de la cámara. En tanto cuanto él entró en la cámara, echóse con la
reina, mas non yogo ý mucho, que luego venieron a la puerta los que
lo esperavan e falláronla cerrada e dixieron:
—Agravaín:, ¿qué faremos?

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 183

—Quebrantaremos la puerta—, dixo él.


E desí ferieron a la puerta e oyólos la reina e levantóse toda tollida e
dixo a Lançarote:
—¡Ay, amigo, muertos somos!
—¿Cómo?, —dixo él—, ¿qué es esto?
E escuchó e oyó a la puerta grand grite e grandes bozes de onbres
do querían quebrantar la puerta, mas non podían.
—¡Ay, —dixo ella—, amigo, agora sabrá el rey mi fazienda e la vues-
tra! ¡Todo esto vos ordió Agravaín!
—¡Se Dios me ayuda,—dixo él—, yo ordiré la su muerte!
Entonce se levantó del lecho.
—¡Ay, señora!, —dixo él—, ¿ay aquí alguna loriga?
—Certas—dixo ella—, non, ca plaze a Dios que muramos aquí amos;
pero si ploguiese a Dios que vós escapásedes de aquí, sé yo bien que
non ý atal que me ose matar sabiendo que vós érades bivo, mas cui-
do que nuestros peccados nos confondrán.
Entonce vino Lançarote a la puerta e dio vozes a los que fuera esta-
van e dixo:
—Malos cavalleros e covardes, atendet un poco, ca cedo avredes
e ela puerta abierta e yo veré quál será el ardit que entrará primero.
Entonce abrió la puerta e dixo:
—¡Agora entrat!
E un cavallero que avía nonbre Canagois, que desamava mucho
a Lançarote, entró primero e Lançarote, que tenía ya la espada sa-
cada, feriólo de toda su fuerça en guisa quel’ non presó arma que lo
non fendiese fasta las espaldas, e dio con él muerto en tierra. E cuan-
do los otros vieron este golpe, non ovo ý tal que osase entrar, ante se
fezieron afuera en tal guisa que la entrada fincó libre; e cuando esto
vio Lançarote dixo a la reina:
—Señora, esta guerra es foida cuando a vós ploguiere irme.
E ella dixo:
—Si vós fuerdes en salvo, yo non avré pavor de mí.
Entonce tiró Lançarote al cavallero que matara escontra sí e cerró la
puerta porquel’ non entrasen los otros e desarmól’ e priso de aquellas
armas las mejores qu’él pudo, e dixo a la reina:
—Señora, agora puedo yo, si Dios quisiere, irme en salvo, que de
cuantos que me aquí guardan yo me libraré bien como yo cuido.
E dixo ella:
—Idvos e pensat de mí, ca yo bien sé que aína avré menester la
vuestra ayuda.
—¡O, bien!—dixo él—, mas si a vós ploguiere, levarvos he comigo, ca
non ha aquí onbre porque vos yo dexe.

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184 José Manuel Lucía Megías

—Esto non quiero yo, —dixo ella—, ca luego así será llanamente la
nuestra follía conoscida, mas Dios lo guisará mejor.
Entonce abrió Lançarote la puerta e dixo que non quería más yazer
en presión e ferió al primero de un grand golpe quel’ fizo en tierra caer
estordido, e elos otros que esto vieron feziéronse afuera e dexáronle
la carrera. E Lançarote fuese a su posada e falló a Boores en una cá-
mara con pavor de non verlo, que su voluntad le dava, ca bien gelo
dezía su coraçón, ca los del linaje del rey lo tomarían con la reina si
podiesen. E en esto Lançarote con su linaje partióse de la villa caval-
gando e fuéronse a la floresta e metiéronse en la orilla d’ella, donde
era más espesa e estodieron ý fasta la noche; e enbió luego Lança-
rote un donzel a saber nuevas e traxiéronle en cómo el rey lo enbiara
prender a la posada e non le fallaron e luego el rey mandara por su
sentencia quemar a la reina e guardáronla fasta otro día.

Lanzarote salva a la reina Ginebra de ser quemada (ff. 300r-v)


El rey mandó Agravaín que tomase ochenta cavalleros armados
para guardar el cuerpo de la reina, allí do el fuego era, que si Lança-
rote veniese que la non podiese levar; e él fízolo ansí como el rey le
mandara e leváronse la reina a quemar. E Lançarote en que supo las
nuevas, cavalgó él e los suyos, e falláronse treinta e dos cavalleros, e
fuéronse escontra do parescía el fuego e, cuando la gente los vieron
venir, dieron vozes a los que guardavan la reina:
—¡Fuit, que aquí Lançarote onde viene por levar la reina!
E Lançarote que venía delante todos dexóse correr Agravaín, ca
bien lo conosció por sus armas e feriólo tan fieramente que le non
valió arma ninguna e metió la lança por él que paresció el fierro de la
otra parte e cayó en tierra muerto, ansí que Lançarote con los suyos
derribaron ende muy grand pieça, ca fue una lit muy brava e muy
presto fueron vencidos. E cuando Lançarote vio esto fue a la reina e
díxole:
—Señora, ¿qué queredes que vos fagamos?
E ella respondió:
—Amigo, yo querría que me levásedes a donde el rey non me feziese
mal.
—Señora, —dixo él—, cavalgat e vayámonos aquella floresta e pren-
deremos ý consejo que sea bueno.
E feziéronlo así e sópolo luego el rey cómo eran desbaratados todos
los suyos e Lançarote levara la reina e mandara luego el rey guardar
todos los puertos. E Lançarote con los suyos levaron a la reina a un
castillo muy fuerte e de allí enbió por sus amigos que le veniesen a

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 185

socorrer, ca le tenía el rey Artús cercado. E en esto enbió Lançarote


dozientos cavalleros secretamente que se lançasen en la floresta e
estodiesen ende en tanto que sopiesen del rey si vernía en paz; don-
de no, que dende saldrían a socorrer a los del castillo, e así fue que
pelearon después muy bravamente e morieron muchos de los del rey,
mayormente de los de la Tabla Redonda; de ciento e cinquenta que
eran morieron ende setenta e dos, e de los otros muchos.

Lanzarote envía una doncella al rey Arturo (f. 300v)


Cuando vio Lançarote que el rey Artús lo tenía cercado e que era
el onbre del mundo que él más amara e que más onra le feziera, ovo
ende grand pesar que non sopo qué ý fazer si non pavor; mas porque
lo amara el rey Artús más que a otro onbre que non fuese su pariente,
entonce tomó una donzella e apartóse con ella en una cámara e
díxole:
—Donzella, vós irés al rey Artús e dezilde de mi parte que me mara-
villo mucho porque començó esta guerrera contra mí, ca non cuido
que le nunca tanto erré que lo así deviese fazer. Si vos él dexier’ que lo
faze por lo de la reina e que le fiz tuerto —así como le algunos dizen—,
dezilde que me porné contra los mejores tres cavalleros de la su corte
que me la non apoñe a derecho esta culpa e onra d’él; e por amor
grande que perdí por mal aponimiento, dezidle que me porné ende
en juizio d’esta muerte si le plogier’; e si él ál diz que esta guerra co-
mençó por la muerte de sus sobrinos, dezilde que de aquella muerte
non soy tan culpado porque él me deviese desamar tan mortalmen-
te, ca ellos mesmos se fueron razón de la su muerte.
E la donzella luego se partió e levó su mandado e contólo todo al
rey e ante que el rey respondióle Galván que el Rey estava para ven-
gar la su vengança [...].

Tristán de Leonís
[Madrid, Biblioteca Nacional de España, ms. 22644,
finales siglo XV. El Tristán castellano]
(eds. Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías)

Iseo ordena matar a Brangel por celos y por miedo a ser descubier-
tos sus amores (fragmento 4)
Así estando el rey e la reina e toda la corte e Tristán en gr[ant] solaz
bien dos años, e vino un día que el rey e Brangel estavan burlando e
escarneciendo, e el rey fablava muchas cosas con Brangel; e la reina

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186 José Manuel Lucía Megías

que vido esto ovo miedo miedo que descubriese su fecho e ovo muy
grandes celos e dixo:
—Para la mi fe, ¡yo te faré matar!
E en la mañana la reina mandó venir dos escuderos, los cuales eran
venidos con ella de Irlanda e fízoles jurar que fiziesen su mandado. E
ellos gelo prometieron.
—Vós iredes de mañana a la floresta, —dixo la reina—, e diredes que
ides por yervas para fazer baño a mí. E cuando fuéredes en el grant
monte, levaredes a Brangel convusco e matarla hedes.
E los escuderos dixieron que farían su mandado, enpero que eran
muy tristes por ella. E luego la reina fizo llamar a Brangel e díxole:
—Aparejadvos de ir de buena mañana con estos escuderos en
vuestro palafrén, e iredes al monte E [ella dixo]:
—[Señora, de buena mente].
[E cuando vino la mañana, ellos cavalgaron en sus ca]vallos e sa-
lieron fue[ra de la vi]lla escondidamente [por ir don]de la reina les
manda[va. E cuando] fueron en el grant m[onte, Bran]gel quiso ir por
una [floresta]. Los escuderos dixieron [que non] era aquel buen camino
[e llevá]ronla al más espeso lu[gar de la] floresta e descavalgár[onla]
malamente e Brangel [dixo]:
—¿Cómo, malos escuderos?, ¿que[redes]me desonrar o por qué
[me des]cavalgades tan villana[mente]?
E dixieron [ellos]:
—Non v[os quere]mos desonrar, mas por[que ave]des aquí de morir,
de lo cu[al] somos nós muy tristes, m[as] la reina nos lo mandó. [...].

Palomades rescata a Brangel y rapta a la reina Iseo (fragmentos 5,


6ª/b, 8, 40 y 46)
El cavallero le dixo:
—¿En cuál parte queredes vós ir, que yo vos levaré allá?
—De buena mente, señor, —dixo ella—non sé dónde vaya; mas rué-
govos que me levedes a alguna abadía donde yo pueda servir a Dios
e a mi señora Santa María, que tanta merced me ha fecho en este
punto, porque me ha librado de muerte
—E dó d’ello gracias a Dios; e a vós estonce, —dixo el [cavallero]—
donzella, yo vos llevaré a un monesterio real e en él están fijas de re-
yes e de condes e de otros grandes cavalleros ende podedes estar e
salvaredes vuestra ánima; e yo quiero ir buscar los escuderos que an
muerto a vuestro padre, e a vos así an desonrado. E yo vos vengaré
si a Dios plaze e tornarvos he en vuestra eredat, e yo querré morir por
vos mantener.

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 187

E ella le dio muchas gracias.


—Mas yo vos ruego que lo non fagades, [que más amo yo servir] a
Dios.
E [andudieron fasta que] llegaron a[l monesterio e] llamaron a [la
puerta e] les abrier[on e entraron den]tro. E des[cavalgaron e ovie-
ron] muy gran[t plazer. E aquellas du]eñas fizié[ronles mucha] onra e
d[iéronles] e bien de [cenar. E el cavallero] dixo:
—Dueñ[as, yo vos traigo aquí] esta don[zella que] quiere estar e [ser-
vir a Dios]
[E] las dueñ[as le respondieron que] de dónd[e era la donzella
o] qué avent[ura la avía allí trai]do. E él [les contó en cómo a] la
donzel[la avía fallado] en la flore[sta e contóles to]da la ave[ntura; e
cuando] les ovo [contado todo esto, rogó]les que la [oviesen en su]
encomiend[a. E ellas] fueron mu[y alegres e] pagadas [e dixiéronle]:
—Señor cava[llero, nós la ter]nemos e [le haremos toda on]ra e
plaze[r por amor de vos]. [...]
Atanto andudo el cavallero por sus jornadas que llegó a Tintoíl. E
cuando fue él allá, vido cerca de la mar tiendas fincadas, donde el
rey Mares e la reina Iseo e toda su conpaña eran asentados. E estavan
en muy grant solaz en un plado e la reina dexó el solaz e partióse de
sus escuderos e dueñas e donzellas, e fuese a una muy buena fuente
que era en el plado e allí començó a fazer su duelo e a llorar por la
muerte de Brangel. E estando la reina en aquel llanto, el cavallero
pasó por aí e entendió todo aquello que la reina dezía de Brangel. E
estando en esto, los escuderos que la avían llevado al monte vinieron
ant’ella e dixieron:
—Señora, nós avemos buscado toda la floresta e non podemos fa-
llar el lugar donde la dexamos a Brangel.
[La reina dixo]:
—[¿Cómo puede ser? Vós dexistes que la non avíades muerto, por-
que a mí pesava mucho, ¿e agora dezides que] non podedes [fallar-
la?] Prometo, ¡para [la mi fe!, que] si vós non [me dezides la] verdat
que [yo vos faré] matar luego.
[E cuando ellos e]sto oyeron, [dixeron]:
—[Seño]ra, nós vos [diremos la] verdat de la donz[ella: sabet] que
[nós la metimos en el espesura de la] flore[sta e por aquello que] vos
enbió dezir [nós hovi]mos piedat d’ell[a e nós] acordamos e fa[llamos]
de la non matar, [e atámos]la a un árbol {e atamos el} su palafrén
cerca [d’ella; e] tornámosla a [buscar] en aquel lug[ar] e non la emos
[ha]llado a ella nin a su cavallo.
E cuando la reina entendió que era ella biva, fue ella muy al[egr]e
e dixo a los escuderos:

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188 José Manuel Lucía Megías

—Tiradvos delante mí, e non vengades delante de mí por njngunt


tienpo fasta que me traygades a Brangel biva o muerta. [...]
Los escuderos cavalgaron e fuéronse para la floresta a buscar a
Brangel; e la reina Iseo fazía grant llanto en sí mesma e dezía:
—¡Ay, mesquina! ¡Cuánto de mal é pasado después que non vi la
buena donzella Brangel!
E el cavallero cuando vido [esto, conosció] que era ella la reina
[Iseo], que él tanto amava e [por ella] se avía alongado de [su tierra]
e iva buscar dónde e[lla] estava por ver si la pod[ría] aver en alguna
manera, [por]que él la amava más que a cosa del mundo. E luego
conosció que aquella donzella que era suya, que él avía desatado e
levado al monesterio, e descavalgó e fuese para ella e díxole:
—Señora, [quien vos truxiese a Brangel] ¿qué le [dar]íades?
E cuando [la] reina oyó aquesto, fue muy alegre e díxole:
—Cavallero, si vós me traedes a la mi donzella Brangel, no ha cosa
en el mundo que yo non faga por vos.
E el cavallero dixo:
—Señora, yo vos prometo bien e lealmente que vos la traiga aquí
ante vos de aquí a cuatro días.
E luego se despidió de la reina e cavalgó cuanto pudo e fuese para
el [mones]terio. E la reina [se lavó] su cara e tornóse [para su t]ienda
para sus donze[llas]. E a la mañana el rey [Mare]s e la reina e [Tristán]
e toda la gente se levantaron de allí e tornáronse para la cibdat e
fuéronse para el palacio; e toda la gente comieron en grant solaz
e con gran alegría. E dexémoslos[estar e tornemos al cavallero que
estava en el monesterio donde avía dexado la donzella e llegado al
monesterio, entró e saludó a todas las dueñas e donzellas que ende
estavan] muy bien. E él les tornó las saludes; e luego demandó por la
donzella que avía dexado allí e ella vino luego e fízole muy grant onra
e grant reverencia. El cavallero díxole:
—Donzella, cavalgad en vuestro palafrén e idvos comigo, e yo vos
levaré a vuestra señora Iseo la Brunda. E sabed que ella vos perdona
todo su mal talente, e vos desea mucho ver.
E la donzella dixo:
—¡Ay, onrado cavallero! E yo faré aquello que a vos plazerá, que
más amo yo el mal que mi señora me fará que el bien que otra me
fará nin me podrá fazer.
E luego cavalgaron en sus cavallos e andudieron tanto que llegaron
a Tintoíl, e fueron para el palaci[o] delan[te de la reina e ella le tornó
los saludes e el ca]vallero le dixo:
—Señora, vedes aquí vuestra donzella sin ningunt daño.
E la reina dixo:

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 189

—Cavallero, vós e ella seades muy bien venidos.


Ca dixo:
—¡Ay, la mi buena donzella!, ¡vós seades muy bien venida así como
aquella que yo amo en mi coraçón! E vos ruego que me perdonedes
el mal que vós avedes sofrido por mí.
E luego Brangel le besó la mano e se echó a sus pies; e la reina le fizo
levantar e començóla de abraçar e de besar con el grant amor que
le tenía. E el cavallero dixo:
—[Señora, d]adme el don que me [prometist]es bien e leal[mente
e] quiero que el don [que me] avedes a dar que sea bueno e firme, e
me lo fagades o[tor]gar.
E ella dixo:
—Bien me [pla]ze. [...]
Luego el cavallero fue delante del rey e díxole:
—Señor, yo só cavallero estraño e de luenga tierra; e he buscado
muchas aventuras e agora yo he fallado aquello que yo busco en
vuestra corte. E agora sabed que yo he fecho un gran servicio a mi se-
ñora la reina, al cual servicio me á prometido un don cual yo quisiere
demandar. E ella me semeja que non lo puede dar sin vos. E por esto
yo quiero que lo confirmedes.
E él dixo:
—¡Por buena fe, cavallero, non me demandaredes cosa ya tant
grande que yo non vos la otorg[ara s]i ella vos lo prometi[ó].
[E el] rey fízola luego [venir ante] sí e preguntóle [si era ver]dat aque-
llo que aquel [cavaller]o dezía; e ella dix[o que] sí:
—E ruégovos que le sea [dado de] vuestra parte e de la mía [e de]
toda la corte.
E el rey di[xo]:
—Mandat todo aquello que v[os plu]giere, e yo vos lo otor[go bi]en
e lealmente sobre [mi co]rona.
E el cavallero di[xo]:
—[Yo] demando la reina Iseo, [que la] quiero levar a mi tierra.
E [el] rey e todos a[quellos] que [ende] fueron estavan muy tr[istes].
E él respondió e dixo:
—¿[Así], cavallero, queredes vós [deson]rar la mi corona?
E el [cava]llero dixo:
—Sí, señor; qu[e por] esta razón vine yo a [aquesta] tierra.
E el rey le preg[untó] que quién era; e dixo:
—Y[o soy] Palomades el Pagano.
[E el] rey se maravilló e dix[o que] cuáles diablos lo avía[n traí]do
allí. E dixo que el [don non] gelo podía renunciar [pues que] gelo avía
prometido [sobre] su corona; e dixo el r[ey]:

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190 José Manuel Lucía Megías

—[Yo] vos la dó la reina [de aques]ta manera: que si p[or ven]tura


oviere algunt [cavallero que] vos la pueda tirar por [fuer]ça de ar-
mas, que el don [non] aya valor; e aun, que [en] todo mi reino non
ya[gades] con ella nin sea to[cada] de vos.
E dixo:
—Pláze[me] de voluntad.
E luego [to]mó la reina delante de [to]dos [e subió]gela en el [pala-
frén] de Brangel e [fuéro]nse del palacio e [fuér]onse por su camino.
[E] dexemos agora el cuen[to] d’esta razón e tornar[no]s hemos a con-
tar de Pa[lo]mades. Sabed que era Pa[lo]mades muy bien valien[te]
cavallero e fue fijo de [un] cavallero del linaje del [re]y Evalate, el cual
era [idó]latre, que non creía fi[rme]mente en Dios e non [era] obidien-
te a la corona [del] inperio del rey Artur. [E] aquel rey Evalate fu[e corr]
ido e echado de su tierra [por] el rey Merianes, su ve[zi]no. E así fue
ventura [qu]e vinieron en hueste e en batalla amos a dos. [E] aquel
rey Evalate [traía] un escudo con un[a cruz] bermeja, la cual fu[e de]
Josep Abenamatía. E conquirió mucha tierra e ensalçó cristiandat. E
en aquel punto fue la batalla del rey Merianes e de Evalate, que fue
vencido; e non avía remedio sinon él mientras fuía levava el escudo
que non le fazía mal. E luego conosció que aquel era el escudo que
fuera de Josep Abenamatía, que fue amigo de Dios e de la Santa Fe.
E dixo que si Dios lo ayudase en aquella batalla que él se tornaría cris-
tiano de bautismo. E luego tornaron las g[ente]s e cobraron coraço[n
e ellos] fueron contra Merian[es. E] cuando fue en la gra[n bata]lla, él
vido que de [las heri]das que davan en [el escudo] salía sangre. [En-
tonces] ovo la creen[cia en Dios conplida]. [...]
Cuando Palom[ades ovo] sacada a la r[eina de] la corte del [rey
Ma]res, e el rey e [todos] otros fueron muy [tristes] por aquesta aventu-
ra, [e en to]da la corte non ovo {algunt} cavallero que tom[ase las ar]
mas para ir en pos [de Palo]mades; e Palomades [se iva] con la reina
ribera [de la] mar. E la reina [non fa]zía sinon llorar por [el prometi]
miento de su señ[or]r, de su amigo Tris[tán e] dezía:
—¡Ay, el mi caro [amigo] Tristán!, ¿[dó sodes] vós [ago]ra?, si yo [to-
páse]vos en este camino, [por tal] que me tirásedes [d’este] mal ca-
vallero!, e a[gora, fue]se yo muerta a s[alva].
[E] cuando Palomades [sacó] la reina de la cort[e del] rey, Tristán
non e[ra ende que era ido a caça por la mañana. En aquel tiempo
era venido en la corte un cavallero, el cual era ferido de una lançada
e venía] a la reina [que lo guaresci]ese. E aquel [cavallero avía] non-
bre Sa[gramor e demandó que] por cuál razón [eran todos tristes e]
contaron [cómo Palo]mades [levava la reina.] Lue[go dixo:]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 191

—Id [al palacio e ved s]i ay al[unt cavallero] que tome [armas para
ir en pos de Palomades] [...]
[El escudero dixo a su señor]:
—¿Cómo?, ¿tan aborrido [sodes que vos] queredes meter a pe[ligro
de mu]erte que aún vós [non sodes] sano.
—¡Para la mi fe!, —dix[o Sagramor]—, más quiero morir qu[e non vi-
vir] entre los covardes [cavalleros] de Cornualla, que no[n osan de]
fender a su señora [de un solo] cavallero.
E luego [el cavallero] salió de la corte [e andudo] tanto fasta que
[vido al cava]llero que levava a l[a reina; e] llamólo e díxol[e]:
—[Cavallero], ¡esperad!, que conbati[rvos con]viene o dexad la [rei-
na que] levades falsamen[te].
[E Palo]mades se tornó {en su} cavallo e dixo:
—La [reina non la] podedes ir sin bata[lla].
[E vol]vióse el uno contra [el otro e] diéronse tan gran[des golpes]
que amos cayeron; [e al] caer que Sagramor [reben]tóle la ferida que
[traía e] rebentóle la sangre; [mas tanto] era de buen caval[lero que
non lo sintió; antes se levantó en pie con gran ardimento e pusieron
mano a las espadas, e diéronse] grandes gol[pes que] el fuego salía
muy [alto. E] Palomades cuidava [que er]a Tristán por los gran[des
gol]pes que le dava. E [mientra] ellos se conbatían, [se metió la] reina
por la flo[resta e] fuese a un charco [d’agua], e ella se quería echar
{dentro p}or se afogar ante [que] la oviese Paloma[des en su] poder,
que bien [sabía e]lla que aquel que {era venid}o a la batalla que [non
era don] Tristán. E mientra [se] iva al charco encon[tró un] ruano que
anda[va a caça], que la [reconosció que] la re[ina era] ella [e díxole]:
—¡Por Dios, señora!, ¡[que] non vos echedes [en ese m]al lugar, ¿qué
es [de vos]?, ¿cómo sodes aquí?
[E] ella le contó toda [la razón] punto por punto, que [non le m]intió
nada, e dixo [cómo se quería afogar en el charco antes que ninguno
la hoviese, salvo el rey su señor] [...].

Muerte de Tristán (fragmentos 34, 35 y 36)


E también avía el rey miedo que la rei]na se echase de la torre ayuso
de dolor de Tristán; e dixo entre sí mesmo que la muerte de Tristán le
sería a él grant daño, e dixo a Alderete:
—¡Maldicha sea la ora que yo tomé el tu consejo, que yo seré de-
nostado por todo el mundo por la muerte de Tristán!
E cuando las nuevas vinieron que Tristán non podía escapar más
de tres días, e cuando la reina lo sopo, ella començó a fazer un muy
grant duelo; e Brangel le dixo:

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


192 José Manuel Lucía Megías

—¡Ay, señora!, ¿qué faredes vós, que los vuestros gozos mueren?
E cuando ella oyó estas palabras ronpióse un paño de oro que tenía
en la cabeça e fazía tan gran duelo que todo omne que lo oyese
avía grant piadat, e cuidávanse que luego en aquella ora murié la
reina por amor de don Tristán, e dezían que non podía ella bevir sin
don Tristán.
E [cuando don Tristán vido que le llegaba la mu]erte, él fizo llamar su
amigo Sagramor, e rog[óle] que le troxiese allí a su tío [el] rey Mares:
—E dezilde que {yo} lo quiero ver antes que m{ue}ra, que yo sé que
él non es t[an] alegre de mi muerte como [lo es] Alderete.
E Sagramor dix[o que] él faría todo su mandado; e [caval]gó caval-
gó, e fuese para el [rey] e díxole llorando que Tris[tán] le rogava que
lo fuese a [ver], que Tristán lo llamava. E [él] començó fuertemente a
llo[rar] e dezía:
—¡Ay, mesquino e cat[ivo]!, e ¡cómo he muerto el me[jor] e el más
cortés cavallero e que he fecho mal a mí mesmo [e] a toda Cornua-
lla! E ¡maldi[cho] sea Alderet, que primeram[ente] me consejó esto
que lo fiz[iese]!
E luego el Rey Mares soviose en su cavallo e levó cons[igo] tanta de
gente que él pud[iese] ser seguro al castillo de [Sag]ramor. E cuan-
do el rey ll[egó] al castillo de Sagramor, de[sca]valgó e fuese para la
cama[ra donde yazía don Tristán. E cuando el rey lo vido así desfigura-
do, uvo gran piadat d’él; e como don] Tristán vido venir [al] rey Mares,
él se quiso le[va]ntar o posar en el lecho, [m]as non pudo, e dixo:
—Tío [se]ñor, vós seades bienveni[do] a la mi muerte, que vós [ta]nto
avedes deseado, e [ag]ora avedes conplido vuestros [dese]os; mas
yo vos digo que [tienpo] verná que vós querríades [av]er perdido la
meitad [del] vuestro reino que yo fuese [bi]vo. Mas de oy más non [se]
puede ál fazer.
E cuando [Tri]stán ovo dicho esto, el [re]y Mares començó a llorar
{por} aquello que Tristán le avía {di}cho. E don Tristán le dixo:
—[Señor], non lloredes, que yo veo [qu]e vuestro gozo viene; e de
{m}uy grant gozo e grant [ale]gría llorades. Mas yo vos [ru]ego que
me fagades una [cor]tesía, si a vós plaze: que quera[de]s que la reina
Iseo venga [a verme], que la vea antes que yo mu[era] e que ella sea
a mi fin.
[E] dixo el rey Mares:
—Sobri[no, yo faré aquello que vós quisierdes.]
[E mandó que la reina veniese luego. Los cavalleros truxeron el men-
saje a la reina, e vino con ellos luego e venia fa]ziendo muy grant
duelo a maravilla, con muchas dueñas e donzellas. E allá fue delante
de Tristán; e luego que ella lo vido, se amortesció en mano de dos on-

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 193

rados cavalleros, e estudo así mucho, que non pudo fablar. E ella non
rogava a Dios otras cosas sinon que le diese la muerte luego, porque
ella muriese con su señor. E cuando don Tristán vido a la reina Iseo,
que tanto amava, él se quiso endereçar en el lecho, mas non pudo,
e dixo:
—Señora, vós seades muy bienvenida. Mas vós sodes agora veni-
da muy tarde; mas la vuestra venida non me puede valer desde oy.
Sabed, señora, que a la fin es venido Tristán el bueno e el leal amigo.
E cuando ella oyó aquestas palabras, a pocas que non morió. E ella
començó de llorar e de sospirar muy fuerte a maravilla, de grant dolor
que avía, e díxole:
—¡Ay, el mi dulce amigo señor don Tristán!, ¿sodes vós aquel que [a
morir] vos conviene?
—A la mi fe, señora, —dixo don Tristán—, yo soy aquel que a morir
me conviene, que non puedo escapar en ninguna guisa, que non
puedo escapar.
E don Tristán començó de sospirar, e paróse mientes a sí mismo ante
todos e dixo:
—La mi señora Iseo, que me catades, que yo só Tristán, el vuestro
leal cavallero. ¡Catadme, señora! ¿Son aquestos los cabellos de Tris-
tán que vós solíades catar?, ¡ay, señora!, ¿es aqueste el cuerpo de
Tristán que solía ser?, ¿e son aquestos los ojos de Tristán que vós solía-
des catar?
E cuando la reina oyó aquestas palabras, cayó en tierra amorteci-
da, luego la levantaron dos cavalleros, e dixo don Tristán:
—¡Ay dulce señora, que no he fuerça!
E dixo:
—¡Ay mesquino cavallero!, ¡cómo fue doloroso golpe aqueste que a
mí fue dado a muy grant traición que {grant} dolor t{engo}!
E non [quedava] todo el día [de llo]rar; e la reina [púsole muchos en-
pla]stos [e medezinas, enpero todo non valía nada, ya que la] ponço-
ña [le entrava dentro del co]raçón, que era [ya medio mu]erto. E
todos [fazían duelo porque a don T]ristán [se le apocava el bivir].
E otro día de mañana don Tristán se esforçó de fablar fuertemen[te
por] la muerte que se le lle[gava], e dixo:
—¡Ay, dulce señora!, [¡e cómo s]ó venido a los postrime[ros dí]as,
que oy en aqueste día [me con]viene a morir.
E di[xo a los] que estavan enderredor [en alta] voz:
—¡Ay, Dios mi señor!, [¡valedme,] que mi fin se allega!
[E luego] començó el due[lo tan gra]nde que nunca [fue su par]. E
non avía allí ca[vallero] nin dueña que se pudie[se tener] de llorar. E
el due{lo turó} grant pieça, e [don Tri]stán llamó a Sagramor e [díx]ole:

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


194 José Manuel Lucía Megías

—El mi buen amigo, [ruégov]os que me traigades [el mi escu]do e mi


espada, que la [vea an]tes que muera.
E Sag[ramor] gela troxo delante e [Tristán] le rogó que la sacase [el
espa]da de la vaina. E él [sacógela] e púsogela en la [mano, e Tristán
la tomó e la cató, e dezía sospirando]:
[—¡Ay, la mi buena espada!, e ¡cómo me es tan grave de vos dexar
tan aína!]
[E tomóla Sagramor e tornóla a la vaina; e Tristán] començó a llorar
e todos aquellos que aí estavan comen[çaron] de llorar; e non le pu-
dieron hablar dende a una grant pieça.
A cabo de una grant pieça, dixo don Tristán entre sí mesmo:
—Tristán, [ago]ra eres venido a la muerte, [e as] fallado quien te de-
rrueque [a tierra], la cual cosa tú non podí{as} creer que así avía de
[venir] nin pensava que tan buen [cava]llero avía en el mundo co[mo
t]ú eras.
E luego començó [a de]zir:
—¡Ay, señora Iseo, fermo[sa e] dulce amiga!, agora ¿vós [qué] fare-
des que yo muero?
[E a]penas podía fablar. E a[sí fa]zían todos los cavalle[ros e] todos
los que aí estavan. [E don] Tristán començó a fazer [muy] grant llanto
por las cava[llerías que] tenían a dexar [e dixo en altas] bozes:
—¡Don Palo[mades!, ¡agora queda]rán nuestras arm[as e] nuestras
cavallerías, que nun[ca] daredes golpes a Tristán [ni Tri]stán a vos, que
ya la mu[erte l]o parte. ¡Ay, Dinadán!, [¡fenecido es] ora nuestro solaz
e nuestra con[pañía] e nuestra cavallería, que yo [estoy] agora peor
que non vós [pensades nin podríades en ninguna manera creer!]
[E dixo:]
—[¡Ay, mi Dios!, y ¡cómo mue]ra sin batalla de cavallero!; ¡ay, ca-
valleros andantes!, ¡cómo só triste porque yo muero sin batalla de
cavallero, porque yo muero en el lecho!
E luego se bolvió contra Sagramor, su amigo, e díxole:
—Yo vos ruego que me saludedes mucho a mi amigo don Lançaro-
te, e a estos dos que a vos nonbré cuando los vierdes. E aun vos ruego
como amigo que, pues non puedo enpresentar el mi cuerpo a la cor-
te del rey Artur nin a los cavalleros de la Tabla Redonda, que vós de la
mi parte que me los saludedes a todos; e vos ruego que vos de la mi
parte le enpresentedes el mi escudo e la mi espada en remenbrança
de mí, por tales que se les mienbre de mí cuando lo vieren, así como
lo he yo amado de buen coraçón, e como le yo busco de mi parte
toda onra a la Tabla Redonda; e se les mienbre de mí.
E cuando [Tristán uvo dicho esto, començó de sospirar e dixo:]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 195

—[¡Ay, amigo Sagramor!, allegadme] la espada, así que la yo pue-


da besar.
E Sagramor gela puso en la mano e él la besó e la abraçó e dixo:
—¡Mucho me duelo porque vos dexo en tal manera!
E luego las abraçó e las besó mucho otra vegada, e dixo:
—Sagramor, tornárvoslas he, e ruégovos que las levedes a la corte
del buen rey Artur, e que las pongades en tal lugar que todas las gen-
tes la puedan ver, que tal las podrá ver que en tienpo non me avrá
visto e luego se les menbrará de mí. E acomiéndovos a Dios que vos
guarde! [...]
Luego bolvió contra su tío el rey Mares e díxole:
—Tío, ¿qué vos semeja de mí?, ¿só yo aquel Tristán que vós solía-
des querer bien? Cierto, non só yo aquel que vós solíades tanto bien
querer e amar; mas de oy más podedes estar seguro que todas las
bat[alla]s he vencido, mas [vós avedes vencido a mí; enpero que vos
perdono.]
[E luego se] bolvió Tristán contra la re[ina] Iseo e díxole:
—Señora, [yo] agora só venido a punto {que} deva morir. Sabed que
yo s[ó con]batido con la muerte tan[to co]mo he podido, e de oy
má[s a] m’é vencido. E agora vós, [¿qué] faredes?... mas ¡si pudier
s[er] que vós fuésedes con Tris{tán}, d’esto sería yo muy plaz{ente}ro!
E la dueña dixo:
—Trist[án], yo querría morir conbusco, [así] que nuestras almas fue-
sen a[mas] aun lugar.
E dixo ella:
—{¡Ay}, amigo!, si alguna persona [de]vía morir por dolor de a{mor},
yo devía morir, por que v[os] ruego, señor Dios, que me [de]des la
muerte que non [deseo] yo ál.
—¡Ay, señora!, —dixo d[on Tri]stán—, pues ¿queredes vós morir [co]
migo?
E la re[ina] dixo s[ospi]rando:
—¡Ay, [el mi] dulce am{igo!, yo} querría de voluntad tanto [que] lo
yo non puedo dezir.
E [don] Tristán demandó confes[ión de] sus pecados con grant [re-
penti]miento e contrici[ón; e] el arçobispo lo absolvió [e luego recibió
el cuerpo de Dios muy devotamente]» [...].

Lanzarote y otros caballeros de la Mesa Redonda llegan a Tíntoil


para vengar la muerte de Tristán (fragmentos 27 y 38)
{Al tiempo} que las {nuevas} fueron al {reino de} Leonís, [***] de como
don [***] aquellos des[***]ant de los [***]to que non, [***] que mu[***]
vallero a[***] su señora [***]ra e dize [***]s grandes [***]is [***] don Tris-
Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218
196 José Manuel Lucía Megías

tán [***] sobre el rey [***]taron rey [***] lan e reina [***]in fue sa[***]
ada la hue{ste ca}yeron sobre [***] {Tin}toíl; e cuando [***] {a}que-
llas nue{vas}[***]uda de gos[***] con todos {los cavalleros} de la Tabla
{Redonda fizi}eron su ba {talla contra el rey} Mares de {Cornualla con
toda} su cavallería {e ven}ciéronlos e prendieron al rey Mares e Alde-
ret; e don Lançarote quiso matar al rey Mares, salvo porque le pidió
merced e le juró qu’él que fuera pesante por la muerte de don Tristán
e non quisiera aver fecho lo que fizo por otro tal reino como el suyo.
E don Lançarote veyendo que era coronado e que se le desculpava
e arrepentíase de la muerte de don Tristán, ovo d’él piadat que non
muriese; e a Alderete que le fizo buscar la muerte, fízolo quemar como
falso e alevoso; e fizieron grant daño en todo el reino e muy grant des-
truimiento. E qu’el rey Mares se falló muy culpante por la muerte de
don Tristán e le pesava mucho e desde allí quedó en cuita e en dolor,
e su reino en trebuto. [...]
Cuenta el libro que Quedín se tornó en Leonís con Gorvalán e con
{su hu}este, e Lançarote eso me{smo, e que} Quedín fizo fazer una
{nao} que fuese a su tierra que {era la P}equeña Bretaña, e fizo {po-
ner} velas negras, e {encomen}dó a Dios a Gorvalán {e a B}rangel e a
todos, e {quísose m}eter en su nao para se {ir a la} Pequeña Bretaña; e
an{dudo tan}nto por la mar fasta {que ll}egó a la Pequeña Breta{ña; e
en} llegando al puerto, {vido a}í una {nao} en la cual {estava} Iseo de
las Blancas Ma{nos, la su}hermana, que se quería [***] donde para se
ir a [***] do don Tristán pensó [***] {que} estava en el reino de {Leonís.
E} luego que ella vido {la nao}con las velas negras, {preguntó} que
de quién {era} o dónde venía, e {díxo}le en cómo era Que{dín el su}
hermano, que venía sin su señor don Tristán; e ella conosció luego que
era muerto e luego se fue echar en el lecho de sota de la nao con
grant dolor que avía. E Quedín cuando sopo que allí estava su her-
mana, entró dentro e fallóla muy triste, e contóle en cómo era muerto
don Tristán su marido; e tamaño tomó el pesar que luego le rebentó el
coraçón en el cuerpo e murió luego; e cuando Quedín su hermano la
vido así morir, fue muy triste e salió con grant dolor a tierra a su padre
el rey; e el rey e sus cavalleros fueron muy tristes por la muerte de don
Tristán e de Iseo de las Blancas Manos, su muger. E el rey fizo enterrar
a su fija onradamente e fizieron muy gran duelo e grant llanto por Iseo
de las Blancas Manos; e por don Tristán de Leonís fizo el rey escrevir en
la sepoltura de su fija letras entalladas que dezían: «Aquí [...]».

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 197

Tristán de Leonís
[Roma, Biblioteca Apostólica Vaticana, ms. latino 6428,
siglo XV. Cuento de Tristán de Leonís]
(ed. José Manuel Lucía Megías)

Combate caballeresco en defensa de la hermosura de dos damas:


la reina Ginebra y la Reina de Hungría (ff. 70v-72r)
En en esto començó el día de esclarecer, e Meliagans cavalgó en
su cavallo e fue su camino por la alta montaña. E el Amorante eso
mesmo fizo, e fuese enpós d’èl. E desque el día fue ya bien claro, el
Amorante lo alcançó, e dixo:
—¡Cavallero, Dios vos dé buenos días! A mí parece que vós oí ano-
che dezir que vós amávades la más alta y más fermosa dueña del
mundo, e yo vos pido por cortesía que vós me digades quién es ella
que tanto es loada de vós.
—¡Señor, —dixo Meliagans—, vós seades bien venido! E a mí parece
agora que vós oistes mi dolor, e non me plaze punto d’ello; pero bien
creo que vós soes cavallero andante ansí bien como yo; e por esto,
pues vós queredes saber mi fecho, yo vos digo que mi señora es noble
e fermosa e gentil más que otra que yo sepa en el mundo. E sabed,
señor cavallero, que ella es la reina Genebla, que bien creo que vós
la conocedes.
—Certas, —dixo el Amorante—, bien es fermosa, mas quien bien qui-
siese catar por el mundo, fallará de más fermosas e más corteses, aún
digo yo que la Señora de Ungría es más fermosa que ella non es.
E mucho fue irado Meliagans de aquestos dichos e dixo:
—¡Sí Dios me salve, cavallero! Si vós tal raçón querés mantener, yo
vos digo que yo vos faré desdezir.
—E yo non sé que vós farés, —dixo el Amorante—, mas yo digo aque-
llo que dixe, que la Señora de Ungría es más fermosa e más cortés que
la reina Genebla.
—E yo digo, —dixo Meliagans—, que ella será su servienta de mi se-
ñora. Pero nós non somos aquí en logar para fazer batalla, mas de-
cendamos de la montaña e yo vos mostraré, si puedo, cuál es la más
gentil de las dueñas.
E de aquesto se acordaron amos, fasta que fueron en el llano de la
floresta. En esto dixo el Amorante:
—Cavallero, doy mas vos digo yo que vos guardedes de mí, ca yo
vos desafío de la muerte.
E luego dexaron correr los cavallos, el uno contra el otro, e fuéronse
ferir ansí reziamente que los cavalleros e los cavallos fueron a tierra

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198 José Manuel Lucía Megías

juntos. Mas los cavalleros eran amos valientes e poderosos, e posieron


mano a las espadas e començaron su batalla aperament. E sabed
que era buen cavallero ardit el Amorante, mas él no podía durar con-
tra Meliagans, que fería e majava sobre él reziamente. Mas como ellos
se conbatían así malamente, al segundo conbate acaeció por allí
Brandolís, fijo del Rey de Loncha, e con él venía Lançarote del Lago,
un buen cavallero. E como Brandolís vio los dos cavalleros conbatir
ansí malamente, él ovo piadat e mandóles que dexasen la batalla,
e rogándoles muy cortésmente. Mas ellos no quisieron fazer su rue-
go, mas antes se conbatían muy cruelmene. En esto se fizo Lançarote
adelante e dixo:
—Señores, dexad agora esta batalla e, si Dios me vala, vos devíades
ser más corteses, cuando cavallero vos ruega ansí cortésmente e vós
non querés fazer su ruego. Agora, si vos plaze, dexad esta batalla; e si
non vos plaze, conviene que la batalla quede.
E Meliagans conoció luego que éste era Lançarote, e dixo:
—¿Cómo queredes vós que esta batalla quede? Ca dize este cava-
llero que la Reina de Ungría es más cortés e más fermosa que non es
la reina Genebla.
E sobre esto tomó esta batalla e dixo que ninguno non faría paz en-
tre él e mí e que la batalla convenía que non oviese fin fasta la muer-
te. E en este punto fizo Lançarote, con grand ira que ovo, una grant
descortesía; e él se tornó contra el Amorante con grand ira, su espada
en la mano, e dixo él:
—Amorante, non es ésta la primera vegada que tú dexiste tales
palabras como éstas; mas un día devías tú venir al punto. E agora
guárdate de mí, e de Meliagans no te guaredes, ca non te dará más
golpes.
En esto alçó la espada e diole hun golpe que le fizo enclinar la ca-
beça contra tierra. E este golpe pareció muy mal a Brandolís, e fízose
adelante e dixo a Lançarote que ésto non era fecho de alto cavallero
como él era e que le podría ser retraído en la corte del rey, mas que
él le rogava que non fuese más contra él.
—Certas, —dixo Lançarote—, yo non sé que averná, mas si yo sé
que d’este día en adelante el Amorant dize tales palabras, yo no le
dé la muerte; mas, señor Brandolís, esta vegada yo le perdono por
amor de vós.
E el Amorante juró que jamás non dería tales palabras, e ansí los
posieron en paz. El Amorante y Meliagans quedaron allí por folgar, e
Brandolís e Lançarote fueron su camino por la floresta. E a poco de
tienpo los dos cavalleros se levantaron e fueron su camino, el uno por
una parte, el otro por la otra.

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 199

Mas agora dexaremos los dos cavalleros estar, e tornaremos a Tristán.

Tristán tiene que guardar el paso de Tintaíol por orden de su tío, el rey
Mares (ff. 88r-89v)
Enpero un día llamó a la reina e a Tristán e a una parte, e començó
el rey de fablar con Tristán allí delante la reina, e dixo:
—Sobrino, yo oí fablar de las altas cavallerías que vós fezistes por el
mundo e fazedes oy día eso mesmo, e sé una parte d’ello. E agora
sabed que yo quiero, por vuestro honor, vedar esta puente de Tintaíol
e que ninguno non pase sin batalla o que se ponga en prisión. E pues
Dios tanta honor e precio vos quiso dar, bien es que este regno aya su
parte por vós.
E Tristán entendió bien la razón por que el rey lo fazía, enpero dixo
que él faría aquello que él pudiese por su honor del rey e del regno.
—Pues agora, —dixo el rey—, sabed que por vuestro honor e por
veer alguna cosa de la vuestra cavallería, yo quiero vedar el paso de
Tintaíol e que por allí non pase cavallero sin conbatirse convusco; e allí
estaremos la reina y yo e toda nuestra corte. E así podremos veer las
vuestras cavallerías o alguna cosa d’ellas. E sabed, sobrino, que yo lo
deseo mucho ver.
—Señor, —dixo Tristán—, las mis cavallerías son asaz pequeñas, mas
enpero de mi poder yo cunpliré vuestro mandamiento.
El rey mandó luego levar las tiendas a la puente de Tintaíol para él e
para la reina, e mandó allí cerca de las tiendas poner una canpana
que tañiesen, por cada cavallero que por allí pasase, una vez. E así
fue todo fecho como el rey lo mandó. E cuando el rey sopo que las
tiendas eran arrivadas e la canpana e todo según que lo él avía man-
dado, él se partió de Tintaíol, la cibdat, con toda la corte, e fuéronse
al Paso de Tintaíol, e allí mandó que estoviesen las guardas e, cuando
viniese algún cavallero, que luego tañiesen la canpana una vez. E así
estovieron cinco días que por allí pasasse ningún cavallero.
E a cabo de los cinco días que el rey e la corte estavan al paso, vino
por allí el buen cavallero que dezían Argemós. E aquel que guardava
tañó una vez la canpana así como le era mandado. E Tristán cavalgó
luego e fuese a la puente e vio el cavallero que quería pasar, e dixo:
—Cavallero, detenetvos un poco, ca vós non podés pasar sin batalla.
El cavallero fue mucho maravillado, enpero sin más dezir baxó su
lança e fuese contra Tristán e él contra él otrosí, e feriéronse muy rezia-
mente, enpero Argemós cayó en tierra del cavallo; e Tristán lo tomó
por la mano muy cortésmente e dixo:
—Señor, si vos plaze, vós vernés a mi señor el rey.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


200 José Manuel Lucía Megías

E el rey lo mandó poner en prisión. E este día mesmo, a cabo de


grand pieça, vino por allí el Cavallero Bermejo. E la guarda tañió otra
vez la canpana, e luego salió Tristán de la tienda, e fuese a la puente,
e dixo:
—Cavallero, vós no pasarés por aquí sin batalla, o vós vernés a en-
trar en prisión.
El cavallero fue todo irado, e dixo:
—Pues vós batalla demandades, sabed que d’esta non vos falliré
yo, mas en vuestra prisión vos digo que non entraré yo. E vos catat
otro a quien amanazedes con palavras, ca yo poco precio los vues-
tros dichos nin de los cavalleros de Cornualla.
Tristán firió el cavallo de las espuellas, e el cavallero otro tal fizo, e
vinieron así reziamente que ellos e sus cavallos cayeron en tierra. Mas
ellos se levantaron mucho aína, e posieron mano a las espadas, e
començaron de se conbatir el uno contra el otro muy asperamente,
en tal manera que amos avían bien que fazer; enpero el Cavallero
Bermejo non ovo tanto poder nin tanta fuerça que pudiese durar los
grandes golpes de Tristán, que así fería e majava sobre él, e dixo:
—Señor, a mí paresce que yo veo agora una maravilla, ca yo non ví
jamás en Cornualla cavallero conbatir así malamente como vós fa-
zedes e a mí paresce que vós querés dar fin a esta batalla. Pero esto
non se deve fazer, ca yo creo que nós non somos enemigos mortalles;
e por esto yo vos ruego que vós me digades vuestro nonbre e yo dezir-
vos he el mío.
E sabed que el Cavallero Bermejo era muy buen cavallero e sabía
mucho del esgrima, mas él fue en tal manera espantado de los gran-
des golpes que recebía que él no fazía salvo rogar a Dios que le per-
donase sus pecados. E en esto dixo Tristán:
—Agora sabed que vos conviene que me digades vuestro nonbre.
—Certas,—dixo el cavallero—, a mí llaman el Cavallero Bermejo, si le
oístes dezir. E yo vos ruego que me querades perdonar e que yo non
muera oy en esta manera.
—Yo vos digo, —dixo Tristán—, que vós non morrades, ca nós non
avemos caso nin razón por que devamos morir, el uno nin el otro; mas
vós iredes ante el rey e vós pornedes en su prisión, fasta que a él plega
de vos sacar.
El cavallero estava mucho irado, e dixo en sospirando:
—¿E quién sodes vós que me mandades poner en prisión del rey?
—Saved, —dixo —el—, que a mí llaman Tristán.
E como el cavallero entendió estas palabras, él dio una boz un poco
alta e dixo:

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 201

—Señor, vós me avedes errar malamente contra vós en cuanto yo


non vos conocía. E sabed que, si yo entendiera que vós erades Tristán,
que yo mesmo sin otra lança me pusiera en prisión o en otra parte a
dó vós mandáredes.
Tristán le dava muchas gracias del onor que le fazía, e él se fue luego
al rey, e el rey lo mandó poner en prisión con el otro, e mandólos servir
muy bien.
En ante de grand pieça, después que el Cavallero Bermejo fue
puesto en prisión, acaesció que vinieron por allí dos cavalleros pa-
rientes de Lançarote, e amos así fueron puestos en prisión. E después
vieron venir a Galván, el leal sobrino del rey Artús. E el que guardava
tañió la canpana una vez según solía fazer. E Tristán salió de la tienda,
e vínose a la puente e dixo:
—Cavallero, sabed que vós non podedes pasar por aquí sin batalla,
salvo si vós ponedes en la prisión.
Galván fue todo maravillado qué cosa era ésta que agora nueva-
mente venía en el regno de Cornualla, e dixo:
—Certas, cavallero, yo vos digo que en la prisión yo no quiero entrar.
E sabed agora que ante quiero yo conbatirme convusco que non
entrar en prisión.
E luego baxó su lança e vínose contra Tristán. Amos eran de grand
fuerça e poderosos cavalleros, e d’este encuentro Galván cayó en
tierra mal ferido. Tristán descendió luego del cavallo e vino contra él
con la espada en alto por lo ferir.

Tristán lleva a la reina Ginebra a un torneo (ff. 107r-108v)


E como sopo la reina que Tristán era venido e que era ya en el bur-
go, ella salió del palacio muy alegre, ca fuera a lo recebir e dixo:
—El mi señor, ¿e qué nuevas me dezides del torneo?
—Señora, —dixo Tristán—, las nuevas son asaz buenas, ca a do son
tales e tan buenos cavalleros, como son en Camalote, non pueden ál
ser sino bondat e precio e grandes fechos; e do son los mallos, se falla
toda maldat e toda desealtat e villanía. Mas, señora, mi señor Lança-
rote se vos enbia encomendar así.
—Señor, —dixo la reina—, ¿e cómo está don Lançarote con el rey?
Yo vos ruego que me lo digades.
—Señora, —dixo Tristán—, Lançarote es más amado del rey que nin-
gún otro cavallero, e non es maravilla, ca por cierto él es flor de todos
los otros de su corte.
E así estovieron aquella noche en grand solaz, fablando e tomando
mucho plazer. E la reina demandó a Tristán cómo estava la reina Ge-
nebra. Él dixo que él non la avía vido.
Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218
202 José Manuel Lucía Megías

E otro día, cuando se levantaron de comer, Tristán e la reina se entra-


ron al vergel, e començaron de fablar el uno e el otro de sus fechos;
e en esto dixo Tristán:
—Señora, yo non vos lo celaría punto, ca yo non podría. Sabed que
el rey mandó apregonar un torneo en su corte que deve ser de aquí
a veinte días, e yo quería que vós e yo fuésemos aí.
Sabed que d’esto fue la reina muy alegre e dixo:
—Señor, pues yo vos digo que yo quería más ir en esa tierra de Ca-
malot que en ninguna otra parte, e yo vos ruego que vós me levedes
convusco.
E así acordaron amos de ir al torneo. E luego mandó Tristán aparejar
todas sus cosas, segund que menester le fazían para en torneo.
E cuando el tienpo fue acercado para ir al torneo, Tristán e la reina
se posieron al camino contra Camalot; ellos e su conpaña, muy bien
guarnidos de todas cosas, e andovieron por sus jornadas fasta que
fueron arribados cerca del torneo cuanto una legua, e allí mandó
Tristán poner su tienda que era asaz rica e fermosa, e cerca de la
tienda fizo poner una canpana. E la cosa porque posava tan lueñe
del torneo era por la grant fermosura de un pino que estava allí cerca
junto con su tienda, e otrosí por una fuente muy rica e fermosa, e más
porque los cavalleros de la corte non lo conociesen. E así estovieron
allí fasta el día que el torneo fue començado.
Cuando el día del torneo fue venido, el rey mandó tañer las tronpe-
tas e que todos los cavalleros començasen el torneo, e que feziesen
de armas segund que avían acostunbrado. E sabed que altamente
fue bastido el torneo de nobles cavalleros de espada e de lança. Ellos
començaron el torneo tan ricamente e talles fechos de armas fazían
los unos e los otros que non ha omne que los viese que non dixese que
allí estava la flor de la cavallería del mundo e la nobleza. Tristán esta-
va mirando fuera del torneo por ver quién fazía mejor de armas de
los que torneavan, e vio que todos andavan mesclados, en manera
que él no podía devisar quién avía lo mejor. E en esto firió su cavallo
de las espuellas, e començó de ferir en la mescla de los cavalleros así
asperamente que a poca de ora non quedó ninguno en la plaça por
do él andava. Mas ante le dieron todos el camino e començávanlo
a mirar, maravillándose todos quién podría él ser. E como él vio que
en el torneo non avía cavallero que de armas feziese cosa ninguna, e
todos estavan así mirando, el fue mucho maravillado e salióse de allí
lo más celladamente que él pudo contra su tienda. E el rey non olvi-
dava el torneo nin la razón por que era bastido, ante vio bien cómo
Tristán se partió e contra cuál parte era ido. E en esto se tornó contra
Lançarote e dixo:

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 203

—¿Avedes vós visto el cavallero que tan aína nos tiró nuestro solaz
en este torneo?
—Señor, —dixo Lançarote—, yo lo vi bien, mas non sé contra cuál
parte él es ido.
—¿Non?, —dixo el rey—, pues yo sé muy bien su tienda e ruégovos
que vayamos allá vós e yo, e non quiero que otra conpañía vaya
connusco.
—Señor, —dixo Lançarote—, sofritvos tan solamente fasta la maña-
na, e verdes mejor los fechos del cavallero cuáles son. E yo vos digo
ciertamente que él es aquel que el otro día venció el torneo.
Así estovieron aquella noche, e otro día mandó el rey que todos los
cavalleros feziesen de armas según solían. El torneo fue començado
muy ricamente, e este día andava el cavallero Galván muy áspero
e follón en la priesa de los cavalleros; e bien mostrava él en aquel
torneo grand parte de la su fuerça, ca por cierto en aquel punto non
avía ý cavallero que tanto feziese de huna espada como era don
Galván. E como Tristán vio que todos los cavalleros le davan plaça
por do él venía, bien entendió que él avía lo mejor en el torneo. E en
esto ferió su cavallo de las espuellas e fuese contra él, e firiólo de la es-
pada tan reziamente quel’ fizo baxar la cabeça fasta las servizes del
cavallo. E luego se tornó a los otros e començó de ferir en ellos a una
parte e a otra así asperamente que grand maravilla era de lo veer. E
fizo tanto en poca de ora que en la plaça non fincó cavallero, ante
començaron todos de mirar. El rey, como vio que todos los cavalleros
se salían del torneo, fue mucho maravillado; e tornóse contra Lança-
rote e dixo:
—¿E non vedes el abaxamiento que este día vino en Camelote, que
por un solo cavallero todos cuantos ý son dexaron el torneo e así fu-
yen delante d’él como ovejas delante el lobo?
—Señor, —dixo Lançarote—, non lo ayades a maravilla, ca yo vos
juro que por la mi fe que, si él es aquel que yo pienso, que non es ma-
ravilla si los cavalleros fuyan de dellante.
E en esto dixo el rey que él quería ir contra aquella parte que el ca-
vallero era ido por saber quién era, ca él lo deseava mucho conoscer.
E luego el rey e Lançarote ser partieron de la tienda e veniéronse a
la tienda do estava Tristán.
E cuando Tristán vino del torneo, falló las tablas puestas, ca ya era
cerca de medio día, e pasáronse a comer. E desque ovieron comido,
acostáronse a dormir luego, en manera que, cuando el rey e Lança-
rote venieron, Tristán e la reina ya dormían la siesta. E como los fallaron
que todos <que> dormían, Lançarote començó de saltar alderredor

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


204 José Manuel Lucía Megías

de la tienda. E como Brangel vio que saltavan enderredor de la tien-


da, ella salió fuera e dixo:
—Señor cavallero, a mí paresce agora que vós non sodes cortés
como yo vi de otros, asaz que vós andades saltando aquí cerca do
duerme otro cavallero que por ventura valle tanto como vós. E así
Dios me dé bien, que yo creo que vós andades buscando ruido, e
bien lo podredes fallar.
—Donzella, —dixo Lançarote—, sabed que non somos aquí venidos
por fazer enojo al cavallero; mas yo vos pido por cortesía que vós le
digades que aquí están dos cavalleros que lo quieren ver e fablar
con él.
E Brangel entendió bien que éste era Lançarote, e dixo:
—Certas, señor, esto faré yo de grado.
E en esto se fue a la cama a do estavan Tristán e la reina dormiendo,
e dixo:
—Señor, levadvos, que sabed que a la puerta están dos cavalleros
que vos quieren ver e fablar convusco.
—¿E quién son los cavalleros?, —dixo Tristán.
—Señor, —dixo Brangel—, a mí paresce que oí dezir que el uno es el
rey e el otro Lançarote.
Como Tristán oyó estas palavras, él se levantó muy apriesa e des-
pertó a la reina, e él vistióse solamente una aljuba de cendal verde, e
salió a la puerta a do estava el rey e Lançarote, e fízoles grand honor.
El rey fue muy alegre cuando vio que éste era Tristán, aquel que él
tanto deseava ver e lo amava de todo corazón.

Tristán de Leonís
[Valladolid, Juan de Burgos, 1501]
(eds. Carlos Alvar y José Manuel Lucía Megías)

Prohemio (hoja preliminar)


Por cuanto la memoria es poca e muy caediza, e la natural humana
por su fragilidad es muy mudable, fue assí ordenado que las razones
en que se concluyen los dichos e auctoridades de los sanctos e sabios
nuestros predecessores, e no menos las historias e enxenplos dignos
de memoria, fuessen assentados por escritura, porque fuessen los por
venir sabidores de aquéllos e les fuessen las tales obras enxenplo para
bien bivir e finalmente, camino real para la salvación de sus almas;
otrosí, como sea cosa conoscida que muchas e diversas escripturas,
las cuales nos eran ocultas e muy caras de alcançar, sean agora a

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 205

todo el mundo por la ingeniosa e muy frutífera arte del enprenta muy
patentes e públicas, e por pequeño precio otorgadas; algunos discre-
tos han trabajado el bolver de latín en común hablar algunos libros,
assí de teología e filosofía como de otras ciencias e artes, revelando
e publicando las virtudes e provechosas operaciones de nuestros an-
tecessores. E, por consiguiente, las historias de los grandes príncipes e
animosos e esforçados señores e cavalleros pregonan sus maravillosas
hazañas, dignas de loable memoria, porque pudiéssemos regir e re-
glar nuestras vidas e apartarnos del vicio, floresciendo en virtudes en
enxenplo de aquéllos; entre las cuales historias fue fallada una en las
crónicas del reino de Inglaterra que se dize La historia de don Tristán
de Leonís, hijo del rey Meliadux, el cual, por sus grandes virtudes e por
ser inclinado más a honra que a los transitorios plazeres, passó gran-
des e diversas e maravillosas fortunas, de las cuales todas por su fiel
amor, caridad e lealtad alcanzó con buena salida, dexando señala-
da memoria de sus grandes hazañas e proezas. E fue la dicha historia
por excelencia llevada en el reino de Francia e venida en poder del
generoso e famoso cavallero don Juan de Cerey, señor de Chumay,
el cual, desseoso del bien común, la mandó bolver en común vulgar
francés, porque las infinitas virtudes del dicho cavallero don Tristán de
Leonís fuessen a todos manifiestas e conocidas. E la trasladó el hon-
rado varón Felipe Camús, licenciado in utroque. E como viniesse a
noticia de algunos castellanos discretos e desseosos de oír las grandes
cavallerías e cosas hazañosas d’este cavallero susodicho, pregunta-
ron e trabajaron con mucha diligencia por ella, a cuyo ruego e por el
passatienpo, fue trasladada de francés en romance castellano e en-
primida con mucha diligencia, e puesta de capítulo en capítulo su his-
toria, porque fuesse más frutuosa e aplazible a los lectores e oidores».

Iseo y Tristán se enamoran por un filtro amoroso (ff. 24r-v)


Dixo Tristán:
—Yo vine a vuestra corte por mandado de mi señor el rey Mares,
porque le levase vuestra fija Iseo, que quiere por muger e quiere ser
vuestro amigo. Catad aquí sus cartas.
El rey tomólas e leyólas, e respondió a Tristán e dixo:
—Mucho me tengo por honrado si el rey vuestro tío quiere mi fija por
muger; pero yo querría que vós la tomásedes, e me ternía por más
honrado por ello.
—Señor, —dixo Tristán—, muchas mercedes; aquesto no haría yo por
ninguna cosa. Mas ruégovos que me la deis porque yo la lieve para mi
tío el rey Mares, que yo gela prometí bien e lealmente.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


206 José Manuel Lucía Megías

El rey dixo:
—Pues vós gela prometistes, a mí plaze de buenamente que la levéis
e que le sea dada por muger por amor de vós.
E luego el rey fizo ayuntar su corte, e delante todos diole a Tristán su
fija, diziendo:
—Tristán, yo vos dó mi fija Iseo en presencia de todos los de mi corte,
e dóvosla así como a buen cavallero, e ruégovos que le hagáis bue-
na guarda.
E Tristán la rescibió así; e Iseo besó las manos al rey e a la reina su ma-
dre, que ende estava, e se despidió de toda la corte. E todos ovieron
grand plazer e alegría, e loavan a Dios, e dezían:
—Agora abremos paz con nuestros enemigos mortales de Cornualla.
E luego se acogieron todos en su nao. E la reina dio a su fija Iseo
muchas joyas, e buenas. E Gorvalán e Brangel, la donzella de Iseo,
levavan todas las joyas. E dio la reina a Brangel un bevraje amoroso,
e díxole:
—Amiga Brangel, aqueste bevraje daréis vós a mi hija e al rey Mares
la primera noche que en uno dormieren; e lo que quedare, derra-
maldo en tierra. E guardaldo bien, que ninguno no beva d’ello, salvo
amos a dos.
E ella dixo que le plazía de lo hazer así. E luego se despidieron los
unos de los otros. E la reina quedó muy triste cuando d’ella se partió,
e haziendo grand duelo. [...]
Después que Tristán e Iseo fueron dentro en la nao, el tienpo les hizo
bueno, e alçaron velas la vía de Cornualla. E ellos yendo así un día,
Tristán e Iseo jugando al axedrez, hazía muy gran siesta, e no avía
entre ellos ningún pensamiento de amor carnal. E ellos avían grand
sed, e Tristán dixo a Gorvalán que les diese a bever; e dixo Gorvalán
a Brangel que diese a bever a Tristán e a Iseo. E ella tenía las llaves
del vino e de los letuarios, e Brangel estava amodorrida de la mar. E
Gorvalán tomó las llaves de la cámara do tenía el vino e el bevraje
amoroso, e pensó que era vino, e dio a bever a Tristán e a Iseo d’ello,
e tornó la redoma en su lugar, e tornó las llaves a Brangel. E Brangel
vínosele en miente del bevraje amoroso, e levantóse e fuese a la cá-
mara, e halló por la vista de las redomas que les avía dado a bever
del bevraje; e fue triste e muy cuitada porque tan mala guarda avía
fecho en lo que su señora la reina le pusiera en guarda. E comoquier
que ella se toviese por culpada e se repentiese, encobriólo, e no quiso
dezir cosa, ni dar a entender nada.
E luego que Tristán e Iseo ovieron bevido el bevraje, fueron así ena-
morados el uno del otro que más no podía ser. E dexaron el juego de
axedrez, e subiéronse de suso en una cama, e començaron de fazer

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 207

una tal obra que después en su vida no se les olvidó, ni les salió del
coraçón por miedo de la muerte ni de otro peligro que les acaescer
pudiese, por lo cual se vieron en grandes peligros e vergüenças hasta
la muerte. E después que ovieron acabado su voluntad el uno e el
otro, tornaron acabar el juego del axedrez, que tenían començado.

El engaño de la noche de bodas (ff. 28v-29r)


Dize la istoria que, andando Tristán al un cabo e al otro navegando
por la mar, fue voluntad de Dios que llegaron al puerto de Tintoíl. E
salió fuera Tristán e enbió cuatro cavalleros al rey Mares porque le
contasen las nuevas. El rey, cuando esto oyó, fue maravillado, porque
él pensava que fuese muerto e cierto no fue él alegre por su venida;
enpero, fizo senblante que le plazía con su venida; e luego mandó
pregonar por la cibdad que todos saliesen fuera a rescebir a Tristán
e a Iseo la Brunda. E cavalgó el rey con toda su cavallería e fuese
para la mar. E fallaron a Tristán e a Iseo ya salidos en tierra con toda
su conpaña. Y Tristán, luego que vio al rey, hincó los hinojos delante él
e díxole:
—Señor rey, yo vos trayo a mi señora Iseo, e póngovosla en vuestras
manos para que sea vuestra legítima muger.
Él dixo:
—¡Mi amado sobrino Tristán, vós seáis muy bien venido, así como el
más leal cavallero del mundo!
Y el rey cuando vio a Iseo, la más fermosa que jamás vio, plúgole
mucho e començóla con grand alegría abraçar e besar. E estudie-
ron aquel día e aquella noche haziendo grandes alegrías ribera de
la mar; y luego, al alva del día, ellos se aparejaron e fuéronse para la
cibdad. E Iseo iva muy ricamente ataviada como convenía a noble
donzella, y todos los que la vían se agradavan mucho d’ella, e dezían
que bendito fuese el Soberano Dios, que tan noble señora les havía
dado. Y fueron rescebidos por todos los de la cibdad con gran honra
e alegría por la venida de Tristán y de Iseo.
Y un domingo fizo el rey mandamiento que todos los cavalleros ve-
niesen a la corte, porque quería tomar a Iseo por muger delante to-
dos. E esto fue luego hecho, e toda la gente de la tierra vino ende
aquel día. E el rey, en presencia de todos, tomóla por muger e oyeron
missa con grand alegría e con juegos. E después, fuéronse para el pa-
lacio e tuvieron muy nobles cortes. E cuando vino la noche que el rey
havía de dormir con la reina, Tristán llamó a Gorvalán e díxole:
—Amo, vós sabéis bien la manera que es entre mí e Iseo, por que es
menester que tomemos consejo qu’el rey no lo sienta.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


208 José Manuel Lucía Megías

E Gorvalán dixo:
—Esto, mi señor, dexaldo a mí, que yo pondré remedio en ello en
manera qu’el rey no lo sienta.
E contóle cómo lo haría, e en qué manera. Luego Gorvalán fue para
Brangel e díxole:
—Mi buena amiga Brangel, esto que diré, sea en poridad.
E ella dixo:
—Dezid todo aquello que os plazerá.
E Gorvalán le dixo:
—Bien sabéis vós la razón que es entre Tristán e Iseo, vuestra señora,
por que es menester que tomemos consejo sobr’ello porque ellos ni
nosotros no ayamos mal. E vós podéis poner remedio, si quisierdes.
E Brangel dixo:
—Yo haré toda cosa que torne a honra e pro de mi señora Iseo e de
Tristán, mi señor.
E Gorvalán le dixo:
—Vós, Brangel, es menester que os acostéis esta noche con el rey,
e abrá vuestra virginidad. E cuando fuere fecho, Tristán e yo pondre-
mos a la reina en el lecho, e vós saldréis fuera. E esto haremos nós sin
lunbre. E fazeros he hazer tanto bien e honra que vós seréis alegre. E
daros hemos a bever tal bevraje que no podáis aver fruto del rey.
E Brangel le dixo:
—¡Por Dios, Gorvalán, dura cosa me paresce fazer tal cosa! Pero yo
faré todo esto por mi señora, por que no caya en vergüença.
E cuando vino la noche, el rey se fue a su cámara con Tristán, e ha-
llaron a la reina acostada en la cama, e Brangel estava debaxo de
la cama, desnuda. E no quedó otro con el rey sino Tristán. E cuando
el rey vio a la reina en la cama, començóse de despojar e, mientra él
se despojava, salió la reina de la cama e entró Brangel. E desque fue
despojado, entró en la cama e Tristán mató las hachas. E el rey dixo
que por qué las avía matado, e Tristán dixo:
—Así es la costunbre de Irlanda; e es gran cortesía, porque la prime-
ra noche son las dueñas vergonçosas de sus maridos. E después que
han fecho su conplimiento, traen la lunbre, por tal que vea el marido
cómo la ha havido virgen. E yo lo he hecho porque la reina su madre
me lo rogó por cortesía. Pero, señor, de aquí adelante, hazed aquello
que vos plazerá.
—¡Assí me salve Dios, —dixo el rey —, como aquesta es buena cos-
tunbre!
E luego Tristán salió de la cámara e el rey hizo su talante con Brangel.
E después que lo uvo fecho, llamó a Tristán, e él vino, e dixo que quería
lunbre. E Tristán truxo una hacha de cera encendida e, mientra qu’el

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 209

rey salió de la cama, entró Iseo. E entre tanto llegó la lunbre e el rey
paró mientes a la cama e vio que la avía avido virgen, e dixo entre sí:
—¡Por cierto, Tristán es el más leal cavallero del mundo!
E Tristán salió de la cámara e el rey quedó con la reina en su solaz.

Tristán consigue ser caballero de la Mesa Redonda (ff. 74v-75r)


Don Tristán vino a la corte en la manera como oído havéis, e todos
los cavalleros de la Tabla fueron alegres por su venida. E havía gran
tienpo que una silla de la Tabla Redonda que fue de Morlot de Irlan-
da estava vacante desde aquel tienpo que Morlot murió. E tanbién
estavan vacantes otras sillas. E muchos cavalleros que se quisieron en
ellas asentar, en aquel punto se recelavan, porque nunca fallavan en
ellas el nonbre del cavallero para quien havían de ser escrito, que así
era costunbre de la Tabla Redonda. E cuando algún cavallero era
llamado a aquella honra por la voluntad de Dios, venía allí un ángel
e escrevía el nonbre del cavallero. E cuando los de la corte lo havían
allí traído la silla que para él estava aparejada, si ellos no fallavan su
nonbre escripto por derecha aventura, él era rehusado e dezían que
no era dino para ella. E d’esta manera avía estado la silla de Morlot
e otras vazías desde el día que fue muerto fasta entonces, que don
Tristán vino a la corte del rey Artur; e por esta razón havía ella estado
bien diez años e dos meses vacante, e tanto tienpo havía entonces
que don Tristán era cavallero e que él matara a Morlot de Irlanda. E
la causa de donde esta aventura venía, en la Corónica del rey Artur
da d’ello mucha cuenta; quien lo quisiere ver por estenso, allí lo ha-
llará e, porque no hazía a la istoria, no se escrivió aquí, salvo lo que
a nuestro propósito haze. E es así que duró aquella costunbre fasta
que Galaz vino, que cunplió la Silla Peligrosa; mas dende adelante
fallesció aquella costunbre; e dixeron que enpós de aquel cavallero
no podía venir otro mejor, ni tan bueno ni tan santo. E por esta razón
havía estado aquel tienpo la silla de Morlot vazía diez años e dos me-
ses, como dicho es, ca mejor cavallero que él fasta entonces no hera
ende venido.
E aquel día que los omnes buenos de la corte del rey Artur ovieron
rescebido en su conpañía a don Tristán e le ovieron otorgado la onra
de la Tabla Redonda, començaron de mirar por las sillas, a una parte
e a otra, por ver si podrían hallar letras nuevas en alguna de las sillas. E
fallaron en la silla que havía sido de Morlot el nonbre de Tristán. E ellos
fueron muy alegres e dixéronle al rey:

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


210 José Manuel Lucía Megías

—Señor, recebido es Tristán en vuestra corte por conpañero de la


Tabla Redonda, e la silla de Morlot de Irlanda le es otorgada para él,
y fallamos ý su nonbre escrito.
E cuando el rey oyó aquello, fue muy alegre, que él lo deseava mu-
cho que Tristán fuese conpañero de la Tabla Redonda; e fue Lança-
rote muy alegre, e toda la corte. E llevaron a Tristán a lo asentar en la
silla, así como a los otros cavalleros se acostunbrava. E juró, como los
otros lo havían jurado, que al su poder acrecentase la onra del rey Ar-
tur, e que en tienpo de su vida no fuese contra la Tabla Redonda, si no
fuese por desconocimiento, o por torneo o justa. E así fue don Tristán
rescebido con mucha onra por todos los de la corte. E aquel día fue la
fiesta grande en la corte del rey Artur, porque Tristán hera conpañero
de la Tabla Redonda.
E al tercero día, cuando él uvo folgado, el rey Artur mandó venir
ante sí aquellos que ponían en escrito las cavallerías de los cavalleros
de la Tabla Redonda e las aventuras e fechos que ellos fazían en el
reino de Londres. E el rey tomó juramento a Tristán que dixese verdad
de todas las cavallerías que fasta entonces oviese hecho. E juró Tristán
que él dería la verdad de todas sus cavallerías, e que otra cosa no de-
ría, sino aquello que havía contecido. Luego Tristán començó a con-
tar las cavallerías punto por punto que havía fecho después que era
cavallero fasta aquel día. E esto contó ante el rey e ante los cavalleros
de la Tabla Redonda. E cuando él lo uvo todo contado, calló e non
dixo más; e cuando el rey uvo oído aquellas palabras e las cavallerías
de Tristán, él dixo a Lançarote e a Galván, reyéndose:
—¿Qué os paresce del buen cavallero Tristán? ¿Fizo jamás cavalle-
ro en su hedad tan grandes fechos e cavallerías de armas como él
ha fecho? ¡Así me ayude Dios, no pudiera creer que él oviese tanto
fecho! E bien le puede onbre tener por el mejor cavallero del mundo,
ca él lo es sin falta.
E Lançarote dixo:
—¡Así me ayude Dios, señor, vós dezís gran verdad!, que yo mucho
lo conozco, e ellas son todas verdad, e aún más de lo que á dicho.
E en esta manera fueron sabidas las cavallerías de Tristán en la corte
del rey Artur, e fueron escritas en el Libro de las aventuras.

Muerte de los enamorados y descripción de Iseo (ff. 93r-v)


E hizo la sepultura cobrir de unas muy verdes ondas, en medio de las
cuales fizo poner una pequeña barca sin remos, cuyo mástel quebra-
do tenía, e la vela acostada, y en ella, un título que dezía:
En esta barca de amor

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 211

y mar de vana esperança,


es un barquero dolor
que, en el aprieto mayor,
al más peligro se lança;
y el árbol, que es la ventura,
con vela poco segura,
en este piélago tal,
acostándose, procura
el cabo de mayor mal.
Ya de suso la historia ha recontado cómo por el noble e virtuoso
cavallero don Tristán de Leonís murieron tres fijas de reyes: la primera
fue Belisenda, fija del rey Feremondo; la segunda fue Iseo la Brunda;
la tercera fue Iseo de las Blancas Manos. E a todas estas señoras so-
brava en fermosura Iseo la Brunda; e no fue maravilla que Tristán fasta
la fin de sus días siguiese sus amores, porque cualquier discreto que
con diligencia mirar quisiera su tan crescida fermosura, se le trocara
la propia condición; la cual así fizo a Tristán, que aunque era de su
propia condición toda lealdad e conocimiento de virtudes, la tan so-
brada fermosura que Iseo tenía no dio lugar que pudiese apartarse
d’ella; las cuales fermosuras el auctor aquí recuenta, como quiera
que por escritura no se podía dezir tanto como ello era; pero diré todo
lo que pudiere, començando de la cabeça e descurriendo por los
otros mienbros. La cual Iseo tenía los cabellos que cierto parecían ma-
dexas de oro fino; e eran partidos en dos igualdades por medio de la
cabeça, en una partidura blanca, que de nieve semejava parescer. E
los cabellos se tendían de cada parte en gran longura e copia, deba-
xo de los cuales tenía la espaciosa fruente, blanca e resplandeciente,
a manera de un fino cristal; la cual no era ni punto arrugada, mas lisa
e de gracioso parecer.
Tenía otrosí tan bien puestas las cejas, a manera de dos levanta-
dos arcos tendidos, por la espaciosa fruente, las cuales no eran muy
pobladas de cabellos, antes eran tan delicadas en parescer que re-
presentavan dos hilos puestos en arco. Debaxo de las cuales estava
el hermoso espacio que departía los ojos de las sobrecejas, el cual
parescía ser, en su blancura, a modo de una poca de leche que fuese
allí congelada.
Tenía otrosí el gracioso parescer e vista de ojos, a modo de dos res-
plandecientes estrellas; los cuales tan amorosos eran en mirar que
bastantes eran, con solo su acatar, de enprender a cualquier que su
afirmada vista endereçasen, la cual era muy suave e amorosa.

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212 José Manuel Lucía Megías

Tenía otrosí gran fermosura en la su nariz, ca no era grande ni peque-


ña, mas tan bien conpasada que parescía ser hecha por regla e con-
pás. No tan luenga que declinase a entornada ni punto, e muy menos
tan pequeña qu’el labro de encima so su sonbra diese de sí fea vista;
cuyas ventanas eran bien conpasadas, que bien demostravan aver
avido sotil ingenio en las obrar.
Tenía otrosí amoroso e resplandeciente gesto en la faz, que parescía
en su blancura ser leche. Las mexillas parescían rosas de fino color, la
cual, por ninguna variación ni mudança de tienpo, jamás de su rostro
se partía un poco de color e de nieve entre las mexillas e los labros.
Otrosí tenía muy amorosa y graciosa e muy pequeña boca, cuyos
labros, delgados cuanto cunplían, eran colorados, que parescían de
color de la resplandeciente mañana cuando el sol comiença a sa-
lir; los cuales labros, según su apostura, bien parescían no rehusar los
dulces besos, mas parescían en graciosidad tanto que todos cuantos
la miravan convidavan a besar. So guarda e cobertura de los cuales
tenía los menudos dientes, que parescían ser de fino marfil, puestos en
orden, no más uno que otro, puestos e afirmados en las muy colora-
das enzías, que parescían ser de color de rosa. Así que todo su rostro
de filosomía no avía defecto.
Tenía otrosí deleitoso cuello e afilada garganta, que parescía ser
una pequeña coluna de fino cristal, no encorvado, mas derecho; el
cual en su blancura no demostrava diferencia de nieve. El cual de-
mostrava por la espaciosa garganta las delgadas venas, que bien se
esmeravan en la blancura.
Tenía otrosí las muy iguales e derechas espaldas, e los hermosos e
bien apuestos braços, los cuales parescían no denegar los dulces
abraços. E sus graciosas manos no eran ni punto villanas ni gruesas,
cuyos dedos eran luengos e delgados. E las uñas parescían ser de
marfil; los cuales braços, manos e dedos parescían ser de color de
nieve.
Tenía otrosí muy espacioso e blanco pecho, en que eran dos tetillas
a manera de dos mançanas; eran agudas, que parescían ronper sus
vestiduras, e que natura havía allí obrado en su pecho dos pequeñas
pelotas.
E así considerando con mucha imaginación e estudio todas las fa-
ciones e su derecha estatura de la reina Iseo, puédese d’ella bien
dezir que a natura humana non se podía pedir cosa que en ella fa-
llescido fuese.
E así, recontadas por orden todas las hermosuras d’esta señora,
quiero dar fin a mi dezir.

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Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 213

Libro de Josep Abarimatía


[Salamanca, Biblioteca Universitaria, ms. 1877, ff. 252r-282r, siglo XV]
(ed. José Manuel Lucía Megías)

Inicio del libro: la historia de Josep Abarimatía y la muerte de


Jesucristo (ff. 252r-v y 253v)
Este tratado se llama el «Libro de Josep Abarimatía» e otrosí «Libro
del Santo Grial», que es el escodilla en que comió Jesucristo.
En la ora que el Nuestro Señor Jesucristo rescebió muerte, e la nues-
tra muerte fue destruida e nuestra vida fue reparada, non avía enton-
ce ningunos que en Él creyesen, fuera sus discípulos. E cuando Nuestro
Señor fue puesto en la cruz dudó la muerte como onbre mortal e dixo:
—Padre, si podiese ser que yo non sofriese esta pasión.
Pero non ovo tan grand coita porque él quesiese escusar de la muer-
te; e muchos estavan ý que avían començamiento de lo creer que
dudaron; e avía un cavallero que avía nonbre Josep de Abarimatía;
e Abarimatía es en tierra de Aromata. E non veniera allí Josep por
esta razón, mas veniera a Jerusalén siete años ante que Nuestro Señor
Jesucristo fuesse puesto en la cruz. E avía en él firme crehencia; non
se osava mostrar por cristiano, con miedo de los judíos, ca era mucho
onbre bueno e muy sofridor e quito de inbidia e de sobervia, e acorría
de su aver a los pobres, e otras muchas bondades avía en él. E d’esto
fabla el primero salmo del salterio: Bienaventurado es aquel que se
non llega al consejo de los malos. E entonce Josep era en Jerusalén
con su mugier e con su fijo, que avía nonbre Josafás. E aquel Josafás
pasó en el linaje de su padre allende la mar, donde es agora Inglate-
rra, ca entonce se llamava la Grand Bretaña, e pasólos sin navío, en
l’álabe de su camisa.
E mucho uvo duelo de la muerte de Jesucristo e pensó en cómo
oviese más su amor, ca él non lo amara tanto si non fuera leal cristia-
no, ca ninguna malandança non puede la onbre partir el leal amor.
E cuando él vio en la cruz aquel en que él creía que era fijo de Dios e
salvador del mundo, non se espantó nin creyó menos por ende; en-
pero que lo vido finar, antes esperava la sancta resurreción. E porque
la non podiera ver vevo, e pensó en qué manera avría de aquellas
cosas que l’ tanxieron en su vida. Entonce fue a la casa do él comiera
el cordero con sus discípulos el día de la Pascua, e preguntó por el
lugar do comiera; e mostráronle el lugar que fuera fecho para comer,
e en la más alta silla de la casa allí falló el escodilla do el fijo de Dios
comiera con los apóstoles ante que les su carne e su sangre diese. E

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


214 José Manuel Lucía Megías

pues que la tovo, fue muy gozoso, e levóla a su casa e guardóla en un


lugar muy limpio e muy fermoso.
E cuando sopo que el salvador del mundo era muerto e aquellos
que lo mataron le querían quebrantar las piernas, así como solían fa-
zer a los ladrones, non quiso tanto atender aquellos que en la cruz lo
posieron que l’ quebrantasen las piernas, ante vino a Pilato, cuyo va-
sallo era (siete años avía que d’él oviera soldada) e pediól’ merced,
pues tanto servicio le avía fecho, quel’ diese un don, ca mucho poco
le costaría de lo suyo, e sería mucho a él e a su servicio. E Pilato dixo
que lo avería, e bien devía aver tal don; e Josep le pidió el cuerpo
de Jesucristo. E Pilato cuidó que poco le demandava, ca cuidó quel’
dava un pobre pecador, mas diol’ la salud de la vida e lunbre e eso
mismo al fazedor e resucitador de los todos los cuerpos; e éste fue el
más rico don que nunca onbre vio, por que la conoscencia de Pilatos
fue tal que non sopo qué dava, por ende le pueden dezir más gracia
que don, ca si él sopiera la grand alteza e el grand poderío de aquel
cuerpo, él non presciara contra él la riqueza nin el señorío de todo el
mundo. Mas Josep, desque ovo ganado lo que conoscía, fue muy
alegre cuando el don le ovo otorgado, e tóvose ende por mejor pa-
gado que él tenía que lo pagava.
E cuando vino a la cruz do Él estava puesto, començó de llorar do-
loridamente por los muy grandes dolores que Él sofriera. E cuando lo
descendió de la cruz, con grandes sospiros llorando mucho, echólo
en un monumento que feziera para sí. E desí fue a su casa por la esco-
dilla e tornó a Él e cogió en ella tanta de aquella sangre cuanta más
pudo coger, e después tornóla a guardar a su casa. E por esta sangre
mostró Dios después muchas virtudes en tierra de promisión, e en otras
muchas tierras. E cuando la él ovo guardada en el más limpio lugar
que él pudo, tomó de sus paños muy ricos e tornóse al monumen-
to e soterró el cuerpo de su señor lo más onradamente que pudo. E
después metiólo en el monumento e fízole poner de suso una piedra
muy pesada porque non quería que ninguno llegase do tan alta cosa
yazía como el fijo de Dios.

El sacramento de la eucaristía (ff. 270r-272v y 277r)


En la mañana cuando se levantó Josep e su conpaña, fueron fazer
oración al archa. E cuando fueron de inojos, vieron un grand sueno
venir de alto en tanto que sentieron tremir el palacio sobre ellos. E este
palacio era el que Daniel llamava Palacio Spiritual cuando fue la ba-
talla [de] Nabucodenosor, <del> rey que lo priso con muchos otros e
levólo a Babilonia, e cuando llegó a la cibdat, escrevió en ebraico le-

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 215

tras en la piedra del palacio, e dezían las letras que aquel palacio se-
ría llamado Spirital. E este nonbre le duró en cuanto aquel palacio así
estido; mas ante que Josep ý veniese, non sabían los de la cibdat por
qué era llamado Spirital, mas entonce lo sopieron, e oiredes cómo. [...]
Cuando la tierra tremió sobre los cristianos que dentro estavan, así
como oistes, vino luego el Sancto Spíritu sobre ellos en semejança de
paloma de fuego. E el uno catava al otro e veía entrar llama de fuego
en la boca e non fablava ninguna, ante cuidavan que era espanta-
miento. Así estodieron una grant pieça que ninguno d’ellos non fabló
fasta que oyeron un sabroso viento e manso que dava tan buen olor
que les semejava que eran ý todas las specias del mundo. [...]
Mas después que aquel viento vino, vino una boz que les dixo:
—Escuchat, mis nuevos fijos. Soy yo vuestro padre e Dios spiritual, que
vos conpré en el mundo por mi carne que dexé martiriar. E por ende,
uve grant amor convusco que ningund padre non lo podría aver ma-
yor convusco, así como con fijos. E por esto me deves vós amar más
que ningund fijo a padre, pues escuchar lo que aqueste vuestro pa-
dre vos dirá e entendet acá, nuevos cristianos, tú que eres pueblo del
verdadero crucifixo, que yo te amo tanto. Tove por bien end mi Santo
Spíritu que yo enbié en tu tierra por amor de ti de allá suso do era en
la gloria del mi mucho amado padre. E yo te metí en mayor onra e en
mayor señorío que tus antecesores non eran en el desierto; e yo les di
cuarenta años todo lo que quesieron; mas empero más fiz yo a ti, que
te di el mi Sancto Spíritu, que ellos nunca pudieron aver. Pues agora
te cata que no tires a las sus locuras nin a las sus grandes bravezas;
que yo les fiz todo bien e ellos a mí todo mal; e si me fazían onra de
boca, no me amavan de coraçón. E bien me lo mostraron en cabo,
que los enbíe llamar e rogar por la grand fiesta de las mis bodas que
yo quería fazer de mí e de la Sancta Iglesia, ellos nunca quesieron ý
venir nin me conoscieron cuanto bien les avía fecho. E por esto que
vine yo pobrement en tierra entre ellos, e dixiéronme que non era yo
su Dios, e ovieron grand despecho porque yo usava dezir que yo era
su dios; e me presieron como ladrón e despreciaron mi carne e ron-
pieron mis mienbros e el cuerpo por los grandes bienes que les yo
fazía, e me dieron tal galardón que escopiéronme en el rostro e dié-
ronme grandes palmadas. E por el buen bever que les yo diera en el
desierto, e diéronme ellos en el mi bever fiel e amargoso bever cuanto
ellos podieron fazer e fallar. E por la vida terrenal que les yo dava e les
prometiera perdurable, diéronme ellos muerte. E así los fallé en todas
las cosas crudas a quien yo era piadoso padre. E guardatvos semejar
aquel tan bravo linaje, ca bien devéis canbiar el coraçón de aquellos
onde cambiastes la vida. E mantenetvos contra mí como leales fijos, e

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


216 José Manuel Lucía Megías

yo mantener me contra vós padre de buen talante. E más faré por vós
que fiz por mis profectas, que me servieron ante de vós de buen co-
raçón e de buena voluntad. Así casi ellos ovieron el Spíritu Sancto, así
lo averedes vós e averedes demás otra cosa, que avredes de cadal
día mi cuerpo en vuestra conpaña, así como lo ovistes corporalmente
en tierra. Mas tanto ý averedes partimiento que yo veniera en tierra,
mas agora non me veredes en aquella semejança. [...]
—Josafás, el mi leal serviente, agora ven a mí, ca bien deves ser
maestro de tan alta cosa aver en poder como mi carne e la sangre
de tu salvador; ca yo en ti prové e conoscí e falléte linpio más de to-
dos los naturales pecados tanto que ningunt onbre non podrá pensar
en su coraçón. E porque yo conosco e sé más que tú cuando tú eras,
e porque eras linpio de luxuria e de codicia, e quito de argullo e de
toda braveza e casto, e por esto quiero yo que rescibas de mi mano
la más alta orden que onbre mortal puede aver nin rescebir. Ninguno
de los otros non las rescibirán de mí si no tú solamente. E después la
rescibirán de ti los que la tomar quesieren.
Entonce se llegó el moço a Él e començó de llorar muy de coraçón
e gradesciólo mucho a Dios que lo llamava a tan alta onra rescebir,
de que ningund onbre mortal non podía ser dado por servicio quel’
oviese fecho a su semejar si Dios solamente lo non onrase por su gra-
cia. E cuando llegó al archa, dixo el Nuestro Señor:
—<Sobre> [Abre] el archa e non ayas miedo de lo que hý vieres. [...]
Entonce abrió Josafás el archa con muy grand miedo e con muy
grand dudança, e vido dentro un onbre vestido de unos paños teme-
rosos que semejavan fuego que ardía, e su rostro e sus manos e sus
pies otros tales eran. E estavan derredor d’él cinco ángeles vestidos
de otros tales paños e eran de otra tal semejança. E cada uno d’ellos
avía seis allas que semejavan fuego que ardía. E el uno d’ellos tenía
en su mano una grand cruz bermeja, mas grand cosa sería de conos-
cer de qué fuste era. E el segundo ángel tenía en su mano tres clavos
todos sangrientos, que la sangre que ende salía quel’ semejó entonce
fresca. E el tercero ángel tenía en su mano una lança que el fierro era
sangriento e la lança otrosí sangrienta fasta el logar do el ángel tenía
la mano. E el cuarto ángel tenía ante el rostro d’él una cobertura que
era otrosí sangrienta del un cabo fasta el rostro. E el quinto ángel tenía
en su mano una manada de correas todas sangrientas que semeja-
van fechas de vergas. E cada uno d’estos ángeles tenían un rollo de
pargamino do avía letras escriptas e dezían: Éstas son las armas para
el vengador que aquí es, e venció e destruyó la muerte. E aquel onbre
que tenían los ángeles cercado en derredor tenía letras blancas en
medio del rostro, e dezían en ebraico: En esta guisa veniré yo e de las

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


Antología de traducciones y adaptaciones castellanas... 217

cosas judgar en el postrimero día de la fin. Así dezían las letras. E seme-
java que de sus manos e de sus pies cogía sangre, así quel’ semejava
deyuso que el archa era toda bermeja e cinco tanto parescía mayor
que non solía, ca el onbre que él viera dentro e los cinco ángeles non
le semejava que podiesen caber en el archa que ante era. E fue muy
fieramente espantado así que non sopo qué dixese nin qué feziese.
Ante se apremió a tierra e començó mucho a pensar, e la voz lo lla-
mó, e él católa e vido aquel onbre crucificado en la cruz que el ángel
tenía. E los fierros que el otro ángel tenía vídolos metidos en las manos
e en los pies; e tenía la cobertura derredor de sí. E bien semejara a
onbre que sofría coita de muerte. Después cató Josafás e vido que
la lança que viera tener el tercero ángel que la tenía el onbre crucifi-
cado por medio del costado; e descendía por la lança un arroyo de
sangre que nin semejava que era todo de sangre nin todo de agua,
pero semejava que era todo de sangre e de agua. Vido so los pies del
crucifixo aquella escudilla que Josep su padre metiera en el archa. E
semejol’ aquella sangre de los pies que caía en la escudilla, e que era
ya tan llena que se quería verter. E después le semejó que [el onbre] se
cayera en tierra, e la lança cayera ayuso. E cuando Josafás esto vio,
corrió a él por lo erguir, e cuando se quiso entrar en el arca, vido los
cinco ángeles estar a la entrada con sus espadas desnudas; e los tres
les tovieron las puntas de las espadas derechas, e los que las tenían
alçadas en alto e fezieron demostrança ca por ferir; e por ende él non
dexó de entrar; tanto avía grand duelo de lo levantar, aquel que era
su Dios e su Salvador. E quiso meter el pie dentro, mas no podía, que lo
tenía dos ángeles muy de rezio por los braços; e cató así e vido los án-
geles que tenían en señas manos; e el uno tenía en la otra mano una
redoma, e el otro en la otra mano un encensario e una buxeta. Cató
Josafás su padre e marvillóse porque estava tan mucho a la entrada
del archa sin más fazer nin dezir, e que era lo que viera. [...]
Entonce se levantó Josep donde yazía faziendo oración e fuese
contra su fijo. E cuando Josafás lo vido venir, tendió la mano contra él
e començól abraçar e díxol’:
—Aquí, padre, non vos llegues a mí, ca me toleres la gloria en que
yo estoy tan alunbrado de los mostramientos spirituales que yo non
soy en tierra.
E cuando Josep esto oyó, ovo tan grand sabor de veer aquellas
maravillas que non cató defendimiento, ante se dexó caher de inojos
ante el archa, e cató e vido en el archa un altar pequeño, cobierto
de paños blancos; e vido ý un xamete muy rico e sobr’él tres piegros
que todos corrían sangre. E vido ý un fierro de lança todo sangriento
e puesto al uno de los cabos del altar; e al otro cabo, vido la escodilla

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


218 José Manuel Lucía Megías

que él aduxiera, e en medio del altar un vaso de oro muy rico e un


cobertor muy noble otrosí, que era de oro. Mas el cobertero non po-
día bien divisarle nin lo que yazía so él, ca era cobierto de un [paño]
blanco, así que non podía veer fuera por delante. E sobre el altar vido
una mano muy fermosa que tenía una cruz toda vermeja, mas non
veía aquel cuya la mano era. E vido ante el altar dos manos que te-
nían dos candelas, mas [non] veía aquél cuyas manos eran. E el ésto
veyendo, oyó una puerta de la cámara sonar. [...]
—Agora ven e farás [el sacramento] de mi carne e de mi sangre, así
que todo mi pueblo lo vea.
E entonce lo metió en l’arca, e vídolo todo el pueblo, e cresció tanto
el arca que todos estavan dentro largamente. E veían los ángeles ir
e venir por ante el arca. Allí dentro fizo Josafás el primero sacramen-
to que nunca fizo a aquel pueblo; mas toste lo conpió, ca non dixo
sinon la palabra solamente que dixo Nuestro Señor en la cena a sus
discípulos:
—Comet, éste es el verdadero cuerpo que por vós e por otros mu-
chos será majado.
E otrosí les dixo en el vino:
—Tenet e bevet todos, ca ésta es la sangre de la mi nueva ley, la
mía misma, que por vós será vertida en redenpción del mundo e de
vuestros peccados.
E estas palabras dixo Josafás sobre el pan que falló sobre la pate-
na del cáliz. E tan aína como gelo dixo, el pan tornó carne, e el vino
sangre.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 143-218


5 (2016), pp. 219-242

Antología de Tristán el Joven (1534)

María Luzdivina Cuesta Torre


Universidad de León

Criterios de edición
La presente antología de Tristán el Joven (Sevilla, Domenico de Ro-
bertis, 1534) ha sido realizada por Mª Luzdivina Cuesta Torre que editó
la obra, Tristán de Leonís y el rey don Tristán el Joven, su hijo, en Méxi-
co, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997.
Los párrafos que aparecen en cursiva subrayan lo más representa-
tivo e interesante del texto, que es comentado por la editora en los
encabezamientos que preceden cada sección.
Los criterios seguidos en la edición son los siguientes:
•Regularización de la unión y separación de palabras, siguiendo los
criterios actuales (a excepción de por que con valor diferente del
causal y todavía con el sentido de ‘en todo momento’; asimismo
se conservan las palabras formadas con vocales protéticas del
tipo atal, atanto).
•La aglutinación de palabras y la fusión por fonética sintáctica se
resuelve mediante apóstrofo: dello à d’ello, del à d’él, destas à
d’estas.
•Regularización del uso de mayúsculas y minúsculas, así como de
los signos de puntuación, de acuerdo con la normativa actual.
Los cargos que expresan poder público o dignidad se escriben
con minúsculas, y así se dirá «era rey de Dacia», pero cuando el
cargo se convierte en el sobrenombre del personaje (Caballero
de la Selvajina, Caballero del Arco), o sustituye al nombre propio
(Emperador de Trapisonda), se escribirá con mayúsculas.
220 María Luzdivina Cuesta Torre

•Las abreviaturas se desarrollan sin ninguna indicación.


•Acentuación siguiendo la norma vigente. Se acentúa ý cuando
es adverbio, ál con sentido de ‘otra cosa’, nós y vós como pro-
nombres tónicos y las formas verbales monosilábicas á, é, só, dé y
dó para evitar la confusión con preposición, resolución del signo
tironiano o formas adverbiales.
•Regularización de u, i, con valor vocálico, frente a v, j. De la misma
manera que la utilización de y para posición final absoluta de pa-
labra, conjunción copulativa (si la hubiere) y el valor consonánti-
co mediopalatal (cuioà cuyo).
•Se respeta el consonantismo del texto base, incluso sus alternan-
cias, como el empleo de nasal m o n ante bilabial p, b; así como
la ausencia o presencia de h.
•Transcripción de r, vibrante múltiple, en posición inicial o tras nasal.
•Simplificación de consonantes dobles sin valor fonológico distinti-
vo: ff, ll, cc.
•Se mantiene la grafía qu— ante las vocales e/i (que, quien, quin-
ce), pero se transcribirá como c— seguido de a/o/u, aunque sea
tónico.
•La ç se usa ante a, o, u.
•Se mantiene la alternancia entre —s— /—ss—/ y entre j / x.
•Se regularizan los grupos cultos sin valor fonético: ch (charidad à
caridad, Achiles à Aquiles); th (thesoro à tesoro, Matheo à Ma-
teo); ph (propheta à profeta).
•Entre paréntesis cuadrados ([ ]) se indicarán las enmiendas textua-
les del editor y entre ángulos (< >), las supresiones. Las anotaciones
marginales, que aparecen en algunos testimonios manuscritos, se
indicarán entre llaves ({ }). En el caso de textos medievales frag-
mentarios se colocarán entre corchetes ([ ]) las lecturas que han
desaparecido del testimonio conservado y que se restituyen.

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Antología de Tristán el Joven (1534) 221

Tristán el Joven
[Sevilla, Domenico de Robertis, 1534]

De cómo la reina Iseo y Gorvalán y Brangel fueron a la iglesia a te-


ner vigilia por la salud de don Tristán (Cap. CXIX, ff. 95vb-96ra)
[Elementos nuevos respecto a ediciones anteriores incluidos en la
despedida de Tristán de Leonís en su lecho de muerte]
Y amanescido, don Tristán demandó confissión de sus pecados, con
gran arrepentimiento y contrición, y un arçobispo lo absolvió. E luego
rescibió el Sancto Sacramento muy devotamente. Y acabado esto, él
hizo un gran llanto, y dezía assí:
—¡Ay, Dios!, ¿y por qué quesistes que yo fuesse muerto en tal ma-
nera? ¿Y por qué no avéis querido que yo sea en la Sancta Conquis-
ta del Sancto Grial? ¡Ay Dios!, ¿y cómo quesistes que yo muriesse sin
batalla? ¡Ay, Dios, y cómo muero tan joven, que ya mi fin allega! ¡Ay,
Dios, mi Señor, perdonadme los mis pecados!
Y dixo en alta boz:
—¡Ay, don Lançarote del Lago, el mi amigo!, ¿dónde estáis vos ago-
ra, que a vos conviene de doleros mucho de la mi muerte? ¡Ay, Tabla
Redonda, y cómo me avéis perdido! ¡Ay, Dios, Padre verdadero, aved
merced de mi ánima! ¡Ay, Virgen María bienaventurada, aved por en-
comendada la mi ánima, comoquiera que mucho indigna! Pero a tu
clemencia suplico que no mires a mis deservicios que tengo fechos, e
que mi ánima aya aquel reposo que el cuerpo no pudo aver.
Y assí calló un poco. Y después se bolvió Tristán a Gorvalán, su ayo,
y a Brangel, y díxoles:
—¡Ay, el mi padre y el mi consejero leal, y vos, la mi buena donzella
Brangel! ¡Cuánto de afán y trabajo avéis por mí passado! ¿Qué fa-
réis, que yo muero? ¡Ay, Dios, y cómo avéis padescido tanto mal por
mi servicio, y cuántos afanes avéis por mí passado! Y pues en la vida
mi desventura no dio lugar que yo vos lo pudiesse galardonar, agora
quiero que vos, Gorvalán, os caséis con la donzella Brangel, y posseed
y tomad mi reino en administración, en nombre del príncipe don Tris-
tán el Joven, mi fijo, conforme al testamento que hize en la mi Ínsula
del Ploto, que en vuestro poder tenéis. Y quiero que aquel se cumpla
como en él se contiene. E mando a vos, Brangel, que ayáis en casa-
miento la mi villa de Belrós, con toda su tierra, que es en el mi reino de
Leonís. Y vos doy título de condes de Belrós.
Gorvalán y Brangel, cuando oyeron estas palabras, lloraron tanto
que todos los que los veían avían piedad d’ellos. Y assí calló, que no
dixo más. Y entre sí mismo dezía

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222 María Luzdivina Cuesta Torre

—Tristán, no ayas tanto duelo como devrías aver, que tú morirás con
aquella dueña que has amado más que a ti mismo.

De lo que hizo Quedín, cuñado de don Tristán, que quedó por gover-
nador del reino en nombre del conde Gorvalán (Asalto a Armentina)
(Cap. CXXVII, f. 101rb-101va)
[La guerra de venganza por la muerte de Tristán e Iseo. Asedio y
asalto]
[...] Y los de la villa cerraron bien las puertas d’ella, y subieron mu-
chas piedras a lo alto del muro, y de allí tiravan a los de fuera, y ferían
muchos; empero los flecheros y vallesteros enclavavan y matavan los
que a las almenas se assomavan, en manera que ya no avía quién
osasse assomarse, y sin ver a quién tiravan, lançavan piedras por
cima de las almenas. [...] Y acordaron que, pues a los muros no se
osavan assomar, que diessen fuego a las puertas de la villa mil hom-
bres y dozientos cavalleros; y a otra puerta, otros mil y otros dozientos
cavalleros; y a otra puerta otros mil y otros dozientos cavalleros. Y los
cuatrocientos cavalleros estuviessen hechos un cuerpo, en guarda de
los mantenimientos, y que proveerían y socorrerían a la parte que más
necessidad oviesse. [...] Y los de la villa Armentina, desque vieron que
las puertas se caían fechas brasas, ovieron gran temor de ser todos
muertos, y dende el muro alçaron un yelmo sobre una lança, en señal
que querían darse. Lo cual conocido por Quedín y por los cavalleros,
mandaron retirar la gente. Y luego fue assomado un hombre anciano,
y fabló desde el muro. [...]

De cómo después de tomada la villa Armentina, Quedín y don Pa-


lante y todo el exército passaron adelante (Asalto a Tragada) (Cap.
CXXVIII, f. 102va-102vb)
[La guerra de venganza por la muerte de Tristán e Iseo. Asedio y
asalto]
Y a esta sazón llegó Plácido a las puertas y, desque conoció que no
eran cerradas, mandó a los suyos que juntamente puxassen las puer-
tas; lo cual fue fecho con tan gran ímpetu que las puertas abrieron
de par en par, y Plácido, con toda su gente, entró de golpe, y tras
él los quinientos cavalleros. E ivan por las calles firiendo y matando a
cuantos topavan. (...) A esta sazón ya Quedín era entrado en Traga-
da, y mandó abrir otra puerta de la villa, y entraron los otros dos mil
hombres, matando cuantos fallavan por las calles, de manera que,
a poco rato, no avía con quien pelear, ca todos los más cavalleros
eran muertos y feridos, y los que quedavan no entendían salvo en

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Antología de Tristán el Joven (1534) 223

fuir y buscar dónde se amparar de la muerte. E sabed que la villa era


muy rica, y los tres mil hombres del reino de Leonís saquearon la villa y
tomaron tantos averes que fueron ricos para toda su vida. [...] Don Pa-
lante mandó que desembaraçassen luego las calles de los muertos,
y que les diessen sepulturas, lo cual fue fecho brevemente, ca eran
muchos los que desembaraçavan las calles y enterravan los muertos.
Fecho esto, fue todo el exército aposentado, y entendieron en curar
los feridos.

De lo que Camila passó con el rey don Tristán y con don Lanzarote, y
después con la reina Ginebra (Cap. CLXXXVII, f. 158rb-158va)
[Enamoramiento de Ginebra de Tristán el Joven. La degradación de
los personajes artúricos]
De Camila vos digo que se fue para la reina Ginebra, y la reina dixo
a Camila:
—Enemiga mía, ¿qué cuidado has tenido de hazer una cosa que
tanto te encargué y que tanto me va?
—No he podido más, —dixo Camila—, que nunca lo hallé desocu-
pado. De contino está con él don Lançarote.
—¡Lançado sea él del mi amor, que tantos enojos me haze!, —dixo
la reina—. ¡Por Dios te digo que yo lo mida por la mesma medida y le
haga tantos enojos que le alleguen a la muerte!
—¡Por Dios!, —dixo Camila—, don Lançarote vos tiene poca culpa.
¿Qué sabe él los secretos de vuestro coraçón y voluntad?
—No los sabe, —dixo la reina—, pero [h]ame hecho y haze estrema-
dos enojos, y no se me irá sin el galardón.
—Dexemos essas iras, —dixo Camila—, y escuchad, y direvos cómo
he hablado al rey don Tristán y lo he tenido abraçado con estos mis
braços.
—¿Dízeslo de verdad?, —dixo la reina.
—Verdad es, sin duda, —dixo Camila.
—Pues llégate acá —dixo la reina—, y abraçárasme con essos
braços que tocaron en aquella luz de mi vida.
Y Camila abraçó la reina. Y la reina la tenía abraçada, dando muy
crueles sospiros, y dezía:
—¡O, cativa reina, esta que es sierva mía tuvo ventura de tener
abraçado al rey don Tristán, y yo, siendo reina, y la más hermosa del
mundo, no quiere mi ventura que lo toque salvo con la vista o con el
pensamiento! Dime, amiga mía Camila, por mi vida, ¿qué passaste
con él?

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224 María Luzdivina Cuesta Torre

De cómo Esforcia recibió por su cavallero a don Palante y de la ba-


talla que uvo con Balarán, y lo mató (Cap. CLXVIII, f. 139va-139vb)
[Desafío de Balarán a la corte del rey don Tristán el Joven. Combate
singular por la belleza de la dama]
Y el cavallero habló al rey en esta manera:
—Señor rey, yo soy Balarán, señor de la provincia de Liconia, que es
ribera del mar. Y trayo comigo esta hermosa dueña, que es mi señora
y mi amiga. Y ando por el mundo para darle a conocer los mis gran-
des hechos en armas, y para que vea la diferencia que [h]ay de mí
a otros cavalleros. Por tanto, digo que esta dueña es más hermosa
y de más merecer que cuantas aquí son; y si algún cavallero uviere
que lo contrario quiera defender, yo se lo combatiré, a condición que
esta dueña porná esta guirnalda de rosas, y el cavallero ponga otra
presea. Y si yo fuere vencido, el cavallero gane esta guirnalda. Y si el
cavallero que comigo hiziere armas fuere vencido, ganaré yo la pre-
sea que pusiere y mi dueña quedará por más hermosa.
El rey dixo al cavallero:
—¿Por tan pequeña cosa como essa guirnalda se [h]a de hazer ba-
talla?
Balarán dixo al rey:
—No vos parezca pequeña, ca estas rosas no las [h]ay salvo en la
Montaña Temerosa, y son de calidad que, cogidas la mañana de
San Juan Bautista, nunca jamás se secan, y su olor es el que veis. Y la
Montaña Temerosa está dentro de la mar, y es abitada solamente de
sierpes y dragones, en manera que no [h]ay hombre que allá ose ni
pueda entrar a coger estas rosas.

De cómo se efetuaron los amores entre la hermosa reina Trinea y el


rey don Tristán (Cap.CLXIX, ff. 139vb-141rb)
[Entrega amorosa sin matrimonio secreto. Imitación del encuentro de
Perión y Elisena en el capítulo I de Amadís de Gaula, también con reso-
nancias de la visita nocturna de Tirant a Carmesina del Tirant]
Y desque ninguna persona parecía por todo el palacio, Zafira dixo
a la reina Trinea:
—Señora, aparejadvos para la batalla.
—¿E cómo [h]a de ser esto? —dixo la reina.
—Señora, —dixo Zafira—, yo tengo concertado con el rey que vos
vais para su lecho, donde vos atiende; y con el donzel Elisandro, que
abrirá la puerta. Y paréceme, señora, que porque no os ocupéis en
desnudaros y en vestiros, que vais en una muy rica camisa y encima
una ropa forrada, que no tengáis más que hazer salvo soltar la ropa

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Antología de Tristán el Joven (1534) 225

y metervos en la cama. Y porque es justo que tales bellezas como la


vuestra y la suya vos veáis, yo llevaré una lanterna con una vela en-
cendida muy encubierta.
—Sea assí, mi buena donzella.
Y diziendo estas palabras la reina temblava tan fuertemente que no
acertava a hablar. Y Zafira dixo a la reina:
—¿Qué temblar es esse en las batallas? ¿Donde aventuráis perder la
vida no tembláis y en esta que la tenéis segura, tembláis?
—¡Ay, mi amiga, —dixo la reina a Zafira—, el amor estremado que yo
tengo a don Tristán es la causa!
—Començaos a desnudar, señora, —dixo Zafira—, y aparejaos, que
es hora. No se nos vaya la noche en pláticas.
La reina, que no dexava de temblar, como iva a cosa que ella nun-
ca hizo, no acertava a desnudarse. Y Zafira la desnudó y vistiole una
camisa muy rica, y sobre la camisa echole una ropa de carmesí pelo
forrada en martas. Y Zafira tomó una lanterna encendida debaxo de
su manto y, descalças, salieron del aposento de la reina Trinea y fue-
ron al aposento real. Y Zafira tocó muy passico en la puerta, y Elisan-
dro abrió luego la puerta y entró Zafira y la reina. Elisandro conoció la
reina, pero Zafira puso el dedo en la boca que callasse, y Elisandro,
creyendo que era cosa concertada con el rey, calló.
Y la reina y Zafira passaron adelante, hasta la cama del rey don Tris-
tán, y allí descubrieron la luz. Y el rey despertó y, como vio la reina par
de sí, fue muy maravillado, y dixo:
—¡Válasme Dios! ¿Es sueño este, o veo a la reina Trinea par de mí?
Y la reina Trinea dixo:
—Mi señor, la reina Trinea es, que vos ama tanto que ál no pudo ha-
zer con su coraçón.
Y diziendo estas palabras soltó la ropa y quedó en camisa, y lanço-
se con el rey en la cama. Tres cosas avéis de saber y notar: la una es
que el rey don Tristán y Trinea, la reina de las amazonas, eran de cada
dieziocho años; y la segunda, que estos amores se efectuaron contra
la voluntad del rey; y la tercera, que la reina, que era donzella, que-
dó hecha dueña, y el rey tan contento d’ella y tan enamorado que
pocas eran las noches que no se vían. Y Zafira, desque vio que ya era
cerca el día, fuesse para la cama de los reyes y hizo a la reina que se
levantasse. Y la reina se levantó y se fue a su aposento muy contenta
y alegre a maravilla.

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226 María Luzdivina Cuesta Torre

De cómo el rey don Tristán salió muy acompañado a recebir al rey


Plácido y a la reina Tulia a la gran duquesa Esforcia (Cap. CLXI, f.
133ra-133rb)
[Miliana se quiere casar. Episodio humorístico. El personaje de Miliana
está inspirado en el escudero anciano del Amadís (ff. 122vb-123rb)]
Y Miliana dixo a Tulia:
—Señora reina, muy agraviada soy.
—¿En qué?, —dixo Tulia.
Y Miliana dixo:
—Sabed, señora reina, que de poquitos días acá son casadas en
esta ciudad más de cien donzellas con cavalleros de Leonís. Y siendo
yo donzella, y tan gran señora, no ha avido cavallero que me diga
«¿qué tienes aí?».
Cuando esto oyeron la infanta y Esforcia y Tulia y la duquesa Arme-
nia y otras muchas señoras y dueñas y donzellas, fue tanta la risa y las
gritas que davan que el rey don Tristán y el rey Plácido y don Palante,
creyendo que alguna cosa avía acontecido, ocurrieron al aposento
de la infanta. Y antes que dentro entrassen conocieron que reían y
holgavan, y paráronse todos tres a escuchar a la puerta, y entendie-
ron que lo avían con la duquesa Miliana. La reina Tulia dixo:
—Señora duquesa, vos tenéis gran razón; pero agora que yo soy ve-
nida se enmendará el agravio passado, y seré vuestra casamentera.
Y la duquesa Armenia dixo:
—Señora duquesa Miliana, todas somos vuestras servidoras; dezid-
nos a quién queréis o quién os agrada, y todas trabajaremos en vues-
tro servicio.
—Señora duquesa Armenia, —dixo Miliana—, si a lo que yo quiero se
dexa, brevemente se concluiría; pero una cosa vos hago saber: que
no tenéis tanto que fazer como cuidáis.
—¿E cómo es esso?, —dixo Armenia.
Miliana respondió:
—Porque está la mitad hecho.
—¿En qué manera está la mitad hecho?, —dixo Armenia.
Y Miliana dixo:
—No sin causa digo yo que sois vosotras loquillas. ¿No veis que, que-
riendo yo, está la mitad hecho, que no vos resta de negociar más de
la voluntad del desposado?
La gran duquesa estava caída en el estrado de risa, y mesurose y
dixo a la duquesa Miliana:
—Señora duquesa, sea yo tan privada vuestra que me digáis quién
vos agrada, no por obligarme al casamiento, porque yo soy estrange-

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Antología de Tristán el Joven (1534) 227

ra y huéspeda y no conozco los cavalleros d’esta tierra, pero recebiré


de vos cortesía que me lo digáis.
Miliana dixo a Esforcia:
—Porque sois estrangera como yo, vos lo quiero dezir a vos. Sabed,
señora, que yo querría por marido a don Palante, porque es el más
hermoso cavallero d’esta corte, y el más valiente cavallero del mun-
do, y porque es de sangre real.
La duquesa Esforcia dixo:
—Señora Miliana, muy bien avéis escogido; pero temo que será peor
de acabar que la aventura de vuestro testamento.
Y Miliana dixo a Esforcia:
—¿Toda essa esperança me dais? ¡Por Dios, que no seáis vos mi ca-
samentera!
La risa era tanta entre aquellas señoras que a todas les dolían los
pechos de risa. Y a esta sazón dixo el rey don Tristán a don Palante:
—Señor tío, d’esta vez no vos podréis quexar que os faltara casa-
miento.

De cómo el rey don Tristán el Joven mató en batalla persona por


persona al jayán (Cap.CLXXXVIII, f. 160rb-160va)
[Primer combate de Tristán el Joven como caballero contra un gigan-
te, ante la corte de Arturo]
Y los cavalleros se herían mortalmente, pero el rey don Tristán tomó
la lición de don Lançarote, y andava muy assosegado y con gran t[i]
ento, haziendo perder al jayán todos los sus golpes, de que el jayán
estava muy airado y dava grande priessa a don Tristán. Y el rey don
Tristán, cada vez que el jayán perdía el golpe, lo hería a su voluntad,
en manera que el jayán estava herido de algunas feridas de que har-
ta sangre se le iva. Y tanto anduvieron lidiando que les fue necessario
retirarse y descansar. Pero mucha más necessidad tenía el jayán, que
comoquiera que era muy pesado y dava grande priessa a don Tristán,
cansose y no se hartava de huelgo. Y el rey don Tristán, que se hallava
en buena dispusición y conoció que Orribel estava cansado, no lo
quiso dexar descansar, y fuesse para él. Y diole un golpe por cima del
yelmo que se lo falsó y hízole una grande herida en la cabeça. Pero
no se fue sin galardón, que el jayán le dio un tan grande golpe con su
cuchillo que le hizo abaxar el escudo y alcançole en la cabeça, que
se la fizo abaxar hasta los ombros, y la una rodilla le hizo hincar en el
suelo. Don Tristán se levantó y procuró de guardarse de tan mortales
golpes. Y el rey Artur, que tan mortal golpe vido recebir a don Tristán,
el espíritu se le turbó, creyendo que don Tristán era herido de muerte.

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228 María Luzdivina Cuesta Torre

Los cavalleros se combatían d’esta segunda batalla mortalmente, hi-


riéndose por todas partes. Y el rey don Tristán hazía perder los golpes
al jayán, y algunos recebía en el escudo. Y tiró al jayán un tal golpe,
creyendo que le dava en la cabeça, y solamente le alcançó en el
escudo, que otro tanto le echó al suelo que la primera le avía echa-
do, en manera que el jayán no traía más de medio escudo, y la mano
con que lo traía asido se parecía. El rey Artur y los que con él estavan
holgaron mucho del golpe que el rey don Tristán hiziera, y conocieron
que el rey andava bueno y rezio. Y tanto anduvieron lidiando y hirién-
dose por todas partes que les fue forçado retirarse por descansar. Y
el jayán andava tan cansado y sin aliento que por la visera lançava
grande niebla. Y el rey don Tristán conoció qu’el jayán andava cansa-
do y desangrado de la sangre que de las heridas se le iva: no lo dexó
descansar y començaron la tercera batalla. Y el rey don Tristán le iva
a herir de toda su fuerça, y entrompeçó en una piedra y perdió el gol-
pe, y el jayán Orribel le hirió por cima del yelmo, que ambas rodillas le
hizo poner en el suelo. Y el rey Artur, que tan grande golpe vido dar al
jayán que hizo arrodillar a don Tristán, dio una gran boz diziendo:
—¡O, válame Dios, muerto es el rey don Tristán d’este golpe!
Pero como el rey don Tristán era moço y suelto, luego fue en pie, y
procurava por todas vías de dar al jayán el pago del golpe que d’él
recibiera, que mucho lo avía atormentado. Y aguardó a que el jayán
le tirasse otro golpe para vengarse del golpe passado. Y fue assí que
el jayán, de toda su fuerça quiso herir al rey, cuidando de aquel golpe
dar fin a la batalla; mas avínole al revés, que el rey vido venir el golpe
y con mucha destreza se desvió, y el cuhillo de Orribel dio en el suelo
un gran golpe. Y antes que lo levantasse, el rey don Tristán hirió con su
buen espada al jayán de toda su fuerça. Y quiso su ventura que por
la mesma herida que en la cabeça avía hecho al jayán, por aquella
mesma metió la espada, con tanta fuerça que la cabeça le hendió
fasta los ojos, y el jayán cayó muerto. A esta hora veríades tocar las
trompas que la ciudad hundían con regozijo y plazer.

De cómo vino Sargia, y en albricias de la venida dio el rey a Félix la


ínsula de Fuerteventura, y de cómo el rey armó cavallero a Félix, y de
cómo Félix casó con la hermosa Talancia (Cap.CXCV, f. 168va)
[Amor súbito y fulminante, investidura caballeresca y matrimonio]
Y dígovos que Félix estava en pie detrás del rey don Tristán y, desque
vido la fermosura y apostura de Talancia, súpitamente el su coraçón
fue traspassado y herido de amores de Talancia, y oviera, de desma-

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Antología de Tristán el Joven (1534) 229

yado, caído a sus pies. Y desque en tal estado se vio, metiose en una
cámara y echose sobre un lecho, y dezía:
—¡O, hermosa Talancia! ¿Qué vos hize yo, que tan cruelmente avéis
herido el mi coraçón?
Y desque un poquito assosegó, assomávasse muy poquito a la puer-
ta y mirava a Talancia, y torciendo sus manos dezía:
—¡O, hermosura estremada, doledvos de mí! Suplíco[o]s que los
vuestros golpes no sean tan crueles contra este siervo vuestro.
Y estando mirando a Talancia y hablando entre sí lo que avéis oído,
Talancia y todas las dueñas y donzellas, y los cavalleros, se despidie-
ron del rey y de Sargia y fuéronse para la villa. Félix, desque vido que
Talancia se iva, pareciole que el alma se le arrancava, y assomose a
una ventana dando muy grandes sospiros, y de allí vido ir a Talancia
hazia la villa. Y assí como Talancia iva trasponiendo, assí Félix se iva
más assomando, en manera que, por verla, oviera caído de la venta-
na. Y desque Talancia del todo fue traspuesta, Félix se quitó de la ven-
tana y fuesse a echar sobre un lecho, perdida la color y el sentido. E la
gran sabidora Sargia su madre, que ninguna cosa le era escondida,
sabía en la cuita que su hijo estava de amores de Talancia: hizo que
todos se apartassen y quedó sola con el rey, y díxole todo lo que a
Félix le avía acontescido viendo a Talancia, y cómo yazía en el lecho
medio finado.
—Razón es, —dixo Sargia—, que lo vamos a socorrer.
—El socorro de Talancia, —dixo el rey—, [h]a él más menester que el
nuestro.
—Si essa fermosa donzella lo socorriesse, —dixo Sargia—, no avía Fé-
lix menester el nuestro.
—¿Quién es esta hermosa donzella?, —dixo el rey.
—Sabed, señor, —dixo Sargia—, que Talancia es donzella de alta
guisa, y no tiene padre ni madre, y es estremadamente rica.
—Pues assí es, —dixo el rey—, casemos a Félix con ella y sanarémos-
lo d’esta passión que tanto lo atormenta, y será muy más rico y más
señor d’esta ínsula.
—Muy bien me parece, —dixo Sargia—; no [h]ay cosa que tanto le
convenga. Y yo dexaré la soledad del mi monte Elio y moraré aquí
con ellos.
—Gran merced me haréis, señora, —dixo el rey—, que assí lo hagáis.
—Yo vos doy mi palabra, señor rey, —dixo Sargia—, de hazerlo assí. Y
de oy más aquí haré mi assiento, y no partiré d’esta ínsula salvo para
serviros en las cosas que tocaren a vuestro servicio.
Y desque esto tuvieron determinado, el rey y Sargia fuéronse para la
cámara donde en el lecho yazía Félix, y entraron muy passito, y escu-

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230 María Luzdivina Cuesta Torre

charon qué hazía o qué dezía Félix. Y oyeron que estava sospirando
y diziendo:
—¡O, mi señora Talancia, cuánto caro me ha costado la vuestra es-
tremada hermosura! Pero yo soy muy contento de padescer estos mis
crueles tormentos por quien tan bien empleados son.
E a esta sazón fingeron que entonces entravan en la cámara. Y Félix,
que vido al rey, levantose muy presto con su chapeo en la mano, y
tan sin color como si algún mal largo oviera passado. Y el rey le dixo:
—¿Qué avéis, mi amado Félix, que assí tenéis perdida la vuestra her-
mosura y la vuestra fresca color?
—Señor rey, —dixo Félix—, ninguna cosa he avido, que bueno estoy.
—No lo muestra assí vuestra color —dixo el rey.
—Yo sé, señor rey, el mal que ha mi hijo —dixo Sargia.
—Pues que lo sabéis, señora, razón es que lo curemos.
—No [h]a menester, —dixo Sargia—, la agua de vuestra espada,
que si la agua le pudiera guarecer, en su poder estava; pero lo que le
[h]a de sanar no está en su poder.
—Amado Félix, —dixo el rey—, dezidme qué es la causa de vuestro
mal, o qué es lo que vos queréis para ser sano, que yo porné todas mis
fuerças por dárvoslo.
—Señor rey, —dixo Félix—, bien entiendo que Vuestra Alteza y mi
madre burlan comigo, que la causa de mi mal ya mi madre la avrá
dicho a Vuestra Alteza, a quien ninguna cosa es escondida.
—Amado Félix, vos dezís verdad, que vuestra madre y yo sabemos la
causa de vuestro mal, y vos seréis sano presto.
Félix se humilló al rey y besole la mano, y díxole:
—Mayor merced es la que agora Vuestra Alteza me haze que la que
me hizo en hazerme señor d’esta ínsula; por tanto, suplico a Vuestra
Alteza que no tarde esta segunda merced, porque yo no tengo fuer-
ças para sufrir tan mortales desseos.
—Mi preciado donzel, yo lo haré brevemente y, entre tanto que se
haze, dadme la mitad de vuestra pena, que yo tomaré mucho sabor
en sufrirla por vos.
Que vos diré que Sargia estava la boca abierta, con mucha delec-
tación viendo los amores que passava el rey con Félix su hijo.
—Bienaventurado rey, —dixo Sargia—, ¡plega al Soberano Señor de
vos guardar de mal, que tanto bien, honra y descanso de vos recibo
cada día y cada hora!
—Dexadvos d’esso, —dixo el rey—, que mucho os devo yo más.
—En verdad, señor rey, hasta agora ningún servicio vos he hecho, y
Vuestra Alteza a mí, muchas y grandes mercedes.

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Antología de Tristán el Joven (1534) 231

—Señora, —dixo el rey—, aunque no me uviérades hecho otra mer-


ced salvo darme a Félix por hermano, fue para mí gran merced.
Y después bolvióse para Félix y díxole:
—Yo vos quiero mañana armar cavallero. Id a mi recámara y esco-
ged en mis arneses uno, el que mejor vos armare, porque esta noche
avéis de velar las armas.
Félix fue a la recámara, y con él iva Elisandro, y escojó unas armas
blancas, las cuales le armó Elisandro, y armávanle bien. Y desarmose
presto, y fuéronse para el rey. Y Elisandro le dixo:
—¡Por Dios, señor, que le dizen las armas bien a Félix!
—Pues cuando no catardes, —dixo el rey—, os verná vuestro día, y
no vos parecerán peor que a él.
Y sabed que Félix y Elisandro eran muy dispuestos y hermosos y dies-
tros en las armas, como es dicho.
Y en otras cosas se passó el día, y vino la noche. Y el rey mandó a
Félix que se armasse, que era hora de ir a velar las armas. Y Félix y
Elisandro se fueron, y Elisandro le armó, que nada le faltava salvo el
yelmo. Y peinole los cabellos y díxole:
—Hermano, no lleves cosa encima de tus cabellos, porque bien pa-
reces assí.
—Sea assí —dixo Félix.
Y d’esta guisa salió Félix armado, y començaron a sonar las trom-
pas. Y el rey, acompañado de los cavalleros, llevó a Félix a la iglesia.
Y como en la villa oyeron el ruido de las trompas, preguntavan qué
cosa fuesse, y dezíanles:
—Sabed que Félix nuestro señor se arma mañana cavallero, y el rey
su señor, con mucho regozijo, lo [h]a traído a la iglesia para que esta
noche vele las armas. Y sabed que el rey lo dexó velando las armas y
fuesse para el castillo.
Tanto era el regozijo de las dueñas y donzellas que por menoscaba-
das se tenían las que no lo ivan a visitar a la iglesia con hachas en-
cendidas, y llevávanle frutas y conservas para colación. Y entre estas
señoras fue a visitarlo la hermosa Talancia, acompañada de muchas
donzellas, y llevávale frutas de diversas maneras. Y cuando Félix la
vido, dávale tan grandes saltos el coraçón que de las carnes se le
quería arrancar. Y Talancia le visitó, preguntándole qué tal estava,
dándole las frutas que traía. Y Félix, desque vido que Talancia le ha-
blava tan amorosamente, assosegósele el coraçón, y dixo:
—Señora, nunca pensé que Dios se acordava de mí para hazerme
tan alta merced que fuesse visitado de la más hermosa donzella del
mundo.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 219-242


232 María Luzdivina Cuesta Torre

—Señor Félix, —dixo Talancia—, pequeño servicio es este para los


que vos devo hazer como a señor mío.
—Engañada estáis, —dixo Félix—, que vos sois mi señora y yo vassallo
y siervo vuestro. En tal manera cativastes este mi coraçón el día passa-
do que os vi que, si no vos doléis de mí, este vuestro siervo que os ama
más que todas las cosas del mundo, no pudiendo sufrir los vuestros
mortales desseos, morirá brevemente. Y no cuidéis que el amor estre-
mado que os tengo es para desonra vuestra, salvo para que vos seáis
señora d’esta ínsula y de mí.
Talancia, que entendió que Félix la requería por vía de casamiento,
dixo:
—Señor, de hombre de tan alta guisa y tan hermoso no pueden salir
palabras feas ni fingidas, y puesto que yo lo tengo assí por cierto, quié-
rovos hablar abiertamente, porque entre tales personas como vos y
yo assí se deve hazer. Vos, señor, ¿queréis que me case con vos?
—Señora Talancia, sí, y terneme por bienaventurado —dixo Félix.
—Pues que vos, señor, queréis casar comigo, yo digo que soy con-
tenta y dichosa.
Dichas estas palabras delante de una imagen de Nuestra Señora, se
dieron las manos y se casaron por palabras de presente. Esto, como
no fue secreto, fueron d’ello testigos los cavalleros y dueñas y donze-
llas que en la iglesia estavan. Todos fueron muy alegres, y començó
gran regozijo con ruido de trompas. Y los cavalleros y dueñas y donze-
llas fueron a besar las manos a Talancia por señora. Y sentáronse am-
bos en un banco delante del altar, teniéndola Félix entre sus braços, y
allí le besavan las manos por señora todos. Y el ruido fue tan grande
que toda la villa despertó y vino a la iglesia. Y también despertó el
rey don Tristán en el castillo, y llamó a Elisandro y mandole que fuesse
al aposento de Sargia y preguntasse qué ruido era el que sonava. Y
Sargia le dixo:
—Dezid al rey que su siervo Félix, para casarse con Talancia no tiene
necessidad de Su Alteza ni de mí, que ya es casado.
Elisandro lo dixo al rey y, oído, demandó apriesa de vestir, y fuesse
a la iglesia. Y poca ventaja llevó a Sargia, que con sus dueñas y don-
zellas llegó a la iglesia. Y con la venida del rey y de Sargia creció más
el regozijo. Y como era verano y las noches cortas, començó a ama-
necer. Y el rey mandó que se dixesse misa, la cual presto fue dicha. Y
acabada, fue de día. El rey armó cavallero a Félix, y recibió la espada
de mano de Talancia su esposa. Y después el preste los desposó se-
gún que la Iglesia manda. Y ya que se querían venir, dixo el rey a Félix:

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Antología de Tristán el Joven (1534) 233

—Agora quiero cumplir con vos lo que vos prometí, que daría priessa
en vuestro negocio, y mando que luego vos veléis y recibáis las ben-
diciones.
Y Félix dixo al rey que besava sus pies y manos, que gran merced le
hazía. Y fueron luego velados. Y viose una novedad nunca vista: velar-
se un cavallero todo armado. Y hecho, Sargia avía mandado traer un
cofre de joyas, y dio a Talancia su nuera los más ricos collares de oro
y piedras que nunca se vieron, que puestos a su cuello le acrecenta-
van su hermosura. Y también le dio axorcas, manillas, anillos, cinta de
cadera y joyeles, todo de oro y piedras de gran valor, que era cosa
de ver. Y no solamente dio las dichas joyas a su nuera, pero a todas
las otras dueñas y donzellas dio muchas joyas, de que todas eran ale-
gres y dichosas en tener a Félix y a Talancia por señores, y a Sargia por
señora y madre de todos. Después el rey y Sargia y los novios, acom-
pañados con aquella copia de gentes, se fueron al castillo. Y Félix se
desarmó y, puesto que era de día y salido el sol, lo hizieron noche y se
acostaron los novios en un rico lecho, donde el coraçón del cavallero
fue satisfecho.

De cómo el rey don Tristán comió con Félix y Talancia, y de lo que


passó con un jarro de agua en la mesa (Cap.CXCVI, ff. 169vb-170ra)
[Banquete y magia de entretenimiento. La generosidad como virtud
cortesana. Humor y diversión cortesana facilitados por la maga]
Cerca de mediodía era, y el rey aguardava a comer a los novios,
porque aquel día quería que comiessen con él por darles honra. Y
Sargia fue a los novios y díxoles:
—Hijos míos, levantadvos presto, que el rey vos atiende y no quiere
comer sin vosotros.
Félix, que esto oyó, se levantó presto, y rogó a Talancia que se ves-
tiesse. Y Félix se fue a la recámara del rey su señor y vestiose unas ricas
vestiduras que el rey le avía dado. Y Talancia embió una donzella a su
casa para que le traxessen las arcas de sus vestidos y joyas, y todas las
otras cosas que en casa estavan.
—Y dezid a la casa que se quede a Dios, que no cuido más tornar
a ella.
—Pues assí la despedís, —dixo la donzella—, hazedme merced d’ella,
que yo la recibiré para mi casamiento.
—Yo vos la doy, —dixo Talancia—, aunque sea sin licencia de Félix mi
señor. Y yo salgo por fiadora que Félix mi señor vos dará lo demás para
que seáis bien casada, como merecéis.
La donzella besó las manos a su señora, y díxole:

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234 María Luzdivina Cuesta Torre

—Siempre os conocí en voluntad un ánimo real, y agora lo conozco


mejor por la obra. ¡Plega a Dios de vos acrecentar la salud y vida,
pues en estado y honra en esta tierra no se vos puede más acrecentar
de ser señora d’ella!
Y luego la donzella fue como una saeta para la casa de su señora,
que ya era suya, y como era su camarera, era conocida de todos, y
preguntávanle:
—Señora Tucia, ¿dónde vais tan pressurosa?
Y dezía:
—Venid comigo a ayudarme, que oy soy rica y bienaventurada,
que mi señora me [h]a hecho merced de su casa y prometido más
con que sea casada.
Y dezíanle:
—¡Plega a Dios que nuestra señora biva muchos años, y que gozéis
de todo!
Y Tucia entró de presto en la casa y, siendo muchos los que le ayu-
davan, y el camino corto, presto fue puesto todo en el castillo. Y Ta-
lancia agradeció a Tucia la buena diligencia y vestiose de seda de
colores, ricamente con las joyas que le dio su suegra. Y vino Félix y,
viéndola vestida tan ricamente, abraçola y besola. Y tomola por la
mano y salieron a la sala donde el rey los atendía, y Sargia y otros ca-
valleros y señoras de la ínsula que el rey avía combidado por honrar a
Félix. El rey recibió a los novios con tanto amor como a sus hermanos
y sentose a la mesa, y Sargia de una parte y Talancia a la otra, y Félix
a par d’ella. Y todos los cavalleros y señoras se sentaron a las tablas.
La comida fue solenne y con regozijo de instrumentos. Y una donze-
lla desseava de ver alguna cosa de Sargia, y embió a dezir a Talancia
que rogasse a su suegra que fiziesse algo con que folgassen. Y una
donzella llegó al oído de Talancia y se lo dixo. Y Talancia miró a su
suegra, y Sargia le dixo:
—Hija, embiad a dezir a la donzella que desque beviere el jarro de
agua que tiene en la mano, faré algo con que rían.
Talancia le dio respuesta, y la donzella dixo a quien la embió:
—Señora, dize Talancia que, desque bevierdes esse jarro de agua,
Sargia fará con que riáis.
Y la donzella, con desseo de ver lo que Sargia faría, puso el jarro en
la boca, que lleno estava, y nunca pudo bever gota, que l[a] agua le
fuía. Y la donzella mirava bien el jarro, y víalo lleno. Y tornó a bever y
no pudo bever, que l[a] agua, como dicho es, le fuía. Y dixo:
—¡Válame Dios!, ¿qué es esto? ¡Pues el jarro lleno está!
Y tornó a provar, y no bevió más que de antes. Y a la tercera vez ya
todas entendieron que no podía bever y dixéronle:

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Antología de Tristán el Joven (1534) 235

—¿Qué es esso, señora?, ¿cómo no bevéis?


—No sé, por cierto, —dixo la donzella—, ¡yo no sé cómo no puedo
bever! Está el jarro lleno, y cuando quiero bever, fuye el agua.
Y otra donzella que par d’ella estava tomó el jarro, y tampoco pudo
bever. Y de ver que ningún[a] pudo bever el agua reían a maravilla.
Y anduvo el jarro por toda la mesa, y ninguno pudo bever el agua. Y
Sargia dixo a la donzella:
—Señora, ya fize algo con que reyéssedes, como lo embiastes a
mandar.
—Señora, —dixo la donzella a Sargia—, yo beso las manos, pero
suplíco[o]s que mandéis al jarro que me dexe bever, que muero de
sed.
Y Sargia dixo:
—Yo mando que vos dexe bever.
Y luego dieron el jarro a la donzella y bevió sin ningún detenimiento,
de que todos fueron espantados. Y con estos regozijos se dio fin a la
comida. Y levantadas las tablas ovo grandes fiestas de dançar que
turaron fasta que la noche los despartió.

De cómo el rey don Tristán partió del puerto de Fenicia, y cómo en


el camino quitó una donzella a un cavallero que la quería forzar, y de
cómo aquella noche alvergó con unos pastores (Cap.CCIII, ff. 176vb-
177ra)
[Noche entre pastores. Tópicos caballerescos (caballo que elige el
camino, errancia y aventura) y elementos pastoriles a imitación de los
libros de caballerías de Feliciano de Silva]
Y no muy lexos de allí apartose el camino en dos partes, y no sabían
cuál tomar. Y el rey dixo a la donzella:
—Amiga, pues sois d’esta tierra, vos sabréis cuál d’estos dos caminos
emos de tomar.
—En verdad, señor, —dixo la donzella—, yo soy d’esta villa donde
vamos, y muy poco ha que vine por este camino, pero no sé cuál
d’estos dos emos de tomar.
Y la Bella Guarda dixo al rey:
—Señor, sea una cosa: yo cerraré los ojos y soltaré la rienda a mi ca-
vallo, y por el camino que el cavallo tomare, sigámoslo.
—Sea assí, —dixo el rey—, pero paréceme que se verificará en no-
sotros lo que está escrito: que si un ciego guía a otros ciegos, todos
caerán en un hoyo.
Pero no obstante esto, se hizo la espiriencia, y por el camino que
guió el cavallo de la Bella Guarda, aquél siguieron. Y anduvieron gran

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236 María Luzdivina Cuesta Torre

pieça por él, y cada hora se desazía y ensangostava el camino en


tanta manera que se deshizo del todo. Y començó a anochecer, y
conocieron claramente que ivan perdidos. Y sabed que el camino
que llevavan iva solamente a un hato de vaqueros. Y yendo assí per-
didos vieron salir humo y ladrar perro, y acordaron de ir allá porque
otro remedio no tenían. Y guiaron allá y hallaron una copia de pas-
tores que tenían leche de las vacas a cozer. Y los pastores, desque
vieron los cavalleros, saludáronlos cortésmente, y ellos les rindieron las
saludes. Y los pastores les dixeron:
—Señores, ¿dónde es vuestro viage?
—A la villa de Fenicia —dixeron los cavalleros.
—Señores, —dixeron los pastores—, el camino errastes, ca el otro
avíades de tomar, porque el que traéis solamente viene a este hato.
—¿Nunca n[o] oístes dezir, —dixo el rey—, que un loco haze C?
—Señor, sí —dixeron los pastores.
—Pues assí nos ha avenido, que uno d’estos cavalleros hizo una lo-
cura y seguímosle todos, y a todos nos [h]a cabido parte de la locura.
Y a esta causa somos perdidos y aportamos a este vuestro hato.
—Señores, —dixo el mayoral de los pastores—, ya no es tiempo de
passar de aquí. Apeadvos y alvergaréis con nosotros, y cenaréis de lo
que tenemos, y aunque no sea tal el manjar, conformaos con el tiem-
po, que mejores querría que fuessen para serviros.
El rey le dio gracias y apeose él y sus cavalleros y la donzella. Los
pastores les tomaron los cavallos y desensilláronlos, y echáronlos en un
prado de yerva. Y el rey y los cavalleros se desarmaron, y el mayoral
les hizo dar de cenar leche y queso fresco y manteca de ganado. Y el
rey cenó con mucho plazer, y dezía que nunca comer mejor le avía
sabido.
—A la fe, señor, teníades la salsa de Sant Bernardo, como yo —dixo
la Bella Guarda.
—¿Y qué salsa es éssa? —dixo el rey.
—Señor, —dixo la Bella Guarda—, grande hambre. Y con esta salsa
cualquier manjar sabe bien.
Y estando assí, levantose un pastor y dixo:
—Señores, ¿por qué vos desnudastes aquellos sayos tan reluzientes?
¡Jur’a mí que son lindos!
Y dezíalo por los arneses.
—Amigo, —dixo la Bella Guarda—, por dexarlos descansar. ¿Vos no
descansáis y durmís?
—Sí, —dixo el pastor—, si las vacas están seguras.
—Pues assí quieren dormir aquellos sayos.
Y el pastor llegó la mano a un arnés y dixo:

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Antología de Tristán el Joven (1534) 237

—Jur’a mí que estos sayos no son de lana. ¡Qué fríos y lisos son! ¿De
qué son?
La Bella Guarda dixo:
—Son de agua de la mar cuajada.
—A la fe, señor, —dixo el pastor—, bien parecen ser de agua, por-
que están fríos y claros. Y assí passaron gran parte de la noche hasta
que fue hora de dormir.

De cómo el rey don Tristán soñó un sueño de cómo de hallava en


España, y cómo una infanta le sacava el coraçón y se iva a un castillo
con él, y de cómo él se partió para España, y lo que le aconteció en
el camino (Cap.CCXVII, ff. 194vb-195vb)
[Enamoramiento en sueños. Viaje a España del protagonista. Prepa-
rativos caballerescos y administrativos. Geografía española. Paso de
armas]
Aquella noche uvo en palacio grandes fiestas, a las cuales intervi-
nieron muchas danças de la ciudad. Y turaron las fiestas hasta media
noche. Y fenecidas las fiestas, los cavalleros y dueñas y donzellas se
fueron a sus casas, y el rey se retraxo a su aposento y acostose en su
lecho. Y Robledo y Florestín se fueron al suyo después de acostado
el rey su señor. Y aquella noche el rey soñó un sueño muy dulce al su
gusto y muy trabajoso para su espíritu. Y el sueño era el siguiente: que
se hallava en España en una ciudad, y que de la una parte d’ella ha-
zia el norte avía grandes montañas, y hazia el mediodía, muy largos y
espaciosos llanos. Y assí mesmo soñava que en aquella ciudad estava
el rey de España, y que era mancebo apuesto y hemoso, y que tenía
una hermana sola, infanta de España, y que la infanta era tan hermo-
sa y resplandeciente como el sol. Y que esta infanta se allegó a él y lo
abrió por el costado siniestro y le arrancó el coraçón y se lo llevó. Y se
fue con él a un muy alto castillo que sobre la ciudad estava. Y en este
sueño estuvo el rey don Tristán embevido toda la noche, ni durmiendo
ni velando hasta que era muy alto el día. Y desque vieron Robledo y
Florestín que no llamava, cosa no acostumbrada, llegaron al lecho
del rey y dixeron:
—Señor, ya es alto el día.
Y él dixo a Robledo y a Florestín:
—Idvos, que no he sabor de levantarme.
Y saliéronse fuera Robledo y Florestín, y el rey tornó a su sueño, ni
dormido ni despierto como antes, tan embevido que era medio día y
no demandava de vestir. Y el conde Gorvalán, viendo que no se le-
vantava el rey, fuesse para su aposento y halló a Florestín y a Robledo
ante de la puerta, y díxoles:
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238 María Luzdivina Cuesta Torre

—¿Qué novedad es esta? ¿Cómo no se levanta el rey?


—Señor conde, —dixeron los donzeles—, ya emos entrado dentro y
díchole cómo es muy alto el día, y no se quiere levantar.
—¡Válgame Dios!, —dixo el conde Gorvalán—, ¿qué novedad es
esta, que el rey mi señor siempre se levanta de mañana?
Y entró dentro y dixo al rey:
—Señor, levántese Vuestra Alteza, que es ya medio día y atiéndevos
a comer la infanta.
Y el rey, que era muy obediente al conde, dixo:
—Buen conde, luego soy en pie.
Y demandó de vestir, y luego Robledo y Florestín se lo dieron. Y vesti-
do, fuesse para la infanta y comieron. Y el rey hablava poco y estava
algo mustio.
Y dígovos que le turó este pensamiento muchos días sin d’él poderse
defender, hasta tanto que determinó de salir de aquel grande pen-
samiento y trabajo y partirse a España con solo Robledo y Florestín,
y esperimentar aquel su tan pesado sueño y pensamiento que tan
atormentado lo tenía. Y mandó proveer la grande fusta de Bondagar,
en la cual siempre bien le avía sucedido, de muy buenos marineros
y cosas necessarias para partirse y efectuar el su sueño muy incom-
portable de sufrir. Y mandó a Robledo que metiesse las sus estimadas
armas de la Sabia Donzella y los arneses y escudos que le traxera su
tío el duque de Milán. Y mandó meter tres cavallos muy poderosos de
la Ínsula del Ploto para el su escudero y su donzel. Y más, le mandó
embarcar sus ricos vestidos y mucho oro y plata para su menester. Y
hecho esto, juntó con la infanta Iseo al conde Franco y al conde Gor-
valán y a las condessas sus mugeres, y díxoles:
—A mí me conviene luego partir de aquí a cosa que no es en mi
mano resistir; por tanto, tened cuidado de la señora infanta mi her-
mana, que es la lumbre de mis ojos. Y a vos, Gorvalán, mando que,
assí como soléis, governéis estos mis reinos y cobréis las rentas d’ellos
como soléis. Y mando que las mis fustas estén siempre en el puerto
adereçadas y bastecidas para cuando yo las embiare a llamar.
Y luego fue bastecida la fusta, y metido dentro cuanto el rey man-
dó. Y Robledo se metió en la fusta en guarda de su recámara. Y sa-
bed que la infanta Iseo fue muy maravillada de esta novedad de
su hermano, y también todos fueron maravillados. Y ninguno le osó
preguntar su fin salvo su hermana, y no se lo quiso dezir más de que le
haría saber de su estado y salud. Y viendo que más no se aclarava, no
le preguntó más. Y el rey abraçó a su hermana con aquel entrañable
amor que le avía, y a Verónice y a Brangel, y despidiose. Y demandó
su cavallo y diéronselo, y otro a Florestín. Y partiose para el puerto de

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Antología de Tristán el Joven (1534) 239

Leonís. Y sabed que, aunque el rey no quiso, fueron con él el conde


Franco su primo y el conde Gorvalán su governador. Y llegados al
puerto, embarcó el rey y Florestín y Robledo en la fusta de Bondagar.
Y dixo a los condes:
—Cavalleros, no vos maravilléis del dessabrimiento que vos he dado,
porque yo no lo llevo comigo. Entended en lo que vos tengo enco-
mendado y a mí encomendad a Dios.
Y luego mandó alçar velas y partiose. Y los condes se tornaron para
la ciudad maravillados de la novedad del rey su señor.
Y el rey se engolfó en la mar y mandó a los pilotos que guiassen para
España. Y ellos dixeron:
—Señor, España es grande. ¿A qué parte mandáis que guiemos?
—Guiad a España, —dixo el rey—, y dexad ir la fusta al puerto que
Dios la guiare.
Y sabida su voluntad, guiaron a España assí a bulto general, y no a
parte particular. Y sabed que anduvo el rey don Tristán por la mar XV
días, y al fin d’ellos, aportó a España, a la parte que confina Francia
con Navarra. Y en un puerto grande desembarcó. Y sacando las sus
armas y cavallos a tierra con el oro que Robledo y Florestín pudieron
llevar, partió el rey del puerto, mandando primero a sus pilotos y mari-
neros que de aquel puerto no partiessen sin su mandado. Y no sabien-
do dónde la ventura los guiava, aportó a un lugar pequeño al pie de
una grande montaña, llena de hayas tan altas que al cielo parecían
llegar. Y allí reposó cierta parte de un día. Y fuesse el rey a una iglesia
harto pobre, y en ella hizo oración a Dios lo guiasse donde más servido
fuesse.
Y de allí partió y subió unos puertos muy trabajosos de subir. Y passa-
dos los puertos, el camino de aí adelante no era mucho más sabroso
de caminar, hasta tanto que llegó a una ciudad grande y honrada
que llamavan Pamplona, donde reposó algunos días. Y de allí fue a
aportar a otra ciudad que en una altura estava, que llamavan Logro-
ño. Y de aí fue a dar a una hermosa puente que sobre un grande río
estava. Y cuando el rey don Tristán quiso passar, oyó una trompa que
reziamente sonava. Y dixo a Robledo:
—¿Qué cosa será esta?
Y a la hora vino un hombre a cavallo y dixo al rey:
—No vos conviene passar de aquí, porque o avéis de justar con XII
cavalleros que allende d’esta puente en sus tiendas están, o avéis de
dexar una pieça del vuestro arnés. Y si la dexáis, el passage vos será
seguro.
—Venga lo que viniere, —dixo el rey don Tristán—, que yo no dexaré
pieça de mi arnés ni la más pequeña hevilla d’él.

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240 María Luzdivina Cuesta Torre

—¡Pues aparejadvos a la justa!, —dixo el hombre.


—Aparejado estoy, —dixo el rey don Tristán.
Y a la hora passó la puente. Y passada, vino para él un cavallero ar-
mado de todas armas, con su lança en la mano. Y desque cerca es-
tuvo el uno del otro, enristraron sus lanças y encontráronse fieramente.
El cavallero de la puente encontró al rey y quebró su lança. Y el rey lo
encontró y dio con él del cavallo abaxo muy grande caída. Y luego
salió otro y vino a encontrarse con el rey, y desfalleció del encuentro y
don Tristán lo echó de la silla, y de la caída uvo un braço quebrado. Y
tras este salieron a justar los que en las tiendas quedavan, y a todos los
derrocó el rey, dando con ellos mortales caídas. Y ya que no estava
por justar más de uno, díxole el rey don Tristán:
—Vos, cavallero, ¿dexareisme passar sin justa?
—Sí dexaré, —dixo el cavallero del passo—, porque no cuido ser me-
jor cavallero que mis compañeros, y quiero escarmentar en cabeça
agena.
—En verdad que sois cuerdo, —dixo el rey—, empero dezidme, ca-
vallero, —dixo el rey al del passo—, ¿quién sois vosotros y de dónde
sois, y qué demanda es la vuestra?
—Señor cavallero, —dixo el del passo al rey—, tres cosas me deman-
dáis y a todas tres vos responderé con tal que me respondáis a una.
—Plázeme —dixo el rey.
—Pues sabed —dixo el cavallero al rey— que todos estos cavalleros
y yo somos gentileshombres de la casa del rey don Juan de España,
y somos españoles. Y la causa de nuestra venida fue a exercitar nues-
tras personas en las armas. Y la dispusición d’esta puente y el continuo
passage de cavalleros que por esta puente passan nos movió a venir
a guardar esta passo más que otro ninguno. Dicho vos he, cavallero,
—dixo el de la puente al rey—, lo que vos prometí. Por tanto, cumplid
comigo lo que me prometistes.
—Vos tenéis razón, —dixo el rey—, demandad lo que quisierdes.
Y el cavallero dixo:
—Lo que quiero es que me digáis vuestro nombre.
Y el rey dixo:
—Sabed que yo me llamo el Cavallero Estraño, y he holgado de
saber vuestros pensamientos y loable exercicio. Y pésame de averme
topado con vosotros, pero bien sabéis que vosotros tenéis la culpa,
que me forçastes a que justasse con vosotros. Por tanto, perdonadme
y dadme licencia, que quiero proseguir mi viage.
—¿Y para dónde es vuestro viage?, —dixo el cavallero, que se lla-
mava Palisendo, al Cavallero Estraño.
—En verdad, no lo sé, —dixo el Estraño.

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Antología de Tristán el Joven (1534) 241

—Mayor locura es la vuestra, —dixo Palisendo—, ir donde no sabéis,


que la que nosotros emos hecho en guardar este passo.
El Estraño se rio y dixo:
—Vos tenéis razón, ¿pero vos sabéis dónde avéis de ir dende aquí?
—Sí, —dixo Palisendo—, que tengo de ir a Burgos, donde el rey don
Juan, mi señor, está.
—En verdad, —dixo el Estraño a Palisendo—, que me vaya con vos,
si me queréis llevar en vuestra compañía.
—Dichoso seré, —dixo Palisendo—, en llevar en mi compañía tan
buen cavallero como vos. Yo no cuido aguardar mis compañeros. Va-
mos luego, si mandáis. Sea assí —dixo el Cavallero Estraño.
Y a la hora se partieron su viage para la ciudad de Burgos. Y por el
camino se informó el Cavallero Estraño quién era el rey don Juan y
cómo era mancebo y hermoso y dispuesto, y gentil justador y muy
arreziado y de dulce conversación. Y assí mesmo cómo el rey don
Juan tenía una hermana que llamavan la infanta doña María, la más
hermosa dama del mundo. Y de que esto oyó el Cavallero Estraño,
estremeciósele el coraçón y dixo entre sí:
—Este deve ser el sueño que yo soñé, que tanto [h]a atormentado
mi coraçón. ¡Yo moriré o veré esta hermosa infanta!

De cómo el rey don Juan y la reina Iseo se partieron para Castilla y el


rey don Tristán se volvió para Leonís [último capítulo] (Cap.CCXXVIII,
f. 207rb-207va)
[Pedro de Lara. España y los personajes españoles, ¿indicios de au-
toría?]
Y luego mandó llamar al piloto mayor, el que avía sido su casamen-
tero y, venido, díxole el rey don Juan:
—Amigo, yo vos soy en mucho cargo por aver sido principio para
que yo casasse con la reina Iseo, las cosas que yo más amo en el
mundo. Y porque es justo ser gualardonado tan señalado servicio, yo
vos hago merced de la mi villa de Lara con todo su término, para vos
y para todos vuestros descendientes legítimos. Y no quiero que más
seáis piloto, salvo que residáis en Lara o en mi corte, donde de mí
siempre seréis honrado y favorecido. Y quiero que seáis armado ca-
vallero por mano del señor rey don Tristán.
El rey don Tristán dixo que era alegre de armarlo cavallero. Y aquella
noche el piloto veló las armas y a la missa mayor fue armado cava-
llero por mano del rey don Tristán. Y de aí adelante lo llamaron don
Pedro de Lara, y fue muy honrado cavallero, y d’él abaxaron muy
buenos y preciados cavalleros. Y sabed que el rey don Tristán hizo a

Aula Medieval 5 (2016), pp. 219-242


242 María Luzdivina Cuesta Torre

don Pedro de Lara muy largas mercedes en oro y plata y collares y


joyeles y atavío de casa, que le hizo representar gran señor. Y fecho
esto, don Pedro de Lara besó las manos al rey don Juan y al rey don
Tristán y díxoles:
—Señores, ¿qué gracias puedo ya dar a vuestras grandezas que
sean suficientes a las estremadas mercedes que me avéis hecho?
Una sola cosa diré: que esta mi persona que con vuestras grande-
zas avéis engrandecido con lo que me avéis dado, siempre estará a
vuestro servicio.
Y el rey don Juan dixo a don Pedro de Lara:
—El señor rey don Tristán y yo creemos que haréis todo lo que buen
cavallero deva hazer. Pero dexemos agora estas pláticas y idvos para
las fustas, y todos los estandartes y vanderas hazed quitar de las fustas
y pintad en ellos las mis armas, que es un castillo, y las armas de la
reina Iseo mi muger, que son un león dorado en un campo blanco.
Y don Pedro de Lara llevó consigo pintores de Leonís y fuesse para
el puerto y hizo presto pintar los escudos de castillos y leones en los es-
tandartes y vanderas, y mandolos poner en las fustas, que a maravilla
parecían bien. Y dígovos que esta fue la primera vez que se juntaron
y mezclaron en un escudo los castillos y leones: el castillo por Castilla y
el león por el reino de Leonís.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 219-242


5 (2016), pp. 243-255

Recursos digitales
sobre Materia Artúrica

José Ramón Trujillo


Universidad Autónoma de Madrid

Bases de datos
Arthubre–Corpus arthurien rennais
[http://www.cellam.fr/?p=2424]
[http://www.mshb.fr/libconf/lib/swfobject_modified.js]

Proyecto de la Université Rennes-2 (directora Christine Ferlampin–Acher).


El Corpus arthurien rennais se centra en una base de datos de la literatu-
ra artúrica medieval francesa que incluye el análisis de la herencia celta y
el estudio de las fuentes principales y la bibliografía secundaria. Entre otros
logros, ha digitalizado el ms. 255 Rennes, el más antiguo ilustrado del ciclo
Lancelot-Graal.

Arthurian Fiction in Medieval Europe


[http://www.arthurianfiction.org/]

Página electrónica que facilita el acceso a más de doscientos textos artú-


ricos y a más de mil manuscritos. Tiene el objetivo de facilitar el estudio de la
transmisión continental de las narrativas medievales artúricas. Con un enfo-
que paneuropeo (director Bart Besamusca) se recopilaron los materiales en
la Universidad de Utrecht entre 2004 y 2008. El Instituto Huygens mantiene la
herramienta informática Teaching module. [http://www.arthurianfiction.org/
Teaching%20Module%20CLARIN%20ArthurianFiction.pdf]
244 José Ramón Trujillo

Base de Français Médiéval (BFM)


[http://bfm.ens-lyon.fr/]
[http://txm.bfm-corpus.org/]

Base de datos que contiene herramientas de análisis de 26 textos franceses


antiguos completos (siglos IX-XV), alguno de los cuales son accesibles como
texto. Dentro del proyecto Grial, se ofrece la Queste del Saint Graal, en edi-
ciones facsímil, diplomática, estándar y traducida.

Base de Textes de français ancien (TFA)


[http://artfl-project.uchicago.edu/content/artfl-frantext]

Base de datos de ARTFL. Incluye, entre otros textos franceses antiguos, los
lais de María de Francia, los romans de Chrétien de Troyes y dos novelas del
Grial. Requiere suscripción para su uso.

CODECS: Online Database and e-Resources for Celtic Studies


[http://www.vanhamel.nl/vhcodecs/index.php?title=Special%3ASe
arch&search=Arthur&go=Go]

Colección de recursos digitales (incluyendo SELGA: A catalogue of primary


soruce materials for Celtic studies y  Nod Tionscadal na), de la Fundación
Van Hamel de Estudios Celtas. Incluye algunos recursos bibliográficos sobre el
Arturo celta, como los «reference cards» [http://www.vanhamel.nl/codecs/
Merlin].

Corpus of Hispanic Chivalric Romances (CHCR) / Colección de textos


caballerescos hispánicos
[https://textred.spanport.lss.wisc.edu/chivalric/index.html]

Corpus of Hispanic Chivalric Romances / Colección de textos caballeres-


cos hispánicos en TeXTReD: portal de recursos digitales hispánicos (dirigido
por Ivy Corfis). La University of Wisconsin-Madison y el Hispanic Seminary of
Medieval Studies ponen a disposición de los internautas el corpus interactivo
publicado previamente como CD por Ray Harris y John Nitti (2007). El corpus
permite realizar búsquedas y hallar concordancias en numerosos textos ca-
ballerescos hispánicos.

Corpus de los primeros textos franceses (CoRPTeF)


[http://corptef.ens-lyon.fr]

Conjunto de textos etiquetados de obras en francés antiguo (siglos IX-XII).


Es un corpus complementario de la Biblioteca Nacional de Francia.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


Recursos digitales sobre Materia Artúrica 245

Consortium international pour les corpus de français médiéval


[http://ccfm.ens-lyon.fr/]

Corpus de textos antiguos y medievales franceses y anglo-normandos


(Universidad de Ottawa, 2004). Incluye acceso al Dictionnaire Électronique
de Chrétien de Troyes [http://www.atilf.fr/dect/] y  al Anglo–Norman Source
Texts [http://www.anglo-norman.net/sources/].

Inventário Arturiano do Ocidente Ibérico Medieval


[http://www.seminariomedieval.com/projectoArturiano.html]

Proyecto (PTDC-CLE-LLI/108433-2008, del Seminario Medieval de la Universi-


dad de Porto (Portugal), dirigido por José Carlos Ribeiro Miranda, y centrado
en el estudio de los materiales artúricos ibéricos. La página SMELPS: Seminário
medieval de literatura, pensamiento e sociedade [http://ifilosofia.up.pt/proj/
smelps/seminario_medieval_2009_2011] reúne otros materiales secundarios y
bibliografía propia [http://smelps2015.wix.com/smelpslivros].

Clarisel
[http://clarisel.unizar.es/]

El proyecto Clarisel (Universidad de Zaragoza), incluye tres bases de datos


bibliográficas. Amadís contiene resúmenes de artículos, libros y reseñas sobre
literatura caballeresca hispánica desde 1998, que incluye el Boletín Bibliográ-
fico de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (BBAHLM).

Approaches to Teaching the Arthurian Tradition


[https://www.mla.org/Publications/Bookstore/Approaches-to-Tea-
ching-World-Literature/Approaches-to-Teaching-the-Arthurian-Tradi-
tion]

Approaches to Teaching the Arthurian Tradition (MLA, 1992). Recopilación


de recursos para la enseñanza de la literatura artúrica realizada por Maureen
Fries y Jeanie Watson.

Bibliografías de literaturas hispánicas


A Critical Bibliography of Hispanic Arthurian Material, de Harvey L. Sha-
rrer, London, Grant& Cutler, 1977.
[books?id=ie9C1Ta7FvgC&printsec=copyright&hl=es&source=gbs_
pub_info_r#v=onepage&q&f=false]

Bibliografía básica sobre los ciclos en prosa artúricos en la península ibérica.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


246 José Ramón Trujillo

Bibliografía de los libros de caballería castellanos, por Daniel Eisen-


berg y Mª del Carmen Marín Pina, Zaragoza, Prensas Universitarias de
Zaragoza, 2000.
[http://www.cervantesvirtual.com/obra/bibliografia-de-los-libros-
de-caballeria-castellanos/]

Bibliografía básica sobre los libros de caballerías, edición muy ampliada


de Castilian Romances of Chivalry in the Sixteenth Century (1979). Excluye las
traducciones, por lo que no recoge la recepción de las obras artúricas fran-
cesas, aunque sí las neoartúricas castellanas, como el Amadís.

«La «materia de Bretaña» en las culturas hispánicas de la edad Media


y del Renacimiento: textos, ediciones y estudios», por Rafael M. Mérida
Jiménez, Revista de Literatura Medieval, 22 (2010), pp. 289-350.
[http://dspace.uah.es/dspace/handle/10017/10467]

Actualización de la bibliografía crítica de Harvey L. Sharrer.

Libros de caballerías castellanos


[http://www.cervantesvirtual.com/portales/libros_de_caballerias/]

Portal temático en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, (2013), coordi-


nado por Juan Manuel Cacho Blecua, que ofrece una cronología, una am-
plia bibliografía de textos y estudios sobre los libros de caballerías castellanos
en los siglos XVI y XVII y otras adaptaciones medievales, incluidos los textos
artúricos y traducciones que fueron asimilados a este modelo genérico. In-
cluye además, aunque incompleta, bibliografía y fragmentos de versiones
hispánicas de la materia artúrica.

«Los nietos de Arturo y los hijos de Amadís. El género editorial caba-


lleresco en la Edad de Oro», por José Ramón Trujillo, Edad de Oro, 30
(2011), pp. 417-443.
[https://repositorio.uam.es/xmlui/bitstream/handle/10486/670663/
nietos_trujillo_edo_2011.pdf?sequence=1]

Revisión crítica del género caballeresco desde sus orígenes artúricos hasta
las actuales líneas de investigación en España y Portugal.

Philobiblon (University of Berkeley)


[http://bancroft.berkeley.edu/philobiblon/index_es.html]

Base de datos bio-bibliográfica sobre textos romances escritos en la Pe-


nínsula Ibérica. Incluye de manera parcial referencias a la materia artúrica

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


Recursos digitales sobre Materia Artúrica 247

traducida en la Península Ibérica (manuscritos castellanos de Lanzarote y


manuscrito artúrico de Salamanca).

Bibliografías de literaturas francesa e inglesas


A Reading List
[http://people.clas.ufl.edu/jshoaf/arthurnet/king-arthur-in-medieval-
sources/]

Bibliografía de las principales traducciones de los textos medievales artúri-


cos y estudios en inglés, recopilados por Judy Shoaf.

ARLIMA. Archives de littérature du Moyen Âge


[http://www.arlima.net/]

Bibliografía colaborativa de la literatura en francés medieval. No está com-


pleta para todos los textos.
Chrétien de Troyes
[http://www.arlima.net/ad/chretien_de_troyes.html]
María de Francia
[http://www.arlima.net/mp/marie_de_france.html]
Robert de Boron
[http://www.arlima.net/qt/robert_de_boron.html]
Vulgata. Lancelot–Graal
[http://www.arlima.net/ad/cycle_du_lancelot-graal.html]
Lancelot en prose
[http://www.arlima.net/il/lancelot_en_prose.html]
La Queste
[http://www.arlima.net/qt/queste_del_saint_graal.html]
La Mort le roi Artu
[http://www.arlima.net/mp/mort_le_roi_artu.html]

Bibliographie analytique: réception du Moyen Âge, XIXe–XXIe siècle


(Modernités Médiévales)
[http://www.modernitesmedievales.org/biblio/bibliosources.htm]

Bibliografía analítica de la pervivencia de motivos, temas y personajes ar-


túricos durante los siglos XIX al XXI. Además de la literatura artúrica, incluye
referencias sobre Carlomagno, Juana de Arco, Renart o los vikingos.

The Labyrinth
[https://blogs.commons.georgetown.edu/labyrinth/]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


248 José Ramón Trujillo

[https://blogs.commons.georgetown.edu/labyrinth/categories/
arthurian-studies/]

Repertorio de recursos web medievales de todo tipo. Incluye temas espe-


ciales (Arthurian Studies) recursos pedagógicos, así como información profe-
sional, publicaciones y organizaciones. Presenta además enlaces de algunas
ediciones electrónicas de los textos medievales.

Marie de France. Bibliography, autora Glyn Sheridan Burgess, London,


Tamesis, Woodbridge, 1977, 1986, 1997 y 2007.
[https://books.google.es/books?id=csEmSR9Zo4gC&printsec=frontc
over&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=f
alse]

Completa bibliografía en inglés sobre las ediciones y traducciones de


la obra atribuida a María de Francia (Lais, fábulas y Espurgatoire Seint Pa-
triz). Contiene ordenadas alfabéticamente listas de libros y artículos, que se
acompañan de un resumen, información de tesis y disertaciones.

Voice of the Shuttle. Arthurian Studies


[http://vos.ucsb.edu/browse.asp?id=3369]

Voice of the Shuttle. Arthurian Studies (University of California. Santa Barba-


ra, 1994) es una página de recopilación de enlaces a los textos principales
digitales ingleses, galeses y anglo normandos.

Diccionarios y enciclopedias
DECT. Dictionnaire Électronique de Chrétien de Troyes (Universidad de
Ottawa, 2004). Léxico completo y base textual de la obra de Chrétien
de Troyes.
[http://www.atilf.fr/dect/]

Diccionario anglo–normando
[http://www.anglo-norman.net/gate/]

Basado en el corpus del Anglo-Norman Source Texts. El conjunto de recur-


sos electrónicos sobre literatura y lengua anglo-normandas se recogen en
The Anglo-Norman On-Line Hub [http://www.anglo-norman.net/].

Glosario de nombres artúricos


[http://txm.ish-lyon.cnrs.fr/txm/images/qgraal_inp_2012-09.pdf]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


Recursos digitales sobre Materia Artúrica 249

En la Queste del Saint Graal. Léxico realizado por Christiane Marchello-Nizia


desde la base textual del ms. Bibliothèque municipale Lyon, P.A. 77.

Glosario de nombres y términos artúricos. Basado en la obra de T. H.


White, The Once and Future King and The Book of Merlyn.
[d.lib.rochester.edu/camelot/text/t-h-white-glossary]

Gran Enciclopedia Cervantina. Conjuntamente, con los cervantinos,


incluye artículos sobre textos y personajes artúricos.
[dioscervantinos.es/quienes.php?dpto=6&idbtn=1016&itm=6.1]

Diccionario de lugares artúricos (The Quest)


[http://www.uiweb.uidaho.edu/student_orgs/arthurian_legend/
england/sites/index.htm]

Early British Kingdoms. Información sobre los reinos y regiones de la


Gran Bretaña. Incluye un apartado artúrico.
[http://www.earlybritishkingdoms.com/index.html]

Britannia. Enciclopedia histórica digital de Gran Bretaña. Incluye un


conjunto de entradas relacionadas con el rey Arturo y su época.
[http://www.britannia.com/history/h12.html]

Exposiciones y otros
La légende du roi Arthur et de ses chevaliers (Biblioteca Nacional de
Francia).
[http://expositions.bnf.fr/arthur/]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


250 José Ramón Trujillo

Clarin–Arturian Fiction (Arturian Fiction in Medieval Europe: Narratives


and Manuscripts).
[https://www.youtube.com/watch?v=t0y-ecrVD5w]

Portales académicos
The Camelot Project
[http://d.lib.rochester.edu/camelot/publication/camelot-project]

The Camelot Project (Robbins Library, University of Rochester), coordinado


por Alan Lupack y Barbara Tepa Lupack, incluye las siguientes secciones:
Authors and Texts, Artists and Images, Characters, Symbols and Motifs, Places,
Creatures, así como también Scholarly Arthurian Resources y Student Projects.

Libros de caballerías castellanos


[http://www.cervantesvirtual.com/portales/libros_de_caballerias/]

Portal de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (2013), coordinado por


Juan Manuel Cacho Blecua). Portal temático que ofrece una cronología,
una amplia bibliografía de textos y estudios sobre los libros de caballerías
castellanos en los siglos XVI y XVII y otras adaptaciones medievales, incluidos
los textos artúricos y traducciones que fueron asimilados a este modelo ge-
nérico. Incluye además, aunque incompleta, bibliografía y fragmentos de
versiones hispánicas de la materia artúrica.

Sociedades científicas y grupos de estudio


International Arthurian Society (IAS)
[http://www.internationalarthuriansociety.com/]

Constituida en 1948 por los principales especialistas (Jean Frappier, Domi-


nica Legge, Eugène Vinaver, Roger Sherman Loomis, etc.), es la principal
sociedad científica para el estudio de la literatura artúrica y de la materia
de Bretaña a través de las diferentes lenguas, épocas y enfoques metodo-
lógicos. Edita el Bibliographical Bulletin of the International Arthurian Society
(BBIAS) y el Journal of the International Arthurian Society (JIAS) y organiza
congresos internacionales trienales. Cuenta con once ramas sectoriales,
aunque la hispánica (España, Portugal, Brasil, Hispanoamérica), presidida
por Martín de Riquer, no tiene actividad actualmente. La rama holandesa ha
desarrollado la base de datos europea en Clarín.
Sección ibérica de Arthuriana [http://www.ugr.es/~pgracia/Convocatoria.
htm]. Sección EE.UU de Arthuriana [http://www.arthuriana.org/]. Sitio oficial
de la rama norteamericana de la International Arthurian Society. Incluye The

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


Recursos digitales sobre Materia Artúrica 251

Journal of Arthurian Studies, una bibliografía en inglés sobre la materia en


todas las épocas y Arthuriana Pedagogy [http://www.arthuriana.org/tea-
ching/index.html], un conjunto de material para la enseñanza en todos los
niveles educativos. Dispone de una lista de distribución de noticias artúricas
[http://users.clas.ufl.edu/jshoaf/Arthurnet.htm].

International Marie de France Society


[http://www.mariedefrance.org/]

Sociedad internacional para el estudio de la obra de María de Francia.


Desde 1995 edita el boletín Le Cygne [http://www.mariedefrance.org/le-
cygne/] que en 2002 se convirtió en revista.

Instituto universitario de investigación Miguel de Cervantes


[http://www.centroestudioscervantinos.es/quienes.php?itm=3.1]

Desde 1991 es el principal centro de investigación hispánico sobre estu-


dios artúricos, caballerescos y cervantinos. Edita diversas colecciones, entre
las que destacan textos y guías caballerescas [http://www.centroestudios-
cervantinos.es/quienes.php?dpto=4&idbtn=92&itm=4.1], así como algunas
revistas esenciales en la materia [http://www.centroestudioscervantinos.es/
quienes.php?dpto=4&idbtn=1038&itm=4.1].

Tristan Society
[http://aclassen.faculty.arizona.edu/tristan_society]

Sociedad internacional para el estudio de la leyenda tristaniana y sus re-


presentaciones culturales. Edita la revista Tristania [http://aclassen.faculty.
arizona.edu/tristania] en coedición con Mellen Press.

Societé Internationale des Amis de Merlin


[http://www.siamerlin.net/]

Sociedad internacional, especialmente francófona, para el estudio de


la figura de Merlín y sus manifestaciones literarias. Edita el boletín anual
L’Esplumeoir [http://www.siamerlin.net/SIAM/LEsplumeoir1.html].

The Mythopoeic Society


[http://www.mythsoc.org/]

Sociedad internacional para el estudio de la literatura mitopoética y, en


especial, de las obras de los «Inklings». Edita varias publicaciones, entre las
que destaca la revista académica Mythlore y el boletín de actividades y
reseñas Mythprint.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


252 José Ramón Trujillo

International Courtly Literature Society (ICLS)


[http://www.clas.ufl.edu/icls/]

Sociedad de estudio de los diferentes géneros vernáculos medievales (lais,


romans, poesía lírica, teatro, etc.), la literatura latina medieval, el contexto
histórico de la vida cortés, el arte medieval, la arquitectura y la música. Sec-
ción ibérica [http://www.clas.ufl.edu/icls/branchiber.html].

CLITYAR. Cultura, literatura y traducción iber-artúrica


[http://www.clytiar.org/]

Proyecto internacional sobre la literatura y la traducción del área hispánica


(España, Iberoamérica y Portugal), dentro del grupo de investigación Trad-
HUC de la Universidad de Valladolid. Edita Cuadernos artúricos [http://www.
clytiar.org/cuadernos.php].

Centre d’Études des Textes Médiévaux


[http://www.sites.univ-rennes2.fr/celam/cetm/]

Centre d’Études des Textes Médiévaux de la Université de Rennes-2. Grupo


de investigación dirigido por Christine Ferlampin-Acher. Su página web está
obsoleta, pero ofrece algunos enlaces interesantes. Para conocer su evolu-
ción, hay que acceder al proyecto Arthubre.

Centre de l’Imaginaire Arthurien


[http://centre-arthurien-broceliande.com/chateau-de-comper/le-
site/]

Situado en el château de Comper-en-Brocéliande, ofrece actividades


divulgativas, cursos y una exposición permanente. Mantiene una librería
centrada en la materia de Bretaña y una web con recursos, entre los que
destaca su Enciclopédie de Brocéliande [http://broceliande.brecilien.org/].

Revistas
Las diferentes sociedades y grupos de investigación editan boleti-
nes y revistas temáticas. Además, varias revistas recogen de manera
periódica los principales avances e investigaciones en el área de los
estudios artúricos y caballerescos.

Arthuriana. The Journal of Arthurian Studies


[http://www.arthuriana.org/arthurhist.htm]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


Recursos digitales sobre Materia Artúrica 253

Revista trimestral de la rama estadounidense de la International Arthurian


Society, centrada en la leyenda del rey Arturo. Apareció en 1979 en el Bir-
mingham-Southern College, editada por Mildred Día Leake, con el nombre
Quondam et Futurus: Newsletter for Arthurian Studies (1979-1990). Se fusionó
en 1991 con Arthurian Interpretations, el boletín editado por Henry H. Peyton
III en la Memphis State University, adoptando el nombre Quondam et Futurus:
A Journal of Arthurian Interpretations. En 1994 adoptó su nombre actual y se
convirtió en el boletín de la rama de EE.UU.

Arthurian Literature
[https://boydellandbrewer.com/series/arthurian-literature.html]

Publicada por Boydell&Brewer. Publicación interdisciplinaria sobre la leyen-


da artúrica. Recoge en forma de colección artículos extensos y notas de
menos de 5.000 palabras. Richard Barber, Tony Hunt, James P. Carley, Felicity
Riddy Keith Busby, Roger Dalrymple, Elizabeth Archibald, David F. Johnson,
etc. figuran entre los editores de los principales volúmenes.

Boletin bibliographique de la Société Internationale Arthurienne / Bu-


lletin of the Inernational Arthurian Society (BBSIA/BBIAS)
[http://www.internationalarthuriansociety.com/publications/
view/2012-bibliographical-bulletin/]

Editado por la International Arthurian Society, es el principal anuario biblio-


gráfico de literaturas artúricas. Fundado en 1949, constaba de tres secciones,
I. Bibliografía (noticia de libros académicos, artículos y revisiones sobre temas
artúricos aparecidos durante el año anterior), II. Investigación y crítica (ar-
tículos originales de investigación) y III. Noticias artúricas, que se ampliaron
con una lista de los miembros de la Sociedad con sus direcciones. El último
volumen que combina las reseñas bibliográficas y artículos de investigación
fue el BBIAS / BBSIA LXIII (2012), que recoge la bibliografía del año 2011.

Cahiers de Recherches Médiévales et Humanistes (CRMH)


[http://crm.revues.org/index.html]

Revista francesa interdisciplinar de Estudios Medievales. Incluye artículos


sobre literaturas caballeresca y artúrica, especialmente en el volumen 5: Le
choix de la prose [https://crm.revues.org/1292]; 11: Figures mythiques médié-
vales aux XIXe et XXe siècles [http://crm.revues.org/1653] y 14: L’heritage de
Chrétien de Troyes [http://crm.revues.org/2629].

Journal of the International Arthurian Society (JIAS)


[http://www.internationalarthuriansociety.com/publications/view/
journal-of-the-international-arthurian-society/]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


254 José Ramón Trujillo

Revista de reciente aparición, dependiente de la IAS, que complementa


el informe bibliográfico anual BBSIA/BBIAS. Publica artículos en inglés, francés
y alemán sobre cualquier aspecto de las literaturas artúricas en cualquier
idioma y en cualquier período de tiempo, medieval y post-medieval, inclu-
yendo las adaptaciones en los medios de comunicación modernos basados
en textos literarios.

Revista de Literatura Medieval


[http://www.centroestudioscervantinos.es/quienes.php?dpto=4&id
btn=1048&idpadre=1038&itm=4.1]

Revista española anual, fundada en 1989 por Carlos Alvar. Publica textos y
ensayos científicos sobre literatura medieval. Suele incluir artículos relaciona-
dos con los estudios artúricos y caballerescos hispánicos.

Revista de Poética Medieval


[http://www.revistadepoeticamedieval.com/]

Revista española anual, fundada en 1997 por Carlos Alvar y Fernando Gó-
mez Redondo, dedicada al estudio científico de la poética y a la reflexión
teórica y crítica sobre la literatura medieval hispánica e internacional. Inclu-
ye intermitentemente artículos relacionados con los estudios artúricos y ca-
ballerescos, así como números temáticos, como el 26 (2012): El motivo en la
literatura caballeresca [http://dspace.uah.es/dspace/handle/10017/20213].

Romania
[http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/cb343492391/date.r=romania.
langFR%7C]

Revista francesa de Filología Románica fundada en 1872 por Paul Meyer y


Gaston Paris editada por la Société des amis de la Romania (École nationale
des Chartes). Por su naturaleza, desde finales del siglo XIX y hasta mediados
del siglo XX fue uno de los espacios fundamentales de investigación artúricos
y de publicación de manuscritos medievales.

e-Spania
[http://e-spania.revues.org/22602]

Revista francesa electrónica de Estudios Hispánicos medievales fundada


en 2006 por Bernard Darbord y Georges Martin. Hasta la fecha ha incluido
un número monográfico sobre Literatura artúrica y definiciones del Poder y
varios artículos en otros números sobre la materia artúrica hispánica.

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


Recursos digitales sobre Materia Artúrica 255

Textos
Gallica
[http://expositions.bnf.fr/arthur/gallica/01.htm#2]

Camelot Project (Robbins Library, University of Rochester), coordinado


por Alan Lupack y Barbara Tepa Lupack)
[http://d.lib.rochester.edu/camelot/publication/camelot-project]

Listas de distribución
Arthurnet. Lista de distribución artúrica general, gestionada por Judy
Shoaf.
[http://www.arthuriana.org/arthurnet.htm]

Arthurian Comic. Lista destinada al arte visual artúrico, gestionada por


Michael Torregrossa.
[https://groups.yahoo.com/neo/groups/arthurian_comixlist/info]

Clytiar. Lista destinada a los estudios artúricos hispánicos, gestionada


por Juan Zarandona.
[http://www.clytiar.org/]

Aula Medieval 5 (2016), pp. 243-255


Dirección Aul@Medieval
Marta Haro Cortés (Universitat de València)

Comité de redacción
Rafael Beltrán (Universitat de Valencia)
José Luis Canet (Universitat de València)

Consejo Científico
Julián Acebrón Ruiz Hugo O. Bizzarri
Universitat de Lleida Université de Fribourg
Cristina Almeida Anna Bognolo
Universidade de Lisboa Università degli Studi di Verona
Mª Rosario Aguilar Mª Dolores Bollo-Panadero
Universidad Nacional de Colombia Colby College, Maine
Rafael Alemany Marie-Christine Bornes Varol
Universitat d’Alacant INALCO
Álvaro Alonso Patrizzia Botta
Universidad Complutense Università di Roma “La Sapienza”
Carlos Alvar Mercedes Brea
Université de Genève Universidade de Santiago de
Pablo Ancos Compostela
University of Wisconsin-Madison Juan Manuel Cacho Blecua
José Aragüés Universidad de Zaragoza
Universidad de Zaragoza Mariano de la Campa
Robert Archer Universidad Autónoma de Madrid
King’s College London Axayácatl Campos García Rojas
Amaia Arizaleta UNAM
Université Toulouse-Le Mirail Fernando Carmona
Gemma Avenoza Universidad de Murcia
Universitat de Barcelona Sofía Carrizo
Fernando Baños Universidad Católica Argentina
Universidad de Oviedo Juan Casas Rigall
Nieves Baranda Universidade de Santiago de
UNED Compostela
Francisco Bautista Antonio Chas Aguión
Universidad de Salamanca Universidade de Vigo
Vicenç Beltran Juan Carlos Conde
Università degli Studi di Roma University of Oxford
258 Aula Medieval

Ivy Corfis Paloma Gracia


University of Wisconsin Universidad de Granada
Francisco Crosas Santiago Gutiérrez García
Universidad de Castilla-La Mancha Universidade de Santiago de
Mª Luzdivina Cuesta Torre Compostela
Universidad de León Carlos Heusch
Bernard Darbord École Normale Superieure de Lyon
Université Paris X-Nanterre Alejandro Higashi
Giuseppe Di Stefano Universidad Autónoma Metropolita-
Università di Pisa na - Iztapalapa de México
Paloma Díaz Mas Alka Jaspal
CSIC Jawaharlal Nehru University-India
Mª Jesús Díez Garretas Víctor Infantes
Universidad de Valladolid Universidad Complutense
César Pablo Domínguez Eukene Lacarra
Universidade de Santiago de Euskal Herriko Unibertsitatea
Compostela Mª Jesús Lacarra
Charles Faulhaber Universidad de Zaragoza
University of California-Berkeley Gaetano Lalomia
Elvira Fidalgo Università de Catania
Universidade de Santiago de Víctor de Lama
Compostela Universidad Complutense
Ghislaine Fournes Eva Lara
Université Bourdeaux 3 Universidad Católica de Valencia
José Manuel Fradejas Rueda Gladys Lizabe
Universidad de Valladolid Universidad de Mendoza (Argentina)
Leonardo Funes José Manuel Lucía Megías
Universidad de Buenos Aires Universidad Complutense
Jorge García López Mª Carmen Marín Pina
Universitat de Girona Universidad de Zaragoza
Marinela Garcia Sempere Nancy Marino
Universitat d’Alacant Michigan Satate University
Nora Gómez José Julio Martín Romero
Universidad de Buenos Aires Universidad de Jaén
Ángel Gómez Moreno Antonia Martínez Pérez
Universidad Complutense Universidad de Murcia
Fernándo Gómez Redondo Josep Lluís Martos
Universidad de Alcalá Universitat d’Alacant
Aurelio González Rafael M. Mérida Jiménez
El Colegio de México Universitat de Lleida
Elena González Blanco Mª Teresa Miaja de la Peña
UNED UNAM

Aula Medieval 5 (2016), pp. 257-259


Comité de redacción y Consejo científico 259

Alberto Montaner Luca Sacchi


Universidad de Zaragoza Università degli Studi di Milano
María Morrás Nicasio Salvador Miguel
Universitat Pompeu Fabra Universidad Complutense
Carlos Mota Dorothy S. Severin
Euskal Herriko Unibertsitatea University of Liverpool
Cristina Moya Joseph Snow
Universidad de Córdoba Michigan State University
Marie-Sol Ortola Barry Taylor
Université Nancy 2 The British Library
Eloísa Palafox Isabella Tomassetti
Washington University in Saint-Louis Università di Roma “La Sapienza”
Devid Paolini José Ramón Trujillo
The City College of New York Universidad Autónoma de Madrid
Juan Paredes Marzolph Ulrich
Universidad de Granada Georg August-Univ. Gottingen
Carmen Parrilla Isabel Uría
Universidade da Coruña Universidad de Oviedo
Miguel Ángel Pérez Priego Merdeces Vaquero
UNED Brown University
Rafael Ramos Lillian von der Walde Moheno
Universitat de Girona Universidad Autónoma Metropolita-
Marjorie Ratcliffe na - Iztapalapa de México
University Western Ontario (Canada) Julian Weiss
Alberto del Río King’s College London
Universidad de Zaragoza Jane Whetnall
Mª José Rodilla Queen Mary - University of London
Universidad Autónoma Metropolita- Andrea Zinato
na - Iztapalapa de México Università degli Studi di Verona
Jesús Rodríguez Velasco
Columbia University

Secretaría de edición
María Bosch Moreno Antonio Doñas
Héctor H. Gassó Jose Mª Gómez Izquierdo
Antonio Huertas Morales Irina Nanu
Martina Pérez Martínez-Barona

Aula Medieval 5 (2016), pp. 257-259

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