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DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

Magistrada ponente

SL068-2019
Radicación n.° 66990
Acta 01

Bogotá, D. C., veintitrés (23) de enero de dos mil


diecinueve (2019).

La Corte decide el recurso de casación interpuesto por


CLAUDIO GONZÁLEZ ACUÑA, contra la sentencia proferida
por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bogotá, el 7 de noviembre de 2013, en el proceso ordinario
laboral que instauró contra el INSTITUTO DE SEGUROS
SOCIALES, hoy COLPENSIONES.

I. ANTECEDENTES

Claudio González Acuña llamó a juicio al Instituto de


Seguros Sociales, para que se declare que reúne los
requisitos de edad y tiempo de servicios para acceder a la
pensión de vejez. Como consecuencia de ello, pide que se
condene a la accionada al pago de dicha prestación en su
favor, a partir del 17 de abril de 2007, al retroactivo

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pensional, a los intereses moratorios del artículo 141 de la


Ley 100 de 1993, a las costas del proceso y a lo ultra y extra
petita.

Como fundamento de sus pretensiones, expuso que


durante toda su vida laboral cotizó al régimen de prima
media con prestación definida administrado por el ISS; que
el 3 de septiembre de 2008, solicitó al mencionado instituto
el reconocimiento y pago de la pensión de vejez, la cual le fue
negada mediante Resolución 44340 del 29 de septiembre de
2008, bajo el argumento de no cumplir con el mínimo de
semanas exigido por la ley, determinación que fue
confirmada a través de las Resoluciones 032009 del 28 de
octubre de 2010 y 5586 de 2011, en sede de reposición y de
apelación, respectivamente.

Adujo que, tanto en su historia laboral como en las


autoliquidaciones que obran en el expediente, se advierte
que, a 31 de diciembre de 1994, contaba con 509 semanas
cotizadas, las que, sumadas a las 196 que cotizó con
posterioridad, arrojan un total de 705 semanas, de las
cuales, 581 lo fueron dentro de los 20 años anteriores al
cumplimiento de los 60 años de edad, esto es, del 17 de abril
de 1987 al 17 de abril de 2007, por lo que, cumple con las
exigencias legales para acceder al derecho pretendido.

Por último, informó que el 1º de marzo de 2011,


presentó reclamación administrativa al ISS para obtener el
reconocimiento de la pensión de vejez y que su negativa le ha
ocasionado graves perjuicios que deben resarcirse mediante

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el reconocimiento de la sanción moratoria que prevé el


artículo 141 de la Ley 100 de 1993 (f.° 24 a 29).

El Instituto de Seguros Sociales, al contestar la


demanda se opuso a la prosperidad de las pretensiones
incoadas en su contra. Respecto de los hechos, aceptó los
relacionados con la solicitud de reconocimiento pensional
por parte del actor y su consecuente negativa; frente a los
demás; dijo que no eran ciertos o que no le constaban.

En su defensa, explicó que no es cierto que el actor


hubiera cotizado 705 semanas en toda su vida pues, lo que
reporta su historia laboral, es que aportó 406 semanas, de
las cuales, sólo 339 corresponden a los 20 anteriores al
cumplimiento de la edad mínima requerida para obtener el
reconocimiento del derecho pensional, lo que significa que no
acredita las exigencias previstas en el Acuerdo 049 de 1990
para acceder a dicha prestación, a saber, 1000 semanas en
cualquier tiempo o 500 en los 20 años anteriores al
cumplimiento de la edad.

Aclaró que el accionante tampoco cumplió con el


requisito de tiempo previsto en el Acto Legislativo 01 de 2005
para mantener el beneficio de transición de los regímenes
pensionales especiales, toda vez que, para la fecha de entrada
en vigencia de dicha reforma constitucional, no contaba con
750 semanas cotizadas.

Propuso las excepciones de falta de causa, falta de


legitimación para comparecer al proceso, prescripción, cobro

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de lo no debido, buena fe, pago, inexistencia de intereses


moratorios y la que denominó «genérica» (f.° 102 a 109).

Colpensiones, vinculada al trámite mediante auto del 8


de febrero de 2013 (f.° 96), reiteró los argumentos de defensa
invocados por el ISS, precisando que, en la historia laboral
del actor, le reportan cotizaciones continuas y discontinuas,
así como tiempos laborados en favor de entidades del Estado,
sin completar el número mínimo de semanas exigido por la
ley. Invocó en su favor las excepciones de carencia de causa
para demandar, inexistencia del derecho y de la obligación
reclamada, cobro de lo no debido, buena fe del ISS,
inexistencia de intereses moratorios e indexación,
prescripción, compensación y la genérica.

Mediante auto del 9 de mayo de 2013, el Juzgado


Noveno Laboral del Circuito de Bogotá informó de la
existencia del proceso a la Agencia Nacional de Defensa
Jurídica del Estado, quien se abstuvo de pronunciarse.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Noveno Laboral del Circuito de Bogotá,


mediante fallo del 11 de septiembre de 2013, condenó a
Colpensiones a reconocer y pagar al demandante
la pensión de vejez, a partir del 17 de abril de 2007, en un
monto que no puede ser inferior al salario mínimo legal
mensual vigente, el retroactivo pensional, los intereses
moratorios y las costas del proceso.

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III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Bogotá, mediante sentencia del 7 de noviembre
de 2013, revocó el fallo de primer grado y, en su lugar,
absolvió a Colpensiones de las pretensiones incoadas en su
contra.

En lo que interesa al recurso extraordinario, precisó que


el régimen aplicable a los trabajadores del sector privado
afiliados al ISS, es el Acuerdo 049 de 1990, aprobado por el
Decreto 758 del mismo año, cuyo artículo 12 dispone que,
para obtener la pensión de vejez, el afiliado debe cumplir 60
años de edad y haber cotizado 1.000 semanas en cualquier
tiempo o 500 en los 20 años anteriores al cumplimiento de la
edad.

En ese orden, indicó que el actor cumplió el requisito de


edad, pues nació el 17 de abril de 1947, por lo que el mismo
día y mes del año 2007 cumplió 60 años; sin embargo,
explicó que no ocurría lo mismo frente a la exigencia de
densidad de semanas, pues si bien cuenta con 745,71, sólo
485,14 corresponden a los 20 años anteriores al
cumplimiento de la edad, lo que descarta la posibilidad de
obtener el reconocimiento del derecho bajo las disposiciones
del régimen de transición referido.

Agregó que, aún contabilizando los tiempos


relacionados en la demanda, pero no acreditados en el

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proceso, estos son, los aportados por los empleadores:


Laverde Polanco Julio -21 días-; Suárez Hermanos y Cía -6
días-; Grancolombiana de Seguridad -46 días-; Mahecha
Ramírez Miguel -2743 días y 992 en los últimos 20 años-;
Ferretería Edymar -727 días-; Sociedad Comercial Ferret y
Mallas -161 días-; Ferretería Marín -195 días-; Ferretería
Marín y Cía Ltda. -14 días-; Almacén Soldador de Bogotá -30
días- y Ferretería Edymar -1277 días, arrojaría un total de
745,71 semanas y 3.396 días, densidad inferior a la exigida
por dicho acuerdo.

Agregó que, como la pretensión del demandante es el


reconocimiento de la pensión de vejez por reunir los
requisitos exigidos en la normatividad vigente, se hacía
necesario estudiar su pretensión a la luz de las previsiones
contenidas en la Ley 100 de 1993, modificada por la Ley 797
de 2003, la cual, para el año 2007 –fecha en que el afiliado
cumplió 60 años- exigía 1.100 semanas cotizadas, las que
tampoco cumple el demandante «por lo que no podría ser
acreedor de dicha pensión».

IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso fue interpuesto por la parte demandante,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, por lo que
se procede a resolver.

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V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

El recurrente pretende que la Corte case la sentencia


impugnada para que, en sede de instancia, confirme el fallo
de primer grado, mediante el cual se ordenó el
reconocimiento de la pensión de vejez en su favor.

Con tal propósito formula dos cargos por la causal


primera de casación, replicados oportunamente.

VI. PRIMER CARGO

Acusa la sentencia de ser violatoria de la ley sustancial


por la vía directa, en la modalidad de aplicación indebida del
artículo 33 de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo
9º de la Ley 797 de 1993, «dentro de la perspectiva del artículo
51 del Decreto 2651 de 1991».

Precisa que no discute los supuestos relativos al


cumplimiento del requisito de la edad para el reconocimiento
de la pensión de vejez ni su calidad de beneficiario del
régimen de transición, los cuales fueron tenidos por ciertos
por el Tribunal.

Lo que cuestiona es que, aunque el ad quem admitió


que el reconocimiento de su pensión debía analizarse a la luz
de los preceptos contenidos en el Acuerdo 049 de 1990, no
entiende por qué analizó dicha prestación conforme a lo
previsto en la Ley 100 de 1993, con lo cual, aplicó
indebidamente dicha disposición, pues «no existía […] razón

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válida para decidir la alzada a la luz de lo dispuesto en la Ley


100 de 1993 y el Decreto 797 de 2003. Por tanto, como en la
sentencia atacada fue aplicada la Ley 100 […] incurrió en el
[…] error de aplicar normas que no regulaban el caso […]» (f.°
8). Indica que, de haberse entendido cuáles eran las normas
que regían su situación, el juez de segundo grado no habría
podido concluir cosa distinta a que el fallo apelado estaba
conforme a derecho.

Explica que el régimen que le es aplicable en virtud del


beneficio de transición, es más favorable que las
disposiciones contenidas en la Ley 100 de 1993.

VII. RÉPLICA

Colpensiones señala que, aunque ambos cargos están


formulados por sendas distintas, acusan igual elenco
normativo y se fundan en argumentos similares, por lo que
haría la réplica de manera conjunta.

En primer lugar, explica que si bien, el actor es


beneficiario del régimen de transición -toda vez que nació el
17 de abril de 1947, lo que significa que para el 1° de abril
contaba con más de 40 años de edad-, lo cierto es que a 25
de julio de 2010, no reunía con los requisitos previstos en el
Acuerdo 049 de 1990 para obtener la pensión de vejez, por lo
que es dable concluir que perdió dicho beneficio, de
conformidad con la vigencia temporal que, para tales efectos,
fijó el Acto Legislativo 01 de 2005.

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Argumenta que, de entenderse que al demandante lo


cobija dicha transición, sólo contaría con 745,71 semanas
cotizadas en toda su vida laboral, de las cuales, únicamente
485,14 fueron aportadas en los 20 años anteriores al
cumplimiento de los 60 años de edad, por lo que no cumple
con las exigencias consagradas en el Acuerdo 049 de 1990
para obtener el reconocimiento de la pensión pretendida.
Agrega que tampoco cumple los presupuestos del artículo 33
de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo 9° de la Ley
797 de 2003, pues no completa la densidad de semanas que
allí se requiere.

VIII. CONSIDERACIONES

En esencia, el recurrente señala que el Tribunal


incurrió en un yerro jurídico pues, aunque consideró,
acertadamente, que en su caso le eran aplicables las
disposiciones contenidas en el Acuerdo 049 de 1990, analizó
la procedencia de su derecho pensional, a la luz de las
previsiones contempladas en la Ley 100 de 1993, modificada
por la Ley 797 de 2003, sin que existiera razón válida para
decidir con fundamento en esta normativa, pues se trataba
de un tema que escapaba al objeto del litigio.

Para resolver este asunto, resulta oportuno referir los


dos argumentos que esgrimió el Tribunal para denegar las
pretensiones del demandante: (i) que no reunió el mínimo de
semanas exigido en el Acuerdo 049 de 1990 para obtener el
derecho a la pensión, esto es, 1000 semanas en cualquier
tiempo o 500 dentro de los 20 años anteriores al

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cumplimiento de la edad, pues contaba con 745,71 semanas,


de las cuales sólo 485,14 corresponden a ese período; y (ii)
que tampoco cumplía con las previsiones contenidas en el
artículo 33 de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo
9° de la Ley 797 de 2003, el cual, para el 2007, exigía 1100
semanas cotizadas en toda la vida laboral.

Para estudiar esto último, el Tribunal aclaró que, como


lo que pretendía el actor era el reconocimiento pensional a la
luz de las normas vigentes en su caso, era necesario que su
solicitud también se analizara bajo la Ley 100 de 1993,
actuación que, para el censor, excedió las facultades que le
asistían al juez como director del proceso.

Pues bien, de entrada, la Corte advierte que no es cierto


que el Tribunal, pese a haber admitido que al actor le eran
aplicables las previsiones del Acuerdo 049 de 1990, dada su
condición de beneficiario del régimen de transición, sin
justificación alguna hubiera estudiado su pensión de
conformidad con las disposiciones de la Ley 100 de 1993. Tal
como se vio, en primer lugar, su derecho sí fue analizado a la
luz del régimen de transición que le era aplicable y, una vez
encontró que no cumplía con los requisitos allí exigidos para
obtener el reconocimiento de la referida prestación, procedió
a verificar si su caso se adecuaba a la ley vigente para el
momento en que cumplió los 60 años para pensionarse, con
el único propósito de buscar la efectividad y materialización
de sus derechos, como se verá enseguida, con lo cual no
incurrió en ninguno de los yerros denunciados por la
censura.

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En efecto, lo primero que hizo el ad quem, atendiendo


los términos planteados por el actor en la demanda inicial y
en virtud de que en el proceso se acreditó que aquél era
beneficiario del régimen de transición previsto para los
trabajadores del sector privado afiliados al ISS, fue estudiar
la pensión de vejez conforme las exigencias previstas en el
Acuerdo 049 de 1990 –por lo que no es cierto que hubiera
desatendido las normas aplicables a su caso- y, sólo cuando
advirtió que no reunía los requisitos allí señalados, analizó
su derecho de conformidad con las leyes vigentes para el
momento en que cumplió la edad y tiempo de servicio para
obtener la pensión de vejez -2007- estudio que no sólo
atendió los términos en los que fue solicitada su prestación,
sino que se enmarca precisamente en el deber que le asiste
al juez de aplicar las disposiciones jurídicas que gobiernan
los supuestos de hecho acreditados en determinado asunto.

De esa manera, aunque el actor encauzó su reclamo a


obtener la pensión de vejez en virtud del Acuerdo 049 de
1990, aprobado por el Decreto 758 del mismo año, esa sola
circunstancia no delimitaba el objeto de estudio del Tribunal,
toda vez que es deber del juez encuadrar la situación fáctica
puesta en su conocimiento en las normas aplicables al caso,
conforme lo debatido y probado dentro del proceso. Al
respecto, la Corte, en la sentencia CSJ SL 19 oct. 2011, rad.
42818, precisó que:

Es indiscutible que la misión principal del juez es la de realizar la


voluntad concreta de la ley en un caso en particular, para cuyo
cumplimiento goza de autonomía en sus decisiones, garantizada

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por el artículo 230 de la Constitución Nacional, que expresamente


establece: “Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos
al imperio de la ley…”

En este sentido el juez es autónomo al momento de la calificación


jurídica de los hechos debatidos y demostrados en juicio y solo se
encuentra limitado por los extremos de la litis que fijen las partes
al inicio del proceso.

De esta manera, sobre una base fáctica impuesta por las partes
desde la demanda y su contestación (extremos de la litis), puede
moverse libremente el juez al momento de definir las
consecuencias jurídicas que se desprendan de lo demostrado y
debatido en juicio, sin que para ello se deba someter a las
calificaciones que de los hechos hagan las partes, pues el llamado
a interpretar y aplicar la ley es él.

En igual sentido se pronunció esta Corporación en


decisiones CSJ SL, 17 ab. 2013, rad. 44821 y CSJ SL571-
2018:

De otro lado, es importante recordar que la Sala ha dicho de


manera reiterada (Sentencias CSJ SL, 19 oct. 2011, rad. 42818 y
del CSJ SL, 17 abril 2013, rad. 44821) que es función del juzgador
definir la norma o normas legales que son aplicables al caso
concreto, acorde con lo debatido y demostrado durante el proceso.

Hasta este punto, está claro que la demandante es beneficiaria del


régimen de transición del artículo 36 de la Ley 100 de 1993 y que
no cumple con los requisitos de pensión de vejez establecidos en
el Acuerdo 049 de 1990 aprobado por el Decreto 758 del mismo
año.

Sin embargo, no puede pasarse por alto que la recurrente también


se encuentra cobijada por lo regulado para la pensión de jubilación
por aportes de que trata la Ley 71 de 1988 en su artículo 7, y
aunque anteriormente la Sala sostenía que el tiempo servido que
no se hubiera aportado a una caja de previsión social, no podía
ser sumado para completar los 20 años de aportes a los cuales
hace referencia el artículo 7 de la Ley 71 de 1988, esta postura fue
objeto de revisión y rectificación en la sentencia CSJ SL4457-2014
del 26 de marzo de 2014, que ha sido reiterada en múltiples
oportunidades, en las que se ha señalado que el hecho de que una
entidad no hubiera realizado los aportes a alguna caja de
previsión social no podía truncar la construcción del derecho
irrenunciable a la pensión de jubilación.

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Así las cosas, no es cierto que el principio de


congruencia o consonancia se vea afectado porque en la
sentencia el juez o el Tribunal se aparten de la calificación
jurídica que sobre determinada realidad fáctica haga alguna
de las partes, pues, si bien es cierto que en lo que atañe con
la apelación, el funcionario estará sujeto a los temas que le
proponga el recurrente en el recurso, en virtud del artículo
66A, ello no quiere decir que deba someterse el análisis que
se le proponga sobre un tema en especial «pues el
sentenciador es libre para encontrar e interpretar la norma
aplicable al caso concreto, eso sí, siempre que no se varíen los
elementos constitutivos de la causa petendi que delimitan la
litis» (CSJ SL, 17 ab. 2013, rad. 44821).

Siendo ello así, dado que los supuestos fácticos


invocados por el actor desde la demanda inicial fueron edad
y tiempo de servicios, como soporte para solicitar la pensión
de vejez, es claro que el Tribunal estaba facultado para
analizar el asunto atendiendo el régimen que, en virtud de la
transición lo cobijaba -Acuerdo 049 de 1990- como las
normas igualmente vigentes en su caso que, de manera
subsidiaria regían, en defecto de la aplicación de la
mencionada transición.

Así, como quiera a que no podía acogerse al Acuerdo


049 de 1990 –aspecto que no fue cuestionado en este cargo-
bien pudo haberse favorecido de otros regímenes
pensionales, como el previsto en la Ley 100 de 1993 y por
eso, no incurrió el Tribunal en error alguno al haber
efectuado el análisis ya referido.

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En ese orden, la Sala concluye que la decisión del ad


quem, en cuanto a la verificación del cumplimiento de los
requisitos previstos en el Acuerdo 049 de 1990 y en la Ley
100 de 1993 para el caso del actor, fue acertada, por lo que
no le asiste razón a la censura frente a los reparos que
efectúa.

Por lo anterior, el cargo no prospera.

IX. SEGUNDO CARGO

Denuncia la sentencia de ser violatoria de la ley


sustancial por la vía indirecta, en la modalidad de aplicación
indebida del artículo 12 del Acuerdo 049 de 1990, aprobado
por el Decreto 758 del mismo año, en relación con los
artículos 33 de la Ley 100 de 1993, modificado por el 9° de la
Ley 797 de 2003; 50, 60, 61, 66A y 145 del CPTSS, en
concordancia con los artículos 174, 177, 187, 194, 197, 213,
248 y 251 del CPC «dentro de la preceptiva del artículo 51 del
Decreto 2651 de 1991» (f.° 9).

El casacionista, señala que el Tribunal incurrió en los


siguientes yerros fácticos:

[…] decidir sobre temas ajenos al recurso, lo que le llevó a incurrir,


igualmente, en los yerros fácticos de dar por probado, contrario a
la evidencia, que, el actor, no cumplió el mínimo de semanas
cotizadas en los 20 años anteriores al cumplimiento de la edad.

No dar por probado, estándolo, que el actor había superado las


500 semanas exigidas en la ley para acceder a la pensión.

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Indica que dichos errores de hecho se cometieron por la


indebida apreciación del: i) escrito de sustentación del
recurso de apelación (f.° 114) y ii) la historia laboral (f.° 16 a
23). Y, por la falta de valoración de: i) los recursos
gubernativos contra la resolución que negó la pensión de
vejez (f.° 3 y 4); ii) la reclamación administrativa (f.° 12 a 14);
iii) la sentencia de primer grado (audio obrante a f.° 114 y
f.°115 a 116) y iv) la demanda inicial (f.° 24 a 29).

Asevera que el Tribunal, una vez transcribió las


condenas proferidas por el a quo y resumió los argumentos
del fallo de primer grado, explicó que el actor era beneficiario
del régimen de transición pues, contaba con más de 60 años
y 577 semanas cotizadas; determinación que fue apelada por
el Instituto de Seguros Sociales, afirmando que en varias
resoluciones se indicó que el demandante no cumple con el
requisito de semanas, por lo que debía absolvérsele.

Luego de ello, indicó que el juez de segundo grado


explicó que, si bien el afiliado contaba con la edad exigida en
el Acuerdo 049 de 1990, no ocurría lo mismo con la densidad
de semanas, pues sólo contaba con 745.71, de las cuales,
sólo 485.14 habían sido aportadas en los últimos 20 años
anteriores al cumplimiento de la edad, lo que hacía
improcedente el derecho reclamado. Por último, descartó que
en este caso estuvieran acreditados los requisitos contenidos
en la Ley 100 de 1993, la cual, para el año 2007, exige 1100
semanas, con las que no cuenta el demandante.

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A su juicio, el Tribunal decidió en «proceso distinto al


que le sometió a su estudio y consideración» (f.° 10) toda vez
que, si bien el recurso de apelación tenía por objeto obtener
una «nueva revisión del proceso» (f.° 10), es evidente que aquél
no era competente para revocar el fallo de primer grado, en
la medida en que el instituto no pidió su revocatoria. Precisa
que, en todo caso, si la revisión del proceso que proponía el
apelante se fundaba en la supuesta existencia de
resoluciones que negaban el cumplimiento del requisito de
semanas cotizadas por parte del afiliado, el Tribunal «debió
estudiar el recurso […] sólo a partir de las resoluciones
aportadas […] más no apoyándose en documentos que, como
los reportes de semanas cotizadas, son medios de prueba que
no fueron cuestionados […]» (f.° 10).

Entonces, precisa, como el juez de segundo grado hizo


caso omiso de los motivos de inconformidad y abordó el
estudio del recurso de apelación, a partir del reporte de
semanas «incurrió en el yerro fáctico de decidir sobre temas
que no son materia del recurso, con lo que desbordó, entonces,
la congruencia o consonancia que debe existir entre su
decisión y los motivos de apelación, en grave quebranto del
debido proceso» (f.° 10).

Agrega que, de entenderse que era viable analizar la


historia laboral, en todo caso es posible inferir el yerro fáctico
del Tribunal en su valoración, en la medida en que, al
relacionar los tiempos cotizados, no se tuvo en cuenta que el
empleador Mahecha Rodríguez Miguel aportó 997 días entre
el 17 de abril de 1987 y el 2 de enero de 1990 y del 19 de

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febrero de 1988 y el 2 de enero de 1990 «son 684 días» (sic)


(f.° 11), todo lo cual lo habría llevado a concluir que, dentro
de los 20 años anteriores al cumplimiento de 60 años de
edad, cotizó 581.14 semanas, en similares términos a lo
decidido por el a quo en el fallo de primer grado.

Indica que, con el escrito mediante el cual se agotó la


vía gubernativa (f.° 3 y ss), se infiere que cumplió con el
requisito mínimo de cotizaciones -509,28 semanas- al igual
que con el escrito de la demanda inicial, en el que se afirmó
que eran 581 semanas; omisión valorativa que llevó a que se
cometerían los yerros fácticos denunciados, lo que conduce
a la prosperidad del cargo.

X. RÉPLICA

La entidad accionada presentó una réplica conjunta a


los dos cargos, la cual fue referida en precedencia, por lo que
se hace innecesario reiterarla.

XI. CONSIDERACIONES

Son dos los asuntos que se le reprochan al Tribunal en


este cargo: el primero, haber desconocido el principio de
consonancia, que lo llevó a valorar pruebas y a resolver temas
no planteados en el recurso de apelación; el segundo, no
haber tenido en cuenta unas cotizaciones que le permitían
acreditar que el actor contaba con 500 semanas aportadas
dentro de los 20 años anteriores al cumplimiento de los 60

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años de edad para hacerse beneficiario de la pensión de vejez


pretendida.

Frente al primer punto, la Sala advierte que, al igual que


en el cargo anterior, el recurrente le reprocha al Tribunal
haber desatendido el principio de consonancia o
congruencia, pero esta vez, no por el hecho de haber resuelto
su caso a la luz de normas distintas a las invocadas por él en
la demanda inicial, sino por haber excedido sus facultades
en sede de apelación, resolviendo temas ajenos a los
propuestos en el recurso de alzada, lo que considera un yerro
fáctico arbitrario. Al respecto, explica que, aunque el ISS
únicamente pidió la revisión del proceso, el juez de segundo
grado, excediendo su competencia, procedió a revocar la
decisión de primera instancia y que, aunque sólo denunció
algunas resoluciones aduciendo que en ellas se negaba el
cumplimiento de los requisitos para acceder a la pensión de
vejez, en la alzada se entraron a estudiar otros elementos de
prueba, concretamente, su historia laboral, para efectuar un
nuevo análisis sobre el número de semanas cotizadas, actuar
que, aduce, no le era posible realizar.

Como para demostrar esa supuesta incongruencia, la


censura denuncia piezas procesales y pruebas obrantes en el
proceso, la Corte procede al estudio de aquellas mediante las
cuales se pretende demostrar la presunta violación del
principio de consonancia entre el recurso de alzada y el fallo
de segundo grado, en este caso, el escrito de sustentación del
recurso de apelación. Las restantes, se analizarán al
momento en que se efectúe el estudio del segundo de los

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temas planteados en el cargo, pues en ese sentido se


dirigieron los reproches del censor.

Pieza procesal indebidamente valorada

Escrito de sustentación del recurso de apelación (f.°


114)

El Instituto de Seguros Sociales, como sustento de su


recurso de apelación, se limitó a solicitarle al juez de alzada
que hiciera una revisión del proceso pues, en varias de las
resoluciones obrantes al interior del expediente, se había
negado el derecho del actor por no cumplir con la densidad
de semanas, aunque la edad exigida sí la había acreditado.

Pues bien, sin perjuicio de la senda escogida, resulta


oportuno recordar que, al tenor de lo dispuesto en el artículo
66 A del Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social,
el principio de consonancia impone que entre la sentencia de
segunda instancia y las cuestiones que se plantean a través
del recurso de apelación, exista plena correspondencia, lo
que significa que, por regla general, al juzgador le está vedado
apartarse de las materias que le propone el recurrente.

En ese orden de ideas, es deseable que el ejercicio del


derecho de defensa en sede de apelación se asuma con rigor,
esto es: haciendo explícitos los fundamentos del disenso a
través de una argumentación coherente y suficiente que
habilite la competencia del funcionario para analizar, según
corresponda, los aspectos fácticos o jurídicos de los que

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disiente el impugnante, por supuesto que el funcionario no


puede lanzarse oficiosamente a la búsqueda de aquello que
en la sentencia resulte adverso a los intereses de las partes.

Sin embargo, contrario a lo expuesto por la censura, es


claro que el Instituto de Seguros Sociales sí planteó como
tema objeto de su apelación, la densidad de semanas que el
actor había cotizado al régimen de seguridad social en
pensiones, de hecho, ese fue el único aspecto que reprochó,
lo que, sin duda, habilitaba al juez de alzada a verificar si
estaba o no acreditado este requisito, sin incurrir en las
violaciones denunciadas.

Además, como quiera que el apelante mencionó de


forma genérica que se hiciera una «revisión del proceso» pues
en el expediente obraban resoluciones en las que el ISS había
negado el derecho pensional al no cumplir con el mínimo de
cotizaciones exigidas en el Acuerdo 049 de 1990, es claro que
la pretensión iba encaminada a que el ad quem hiciera un
análisis integral de todo el proceso y de las pruebas allí
contenidas, con el fin de esclarecer si se completaban o no
ese mínimo de semanas, siendo la alusión del apelante a «las
resoluciones», no una restricción en el análisis valorativo del
Tribunal, sino una forma de apoyar sus argumentos,
haciendo relación a las constantes negativas en el
reconocimiento pretendido. Por ese motivo, tampoco
desbordó su ámbito funcional cuando apreció las pruebas
debidamente valoradas y decretadas en el trámite para darle
solución al asunto apelado.

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Ahora, el hecho de que el instituto demandado hubiera


solicitado una revisión del proceso para verificar la densidad
de semanas cotizadas por el actor, constituye una petición
expresa y clara para que, de encontrarse que no reúne la
densidad mínima exigida por la ley, se revocara el fallo de
segundo grado y se le absolviera de las condenas impuestas
por el a quo. Por ese motivo, resulta desacertado el alegato
del censor acerca de que el término «revisión» imponía unos
límites concretos al Tribunal y le impedían anular la decisión
apelada, no sólo porque ello desconoce los términos en que
se formuló el recurso de apelación, sino porque pasa por alto
que la revisión integral que pretende el recurrente, contiene
una clara intención de que la decisión se analice con mayor
cuidado y atención y que se someta a un nuevo examen para
corregirlo, enmendarlo o repararlo, tal como surge del
significado propio de dicha acepción.

Por ese motivo, la Corte descarta que el Tribunal


hubiera incurrido en un yerro en la apreciación del recurso
de apelación presentado por el ISS, mucho menos, que
hubiera excedido las facultades que le asisten como juez de
alzada, en la medida en que abordó el análisis de la apelación
atendiendo los términos en los que le fue planteado, siéndole
admisible al colegiado estudiar lo relacionado con el requisito
de densidad de semanas a efectos de obtener la pensión de
vejez solicitada, así como apoyarse en los elementos de
prueba obrantes en el proceso, razón por la cual se descarta
la procedencia del cargo en lo que a este aspecto se refiere.

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Ahora, en cuanto al segundo reproche, el actor aduce


que, si el Tribunal hubiera tenido en cuenta los aportes
efectuados por el empleador «Mahecha Rodríguez Miguel»,
hubiera encontrado, tal como lo concluyó el juez de primera
instancia, que en los últimos 20 años al cumplimiento de la
edad exigida en el Acuerdo 049 de 1990, cotizó 577 semanas,
las cuales exceden los 20 años allí requeridos por el Acuerdo
049 de 1990. Para ello, denuncia las siguientes pruebas, por
su falta de valoración o indebida apreciación, que la Corte
pasa a estudiar:

Pruebas indebidamente apreciadas

Historia laboral (f.° 16 a 23)

Debe recordarse que el Tribunal concluyó que, aunque


el actor había cotizado 745,71 semanas durante toda su vida
laboral, sólo 485,14 lo fueron en los últimos 20 años al
cumplimiento de 60 años de edad, por lo que no era posible
reconocer la pensión de vejez a la luz de las previsiones del
Acuerdo 049 de 1990. Para ello, hizo alusión a los siguientes
empleadores y al respectivo número de aportes efectuados,
así: Laverde Polanco Julio: 21 días; Suárez Hermanos y Cía:
6 días; Grancolombiana de Seguridad: 46 días; Mahecha
Ramírez Miguel: 2743 días y 992 en los últimos 20 años;
Ferretería Edymar: 727 días, los cuales corresponden a los
20 años anteriores al cumplimiento de la edad; Sociedad
Comercial Ferret y Mallas: 161 días; Ferretería Marín: 195
días; Ferretería Marín y Cía Ltda: 14 días; Almacén Soldador
de Bogotá: 30 días y Ferretería Edymar: 1.277 días, para un

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total de 5.220 días en toda su vida laboral que equivalen a


745,71 semanas, de las cuales, 485,14 semanas
corresponden a los últimos 20 años.

Resulta importante precisar que, como el actor no reúne


1000 semanas de cotización en toda su vida laboral –aspecto
indiscutido por las partes- a efectos de obtener la pensión de
vejez consagrada en el Acuerdo 049 de 1990, resulta
necesario que acredite 500 semanas dentro de los 20 años
anteriores al cumplimiento de los 60 años de edad, que en
este caso corresponde al periodo comprendido entre el 17 de
abril de 1987 y el 17 de abril de 2007, teniendo en cuenta
que nació ese mismo día y mes del año 1947 (f.° 15).

Ahora, analizando dichos elementos de juicio, se


advierte que en los folios denunciados obran dos historias
laborales del actor expedidas por el ISS: (i) la primera, en la
que reportan las cotizaciones efectuadas entre 1967 y 1994;
(ii) la segunda, en la que registran los aportes realizados
entre noviembre de 1996 y abril de 2000.

En la primera historia laboral, registran cotizaciones


efectuadas por las empresas Laverde Polanco Julio E, Suárez
Hnos y Cía, Grancolombiana de seguridad y Mahecha
Rodríguez Miguel, desde el 21 de agosto de 1978 hasta el 17
de abril de 1987, para un total de 806 días o 115,14
semanas, las cuales, para los fines aquí perseguidos resultan
irrelevantes, en la medida en que corresponden a un periodo
anterior a los 20 años ya referidos.

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Para lo que resulta trascendente, el empleador Mahecha


Rodríguez Miguel reporta 996 días, entre el 17 de abril de
1987 y el 2 de enero de 1990; Ferretería Edimar: 727 días,
desde el 20 de enero de 1991 hasta el 15 de enero de 1993;
Ferret y Mallas: 161 días, entre el 3 de marzo y el 10 de agosto
de 1993 y Ferretería Marín: 195 días, del 20 de junio al 31
de diciembre de 1994, lo que arroja un total de 2079 días, es
decir, 297 semanas.

Por su parte, en el segundo reporte referenciado, se


constata que el empleador Ferreteria Edimar, cotizó entre
noviembre de 1996 y abril de 2000: 1227 días a nombre del
actor, que corresponden a 175,28 semanas, las que sumadas
a las 297 atrás referidas arrojan un total de 472,28,
inferiores a las 500 exigidas por el régimen de transición del
que alega ser beneficiario. En esa medida, no se advierte el
yerro del Tribunal en la valoración de dichos elementos de
prueba.

Ahora, aunque el demandante considera que existe un


error en la valoración de los aportes efectuados por el
empleador «Mahecha Rodríguez Miguel H», ya que en la
historia reportan cotizaciones en los siguientes dos periodos:
desde el 1° de abril de 1986 al 2 de enero de 1990 -1373 días-
y del 19 de febrero de 1988 al 2 de enero de 1990 -684 días-
los cuales no se contabilizaron en su totalidad por el
Tribunal, lo cierto es que se trata de tiempo simultáneo que
no es posible sumar dos veces, por lo que no es cierto que se
hubiera cometido un error al no tener en cuenta ese tiempo
ya comprendido en el primer reporte.

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En ese sentido se precisó en sentencia CSJ SL 5 jun.


2012, rad. 42299:

De tal modo que independiente de que los aportes que reclama la


censura estuvieran o no en mora, lo cierto es que no es dable
sumarlos al total de semanas cotizadas, habida cuenta que el ISS
subroga el riesgo por un mismo período y no por tiempos dobles.
Por tanto, en los eventos de servicios prestados por el asegurado
en forma simultánea a varios empleadores, los diferentes aportes
se tienen en cuenta únicamente “para establecer el promedio del
salario de base correspondiente, para efectos del pago de las
prestaciones económicas, sin que sobrepase el salario base
máxime asegurable al momento de causarse el derecho” conforme
lo dispone el artículo 81 del Acuerdo 044 de 1989 aprobado por el
Decreto 3063 del mismo año, es decir, incrementa el ingreso base
de cotización más no aumenta el tiempo de cotización o semanas
aportadas.

Adicionalmente, revisado lo aportado después del 1° de enero de


1995, aparecen otras <semanas simultáneas> con varios
empleadores, para el período habido del 1° de junio al 31 de
octubre de 1995 y en los meses de agosto y noviembre de 2001,
que equivalen a 200 días o 28,57 semanas, tiempo que ya está
comprendido en lo cotizado del “01/02/1995” al “31/12/1995” y
de los ciclos “08” y “11” de 2001, según se puede observar en el
cuadro de semanas válidas antes reseñado, y que como se dijo no
es posible sumar.

Por lo anterior, no existe error en la apreciación de las


historias laborales analizadas.

Pruebas y piezas procesales no apreciadas

a. Reclamación administrativa (f.° 13 y 14) y recursos


de reposición y apelación en vía gubernativa (f.° 3 y
4) y demanda inaugural (f.° 24 a 29)

Se trata de la reclamación presentada por el actor el 1°


de marzo de 2011, ante el Instituto de Seguros Sociales,
mediante la cual solicitó el reconocimiento de la pensión de

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vejez. En este documento, el actor afirma que cuenta con 705


semanas en toda su vida laboral, de las cuales, 544 fueron
cotizadas en los últimos 20 años al cumplimiento de los 60
años de edad.

Sin embargo, constituyen sus propias manifestaciones


que, sin que se soporten en elementos probatorios, son
insuficientes para acreditar el número de semanas que
efectivamente fueron cotizadas por él, por lo que, su falta de
apreciación por parte del Tribunal, no tiene ninguna
relevancia pues, más allá de las afirmaciones que hagan las
partes al interior del proceso o con ocasión de un trámite
administrativo, lo que resulta esencial es acreditar tales
supuestos con medios de convicción idóneos y pertinentes,
lo que no se demuestra con el documento denunciado.

b. Sentencia de primer grado (f.os 12 a 14)

Frente a este punto, cabe resaltar que el actor denuncia


como pieza procesal no apreciada la sentencia de primer
grado para aducir que el Tribunal debió confirmar esta
decisión. No obstante, pasa por alto que dicha providencia no
se pude atacar en sede de casación como acto procesal para
configurar un error de hecho, el cual se demuestra con los
medios de convicción allegados o practicados en el proceso,
en contra de lo decidido por el Tribunal.

En ese orden de ideas, al no existir un reproche


concreto y contundente preciso en el que se demuestre un
error del Tribunal ostensible en la valoración de los

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elementos de prueba y piezas procesales denunciados; al


haberse concluido que, en efecto, el actor no cotizó el mínimo
de semanas exigido por la ley para obtener el reconocimiento
de su derecho pensional y, al no ser sus propias
manifestaciones una prueba idónea o suficiente para
acreditar esa exigencia que en este caso se echó de menos,
no hay lugar a casar el fallo impugnado.

Por lo anterior, el cargo no prospera.

Las costas estarán a cargo de la parte demandante. Se


fija como agencias en derecho la suma de $3.750.000, que se
incluirán en la liquidación que se practique conforme a lo
dispuesto en el artículo 366 del Código General del Proceso.

XII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia dictada el 7 de noviembre de 2013, por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,
dentro del proceso ordinario laboral que instauró CLAUDIO
GONZÁLEZ ACUÑA, contra el INSTITUTO DE SEGUROS
SOCIALES, hoy COLPENSIONES.

Costas como se indicó en precedencia.

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Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

ERNESTO FORERO VARGAS

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