Você está na página 1de 2

No debería sorprendernos que durante los últimos cuarenta años el principal medio de

lavado de cerebro haya sido una tecnología de imágenes en movimiento y grabación


de sonido (televisión, películas, música grabada) capaz de cambiar nuestro propio concepto
de verdad. En 1956, un hombre llamado Theodor Adorno[37]en Television and the Patterns of
Mass Culture (La televisión y las pautas de la cultura de masas), explicó que la «televisión es
un medio de condicionamiento y control psicológico como nunca se ha soñado». Para Adorno
y sus colaboradores, escribe Harley Schlanger, la «televisión suponía un medio ideal para
crear una cultura homogénea, una cultura de masas, a través de la cual se pudiera controlar
y conformar la opinión pública de modo que todo el mundo en el país acabara pensando lo
mismo».
«La manipulación inteligente y consciente de los hábitos y opiniones organizadas de las
masas es un elemento importante en una sociedad. Aquellos que saben manipular este
mecanismo oculto [es decir, la televisión y la publicidad y, como consecuencia directa, la
opinión pública] de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el que realmente
manda en nuestro país.» Así empieza Propaganda, una descarada apología de un Gobierno
Mundial Único que en 1928 publicó Edgard Bernays, sobrino de Sigmund Freud, y en la que
también afirma lo siguiente: «Conforme la civilización se vuelve más compleja, y conforme la
necesidad de un gobierno invisible se hace más patente, se han inventado y desarrollado
medios capaces de reglamentar la opinión pública.».
Una vez que los controladores –científicos sociales en las principales instituciones de lavado
de cerebro del mundo– comprendieron que el ciudadano no tiende tanto a comprar ideas
como a adquirir sicológicamente un ideal inalcanzable, en seguida tuvieron a su disposición
las herramientas necesarias para cambiar el perfil moral y la conciencia de la sociedad (lo
que los freudianos denominan «superyó»). Para la gente del CFR (Council on Foreign
Relations) y para los bilderbergers, controlar la mente de las personas era una cuestión
clave.
Directivos del propio Club Bilderberg han afirmado que esa discreción es necesaria para que
quienes participan en los debates puedan hablar con libertad sin ver reflejadas sus
declaraciones en los periódicos. Esa discreción, sin duda, permite que el Club Bilderberg
delibere con mayor libertad. Pero eso, sin embargo, no corresponde a la pregunta
fundamental: ¿sobre qué hablan los más poderosos del mundo en esas reuniones?
En cualquier democracia moderna se protege el derecho a la intimidad. ¿Pero el público no
tiene derecho a saber de qué hablan los más importantes presidentes, primeros ministros,
reyes y reinas de todas las casas europeas cuando se reúnen con los empresarios y banqueros
más ricos de sus respectivos países? ¿Qué garantías tienen los ciudadanos de que el Club
Bilderberg no es un centro de tráfico de influencias y de cabildeo si no se les permite conocer
de qué hablan allí sus representantes? ¿Por qué el foro de Davos y las reuniones del G8
aparecen en las portadas de todos los periódicos y se permite el ingreso de miles y miles de
periodistas? ¿Por qué nadie cubre las reuniones del Club Bilderberg, a pesar de que a ellas
asisten regularmente los presidentes de entidades financieras como el Fondo Monetario
Internacional, el banco Mundial, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, presidentes
de las empresas más poderosas del mundo como DaimlerChrysler, Coca Cola, PepsiCo, Ford,
General Motors, Novartis, AstraZeneca, British Petroleum, Shell, Chase Manhattan Bank,
UBS Warburg, Soros Fund Management, Kissinger Associates, Nokia, Motorota, Ericsson,
American Express, France Telecom, German Telecom, British Telecom, Goldman Sachs,
Lazard Frères, Deutsche Bank, JP Morgan, Xerox, Microsoft, Oracle, EADS, secretarios de
Defensa y vicepresidentes de Estados Unidos, representantes de comités nacionales
democráticos y republicanos estadounidenses, directores de la CIA y del FBI, secretarios
generales de la OTAN, todos los comisarios europeos, senadores y congresistas
estadounidenses, primeros ministros europeos y líderes de los partidos de la oposición,
gobernadores de todos los bancoscentrales de todos los países europeos, los principales
editores y los directores de los periódicos más importantes del mundo?

Você também pode gostar