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AUTORREGULACIÓN

Podemos entender como autorregulación o autocontrol a la capacidad o al


conjunto de procesos que llevamos a cabo por tal de gestionarnos con éxito
a nosotros mismos. Esta capacidad permite que analicemos el entorno y
respondamos en consecuencia pudiendo cambiar nuestra actuación o
perspectiva en caso de necesitarlo. En definitiva, hace que podamos dirigir
nuestros pensamientos, emociones y conducta hacia la correcta adaptación
en el medio y el cumplimiento de nuestros deseos y expectativas en base a
las circunstancias contextuales.

La autorregulación no sólo se da a nivel conductual, sino que también la


aplicamos cuando gestionamos nuestros pensamientos, emociones y
capacidad para motivarnos (aspecto con el que se encuentra ampliamente
vinculada).

El conjunto de procesos llevados a cabo son en gran parte conscientes,


requiriendo la capacidad de automonitorizarse o pautar el propio
comportamiento, autoevaluarse o dar un juicio de valor a la propia
actuación, sentimientos o pensamientos, autodirigirse o enfocarse hacia una
meta y autorreforzarse u obtener gratificación interna ante la consecución de
ella o la realización de la conducta dirigida a ella. Sin estas capacidades no
podríamos dirigirnos de forma adaptativa.

La Autorregulación en el aprendizaje
La autorregulación puede ser definida como un proceso autodirigido a través
del cual los aprendices transforman sus capacidades cognitivas y afectivas en
habilidades académicas, puestas al servicio del logro de sus objetivos de
aprendizaje. Es multidimensional, e implica componentes personales
(cognitivos y emocionales), de comportamiento y contextuales.

La Autorregulación corporal
En este último caso podríamos decir por ejemplo que, constantemente
nuestro cuerpo está utilizando los mecanismos de autorregulación natural
para mantener nuestro organismo en homeostasis, es decir, en equilibrio.
Así, estímulos como el hambre y la sed, o mecanismos como el respiratorio,
logran encontrar el punto justo donde su funcionamiento es eficaz y
eficiente. Entonces, por ejemplo, en el caso de la respiración, es debido la
autorregulación la que nos indica cada cuantos segundos se va a inhalar y
exhalar, para que no se respire menos de lo necesario generando
hipoventilación, o por el contrario, más de lo necesario alcanzando un grado
de hiperventilación.

La autorregulación emocional
De la misma manera, un sujeto puede utilizar este mecanismo para controlar
sus emociones, y por ejemplo, ante una situación de tensión o angustia no
llorar en público.

Así también, puede utilizarse el término para describir el autocontrol


ejercido por una persona sobre una conducta, como puede ser por ejemplo,
comer; donde el sujeto puede regular la cantidad de comida que ingiere a
pesar del hambre que tiene en función de una dieta que quiere seguir.

Desarrollo de la Autorregulación
La autorregulación se trata de una habilidad que no es completamente
innata sino que se va desarrollando y fortaleciendo en base a nuestro
aprendizaje y las circunstancias y estímulos que forman parte de nuestras
vidas. A nivel biológico se corresponde en gran medida con el desarrollo del
lóbulo frontal, y especialmente el lóbulo prefrontal.

Una alteración o retraso en dicho desarrollo provocará una mayor dificultad


a la hora de regular la propia conducta. Pero también es imprescindible la
presencia de conexiones entre éste área y otras estructuras tales como el
sistema límbico, los ganglios basales o el cerebelo.

La autorregulación a nivel social


La autorregulación a nivel social se efectúa sobre la base de información
acerca de la relación de la posición actual con respecto al estado deseado, o
sobre la eficacia y eficiencia de los procesos de autorregulación. En la
recepción, almacenamiento, procesamiento y salida de la misma participan
procesos mentales conscientes así como otros que se efectúan al margen de
la conciencia y por lo tanto subconsciente.
El individuo no puede ser consciente de la marcha de sus procesos de
autorregulación en todos los niveles de integración sistémica que lo
componen ni en todos los que él forma parte. No puede ser consciente de
los procesos de autorregulación a nivel de sus células ni de los que ocurren a
nivel de biosfera. Y de la marcha de su autorregulación a nivel social, de la
cual puede ser potencialmente consciente, tampoco lo es, ni es necesario
que lo sea, de todo el proceso ni en todo momento. A no ser que esa
autorregulación orientada a determinados objetivos sea ineficiente o ineficaz,
haya que realizar una revisión y replanteamiento de la misma y el individuo
sea capaz de realizar tal revisión.

Un elemento importante de la autorregulación a nivel social lo constituye el


sistema de objetivos, metas o patrones de autorregulación hacia los cuales se
dirige la actividad. De hecho, una forma grave de desorientación aparece por
la ausencia de patrón de autorregulación o alteraciones de este.

En el proceso de autorregulación social de un individuo o grupo van a existir


todo un sistema de objetivos y subobjetivos organizados jerárquicamente,
que pudieran graficarse como una pirámide en cuya cúspide se encontrarán
los objetivos rectores de máximo grado de generalización pero que aportan
poca claridad sobre cómo alcanzarlos, y en orden descendente objetivos con
menos grado de generalización pero que aportan más claridad sobre cómo
lograrlos. Los resultados de la conducta son evaluados por el individuo o
grupo que se autorregula en función de su acercamiento o no a los objetivos
planteados, y sobre la base de tal evaluación se corrige el curso de la misma,
así como el sistema de objetivos u otros elementos biológicos, psicológicos o
sociales necesarios para alcanzar las metas.

En el caso de la sociedad tenemos como objetivos más generales a la


orientación fundamental de los sistemas ético-filosóficos que coexisten en
ella y los objetivos rectores de cada institución social. Ocupando niveles
jerárquicos inferiores pudieran mencionarse a los ideales sociales de todo
tipo, sistema de normas imperantes en la sociedad (morales, jurídicas y
administrativas), mitos, tabúes, etc., lo cual pudiera ser también graficado
como una pirámide.
Importancia de la autorregulación
Aunque la capacidad de la autorregulación es parcialmente heredada, es
posible desarrollarla a través de la práctica, inclusive en la adultez. La
autorregulación es un recurso limitado, pero puede fortalecerse como si
fuera un músculo.

Actualmente los padres obtienen mayores recompensas si desarrollan la


autorregulación en sus niños, que si lo hacen en la inteligencia. Esto se debe
a que la mayoría de los niños de clase media reciben suficiente estimulación
cognitiva, logrando su potencial casi completo.

En contraste muchos niños requieren incrementar su autorregulación y las


investigaciones científicas sugieren que podrían mejorar su vida futura de
manera significativa.

Como aumentar la autorregulación


En aquellos casos en que la capacidad de autorregulación es poco adaptativa
o no se ha desarrollado completamente puede ser de gran utilidad llevar a
cabo diferentes prácticas para incrementarla.

En este sentido el tipo de actividades, tratamientos y terapias a aplicar


dependerán de los motivos de la falta de autorregulación, sus consecuencias
o dónde se encuentre el principal déficit. Entrenar y facilitar el uso de la
metacognición y la reflexión, el aplazamiento de juicio y la generación de
alternativas o la educación emocional suele ser recomendable. También el
modelado y el uso de las autoinstrucciones son de gran utilidad. En algunos
casos puede ser necesaria presentación de ayudas ajustadas para combatir
limitaciones existentes.

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