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(Fig. 8-14).
Alza abierta
La línea de mira queda determinada por la muesca del alza y el punto de mira.
Para que la puntería sea correcta, debe verse la misma cantidad de luz a derecha e
izquierda, y su punto más alto debe quedar siempre enrasado con la base del
triángulo imaginario que forma la muesca del alza.
Alza cerrada (Fig. 8-14).
Debe hacerse coincidir la parte más alta del punto de mira con el blanco, viendo la
cúspide del punto de mira centrado en la apertura circular del alza.
CONTROL DE DISPARO.
La clave de un buen disparo reside en respirar correctamente al apuntar, pulsar el
disparador de forma idónea y acompañar el movimiento del fusil con el cuerpo sin
deshacer la posición de tiro.
a. Respiración.
Si el tirador respira normalmente mientras apunta y dispara, el movimiento de su
pecho lo transmite al fusil. Para evitarlo, debe aprender a contener la respiración
durante unos segundos, los necesarios para apuntar y disparar.
Al dejar de respirar, una cierta cantidad de aire queda retenida en los pulmones,
momento en que la musculatura permanece relajada al no producirse esfuerzo
alguno. Debe iniciarse el ciclo respirando normalmente, expulsando parte del aire
tomado, conteniendo la respiración y finalmente disparando.
Si el tirador, a los 8-10 segundos, no ha podido realizar el disparo, debe desistir de
su empeño y descansar, ventilando los pulmones con inhalaciones algo más
profundas, aprovechando también para descansar su visión.
Lo normal es hacer una inspiración profunda antes de disparar y expulsar el aire
lentamente, reteniendo la respiración en forma gradual y produciendo la pausa
respiratoria antes de la total expulsión, del aire. Hay que procurar no alargar
demasiado la pausa ya que el ansia normal del cuerpo por recuperar el aliento va
en perjuicio de la capacidad de concentración.
POSICIONES BASICAS.
a. Generalidades.
Solo una correcta instrucción o adiestramiento del combatiente le permite ejecutar de
una manera eficaz el tiro con su FUSA. La realización de las diferentes posiciones
del tiro de instrucción y el desarrollo de frecuentes y variados ejercicios permiten
formar adecuadamente a los tiradores en la realidad del combate. Las posiciones de
tiro se repetirán muchas veces hasta que el tirador las adopte con naturalidad,
corrección y rapidez. Una vez adquiridas, se seguirán practicando como
entrenamiento para que el tirador conserve la destreza adquirida y la perfeccione.
b. Posición de tendido
El cuerpo debe estar en una posición ligeramente oblicua en la línea de tiro. La
pierna izquierda estirada y la derecha flexionada para aliviar la tensión del
abdomen y la presión del pecho. Debe existir una separación cómoda de las
piernas.
El fusil debe apoyarse en tres puntos: la mano izquierda, la derecha y el hombro.
El brazo izquierdo, ayudado por el fusil, sostiene el arma por medio del sistema
óseo, sin tensión muscular.
El guardamano del fusil debe sujetarse con firmeza para controlar el arma sin
necesidad de tener que empuñarla con tensión.
La mano derecha sujeta el pistolete, con el brazo derecho relajado para mantener
la perfecta alineación del arma. La cabeza está recta, sin ladearla ni inclinarla. La
carrillera de la culata soporta a la cabeza, debiendo ser constante la presión sobre
la mejilla.
Durante el tiro, nunca debe moverse el codo izquierdo.
Si el tirador observa que al apuntar el arma queda a un lado del blanco, debe girar
todo el cuerpo a derecha o izquierda sobre el codo izquierdo como punto de
apoyo. Las correcciones en altura se realizan adelantando o retrasando
ligeramente las caderas.
e. Posición en pie
Los pies se separan la anchura de los hombros o una distancia ligeramente
inferior, con el peso del cuerpo repartido entre ambos.
La línea imaginaria que pasa por los hombros debe aproximarse a la línea de tiro.
El torso se inclina a la derecha y atrás, con las caderas y las piernas inmóviles con
el fin de disminuir lo más posible la oscilación horizontal del arma.
El codo izquierdo se apoya en el hueso de la cadera. Si no es posible, se
mantiene pegado el brazo izquierdo a lo largo del cuerpo para
apoyar al arma sin trabajo. El codo izquierdo queda debajo del arma, recayendo
su peso sobre la muñeca y nunca sobre la palma.
El brazo derecho levantado proporciona mayor facilidad en el disparo, con los
hombros relajados sin que el derecho busque la culata. La cabeza debe estar lo
más vertical posible, sin inclinación lateral.
Si al mirar al blanco el tirador observa que queda situado a derecha o izquierda del
arma, debe corregir la posición moviendo únicamente los pies.