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UN NUEVO SISTEMA DE INDICADORES CONTROLARÁ

LAS SEQUÍAS EN BOLIVIA

El sistema de suministro de agua potable a las poblaciones de La Paz y El Alto está


constituido en la actualidad por 17 presas y lagunas de más de 0,1 hm3 (Hectómetros
cúbicos, 1 hm3 = 1.000.000.000 litros) de capacidad, con un total de más de 65
hm3 de volumen útil.

Las mayores son las de Tuni, con 25 hm 3 y la de Milluni con 11 hm3. Están
concentradas en las faldas de la Cordillera Real de los Andes, en cuencas de pequeño
tamaño, interconectadas a través de conducciones que, finalmente, entregan el agua
almacenada en los embalses a cinco plantas potabilizadoras desde las que se envía a
los usuarios a través de la red de distribución.

La Empresa Pública Social de Agua y Saneamiento (EPSAS) gestiona el sistema,


desde la operación de las presas, conducciones y plantas de tratamiento hasta la red
de distribución.
La oferta media de agua superficial del sistema es de unos 83 hm 3/año y la capacidad
de extracción de los pozos del acuífero Purapurani de unos 35 hm 3/año. El total de
recursos medios asciende a 118 hm3/a. La demanda en las plantas de tratamiento
estimada para 2019 es de cerca de 86 hm 3/año, el 73% de los recursos medios. Pero
antes de la implementación de nuevas infraestructuras desarrolladas por el plan de
contingencia impulsado por las instituciones del país, existía un riesgo elevado de
presentación de episodios de sequía, generalmente debidos a la escasez de
precipitación en la estación húmeda o al agotamiento de las reservas por retraso en el
comienzo de las lluvias.

En el año 2016, el sistema tenía una demanda de 77 hm3/año y una capacidad de


embalse de 47 hm3, el 75% de la actual. Las lluvias al comienzo de la estación
húmeda fueron menores de lo normal, por lo que, en el mes de noviembre, las
poblaciones de La Paz y El Alto, con cerca de 1,7 millones de habitantes comenzaron
a sufrir una sequía que obligó a aplicar fuertes restricciones al servicio de
abastecimiento de agua y que se prolongó hasta principios de febrero de 2017.
Los graves daños ocasionados dieron paso a un amplio debate en los ámbitos
político, técnico y social sobre la necesidad de garantizar el suministro de agua
futuro. Como consecuencia, se tomaron diversas medidas de carácter institucional y
técnico, en su mayor parte recogidas en el Plan de Contingencias 2017 de EPSAS
cuyo objetivo era “…minimizar los efectos de eventos climatológicos o siniestros, en la
prestación del servicio de agua potable…”

En el marco de estas actuaciones sobre la infraestructura y operación del sistema,


el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, adjudicó al Grupo INCLAM el contrato
para la redacción de una propuesta de Plan de Gestión de Sequías de El Alto y La
Paz. Su objetivo, complementario a las medidas adoptadas en 2017 era anticipar en
lo posible la ocurrencia de sequías en la zona y tomar las medidas necesarias
para reducir su impacto.

Inclam tiene una amplia experiencia en este tipo de estudios, por lo que propuso
al BID aplicar los métodos desarrollados para casos similares en España,
especialmente en la gestión de sequías del Área Metropolitana de Barcelona,
mejorados y adaptados a las condiciones específicas del sistema de EPSAS.
El estudio se realizó entre enero y septiembre de 2018. Desde el primer
momento, INCLAM mantuvo una fluida comunicación con los principales actores
implicados en el problema: Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), Autoridad
de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento Básico
(AAPS) y EPSAS.

Hay que destacar la intensa colaboración mantenida con los técnicos de EPSAS
y los responsables del Ministerio de Medio Ambiente y Agua y el ente regulador
del agua y saneamiento (AAPS), cuya implicación ha sido fundamental durante
todo el proceso, ya que como gestores del sistema son los que mejor conocen sus
fortalezas y debilidades. Su participación en el desarrollo de los protocolos de gestión
de sequías es sin duda esencial ya que serán quienes los apliquen cuando se pongan
en funcionamiento.

La gestión de sequías propuesta se basa en el seguimiento de unos indicadores


que representan el estado hidrológico del sistema. En cada uno de ellos, se
determinan ―mediante un modelo matemático de gestión del sistema― unos
umbrales que advierten de la posible falta de recursos en el inmediato futuro. A su vez,
cada umbral lleva asociadas las medidas de incremento de oferta de agua o reducción
de demanda que minimicen el impacto de la previsible sequía y eviten la repetición de
episodios como el de 2016.

El trabajo de Inclam se ha centrado en la gestión del sistema para el horizonte


de los próximos años, sin entrar en la planificación y estudio de las obras
necesarias para cubrir la creciente demanda de agua del sistema en el futuro,
sino definiendo las reglas de operación necesarias para la explotación de su complejo
sistema multifuente, múltiples reservorios y conexiones en alta, además de
transferencias en la red de distribución, tanto en el escenario de normalidad
hidrológica, como en la situación de alerta y emergencia.

Tanto el BID como las distintas instituciones bolivianas han mostrado su alto grado
satisfacción por las conclusiones del estudio. De hecho, los técnicos
de EPSAS afirman que ya están monitoreando los indicadores de sequía propuestos
en el protocolo desarrollado por INCLAM.

FUENTE:

Iagua, (2019). Un nuevo sistema de indicadores controlará las sequías en Bolivia. Recuperado de:
https://www.iagua.es/noticias/grupo-inclam/nuevo-sistema-indicadores-controlara-sequias
bolivia?fbclid=IwAR2Y6gjyW02t_YiqIgeXu4wKy82iv2kztST4RpQad5F0tn8rDf3S2Gx8Qe0

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