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Economía y sociedad (1806-1852): Buenos Aires de Cepeda a Caseros.

Cansanello

La caída del Directorio significó el derrumbe del precario edificio estatal en el que se sostenían los gobiernos de
las Provincias Unidas. Desde entonces en cada una de ellas hubo que: definir el territorio, establecer el orden jurídico e
imponer autoridades legítimas. A tales efectos debieron contar con sus propias burocracias administrativas, un esfuerzo
demasiado grande para provincias que mantenían arcaicas rutinas de recaudación fiscal. En consecuencia, la modalidad
adoptada para el financiamiento giró en torno a los aranceles a las importaciones y a las mercaderías en tránsito, al tiempo
que se mantuvieron los derechos sobre las exportaciones. La escasez de recursos fiscales en metálico fue el núcleo de la
debilidad estructural manifestada por las provincias, a excepción de Córdoba y Corrientes.
No fue éste el caso de Buenos Aires, que inició con un crecimiento hasta entonces desconocido. El estado de BA
se hizo entonces cargo de la deuda nacional, pero al mismo tiempo negó toda participación al resto de las provincias
sobre los ingresos que obtenía de la Aduana. Martin Rodriguez en 1821: expansión hacia el sur del Salado y reformas de
Rivadavia y Garcia. Feliz experiencia: creciente producción pecuaria de exportación. La economía de Buenos Aires sostuvo
el rápido crecimiento de su comercio con el empuje de sus fronteras sobre el territorio indígena; buena parte de ese
crecimiento se debió también a la agricultura. La prod destacada fue la del ganado vacuno, cuya carne se consumía en los
mercados urbanos y sus cueros fueron la principal mercancía de exp, mientras que la ind + importante fue la saladeril.

Comercio y producción
La ciudad crecía debido al empuje de la actividad mercantil, de importación y de introducción de mercaderías
hacia el interior, capacidad siempre sujeta al crecimiento de las exportaciones. De Gran Bretaña llegaban periódicamente
embarcaciones alistadas en Liverpool o en Londres. Bajo los pabellones de Estados Unidos, Francia, Suecia, Dinamarca,
Holanda, arribó por esos años otra importante cantidad de embarcaciones. Las mercaderías arribadas a puerto eran
reembarcadas hacia Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes, o bien partían en carretas hacia el interior. Desde el sur, a su vez,
llegaban el ganado y los cueros para el consumo porteño y para la exportación, así como plumeros, pieles, botas y tejidos
desde los toldos. Muchos extranjeros se dedicaban a las actividades mercantiles. Los criollos también se lanzaron con
éxito al gran comercio de ultramar y al de los ríos interiores, integrando sociedades con los extranjeros o poniendo tiendas
y pulperías por su cuenta. Los emprendimientos industriales no fueron muchos ni variados durante la 1ra parte del S XIX.
Los avances tecnológicos más importantes estuvieron ligados al uso de máquinas a vapor introducidas durante
1840. Los avances técnicos en el agro fueron muy pocos: los arados eran primitivos, tirados por bueyes. Alrededor de 1825
fue incorporado en los pozos el uso del balde volcador para el riego y la bebida de los animales. + suerte tuvieron los
acopiadores de cueros con la intro de la prensa mecánica. Les permitió aumentar la cantidad de unidades por envío.

La tierra y el trabajo rural


Casi todos los alimentos provenían de la campaña aunque también se importaba harina, azúcar, yerba, vinos,
canela, pimienta y diversas bebidas alcohólicas. En las tierras inmediatas a la ciudad se ubicaban las huertas o quintas; más
alejadas, las chacras cerealeras. Saladeros con peones asalariados: gran aprovechamiento de la carne.
Junto a las grandes estancias, se mantuvo una extendida y tradicional modalidad de explotaciones domésticas
en las que se empeñaba la mayor parte de la población rural establecida. Los labradores eran muy pobres. Por esa razón,
la producción era financiada por los capitalistas, como pulperos y tenderos que, a la vez, solían ser también chacareros,
ganaderos o transportistas. La fuerza de trabajo rural se desenvolvió sobre la base de una combinación de producciones
domésticas para el mercado y de empleos temporales en estancias y chacras. Esta situación condicionó severamente la
oferta de mano de obra que, por otra parte, no se podía estabilizar por el carácter estacional de las producciones
ganaderas y agrarias. Las condiciones económicas en que se desenvolvió la producción pecuaria pusieron rápidamente al
descubierto las posibilidades que brindaba el uso extensivo de la tierra con mínima inversión de capital a la vez que un
uso poco intensivo del trabajo. Este proceso fue impulsado por el coste de los factores: la tierra era abundante y de bajo
precio relativo, mientras el capital y el trabajo eran escasos y por ello caros.
La abundancia de tierras, al sur del Salado, fue un incentivo para que numerosos individuos se lanzasen a
ocuparlas. La anexión de nuevos territorios se realizó al amparo de leyes y costumbres coloniales. Las tierras se integraban
al patrimonio del Estado de Buenos Aires, el que luego permitía o impedía la posesión a los particulares. El Estado concedió
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tierras en enfiteusis desde 1822 hasta 1840. Después de la Campaña del Desierto, realizada por Rosas entre 1833 y 1839,
el territorio provincial se extendió a 6755 leguas cuadradas. En esa extensa área se efectuaron los mayores traspasos de
tierras a particulares que cesaron hacia 1840. Como las parcelas no podían ser vendidas por el Estado y tampoco por los
particulares no se conformó un mercado de tierras, aunque se compraban y vendían las tenencias. De este proceso
salieron favorecidos poderosos comerciantes ganaderos que hicieron importante acumulación de tenencias.
No obstante, ninguna de las medidas de esa 1er década sirvieron a los objetivos deseados. La recaudación fue
magra y el incumplimiento del canon extendido. 1836: Rosas venta de tierras x déficit fiscal. Se expandio la cria del lanar.

El crecimiento de la sociedad y la expansión estatal


Hacia fines de 1820 Buenos Aires se encontraba desligada del conjunto de las Provincias Unidas. Nada la
comprometía a sostener los ejércitos libertadores en territorio americano, tampoco otras fuerzas en operaciones más allá
de su propio territorio. Se impuso así una adecuación institucional y la reducción drástica de la burocracia heredada.
Suprimidos los Cabildos de Buenos Aires y Luján, se reforzó la figura del gobernador y se creó un organismo
representativo, la Honorable Junta de Representantes.
La Reforma militar dejó fuera de las listas a oficiales y cuadros que no se consideraron necesarios. A los oficiales
y clases que permanecieron en actividad se les llamó “reformados” y en 1822 se dictó una ley que completó las medidas y
creó normas precisas para el servicio militar de todos los habitantes masculinos que registraban domicilio en el territorio
provincial. Vinculada con esto, debe interpretarse la ley electoral del año 1821: ambos eventos apuntaban a definir
derechos y obligaciones de todos los individuos incluidos en la sociedad que se estaba formando. Con la decisión de
extender la justicia a todo el territorio, se reemplazaron -en 1822- los antiguos alcaldes y los comandantes de fronteras por
jueces civiles, de paz, en la Capital y también en la campaña. Vecinos que escribían y leían. 8 distritos (se suprimio)
El modelo organizacional fue configurado a partir de las Reformas de 1821 y, con éxitos y fracasos, quedó
sellado durante el primer gob de Rosas. La dinámica con que se dio el movimiento de las fronteras exigió un esquema de
adecuación estatal permanente y una constante práctica de legitimación de las autoridades. Formacion de pueblos.

Los ingresos públicos provinciales desde 1821


Dentro del conjunto de reformas elaboradas durante la “Feliz Experiencia” se encuentran las que estuvieron
dirigidas a sanear las finanzas estatales. A tal fin se realizaron cambios en el sistema tributario. Se suprimieron impuestos
directos heredados de la Colonia, como el diezmo, y se estableció en su reemplazo la Contribución Directa. Se trató de
manejar la deuda y luego, de independizar la recaudación de las rentas aduaneras. Pero para ello fue necesario sanear la
plaza de medios monetarios no deseados. Habían desaparecido de la circulación las monedas metálicas, reemplazadas
desde 1813 por títulos de deuda, con los que sus tenedores podían pagar derechos de aduana. Corrían también letras y
hasta vales para el comercio al menudeo. La reorganización del Crédito Público representaba el dilema central para los
administradores que habían heredado deudas de las Provincias Unidas, a pagar con fondos provinciales. Se descubrió la
posibilidad que brindaban las tierras en el sur y la tremenda potencialidad del sector externo.
El Estado consolidó entonces la Deuda, esto es, reconoció y unificó una parte de ella para refinanciarla con
bonos. La garantía de las emisiones estaría dada por el Estado de BA, que desalentó la circulación de los bonos al
prohibirla posibilidad de que fueran utilizados en el descuento de derechos aduaneros. Buscó reemplazar la falta de
metálico con billetes y monedas de cobre. Para tal fin se colocó un empréstito en Londres, tramitado por la compañía
Bahring Brothers, para dotar de fondos al Banco de Buenos Aires creado en 1822. Las reformas alentaron un pronunciado
crecimiento de la economía que sólo se detuvo x la Guerra con Brasil. Con el impulso de la expansión monetaria
aumentaban las importaciones desequilibrando notoriamente la balanza comercial. Bloqueo e inflación.

El banco nacional y el estado porteño


En 1826 fue liquidado el quebrado Banco de la Provincia y se creó en su reemplazo el Banco Nacional. La
República fundada por el Congreso Constituyente no superó la crisis provocada por la Guerra con Brasil, la Constitución
unitaria y el proyecto de federalización de Buenos Aires. Se derrumbó en 1827 para dejar paso a un nuevo período de
autonomías provinciales. De todos modos, el Banco se mantuvo en actividades hasta 1836. Desde su fundación, el banco
emitió billetes y admitió letras presentadas por comerciantes para su descuento. Su principal deudor fue el gobierno
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bonaerense que presionó para poder financiar sus gastos con emisión. El recurso no podía sino desatar inflación, la que,
alimentada por la inestabilidad política, fue una característica que acompañó por varios años la gestión de gobierno.

La ley de aduana y el comercio con las provincias


El vínculo confederativo se estableció el 4 de enero de 1831, con la firma del Pacto Federal. Durante las sesiones
que se realizaron para concretar dicho Pacto, los diputados de los cuatro estados litorales se enfrascaron en una fuerte
discusión sobre el librecambio. Los encuentros y desencuentros giraban en torno a las rentas de la Aduana porteña. Otro
eje de la disputa fue la exigencia de las provincias del Litoral para que se abrieran los ríos a la navegación extranjera, a fin
de acceder libremente al comercio de ultramar, y en su defecto, se reclamaba que fueran elevados los aranceles a la
importación y se distribuyeran los ingresos entre las provincias.
En 1835, Rosas promulgó la Ley de Aduana. Establecía que todos los efectos de ultramar pagarían un arancel del
25% que aumentaba al 30% para los caldos y aceites, y al 40% para ropas y calzados. En el capítulo 2º de la Ley se
estableció la prohibición de importar productos que la Confederación podia proveer: cuero, madera, latón, hierro, estaño,
cobre, etc. El proyecto del rusismo apuntó a lograr cierto equilibrio en las balanzas de pago de las provincias, dado que la
proporción de las entradas en cada una de ellas era superior a las salidas. La Ley de Aduana fue considerada por actores y
estudiosos, como el instrumento necesario para alcanzar un acuerdo duradero con los estados provinciales.
Parte de la historiografía recalcó siempre que el libre comercio ejercido desde el puerto había logrado destruir
las industrias artesanales, pero no reflexionó lo suficiente sobre el carácter de la articulación mercantil, que le impedía a
las provincias prescindir del comercio con Buenos Aires. Por ello es que éstas exigían establecer escalas arancelarias y
elevar los gravámenes, para poder repartir el producto entre todas. La implementación de la Ley no fue del todo feliz,
debido a que tuvo que ser corregida varias veces, en parte por la presión de los bloqueos.

El crédito público y la aduana


Financiación estatal: la continuidad del proyecto de la administración liberal durante la 1ra década de
autonomía no fue alterada durante los gobiernos federales. El gasto público fue cubierto de diferentes maneras, en parte
por la recaudación de las rentas de aduana, por bonos –títulos y letras- y por emisión de papel moneda.
La provincia tuvo que desarrollar los instrumentos que le permitieran desarrollar políticas monetarias y de
crédito de acuerdo con su calidad soberana. Cerró el Banco Nacional en 1836 y lo reemplazó con la Casa de la Moneda, a
la que le fueron asignadas funciones de emisión, cancelación y retiro de billetes y de monedas metálicas. Cobro de
derechos de Aduana fue el principal sostén. Cuanto + crecía el consumo de bienes importados, + eran los recursos
captados por el Estado. Sin embargo, este mecanismo no resolvía por si solo el problema del financiamiento porque hubo
una recurrente necesidad de medios de pago internacionales para las obligaciones tomadas con el empréstito: mantener
fuerzas militares en el exterior y adquirir armamentos e importaciones para infraestructura. El Estado, obligado a obtener
metálico, en oportunidades prohibió la salida de oro. Cuando se encontró muy urgido recurrió a compras en la plaza, pero
satisfizo de modo regular parte de sus necesidades de metálico con los derechos cobrados sobre las exportaciones. La
demanda de metálico sólo podía ser satisfecha con los aranceles de exportación y como la econ en su conjunto se
mantenía sujeta al aum de las exportaciones ganaderas, sin las cuales era imposible importar, también el financiamiento
público dependió de ella. De manera que el E no podía sino impulsar la importación arancelada como exigía la
recaudación, y la escasamente gravada exportación pecuaria. Consecuencias: las importaciones ejercían presión sobre los
mercados del interior y, el incremento de exportaciones requería la expansión de las fronteras ganaderas.
El gravamen recaía sobre los capitales, con + peso en el comercio que en la ganadería. Cuando la recaudación era
insuficiente, como lo fue durante los bloqueos, se recurrió a las emisiones. Inflación, que actuó como un impuesto
indirecto. Por lo tanto, el peso mayor de las cargas recayó en el consumo masivo. Beneficiarios directos fueron los
terratenientes, y los que se mantuvieron ligados al comercio de cueros: capitalistas, ganaderos sin tierras, abastecedores,
pulperos, y principalmente, el propio Estado, que contaba además con importantes estancias.
La política financiera de Rosas mantuvo claros objetivos: otorgar respaldo al papel moneda legal y obtener
metálico o moneda extranjera para remesar al exterior. Pero estas operaciones, dirigidas a fortalecer el crédito estatal,
dieron siempre como resultado la valorización del crédito privado. Tanto los intereses de los particulares, como los del
Crédito Público, dependían de la Aduana.
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