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Autoficcion Sélo una certe- 7a la autofiecion es un neologis- ‘mo creado por et profesor y nove- lista francés Ser- ge Doubrovsky en 1977. Desig nna una. variante moderna de la autobiograffa no- velada, En in- glés, el mismo género literario se lama faction y surge de la ane: xi6n de las pata- bra fat yfietion Hasta ahi todo lo que sé sobre la autoticeiin ‘Me sonrojo de pronto. Me doy cuen: ta de que debo pedir perdén, pues sé algunas cosas_més sobre el tema. Ya 1 ustedes c6mo soy. Sin apenas dar hacer auifficcién. Si, sé algunas cosas mis Siempre me gusts aque titulo de una pelicula de Go- dard: Dos 0 tes cosas que sé de ella, {Dos 0 t1es? Veremos. Sé, por ejemplo, lo que di jo exactamente Doubrovsky. Dijo aque la auiofccin tenia lugar cuando el autor se coi vier a sf mismo me cuenta, me habfa puesto ya en sujeto y objeto de su relato”. Y tambign sé 0 creo saber lo que distin gue Ja autobiograila de la autoficcién. Es bien sencillo: la autoficcidn es la sutobiografia bajo sospecha. Quien narra su vida la transforma en novela y cruza [a frontera hacia los dominios de Ia fabulacién. Es decir, no tenemos por qué entender Ia autobiografi To al modo clsico (como mera repto- duecién exacta del yo), sino como un conjunto de materiales que se utilizan para la ficcién, de manera que el au- tor autoinventa su autobiogratia. No es necesario que seamos como los demés nos quieran ver, sino que la cscritura puede servimos para cons- truirnos nuestra propia personalidad y biograffa, Podemos renunciar a tener una castica relaci6n con los aconteci rmientos de nuestra vida e intentar au- iocrearnos, modelar nuestro propio personaje y nuestra propia biografia para uso del lector Eso es lo que hizo, por ejemplo, Gombrowicz en su famoso Diario, con QUIMERA 25 su no menos famoso arranque: Lunes Yo, Mares Viernes Jozefa Radzyminska me ha hecho llegar Obyiamente, en algtin lugar de la base de la construc cidn de ese diario se hallan hechos reales de la vida del autor, de la vida de Gombrowiez. Son hechos que se relatan mis © menos minuciosamente, pero all mismo tiempo aparecen en igualdad de condiciones f con caricter de ensayo filosdfico, brillantes polémicas, partes liticas, bromas grotescas, y también abiertamente ficcisin literaria, Eso ya lo tenfamos, sin ir més lejos, en los diarios de Kafka. En Gombrowicz también se pro- duce esia combinacién de elementos y ese baile fronte- rizo entre realidad y ficciGn. El diario de Gombrowiez 8 uno de tantos libros de nuestro tiempo en Jos que puede apreciarse una sintonia de muchas tonalidades distintas que s6lo unidas en un conjunto arménico pro- ducen el efecto anistico perseguido, Ahora bien, Gombrowicz no lleg6 a oft hablar nunca de autoficcién, ni maldita falta que le hacfa, A mf tam bign me cost6 saber que existia esa palabra que el tal 26 QUIMERA Doubrovsky trajo al mundo. Muchos aios antes de que oyera yo hablar de auroficcién, recuerdo haber escrito un libro que se Ham6 Recuerdos inventa dos, donde me apropiaba de los re. ceverdos de otros para construirme mis recuerdos personales. Todayia hoy si- g0 sin saber si eso era 0 no aul cién. Bl hecho es que con el tiempo aquellos recuerdos se me han vuelto totalmente verdaderos. Lo diré mais claro: son mis recuerdos. Tuve, es0 si, mis problemas cuando conoet a Antonio Tubucchi, a quien Ie habia robado en ese libro sus recuer- dos de Porto Pim, en las Azores, Pero Tabucchi se lo tomé a bien y dio una doble vuelta de terca al asunto transformando los recuerdos que yo le habia robado en unos recuerdos, ventados, Esta doble ee | tiene por ahora in iin neologismo que e, estd a Ia espera de algtin Dou brovsky, aunque, a decir verdad, yo pre- | og fernta que no surpie- HEN Serge Dowbrovsky cesario que haya que darle nombre a todas, las variantes del supuesto nuevo gér Puesto nuevo género” porque de hecho ya Dani Rousseau lo practicaron, Si nos atenemos a lo que dijo Borges, Dante eseribis toda la Divina comedia s6lo para poder incluit en ella de vez en cuando escenas de sus encuentros con Ia irre: cuperable Beatriz, cuya mirada solfa colmarlo de into- Terable beatitud. Beatriz que solfa vestirse de rojo. Beatriz en la que haba pensado tanto que le asombré considerar gue unos peregrinos, que vio una maitana ¢n Florencia, jamés habian ofdo hablar de ella. :Exis- tié realmente Beatriz? La sombra de una ligera sos- pecha cae sobre ella. Y otra sobre Dante, {Acaso teni éste recuerdos invemados? Mucho me temo que la autoficeién la inventé Dante, La verdad tiene estructura de ficcién’”, deefa Lacan, 'Y soguro que Dante habria suscrito perfectamente esta frase 0, ¥ digo “su

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