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La diversidad de los duelos

El duelo es la respuesta natural y esperada ante la pérdida de un ser querido o una persona
cercana cuyo vínculo afectivo es grande. Aunque en su mayoría se asocia a la pérdida de un ser
querido, es posible atravesar un proceso de duelo por rompimiento con la persona amada o por
fracasos en la vida diaria.
El duelo es un proceso que generalmente varía según las personas y las condiciones en las que se
dé. Este en un proceso por el cual varios autores han planteado fases por las cuales se deben
pasar, Puigarnau (2014) propone:

 Negación: la persona se niega a creer que la pérdida es real


 Ira: se percibe y experimenta tras pensamientos de que la pérdida es injusta.
 Depresión: se siente dolor ante la pérdida definitiva de un ser querido
 Aceptación: se asimila la pérdida y se logra reinterpretar como un proceso que todo ser
humano debe pasar.

El proceso de duelo es el conjunto de etapas que lleva a cabo el ser humano para tratar de
sobrellevar la ausencia del ser querido faltante o el fracaso. Sin embargo, la vivencia del duelo
varía en todas las personas en cuanto a su intensidad, duración, así como las emociones y
conductas que se manifiestan.

Hoy, Luisa ha vuelto al trabajo. Es su primer día allí́ después de la muerte de su madre. ¡Se ve
que lo lleva muy bien! ¡Es admirable! Se le veía haciendo esfuerzos para no decaer. Pues ella es
madre de dos hijos y a pesar del dolor tan inmenso es consciente que su madre sufría por un
cáncer y que era hora de que ella descansara de años de tratamiento, por su parte ella afirma que
debe salir adelante por sus hijos. Pues ellos son su fortaleza.

El caso de Luisa es común en los últimos años, una pérdida predecible, podría suponerse que es
más fácil para la familia y allegados porque se tiene la oportunidad de despedirse; pero aun así,
para ella no lo fue. Y es que luego de varios años de sufrimiento en los tratamientos invasivos y
dolorosos el cáncer no cedía, por lo que la orden de cuidados paliativos les dio la noticia de un
pronto final. Un proceso de pre-duelo parecía que la ayudaba a soportar y ayudar a las
necesidades que se presentaban a su madre, pero cuando el final llego, las etapas de duelo se
vieron reflejadas.

El proceso de duelo se estima que llega a la última etapa, la aceptación, en un promedio de 12


meses. En Luisa esta última etapa pareció llegar más rápido, posiblemente por su situación. Una
mujer de 26 años con una niña de dos años y un bebé de meses, tuvo que seguir trabajando para
poder cuidar sus hijos y parecer fuerte para ellos, muy pequeños para entender la situación o para
vivir el duelo con su madre.

En algunos casos el proceso de duelo se desvía de su curso normal y debido a su intensidad o


duración, no se evidencia una mejoría en el estado de ánimo, no se logra aceptar la pérdida y la
fase de negación perdura, ocasionando que el funcionamiento diario (vida social, laboral,
académica, recreativa, etc.) no se no se restablezca, donde el pensamiento de que la vida no tiene
un futuro o que en algunos casos exista el deseo a morir, se podría definir como un duelo
patológico.

El caso de Esther, una abuela amorosa, responsable de un niño de nueve meses, dejado para su
cuidado por su hija por motivos laborales fallece por un descuido de segundos. Cuando su abuela
lleva el niño a la terraza del tercer piso para colgar la ropa y decide ponerlo en el caminador para
que se mueva libremente, ella no ve peligro alguno; pero con lo que no contaba era que el niño en
su agilidad se acerca al filo de la cornisa del tercer piso y cae. Una muerte sorpresiva que rompe
con el equilibrio familiar.

Esther no entiende en qué momento ocurre la tragedia, debe enfrentar la situación y contar una y
mil veces lo sucedido a su familia, que en su dolor no acepta lo sucedido y una culpa
incontrolable que la lleva a una depresión profunda. Un proceso de duelo que la obliga a
internarse en una clínica psiquiátrica, que pueda ayudarla a sobrellevar la culpa, y el dolor
causado a su hija. Dos años después de la pérdida trágica, la relación con su hija está rota, no se
hablan.

La abuela se queda en la etapa del duelo de la depresión, y su hija queda atrapada en la etapa de
la ira. El resentimiento, el dolor profundo y el rencor por su propia madre también le impiden
continuar y alcanzar la aceptación. Luego de años de tratamiento no es posible completar el
duelo, por lo que se vuelve patológico; cuando esto ocurre es necesario un tratamiento integral
que ayude a la familia a completar el proceso de duelo, pero como podemos evidenciar en el caso
de Esther, el tiempo no está definido y posiblemente sea imposible superarlo del todo.

Un duelo se puede convertir en patológico por otros motivos, también puede presentarse si se
tiene problemas emocionales previos a la pérdida (depresión, ansiedad, intentos de suicidio, etc.),
duelos anteriores no resueltos, una relación conflictiva o ambivalente con la persona perdida,
tener poco apoyo social y vivir bajo estrés puede aumentar el riesgo de desarrollar un duelo
patológico. Cada persona y cada proceso es diferente, y solo el tiempo puede determinar si las
etapas del duelo serán alcanzadas o no. También hay que tener en cuenta la proximidad con el
difunto, la salud mental de la familia o el contexto en el momento de la muerte.

Otro aspecto importante es la situación religiosa de la familia, ya que finalmente es esta la que
tomas las decisiones que se toman con el cuerpo del difunto; y por tanto, las diferencias culturales
que podrían influir el proceso de duelo. Según la influencia de algunas culturas la muerte puede
significar un paso a una nueva vida, una continuación de la vida según lo vivido, o una
oportunidad de empezar de nuevo en otro cuerpo. Por tanto, el dolor que conlleva la separación
de un ser querido es diferente; lo que si es cierto es que a pesar de que todo ser vivo sabe que
nacemos para un día morir, es un proceso doloroso y difícil de superar.

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