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Universidad Nacional de Misiones

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales


Trabajo Final Integrador
Seminario: Territorios literarios e interculturales:
Despliegues críticos, teóricos y metodológicos

Carrera: Licenciatura En Letras

Equipo docente: Carmen Santander


Carla Andruskevicz
Carmen Guadalupe Melo
Carolina Mora
Claudia Burg
(Adscriptos graduados)

Alumna: Cubilla, Sandra

Posadas, Misiones 17/07/2018


Introducción

El siguiente ensayo critico realizado en el marco del Seminario TERRITORIOS


LITERARIOS E INTERCULTURALES: Despliegues críticos, teóricos y metodológicos,
toma como despliegue los TERRITORIOS AUTORALES y, más precisamente, los
conceptos de figuras del autor, escritor, intelectual y productor cultural. En primer lugar,
me interesa puntualizar algunas consideraciones con respecto al autor literario, ya sea
aquellas que aparecen en escena al momento de abordar críticamente su obra como por la
propia autodefinición que tienen de sí mismos. He de sostener que dichas posiciones
tienen consecuencias muy puntuales en el campo en que circulan. Luego, los aportes de
autores como M. Bajtín, C. Santander, W. benjamín y E. Said ayudaran a vislumbrar
algunos puntos de vista con respecto al autor responsable frente a su arte, al autor
territorial, al autor como productor y al intelectual como figura pública. En un tercer
momento, el trabajo atenderá a un joven escritor de la provincia con una aproximación
relativamente reciente al campo literario, me refiero a Sebastián Borkoski. Por último,
analizare un breve corpus con algunos de los cuentos de su último libro editado en 2016,
ejemplar que el mismo autor me obsequio en algún momento y cuya lectura me resulto
muy gratificante.

1. La romantización (o no) del autor

Mucho se ha escrito sobre la figura del autor, cómo se lo puede definir, qué lo hace
diferente a los demás, cuál es su rol (si es que tiene uno asignado) y las respuestas suelen
encontrarse entre dos extremos: Por un lado, la imagen romántica de un escritor/autor que
se distingue del resto por una especie de capacidad innata y extraordinaria, una suerte de
iluminado que considera que ha nacido con el don de la escritura; por lo tanto, la defensa
de LA INSPIRACION es su bandera. Por otra parte, encontramos una imagen más
“políticamente correcta” en la cual el autor, embebido en un contexto que le es propio y
lo envuelve por completo, necesariamente escoge hablar de ello, posicionarse
políticamente, primordialmente a través de la denuncia de las injusticias. En este caso, la
inspiración ya no es tan defendida pues los tópicos, personas e incluso el estilo del
lenguaje esta presentes en el mundo mismo y solo hay que saber escuchar a ese mundo y
transformarlo en arte.

Estas dos posiciones (sumamente simplificados por la extensión de este trabajo) no


son tan planas y simples. Podemos ver que la primera imagen del escritor romántico que
se piensa tocado por las musas de la inspiración puede tener dos consideraciones con
respecto a aquello que escribe. Puede, por ejemplo, cubrirse con sus letras y conformar a
través de su producción su investidura intelectual, llevar de la mano sus palabras al mundo
y mostrarse a sí mismo caracterizado por sus textos (escribo esto porque “soy” esto). La
segunda forma en que podemos encontrar la romantización del escritor es, a mi entender,
aquella en que éste se desentiende del compromiso por aquello que escribe. Se supone un
lanzador de palabras que esconde la mano para que las responsabilidades de las
consecuencias no recaigan sobre su figura. Esta posición no conlleva, necesariamente, el
anonimato sino el escudarse detrás de la “no relación” entre el arte y la vida. También el
autor comprometido con su entorno tiene, al menos, dos posibilidades. Puede
posicionarse desde el mensaje mismo que quiere trasmitir, utilizando el arte de su
escritura como un medio de trasmisión. El mensaje, en tanto reflejo de la realidad, ya está
a priori en el mundo y de lo que se trata es de adaptarlo a la forma de una ficción en el
mejor de los casos. Por otra parte, el autor que se sabe parte de un mundo más grande que
él mismo y atravesado (determinado, diríamos los materialistas) por el conjunto de las
relaciones sociales, puede también ubicarse partiendo desde la praxis artística y dar a
conocer ese mundo contradictorio no ya como mero reflejo; lo hace, más bien, como una
necesidad de comunicación, no de cualquier cosa, sino de aquello que está sucediendo y
por lo que no solo importa lo que se dice sino también los medios utilizados para ello. La
forma ya no es subsidiaria a un mensaje previo, sino que lo constituye y le imprime su
rigurosidad. El autor se hace cargo de su responsabilidad artística, como dice Bajtín:

“…tanto el arte como la vida quieren facilitar su tarea, deshacerse de la


responsabilidad, porque es más fácil crear sin responsabilizarse por la vida y
porque es más fácil vivir sin tomar en cuenta el arte. EI arte y la vida no son
lo mismo, pero deben convertirse en mí en algo unitario, dentro de la unidad
de mi responsabilidad.” (1982, p. 12).

Este despliegue inicial me permite vincular algunas cuestiones teóricas con respecto
a la figura del autor y, puntualmente, al autor territorial. El concepto es usado para
diferenciarse de literatura y autor regional misionero, pues considera aspectos puntuales
que las demás conceptualizaciones no precisan. En este sentido, Carmen Santander sienta
una posición muy definida al respecto:

“El escritor/autor territorial es aquel que más allá de haber nacido en este u
otro lugar fue un agente de transformación de la trama cultural de un lugar,
como promotor de grupos, instituciones, revistas, talleres; dicho de otro
modo, un activo militante del campo e instalado como interpretante de un
universo cultural en su devenir sociohistórico.” (2013, p.4)

En este sentido, no es posible pensar un autor territorial como una figura


desentendida de su rol de compromiso en el espacio en el cual interviene. Por supuesto,
la autora especifica que el autor territorial produce un conocimiento situado, es decir, que
sus discursos/obras literarias no aspiran a reflejar “una cultura” o “la cultura misionera”,
simplemente porque ésta no existe. Lo que encontramos en nuestra provincia es el devenir
constante del intercambio y la hibridez, el movimiento perpetuo de las formaciones
sociales y, por ello, seria reduccionista mostrar una síntesis acabada. El autor territorial
es, en suma, quien sabe expresar ese tercer espacio en el cual se inscriben los mecanismos
de negociación y transacciones perpetuas. Dice Santander “No se trata pues, de
reproducción, de reflejo de la realidad sino de traducción” (2013, p. 7).

También los aportes de Walter Benjamin pueden alumbrar el camino para pensar a
este autor cuya tarea es mostrar el movimiento, el cambio y nunca lo estático, porque así
es la vida misma. Benjamin nos habla de un autor activo quien más que un mero ideólogo
es un PRODUCTOR. En primer lugar, el autor como productor evalúa los medios
disponibles en un momento dado para realizar su tarea y los trasforma, “refuncionaliza”
la técnica literaria (aquí se toma un concepto de B. Brecht) con objeto de que mejor sirva
a lo que él quiere comunicar. Y una vez hecho esto, lo comparte con otros productores.
Benjamin insiste en que el autor pensado como productor debe relacionarse, porque el
mundo es social y social es la práctica artística. Se da por el suelo, de nuevo, la
consideración de un autor romántico encerrado en su propio universo egoísta. Sostiene:
“el autor como productor experimenta al mismo tiempo y de manera inmediata su
solidaridad con otros productores que anteriormente tenían poco que ver con él.” (1975,
p. 10), y ésto solo es posible superando los ámbitos de competencia de la producción
artística. Un autor que plantea su producción con un valor más allá del consumo comercial
puede llamarse intelectual y, en este espacio y según las consideraciones de Santander,
también autor territorial. En el sentido en que lo plantea Benjamin, el autor como
productor es quien se pregunta ¿cuál es su posición dentro de las relaciones sociales y de
producción que le rodean? Y se ubica para hablar y traducir las contradicciones desde allí
(de nuevo, el conocimiento situado).

Edward Said agregará a estas definiciones una serie de cualidades que para él deben
tener los intelectuales, entre ellos, los autores literarios. Por supuesto, estas
consideraciones también guiadas por su propia trayectoria y experiencia de vida en
situaciones sumamente difíciles. Para Said, hay principios universales que deben guiar
siempre la practica intelectual: la libertad y la justicia por parte de los poderes o naciones
del mundo y las violaciones deliberadas o inadvertidas de tales pautas, las cuales deben
ser denunciadas y combatidas con valentía. Esto último es crucial para Said pues al
representar y encarnar un mensaje a favor de un público, además de tener la obligación
de plantear temas embarazosos y que se mantienen en secreto, el intelectual no existe en
tanto personalidad privada. Es una persona publica cuyo deber es nunca comprometerse
ni económica ni políticamente con ningún poder pues la independencia es necesaria
cuando se trata de denuncias y discursos públicos que imputan la violación de algún
derecho humano.

Como vemos, todas estas consideraciones que hemos tenido en cuenta se


posicionan casi totalmente a favor de un autor que se responsabiliza con aquello que
escribe o expresa, que presupone un impacto social con su producción, que difunde y
amplía los horizontes de recepción artística, que interviene en el campo cultural con
diversas acciones después de publicadas sus obras, y que se sabe situado en un espacio
contradictorio, en constante cambio y traduce esas vacilaciones porque no rehúye a lo
diferente sino que lo asume como territorio propio.

2. El joven que escribe a los jóvenes

A continuación, y en línea con las definiciones de autor como militante activo del
campo cultural y como traductor de la multiplicidad de voces que conforman este espacio
desde el que nos ubicamos, quisiera centrar la atención en Sebastián Borkoski. Este joven
escritor misionero publicó su primera novela en 2011 (Editorial Beeme). Se trata de El
puñal escondido cuyo escenario principal es su tierra natal. La historia refleja
problemáticas sociales universales contextualizadas en el nordeste argentino. Fue
ganadora en el año 2012 del premio Vencejo de Plata de la ciudad de Puerto Iguazú. La
revista Ñ la calificó como novela "Negra y de Frontera".
Cetrero Nocturno (Editorial Beeme, 2012) es una recopilación de relatos en los que se
respiran colores regionales pero también escenarios universales. Hay en estos cuentos una
primera exploración del mundo fantástico. La violencia es retratada en varios de los
cuentos como eje de una problemática social. Hacia fines del 2013, Borkoski lanzó su
segunda novela, titulada Trampa Furtiva (Editorial Beeme, 2013) en la cual se relata la
vida de diferentes grupos de cazadores furtivos en el ámbito del Parque Nacional Iguazú
y sus enfrentamientos con los guardaparques.

Los trabajos literarios de Borkoski son material de estudio en diversas instituciones


educativas de la región. También brinda charlas destinadas a los estudiantes con el
objetivo de incentivar la lectura juvenil, difundir la cultura regional y el ejercicio de la
imaginación. El escritor integra, además, antologías provinciales, nacionales e
internacionales. Algunos de sus cuentos han sido llevados a escena por grupos de danza
y teatro. A lo largo de los años, Borkoski ha sido convocado como expositor y como
disertante en ferias, eventos culturales y jornadas sobre educación y lectura. Desde 2011
es convocado como escritor invitado en las jornadas "Jueves de Escritores" de la
Biblioteca Pública de las Misiones y desde fines de 2016, Borkoski escribe en "Cable
imaginario", su columna de cuentos breves en el diario digital "Misiones Opina".
También participa en el programa "Pasa de Todo" de Radio República 99.9 FM con su
columna literaria de frecuencia quincenal.

El libro de cuentos Los diablos blancos (Editorial Beeme, 2016), es su más reciente
publicación. Me interesa realizar una breve aproximación a tres cuentos de esta obra para
ilustrar aquello que llamamos autor territorial.

3. Borkoski, entre la fantasía y la realidad

Como indique anteriormente, Los diablos Blancos es un conjunto de relatos donde


se presenta al lector personajes y situaciones que convocan el mundo de lo real social
mezclado con lo fantástico. Acompañado de ilustraciones del talentoso Maco Pacheco, el
libro contiene ocho cuentos en los cuales la primera persona del singular está muy
presente. Los tres relatos que comentare brevemente tienen esta particularidad, lo que
ayuda a incorporar de manera conveniente la subjetividad de los personajes a través de
sus opiniones, pensamientos y sentimientos. Estos tres cuentos nos brindan reflexiones
sobre la sociedad y las personas, a qué obedecen determinados comportamientos y
prejuicios, pero, sobre todo, se meten en los intersticios donde nadie quiere ir y le da
nuevos significados. Son cuentos que incomodan con nuevas lecturas de realidades que
ya creíamos saldadas y superadas.

Los hombres bajos

Los hombres bajos son personas de baja estatura que rondan la ciudad en busca de
pequeños trabajos que le permitan subsistir. El protagonista, sin proponérselo, los deja
sin trabajo ya que pone en marcha un plan para que los beneficiarios de planes sociales
trabajen, aunque sea mínimamente, así sus beneficios son justificados. Los hombres bajos
comienzan a perseguirlo limpiando la ciudad de alimañas que dejan en su patio y luego
esta acción se extiende a la caza de gatos y perros. El protagonista sabe que es una
amenaza que podría extenderse a las personas. Combate a uno de ellos y le da muerte. Va
a prisión e intenta desde allí alertar a la población antes de que acaben con él los hombres
bajos que aún quedan vivos.

Lo primero que observamos es que se trata de una historia urgente contada por el
personaje en primera persona; necesita que le crean, por su bien y el de las personas1. El
protagonista se convierte así en el portavoz de una verdad que exhorta a la población a
tomar recaudos. Su relato retoma el pasado en el cual vemos a un personaje en proceso
de trasformación guiado por un miedo creciente hacia estos pequeños hombres que lo
rondan con un machete en mano. Su mundo, único y peculiar, no se aísla de los
acontecimientos que podemos situar en la gran crisis de inicios de siglo en nuestro país,
donde los planes sociales se ubicaron como medio único de subsistencia de muchas
familias y en el cual los prejuicios de clase salieron a flote manteniéndose hasta la
actualidad.

Borkoski, con mucho ingenio trasforma un personaje pintoresco de la ciudad en uno


cuasi fantástico o, por lo menos, muy peculiar. Nos traduce a ese “otro” que muchas veces
nos negamos a ver y nos muestra aquello que está más allá de las apariencias. El “otro”
no tiene voz ni tampoco identidad, pero mira y su mirada está cargada de significado que
el narrador se encarga de interpretar para darle sentido a su historia. A través de ella, el
dolor ajeno se cuela en nuestro mundo cotidiano, pero solo seremos capaces de captarlo
si miramos, si observamos al hombre que está a nuestro lado, si abrimos los ojos y
prestamos atención. En el cuento, cuando nadie nota la presencia de los hombres bajos,
solo el protagoniza entiende sus necesidades y para ello hay que pararse en tierra firme,
caminar y mirar; es la indiferencia la que no nos permite ver:

Los hombres bajos seguían dando vuelta, alimentándose de lo que podían, sin molestar, sin
que nadie más que yo los notara. No sabía de dónde venían o hacia dónde iban, no conocía
su origen. No podía dejar de pensar que yo los estaba destruyendo y ellos lo sabían. Yo
continuaba recorriendo la ciudad a pie porque mi tarea así lo requería. Debía pensar otra cosa,

1
Estamos en presencia de un cuadro muy similar presentado en Dormir al Sol, de Bioy Casares. Borkoski,
en una entrevista, se reconoce como seguidor de este autor.
elaborar un nuevo esquema que favoreciera a los hombres bajos, o que los retornara a su
estado inicial. (2016, P. 16)

El autor pone el dedo en la llaga y nos muestra el camino, y el camino es que la


realidad está ahí y mentirnos a nosotros mismos no la cambiara. Desentendernos del
padecimiento del prójimo, de manera hipócrita, solo reproduce el mismo esquema de
desigualdad. Borkoski le habla a ese sector social que hace de la caridad su único aporte
a la comunidad y explica, por medio de este cuento, que con eso no basta:

Entonces, comencé a ignorarlos, a demostrar que no había miedo en mi corazón, o lo que es


aún peor, que la presencia de ellos no me importaba (…) Ahora, había logrado que los
hombres bajos desaparezcan de mi vista, y para hacerlos desaparecer de mi corazón, me
dediqué a formas anónimas de generosas filantropías. (P. 19)

Lagrimas del héroe

Este relato está construido en forma de periplo: un joven adolescente agobiado por
sentimientos y contradicciones propias de la edad se encuentra con un adulto y éste le
regala una frase muy sencilla que reprogramará toda su vida: “Piense por usted mismo,
joven”. A partir de allí, toda la narración del protagonista es un viaje que recorre su vida
hasta llegar al mismo instante del encuentro, esta vez como el adulto que obsequia la frase
a un adolescente. Presentado de esta manera, podemos vislumbrar el viaje del
protagonista (y por qué no, del propio autor) hacia el reencuentro consigo mismo, con el
niño que fue. Si reflexionamos, en varias etapas de nuestra propia vida y en más de una
ocasión, hemos viajado hacia el pasado a recriminarnos cosas, a autoconsolarnos, a
perdonar errores pasados para poder continuar en este caminar. Pero ese volver hacia
nosotros mismos, para que sea fecundo, es mejor hacerlo con una mochila cargada de
nuevas experiencias vitales (con el aditamento del dolor superado). En ese sentido,
podemos decir que estamos frente a un cuento existencialista. Este relato gira en torno a
esa posibilidad y también pone sobre la mesa ese mensaje tan necesario para la juventud
a la que el autor dedica sus relatos. Borkoski, una vez más dice “piense por usted, joven”.

Nuestro protagonista se encuentra inmiscuido de tal forma en los libros de historia


que lee, que siente que vive esas historias en carne propia; tal vez, también la pretensión
del autor es que sus lectores empaticen “en carne propia” con los personajes y las
situaciones que va construyendo. No hay mejor estrategia de comunión con el lector que
un protagonista que se pone en la piel de los demás para contarnos, desde esos lugares,
las distintas verdades que circulan. Uno podrá elegir en mejores condiciones con quien
empatizar si tiene en las manos el abanico de voces que el autor nos presenta. En
definitiva, somos personas atravesadas por múltiples “otros” que hablan a través nuestro,
pero y por sobre todo, somos personas atravesadas por una historia social que nos abarca
y supera; y ese contexto social es como es porque fue construido a través de un largo
camino dialectico lleno de contradicciones.

Durante años vague en sueños siendo ambos soldados, sufriendo dolores de quien pelea sin
razón. No me detuve jamás a buscar los fundamentos de un pasado oscuro. Comencé a
desplazarme cronológicamente; las batallas se trasformaron en disputas, luego en
discusiones. Las balas y fusiles se transformaron en billetes y documentos, mientras los
muertos se trasformaban en pobres desposeídos. (p.46)

Entiendo que Lágrimas del héroe puntualiza en el hecho de que estamos hechos de
voces, historias, derrotas y victorias, propias y ajenas; no hay nada más solidario y fuera
de toda individualidad que esta manera de representar al mundo.

Los diablos blancos

Finalmente, encontramos el relato que le da título a la publicación, Los diablos


blancos. Es, quizás, el cuento que mejor expresa la manera en que conviven las múltiples
cosmovisiones en una comunidad. Encontramos a un protagonista, casi detectivesco,
intentando hallar la verdad detrás de las historias que se cuentas sobre unos personajes
sobrenaturales. Entrevista a quien dice haberlos visto en persona (Sabino Pro) luego de
un terrorífico naufragio en aguas del rio Paraná que lo arrastra a una isla temida por todos
los pescadores. Sabino Pro narra que allí le suceden cosas increíbles y se encuentra con
seres monstruosos pero que no lo dañan.

El protagonista va uniendo hilos de historia, tanto de primera mano como de otras


voces que oye en el pueblo. Borkoski nos muestra que, de haber una verdad, no es
trasparente ni sencilla; está integrada por muchas historias y es en esa multiplicidad donde
se ubica el personaje que entrevista, porque en ningún momento desacredita las palabras
de Pro por mas fantástica que puedan sonar, al contrario, le da un status correspondiente:
“Su verdad, mis dudas. Su verdad y mi curiosidad, enemigas quizás para siempre.” (2016,
p. 73)

Pero el protagonista también va a los archivos, a ver qué nos cuenta esa otra historia
más documentada y quizá apenas un tanto más objetiva que el testimonio de Pro y otros
pescadores. Allí se encuentra con la historia del mensú y sus penurias en los yerbales2.
Es en esta vinculación que hace el protagonista entre testimonio e historia documentada,
donde el entramado cultural se hace visible: aquello que enriquece la aprensión de la
realidad son las distintas miradas sobre un mismo fenómeno, porque se trata de una red
más amplia donde conviven y se retroalimentan mito y ciencia histórica. El propio
personaje principal lo reconoce:

Los diablos blancos existen. Existen porque Pro los ha visto y porque yo puedo justificar su
presencia (…) Es posible que parte del relato fantástico de Pro se haya impreso en alguna
parte de mi corazón y todo lo escrito anteriormente constituya un desmoralizado intento de
no caer víctima de una angustiosa creencia que me lleve a pensar en seres veloces e intrépidos
que controlan nuestro paso por este mundo, ocultos en la niebla del Paraná. (P. 80)

Conclusión

Con este breve trabajo he intentado reflexionar acerca de la figura de autor


articulando mi palabra con los aportes teóricos que indagan en la temática. Luego de todo
el despliegue, me parece pertinente recurrir a una última cuestión que no ha sido
considerada hasta aquí pero que permite desmitificar, como una tarea muy necesaria, la
imagen romantizada del autor. En nuestra sociedad el artista es, ante todo, aquel que
dispone de tiempo libre para serlo, para dedicarse a PRODUCIR arte, en este caso,
literatura. Aquel que tiene la posibilidad de expandir la esfera de su libertad en detrimento
de la esfera de la necesidad es quien podrá dejar de ser solamente receptor de productos
culturales para ser también emisor. Y el hecho de que volvamos a cuestionar la
construcción ideológica que ha venido operando frente al trabajador del campo artístico,
nos puede permitir recuperar el rol activo de éste con respecto al territorio en que opera,
y pensar, realmente, en una literatura territorial genuina, no aislada del resto del país, pero
con capacidad para ofrecer un saber situado, un saber valorado, defendido e impulsado.
Retomando el concepto del AUTOR COMO PRODUCTOR, considero de suma
importancia impulsar la producción literaria como una actividad que demanda un trabajo
arduo y riguroso en el cual el empeño está puesto en poder comunicar una mirada y una

2
Al leer a Borkoski, es imposible no recordar las escenas tan bien relatadas por Augusto Roa Basto en Hijo
de hombre, donde narra la fuga del mensú junto a su compañera e hijo, a través del monte y perseguido por
capataces y perros.
aprehensión muy particular del mundo. Analizar algunos matices del trabajo de Sebastian
Borkoski ha tenido como objetivo poder demostrarlo.
Bibliografía

Textos Teóricos

 BAJTIN, Mijaíl (1982): “Arte y responsabilidad” en Estética de la creación verbal,


11-12, Siglo XXI.
 BENJAMIN, Walter (1975): “El autor como productor” En Tentativas sobre Brech.
Madrid, Taurus.
 SAID, Edward (1996): Representaciones de un intelectual, Barcelona, Paidós.
 SANTANDER, Carmen (2013): “Territorios interculturales. Intersubjetividad e
identidad(es) fronterizas” en Actas del XI Seminário Nacional de Literatura, História e
Memória e II Congresso Internacional de pesquisa em Letras no contexto latino-
americano: confluências entre literatura, cultura e outros campos do saber. Universidade
Estadual do Oeste do Paraná - UNIOESTE – campus de Cascavel – PR Brasil.

Texto Literario
 BORKOSKI, Sebastián (2016): Los diablos blancos. Buenos Aires, Beeme.

Otros
 Entrevista a Sebastián Borkoski, disponible en:
http://laventanaarteycultura.blogspot.com/2012/04/entrevista-sebastian-borkoski-
libros.html
 Biografía oficial de Sebastián Borkoski, disponible en:
https://www.sebastianborkoski.com.ar/p/sobre-sebastian-borkoski.html

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