Habla del docente universitario como agente transformador, esto requiere una formación del docente enmarcada en las nuevas tendencias de aprendizaje que faciliten un cambio de paradigmas a través del abandono de posturas rígidas, y facilitar más bien el intercambio de saberes y cultivar relaciones más productivas con los estudiantes.
Título original
EL DOCENTE UNIVERSITARIO. REFLEXIONES DESDE LA PRAXIS DEL VIVIR.
Habla del docente universitario como agente transformador, esto requiere una formación del docente enmarcada en las nuevas tendencias de aprendizaje que faciliten un cambio de paradigmas a través del abandono de posturas rígidas, y facilitar más bien el intercambio de saberes y cultivar relaciones más productivas con los estudiantes.
Habla del docente universitario como agente transformador, esto requiere una formación del docente enmarcada en las nuevas tendencias de aprendizaje que faciliten un cambio de paradigmas a través del abandono de posturas rígidas, y facilitar más bien el intercambio de saberes y cultivar relaciones más productivas con los estudiantes.
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS CENTRALES
“ROMULO GALLEGOS” DECANATO DE POSTGRADO DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
Autora: Yamir Muñoz
EL DOCENTE UNIVERSITARIO. REFLEXIONES DESDE LA PRAXIS DEL VIVIR.
El principal cometido del hombre racional y humanista debe ser la educación, para devolverlo a la mismisidad, pero a través de una educación con sentido crítico, que ayude a la comprensión de ese ser-en-el mundo donde emerjan los valores y la compleja razón de ser del individuo. En este contexto, debemos comprender que, es la educación la que preparará al hombre para los retos de la vida, en todas las dimensiones en que éste se mueve y vive, viendo la educación como agente transformador de cosmovisiones, que crea y legítima formas de conciencia que refuerzan las acciones dentro de la sociedad; como dice Durkheim cada sociedad se labra un cierto ideal del hombre. Hablando pues del docente universitario como agente transformador, resulta ser uno de los motores del progreso de la sociedad, de ese ideal del hombre, en su desarrollo económico, y, a su vez la herramienta para la transformación de experiencia, cultural y científica acumulada por la humanidad, en el mundo en el que los recursos cognoscitivos tendrán cada día más importancia que los recursos materiales. Se hace necesario pues, una nueva reconfiguración del rol del docente universitario, su nueva contextualización debe emerger de una nueva visión filosófica y a su vez debe estar articulado al progreso de los estudiantes, cuyas competencias, conocimientos y habilidades no sólo hace posible mejorar sus ventajas competitivas en el mercado laboral, sino también al compromiso con la pertinencia social, y con su propia realización como individuo. Esto requiere una formación del docente la cual, según Salcedo (2005), debe estar enmarcada en las nuevas tendencias de aprendizaje que faciliten un cambio de paradigmas a través del abandono de posturas rígidas , y facilitar más bien el intercambio de saberes y cultivar relaciones más productivas con los estudiantes.
Desde esta perspectiva, surge un inmenso interés de adentrarse en el mundo del
docente universitario para conocer sus opiniones, sentimientos, y su visión de sí mismo, partiendo de la emotividad de la praxis del vivir, de un ser que jamás dejara de ser emocional y afectivo, en toda la esfera de su cotidianidad. Teniendo como misión, la de formar personas conscientes de su mundo y de lo que son capaces de hacer a favor de ese mundo y propiciando que los estudiantes se forjen la necesidad de aprender por su cuenta y que encuentre en el docente un guía, un compañero de travesía, un modelo a seguir y en el grupo un espacio de encuentro de intercambio, discusión y confrontación de ideas, a través de una educación más humana, sensible y visible a las necesidades y a las exigencias de esta nueva generación.