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Es una campaña política cuyo objetivo central es el de convencernos que el Estado, a través de la

escuela y que cuenta con un currículo basado en el respeto entre compañeros de aula, es una
amenaza para los niños, niñas, adolescentes y familias, proponiendo así frenar y deshacer los
avances en las políticas públicas que son ejercidas con enfoque de igualdad género.

Quienes sostienen esta campaña bajo el slogan #ConMisHijosNoTeMetas, son una amalgama de
vocerías entre quienes se identifican a pastores evangélicos, congresistas de la república
pertenecientes a iglesias evangélicas, y que además vienen sumando a líderes políticos
conservadores. Todos ellos, utilizando la estrategia de la desinformación y manipulación de
datos, han logrado convencer con su discurso a muchas y muchos ciudadanos, generado temor
en algunos maestros y maestras.

En así, que esta campaña busca asociar el “enfoque de género”; el cual tiene más de dos
décadas de existencia en nuestros marcos normativos nacionales, con algo que para muchas
personas ya es negativo, peligroso, erradamente por supuesto, como es la palabra ideología,
estigmatizándola y buscando un mayor rechazo al mismo.

Esta campaña que es impulsada por un grupo de políticos religiosos ha irrumpido en el escenario
público, cuestionando el rol de la educación en nuestro territorio en relación con su aporte para
acabar con la violencia y discriminación de género. Pero eso no es todo, este grupo denuncia
como perniciosas a las demandas de igualdad de grupos de la población históricamente
discriminados como son las mujeres, los homosexuales, las lesbianas y personas trans.

La campaña “ideología de género”, identifica un tono comunicacional claro que es el del


“miedo”, y se alimenta de dos graves problemas sociales muy arraigados en nuestro país, como
son el machismo y la homofobia. El éxito que esta campaña pudo tener se debe a que hace
“eco” de nuestro machismo y homofobia, que son las verdaderas enfermedades que no hemos
logrado erradicar de nuestra sociedad. Nunca un discurso discriminador, cargado de prejuicio, ha
tenido tantos titulares y cobertura mediática, nunca una campaña pública, proveniente de
políticos religiosos ha puesto en jaque al sistema educativo peruano.

Creímos por un momento que éramos una sociedad que evolucionaba, un país distinto, donde el
racismo, el sexismo, la xenofobia, y la homofobia, existían, pero ya no eran frecuentes y que casi,
casi, eran cosas del pasado, sin embargo, el debate sobre el contenido educativo nos ha
permitido observar que apenas, como se dice, se comienza a escarbar, afloran peligrosas
expresiones de odio y desprecio por la existencia de determinadas personas, que llevan a
plantear incluso su desaparición.

Para hablar de ideología que género, tenemos que saber qué es lo que están combatiendo.
Socialmente se han construido una serie de normas y roles, sobre lo que es “naturalmente” una
mujer y un hombre; sin embargo, los niños hombres no nacen rechazando jugar con muñecas, o
diciendo que el rosado es un color de mujer, eso, se aprende con la sociabilización primaria en
casa y se refuerza con el sistema educativo. Asimismo, los niños varones no nacen reprimiendo
sus afectos, sino que la socialización le señala que los hombres no lloran, que tienen que ser
bien machos y aguantar, los niños varones no nacen sabiendo que deben demostrar siempre que
tienen una sexualidad irrefrenable que debe ser satisfecha a toda costa, eso lo aprende de otros
hombres. Por otro lado, las niñas mujeres no nacen sabiendo que deben ser sumisas y aguantar
todo tipo de violencia e incluso justificarla, eso lo van aprendiendo; esta es la socialización de
género que más adelante sostiene la grave situación de violencia que vivimos en la actualidad.

En el campo de la sexualidad, el enfoque de género ha permitido desnaturalizar la


heterosexualidad como la única forma de afecto y relación amorosa; y con ello dejar de
considerar anormal o una enfermedad la homosexualidad, ha permitido reconocer la identidad
de género como un componente de nuestra diversidad como seres humanos, que incluye la
identidad trans, y con ello aportar en la igualdad real y felicidad de todas y todos sin ningún tipo

La transformación de las escuelas en espacios seguros, en lugares donde niñas, niños y


adolescentes aprenden y se fortalecen para que sus proyectos de vida se tornen una realidad; es
un tema impostergable si de desarrollo y lucha contra la pobreza se habla, y en ello hay bastante
consenso.

La reforma educativa que se ha venido anhelando y reclamando durante muchos años, trae en
el año 2016 la aprobación de un nuevo el Currículo Nacional de la Educación Básica, que
incorpora, entre muchos de sus enfoques, el de igualdad género. De esta manera se
incorporaron estándares mínimos en materia de educación; por ello, plantea el deber de educar
sin desigualdades de género, reforzando valores como la igualdad, la empatía y la solidaridad;
proponiendo una escuela que permita comprender y atender la importancia de la sexualidad
como un aspecto constitutivo del desarrollo humano.

Esta propuesta educativa, permitiría en el mediano plazo a contar con nuevas generaciones que
reconocen iguales entre sí a las personas, avanzando contra la discriminación, que lleva a
respetar lo diverso que es la humanidad y acogiendo esta diversidad como parte fundamental
para pleno desarrollo humano. Ello supone sin duda, dejar atrás el uso de la violencia, de la
imposición de una sola manera de entender, reconocer y configurar lo humano, poniendo así
sobre el tapete, el gran desafío de erradicar mitos y estereotipos del deber ser en muchos
aspectos de la vida, y en uno central, en lo sexual.

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