La relación del Fascismo y el Cristianismo Católico (Y la mentira del ateísmo
de Mussolini)
Es necesario decir para empezar pese al enojo de muchos escépticos a la
religión que el Fascismo es una doctrina tremendamente espiritual y proclama una aversión contra todo materialismo. Para el Fascismo el hombre es un ser dotado de un espíritu que le permite trascender de la dinámica de la naturaleza, gobernado por leyes que trascienden la materialidad, decreta al hombre entregado en una eterna lucha contra la bestialidad y los vicios, con la meta de lograr la excelencia humana. Para el Cristianismo el hombre es imagen y semejanza de Dios, es un ser impregnado con la esencia de la trascendencia divina, y que dotado con su libre albedrío tiene el deber de regresar a la divinidad, es a través del sacrificio de la propia vida como se alcanza la elevación del hombre hacia Dios. El Cristianismo pregona el ascetismo como la vía de repulsión a las perversiones, nos llama a alcanzar la excelencia a través de las acciones proclamadas por Dios mismo: “Amarás al prójimo como a ti mismo”, es un deber muy grande incitar y movilizar a los demás a abandonar sus males así como superarnos como individuos. El Fascismo reconoce la existencia de una moral objetiva y se moviliza para que nuestras acciones se encaminen a ella, exalta una negación contra el subjetivismo, decreta que la verdadera libertad es hacer lo que es correcto, y no teme penalizar toda acción que atente contra la buena moral y costumbres. El Cristianismo pregona que todo lo bueno y la malo ha sido apuntado por Dios, nos enseña a través del mito de la caída que el hombre no puede ni debe decidir por sí mismo sí sus acciones son correctas o no, todo lo deja al juicio eterno e inmutable de Dios, establece el castigo correspondiente por un mal comportamiento y el premio a quienes han imitado a la divinidad. El Fascismo se declara anti-marxista y anti-liberal, detesta tanto el ímpetu marxiano por la lucha de clases, el socialismo científico y el sueño del comunismo que conlleva la desaparición del Estado, así como la visión liberalista del mundo, su economicismo, su concepción jacobina del Estado, su ética laissez-faire y su “nacionalismo cívico”. El Cristianismo también se declara profundamente anti-marxista y anti-liberal, tal como León XIII oficializaba a través de su encíclica Rerum Novarum en 1891, declaraba al corporativismo como su visión social-económica ideal respaldándose en la tradición apostólica y la enseñanza bíblica. El Corpus Christi representaba la estructuración de una sociedad funcional y justa, como los órganos del cuerpo humano, cada uno con su tarea ayuda al funcionamiento de los demás y se benefician mutuamente, trabajando por un mismo fin, la vida. El Fascismo incorporaría está doctrina para realizar su visión del Estado y la vida económica y social. El Fascismo no cae en la demagogia del nuevo Estado liberal, no pretende dividir al pueblo cada cierto periodo de tiempo en distintos partidos para que participen en elecciones donde cederían el poder a otro político más, aborrece las practicas “democráticas” donde se dejan las decisiones del Estado al pueblo. El cristianismo nos demuestra a través del juicio de Jesús el mal de la democracia liberal, donde los jxdixs condenaban a un hombre inocente a través de la petición de una multitud ignorante y furiosa, y como la incompetencia de Pilatos para hacer su gobierno sin intromisión creaba una situación de injusticia, donde el populacho tiene un poder que no le corresponde. ¿Pero que no el fascismo establecía “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”? Aquí puede caerse en la interpretación común pero errada del Estado fascista como si fuera del estilo soviético, donde se pretendió estatizar la iglesia ortodoxa en su caso, para que esta pasará a manos del gobierno, o con Calles en México, cuando junto con Joaquin Budar fundó la “iglesia católica apostólica mexicana”. Nada de eso, Mussolini siempre reconoció que “Al Cesar lo que es el Cesar y a Dios lo que es de Dios”, el Estado fascista es totalitario en el sentido que integra a la gran empresa nacional todo lo que constituye a las relaciones humanas socio-económicas, “la corporación”, el Fascismo entiende que la iglesia precede de la voluntad de Dios, así como el Estado precede de la voluntad colectiva del hombre. No podemos olvidar ese momento de la historia cuando Benito firmaba el Pacto de Letrán con el papa Pio XI, quien llamó a Mussolini “un hombre de la Providencia”. El Fascismo considera vital la relación con nuestros ancestros, en especial aquella colectividad cultural y social que llamamos “patria” (lat. La tierra de los antepasados), así como aquello que llamamos “nación” (Tierra de nacimiento), hace un llamada a la defensa de la tradición cultural transmitida a través de las generaciones. El Cristianismo también lo hace a través del 4to mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre”, que se extiende a los padres de nuestros padres, nuestros ancestros, así como nuestros consanguíneos, la patria. Santo Tomás escribía en la Summa Theologica: “Después de Dios, a los padres y a la patria es a quienes más debemos”. El culto a la patria es un deber del cristiano, que así como el Fascista está dispuesto a morir por su país, también lo está el creyente por mandato divino. ¿Pero no era Mussolini alguien lejano a la iglesia y a la religión católica? Y la respuesta es un rotundo no, ya la misma Doctrina del Fascismo considera al catolicismo romano como una religión positiva, y establece que “El Estado fascista no crea un Dios propio, como en determinado momento pretendió hacer, en los extremos delirios de la Convención, Robespierre; ni trata vanamente de borrarlo de las almas, como hace el bolcheviquismo”. Pero también Benito tuvo sus acercamientos privados con figuras importantes de la iglesia. Él escribió en fecha del 2 de junio de 1924 a San Pio de Pietrelcina lo siguiente: "Querido y amado hermano, Testifico de su amor por la verdad: 1- ¡me ha traído de vuelta a Dios! 2- tu fe es mi objeto de mi preparación para la reconciliación. De fascista a fascista. Créeme tuyo, Mussolini.". Pero ya desde antes se dejaba notar su cercanía con la fe, cuando en 1921, le dijo al Parlamento: "En todas las ciencias, en el centro, siempre hay Dios. La ciencia ha revelado muchas verdades, la verdad de Dios seguirá siendo un misterio en su esencia precisa". En 1922: "Solo con fe en Dios se puede alcanzar la altitud más alta en cada ciencia y en cada campo". El Duce definió a San Francisco de Asís como "el genio de la poesía, el más alto, como Dante; el navegante más atrevido, como Colón, la mente más profunda en arte y ciencia, como Leonardo da Vinci " Uno de sus discursos más impresionantes se dio el 21 de Noviembre de 1922, cuando expresó: “Mi espíritu es profundamente religioso. La religión es una fuerza fundamental que debe ser respetada y defendida. Y por ello me opongo a la demagogia atea y anti-clerical. Afirmo que el Catolicismo es un gran poder espiritual y moral”. Mussolini se confesó sacramentalmente con el Fraile Ginepro da Pompeiana, quién atestiguo la conversión gradual del Duce, la cual no fue en “articulo mortis”, si no que fue una experiencia de muchos años antes de su muerte. Benito también se confesó sacramentalmente con Don Giuseppe Chiot, después del asesinato de Galeazzo Ciano. El 31 de Agosto de 1943 Mussolini escribía a su hermana Hedwig, lo siguiente subrayado por el mismo: “Nacido como católico apostólico romano, pretendo morir. No quiero funerales ni honores de ningún tipo. Benito” Se atribuye al Padre Pío la siguiente frase: “Mussolini es uno de los mejores políticos que he visto en mi vida, sus puntos de vista reflejan el bien de lo que está escrito en la Santa Biblia y es el conductor perfecto para la humanidad” En la década de 1950, la católica Donna Rachele (la esposa de Mussolini) fue a visitar al Padre Pío: -"¿Qué hay de mi marido? ¿Él salvo su alma?"- -"¿no te lo dijo en un sueño? Levántate, mujer piadosa, y ve en perfecta paz. Tu marido está a salvo, piensa en salvarte."- La venerable Edvige Carboni, mística y estigmática, afirmó: “Mussolini está en el paraíso, después de un par de años de purgatorio”
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