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ESPECIALIZACIÓN EN PROBLEMÁTICAS DE LAS CIENCIAS SOCIALES Y SU ENSEÑANZA
mundo contemporáneo
Como vimos en la clase anterior, los dispositivos técnicos componen una red que se
extiende más allá de su carácter instrumental; la máquina lo ocupa todo, sea el
reloj mecánico moderno o las tecnologías digitales actuales. Que lo ocupa todo
quiere decir que es la evidencia de un modo de funcionamiento colectivo. Vimos
que la regularidad de las agujas del reloj es también la regularidad aplicada a
nuestras vidas; vimos que los dispositivos digitales nos unifican a todos en una
misma forma, detrás de una pantalla, recibiendo o generando información. Ese es
el mundo que habitamos, surgido hace más de cuatrocientos años y ahora, en la
actualidad, expuesto en su versión más radical, más extrema. Por eso hablamos de
discontinuidad, de cambios, de transformaciones. Usamos estos conceptos para
decir que aquello que conocíamos y creíamos de un modo, ahora se presenta de
otro; otro: ni mejor ni peor (no es un problema de evaluación moral), sino más
complejo, con artefactos que se nos imponen, con cambios en las formas de vida.
Lo cierto es que esta época técnica, a la vez que nos fascina con sus máquinas y su
búsqueda de confort, a la vez que se obstina en extender la vida y en reducir lo
más posible el dolor humano; a la vez que todo esto, también nos inquieta o nos
decepciona, porque el vértigo de los cambios nos obliga a estar a tiempo, a ser
siempre en presente, condicionados por un ritmo al que necesariamente estamos
expuestos. Como nunca antes en la historia, la época en la que vivimos habita en
nosotros de un modo elocuente. “Nosotros los modernos”, decía el filósofo
Immanuel Kant a mediados del siglo XVIII; un gesto de apropiación de su presente,
una identidad colectiva trazada por las condiciones históricas. Pensar la propia
época, eso es lo que trae la modernidad.
Tomaremos en esta clase dos ejes relativos al despliegue del mundo técnico que
aún hoy delimitan nuestro hacer. Ambos fueron propuestos a lo largo del siglo XX
como una suerte de anuncio de las transformaciones que iban a llegar poco tiempo
después: uno vinculado al tipo de verdad que produce la técnica moderna, a la
forma que nos propone de concebir el sentido del mundo y el modo de pensarnos a
nosotros mismos; y el otro relativo a la necesidad de ser productivos, de ser
eficientes, de sostener nuestras prácticas, siempre y necesariamente, en torno a la
utilidad y el beneficio. Son dos senderos que se cruzan, que nos conducen a un
mismo lugar; dos ejes que aún permanecen en pie cada vez que nos preguntamos
qué puedo extraer de esta situación o de esta experiencia y qué beneficios tienen
para mí. Verdad y utilidad, sentido y provecho: una sola dirección para las cosas,
una única dirección posible; y a la vez, la condición de que ese único camino sea
útil.
La verdad técnica
Desde los comienzos del pensar en Occidente, la pregunta por la verdad ocupó un
lugar privilegiado. Las respuestas fueron diversas, en algunos casos fantasiosas, en
otras sesudas y casi inentendibles, en otras religiosas o místicas. Las distintas
épocas elaboraron diferentes enunciados para explicar el sentido del mundo tanto
como para comprender el fundamento de las acciones humanas. Incluso en una
misma sociedad convivían verdades diversas sin que esto signifique la necesaria
imposición de una sobre otra.
Sin embargo, en nuestra época moderna, algo cambió: la verdad quedó cercada
por el surgimiento de la ciencia, donde el cálculo racional y la experimentación
reemplazaron a cualquier otro procedimiento anterior. Ni los sueños anuncian la
verdad, ni el demonio es razón de las enfermedades, ni el espíritu de los planetas
gobierna nuestro carácter. El mundo técnico moderno surge como una única
explicación de la naturaleza y del hombre, un entramado que rechaza por falso
cualquier otro argumento. Por ello el descubrimiento científico es eso, un
descubrimiento; esto es, una concepción de la realidad en la cual las leyes de la
naturaleza están ocultas y sólo el conocimiento científico puede traerlas a la luz. Es
la confianza de nuestra época sobre su propio saber, una garantía de certeza sobre
el universo. El enunciado que sostiene esta concepción técnica del mundo afirma
que conocemos las cosas tal como son, sin deformaciones ideológicas ni principios
religiosos o metafísicos. Este saber, elaborado en Occidente a partir del siglo XVII,
adquiere las características de un saber universal que se propone como el mismo
para todas las culturas y para todos los tiempos históricos. Hacia atrás y hacia
adelante, cualquiera sea la región del mundo o del universo. Plenitud de un saber
sin límites, una verdad abrasiva, con certeza en sus enunciados y con absoluta
confianza en la razón y en el cálculo.
Martín Heidegger
Ese poder que define aquí Martín Heidegger, es el poder de una única verdad que
se impone por encima de cualquier otra forma. Lo que años más tarde va a
sostener la epistemología, cuando traza una línea de demarcación entre la verdad
de la ciencia y el resto de las disciplinas como un puro relato.
La pretensión de cientificidad de la
sociología, de la economía, de la
geografía, de la filosofía, del
derecho o la política tiene este
mismo encuadre: un solo modo de Objetividad
concebir a las disciplinas, la
necesidad de una legitimación Objetivo es aquello que es relativo a los
radicada en el corazón de la objetos; subjetivo, en cambio, supone la
racionalidad tecno-científica; presencia del sujeto en la definición y con
conjura del azar, de la historia, de ello, una cierta relatividad. De acuerdo a las
la incertidumbre de las pasiones líneas más duras de la epistemología
humanas en nombre de un saber contemporánea, las verdaderas ciencias
con pretensiones de universalidad deben elaborar un saber positivo y
y objetividad. objetivo; esto es, que no debe ser
intercedido por ninguna ideología ni por
El carácter provocante de la técnica, aspectos culturales o históricos que lo
su condición extractiva de una deformen. Para las ciencias duras (como la
verdad, se sostiene en nuestra física o la biología), lo objetivo está definido
época contemporánea no sólo como en relación a la posibilidad de
un saber sobre la naturaleza o experimentación empírica. Por esta razón, y
sobre el hombre; es también una en virtud de sus contenidos, las ciencias
forma racional de liberar los deseos sociales son vistas por ellos como
de la población, para intervenir pseudociencias, es decir, que carecen de la
sobre ellos con fines objetividad necesaria para tener el estatuto
específicamente económicos y de ciencia.
productivos.
austera y la ética protestante del siglo XVII; a pesar, incluso, de los análisis de
Marx sobre la economía, aún se mantenían ideales ascéticos que cargaban con más
de dos mil años de historia.
Será a partir de fines del XIX y comienzos del XX que el despliegue del deseo
personal formará parte de la construcción de la subjetividad moderna. La cuestión
ya no será cómo controlarlo sino de qué manera desactivar aquellos obstáculos
que tienden a reprimirlo. El pragmatismo inglés, la obra filosófica de Nietzsche o el
psicoanálisis de Freud son escrituras teóricas que forman parte de este proceso de
autonomía del deseo. Como veremos en las últimas dos clases, la publicidad y el
consumo surgidas en este mismo período serán, por su parte, las expresiones más
acabadas de esta intervención sobre una nueva voluntad deseante.
A modo de cierre
A lo largo de las clases publicadas hasta aquí hemos analizado el pasaje de la
sociedad moderna a la sociedad contemporánea a partir de cuatro pares temáticos:
progreso/discontinuidad; sociedad disciplinaria/sociedad de control; el reloj
mecánico/la tecnología digital; la verdad técnica/la economía de los deseos.
Podemos trazar también un eje vertical que reúne el contenido de las cuatro
primeras clases: por un lado, progreso-sociedad disciplinaria-reloj mecánico-verdad
técnica; por otro, discontinuidad-sociedad de control-teconología digital-economía
de los deseos.
Este es el recorrido que hicimos hasta aquí, un camino de contraste entre el mundo
moderno y la sociedad actual. A partir de estos dos ejes, la propuesta para las
últimas dos clases de este módulo es mostrar los efectos de estas transformaciones
en dos prácticas específicas de la sociedad contemporánea: el consumo y la
publicidad. Hacia allá vamos.
¿La escuela contemporánea sigue siendo una escuela moderna? ¿Es posible la
educación sin la regularidad de las horas cátedra? ¿Cómo incorpora la escuela los
nuevos dispositivos tecnológicos?
Propuesta de Actividades
Para abordar lo trabajado en la clase sugerimos:
2. ¿Cuáles son los peligros o las dificultades que pueden surgir a partir de
las nuevas formas del trabajo contemporáneo? ¿Trabajar en la casa no
convierte a la intimidad en una oficina?
Consignas de trabajo
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