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Introducción
El presente trabajo está basado en lo que respecta al artículo IX del Título Preliminar
del Código Civil dicho articulo contiene lo todo lo que respecta
Se entiende
Ahora bien
Los alumnos
LA APLICACIÓN SUPLETORIA DEL CÓDIGO CIVIL FEDERAL EN
MATERIA MERCANTIL
Y SU CONSTITUCIONALIDAD
Debemos reconocer que las instituciones del derecho mercantil se encuen- tran en múltiples casos
insuficientemente reguladas, y en otros tantos ni siquiera existen normas que den solución a los
problemas que surgen en este campo del derecho privado.
Ante tal realidad, el legislador federal ha pretendido encontrar la
solución estableciendo un régimen jerárquico mediante la utilización de diversas fuentes
supletorias en algunas de las leyes mercantiles; tanto en la norma general, como en las especiales,
en donde destaca la aplica- ción de los usos mercantiles y el derecho común, muy probablemente
en razón de que tanto en la norma civil como en la mercantil el interés en juego es de carácter
particular, así como por la similitud que algunas de las instituciones tienen entre sí.
No obstante, es menester señalar que la norma supletoria solamente
se utilizará en el caso de que la ley de aplicación directa nada establezca sobre el caso concreto, o
bien que su regulación, siendo deficiente, requie- ra por ello de ser complementada.1
1
En el sentido expresado se han pronunciado los Tribunales Colegiados de Cir- cuito, al señalar:
SUPLETORIEDAD DE LEYES. CUÁNDO SE APLICA. La supleto- riedad sólo se aplica para integrar una omisión
en la ley o para interpretar sus disposi- ciones en forma que se integre con principios generales contenidos en
otras leyes. Cuando la referencia de una ley a otra es expresa, debe entenderse que la aplicación de la supletoria
se hará en los supuestos no contemplados por la primera ley que la complementará ante posibles omisiones o
para la interpretación de sus disposiciones. Por ello, la referencia a leyes supletorias es la determinación de las fuentes
a las cuales una ley acudirá para deducir sus principios y subsanar sus omisiones. La supletorie- dad expresa debe
considerarse en los términos que la legislación la establece. De esta manera, la supletoriedad en la legislación es una
cuestión de aplicación para dar debida
193
Así, dice Dávalos Mejía: “Por supletoriedad se entiende el recurso que
una ley concede al intérprete previendo la posibilidad de que alguna
coherencia al sistema jurídico. El mecanismo de supletoriedad se observa generalmente
de leyes de contenido especializado con relación a leyes de contenido general. El
carác- ter supletorio de la ley resulta, en consecuencia, una integración, y reenvío
de una ley especializada a otros textos legislativos generales que fijen los
principios aplicables a la regulación de la ley suplida; implica un principio de
economía e integración legislati- vas para evitar la reiteración de tales principios por
una parte, así como la posibilidad de consagración de los preceptos especiales en
la ley suplida. TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA
ADMINISTRATIVA DEL PRIMER CIRCUITO. Amparo directo 173/91. María
Verónica Rebeca Juárez Mosqueda. 3 de abril de 1991. Unani- midad de votos.
Ponente: Genaro David Góngora Pimentel. Secretaria: Guadalupe Margarita Ortiz
Blanco. Amparo directo 983/95. Guillermina Luna de Rodríguez. 18 de mayo de
1995. Unanimidad de votos. Ponente: Carlos Alfredo Soto Villaseñor. Secre- tario:
Jacinto Juárez Rosas. Amparo directo 1103/95. Afianzadora Lotonal, S.A. 1o. de
junio de 1995. Unanimidad de votos. Ponente: Carlos Alfredo Soto Villaseñor.
Secre- taria: Andrea Zambrana Castañeda. Amparo directo 1233/96. Nacional
Financiera, S.N.C.
16 de mayo de 1996. Unanimidad de votos. Ponente: Fernando Lanz Cárdenas. Secre- tario:
Vicente Román Estrada Vega. Amparo en revisión 1523/96. Jaime Levy Alcahe.
24 de junio de 1996. Unanimidad de votos. Ponente: Carlos Alfredo Soto Villaseñor.
Secretaria: Silvia Elizabeth Morales Quezada. Instancia: Tribunales Colegiados de
Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Novena Época.
Tomo V, Enero de 1997. Tesis: I.3o.A. J/19 Página: 374. Tesis de Jurisprudencia.
Asimismo es ilustrativa la jurisprudencia siguiente: SUPLETORIEDAD DE LA LEY.
REQUISITOS PARA QUE OPERE. Los requisitos necesarios para que exista la
supletoriedad de unas normas respecto de otras, son: a) que el ordenamiento que se
pretenda suplir lo admita expresamente, y señale el estatuto supletorio; b) que el orde-
namiento objeto de supletoriedad prevea la institución jurídica de que se trate; c) que
no obstante esa previsión, las normas existentes en tal cuerpo jurídico sean insuficientes para su
aplicación a la situación concreta presentada, por carencia total o parcial de la
reglamentación necesaria, y d) que las disposiciones o principios con los que se vaya
a llenar la deficiencia no contraríen, de algún modo, las bases esenciales del sistema legal
de sustentación de la institución suplida. Ante la falta de uno de estos requisitos, no puede
operar la supletoriedad de una legislación en otra. CUARTO TRIBUNAL CO-
LEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO. Amparo en revisión 124/92.
Microtodo Azteca, S.A. de C.V. 6 de febrero de 1992. Unanimidad de votos. Ponente: Gilda
Rincón Orta. Secretaria: Ana María Serrano Oseguera. Amparo en revisión 958/91.
Desarrollo Galerías Reforma, S.A. de C.V. 19 de marzo de 1992. Unanimidad de votos.
Ponente: Gilda Rincón Orta. Secretaria: Ana María Serrano Oseguera. Amparo directo
1433/92. Gilberto Flores Aguilar y otros. 26 de marzo de 1992. Unanimidad de votos.
Ponente: Alejandro Villagómez Gordillo en sustitución de la Magistrada Gilda Rincón Orta.
Secretaria: Ana María Serrano Oseguera. Amparo directo 3582/92. Tumbo de la Montaña,
S.P.R. de R.L. 9 de julio de 1992. Unanimidad de votos. Ponente: Mauro Miguel Reyes
Zapata. Secretario: Luis Arellano Hobelsberger. Amparo directo 604/94. Videotique, S.A. de
C.V. y otros. 17 de febrero de 1994. Unanimidad de votos. Ponente: Gilda Rincón Orta.
Secretaria: Ma. Elisa Delgadillo Granados. Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito.
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación.Octava Epoca. Número 76, Abril de
1994. Tesis: I.4o.C. J/58 Página: 33. Tesis de Jurisprudencia.
de sus hipótesis pueda generar una consecuencia desprovista de solución en su texto y consiste en señalar específicamente
cuál es la segunda o la tercera ley que se aplicará en este caso, por considerar que son con las cuales tiene mayor
afinidad”.2
Desde luego debemos aceptar que si alguna norma se aproxima de mayor y mejor manera a la mercantil, es por
supuesto la civil, pero con independencia de ello debemos recordar que ésta se utilizará solamente en defecto de las
disposiciones mercantiles, y en algunos casos tal aplica- ción debe esperar a que la solución se presente en la norma
general mercantil (Código de Comercio); en las leyes especiales o bien en los usos mercantiles. Todo ello, con base en
el régimen que cada norma mercantil especial establezca.
Es en el campo de las obligaciones en donde con mayor drama- tismo se hace patente la necesidad de la
aplicación supletoria del dere- cho común.
Para Arturo Díaz Bravo: “Los regímenes legales con derecho
privado diferenciado como el de México, suelen reconocer al dere- cho común como fuente supletoria de las normas
mercantiles, por mane- ra que en ellos la teoría general de las obligaciones civiles, cumple el mismo desempeño respecto
de las obligaciones mercantiles”.3
No obstante, cabe señalar que en ocasiones la norma civil no presenta la solución a la problemática que se
apunta en razón de que opera en un ámbito tan opuesto al mercantil que no puede ser fuente supletoria.
Y por ello refiere el propio autor: “Ello no quita el que existan, a propósito de estas últimas, disposiciones que
no sólo se apartan, sino que en ocasiones, muestran tendencias opuestas a las del derecho común”.4
Partiendo de la norma general cabe recordar que en principio el Código de Comercio mexicano, inspirado en el
21 del Código de Co- mercio español de 1885 señalaba en su artículo 2o., que a falta de dis-
2
Dávalos Mejía, Carlos Felipe, Derecho bancario y contratos de crédito,
2a., ed., México, Oxford, 2001, t. II, p. 573.
3
Díaz Bravo, Arturo, Contratos mercantiles, 6a., ed., México, Oxford, 2001,
p. 4.
4
Idem.
posiciones le serían aplicables a los actos de comercio las del derecho común.
Vázquez del Mercado, por su parte señala: “Hay leyes que aun cuando
no hayan sido dictadas para asuntos de comercio, son sin em- bargo,
especiales aplicaciones de principios más generales y que en el derecho civil
tienen otras aplicaciones particulares, que pueden repu- tarse como comunes,
que aunque se apliquen en asuntos mercantiles, no regulan principal o
directamente éstos, se aplican supletoriamente pero no transforman el
precepto civil en ley mercantil”.5
Interesante sería plantear la cuestión inversa, de la posible apli- cación
a la materia civil de normas contenidas en leyes mercantiles, lo que
consideramos es de imposible realización por el carácter especial de la materia
mercantil frente a la generalidad de la civil, y en tal sentido se pronuncia
Barrera Graf,6 cuando señala: “No resulta en principio válido predicar y
aplicar al derecho común o general principios y reglas especiales como las del
derecho comercial; para ello se requiere de la modificación legislativa de la
norma civil”.
Agrega el autor: “Por otra parte, al derecho civil le corresponde una
función meramente complementaria del derecho mercantil, de modo que sólo
debe aplicarse cuando el ordenamiento mercantil en su integridad (legislación
y costumbre) adolezca de lagunas y deficiencias vacum iuris, además, a virtud
del principio de la plenitud hermenéutica del sistema jurídico, en el derecho
civil debería encontrarse la solución de cualquier problema respecto al que
resultaran omisas o insuficientes las reglas o principios de los derechos
especiales”. “Pese a dicha distinción, y a la separación de estas dos
disciplinas jus-privatistas, sus relaciones son estrechas y su influencia es
recíproca. El civil no sólo ha provisto al mercantil de los principales
esquemas contractuales, sino de los prin- cipios tradicionales provenientes
del derecho romano, como sucede con la teoría general de las obligaciones,
sino que también ha dado al de- recho comercial su técnica propia, su
terminología, sus métodos y principios”.7
5
Vázquez del Mercado, Oscar, Contratos mercantiles, 2a. ed., México, Porrúa,
1985, p. 39.
6
Barrera Graf, Jorge, Instituciones de derecho mercantil (Generalidades. Dere-
cho de la empresa. Sociedades.), México, Porrúa, 2000, p. 36.
7
Ibidem, pp. 60 y 64.
Refiere Arce Gargollo 8 que lo que debía entenderse por derecho común, fue una cuestión que la jurisprudencia y
la doctrina mercan- til mexicana no resolvieron en forma unánime, pues mientras algunos autores opinaron que la ley
supletoria era el Código Civil de cada estado, otros sostuvieron que el supletorio era el del Distrito Federal.
Siendo el derecho común de carácter local, ha sido necesario com- plementar el señalamiento de la norma mercantil
general con la propia normatividad civil, ya que de otro modo no sabríamos cuál derecho común debiera aplicarse.
Así, el Código Civil para el Distrito Federal establecía: “Las dis- posiciones de este Código regirán en el Distrito
Federal en asuntos del orden común, y en toda la República en asuntos del orden federal”.
Sabemos que el precepto de referencia ha sido modificado, pero de
ello nos ocuparemos más adelante en el presente apartado.
El artículo 2o. del Código de Comercio se modificó en la reforma del 24 de mayo de 1996, para establecer: “A
falta de disposiciones de este ordenamiento y las demás leyes mercantiles, serán aplicables a los actos de comercio las del
derecho común contenidas en el Código Civil aplicable en materia federal”.
“Otra vaguedad más, es la de hablar de leyes mercantiles aplicables,
¿aplicables a qué? Existe toda una gama de leyes que han ido derogando parcialmente al Código de Comercio de tal manera
que algunas sí pode- mos calificarlas de especiales mercantiles. No deja de ser un avance esta- blecer una jerarquía en la
supletoriedad de que primero se aplique la ley mercantil especial y luego el Código Civil, aunque debería prevalecer el
criterio de la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito de aplicar después de las leyes mercantiles especiales, los usos
comerciales y bancarios ya que éstos con frecuencia son fruto de las transacciones mercantiles y son aceptados
generalmente”.9
León Bolaffio,10 considera que la problemática de la supletoriedad se resolvería mediante la unificación de las normas
civiles y mercantiles, y al efecto expresa: “No tienen ya razón de ser las desviaciones conteni- das en el Código de
Comercio, de las reglas generales en materia de obli-
8
Cfr., Arce Gargollo, Javier, Contratos mercantiles atípicos, 8a. ed., México, Porrúa, 2001, p. 29.
9
Idem.
10
Bolaffio, León, Derecho mercantil, curso general, Madrid, Reus, 1935, p. 341.
gaciones contenidas en el Código Civil, y mucho menos por consiguiente la doble regulación de contratos idénticos, que
por este motivo podrían calificarse de anfibios. Conclusión ésta evidente, con sólo recordar que en ello se impone más
especialmente la íntegra aplicación de la ley mercan- til, atendida la unilateralidad comercial corriente de las operaciones.
Refiriéndose al derecho español, que contiene una problemática similar la mexicana, Sánchez Calero11 expresa:
“Las normas sobre los contratos mercantiles constituyen una parte relevante del derecho mer- cantil cuyo núcleo
tradicional lo ha formado el derecho de las obliga- ciones. Nuestro Código de Comercio se ocupa de los contratos de
una manera fragmentaria, porque existen diversos contratos mercantiles que no regula y porque de los contratos que
disciplina no nos da su regulación completa, sino solamente dicta las normas especiales que alteran los preceptos del
Código Civil”.
Es pertinente señalar que aun y cuando según vemos se ha pre- tendido encontrar la solución a la problemática que
nos ocupa con la modificación realizada a la ley general mercantil, a nuestro parecer re- sulta cuestionable y de dudosa
legalidad que una norma por más que sea general, establezca el criterio respecto de la aplicación supletoria en otras
especiales que son de idéntica jerarquía respecto de aquélla, máxime que como hemos podido observar, diversos son los
casos en los que las propias leyes especiales difieren del señalamiento de la norma general respecto del derecho común
que debe ser aplicado, y por ende, la legis- lación civil federal solamente sería aplicable en el supuesto de que la ley
especial nada estableciera al respecto.12
11
Sánchez Calero, Fernando, Instituciones de derecho mercantil, 14a. ed., Madrid, Revista de Derecho Privado, 1990, p. 440.
12
En efecto, cabe citar por ejemplo los supuestos siguientes, en los cuales las leyes mercantiles especiales establecen su propio régimen
en materia de supletoriedad; Así, el artículo 2o. de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, establece:
“Los actos y las operaciones a que se refiere el artículo anterior, se rigen: I. Por lo dispuesto en esta ley, y en las demás leyes especiales
relativas; en su defecto; II. Por la Legislación Mercantil general; en su defecto; III. Por los usos bancarios y mercantiles
y, en defecto de éstos, y IV. Por el Derecho Común, declarándose aplicable en toda la
República, para los fines de esta ley, el Código Civil del Distrito Federal”.
Por su parte, el artículo 6o. de la Ley de Instituciones de Crédito señala: “En
lo no previsto por la presente Ley y por la Ley Orgánica del Banco de México, a las instituciones de banca múltiple se les aplicarán en el orden
siguiente: I. La legislación mercantil; II. Los usos y prácticas bancarios y mercantiles, y III. El Código Civil para el Distrito Federal (con
fecha 9 de junio de 1992, se añadió); IV. El Código Fiscal de la Federación, para efectos de las notificaciones y los recursos a que se refie-
ren los artículos 25 y 110 de esta Ley. Las instituciones de banca de desarrollo, se regi- rán por
su respectiva ley orgánica y, en su defecto, por lo dispuesto en este artículo”.
El artículo 8o. de la Ley de Concursos Mercantiles establece por su parte: “Son
de aplicación supletoria a este ordenamiento, en el orden siguiente: I. El Código de
Comercio; II. La legislación mercantil; III. Los usos mercantiles especiales y genera- les; IV.
El Código Federal de Procedimientos Civiles, y V. El Código Civil en mate- ria federal”.
La ley del Mercado de Valores señala en su artículo 7o., que le son aplicables
supletoriamente; las leyes mercantiles, los usos bursátiles y mercantiles, y los Códigos Civil
para el Distrito Federal y Federal de Procedimientos Civiles, en el orden citado.
Por su parte, aunque referida al aspecto procesal, la Ley Federal de Instituciones de
Fianzas señala en su artículo 113 que en lo no previsto por la ley, se aplicará la legislación
mercantil y a falta de disposición expresa, el Código Civil para el Distrito
Federal en materia común y para toda la República en materia federal, y en su parte
relativa en materia adjetiva, en relación con la supletoriedad, el artículo 94 señala: “Los juicios
contra las instituciones de fianzas se substanciarán conforme a las siguientes
reglas: VI. El Código de Comercio y el Código Federal de Procedimientos Civiles, en ese
orden, son supletorios de las reglas procesales contenidas en este artículo y son apli- cables al
juicio todas las instituciones procesales que establecen dichos ordenamientos”.
Respecto de la Ley de Sociedades de Inversión, el artículo 2o., establece que la Ley
del Mercado de Valores, la legislación mercantil, los usos bursátiles y mercantiles y los
Códigos Civil para el Distrito Federal y Federal de Procedimientos Civiles serán
supletorios, en el orden citado, de la Ley.
Finalmente, la Ley de Navegación establece en su artículo 5o.: “A falta de dis-
posición expresa en esta ley y sus reglamentos, y en los tratados internacionales vigen-
tes, ratificados por el Gobierno Mexicano, se aplicarán supletoriamente: I. Las leyes
General de Bienes Nacionales, Federal del Mar y de Puertos; II. Código de Comercio; III. Ley
Federal de Procedimiento Administrativo; IV. Códigos Civil para el Distrito
Federal, en materia Común, y para toda la República en Materia Federal y Federal de
Procedimientos Civiles, y, los usos y las costumbres marítimas internacionales”.
los que no se encuentre la solución en la norma mercantil habrá de apli- carse el derecho común, en los aspectos a que se
refiere.
Según vemos, al legislador preocupa que los actos sean realiza- dos por personas capaces y nos preguntamos al
no establecer nada la norma: ¿y los elementos esenciales? Es claro que respecto de la voluntad y la forma de integrar el
consentimiento, así como en relación con el objeto, tan importantes aspectos se han reservado para ser resueltos por el
derecho común.
Aun y cuando la norma se refiere en forma genérica a “las excep- ciones y causas que rescinden o invalidan los
contratos”, cabe enfatizar que mezcla de manera inconveniente la referencia a la invalidez y a la resolución de las
obligaciones, dejando tales aspectos a los escasos su- puestos que se contemplan de una manera parcial e incompleta tanto
en el Código de Comercio como en las demás leyes mercantiles especiales, de los cuales nos ocuparemos en el presente
capítulo.
Como quiera que sea, en el orden jerárquico establecido por las leyes
general y especiales, se había venido encontrando solución al problema que nos ocupa en la legislación civil de aplicación
federal, como lo era el Código Civil del Distrito Federal.
Sin embargo, con fecha 25 de mayo de 2000, la Asamblea Legis-
lativa del Distrito Federal publicó en la Gaceta Oficial un decreto de reformas y adiciones al Código Civil, que de
manera especial incide en el problema del que nos venimos ocupando.
En efecto, la reforma relativa modificó el artículo 1o. del Código Civil para establecer; “las disposiciones de este
Código regirán en el Distrito Federal”.
Lo anterior provocó que las leyes federales, en especial las mer- cantiles que habían venido utilizando la aplicación
supletoria de la norma civil de manera muy frecuente, se encontraran de pronto sin contar con norma alguna de carácter
sustantivo para ser aplicada supletoriamente en defecto de sus propias disposiciones, lo que de no solucionarse oportu-
namente hubiera provocado el caos más absoluto, porque según hemos visto, son múltiples los aspectos en los que se
aplica el derecho común en los supuestos no previstos por las leyes federales y en especial en las mercantiles, destacando
el campo de la teoría de las obligaciones.
Creemos, no obstante, que la reforma realizada al Código Civil por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, tiene
evidentes visos de inconstitucionalidad por las razones siguientes:
Ante todo cabe recordar que con motivo de las reformas realiza- das a
la Constitución General de la República mediante decreto del 20 de octubre
de 1993, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 25 del mismo
mes y año, se modificó el texto del artículo 122 de la propia Ley Suprema
para establecer que correspondía a la Asamblea de Representantes
(actualmente Asamblea Legislativa), la facultad para legislar en el ámbito local
en lo relativo al Distrito Federal en los términos del Estatuto de Gobierno en las
materias civil y penal.
No obstante la facultad que la Constitución concedió al órgano
legislativo local, se supeditó a lo dispuesto por el artículo Décimo Primero
Transitorio del propio decreto, cuyo texto es el siguiente:
13
Galván Rivera, Flavio, “La Reforma Civil del Año 2000”, Blanco y Negro,
Cuadernos Procesales, órgano de Divulgación del Colegio de Profesores de Dere- cho
Procesal de la Facultad de Derecho de la UNAM, A. C. y del Colegio Nacional de
Profesores de Derecho Procesal, A. C., México, año IV, núm. 10, diciembre de 2000, pp. 19-25.
el legislador dio un nuevo traspié en lugar de ejercitar su facultad constitucional y expedir la mencionada legislación civil
local, preten- diendo inútilmente por inconstitucional, reformar, derogar y adicionar diversas disposiciones del Código Civil para el
Distrito Federal en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, al que pretendió convertir en Código Civil para el
Distrito Federal, como literalmente se menciona en el título del decreto y se asienta en su artículo, sin tomar en consideración
que para ese efecto es absolutamente incompetente, pues, no existe precepto jurídico alguno, en la Ley Suprema de la
Federación que le otorgue la atribución correspondiente.
Para apoyar su punto de vista el autor en cita invoca con razón el texto del artículo 72, inciso f ), de la Constitución
Federal, que establece: “En la interpretación, reforma o derogación de las leyes o decretos, se observarán los mismos
trámites establecidos para su formación”.
Con independencia de lo antes referido, se provocó que las nor- mas federales que habían venido utilizando la
aplicación supletoria del Código Civil de aplicación local para el Distrito Federal y federal en toda la República, se
encontraran de pronto sin norma sustantiva para llenar las múltiples lagunas que presentan cotidianamente, por lo cual,
pretendiendo el Congreso de la Unión solucionar el problema provo- cado por el órgano legislativo del Distrito Federal,
con fecha 29 de mayo de 2000 publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto emitido el 23 de mismo mes y año,
de reformas y adiciones, mismo que entre otras normas modificó al artículo 1o. del Código Civil para el Distrito Federal
en materia común y para toda la República en materia fede- ral, para establecer:
ARTÍCULO SEGUNDO TRANSITORIO. Las menciones que en otras disposiciones de carácter federal se hagan al Código
Civil para el Distrito Federal en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, se entenderán referidas al Código
Civil Federal.
Las presentes reformas no implican modificación alguna a las dis- posiciones legales aplicables en materia civil para el
Distrito Federal, por lo que siguen vigentes para el ámbito local de dicha entidad todas y cada una de las disposiciones del Código
Civil para el Distrito Federal en Materia Común y para toda la República en Materia Federal, vigentes a la entrada en vigor del
presente decreto.
Desde nuestro punto de vista tan cuestionable es que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal hubiese reformado
al Código Civil que había expedido el Congreso de la Unión, como que este órgano haya emitido al llamado Código
Civil Federal, ya que creemos que tampoco tiene facultades para ello, por las razones siguientes:
El pacto federativo implica de acuerdo con el artículo 124 de la Constitución General de la República que los poderes
de la unión sola- mente tienen las facultades que expresamente les reserva la propia ley suprema,14 de modo que el
Congreso de la Unión solamente puede legislar en las materias que expresamente le ha reservado el artículo 73 de la
Constitución General; del precepto en cita no se desprende que dicho órgano legislativo tenga facultades para legislar en
materia civil, al no estar así establecido de manera expresa y es por ello que tal atri- bución corresponde a las
legislaturas locales.
De acuerdo con lo anterior, es evidente que el Congreso de la Unión expidió el Código Civil Federal con base en el
artículo undécimo tran- sitorio del decreto de reformas y adiciones a la Constitución antes refe- rido, pero tal facultad no
se encuentra establecida en el texto vigente de la Carta Magna, por lo que creemos que carecía de facultades para ello, no
obstante lo cual y mientras no se establezca una controversia consti- tucional ante la Suprema Corte de Justicia, de la que
pudiera derivarse una resolución en el sentido apuntado,15 por esa vía se llenó el vacío
14
El artículo 124 de la Constitución Política establece: “Las facultades que no están expresamente concedidas por esta Constitución a
los funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados”.
15
Creemos que la acción de inconstitucionalidad puede ser promovida de con- formidad con lo establecido por el artículo 105, fracción I,
de la Constitución, el cual
establece: “La Suprema Corte de Justicia de la Nación conocerá, en los términos que
legal y por ello es que en la actualidad contamos con dicha legislación civil de carácter
federal.
Finalmente, cabe señalar que en materia de procedimientos mer- cantiles el artículo
1054 del Código de Comercio remitía a la aplica- ción supletoria de los Códigos de
Procedimientos Civiles de carácter local, no obstante, mediante publicación del 13 de junio de
2003, tal precepto se reformó, para establecer: “En caso de no existir convenio de las partes
sobre el procedimiento ante tribunales en los términos de los anteriores artículos, salvo que
las leyes mercantiles establezcan un procedimiento especial o una supletoriedad expresa, los
juicios mercantiles se regirán por las disposiciones de este libro y en su defecto se aplicará
el Código Federal de Procedimientos Civiles”.16
señale la ley reglamentaria, de los asuntos siguientes: I. De las controversias consti- tucionales que, con
excepción de las que se refieran a la materia electoral, se susciten entre: a) La Federación y un Estado o el
Distrito Federal.
16
Véase Castrillón y Luna, Víctor M., Derecho procesal mercantil, México, Porrúa, 2001, p. 31.
Comprobantes de Pago
Articulo IX.- Aplicacion supletoria del Codigo Civil
Las disposiciones del Codigo Civil se aplican supletoriamente a las relaciones y situaciones
juridicas reguladas por otras leyes, siempre que no sean incompatibles con su naturaleza.
1. ANTECEDENTES
Mediante el documento de la referencia, la empresa COSAPI S.A. formula consultas
sobre la aplicación supletoria del Código Civil a un contrato celebrado bajo la vigencia
del Reglamento Único de Licitaciones y Contratos de Obras Públicas, aprobado mediante
Decreto Supremo N.° 034-80-VC (en adelante, el RULCOP).
2. CONSULTAS Y ANÁLISIS1
2.1 “(…) si a un contrato de ejecución de obra pública, celebrado según las normas
del Reglamento Único de Licitaciones y Contratos de Obras Públicas (RULCOP),
le resultan aplicables, de modo supletorio, las normas del Código Civil”
2.1.1 En primer lugar, debe indicarse que el RULCOP regula, entre otros aspectos, los
contratos de ejecución de obras públicas celebrados antes de la entrada en vigencia
de la Ley N.º 26850, Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado.2
2.1.3 Ahora bien, de la revisión de las disposiciones del RULCOP se advierte que en
estas no se dispone de manera expresa la aplicación supletoria del Código Civil a
los contratos de ejecución de obras públicas suscritos bajo su vigencia.
No obstante, el artículo IX del Título Preliminar del Código Civil establece que:
“Las disposiciones del Código Civil se aplicarán supletoriamente a las relaciones
y situaciones jurídicas reguladas por otras leyes, siempre que no sean
incompatibles con ellas.” (El subrayado es agregado).
1En principio, es necesario precisar que las consultas que absuelve este Organismo Supervisor
son aquellas referidas al sentido y alcance de la normativa sobre contratación pública,
planteadas sobre temas genéricos y vinculados entre sí, sin hacer alusión a asuntos concretos o
específicos, de conformidad con lo dispuesto por el inciso i) del artículo 58° de la Ley de
Contrataciones del Estado, aprobada mediante Decreto Legislativo Nº 1017, y la Segunda
Disposición Complementaria Final de su Reglamento, aprobado mediante Decreto Supremo Nº
184-2008-EF. En ese sentido, las conclusiones de la presente opinión no se encuentran
vinculadas necesariamente a situación particular alguna.
2
El RULCOP fue derogado expresamente por la Tercera Disposición Final de la Ley Nº 26850.
Posteriormente, la Ley Nº 26850 fue derogada por la Disposición Complementaria Derogatoria Única de la
Ley de Contrataciones del Estado, aprobada mediante Decreto Legislativo Nº 1017, la que entró en
vigencia el 01.02.09.
3
Entiéndase por supletoriedad la situación que implica la existencia de“(…) la norma uno, a la que le
corresponde regular un hecho pero no lo hace, denominada suplida, y a la norma dos, que sí contiene una
regulación para tal hecho, llamada supletoria”, las que comúnmente se conectan o vinculan a través de
una remisión. NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho del Trabajo. Lima: Ara Editores, año
1997, Pág. 131 y 132.
Sobre el particular, Marcial Rubio ha precisado que la aplicación supletoria de las
normas del Código Civil opera “siempre que no sean incompatibles con su
naturaleza”, es decir, que las normas del Código Civil, supletorias, sean
compatibles con la naturaleza de las normas suplidas. Asimismo, respecto de la
manera de determinar dicha compatibilidad, indica que “(…) no puede establecerse
reglas generales y válidas para todos los casos. Simplemente, el criterio
metodológico a adoptar será el de analizar en cada situación, los principios
subyacentes al caso materia de estudio, y compararlos con los principios
correspondientes a la normatividad civil que sería supletoriamente aplicable”4.
Por consiguiente, debe reconocerse la aplicación supletoria del Código Civil a los
contratos de ejecución de obras públicas suscritos bajo la vigencia del RULCOP en
los aspectos en que resulten compatibles.
2.1.4 En el orden de ideas expuesto, debe indicarse que el Código Civil resulta de
aplicación supletoria a los contratos de ejecución de obras públicas suscritos bajo la
vigencia del RULCOP, en aquello que resulte compatible con la naturaleza y
características propias de estos contratos administrativos.
2.2 “En la misma línea, solicitamos su opinión legal en torno a la aplicación de los
plazos de prescripción previstos en el artículo 2001º del Código Civil a las
acreencias que resultan de un procedimiento de liquidación de un contrato de
obra, celebrado bajo las normas del Reglamento Único de Licitaciones y
Contratos de Obras Públicas (RULCOP)”
4
Rubio Correa, Marcial. Biblioteca para leer el Código Civil, Volumen III, “Título Preliminar”, sexta
edición. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993, Pág. 163.
5
Esto es, el Reglamento original de la Ley N° 26850, aprobado mediante Decreto Supremo N° 039-98-
PCM (artículos 93º y 119º); el Reglamento aprobado mediante Decreto Supremo N° 013-2001-PCM
(artículo 117º); el Reglamento aprobado mediante Decreto Supremo N° 084-2004-PCM (artículo 201º), así
como el actual Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado, aprobado mediante Decreto Supremo
N° 184-2008-EF (artículo 142º).
2.2.1 En la medida que la consulta planteada está referida a acreencias resultantes de un
procedimiento de liquidación de un contrato de obra celebrado bajo la vigencia del
RULCOP, es pertinente señalar que en el referido reglamento la liquidación de un
contrato de obra puede tener lugar en virtud de dos supuestos de hecho claramente
diferenciados: (i) la liquidación de cuentas en el marco de una rescisión de
contrato, cuyo procedimiento se encuentra regulado en el artículo 5.8.8 del
RULCOP; y (ii) la liquidación final del contrato, cuyo procedimiento se encuentra
regulado en los artículos 5.12.1 y 5.12.2 del RULCOP.
2.2.2 De otro lado, debe indicarse que la liquidación de un contrato de obra se define
como el proceso de cálculo técnico, bajo las condiciones normativas y
contractuales aplicables al contrato, que tiene por finalidad determinar,
principalmente, el costo total de la obra y el saldo económico que puede ser a favor
o en contra del contratista o de la Entidad9.
6
Publicado en el Diario Oficial El Peruano el 23 de abril de 1986. Modificado mediante Decreto Supremo
N.° 019-90-VC, publicado en el Diario Oficial El Peruano el 6 de junio de 1990.
7
El artículo 7° de dicho decreto supremo estipula que será de aplicación a todos los contratos de obras
públicas, independientemente de la fecha de su celebración.
8
En cuyo caso deberá observarse, en lo que resulte pertinente, los Comunicados N° 015-83-VI-9100, 020-
83-VI-9100, 021-83-VI-9100, 001-87-VI-9100 Y 004-92-TCC-CONSULCOP.
9
Salinas Seminario, Miguel. Costos, Presupuestos, Valorizaciones y Liquidaciones de Obra. Lima:
Instituto de la Construcción y Gerencia (ICG), 2º edición, 2003, Pág. 44.
En tal sentido, la liquidación tiene como propósito verificar la corrección de las
prestaciones a cargo de la Entidad y del contratista, constituyendo un ajuste formal
y final de cuentas, teniendo en consideración los intereses, actualizaciones y gastos
generales a que hubiera lugar, que establecerá el quantum final de las prestaciones
dinerarias a cargo de las partes del contrato.
En ese orden de ideas, es evidente que los saldos económicos a favor de una de las
partes, producto del ajuste final de cuentas que se realice en la liquidación de de
una obra, constituyen una acreencia que encuentra en el propio procedimiento de
liquidación, el título que acredita el derecho de cobro11. Es decir, sólo cuando se
verifique la existencia de una liquidación aprobada de acuerdo a las normas
aplicables y los términos del contrato, es que tienen cabida las acreencias que se
deriven de dicha liquidación.
Cabe precisar que, como parte del cálculo de los saldos económicos, puede resultar
aplicable determinados intereses a las cuentas a favor o en contra de cada una de las
partes, en el ajuste final que se practica con motivo de la liquidación, los que deben
ser computados en estricta observancia con la normativa aplicable12.
Ahora bien, debemos partir por definir el concepto de “acción”, en la medida que la
finalidad del artículo 2001° del Código Civil es, como ya se anotó, establecer los
plazos de prescripción de las acciones civiles que regula. Así, tenemos que por
“acción” o “derecho de acción” se hace referencia al derecho subjetivo o poder
jurídico que faculta a recurrir a los órganos jurisdiccionales para conseguir la tutela
jurisdiccional efectiva13; es decir, constituye una categoría jurídica propia del
10
De cuyo texto extraemos el siguiente párrafo: “La liquidación de la obra corresponderá a la diferencia
existente entre el monto final del contrato de obra y el monto de los pagos a cuenta recibidos por el
contratista, efectuados según lo establecido en el artículo 5.5.1 del RULCOP”.
11
Al respecto, se debe tener en cuenta el artículo 5° del Decreto Supremo N° 010-86-VC.
12
Así, el Comunicado N° 005-86-VC-9100 señala que el objeto del mismo es establecer una metodología
para aplicar los artículos 5.7.4 y 5.7.7 del RULCOP, referidas al reconocimiento y pago de gastos generales
como consecuencia de la prórroga del plazo de ejecución de obra.
13
Marcial Rubio se refiere a la acción como“(…) la atribución que tienen las personas, de recurrir ante
los tribunales para que, poniéndose en movimiento la maquinaria de administración de justicia, se les
reconozca o se mande hacer efectivo su derecho. De esta manera, en principio y salvo contadas
excepciones, cada derecho (engendrado por la ley o por la declaración lícita de voluntad) lleva aparejado
el derecho a la acción para exigirlo ante los tribunales en el caso de incumplimiento por el obligado. (…)
Nótese que existe una profunda diferencia entre derecho y acción: el primero es una facultad o poder para
derecho procesal14.
Sobre el particular, sabemos que una norma procesal, como especie de la norma
jurídica, se caracteriza por ser instrumental y formal. Por un lado, asegura la
eficacia de la norma material y regula el mecanismo para su aplicación y
cumplimiento y, por otro, establece los requisitos para el procesamiento de un
conflicto, asegurando y precisando las facultades y deberes de todos los
participantes en la actividad procesal15.
Por otro lado, cuando la doctrina analiza el alcance de la prescripción del “derecho
de acción”, señala la generalidad de su ámbito de aplicación a todas las
pretensiones patrimoniales, sin distinguir el derecho material que las origina. Así,
se sostiene que “(…) ella opera en el ámbito de las pretensiones de naturaleza
patrimonial y contra los titulares de tales derechos, sean reales o crediticios o de
cualquier otra clase en tanto tengan naturaleza patrimonial”16.
Vale decir, la propia existencia de una acreencia supone que, cuando el deudor no
ha ejecutado las prestaciones a su cargo y se han agotado los mecanismos de cobro,
el Estado debe garantizar al acreedor el acceso a la jurisdicción (derecho de
“acción”) para dar inicio a un proceso imparcial en que pueda exigir el pago de
dichas acreencias patrimoniales.
En esa medida, aun cuando el derecho a recurrir a los órganos jurisdiccionales para
conseguir la tutela jurisdiccional efectiva respecto de las acreencias que resultan de
la liquidación de un contrato de obra no se encuentra expresamente previsto en el
exigir cumplimiento de algo que nos beneficia de otra u otras personas; la segunda es una atribución que
la persona ejerce ante los tribunales para que hagan realidad su derecho”. La extinción de acciones y
derechos en el Código Civil. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, cuarta
edición, 1997, Págs. 26 y 27.
Asimismo, Monroy Gálvez aborda dicha materia de la siguiente manera: “(…) cuando una pretensión
material no es satisfecha y el titular de esta carece de alternativas extrajudiciales para exigir o lograr que
tal derecho ocurra, entonces sólo queda el camino de la jurisdicción. Esto significa que el titular de una
pretensión material, utilizando su derecho de acción, puede convertirla –sin necesidad de hacerla
desaparecer- el pretensión procesal, la que no es otra cosa que la manifestación de voluntad por la que el
sujeto de derechos exige algo a otro a través del Estado, concretamente utilizando sus órganos
especializados en la solución de conflictos, llamados también jurisdiccionales”. Introducción al derecho
procesal. Santa Fe de Bogotá: Temis - Estudio de Belaúnde & Monroy Abogados, Tomo 1, 1996, Pág. 273.
14
Monroy Gálvez parece coincidir con nosotros cuando afirma: “En el plano concreto del proceso, el
concepto de acción que se acoja será parte del sustento para la explicación de la naturaleza jurídica de las
instituciones más importantes del derecho procesal”. Op Cit. Pág. 249.
15
Monroy Gálvez. Op. Cit. Pág. 156.
16
Vidal Ramírez. Op. Cit. Pág. 255.
RULCOP, debe reconocerse la existencia de tal derecho. Asimismo, dado que las
acreencias producto de los contratos suscritos al amparo del RULCOP tienen una
naturaleza jurídica similar a las acreencias originadas en las relaciones jurídicas
patrimoniales reguladas en el Código Civil, ante la falta de previsión del RULCOP
sobre el particular, puede aplicarse, supletoriamente, las disposiciones pertinentes
del Código Civil, entre estas los plazos de prescripción, los cuales se encuentran
establecidos en el artículo 2001° del Código Civil.
3. CONCLUSIONES
/MPC
1.- El artículo 2121 del Código Civil se refiere a la Teoría de los Hechos Cumplidos.
Aplicando esta norma, en el año 2002, una demandante pretende la
declaración de su estado de convivencia con el demandado desde el año 1970
hasta el año
1983, antes de la vigencia del Código Civil, con la finalidad de acreditar que su
condición era tal el 15 de julio de 1977, fecha en que el demandado (su
ex conviviente), adquiere en compraventa un inmueble que aún mantiene dentro
de su propiedad. En tal sentido, precise usted si:
3.- Para reclamar los efectos civiles del matrimonio debe presentarse
copia certificada de la partida del registro del estado civil. Si ésta no existiera:
4.- El artículo 354 del Código Civil señala: “Transcurridos dos meses desde notificada la
sentencia de separación convencional o de separación de cuerpos por separación de hecho,
cualquiera de los cónyuges, basándose en ella, podrá pedir que se declare disuelto el vínculo
del matrimonio. Igual derecho podrá ejercer el cónyuge inocente de la separación por causal
específica”. La jurisprudencia señala al respecto, que, vencido el plazo indicado y tratándose de
la separación por causal específica:
a) Sólo el cónyuge inocente puede pedir la disolución del vínculo matrimonial, en tanto el artículo
354º del Código Civil prohíbe que lo haga el culpable, de lo contrario se estaría amparando el
ejercicio abusivo de un derecho por parte del cónyuge culpable.
b) El cónyuge culpable puede pedir la disolución del vínculo matrimonial en tanto
el artículo 354º del Código Civil, lo señala así expresamente.
c) El cónyuge culpable puede pedir la disolución del vínculo matrimonial en tanto el
artículo 354º del Código Civil no lo prohíbe, de lo contrario se estaría amparando la
omisión abusiva de un derecho por parte del cónyuge inocente.
d) Ambos cónyuges deben pedir conjuntamente la disolución del vínculo matrimonial, en tanto
el artículo 354º del Código Civil no podría aplicarse sólo por parte de uno de los cónyuges.
e) El cónyuge culpable puede pedir la disolución del vínculo matrimonial, siempre que el
cónyuge inocente no se oponga. De lo contrario, se estaría amparando la omisión abusiva
de un derecho por parte del cónyuge inocente.
a) Cuando recién se constituye la sociedad, el patrimonio neto no puede ser igual al capital
social.
b) Cuando el patrimonio neto es superior al capital social, éste puede ser aumentado sin
necesidad de recibir nuevos aportes de los socios.
c) Para su declaración en la escritura de constitución social es necesario
que las partes sociales que componen el capital social estén suscritas y pagadas por
lo menos en una tercera parte de su valor nominal.
d) Es el monto mínimo de patrimonio bruto que la sociedad declara tener.
e) El monto de patrimonio neto del capital social puede disponerse a favor de los socios.
10.- Para que la aplicación supletoria del Código Civil se dé a materias regidas por leyes especiales
se requiere que:
12.- Entre los métodos de interpretación, existe el método de la ratio legis, mediante el cual se
determina lo que quiere decir la norma:
a) Desentrañando su razón de ser intrínseca, que puede extraerse del contexto de los hechos
que le dieron origen.
b) Atribuyéndole los principios o conceptos que quedan claros de otras normas.
c) Desentrañando su razón de ser intrínseca, que puede extraerse de su propio texto.
d) Recurriendo a los contenidos que brindan los antecedentes jurídicos del tema.
e) Teniendo en cuenta el subconjunto o grupo normativo en el cual se encuentra incorporada.
13.- Las antinomias son aquellas situaciones que se presentan cuando frente a un caso, el
ordenamiento jurídico ofrece por lo menos dos soluciones opuestas o de consecuencias diversas.
Algunos de los principios más usados a los que se acude para su solución son:
a) Todas las decisiones del Tribunal Constitucional constituyen precedentes vinculantes conforme
lo establece la Constitución y la propia Ley Orgánica del Tribunal.
b) El Tribunal debe establecer cuándo sus decisiones son vinculantes, en todos los demás
casos, sus sentencias no vinculan.
c) Conforme al Código Procesal Constitucional, el precedente debe ser establecido por el
propio Tribunal Constitucional y sólo puede darse en las sentencias que adquieran la
calidad de cosa juzgada.
d) El Precedente Constitucional equivale a la doctrina jurisprudencial en nuestro
país.
e) En nuestro país no existe precedente constitucional, pues no rige la regla del stare decisis.
17.- Identifique cual de los derechos que se señalan, no se encuentra expresamente reconocido en la
Constitución de 1993:
19.- Con relación a las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento, se
afirma que gozan de la respectiva protección como derechos humanos que son, si:
a) Para gravar un bien sujeto a copropiedad, el acuerdo debe ser tomado por la mayoría absoluta
de los copropietarios.
b) No se puede constituir hipoteca en garantía de obligaciones futuras.
c) Un copropietario puede adquirir por prescripción el bien común.
d) Los bienes inmuebles se adquieren por prescripción a los 10 años si hay buena fe y justo
título, y a los 30 si no hay estos dos requisitos.
e) Se pueden adquirir por prescripción bienes inmuebles inscritos en los
Registros Públicos.
a) Si el deudor da en prenda dos bienes, él puede exigir que se desafecte uno de ellos, si ha
pagado el cincuenta por ciento de la obligación.
b) Si se da en hipoteca dos inmuebles, el deudor no puede exigir que se desafecte uno
de ellos, si ha pagado el cincuenta por ciento de la obligación.
c) La prenda civil puede afectar el cumplimiento de obligaciones indeterminadas. d) La
hipoteca civil puede afectar el cumplimiento de obligaciones
indeterminadas.
e) En la prenda civil la entrega no es un requisito de validez.
a) Los bienes muebles se adquieren por prescripción a los 2 años de posesión contínua, pacífica
y pública como propietario, si hay buena fe, y a los 4 si no la hay.
b) El arrendatario siempre está autorizado a subarrendar el bien que le han arrendado.
c) El arrendador de un inmueble es poseedor mediato del bien.
d) La presunción de propiedad se aplica tanto en materia mobiliaria como inmobiliaria.
e) En la prenda agrícola, el contrato de prenda no se inscribe en los
Registros Públicos.
a) Los ladrones pueden adquirir por prescripción los bienes que han robado.
b) La transferencia de un bien inmueble se produce a la firma de la escritura
pública.
c) El invasor no es poseedor del terreno que ha invadido.
d) Los arrendatarios son poseedores mediatos de los inmuebles que ocupan. e) La posesión
legítima puede ser de buena o mala fe.
a) Cualquier persona puede interponer los recursos aunque no sea parte del proceso.
b) Los remedios se interponen contra actos no contenidos en resoluciones y los recursos
contra resoluciones.
c) Los recursos se interponen ante la instancia superior a la que expidió el acto y los remedios
ante la misma instancia que los expidió.
d) Los recursos y remedios se presentan solicitando de modo preciso la anulación del
acto cuestionado, no siendo necesaria la fundamentación legal.
e) Una misma resolución puede ser objeto de un remedio y un recurso.
a) Se deben señalar todos los hechos que sustentan la pretensión. Sin embargo, no es
obligatoria la mención a las normas legales y el fundamento jurídico, pues éstas se
presumen conocidas.
b) En todos los casos se debe señalar un monto del petitorio, bajo sanción de
improcedencia de la demanda.
c) Todos los documentos que acompañan la demanda deben constar por escrito o en copia
legalizada.
d) Presentada la demanda, en ningún caso se puede ampliar la cuantía o el
petitorio.
e) La demanda se puede ampliar sin límites hasta antes que ésta sea notificada.
a) Las costas corresponden a los honorarios de los abogados y los costos corresponden a las
tasas judiciales.
b) Para que haya condena de costas y costos necesariamente se tiene que
haber demandado esa pretensión.
c) No puede haber condena de costas sin condena de costos.
d) Las partes pueden convenir el régimen de las costas y costos, en los casos de
conclusión del proceso por transacción o conciliación.
e) En caso de desistimiento, las costas y costos son compartidos por las dos partes.
39.- Con respecto a la consumación en el caso de robo, en que el sospechoso es detenido en pleno
acto de fuga, la Corte Suprema (Acuerdo Plenario 1-2005) estableció que el criterio
determinante es:
40.- La lesión grave, para efectos del Derecho Penal, de define como:
41.- Los delitos de seducción (artículo 175 del Código Penal) suponen hechos organizados por
el autor en base a engaños. En tal sentido, la Corte Suprema (Caso Espinoza Neyra,
Ejecutoria Vinculante de abril de 2005) estableció que:
a) Para los fines de la norma, los “engaños” pueden ser tanto falsas
representaciones de la realidad como promesas incumplidas
b) Dado el sentido de la norma, los “engaños” sólo pueden ser promesas incumplidas
c) Dada la gravedad del hecho, debe entenderse por “engaño” toda disposición patrimonial del
agresor realizada para obtener el consentimiento de la víctima
d) Los “engaños” a los que se refiere la norma no comprenden promesas incumplidas, sino
falsas representaciones de la realidad
e) Dada la gravedad del hecho, cualquier acceso carnal a personas menores a
14 años provocado por medio de falsas promesas debe ser sancionado
alternativamente como seducción o violación.
42.- Con relación a la aplicación de la reserva de fallo condenatorio al caso de delitos con penas
conjuntas alternativas, la Corte Suprema (Caso Cóndor Robles, Ejecutoria Vinculante, de
noviembre de 2005) declaró que:
44.- La criminología:
50.- Señala la alternativa incorrecta, teniendo en cuenta que las penas que se pueden imponer en el
campo penal son:
a) Privativa de libertad.
b) Restrictivas de libertad. c) Limitativas
de derechos. d) Llamada de atención. e)
Multa.
53.- La diferencia entre los procedimientos por terminación anticipada de instrucción y terminación
anticipada del juicio consiste en:
54.- Ante varias declaraciones en distintas etapas diferentes del proceso, ¿existe alguna razón
para dar mayor confiabilidad a la declaración prestada durante el juicio?
a) Jamás debe hacerse referencia a las declaraciones prestadas ante la Policía o ante el Juez
de Instrucción, porque son declaraciones levantadas con finalidades exclusivamente
preparatorias.
b) Sí. Se debe resolver conforme a las declaraciones prestadas ante la Sala de
Juzgamiento aunque éstas sean abiertamente contradictorias con todas las declaraciones
anteriores.
c) Sí. Se debe resolver exclusivamente conforme a las declaraciones prestadas ante la Sala
Penal, aunque las declaraciones prestadas ante la autoridad policial sean distintas y no
exista objeciones a su contenido o al desarrollo de la diligencia.
d) No. Se puede considerar más confiable las declaraciones prestadas ante el Juez
Instructor o ante la autoridad policial, siempre que se cumplan las reglas formales de
actuación y la Sala pueda motivar las razones por las que considera que aquellas
corresponden a la verdad mejor que las prestadas durante las audiencias del juicio.
e) No. Se puede resolver incluso conforme a las declaraciones prestadas ante la autoridad
policial, pero éstas deben coincidir necesariamente con las prestadas el Juez instructor
o ante la Sala de juzgamiento.
a) Sólo se tiene competencia para juzgar delitos de función, y que ellos deben ser
definidos como conductas que afectan bienes jurídicos estrictamente militares. En
consecuencia, los casos que deben ser sancionados conforme a normas
del Código Penal deben ser enjuiciados por la
jurisdicción común.
b) Sólo tiene competencia para juzgar delitos de función. Debe entenderse por
tales los que se cometen en ejercicio de funciones militares, durante el servicio o con
ocasión del servicio prestado por efectivos de las fuerzas armadas o de la policía
nacional, independientemente del Código que sanciona la conducta.
c) Sólo tiene competencia para juzgar delitos de función. Son delitos de función
los contemplados en ese Código y los sancionados en el Código Penal si el hecho se cometió
dentro de un establecimiento militar o el responsable y el agraviado son ambos militares.
d) Tiene competencia para juzgar delitos de función y delitos comunes si por lo menos el autor es
efectivo de las fuerzas armadas o de la policía nacional.
e) Tiene competencia para juzgar delitos de función y delitos comunes si el lugar
en que se comete el hecho es un establecimiento militar o policial.
56.- Con respecto a la participación de un colaborador eficaz, un testigo de identidad secreta al que
la defensa no puede interrogar, marque la afirmación correcta:
a) Las declaraciones de testigos de identidad secreta son inconstitucionales en todos los casos
b) La ley puede, por razones de seguridad, prohibir que se revele la
identidad de determinados declarantes, pero que en este caso el acusado sólo
puede ser condenado por otras pruebas que confirmen lo dicho por el declarante cuya
identidad se mantiene en reserva
c) La ley puede, por razones de seguridad y por excepción, permitir en casos especialmente
graves, como los de terrorismo y narcotráfico, que se emplee el testimonio de colaboradores
eficaces como prueba suficiente que justifique una condena penal.
d) Sólo puede emplearse la declaración de un colaborador eficaz si previamente
es interrogado en juicio. Para estos fines, el Tribunal Constitucional declaró que la
prohibición de revelación de la identidad del declarante tiene como límite el derecho de la
defensa a interrogar a los testigos de cargo.
e) Las normas sobre identidad secreta de colaboradores eficaces son inconstitucionales.
Sin embargo, no es necesario interrogar en juicio a los colaboradores si su declaración fue
levantada en presencia del representante del Ministerio Público.
57.- La estabilidad laboral es: