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LA RESPIRACIÓN COMO MECANISMO PRAXEOLÓGICO FUNDAMENTAL PROTO-

ECONÓMICO

Iván Canales Valenzuela


Master en Economía Aplicada
Canalesvalenzuela61@gmail.com

Dice el refrán que la mejor manera de no entender nada de economy


(economía como fenómeno social/humano) es estudiar economics (economía
como disciplina) 1 . Ahora bien, nuestra reflexión sobre el análisis del acto
humano de respirar es fundamental para comprender la esencial dimensión
económica (economy) de la condición humana en el mundo. Si la dimensión
económica humana está fundada en la praxeología humana, entonces
debemos explorar a cabalidad cuál es la génesis y estructura de dicha praxis
humana en el mundo. Y no podemos realizar un análisis praxeológico
exhaustivo y profundo si no analizamos biológica y praxeológicamente la
estructura del respirar humano. Y ello es así, porque nuestra fenomenología de
la condición humana en el mundo parte del presupuesto de que el agente
humano es siempre un Yo-Mundo, donde yo y mundo jamás se pueden
separar ni menos contraponer. Y en esta correlación afirmamos, que el
elemento más importante de ella, está en el guión, el cual está compuesto por
diversos mecanismos biológicos, psicológicos, materiales y espirituales.
Ahora bien, el mecanismo biológico originario de todo Yo-Mundo posible,
es el respirar humano, es el primer hálito del recién nacido; su primera
bocanada de aire, la cual va acompañada de un angustioso llanto. Mundo y
sujeto emergen como una nueva realidad en ese acto compuesto (Yo-Mundo)
del respirar humano; donde el sistema nervioso central hace operar a unas
fosas nasales y a un sistema respiratorio que van a procesar el oxigeno que
provee nuestro mundano entorno medioambiental. Agente humano y
medioambiente se funden configurando una sólo y única realidad, en el acto de
respirar, a saber, un agente humano en el mundo. Mundo natural que oxigena;
mundo social oferente que provee y satisface. En síntesis el neonato o agente
humano emergente, es sistema de relaciones trifásico, configurando una
unidad orgánica que posee una polaridad individual, una natural y otra social.
Evidentemente, es un Nosotros, que aspira a ser Yo.
Somos, por tanto guión, mundo respirado en el acto de inhalar y exhalar.
Somos sensibilidad humana sintiendo el aire ingresar a nuestros pulmones por
nuestra nariz y boca. Somos angustiosa emocionalidad y afectividad humana
en el acto de llorar mientras realizamos nuestro respirar en el mundo. Somos
pulsión humana respirante, que necesita y desea satisfacer, multiplicidad de
necesidades y carencias que configuran a nuestro humano estar en el mundo.
Somos en el llanto, angustiosa demanda de bienes y servicios que requerimos
para hacer posible nuestro humano existir en el mundo. La oferta mundanal,
institucionalmente configurada (familia, barrio, ciudad, Estado), se alinea para
hacer posible el humano existir de este neonato. Por tanto, desde una
perspectiva fenomenológica y praxeológica, con el humano respirar ha
emergido también un nuevo problema económico, es decir, un viviente
humano, que pulsa por satisfacer necesidades y deseos y que requiere de una

1 Cf., Gabriel Trade 1902, vol. I, p. 136 ss .


óptima asignación de recursos para posibilitar su estar y devenir en el mundo.
Somos un Yo-Mundo: Natural y Social, que deviene también como problema
económico en permanente relación e intercambio (de bienes y servicios) entre
las tres polaridades trifásicas2 (yo, naturaleza y sociedad).
Pero también, dicho problema económico culminara o dejara de existir
con nuestro último aliento. Así, nuestro respirar, nuestro aliento vital configura
un espacio, un humano existir que se despliega entre natalidad y mortalidad.
Los cuales también son los extremos de todo problema económico posible. O
de otro modo, la esencial relación trifásica entre yo, naturaleza y sociedad sólo
se deshace con nuestro último aliento. En síntesis con nuestro primer aliento
emerge un agente humano que es pura interacción en permanente polaridad
trifásica; en permanente intercambiabilidad entre las tres polaridades; emerge
por tanto, como un nosotros que permanentemente intercambia bienes y
servicios, en un muy complejo juego de fuerzas de ofertas y demandas,
trifásicamente configuradas.
Es muy importante subrayar aquí, que el neonato nace con un desear y
unas necesidades humanas instaladas sobre la mala infinitud del desear
humano; pues biológicamente, no tiene ninguna otra posibilidad, su
egocentrismo es infinito porque no tiene acceso ha una habitualidad que le
permita la generación de redes neuronales codificadas, con la experiencia de la
necesaria mediación social o, con el imperativo de diferir en el tiempo la
satisfacción de pulsiones, deseos y necesidades. El imperativo de inmediatez
en la obtención de satisfactores, es consecuencia de la mala infinitud de su
necesitar y desear. Donde deseo y necesidad se confunden y se identifican
permanentemente. Por tanto en el acto de respirar, tenemos ya al embrión o
cigoto de nuestro homo economicus que vive sólo en función de sus
personales deseos, intereses y necesidades. A un neonato no se le puede
imputar moralmente su natural egocentrismo. Lo que si podemos cuestionar
socio-éticamente es postular a este natural egocentrismo infantil, como
dispositivo o mecanismo regulador o coordinador de la acción social y
económica humana.
Freud es muy agudo al visualizar a este egocentrismo infantil como
“perverso polimorfo”, que es puro desear, apetecer, es pura libido anárquica.
La cultura puede por tanto, canalizar este egocentrismo, este humano desear
hacia la dirección que sea, ¿cuál? Es una cuestión socio-ética y cultural, que
sólo el todo social puede resolver. Todo social que debe lidiar con el hecho, de
que el más importante destructor de los equilibrios dinámicos que debieran
producirse entre las interacciones trifásicas (yo, naturaleza y sociedad) del
humano existir en el mundo, es la mala infinitud del desear humano.
Lo relevante de nuestra reflexión es, poder subrayar el hecho de que
aunque el desear y el necesitar humano son imperativos biológicos, las
estrategias de posibles satisfacción de las mismas son siempre socio-

2 “En ingeniería eléctrica, un sistema trifásico es un sistema de producción, distribución y


consumo de energía eléctrica formado por tres corrientes alternas monofásicas de igual
frecuencia y amplitud (y por consiguiente valor eficaz), que presentan una diferencia de fase
entre ellas de 120° eléctricos, y están dadas en un orden determinado. Cada una de las
corrientes monofásicas que forman el sistema se designa con el nombre de fase” (Wikipedia).
Esta metáfora es relevante, porque los equilibrios y desequilibrios al interior de una corriente
trifásica son análogos a los que se producen entre individuo, naturaleza y sociedad.
culturales, siempre sociales y dependiente del Lebenswelt o mundo de la vida
en el que se desempeña el neonato: con valores políticos y sociales propios;
con particulares códigos de gestión de la alimentación, de la emocionalidad, de
la afectividad, de la espiritualidad y de la cognición. Y lo más importante para
nuestra reflexión; con modos de producción económica particulares, donde el
intercambio mercantil (cataláctica) es sólo una particular forma de actividad
económica. Nada hay en la naturaleza de lo humano, ni en la Idea
fenomenológica de economía que obligue a identificar lo económico humano
con la actividad mercantil o comercial. Lo económico humano, es
pluridimensional: es trabajo humano socialmente organizado, es trifásica
producción de bienes y servicios, es también asignación de recursos; es
también distribución rentas beneficios, utilidades; es integridad medioambiental
y también intercambio mercantil. Y todo ello, en función de satisfacer múltiples
necesidades humanas; todas ellas finitas; con satisfactores claros precisos y
cuantificables. Necesidades que emergen de la condición de lo humano en el
mundo; que ya desde su primer hálito y llanto vital se manifiesta como un
conjunto de necesidades humanas, que requieren ser satisfechas y que
configuran desde ya, a un manifiesto emergente problema económico, el cual
siempre es un nosotros, necesitante o demandante y oferente a la vez.
Volvamos entonces, al análisis del mero acto de respirar. En dicho acto
me convierto en viviente humano, inhalo mundo, oxígeno me hago vida
humana en el mundo, porque al mismo tiempo me hago Biosfera. De hecho, no
puede haber ni un solo instante o grado de separación entre agente humano y
mundo, porque de lo contrario, no podría vivir o existir humanamente. Por
tanto, nunca, el mundo estará fenoménicamente allá y yo aquí. Somos un aquí
y ahora existencial y mundanal a la vez, aunque Ego y la mala infinitud de su
desear, no puedan ver esta esencial identidad con el mundo o medioambiente,
Ego es indisoluble unidad orgánica con su entorno medioambiental. Y el
respirar humano, segundo a segundo, día a día, nos sitúa en esta esencial
unidad. Ahora bien, cuando la actividad económica (economy) se pervierte y la
disciplina económica (economics) legitima considerar a la naturaleza o
medioambiente como una instancia a depredar, porque ofrece recursos
naturales gratuitos; violamos con ello tanto la esencia de lo humano como de lo
medioambiental que consiste en ser un todo viviente orgánico, que va
estableciendo dinámicamente equilibrios y corrigiendo desequilibrios. Somos
cuerpo vivo en el mundo; y nuestro primer acto praxeológico fundamental es
respirar; somos agentes respirantes humanos, en una constante respiración
que da cuenta de nuestra esencial mundanidad. Por tanto, atentar contra el
medioambiente, es atentar contra nosotros mismos, es decir, en contra de
nuestras posibilidades de ser. De ser-en-el-mundo. El mundo es el esencial ahí
de nuestras posibilidades de ser. Y ese ahí es anterior a cualquier posibilidad
humana de ser que podamos imaginar. O de otro modo, nuestro ahí mundanal,
es condición de posibilidad de ser. Ahora bien, de cómo concibamos y
cuidemos de este ahí, dependerán también nuestras posibilidades de ser.
Respirar es por tanto, un ahí mundanal3 que nos recuerda permanentemente,
la inmensa responsabilidad que tenemos al considerar y construir en el día a
día nuestras posibilidades de ser. Puesto que sean cuales sean las decisiones

3Es evidente que el ahí mundanal es a la vez natural y social, sin embargo, la reflexión sobre
dicha esencial sociabilidad excede el espacio de esta reflexión.
que tomemos en cuanto al Ser posible; estamos afectando al devenir de aquel
ahí mundanal que nos constituye, a saber, a la Biósfera.
Ahora bien, el respirar no sólo es una acto estructural y originario de la
condición humana en el mundo; es también una actividad altamente compleja
que provee al agente biológico humano del oxígeno necesario para oxigenar
todo su cuerpo. Sin embargo, el cuerpo no puede almacenar oxígeno; por ello
es necesario respirar sin cesar día y noche; pero el gesto respiratorio no se
corresponde siempre con las necesidades de oxígeno en el cuerpo; ya que
muchas veces al mismo tiempo, contribuye a otras finalidades o circunstancias:
acompañar el impulso de un movimiento para sostener la voz hablada o
cantada; movilizar las vísceras, abrir o cerrar más las costillas, etc. Por tanto, el
respirar se nos convierte también en una técnica; en una metodología que
provee del recurso oxígeno, de una manera específica, para hacer posible
cierto tipo de actividades. El respirar, más allá de operar como una función
automática, se convierte, como actividad respirativa, en recurso humano
fundamental para satisfacer otro tipo de necesidades, a otras praxis humanas
en el mundo. El habla, el discurso, el canto, el ejercicio físico, la meditación son
actividades humanas que convierten al respirar en un recurso que debe ser
adquirido a través del aprendizaje; por medio de la Habitualidad, las
Habilidades y las Competencias (HHC); por tanto, el respirar humano deviene
así en capital praxeológico HHC. Capital que se produce y se forma como
praxis humana en el mudo; capital que se requiere para satisfacer necesidades
humanas de diversa índole; capital que por su estructura praxeológica de
aprendizaje a través de hábitos, habilidades y competencias es también
cuantificable. Por tanto, es evidente que la actividad humana de respirar es
también, bajo este respecto, una cierta actividad económica humana, la cual
requiere de trabajo humano especializado, es producida como una satisfactor
de necesidades humanas y sus cuantificación también revela y cuantifica
calidad de vida.
Por otro lado, la actividad respiratoria también requiere de maximización
de utilidades y beneficios en su desempeño; pues está en juego la posibilidad
de vivir sanamente o de prolongar o acortar nuestras posibilidades de vida.
Dicha maximización, dice relación con el problema de que no le prestamos
mucha atención a nuestra respiración, pues, generalmente, respiramos de una
manera superficial. En una inspiración superficial, entra en los pulmones
aproximadamente medio litro de aire, a pesar de que la capacidad pulmonar
total de un adulto es de 4-6 litros. El respirar de forma normal no es suficiente
para purificar y vitalizar la sangre. Si no respiramos profundamente la sangre
venosa al llegar a los pulmones no se purifica ni se llena de vitalidad, esto hace
que la sangre esté maleada y prosiga su camino sin cumplir plenamente su
misión, ocasionando malestares y problemas de salud tanto físicos como
psíquicos. Por tanto, es evidente que el respirar humano, de modo estructural,
es también una actividad económica fundamental, pero en la cual no hay
cataláctica, esto es, intercambio de bienes y servicios a través del medio
dinero. Queda claro aquí, que es un sesgo ideológico muy reduccionista sólo
concebir beneficio económico allí donde alguien acumula dinero o acrecienta
su capital dinerario, producto de un intercambio mercantil. El arte de respirar es
también una actividad económica (economy) para la consecución de la vida
humana en el mundo y que la disciplina económica (economics) no logra
visualizar ni conceptualizar. Pues ideológicamente, sólo le interesa estudiar
pulsiones y regularidades propias del agente económico capitalista como
productor y consumidor que de modo anárquico desata fuerzas productivas
que no puede controlar. Y que construye una gran maquinaria de producción y
consumo donde bajo la ilusión de satisfacer necesidades y deseos humanos, el
agente humano ya sea como productor o consumidor se convierte en esclavo
de dicha maquinaria.
Una mirada atenta, tanto a al acto originario de respirar como al arte de
respirar muestra que dicha actividad no sólo provee de recursos biológicos,
sino también de recursos para la gestión emocional, afectiva y espiritual, pues
con el respirar deviene también el oler aromas agradables y pestilentes
emanaciones. En el oler nuestro mundo se hace también sensitiva y
psicoemocionalmente agradable o desagradable. Y con ello se provee de
recursos actitudinales para la gestión de las relaciones intersubjetivas
humanas, pues ayuda al equilibrio emocional, psico-afectivo y espiritual
requerido por éstas. Por tanto, cultivar, acumular y densificar en capital HHC,
para profesionalizar esta actividad, es una cuestión económica humana
(economy) de máxima relevancia, que incluso se puede diseñar
estratégicamente, estableciendo procesos formalizados para la
profesionalización del arte de respirar y con ello también maximizar beneficios y
utilidades, para el bienestar biológico, actitudinal y espiritual del agente
humano en el mundo.
A modo de conclusión, el respirar humano nos revela también que la
dimensión económica humana (economy) 4 es mucho más amplia y rica que
aquello que logra concebir, sesgadamente la economía disciplinar (econmics)5.
Y que una disciplina económica menos pretensiosa y más abierta y plural,
debiera poder cuantificar el capital HHC respiratorio, requerido para la
consecución del bienestar humano en el mundo; bienestar que impacta
directamente también en la condiciones de convivencia social y de
productividad que el agente humano pueda desempeñar en diversos modos de
producción de bienes y servicios. Y que por tanto, ni economy ni economics
pueden ser reducidas a una ideología que nos hace esclavos de una gran
maquinaria de producción y consumo que tiene como único horizonte la
acumulación de riqueza pecuniaria que se produce a través del intercambio de
bienes y servicios en el medio técnico mercado. Riqueza pecuniaria que sólo
acumulan quienes exhiben la titularidad de ser propietarios de factores y
medios productivos. Es decir, no más del 1% de la población mundial.

Talca, octubre de 2018.

4 Concebida desde la Idea fenomenológica y praxelógica de economía a escala humana.


5 De hecho la economía académica reduce lo económico a cataláctica (estudio del intercambio
mercantil) y al interior de dicho intercambio, concibe como “lo económico”, sólo a aquel
intercambio mercantil que convierte al dinero en capital (Cf., K. Marx 2010 [1867], El Capital,
Libro I, Sección II, cap. IV.

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