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Los Yanomami son una tribu indigena que habitan en el Alto Orinoco, Estado Amazonas son

un subgrupo que lingüísticamente pertenece a la etnia Ya

nomama conformada también por los Sanemá


(Sanima), Ninam (Yanam) y Yanomam. De estos subgrupos, salvo el último que ocupa
únicamente el territorio brasileño, todos los demás se encuentran tanto en Venezuela como en
Brasil. La mayoría de los expertos clasifican actualmente la lengua Yanomama y sus diversos
topolectos como independiente, a pesar de que en antiguas discusiones algunos opinaron que
debería ser incluída en la familia lingüística Chibcha.

Los Yanomami, también conocidos en la literatura como Yanomamo, Yanoama, Waika,


Guaharibo, Shiriana, Kirischana y Shirishana, entre otros, constituyen el grupo indígena más
numeroso del estado Amazonas y el quinto del total de la población indígena en Venezuela.
Según el Censo Indígena de 1992, para el estado Amazonas la población Yanomami (que
incluye el subgrupo Sánema) asciende a 13.347 individuos.

Los Yanomami habitan en un extenso territorio que abarca desde las cabeceras del río
Orinoco y la sierra de Parima hasta la cuenca media del río Siapa, región de selva tropical
lluviosa. Durante siglos, los Yanomami han habitado esas tierras y se asegura que los
actuales habitantes de las comunidades ubicadas cerca del río Orinoco tuvieron sus
asentamientos de origen en la sierra Parima.

Los Yanomami, tradicionalmente viven selva adentro alejados de las orillas de los grandes
ríos; sin embargo, en los últimos cincuenta años, como consecuencia de un considerable
aumento poblacional, varios grupos se establecieron en las márgenes de los ríos Orinoco,
Mavaca, Ocamo y Manaviche, afianzando su permanencia en esas zonas con la llegada de
los misioneros y criollos.

Reunidos en unas 180 aldeas, shabono (vivienda comunal), los Yanomami se agrupan en
comunidades de 40 a 200 individuos cada una, donde desarrollan sus actividades domésticas,
recreativas y rituales.
Cada grupo está vinculando por fuertes lazos de parentesco siendo la familia nuclear la unidad
social elemental. De las formas productivas Yanomami, la agricultura les proporciona
aproximadamente el 79,4% de los alimentos que consumen. El conuco preparado mediante el
sistema de tala y quema tiene como cultivo preponderante variadas especies de plátano y en
menor grado la yuca, el ocumo, el maíz, el mapuey, la caña de azúcar, el tabaco y el algodó,
entre otros. Para complementar y enriquecer la dieta diaria, los Yanomami recolectan frutos
silvestre, tubérculos, miel, insectos comestibles, cangrejos, etc., trabajo que es realizado
comúnmente por las mujeres.

La actividad que le suministra la mayor cantidad de proteínas al Yanomami es la cacería, la


cual es desarrollada en dos formas por los hombres: una realizada durante una jornada y en
una área relativamente cercana al shabono llamada rami huu y otra de duración más
prolongada, tres o más días, llamada heniyomi huu. Las presas de cacería más preciadas son
la danta, el váquiro, la lapa, la pava, el venado, el mono y el picure, entre otros.

En los ríos del Alto Orinoco existe una gran variedad de peces que conplementan la dieta del
Yanomami, entre ellos se encuentran: rayado, pavón, cachama, valentón, guabina, palometa,
caribe, arenca, picúa, etc. Los Yanomami tienen varias formas de realizar la pesca: usando
guaral y anzuelos en ríos y lagunas (forma no tradicional); con cesta de trenzado ancho
cuando al bajar las aguas los peces quedan atrapados en caños, pozos y lagunas; con las
manos buscando los peces escondidos entre ramas, lodo y hojas; y con el uso de extractos
vegetales (barbasco). Para los Yanomami, una de las celebraciones más significativas en su
sociedad son los ritos funerarios donde se consumen las cenizas del difunto diluidas en carato
de plátano. Esta ceremonia denominada reahu constituye también un momento importante
desde el punto de vista político, social y económico en la vida del pueblo Yanomami, ya que
en ella se establecen lazos de solidaridad, alianzas, intercambios de bienes materiales y
simbólicos.

Los yanomamis
La minería, la ganadería y una caótica atención sanitaria amenazan a los
yanomamis
Durante miles de años, los yanomamis han vivido prósperamente en las selvas de
Sudamérica.
Ahora se enfrentan a dificultades mientras el Gobierno falla a la hora de
protegerles frente a invasiones criminales, ataques y enfermedades.

Localización[editar]
Alrededor de 20 000 individuos que integran los yanomamis viven desperdigados por la selva
tropical, en aldeas separadas por muchos kilómetros de tierra deshabitada. Alrededor del 70
por ciento de esta población ocupa el sur de Venezuela, en el estado Amazonas, mientras que
el resto se distribuye por zonas adyacentes a Brasil, en concreto en una zona que comprende
parte del estado de Roraima y del Amazonas. Las comunidades yanomamis se concentran en
la zona de la cuenca del río Mavaca, en los afluentes del Orinoco, y en la sierra Parima.

El contacto del pueblo yanomami[editar]


A pesar de que los contactos del pueblo yanomami con la sociedad dominante se iniciaron
hace más de dos siglos, a consecuencia de la colonización de los portugueses en el
Amazonas y el río Negro, estos permanecieron relativamente aislados en territorios de refugio,
hasta mediados del siglo XX (década de los cincuenta) cuando comenzaron contactos más
directos y permanentes con población no indígena. Expertos antropólogos como Jacques
Lizot y otros autores afirman que los yanomamis migraron de la zona entre el río Blanco y el
río Negro en Brasil, y de alguna manera se refugiaron en un territorio más seguro como la
sierra Parima, cadena montañosa entre Venezuela y Brasil.3 Tras este asentamiento se dieron
ciertas condiciones para que la población yanomami creciera númericamente y se expandiera
hacia ciertas zonas del alto Orinoco y sus afluentes.
A mitad del siglo XX los yanomamis mantuvieron encuentros tensos y no amigables con
criollos venezolanos y brasileños que se internaron en su territorio para la explotación
cauchera, los cuales condujeron a varios enfrentamientos violentos con saldos de personas
muertas y el rapto de otras por parte de los yanomamis. En la segunda mitad de dicho siglo,
sobre todo a partir de la década del cincuenta, se realiza la expedición venezolano-francesa
que descubrió las fuentes del Orinoco y se comienzan a establecer en el territorio yanomami
un grupo de misiones religiosas que representan la primera presencia permanente y
estructurada de personas no indígenas con actividades directas en la zona; en consecuencia
los contactos son cada vez más crecientes entre estos y las comunidades yanomamis
ubicadas en áreas de difícil acceso.

Vivienda[editar]

Vista de un Shabono.
Viven en aldeas pequeñas, de entre 40 o 50 personas, que se construyen en círculo
completamente abiertas. Sus viviendas tienen forma cónica y viven en grupos de familias. La
situación de las cabañas puede variar y, en numerosas ocasiones, en lugar de formar un
círculo, forman una hilera.Las familias comparten con las otras familias de la comunidad los
productos obtenidos de la caza, la pesca o la cosecha (dentro de cada shabono conviven
varias familias como una comunidad).

Mitos y costumbres[editar]
Los yanomamis tienen una tradición mitológica muy rica que continúa hasta el día de hoy,
pese a la conversión de muchos pemones al catolicismo o al protestantismo. Varios de los
mitos más importantes describen los orígenes del Sol y de la Luna, la creación de
los tepuyes(monte Rorarima o Dodoima en pemón4) y las actividades del héroe
creador Makunaima y sus hermanos.
Una de las costumbres de esta etnia es la práctica del canibalismo endogámico como ritual
sagrado: en una colectiva ceremonia funeraria se comen las cenizas de los huesos de su
pariente muerto. Creen que en los huesos reside la energía vital de la persona fallecida y que
al ingerir sus cenizas la reintegran al grupo familiar.
Utilizan la sustancia tóxica de unas plantas para impregnar las puntas de sus flechas. Este
veneno (curare) paraliza al animal cazado sin alterar su consciencia ni la sensibilidad.
Las mujeres se adornan atravesando con un palo pequeño su tabique nasal y las comisuras
de los labios. Utilizan también pinturas corporales. La etnia lleva siempre el mismo corte de
pelo, con flequillo y la coronilla rasurada (estilo capuchino). Las cicatrices son muestra de
valor y madurez. Tienen una pequeña estatura y sólo se visten con un cinturón tubular los
hombres y un pequeño fleco las mujeres.
La primera persona que estudió de manera formal los mitos y el lenguaje de los yanomamis
fue el etnólogo Theodor Koch-Grünberg, quien visitó Roraima en 1912.5 Posteriormente, en
los años setenta, por medio de la beca de la Fundação de Auxílio à Pesquisa do Estado de
São Paulo (Fapesp) para estudiar a la tribu, la fotoperiodista húngaro-brasileña Claudia
Andujar realizó sus primeros trabajos con la comunidad, lo que la llevaría a desarrollar un
comprometido trabajo de registro y conservación del pueblo.

Subsistencia[editar]
Los yanomamis se desplazan continuamente, es decir, son nómadas. Estos desplazamientos
están motivados por el corto periodo de la productividad de sus cultivos. Cultivan en
sus huertos la mayoría de alimentos: plátano, ñame, batata y malanga. Un cultivo dura dos o
tres años. Cuando la tierra se agota, el poblado crea una nueva plantación en otro lugar.
También recolectan productos silvestres y comen ranas.
Practican la caza todo el año, individualmente o en grupos, y utilizan el arco y la flecha.
La pesca se practica con menos frecuencia y para pescar utilizan la flecha y el timbó, que es
una especie de planta que sacuden en el agua para atontar a los peces.
Al basar su economía en principios básicos de autoconsumo (elaboración de sus propias
pertenencias, como cestas, garrotes, arcos y flechas), no tienen relaciones comerciales con
pueblos vecinos. Actualmente siguen utilizando motivos "decorativos" ancestrales en sus
cuerpos, los cuales se estampan con ciertos pigmentos naturales. Utilizan un veneno
llamado curare, que untan en la punta de las flechas para cazar su alimento. También
consumen la planta "epená" o virola, que contiene una sustancia alucinógena que utilizan en
rituales curativos por los chamanes para comunicarse con los espíritus. Se utiliza en poca
cantidad y en polvo, y se introduce en el chamán por medio de las fosas nasales soplándola a
través de un palo hueco.

Vestimenta[editar]
Debido a las condiciones climáticas, su vestimenta es muy sencilla. Se visten con fines
ornamentales más que protectores; un hombre bien vestido no lleva nada más que unas
cuantas cuerdas de algodón en muñecas, tobillos y cintura, y el prepucio sujeto a la cuerda de
esta última. También usan ramas enrolladas al cuerpo que tienen el nombre de "guayuco".
La vestimenta de las mujeres es igualmente escueta. Generalmente, se pintan el cuerpo con
muchos colores, principalmente rojo y negro además se ponen collares, plumas en la cabeza y
atadas a los brazos y pendientes.

Vida social[editar]
La vida social se organiza en torno a los principios tribales tradicionales: relaciones de
parentesco, descendencia de los antepasados, intercambios matrimoniales entre familiares o
grupos con un parentesco común y la autoridad transitoria de jefes distinguidos que intentan
mantener el orden en la aldea y son responsables de establecer las relaciones de la
comunidad con otras aldeas. El liderazgo suele estar vinculado al parentesco y los vínculos
matrimoniales: los hombres grandes o líderes, proceden de las familias más numerosas de las
aldeas. Según su ingenio, sabiduría y carisma pueden convertirse en autócratas, aunque la
mayoría de los jefes se limitan a actuar como superiores ante sus iguales. No están exentos
de limpiar los huertos, recolectar, cosechar, plantar y cazar.
Son al mismo tiempo pacificadores y valientes guerreros. La pacificación pasa a menudo por
la amenaza o el uso de la fuerza, de ahí que la mayoría de los jefes tengan fama de waiteri o
fieros.

Controversias[editar]
 A mediados de la década de 1970 los garimpeiros (buscadores de oro independientes)
comenzaron a entrar en el territorio yanomami. En el lugar donde estos garimpeiros se
establecieron, mataron a miembros del pueblo yanomami con el fin de aterrorizarlos y
poder efectuar actividades ilegales en sus tierras. Además, las técnicas mineras de
los garimpeiros causaron degradación medioambiental. En 1990 más de 40 000
garimpeiros entraron en tierras de los yanomamis. En 1992 el presidente de Brasil Collor
de Melloaceptó la inauguración de un Parque Yanomami tras una campaña internacional
de presión de Survival International, formada por antropólogos brasileños y otros países,
un proyecto que empezó a principios de los años 1970. Estos ataques se han producido
durante los últimos 40 años, concretamente se documentaron matanzas en 1993 y 2012.
Los gobiernos de Brasil y Venezuela no tienen programas adecuados para evitar la
entrada de extraños en las tierras de los yanomani, por lo que buscadores de fortuna
siguen entrando en estas tierras.

 También ha existido controversias éticas relacionadas con la extracción de muestras de


sangre yanomami tomadas por científicos como Napoleon Chagnon y su asociado James
Neel para estudiarlas.6 Aunque las tradiciones religiosas de los yanomamis prohíben
guardar cualquier parte del cuerpo después de la muerte de la persona, no se avisó a los
donantes que estas muestras de sangre iban a ser guardadas para experimentos. Varias
delegaciones prominentes de los yanomamis, han mandado cartas a los científicos que
están investigándolas, pidiendo que se les devuelvan las muestras de sangre. En cuanto
los científicos hayan averiguado a quién enviarlas y cómo evitar riesgos sanitarios, se
enviarán las muestras al Amazonas. Miembros de la Asociación Antropológica Americana
debatieron este asunto. Votaron 846 a 338 para rescindir un informe de 2002 sobre
acusaciones de mala conducta por parte de eruditos estudiando a los yanomamis. Esta
discusión ha causado protestas después de que Patrick Tierney publicase Darkness in El
Dorado en 2000 (trad. esp. El saqueo de El dorado). El libro acusó a diversos
antropólogos de haber causado daño –y en algunos casos la muerte– de miembros del
pueblo yanomami a quienes estudiaron en los años 60.
 A finales de la década de 1980 se conoció el caso de Yarima, una joven yanomami de la
aldea de Hasupuwei-teri, ubicada relativamente cerca de las cabeceras del río Orinoco en
territorio venezolano, quien en concordancia con sus costumbres fue ofrecida en
matrimonio por su padre, siendo aún una niña, al antropólogo estadounidense Kenneth
Good, quien convivió con la etnia entre 1975 y 1986, y él aceptó a pesar de su inicial
resistencia. Ella y su esposo vivieron en un suburbio de Nueva Jersey junto a sus tres
hijos. Aunque la familia emprendía largos viajes a través de la selva amazónica de regreso
al shabono de donde es originaria Yarima, las diferencias culturales y el estilo de vida
estadounidense fueron convirtiéndose en un obstáculo imposible de superar para ella y
acabó abandonando a su esposo e hijos en 1993 para regresar a su lugar de origen. En
2013 el caso volvió a tomar notoriedad cuando se dio a conocer que su hijo mayor, David
Good, había logrado en 2011 reencontrarse con su madre en la selva amazónica.7

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