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Resumen
Freud pide, en forma implícita que, si se acepta como verdadera la prueba de la existencia
de los procesos psíquicos inconcientes, al estar hipotéticamente asociados con los procesos
somáticos, éstos adquieren la característica de su existencia inconciente. A su vez, si los procesos
concientes son sólo una forma de expresión parcial de los psíquicos inconcientes, cuando los
procesos somáticos acceden a la conciencia también son parciales o lagunosos respecto de su
forma de existencia en lo inconciente.
Ésta será nuestra base epistemológica para “observar” a nuestro objeto de estudio,
comprendiendo que cuerpo “biológico” y cuerpo “erógeno” corresponderían a la descripción
efectuada desde la conciencia de un mismo existente, en sí mismo incognoscible.
Desarrollo
Entre el “Proyecto de Psicología” (1950a [1895]) y el “Esquema de Psicoanálisis” (1940a
[1938]), toda vez que se le hizo necesario, Freud construyó supuestos (Etcheverry, 1976) que
dieran cuenta de sus presunciones teóricas. Si bien escribe (Freud, 1950a [1895]) que «quien se
ocupa de edificar hipótesis científicas1, sólo empieza a tomar en serio sus formulaciones cuando
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Algunas de ellas señalaron descubrimientos anticipados de otras ciencias, como la hipótesis de las barreras de contacto,
que “Al menos morfológicamente (o sea, histológicamente), no se conoce nada que sustente esa separación” (Freud,
1950a [1895], pág. 346-47). “Sustento” que descubrieran Foster y Sherrington pocos años después y lo denominaran
sinapsis.
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las ensambla en el saber desde más se un lado y cuando en ellas se puede mitigar la
“Supuesto” alude a la “suposición de alguna cosa, sea posible o imposible, para inferir de
ella una consecuencia” (RAE, 2014), “conjetura, presunción o anticipación lógica que se da el
entendimiento para explicar provisionalmente los hechos” (Espasa, 2015). Si bien el supuesto y la
presunción son una construcción lógica provisional acerca de hechos ideales o reales, la primera
Si bien aclara que «Tenemos derecho, creo, a dar libre curso a nuestras conjeturas con tal
que en el empeño mantengamos nuestro juicio frío y no confundamos los andamios con el
edificio» (Freud, 1900a [1899], pág. 530), algunos de esos supuestos, como el de la existencia de
sexualidad infantil y el complejo de Edipo, llegaron a formar los pilares del psicoanálisis (Freud,
1923a [1922], pág. 243). Otros, sin embargo, como los dos supuestos que denominara
“fundamentales” (Freud, 1940a [1938]; pág. 156), constituyeron el basamento de toda la teoría
psicoanalítica.
El primero de estos supuestos, publicado en La interpretación de los sueños, dice que
microscopio compuesto, una cámara fotográfica, o algo semejante- a cuyos elementos llamamos
descripción no caben dudas acerca del sentido metafórico que Freud le da. Sin embargo con el
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El destacado no corresponde al original.
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El mismo fue escrito en Esquema de psicoanálisis, que data del 22 de julio de 1938 (Freud
1940a [1938]). En él sostiene que los «procesos concientes no forman unas series sin lagunas,
cerradas en sí mismas, de suerte que no habría otro expediente que adoptar el supuesto de unos
procesos físicos o somáticos concomitantes de los psíquico, a los que parece preciso atribuir una
perfección mayor que a las series psíquicas, pues algunos de ellos tienen procesos concientes
paralelos y otros no» (pág. 155). Y «declara que esos procesos concomitantes presuntamente
conciencia» (pág. 156). Este “supuesto” fundamental describe una manifestación o explicación de
Freud pide, en forma implícita que, si se acepta como verdadera la prueba de la existencia
de los procesos psíquicos inconcientes, al estar hipotéticamente asociados con los procesos
concientes son sólo una forma de expresión parcial de los psíquicos inconcientes, cuando los
Ésta será nuestra base epistemológica para “observar” a nuestro objeto de estudio,
El vocablo “cuerpo” proviene del latín corpus, y este del indoeuropeo krp-es (de kpr-, de
animal. En física significa: lo que tiene extensión limitada y produce impresión en nuestros
sentidos por calidades que le son propias (Gómez de Silva, 1985; Moliner, 1986; RAE, 2014). Así
como Aristóteles suponía que en toda corporeidad hay una formación, algunos platónicos y
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pitagóricos consideraban al cuerpo como sepulcro del alma. Con Descartes el ser pensante (el
Según Spinoza el cuerpo físico es una cantidad de tres dimensiones que adopta una figura,
un modo de la extensión; mientras que Kant lo concibe de dos modos diferentes: como extensión
mecánica o poseyendo potencia activa al reducir la realidad hacia lo exterior; o como resistencia
que se opone a la voluntad o esfuerzo del yo, cuando se privilegia la realidad interior (Ferrater
Mora 1970).
El conocimiento del mundo externo fue lo primero que atrajo la “mirada” del hombre, de
allí surgen la Física, Química y Matemática, entre otras ciencias con el ánimo poder explicar
estudio del cuerpo de quién era el observador implacable y objetivo; nacen así la Biología,
Anatomía y Fisiología, entre otras. Hasta aquí todo era “objetivo”, claro, adecuadamente
pensamiento occidental, y que separa claramente a la ciencia de la filosofía, como dos mundos que
seguirán sus cursos en forma de rieles paralelos e independientes. Sin embargo, algo surgía y
entorpecía la “observación”: la presencia del observador que alteraba el campo de estudio y lo que
lo “animaba” –en su doble connotación de entusiasmo y alma— al observador, eso “subjetivo” que
complicaba el estudio y no tenía explicación. Con el surgimiento del Psicoanálisis como ciencia lo
“subjetivo” comenzó a objetivarse, y la existencia del mundo interno fue la conclusión. Es así que
En su obra Freud plantea que el yo es una superficie con dos “caras”. Una de ellas es
descripta desde la percepción y la otra desde los afectos. Una es la representación de un objeto
del mundo externo y la otra la imagen construida desde la sensación. Una “es” una superficie y la
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otra la “proyección” de una superficie. De una decimos que es “real” y la otra que es “ideal”. Una
en donde se expresan las necesidades del ello como deseos, sus engramas de vivencias también
son heredados y decimos que es “patrimonio” del Psicoanálisis porque es simbólico. Sin embargo,
aunque el cuerpo al que se refieren la Biología y el Psicoanálisis es un cuerpo que posee vida
--animado---, ni bien ingresamos en su estudio los caminos divergen. Es sabido que para la Biología
mundo circundante, y los denomina “instintos”. En tanto que al psicoanálisis le importa el cuerpo
depositario de la libido, el que da cuenta del devenir de engramas heredados que se expresan
sociedad por parte de Freud, le dio su carta de ciudadanía científica.3 Como planteamos párrafos
investigación. Conceptos como “pulsión”, “investidura”, “represión”, entre otros pasaron de ser
hipótesis explicativas a asertos científicos. Poco a poco el “supuesto”, necesario como construcción
se fue consolidando «de suerte que no habría otro expediente que adoptar el supuesto de unos
procesos físicos o somáticos concomitantes de los psíquico, a los que parece preciso atribuir una
perfección mayor que a las series psíquicas» (Freud, 1940a [1938]; pág. 155).
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Cf. El inconciente y la ciencia. Dorey y otros (1991).
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Pero no todos los autores acuerdan con ella. Marty (1979) menciona que, cuando la
hipótesis fundamental, dado que cuerpo y alma son dos ontologías imposibles de unir. McDougall
(1981) escribe algo semejante cuando dice que los síntomas somáticos no son metafóricos, son
débiles manifestaciones del cuerpo biológico que es mudo, en donde la economía del afecto y la
actividad representacional están bloqueadas en el camino que parte del cuerpo fragmentario,
primario, irrepresentable para el psiquismo, para llegar al cuerpo erógeno, unificado y objeto de
simbolización.
Este principio de simplicidad, separa lo que está ligado (disyunción) llevando a que estas
dos “realidades” sean tratadas como separadas y que tomen caminos paralelos (Morin, 1990). Así,
consultorio psicoanalítico. Por eso, quienes parten de estos supuestos construyen una
Cesio (1978), en cambio, escribe que los términos “somático” y “psicosomático” no están
realizamos a partir de las asociaciones del paciente [son] explicaciones que, concomitantemente
con las psicoanalíticas, se nos presentan como una explicación de manifestaciones psicológicas»
(pág. 209). En este caso la segunda hipótesis es tomada como una advertencia que haría Freud
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psicoanálisis y lo haga desde la biología. Sin embargo, en el intento de unir lo diverso (reducción)
mantiene la disyunción.
La objetivación de la cosa, los atributos que de ella sabemos a través de las impresiones,
que permite su acceso a la conciencia, son siempre menores que todo lo que la “cosa en sí”
representa. Es por ello que lo que accede a la conciencia es parcial y lagunoso con respecto a la
“cosa en sí”. Más adelante, en el “Esquema” en lugar de la “cosa en sí”, que plantea Kant, utiliza a
algún supuesto y someterlo a prueba de manera consecuente hasta que fracase o se corrobore”
(Freud 1914c, pág. 75), a posteriori de la descripción de la segunda hipótesis Freud (1940a [1938],
pág. 288) dirá taxativamente: «los procesos psíquicos inconcientes serían, justamente, los
Sostener entonces que “cuerpo” y “alma” son dos estatutos ontológicos que requieren de
un tercero para vincularse es muy distinto a sostener que “cuerpo” y “alma” son dos formas en
que una realidad incognoscible es observada desde la conciencia. Como escribe el poeta William
Blake (1790-93), «el hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma. Aquello que llamamos cuerpo
es una porción del alma percibida por los sentidos» (pág. 6). Y Carrel (1949) sostiene: «cuerpo y
alma son vistas tomadas del mismo objeto, aunque por métodos diferentes; abstracciones
obtenidas por nuestra razón de la unidad concreta de nuestro ser (…) El error de Descartes fue
como dos cosas distintas. Este dualismo ha pesado mucho tiempo sobre la historia de nuestro
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Esta obra fue escrita en Londres el 20 de octubre de 1938, a posteriori del “Esquema de psicoanálisis”, según relata
Strachey en la introducción a dicha obra.
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conocimiento del hombre. Porque ha engendrado el falso problema de las relaciones del alma y
del cuerpo. No existen tales relaciones. Ni el alma ni el cuerpo pueden ser estudiados por
separado. Solamente observamos un ser complejo, cuyas actividades han sido divididas
ciencias de la naturaleza o ciencias del espíritu, con las cuales tenía que mediar Freud, dependen
más de la teoría explicativa que el observador utilice, que de la supuesta realidad que trata.
Bibliografía
BLAKE, William (1790-1793) El matrimonio del cielo y el infierno. Ediciones elaleph.com. 2000.
CARREL, Alexis (1949) La incógnita del hombre. Joaquín Gil Editor. Argentina, 1946.
ETCHEVERRY, José (1976) Sobre la versión Castellana, Sigmund Freud. Obras completas.
Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1976.
FERRATER MORA, José (1970) Diccionario de Filosofía abreviado. Editorial Sudamericana. Buenos
Aires, 1979.
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FREUD, Sigmund (1900a [1899]) La interpretación de los sueños, en Sigmund Freud. Obras
completas, tomo V. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1976.
FREUD, Sigmund (1914c) Introducción del narcisismo, en Sigmund Freud. Obras completas, tomo
XIV. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1976.
FREUD, Sigmund (1940a [1938]) "Esquema de psicoanálisis", en Sigmund Freud. Obras completas,
tomo XXIII. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1976.
FREUD, Sigmund (1950a [1895]) “Proyecto de psicología”, en Sigmund Freud. Obras completas
tomo I. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1976.
GÓMEZ de SILVA, Guido (1985) Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española. Fondo de
Cultura Económica. México, 1993.
MARTY, Pierre (1979) El orden psicosomático. Los movimientos individuales de vida y de muerte.
Desorganizaciones y regresiones. Editorial Promolibro. Valencia, 1995.
MOLINER, María (1996) Diccionario de uso del español. Edición en CD-Rom. Gredos, S.A. España,
1996.
MORIN, Edgar (1990) Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa. Barcelona, 1990.
RAE (2014) Diccionario de la Lengua. Real Academia Española. Edición online, España.
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