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Resumen
En esta comunicación se presenta el texto de Aristarco de Samos “Sobre los tamaños y
las distancias del Sol y la Luna”. En primer lugar nos referiremos a la época,
seguidamente daremos una breve reseña biográfica para pasar a describir la obra y la
actividad de clase, así como el dossier que hemos elaborado y experimentado con el
alumnado. Este estudio forma parte del proyecto “Los orígenes de la trigonometría y su
desarrollo en las diferentes civilizaciones”, que el “Grup d’Història de les Matemàtiques
de l’ABEAM (Associació de Barcelona per a l’Estudi i l’Aprenentatge de les
Matemàtiques)” está elaborando.
1.Introducción
El aprendizaje de la historia de las matemáticas puede contribuir a mejorar la formación
integral del alumnado. La historia de las matemáticas pone de manifiesto que las
matemáticas se han empleado siempre por resolver problemas relacionados con la
actividad humana y por intentar entender el mundo que nos rodea.
No tan sólo como profesores, sino como matemáticos, la historia de la matemática nos
aporta una mejor comprensión de los fundamentos y de la naturaleza de la matemática.
La historia de la matemática provee a los amantes de esta ciencia de elementos de
comprensión más profunda de los conceptos y técnicas matemáticos de uso cotidiano en
nuestras aulas. Nos ayuda a comprender como y por qué se han formado las diferentes
ramas de la matemática: el análisis, el álgebra, la geometría, etc., sus diferentes
interrelaciones y las relaciones con las otras ciencias. El proceso histórico de
constitución de unos conocimientos nos informa de los problemas que presentaban más
dificultades antes de llegar a un resultado satisfactorio y, a la vez, nos orienta sobre
cuáles fueron las motivaciones por conseguir superar el marco anterior. La historia de la
matemática proporciona así ideas, que son utilizables como herramientas didácticas.
La historia de la matemática puede ser empleada, pues, dentro el aula como recurso
implícito y como recurso explícito. Como recurso implícito se puede considerar en la
fase de diseño, para seleccionar contexto, problemas y fuentes auxiliares. También
puede ser utilizada para programar la secuenciación de la enseñanza de un concepto o
de una idea puesto que el proceso de evolución de un concepto muestra las dificultades
de aprendizaje que puede tener el alumnado e indica un posible camino para su
docencia. Además de la importancia de la historia como instrumento implícito para
mejorar la enseñanza de la matemática, también podemos enseñar utilizando la historia
de la matemática de manera explícita, diseñando contextos históricos. De hecho, al
Decreto 143/2007, de 26 de junio, (DOGC 4915 de 29.06.07), por el cual se establece la
ordenación de las enseñanzas de la educación secundaria obligatoria, dentro del
currículum de matemáticas hay un apartado a cada curso titulado contextos históricos.
Estos contextos se presentan en forma de lista no exhaustiva de posibles
aproximaciones históricas relacionadas con los contenidos del curso.
Así como en las XIII JAEM de Granada presentamos el teorema de Menelao en esta
ocasión será el texto de Aristarco de Samos sobre las medidas y distancias del Sol y la
Luna. En primer lugar nos referiremos a la época, seguidamente daremos una breve
reseña biográfica para pasar a describir la obra y la actividad de clase, así como el
dossier que hemos elaborado para el alumnado.
Tales, conocido como astrónomo y que, según Heath, predijo y explicó las causas de un
eclipse de Sol, entendía la Luna y el Sol como discos o cilindros cortos que se
comportaban como si flotaran en el agua [Heath, 1981b, pp. 137-138]. Tannery compara
esta visión del universo de Tales con la que se encuentra en los papiros egipcios
[Tannery, 1990, p. 74].
Otros avances tuvieron lugar con Pitágoras y sus seguidores, quienes reconocieron que
la Tierra era una esfera y que Venus, la estrella vespertina, era el mismo planeta que
Venus, la estrella matutina. El movimiento de la Tierra así como el del Sol, la Luna y
los planetas alrededor de un fuego central fue también una teoría atribuida a un
discípulo de Pitágoras, Filolao de Crotona (aprox. 470 a.C.) [Berry, 1961, pp. 24-25].
Aristóteles, cuyos textos tuvieron gran influencia, analizó las realidades observables y
reconstruyó la teoría del universo integrando en su cosmología muchas de las ideas de
sus predecesores tales como el geocentrismo, el marco estructural del universo de las
dos esferas, el principio platónico de movimiento circular y uniforme de los cuerpos
celestes y, además, se apropió de la teoría presocrática de los cuatro elementos [Puig
Pla, 1996, pp. 41-55]. Estableció las bases de lo que hoy llamamos física antigua y las
líneas básicas de su doctrina fueron aceptadas como dogma durante unas sesenta
generaciones. Las fuentes disponibles que hacen referencia a los principios de filosofía
natural de Aristóteles son los ocho libros de Física. Las cuestiones astronómicas se
discuten sobre todo en los cuatro libros del De Caelo y en la Meteorología. De hecho la
práctica totalidad de los astrónomos griegos, árabes y cristianos aceptaron, de forma
implícita o no, las premisas fundamentales de la cosmología aristotélica: el carácter
cerrado y finito del cosmos, la inmovilidad de la Tierra en el centro del universo y la
diferencia esencial entre las dos regiones: la celeste (supralunar) y la terrestre
(sublunar).
Aristarco de Samos, que se sitúa entre Euclides (aprox. 300 a.C.) y Arquímedes (287-
212 a.C.), fue una de las raras excepciones que planteó ideas heliocéntricas del
Universo, como comentaremos más adelante. Sin embargo, en su obra Sobre los
tamaños y las distancias del Sol y la Luna utilizó la teoría geocéntrica. Aristarco fue
uno de los pioneros en escribir una obra que calculaba los tamaños del Sol y la Luna
relacionándolos con los de la Tierra y las distancias de ellos a la Tierra.
No se conoce casi nada de su vida. Las escasas informaciones de que se dispone están
determinadas por las citas halladas en textos posteriores y por la obra que nos dejó. Así,
Ptolomeo (aprox. 85 -165), en su obra Almagesto (150), llamada también Sintaxis
Matemática, explica que Aristarco observó el solsticio de verano en el año 280 a.C..
Ptolomeo, en el apartado primero del libro III de su obra, describe también los
procedimientos de Aristarco para determinar la longitud del año solar [Ptolemy, 1984, pp.
137-139]. Posteriormente, Nicolás Copérnico (1473-1543) en su obra De Revolutionibus
orbium coelestium libri VI (1543) explica las observaciones realizadas por Aristarco en
Alejandría con Timocaris de Alejandría (aprox. III a.C.) y Aristilo (discípulo de
Timocaris). En el capítulo II del tercer libro, Copérnico relata las observaciones de los
equinoccios y solsticios bajo el título: “Historia de las observaciones que comprueban la
irregular precesión de los equinoccios y los solsticios” y cita a Aristarco y a Timocaris.
Concluye que “desde Timocaris a Ptolomeo, en comparación con los restantes tiempos, el
movimiento aparente de precesión de los equinoccios se descubrió más lento”. En el
capítulo VI de este mismo libro, Copérnico vuelve a describir los movimientos regulares
de la precesión de los equinoccios, citando de nuevo a Aristarco, Timocaris y Aristilo.
Finalmente, en el capítulo XIII del mismo libro tercero, Copérnico describe los cálculos
realizados por diversos astrónomos, entre ellos Aristarco, para determinar la magnitud del
año solar [Copérnico, 1987, pp. 151-154,162-169 y 183-187].
Aunque fue reconocido como astrónomo en las obras anteriores, Aristarco en su época fue
llamado el “matemático”, y citado como uno de los pocos hombres que tenían un profundo
conocimiento de todas las ramas de la ciencia: geometría, astronomía, música,… Así
Vitruvio (s. I a.C.) lo menciona en su obra De Architectura (35-25 a.C.). Según Tannery
(1995, Vol. I, p. 373), Vitruvio explica que Aristarco había construido dos relojes de Sol,
uno hemisférico y otro plano. Por otro lado, no tenemos ninguna duda de que era un
geómetra muy capaz, como queda probado en el trabajo de astronomía que nos ha legado.
También escribió sobre visión, luz y colores. Decía que los colores eran “formas
estampando el aire con impresiones de cómo eran ellas mismas”.
No obstante, Aristarco es sobre todo conocido por ser el “antiguo Copérnico”. Hay
unanimidad en afirmar que Aristarco fue de los primeros en presentar la hipótesis
heliocéntrica. Arquímedes (Archimède, 1971, p. 135), contemporáneo suyo, lo afirma en
un pasaje de su obra Arenario (216 a.C.) del cual se puede deducir que Aristarco suponía
que las esferas de las estrellas y el Sol permanecían en el espacio sin moverse y que la
Tierra giraba alrededor del Sol. Aristarco comparaba la esfera de las estrellas fijas con la
órbita de la Tierra. En este sentido también lo cita Plutarco (aprox. 46-125) en su obra
Obras Morales (Chermiss-Helmbald, 1957, p. 55) donde comenta que Cleanthes creía que
se debería atacar a Aristarco por desplazar la Tierra del centro del universo o sea que, en
aquella época, se suponía que Aristarco asumía en sus teorías el movimiento de la Tierra.
Sin embargo, a pesar de estas referencias, Aristarco en su obra Sobre los tamaños y las
distancias del Sol y la Luna no presenta la hipótesis heliocéntrica. Es probable que esta
hipótesis le viniera sugerida al comprobar, en su obra, que el Sol es mucho más grande que
la Tierra y la Luna y se encuentra mucho más lejos de la Tierra que la Luna. Veamos el
contenido de esta obra con más detalle.
Aristarco parte de seis hipótesis sobre los tamaños y las distancias a los astros, y a través
de dieciocho proposiciones, demuestra tres tesis. Las hipótesis de las que parte se pueden
agrupar en dos bloques: uno, para las tres primeras que son descriptivas y otro, para las tres
restantes que son, además, cuantitativas. El contenido de las tres primeras podríamos
enunciarlo así: la primera afirma que La Luna recibe su luz del Sol, la segunda explica que
La Tierra representa el centro de la esfera en la que se mueve la Luna, y la tercera nos
describe que el círculo máximo que delimita las partes de oscuridad y claridad en la Luna
está en el campo de visión de nuestro ojo. Estas hipótesis, pues, no aportan ningún ángulo,
ninguna medida, sino que describen las posiciones de los astros. Las otras tres hipótesis
proporcionan medidas obtenidas probablemente por observación. Así, la cuarta implica
que cuando la Luna forma ángulo recto con el Sol y la Tierra, el ángulo de visión de la
Luna desde la Tierra es de 87º, ya que el otro ángulo del triángulo rectángulo mide una
treintava parte (1/30) de un cuadrante (90º), es decir 3º; la quinta nos proporciona el
tamaño de la sombra de la Tierra que es dos veces la Luna, y la sexta y última nos explica
que la Luna es vista desde la Tierra, formando un cono, con un ángulo de 2º, que es una
quinceava parte de un signo del zodíaco (30º).
Las tres tesis, que enuncia al principio del libro, son: la primera, la distancia desde la
Tierra al Sol es mayor que dieciocho veces, pero menor que veinte veces, la distancia
desde la Tierra a la Luna; la segunda, el diámetro del Sol está en la misma razón que el
diámetro de la Luna, y la tercera, el diámetro del Sol tiene con respecto al diámetro de la
Tierra una razón mayor que la de 19 a 3, pero menor que la de 43 a 6. Estas tres tesis las
demuestra en las proposiciones nº 7, nº 9 y nº 15, respectivamente. La demostración de la
proposición nº 7 es la que hemos usado para diseñar la actividad de clase.
Los textos históricos se pueden usar para introducir un tema o un concepto, para
profundizar en él, para explicar diferencias entre dos contextos, para motivar el estudio de
un tipo de problemas o incluso para aclarar algún razonamiento. Una buena utilización de
los textos históricos requiere que el profesor presente al personaje en su contexto histórico
haciendo énfasis tanto en los objetivos que impulsaron su obra como en las preocupaciones
de la época. Es importante también situar cronológicamente al autor y mostrar al
alumnado diferentes aspectos de la ciencia y de la cultura de la época de forma
interdisciplinar sin caer en la biografía anecdótica sin ningún contenido matemático. Sería
bueno también tener un mapa en el aula con la finalidad de situar geográfica e
históricamente el texto. Se debe clarificar la relación del texto histórico con el concepto
matemático que se estudia para que el análisis del texto no quede aislado de las ideas
matemáticas que se quieren transmitir, y a la vez, situar el concepto matemático dentro de
la programación del curso a fin de que los alumnos lo perciban como un todo coherente. Se
ha de analizar el texto o demostración significativa, haciendo una prolija valoración de los
razonamientos matemáticos y de las características de las demostraciones. Finalmente, se
requiere situar el concepto o la demostración dentro de la historia de las matemáticas a
fin de que los alumnos puedan valorar su desarrollo histórico. El conocimiento de otras
maneras de trabajar desde las ópticas más variadas, puede hacer más competentes a los
alumnos para afrontar nuevos problemas y contribuye a enriquecer su formación.
(Guevara, Massa, Romero, 2007)
La proposición nº 7 afirma que la distancia desde la Tierra al Sol es mayor que dieciocho
veces, pero menor que veinte veces la distancia desde la Tierra a la Luna.
Aristarco construye un triángulo rectángulo con vértices en los centros de la Tierra (B), de
la Luna (C) y del Sol (A) con ángulos dados o sea conocidos por observación. Como la
Luna se nos muestra partida en dos, el ángulo BCA es recto, el ángulo ABC es de 87º (por
observación) y el CAB es de 3º. De hecho, demuestra que:
razón entre los lados encontrados a estos ángulos es más grande que la razón entre ellos,
podemos escribir:
Ahora aplicando el Teorema de Pitágoras al triángulo isósceles (BE = FE) formado por
la mitad del cuadrado se cumple que: FB2 = 2 BE2. A continuación aplica proporciones
a los triángulos semejantes, llegando a la conclusión que FG2 = 2 GE2.
La estrategia que usa acto seguido es utilizar la razón 50 : 25 = 2 > 49 : 25. Entonces
escribe: FG2 : GE2 = 2 > 49 : 25. Sacando la raíz cuadrada queda FG : GE > 7 : 5.
Componiendo la razón (componendo), FG + GE = F E ( Euclides; 1994) resulta
FE : GE > 12 : 5 = 36 : 15 .
Pero como que antes había demostrado que GE : HE > 15 : 2 , haciendo el producto de
las dos razones (ex aequali), FE : GE con GE : HE, resulta FE : HE > 36 : 2 = 18 : 1 .
O sea que FE > 18 HE, pero como que FE = BE (lados del cuadrado) entonces BE > 18
HE. Sabemos también que BH que es la hipotenusa es más grande que BE que es un
cateto, entonces BH > 18 HE. Ahora escribe este resultado en el triángulo parecido a
este, es decir, la demostración que ha hecho en el triángulo BHE la expresa en el
triángulo ortogonal ABC mediante la proporción: BH : HE = AB : CB y concluye que
AB > 18 CB. O sea que la distancia al Sol desde la Tierra (AB) es mayor que dieciocho
veces la distancia desde la Tierra a la Luna (CB).
Con este planteamiento, hemos de destacar las cuatro estrategias matemáticas necesarias
para el desarrollo de la demostración de la primera desigualdad: el paso del análisis del
problema del triángulo Sol-Tierra-Luna a un triángulo semejante; la utilización de la
relación, como si fuera trivial, entre las tangentes (expresión actual) y los ángulos (tg :
tg > : , con , ángulos del primer cuadrante); el establecimiento de una
proporción entre los segmentos que determina la bisectriz de un ángulo y los lados del
triángulo (aplicando una proposición de los Elementos) y, la última, la aproximación de
2 por 7: 5. Al final traslada el resultado obtenido en el triángulo semejante, al triángulo
ABC inicial, Sol-Tierra-Luna y concluye que AB > 18 CB.
En esta obra, Aristarco de Samos (310 aC- 230 aC) parte de seis hipótesis sobre las
medidas y distancias a los astros y mediante dieciocho proposiciones demuestra tres
tesis. Anticipándose a los métodos trigonométricos posteriores, Aristarco fue el primero
en desarrollar procedimientos geométricos para calcular el seno de ángulos pequeños.
Demostración:
Sea A el centro del Sol, B el centro de la Tierra, y C el centre de la Luna cuando se nos
muestra partida por la mitad. Entonces BC representará la distancia Tierra-Luna y BA
representará la distancia Tierra-Sol.
Consideremos el triángulo:
en el que A representa el Sol, B la Tierra y C la Luna cuando se nos muestra partida por
la mitad. Queremos demostrar que BA >18·BC
Se deduce, por tanto, que el ángulo que mide el alejamiento de la Luna al Sol, es de
………….
Figura 4
Fijaros ahora en el triángulo BEH que acabáis de construir e indicad el valor de los
ángulos:
HBE: . . . . .
BEH: . . . . .
EHB: . . . .
BH >18 · EH (1)
Completad el dibujo construyendo el cuadrado determinado por los lados AB y BE. Sea
F el cuarto vértice. Trazad la diagonal BF del cuadrado. Fijaros que el ángulo FBE mide
45º. Trazad la bisectriz del ángulo FBE que cortará al cuadrado en G. El ángulo GBE
medirá, pues, la mitad de FBE, o sea 90/4.
90
GBE
4
HBE 3
Dice Aristarco que, puesto que sabemos que la razón entre los lados opuestos a estos
ángulos es mayor que la razón entre ellos, podemos afirmar que:
FB 2 2 BE 2
Figura 5
FG 2 2GE '2
Además los dos triángulos BEG y BE’G son iguales porque tienen un lado en común . .
. . . . . . . . . y los tres ángulos iguales. O sea que GE’=.... En estas condiciones
FG 2 2GE 2
FG 2 : GE 2 2
Aristarco escribe FG2 : GE2 > 49 : 25. Escoge estos dos valores: 49 y 25 porque son
cuadrados perfectos y efectuando la raíz cuadrada queda FG : GE > 7 : 5
Por otro lado como que FE = FG + GE, en lugar de trabajar con FG podemos hacerlo
con FE, componiendo la razón:
Es decir:
FE : GE > 36 : 15
FE : HE > . . . . . . . . . . .
Volvamos ahora al cuadrado ABEF. Como que FE = BE, se puede escribir BE > . . . .
Para terminar, recordemos que el triángulo BEH era una construcción adicional hecha
con la finalidad de estudiar las desigualdades encontradas, pero el triángulo original
Sol-Tierra-Luna era BC.
Conclusión final.
Escribid una frase final que, utilizando la última desigualdad, explique la relación entre
la distancia del Sol a la Tierra y la distancia de la Luna a la Tierra
...................................................................
7. Conclusión
El uso de casos históricos es uno de los recursos que se puede utilizar para mejorar la
transmisión y la comprensión de los contenidos matemáticos y también para actuar de
revulsivo en aquellos casos en que el alumno no encuentra motivación en las
matemáticas. En el caso de la trigonometría, como complemento de este texto podemos
presentar el personaje, situarlo en su época y explicar algunas ideas astronómicas del
momento. El ejemplo que acabamos de mostrar es gratificante tanto por lo que aprende
el alumno como por el interés que despierta al relacionar la geometría, y la
trigonometría con una cuestión de capital importancia para la humanidad como es un
mejor conocimiento de nuestro universo. Más allá de las ideas matemáticas, el interés
de esta obra de Aristarco radica también en la presentación de un método riguroso de
8. Bibliografia
Aristarco de Samos (2007). Sobre los tamaños y las distancias del Sol y la Luna. Intr.,
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