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Movimientos sociales y orden social en


América Latina. Sujetos, antagonismos y articulación
en tiempos neoliberales.
Martín Retamoso

“Si me dieran a elegir, yo elegiría esta


salud de saber que estamos muy enfermos”
Juan Gelman, El juego en que andamos.

Introducción La propuesta específica es pensar en dos lógi-


cas de intervención política presentes en
Este artículo se escribe al calor de las convul- América Latina. La primera es la de los movi-
siones, luchas y movilizaciones por las que mientos sociales, que implica un proceso de
atraviesa nuestro subcontinente por estos conformación de subjetividades colectivas, una
tiempos. También en las postrimerías de la articulación sobre demandas y la consecución
Cumbre de las Américas que congregará a los de procesos de acción e identidad colectiva.
presidentes del continente (con excepción de Como forma de intervención de los sectores
Cuba) y la contra-cumbre denominada “De los subalternos, los movimientos sociales pueden
Pueblos” que busca convocar a los movimien- ser concebidos operando en el espacio de la
tos sociales y las organizaciones de la socie- disputa del orden social, impugnando cierta
dad civil. Por lo tanto, es deudor de las luchas estructuración que otorga nombres o determi-
y los debates que desde diversos puntos geo- nados nudos que sujetan al orden de domina-
gráficos se levantan en una fase de crisis de la ción. La segunda lógica de intervención es la
1
hegemonía neoliberal . De esta manera, las propia de una forma de articulación que Ernes-
experiencias de los últimos años, especialmen- to Laclau llamó populista en un trabajo de pu-
te en Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia y blicación reciente (Laclau, 2005). Las dos for-
México, son causas de estas palabras y las mas de intervención suponen proceso de sub-
impregnan, aunque no nos detengamos en lo jetividad colectiva y una disputa con el orden
sucesivo en casos específicos y sólo les dedi- social. En esta perspectiva, el argumento que
quemos glosas marginales. En efecto, más nos proponemos discutir se vincula a la nece-
que entrar en casos particulares, nuestro obje- sidad de los movimientos sociales latinoameri-
tivo central aquí es presentar algunas catego- canos de un proceso de articulación bajo una
rías teóricas que puedan servirnos para la lógica de intervención que permita superar las
comprensión de los movimientos sociales, es- demandas particulares. Dicha operación se
pecialmente en relación con los desafíos histó- juega en un plano conjunto y simultáneo a ni-
ricos que presentan nuestros países en la vel nacional y latinoamericano en tanto forma
construcción de proyectos sociales colectivos, de enfrentar los proyectos de hegemonía de
contrahegemónicos y emancipatorios. los sectores dominantes nacionales y globales.
El artículo se estructura de la siguiente mane-
ra. En la primera sección presentaremos la
revisión de algunas ideas que, en el campo
teórico, han abordado el problema de la con-
1
Caracterizar como período de crisis de la hege- formación del orden social. En la segunda ana-
monía neoliberal no equivale a vaticinar una inma- lizaremos la relación de los movimientos socia-
nente transformación y, menos aún, que un posible les y el populismo, en cuanto lógica de inter-
cambio social se oriente hacia formas de organiza- vención política, que pone en cuestión deter-
ción social más democráticas, justas o emancipa- minada conformación del orden social. Final-
das. En tanto descartamos la idea de la historia mente, dedicaremos unos comentarios a la
gobernada por leyes, nos enfrentamos con el desa- necesidad de articulación de demandas subal-
fío de pensar al orden social como histórico y con-
ternas que interpelen el orden social neoliberal
tingente.

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a partir de construir subjetividades populares y pia de lo político . Particularmente en el plano
proyectos contehegemónicos, tanto a nivel ontológico la relevancia de ambos autores es
nacional como contienental. la de reintroducir el terreno de la contingencia
y la pluralidad como características del espacio
El problema del orden social: algunas cate- político. Esto es especialmente claro en Sch-
gorías teóricas. mitt quién abre la posibilidad de distinguir un
terreno de lo político (conflicto, tensión, contin-
En el título del artículo hemos referido al pro- gencia) y un espacio de la política como “sis-
blema del orden social. Ahora bien ¿qué en- tema autopoíetico” para hablar en el lenguaje
tendemos por orden social? La sociología y la de Luhmann.
filosofía se han ocupado de este problema y, Los avances schmittianos y arendtianos le
en el plano que nos interesa, incorporaron un permitieron a Claude Lefort profundizar la dis-
elemento crucial para pensarlo: el conflicto. tinción entre el concepto de lo político y el de
Con esta clave puede seguirse el pensamiento la política en relación al orden social. En el
de Maquiavelo, Hobbes, Hegel y por supuesto esquema lefortiano, lo político tiene un carác-
Marx, sólo por introducir nombres que sobre- ter de instituyente, contingente y simbólico que
vuelan este texto. En el pensamiento del siglo no puede reducirse a lo constituido, mientras
XX, el tema del orden social fue recuperado que es la política el ámbito propio de lo insti-
por diversos pensadores. Dos de éstos serán tuido (Lefort, 1991). Así, lo político posee un
de crucial importancia en el desarrollo de las carácter sustantivo y una función instituyente,
teorías contemporáneas como las de Lefort, mientras que la política supone una lógica ins-
Laclau y Ranciere que analizaremos en este trumental de administración de lo instituido
artículo. Estas inspiraciones son las de Han- (Lechner, 1996; Žižek, 2001)
nah Arendt en ¿Que es la política? (1997) y Uno de los aportes de Lefort consiste en recu-
Carl Schmitt (1998) con su El concepto de lo perar el plano simbólico frente a la reducción
político. Fundamentalmente porque han elabo- de lo político a hecho social que la autodeno-
rado concepciones que impactaron en la ma- minada “ciencia política” ha preconizado (Le-
neras de concebir la ontología social y la teoría fort 1991:20). Así, permite situar a lo político
política para las generaciones posteriores. como condición de posibilidad de lo social y
No es lugar aquí para reseñar el pensamiento recuperar la carga axiológica que tiene el aná-
de Arendt y Schmitt. No obstante cabe señalar lisis de lo político como momento fundante-
que introducen elementos conceptúales clave ordenante. La sociedad, para Lefort, es insti-
para pensar y distinguir la política y lo político tuida políticamente como una totalidad simbó-
en referencia a la conformación y gestión del lica a partir de la producción de imaginarios
3
orden social. En el caso de Arendt por su con- colectivos que operan de aglutinantes y ocu-
cepción de la esfera pública como un contin- pan un lugar vacío. Pero que no se anquilosan
gente y plural ámbito de entendimiento – allí, sino que están en constante contingencia
aunque también pasible de multiplicad conflic- y disputa. Por lo tanto, lo político es lugar privi-
tiva-. Por el lado de Schmitt, por su introduc- legiado de análisis en el proceso de compren-
ción del conflicto como “definición” de lo políti- sión de los aconteceres sociales y políticos. En
co. En efecto, para los fines de nuestra inda- tanto nos interrogamos por las sociedades
gación, nos interesa rescatar es que tanto para contemporáneas, irremediablemente debemos
Arendt como para Schmitt la pluralidad y la buscar en el lugar de “lo político” que instituye
contingencia son partes esenciales de la esfe- la sociedad (Lefort, 1991:239).
ra política. Esto con independencia de que Erntesto Laclau es deudor de estas reflexio-
cada uno de los autores ponga el acento ya nes lefortianas. En primer lugar por compartir
sea en la primacía del conflicto o del consen- supuestos en cuanto a la heterogeneidad, con-
so. tingencia e infinitud de lo social. Segundo, por
Lo evidente es que el pensamiento de ambos distinguir una operación propia de lo político (la
es referencia ineludible en el intento de esta- hegemonía) para la constitución de la socie-
blecer una distinción analítica ente lo político y
la política en referencia al orden social, tanto 2
desde una perspectiva normativa más cercana Este tema de la lógica de lo político lo recupera-
a la defendida por Arendt como desde la in- remos luego en nuestro análisis de los Movimientos
Sociales y el Populismo
corporación schmittiana de aspectos epistemo- 3
La producción por parte de lo político de la socie-
lógicos tendientes a comprender la lógica pro- dad mediante los imaginarios es una idea central en
el pensamiento de Cornelius Castoriadis que resalta
el aspecto de creación imaginaria del mismo (Cal-
veiro, 1998)

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dad. Y tercero porque su esfuerzo, puede in- Sin embargo, la operación hegemónica com-
terpretase, incluye un intento por dar una res- pleta se enfrenta a una perpetua imposibilidad
puesta a las limitaciones planteadas por la teo- de cierre total (sutura) lo que hace que Laclau
ría de Claude Lefort. Como lo era para Carl se refiera provocativamente a “la imposibilidad
7
Schmitt el espacio del antagonismo es central de la sociedad” (Laclau y Mouffe 1987, Laclau
para Laclau y sobre el terreno ontológico de la 1990)
heterogeneidad y el conflicto propone su teoría El momento originario de institución de la so-
política. Siguiendo a Lucio Coletti distingue ciedad supone la delimitación mediante una
4
entre antagonismo y contradicción (Laclau y operación hegemónica que sólo es concebible
Mouffe, 1987; Laclau 1990) La contradicción mediante la represión de alternativas igual-
sólo puede operar en el terreno de la lógica, mente posibles (Laclau, 1990:51) Lo anterior
mientras que el antagonismo supone una ten- es una muestra del carácter contingente del
sión entre dos polos con identidades igualmen- orden social tal como había argumentado Le-
te positivas. Por lo tanto no puede argumen- fort. Sin embargo, este origen en la contingen-
tarse, como lo hacía el marxismo, que lo social cia tiende a borrarse (olvidarse) cuando el pro-
es inmanentemente contradictorio, sino que lo ceso de institución ha sido exitoso y el sistema
social es plural, diverso y contingente y puede opera con una lógica delimitada por el acto
definirse en términos de una multiplicidad de hegemónico fundacional. Este aspecto será
antagonismos. Así surge la pregunta por el tipo clave cuando la articulación de demandas pro-
de ordenación social (entendido como discurso duzca la apertura y la vuelta de lo olvidado en
articulante de la sociedad) que introduce bor- un nuevo acto de disputa por la institución del
des y límites a la heterogeneidad múltiple. orden social. Esto se vincula a la filosofía del
Si lo social es, para Laclau, heterogéneo e desacuerdo propuesta por el filósofo francés
infinito, para que lo social de lugar a la exis- Jaques Ranciere.
tencia de ese objeto imposible que es la socie- Ranciere concibe a lo político como el encuen-
dad resulta necesaria una operación hegemó- tro entre dos procesos en sí heterogéneos.
nica (Laclau, 1990). Esta, sin embargo, siem- Por lo tanto lo político no tiene un contenido en
pre conducirá al fracaso en tanto la sociedad particular sino que se produce en una interac-
es imposible de representar por completo en el ción particular de fuerzas sociales. Al primer
5
discurso . La operación hegemónica, podemos proceso Rancière lo llama policía, y consiste
decir, constituye el momento de lo político. Así, en una forma de gobernar que supone la crea-
Laclau corrige la tendencia lefortiana al indicar ción y sostenimiento de la comunidad
el ámbito de lo social como creación imagina- (2000:145). El segundo proceso que identifica
ria o simbólica de lo político. En el autor argen- el autor es el de la igualdad. Este consiste en
tino, adquiere relevancia la distinción entre lo un conjunto de prácticas ejercitadas bajo el
6
social y la sociedad , el paso de uno a otro se supuesto irrenunciable de que todos los hom-
opera en un momento de lo político que es el bres somos iguales y en el intento de la verifi-
8
de la articulación del discurso hegemónico. cación de la facticidad de dicha premisa . A
este proceso Rancière lo llama emancipación y
es el ámbito propio de la política (1996:7) que
4
Coletti sigue en esta distinción a Kant. La contra- surge allí donde emerge un desequilibrio como
dicción se refiere estrictamente a la imposibilidad de forma de volver a la armónica proporción geo-
9
pensar la afirmación y la negación de una proposi- métrica .
ción en un mismo tiempo y bajo un mismo respecto La policía es el medio por el cual se atribuyen
(es decir, A y no-A). Mientras que el antagonismo lugares y jerarquías en la sociedad y se produ-
tendría una forma de A-B donde ambos polos son
cen las sujeciones a ellos. En tal sentido la
positivos.
5
El problema e la representación es clave en el policía daña [tort] a la igualdad y genera un
pensamiento postestructuralista. Al respecto dice
7
Slavoj Žižek “esta oscilación entre la representación Esta idea es deudora de la apropiación de la rup-
y la no-representación apunta al fracaso final de la tura del isomorfismo entre el orden del significado y
representación significante del sujeto, pues el sujeto el orden del significante y el concepto de Real laca-
no tiene ningún significante propio que lo represente niano, como “un núcleo básico que resiste simboli-
plenamente; toda representación significante es una zación” (Laclau 2003:83)
8
mala representación que, aunque imperceptible- Según Slavoj Žižek la idea de Ranciere es “lo que
mente, siempre ya desplaza distorsiona al sujeto” Balibar denomina égaliberté, la igualdad de principio
(Žižek 1998:40) de todos los hombres en cuanto seres hablantes”
6
Esta distinción es más clara en Laclau (1990) que (Žižek 2001:202)
9
en Laclau y Mouffe (1987), analíticamente la dife- Como para Arendt, la emergencia de la política
renciación es importante aunque por momentos según Ranciere debe buscarse en la antigua Gre-
confundan los términos en los textos cia, pero ahora como subversión.

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espacio dónde es posible una identificación Formas subalternas de intervención política:
con el daño, algo que considera es la condi- sujetos, movimientos y populismo en Amé-
ción de existencia de la acción política. Cuan- rica Latina
do el daño es identificado los que “no tienen
parte de nada” se rebelan en contra de los Hasta aquí hemos presentado, en términos
nombres y lugares dados en el orden social y eminéntemente teóricos, apuntes sobre el pro-
sustentados por la policía. Allí, en ese excep- ceso de conformación del orden social. Ahora
cional encuentro emerge lo político como es- nos interrogamos ¿cómo pensar la constitu-
cenario de ese cruce. La política, entonces, ción de sujetos colectivos en la disputa por el
interrumpe el orden de la dominación y produ- orden en América Latina? o, avanzando en
ce un desplazamiento en los mecanismos de nuestro argumento: ¿por qué pensar en los
sujeción-subjetivación y nombramientos pro- movimientos sociales y el populismo como ló-
pios de la policía. Son los que no cuentan en el gicas de intervención que implican subjetivida-
orden los que reclaman su igualdad disrum- des políticas?
piendo en los mecanismos de reproducción de Pues bien, primero es necesario tener en
la organización social o, en términos grams- cuenta el tipo de ordenación social en casi to-
ciano-laclausianos, en la articulación discursi- do el continente: el neoliberalismo, como fase
va hegemónica. del capitalismo. Este orden social dominante
La paradoja de la imposibilidad de la sociedad promueve una determinada estructuración de
es traducida por Ranciere para ubicarla en los las clases sociales y sentidos hegemónicos
supuestos del orden político y en su contin- que se consolidaron en los últimos quince
gencia. Así, sólo es posible de hablar de un años (Grassi, 2002). Sin embargo, su hege-
orden ordenado bajo el ejercicio de la domina- monía fue puesta en cuestión mediante la in-
ción ordenante. Sin embargo, para Ranciere el tervención política de sectores subalternos en
propio concepto de dominación (en cuanto distintas partes del continente, en diferentes
obediencia pero también como hegemonía) tiempos y de disímiles maneras. Esto fue posi-
supone el de igualdad. Ahora bien, esa igual- ble en tanto las ordenaciones sociales con-
dad -sin la cuál no se puede constituir la domi- temporáneas admiten una multiplicidad de si-
nación ni instituir el orden- es la falla estructu- tuaciones pasibles de albergar antagonismos.
ral propia de la política destinada a abrirse y Los campos de conflictos sociales se amplían
producir el encuentro que intenta mover el tipo con la expansión de un imaginario democrático
de fijación instaurado por la policía. Esta es- y bajo la premisa de la igualdad de los seres
tructuración obedece a una operación hege- humanos. Así, emergen las luchas en un cada
mónica que produce un orden que determina vez más abarcador escenario de reivindicacio-
lugares y nombres para los grupos humanos. nes (por el trabajo, la tierra, por cuestiones de
Pues bien, como producción humana, el orden género, raza, etnia, edad, etc.) La extensión de
social está sujeto a disputas, especialmente los puntos de opresión en la fase neoliberal del
cuando éste se disloca. Precisamente en la capitalismo no implica necesariamente un le-
dislocación operan formas de intervención y vantamiento desde cada situación de domina-
subjetivación de los sectores subalternos como ción para doblegarla. En tal sentido conviene
pueden ser los que operan detrás de la lógica distinguir, nuevamente con Laclau, entre posi-
de los movimientos sociales y la articulación ciones de subordinación y la constitución del
populista, algo que veremos luego. antagonismo. Existe subordinación cuando un
Lo que sigue tiene que ver con pensar la rebe- agente se encuentra en una posición de some-
lión de sectores subalternos frente a un orden timiento en relación a las decisiones de otro, lo
social que les asigna un lugar determinado. que implica una condición de no-sujeto autó-
Esto supone un proceso de identificar y signifi- nomo por parte del subordinado. La situación
car en la estructura social nudos de domina- de antagonismo deviene cuando las relaciones
ción que los someten. Es decir, problematizar opresivas se significan (se les dan un sentido
la supuesta naturalización de lugares que in- determinado) y se transforman en conflictos
cluyen asignando un lugar de exclusión. Esto sociales y políticos. Esto a partir de una confi-
solo puede realizarse si se constituye una sub- guración subjetiva que permite interpretar la
jetividad colectiva que otorgue sentidos a las situación de subordinación como opresiva y
situaciones en cuestión y que abra la posibili- por ende espacio de antagonismo.
dad de la acción transformadora del orden. El lugar de la subjetividad colectiva, como es-
Esto será tema de la sección siguiente. pacio de mediación entre la estructuración de
las relaciones sociales y la acción, se torna de
fundamental relevancia epistemológica y políti-

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ca para la comprensión de los movimientos trucción de un “nosotros” (indisociable de un
sociales y populares. Por lo tanto, y teniendo “ellos” adversario o enemigo) y la elaboración
en cuenta que el proceso de constitución del de proyectos conjuntos que conciten la aten-
antagonismo supone una operación colectiva ción y la acción del colectivo. Segundo, la ca-
de construcción de sentidos, conviene ampliar pacidad de los sujetos sociales de generar
la noción de sujetos y subjetividad. Enrique de condiciones para la emergencia de una volun-
la Garza (1992 y 2001) propuso el término de tad colectiva (Gramsci) con disponibilidad a la
configuración subjetiva para designar el proce- acción.
so de movilización de códigos semánticos para La reconstrucción de los procesos de moviliza-
dar sentidos a situaciones concretas a través ción social que impugnan parte del orden he-
de razonamientos o construcciones simbólicas. gemónico, nos exige situar la atención en la
A estas se llegan mediante distintas formas de formación de subjetividades colectivas y suje-
razonamiento cotidiano como la inducción, la tos sociales que les son inherentes. En tanto
hipergeneralización, la metáfora, el sentido categoría que refiere a los procesos de dar
común, la analogía, etc. Por su parte, estos sentidos a través de la movilización de códi-
códigos semánticos se encuentran en la cultu- gos, la conformación de sujetos sociales supo-
ra. Es decir, la cultura funciona como un espa- ne una mediación entre las estructuras y la
cio de acumulación, articulación y estructura- acción colectiva. Esto es relevante en el caso
ción parcial de sentidos producto de complejos de la protesta, puesto que la construcción de
procesos que los construyen. El entramado de sentidos sobre una situación es vital para la
consolidación de sentidos es indisociable del emergencia de demandas sociales (Laclau,
poder que los embebe y el conflicto originado 2005). En efecto, la identificación de una situa-
en su carácter de pasibles de disputa. De esta ción como lesionante, injusta y que amerita
manera, hay sentidos que se constituyen como acción colectiva supone un proceso de revestir
dominantes y otros como subalternos. No obs- con algún significado tal relación social. Es la
tante, estos sentidos subalternizados, opaca- construcción de una subjetividad que articula
daos y fosilizados –al decir de Gramsci- pue- sentidos la produce una determinada percep-
den ser actualizados en determinadas situa- ción y experimentación de ciertas relaciones
ciones para la conformación de subjetividades sociales o situaciones como injustas y agra-
colectivas populares que habiliten la acción. viantes. Este es el origen social de una de-
En efecto, para hablar de sujetos sociales con- manda colectiva. La percepción movilizadota
sideramos que es necesaria cierta construc- puede convertirse en una petición al orden
ción de la subjetividad colectiva que vaya arti- dominante para que satisfaga un requerimiento
culando los sentidos compartidos en torno a sentido como legítimo. En este punto es nece-
una visión del mundo y una identidad. Esto nos sario precisar que hay demandas factibles de
lleva inmediatamente a pensar en la construc- ser absorbidas por el sistema institucional que
ción de códigos de sentidos para significar el gestiona un orden social determinado, es de-
contexto de la acción, para la identificación de cir, por la política. Frente a las presiones de-
la alteridad y la autocomprensión por parte de mandantes, los sectores dominantes pueden
los sujetos. La construcción de sentidos que apelar al consenso para direccional el proceso
posibilitan la acción colectiva y que se enmar- social sin alterar sus principios estructurantes.
can en procesos identitarios nos hablan de una No obstante, la multiplicación de demandas
operación subjetiva particular vinculada, a su insatisfechas puede producir un conjunto ya
vez, a la formación de movimientos sociales. inasimilable por el orden en su estructuración.
Aquí conviene avanzar en una distinción entre Es decir, si bien la multiplicidad de las deman-
movimientos y sujetos sociales. Esta se asocia das democráticas particulares tal vez pone en
10
a que no todos los sujetos sociales se consti- cuestión en diversos niveles el orden social,
tuyen a partir de configuraciones colectivas también es cierto que el sistema puede resol-
capaces de la consecución de acciones colec- verlas individualmente desde la política. En
tivas. En efecto, pueden pensarse dos proceso efecto, las demandas particulares y aisladas
que interactúan para definir la capacidad de de los sectores subalternos encuentran una
conformar movimientos sociales a partir de limitación en cuanto a la profundidad de su
subjetividades colectivas. En primer lugar el cuestionamiento si no alcanzan a implementar
proceso identitario que tiene lugar en el sujeto lógicas de intervención que articulen múltiples
11
social nos indicará la posibilidad de la cons- demandas . En este aspecto, mientras que la

10 11
Esto supone romper con la idea que asocia la La expansión del ciclo de protestas que tuvo su
noción de sujeto social a autoconciencia y un pro- punto detonante el 19 y 20 de diciembre de 2001
ceso autónomo de construcción de la subjetividad. puede leerse como la extensión de las demandas

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lógica del movimiento social interpela a la polí- mandas subalternas en un proceso hegemóni-
tica, es la lógica de intervención articulada de co que busca articular al campo popular. Allí
sectores subalternos la que abre el espacio de una de las partes busca presentarse como el
12
lo político . todo a partir de lograr una lógica de equivalen-
Estamos en presencia de dos lógicas de inter- cias con otras demandas sociales subalternas.
vención política, la primera asociada a una La galvanización de las demandas del campo
forma de movimiento social y la segunda a lo popular conforma la identidad popular. Es de-
que Ernesto Laclau llamó populista. Como cir, la intervención del populismo y la identidad
lógicas de intervención política, tanto los mo- que requiere (que en nuestros términos define
vimientos sociales como el populismo suponen un sujeto social) supone una articulación de
la construcción de una subjetividad colectiva distintas demandas, las cuales son construidas
capaz de significar una situación como anta- como tales por la lógica de los movimientos
gonismo y poner en cuestión formas de estruc- sociales. En estos términos, la posibilidad de
turación del orden social. No obstante los al- los movimientos sociales de disputar la con-
cances de las lógicas difieren. Para decirlo formación del orden social está dada por su
rápidamente, los movimientos sociales se arti- capacidad de articularse en una lógica más
culan frente a una de estas demandas que amplia del conflicto, en una lógica populista.
Laclau denomina “democráticas”. Es decir, No obstante, a diferencia de Laclau conside-
aquellas que se erigen sobre un punto particu- ramos que en las sociedades existen conflictos
lar de antagonismo (género en el movimiento que adquieren primacía. La sobredetermina-
feminista, medio ambiente en el ecologista, ción de un conflicto sobre otros no puede pro-
reforma agraria en el caso campesino, trabajo venir de un a priori histórico ni de un esencia-
en el caso de los desocupados, etc.). Ahora lismo ontológico, sino de la misma historicidad
bien, esto pone en cuestión una parte de la de los órdenes sociales. Los daños, o las rela-
estructuración social pero no la interpela en su ciones sociales percibidas como opresivas,
totalidad. La posibilidad de una interpelación nos hablan de la historia de los sectores popu-
del orden social (la apertura de lo político) de- lares que pueden operar sobre un daño recu-
pende de establecer equivalencias funcionales rriendo a formas propias y construidas de
13
con otros nudos de antagonismo de manera tal asignar sentido a determinadas situaciones .
de ganar en fuerza social. Esto supone, si- Los movimientos sociales empíricos se articu-
guiendo con Laclau, la conformación de una lan en torno una demanda, aunque siempre
identidad popular, algo inherentemente consti- elaboran significantes más densos que pueden
tutivo del populismo y vinculado al “momento anclar y dar sentido a una cadena de signifi-
14
de la apertura, de indecibilidad en el que se cantes . La capacidad de galvanizar deman-
cuestiona el principio estructurante de la so- das dependerá de cómo se inserten las de-
ciedad, la forma fundamental del pacto social” mandas en el campo semántico, la cosmovi-
(Žižek, 1998:253). Y aunque la figura filosófica sión y la historia de los sectores populares Es-
del pacto social sea hartamente cuestionada ta articulación supone la posibilidad de una
por la sociología, ayuda a ilustrar la “puesta en configuración subalterna que congrega y re-
cuestión” de los principios ordenadores de la significa la multiplicidad de las demandas so-
sociedad. Este proceso tiene que ver con la ciales y se imbrica en la conformación de una
lógica populista y con la capacidad de imaginar subjetividad popular. Otra vez: este proceso
ordenaciones alternativas a la neoliberal impe- corresponde a una lógica populista.
rante. El proceso de subjetivación abre la posibilidad
Consideramos con Laclau que el populismo es de construir sujetos sociales que operan en el
una lógica política caracterizada por la división marco de la pugna (a veces violenta) que ins-
del campo social en una dicotomía antagónica. taura un nuevo momento de lo político. Un
Esta implica, una operación discursiva de de-
13
El sentimiento de “lesión” por el usufructo extran-
jero del gas en Bolivia, es un ejemplo de lo que que-
que pusieron en crisis al régimen político, pero que remos decir. Este elemento se articula con la dispu-
no pudo construir un proyecto que dispute con or- ta por los “nombres” y “lugares” asignados por de-
den social vigente en tanto las demandas no se terminada ordenación social y resguardados por la
articularon en un proceso de constitución de una policía, como decía Ranciere.
14
identidad popular. El pedido de Tierra (MST), la nacionalización del
12
Las exigencias del movimiento popular boliviano gas (Bolivia), o el trabajo (Desocupados), o la auto-
de una Constituyente (como lo hizo el zapatismo en nomía indígena (zapatismo) son puntos que articu-
sus comienzos) e incluso una posible exégesis del lan y galvanizan una serie de demandas que ad-
“que se vayan todos” pueden apuntar en esta direc- quieren nuevos sentidos a partir de ese significante
ción de abrir el espacio instituyente del orden social. denso que funciona de articulante.

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momento desde donde se pueden imaginar ducen, y sus potencialidades para la construc-
proyectos alternativos. La articulación de de- ción ordenes sociales.
mandas múltiples presentes en un orden social Atendiendo al concepto de populismo presen-
constituye esta posibilidad de interpelarlo en tado por Laclau, debemos considerar que si no
su totalidad. La constitución de esta subjetivi- hay una traslación de la lógica del movimiento
dad popular, entonces, supone el momento de social a la lógica populista (o nacional popular,
apertura del orden en cuyo horizonte puede si se lo prefiere) la posibilidad de disputar la
aparecer una nueva conformación, aunque ordenación social como totalidad estructurada
nada garantice su materialización. Los proce- se presenta como lejana. Esto no significa res-
sos que en América Latina han articulado po- tarle importancia a los movimientos sociales.
siciones democráticas de sujetos significaron Recuérdese que no estamos hablando de las
la posibilidad de discutir criterios distributivos organizaciones sociales (indígenas, campesi-
de justicia social. nas, de desocupados, etc.) sino de una lógica
En otras palabras, mientras la lógica del mo- de intervención política que discute por los
vimiento social puede quedarse en una sola lugares, las distribuciones y las formas de do-
demanda, la lógica populista supone su articu- minación de un orden. Por consiguiente, cuan-
lación en una subjetividad de mayor. Esto le do la lógica se limita a la de movimiento social,
otorga un carácter mucho más radical en cuan- es posible dislocar puntos de la estructuración
to disputa el orden social en el espacio institu- social, y ciertas dominaciones particulares. No
yente. La restauración del momento fundante obstante la posibilidad de una articulación de
de lo político, supone a la vez la apertura de los nodos de resistencia y antagonismo supo-
una disputa con los principios ordenantes del ne una elaboración de identidades particulares
neoliberalismo y la lucha por otra forma de en una experiencia de identidad colectiva po-
organización para las sociedades latinoameri- pular. Esto a partir de definir significantes que
canas. puedan movilizar y aglutinar a diversos gru-
15
pos . La construcción de un “nosotros el pue-
Neoliberalismo y disputa por el orden social blo”, como articulación de los agraviados por el
orden social neoliberal en América Latina, es
Recapitulando, como dice Almeyra (2004) los condición primaria para la emancipación del
movimientos sociales tienen una impronta subcontinente.
reivindicativa y, como hemos visto, sitúan su En las convulsiones por las que atraviesan los
lógica de demanda sobre un nudo de domina- países de América Latina, lo anterior nos de-
ción, pero en cuanto lógica no impugnan la bería servir para pensar las lógicas de inter-
totalidad (Dussel, 1998) como la articulación vención expuestas, en principio, en dos planos
populista (Laclau, 2005). Es decir, ambos im- urgentes. Por un lado el plano nacional y por
plican lógicas de intervención popular y la con- otro el regional-latinoamericano. El primero
formación de subjetividades sociales. Sin em- dada la falacia del fin de los espacios naciona-
bargo, mientras los movimientos sociales se les como espacios políticos. Los estados na-
erigen sobre una demanda democrática, la cionales aún tienen un peso insoslayable en
extensión articulada de los puntos de demanda las formas de organización de nuestras socie-
democrática permite hablar de una operación dades y los principios soberanos. Por ello,
“populista”. La capacidad de una interpelación pensar la esfera nacional como un espacio de
radical al orden social está dada por la articu- constitución de voluntades colectivas popula-
lación subalterna que supone la conformación res es fundamental. Así, la articulación de los
de una identidad popular, aspecto indispensa- sectores subalternos de las naciones latinoa-
ble para la conformación de un movimiento mericanos sigue siendo un requisito para la
popular. emancipación. Las limitaciones a la hora de
En América latina los sectores subalternos se articular demandas y conformar subjetividades
han revelado de los nombres dispuestos por populares que avancen en proyectos naciona-
un orden social excluyente mediante estas les es uno de los principales problemas políti-
lógicas de intervención, las cuales suelen cos para los sectores subalternos de los paí-
combinarse en los Movimientos Sociales real- ses latinoamericanos. En efecto, la capacidad
mente existentes. En cuanto lógicas de inter-
vención éstas no tienen un contenido prefijado 15
Es preciso distinguir la conformación de una arti-
ni una función en la historia determinable a culación de demandas subalternas con la confor-
priori, la tarea entonces supone indagar en los mación de un “Frente Popular”. Mientras que éste
sujetos históricos presentes en la región para último es la conjunción de organizaciones preexis-
comprender cómo hacen uso de las lógicas de tentes, la lógica de intervención articulatoria supone
intervención política, los significados que pro- la construcción de una subjetividad popular.

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desde el fondo
de multiplicar las acciones y demandas hasta  DUSSEL, Enrique (1998) Ética de la
poner en crisis a los regímenes de dominación Liberación. En la edad de la globaliza-
vigentes no se complementa necesariamente ción y de la exclusión, Trotta, Madrid.
con la conformación de proyectos alternativos,  GRASSI, Estela (2002) Políticas y
ni con la conformación de subjetividades socia- problemas sociales en la sociedad
les que los sustenten. neoliberal. La otra década infame (I).
El segundo plano de la articulación se juega en Espacio, Buenos Aires,
el plano latinoamericano. Evidentemente los  LACLAU, Ernesto (1990) Nuevas re-
tiempos que corren y la coyuntura política, flexiones sobre la revolución en nues-
donde se juega mucho del futuro del continen- tro tiempo, Nueva Vision, Buenos Ai-
te, también piden que dirijamos nuestra aten- res.
ción hacia el proceso que estamos viviendo en  LACLAU, Ernesto (1996) “Por que los
términos de integraciones regionales. Así, el significantes vacíos en política son im-
debate entre el ALCA y la Alternativa Boliva- portantes” en Emancipación y Diferen-
riana para la América (ALBA), por ejemplo, cia, Ariel, Buenos Aires.
abre un contexto para que el doble proceso  LACLAU, Ernesto (2000) Sujeto de la
(de expansión de las demandas y de articula- política, política del sujeto, en Bejamín
ción popular) pueda jugarse en un plano regio- Arditi (editor) El reverso de la diferen-
nal como desafío para los movimientos de cia. Identidad y política. Nubes y Tie-
América Latina. La apertura de espacios como rra. Editorial Nueva Sociedad. Cara-
la III Cumbre de los Pueblos o el Foro Social cas.
Mundial, dónde se trabaja en la construcción  LACLAU, Ernesto (2005) La razón popu-
de lenguajes y proyectos convocantes son pa- lista. FCE, Buenos Aires.
sos en dirección de la articulación.  LACLAU, Ernesto y Chantal MOUFFE
En este sentido, el futuro de los movimientos (1987) Hegemonía y estrategia socialista.
sociales activos en la región y con ellos del de Hacia una radicalización de la democra-
los pueblos latinoamericanos, dependerá, en cia. Siglo XXI. Madrid.
gran medida de la resolución en la esfera na-
 LACLAU, Ernesto; ŽIŽEK, Savoj y
cional y regional de las lógicas de las deman-
BUTLER Judith (2003). Contingencia,
das. La construcción de movimientos popula-
hegemonía y universalidad. FCE.
res bajo una lógica de articulación (en los dos
Buenos Aires
planos mencionados), aparece, así, como im-
 LECHNER, Norbert (1986) La conflictiva
prescindible si lo que se pretende es trascen-
y nunca acabada construcción del orden
der las demandas particulares y diputar la con-
deseado. Siglo XXI, España, Madrid.
formación de un orden social liberado para
América Latina.◘  LEFORT, Claude (1991): Ensayos sobre
lo político, Ediciones Universidad de
Guadalajara, Guadalajara.
Bibliografía
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desacuerdo. Filosofía y Política. Nueva
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dad en Cornelius Castoriadis” Metapolíti-
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ca, Vol. 2 Núm. 8, México.
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UNAM - Porrúa. México.
co. Espacios del Saber. Paidós, Buenos
 DE LA GARZA, Enrique. (2001) “Sub-
Aires.
jetividad, cultura y estructura”.
IZTAPALAPA Núm. 50. México

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desde el fondo


Algunas de estas ideas fueron discutidas en el marco del XXV Congreso de la Asociación Lati-
noamérica de Sociología (ALAS) Agosto de 2005.

Nacido en Chajarí (1978) Profesor de Filosofía y Magíster en Ciencias Sociales (Universidad Na-
cional de La Plata, Argentina) Candidato a Doctor en Ciencias Sociales (FLACSO, México).

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