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PRÓLOGO POR
T omo III
J u r is d ic c ió n v o l u n t a r ia . R e c o n o c im ie n t o d e s e n t e n c ia s y a c t o s de
A p é n d ic e s . C ó d ig o de p r o c e d im ie n t o c iv il i t a l ia n o . ín d ic e s g e n e r a l e s .
248. C a r a c t e r e s d e l a s a c tiv id a d e s d e ju r is d ic c ió n v o l u n t a r i a .
I n t e r f e r e n c ia s y c o n ta m in a c io n e s c o n l a ju r is d ic c ió n c o n te n
c io s a .
249.N o tic ia s de c a r á c t e r g e n e r a l so b re lo s ó rg a n o s , so b re l a
LLAMADA COMPETENCIA Y SOBRE LAS FORMAS.
250.D is c ip lin a s c o m u n e s a l o s p ro c e d im ie n to s e n c á m a r a d e
CONSEJO.
251. S e p a r a c i ó n p e rs o n a l de lo s có n y u g es.
Un tal acuerdo, dispone el mismo art. 158, “no tiene efecto sin la
homologación del t r i b u n a l Y la disposición se explica por el interés
público que la ley atribuye al instituto del matrimonio, al buen or
den de las familias y a la crianza y educación de la prole. Práctica
mente significa esto que la convención ño homologada no modifica
de por sí el status; sus cláusulas no asumen de por sí eficacia norma
tiva vinculante para las partes y no se pueden accionar judicialmente
para su observancia. Pero nada puede excluir que la separación se
actúe de fado, y que la ejecución voluntariamente dada a las cláusu
las de los respectivos acuerdos entre los cónyuges, pueda valer cuando
menos como cumplimiento de obligaciones naturales, siempre, claro
está, no sean contra bonos mores [contra las buenas costumbres]. T am
bién cuando haya homologación, queda fuera de esta hipótesis todo
carácter sancionatorio, de manera que la homologación adquiere ca
rácter de mera y estricta jurisdicción voluntaria. El procedimiento pa
ra obtenerla está reglamentado en el art. 711, Cód. proc. civ.: “En
el caso de separación consensual que prevé el art. 158 del Código
civil, el presidente, mediante recurso [escrito] de ambos cónyuges,
debe oírlos en el día señalado por él, y procurar conciliarios en el
modo indicado en el art. 708.- Si el recurso lo presenta uno solo
de los cónyuges; se aplica el art. 706, último apartado.- Si no se con
sigue la conciliación, se hace constar en acta el consentimiento de los
cónyuges para la separación y las condiciones referentes a dichos
cónyuges y a la prole.- La separación consensual adquiere eficacia
con la homologación dél tribunal, el cual provee en Cámara de con
sejo previa relación del presidente.- Las condiciones de la separación
consensual son modificables a tenor del artículo anterior”.
Es dudoso si el acta puéde hacer ejecutivo el acuerdo aun antes
de la homologación. La jurisprudencia parece propender a la afir
mativa, pero creemos que tal opinión debe entederse con suma dis
creción. En efecto, sólo se lo puede adm itir si el presidente reconoce
carácter provisional y de urgencia a la disposición de alguna cláu
sula, pero creemos que en tal caso debe hacer de ella materia de una
ordenanza expresa suya (que el artículo no prevé, pero que no se
puede creer excluida, dada la índole del procedimiento). Y como
quiera que sea, se excluye que por efecto del acta o de la ordenanza
resulte modificado el status de los cónyuges. Es dudoso igualmente
si a consecuencia de la audiencia presidencial y de la falta de conci
liación, los actos deban ser trasmitidos de oficio al colegio o, si es
necesaria una ulterior instancia para la homologación, así sea firma
da y presentada por uno solo de los cónyuges. Parece más atendible,
según la jurisprudencia incluso, esta última solución. Pero creemos
que la instancia puede ser recogida en acta sin necesidad de recurso
escrito por separado.
24 DERECHO PROCESAL CIVIL
252 . In te rd ic c ió n e in h a b ilita c ió n .
253. A u s e n c i a y m u e r te p re s u n ta .
II. Después de dos años desde la últim a noticia (ya se haya pro
visto o no al nombramiento del curador) "los presuntos sucesores
legítimos, y cualquiera que razonablemente crea tener sobre los bie
nes del desaparecido derechos dependientes de su m uerte. . . , pue
den demandar que se declare su ausencia” (art. 49). Aquí comien
za a tomar consistencia la duda de qué el desaparecido haya muerto o
que, comoquiera que fuere, no vuelva ya á aparecer, y se tiende a
proteger más bien los eventuales y todavía problemáticos derechos
sucesorios de otros, que el interés personal suyo a la conservación.
Por eso la legitimación activa no se la concede ya, para estos efectos,
también al Ministerio públice. Proveer al respecto, corresponde
siempre al tribunal del último domicilio o de la últim a residencia, y
creemos que también esta llamada competencia es inderogable. El
procedimiento, en sus líneas generales, es siempre el acostumbra
do en Cámara de consejo, pero con alguna disposición específica del
Código de procedimiento sobre las personas que deben ser oídas, así
como sobre la forma de la providencia (sentencia y no decreto). Dis
ponen a l respecto tres artículos:
Art. 722: “La demanda de declaración de ausencia se propone por
medio de escrito, en el cual deben indicarse el nombre y apellido y
la residencia de los presuntos sucesores legítimos del desaparecido
y, si existen, de su procurador o representante legal”.
Art. 723: “El presidente del tribunal fija por decreto la audiencia
para la comparecencia ante él o ante un juez designado por él, del
recurrente y de todas las personas indicadas en el escrito a tenor del
artículo anterior, y establece el término dentro del cual debe hacerse
la notificación por medio del solicitante. Puede ordenar también
que se publique el decreto en uno o más diarios.- El decreto se co
munica al Ministerio público”.
Art. 724: “El juez interroga a las personas comparecidas sobre las
circunstancias que considera de importancia, lleva a cabo, cuando
es necesario, ulteriores informaciones y después da cuenta en Cáma
ra de consejo para, las providencias del tribunal, que éste pronun
cia por medio de sentencia”. En virtud del art. 190 de las Disp. de
api., deben unirse al recurso “los documentos comprobantes del es
tado de familia, o del hecho y del tiempo de la desaparición”.
Queda p o r ver cómo se puede reclamar contra la providencia, y
aquí los dos códigos callan. La jurisprudencia más reciente conside
ra, atendiblemente, que no obstante la forma de sentencia prescrita
por el art. 724, el procedimiento en apelación debe desenvolverse en
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254. D is p o s ic io n e s v a r i a s r e l a t i v a s a l o s m e n o r e s , d e c l a r a d o s
EN INTERDICCIÓN E INHABILITADOS Y A LAS RELACIONES PATRIMONIALES
ENTRE CÓNYUGES.
caso por simple denuncia de los hechos (por ejemplo, en el caso del
art. 345) o por instancia verbal (art. 43, ap., Disp. de api., Cód. civ.).
En ciertos casos el juez tutelar puede proveer también ex officio (por
ejemplo, art. 336, últ. ap., y art. 361). Provee por decreto (art. 43,
prim era parte, cit.), cuando sus atribuciones no se lim itan a dar
dictamen. Puede ejercer los poderes instructorios acostumbrados en
los procedimientos en Cámara de consejo. A propósito de lo cual
no raras veces el Código civil dispone expresamente a qué otros
sujetos debe oir antes de proveer. Sus" providencias (pero no natu
ralmente sus dictámenes) son susceptibles de reclamación al tribu
nal, siemore en los modos y en los términos acostumbrados en aque
llos procedimientos. En algún caso, sin embargo, la reclamación debe
proponérsela al tribunal ordinario; en otros casos (y siempre sin
que se sepa bien por qué) al tribunal de menores. Esta distinción
entre casos y casos resulta de los arts. 41 y 45, Disp. de api. del
Cód. civil. Las providencias dadas en primera o en segunda instancia,
están sujetas en ocasiones a particulares formas de publicidad (ejem
plo, art. 399, Cód. civil).
Independientemente de las disposiciones específicas recién recor
dadas, el juez tutelar tiene por último atribuciones genéricas de
vigilancia, control e investigación, sobre el ejercicio de las funciones
de tutela y cúratela (arts. 337, Cód. civ., y 44, Disp. de aplicación
relativas). Su autorización es necesaria para que el tutor pueda pro
mover la declaración judicial de paternidad del menor bajo tutela
o del declarado en interdicción (art. 273). Tam bién en materia de
adopción corresponde al juez tutelar recibir el inventario de los
bienes del adoptado que el adoptante tiene que hacer, y privar a
este último de la administración en los casos del art. 302, ap., adop
tar providencias en caso de cesación de la patria potestad del adop
tante (art. 303) y em itir dictámenes para la revocación por indigni
dad del mismo (art. 307).
En las oficinas del juez tutelar deben llevarse registros especiales
(ejemplo, arts. 48 y 49, Disp. de api., Cód. civil), y a este régimen se
coordinan particulares funciones de la secretaría. Todo esto lo des
conoce, inexplicablemente, el Código de procedimiento.
Al tribunal ordinario corresponde proveer en orden a los casos de
autorizaciones y de otros actos respecto de los cuales las funciones
del juez tutelar están reducidas al simple dictamen (véase anterior
mente). Dispone a este propósito el art. 732 del Código de procedi
miento (que por fin, a este propósito, sale de su silencio, aunque
para decimos bien poco): “Las providencias relativas a los menores,
a los sujetos a interdicción y a los inhabilitados, las pronuncia el
tribunal en Cámara de consejo, salvo que la ley disponga otra co
sa-- Cuando el tribunal debe pronunciar una providencia en in
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255. P r o v i d e n c i a s v a r i a s e n m a t e r i a d e s u c e s io n e s , c o l o c a c i ó n
y re m o c ió n de s e llo s e in v e n ta rio s .
tual inventario. De ahí que haya que darles a ellos aviso de la ope
ración por lo menos tres días antes de su comienzo, al cuidado del
oficial nombrado o designado para proveer a ella (art. 766), en los
mismos modos prescritos por el art. 772, que veremos, para la asis
tencia al inventario. Art. 767: "El oficial que procede a la remo
ción de los sellos, debe reconocer ante todo el estado de los mis-
mos.- Si encuentra en ellos alguna alteración, debe suspender toda
operación ulterior, dando cuenta inmediatamente al pretor, quien
se traslada al lugar para practicar las oportunas verificaciones y
dictar las providencias necesarias también para la prosecución del
inventario”. El art. 768, que cierra esta sección, hace aplicables las
respectivas disposiciones ( . . . si lo son y en cuanto lo sean), también
a todo otro caso de colocación y remoción de sellos, si la ley no
dispone en forma diferente. Lo cual puede tener alguna importan
cia, por lo menos ocasional, en materia de tutela, de cúratelas espe
ciales con finalidades patrimoniales, en materia de ejecución de quie
bra y en algún que otro episodio de ejecución particular.
256. B e n e f ic io d e in v e n t a r i o , h e r e n c ia s u k n e fic ia d a s y h e r e n
c ia s YACENTES.
cebido y regulado, está en esto: que fuera de estas dos últimas hi
pótesis, el régimen de gestión-liquidación del patrimonio hereditario
como patrimonio autónomo, puede cesar en cualquier momento por
renuncia del heredero al beneficio o por incumplimiento de sus
deberes, sin que ello determine un régimen de separación de los
bienes del difunto respecto de los del heredero a favor de los acree
dores y legatarios colectivamente considerados, salvo a éstos el pro
veer individualmente a pedir la separación (art. 490, n*? 3, Cód. civil).
Es intuitivo, de todos modos, que todo este ordenamiento im
plica una vasta, varia y compleja serie de ingerencia de jurisdic
ción voluntaria, ya en lo que concierne a la concesión del beneficio
o a la adquisición del beneficio y a las formalidades necesarias para
hacerlo efectivo (arts. 484 y sigtes.), ya en lo que atañe a las opera
ciones de liquidación del activo, verificación del pasivo y pago a
los acreedores y a los legatarios por parte del heredero (arts. 493 y
495 y sigtes.), ya en lo que respecta al eventual libramiento (art. 507),
ya finalmente en lo que se refiere a las dos hipótesis de nombra
m iento de un curador y a las funciones de éste (arts. 508 y sigtes.).
Todas estas actividades se desenvuelven, podemos decir, bajo el con
trol inmediato de la autoridad judicial o hasta con su necesario
concurso. Sólo en algún caso de conflicto entre heredero o curador
y derechohabiente, o entre (verdaderos o pretendidos) derechoha-
bientes en sus relaciones recíprocas sobre aquellas actividades, indu
dablemente de jurisdicción voluntaria, se pueden insertar procedi
mientos de carácter contencioso. Pero de todo esto se desentiende
casi completamente el Código de procedimiento. Las respectivas dis
ciplinas particulares hay que ir a buscarlas al propio Código civil,
integrado si es necesario con remisiones más o menos explícitas a
reglas comunes de los procedimientos voluntarios (formalidad del
inventario, reglas comunes a los procedimientos en Cámara de con
sejo, etc.). Sólo a propósito de algunos episodios particulares da el
Código de procedimiento algunas disposiciones integradoras o de
aplicación, y de ellas habremos de ocuparnos, mientras que todo lo
demás escapa a nuestro estudio.
Recuérdese a este propósito que si no hay “oposiciones”, el here
dero beneficiado, en su calidad de tal, provee a satisfacer a acreedo
res y legatarios (hasta el límite, naturalmente, de lo obtenido de
las actividades hereditarias) “a medida” que se presenten (art. 495),
salvo los eventuales derechos de prioridad, a menos que él mismo
prefiera adoptar espontáneamente el método de la graduación. Por
el contrario, si hay una oposición tempestivamente notificada, debe,
adoptar este método bajo pena de perder el beneficio. En tal caso,
tiene que suspender momentáneamente los pagos y proveer, con el
m inisterio o con la asistencia de un notario, a la formación de un
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257. L i b e r a c i ó n (p u rg a ) d e l a s h ip o te c a s .
258. C o p ia s d e a c t o s p ú b li c o s .
258 bis. C a s o s n o c o n t e m p l a d o s e n e l c ó d ig o d e p r o c e d i m i e n
t o CIVIL.
PROCEDIMIENTOS DE DIVISION
259. P r e s u p u e s t o s e i n t r o d u c c i ó n d e l o s p r o c e d i m i e n t o s d e d i
v is ió n .
260. O p e r a c i o n e s d e d iv is ió n y p r o v i d e n c i a s d e f i n i t i v a s s o b r e
l a d iv is ió n . P r o c e d i m i e n t o d e l a r t . 730 d e l C ó d ig o c i v i l .
y 787 y 788, Cód. proc. civil. Sobre este tema, los dos códigos, a la
verdad, no están perfectamente en armonía entre sí, pero del con
junto parece que deba inferirse que la venta podrá ser deliberada
por mayoría absoluta, o de todos modos ordenada por el juez ins
tructor, si no hay controversias promovidas ante él. De lo contrario,
podrá ordenársela sólo por sentencia. La venta habrá de hacérsela
en pública subasta, si no hay un diverso acuerdo de todos los codi-
visionarios; y para la subasta se adoptarán las formas de la ejecución
para expropiación (como en la venta de bienes de menores), aplica
bles a tenor del art. 748, Cód. proc. civ., argumentando también del
art. 1116, Cód. civil.
Se irán recogiendo, apurando y depurando así los datos necesarios
también para la formación de los lotes (“porciones”) divisionales. A
este efecto se comenzará por determinar, siquiera sea aproximativa
mente (es decir, salvo las eventuales rectificaciones finales), el valor
en cifras de los lotes que hay que formar, aplicando mediante una
simple operación aritmética la fracción (cuota) de correspondencia a
cada uno de los codivisionarios al valor global unitario de la masa
resultante de la estimación. H abrá que preocuparse luego de ver si,
con los bienes existentes en especie en la masa, y siempre según
su valor de estimación, se pueden componer tantos lotes del valor
deseado, respetando los criterios de homogeneidad dictados por los
arts. 718, 727 y 728, Cód. civil. Estos, en efecto, disponen que en
principio (y salvo las desviaciones previstas en los arts. 733 y
734, etc.) se deben comprender en cada lote bienes muebles, inmue
bles y créditos de igual naturaleza y cantidad, igualando eventuales
desigualdades secundarias mediante compensaciones en dinero. Para
facilitar la aplicación de estos criterios, se pueden también fraccio
nar materialmente en varias partes los inmuebles y las universitates
facti que sean "cómodamente divisibles” sin excesivo perjuicio de
su valor global o de las razones de economía pública, de higiene, de
arte o de historia (arts. 720 y 727, ap., Cód. civ.). Si no es posible
el fraccionamiento (ni es posible, naturalmente, asignarlos por ente
ro a lotes singulares, como lo consiente el art. 720, Cód. civ.), habrá
que proceder a su venta y dividir el precio. Se aplicarán en este caso
las mismas disposiciones del Código de procedimiento (arts. 787 y
788) anteriormente recordadas a propósito de las ventas para el pago
de deudas. Naturalmente, podrá ocurrir que a consecuencia de la
venta deban rectificarse, en armonía con lo efectivamente obtenido,
los valores de la masa y de los lotes, y eventualmente la composición
de estos últimos. Lo mismo podrá ocurrir como resultado de las even
tuales decisiones acerca de las aportaciones, co’aciones e imputacio
nes, etc., que sobrevengan entretanto, y también a consecuencia de
las cuentas que habrán de rendir los participantes qüe hayan gozado
PROCEDIMIENTOS DE DIVISIÓN 77