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Así, las políticas públicas, en términos de Theodore Lowi (1964), se han enfocado a ser de
dos tipos: regulatorias y distributivas. Sin embargo, esto no ha sido suficiente, para frenar
la desigualdad y exclusión social, así como, la discriminación hacia los grupos vulnerables,
en especial los indígenas. Al contrario, las brechas de desigualdad se han ampliado y con
ello la exclusión y la marginalidad de ciertos grupos.
En lo que se refiere los derechos indígenas podemos señalar diez puntos importantes:
Sólo por dar un somero ejemplo, de acuerdo a las últimas cifras arrojadas por el Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) 72% de la población
indígena en México vive en la pobreza, 30.6% en pobreza extrema, 80% carece de
seguridad social y uno de cada cuatro indígenas no tiene accesos a servicios de salud, 60%
carece de los servicios básicos en sus viviendas (CONEVAL, 2013).
A continuación se presentan algunas gráficas que pueden ilustrar mejor las brechas de
desigualdad entre la población indígena y no indígena en México.
40%
35%
30%
Hombres Indígenas
25%
Hombres no indígenas
20%
Mujeres indígenas
15%
Mujeres no indígenas
10%
5%
0%
Porcentaje de población analfabeta mayor de 15
años
Gráfico 1 Porcentaje de población analfabeta. Gráfico de elaboración propia. Fuente: PNUD (2010). Informe sobre el
desarrollo humano de los pueblos indígenas en México, PNUD, México.
50
45 43
40
35
30
26.5
25 Población indigena
Población no indígena
20
15
10
0
Taza de mortalidad infantil
Gráfico 2 Taza de mortalidad infantil. Porcentaje de población analfabeta. Gráfico de elaboración propia. Fuente:
PNUD (2010). Informe sobre el desarrollo humano de los pueblos indígenas en México, PNUD, México.
100%
90%
80%
70%
60%
30%
20%
10%
0%
Porcentaje de viviendas con servicios sanitarios deficientes
Gráfico 3 Porcentaje de viviendas con servicios sanitarios deficientes. Gráfico de elaboración propia. Fuente: PNUD
(2010). Informe sobre el desarrollo humano de los pueblos indígenas en México, PNUD, México.
45.00%
40.00%
35.00%
30.00%
25.00%
Población indígena
20.00% Población total
15.00%
10.00%
5.00%
0.00%
Sin agua Sin drenaje Sinenergía Viviendas con
entubada eléctrica piso de tierra
Gráfico 4 Porcentaje de viviendas sin servicios. Gráfico de elaboración propia. Fuente PNUD (2010). Informe sobre el
desarrollo humano de los pueblos indígenas en México, PNUD, México.
40%
35%
30%
25%
10%
5%
0%
Desnutrición infantil crónica
Gráfico 5 Porcentaje de desnutrición crónica infantil. Gráfico de elaboración propia. Fuente: PNUD (2010). Informe
sobre el desarrollo humano de los pueblos indígenas en México, PNUD, México.
0.84 0.8304
0.82
0.8
0.78
0.76
Índice de Desarrollo Humano de
0.74 los Pueblos Indígena
Índice de desarrollo Humano de
0.72
0.7057 la Población no Indígena
0.7
0.68
0.66
0.64
Índice de desarrollo humano
Gráfico 6 Índice de Desarrollo Humano. Gráfico de elaboración propia. Fuente: PNUD (2006). Informe sobre el
desarrollo humano de los pueblos indígenas en México, PNUD, México.
Por otro lado, a lo que se refiere al análisis de las políticas públicas, encaminadas hacia
este sector, ya se ha dicho que en su mayoría son análisis cuantitativos, es decir,
evaluaciones y metaevaluaciones, de su diseño e implementación, así como, de sus
resultados. Sí bien, estos estudios han sido fructíferos y necesarios, en donde coinciden en
que los programas sociales que han sido dirigidos hacia la población indígena son de corte
asistencialista, éstos han olvidado otras herramientas dentro del análisis de las políticas
públicas, que son sumamente necesarios, ante un problema tan complejo y que pueden
ayudar a visualizar de mejor manera las causas por las que las políticas han fallado.
Así, para elaborar un análisis adecuado de las políticas públicas, definiendo a éstas como
el proceso mediante el cual el Estado diseña y ejecuta una política dirigida a un sector
mayoritario de la población; y que puede involucrar no sólo acciones, sino también
omisiones respecto de asuntos de interés para determinados actores. No basta, hacer
evaluaciones o metaevaluciones a partir de indicadores, que muchas veces no ilustra una
realidad más profunda, como puede ser este caso, o simplemente verifican, lo que
lamentablemente, en este problema, se pude palpar a flor de piel, es decir, la
investigación cuantitativa nos puede ayudar a visualizar el problema o comprobarlo, pero
no a descubrir las causas por las que han fallado estas políticas dirigidas hacia el grupo
más vulnerables de nuestro país desde hace 500 años: los indígenas.
Para ello, debemos ocupar también otros tipos de análisis, partiendo de cómo se ha
definido el problema indígena dentro de la agenda formal o sistémica y cuales han sido los
ciclos de atención hacia esta problemática en dicha agenda.
De tal forma, que se presume no sólo que se debe y se puede “hacer algo” sino que la
posible solución cae dentro de la competencia de las autoridades legítimas del gobierno.
Pero lo más importante, es que de la definición dependerán las políticas y programas que
le darán solución: quien define el problema define la política.
En este sentido, Cobb y Elder (1984) señalan que los problemas políticos son
construcciones sociales que reflejan concepciones específicas de la realidad, existiendo
una multiplicidad de definiciones acerca de un problema, por lo tanto, lo que está en
juego en el proceso de formación de la agenda no es sólo la selección de los problemas
sino también su definición. Las definiciones sirven, a la vez, para encuadrar las elecciones
políticas posteriores y para afirmar una concepción particular de la realidad.
Por lo tanto, la estrategia que tiene la definición del problema en el proceso de
formulación de las políticas públicas es de suma importancia. Como estrategia, refleja una
apreciación de las inclinaciones culturales y sociales propias del sistema político (Cobb y
Elder, 1984)
Visto de esta forma, las políticas públicas son, en esencia, una actividad en la que se
incluyen y de la que se excluyen asuntos y se movilizan sesgos a fin de asegurar el manejo
y la contención de conflictos. Por lo tanto, la definición de los temas constituye una forma
fundamental de poder político; por lo que “la definición de las alternativas, es el
instrumento supremo del poder” (Schattschneider, 1960: 69) y “Quien determina de que
se trata la política, gobierna el país, pues la definición de alternativas es la selección de
conflictos” (ídem).
En este sentido Parsons afirma que “Para entender completamente un problema social,
debemos saber cómo llego a definirse como problema social” (Parsons, 2007: 133),
asimismo, argumenta que “la génesis de una política pública implica el reconocimiento de
un problema. Qué cuenta como problema y cómo se define depende de la manera en que
los diseñadores de las políticas buscan aproximarse a un tema o evento” (ídem).
De esta forma Luís Aguilar explica que “el análisis procede entonces en primer lugar a
averiguar los factores que estructuraron la política en curso de una determinada manera,
por lo que identifica las creencias valorativas de una sociedad y su gobierno, que son las
que están en la base de la aparición y justificación de determinadas expectativas y
objetivos sociales, así como examina las creencias científicos-técnicas de sociedad y
gobierno […] En suma, la base de estructuración de una política es su firmamento
normativo y su universo informativo y científico técnico” (Aguilar, 2007: 9).
Así, podemos afirmar, que las creencias científicas del momento así como el marco
jurídico es principalmente lo que define al problema y lo estructura para darle una
solución.
De tal forma, que través de este modelo, podemos ver cómo es que se ha definido el tema
del “problema indígena” a lo largo de la historia de México, y sus consecuentes políticas
públicas que le han buscado solución.
Conclusiones:
A lo largo de este breve ensayo, hemos visto como la discriminación hacia la población
indígena, no es ejercida solamente por la población no indígena que comparte con ellos el
territorio mexicano o por los agentes de las instituciones del Estado, como podrían ser los
ministerios públicos o los encargados de ventanillas. Sino que es una discriminación aún
más profunda, que es la que se quiso visualizar en este trabajo. Este tipo de discriminación
ha sido histórica y es producida por las ideas y creencias, en las que se incluyen las
científicas, que son dominantes en cierto momento histórico y que para nuestro objeto de
estudio, se hacen patentes en las políticas públicas.
Como todo política pública, y en este caso, la política pública dirigida a los indígenas no es
la excepción, ésta es componente de una historia de decisiones, definiciones y
redefiniciones del problema, con altibajos dentro de la agenda y de políticas que se han
estructurado principalmente a partir de las creencias valorativas propias del momento
histórico: “la política en curso y la política nueva tienen una historia de análisis y
decisiones detrás de ellas que ellas mismas son eslabones de esa historia política, social e
intelectual difícilmente fluida y progresiva, y la cual está hecha, en cambio de rodeos,
altibajos, frenos y aceleraciones, que pasan al momento de definir los problemas,
discriminar las expectativas, calificar los objetivos, remendar las opciones de acción y
seleccionar los instrumentos” (Aguilar, 2007: 20).
De esta forma hemos visto cómo el “problema indígena” ha pasado de ser concebido
como un obstáculo para la nación, a un problema de desigualdad. Sin embargo, esta
nueva concepción, no se ha reflejado aún en los programas destinados a esta población,
ya que en su mayoría siguen teniendo de fondo una ideología de la política indigenista
paternalista, es decir, asistencialista, la cual sólo perpetúa una relación de dependencia de
los pueblos originarios con el Estado, que a su vez permite el uso clientelar y discrecional
de los recursos.
Esta situación, se debe, a que por un lado, aunque ha cambiado el paradigma, aún
persisten rasgos de los anteriores y por otro lado, la visión incrementalista, que domina el
que hacer de la política pública, no permite cambios redistributivos y los normativos y
distributivos, son lentos, costumbristas y paulatinos. Asimismo, el predominio del rational
chiose, derivado de una visión dominantemente economicista y positivista de las políticas
públicas, limita a éstas, a una lógica de coste-beneficio en donde los grupos marginados,
poco tienen que ofrecer ha esta ideología de mercado.
De tal forma, que el paradigma hegemónico actual dentro de las políticas públicas, es
decir, las creencias científico-teóricas dominantes, coadyuvan a perpetuar la condición de
miseria de la población indígena, en una dinámica de mercado (coste-beneficio) en la cual,
lo más valioso que este grupo puede ofrecer a quienes planean y ejecutan las políticas
públicas es su voto; lo que trae como consecuencia políticas clientelares y discrecionales,
que ejercen un control social y político dentro de la población indígena.
A su vez, esto ha generado, que aunque ya se hayan hecho cambios sustanciales a las
normas jurídicas en cuestión de derechos indígenas, para hacerlas acorde al Convenio 169
y a la Declaración de Naciones Unidas Sobre Derechos de los Pueblos, no se han podido
hacer patentes en la realidad indígena. Asimismo, aunque ya se empieza a reconocer el
tema indígena, como un problema de desigualdad, aún falta empezar a visualizar al
indígena como un sujeto de derecho, principalmente en lo colectivo y encontrar las
herramientas necesarias en materia de política pública para adecuarlas a este nuevo
paradigma, lo cual muchas veces carece de voluntad política, ya sea porque no les es
conveniente trastocar el status quo a los grupos de poder o porque no es un tema
relevante en la agenda política, lo que nos llevaría una vez a más a cuestionar la idea del
pluralismo democrático y a reflexionar sobre la discriminación de los asuntos indígenas en
la agenda sistémica, lo cual sería tema para otro ensayo.
Bibliografía:
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Parsons, Wayne (2007). Políticas públicas: una introducción a la teoría y la práctica del
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Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (2006). Informe sobre el desarrollo
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