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El Humanismo

El Humanismo es un movimiento cultural surgido en Italia durante el siglo XIV, y extendido por Europa
en la primera mitad del siglo XVI. Se caracteriza por mostrar al ser humano en un rol central del mundo,
de la cultura, y protagonista de los acontecimientos históricos.
El historiador L. Philippart define el humanismo como un movimiento
estético filosófico y religioso al mismo tiempo, se manifiesta como algo
radicalmente diferente a la etapa medieval, caracterizado por un esfuerzo, a
la vez individual y social por afirmar el valor del hombre y de su dignidad y
fundar en su estudio “un modo de vida por el que el ser humano llegue a
ser eterno”.
Se resalta una postura antropocéntrica que prestigia la personalidad
humana frente a la autoridad divina (típica de la Edad Media).
Por su parte el historiador Alberto Tenentti destaca que el Humanismo pretende redescubrir
aspectos de la Antigüedad. Se procura recuperar muchos manuscritos de la Época Antigua.
El Humanismo debía de restaurar todas las disciplinas que ayudaran a un mejor conocimiento de la
naturaleza, que se los consideraba un modelo de autoridad más puro.
Pretendían explicaciones racionales sobre la naturaleza y el mundo que los rodeaba. Buscaban
inspirarse y aprender de la cultura antigua, pero la mayoría continuaba siendo muy cristianos.
Pudieron recuperar obras escritos por griegos y romanos, como de Platón y Aristóteles, y las
tradujeron e introdujeron en las universidades, con la ayuda de la imprenta.
Los principales elementos que difundieron el humanismo fueron tres: la invención de la imprenta, las
academias, como principales impulsoras de su pensamiento, y las Universidades (Bolonia, Florencia,
Alcalá de Henares)
El historiador ASIMOV nos cuenta lo siguiente: “Al disponerse de muchos libros, fue grande el avance de
la alfabetización, y la capacidad de leer y escribir se expandió cada vez más fuera del ámbito de los
sacerdotes y los comerciantes. Gracias a la imprenta, también, la información recientemente obtenida
podía ser transmitida más rápidamente de una persona a otra, de modo que surgió una comunidad
intelectual más eficaz y en interacción que trascendía de las localidades y hasta de las naciones(...)”.
ASIMOV, Isaac La formación de Francia, Madrid, Alianza Editorial, 1982, pp. 256 y 257

El Humanismo
El Humanismo es un movimiento cultural surgido en Italia durante el siglo XIV, y extendido por Europa
en la primera mitad del siglo XVI. Se caracteriza por mostrar al ser humano en un rol central del mundo,
de la cultura, y protagonista de los acontecimientos históricos.
El historiador L. Philippart define el humanismo como un movimiento estético
filosófico y religioso al mismo tiempo, se manifiesta como algo radicalmente
diferente a la etapa medieval, caracterizado por un esfuerzo, a la vez individual
y social por afirmar el valor del hombre y de su dignidad y fundar en su estudio
“un modo de vida por el que el ser humano llegue a ser eterno”.
Se resalta una postura antropocéntrica que prestigia la personalidad
humana frente a la autoridad divina (típica de la Edad Media).
Por su parte el historiador Alberto Tenent ti destaca que el Humanismo
pretende redescubrir aspectos de la Antigüedad. Se procura recuperar muchos manuscritos de la
Época Antigua.
El Humanismo debía de restaurar todas las disciplinas que ayudaran a un mejor conocimiento de la
naturaleza, que se los consideraba un modelo de autoridad más puro.
Pretendían explicaciones racionales sobre la naturaleza y el mundo que los rodeaba. Buscaban
inspirarse y aprender de la cultura antigua, pero la mayoría continuaba siendo muy cristianos.
Pudieron recuperar obras escritos por griegos y romanos, como de Platón y Aristóteles, y las
tradujeron e introdujeron en las universidades, con la ayuda de la imprenta.
Los principales elementos que difundieron el humanismo fueron tres: la invención de la imprenta, las
academias, como principales impulsoras de su pensamiento, y las Universidades (Bolonia, Florencia,
Alcalá de Henares)
El historiador ASIMOV nos cuenta lo siguiente: “Al disponerse de muchos libros, fue grande el avance de
la alfabetización, y la capacidad de leer y escribir se expandió cada vez más fuera del ámbito de los
sacerdotes y los comerciantes. Gracias a la imprenta, también, la información recientemente obtenida
podía ser transmitida más rápidamente de una persona a otra, de modo que surgió una comunidad
intelectual más eficaz y en interacción que trascendía de las localidades y hasta de las naciones(...)”.
ASIMOV, Isaac La formación de Francia, Madrid, Alianza Editorial, 1982, pp. 256 y 257

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