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Los pilares de la administración en cualquiera que sea su campo de acción, son la

planificación, ejecución y seguimiento. Ahora bien, aplicar estos procesos en un

establecimiento penitenciario, con las particularidades inherentes a una institución

donde se mantienen privadas de libertad a personas que se encuentras sometidos

al sistema de justicia, exige la delimitación de sus ámbitos para comprender sus Los

pilares de la administración en cualquiera que sea su campo de acción, son la

planificación, ejecución y seguimiento. Ahora bien, aplicar estos procesos en un

establecimiento penitenciaria, con las particularidades inherentes a una institución

donde se mantienen privadas de libertad a personas que se encuentras sometidos al

sistema de justicia, exige la delimitación de sus ámbitos para comprender sus niveles de

complejidad y definir la estrategia de abordaje del tema. Como establecimiento

penitenciario podría considerarse a toda dependencia del Estado en la cual la persona

privada de libertad está obligada a pernoctar y permanecer durante el tiempo que

establezca el poder judicial. Así, es pertinente mencionar que en Venezuela existe una

clasificación de los establecimientos penitenciarios en función de la condición jurídica

de la población atendida. Según la Ley de Régimen Penitenciario (2000), en su artículo

3, “Las penas privativas de la libertad se cumplirán en las penitenciarías, cárceles

nacionales y otros centros penitenciarios o de internación que bajo cualquier

denominación existan, se habilitaren o crearen para ese fin.” Por su parte el Reglamento

de Internados Judiciales (1975), en su artículo 4 expresa:

“Los Internados Judiciales son establecimientos ordinarios destinados:

a) A la reclusión de los encausados penalmente, previa determinación


del órgano jurisdiccional correspondiente.

b) Al cumplimiento de la pena de prisión, que no exceda de un (1) año, deducido el

lapso de la detención sufrida antes de producirse sentencia condenatoria firme. c) Al

cumplimiento de la pena de arresto cuando así lo determine el Tribunal ejecutor del

fallo. d) A la reclusión de sujetos procesados conforme a la Ley sobre Vagos y

Maleantes. e) Al cumplimiento de las medidas correccionales a que se refieren los

literatos c) y f) del artículo 4 de la Ley sobre Vagos y Maleantes. f) A la detención

preventiva en aquellos lugares donde no existan, o sean insuficientes los

establecimientos destinados al efecto.” Ambas legislaciones mencionadas, parcialmente

vigentes, permiten establecer una distinción entre lugares destinados al cumplimiento de

penas privativas de libertad y los establecimientos destinados al resguardo de la

detención preventiva.

Ambas legislaciones mencionadas, parcialmente vigentes, permiten

establecer una

distinción entre lugares destinados al cumplimiento de penas privativas

de

libertad y los establecimientos destinados al resguardo de la detención

preventiva.

Técnicamente, se estaría hablando que los establecimientos que tengan la

designación de “Internados Judiciales” estarían destinados albergar a las

personas
en calidad de procesadas, con una medida de prisión preventiva de

libertad, y

aquellas personas con penas cortas, hasta un año. Por su parte, existen

otros

establecimientos destinados albergar a las personas en calidad de penas,

es decir,

exclusivamente para el cumplimiento de penas privativas de libertad,

cuya

denominación podría no ser siempre la misma. En este último caso se

puede

conseguir nombres como: Centro Penitenciario, Penitenciaría General,

Comunidad

Penitenciaria, Centro de Reeducación, pudiendo existir otras

denominaciones.

A pesar de la distinción establecida entre un Internado Judicial y un

Centro de

Cumplimiento de Pena, su funcionamiento operativo es parecido. Son

establecimientos penitenciarios donde debe asegurase la permanencia de

la
persona recluida en el recinto, y a su vez, garantizar la atención integral

debida y obligatoria a las personas que permanecen dentro del mismo. Por otro lado,

para lograr realizar estas funciones, se requiere tanto de un personal capacitado y

profesional, como de los mecanismos para el desarrollo de las funciones y el desempeño

del personal. En este sentido, se puede decir que la gestión y administración de

establecimientos penitenciarios se conforman de procesos sustantivos, los cuales pueden

agruparse en cuatro ámbitos: seguridad y custodia, clasificación y atención integral de la

persona privada de libertad, gestión de talento humano, y asuntos logísticos del

establecimiento penitenciario.

Lo primero que hay que entender que las cárceles son instituciones que representan

la autoridad y el poder del Estado en donde existen conflictos, resistencia al cambio y

negociaciones; así como también sitios que originan formas de subalternas de cultura

(contradicciones y tensiones) y socialización, que puede haber poderoso simbolización

de modernidad o ausencia de esta.

En 1906 se expidió en el Código Penal la clasificación del tipo de penas:

peculiaridades del crimen, del delito y de las contravenciones. En el año de1915 se

formuló otro Reglamento para la Penitenciaría Nacional el cual estaba acorde con la

Ciencia Penal Moderna. En el siglo XX tanto Eloy Alfaro como Leónidas Plaza

intentaron establecer una moral pública fundamentada en los principios de higienismo y

del ornato.

Fue en los mandatos de Eloy Alfaro y Leónidas Plaza (Siglo XX), quienes cambiaron

de manera significativa el trato de las personas privadas de la libertad en la Penitenciaría

Nacional de Quito, así como también estructuraron régimen de funciones y roles de la

policía nacional que se basaba en el respeto y cero castigos para los detenidos y sobre
todo nada de abuso de poder porque se implementó una ley que mencionaba que

ninguna persona podía ser detenida sino tenía orden de autoridades de la Corte

Suprema.

Este tipo de régimen se ha mantenido hasta el año 2007 supuestamente se empezó a

implementar el nuevo modelo penitenciario el cual considera la justicia, los derechos

humanos, sin favoritismo y más que nada con la aplicación de la campaña

gubernamental “Cero Presos sin Sentencia” (Navarrete, 2015). Pero fue hasta el 2011

que se comenzó el plan piloto de este nuevo modelo de gestión penitenciario (El

Telegrafo, 2013).

Desde abril del 2011 se empezó a implementar un plan piloto del nuevo sistema

carcelario y se comenzó construyendo tres pabellones aledaños a la Penitenciaría del

Litoral, pero se encontraban aislados de ésta, esto representaba “el primer paso hacia un

nuevo régimen de reclusión” (El Telegrafo, 2013). Este plan piloto se probó en 600

personas privadas de libertad utilizando los nuevos pabellones y fue supervisado en ese

entonces por María Belén Chérrez, que era la coordinadora de la Zona 8 del Ministerio

de Justicia.

Este nuevo modelo penitenciario está a cargo del Ministerio de Justicia, Derechos

Humanos y Cultos (2015) , incluye la construcción de cárceles, la contratación de

personal, el equipamiento para la seguridad, la clasificación de la población internada,

el régimen de visitas, entre otros aspectos. Para esto se asigna 200 millones de dólares

para la construcción de tres centros de rehabilitación social (CRS) regionales en

Guayas, Cotopaxi y Azuay, nueva infraestructura que alberga a cerca del 50% de la

población penitenciaria nacional.


En el año 2003 existía una grupo poblado de penitenciarios de aproximadamente de

9886 internos que habitan en las diferentes cárceles del país; en el año 2004 constan

11.358 internos; y hasta octubre del 2005 se realizó un estudio que evidencio la población

es de 11.971 internos; es necesario mencionar que el mes de marzo del 2005 entro en

funcionamiento el Centro de Rehabilitación Social de Santo Domingo de los Tsáchilas;

que aumentó su capacidad física establecida en 7.463 según el Ministerio de Justicia

Derechos Humanos y Cultos en datos otorgados por la Coordinación General de

Planificación de esta entidad estatal hasta Mayo del 2012, existía un grupo poblado de

penitenciarios de 17.938 privados de libertad, con una capacidad establecida para 11.068

privados de libertad dando como superávit de 6.870 esto significa que existe un

hacimiento a nivel nacional de 66,07%.

Se supone en estos centros penitenciarios se debió empezar a implementar el nuevo

sistema de penitenciario. En la actualidad el referido Ministerio mediante datos oficiales

otorgados por su página Web bajo el título de Atención y Equipamiento de la Red de

Centros de Privación de Libertad hace el conocimiento de que el grupo poblado de

penitenciarios en la actualidad 14 de Agosto del 2013 es de 18.223 personas privadas de

libertad, en este total se incluye centros de rehabilitación social, centros de detención

provisional, casas de confianza y centro de adolescentes infractores, esto quiere decir que

la población penitenciaria va cada día en aumento y que la capacidad instalada en los

centros de privación de libertad no pueden abastecer a una población penitenciaria en

constante incremento (Caiza, 2016).

Es decir, hay una sobrepoblación de PPL que supera de manera excesiva la capacidad

física establecida; según información oficiales facilitada por la entonces Dirección

Nacional de Rehabilitación Social, en un documento denominado. El sistema

penitenciario ecuatoriano en cifras 2013 – 2014 DNRS. Se hace la afirmación de que la


capacidad física establecida ha crecido este año, así como la población penitenciaria se

ha visto acrecentada en un 15.12% y el déficit también. se incluye el C.R.S. de Santo

Domingo de los Tsachilas que se encuentra en funcionamiento desde marzo del 2005

(Caiza, 2016).

Las infraestructuras que existen en los centros de rehabilitación social del país en su

totalidad evidencia una gran desmejora y daño a sus instalaciones, debido a diferentes

aspectos que pueden afectar el espacio físico como son los factores climáticos, el

hacinamiento, la acción violenta de los albergados, instalaciones y adaptaciones ciertos

espacios físicos realizadas por trabajadores con poco criterio profesional y mal trabajo,

entre otras, teniendo en cuenta que en su mayoría esta infraestructura; son construcciones

vetustas y debido a la necesidad fueron construidas como casas particulares y debido a la

necesidad creada por el Estado han sido modificadas en su estructura para que sirvan

como Centros de Privación de Libertad (Caiza, 2016).

En relación a la forma en la que se distribuye la población de las PPL dentro de los

centros de rehabilitación social, está mal manejado por lo que en algunos centros existe

una sobrepoblación penitenciaria, otros tienen un escaso número de reos que habitan en

sus instalaciones, por lo cual, son sub utilizadas. Respecto a la ubicación de los internos

al interior de los Centros de Rehabilitación Social, no realizan una diferenciación entre

procesados y sentenciados, esto se evidencia en el centro de rehabilitación social de Ibarra

entre otros; y son ubicados en un mismo lugar unos y otros; sumada a esto, la necesidad

que tienen los privados de libertad procesados de permanecer en el lugar, donde se está

ventilado su o sus procesos y los sentenciados por otro lado, deben estar en lugares donde

se facilite su reinserción a la sociedad, sin embargo de lo manifestado en estos casos casi

siempre prima los criterios de seguridad y disciplina que existe dentro de los centros de

rehabilitación social; los datos manifestados en este trabajo fueron tomados de la


publicación realizada por el Departamento de Planificación de la entonces Dirección

Nacional de Rehabilitación Social.

Los espacios que han sido destinados para talleres son insuficientes para el desarrollo

de trabajos propios del proceso de rehabilitación social, no son funcionales y en la mayor

parte de los Centros, estos lugares son espacios físicos improvisados y deteriorados, por

lo cual, no cuentan con lo mínimo necesario para su normal funcionamiento, en ciertos

Centros del país estas aéreas destinadas a talleres están bajo a la responsabilidad de

Organizaciones no Gubernamentales. En los Centros que existen implementadas granjas

agrícolas son sub-utilizadas y poco consideradas por cuanto no se le ha dado la

importancia que amerita. El Código de Ejecución de Penas y Rehabilitación Social con

respecto al sistema progresivo y sus características el Art. 13 expresaba que: (Caiza,

2016). Las características generales del régimen progresivo son:

a. La individualización del tratamiento.

b. La clasificación biotipológica delincuencial.

c. La clasificación de los centros de rehabilitación social y

d. La adecuación utilización de los recursos legales en beneficio de los internos.

De la exploración ejecutada en Esmeraldas se desglosa que el hacinamiento es ilegal y


atenta en contra de los derechos humanos, “por cuanto no cumplen con las elementales
normas de tratamiento, y por lo tanto está muy lejos de la aplicación social, que es lo
preceptuado tanto por la Constitución de la República, así como por la Ley pertinente de
la materia” (Caiza, 2016).

En cuanto a las cifras de la población de personas privadas de libertad, estas son

realmente preocupantes la Defensoría Pública, en su “Rendición de Cuentas 2007-2011”,

cifró un hacinamiento carcelario de 145% en 2007, esto implicaba que 18.400 personas
privadas de libertad (PPL) vivían en centros de rehabilitación social con capacidad para

7.500 personas. Para 2010, el número de PPL se redujo a 12.000; sin embargo, aún existía

sobrepoblación carcelaria del 60% (Ecuador Chequea, 2018).

El Ministerio de Justicia, en su reporte mensual de PPL, cifró 36.661 personas privadas

de la libertad en 2017, lo cual implicó un hacinamiento carcelario de 34,65%. En agosto

de 2018, este registro se incrementó a 37.952 PPL (35.044 hombres y 2.908 mujeres) y

el hacinamiento fue de 36,64% (Ecuador Chequea, 2018).

Las provincias cuyos centros carcelarios presentaron un mayor número de PPL

fueron: Guayas (14.498), Cotopaxi (5.265), Pichincha (2.198), Esmeraldas (1.395)

y Manabí (1.164). 24.520 PPL, más del 50% de reos de todo el país, se encuentran

hacinados en las cárceles de estas provincias. En el caso de Cotopaxi, el aumento en el

porcentaje de PPL se debe al traslado de reos del ex penal García Moreno al Centro de

Rehabilitación de Latacunga en 2014 (Ecuador Chequea, 2018).

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