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ENSA YO ETNOGRAFICO I
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ABORIGENES D~JL ESTADO DE ANTIOQIJJA


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EN COLOMBIA I
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PR~SENTAllO A L\ I'OCII:Il\!l DE A\TI\OPOLOGIA DE PAIIIl' ¡
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DIPRl~NTJ U¡': R0l".'LOHER11ANOS y COMf>.\ÑÍA
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ENSAYO ETNOGRAFICO
~OBlIE LO;;

ABORIGENES DEL ESTADO DE ANTIOQUIA


EN COLOMBIA

PRESEXTAlJO A L\ SOCIEO.\[) VE A'iTROPOLOGL\ DE PAR!:;

POli ).;1. /JOCT'¡J(

A~DHES POSAD.\ AIL\:\'GO


llIF~IIHO IJF. IIlCHA sn(:II~D.lO.
11•• 1..1. rlF. Mf.DIGIfrU. PIHr.llr. .•• nI': PAIUS.

el: LA. Dy.\f~:;1fCU.A r,t,c,"/. l" L.\ xt"'f:A A'Y'WJo:'f " 'J)P' LA ~1~.}'A. Lolll)"D.

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!lF. LA. ':-')C!t'I,,,IlII'JrAsIC\ IjJ', n\A. •••


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l' .\lU ~

1871

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i'iOTA. - El original dIJ esta Memoria va acompailado ,le
UlI atlas de :30 figura::, que por ahora 110 miel es posible .re-
producir. Los materialt)s (¡ue me han servido pam didlO tra-
bajo,l!)s deho en gran parte á la bondad de varios de mis com-
patriotas, (Jt>seedores de diversos objetos de ios indios, lJue mc
han franqueado sus COlllcciones y permitido hacer los ,lbefíos.
Debo citár en particular á los Sres. Leocadio Mango, Vicente
A. Restrepo, Luis:'/. Bolero, Eduardo Villa y Dr. Manllel
{jrihe, de Medellill, y al Sr. José Maria Rcstrepo y el Dr. Gre-
gl,rio Gutiél rez Gomález, de Sonson. Aprovecho e.,ta oeasioll
para testillcarles: á eJlc,s como á todos los otros, mi cumplido
agradecimiento.
A. P.A.

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E~8A ,,"O ET:\'OGRAFICO

SORRE LOS

ABOR1GE~ES DEL ESTADO DE AN'l'IOQt:IA


¡':C'i COJ.O~lBIA.

,
l.

Nada hll~' lllilS digllo dt!! pMudío


,Iel homhre, 'lile el 110m 1m' mismo.

Antiof'Juia, \lila de las n\le\'e sllcciones de que se eompone


la replihlíca de los Esl:Hlo::i-I'uidos tle Colombia (llamada an-
tes Nueva Grnn81Ia), es lIna porciotl de territ(lriu situada hácia
cl interior, entré ;;0 y 8" 10' de latitud norll', /¡)O 2()' y 790
¡¡' de longilllll occidental respecto dcl mcridiano de Paris. Fn
río caudaloso, el Ca\l.c~, que separa las cordilleras Occidental
y Centtal de los Andes, la atravicsa de Sur á Nurte, pero lleno
de salto:; ó cascada!' IltlC interrulIlpen la navpgacinnj lo que
awe~ado al car;lcter eminentem('nle lIlontai'ioso de 'u welo
y á las selvas ¡'nmensJs que lo cuurcn, ha t.'nielo ha.ln hoy
I~sa CI/JIlilrca <,así il!l:olllunicad.\.
De ahí r(',;\llta que, no sulo pur su confol'lnacion topográ-
lica, su tonstiluciun gcológica ':1 ~u vegelacion, sino tHmlJicn
por el carácter, usos y co~tumbrt\' de sus hahilalltcs (f), Ali-
tioquí'l di/iere ]¡m;tantc de los 1,Iros Estados para merecer,
al ser estudiado bajo cllah,uit>ra dl~ esos puntos de vista, no
SIJlo un capir.ult) al'arl'~ ('11 la descrípcion general del pais,
sino aun ua Imladu eS¡H'I'jal,
Diferencias no IllCnliS IIlarcadas debieron pxislir igualmen-
te, hácia la época tle la conquista, ~Il sus primitivos morar!o-
res, corno puede inferir,;e por lastrazas que nu:; ltall q:wdado d~
el!05. y 11,' 111l\!110 hallallh):; ,;elllejauli's en los Estados w.cinos.
Estudiar esos vestigios antes que desaparezca u dr! lodo;
examinar C\ll\ dl'lcncioll esas 11lIcilas j rl'llldl' !l,S dalo,; IJlW
( 1 ) Y aWI pw -'liS c¡¡f"rmf.áur/,-,,,. Pued.:rUbC (( ,:,lt: J 1'0_
pósito mi MElIORlA SOBRE El. TUNTCN, ))j'cientatlu ti 1(/ Acade-
mw tIl4dico-quirurgica de Madrid (Pahellon Médko • .'\etl~m-
bre de i87(\. ) .

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IÓs historiadores nos hayan dejado, y traznr el cuadro del es-
tado social en que se hallaban los abor\gene~, tal es,la larca
que quisiéramos ver desempeñar. No siÚndonos dado el reali-
zarla por nuestra parte, y esperando que personas lilas com-
petentes la efectÚen, vamos al menos á aportar sobre el asunto
nuestro. pequello contingente.
\l.
fué bllcia 1501 que los expedicionario; españoles, mar-
chando sobre· la via abierta por Colon, que descubrió nues-
tras costas en su tercer viaje, emprcudieron la exploracion
y la conquista de lo que es hoy Colombia. Mas el territorio
anlioquelio permaneció desconocido hasta 1537, en que Fran-
cisco César, partiendo del Darien a
la cabeza de una pequeña
tropa y dirigiéndose al Sur, lo visitó el primero, por lamárgell
occident¡\1 del Cauca. Vadillo repitió la exploracion poeo des-
pues, si~uiendo casi el mismo camino, pero avanzándose
hasta Cali. Al mismo tiempo Jorge Roble4o, que habia acom-
paliado á. Belalcázar en la conquista de Quito y Popayan, lo
recorrió en sentido contrario, es decir, de Sur á Norte, por
la parte oriental del rio; él fué quien descubrió el ameno valle
de Ahurrá, uno de los mas poblados, en donde eslá hoy Me-
dcllin, nueslra ciudad capilal.
Mullitud de poblaciones hallaron lo~ conquistadores á 'u
paso, formadas por lribus mas ó menos ~r~entes en sus dia-
leclos y. ,en SUg usos, que les ifuputafÓn tenazmente 01 ter-
reno (2). Pero vencidos los naturales por la superioridad de
las armas, viéndose aniquilar en mil corabales, con sus habi-
tadones pilladas y su liberlad en peligro, buscaron un ref'l-
gio e1l las selvas. De ese modo, relrogradando los unos dp.I
,'stado de barbarie en que vivian al verdadero salvaJismo, y
estermiuatlos los olros .) absllrbid.ls por las ra,zas europea 'i
africana que fueron a
habitar esas comarcas, la dviliza-

( 2 ) Los indígenas del Estado de Antioquia se C071lpOll'¿an


de tres naciones principa;!es, los Catíos, los N¡ltalJes, 11los Ta-
hamíes. Los primeros moraban al occiilente del C,WC"; los se-
!Juwlos, sobt'e la mdrgcn dereehlt del rio, oc!tl'flban la parte
central del Estado, y los tÍltimos se cxtendum por el orieutc .IJ
sur. Los Yamecíes, tribu estableuid •.•h</da Zaraooza, 1l1'csen-
taban tamUcn algunos rasgos particulares.

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tion indígena desapareció pronto, dejando apenas h If¡>l Ia;.",
Las hordas infelices que vagan aún en nuestros bosques le-
janos, completamente degradadas, han olvidado sus tradicio-
nes y perdido sus antiguos U80S. Si bien ellas pueden servir
para estudios antropológicos, porque la raza se ha con ser·
vado pura) ninguna enseñanza pueden darnos ya sobre las
costumbres de sus antepasados ni sobre el grado de adelanto
:i que hubieran llegado. ,
El exámen de las antiguas sepulturas, por una parte, úni-
cas obras que han alcanzado hasta nosotros, y por otra las
escasas noticias trasmitidas p.1r los cronistas, tales son las so-
las fuentes á que podemos acudir. Veamos lo que de ellas es
posible sacar en limpio.
IIL
Es tan poco lo que encontram03 en los escritores de la
conquista acerca de la vida privada de los aborígenes de An-
tioquia, que puede decirse en rigor que sus libros nos enseñan
mas con su silencio que con sus esplicaciones. En efecto, al
considerar elningun interés con que nos hablan de ellos, de-
bemos infcrir que se hallaban mucho menos avanzado~ que
los Chibchas ú Mui;;cas, que habitaban la altiplanicie de Bogotá
y que ya t¡n esa época habian sido sometidos por Quesada,
puesto que slIbre estos Últimos nos han dejado una historia
bastante completa, que nos lo's muestra siguiendo muy de
cerca, en dvilizacion, á los Mejicanos y Peruanos.
Si dcspues de haber examinado las obras que nos quedan
de los indios, tomamos por guia en lluestro estudio la cla-
sificndun estal,lecida por Lubbock para esplicar la marcha de
la civilizadon en los pueblos del antiguo mundo, nos hallaré-
mos muy embarazados para asignar iÍ aquellos un lugar pre~
cisa en tan reducida escala.
Sin haber llegado alÍn a la cllad de hi~rro, metal que solo
era conocÍllo en América por los habitantes de la desembora-
dura del rio de la Plata, que lo poseian al estado nativo y lo
machacaban para hacer instrumentos, nuestros indigenas ha-
bian dejado ya muy lejos la edad paleolítica; mas no por eso
presentallan, ni todos los caracteres de la edad neolítica,
puesto que ya estaban lIIuy addantados en la metalurgia, sin
embargo de que la piedra era Ia!base de sus inlltru~

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!ti los de la edad de bronee, porque no se ha llallado entre
ellos ninguna arma metálica, como sllcedia en Europa en
la época correspondiente.
Para ser exacto, seria preciso admitir que se hallaban en
una edad intermediaria, en un periodo de transicioll.
1'01' otra partll, los caracteres sacados de la naturaleza de
los diseños usados en el ornatu de 8118 vasijas, como so verá
mas adelante, tampoco corresponden á una mas bien que á
otra de las dos Últimas épocas que dejamos mencionadas.
Recordemos, en efecto, quo los dibujos son siempre combi-
naciones de Iíne;ls rectas en la edad de piedra; espirales y dr.
culos en la de bronce, y hojas, flores Ó lInimales en la de hierro.
Sentadas estils consideraciones, espongamos en rletalle el
resultado de nuestro estudio .
• Habitacio1tes. - [.os indígenas del Estado de Antioquia
vivian en sociedad, establecidos en poblaciones. Sus casas,
que los Españoles cahlicaron dr. cómodas, estaban hechas de
maderos clavados en el suelo, y recubiertas de paja; st'gun
parecr., eran circulare, y de techo cónico, corno las de los
Muis('as; se hallaban rodeadlls de huertos y arboledas frutales.
Su menage era bien sencillo: se reducia á la hamaca, hecha
rle pita tejida (agave). que les servia de cama j al¡;unas es-
teras, canastos ó petacas, que sabia n forrar en pieles, y di ver-
sas va,ijas tle barro, calabaz~s ó totullla·s. En las regiones
calientes tenian la guadua (bambusa),cuyos cañones utilizaban
con el mismo fin.
Algunos lor9s, q'le enSIJ!\ablln á hablar, . y un pequeño
cuadrúpedo manso é inofensivo, qUb ]os conquistadores lIa-
marOll perro mudo, lr.s hacían compañia.
Trajes y ador1los. - Llevaban vestidos ligeros de algodon.
hechos con telas d~divers{ts cl'¡ores, pero cuyas formas igno-
ramos, no sabiendo si seria la túnica sin cuello y el manto
con las puntas atadas sobre el hombro, que usaiJan los
'luiscas, ó el'poncho, que aunque de orígen peruano, se en-
cuentra tambien, aun hoy dia, entre los salvajes d(~ Tierra-
adentro, en Colombia (3). Este es un gran paño cuadrilon-
( 3) Dichos salvajes haren, para preserml'sé de la [hmía,
unas capas de paja, que es verosímil fuesen tambiw usadas
pIYI' losde Antioquia, y de las que se conserva una, e:ractamente
igual, entl'e los objetos chinos en el museo de lIer"a, en Suiza.

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go, con solo una hendedura en el centro para vasar la ¡;aIJeza,
poniéndoselo á manera de casulla.
Algunas tribus se contentaban simplemente con una ancha
faja envuelta en la cintura, que bajaba á la mitad de los mus-
los, pintándose el resto del cuerpo de rojo y azul, con achiote
y jagua (bixa, gellipa) .
No hay indicio alguno que haga creer que acostumbrasen IIIS
abarcas ó sandalias, que se hallaron sinembargo en el PerÚ.
Oe una de las figuras de barro que hemos tenido ocasion
de examinar, puetleinferírse que las mujereH se trenzahan el
cabello. Entre los objclos de oro halladoli en las tumbas, se
han encontrado ganchos enteramente semejantes á los que
usan hoy las señoras para 8ujetar¡¡e el peinado. ¡, Los emplea-
rian las indias con e) mismo fin '!
Los adornos, que variaban segun el rango ó la riqueza del
individuo, eran de oro, plumas vistosu, trenzas de algodon
de vivos colores, ¡;aracoles Ó conchas, y aun de alas brillan-
tes de algunos escarahajos. Las flore" tal vez á causa de lo
efímero de su duracion, no parecen haber sido utílíudas con
tal objeto (4). Consistían en coronas de paja, arListícamente
teji,las, en¡';iilanadas COII penachos di! plumas y á veces con
media-lunas ,le oro; en diademas y'aun cascos enteros, de
oro, que cubrían toda la cabeza; aretes ó pendientes, de oro,
En una corta permanencia que hice /In t 860 en la.s márae-
nes del Ullur.os, cerca de Tierra-adentro, en mi calidad de
médico-cirujano de l(].S fuerzw que mandaba el general Pa-
ris, habia comenzado unos estudios etnogrdflcos y filo/ógicos
solrl'e aquellos indios; pero el wmbáte d8sasCroso de Segovia
( j!l de noriclIlbre) me los intC'lTUmpw, habiclido pel'dioo con
mi (/¡Ui/lujr el rocar,u/ario que tenia (orrruzdo. Tal vez él hu.
biera servido dc algo en manos dellabonosa Sr. E. Uricoc¡;hea,
que con tan .laudable entusiasmo _se ocupa mi estudiar nuestras
, lC'llguasind[genas.
Es tÍ estos mismos indios que yo hago re(erelleia ell un arti-
culo sobre el ERYTHROXYI.l"i'i COCA, publiclldo en el BUI,LJ(T1N
liEN~IIAI. !lE TnÉRAPIlt:T1Qn: de Paris. (junio de t 871. )
( 4 ) El IÍnico fllsaje cn /a historia de la oonquista de Sll(l-
Am~rlcu, en que he hal{¡l'lv mencionadas [(].S flores ctYmo44or.
no usado lJor los indios, es al hablar de los sirviente., del Za
que, mi Ty.nj(l, que, segun Plaza, tenian los cabellos rccojidos
con guirnaldas de flores.

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en las orejas y en la nariz; collares) braza]pte,; y pulseras de
oro, de caracoles pequeftos, de cuentas de piedra. ó aunde
dientes; fajas ó cinturones de oro; petos del mismo metal,
y una especie de medallas con figuras esculpidas, que se
colgaban al cuello y que ignoramos si serian distintivos de
nobleza, como entre los Elruscos, ó IlIs canopas de los perua-
nos, es decir, ldolos individuales, sus protectores ó abogados.
J Armas. - Tenian armas de varias clases, para la caza ó
la guerra, esa calamidad de todos los tiempos y de todos los
pueblos. Eran macanas (madera durísima, de palma), que les
servian de espada por el filo J de maza ó garrote por el lomo;
lanzas y hachas de pedernal enastadas en madera; hondas para
arrojar piedras, y arcos y flechas, generalmente terminadas
en una punta de hueso, ó bien dardos pequeiios, pero emene-
nados, que di~paraban con el~soplo por medio de cerbatanas.
Solo UD as pocas lribus, limítrofes del Chocó, se servlan de
estos Últimos. Los Españoles, que habían esperimentado su
malignidad, cauterizaban sus beridas (5).
Para marchar al combate solian llevar baDderas ó estandar.
tes de una tela de algodon, esmaltados con estrellos, media-
lunas J otras figuras de oro.
Ignoramos si usarian:ármas defensivas, pues los petos y cas-
cos de oro deben mas bien mirarse como adornos. Pero no
estará por demas rocordar que algunos historiadores mas pro-
lijos, hablaudo de olros pueblos del continente, como }Qs Me-
jicanos, los Guayaneses, 108CbMuíes,que. ba~taban en Cllia-
nare, y los" Guaipnnabis, que ex1stenalÍn en las selv8~ del Iní-
rida, refieren lJue usaban "e:>cudos 6 broqueles de madera,
como los antiguos Egipcios; de conchas de tortuga, {¡ de mim-
bres forrados en pieles.

( tí ) El empleo de armas etWenenadas para la guerra, comUI¡


á multitud de 1laCÍOI'IeS americanas, como la mayor parte de
las del Ori7WCO, los Caribes, los Punches, los Muzos, los Bon-
das y Darienes, y que se ob,llroo aun lwy día elltre 1(¡S s(llva-
jes de la Goajira, es una cAJ8lumbrl?muy antigua y muy geti<:-
ralo Ella ha e:mstido en Java, en el I¡¡dostan, en China, en Si-
be1-ia, en Atrica, entre los Galos y en otros muchos pueblos
bárbar1s. Los venenos usados con tul objeto, han sido muy va-
ra<MJosj yo he enumercido los principale.~ en mi )(tJlOIRE SUB
LB I'OI80N DI B.uN1'n'E DI!8 S4UV4GKB DU Coocó ( Pans-t869. )

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'AlimelltlJs.·-Vivian <1•.• la (:aza, la !J(';,..a y Ins ~,rolll"~IOs de
\;¡ agricullura, )ll1<'S tpnjan senwllleras hí."1J lalmt'/;],;, Cumo
las ¡lemas tribus amtlrjcanas, dtlsmontaban y preparaball el
terreno, dejando á las mujeres el cuidado de sembrar )" co-
sechar, pretendiendo que, del mismo modo que ellas les daban
hijos, harian producir.ú fructificar la tierra. Su,; instrumentos
de labor eran hechos de madera, que fabricaban quemando
unas partes,! deja¡¡do otras inlaclas, tÍ de piedra.
¡\ ullque el maiz era su grano predilecto, (Iue cOlíljall tos-
tado tÍ reducillo á harina, y que le, sefl'ia )laril hacer el pan y
la chicha, especie de cerveza usada en lOlla la Alllél'ica, cul -
tivahan igualmenle Jivcrs1S horlalizas, tale;; como las papas
() patatas (solallum tu!,eroStlm), que sin razan se ha prelen-
dido fue;;en originarias de Chile; la yuca dulen (IMllihot lIti-
lissima), (/ue puede comerse asada ,j cocilla, sin t\JII\~" qne S:l-
rarle el jugo, porque no es WllellO:;lI >:omo en la ,le la,; AII-
tillas; una especie de batata (collvolvulus), la an'¡Jt;;wJ¡a, ulla
(.) mas especie:; de frisol, la allllyarna (cw;ul'oita), el ,¡ame
tlíoscorea) y el plátauo hartan (musa pal'(tdisi,lft.l).
Entre las frutas cfln que se regalaban poilemo;; cil:n' la,:
guayabas (psidium), guamas (inga), aguacates ([Je/'sea (J/'fllissi-
mal, anones y chirimoyas, pi¡¡as (ltnanasa), granat.lillas y CII-
rubns (passi(lom, tacs,,,drt), mameyes (mammea), I"'pinos y
algunas )J ,IIIJas.
Agregueulu;; que cultivaban tauiliiell el ilji ó pimit~nl(l
(caps(eum), que usaban éollW eondímt:Dlo (6), y otros \'l'gela-
"'s uti\iza¡}os en su industria ó aun simplemclItc al'omáliros,
como el algodon, el achiote,eI lutumo (crese::lItia elljp.te), el
lJorrachero (datu'u artJore(l) y ulla especie de albahaca (7).
Todas las llames eran aceptable" 11su palad:u', pero I'refe.

( 6 ) El aji era de un cultiro mI/Y general en Amél'ic". ";n-


tre los Muiscas, ademas d,; su em¡lleo culinal'io, rlesp.lnpeiíab,¡ un
gran papel en manos de la justicia. Cuando un(t mll.i'~1'era a'~ll'
sada de adulterio, deNto lJue tenia JlP.lla de llWtl'le, le hada/!
comer bastunte ají, <l,:!ltl'lS aae: si ~"lllfrlaba el mat'lil'io sil/
l<t (ellit!ll po,. i!¡"c1mte;
c(mfesarse I'ulpalJ/e, en 1:/ caslJ ¡'unlm-
,'ia, la mata&all.
( 7) l/e insistido 1'11 la ellllmcl'[/(:ilJlt de todas estas plal/las,
porque el o'l'Ígen armricanu de muchas de el/as ha sitiO) llegado,
por errO/', por algunos botlÍnioos,

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rían en genel'allos venados, ~ainos, avPs y micos. Es ~auido
el proce,limimltutplP llsduan l'Olllllnmllnlp los inllios allie-
ric:mos para coger vivos eslus Últimos. CO\lslstia en colocar
cerca del bosque tln cántaro de boca estrecha, oOlltemendo
maiz: los micos introllllcian la mano, que appnas cabia, to·
maban un p"i'io de granos y, no pu.t1hmdo entonces sacarla,
so dejaban atrapar por no soltar la presa ..
Para la pesca empleaball redes hechas qe pila ó de ,fibras
eslraitla~ ~Ie las hojas ríe al¡;unas palmas, y probablemente
tambiena\lzuelos, pues se han hallado, en sus sepulcros, gan-
chos de oro que \lO parecen haber tenido otro objeto. Ademas,
sabemos que la mayor parte de las tribus americanas los
usaban, heciJos tle metl.l, de espinqs de pescado ó de concha
tic tortuga (como los tellia\l los Darienes).
poseian igualmente pl&lItas apropiadas para envenenar los
peces, mezclándolas al agua, tales 5011 el barbasco (tep/¡ro~i(!)
y el lechero (euphorbil! eotini(olia), dol mismo moJo que
lo practican t\ll el Malahar con la coca del Levante.
Comian el pescado fresc(l Ó lo secaban al fuego, cnvl:elto
en hojas, y lo reducian á polvo para conservarlo as\.
La sal, cuyo empleo en los alimentos parece remontar á la
(una tte la humanida;l. no les cra desconocida, aunque en
general todos los indios la usan ('on parcimo !tia (R). La
cstraian de las fuentes saladas, que sabian berlllficiar, y ha·
cian c1e ella IIIJO lle su~ articulos ¡le comercio. Anserma,
lI<'llllbre qUt~ lleva aÚn una pobladon del vecino Estado ..del
CaUt'a, dOllde hahia salinas, quiere decir en lengua indlgena
el dI/ellO dI' la sal.
Al~elllas ,k L1 chicha ci:l:iica, prel,arada eOIl el muiz, solian
hacer otras bebilla:; fermentadas COll el jugo de diversos fru-
tos, como el phílanll, la ¡,ilia, el mamey, ó con la savia de
algunas palmeras. '
Industria. - AuntjlJe el cultivo de la tierra, la caza y la
pesca fuesen sus ocupaciones or¡jjnarias, conocian ya al~u-

( 8 ) lo', no~ haMo de la ,(~l como indispensable en los nlt-


mentos (VI, lij. Y 11/1'/ I,evitil'o 111 h'll/wnos prescrita para. los
sllcrifkillS 111, 13). AI!1lLnrl~ tribus del Orinoco, seg1.m el P.
Gumilla y Ilumboldt, la suplum en ,~us comidas con la cel/iz.a
de un polipúdio ú de diversas palmas.

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Has art~s. A,i. ~'¡l!Il'¡\S dl\ fahrinr SlIS armas y sus in8trum~n-
L'b d.! Ltbor, hatiall haULll'¡lS :\ ¡¡tarray:.s .le pila; e"t'~ras.
cesl:lS y petacas v lajas de paja; :;us trastos o vasijas, y diver-
sos objetos de m,d"rJ, l:OllW e,caleras portatiles, peines, ete.
Sabia n extra~r ()I oro M los minerales y trabiljarloj hilaba.u,
tejiall y teñían el al~()<i"n, y los que moraban U. inmediaciones
de losrio., hacian babas, cano.-,; para lIalcgar, y puentes col-
-gante., de beju·:o, de que lo; E"p3110ies encontraron lino
sobrtl el 1>orce, delllli,lllo género que los que se hallaron en
Casanare y tlll el Ptl~
No parece ljlW hubieran s,lhido bell./iciar las millas de
hulla, qU(\' cxi,tt~u sin embargo ell distr,t<)s atll'H,'ros Ú '1ue
contienen rlll~lltes sa~atlas. Lus l'HtoS de combu,tibie que se
Vell en sus tumhas, son d'J (-arholl \'l'getal.
Muchos d,! los illt"f.J1:tu:. lllf:!Idon:,d.:s, de pÍt\dra, de barro
ú de oro, hilllados en los >('puleros, SQ COlbel'l'an todavía. Da-
remOs d~ ello;; siquiera lIIH. idea. '
De ¡delira ~e erlcuéntran hachas, reg.ilo,;es, ¡.Íeo;, lanzas y
azuelas, del todo s'Jlllejan1cs á las piedras célticas qne se vén
en los museos dI, Europa; ciertos di:;cos l'erfectamenti' circu·
lares, pcrf"rados en el centro, que se cree eran para hlHOS, y
de ,¡lIe existen IllUt'~tra~, ig"ales entre !as antipiienanes egip-
cias/lel lIIuseo de TlIIi!l, CtllllO .!I !:IS dI' la:.; Isla;; de I'O!ll!'.rry
y Dervucl¡ el\ el IllU';,'O de LÚlI ires: Cllentas CO;lO de rosario,
argollas tÍ anillo:" y divelsOS utensilios para la jOYdÍJ, como
punzones ~ brullidores. Sr, han hallado igualmente piedras con
grabados ó molduras, qll'~ parecen haber servido para cstam-
par Ó realz.;r en lámillBs de oro, y grandes cajas ne un", sola
pieza. Para estos lrah;.j.),; 1I":1I ian, "n .llIda, t'Íncc!~;.; de oro
Ii¡;add ton coh;-(', I'\U"- s(' ll's lu CIIC<)IIII-",Io,en antiguos SOC1-
von~:; ú minas, Ile ba~tant;, ¡dnple P,i!''' ¡.oder tallar las r(,cas
(Cndazzi, Greiff).
Los objetos ¡k harro s"n Illas nUlllérosos. Las mnj"res
1\1':\11las que se oCllp,¡ban ('1\ este olicio. 1.1 mayor parte son
va>ij:J';, tan lo ..cas cu la fllllll¡, COlllO ('U lo, dibUJOS, tI.l pllre-
IIt,S gruesas y sin !J¡;l'Ilil.;IJ', pero l1ed,¡,s de ¡¡na al cilla muy
cOlllpacla, 1"'1' lo que soiJ¡'cl'lIja'l en dllféZl ft la,; Ij'Je se f8-
I,.-j,'uu hoy Jia, s;cu,lo pr.·r'~ri.ta" á [>st"" úitillJas. 1.1 poca
Slllle\lía Gue ,\'. Ilota en dldS, revela Ijue 110 lilS hacial> ,.,.
torno. Se encuentran sin embargo algunos vasos de mas lino

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tmhajo, del~ado~, pulido~ y bam;zad~, (9), comparables pn
cali(lad :1 los Ilne se sacan d~ las tumbas etruscas.
Todos e~tos ohjetos están bien quemarlos, Ilntallo en qne
insistimos aunque pareceria excuSddo, porque el señor Rivero,
altratar de las obras de barro de los antiguos Peruanos, que,
segun las piezas que hemos podido ob$ervar, son idénticas á las
de los indíjenas de Antioquía, emite la extrai'la opinion de que
eran solo endurecidas al sol ó por algunprocedimiento secreto.
Casi sinmpre las vasijas son de un tamano proporcionado,
que indica bien que eslaban de,tifillda~l servicio doméstico,
como á contener la chicha, á cocer los alimentos, 11 servir de
vai>()para beber, letc; pero otras son tan pequeiÍas, que si
no eran hechas para guardar objetos menudos,como joyuelas,
oro en polvo 6 semillas, serian tal vez juguetes para los hijos.
En cuanto ;í !;US formas, las hay de todas las conocidas: cán-
táros, botijas, ollas, tinaj~s, cazuelas, plato~, bandPjas, jarras,
copas Ú cálices, nspede de fruteros y de braseros ó incensa-
rios; bOI('lIones, algunos con el fondo cónico :: sostenidos con
UlI roct.~te, y alcarrazas variadas. Frecuentemente están ador-
nadas con pelluei'las figuras de animales, sobre todo sapos, ó
caras humanas, hechas en relieve, Ó con rayas ó dibujo~ com-
puestos de punto" combinaciones de Iineas rectas Ó, rara vez,
círculos (', espiraleJ; no se neta ni una hoja, ni una flor, ni
cosa alguna tomada dd reino vegetal. Los colores nsados en
los dibujos son generalmente rojo, negro, azul o,curo, ó blan-
co. Suelen hallarse tambien algunos j.arros hechos como el
lIamarlo Vaso de Tántalo, de mIdo que no se puede beber ('o
.ellos,ino aspira nllo por el asa, qu~ es:lmeea y obra como sifon.
Olros vasos tienen forma humana ó la de diversos anima-
Irs (10), Y 1~J1tr.~
listos hay algunos construillus por dentro á la
manera de UII ~iIlJalo, tic modo que al soplar se imita la voz
Jd animal; se I1ncuenlran así aves y mamíferos. Las figuras
qu.) hemos vislo un hombre, están siempre rle p¡';, y las de
mnjer senlallas, unas y otras desnudas y muy poco decentes,
( 9 ) El ¡'urniz no ~s mas que ulZa ¡(jera rapa de ocre, heeha
imleltl'¡e J)fJr ul/a seU1l,ndacoeeion, l)C/'o 1/0 titri/ict1da; de ma-
l/era q!te las ras(ias quedan siempre porosas.
( 10) Ya.\os mas Ó mellos semejantes, de orijen egipcio, grie-
go tÍ etrusco, he risto en ~os museos de Lóndres, de Turin, de
lloma y en el del Cairo.

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- 1:1-
particularmente las itltima,; tienen [la boca Ú orilkio cn la
cabeza, y se tapan con una especie de bonete, t<:mbien de
/Jarro. Como se encuentran vacías, 110 se sabe i1 qué uso espe-
cial estaban llestinadas. Recordemos que los IMuiscas tenian
vasos eXllctamente iguales á estos, qne Serl'iall tic gazolilacio
en los templos, para recibir el oro y las esmeraldas que
ofrendaban.
Hay tambien entre estas liguras algunas que son macizas ó
'Iue aunque huecas, estim perfectamente cerradas, de ma-
llera que no podian sHvir lle vasijas: debian ser ídolos ó
ensayos de escultura.
Se hallan con mucha frecuencia husos (le barro, es decir
el disco ó la parte inferior, iguales á los que se eonservan
Cll el museo de Llíndn·s pro\'enientes del PerÚ, de !\1éjico y de
Africa. ;>\0 hemos visto hasta ahora nillgull olljelo comparable
á las I:lm; aras que conocemos sacadas en lumbas de Ilaiia;
ignoramos qué dasc de alumbrado usariall.
El oro, de que el Estado de Antioquia posee tan ricos \'CllC-
ros, era estimado de los aboríjenr.s y preferido á toda olra cosa
para hacer sus adornos; en polvo, era uno de los artículos (le
eam hi(l que llevaban ¡¡ la, ferias.
Notemos de paso que, lo mismo que e~te codiciado metal,
la~ demás materias llamadas precio~as en el Anliguo Mundo,
tales como Jus piedra~ finas, eran cunocidas é ignalmellle
apreciadlls por l(l~ Americanos. Así, los Muzos trahajahau )'a
nucstra rica mina de esmeraldas, y los habitantes del Daricn
pescaban perlas, de que hicieron regalo á llalboa.
Una creencia lIluy popular entre nosotros,emanada dc la
rilUltitud y diversidad de objetos ó figuras de oro hallado~ en
los sepulcros, es la de que los indios sabían ablallllar e~le
metal por uwdio de una yerha, y lo Lrabajabau despues á la
mano, como si fuese cera tÍ arcilla. El cronista Martín Fernan-
lIez de Enci80 iha lodavía lilas lejos, pues admitia qtW doraban
las cosas de cobre, COIl solo baiiarlasen el jugo de ulla planta y
calentarlas luego.
Esta Úllilllil ascrcillIl es lau notoriamcllle allsurda, que seria
inÚlil refutarla. Ll primcra, aUlllllleell ri~or no ~ale de ir) I'u-
sihle, cs iguat.11Cllle I'al,«. EII ('r•.du, IllJ >oJo 110 :;c Jwreilt.) cn
los objetos de oro lil IllCnur lr~ll,a que pudiera lIIiran;(J 1:01110
illlpresion de lu~ dedo~, sino que, por el contrario, es evidl.'ute

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que han sid,.!hecho~ al fuego. \le las piezas que hemos exami-
nado y aun hecho examinar por joyeros, las unas mostraban
bien las marcas y asperezas de los moldes ó las cinceladu.
ras, y en otros habia soldaduras bien aparenles. Por otra
parle, sabemos que ya Vadillo habia hallado en Hurititá, en
casas de los indios, las hornillas, moldes y demas utensilios
en que trabajaban cloro (j j). Cerca de Santa Marta habia
una poblaeion que era un taller de fundicion, por lo que los
indígenas la llamaban Tairona, voz que en su lengua equi-
vaHa á fragua (Plaza).
Agreguemos que el mercurio, con que hubieran podido
amalgamar el oro, 'f coyas propiedades eran YI1 conocidas <le
los Peruanos, no lo habia en Antioquia ni en ninguno de los
Estados vecinQs (12).
Sabian, pues, fundir y vaciar el oro, ligarlo, balirlo, hilarlo,
soldarlo y cincelarlo. Los instrumentos de que se :'crvian, eran
unos de piedra y otros de una aleacion de oro y col're. Asi
se suelen encontrar aún cinceles de metal, y pUllzone", bruJii.-
dores, especie de martillos y ayunques de cuarzo, con trazas
del oro que habia sido machacado. Se hallan tambien peque-
ílos vaso, de arcilla, lJuo parecen crisoles, y algunos moldes.
El oro de 4110 cstan hechas sus ohras, es ordinariamente
de haj;l ley. 12 11 J (i lJuilales, y aun las hay de';obre p'lro.
El! cuanto tI la ,naturaleza de los objetos, la mayor parte SO!I
joyas ó adornos de los que ya hemos dicho que usaban 10< abo-
ríjenes, tales como pendientes para las orejas y la nariz, de
rormas caprichosas y algunos hechos en filigrana; fajas ó cin-
turones tlexibles, que se ajustaban por su sola elasticidad; pe~
tos, etc. 011'05 son vasos, botellas ó cálices; ganchos como
anzuelos r Gomolos que llevan ¡as mujeres en el peinado, y
multitud de figura,., humanas ó de animales, parHcularmente
sapos, lagarlos, aves y peces. No se ha encontrado la represen-
taeion rle ninguna 1101' Ó fruto.
(11 ) J. Acostu. llcscuhrimiento y C'JlollizaciOIide la ~ue-
va Granada, 1'1Íg. 2{){j.
( j 2) lile es grato uju/di!' que el JJr, E. FJ'iwcchea, que mu-
cho miles 'i/le ?10 se habia wupado en estudiar las (tTlli!//w¡Ja-
des il/di'jenas de la ."ucva Granada. pal'tic/lllll'mente las de los
Muiscas, es de esta misma opinion; es decÚ', lJuerechaza iallOZ-
mente el pretendido secreto para ablancia¡' el oro.

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Respecto de los pendientes para la nariz, comian!' ob,;('r-
val' que todos tienen el asa abierta, tle modo r¡ue podrian apli-
cárselos aun sin necesidad de perforarse el t¡/bique nasal; algu-
nos miden hasta 30 centímetros, de manera que debian imitar
enormes mostachos.
Se suelen hallartambien divelsos Juguetes de oro, por eJem-
plo pájaros sostenidos por una hélice de alambre quc les
permite oscilar, cas'~aheles y cosas semejantes. :\0 sabemos
que se hayau descubierto campanas, aunque el conquistador
Heredia las halló en uso entr" los naturales del Sinú, que no
distaban mucho de nuestro territorio; las c;olgaban Ú los árbl)lcs
d(~ un bosque S:IW¡ll\O. Recordemos quc ellas han cxistido en
Chilla, desde lif/npo illllwmoriul, y 'JlU: se encuen\ran elltre
las antigup,larles egipeia,; ( 13).
Ciencios. - ~o tellemos noticias positivas sobre la~ no-
ciones cientffit:as que pndil'ran poseer, sobre su calendario,
su moJo tle contar, de. Se ha pretemlido r¡\le eran muy ins-
truidos en medicin;¡ prácli<;a, Ú mas propiamcnte, en botállica
médica: que podían, 1"'1' ej'llll'lo, producir epístaxi~ formi-
dables I'lln solo aproximar a la lIari/, \lnil planta. y que las de-
teniall I'OIllO por l~ll(:ant(, con hacer oler otra yerba; pero tales
ascrcionl's l\tl :'010 e,;tÚn tlestit'li,las (k fundalllcnto, sino (IUC
SOllllel todo il1Ycrosílllill~s. Tal vez 1'1 empleo tic alRulI')S ve-
geta~es usados hoy en \lllt~:,tra llledieinil popular, de acdon
mas Ú menos enérgica, venga de ellos; peto hasta ahora lo
único que parct:(l cierto, es r¡ue la experiencia les habia reve-
lado algunos ant\doto,;. contra los animales venenoso:;, ( f 4 )
Fray PetIro Simon, hi,;toriarlor del siglo tí, hablando espe-
cialmente de los Catío", q\le eran la nacíon mas culta tIe las
que habitaban el territorio antioqUl'IIO, y á quienes atribuye

( 13 ) Aunque su im:eneiúll se atribuye al úbispo de No/a,


P¡¡u!iflO de Camptmia (y de ahi viene SU nombre), el ailO ,lOO,
es ÚJ.cuestionable que desde mufllO antes emli conocidas, y él
hizcJ sillo aplicadas al C/lltu.
'l/O
( ·14 ) Vt;'.::nse mis al'tíwlus sol¡l'e las SERPIENTF.S, sobre e/ (;l'A-
eo y sobre el CEOI\ON, cn el I'AIlU,LO:-: \I'¡::nrco de Mlldl'id (jullio
de ,1870 ?J abl'il de 71)j "IJ/JI'C los b;C(J!\PIO:>iES de la Nuera (;"".
nada, y so/;re lt¡ Yf.nh.\ LJFL P.\IIAI;U,\\', m/a AB~:II,U: ~lf:[)IL\LL
de Pal'is (aoosto dc lO !J mayo de j 1, ) l.Jen lus AaCIl1\b DE
lIÉDECINE !,;AVALE.

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-i6o;-
claro entendimiento, afirma que usaban geroglíflcos, con los
que escrilJian sus historias s(lbe mantas de algodon, pintán-
dolas á mano. Adcmas, se sllelen hallar en las tumbas algunos
objet.)s, de oro ó de madera, con dibujos ú relieves compli-
cados, que podrian lluizá ser inscripciones. :\ada hay que
haga creer que les fuese conocido el sistema de los quipos ú
cuerdas anudadas; con que los Peruanos suplian la es;;r~tura,
y que ha existido tambien ell Chilla, en la India, en JIIéji.::o
y en el Canadá, ligeramente variado (sartas de cuentas de
diversos colores).
El autor citado agrega que dichos indios usaban peso y medi-
da; pero no da mas explicacion. Es proba1¡le que sus medidas
fuesen las.mismas de los Muiscas, es decir el palmo,! el
paso. A propósito de peso, una de las personas que 'se ocupan
en Antíoquia en husl~ar las sepulturas de los indios, nos ha
asegurado haher sacado de una de ellas, Mcia Yarumal, unas
balallcitas de oro.
Recordemos que el conquistador Almag'ro encontró cerca
del istmo de Panamá, unos indios que iban á la feria á cam-
biar lanas hiladas, importadas llel PerÚ, por oro en polvo~
para 10 cual llevaban un peso en forma' de romana, es decir,
de un sol,:, plato y hrazos desiguales. ~:ste sistema, como Sil
sabe, es muy antigul', y no solo era usado por los Homanos,
COlllOse ve en'.el museo de Pompeyaen ::\ápoles(igualmente que
las balanzas) sino tambien en China, desde época indeterminada.
I Religion. - Nuestros indios reconocian la existencia de un
Sér supremo, dueiío y sei'Ior de todo; pero adoraban á la vez
el sol, la luna y las estrellas. Quizá adIIÍitían, como los Muis-
cas, divinitlades secundarias, protectoras de las artes, pues se·
hall hallado figurines tle oro simulando ídJlos, con especie de
illstrumenlos ó de botellas, como si fuesen dioses de la aB,i-
cultura y la borrachera. Es verosímil que venerasen igu:aI-
mcnte algunos allimal~s, segun la multitud de figuras que ll/V'
ellos hacian, particularmente de los mas groseros, tales cotÍto
S¡¡POS y la~artos, y que tieaen dtl ordinario un asa 4- anillo
para podl\rselos colgar, ó bien están grabados en placas ó me·
dalias que se suspendian al cuello, como haci¡m los Peruanos
con sus (anopas, Notemos de paso, que ..c.l sapo era entre log
'){uiscas ulla divinidad á la vez que un 'símbolo en Sil calen"
dariu: cn acción de brincar, cQrr(~spondia al prillcip:o de

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-i7~
ailo; (;on cola, rtlprtlscntaba I¡¡época de las lluvias Ó prillcipí~
de las siembras; extendido, era el signo de la abundancia 'Y la
felicidad (Buquesne).
Los habitantes de Anlioquia no tenian templos~ sus adora-
l'¡ulle:>se liadan al aire libre, Admitian la existenda dr. olra
vida, Ú 0ea Ja illmurtalídad del alma, y algunos creian en lit
luetelll)Jsícosis. Tenían ('onfusa idea de un rliluvio.
Gobiernu. - En todas las tribus 1" pueblos hahia sictn(ll'f:
\111 jefe Ú cacique, q\le los gobemaba en la paz y les servia
ole caudillu en la guerra. Entre las preeminencias de que go-
/'~ba,liguraban las de tener llluchas mujeres y esclavos. \labia
algunos bastante fastuosos <¡ue, para salir en plibl¡"o, M:
hacian cargar por SUs"asallos, con mas .) menos pumpa, á la
manera de los emper¡ldores romanos y como lo bacia lambicII
el zipa entre lus Chibchas Ú Muiscas. Francisco César en-
contró asi un caciquc conducido en IJOmbro" en una espc-
cie de litera ú andas doradas .. Nada sabemos de sus leyes.
MÚsica 11festines. - Es seguro que nuestros aborígenes,
como las demas naciones del Continente, amarian las fiestas,
la danza y la borrachera; pero los historiadores no IlOShan de-
Jado pOrlnenores sob're el particular, y aun mucho meno,;
acerca de sus instrumentos músicos. Sabemos, sin emba.rgo,
IJue no carecian de algunas nociones de acÚstica, pncs hacían
animales de arcilla en que imitaban sus diferentes voces.
Limitémonos pues á enumerar los instrumentos que lIOS
consta se hallaron en uso cn lliversos pueblos americanos, pues
es natural pensar que los usados en Antioquía fuesen de la
misma clase. ~on el tambor, con la caja hecha dp. barro (lue-
mallu ú hien de UIl tronl'lI de ¡¡¡lImera l" de agave; trolllpela~
y b'ICill¡!';v¡:riad¡¡,;, de barro de caracoles j nautas tll: Cil-
C')

II;IS,ya Silllph~, ya la llamada de Pélll, ó Siringa (I'ulgarmellte


rapador), y en lin la chirimía, instrumento de lengiieta, es-
flt:cie d,~dilrillek, <lile se t(/~aba delante del palacio del zipa,
1)11 las fiestas 11., los Muiscas, y qne se encuentra aún entre
'(ls salvajt!s tlt' Tit'ITJ adentro, en Iluestro vecino Estllllo ti,,1
Cauca, como eutrp, I"s Arabc.-;lll! Egipto, r1ond., la hel/los visto
f'xactllmeutc ¡gllil\. (t ;i)
; I:¡) l'uede WIIStlltuf;;r; nd VIAJE In: AMí;R1CA A hIU:SAl.t:N,
10.':11I.1" lJtI Pal'i" LÓIUll'c:', t Ol'clu, 1l0ll/il y Ef;iptu (l'ar;" I,~Ii:),
'u/t ¡'///tÚ"IS ) .

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Entierros. - La importancia que tiene para el arquelllogo
el estudio de los sepulcros y de todo lo que á ellos se refiere,
por la estrecha rehcion que de ordinario guardan con el grado
de civilizacion de los pueblos, nos servirá de excusa para en-
trar en algunas consideraciones generales, antes de abordar la
descrípcion de los que pertenecieron á los ahorígenes del ter-
ritoriv antioqueño.
PU3den reducirse á tres las prácticas seguidas con los cadá-
veres en los diferentes paises ó en las di versas épocas. El uso
mas antíHuo fué el de contiar su destruccion á la tierru,
sepultándolos en f03as mas ó menos profundas, ó al contrario;
elevando sobre ellos montículos ó colinas tumulariai. Este úl-
timo sistema, del que las grandes pirámides de los Faraones
no son mas que un grado avanzado de perfeccion, debió ser en
un tiempo muy general, pues se encuentran en abundancia
sepulcros de esta especie en Siberia, en el lndostau, en Afri-
ea, en el Perú y en otros puntes deAmé,rica, como en la parte
de Europa que hahilaron los nretones. los Etrus(;os y los Es-
candinavos. Semlramis y Aquiles elevaron tambieu, sobre. los
restos de Nino y de Patroclo, tÚmulos de tierra, de que la
historia ha hecho mendon.
A la costumbre de enterrar los muertos siguieron la de
Auemarlos y guaru(tr sus cenizas y la de \:onsel'Varlos Ó mOlllili-
carlos, ya embalsaml1llllolos con resiuas, que era el método de
1Q6 Egipcios, ya valiéndl)se de la cera ó la miel, como solian
hacerlo los Griegos, (¡16) pero sepultándolos siempre. ,
La actitud dada á los cuerpos, ha variado igualmente.
Por lo tlue hace á los antiguos pueblos d,! la Europa, se
admite en principio que los depositaha'l sentados en la Edad
de piedra, y los eutcrraban tendidos en la de hierro: mientras
qúe en la de bronc\l los quemaban.
En América no podria establecerse á est" respecto ninguna
regla general, p\lCS se hallaron en uso las pr:íeticas mas di-
versas, yeso en trihus ó naciones que bajo toda otra rela-
cion presentaban gl'alHle analogía.
Así, siu Sdlir de Colombia, tcuemos en primer lugar los
habitantes del lilm'ul del Daricn, los cuales momificaban los

( 16) Cuando AVesi1ao ffluJ'iÚ, lcju.i de su patl'la, "us ami-


gos lo embalsam!!l'(o11 cun cera á falta de miel (C. Nepote).

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callá\'eres extrnyÚndolcs Ins Ú;ceras: Ilenándoles las cavida-


des con resina y sec:índolos luego al hu mo, para conservarlus
en sus casas, tendidos en "hamacas ti encerrados en cajas de
madera, en cuyas tapas csculpían la figura del difunto ó las
de diversos animales.
Los :\Iuisciis t:mhalsaIJJa[¡aJl Únicamente los cuerpos de los
Jeques ó sacerdú{(>s, l.1S de los alto~ dignatario;; y el dd zipa.
Los primeros los depositaban en el templo de Sogamoso, ex-
puestos á la vista, sobre bar[¡acoas ó armarios, cm.• sus vestidos
y adurnos, mientras (Iun el del soberano lo encerrahan CII

un tronco de ¡¡a¡mera, forrado por ()PJltro eJl oro, y lo sepul-


taban, corno los de los r;r:llIdes ¡) Jlobles, en luíredas subterrá-
neas, en parajes secretos. Cerca de Tuuja se han descubiertos
sepulturas de esta clase, cun las 1l1OmiitS vestidas y :sentadas,
como las dell'erÚ, con los dos pul "ares juntos y atados con
cordones de algodon. I.as ;;l'lllp~ del puehlo eran rntcrradas
sin ninguna I'reparacion, )' elldma plantaban 1111 ;Ír}¡ol.
En el SinÚ colocahan el ¡;;ldá\'er del indio I'U d s,lelll, en
un hoyo poco jJrofundo, poniélllloltl al laJo izquierdo, sinu-
pre al oriellte, sus armas, joyas y mantenimientos, cubrién-
dúlo lue;!o c<m un cerro de tierra roja, que llevahan desde
lejos, y que hacían tan tu ma'; elevado CUJnto mas rico había
sido el sujeto, porque los 411<'Irabajau¡lIl erJn con vid:¡dos qtW
se regalaban con chiche[ costeada del caudal del muerto.
Algunas tribus de Santa !\larta y de Popayan quemahan lo:'
suyos y depositaban la.s cenizas en nrna .•• (¡ ollas de uarro, (¡ue
guardaban en las caSilS.
Los Salivas, tribu salvaje que mora aiÍn enlre el "íchada y
el Guaviart>. }¡¡"da el Orilwc<l, ticllen una ':'lstulllbre Ina:' l'X-
traÚa; desl'lI·s.k llurar ~;;..; IIllll'rtos duranle Ires tli¡¡:" IlIs
arrujan al rio CUIl tuJ<. lo (¡lIe les ¡wrtellecia, ("UIUOlo J¡¡¡n'u
b)s llahítantes de la parte sur tic la ~UtWil Zelauda.
Los ilHlios <ie que nos UCIIl'i1lT.OS,Ius lÍe AlIliuquia, ¡,,!Jura-
han pruuaLlementiJ el ;lr,e ue lo;embalsalnil'lltus, plle; llO ~l'
ha encúlltra.J<, 11:i.;t&ah"ra nillgulIit momia, ni tampoco llrn:,~;
cinerdrias.Se limitahall il "¡¡[PITó¡r IllS cadiívere:-:, cn ';¡'fJlJltllra.;
profundas, con sus vestidos, alhaja,;, arma:; y I'ro\'Í,.:,'nl's, y
:;i eran je:'>, Clln sus lllujel"t':O:y sirviellle:;, elllbriil;;· 'IJ(\lo·~
allles "d,!OIUW¡;iÚndo),,'; WlI I'lanta~ llarc.~.tica,.
Esta b¡idJ,ll'iI coslumbre de ciíJ.eriJicar la, mujeres ~II las

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tumbas de los marido" que ha existido /lO solamente en
América sino en casi todos los pu~l,los sálvajes, lo mismo que
la ,(le ponerles á los cadáveres armas y alimentos, parece re-
velar el deseo de procurarle al hombre las comorlidarles desea-
bles ¡Jara ma!f allá de la tumba, y podria, por 10 mismo, darsc
Cll,OlO un testimonio de la creencia general en una vida futura
Iligamos sin embargo, para ser exactos, que en la India
Oriental, donde las viudas son quemadas en la misma pira que
los cuerpos de sus esposos, la ley, segun algunos historiado-
res, ha tenido únicamente por objeto el evitar los envenena-
lmientos, impidiendo que las mujeres atentasen contra la vida
de sus maridos.
La multitud de Joyas Ú adornos de oro que de ordinario
contiencn las sepulturas de los indios en Anlioquia, las ha he-
cho un oltjeto dll codicia, y el descubrir las y vaciarlas es hoy
una industria. Esta circunstancia es la que ha facilitado el \:0-
1I0cerlas un poco. Entremos en algunos pormenores acerca de
ellas.
Están siempre- situadas en parajes e1euoos, en las colinas
ó cerros. Las hay de diversas formas, yeso en una misma
localidad, lo que prueba que podian variar segun el gusto ó
capricho del obrero. Las mas comunes son hoyos excavados
verticalmente en la tierra, por consiguiente de la misma an-
chura en la boca y en el fondo, y mya profundidad varia de
1 t/2 a ti) metros. Ya tienen la abertura circular, de modo
que la cxcavacion e3 un verdadero cilindro hueco, de I me-
tro ;iú á 1 m. 80 de diámetro, ya es cuadrilálera. Las gentos
tlel olkio \laman a éstas sepulturas de eajon, y á las primeras
de tamb(ll'. En el suelo Ú fonllo, que es plano, se eneUf'ntra el
esqueleto lendido (los huesos sucllos), co" los brazos aplicados
. á los flancos. Como generalmente daban al hoyo un diámetró
meuur que la taUa dd sujeto, para que cupiera hadan en la
pared una especie de nicho ó alacena en que le introduciall
la cabeza; muy rara vez se encuentra una excavacion seme-
jante para los piés. La posicíon del cadáver liÓ guarda niu-
¡;una relacion con la ¡jireccion del meridiano. l.as joyas (zar-
eillos, nariguera s, fajas, elc.), eslán algunos veces !IQbre 101;
huesus, indiclludo que el indio la, tenia pnestas; paro nw:;
t:omulllIJt)lIte ,e las halla entelrallas debajo de la ca'Jeza. A
lJlIOy olro lado del e~queleto se encucntran la;; ollas y dema,

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~ 21 -
va¡iias de barro : al~\Inas, tapadas, dejan conocer que ha.
bian tenido chicha; en otras hay carbon vegetal y ceniza,
huesos de animales, muchas veces medio quemados, ó arcilla,
como para trabajar, y diversos utensilios ó instrumentos. Los
mas comunes son: hachas, regatones y lanzas tle pip-dra;
husos de barro, crisoles 1 diferentes figuras dé allimale~, de
oro ó de arcilla; collares de dientes, de cuentas de piedra
Ú ,le hueso, ensartados en hilos de pita 6 de algodon. En al-
gunas sepulturas, en vez de estar las vasijas y joyas en el
suelo ó fondo, se las encuentra metidas en pequelias alace-
nas, en forma de arco, excavadas en las paredes. La presl!ncia
Ile huesos de animales y del carbon parece indicar que los in-
dios consagrahan alguna vlctima á. los manes de sus muertos.
como acostumbran hacerlo los salvajes de Sumatra.
Aunque la regla general es no hallar mas que un eS'lue-
leto en cada sepultura, suele haber dos ó mas, tendillos jun-
tos: en una se encontraron trece; en otra hahia dos en el
fondo, y en la part!d, Mcia la mitad de la altura, en una gran·
de alacena, estaba otro, colocado en la direccion de la cuerda
.lel arco, geométricamente hablando, que ]e servia de nichll
Ú bóveda.
Todos estos objetos se encuentran recubiertos por la lierra
/'011 que volvian á llenar e! hoyo, pisándola; pero como IIl1nl'a
quedaba lan eompada como el terreno inmediato, COII 1'1
tiempo acababa pllr hundirse un poco, formando en el suelo
una ¡i!lera depresion que sirve de indicio 6 guía para descu-
brir las sepulturas. Adernas, tenian cuidado al haéer Id exca-
vacion, de poner mi montones separados, segun su color, la
tierra que iban sacando, y la volvian al hoyo en el mismo Ór-
I[en, evitando a~í I¡tJe las capas se confundiesen. Por esu, sí
al examinar una (le dichas sepulturas se encuentra la tierra
mezclada, se puede estar seguro de que ya ha sido registra-
(la, y de que. por consiguiente, no se haIlará en ella Cosa
alguna.
Por Angostura y Yarumal 13s sepulturas difieren comun-
mente de las anteriores (que,f,iuadan sobre todo en el SUI'
del Estado, pul SOJlson, SalarniiIa., Neira y Manizales, aunque
se encuentran igualmente á inmediaciones de Medtlllin y en
otros muchos puntos), en tener en e] fondo una gran tapa de
piedra, cuadrada 6 circular corno el hoyo y del mimo diámrl.ro.

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-22-
'luitatla la cual se descubre una especie de pozo ó cajon, de
poco ml~nos (le un metro de profundidad, formado de grandes
piedras cla\Cadas,Jonde está acomodado el esqueleto, con sus
vasijas, joyas, ete. Con frecuencia dicha tapa está un poco
gastana en el centro, por haber servido para moler el maiz.
Veamos ahora las variedl'des mas notables (f7).
Alguuas de las sepulturas circulares comienzan angostas ar-
riba v ,8 van ensanchando hácia abajo, representando como
un e~hudo invertido; en el pais les dan "lnombre de sepul-
turas dp, pabe/lon.
Entre las cuadradas; las hay en que nna de las paredes des-
ciende vertical hasta cierta altura y luego continÚa en ptano
inclinado hécia afuera, es decir, alejándose del eje, de modo
que forma nebajo una especie de gruta; las llaman sepulturas
dI: alar. O bien, dicha pared se inclina Mcia adentro, en pen-
diente mas 6 menos rápida, qlle suele tener escalones; éstas
son las de resbalon. No es raro {¡ue la escalera esté di~idida
en dos partEs porun descanso, cambiando á veces de direc-
don.
lIay otra claStl. llamadas d8 callcel, porque el cajon principal
está dividido en dos ó tres, por especie de tapias ó muros
dejilllos en la peña ó terreno al cavar. I:llas yeces dichos
muros tienen poca altura, de modo que el {'~jon es Único en
la parte superior; otras veces la separacion es completa desde
arriba, y los compartimentos se comuRican en el fondo por
pequei'las puertas hechas en forma de arco.
Existen tambiell sepulturas de rajon en las que el suelo está
vacío, hallándose Hn los costados una á mas puertas bajas,
siempr!l en arco, que conduceH ;í salont~s ahnvedados, donde
están I(,s esqueleto:; con sus accesorios. En una de éstas se ha-
llaron treinta esqueletos. A veces los salones tienen las paredes
bruñidas y como barnizadas. Se encuentran igualmente salo-
nes de esta espec~e excavados en los Oancos de los cerros, con
la puerta tapa(la cml Hna piedra vt'rtical. Cerca de Fredonia
hay uno así : por la pequeña puerta en arco, situada en un
barraneo que mira al oriente, se entra, agachándose, á la
( 17) La mayor parte de e~tas {orillas de sepulcros habian
si.lo ya descrita:>,en un articulu de 2Je1'i cidico, por al/o de
mis compatriotas, el Dr. Manuel Uribe Angel, autOI' de una
buena hi.<túria de la conquista de Antioquia.

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- ~;l -"
bóveda ú salon principal, el cual tiene en hi parte superior
unae,pecie de chimenl'u o) daraboya que deja penetrar la luz,
y abajo eomullk~, pnr dos pequeiias puertas en arco, con dos
salones semejantes, uno al norte y otro al sur; todos tres tíe-
n'!n al pit) un poyo eircular, como para sentar~e,
A19nna, perwna< consirleran e:,ta suerte de grutas como
templos Ú adoratorios de los aborígenes; pero nada h~y en
realidad que cllntirrne esta suposicion La presencia de esque-
lelos, que segun creemos es constante, debe mas bien in-
ducír á pensar que eran tumbas de sus .\efes Ú noble" ver-
daderos mausoleos suhterrÚnl'os.
iJarricter. - I:;sinductlÍhle que el conjunto de las inl1uen-
das físicas I/ue constituyen el clima de una localidad, ejer-
ci¡\ntlose por lal'gll tiempo Ó SObl'l~un número sulkiente de
generaciones, acaban por imprimir un sello especial al carác-
ter y modo de ser de sus habitantes. A eso, ell gran parte,
dehe atribuirse el grado de civilizaclOn á que habian llegado
los CMbebas Ó Muiscas, que poblahan las frescas sabanas que
baña el Funza, como los Mejicanos 'j Peruanos, establecidos
en alliplanicil's sem~jantes. Sus costumbres eran bien dis-
tintas de las de los Caribes, los Panl'hes, los P,ondas y de-
mas naciones salvaje;: quc moraban en los valles ardientes de
nllestros grandes ríos Í> en las regiones abrasadas del liloral.
Fucra, pue:" dehido al inOujo hienhechor de nuestros cli-
mas templados, ó ya dependiera de una diferencia de raza, el
.hecho es que los aborigenes de Antioquia, á juzgar. por los
rasgos que los historiadores DOS han dejado. parecclI haber
sido en gencral d.l huella indole, de un natural snave y ••fee-
tuoso. No solo 110 eran anll'optifagos, a pesar de tener por ve-
tin¡¡;¡ las hordas feroces del valle de ICauca, en el Estado de -
este oombre, que engordallln los prisioneros en jaulas para
regalarse con ellos en SllS festines; que henchían con ceniza
las pieles de sus enemigos y las colgaban en sus habitaciones
:í guisa de trofeos, ó que ennstabau sus cráneos en guaduas
elavadas en las .dtur •.s y horauatj"s de manera que el viento,
al soplar, producia sonidos lÚgubres; no sl)lo, IlecilIlos, no
hacian nada ¡le eso, sino (Jlll' ni aun uiaban, al menos la in·
mensa mayoría, dtl Vl;nen(Jl:ll sus flechas.
Los cronist.as retieren l/u" cuando los }<;spailolesocuparon
el valle (le Aburrá, los naturales, reconot:iendo infructuosa la

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- 24-
lucha y no pudiendo sobrevivir tí la gervidumbre ni u la
pérdida de sus hogares, se llenaron de tristeza y ~l' ahorcaban
en gran número, sirviéndose de sus propias mantas (1R) ¡ lo
-,.que puede mirarse como un escesivo amor de la patria, como
. una nostalgia anticipada.
Por OLraparte, Fray Pedro Simon, a jJropÚ~iLO tle llls Calios,
nos dice que querían mucho a sus mujeres é hijos.
Hoy mismo, aunque el Estado de Antioquia esta ya poblado
por dl!scendientes de los conquistadores, el autor de ulla
(;eografía de Colombia (19), al hablar de él, se espresa as):
" Sus habitantc.'; SOIlsanos, robustos y de un carácter bonda-
doso; laboriosos y eeon\Ímicos por lo general. Sus co~lumbres
son severas, y SoiS mujeres excelentes cOlllpaí'íerlls y buenas
madres de familia. »
Usos particulares. - Quedan aÚn por mencionar diversas
practicas ó usos particulares ballados en pueulos americanos,
tales como la costumbre de orinar sentados, de que habla
Barrere en su libro sobre la Guayana, y que nosotros liemos
obstlrvado igualmente entre los Orientales; la separacian de
lo~ esposos durante la época catamenial, de rigor entre los
r.uayaneses como entre los Hebreos; el uso cotidiano de los
haños ó abluciones, bastante general en los habil~ntes de p-ste
continenll\; una especie de circuncisiOll, \Í mas bien de sim
pies incisiones que la recordaban, observ~úa por el P. Gumilla
en el Orinoco; los juegos de pelola y las apuestas á la carrera!
hallados tambien en el Orinoco y entre los Muiscas, OMÚ.
los practicaban los (;riegos y Romanos, y en fin; la costulbu1't!'
de hacer ayunar Ú guardar dieta áSllS enfermos, la ¡le reunir¡;c
:'1 llorar su, muertos y la de hacerles nllivers¡¡rio, lodas rOffiu-
'lleS 11 multitud de Iladones del :'iue\'o Munúo.
Es posible y aun probable que muchas de estas p~cticas
estuvieran en uso entre los indios tle Antioquia, yes evidente
que no careceria de interés el averiguarlo; pero no hallamos
sobre el particular notici:¡ alguna en lo,sautores que conoce-
mos. Hemos querido sin embargo indicarlas, por si personas
mas versadas en estas materias pudiesen Slllllilli<trar algunos
llato~ sobre el asunto.
(18) J. Acosta, Uesculnimieuto y colonizacion de la Nueva
Granada, pág. 267.
(19) E/general T. C. Mosquera.

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- 2ti·-
IV.
A lo que rlejnlnos e,puesto se reaucen nuestros conocimien-
tos acerca (I.~ los adelantos, usos y costumbres tle los pueblel
que nos han proclldidn en aquella parte del mun(lo. Mueho
queda aun que d~sear. Es de e"perarse que hoy, que se co-
mienza ya cntre nOS(ltros {I mirar cun atencion (~sta clase de
,'studios, las personas ¡¡ cuyas manos lleguen los ohjetos sa.
ulllos de las sepulturas indígenas ,¡ne cada dia se de~lt'ubrell,
ljuiuan conservarlos Ú al menos hacerlos diseiíar y examinar
pur individu"s cUlnpetentes, y que aSl lIuevos hall'lzgos 1; in-
vp.stigaciulws lTlas detenidas perlllitan aclarar \In tanto lus
puntos oscuros que nus quedan, llenar algunos de lus 1lI11-
.:hísimos vacíos.
Recomendamos particularmenle Ú la alencion (I,~ nuestros
compatriotas to,lu lo quP. pueda parecer ídolo ,',simular inscrip-
ciones. Ln estudio perseverante en ese sentido, p'J/lria a(ln
¡J:¡rnos preciosas ense¡¡anzas "olll'l~la te:gonía de los aboríg"-
nes y sobre sus anales.
Echemos ahora, por vía de complcmento, una ojl~a,l;¡sohre
los salvajes tle la actualidad.
Los indios que existen aÚn al estado salvaju en Antiol(lJi;l.
moran touos en la banda occidental del Cauca, d¡'¡ lado d•.¡
Chocó, los unos por Cañas-gordas, los otros por el dblrilo .I.~
Andes, hácia el sudocste,
El método tic vi.da de dichas tribus es semejante, si no .1"
todo igual; pero sus costumbres, iniluellciadas ya por la ,.,,-
dndad de las gentes civilizadas, no ofrecen sino un irltér,;"
muy secundario. Viven en los bosques, reunidos por peqUl'-
nos grupos Íl familias. ,\II.1all d~snudus y dest;3Izos, ('llbriéll-
,¡ose apenas lo absolutamente neeesario, eon un YUUllUCO ••• dt'-
Jantal, hecho de chaquiras ó de llll pedazo de tela; ,iejillld'lsl>
,'recer e.1cabello, que les llega ¡¡ la mitad ,le la e~pallia, y )'in·
t{mdose el resto del cuerpo de rojo y azul, con achiote y ja-
g\la (20). Sus adornos ('slán reducidos á pulsl'ras y C'ollarrs dt'
(20) Los sah 0jes del Orinoco se pintaban tUlIl/denl/e l'(~i').
1

con achiote y grasa de caiman; los Cafres, los lIotentrdes!l ll),~


de Nueva Ze/anda se pintan de rojo !/ ¡¡ey)':!; /,.,,: A llslrll/¡auli.,
!I los de la Tierra del Jt'U/:go,de rojo".blltllr,o Y I/I~Yj'<l. ¡'1.'II.'
tribus ¡¡.sancolores vegetales, y otr(¡.(, ocre.'.

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- 2,1\ ~
.>uentas .11' ,illri,), que se procuran en los puehlos cercanos,
y argollas dI' IIlplal para las orejas y la nariz. Sus hahitacio-
nes, situadas tie ordinario a inmediaciones de las aguas, S01l
ranchos ó chozas de una sola piez,l, que les sirve á la vez de
r1nrmitorio, '¡c e'lmedor y de coeina, const\'llidllS como los de
Siam y de Sumatra, e, decir, levantarlos del sudo sohre
cuatro horcrlllCs, siendo preeiso suhir, por un ralo lahrado
en escalones. En el cenlro, sobre un poco de tierra con que
cubren el andamio ó barbacoa, está el fogon.
Estos indios SlIlI. eseneia1mentll pacificas. La caza y la pesca,
sus ocupaciones ordinarias, les suministran en gran parte el
alimento; pero cultivan tamhien el maiz, el platano, la yuca y •
la caiia de al.iÍcar qU\l redhieroll de los conquistadores. El
!w:nhrll roza y p'epara el ler!'f~no, y la mujer siembra y co-
secba (21). (:um,~n toda clase de animales, COIllOmicos, ratas,
r{¡jaros y reptiles, matados con r1ardos envenenados. Su arma
favorita es]a !J'J¡]olluerll ó cerbatana, que es un tubo de dos
metros de longitud, hecho de madera de palma, formado de
tlos canales aplkadas la una contra la otra y envu_eltas pOI
encima con un", tira de úlguna corteza flexible, recubierta des-
pues COIl cera (¡ resina ('L2).
Los chul."s ¡') dardos, que compran a los indios dcl Chocó,
s(tn varillas drlga,las, f!<lneralmente dI' glladua, d'.l 2;; cen-
timctros de largo, cuya punta está untalla en la seerecion
cutanea de una ranila amarilla (phyllobates chocoensis), á la
quc deven sns pJ;opiedarles, y que IIcvan cerca de la otra ex-
tremirladlluiI h(tlita dll algollnn (í de lana wgelal, para llenar
completamente pl calibre de la cerbatana. La sola fuerza de
SIlS pulmones ba,ta ,,¡;r,1 lallZar e] r1anlo a distancia y ha¡;erlo
atravesar la pit·l de los lilas grandes animales U3).
IJsan tarnbien, para la pesca, arpones disparados COIl
arco.

(21) Entre los SitllJlP-ses son tambien las muje¡'es llls 'fue des-
empC1'1a1l 1118 II1/'el1s de la aari~ult!tra.
(i:!) LI1 cc/'b(llanu e'N usada por los Panches y }lar los indios
de la GuaYllna, y se la el/C!lenlra alÍn entré los del Ctlquelú '!/
los del lma:O/IlIS.
(23) Para mas delalles, véale mi J[emol'ia wltes citr/(la,
sobre el veneno nI' ran~ de los indios Chocoallos (¡'aris.j Sli9,
y en el PalltJllon Médico ck Madrid).

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.- 27 -
.su industria sr. rlJducp a hacer vasija; dI' harro, estrras,
callastos y red,'" de pitr.
COI~trariaJllente á la opiuioll-que de ellos se tiene, no pare-
I~l'n puseer c\1nor,imiento alguno sobre las propiedades de las
pbntas, Apellas 11:'all COIrIO maslicatorio, f'n vel d,>1tabaco y de
la "oca (cl'yt/¡/'ol'ylllm). ,·.i,'rto llt'jlJ(~o !J1I1',ks eunegrece los
dientes; ,'mplean la rail. de una especie de pipcr para calmar
los [Iolore, dI' mlll·la, y cargan cOllsigo, Únio;amente COIIIO
perfume, ppdazos d,' la cort!'za arolll;Hi,'a df' un mi¡'oxylum,
!liari;lIul'lIte, alll,'s dll amauecer, se halían eon sus familias,
repitiendo eso varias yt'ces al dia. El Sr. Cárlos (;reitT, que ha
tratado or- cI~rca los illoios de Calías-gorllas, atribuye á esta
c04umhrf' 1'1caracter dI' ceremonia !'t'ligiosa, comparable il
las ahlllcionrs de los Orifmtales; pt'ro la de,;coufialll.a y la
resena propias de dicha rna, uo han pl'rrnitido saber cuáles
SOIl "U realidad sus ideas s6ÍJre el particl,Jar.
Alllan con pasion las hebidas ferml'nladas, y cuando salen
a los puehlos no dejan de embriagarse. Para SllS tiestas hacen
chicha de maíz. Son afe(~tuosos con SIlS familias, y cuidan á
sus p:lllres ell la vejez ron mucho eSlllem.

lIubo un ticmpo en ¡I"t~ el espíritu humano, tomando por


guía el Historiador sagrado, emprendia con paso mesurado,
pero firme, s\ll\1archa investigadora por el inmenso eriazo de
la ciencia, Al estudiar entonces las razas distintas que hallaba
en su camino; el nLlnco df'scendiendo de las cimas ¡Iel CÚ\lca-
so, el :'iegro >a1icado d,! los arenales del Afríca, el AlII,:rillo
reclin,1l10 en las llanuras de la Tartaria, y Id Cohrizo vagando
por las selvas de .\méríca, él había admitido la inOuencia de
Ir)s agentes físicos; hahia reconocido la accionlenta, pero ill-
cesan t." dl~ todo un ,mundo exterior, ejerdda, de generacion
en generaci(lll, sobre un sér vivil)lite, impresílJnahl(!. Al exa-
minar' los 1l"'S, las coslulllbres, las ideas en los diwrsos PlJe-
hl[b, habia ''reído ver el (k;arrollo paulatino é irregular, las
e\'tlluciones suee,ívas di: 1IIIa eivilizacil'n ÚIIÍt:'I, salillla de un
solo punto, COIHO un manantial 'lile va ,l' darramarse p.n la
comarca y cups aguas se coloran ú cambian de sahor segun
los terrellOS que "traviesa, ó como un pulíado de semilla dis-

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persada al viento, que la di8linla feracidad del suelo y los mo·
dos de cultivo "no en (ulelante lÍ :diferenciar '! á trasfor·
mar.
y así, !lajo ese supuesto, con esa pauta, el hombre había
podido, sin perderse, reeOITcr el globo entero, e;nudianllo los
variados vegetales que lo cubren, el Ilquen hlllÍlilde como
el roble altanero, la espórula informe y diminuta como ]a Oor
complicada, tálamo de los esposos litogénicos, con sus amo-
res, sus lIectarios, su perfume j habia pa~ado en revista la
muchedumbre de animales que IG habitan, el insecto COIl SIlS
rnctamórfosis, el l'astor con sus instintos, el águila en SlI
ráudo vuelo, el cordero en su mansedumbre, la hiena en su
ferocidad; hahía descendido al mar profulIdo y arrr.batádole
sus rec,')(uliIOs arcanos; penetradc, ell las entrañas mismas de
la tierra, examillando sus estralilkaciones mi] veces seculares,
sus fósiles prehistóricos y su foco ardiente; habia aharcado el
espacio infinito de los cielos, medido, p,esado y sujetado á
leres los innÚmeros soles que lo pueblan, y se Iwbia, en lin,
estudiaclo d sí misllltl, en Sil organizacion y en sus facultades,
es decir, el hombrl~, la obra acabada, e] resúmen de la
crearion, la síntesis viviente de las maravillas.
y hasta ahí, la cieucia que investiga y ]a revelacion I¡Ue
enseña, con aparentes mas no real!'s disidencias, habian mar-
('hado de at~uerdo,
Pero hé aqui que lwy ese mismo espíritu humano, siempre
inquieto, no cansado. saciado mas bien de estudiar el mundo
actual, lo que existe, quiere talllbier. leer en el pasado y ade-
I.\lllarse al porvmlir. No satisfecho con cOlloce\' el hombre
4UI~ es, quiere Clluocer el humbre que pudo t', llehit't ser; y
arrojando dt~ su lllanlJ el Lihro santo, apagando con su soplu
la antorcha de la re.velacion que pocUa guiarlo, nrelende, ~1Il1az
y temM-adc. remontarse por su solo esfuerzo hasta su origen;
asistir, por decirlo así, á su nacimiento.
T;íl es la .gran cuestion, el á1'lluo problema que se han im-
puesto los sabios. Para su esclarecimiento ya II'W no para su
solucion llelinit.iva, pues él parece estar mas allá de los IImi-
Les asignaoos á la eicJIf;ia, nosotros creemos que el estudio
Ile lus II~OS y costumbres en ios diferentes pueblos, es deeir
la etllografla, puede contribuir 'anto ó mas que el estil/Jio
ue las razas, I¡ue la antropología propiamente tal.

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Veamos [,ues si, !lajo este punto de vislil: el cuadro que he-
mos bosquejado nos es de alguna utilidad.
l'laua (le s.1rprellllente, de curioso ni de raro ofrece la vida
de los aborígenes de Antioquia. Por el cOlltrario, puede decir
se que todos sus m:os, sus práctkas, sus ~rtes y S\1S instru-
mentos erau ya conocidos. Entre ellos hallamos. eu ('fecto,
el arco y las flechas, dI' uso uuiversal y cuya invenciun se hace
remontar hasta Nemrod: la honda, igualmente empleada en
todos los pueblos antiguos, ~' que valió á, David su glorioso
triuufo sohre (;llliat (N); las hachas, lam.as y <lemas instru-
mentos de piellra (pieJras c,"lticas), hallados entre los Cel-
las, los Galus y los Escanclinavos, como •.n Italia, en Nueva
Zclalllla, cn las islas Sandwich (2:;).
Sus adornos eran pendientes ú zarcillos (26), colla-

(2í) Entl'l' lus sa/rajes (¡ue usan todavía la /¡ofllla como UlU!
de sus ¡wiwi)Jales armas, citaré los de Otaití " Nll/!"va Citércs.
(:W) Puedtlt verse en las culeccio71es dtl mllSt:U de LÚlldl'es.
, (26) A propósito de los pendientes 1; ;;arcillos, .JU;;!JO que /«(1
.'1irá inoportuno reproducir alLui algullas reflexiones (fue sobre
el particular lwbia yo consignado elt utm de mis 1mbLicacío-
¡leS (Viaje de América a Jt:rusalen, tocando en Paris, LÚn-
tires, Lorcto, Roma y Egipto ).
Qué signifitan los :.anillos? (Jué idea pudo SWjeNr tÍ la
eS¡ll'cie hU/lla/lfl la r"l:travayante costumbre de hacerse huecos
en su werpo para colyarse adornos, pudié1Ulolo.~l/troar en i(1
cabeza, en el cuello y en ,tantas otras partes sin 'necesidad <Ir,
herirse 'l
:\inguna t:xplicacion se encuentra en los autores aretw de
'!sle aSllllto.Lu IÍnieo que sabemos es que el uso es muU anti-
01.(1, Jlues la .1liblia hace menclon de el al hlllJ!ttrnos del may(}j'-
domo de que fue 1/ la lUeso),otamÚt d buscar esposa
,11,I'alwlIl,
pW'a Ilev,índole UlIOS zurcillos. No sería rOn/o un selIv
lS(lw;
,/l/e los maridos ponían en el oído de sus mujeres, para indi-
,"O' que solo li ellos del)/an escuchar? l''¡J ,)S h~ interpretacion
'J'te !10m!; hl~ dado, atendiendo lí que primitivamente solo ellas
los usa/nUl. Cna irlea semejante deúi,í intl'odueir los anillos, r.¡ue
se l'égalaú<lll en testimonif) de afecto para l/ellarios en el dedo
'JW', enwlil.lIlelltc, SttllOIu'WI I~star en 1.I¡:pendencia particular
dI'! COl'a:'oll.
De las 1Tt1ljaes los !lI'wlient"s pasarf)n " los humbres. He·
,1',011, "85P/l';" de .'/' rido/'i'l. SO/¡l'1! 1'1:' ISI/Il/elilos, -,'ccr¡gi.i lié
{oo cw.l'I('en:s ,óf/stuntes :.arci/los ¡'ara Ilw;cr /(11 efod de (¡fO.

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- 30-
res (27), brazalete~, pulseras, penachos y diademas, usados
por toda; parte,. Entreelllls observamos las misn1'l estimacioll
por el oro, (a,; esmeraldas, las perlas y demas oujetos llamados
preciosos; el mismo modo de trabajar la arcilla y el oro; los
mismos instruml!l\los para ia pesca (28); el mismo modo de
labrar la tierra; elhllso para hilar elalgodon (2!l); los mismos

Entre los Griegos y llomanos las jóvenes los usaban en ambo,s


lados, y los mozús en uno solo; y algunos eran tan valiosos,
que Séneca cffisurába el que se cargara en las orejas lodo '1It
patrimonio.
Dicho uso, ya prollio de las mujeres, ya comun rí ambos se-
xos, limitado f/ las ot(?jas Ú e.l)tendido á la nariz y aun tÍ los
labios, ha existido el! todos los pueblos de la tierra, asi
antiguos como mode/'llOs, bllrbaros como civilizados. Cómo,
pues, no ter en ti '11nPUl/to de contacto, un lazo dI! wdon
entre todos ellos't CÓ1T"O conce/¡ir su aparidon elllla/ses tan rc-
mutos y tan i1tcomuni,;ados, si se eOllSidcmn las l'azas huma-
nas como especies l'eaimente independientes y distintas '!
SI, como 7/0 hay qÚ6 dudarlo, el uso de los zarcillos tuoo en
su Ol"i!Je¡¡alguna significacion ceremonial que hoy ignoramos,
lo que ]Judo hacerlos entonces tolerables, no POI' eso deju de
ser muy ext,'IÚIO que hO)1 dig, en u¡¡a épuca ilustradtt y en
sociedades cultas, se l/l'lri ir ice todavía tÍ las niilas con tal fin,
expolliénJolas aun tÍ lu muerte, como hay en la ciencia casos
bien comprados, por ensipelas IÍ otros accidentes. Tanle SCl"li,
pero llegard dia en que la costumbre serti Ilbolidu, y las ge-
7leraeiones venidl1fas se admirarán do, que !taya podido con-
senal'se durante tlÍntos siglos.
(27) Los collares de caracú/es ú conchas, lIsado.~ aÚn en
Nucw Zelanda, en Australia, cn las islas Mrl/'llueSlIs, en la.s
Sawlil'ich, etc. lo ei'an tambic7I por los Egipcios; lus de dien-
tes se hallaron Imtre los U'llus y en otro, 1/{Uthos pueblus anti-
guos, )1 se u,wn tod(l'cia en Gu.inea.
(2,,) Los anzuelos usados por los Neo-Zelandeses y los habi-
tantes de I/LS islas di} Fl'ieudly :;on de hueso, !/ los de los ..tu,.
tralil11ws, de 'concha. EIt el JJar¡f?nle,s hacian de escama de t01':
tl/ya, y los de los FAJiJ,cio, eran de cobre.
(2!/) El (¡uso es LÍc,'ta1licllteWl'l de las illt'el/ciolwS mas rmti-
!}uas. Los Romanos l,;s t,;¡¡ian d,; hueso (l/IltS(I) d,} l'úlilpe!Jfl)
en Egipto los había de piedrú (,fluse" de Tilrin), y Ins de
barro sellan halladu entre los Etl'ltscos (museo de ~ma), en
Méjico, m el Perú y en A{I'ÍCa (1TtltSC('de L6Jldres.)

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Illstrumelllos IllllSieU5 (:lO); el uso de la ~aJ en.Jo~ alimentos, y,


CII lill, la costllluhre de enterrar los IllUertos CUIlarmas, pro vi-
~i()lles y sus mujel'cs yesc\avos.
Si algullas ue las prácticas y de los .objetos que dejamos
cnumerauos como comulles á rlíversos punblos ó paises, pue-
den consid,~rarse como obra de la necesidad, que el instinto
}¡umallo ha podiuo crear por touas parlt~,. es innegable que
hay otros muchus que IIU se encllt'lIlran en ese caso, que
nu satisfaccn á lIingllna "xigcncia, que p'I\'!~\'en mcro eredo del
capricho yque, por lo mismo, no es lwtural wpuner hayan sido
inventados ,)sf'OIlI.ínc,1I1wnle en tan las y tan !'l'motas regiones.-
Mas ,,"gico sin duda es pensar que, descuhiertos ó usados
al prindpiú en una lucalidad, se espareieron des¡iUes por to-
dos los [';tÍscs. Pues, para pxplicar una tal trasmision por la
superfir.i(~ d\~ la t¡\lITa, h Única hijl,',tesis 'jlle ,atisfa¡;c es la
de ;ulrnitir para el géllcr" h ]mallO un orlg.m COlllun, un
trollco ,'mico, de donde extendiénuo<,· y lJ1o¡'a¡.;4f'dose sucesi-
vamellte, lI,·y¡j ¡;onsig'l las costlWllbl'es y I\ls cilno\:ÍlIlientos
adquiridos en a'~uella época, es dedr, los que tocall d\l cerca
á la l:\1na dc la humanidiltl.
\osolros crcelllo,;, por consiguienh~, 'lue la.:xi,tcllcia de di-
chos lISUS y ;¡,! dichus objetos \lll lIacÍoJles tall di,;tant'~,;, es
Hna pl'lll~h¡\ d,· la uniúad d" la I:',pecie hum ¡lIa, tliJ tcstimonio
de la ciellci;t Cl! apoyo de 1,1re\'elacioll.
Pero exagel'Hmosacaso 1;] importancia de eS!;t ohservacioJl'!
Nos hacemos ulIa í1usion rl'speeto de Sil Hilo!'? Olros lo juz-
garán. Por lIuestra pari,·, cOJlvencidos COlllOestamos de la
ccrlidumbr,~ de los do¡.;mas, creemos hallar pOI' todas partes
los \'omprohantco de nue,'lr,] doctrllla. Es [,,)J' c.,;o que velllOS
sin ninguna jlrl'll(;up~cioll ell¡,(',lll'arsc la ciencia en scnderos di-
ferclltes, contall\lo, con ré illde:trLlctilJle, que ~ p~',;al' de sus
divergencias vasajcras, que 1I0S la Illues!ran en oposieion
abierta con la re\'elal'ioll, ella \'t'ndr;'¡ al lin, eil:SU marcha
SiBlWS;I, nI mismo camillo. :'1 h misma t1i'e,;ciun, purqu\~ la
verdad no puede :'('1' :,iuu ulIa wla.

(:\0) El Géllcsis nos ind/m ti JlJ,bol, ,fe la .,(':eta genemcio/t


de (;uiJt, como il/ve/ltul' de 1ft {laul(t. lJa /Imitada de Pan era
G/J//uGida de los indios l'Cl'lttlllOS, de tu" de la 1]1((l!J,H/I1, {os d(: la
Nueva Zel(tTlda, de las islas de "Priendly, etc.

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Sí, ~'O creo firmemente que todos los esfuerzos de la cieucia
acabará u por hacer n;lcer el hOlllhre rey de la creacioll, llama-
do por ~u orígell, "11 contiencia y 'liS hleas, ¡í elerllos dt'.-li-
1I0S, y 110 el dcscclldi"lIle illfeliz, ;IIIIH)Ue perfen:.ionlldo, de los
brutos. Esos son Jucgos de la iIlP;:iIWÓOII, ingeniosus ;¡ill
duda, pero '1\16 Ii\ rlllOUl'echa/.,I.

Paris, 1871.

A. POSADA AIIANGU.

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--·-1
I
PRINCIPALES PUBLICACIONtS DEL AUTOR. I
I
A.lltronomia, llUJh'ucc.'lon para el
(Coleccion de artículos publicados en La Cal'id&1, periódico
pueblo.
I
¡
de Bogotá),
lIémolre .ar le llol!l!londe ralneUe des 8aU-
I,
I
"age8 da ~boeó, présenté ¡¡ la Société médkale alle- i;
I
mande de Paris. - 1869. (El dall~ les 1irthit'fS de médecitw I

flavale.- 1871.) I
V.I8Je de AlIlérlea R oIel'uNafen, tocando en ParlN, !
i
~6Ddre", Loreto, 1l0Dl(\ )' E~ipto. UnvolÚmclI i
1
t:on láminas. - ISIl!I. (Librnría de Schmilz, rue Fnarl, :!. !
París. )
El Tunf.ul. l\lellll1ria I,re~ent:\da ;\ la Academia médiclJ-
quirúrgica de Madrid. lI'a!lel/úll-il¡i'dico, ~etiembre, 18/0.)
Etu.le l!IJur
l'EI'yUU'oIylunl coca: ",a CUUIU'('
en ColoDlbie. (Builelin de la Sociélé de thérapeutir¡u.,.
- 1871.)
(Archivés de
Sur les ffcorplon!!l de la (:OIODlbit".
médecine nava/e. - 1871.)
La C.-terelara noxialil!l. (Abeillem4dfu.I/e.-f87L)
La Vandellla dllTlI'!Ii\.(Aki/le médica/(:. - 1871.)
Caul!lN de l'OllbllulIDlie d'l<;gYllie.clóÚlle lIuYi-
cale, Annales d'occuli,tiqu,).)
8.-r l'ode ••r da !!Ia'll'au ••••10' .le vne de la
~detitae teaale. (:'illlc i'léstltllée 11la Sociét¿ de mé-
decine légllle.¡ ..
Dypene deN '·o:rilgeul· •.. dan!!l le!lll Ila,.!';
e•••• d8. (Gazctte dct: l"izAtall,(:, ,eplcmlJfl . 1t>71.)
~ou"eU"etI••~e!lll de 'Ih~nte!lll de la Colom-
ble. (Ada71sor¡ia, reclIt'il hola:lique.)
Le beJaeo de qua. (Uulletiu de la Soci.sté bOlanique.)
Note .u.r quelque'!ll IJlante" técnlente8; IlOU-
velles fécules. (Bullctill ue la Suciélé hotalli'lue.,l
E_•• I etllnographique HIII'lel!laborilleues d('
.'E". "',I.utloqula en __ ·oloDlbie. présenté (¡ Ll
Société d'anthropologie de Puri" -- 1871.

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