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Hace mucho tiempo, existió un pueblo llamado Anisol, en

el cual seres mágicos y no mágicos vivían pacíficamente


y en amistad.

Un día, viajaban por el mismo camino, pero en sentido


contrario, el cocinero del Rey y una bruja buena. Los
caminantes no se dieron cuenta de la presencia del otro
y… ¡Pum! Ambos se estrellaron y todas sus cosas
volaron.

-¡Oh, discúlpeme!- dijo la bruja buena al


cocinero- ¡Le ayudaré a recoger sus cosas!
-¡Es usted muy amable!- dijo el regordete
cocinero
Y cada uno se despidió con palabras corteses.

El llegar al palacio, el cocinero se dispuso a preparar la


tarta favorita del Rey: Tarta de ciruelas.

Lo que el cocinero no supo fue que en el choque con la


bruja buena, se había equivocado de fruta, y por lo tanto,
tomó unas ciruelas del Bosque de los Cuernos Blancos,
pertenecientes a la amable bruja. Solo los seres mágicos
pueden comer frutos de ese bosque, en donde los
unicornios corrían felices, así que la bruja blanca podía
saborearlos sin ningún problema.

Sin embargo, el cocinero no lo supo nunca, y


cuando el Rey degustó la tarta, inmediatamente le
creció un cuerno dorado. Toda la corte estaba
asombrada, y el Rey se dispuso a dormir, sintiéndose
muy raro.

Y fue así como, una noche de luna de plata, el Rey se


convirtió en unicornio, y el cuerno dorado esa su corona.
A partir de esa noche, todos los seres vivos se inclinaban
al ver galopar al Unicornio del Cuerno de Oro.
Había una vez un pequeño unicornio que vivía en un
reino lleno de caballos. Él era el único de sus amigos que
tenía un cuerno mágico, pero eso no le hacía feliz, al
revés, le entristecía.
Hércules, así se llamaba el unicornio, se miraba todas las
mañanas al espejo imaginándose sin su cuerno mágico,
como si fuera un caballo como los demás. No entendía
por qué no había más como él, así que pensaba que era
un bicho raro.
Los demás le envidiaban, aunque no se lo decían. Tenía
un pelo suave y blanco como las nubes, una cola
larga de muchos colores que parecía
el arcoíris cuando le daba el sol y pegadas a su lomo
asomaban dos alas hermosas, con plumas grandes y
largas que Hércules nunca mostraba porque le daba
vergüenza.
En su reino todos los caballos trotaban juntos iban de
excursión al río, las yeguas se posaban bajo las sombra
de los árboles a hablar sobre los demás caballos.
Había una yegua blanca que se llamaba Elisa, tenía
una melena brillante como la luna y estaba enamorada
de Hércules. A ella no le interesaba ningún otro caballo
de su manada, solía mirar al unicornio desde su ventana
cada vez que salía a trotar solo.
Elisa se imaginaba con él, galopando a través de los
grandes bosques del reino, protegida bajo sus enormes
alas, volando sobre el cielo azul.
Su cara se iluminaba mientras lo soñaba, pero enseguida
pensaba que hércules era un unicornio solitario y que
nunca jamás se fijaría en una simple yegua como ella.

Un día, Hércules estaba posando sobre el mullido césped


al lado del río, triste pensando lo sólo que se sentía y lo
diferente que era de los demás, cuando Elisa cabalgó por
delante.
En cuanto Hércules vio su larga cola blanca moverse con
el viento, destellando como si fueran polvos
mágicos pasando delante de él, se le abrieron los ojos
como platos.
Su corazón se aceleró y sintió como un flechazo
encogía su estómago y miles de mariposas
revoloteaban dentro de él, se estaba enamorando.
En ese instante, Elisa paró en seco y tuvo una extraña
sensación, notaba la mirada de Hércules en su corazón y
sentía una increíble necesidad de salir corriendo hacia él.
Le miró, hércules abrió sus alas por primera vez delante
de alguien y Elisa, sin decir nada se acercó y se
resguardó debajo. Hércules la abrazó y se quedaron
así quietos durante horas, escuchando el agua del río
correr sobre las piedras y a lo lejos la manada corretear
y jugar, mientras para ellos el mundo se había paralizado.
Y así fue como el unicornio descubrió que no importa
ser diferente por fuera, ya que lo que importa es lo
que uno siente por dentro y él era el unicornio más
feliz del mundo gracias a su amada yegua Elisa.
La ilusión – La esperanza
Jordi estaba entusiasmado escuchando las historias que su
hermano Pere le contaba, sin preocuparse de si eran verdad o
mentira, porque de una forma mágica le hacían volar con la
imaginación. A Pere le encantaba ver la cara de su hermano
pequeño mientras le escuchaba, ya que había descubierto que
sus relatos eran un medio fabuloso para hacer que Jordi
comiera. —¿Y a dónde se fue el unicornio azul? —le preguntó
aquel día después de escuchar su historia. —A un lugar donde
nadie pueda encontrarle —le contestó. —¿Y dónde está ese
lugar? —preguntó Jordi. —¿Para qué quieres saberlo? Tú
nunca lo encontrarías. Desde ese día, Jordi tuvo una ilusión:
encontrar al unicornio azul y pedirle que fuera su mascota. —
Anda, Pere, dame una pista para encontrar al unicornio... —
Bueno, te daré una pista: se fue a la montaña más alta de la
Tierra, allí nadie le podría encontrar. Esa noche, Jordi, lleno de
ilusión, se puso su traje de escalador, cogió todo el equipo y
empezó a escalar la montaña más alta del planeta buscando al
unicornio azul. Pero este no apareció. Cansado y desilusionado
después de hacer tantos esfuerzos, Jordi volvió a su casa y al
día siguiente preguntó a su hermano Pere: —¿Estás seguro de
que se fue a la montaña más alta de la Tierra? He subido esta
noche a la montaña más alta y no lo he encontrado. —Bueno...,
a lo mejor se cansó de estar allí y decidió ocultarse en una
cueva, en la cueva más profunda de la Tierra, allí nadie le
podría encontrar. Esa noche, Jordi, lleno de ilusión, se puso su
traje de espeleólogo, cogió todo su equipo y descendió a la
cueva más profunda del planeta buscando al unicornio azul.
Pero este no apareció. Cansado y desilusionado después de
hacer tantos esfuerzos, Jordi volvió a su casa y al día siguiente
preguntó a su hermano Pere: —¿Estás seguro de que se
escondió en la cueva más profunda de la Tierra? He bajado a
la cueva más profunda y no lo he encontrado. —Bueno..., a lo
mejor se sentía solo y triste en la cueva y decidió irse a uno de
los bosques mágicos de la Tierra, para encontrarse con otros
unicornios. Esa noche, Jordi, lleno de ilusión, se puso su traje
de explorador y se internó en todos los bosques mágicos del
planeta buscando al unicornio azul. Pero este no apareció. Sin
embargo, pudo hablar con los árboles, jugar con los gnomos,
bailar con los duendes y cantar con las hadas. Y cuando ya se
disponía a regresar a su casa, le preguntaron: —¿Por qué
quieres encontrar al unicornio azul? —Me gustaría que fuera
mi mascota, seguro que todos mis compañeros se quedarían
con la boca abierta y querrían ser mis amigos... —¿Es eso lo
que más deseas en el mundo, tener amigos? —Pues... sí,
aunque también tengo otro deseo, pero es un secreto, por eso
no os lo puedo contar. De repente, los árboles dejaron de
hablar y los gnomos y las hadas desaparecieron. Jordi se quedó
solo en medio del bosque mágico y sintió un escalofrío por
todo el cuerpo cuando oyó un ruido a sus espaldas. Se volvió
para mirar y solo dijo: —¡Oh, qué boniiiiiiiiiitoooooooo! Hacía
él venía trotando un pequeño y gracioso unicornio azul. Se
acercó a Jordi y le dijo: —¿Me buscabas? —¡Sí! He subido a la
montaña más alta de la Tierra, he bajado a la cueva más
profunda y he explorado todos los bosques mágicos con la
ilusión de encontrarte, y ahora que lo consigo ¡estoy muy
contento de verte! —¿Y qué quieres de mí? —Quiero pedirte
que seas mi mascota. Si vienes conmigo vivirás en mi casa y yo
cuidaré bien de ti. El unicornio azul le miró con tristeza y le dijo:
—Si voy contigo moriré, porque en la ciudad no existe el
alimento que yo como, y el aire no es tan puro como el que yo
necesito. Pero dime, Jordi, ¿por qué me quieres de mascota?
—Quiero que mis compañeros se fijen en mí y me envidien por
tener la mascota más bonita. Así, a lo mejor quieren ser mis
amigos... —Si lo que quieres es tener amigos yo te puedo
ayudar sin tener que ser tu mascota. En ese momento el
unicornio azul lanzó un sonido al viento, como si fuera una
llamada, y del bosque comenzaron a llegar los pájaros, las
ardillas, los conejos... Vinieron los gnomos vestidos de rojo,
vinieron las hadas vestidas de plata, vinieron los duendes
vestidos de verde y comenzaron todos a cantar: Muchos
amigos tendrás si eres como tú eres sin querer ser diferente, si
ayudas a los demás, y ofreces, sinceramente, tu cariño y tu
amistad. Jordi estaba encantado al ver cómo todos cantaban a
su alrededor, y sintió que por fin se cumplía su sueño. Entonces
pensó que si tenía un montón de amigos en el bosque mágico,
también podría tener muchos amigos en su clase. Volvió a su
casa lleno de ilusión y le contó a su hermano Pere que por fin
había encontrado al unicornio azul y se habían cumplido todos
sus deseos. Bueno..., todos no, porque todavía tenía un deseo
secreto.
Erase una vez una niña llamada Ana que iba a pasar un
día en familia al campo y después de comer Ana fue a
dar un paseo. Mientras caminaba se puso a llover, Ana
salió corriendo a una pequeña casita y cuando se calmó
la lluvia, Ana salió de la casita y en el cielo había un
enorme arcoíris de intensos colores: azul, rojo, naranja,
violeta, verde, añil… En el arcoíris apareció un unicornio
de cuerpo blanco, pelo y cola rosa y en el lomo un
arcoíris. Ana le dijo a su madre que quería ir otra vez al
campo la madre aceptó y ocurrió lo mismo Ana pensó que
era rarísimo y volvió a ver al unicornio, cuando el arcoíris
se iba Ana se agarró al unicornio y entro en un mundo
mágico Ana se sorprendió al ver aquel mundo
mágico había hadas, sirenas, princesas mágicas… Allí
preguntó por qué el unicornio se iba con el arcoíris a una
hada, y la hada le dio un libro que ponía que al unicornio
le habían echado un hechizo que cuando se fuera el
arcoíris el unicornio se iría con el y Ana fue a buscar quien
se lo había echado, Ana se subió a lomos del unicornio y
le entró hambre y la comida que llevaba en el bolso había
desaparecido y se preguntaba porque pero no sabía, el
cuento que llevaba no había desaparecido y lo cogió
como iba por alado del río una sirena que salía del agua
vio el libro que Ana llevaba y la llamó Ana ese acercó y
la sirena dijo: ¡ese es el sagrado libro mágico! ¿El
sagrado libro mágico? Preguntó Ana, si dijo la sirena es
el libro que indica todo de este mundo como pone en el
libro el mundo arcoíris, si dijo Ana, ese unicornio me
suena es el unicornio del arcoíris ¿el unicornio del
arcoíris? Si creo que es el, bueno le echaron un hechizo
bueno… lo siento sirena me tengo que ir, me llamo Coral
yo me llamo Ana, estoy viajando para descubrir quien
hecho el hechizo al unicornio, bueno Ana en la cueva del
saber hay un mago sabio pero tienes que pasar por un
lago, sobrepasar una montaña volando y pasar
una terrible ciudad así que es mejor que no vayas, si
tengo que ir, pero no tienes cola ni alas necesitas ser
sirena y un hada ala vez y es imposible y si eres hada y
sirena tienes que aprender a usar tus poderes para
defenderte, pero yo iré dijo Ana, vale te deseo suerte dijo
Coral toma este mapa te llevara hasta la cueva del saber,
muchas gracias Coral. Ana partió hacia el lago y cuando
llegó al lago había una sirena atrapada en una red con un
duende que la estaba obligando a darle sus poderes Ana
se arriesgó a salvar a aquella sirena y se metió por
delante de el duende y el duende le hecho una bola de
fuego Ana no se quitó del medio y pensó que salvaría a
aquella sirena y cuando llegó la bola de fuego le salió un
escudo azul como el mar el duende se fue y Ana salvó a
la sirena la sirena se llamaba Aqua y le dijo que la llevaría
a la montaña Ana se mojó y se puso el biquini y se metió
en el lago pero no le hizo falta que la llevara le salió una
cola rosa y poderes de sirena Ana se sorprendió pero
se fue al llegar a la montaña salió y volvió a ser humana
Aqua se sorprendió y le dijo donde estaba la montaña y
Ana se fue hacia la montaña. De camino a la montaña
Ana se encontró un hada en peligro un dragón de agua
que echaba bombas de agua Ana se metió en el agua se
convirtió en sirena y usó uno de sus poderes y tranquilizó
cuando salió del agua la hada le dijo que ella la llevaría a
la ciudad y Ana dijo ojala pudiera volar como tu y de
repente un bonito brillo blanco y le salieron alas y le
cambió el vestido le salieron unas bonitas alas
Y ya no la tubo que llevar la hada y se fue volando a la
ciudad cuando llego a la ciudad dijo deseo ser humana y
se convirtió en humana en la ciudad había muchas casas
pero no había gente en la calle Ana fue a una casa y llamo
a la puerta salió un duende a ver quien era y el duende
era terrible Ana se atrevió y le preguntó porque les daba
miedo salir a la calle y el duende no amistoso le hecho
una bola de agua Ana se convirtió en hada rápidamente
y salió volando Ana para defenderse le echó una bomba
de aire en Ana bajo del cielo y probó a llamar a otra puerta
y salió una hada azul le invitó a pasar a su casa Ana le
preguntó a la hada porque la gente no salía a la calle la
hada le dijo que la gente tenía miedo de una bestia y por
eso la ciudad está destrozada dijo la hada azul, Ana le
contó al hada azul todo lo que le había pasado y el hada
azul le dijo que era muy valiente y Ana salió a la calle y
calmó a la bestia y la llevo a un lugar seguro y Ana fue a
la casa del hada azul y se despidió de ella Ana partió
hacia la cueva del saber. De camino a la cueva Ana se
encontró un gran muro que llegaba hasta el cielo y usó
su magia para derribarlo y no pudo Coral no le dijo lo del
muro porque nadie se atrevía a ir a la cueva del saber y
Ana se acordó de lo que le dijo Coral y miró el cuento en
el cuento salía el gran muro y ponía que tenia que hacer
amistad con un dragón y entonces Ana utilizó su magia
para atraer animales y entonces un dragón precioso
blanco con destellos celestes y pelo celeste entonces
Ana usó sus poderes para hacer comida y se la dio al
dragón para que no tuviera hambre ella también comió un
poco luego fue volando al lago y cogió agua fría para
refrescarse y por ultimo curo al dragón que estaba herido
y el dragón hecho una bola de agua al muro y el muro se
rompió, el dragón era de agua y Ana pasó el muro y fue
volando a la cueva del saber y cuando llegó Ana le
pregunto al sabio quien le había echado el hechizo al
unicornio y el sabio se puso en el medio de la cueva y
levanto las manos y tenia dos bolas blancas en las manos
y los ojos blancos luego el sabio le dijo a Ana que se lo
había echado la bruja Úrsula y que el la llevaría hacia ella
pero que tuviera cuidado que la bruja era muy
poderosa y la llevo hasta la bruja cuando estaban en el
camino las águilas voladoras eléctricas los atacó la chica
humana es decir Ana se convirtió en hada y salvó al
sabio y el sabio le dijo que ella era la legendaria y que los
salvaría a todos y el sabio se quedó en la montaña y Ana
se fue volando hacia las anguilas eléctricas y les venció
con sus poderes y pasó hasta la guarida de la bruja y
cuando llegó la bruja le preguntó quien era y Ana le dijo
que era una chica normal y la bruja se reía mucho y Ana
le dijo que le quitara el hechizo al unicornio y la bruja dijo
que no se lo quitaría Ana le dijo a la bruja Úrsula que
tenia que hacer y la bruja Úrsula dijo que no le iba a
quitarle el hechizo hiciera lo que hiciera y Ana fue a ver al
sabio y el sabio le dijo que fuera a ver la hada que lo
arreglaría todo y Ana fue a verla y el hada le dijo que
ese hechizo era muy fuerte, pero que ella lo arreglaría
todo Ana creia que era imposible detenerlo pero el hada
hizo un enorme arcoíris y le dijo a Ana: sube a él con el
unicornio y todo volverá a ser normal Ana quería volver
pero hecharía de menos aquella fantastíca aventura y sus
amigos de ese mundo el hada le dijo a Ana que se
quedara con el unicornio y que montara en el que el
unicornio la llevaría a el mundo mágico en el que estaba,
y cruzó el arcoíris y cuando llegó a su casa Ana, miró el
libro y ponía lo que había pasado y que ella era una
leyenda del mundo mágico.
Estaban discutiendo un día quién era más veloz, si el
pájaro o el unicornio. El unicornio decía que, sin duda, él
era la criatura más rápida. El pájaro escuchaba, sin decir
ni pío, pues nadie le había invitado a la conversación.

Tras un larga tarde escuchando al unicornio alardear de


sus virtudes y capacidades, el Gran Dragón dijo:

-Me gustaría que demostraras eso que dices, unicornio.


Que eres más rápido que el pájaro.

-Aunque tenga alas, el pájaro es pequeño -dijo el


unicornio-. Yo soy grande y tengo unas patas fuertes
potentes.

-Olvidas que el pájaro puede volar largas distancias -dijo


el Gran Dragón.

-Yo también -dijo, ofendido el unicornio-. Pero lo que


discutimos aquí es quién es el más rápido, no el más
resistente.

-¿Aceptarías demostrar que eres más rápido que el


pájaro compitiendo en una carrera? -preguntó el Gran
Dragón.

-Por supuesto, será un placer poder demostraros a todos


que soy más rápido que el pájaro -dijo el unicornio.
-Entonces, organizaremos la carrera para mañana -dijo el
Gran Dragón.
Mientras el unicornio se preparaba para la carrera, el
pájaro pensaba qué hacer. Nadie había contado con él, y
no le apetecía nada verse metido en tal asunto.

-Yo no necesito demostrar nada a nadie -pensaba el


pájaro. ¿Qué más da quién es más rápido de los dos, si
pájaros y unicornios no tienen nada en común?

Llegó el día de la carrera. Tras la línea de salida se había


colocado el unicornio. Al pájaro le habían preparado un
pedestal para que saliera desde arriba y no estuviera en
desventaja.

-Bienvenidos a la carrera -dijo el Gran Dragón-. Gana el


que primero llegue a la meta.
En cuanto el Gran Dragón dio la salida el unicornio
empezó a correr. El pájaro, en lugar de echar a volar, dio
un salto y se subió al cuerno del unicornio.

El unicornio corría y corría. Al pájaro no le veía por


ninguna parte, así que pensó que lo había dejado muy
atrás. Así, poco a poco, fue reduciendo velocidad, pues
tampoco quería llegar muy cansado.
Iba casi al paso cuando estaba a punto de llegar a la línea
de meta. Entonces, el pájaro se impulsó y salió volando.
Cuando el unicornio se dio cuenta reacción, pero ya era
demasiado tarde. El pájaro había llegado antes que él a
la línea de meta.
-¿Cómo es posible? -preguntó el unicornio.

-Nadie me preguntó si yo quería competir contigo -dijo el


pájaro-. Así que me subí a tu cuerno y salté en el último
momento.

-Pero eso es trampa -dijo el unicornio.


-La única regla era llegar el primero, ¿no? -dijo el pájaro.

-Pero se trataba de ver quién era el más rápido -protestó


el unicornio.
-A mí no me interesa saber saber eso -dijo el pájaro-.
Nadie se interesó por mi opinión. Considero que la
comparación entre tú y yo es absurda. Esta ha sido mi
manera de protestar.

-Lo siento, pájaro -dijo el unicornio.

Desde ese día el unicornio es menos orgulloso y al pájaro


todos le tienen más en cuenta. Porque ser pequeño no
significa que no tengas nada que decir.
Bella era la más hermosa de todas las mujeres. Pero su
corazón era frío, duro como la roca, jamás ninguna
emoción había anidado en él.
Una tarde vio en el río el reflejo de un ser fabuloso que la
miraba desde el agua y Bella se supo cautiva, hechizada,
presa de sus emociones… y viva por fin.
Al minuto siguiente él ya no estaba. Y aunque buscó y le
llamó, no encontró a su Unicornio.
Desde entonces, Bella descuidó su aspecto y sus ojos
azules se cubrieron con un velo de tristeza. Pero seguía
sabiéndose viva…
Cada amanecer recorría el acantilado más alto, con su
vestido agitándose al viento, la melena enredándose
alrededor de su rostro, buscando en el horizonte lo que
nadie acertaba a imaginar.
Un día, Bella empezó a hilar una red con sus largos
cabellos. Tejió y tejió y cierto día, cuando los hombres
miraron al acantilado, vieron una inmensa tela de araña
que se balanceaba al viento y cubría el acantilado entero,
desde la costa hasta el confín del mar. Y allí esperaba
Bella, y tras un tiempo apareció su Unicornio, trotando
sobre las olas, mirándola fijamente. Y en la red de Bella
quedó atrapado su Unicornio.
Ella se acercó y acarició su piel, su crin, mientras sonreía
por saber suyo al Unicornio. Creyó que al caer en la red,
el Unicornio no podría sino quererla siempre, como ella
haría con él. Pero el Unicornio habló, habló de lo absurdo
de los amores que encarcelan y esclavizan al otro, de que
la red conseguiría atrapar su cuerpo pero que su corazón
no podría ser su cautivo, que sólo se ama desde la
libertad…
Bella quedó confundida, la red se deshizo
instantáneamente y el Unicornio escapó. Se quedó
quieta, inmóvil, tanto que su cuerpo empezó a convertirse
en una estatua de piedra, hermosa, la más perfecta que
nadie jamás hubiera esculpido.
Desde ese día, la estatua de Bella en lo alto del
acantilado ve acercarse a muchachas enamoradas que
le cuentan sus sueños, sus ilusiones…
Cuentan que hay alguien que llega con las primeras luces
del alba y deja descansar unos instantes su cabeza en su
regazo… Luego se marcha, corriendo veloz, galopando
sobre la espuma de las olas. Es el Unicornio.

Fin
El amor es un sentimiento en el que el egoísmo no tiene
espacio. Es un sentimiento desinteresado e
incondicional.

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