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Los seres humanos vamos interiorizando los valores morales en el núcleo familiar. De ahí
aprendemos el respeto, la tolerancia, la honestidad, la generosidad, la responsabilidad, la
lealtad y la perseverancia, entre otros. A medida que maduramos comenzamos a asumir los
valores sociales, y comenzaremos a pensar en el respeto a nuestros semejantes, la
cooperación, la comprensión, la vocación de servicio, etc.
Sin embargo, actualmente parece que este proceso se ha paralizado, ha dejado de funcionar.
Nos encontramos con que estos valores han dejado de apreciarse, que ya no se tienen en
cuenta y, por tanto, poco o nada influyen en las relaciones sociales. Vivimos, sin duda, una
crisis de valores que genera una crisis social.
Efectivamente, estas normas morales han sido siempre el limitador real de la interacción
social entre los seres humanos y su negación es la causa principal de la crisis social que
actualmente padecemos. Sin una ética de valores adecuada se nos hace difícil relacionarnos
con otras personas ya que los valores no sólo son una cuestión personal, sino que
repercuten en todos los ámbitos de la sociedad. De esta manera las crisis de valores
personales constituyen un problema social, del cual se derivan las acciones y conductas
poco éticas que día a día vemos en nuestro entorno, tanto en el ámbito económico como en
el político así como en las organizaciones públicas y privadas.
Sin lugar a dudas podemos, y debemos, contestar afirmativamente a esta cuestión. Están
cambiando todas nuestras referencias morales, incluso el valor de las consecuencias de
nuestros actos, alcanzando la cota del “nada importa excepto yo”.
Los poderes actuales, tanto reales como fácticos, fomentan los “nuevos valores” y hay que
entender que así sea y que lo hagan velando por sus propios intereses. De todos es conocida
la frase “divide y vencerás”, y en una sociedad dividida, atomizada y sin cohesión entre sus
miembros, en la que prevalece el individualismo, la competitividad y el todo vale, está
claro hacia donde se inclina la balanza.
Si continuamos por esta senda abocamos a un triste futuro que ya vaticinaba Aldous
Huxley en su libro “Un mundo feliz”, en el que triunfan los dioses del consumo y la
comodidad y donde se han sacrificado valores humanos esenciales.
Reconocer y valorar la especificidad del ser humano como ser capaz para darse a si
mismo principios racionales que orienten su vida, individual y colectivamente.
Identificar y analizar críticamente los problemas morales, valores y proyectos éticos de
la comunidad donde se pertenece.
Reconocer y analizar cuestiones relativas a los valores morales fundamentales en
función de la vida personal, colectiva como joven.
Mostrar actitudes de tolerancia y respeto hacia otras opciones éticas, desde juicios y
valoraciones de autonomía moral.
Mostrar actitudes de rechazo hacia todo tipo de injusticia, corrupción, guerra, crímenes,
secuestro, etc. Mostrando compromiso con los proyectos éticos y morales.
Elaborar juicios morales de valor reconociendo el problema de la justificación de
normas, valores y principios de actuación.
Debatir de forma racional, con respeto y abierta acerca de problemas éticos, valorando
siempre el dialogo, como medio para la superación de conflictos.
Ejercitarse, meditar e imaginar como tomar medidas para resolver o paliar problemas
morales.
Desarrollo de la capacidad de elaborar juicios moral
Los valores son convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de
ser y orientan la conducta. Formados por un conjunto de principios, normas éticas y
morales que determinan el comportamiento.
Para Fichter, los valores son los criterios que dan sentido y significado a la cultura y a la
sociedad total.
Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se puede
hablar de una metamorfosis social y cultural. Esto implica siempre un reflejo en el sistema
de valores. Y la pérdida de valores, por cualquier causa, termina en la insensibilidad, en la
falta de respeto, en la ausencia de honestidad, y en la falta de justicia.
Nuestra sociedad actual se caracteriza por una ausencia de valores. La mentira, el miedo, la
corrupción, la violencia, el robo, son la realidad cotidiana. Los antivalores han invadido
todos los sectores: familiar, social, político, económico, cultural, religioso. Estas
características generan confusión, desorientación y conductas nocivas e incluso patológicas.
El sentimiento de vergüenza, honor y culpa, ha desaparecido.
Apego: experiencias que nos producen confort y placer, deseo de instalarnos en ellas y
repetirlas, en su máximo exponente lleva a la posesión de personas y bienes materiales,
siendo el caldo de cultivo de la avaricia, codicia, gula…
Aversión: experiencias que generan una actitud negativa y no existe el deseo de recordar o
repetir, en su máximo exponente, odio, ira, celos, pereza, ante ello el ser humano estará
dispuesto a hacer daño, destruir para acabar con el objeto, siendo hostil o violento.
Estos dos aspectos son la base que fomenta y aumenta la pérdida de valores hasta justificar
cualquier acción por destructiva que sea hacia nuestros congéneres o hacia el universo, la
violencia en cualquiera de sus grados para conseguir el fin.
Hay valores que permanecen a lo largo de la vida de las personas, pero los valores y su
jerarquización pueden cambiar. Están relacionados con los intereses y necesidades de las
personas a lo largo de su desarrollo.
Una máxima hindú dice:"quien no vive para servir no sirve para vivir"
Cada uno de nosotros somos responsables de la evolución de este planeta. Una parte de un
todo puede hacer cambiar una estructura en cualquier sentido, contaminándola y
destruyéndola o produciendo una reacción catalizadora hacia el equilibrio y la
transparencia.
Cada uno de nosotros somos referentes de otros tantos, es la oportunidad que se nos ha
dado para ayudar al ser humano, exige un trabajo individual de crecimiento que no es fácil,
lleva implícita la experiencia y el sufrimiento, el discernimiento, asignaturas claves del
conocimiento.
La consideración pedagógica de los valores debe estar presente en todo el recorrido del
proceso educativo. La pedagogía de la intervención requiere un patrón de los valores que
guíe las actividades participativas de los individuos hacia la optimización humana, lo que
implica una mejor planificación en el campo familiar y en el campo escolar. El valor como
tal es uno de los rasgos más importantes que se aprenden en el seno de la educación
familiar. El proceso de la educación hace referencia siempre a algún modelo axiológico, en
cuanto intenta reproducir los valores, actitudes, hábitos, técnicas y conocimientos que
predominan en una sociedad determinada. Las condiciones sociales y tecnológicas de
nuestro tiempo exigen un nuevo replanteamiento y quizás mas profunda revision de la
funciones que tradicionalmente se le asignan a la educación.
Las instituciones sociales tales como la familia, escuela, los medios de comunicación
social, etc. Proporcionaba pautas de conductas armonizadas con las exigencias
institucionales. Las instituciones a su vez responden a un sistema de valores, cuyo
mantenimiento y reproducción coadyuvan las practicas comunicativas y las formas de la
relación interior de las mismas.
Dada la trascendencia de los valores en el hogar, la familia no puede olvidar que allí el hijo
recibe las primeras caricias, las primeras enseñanzas, percibe los comportamientos
iniciales. Allí prácticamente se ponen los fundamentos éticos que deben gobernar a la
persona a atreves de su vida en el seno de la comunidad familiar trascurre la primera y
Hablar de familia en la actualidad nos lleva a hablar de diversidad. Más allá del casi
obligado plural con que debemos referirnos a la institución familiar, es cierto que las
definiciones de familia por más variadas que sean descansan hoy en la relación
interindividual, dando la idea de que la familia es ante todo un proyecto relacional que no
hace referencia necesariamente a lazos de sangre. Precisamente Scheffer (1990 en Isabel
Solé i Gallart, 1998) señala que la naturaleza de las relaciones interpersonales son el factor
clave del desarrollo del niño en la familia, más incluso que la propia estructura familiar.
Partimos de que los valores son elementos muy centrales en el sistema de creencias de las
personas y están relacionados con estados ideales de vida que responden a nuestras
necesidades como seres humanos, proporcionándonos criterios para evaluar a los otros, a
los acontecimientos tanto como a nosotros mismos (Rokeach, 1973 en García, Ramírez y
Lima, 1998). Es así que los valores nos orientan en la vida, nos hacen comprender y estimar
a los demás, pero también se relacionan con imagen que vamos construyendo de nosotros
mismos y se relacionan con el sentimiento sobre nuestra competencia social.
Entonces si los valores son una parte primordial en el crecimiento integral de las personas.
Los padres tienen que brindar una base de valores ya que el comportamiento del individuo
refleja la convivencia en el hogar.
Como afirma Bronfenbrenner (1987) La familia muestra a sus miembros lo que espera de
ellos teniendo en cuenta lo que se ve como deseable y valioso en la sociedad. La sociedad,
no ha sido ajena a este proceso, sino que se ha visto involucrada totalmente en él, ya que
uno de los objetivos de este nuevo paradigma es generar un cambio positivo en el
comportamiento de los grupos humanos. Por esto, se debe aceptar que parte de la función
como miembros de un grupo social es la transmisión de estas corrientes a las nuevas
generaciones, tomando en cuenta que la mejor enseñanza es el ejemplo.
Por lo tanto en lo que tenemos que poner énfasis hacer conciencia que nosotros somos parte
de esta sociedad siendo así también causante de la sociedad que tenemos y por ello nosotros
debemos comprometer con nuestra sociedad , y de la forma que lo podemos hacer es desde
nuestros hogares.
Es por esta razón que los padres son los llamados a dar ejemplos firmes de templanza para
que los hijos sigan este mismo ejemplo en la formación de valores La educación en la
escuela; muchas personas tienen la idea “errona” de que los hijos deben ser educados en las
escuelas, y si bien pueden tener algo de razón la escuela es en nuestro punto de vista uno de
los pilares donde se van fortaleciendo porque ya sea inculcado en el hogar, la educación
prepara, brinda conocimientos, y ayuda a forjar valores en los individuos más no los brinda
del todo.
La generación anterior creció en hogares que eran los centros del mundo de los padres; esto
no sucede con sus hijos. Muchos de los padres de hoy día están orientados a su carrera más
que a su hogar. Casi no viven sus vidas en y a través de sus hijos como lo hicieron sus
padres. Los padres de ayer aspiraban que sus hijos tuvieran más de lo que ellos tuvieron;
Actualmente los padres no le dan el tiempo necesario a los hijos , es muy poco el momento
que comparten con ellos y, a veces no se le da un tiempo de calidad, generalizando se
puede decir que los padres se han vuelto materialistas porque, se le exige al hijo buenos
resultados a cambio del esfuerzo que hace el padre para darle lo que él necesita , el futuro
de los hijos depende de la preparación que haya obtenido en su nivel académico y
posteriormente en su desarrollo personal . Otra observación es, que los padres no disfrutan
a sus hijos desde pequeños, mucho menos en la adolescencia y, se agudiza la situación
cuando llega la etapa de la rebeldía. Otro factor muy importante es que los padres les piden
a los hijos que sean mejor que ellos, ya que por la situación económica que hoy en día
vivimos éste es un medio muy importante para vivir una vida muy tranquila, con mucha
solvencia económica. Por lo tanto, relacionando la generación anterior con la actual se
puede decir que no hay cambios en cuanto a la formación intelectual de los hijos, porque de
ello se parte la idea de que en el futuro va a constituir una familia en el cual va a tener las
mismas directrices, de vivir una vida solvente, pero no va a tener el tiempo para brindarle a
sus hijos, y así sucesivamente va de generación en generación.
Para los sicólogos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) Dante Guevara y
Sonia Pardo, la crisis actual de la familia se refleja en la descomposición social. Agregaron
que para que la familia siga siendo el núcleo de la sociedad, es necesario que las políticas
social y económica del país se acerquen para que los hogares más pobres puedan mejorar su
condición y consolidarse.
Para ellos, el nuevo rol de la mujer ha transformado el concepto de familia, aunque bajo ese
nuevo tipo también se ha desarrollado en la sociedad.
Mientras tanto Mayerly Castro, sicóloga y quien se desempeña como sicorientadora en una
institución educativa en Villavicencio, sostuvo que la descomposición que padece hoy en
día la familia y los hogares incide directamente en la degradación de la sociedad actual.
Entre las causas que han llevado a la pérdida de valores encontramos: la desintegración y
los conflictos familiares; los divorcios; la situación económica; deserción escolar;
desobediencia; drogadicción, entre otros tantos factores que han acabado con los valores en
el país y han dejado como consecuencia: surgimiento de bandas; prostitución; embarazos
prematuros y no deseados; robos; transculturación; abortos en jóvenes a temprana edad;
relaciones sexuales promiscuas, etc…
Por ejemplo, cuando irrespetamos “las colas” (en el tráfico o a la espera de ser atendidos)
es porque consideramos que nuestra necesidad individual tiene más valor que la de los
demás. Con en este tipo de consideración personal, pierde sentido la “honestidad” como un
valor que nos vincula con los demás.
Algo parecido ocurre en los colegios u organizaciones similares, cuando los maestros o
supervisores sienten que su necesidad de “controlar” a su grupo tiene más valor que el
“respeto” y la “dignidad” de los integrantes, y hacen uso de la “autoridad” para imponerles
orden.
Seguro que no les va a resultar nada fácil obtener “respeto” como respuesta.
Imagine algo que cada día sucede más en las empresas: No quitamos la vista de la
computadora mientras hablamos con compañeros de trabajo que “respetamos”, y decimos
cosas como: “No te estoy mirando, pero te estoy poniendo atención”.
En este sentido, los valores pueden ser mucho más útiles como guías de acción para los
integrantes de un equipo de trabajo o de una familia, cuando se definen como
comportamientos deseados concretos.
En la actualidad, es muy común escuchar frases como: "se están perdiendo los valores",
"existe una pérdida total de valores", "en mis tiempos están cosas no pasaban". Por lo
general, estos comentarios corresponden a la pérdida de valores morales y sociales.
Cada ser humano tiene una concepción distinta de lo que son los valores morales, lo que,
para algunos es moral para otros puede ser inmoral. Los valores se conciben de acuerdo con
los parámetros y necesidades de cada sociedad, es decir que no hay una definición objetiva
Sin embargo, a medida que avanzamos de generación en generación vemos como los
valores han perdido valor dentro de las sociedades. Vemos como los jóvenes van perdiendo
el respeto a sus mayores y como le dan valor a temas tan superfluos como la moda, la
vanidad, la superioridad. Perdiendo así, el sentido de cooperación con sus semejantes. Todo
esto juega un papel protagónico en la crisis social por la que atraviesa el mundo entero y en
especial nuestro país. Debido a los altos índices de delincuencia, embarazos precoces, niños
en situación de calle, tráfico de drogas y prostitución, entre otros tantos males que nos
agobian.
La crisis por la que atravesamos no es una crisis de valores en sí, sino del sentido de éstos y
de nuestra aptitud para gobernar y orientar los actos humanos. La descomposición social
que se vive en la actualidad, abarca todos los ámbitos de la vida diaria. Comienza desde el
ejemplo que dan los gobernantes terminando con el comportamiento del niño en el colegio.
Aunque parezca un sin importancia y fácil de resarcir, no es así. Es totalmente lo contario,
es un tema transcendental para vida humana en general y que se encuentra en todos los
rincones del planeta tierra.
Un ejemplo palpable que se vive en la sociedad actual, son los casos de corrupción
suscitados mayormente en el entorno político y que brindan un pésimo ejemplo acerca de lo
que es el verdadero servicio público, pues lo único que hacen es "servirse del público". El
venezolano ha sido testigo de como los médicos y enfermeras sustraen material quirúrgico
de los hospitales, sin importar que esto significa dejar a un paciente sin la oportunidad de
utilizar ese material. De tantas veces que se repite esta conducta ya el personal sanitario lo
considera normal; y así como este hay un sin número de casos, que no vale la pena traer a
acotación porque se tendría que escribir un libro al respecto.
Quizás la razón vez la razón fundamental del vacío de los valores, no sea otra que el haber
condenado al sentimiento a un papel secundario en nuestro trato con los hombres y las
cosas.
Valores sigue habiendo, puesto que algo tiene que orientar las preferencias y elecciones de
los seres humanos. Pero son valores fácticos llamados valores de mercado (todo en la vida
reside en un interés), lo cual no distingue entre lo categóricamente bueno o malo, ni entre lo
justo o lo injusto. Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependientes de intereses
extraños a las cosas mismas, sujetos a modas y caprichos imprevisibles.
El vacío de los valores, es el vacío de unos imperativos cuya razón de ser no es nada obvia.
¿Por qué? Porque la racionalidad económica y pragmática lo han invadido todo. Nada vale
por sí mismo, sino por su utilidad. El otro no es de entrada, un ser humano, sino un
probable competidor. La obra de arte no se deslumbra por su belleza, sino por la ocasión de
invertir que representa. Estudiar no es un placer, es un trámite para ganar más dinero. Solo
lo numérico y cuantificable -lo aparente en suma- es objeto de complacencia.
Por lo tanto, Los valores humanos: son aquellas virtudes a las que asignamos tanta
importancia, que no podemos ponerle precio, permitiéndonos orientar nuestras decisiones y
conducta ante la vida.
“La falta de valores en el seno familiar ha generado, más allá de la desintegración del
núcleo familiar, el deterioro en la sociedad, y que está reflejado en los índices de
delincuencia, deserción escolar, divorcios, y otros factores sociales de la actualidad.
Incluso, ha provocado el desinterés de las nuevas generaciones por formar estructuras
dentro de los tejidos sociales, incluyendo la política, la economía o la educación, dijo el
Obispo de Tampico, (José Luis Dibildox.” 2000)
Esto es lo que en realidad está sucediendo en nuestra sociedad en donde nos encontramos
con una sociedad distorsionada jóvenes a temprana edad perdidos en la delincuencia, y
otras distracciones que el mundo nos presenta todo esto se debe a la pérdida de valores que
hoy en la actualidad existen en la familia.
Partimos de que los valores son elementos muy centrales en el sistema de creencias de las
personas y están relacionados con estados ideales de vida que responden a nuestras
necesidades como seres humanos, proporcionándonos criterios para evaluar a los otros, a
los acontecimientos tanto como a nosotros mismos (Rokeach, 1973 en García, Ramírez y
Lima, 1998).
Es así que los valores nos orientan en la vida, nos hacen comprender y estimar a los demás,
pero también se relacionan con imagen que vamos construyendo de nosotros mismos y se
relacionan con el sentimiento sobre nuestra competencia social “Cuando la familia
socializaba, la escuela podía ocuparse de enseñar. Ahora que la familia no cubre
plenamente su papel socializador, la escuela no sólo no puede efectuar su tarea específica
con la eficacia del pasado, sino que comienza a ser objeto de nuevas demandas para las
cuales no está preparada” (Tedesco, 1995, 98).
En los tiempos de antes el padre de familia tenía el tiempo para sentarse y platicar con el
niño de cómo debía comportarse eran niños tímidos donde el maestro les enseñaba distintos
tipos de valores de cómo se tenían que comportar, el día de hoy el padre ha perdido esa
comunicación con sus hijos el niño llega a la escuela con distintos tipos de
comportamiento es donde la escuela se encuentra con nuevas demandas para las cuales no
está preparada y es allí donde el alumno empieza un déficit de aprendizaje.
Es por esa razón que también en su vida como estudiantes puede llegar a afectar que no
logren obtener los éxitos esperados, y en este caso quedan marginados y empezará a
manifestarse un antivalor llamado desigualdad entre miembros del grupo familiar, por no
haber tenido un desarrollo pleno . Esto por mencionar algunos. . Por el contrario la lucha
por la supervivencia genera sensaciones de impotencia, aislamiento, agresión e indiferencia
encontrando así la perdida de algunos o quizá muchos de los valores como mencionar: la
solidaridad, el respeto, la sencillez, la sabiduría, tolerancia, alegría, amor, responsabilidad,
fraternidad, igualdad, en partes la obediencia, y uno de los más importantes en este ámbito
que es la unidad. Dando paso a que dentro de ella surjan sus anti valores como son:
miserabilidad, irrespeto, soberbia, inmadurez, intolerancia, tristeza, odio, irresponsabilidad,
desprecio, desigualdad.
Si atendemos a los valores como patrones de conducta, no se puede olvidar que los niños
que van a nuestras escuelas vienen ya equipados con unos determinados valores (y anti
valores) a través de los cuales filtran las inevitables propuestas valorativas que la escuela a
diario realiza. Ninguna de ellas dejará de estar interpretada por el modo de pensar y vivir de
la propia familia (Beltrán, 2001).
A nuestra manera de ver, los valores poseen orígenes diversos siempre vinculados a la
inteligencia humana. Independientemente de esta última, la cual se encuentra presente en
todos los casos, la realidad externa en la cual se sustentan puede variar en naturaleza o
propósito, lo cual significa también que pueden estar vinculados al “creador” de ciertos
entes reales.
Uno de los mayores problemas de la sociedad actual, es que carece o no quiere respetar los
valores morales, que representan la guía o el código de reglas que son necesarias para la
mejor convivencia colectiva. En consecuencia, si no tratamos de conducirnos en nuestra
vida cotidiana, tomando como referencia estas reglas morales o de conducta, estaremos
viviendo en iguales condiciones que en aquellas etapas de la historia humana, donde
prevalecía la violencia, la inmoralidad, y el libertinaje como forma de vida, sin medir los
resultados de tales acciones.
Conductas llenas de odio, egoísmo, violencia e indiferencia ante el prójimo, son nuestro día
a día. La razón de esto, quizás sea responsabilidad de nosotros mismos, ya que poco a poco
el ser humano se ha deshumanizado, convirtiéndose en una maquina presa del stress diario
y aupado por la tecnología dejando de lado el convivir cara a cara con sus semejantes.
Los grandes movimientos sociales de la historia se han forjado debido a las crisis de valores
que el ser humano ha experimentado a lo largo de la historia, desde los tiempos del
Génesis, cuando Abraham escribió los Diez Mandamiento de Dios, pasando por las
cruzadas religiosas, la Revolución Francesa, la cual trajo consigo un cambio de
pensamiento inspirada y fundamentada en el pensamiento de Rene Descartes,
caracterizándose por la racionalización de la existencia. Generando movimientos
independentistas en el continente americano, luego la Revolución Industrial, la cual se
caracterizó por el despertar económico y el cual, trajo consigo muchos adelantos y
mejoramiento de la calidad de vida de los individuos. Hasta llegar a la era contemporánea,
aquí la historia se topa a las Grandes Guerras Mundiales y el genocidio liderado por Hitler,
el cual correspondió a la falta de nacionalismo que vivía el pueblo alemán en ese entonces y
al desbastador impacto moral que significo haber perdido la PGM. En la década de los 60,
proliferan los movimientos juveniles que se levantaron a favor de la Paz Mundial, con las
consignas de "no más guerras" y "paz y amor", liderados por la legendaria banda musical
"Los Beathles", quienes con sus baladas compuestas de letras con fuertes críticas al sistema
mundial y con su particular estilo de concebir la vida, causaron un revuelo total. El cual es
considerado por muchos conservadores como el inicio de la decadencia de los valores
sociales hasta llegar al siglo XXI, llamado por los historiadores la era postmoderna; en la
cual se puede observar una fuerte crisis de valores, enmarcada en una violencia
generalizada en el individuo, sentimientos de superioridad, vanidad, egoísmo, indiferencia,
entre otros tantos que sumergen a la era actual en la amoralidad.
Cada vez es más notable la tendencia general de la sociedad hacia el consumismo, las
personas valen de acuerdo con lo que tienen sin importar cómo lo hayan conseguido. Es
muy claro que vivimos en una sociedad demasiado egoísta, que no se da cuenta o, más
bien, no darse cuenta de la falta de solidaridad y de justicia social entre los seres humanos.
Esto a la vez fomenta el individualismo, y el egoísmo, ya que cada persona se preocupa
sólo por sí misma y por tener cada vez. Si ella está bien no le importa si los demás lo están
o no.
Los valores, no sólo son una cuestión personal, sino que repercuten en todos los ámbitos de
la sociedad. Ésta es la razón por la que una crisis de valores a nivel personal se refleja en la
sociedad en su conjunto y se constituye en un problema social, del cual se deriva una serie
de acciones y conductas poco éticas que vemos día a día en nuestro entorno, tanto en la
política, la economía y por supuesto, en las organizaciones, tanto públicas como privadas.
El vacío de los valores, es el vacío de unos imperativos cuya razón de ser no es nada obvia.
¿Por qué? Por qué la racionalidad económica y pragmática lo ha invadido todo.
Encontramos pensamientos erróneos como: nada vale por sí mismo, sino por su utilidad; la
obra de arte no se deslumbra por su belleza, sino por la ocasión de invertir que representa;
estudiar no es un placer, es un trámite para ganar más dinero; solo lo numérico y
cuantificable -lo aparente en suma- es objeto de complacencia, con esta y otras formas de
pensar nos preguntamos ¿Satisface un mundo así? Tal vez la razón fundamental del vacío
de los valores que constatamos no sea otra que el haber condenado al sentimiento a un
papel secundario en nuestro trato con los hombres y las cosas. Hay valores están ahí,
porque tienen que orientar las preferencias y elecciones de los humanos, pero son valores
fácticos llamados “valores de mercado”, lo cual no distingue entre lo categóricamente
bueno o malo, ni entre lo justo o lo injusto.
Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependientes de intereses extraños a las cosas
mismas, sujetos a modas y caprichos imprevisibles. Estamos ante una evidente crisis y
vacío de valores y preocupa en primer lugar la superficialidad, el vacío y la des
interiorización del hombre que le lleva a vivir de cara al exterior, aturdido entre prisas y
ruidos, sin saber a dónde va y quien es. Por ello es preciso abrir caminos seguros y
coherentes a la Familia, a la escuela, a la juventud y a la sociedad, para buscar valores que
den sentido a nuestras vidas, máxime cuando los jóvenes necesitan valores que den sentido
a su existencia y que vayan guiando sus pasos por los caminos de la plena realización.
Todas las culturas han aceptado los conceptos de amistad, amor, justicia, paz, solidaridad,
buen entendimiento, fraternidad. Hay que elevar todo lo hermoso, bueno, verdadero, justo y
bello que vemos en la humanidad para consolidar la paz y la buena convivencia. La familia
y la escuela tiene hoy un reto inaplazable: abrir cauces para que los grandes valores del
humanismo cristiano afloren en sus tareas educativas. Pero no olvidemos que los valores
impuestos a la fuerza suelen ser valores rechazados, mientras que los valores sugeridos que
dejan un amplio margen a la reflexión serena y a la decisión responsable, suelen ser valores
libremente asumidos.
Los valores, la familia y la educación entre los mejores regalos que pueden hacer los padres
a sus hijos figura el amor incondicional y los valores que estos empleen para regir la vida
de aquella persona, que en un futuro serán el hombre o la mujer de una sociedad.
La carencia de valores se puede observar en todas las clases sociales, desde el más rico
hasta el más pobre y entre estos están la perdida de respeto a la autoridad, la impuntualidad,
la descortesía, la agresividad, la discriminación, etc. Una de las principales causas que se
dan por la carencia de valores en las personas es porque muchas crecieron en un entorno
familiar en el que no les enseñaron un modelo de persona que represente valores éticos y
morales.
El valor como tal es uno de los rasgos más importantes que se aprenden en el seno de la
educación familiar, por lo que implica una mejor planificación en el campo familiar y en el
campo escolar. El proceso de la educación hace referencia siempre a algún modelo
axiológico, en cuanto intenta reproducir los valores, actitudes, hábitos, técnicas y
conocimientos que predominan en una sociedad determinada, pero las condiciones sociales
y tecnológicas de nuestro tiempo exigen un nuevo replanteamiento y quizás una profunda
revisión de las funciones que tradicionalmente se le asignan a la educación, para buscar una
mejoría en el tema de la recuperación de los valores.
Dada la trascendencia de los valores en el hogar, la familia no puede olvidar que allí el hijo
recibe las primeras caricias, las primeras enseñanzas, percibe los comportamientos
iníciales, es allí donde se ponen los fundamentos éticos que deben gobernar a la persona a
atreves de su vida y que luego esos valores los pondrán en práctica en los planteles
educativos, no sólo para su crecimiento personal, sino para la buena convivencia con sus
compañeros y profesores. Desde el hogar y los colegios se deben fomentar valores como:
La política que promueve valores sociales y el bien común, además del deporte que
conlleva a la disciplina y la salud, también es importante inculcar valores como la cultura,
la confianza, la paz, la limpieza, la libertad, la democracia, la rapidez, el perdón, el respeto,
la intimidad, la independencia, entre otros tantos que son fundamentales en la vida y que
poco a poco se han ido perdiendo. Los valores humanos han sido siempre tema importante
de reflexión por parte de los hombres más profundos y más responsables, por ello hoy los
queremos llamar a la reflexión por el rescate de nuestros valores.
Es imprescindible rediseñar y volver a educar a la sociedad, empezando desde los niños que
son el pilar fundamental del futuro. Debemos introducir en las primeras etapas de la
educación asignaturas donde se siembren valores sociales; haciendo renacer conductas
morales y éticas.
Para tener una concepción positiva de la vida, hay que empezar por respetarse a uno
mismo, es lo que llamamos el autorrespeto. El autorrespeto está muy ligado a la autoestima.
Para querer y respetar a los demás, se debe comenzar por quererse y respetarse así mismo,
así como también se debe respetar al medio ambiente.
Incentivar no solo en los colegios sino en los foros sociales valores tales como la amistad,
cooperación, justicia, equidad, confianza y tolerancia. Que estos valores sean tomados en
cuenta como premisa del trabajo en equipo de las comunidades.
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