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manual
de
Ciencia
Tomo I
Política
Rohert Goodin y
Hans-Dieter
Klingemann (eds.)
Política
Robert Goodin y
Hans-Dieter Küngemann
(e,
Ciencia Política ISTMO
N
NUEVO MANUAL
DE CIENCIA POLÍTICA*
NUEVO MANUAL
DE CIENCIA POLÍTICA*
Editado por
Robert E. Goodin
y Hans-Dieter Klingemann
Traducción de
N. Lagares, F. Jiménez,
A. Losada y P. González
.*
ISTMO
N
Director de la colección: Ramón Maiz
Título original: A New Handbook ofPolitical Science
VOLUMEN I
de multa y privación de libertad quienes reproduzcan o pla• gien, en todo o en
parte, una obra literaria, artística o científica,
The several contributors and in this collection
Oxford University Press, 1996
Ediciones Istmo, S. A. , 2001
para todos los países de habla hispana
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 91 806 19 96
Fax: 91 804 40 28
Diseño de cubierta:
Sergio Ramírez
ISBN: 84-7090-368-3
Depósito Legal: M-8563-2001
Impresión: C +I ,
S.L.
modelos altamente técnicos y matemáticamente sofisticados, Este Manual proporciona una revisión comprensiva y sis•
otros han evolucionado bajo el paraguas filosófico llamado temática de las áreas principales de la disciplina poco frecuente.
pos• modernismo, muchos son defensores del «nuevo En esta era de especialización, los politólogos y sus estudiantes
instituciona- lismo» y el feminismo aporta una presencia hallarán de interés, para informarse sobre cuantos avances tie•
importante. nen lugar en la Ciencia Política, las aportaciones que trascien•
La Ciencia Política está cambiando también de otras mane• den su propia experiencia particular. Pero aquellos interesados
ras. Como una parte de la actual ola de democratización, la dis• no especialistas o simplemente los ciudadanos descubrirán una
ciplina se está estableciendo o reforzando en muchos países, obra muy accesible, y extremadamente bien organizada, en
y existe hoy de manera mucho más amplia que nunca hasta la la cual aprender acerca del estado del arte en la Ciencia Polí•
fecha. El número de mujeres y jóvenes académicos de todo el tica Contemporánea, y sobre su historia y relaciones con las
mundo que participaron en el Congreso Mundial de la IPS A y restantes Ciencias Sociales.
el hecho de que el Congreso fuera inaugurado por la primera Los autores, todos ellos autoridades punteras en sus res•
mujer presidente de la propia Asociación, reflejaron la demo• pectivos campos, reflejan la fuerza creciente de la Ciencia Polí•
cratización que ha tenido lugar en la propia Ciencia Política. tica de hoy fuera de los EE.UU., donde se fundó la primera
asociación profesional. Entre ellos se cuentan tanto veteranas
y respetadas figuras, como la nueva generación de hombres y
mujeres que conforman la Academia, todos escribiendo desde
las perspectivas más variadas. Este Nuevo Manual de Ciencia
Política ofrece una guía segura, fiable y experimentada para
manejarse a través de la amplia espesura de la disciplina y sus
subdivisiones. Ninguna obra mejor para conducir la Ciencia •
Carole Pateman
Presidente de la IPS A 1991-1994
PREFACIO
10
14
•
AGRADECIMIENTOS
Quisiéramos asimismo dar las gracias a las muchas personas Camberra, octubre, 1995.
que han ofrecido valiosos consejos en torno a la substancia del R. E. G.
Nuevo Manual, desde las sugerencias sobre la selección de temas H. D. K.
y autores, a los comentarios detallados sobre el contenido par• 16
ticular de capítulos concretos. Primero y ante todo, una vez más,
a los miembros del Comité de Programas de la IPSA, en parti•
cular a Carole Pateman, Jean Leca, Ted Lowi y Luigi Graziano.
Entre otros muchos que han sido fuentes valiosas de excelente
asesoramiento, destacan especialmente las contribuciones de
John Dryzeck, John Uhr, Barry Weingast y los miembros de la
Unidad III de Investigación del Wissenschaftszentrum de Berlín.
Debemos también rendir un tributo mayor del habitual en
estos casos a nuestros editores, Tim Barton y Dominic Byatt,
quienes han sido fuente constante de consejo y asistencia, áni•
mo y admoniciones. Elaborar un libro de gran referencia y
amplitud como éste es un proceso predestinado a poner a prue•
ba los nervios de cualquier editor, y los suyos han resultado ser
notablemente firmes en todo momento. Les agradecemos su
apoyo constante.
Raramente resultan fáciles las colaboraciones transoceáni•
cas. Con el advenimiento de la era electrónica, son más fáciles
de lo que solían. Pero aun así, existen límites estrictos para lo
que puede hacerse en la «realidad virtual», y los coeditores han
de reunirse realmente de vez en cuando. Nuestras respectivas
instituciones facilitaron generosamente esas reuniones en varias
ocasiones. Goodin quisiera rendir un tributo especial al Wis•
senschaftszentrum de Berlín por acercarle a Berlín en las eta•
pas de planificación del proyecto y proporcionarle oficina y asis•
tencia durante el Congreso de Berlín. Klingemann igualmente
quisiera agradecer a la Research School of Social Sciences, en
la Universidad Nacional de Australia, por facilitar la edición
final del manuscrito completo. Por encima de todo, quisiéra•
mos dar las gracias a nuestras compañeras -Diane Gibson y Ute
Klingemann- por soportar una presencia tan intrusiva como este
proyecto con tan buen humor y durante tanto tiempo.
curso, así como de ambiciones científicas aún no realizadas.
• •
De algún modo, sin embargól e trata de una obra política a
la vez que científica. El Nuevo Manual tiene su origen en el Con•
greso Mundial de la Asociación Internacional de Ciencia Polí•
tica (IPSA) celebrado en Berlín el año 1994, tan sólo cinco años
después de la caída del muro. Concebido parcialmente como
un homenaje de la disciplina a aquellos acontecimientos, sus
causas y sus consecuencias, los encuentros de la IPSA de aquel
año tuvieron como tema dominante la «Democratización». Ofi•
cialmente, por supuesto, los capítulos del Nuevo Manual se supo•
nen referidos a lo que ha acontecido en la profesión de la cien•
PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
cia política, más que a lo que ha sucedido en el mundo real de
la política en los años recientes. Pero es mérito innegable de la
profesión en su conjunto seguir las huellas del mundo de la polí•
tica, y buena parte de la reciente labor de la investigación en
El Nuevo Manual de Ciencia Política está concebido para
ciencia política está dedicada a tratar de explicar y auxiliar a las
dar cuenta del estado actual de la ciencia política, esto es, dón•
fuerzas políticas progresistas de las nuevas democracias.
de se encuentra en nuestros días la disciplina y hacia dónde se
dirige en el cambio de siglo. En este sentido constituye un elen• 17
co de objetivos alcanzados, de programas de investigación en
La edición española del Nuevo Manual está animada por campos de las
el mismo espíritu general. Sólo tras el final de la dictadura de ciencias sociales,
Fran• jeo en 1975-1977 pudo la ciencia política llegar a incluí-
constituirse como un ámbito científico plenamente integrado I do el de la ciencia
en la enseñan- política, estableciendo
¡za e investigación académicas de España. Desde entonces, fructíferos intercam•
sin j embargo, la ciencia política española ha experimentado un bios y cooperación con
rápi- el interior y el
|do despegue, en un inesperadamente corto lapso de tiempo. exterior de la región.
¡En la actualidad, más de diecisiete Facultades de las mayores Es nuestro deseo
Universidades españolas ofrecen enseñanzas de Ciencia que la edición
Polí• tica a un avanzado nivel. Igualmente importante ha sido española del Nuevo
el desa• rrollo de la ciencia política en los países Manual de Ciencia
hispanohablantes de América Latina. Hoy, el Consejo Política pueda
Americano de Ciencias Socia• les representa a una expansiva contribuir a un
red de ciento diecinueve institu• ciones de investigación en mayor desarrollo e
diecinueve países de América Lati • na y el Caribe, dedicados impulso de la ciencia
a la promoción de la investigación científica en todos los política en el mundo
de habla hispana.
PARTE I:
LA DISCIPLINA
18
1. Ciencia política: la disciplina
ROBERT E. GOODIN
HANS-DIETER KLINGEMANN
una definición minimalista de ciencia como «una rastrearse exhaustivamente hasta dar con las fuerzas
investigación sistemática que tiende a construir un que actúan externa• mente sobre los «actores». Pero
conjunto ordenado de pro• posiciones cada vez más los seres humanos, aunque innegablemente están
12
diferenciado sobre el mundo empíri• co» . En estos sujetos también a ciertas fuerzas causa-
términos, deliberadamente espartanos, hay pocas
razones para pensar que el estudio de la política no 12
Según la expresión de las viejas tradiciones de la
pue• da aspirar a ser científico. Wissenschafi d miversidades alemanas de las que los americanos
Naturalmente, muchos quieren decir mucho más del xix importaron la c
que eso con ese término. Un positivista lógico podría ;ia política a su propio país (Waldo, 1975, pp. 25-30), y a la que
están
describir las aspi• raciones de ciencia en términos de
'iendo ahora los «policy scientists» contemporáneos (Rivlin,
hallar algún conjunto de
1971).
«leyes generales» (covering laws) tan potentes que
incluso un sencillo contraejemplo sería suficiente para
falsearlas. Clara• mente, esa descripción coloca las
aspiraciones de la ciencia mucho más allá de lo que
nunca pueda alcanzar el estudio de la política. Las
verdades de la ciencia política, por sistemáticas que
puedan ser, son y parecen inevitablemente destinadas a
per• manecer en forma esencialmente probabilística. El
«siempre» y el «nunca» de las leyes generales del
positivista lógico no encuentran asidero en el mundo
político en el que las cosas siempre tienen «más o
menos probabilidad» de ocurrir.
La razón no estriba simplemente en que nuestro
modelo explicativo sea incompleto, ni en que hay otros
factores en jue• go que no hayamos sido capaces de
incluir. Naturalmente, eso también será verdad
inevitablemente. Pero el origen más pro• fundo de tales
errores en el modelo positivista de la ciencia política
descansa en una interpretación errónea sobre la natu•
raleza de su objeto. Un modelo de leyes generales
puede (o no: ése es otro asunto) funcionar
suficientemente bien para unas bolas de billar sujetas a
las fuerzas características de los mode• los de la
mecánica newtoniana: ahí puede decirse que todas las
acciones tienen causas y, a su vez, éstas pueden
cam• biar es la interpretación de los resultados. Lo que
les, al mismo tiempo son en parte actores intencionales, recogemos con tales herramientas es visto ahora, no
capaces de conocimiento y de actuación sobre la base como el funciona• miento inexorable de fuerzas
del mismo. La externas sobre actores pasivos, sino más bien como
«creencia», el «propósito», la «intención», el respuestas comunes o convencionales de personas
«significado», son elementos potencialmente cruciales similares en situaciones semejantes. Las convencio• nes
para explicar las acciones de los humanos, en un modo pueden cambiar, y las circunstancias mucho más, de
en el que no lo son para explicar las «acciones» de una tal modo que las verdades reveladas son menos
bola de billar. Los sujetos que se estudian en la política, «universales» quizá que las de la física newtoniana.
como los de otras ciencias sociales, tienen un status Pero, dado que podemos de igual modo aspirar a
ontológico significativamente diferente al de las bolas de construir un modelo (más o menos
billar. Esto, a su vez, hace que el modelo de leyes
generales del positivista lógico sea profundamente
inadecua• do para tales sujetos, en un modo en el que 13
Buenos estudios sobre estos asuntos en Hollis (1977), Taylor
13
no lo es para las bolas de billar . (1985) y, con referencias específicas a la política, Moon (1975) y
Decir que el entendimiento científico en la política Almond y Genco (1977). La sensibilidad pospositivista a tales
preocupaciones hermenéuticas queda clara a partir de muchos de los
debe incluir de manera crucial un componente que se capítulos del Nuevo Manual, como se discute más adelante en la
refiera al sig• nificado del acto para el actor, no tiene sección IIIC.
que llevar necesaria• mente, sin embargo, a negar a la 14
De hecho, algunos de los desarrollos matemáticos más
ciencia política el acceso apro• piado a todos los avíos complejos en la ciencia política reciente han sido consecuencia de la
de la ciencia. La construcción de modelos elaboración del mode• lo del «actor racional»; y las fuerzas básicas
que impulsan tales modelos son la elección racional de los propios
matemáticos o la comprobación estadística siguen individuos más que cualquier fuerza cau• sal que actúe externamente
14
siendo tan útiles como siempre . Todo lo que tiene que sobre ellos.
30 31
completo) de los cambios en las convenciones y las enten• dida en los términos corrientes del desarrollo
circuns• tancias, eventualmente podemos aspirar al como la creciente capacidad de ver las cosas desde el
punto de vista del otro, parece realmente que se ha
cierre de la expli• cación incluso en esta rama más
logrado en la mayor parte de la dis• ciplina.
amorfa de la ciencia.
No fue siempre así. En su momento culminante, la
«revo• lución behaviorista» (conductista) era desde
muchas perspec• tivas un asunto plenamente jacobino.
II. La maduración de la Y no estaríamos llevan• do la analogía demasiado
profesión lejos si decimos además que la reacción fue
termidoriana. Los primeros revolucionarios beha-
Lo que los capítulos del Nuevo Manual en su vioristas se dedicaron a despreciar los formalismos de
conjunto sugieren con más fuerza es la creciente la polí• tica -las instituciones, los organigramas, los
madurez de la ciencia política como disciplina. Por mitos constitu• cionales y las ficciones legales- como
utilizar la optimista expresión de Gabriel Almond un puro engaño. Aquellos a los que la revolución
{infra, cap. 2), si se ha conseguido o no un behaviorista dejó atrás, al igual que quienes a su vez
«progreso», es quizás otro asunto. Pero la madurez, trataron de dejarla a ella atrás, col• maron de olímpico
desdén las pretensiones científicas de la nueva Una generación más tarde, el escenario volvió a
disciplina, apoyándose en la sabiduría de los sabios y repetirse con la imposición por parte de los
15
de los tiempos . revolucionarios de la «elec• ción racional» del orden
formal y el rigor matemático sobre la lógica floja que
15
Se pueden entresacar sobrias afirmaciones sobre la agenda los conductistas habían tomado prestada de la
behavio• rista en Dahl (1961a) y Ranney (1962). Se pueden psicología. Una vez más, la disputa asumió una forma
encontrar afirmaciones juiciosas de la reacción institucionalista en mani- quea de Bien contra Mal. No se iba a tolerar
Ridley (1975) y Johnson (1989), con el ala más filosófica de la
reacción anticientífica mejor representada quizá por Oakeshott (1951-
ninguna instan• cia intermedia. En nombre de la
1956) y Stretton (1969). Para las afirmaciones «pos- behavioristas», integridad y la parsimonia teó• ricas, los constructores
véanse en particular Wolin (1960), McCoy y Playford (1968) y Easton de modelos de la elección racional se afanaron (al
(1969); la cara de esta tendencia correspondiente a la filosofía de la menos inicialmente) por reducir toda la política al
ciencia está bien representada en el Manual de Greenstein y Polsby
por un capítulo especialmente juicioso de Moon (1975).
..juego del estrecho interés egoísta material, excluyendo
los valo• res de la gente, los principios y las
• vinculaciones personales, así como la historia y las
16
instituciones de las personas . Tan• to en la revolución
3 de la elección racional como en la conduc• tista se
2 lograron muchas victorias famosas (Popkin et al., 1976),
pero aunque las ganancias fueron muchas, también lo
fueron las pérdidas.
En contraste con ambos momentos revolucionarios,
pare• ce que ahora nos encontramos en un sólido
período de acer• camiento. La contribución más
significativa a ese acercamiento
-y que recorre un buen número de los siguientes
capítulos- ha sido la emergencia del «nuevo
institucionalismo». Los politólogos han dejado de
pensar en términos excluyentes de agencia o estructura,
intereses o instituciones, como impulsos de la acción:
ahora, prácticamente todos los estudiosos serios de la
disciplina dirían que se trata de una mezcla prudente de
ambos (Rothstein: cap. 5; Weingast: cap. 6; Majone:
cap. 26; Alt y Alesina: cap. 28; Offe: cap. 29). Los
politólogos han deja• do de pensar en términos
excluyentes de tendencias de la con• ducta u
organigramas: de nuevo, prácticamente todos los estu•
diosos serios dirían ahora que se trata de
analizar el comportamiento dentro de los parámetros
impuestos por los factores institucionales y las
estructuras de oportunidad (Pap-
16
Los primeros manifiestos clásicos incluyen Mitchell (1969) y la admisión en parte de tales críticas (Kie- wiet, 1983; Mansbridge,
Riker y Ordeshook (1973). Las críticas discutidas aquí en el texto 1990; Monroe, 1991).
provienen de crí• ticos amistosos (Goodin, 1976; Sen, 1977; North,
1990), y los modelos más refinados de la elección racional actuales 3
van hacia (aunque quizá no lo sufi• ciente -véase Offe: infra cap. 29—) 3
nes se han hecho y los compromisos se han forjado con un
pi: cap. 9; Dunleavy: cap. 10). Los politólogos han
dejado de pensar en términos excluyentes de racionalidad cono•
o hábito: prác• cimiento pleno de lo que estaba en juego, de qué
alternativas se
ofrecían
ticamente todos los constructores serios de modelos de sentido y de qué combinaciones tenían 17 . El resultado
elec•
y los primitivos modelos de interacciones político-
ción racional aprecian ahora las limitaciones bajo las
económicas se han enriquecido ahora considerablemente
que la gente real emprende acciones políticas e incorporan
(Hofferbert y Cin- granelli: cap. 25 ; Alt y Alesina: cap.
en sus pro• pios modelos muchos tipos de cortocircuitos
28).
cognitivos que los psicólogos políticos llevaban tiempo
estudiando (Pappi: cap. 9; Grofman: cap. 30). Los La idea no es sólo que se haya logrado el
politólogos han dejado de pen• sar en términos acercamiento en todos estos frentes. Lo que es más
excluyentes de realismo o idealismo, intere• ses o ideas, importante es el modo en que se ha logrado y el espíritu
como las fuerzas motrices de la historia: práctica• mente que impregna la disciplina en su nue• va configuración.
todos los estudiosos serios de la materia reservan un Aunque cada académico y cada facción pondría el énfasis de
papel sustancial para ambos (Goldmann: cap. 16; manera distinta en los elementos que se han com• binado,
Sanders: cap. 17; Keohane: cap. 19; Nelson: cap. 24; la idea sigue siendo que las concesiones se han hecho de
Majone: cap. 26). Los politólogos han dejado de pensar buena gana más bien que hurañamente. No se han hecho
en términos excluyen- tes de ciencia o narrativa, a partir de un pluralismo de «vive y deja vivir», ni mucho
comparaciones internacionales de amplio alcance o menos a partir de un nihilismo posmoderno. Más bien,
estudios de casos singulares cuidadosamen• te las concesio•
construidos: prácticamente todos los estudiosos serios de
la materia ven ahora mérito en la atención al detalle local
y apre• cian las posibilidades de los estudios sistemáticos
y estadísti• camente convincentes incluso para situaciones
de pocos casos (small-N) (Whitehead: cap. 14; Ragin et
al.: cap. 33). Los politólogos han dejado de pensar en
términos excluyentes de historia o ciencia,
monocausalidad o desesperada complejidad: incluso los
económetras más duros se han visto obligados a admitir
las virtudes de los procedimientos de estimación que son
sensibles a los efectos de senda («path») (Jackson: cap. 32),
es indudablemente ecléctico, pero se trata de un en términos del ascenso y el declive del «gurú». Los
eclecticismo períodos improductivos de la ciencia política moderna, al
ordenado, más bien que de un puro pastiche.
igual que en la filosofía política de mitad del siglo, se
Los politólogos de la actual generación llegan
caracterizaron por la existencia de gurús con sus
equipa• dos, individual y colectivamente, con un
conjunto de herra• mientas más rico que el de sus respecti• vos grupos de seguidores; los primeros
predecesores. Pocos, entre quienes se han formado en relacionados entre sí
las principales instituciones des• de los años setenta en
adelante, se sentirán excesivamente intimidados (ni 17
Considérese, por ejemplo, el modus operandi de Fiorina
tampoco excesivamente impresionados) por las teorías o (1995):
las técnicas de la psicología conductual, la socio• logía «Enseño a mis estudiantes que los modelos de acción racional son de
empírica o la economía matemática. Naturalmente, cada lo más útil cuando lo que está en juego es mucho y quienes juegan son
uno tendrá sus propias predilecciones sobre ellas. Pero, pocos, reco• nociendo que no es racional tomarse el trabajo de
hoy en día, la mayoría puede conversar perfectamente maximizar cuando las con• secuencias son triviales y/o cuando las
acciones propias no marcan la dife• rencia [...] Así, cuando trabajo
a través de todas estas tradiciones metodológicas, sobre comportamiento de masas, utilizo nociones minimalistas de
deseando y siendo capaz de tomar prestado y robar, racionalidad (Fiorina, 1981, p. 83), mientras que cuando trabajo
18
refutar y repeler, según exi• ja la ocasión . sobre élites, asumo un nivel mayor de racionalidad (Fiorina,
1989, caps. 5 y
Hay muchas maneras de contar y recontar estas 11)».
historias de la disciplina con sus lecciones IS
Ejemplos sobresalientes de tal destreza incluyen El cambio
correspondientes de cómo evitar lo peor y conseguir lo tecnológi• co (ed. orig. 1983) de Elster, o Making Democracy Work
(1993) de Putnam. Elster y Putnam son practicantes excepcionalmente
mejor en el futuro. Una manera de contar el cuento sería dotados para este arte, si no representativo, al menos emblemático, de la
ciencia política de final de siglo.
35
34
19 que surja un modus vivendi adecuado para la
mínimamente; los otros, casi en absoluto . Estos colaboración pro•
diálogos de sordos sólo se transforman en ductiva en el seno de una disciplina académica sólo en
compromisos productivos de colaboración una vez que los nive•
las vendettas facciónales dejan paso a algún sentido de les más bajos de análisis y abstracción. Es un
empresa común y a ciertas preocupaciones compartidas disparate forzar
20
sobre la disciplina . con amenazas o halagos un inevitablemente frágil y
Otra lección que se puede extraer de ese cuento se falso con•
refiere a las bases sobre las que un consenso senso entre una comunidad diversa y dispersa sobre
suficientemente amplio las bases
es más probable que llegue a generar tal empresa común. fundacionales, ya sea en términos de una sola
Como I filosofía de la
en la propia política liberal (Rawls, 1993), también y ciencia verdadera (el positivismo lógico o sus
de mane• múltiples alter•
ra más general en las Letras (Liberal arts), es más nativas) o en términos de una sola teoría de la
probable sociedad ver•
dadera (el funcionalismo estructural, la teoría de
sistemas, la partido de la disciplina (Elster, 1989). Las
elección racional o la triquiñuelas, las herramientas y las teorías que
que sea). inicialmente se desarrollaron para un campo concreto
Sin embargo, la disputa interminable sobre los pueden transponerse, mutatis mutan- dis, a otros
fundamen- . contextos en tantas ocasiones como en las que esto no
tos es tan innecesaria como improductiva. El es posible. De hecho, se exige con frecuencia mucho
compartir sim• cambio, mucha adaptación y mucha reinterpretación
plemente las «tuercas y tornillos» -los ladrillos de la para ade• cuar a sus nuevos usos las herramientas que
ciencia- se toman presta• das. Pero es el préstamo, la
es un gran avance hacia la consolidación de un fertilización cruzada, la hibrida• ción y la extensión
conceptual que imponen a ambos lados de la relación
sentido com- entre quien presta y quien toma prestado, lo que
parece constituir hoy día lo fundamental del progreso
19
Compárese la discusión de Dogan (cap. 3) sobre la científi• co (Dogan: cap. 3).
«indiferencia mutua» entre los sociólogos de fin de siglo como
Durkheim, Weber, Toennies y Simmel y la narración de Waldo (1975,
Si lo que se ha logrado es una ciencia en sentido
pp. 47-50) sobre las guerras de los años treinta entre Chicago y estricto, es una cuestión abierta (y que es mejor dejar
Harvard con lo que cuenta Parekh (cap. 21) sobre la filosofía política abierta, pendien• te de la resolución última de las
de mitad de siglo.
20
interminables disputas entre los propios filósofos de la
De hecho, juzgando a partir de la explicación de Warren Miller ciencia sobre la «verdadera» natu• raleza de la ciencia).
(cap. 11),
la protohistoria de los avances del pasado -e n su caso, la revolución
Pero, de acuerdo con los criterios de la espartana
conduc- tista- se ha caracterizado igualmente por conversaciones definición de ciencia que propusimos más arriba en la
interdisciplinarias de este estilo. Se podría decir lo mismo del sección IC -«una investigación sistemática que tiende a
movimiento de la «elección pública», que surge de las cons• truir un conjunto ordenado de proposiciones cada
colaboraciones entre economistas de la hacienda pública vez más dife• renciado sobre el mundo empírico»-,
(Buchanan, Olson), juristas (Tullock), politólogos (Riker, Ostrom) y
sociólo• gos (Coleman), por contar la historia de esta subdisciplina a
nuestra disciplina se ha hecho más científica realmente.
partir de los pri• meros presidentes de su organización cumbre: la Ahora está ciertamente mucho más diferenciada, tanto
Public Choice Society. Pue• den encontrarse testimonios sobre la en su estructura interna como en sus proposiciones
fortaleza ilustradora de los enclaves subdisciplinarios en Almond sobre el mundo.
(1990) e Easton y Schelling (1991).
No obstante, es otra cuestión abierta si el
3 crecimiento de la ciencia así entendida es una
6 contribución o un obstáculo para el conocimiento
científico genuino. Es una cuestión abierta si sabemos
más o menos ahora que hemos recortado el mundo en
piezas más pequeñas. Más no es necesariamente mejor.
Los metafíisicos aspiran a «cortar la realidad por sus
cesuras». Al construir la teoría, los científicos corren
siempre el peligro no sólo de cortar por los lugares
equivocados, sino también de hacer demasiados cortes.
La teorización en nichos y la comer• cialización de
boutique pueden manifestarse como un obstácu• lo para
el genuino conocimiento científico, tanto en la ciencia fesión es evitar esos efectos y poner juntos otra vez
política como en tantas ciencias naturales y sociales. todos los
La tarea de los integradores de las subdisciplinas de la 3
pro• 7
dispares pedacitos de conocimiento. De acuerdo con enteros exclusivamente en las pági• nas de las revistas,
la evi• dencia de la sección IV, más abajo, parece que la la mayor parte de las contribuciones dura• deras aún
22
llevan a cabo de modo admirable. poseen predominantemente forma de libro . La cul•
tura cívica (ed. orig. 1963) de Almond y Verba,
American Voter
III. Piedras de toque 21
Puede observarse mejor ese núcleo metodológico común
profesionales
comprendi•
do entre Galtung (1967) y King, Keohane y Verba (1994).
La creciente profesionalización de la disciplina se 22
El libro de Marshall, In Praise ofSociology (1990), define
manifiesta de muchas maneras. Quizá la más importante de mane• ra similar esa disciplina sobre la base de diez textos
sea el grado en el que los distintos practicantes «clásicos» de la socio• logía (en este caso británica) empírica de
-cualesquiera que sean sus cam• pos de especialización posguerra.
particulares- comparten al menos un mínimo terreno 3
común en las mismas técnicas metodológicas y en la 8
misma literatura nuclear. Se han adquirido de formas
muy dispares -e n la formación de posgrado, en las
escuelas de verano de Michigan o Essex, o en el trabajo,
enseñando e inves• tigando-. La profundidad y los
detalles de estos núcleos comu• nes varían ligeramente
21
dependiendo del país y del campo de especialización .
Pero prácticamente todos los politólogos hoy en día
pueden entender pasablemente una ecuación de regre•
sión y prácticamente todos están al menos ligeramente
fami• liarizados con el mismo corpus de clásicos de la
disciplina.
a) Textos
clásicos
b) Temas
recurrentes
c)
Nuevas
ciendo un nuevo cambio (Drewry: cap. 6; Peters: cap. nuevo, hay evi• dencia de que esto también está
7; Peters y Wright: cap. 27). Los que algún día fueron cambiando (Whitehead: cap. 14; Apter: cap. 15; Von
subcampos pree• minentes están ahora representados Beyme: cap. 22; Offe: cap. 29).
marginalmente en el Nue• vo Manual (como, quizá, Entre las nuevas voces claramente representadas
también lo estén en la reciente his• toria de la hoy en la ciencia política, en comparación con hace un
profesión que se les ha pedido trazar a los cuarto de siglo, destacan las de los posmodernos y las
colaboradores). En general, hoy en día los feministas. No sólo han desarrollado una abundante
comentaristas de políticas públicas encuentran literatura sobre los roles distinti• vos que
muchas menos ocasiones que antes para reflexionar desempeñan las mujeres en la polític a (Nelson y
sobre la política urbana (Banfield y Wi l • son, 1963; Chowdhury, 1994); hay ahora una voz distintivamente
Banfield, 1970; Katznelson, 1981); los comentaristas de feme• nina que escuchar, en especial en la teoría
relaciones internacionales tienen ahora menos que decir política (Pateman,
que hace unos años sobre estudios estratégicos 1988; Shanley y Pateman, 1991; Young: cap. 20),
(Schelling, 1960; Freedman, 1981); los autores que relaciones internacionales (Tickner: cap. 18) y políticas
trabajan sobre instituciones dicen ahora más bien poco públicas (Nelson: cap. 24).
en el, en su día, rico campo de la representación En general, la posmodernidad ha hecho
(Eulau y Wahlke, 1978; Fenno, 1978); y los autores incursiones más modestas, en parte porque sus
que se ocupan del comportamiento tienen menos que preceptos fundamentales están expuestos en un alto
decir que antes sobre influencia política (Banfield, plano teórico (White, 1991). No obstante, los teóricos
1961) o, en general, comunicación y participación políticos sí que han mostrado interés por el mismo
políticas (véase Pappi: cap. 9; Dalton: cap. 13; (Young: cap. 20; Von Beyme: cap. 22). Además, tales
Grofman: cap. 30; McGraw : cap. 34). Por último, teorías
siempre se ha prestado poca atención desde la corrien• te
anglosajona de la ciencia política a las teorías marxistas 4
7
y a las publicaciones en lenguas extranjeras, aunque, de
interna de los actores políticos, los significados y
han demostrado ser una rica fuente de inspiración y de las creencias, las intenciones y los valores, todo esto es
ideas para quienes estudian los así llamados «nuevos
ahora !
movimientos I políticos» (Dunleavy: cap. 10; Dalton: cap.
central en el análisis político (Edelman, 1964, 1988;
13; Young: cap. 20)
Scott,
y la quiebra del viejo orden internacional (Tickner:
1976; Riker, 1986; Popkin, 1991; Kaase, Newton y
cap. 18). Donde alguna vez hubo estructuras
Scarbrough,
claramente definidas y aho• ra no hay ninguna (o
1995). Estos desarrollos son evidentes a lo largo del
muchas desconectadas entre sí), el arse• nal teórico Nuevo
postestructural puede ofrecer ideas sobre cómo ha Manual *.
2
ocurrido y por qué. Más en general, la metodología política parece
Sea o no plenamente posmoderna, la ciencia estar entran• do en algo así como una fase
política con• temporánea es decidida y sustancialmente posmoderna. Quizá pocos metodólogos puedan
pospositivista en el sentido de que ha tomado en aceptar esa autodescripción de manera tan entusiasta
cuenta las lecciones de la crítica hermenéutica. Los como Alker (cap. 35). No obstante, muchos enfa-
aspectos subjetivos de la vida política, la vida mental
tizan ahora la necesidad de explicaciones para el desarrollo futuro (Dryzek, Farr y Leonard,
contextualizadas y path-dependents (dependientes de la 1995)-. Quienes están anclados en una visión de
senda) (Jackson: cap. 32; Ragin et al.: cap. 33). progreso lineal a lo
Representa en cierto modo una retirada de la «gran ciencia» se decepcionarán con la perspectiva de
generalidad hacia la particularidad, de la universalidad 29
un desa• rrollo a partir de trayectorias dispares . Pero,
a la situacionalidad, en las explicaciones que de acuerdo con la explicación de Dogan (cap. 3) del
ofrecemos de los fenómenos políticos. En ese sentido, progreso de la discipli• na, la proliferación de «nuevas
estos desarrollos recien• tes de la metodología política razas» entre los politólogos debe ser bienvenida por
pueden verse como un «giro pos• moderno». las fructíferas posibilidades de hibri• dación que
De hecho, al tratar la historia de toda la disciplina genera.
como nuestro «texto», las técnicas posmodernas
podrían ayudar• nos a ver muchas narrativas posibles
en nuestro pasado colec• tivo -y,
IV. El estado de la profesión: un análisis
correspondientemente, muchas posibles vías abiertas
bibliométrico
28
Weingast: cap. 5; Pappi: cap. 9; Dunleavy: cap. 10; Whitehead:
Quizás el mejor modo de sustanciar estas amplias
cap. 14; Tickner: cap. 18; Von Beyme: cap. 22; Hofferbert y
Cingranelli: cap. 25; Majo- ne: cap. 26; Offe: cap. 29; Grofman: cap.
afirma• ciones sobre la naturaleza de la disciplina tal
30; Alker: cap. 35. como queda reve• lada en el Nuevo Manual, sea
mediante un detallado análisis bibliométrico de las
4
referencias bibliográficas que en él apa• recen. El estilo
8
convencional del análisis bibliométrico cuen• ta la
frecuencia con la que se citan ciertas obras,ísobre todo
las de unos autores determinados. Aunque
inevitablemente defec• tuoso en varios aspectos, es un
análisis que, sin embargo, nos proporciona medidas
útiles para todo tipo de propósitos: para calibrar la
reputación y la presencia de ciertos individuos y
departamentos dentro de la profesión, para averiguar la
inten• sidad de la utilización de un tipo particular de
30
obra u obras por parte de un individuo, etcétera .
Sin embargo, lo que más nos interesa en este
contexto es la penetración de las obras de los miembros
de una subdisciplina en las demás subdisciplinas y la
integración resultante a través de toda la disciplina que
proporcionan tales autores y sus obras.
29
Como queda revelado claramente al contemplar las dispares
vías de desarrollo de la ciencia política en el seno de las distintas
comunidades nacio• nales. Compárese la historia del caso de los
EE.UU. en el relato clásico de Somit y Tanenhaus (1967) con las
historias que se cuentan en, por ejemplo, Easton, Gunnell y Graziano departamentos radicados en EE.UU., véase Klingemann (1986). Se
(1991), Wagner, Wittrocky Whitley (1991), Dier• kes y Biervert (1992), pueden solicitar de Klin- gemann datos más recientes.
Rokkan (1979) y Chester (1986).
30
Para apreciaciones de este estilo sobre individuos y 4
9
Por ello, hemos preferido concentrarnos no en contar el un solo gran libro ) y a favor de sus «zorros» (quienes saben muchas
pequeñas cosas o han escrito muchos libros o artí • culos a los que
número de veces en que son citados algunos autores u
se refiere la gente).
obras en el cuer• po del texto, sino más bien en el 33
Una interpretación deprimente de este resultado, jun t o con el
número de veces que se cita a los autores o sus obras en del Apén • dice 1A, es que la mayoría de los académicos hacen
las bibliografías de los demás capítulos del Nuevo contribuciones menores que pronto son olvidadas. Recuérdese, no
Manual (para evitar sesgar los resultados, las cuentas obstante, que el Nuevo Manual es un examen altamente selectivo de
las contribuciones principales de las dos últimas décadas; po r tanto,
excluyen sistemáticamente nuestra propia lista es un logr o en sí mism o el haber hecho una con• tribución que
bibliográfica que aparece al final del capítulo) 31. Pese a merezca una mención . En estos términos, es un signo alenta• dor el
sus distorsiones, este enfo• que nos parece el más que haya tantos académicos que trabajen en las múltiple s fronteras
adecuado para nuestra tarea32. de nuestra disciplina.
Hay varias cosas que aparecen con bastante claridad 5
en las cuentas bibliométricas resultantes. La primera es 0
que la gran mayoría de los politólogos son
especialistas que contribuyen primordialmente a sus
propias subdisciplinas. Un a gran mayoría de todos
los autores y las obras se encuentra en las lis • tas
bibliográficas de sólo una sección subdisciplinar del
Nue• vo Manual. De hecho (como demuestra el
Apéndice I B ) , casi dos tercios de los autores sólo son
mencionados una vez en la bibliografía de un solo
capítulo 33.
31
Lo hacemos para evitar «falsear los libros» a favor de las
generaliza• ciones que esperamos establecer mediante nuestra propia
pauta de bibliografía. También hemos excluido, siguiendo las
convenciones habituales, todas las auto- rreferencias bibliográficas (l
o que les supone a los colaboradores del Nuevo Manual un trato
más duro de lo habitual, al verse excluidos de una cuarta par• te de
los capítulos en los que aparecerían sus propios nombres
independiente• mente de quién fuera su autor). Hemos contado a
todos los coautores de la mis• ma manera (como si cada uno de ellos
fuera el autor de una obra individual); aunque sea menos
convencional, nos parecía más apropiado por centrarnos en
descubrir integradores potenciales en lugar de dar crédito a las
reputaciones.
32
Al contar el númer o de veces que un autor aparece en
las listas bibliográficas en lugar de en las citas del texto de los
capítulos, introduci • mos un sesgo en contra de los «erizos» de
B erl i n (1953) (aquellos que sólo saben una gran cosa o han escrito
forma bastante notable los residuos de las «dos revo-
En el otro extremo, hay un puñado de académicos luciones», primero la revolución conductista y luego la
que rea• parecen con frecuencia en las bibliografías de de la elección racional, en la profesión contemporánea.
los capítulos del Nuevo Manual. Unos 35 autores Viendo la lis• ta de los libros más citados, los viejos
(que aparecen en el Apéndi• ce 1C) son clásicos de la revolución conductista -American Voter de
mencionados más de diez veces en varias biblio • Campbell, Converse, Mille r y Stokes; La cultura cívica
grafías de distintos capítulos. No hay que otorgarle de Almon d y Verba; Party Systems and Voter Alignments
una impor• tancia especial al hecho de aparecer en de Lipset y Rokkan - están aún ahí, aunque en los
esa lig a de honor: estamos trabajando con una niveles más bajos. Pero barriendo los tres lugares más
muestra pequeña de las referen• cias bibliográficas altos están los clásicos de la posterior revolución de la
de sólo 34 capítulos. Por tanto, aunque pue• dan ser elección racional: la Teoría económica de la democracia
imprecisos los ránkings dentro de esa lista y de Downs y la Lógica de la acción colectiva de Olson a
aunque la pertenencia a la misma pueda no ser los que se ha unido recientemente Goveming the
demasiado fiable en los márgenes, no obstante esta Commons de Ostrom. El golpe de estado de la elección
lista parece que puede ser plausi• ble y fiable como racional ha tenido un notable éxito, no tanto desplazando
un indicador de quiénes son los autores cuya obra a la vieja ortodoxia conductista, como labrán• dose un
34
recibe un amplio interés en los distintos subcampos papel predominante para sí misma . El que el residuo
de la disciplina.
34
La inspección de los nombres de esa lista - y , más Los sociólogos, los economistas y la democracia-(ed. orig .
especial• mente, de los libros que se citan con más 1970, 1978) de Barry, escrito en el momento culminante de este
cambio, somete a ambos a una crítica lógica despiadada; en el
frecuencia (Apéndice I D ) - revela con notable claridad prefacio a la edición de 1978, hace notar el notable desvanecimiento
las agendas intelectuales que persigue actualmente la del paradigma «sociológico» (conductista) en los ocho años
comunidad de la ciencia política. Se' observan de transcurridos.
51
«neoinstitucionalista». Este movimiento está
de la revolución más antigua sea tan poderosamente
parcialmente ligado al de la elección racional -un a
evidente todavía es, en sí mismo, un dato impresionante
alianza representada, entre los libros que más aparecen
sobre la disci• plina. Los cínicos dicen que las revoluciones
en las biblio• grafías, por Governing the Commons de
científicas son sim• plemente el producto del capricho y de
Ostrom, e Institu- tions, Institutional Change and
la moda. Si fuera así, cabría esperar que un capricho
Economic Performance de North-. En las manos de
desapareciera por completo cuan- 1 do otro ocupase su
otros autores, el nuevo institucio- nalismo se
lugar. Sin embargo, es claro que no ha ocu• rrido tal cosa.
configura de una manera sociológica y antielec• ción
Otro asunto es, quizá, si el conocimiento es estric• tamente
racional. Esta modalidad está representada, entre los
acumulativo. Pero, al menos, las ideas más antiguas
libros más citados, por Rediscovering Institutions de
no se han perdido al sumárseles las nuevas en las
March
revoluciones sucesivas dentro de la ciencia política.
y Olsen, y Los Estados y las revoluciones sociales de
Al inspeccionar esas mismas tablas, vemos
Skoc- pol. A partir de cualquiera de las
también una creciente evidencia de la próxima
interpretaciones -o de las dos simultáneamente-, el
revolución en marcha: el movimiento
nuevo institucionalismo posee una gran capacidad
para proporcionar un marco integrador para los tipos de las partes subdisciplinarias del Nuevo Manual-.
de diseños complejos de investigación de los que Estos 21
35
hablamos más arriba. «integradores» aparecen en el Apéndice 1E .
El siguiente paso de nuestro perfil bibliométrico Utilizando las mismas técnicas, observamos lo
de la profesión es buscar «integradores» entre aquellos integrados que están los distintos subcampos en la
miembros de la disciplina que son citados con disciplina más gene• ral. Aquí nos centramos en los tres
frecuencia. Definimos como «integrador» a alguien niveles superiores de los autores más citados (aparecen
que aparece al menos una vez en las listas en el Apéndice 1F). Para ver cómo se integra un
bibliográficas de más de la mitad (esto es, cin• co o subcampo en la disciplina, nos hacemos dos preguntas
más) de las ocho partes subdisciplinarias del Nuevo (en el Apéndice 1G). ¿En qué medida son los autores
Manual. De los 1.630 autores representados en la más citados en cada subcampo los más citados tam•
bibliografía del Nuevo Manual sólo 72 (4,4 por 100) bién en la disciplina (definidos por estar entre los diez más
aparecen en cinco o más capítulos. De éstos, sólo 21 cita• dos)? Y ¿en qué medida se encuentran los autores
constituyen «integrado- res» de la disciplina más citados de cada subcampo entre los integradores de
globalmente considerada -e n el senti• do de que su la disciplina?
influencia se difunde a través de más de la mitad Hay dos subdisciplinas (política comparada y
economía política) que, de acuerdo con ambas medidas,
5 están particu• larmente bien integradas en la profesión
2 globalmente consi• derada. Hay otras subdisciplinas
(administración y políticas públicas y teoría política)
cuyos autores más citados están entre los integradores
de la disciplina, mientras qu& hay otras (sobre todo
instituciones políticas) que carecen de integra• dores
pero cuyos autores más citados están también entre
los más citados de la disciplina. Hay otra subdisciplina
(meto• dología política) cuyos autores más citados no
aparecen en ninguna de las dos listas. Esta última
subdisciplina parece estar fuera y desarrollarse
36
relativamente al margen de la dis• ciplina general .
De la combinación de todos estos criterios surge una
bue• na y completa visión del estado de la disciplina:
quiénes son los «integradores» de la profesión, quiénes
son «los más citados de la disciplina en general» y
quiénes son «los más citados en sus propias
subdisciplinas». Como muestra el Apéndice 1H,
35
Tener sólo 21 integradores entre los cientos de académicos
actualmente en activo puede hacer parecer a la ciencia política como
una empresa relati• vamente no integrada. Al contrario, tener a toda una subdis• ciplinas de la ciencia política y otras disciplinas. Sobre estas
disciplina centrada colec• tivamente en tomo a tan pocos individuos y a conexiones, véa• se Dogan (cap. 3).
sus obras podría dar lugar a una mayor integración.
36
Con estos datos no podemos analizar las relaciones entre las 5
3
3.403
De este análisis se desprende que más de la
mita d de las obras que se mencionan en el
Nuevo Manual se han publica• do durante la
últim a década, y dos terceras partes se han publi
• cado en las dos últimas décadas. Menos de
una décima parte se publicaron con
anterioridad al American Voter (Campbell,
Converse, Mill e r y Stokes, 1960).
54 55
Apéndice IB
Hay unos 1.630 autores en total que se mencionan en las Cuadro A l . B . Frecuencia de citas bibliográficas
bibliografías de los capítulos 2 a 35 del Nuevo Manual. Como
es práctica habitual en estos análisis, excluimos las autocitas. número número
porcentaje
Omitimos también nuestra propia bibliografía (capítulo 1) de citas de autores
del análisis, para evitar sesgar los resultados del mismo a 1 1.063 65,2
favor de las proposiciones que esperamos probar mediante 2 26 6 16,3
nuestro propio modelo de referencias. En casos de autoría 3 93 5,7
múltiple , se ha contado a cada autor como si fuera el 4 55 3,4
responsable de una obra individual. 5 52 3,2
El número total de referencias así definidas es de 3.341. 6 23 1,4
El número medio de veces que un autor es mencionado en estas 7 14 0,9
listas es 2,1 . Sin embargo, la varianza es considerable (5,8) y o
12 0,7
la distribución está sesgada (3,9). De esta manera, tiene más
9 10 0,6
sentido utilizar la mediana como el descriptor de la distribu•
ción: la mediana es 1. Esto queda claramente reflejado en el 10 7 0,4
cuadro A l . B . La gran mayoría de los autores (1.063 = 65,2 11 10 0,6
por 12 4 0,2
100) sólo aparece mencionada una vez. . 13 5 0,3
Lo que nos interesa en nuestro análisis es la diferencia• 14 2 0,1
ción y la integración de una disciplin a que, en este Nuevo 15 3 0,2
Manual, hemos dividido en ocho subdisciplinas. En ese con• 16 3 0,2
texto, este hallazgo señala hacia la diferenciación: casi dos ter• 17 2 0,1
cios de los autores aparecen en la bibliografía de un solo capí• 18 3 0,2
tulo, lo que significa por fuerza que han sido citados en sólo 19 2 0,1
una de las partes subdisciplinares del Nuevo Manual. A otros 25 1 0,1
autores se los cita con más frecuencia y a algunos otros con
total 1.630 100
mucha más frecuencia. A éstos se los analiza en los apéndices
siguientes.
57
56
1C número de
veces que
aparecen
lugar autores en las
Los autores más citados de la disciplina bibliografías
1 Verba, S.
2 Lipset, S. 25
Los autores a los que se cita con frecuencia pueden
M. 19
poten- cialmente integrar los subcampos de la disciplina. Shepsle, K.
3
Definimos como «autores más citados» a aquellos que 18
A lm o n d ,
ocupan los diez primeros lugares en el número de presencias G. Dahl, R.
en las bibliografías de los capítulos 2 a 35 del Nuevo 4 Riker, W.
Manual. Ese punto de corte I iinhart A 17
nos da 35 autores (2,1 por 100 de todos los autores —! 1 1 —/ I I O I Lf r \ .
Skocpol, T.
citados)
5 Kpnhanp R
que aparecen en el cuadro A l . C .
16
Aunque los autores citados frecuentemente podrían McCubbins,
inte• grar la disciplina, también es posible que sean M. Weingast,
mencionados sobre todo en su propio subcampo de la B.
6 March , J.
disciplina. En tal caso, la frecuencia de citas dé ese autor no 15
contaría como una evi• dencia de integración, sino más
North ,
bien de diferenciación. Para investigar esa dimensión, D.
tenemos que mirar a los autores más citados subdisciplina a Ostrom ,
subdisciplina (véase Apéndice 1F). E.
7 Elster, J.
14
Inglehart, R.
8 Barry, B.
13
Downs , A.
Olson, M.
Przeworski,
A.
.Simón , H.
9 Converse, P.
12
Fiorina, M. J.
Ferejohn, J. Ordeshook, P.
Schmitter, P. Rawls, J.
10 Buchanan, J. 11 Rokkan, S.
Easton, D. Sartori, G.
Lasswell, H. Wildavsky,
Moe , T. Olsen, A.
58 59
Apéndice ID Apéndice 1E
El cuadro A l . D muestra los libros que aparecen con ¿Quiénes son los integradores? Para responder a esta
más frecuencia en las bibliografías de los capítulos del pre• gunta hemos mirado a todos los autores que han sido
Nuevo Manual.
citados al menos cinco veces. Dada nuestra división del
Cuadro A l . D . Libros más citados mundo de la ciencia política en ocho subcampos
sustantivos, en principio estos autores podrían aparecer
en más de la mitad de los sub•
lugar núm. título campos que hemos distinguido (una cita en cinco de las
autor de par•
citas fech
a de tes del Nuevo Manual). Nuestro punto de partida lo
pub. constitu•
E. ective Action
Anthony Downs An
Converse,
11 Eco Governing the Commons
Warren E.
Miller no Institutions, Institutional Change and Economic Perfomance
Mancur
y Donald mic
Olson Elinor The Civic Culture
Stokes The
Ostrom ory
James of The American Voter
Douglass G.
De
North March
mo
yJohan
cra
P.
Olsen cy Rediscovering Institutions
Gabriel A.
Almond y The
Sidney Verba Logi
c of
Angus
Campbell, Philip Coll
1957
ye que aparecen en las bibliografías
n, de al menos cinco capítulos. Suponen el 4,4 por 100 de los
1! ent
1965 1.630 autores.
on
1990 Definimo s como «integrador» a un autor al que
ces
1990 , puede encontrarse al menos una vez en las secciones de
los referencias de más de la mitad de los ocho subcampos (es
72 decir, en cinco o más). De l total de 1.630 autores, 21 (o
1963
aut el 1,3 por 100) pue• den considerarse integradores. Sus
ore
1960
s nombres aparecen en el cua• dro A L E .
•
Cuadro A l . E .
Integradores Apéndice 1F
aparece en
número partes
de partes en
que autor 2 M. F. X Shepsle, K. X Simón, H. X
Almond,
aparecen X X Skocpol, T. X Verba, S.
3 G. X
X Olsen, J. X
X Dahl. R.
8 X X X Weingast, B. X
Ostrom, E. X Ordeshoo
X
Erikson, R.
6 X Laver, M. k, P.
X Polsby,
Barry, B. X X X
X Downs, A. üjphart, N.
A. X
X March, J. X X Riker, W.
X Olson, M. X X
5 X
X Scharpf,
üpset, S.
4 5 6 7 8 9 Apéndi subcampos (integración), o ambas cosas a un tiempo. Para
Los ce 1C afrontar este asunto, nos quedamos con los tres primeros
X X XX X X XX
X X XX X
autores podría lugares de cada subcampo.
X X
X X más reflejar ¿Quién domina las subdisciplinas? Definimos al grupo
X XX
X X XX
citados, la de autores que destacan en algún subcampo particular como
X X X X X por preemi aque• llos que están en los tres primeros lugares entre los
X X subdisci nencia más cita• dos en la parte del Nuevo Manual dedicada a
X X
X XX plina en uno ese subcampo. Siguiendo ese criterio, encontramos 59
XX X
X XX
X X X de los autores (el 3,6 por 100 de todos los autores citados) que
X
X
X XX X El subcam destacan en uno - o , en el caso de tres autores, más de uno
X X
XX X ránking pos (McCubbins, secciones II y V I H ; Stokes, secciones I I I y
X XX X
XX de (difere V I I ; Verba, secciones I y I V ) - de los subcampos.
X X
XX
X autores ncia• Aparecen en el cuadro A l . F .
X X
X XX
X X más ción), o
X X citados a través Cuadro Al. F . Autores más citados, por subdisciplina
X X XX
del de los
X número de veces
Lugares autores que se los cita
Parte I La disciplina
1 Dahl, R. 10
2 üpset, S. 9
Verba, S.
3 Lasswell, H.
62
63
64 65
14
VIII Economía
política
3
IX Metodología
política
los más citados disciplinares
de la disciplina 3 (Almond, 3 2
Lijphart, Verba) (Skocp
4 3 (Dahl, Lipset, Verba) 1 0 ol,
4 0 Olson)
2 1 3 2 (Weingast,
1 0 (Barry) Shepsle)
0 0
Subtotal 62 22 11
Nombres menos
repetidos -3 -2
Total 5 20 10
% 9 33 17
10
0
66 67
Apéndice 1H Grupo 1
(cont.)
Destacados en:
Disciplina Subdisciplina
Sumario de las figuras líderes de la disciplina Integrador
Destacados Integrador
en:
Erikso
Disciplina Subdisciplina n, R.
Integrador Laver,
M.
Almon Poisby
d, G. , N.
Barry, Schar
B. pf, F.
Dahl,
R. 6
Lijphar 9
t, A.
6
8
Gru
po 4 Gru
po 6
Los primeros tres grupos agota n los «integradores». El
siguien • te es un grup o de «representantes generalment e Los grupo s 1 a 5 agota n t an t o los integradore s com o
destacados en un subcampo», que se definen com o aquellos los más citados de la disciplina en general. Por úl ti m o ,
que se encuentran entre los más citados t a nt o en la tenemo s un gr u • po de autores qu e están entr e los más
disciplina com o en sus propio s subcampos. Tenemos 10 citado s en sus propio s subcampos, pero que no cumple n
(0,6 por 100) académicos qu e cumple n ese perfil: los otro s dos criterios. Se los puede llamar los
«representantes de un subcamp o particular». Hay 39 (2,4
por 100) autores de esta clase. Son:
Destacados
en:
Destacados en la
Disciplina Subdisciplina subdisciplina
Achen, C.
X
Converse,
P. Elster, J. Beck, N.
Ferejohn, X Brady, H.
J. X Campbell, A.
Inglehart, x Campbell, D.
X
R.
Cohén, J.
Keohane, X
R. deLeon, P.
Lasswell, X Derthick, M.
H. X Esping-Andersen, G.
McCubbin
x Flora, P.
s, I* North,
X Galston, W.
D. Rawls, x
Grupo 5 J.
Wildavsky, Goodin, R.
A.
X Gutmann, A.
X Habermas, J.
X
Hardin, R.
X
Otros siete autores (0,4 por 100) son sólo «destacados en x Rokkan, S.
gene• Sartori, G.
x
ral», es decir, están entre los más citados de la disciplina en Schmitter, P.
x
gene• ral, pero no entre los más citados en ni ngú n
x
subcamp o particu • lar, ni entre los integradores. Son:
Destacados en la
disciplina
Buchanan, J.
x Easton, D.
x Fiorina, M.
x Moe, T.
Heath, A. X C. X
Holsti, 0. x Miller, D.
Kinder, D. X
X
King, G. X
Miller, W.
Klingemann, H. D. X
X Palfrey, T.
Krasner, S. X X Paterman, C.
Kymlicka, W. x X Rawls, J.
X Sharkansky, I.
Lindblom, C. x X Skocpol, T.
Lodge, M. X Lowi, X
T. X Merriam,
70
71
Grupo 6 Agradecimientos
(cont.)
Destacados en la
Agradecemos los comentarios recibidos de Frank
subdisciplina Castles, Mattei Dogan, John Dryzek, Dieter Fuchs,
Richard I. Hoffer- bert, Giandomenico Majone y al
Sniderman,
P. Stokes, seminario de la Unida d de Investigación I I I del
D. Sprague, Wissenschaftszentrum de Berlín sobre dis• tintos
J. Taylor, C. borradores previos de este capítulo. Le agradecemos
Walzer, M. especialmente a Nicolás Schleyer su ayuda en la
Waltz, K. investiga• ción bibliométrica presentada en la sección IV
Wilson, J.
Q. y en los Apén • dices.
Gru
po
7
Los 77 (4,7 por 100) académicos de los grupos 1 a 6
agotan la lista de aquellos que, según nuestros criterios,
cuentan como inte- gradores de la disciplina o son los más
citados tanto en la disci• plina en general como en las
distintas subdisciplinas. Hay otros
1.523 autores citados en el Nuevo Manual cuyas
contribuciones a la disciplina son lo bastante sustanciales
como para merecer su presencia en lo que constituye una
lista muy selectiva.
7
2
Bibliografía
7
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GABRIEL A. ALMOND
I. Introducción
2
Véase Wildavsky , 1984, 1989.
3
Véanse Sabine y Thorson, 1973, caps. 4, 5; Strauss y Cropsey, 1987,
pp. 33 ss.
87
presentar, a continuación, cuatro regímenes evolutivamente rela• museo-biblioteca e instituto de investigación. El método del
cionados en un orden descendente de virtud: la timocracia, la Liceo era inductivo, empírico e histórico, a diferencia del enfo•
oligarquía, la democracia y la tiranía. La timocracia es una que predominantemente idealista y deductivo que se mantenía
corrupción del Estado ideal en el que el honor y la gloria mil i • en la Academia de Platón. Se dice que el Liceo reunió 158 cons•
tar suplantan el conocimiento y la virtud ; la oligarquía es una tituciones de las ciudades-Estado griegas, de las que sólo ha
corrupción de la timocracia que reemplaza el honor por la rique• sobrevivido una (la de Atenas). Las lecciones que componen
za como principio de reclutamiento; la democracia surge de la La Política de Aristóteles parecen haberse extraído de los aná•
corrupción de la oligarquía y, a su vez, se corrompe en tiranía. lisis y las interpretaciones de esos datos.
En La Política, escrito mucho después que La República, Mientras que la metafísica de Platón empujó a éste a des•
y en Las Leyes, escrito en su vejez (tras las duras experiencias preciar el mundo real y la capacidad humana de percibirlo y
de la Guerra del Peloponeso y del fracaso de su misión en Sira- comprenderlo, y a hipóte tizar un mundo de formas ideales de
cusa), Platón distingue entre la república ideal y las varieda• las que la realidad era un pálido reflejo, Aristóteles, por el con•
des realmente posibles de formas de gobierno. Para clasificar trario, era más bien un empirista que observa la realidad polí•
los regímenes reales, introduce el famoso cuadro de tres por tica como un médico observa la enfermedad y la salud. Sir
dos, casando la cantidad y la calidad: el gobierno de uno, de Ernest Barker señala:
pocos y de muchos; cada uno con sus versiones pura e impu•
ra. Generó la clasificación de los regímenes en seis categorías Quizá no sea demasiado caprichoso detectar una particular
-monarquía, tiranía, aristocracia, oligarquía, democracia, oclo- inclinación médica en un buen número de pasajes de La Polí•
tica. No es sólo un asunto de acumulación de «historias clí •
cracia- que Aristóteles perfeccionó y elaboró en su Política, y
nicas», o del uso de los escritos de la escuela de Hipócrates
que ha servido como taxonomía básica a través de los tiem• como el tratado de «Aires, aguas y lugares». Se trata de una
pos y hasta el siglo xi x . comparación recurrente entre el arte del estadista y el del buen
En Las Leyes, Platón presentó la primera versión de la médico; se trata del profundo estudio de la patología de las
«Constitución Mixt a » como el mejor régimen y el más estable constituciones y de su inclinació n a la fiebre de la sedición
entre los de verdad realizables y diseñado para detener el ciclo que encontramos en el Libr o V de La Política; se trata de la
de desarrollo y degeneración implícit o en el esquema séxtu- - preocupación con la terapéutica que también encontramos en
ple. La Constitución Mixta , tal como la formuló Platón, el mismo libro , una preocupación singularmente evidente en
adquie• re estabilidad al combinar principios que, de otro modo, el pasaje (al final del capítulo X I ) en el que sugiere un régi•
men y una cura para la fiebre de la tiranía (Barker, introduc•
podrían estar en conflicto: el principio monárquico de la
ció n a Aristóteles, 1958, p. X X X ) .
sabiduría y la virtud con el democrático de la libertad.
Aristóteles adop• taría y mejoraría este esquema. Es la primera Mientras que en su teoría de las formas de gobierno Aristó •
teoría explicati• va en la historia de la ciencia política en la teles comienza con la clasificación séxtuple de Platón, argu•
que las institucio• nes, las actitudes y las ideas se relacionan menta que, desde un punto de vista realista, de hecho hay cua•
con el proceso y el funcionamiento. Es el ancestro de la tro tipos importantes: oligarquía y democracia, los dos tipos
teoría de la separación de poderes. en los que podría clasificarse a la mayoría de las ciudades-Esta•
Aristóteles (384-322 a.C.) pasó veinte años como miembro do griegas; politeia o gobierno constitucional o «mixto», que
de la Academia de Platón. Después, tras un período como tutor es una combinación de oligarquía y democracia y que (dado
de Alejandro de Macedonia, Aristóteles volvi ó a Atenas y que reconcilia la virtu d con la estabilidad) es la mejor forma
formó su propio Liceo , una institució n de enseñanza con posible de gobierno; y la tiranía, que es la peor. Para respaldar
88 89
su argumento señala que, mientras que las estructuras
socia• les de las ciudades varían de acuerdo con las economías, gas. Generalizaban sobre los griegos, no sobre el género huma•
ocu• paciones, profesiones y status que en ellas se contienen, no. Los ciudadanos se distinguían de los esclavos, los residen•
tales diferencias pueden reducirse a distintas distribucione s de tes forasteros y los bárbaros extranjeros. Con las conquistas de
ciu• dadanos ricos y pobres. Donde dominan los ricos, tenemos Alejandro y la mezcla de las culturas griega y oriental, ganaron
ol i • garquía; donde dominan los pobres, democracia. Donde en autoridad dos nociones desarrolladas por la escuela estoica
dominan las clases medias, podemos tener gobierno «mixto» de filosofía. Eran las ideas de una humanidad universal y de
o consti• tucional que tiende a la estabilidad al quedar un orden en el mundo basado en el derecho natural. Estas ideas
contrapesados los intereses extremos por los más moderados. las había adelantado el filósofo estoico Crisipo en el último ter•
Las estructuras polí• ticas y las pautas de reclutamiento se cio del siglo m a.C. Su formulación más clara aparece en las
clasifican de acuerdo con los arreglos de los órganos obras de Panecio (185-109 a.C.) y de Polibio (203-120 a.C) ,
deliberativos, magistrativos y jud i • ciales y de acuerdo con el dos filósofos estoicos del siglo n, quienes, a su vez, transmitie•
acceso a los mismos de las diferen• tes clases. ron estas ideas a la élite intelectual romana de la última etapa
U n politólog o moderno - u n Dahl , Rokkan, Lipset, Hun de la República. Mientras que Panecio desarrolló los aspectos
- tington, Verba o Putnam - se encontraría en un terreno filosóficos y éticos del últim o estoicismo, Polibio adaptó las
familiar con el análisis de Aristóteles, en La Política y La ideas platónicas y aristotélicas a la historia de Roma y a la inter•
Ética, de la relación entre el status, la ocupación, la profesión pretación de las instituciones romanas.
y la clase y las variedades de instituciones políticas, por un Polibio atribuye el notable poder y crecimiento de Roma
lado, y de la relación entre la socialización y el a sus instituciones políticas. Hace más explícitas las ideas evo•
reclutamiento políticos y la estructura y el proceso políticos, lutivas de Platón y Aristóteles, brindando explicaciones socio-
por el otro. Compartirían la metafísica y la ontología. Pero si psicológicas sencillas de la decadencia de las formas puras de
estos capítulos, o algo pare• cido a los mismos, fueran monarquía, aristocracia y democracia y de su degeneración
presentados por estudiantes con• temporáneos de doctorado a en las formas impuras de tiranía, oligarquía y oclocracia. De
la búsqueda de los temas de sus tesis, es fácil visualizar los acuerdo con Polibio , los constructores del Estado romano
comentarios que escribirían al mar• gen un Dahl o un Verba: habían redescubierto, mediante un proceso de ensayo y error,
«¿Sobre qué casos estás generalizando?»; las virtudes de la constitución mixta : la combinación de los
«¿Qué tal si usas una escala aquí?»; «¿Cómo comprobarías la principios monárquico, aristocrático y democrático llevados a
fuerza de esta asociación?»; u otros por el estilo. Aristóteles la práctica en el Consulado, el Senado y la Asamblea. Fueron
presenta todo un conjunto de proposiciones e hipótesis -e n lo estas instituciones las que hicieron posible la conquista del
que se refiere a la estabilidad polític a y a la quiebra, a las mundo en medio siglo y las que, según Polibio , garantizaban
secuencias de desarrollo, a los modelos educativos y a la actua• un futuro de gobierno mundial estable y justo bajo el Derecho
ción política - que claman por diseños de investigación y aná• romano .
4
lisis cuantitativos cuidadosos. El método aristotélico consiste Tres cuartos de siglo después, el abogado romano Cicerón
esencialmente en una clasificación clínica de especímenes, con (106-43 a.C.) aplicaba la teoría de la constitución mixt a a la
hipótesis sobre las causas y las consecuencias, pero sin com• historia romana en un momento en el que las instituciones de
probaciones sistemáticas de las relaciones. la República romana estaban ya en una decadencia profunda.
La teoría política griega de Platón y Aristóteles era una com• Esta parte de su trabajo era una llamada para la vuelta a la
binación de ideas universalistas y parroquiales. El mundo sobre
el que generalizaban era el mundo de las ciudades-Estado grie- Véase Sabine y Thorson, 1973, caps. 4-9.
90
91
estructura y a la cultura de la República romana anterior, pre•
via a las décadas de guerra populista y civil de los Graco, Mario 92
y Sila. Más significativo y duradero fue su desarrollo de la doc•
trina estoica del derecho natural. Era la creencia de que hay un
derecho natural universal que proviene del orden divino del
cosmos y de la naturaleza racional y social de la humanidad.
Sería su formulación de esta idea del derecho natural la que
se adoptaría en el Derecho romano, pasando de ahí a la doc•
trina de la Iglesia católica y, posteriormente, a sus manifesta•
5
ciones ilustrada y moderna .
De esta manera, encontramos formulados, en el pensa•
miento griego de finales del siglo m a.C. y en el romano de
los siglos siguientes, los dos grandes temas de la teoría políti•
ca que atraviesan la historia de la ciencia política hasta el pre•
sente: «¿Cuáles son las formas institucionales de gobierno?» y
«¿cuáles son los modelos que usamos para evaluarlas?». La
respuesta a la primera fue la clasificación séxtuple platónica y
aristotélica de las formas organizativas puras e impuras, y la
constitución mixta como la solución al problema de la dege•
neración y el ciclo. La respuesta a la cuestión de la evaluación
-legitimidad, justicia- fue la doctrina del derecho natural. Estas
ideas se transmitieron a Roma por los estoicos tardíos (en par•
ticular, Panecio y Polibio) y desde las obras de los romanos
(como Cicerón o Séneca) a la teoría política católica.
Las conclusiones de John Locke sobre los orígenes y la legi• política pública, considera el clima, la religión, las costum•
timidad del gobierno en su Segundo tratado del gobierno se bres, la economía, la historia y cosas por el estilo. Encuentra
derivan de un conjunto de condiciones contractuales distinto que la mejor forma de gobierno es su noción de la separación
al de Hobbes. La gente consiente que el gobierno asegure su de poderes y una especie de equilibrio newtoniano entre estos
bienestar y su libertad. El estado de naturaleza de Locke no es poderes, a la que considera como la que con más probabili•
tan catastrófico como el de Hobbes. Hay inconveniencias y
costes, y el consentimiento hacia el gobierno es condicional,
dependiendo de hasta qué punto el gobierno lleve a cabo esas
funciones limitadas. Al salir del estado de naturaleza, las per•
sonas ceden a la comunidad su derecho a poner en práctica la
ley de la razón para preservar mejor la vida, la libertad y la pro•
piedad. Los comienzos de la teoría de la separación de pode•
res están en John Locke. El poder otorgado a la comunidad se
divide en tres elementos: el legislativo, el ejecutivo y el fede•
rativo, el último de los cuales es un poder relativamente poco
especificado que tiene que ver con las relaciones exteriores.
Tanto en Locke como en Hobbes, el progreso de la ciencia polí•
tica se basa en la deducción lógica de la naturaleza y las for•
mas de gobierno y de las bases de la autoridad, la libertad y la
obligación, a partir de asunciones sociológicas y psicológi•
cas. Su fuerza radica más en su racionalismo lógico que en la
manera de obtener la evidencia.
Aunque sea una exageración decir que Montesquieu
obtenía y acumulaba su evidencia de manera rigurosa, es segu•
ro que va un paso más allá que Hobbes y Locke. Aunque reco•
noce leyes de la naturaleza y deduce la formación del go•
bierno de estas leyes, sobre todo subraya la variedad de la
experiencia política humana y el pluralismo de la causación.
Montesquieu va a «Persia» y, por así decir, hacia atrás en el
-tiempo, a Roma, a Venecia, a muchos otros países europeos y
especialmente a Inglaterra, para comparar sus instituciones
con las de Francia. Es un comparativista y un pluralista cau•
sal. Para explicar las variedades de forma de gobierno y de
dad preservará la libertad y promoverá el bienestar. Y en el guos». Y en El Federalista 31 : «Aunque no pueda pretenderse
Libro XI de su Espíritu de las leyes, encuentra la mejor ejem- que los principios del conocimiento moral y político tengan,
plificación de la separación de poderes en la Inglaterra pos• en general, el mismo grado de certeza que los de las matemá•
terior a la Petición de Derechos. ticas, no obstante tienen más posibilidades en este aspecto
La clasificación de gobiernos de Montesquieu incluye repú• que [...] las que estamos dispuestos a concederles» (Hamilton,
blicas, monarquías y despotismos, siendo la categoría repu• 1937, pp. 48, 189). Lo que llevó a Madison y a Hamilton a
blicana divisible entre aristocracias y democracias. Encuen• considerarse tan buenos politólogos fue el haber comproba•
tra en el gobierno de Inglaterra la ejemplificación del ideal del do las teorías de Montesquieu, Locke y otros filósofos euro•
gobierno mixto que combina instituciones democráticas, aris• peos con la experiencia de las trece colonias y de los Estados
tocráticas y monárquicas en un equilibrio dialéctico armóni• Unidos bajo los Artículos de la Confederación. Tenían la con•
co. Su teoría política es una teoría explicativa sistémico-fun- fianza de los ingenieros que aplican las leyes de la política,
cional basada en la interrelación de las condiciones, el proceso deducidas del examen empírico y de laboratorio de casos indi•
y la política. viduales. La separación de los poderes Ejecutivo, Legislati•
Tuvo una gran influencia sobre los fundadores de la Cons• vo y Judicial (cosa que habían aprendido de Montesquieu) y
titución americana. Y puede haber estado en la mente de la mezcla de los poderes a través de controles y equilibrios
Hamilton cuando escribía en El Federalista 9: «La ciencia de (checks and balances) (lo que habían aprendido de la expe•
la política [...] ha recibido una gran mejora. Se entiende bien riencia práctica de las trece colonias) les permitía tratar la
la eficacia de los distintos principios que, o bien no eran cono• política en forma de ecuación: «Separación + controles
cidos en absoluto, o lo eran de manera imperfecta por lo anti• y equilibrios = libertad».
96 97
dan rotos por la ciencia, en cuanto que permite a la humanidad
c) El siglo xix
ejercer un control racional sobre la naturaleza y las institucio•
nes sociales. En Marx, el capitalismo sustituye al feudalismo y
En los siglos xvn y xvm, los filósofos de la Ilustración pre•
dijeron la mejora en la condición material, política y moral de es sustituido, a su vez, primero por el socialismo proletario y,
después, por la sociedad igualitaria y verdaderamente libre.
la humanidad como consecuencia del crecimiento del conoci•
miento. En los siglos xix y xx, los académicos y los intelec• Hegel se aleja de las nociones de la ilustración por su visión
dialéctica de la historia como el choque de opuestos y la emer•
tuales elaboraron este tema del progreso y la mejora predi•
gencia de síntesis. La monarquía burocrática prusiana racionali•
ciendo distintas trayectorias y secuencias causales. En la zada y modernizada en las décadas posnapoleónicas es vista por
primera parte del siglo xix hubo grandes historicistas (o deter• 12
Hegel como la ejemplificación de una última síntesis . En Marx,
ministas históricos) -Hegel (1770-1831), Comte (1798-1857) la dialéctica hegeliana se convirtió en el principio de la lucha de
y Marx (1818-1883)- que, en la tradición de la ilustración, clases que lleva a la última transformación de la sociedad huma•
veían la historia como un desarrollo unilineal en la dirección na. De acuerdo con Marx, la naturaleza del proceso histórico
era tal que la única ciencia social posible es la que se descubre, y
de la libertad y el gobierno racional. En Hegel, la razón y la
la que se emplea, en la acción política. En el marxismo, esta
libertad están ejemplificadas en la monarquía burocrática pru• ciencia de la sociedad llega a convertirse en un esquema eco•
siana. En Comte, los límites de la teología y la metafísica que• nomía-ideología-forma de gobierno plenamente validado. Una
vanguardia informada armada con esta poderosa teoría anunciaría Auguste Comte, el precursor con Saint-Simón (1760-1825)
13
el comienzo de un nuevo mundo de orden, justicia y plenitud .
del positivismo filosófico, inauguró la nueva ciencia de la
12
Véanse Sabine y Thorson, 1973, cap. 17; Strauss y Cropsey, 1987, «sociología» en los seis volúmenes de su Curso de filosofía
pp. 732 ss. positiva (Koenig, 1968). Su argumento era que todas las cien•
13
Véanse Sabine y Thorson, 1973, cap. 34; Strauss y Cropsey, 1987,
pp. 802 ss. cias pasan por dos etapas -primero la teológica, después la
metafísica- antes de convertirse, en la tercera etapa, en cientí•
ficas o positivas. De esta manera, continuaba Comte, la astro•
nomía fue la primera en pasar por estas tres etapas, después lo
hizo la física, luego, la química, luego la fisiología. Al final,
la física social (las ciencias sociales incluyendo a la psicología)
se encontraba en un proceso de maduración como ciencia.
Comte veía esta nueva sociología científica como la suminis•
tradora de proyectos para la reforma de la sociedad.
Hubo una ola de empirismo como reacción a estas com•
prensivas teorías monistas y abstractas. Esta reacción produjo
un gran número de estudios descriptivos legal-formales de ins•
tituciones políticas y varias etnografías políticas descriptivas
pedestres y monumentales, tales como Political Science"; Or
the State Theoretically and Practically Considered (1878) de
Theodore Woolsey; Politik: Geschichtliche Naturlehre der
Monarchie, Aristokratie und Demokratie (1892) de Wilhelm
Roscher; y The State: Elements of Historical and Practical
Polines ('1889, 1918) de Woodrow Wilson. Se trataba esen•
cialmente de ejercicios ponderados de clasificación, que em•
pleaban alguna variación del sistema clasificador platónico-
aristotélico.
Parecidos a los historicistas, pero con un enfoque más empí•
rico y más pluralista en su explicación, había un grupo de auto•
res de la segunda mitad del xix que podrían caracterizarse como
«evolucionistas» y que influyeron sobre la sociología moder•
na de diversas maneras. Este grupo incluye a Herbert Spencer
(1820-1903), sir Henry Sumner Maine (1822-1888) y Ferdinand
Toennies (1855-1936). Spencer ('1874, 1965), un temprano
evolucionista social posdarwiniano, evita la unilinealidad sim•
ple. Le preocupa explicar la variedad cultural y política, así
como la mejora genérica. Explica la centralización y descen• como el terreno montañoso frente a las llanuras. Construye
tralización política por los rasgos físicos del ambiente, tales
98 99
también el argumento, respaldado por el ejemplo histórico, de ciación más general sobre el método comparativo, dijo: «Sin
que la democratización es la consecuencia de los cambios hacer comparaciones, la mente no sabe cómo proceder» (Toc•
socioeconómicos provocados por la concentración urbana y queville, 1985, pp. 59, 191).
la proliferación de intereses que se debe al crecimiento de las Collini, Winch y Burrow señalan que las proposiciones
manufacturas y a la difusión del comercio. decimonónicas sobre la naturaleza y la explicación de los fenó•
Hay una pauta dualista común entre los autores de finales menos políticos se basaban cada vez más en inducciones histó•
del xix acerca del proceso histórico. Maine ('1861, 1963) dis•
tingue el derecho antiguo del moderno en los términos de un
cambio desde relaciones de status con un carácter difuso has•
ta las relaciones contractuales específicas. Toennies (1887-1957)
introduce la distinción entre Gemeinschaft und Gesellschaft
(Comunidad y Sociedad). Con el cambio de siglo, Weber
(1864-1920) y Durkheim (1858-1917) contrastan la racionali•
dad moderna con la tradicional (Weber, '1922, 1978, vol. I,
pp. 24 ss.), la solidaridad orgánica con la mecánica (Durkheim
'1893, 1960). Este tema del «desarrollo» y de la «moderniza•
ción» continúa en el siglo xx hasta hoy día, con los esfuerzos
para definir, operacionalizar, medir e interpretar la «moderni•
zación» socio-económico-política que se presentan más abajo.
A lo largo del siglo xix era común hablar del estudio de la
política y de la sociedad como ciencia, y describir el conoci•
miento sobre la política como compuesto por proposiciones
con forma de ley basadas en la evidencia y la inferencia sobre
los acontecimientos y las instituciones políticas. Collini, Winch
y Burrow lo documentan con gran profundidad y detalle en su
libro That Noble Science of Polines (1983). Como en épocas
anteriores, los historiadores y los publicistas del siglo xix bus•
caban «lecciones» de la historia, pero cada vez con más sofis-
ticación. Al recordar el «método» con el que escribió La demo•
cracia en América, Tocqueville .(1805-1859) observaba que
«Aunque apenas hablaba de Francia en mi libro, no escribí una
página sin tenerla, por así decir, ante mis ojos»; y, en una apre•
ricas en lugar de en asunciones sobre la naturaleza humana. (1806-1873) había reconocido en su Sistema de lógica (' 1843,
Esto se explicaba en parte por el simple crecimiento del cono• 1961) que el método comparativo en las ciencias humanas era
cimiento de las sociedades contemporáneas e históricas. El equivalente en algún sentido al experimental en las ciencias
imperialismo y el colonialismo colocaron vastas y complejas naturales. En efecto, hace siglo y medio, Mili había anticipado
culturas, como la india, así como sociedades primitivas y redu• la «estrategia de los sistemas más parecidos» de Przeworski
cidas, como las culturas africanas y las de los indios ameri• yTeune(1970) .
canos, al alcance de los académicos e intelectuales europeos. Para John Stuart Mili, Tocqueville, Ostrogorski, Wilson
Las zonas exóticas del mundo se hicieron accesibles e invita• y Michels, la democracia como alternativa para otros regíme•
ban a esfuerzos más cautos y controlados a la hora de inferir nes constituye una preocupación fundamental. Cada uno con•
causas y efectos que en los casos de Maquiavelo o Montes- tinúa a su manera el debate sobre el «gobierno mixto». Mili
quieu. Kisto a finales del siglo xix, en Oxford y en Cambrid• quiere que los educados, los informados, los cívicamente res•
ge, bajo el liderazgo de E. A. Freeman (1874), Frederick ponsables, desempeñen un papel preeminente en la democra•
Pollock (1890) y John Seeley (1896), la historia comparada cia para evitar las potencialidades corruptas y de masas que
comenzó a considerarse de manera un tanto optimista como laten en la misma. Tocqueville encontró en la profesión legal
la base para un estudio genuinamente científico de la políti• americana una dosis aristocrática para moderar las tendencias
ca. Se introdujo en el trivio de Historia en Cambridge en 1897 «niveladoras» de la democracia. Ostrogorski (1964, vol. II,
en la forma de dos trabajos: uno sobre Ciencia Política Induc• Conclusión) y Michels (1949) ven defectos fatales en la demo•
tiva o Comparativa; y otro sobre Política Deductiva y Analí• cracia y la inevitabilidad de la oligarquía, como resultado de
tica (Collini et al, pp. 341 ss.). Ya en 1843, John Stuart Mili la burocratización de los partidos políticos de masas.
100 101
Estas tendencias del siglo xix caen perfectamente dentro (1917)
de nuestro concepto organizador del rigor y la coherencia en Francia cuestionan la plena autoridad del Estado central.
lógi• ca crecientes en el estudio de los fenómenos políticos Teó^
defini• dos como las propiedades y la legitimidad del ricos políticos conservadores, como Figgis (1896), afirmaron
gobierno. la autonomía de las iglesias y las comunidades; teóricos de
El concepto de «pluralismo», una variación del tema del izquierda, como Harold Laski (1919), reclamaron lo mismo
«gobierno mixto», sirvió de vínculo entre la teoría política para
euro• los grupos profesionales y los sindicatos.
pea y la ciencia política americana de las primeras décadas Con las figuras seminales de Marx y Freud y los grandes
del teóricos sociológicos del final del xix -Pareto, Durkheim,
siglo xx. El concepto de soberanía del Estado, asociado a la Weber- y con la polémica sobre soberanía y pluralismo, esta•
ide• mos ya sobre el fondo intelectual inmediato de la ciencia
ología de la monarquía absoluta, sufrió durante el final del polí• tica del siglo xx.
xix
y comienzos del xx el desafío de los «pluralistas» de derecha
e d) La profesionalización de la ciencia política en el siglo xx
izquierda. Otto Gierke (1868) en Alemania y León Duguit
En la segunda mitad del siglo xix y primeras décadas del ideología de eficiencia e integridad, y apoyados por las élites
xx, el rápido crecimiento y la concentración de la industria urbanas profesionales y de negocios, aprovecharon el talento
y la proliferación de grandes ciudades en Estados Unidos, de los periodistas de los medios de calidad y de las comuni•
habita• das en considerable proporción por inmigrantes de dades académicas. La corrupción de la política por las corpo•
la zona rural y de países extranjeros, creó una situación raciones de negocios que buscaban contratos, franquicias y
proclive a la corrupción en gran escala. Se necesitaron protección frente a la regulación gubernamental se convirtió
empresarios políti• cos con recursos para organizar y en el tema de la literatura periodística conocida como «muc-
disciplinar los electorados ignorantes en gran medida, que kraking»*, que colocó el proceso y la infraestructura políti•
pululaban por centros urba• nos como Nueva York, Boston, cos -los «grupos de presión» y los lobbies, procesos
Filadelfia, Chicago, San Luis, Kansas City y demás. El políticos locales, estatales y nacionales profundarnente
«jefe» (boss), la «máquina» y los intermitentes penetrables y corrompibles- a la vista del público.
movimientos de reforma eran los fenómenos políticos Los politólogos americanos del período de entreguerras
americanos más visibles a finales del xix y comien• zos del aceptaron el desafío de esta infraestructura política y de la
xx. Los movimientos de reforma inspirados en una lite• ratura muckraking que la puso al descubierto, y
comenzaron a producir serios estudios monográficos sobre
grupos de presión y actividades de lobbying. Peter Odegard
(1928) escribió sobre, la American Anti-Saloon League,
Pendleton Herring (192$), sobre grupos de presión y el
Congreso, Elmer Schattschnei- der (1935), sobre política y
aranceles, Louise Rutherford (1937), sobre la American
Bar Association, Oliver Garceau (1941), sobre la Asociación
Médica Americana, y hubo muchos más. Estos autores ponen
su sello en la ciencia política de los años de entreguerras. El
realismo y el empirismo de estos pri• meros estudiosos de lo
que algunos llamaron el gobierno «invi• sible» o «informal»
aprovechó las ideas de una generación ante• rior de teóricos
políticos americanos entre los que estaban Frank Goodnow
(1900) y Woodrow Wilson (1887).
1. La Escuela de Chicago
Así, en las primeras décadas del siglo xx la noción de un
estudio «científico» de la política se había revestido ya de
sufi• ciente carne. Europeos como Comte, Mili, Tocqueville,
Marx,
Harold Lasswell (1902-1978), un joven prodigio de una mentales. El tercer libro, World Politics and Personal
pequeña ciudad de Illinois, puso brillantemente en práctica el Insecurity (1935), especulaba sobre las bases y los aspectos
interés de Merriam por la psicología política. Los logros que psicológicos del comportamiento políti• co individual, de
obtuvo siendo aún veinteañero y treintañero fueron extraordi• distintos tipos de regímenes políticos y de diferentes
narios. Entre 1927 y 1939 publicó seis libros, cada uno de los procesos políticos. El cuarto libro, el célebre Poli• tics: Who
cuales era una innovación y exploraba nuevas dimensiones y Gets What, When and How (1936), era una exposi• ción
aspectos de la política. El primero, Propaganda Technique in sucinta de la teoría política general de Lasswell, que subra• yaba
the World War (1927), introducía el estudio de la comunica• la interacción entre las élites que competían por valores como
ción política (y lo seguiría una bibliografía anotada de la exten• «la renta, el respeto y la seguridad». En 1939 publicó World
sión de un libro llamada Propaganda and PromotionalActivities), Revolutionary Propaganda: A Chicago Study, en el que, junto
e identificaba la nueva literatura sobre comunicaciones, pro• con Blumenstock, examinaba el impacto de la depre• sión
paganda y relaciones públicas. El segundo libro, mundial sobre los movimientos políticos de los desem•
Psychopathaíogy and Politics (1930), exploraba la pleados de Chicago, elaborando un ejemplo de la interacción
«psicología profunda de la política» mediante historias de entre factores macro y micro en los distintos niveles -local,
casos de políticos, algunos de los cuales eran perturbados nacional e internacional - de la política. Lasswell también
publicó unos veinte artículos en estos años en revistas como
como aparecían reflejadas en registros de entrevistas, tasas de
The American Journal ofPsychiatiy, The Journal ofAbnorrnal
pulso, presión sanguínea, tensión de la piel, etcétera.
Psychology, Scientific Monographs, The American Journal of
Mientras que Gosnell y Lasswell eran quienes llevaban ade•
Sociology, The Psichoanalytical Review, y otras parecidas. Fue
lante a tiempo completo la revolución de Chicago en el estu•
el primer investigador de la interacción entre procesos fisioló•
dio de la ciencia política, los académicos más veteranos del
gicos y mental-emocionales que utilizó métodos de laborato•
departamento -incluyendo al propio Merriam, y a sus colegas
rio. Publicó varios artículos durante estos años informando de
Quincy Wright, en relaciones internacionales, y L. D. White,
los resultados de sus experimentos al relacionar actitudes, esta•
en administración pública - también estaban implicados de
dos emocionales, contenido oral y condiciones fisiológicas, tal
manera importante en la creación de la reputación de la Escue•
la de Chicago. Merriam (193 Ib) patrocinó y publicó una serie
de libros sobre educación cívica en Estados Unidos y Europa,
un precedente de los estudios contemporáneos de socialización
y cultura políticas. Durante los mismos años, Quincy Wright
(1942) llevó adelante su importante estudio sobre las causas
de la guerra, que implicaba la comprobación de hipótesis
sociológicas y psicológicas mediante métodos cuantitativos.
Leonard White siguió con el problema de lord Bryce (1888)
de por qué en América «los mejores hombres no entran en polí•
tica». Su libro The Prestige Valué of Public Employment, basa•
do en una investigación mediante encuesta, apareció en 1929.
18
Lerner, 1958; Deutsch, 1961; Lipset , 1959, 1960, 1994; Diamon d y
Plattner, 1993.
19
Hibbs , 1978; Cameron, 1978; A l t y Chrystal , 1983.
20
Goldthorpe, 1978; Schmitter y Lehmbruch , 1979; Berger, 1981.
21
Lipset y Rokkan, 1967; Sartori, 1976; Lijphart, 1968,1984; Powell, 1982.
2 2
Wahlk e y Eulau , 1962, 1978; Eula u y Prewitt , 1973; Eulau ,
1993; Pitkin, 1967.
23
Simón , 1950, 1953, 1957; M arc h y Simón , 1958; March , 1965, 1988.
24
Wildavsky , 1986; Flor a y Heidenheimer, 1981; Heidenheimer, Hecl
o y Adams, 1990; Castles, 1989.
25
Dahl , 1956,1961,1966,1970 , 1971, 1973, 1982,1985; Lijphart , 1968,
1984, 1994; Sartori, 1987.
26
Lin z y Stepan, 1978; Diamon d y Plattner, 1993; Schmitter, O'Donne l l
y Whitehead, 1986; Huntington , 1991.
115
27
es un ejemplo de cómo la teoría política empírica y la Sobre la metodología, véase Eckstein, 1975 y George y McKeown,
1982. Para sus aplicaciones, véase George y Smoke, 1974; George, 1980;
norma• George et al, 1983; George y Simons, 1994.
tiva pueden enriquecerse mutuamente (Dahl, 1989). 28
Almond y Coleman, 1960; Almond, Flanagan y Mundt, 1973; Prze•
Aunque hemos subrayado el crecimiento y la difusión de worski y Teune, 1970; Lijphart, 1971; Smelser, 1976; Dogan y Pelassy, 1990;
la ciencia política empírica, explicativa y cuantitativa, Collier, 1993; King, Keohane y Verba, 1994.
29
Rawls, 1971; Nozick, 1974; Barry, 1970; Walzer, 1983; Fishkin, 1992.
también
ha habido «progreso» en las ramas más antiguas de la disci•
plina. Las proposiciones y las especulaciones de los historia•
dores políticos, los filósofos políticos y los académicos juris•
tas se han basado cada vez más en la mejora de la
metodología
académica (rigurosa acumulación de información y refina•
miento en la lógica del análisis y de la inferencia). La
historia
política comparada ha hecho importantes contribuciones a la
teoría del Estado, las instituciones políticas y las Eolíticas
públi•
cas (Moore, 1966; Skocpol, 1979,1984). Hairy Eckstein y
Ale-
xander George han refinado la metodología de los estudios de
casos, aumentando el rigor de los estudios históricos en polí•
27
tica comparada y en política exterior . Se ha mejorado y refi•
nado la metodología de la comparación gracias a la obra de
Almond y sus colaboradores, Adam Przeworski y James Teu-
ne, Arend Lijphart, Neil Smelser, Mattei Dogan, David
28
Collier, y Gary King, Robert Keohane y Sidney Verba .
Con la obra de Rawls, Nozick, Barry, Walzer, Fishkin,
etc., la filosofía política normativa ha conocido un progreso
sus• tancial al que no han sido ajenos totalmente los estudios
29
empí• ricos . En la reciente edición de Political Science:
The State ofthe Discipline 7/(1993), William Galston señala
que la filo• sofía y la teoría políticas están moviéndose en la
dirección de una mayor confianza en la evidencia empírica, la
mayor parte de la cual proviene de la investigación en ciencia
política y en las demás disciplinas de la ciencia social.
Galston urge a los teóricos políticos a emprender la tarea de
codificar los hallaz• gos de la investigación empírica en lo
que tengan que ver con
la filosofía política, como han hecho Robert Dahl (1956), algunas otras veían la cara de la ciencia carente de toda
Den- nis Thompson (1970) y James Q. Wilson (1993). compasión y empatia y como una amenaza para un
La evaluación de Martin Shapiro (1993) sobre el estudio conocimiento humano. No debería pasar• se por alto el temor
contemporáneo de los tribunales y el derecho público urge a quedarse obsoleto generado por la intro• ducción de la
igualmente una mayor integración de los estudios legales y la estadística, las matemáticas y el virtuosismo dia- gramático.
ciencia política procesal e institucional. La ciencia política Pero las generaciones más jóvenes entre los cultivadores de
sin análisis jurídico pierde seriamente poder explicativo; y el la historia, la filosofía y el derecho políticos han superado esas
análisis jurídico sin el contexto político procesal e institucio• ansiedades, han descubierto los puntos vulnera• bles y los
nal es formalista y estéril. La obra de Shapiro y la del grupo defectos del enfoque conductista, han desarrollado su propio
cada vez más numeroso de estudiosos de los tribunales y el arsenal de mistificaciones, y han demostrado ser tan com•
derecho público demuestra la validez de esta proposición petentes en las fintas como sus hermanos conductistas.
(véa• se Drewry: cap. 6). 3. La ciencia política en Europa
Así, nuestra aproximación a la historia de la ciencia políti•
ca incluye el progreso alcanzado en las subdisciplinas más Aunque la ciencia política tuvo sus orígenes y su primer
tra• dicionales, medido con los mismos criterios. Cuando el desarrollo en el mundo mediterráneo de la Antigüedad y en la
estudio de la política se ha visto afectado por la revolución Europa del Medievo católico, el Renacimiento, la Reforma,
30
científica del último siglo, la respuesta de la disciplina de la la Ilustración y el siglo xix , se trató de un asunto de intelec-
ciencia polí• tica ha sido plural y ambivalente. Algunas partes
de la discipli• na respondieron antes a tales desafíos; y 30
Y, por supuesto, en la Antigüedad india (Rangavajan, 1987) y en el
Islam medieval (Rabi, 1967).
116 117
Un reciente número del European Journal of Political
tualidad individual (aunque fuera en marcos institucionales Research (Valles y Newton, 1991) está dedicado a la historia
como las academias griegas o las universidades europeas del de posguerra de la ciencia política en Europa occidental. El
Medievo y después). Muchos de los primeros filósofos y teó• artículo introductorio de los editores argumenta que el pro•
ricos políticos funcionaban como académicos a tiempo parcial greso de la ciencia política en Europa ha estado asociado a la
dentro de la Iglesia -en su burocracia o sus órdenes-, eran democratización -por razones obvias- y a la emergencia del
man• tenidos por patronos reales o aristocráticos, o eran ellos Estado de bienestar, porque un Estado intervencionista, abier•
mis• mos aristócratas o gente adinerada. En el siglo xix, con to y penetrador requiere grandes cantidades de información
el cre• cimiento de las universidades europeas, los estudios sobre los procesos y el funcionamiento políticos. Aunque reco•
sobre el Estado, la administración, la política y las políticas nocen que el impacto de la ciencia política americana sobre
públicas se llevaban a cabo cada vez más en las la europea ha sido muy sustancial, señalan el hecho de que
universidades. Hasta hace poco, la unidad típica de las ya había una tradición de estudios electorales «conductistas»
universidades europeas consistía en una cátedra profesoral en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial (Siegfried,
ocupada por un académico indivi• dual, al que rodeaba un 1930), con Duverger ('1951, 1976) en Francia y Tingsten
grupo de docentes de menor rango y ayudantes. En las ('1937,1963) en Suecia. Las grandes figuras del xix y
décadas de posguerra algunas de estas cáte• dras comien• zos del xx en las ciencias sociales que inspiraron
universitarias fueron ampliadas hasta formar departa• los desa• rrollos creativos en América eran europeos, como
mentos con un número de profesores con distintas especiali• ya hemos sugerido. Richard Rose (1990) señala que, aunque
dades de docencia e investigación. los gran• des desarrollos de la moderna ciencia política
tuvieron lugar en Estados Unidos después de la Segunda Wilson, los Frank Goodnow, los Charles Merriam- obtuvie•
Guerra Mundial, los fundadores de la ciencia política ron sus licenciaturas o hicieron estudios de doctorado en uni•
americana -los Woodrow versidades europeas, principalmente en las alemanas. El
apren• dizaje, la cultura y la destreza profesional estaban
concentradas en el viejo mundo, que quedó mermado cuando
se desplaza• ron al oeste. En el período anterior a la Primera
Guerra Mun• dial, los académicos americanos aún se veían a
sí mismos como provincianos. En los años de entreguerras, y
en un centro tan innovador como la Universidad de Chicago,
Merriam urgía aún a sus estudiantes más prometedores a
que pasasen un año de posgrado en Europa y les
proporcionaba ayuda finan• ciera para ello.
Las conquistas del nazismo y el fascismo y la devastación
de la Segunda Guerra Mundial interrumpieron la vida univer•
sitaria en la Europa continental durante casi una década. Bue•
na parte de la ciencia social alemana se trasplantaría efectiva•
mente a Estados Unidos, donde contribuyó al esfuerzo de
guerra americano y enriqueció la investigación y la docencia
americana en sociología, psicología y ciencia política. Había
todo un claustro de «exiliados» en la Nueva Escuela de Cien•
cia Social de Nueva York; y apenas había alguna universidad
importante sin uno o más catedráticos «exiliados» en sus pro•
fesorados de ciencia social. Académicos como Paul Lazars-
feld, Kurt Lewin, Wolfgang Kohler, Hans Speier, Karl
Deutsch, Hans Morgenthau, Leo Lówenthal, Leo Strauss,
Franz Neu- mann, Henry Ehrmann, Otto Kirchheimer,
Herbert Marcuse, hicieron importantes contribuciones a la
revolución conduc- tista en Estados Unidos, así como a las
distintas tendencias que la atacaron. Por consiguiente, la
ciencia política que se importó en Europa tras la Segunda
Guerra Mundial era en parte el pro• ducto de una raíz de
ciencia política que originariamente prove• nía de Europa.
En las primeras décadas tras la Segunda Guerra Mundial,
cuando se renovaba la planta física de Europa y se volvían a
levantar sus instituciones y a dotarlas de personal, lo novedo•
so en las ciencias sociales era mayoritariamente de origen
ame• ricano. La ruptura con. el legalismo y con el enfoque
histórico en el estudio de las instituciones de gobierno, los
partidos polí-
118 119
ticos y las elecciones, los grupos de interés, la opinión y la cada en Europa con un estudio sobre Inglaterra a comienzos
comunicación política, se había llevado a cabo en las univer• de los sesenta, al que seguirían otros países europeos. Cada
sidades y los centros de investigación americanos. Junto al Plan estudio electoral nacional dejaba un cuadro de profesionales
Marshall para la destrozada economía europea, los académi•
cos americanos se convirtieron, con el respaldo de algunas fun•
daciones filantrópicas americanas, en misioneros que renova•
ron la academia europea y difundieron los enfoques empíricos
y cuantitativos americanos. Jóvenes académicos europeos, ayu•
dados por becas de la fundación Rockefeller o de otras funda•
ciones, vinieron por docenas a las universidades americanas.
Algunos programas de investigación radicados en América -e l
Comité SSRC de política comparada, los estudios electorales
de la Universidad de Michigan, los estudios de Inglehart sobre
valores políticos- buscaron colaboradores europeos, los for•
maron y, con frecuencia, los financiaron.
Esta dependencia desequilibrada sólo duraría un corto
período de tiempo. La academia y las tradiciones en ciencias
sociales tenían raíces demasiado profundas en las culturas
nacionales europeas como para quedar completamente des•
truidas en el período nazi. Hacia los años sesenta, las viejas
universidades se habían reconstruido y se habían fundado
muchas nuevas. Las voces europeas estaban contribuyendo
cada vez más a la producción más importante de la investiga•
ción en ciencias sociales. El Comité de Sociología Política de
la Asociación Internacional de Sociología (ISA), aunque com•
binase los esfuerzos americanos con los europeos, era predo•
minantemente europeo en cuanto a participación. Su impac•
to en Europa fue tan grande como el que antes había tenido
el Comité Americano de Política comparada. Los estudios
comparativos europeos, como el proyecto de las pequeñas
democracias europeas llevado a cabo por Dahl, Lorwin, Daal-
der y Rokkan, contribuyeron al desarrollo del profesionalis•
mo en la ciencia política europea. El Centro de Investigación
de Encuestas de la Universidad de Michigan comenzó su acti•
vo papel en el desarrollo de la investigación electoral sofisti•
europeos queda reflejada por el número de departamentos
formados que seguirían el futuro trabajo de la investigación
nacionales afiliados al ECPR. De los 140 miembros de 1989,
electoral.
40 eran del Reino Unido, 21 de Alemania, 13 de Holanda, 11
En 1970 se fundó un Consorcio Europeo para la Investi•
de Italia y 5 de Francia (Rose, 1990, p. 593). La influencia
gación Política (ECPR) con fondos de la Fundación Ford
de la ciencia política americana en la ciencia política euro•
(Rose, 1990), que tenía una agenda similar a la de los comités
pea e internacional se refleja hasta cierto punto por el núme•
de ciencia política del Comité americano de Investigación en
ro de afiliados extranjeros a la Asociación Americana de Cien•
Ciencias Sociales (SSRC). Suministraba fondos para el esta•
cia Política (APSA), suscriptores, por tanto, del American
blecimiento de un programa de formación en metodología de
Political Science Review: Reino Unido, Alemania y Japón tie•
las ciencias sociales a través de una escuela de verano (situa•
nen bastantes más de cien miembros cada uno; Israel, Corea
da en la Universidad de Essex), de seminarios de trabajo sobre
del Sur y Holanda tienen unos cincuenta miembros cada uno;
temas de investigación determinados celebrados en distintos
Noruega, Suecia y Taiwán tienen unos treinta miembros; Fran•
centros nacionales, de proyectos de investigación conjuntos.
cia tiene 27 (APSA, 1994, pp. 327 ss.).
Entre las actividades que ha promovido se encuentran un
Archivo de Datos y una revista profesional, The European En los años noventa, organizada en la Asociación Interna•
Journal of Political Research. La afiliación al ECPR se hace cional de Ciencia Política (IPSA), en varias organizaciones
a través de un departamento o institución. En 1989, el ECPR nacionales y de extensión geográfica más reducida, así como
contaba con 140 departamentos afiliados. En 1985, el Direc• en distintas especializaciones funcionales, estaban globalmente
torio de Politólogos Europeos no llegaba a los 2.500 miem• bien establecidas tanto la profesión de la ciencia política como
bros. La fuerza de la ciencia política en los distintos países una concepción común sobre la academia.
120 121
una unidad inescindible, por lo que los marxistas rechazarían
IV . Perspectivas opuestas de la historia disciplinar
tanto la visión de progreso como el eclecticismo de nuestra
aproximación. El segundo grupo que rechaza el eclecticismo
Se puede dividi r en cuatro grupos a los que no estarían de
metodológico de nuestro enfoque son los maximalistas den•
acuerdo con esta visión ecléctica y de progreso sobre la histo•
tro de los politólogos de la «elección racional», cuya visión
ria de la ciencia política. Están quienes rechazan la noción de
de la historia disciplinar culmin a en una etapa
una ciencia política en progreso, ya sea desde una perspectiva
parsimoniosa, reductiva y matemático-formal.
anticientífica (los straussianos) o desde una perspectiva pos-
científica deconstructiva. Y están los que rechazan el eclecti•
cismo de nuestra posición. Dentro de éstos están los marxis- a) Anticiencia
tas y neomarxistas, que sostienen que las leyes fundamentales
de la sociedad humana han sido descubiertas por Mar x y sus La versión straussiana de la historia de la ciencia política
asociados y que estas leyes muestran que los procesos históri• se remonta a las polémicas intelectuales alemanas de finales
cos, económicos, sociales y políticos, así como las acciones del x i x y comienzos del x x . Como el jove n doctor
humanas que tienen efectos sobre estos procesos, constituyen alemán que era en los años inmediatamente posteriores a la
Primera Guerra Mundial, Leo Strauss compartía la «ser» fue mediante una filosofía política afirmativa, que bus•
admiración general hacia Max Weber por «su intransigente case la forma justa de gobierno y de sociedad a través de la
devoción hacia la hones• tidad intelectual [...], su devoción recuperación de los grandes ejemplos del canon de la f i l o •
apasionada hacia la idea de la ciencia» (Strauss, 1989, p. 27). sofía política, a través del diálogo y la deliberación, y a través
En su camino hacia el norte desde Friburgo, donde había de la educación de una élite cívica.
asistido a las clases de Heidegger en 1922, Strauss dice de sí De acuerdo con Strauss, Weber era la figura intelectual pro•
mismo que experimentó una desi• lusión damasquina con blemática que legitimaba la ciencia social positivista moder•
Weber y una conversión al existen- cialismo heideggeriano. na, su separación de hechos y valores, su «neutralidad ética»,
La manera en la que Strauss enfrentó el pesimismo de la su esfuerzo por estar «libre de valores». Strauss atribuye a Ma x
visión heideggeriana de la naturaleza del Weber la creencia de que todos los conflictos de valores son
122 irresolubles. «La creencia de que los juicio s de valor no están
sujetos, en última instancia, al control racional, alienta la inc l i
• nación a hacer afirmaciones irresponsables con respecto al
bien y al mal , a lo correcto y a lo incorrecto. Se evita la
discusión seria de los asuntos serios por el simple mecanismo
de hacer• los pasar como problemas de valor». Esta búsqueda
de la obje• tividad produce una:
31
Para captar todo el sabor del desafío straussiano, véanse los ensayos
que aparecen en Storing (1962) y el debate que generaron en el American
dice Weber (1949, p. 152), «estimar las oportunidades que tene• (ibi- dem) señala qu e l a cienci a nos pued e capacita r par a
mos de lograr cierto fin mediante ciertos medios disponibles clarific a r nuestras metas y comprender su significado. «Lo
[...], podemos criticar la elección de ese mismo fin como sen• logramos al hacer explícitas y al desarrollar de manera
sato en la práctica [...] o como un sin sentido a la vista de las lógicamente con• sistente las "ideas" que [...] subyacen en el
condiciones existentes». Al elaborar su argumento sobre las fin de que se trate. Es evidente por sí mismo que una de las
formas en las que los medios pueden tener efectos «no inten• tareas de cualquier ciencia de la vida cultural es llegar a una
cionados» sobre los fines, Weber (1958, p. 152) dice: comprensión racio• nal de estas "ideas" por las que los
hombres [...] luchan».
[...] podemos responder la pregunta: qué «costará» el logro del «Pero», continúa Weber, «el tratamiento científico de los
fin deseado en términos de una pérdida predecible de otros juicio s de valo r puede no sólo comprender y analizar con
valores. Puesto que en la gran mayoría de los casos, cada meta empatia los fines deseados y los ideales que les subyacen; tam•
por la que nos esforzamos «cuesta» [...] algo en este sentido,
el peso de la meta en términos de consecuencias no intencio•
bién puede juzgarlos críticamente» de acuerdo con su con•
nadas no puede omitirse de la deliberación de personas que sistencia interna. «L a elevación de estos modelos último s
obran con un sentido de la responsabilidad [ . . . ] . [L a [...] al nivel de la explicitación es lo máximo que puede hacer
ciencia puede hacer que uno] se dé cuenta de que toda acción, el tratamiento científico de los juicio s de valor sin entrar en el
y natu• ralmente toda inacción, implic a entre sus campo de la especulación [...]. Una ciencia empírica no pue•
consecuencias la adhesión de ciertos valores y [.. . ] , lo que de decirle a nadie lo que debería hacer sino, más bien, lo que
con tanta frecuencia se pasa por alto, el rechazo de otros. puede hacer y -baj o ciertas circunstancias - lo que desea
hacer» (ibidem).
Pero j u n t o a este análisis dobl e de medios-fines , Webe r
125
La realidad de la formulación weberiana del problema de [...] el fallecimiento del positivismo y de las exigencias de veri•
los hechos y los valores está tan alejada de la caricatura straus- ficació n com o la única instancia filosófic a de las ciencias
siana, como la representación que hacen del estado de la cien• humanas, con el rejuvenecimiento del discurso normativo en
una sociedad preocupada por los peligros de una ciencia desa•
cia política empírica contemporánea. Por consiguiente, recha• tada [. . . ] . Los politólogos en general y los teóricos políticos
zamos la visión de la historia de la disciplina que subyace en en particular ya no desean adoptar acríticamente la distinción
la perspectiva straussiana. Por otro lado, incluiríamos buena de hecho y valor que controló las ciencias sociales durante
parte de la obra sustantiva de estos teóricos políticos -y del pro• generaciones.
pio Strauss- en la obra que recogemos en la aproximación ecléc•
tica y progresiva que ofrecemos aquí, en tanto que ha aumen• Sobre este tema insiste una pequeña subdisciplina de la
tado el conjunto de las inferencias deducidas lógicamente sobre ciencia política que se especializa en la «historia de la ciencia
la política a partir de cúmulos fiables de evidencia. política». Davi d Ricci , en un libr o de 1984 llamado The Tra-
gedy of Political Science, sostiene que la ingenua creencia en
una «ciencia» política que había aparecido en la ciencia polí•
b) Posciencia, posconductismo tica americana de los años veinte a los sesenta, quedó com•
pletamente desacreditada en los desórdenes de los sesenta y
Entre los politólogos contemporáneos, se da la opinión pre• los setenta. Concluye que la ciencia política como ciencia empí•
valeciente, quizá predominante, de que la historia de la disci• rica sin la inclusión sistemática de valores y alternativas éticos y
plina se encuentra ahora en su fase «pospositivista, poscientí- morales, y sin un compromiso con la acción política, está
fica, posconductista». Saxonhouse (1993, p. 9) habla de:
126
Review entre un grupo de historiadores de la ciencia política.
condenada a la desilusión. La ciencia política tiene que tomar
En un artículo que apareció en el número de diciembre de 1988,
partido o convertirse en un campo de estudio «preciosista» e
«History and Disciplin e in Politica l Science», John Dryze k
irrelevante. De modo incluso más duro, Raymond Seidelman
y Stephen Leonard (1988, p. 1256),
(1985) rechaza el profesionalismo en la ciencia política, sos•
teniendo que la ciencia política moderna tiene que servir de [...] concluyen que no hay una instancia neutral para evaluar,
puente que una la separación entre conocimiento y acción, «si aceptar o rechazar las identidades disciplinares. Más bien,
estos engaños [profesionales] pretenden transformarse en nue• los modelos sólo pueden surgir de los conflictos y los deba•
vas realidades democráticas». tes en el seno de y entre tradiciones de investigación. Es en el
Ha habido un intercambio sustancial de ideas sobre la «iden• conflicto y en el debate donde cristaliza la relación entre la
tidad» y la historia de la ciencia política en la década que sepa• historia disciplinar y la identidad [.. .] . La pluralidad va a ser
ra las dos ediciones del libro de Ada Finifter, Political Scien• la esencia de, en lugar de un obstáculo para, el progreso de la
ciencia política.
ce: State ofthe Discipline (1983, 1993). En la primera, John
Gunnell (1983, pp. 12 ss.) presenta un dibujo de la historia de
La opinión que aquí se expresa es la de que habrá tantas
la ciencia polític a marcado por la revolució n «científica»
historias disciplinares como «identidades disciplinares» hay, y
de mitad de siglo, entre los años veinte y los setenta, seguida de
que no existe una forma «neutral» de escoger entre ellas.
una período postempirista que llega hasta el presente. En la
segunda edición, Arlene Saxonhouse (1993) hace el comenta• Bajo el título general de «Can Political Science History be
rio sobre el «fallecimiento del conductismo» citado arriba. En Neutral?» (Dryzek et al., 1990), apareció todo un frenesí de
el intervalo entre estos dos volúmenes, ha habido un mayor 127
intercambio de opiniones en la American Political Science
a la historia disciplinar, este consenso sostiene que ninguna de
respuestas a esta aproximación pluralista a la historia de la cien•
ellas constituye una pretensión válida. Nuestra explicación del
cia política. Las contribuciones de James Farr, John Gunnell
crecimiento del conocimiento político, definido como la capa•
y Raymond Seidelman aparecían acompañadas de una réplica
cidad para deducir inferencias lógicas sensatas a partir de un
de Dryzek y Leonard. Los tres primeros apoyan la visión «plu•
creciente conjunto de evidencias fiables, al que estos «histo•
ralista» de la historia disciplinar expresada por Dryzek y Leo•
riadores» de la ciencia política se refieren como «neopositivis-
nard, aunque con algunas matizaciones. En dos colecciones
mo», sería sólo una entre varias explicaciones, ninguna de las
recientes de artículos que se ocupan de la historia de la cien•
cuales tendría una pretensión especial de validez.
cia política, James Farr y sus asociados (Farr y Seidelman,
El tratamiento que hemos hecho en este capítulo avanza
1993; Dryzek, Farr y Leonard, 1995) codifican esta perspecti•
y demuestra en su aproximación histórica que de hecho hay
va pluralista.
una versión «privilegiada» de nuestra historia disciplinar y que
Debemos concluir de estos intercambios que, al menos entre ésta es una historia de progreso, medido por el aumento del
este grupo de autores contemporáneos sobre la historia de la conocimiento basado en la evidencia y la inferencia. Incluiría
ciencia política, hay un consenso «deconstruccionista , posmo• la obra de las escuelas rivales, en la medida en que satisface
derno», que sostiene que no hay un canon privilegiado de cien• estos criterios. Excluiría las pretensiones y las proposiciones
cia política. Mientras que cada una de las escuelas competido• que no se basan en la evidencia o que no son falsables median•
ras más importantes sobre la historia de la ciencia política - l a te el análisis lógico y la evidencia. De hecho, el hil o privile•
así llamada perspectiva «conductista» o de «ciencia» política, giado de nuestra historia disciplinar es la práctica académica
las perspectivas anti y poscientíficas, y la marxista y la de la rigurosa y objetiva.
elección racional- pretenden ser la única aproximación válida
128
c) Integrismo y maximalismo: antipluralismo Mannheim atribuye a Ma x Weber la demostración de que es
posible una práctica académica objetiva en la ciencia social
1. Teoría y praxis (Mannheim, 1949, p. 146). Pero aunque la objetividad llega a
Hay varias escuelas que desafiarían la aproximación a la ser posible para Mannheim, esta capacidad sólo es probable
historia de la ciencia política como el progreso de la práctica que sea desarrollada «por un estrato relativamente desclasado
académica «objetiva», sobre la base de que la objetividad es que no está situado demasiado firmemente en el orden social
imposible de alcanzar y, si se la busca, conduce al «cientifis- [...] . Este estrato desvinculado relativamente desclasado es,
ll
mo» y al mantenimiento del statu quo. Desde este punto de para usar la terminología de Alfre d Weber, la intelligentsia
vista, hay que renunciar incluso a la búsqueda de la objetivi• socialmente desligada"» (1949, p. 171). Para la academia con•
dad profesional. Hay que tomar partido político y emplear cons• temporánea de la ciencia política, el «profesionalismo» ha ocu•
cientemente la práctica académica al servicio de buenas metas pado el lugar de la «intelligentsia desligada» de Mannheim
políticas. Para las distintas escuelas neomarxistas, esto signi• como garantía del deber de búsqueda de la objetividad (profe•
ficaba enganchar la práctica académica al socialismo. sionalismo en el sentido de pertenencia a asociaciones profe•
En la historia de la academia marxista hubo un momento sionales, acreditación y revisión por otros miembros de la pro•
fesión en el reclutamiento y la práctica académica, etc.). En el
en el que una rama de esta tradició n rechazó este punto de
vista dialéctico de la academia. En Ideología y utopía, K ar l
momento en que Weber y Mannheim presentaban estas ideas,
las asociaciones profesionales en las ciencias sociales y, en par•
Mannheim concluía que era posible la objetividad en la cien•
ticular, en la ciencia política y la sociología se encontraban en
cia política. «La cuestión de si es posible una ciencia de la polí•
tica y de si debe enseñarse, tiene que - s i resumimos todo lo 129
que hemos dicho hasta aquí - responderse afirmativamente».
su infancia. Y es interesante que precisamente sea esta noción Una reciente formulación de Habermas (1992, pp. 439 ss.)
de la búsqueda de la objetividad a través del profesionalismo reafirma esta perspectiva de la unidad entre la teoría y la
la que continúe siendo el objetivo tanto de los neomarxistas «praxis». La influencia de este punto de vista queda reflejada
contemporáneos como de otros críticos de «izquierda». por la penetración profunda de visiones similares en los estu•
Esta polémica contra la «neutralidad ética» y la «búsque• dios de área sobre Latinoamérica, África y otras, bajo el nom•
da de la objetividad» ha sido llevada a cabo desde distintas bre de «teoría de la dependencia», durante los años setenta y
perspectivas. La Escuela de Frankfurt, de la que nació la «teoría ochenta (Packenham, 1992).
crítica» -inspirada por el teórico marxista Lukács y dirigida ¿Cómo podemos tratar a la academia marxista y neomar-
por Ma x Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse y, en xista en esta aproximación ecléctica y progresiva de la histo•
la actualidad, por Jürgen Habermas-, mantiene que la investi• ria de la ciencia política? De hecho, esta literatura es muy con•
gación política es un aspecto siderable, alcanzando muchos cientos de volúmenes y un
enorme número de artículos eruditos. Un ejemplo del muy
[...] de una situación total capturada en el proceso de cambio importante lugar que parte de esta obra debe tener en la histo•
social [...] . Los positivistas no comprenden que e l proceso de
ria de la ciencia política son los importantes estudios de base
conocimiento no puede separarse de la lucha histórica entre
los humanos y el mundo . La teoría y la labor teórica están empírica sobre clase y política que fueron en gran medida el
entremezclados en los procesos de la vida social. El teórico producto de los académicos marxistas y neomarxistas. Sin
no puede mantenerse al margen, contemplando, reflexionan• embargo, aunque el marxismo dirigió la atención hacia el poder
do y describiendo pasivamente la «sociedad» o la «naturaleza» explicativo del desarrollo económico y de la estructura social,
(Held, 1980, pp. 162 ss.).
130
también desvió la atención académica lejos de otras impor• 2. Maximalismo científico: el enfoque
tantes variables explicativas, como las instituciones políticas, de la elección racional
la religión, la etnia, el contexto internacional, el líderazgo indi • El enfoque de la elección racional -llamado de varias for•
vidual, la contingencia y el azar. Su concepción del desarrollo mas «teoría formal», «teoría positiva», «teoría de la elección
económico era demasiado simplificada y primitiva. Al produ• pública» o «teoría de la elección colectiva»- es predominante•
cir la economía moderna una fuerza de trabajo cada vez más mente una entrada lateral en la ciencia política desde la eco•
diversificada e internacionalizada, la capacidad de los acadé• nomía. Politólogos como Pendleton Herring, V. O. Key Jr. y
micos marxistas para percibir y ponderar de manera adecuada Elmer Schattschneider (Almond , 1991, pp. 32 ss.) habían uti •
las variables económicas, sociales y políticas se atenuó. De esta lizado metáforas económicas. Pero fueron los economistas
manera, aunque las distintas escuelas marxistas aumentaron -Kenneth Arrow, Anthony Downs, Duncan Black, James Bucha-
considerablemente la cantidad y la clase de evidencia dispo• nan y Gordon Tullock, y Mancur Olson - quienes aplicaron pri •
nible para los académicos de la historia y la ciencia social, su mero los modelos y métodos económicos al análisis de temas
lógica inferencial era seriamente defectuosa e inadecuada para políticos como las elecciones, el voto en comisiones y cáma•
la falsación. Eric Hobsbawm (1962, 1987, 1994) y otros his• ras legislativas, la teoría de los grupos de interés y demás32. En
toriadores marxistas ( H i l l , 1982; Hilton , 1990; la edición de 1993 de Political Science: The State ofthe Disci•
Thompson, pline, el capítulo que trata de la «teoría de la elección racional for-
1963) hacen una gran contribución sobre el siglo x i x y ante•
riores a la historia académica, pero tienen dificultades en sus 32
Arrow, 1951; Downs, 1957; Black, 1958; Buchanan y Tullock, 1962;
esfuerzos para interpretar y explicar el XX (Judt, 1995). Olson, 1965.
131
mal» dice que este enfoque promete «una ciencia acumulativa experimentales a los observacionales e inductivos para
de la política». Sus coautores sostienen que «la teoría de la comprobar las hipótesis.
elec• ción racional ha cambiado de manera fundamental la Ésta es la versión ambiciosa, maximalista, del enfoque que
forma en la que la disciplina debería proceder al estudiar la podemos encontrar en la contribución al volumen State ofthe
política y al formar a los estudiantes» (Lalman et al., 1993). Discipline II que acabamos de citar (Lalman et al., 1993), en
Este enfoque mantiene la perspectiva de una teoría de la «The Emerging Disciplin e of Political Economy» (1990) de
ciencia política acumulativa y unificada -parte de una teoría Peter Ordeshook, en «Political Science and Rational Choice»
de la ciencia social formal y unificada - basada en los (1990) de Willia m Riker, en «Toward a Unified View of Eco-
axio• mas o las asunciones comunes que se derivan nomics and the Other Social Sciences» (1990) de Mancur
esencialmente de la ciencia económica. Estas asunciones Olson, así como en otros autores de este género. Este enfoque
consisten en que los seres humanos son egoístas, mantiene que hay una discontinuidad en la historia de la cien•
maximizadores, materialistas y racionales, primordialmente a cia política, según la cual todo lo que ocurrió antes hay que
cort o plazo. Sus defensores sos• tienen que de tales premisas verlo como precientífico. Su visión del futuro de la disciplina
se pueden deducir hipótesis res• pecto a cualquier esfera de consiste en un cuerpo acumulativo de teoría formal, interna•
la actividad humana: desde deci• siones sobre qué comprar y mente lógica y consistente, capaz de explicar la realidad polí•
cómo pagarlo, y a quién votar, hasta decisiones sobre con quién tica con un número relativamente pequeño de axiomas y pro•
casarse, cuántos hijos tener, cómo deberían negociar y formar posiciones.
coaliciones los partidos políticos, cómo deberían negociar y Algunos autores muy eminentes de este movimient o no
formar alianzas las naciones, etc. La teoría es parsimoniosa, comparten estas expectativas maximalistas. En la cuestión del
lógicamente consistente, matemática, y prefiere los métodos
132
contenido de la utilidad , algunos economistas rechazan el
modelo de Hombre Económico como un maximizador egoís•
ta, materialista y racional. Hace ya tiempo, Milto n Friedman
(1953) mantuvo la postura de que era indiferente si esta
asunción era correcta o incorrecta en tanto que produjera
predicciones válidas. En la medida en que se mostrase relevante,
podría cum• plir una función heurística al comprobar el
provecho que podían tener distintas versiones de la utilidad. Es
interesante que uno de los pioneros de la teoría política de la
elección racional, Ant • hony Downs, se haya apartado hace
ya tiempo de un Hombre Político modelado a partir del
Hombre Económico; encontrán• dose ahora comprometido en
un importante trabajo sobre valo• res sociales y democracia,
que asume la importancia de las ins• tituciones políticas para
las decisiones políticas, y la importancia de la socialización
política de las élites y los ciu • dadanos en el uso y el
perfeccionamiento de las instituciones políticas (Downs,
1991). Habiendo perdido contacto con las instituciones
debido a la estrategia reduccionista seguida por este
movimiento, ahora la mayoría de sus practicantes están a la
busca de las instituciones (Weingast: infra, cap. 5; A l t y Ale -
sina: infra, cap. 28).
Robert Bates (1990), un pionero en la aplicación de la teoría
de la elección racional al estudio de los países en desarrollo,
está a favor ahora de una aproximación ecléctica al análisis
político. «Cualquiera que trabaje sobre otras culturas sabe
que las creencias y los valores de la gente importan, así como
también las características distintivas de sus instituciones».
Bates quiere combinar el enfoque de la economía política con
el estudio de las culturas, las estructuras sociales y las institu•
ciones. «Un atractivo importante de las teorías de la elección
y la interacción humana, que está en el núcleo de la economía
política contemporánea, es que ofrece las herramientas para
conectar causalmente los valores y las estructuras con sus con•
secuencias sociales».
Esta versión menos heroica de la teoría de la elección racio•
nal tiene bastante continuidad con la así llamada ciencia polí•
tica «conductista». Y así se la contempla también en esta ver•
sión de la historia de la ciencia política . Su aproximación
133
deductiv o f o r m a l par a l a gen er aci ó n d e hipótesi s tien e 134
d if e • rentes usos, per o no es inherentemen t e superio r al
proces o de construcció n d e hipótesi s a parti r d e l
co no ci m i en t o empír ic o profundo, com o reclama n alguno s de
sus devotos . Gree n y Sha- pir o (1994 , p . 10) sostiene n qu e
136
Agradecimientos
Bibliografí
a
149
en los márgenes de las disciplinas formales. El avance actual
de las ciencias sociales puede explicarse en gran parte por la
hibridación de distintos segmentos de estas ciencias. Sería
imposible concebir una historia de la ciencia política y de sus
tendencias actuales sin referencia a las otras ciencias sociales.
I . Especialización, fragmentación,
hibridación
150
3. La ciencia política y las otras ciencias
sociales
MATTEI DOGAN
Conforme los politólogo s se han id o especializando Es necesario subrayar las dos partes del proceso: la frag•
más y más, algunos miembros [de la Asociació n mentación en campos especiales y la especialización por hibri •
American a de Ciencia Política, A PS A ] han llegado a la dación. Es la interacción de estos dos procesos, y no cada uno
conclusión de que otras organizaciones sirven mejor a sus de ellos por separado, la que ha conducido al notable avance
intereses. Por ejem• plo, un especialista en el área de tanto de las ciencias naturales como de las sociales. La rees•
gobierno comparado puede encontrarse con que tiene más
tructuración continua de la ciencia política , como la de las
en común con economistas, sociólogos y antropólogos que
trabajan en la misma área que con los politólogos. Esto demás ciencias sociales, ha sido el resultado de estos dos pro•
también puede reducir el valor del American Political Science cesos en lucha. Sin embargo, tanto la fragmentación como su
Review [...] . L a especialización ha devaluado las razones correlato, la hibridación, se han desarrollado mucho más
para afiliarse a la APS A (Lynn , 1983, pp. 114-115). recien• temente en la ciencia política que en ningún otro
sitio. En el pasado distante, los campos híbridos fueron el
En Europa se observa el mismo fenómeno. Las asociacio• resultado de las separaciones entre disciplinas completas.
nes profesionales nacionales ceden terreno a favor de organi• Las separaciones aparecen hoy entre subcampos especializados
zaciones internacionales que representan las de subdisciplinas vecinas. Como resultado, la fragmentación de
especializaciones entre disciplinas distintas. las disciplinas en subcampos especializados en las últimas
décadas ha dado lugar al desarrollo de especialidades híbridas. Estas últimas no nece•
154 sitan colocarse a mitad de camino entre dos disciplinas
sobe• ranas. Pueden ser enclaves de una sección de la ciencia
políti • ca en un sector de otra disciplina. Combinan dos
dominios delimitados, no disciplinas enteras. Estos
dominios no tienen por qué ser adyacentes.
La hibridación aparece en la lista de comités de investiga•
ción patrocinados por la Asociación Internacional de
Ciencia Política (IPSA). Entre los cuarenta grupos reconocidos
en 1995, la mayoría se relacionan con especialidades de otras
disciplinas siendo, por tanto, híbridas: Sociología Política,
Filosofía Políti• ca, Geografía Política, Psico-política,
Religión y Política, Él i •
tes Políticas y Sociales, Fuerzas Armadas y Política, Aliena -
, ción Política, Política y Etnicidad, Educación Política,
Economía Política Internacional, Orden Económico
Internacional, Estu• dios Judiciales Comparados, Biologí a y
Política, Negocios y Política, Ciencia y Política, Pluralismo
Sociopolítico, Política Sanitaria, Roles Sexuales y Política,
Cambio Medioambiental* Global, Análisis Terminológico y
Conceptual, etc. Cada uno de estos grupos está en contacto con
especialistas que pertenecen formalmente a otras disciplinas.
Los estudios sociométricos muestran que muchos espe•
cialistas están más en contacto con colegas que pertenecen
oficialmente a otras disciplinas que con colegas de la
suya propia. El «colega invisible» , descrito por Robert
Merton , Diana Crane y otros sociólogos de la ciencia, es
una institu • ción eminentemente interdisciplinar porque
asegura la comu• nicación no sólo de una universidad a
otra y a través de las fronteras nacionales, sino también y
sobre todo lo hace entre especialistas vinculados
administrativamente a distintas dis• ciplinas. Las redes de
la influencia a través de las discipli • nas son de tal
magnitud que están borrando la vieja clasifi• cación de las
1
ciencias sociales .
1
De hecho, podríamos construir un «Árbol Genealógico de la
Ciencia Política» a través de las distintas naciones. «El contenido de la
investigación politológica sueca antes de 1945 estaba dominado por tres
corrientes princi• pales; cada una de estas corrientes se orientaba hacia
alguna otra disciplina académica: derecho constitucional, historia,
filosofía» (Ruin, 1982, p. 299). 155
I I . Préstamos de las disciplinas vecinas internacional. En realidad, lo han hecho. Cada una de las demás disciplinas de
las ciencias socia• les reclama una parte de la ciencia política» (Andrews,
1988, p. 2) .
El proceso de hibridación consiste en primer lugar en pres•
tar y tomar prestados conceptos, teorías y métodos. Revisar el 156
proceso de los préstamos hechos nos llevaría demasiado lejos.
Tengo que renunciar aquí a esa revisión. En cualquier caso, la
ciencia política ha tomado prestado siempre mucho más de lo
que ha dejado a otras disciplinas.
Utilizando la Enciclopedia Internacional de las Ciencias lización, inconsistencia de status, clase obrera, Gemeins-
Sociales (Sills, 1968) y los índices analíticos de algunos libros chaft- Gesellschaft.
importantes, he compilado un inventario de más de doscien• • De la psicología: afecto, alienación, ambivalencia, aspi•
tos conceptos «importados» en la ciencia política. Muchos de ración, actitud, comportamiento, conciencia, dependen•
estos conceptos han cambiado su significado semántico en el cia, empatia, personalidad, movimiento social, estereo•
proceso de adopción y adaptación. La ciencia política ha toma• tipo, Gestalt.
do prestados los siguientes conceptos importantes (excluyen• • De la economía: asignación de recursos, cartel, corpora-
do los términos «legos»): tismo, rendimientos decrecientes, revolución industrial,
industrialización, liberalismo, mercantilismo, producto
• De la sociología: acomodación, agregado, asimilación, nacional bruto, escasez, áreas subdesarrolladas.
circulación de las élites, pandilla, cohesión, comporta• • De la filosofía y los antiguos griegos: anarquismo, aris•
miento colectivo, jerarquía, tipo ideal, individualismo, tocracia, consenso, democracia, facción, libertad, volun•
legitimidad, medios de comunicación de masas, sociedad tad general, idealismo, monarquía, oligarquía, fratría, plu•
de masas, militarismo , nacionalismo, variables de pau• ralismo, tiranía, valor, Weltanschauung.
tas, ética protestante, secular, segregación, clase social, • De la antropología: aculturación, afinidad, casta, nepo•
control social, integración social, estructura social, socia• tismo, patriarquía, sociedad plural, rites de passage.
• De la teología: anomía (indiferencia hacia la ley d iv i • Muchos conceptos tienen múltiples orígenes. Autoritaris•
na), carisma. mo tiene dos raíces, una psicológica y la otra ideológica. Fre•
• De los periodistas y los políticos: imperialismo, interna• cuentemente se puede intercambiar sin que nos demos cuenta
cionalismo, aislacionismo, izquierda y derecha, lobbying, con despotismo, autocracia, absolutismo, dictadura, etc. La
neutralismo, nihilismo , patronazgo, plebiscito, propa• autoridad ha sido analizada desde perspectivas disciplinares
ganda, socialismo, sindicalismo. diversas por Malinowski , Weber, Parsons, Lasswell, Kaplan,
158 B. De Jouvenel, y C. J. Friedrich entre otros. El concepto de
cultura (cívica, política, nacional) tiene muchas variantes:
con• vergencia cultural, configuración cultural, evolución
cultural, integración cultural, retraso cultural, paralelismo
cultural, plu • ralismo cultural, relatividad cultural, sistema
cultural, cultura posmaterialista. En las dos últimas décadas,
los politólogos han sido muy productivos en este subcampo.
Max Weber y Kar l Marx, académicos híbridos los dos,
fue• ron los generadores de conceptos más prolíficos. Sólo
Aristó • teles puede comparárseles. A lm o n d y Parsons son
también los padres de un número impresionante de conceptos.
Los con• ceptos son con frecuencia semillas de teorías: la
estructura genera el estructuralismo, el sistema se convierte
en teoría de sistemas, el capital engendra el capitalismo,
etcétera.
III . Dominios
híbridos
a) Psicología
política
c) Sociología
política
El solapamiento es obvio.
Giovann i Sartori distingu e entre la sociologí a polític
a
y la sociología de la política. Para él, la segunda
constituye una rama de la sociología, como la sociología
de la religión . Se puede dibujar una línea divisoria si
tomamos en cuenta el énfasis sobre las variables
dependientes o independientes.
«Las variables independientes -causas, determinantes o
fac• tores- del sociólogo son básicamente estructuras
sociales, mientras que las variables independientes de los
politólogos son básicamente estructuras políticas» (Sartori,
17
1969, p. 67). Concluye que «la sociología política es un
1
híbrido interdis-
que el tra• bajo científico en antropología, sociología,
ciplinar que intenta combinar las variables explicativas ciencia política, y demás, será cada vez más indistinguible
socia• les y políticas, por ejemplo, los inputs sugeridos por de la economía, los economistas tendrán que cobrar
el soció• logo con los inputs sugeridos por el politólog o conciencia recíproca de lo limitante que ha sido su función.
» (Sartori , En últim o término, la buena
1969, p.
69). 172
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BO ROTHSTEIN
I . Introducción
199
vota• ción, quiénes deben ser designados jueces,
Ostrom, 1992). De este modo, se unen como iguales y
funcionarios, ges• tores u oficiales del ejército.
consti• tuyen una organización que resuelva sus
La segunda forma de concebir los orígenes del
intereses colectivos; es decir, forman un gobierno. O,
en el caso de los otros dos ejemplos, forman una unió n poder se resume en una historia que podemos
o alguna forma de cooperación económica, entidades denominar «mala», «dic• tatorial» o «adversaria».
que desde esta perspectiva pueden con-1 siderarse Según ella, el área geográfica (o el lugar de trabajo, o
simplemente distintos tipos de gobierno. los recursos naturales) está históricamente controlada
En los tres casos los miembros de la comunidad por la fuerza superior de un gobernante individual o
perciben pronto que, para alcanzar sus intereses comunes, de un grupo de gobernantes. Ellos - e l clan, la élite
necesitan cua• tro tipos fundamentales de instituciones política, la clase dominante, los administradores, el
políticas. El primer tipo de instituciones es necesario señor feudal o quien sea- desean extraer recursos del
para la adopción de decisiones colectivas vinculantes grupo dominado de la forma más eficiente posible
acerca de cómo regular los intereses comu• nes (una (Nort h y Thomas, 1973; L e v i , 1988
institución generadora de normas). Un segundo tipo es
2
necesario para la ejecución de esas decisiones (una
0
institución ejecutora de normas). En tercer lugar se
0
necesitan instituciones que vigilen los conflictos entre
individuos sobre la interpreta• ción en casos concretos de
las normas generales establecidas por las instituciones de
adjudicación de normas. Por último, resulta necesario un
cuarto tipo de institución, encargada de vigilar y castigar
a aquellos que vulneren las normas, sean o no miem•
bros de la comunidad (instituciones de imposición de
normas).
Por tanto, en este relato de lo «bueno», lo que
hacen los miembros de la comunidad al perseguir sus
intereses colecti• vos es crear cuatro tipos básicos de
instituciones políticas. A su vez, cada institució n
alberga un número de subinstituciones para regular los
procesos específicos de toma de decisiones. Estas
normas establecen cómo elegir a los miembros de la
asamblea decisora, cómo organizar los procedimientos de
Gambetta, 1993). En esta segunda historia, los recurriendo a los mis• mos tipos de instituciones. Tanto
gobernantes, para imponer su voluntad de la forma más una comunidad democrática como una que no lo es
eficiente posible, necesitan también cuatro tipos necesita una institución que diseñe y ejecute políticas,
institucionales básicos. Uno para crear la legitimidad de y que decida cómo hacerse cargo de aquellos que
sus subordinados; otro para ejecutar la voluntad del vulneran las normas. Esto vale tanto para un señorío
gobernante; un tercero para controlar las dispu• tas entre feu• dal como para una cooperativa económica de
los subditos y los subordinados, y finalmente, un cuar• to granjeros.
tipo para actuar contra aquellos que se enfrenten al El caso es que cualquiera que sea la historia que
poder del (los) gobernante(s). En una palabra, necesitan quieran con• tar los científicos políticos, será una historia
crear cuatro tipos institucionales similares a los sobre instituciones. Un problema central para la ciencia
mencionados anteriormente. política es que lo que vemos en el mundo real es una
No tenemos por qué afrontar la cuestión de cuál de las enorme variación, en el tiempo y en el espacio, de los
dos historias es más correcta. El tipo de historia que cada rasgos específicos de esas instituciones. No tene• mos
científi• co político quiera contar está determinado por sólo instituciones democráticas e instituciones no
sus visiones ideológicas básicas y sus concepciones de la democrá• ticas. En ambos casos existe una gran variación
naturaleza huma• na (Mansbridge, 1990). En cualquier en la forma par• ticular que adopta cada institución. Esto
caso, se trata de una cues• tión empírica; y considerando la se ve con facilidad en el hecho de que si bien el fascismo
diversidad histórica y geográ• fica conocida, la respuesta italiano y el nazismo alemán compartían muchos rasgos
ha de ser necesariamente que las dos son válidas. ideológicos, su articulación institu• cional fue bastante
Existen también varios casos en los que se ha pasado de la diferente (Payne, 1990). Por lo que hace a muchas
buena historia a la mala, y viceversa. democracias industrializadas actuales, apenas es nece-
La idea fundamental es que, en ambos casos, las
2
institu • ciones políticas son las mismas. En ambas
0
formas de conce• bir los orígenes del gobierno se termina
1
una democracia capitalista occidental moderna (véase
sario recordar las diferencias existentes. A pesar del tabla 4.1 infra; véase Schmitter y Karl , 1991; Lijphart,
hecho de que económica y políticamente comparten 1984). Dado que, aun siendo generosos, sólo existen
ciertas estructuras básicas, existe de hecho una gran treinta casos que respondan a ese tipo de democracia, la
variació n en las instituciones políticas. Si tomamos varia• ción institucional en términos teóricos que recoge
diez aspectos fundamentales del sistema político y este ejemplo es mucho mayor que el número de casos
hacemos una distinción muy básica entre formas ins• empíricos.
titucionales opuestas existentes en la actualidad
(ignorando todas las posibles variaciones entre esas dos Tabla 4.1 . Variación institucional entre las democracias
formas) en cada uno de esos aspectos, obtenemos 210= capitalistas occidentales
1.024 formas posibles de orga• nizar las instituciones de
eos políticos se hacen tres preguntas, diferentes pero disciplina es el modo en que se organizan sus diferentes
interrela- cionadas sobre las instituciones políticas. subeampos. La lis • ta convencional (comportamiento
Un a es normativa: político, política comparada, administración y políticas
¿cuáles son las mejores instituciones para el buen públicas, teoría política y siguientes) tiene una gran
gobierno y las relaciones sociales? Las otras dos son desventaja: lo relevante en política comparada está
de carácter empírico: ¿qué explica la enorme determinado por la geografía y no por la perspectiva de
diversidad de entramados institucionales? y la disci• plina. En los Estados Unidos, la «política
¿qué implicaciones tienen esas diferencias para la británica» -sea ésta comportamiento, políticas o
conducta polí• administración- es considerada polí• tica comparada (y
tica, el poder o los resultados del proceso viceversa), aunque las orientaciones meto• dológicas
político? de este tipo de estudios no sean realmente las propias
Uno de los problemas de la ciencia política como de un análisis comparado. La reflexión sobre las
instituciones
Sistema de Bipartidismo vs. políticas como un subeampo, más allá de las instituciones
polí• ticas de un área geográfica determinada, es una
partidos Sistema multipartidism o
forma teórica• mente más lógica de dividir la
electoral Proporcional vs. disciplina. Los estudios sobre la política nacional y las
Asamblea mayoritario Unicameral vs. instituciones de diferentes países pueden ponerse uno
legislativa bicameral
junto al otro, de manera que de ellos surjan preguntas
teóricas más generales sobre las consecuencias de
Estructura Unitaria vs. federal
diferentes diseños institucionales. Al invitarnos a
gubernamental
Parlamentarismo vs. teorizar sobre las institu• ciones políticas como un área
Autorida d
presidencialismo Tribunal específica de estudio, esta sección nos ayuda a
central Sistema desarrollar un análisis más sistemático y coherente de las
constitucional vs. revisión previa
judicial
funciones que en sí mismas cumplen esas instituciones.
Poca autonomía vs. mucha Esta visión general se divide en cinco partes. La
Gobierno local
autonomía sección II presenta unas breves notas acerca del papel
de las instituciones en la teoría política normativa,
Clientelismo vs. meritocracia
Funcionariado
tanto clásica como moderna. La tercera sección aborda
Profesionales vs. servicio las posibles causas del creciente interés en las
Fuerzas armadas
militar obligatorio
instituciones en la ciencia política positiva,
confrontando dos visiones diferentes - l a racional-
Liberal vs. corporatista económica por una parte y la histórica-estructural por
Relación Estado-
economía
otra-. La sección IV se centra en una serie de problemas
en el análisis contemporáneo de las institu•
Los científicos políticos dedican su vida, más o científi-
menos,
a hacer explícitos los orígenes y las consecuencias de 2
diferen• 0
cias institucionales como éstas. Más en concreto, los
2 ciones. Por último, la sección V especula sobre el papel
del aná•
lisis institucional en el futuro de la ciencia política.
2
0
3
forma de gobierno.
I I . Las instituciones en la teoría
La Política de Aristóteles continúa la discusión
política
acerca de las instituciones políticas y la «buena»
sociedad. En el libro IV desarrolla un plan
La teoría política clásica no consiste sólo en
comprehensivo para el análisis de las ins• tituciones
discusiones acerca de ideales políticos y deberes
políticas, y se pregunta: ¿cuál es la forma ideal de
individuales. Desde Platón a Aristóteles -pasando
gobierno? ¿Qué tip o de constitución es la mejor en
por Maquiavelo , Hobbes, Locke, Rousseau y otros
condi • ciones no ideales? ¿Cuáles son las
en esta tradición- , uno de los mayores pro• blemas
características de las cons• tituciones que no son
era establecer qué instituciones políticas producen el
buenas (no ideales) en varias circuns• tancias no
mejor tipo de sociedad y de individuo. La República de
ideales? ¿Y qué tip o de constitució n es la más
Platón es en gran medida una comparación de
adecuada para la mayoría de los casos
diferentes formas de gobierno -timocracia ,
(presumiblemente no ideales)? Aristóteles señala
oligarquía, democracia y tiranía-. En Las Leyes, el
también la necesidad de diferen• tes instituciones de
«extranjero de Atenas» (Platón) compara las cons•
gobierno: la deliberativa, la ejecutiva y la autoridad
tituciones de Esparta y Creta, y argumenta que el
ju d i c i a l . L a discusión empíric a que desarrolla
Estado es necesario no sólo para la defensa frente al
Aristóteles sobre la variación en las particularidades
enemigo exterior sino también para asegurar la paz
de esas instituciones indica que hasta cierto punto la
interior y promover la vir• tud cívica: el primer
antigua Grecia servía de laboratorio para el estudio de
legislador protege a la sociedad del mal gobierno
los efectos de la varia•
(errores, juicio s infundados, corrupción por parte del
legislador), y esa función sólo puede cumplirse a través
de cier• tos entramados institucionales. Otro ejemplo,
tomado también del diálogo, recoge el momento en el
que el «extranjero de Ate• nas» utiliza una tipología
basada en la constitución de Espar•
ta para discutir qué tipo de leyes deben aplicar los
habitantes de Cnosos en su nueva colonia de la isla
de Creta (llamada Magnesia) para conseguir la mejor
ción de las instituciones políticas (Malnes y área. La teoría de Rawls rompió con el utilitarismo
Midgaard, 1993; Sabine, 1961). que dominaba la filosofía política, demostran• do la
Y así continuó a lo largo de todas las épocas. De relevancia de un discurso marcadamente normativo en
hecho, el que conceptos como equidad, justicia, igualdad y
cuando la ciencia política comenzó a configurarse
derechos volvían a ocupar el centro de la discusión.
como una disciplina moderna y académica a finales
En un artículo de
del siglo x i x y comienzos del x x , la tradición
1985, que responde a algunas de las críticas hechas a su
clásica tuvo un gran impacto (Almond: infra, cap. 2).
teoría original , Rawls escribió (de forma
Tanto en los Estados Unidos como en Europa, los
parcialmente autocrítica) que los principios básicos
estudiosos estaban muy centrados en lo que podría
sobre los que había construido su teoría no debían
llamarse «arquitectura constitucional». Un cuestión
considerarse postulados metafísicos, sino prin • cipios
central era qué tipo de constitución era preferible. Ell
«sólidamente basados en ideas intuitivas básicas que
o produjo con fre• cuencia estudios muy detallados
están insertas en las instituciones políticas propias de un
acerca de los orígenes especí• ficos y el
régi• men constitucional democrático y en las
funcionamiento de diferentes constituciones nacio•
tradiciones públicas de sus interpretaciones» (Rawls,
nales y otras instituciones políticas. Esto fue, al
1985, p. 226, la cursiva es mía). En su último libro,
menos en el norte de Europa, una consecuencia de
Rawls (1993) distingue dos lógicas de acción, la
la estrecha conexión entre la ciencia política y el
racional y la razonable. La diferencia entre ambas
Derecho constitucional, especial• mente en la
consiste en que «lo razonable es público de una forma
tradición germana de la teoría general del Estado,
en que lo racional no lo es» (Rawls, 1993, p. 51). En
Allegemeine Staatslehre (Andrén, 1928).
lugar de consis• tir en una situación anónima,
Las instituciones ocupan un lugar similar en la
estratégica, propia de un juego, la posición original de
teoría polí • tica contemporánea. La Teoría de la
Rawls pretende ser, ahora, una institu-
Justicia de Rawls (1971) renovó el interés en esta
204 205
menoscabado por el hecho de que distintos grupos de
ción política discursiva, en la que representantes de
individuos tengan visiones fundamentalmente distintas
corrientes de opinión diversas se reúnen para -a través
sobre problemas culturales, religiosos e ideológicos
de la discusión, la deliberación y la negociación-
(Rawls, 1993, pp. 131-172).
adoptar los principios comunes del orden social y
Según Rawls, por tanto, sólo instituciones
político que debe prevalecer en la sociedad (Rawls,
políticas justas pueden generar una sociedad justa.
1993, pp. 135 ss.; véase Soltan, 1987; Barry, 1995).
Como debería ser obvio, esto casa con la visión de las
El objetivo de Rawls es una sociedad en la que un
instituciones presente en la teoría política clásica: las
consenso hegemónico acerca de los principios de
instituciones no son sólo «las reglas del juego».
justici a por los que debe regirse la sociedad
Condicionan también qué tipo de valores se adoptan
prevalezca, un consenso que de ningún modo sea
en una determinada sociedad, es decir, en última vida, como «actitud», «cognición», «socialización» y
instancia con• dicionan lo que denominamos justicia,
«sistema». Ricci sostiene que este giro -desde
identidad colectiva, per• tenencia, confianza y
solidaridad (March y Olsen, 1989, p. 126; véase preguntas críticas, orienta• das normativamente, sobre
Dworkin , 1977, pp. 160 ss.). Así, Jon Elster (1987, p. los fundamentos de la política y la democracia, al
231) ha argumentado que «una tarea de la política es manejable universo de lo políticamente ú t i l - nos
dar forma a condiciones sociales e instituciones, de ayuda a explicar la crisis en la que, según afirma, se
forma que la gente se comporte honestamente porque encuen• tra la ciencia política (Ricci, 1984, p. 296;
creen que la estructura básica de su sociedad es
Held, 1987, p. 273). El renovado interés por las
justa». Si las normas sociales (sobre la jus• ticia, por
ejemplo) cambian según el carácter de las institu• instituciones políticas, tanto en sus aspectos normativos
ciones políticas, entonces podemos decidir hasta como positivos, puede servir de nexo para superar este
cierto punto cuáles prevalecen en la sociedad en la vacío señalado por Ricci . Como se deduce clara•
que vivimos , porque podemos, al menos algunas mente de la teoría de Rawls, las instituciones políticas
veces, elegir el diseño de nuestras instituciones son enti• dades a la vez normativas y empíricas que no
políticas. pueden entender• se plenamente a menos que se
En The Tragedy ofPolitical Science (La Tragedia de
establezcan sus fundamentos normativos.
la Cien• cia Política), David Ricci señala que la
ciencia política clásica estaba dominada por conceptos
de alto contenido normativo (jus• ticia, nación, I I I . Olvido y redescubrimiento de las
derechos, patriotismo, sociedad, virtud, tiranía y instituciones políticas
demás). La tragedia de la ciencia política actual,
según Ricci , reside en el hecho de que semejantes Si bien la construcción y funcionamiento de las
conceptos han desapare• cido en gran medida, siendo institucio• nes políticas fueron temas centrales en las
reemplazados, en el atrevido mun• do de los datos a tradiciones clásicas de la teoría política, apenas
escala mundial, por conceptos técnicos, sin tuvieron sitio en la ciencia política de posguerra,
marcada por el conductismo y el análisis teórico de los
2 grupos políticos. En teorías como el estructural-
0 funcio- nalismo, el análisis de sistemas, la teoría de
6 grupos (ya sea pluralista o elitista) - y , más tarde,
enfoques económicos tales como el neomarxismo-, las
instituciones políticas formales cumplían (si alguna)
una función muy escasa. La tendencia a reducir la
explicación de los procesos políticos a variables socia•
les, económicas o culturales significaba que las formas
institu• cionales y organizacionales de la vida
política apenas tenían efectos (March y Olsen, 1984, Cada sociedad tendía a generar las institu• ciones
1989). En el estructuralfuncio- nalismo, las para resolver «los problemas básicos, permanentes, de
necesidades sistémicas del sistema social (en tér• cualquier sociedad» (Eisenstadt, 1968, p. 410; véase
minos de estabilidad política o estratificación social, Parsons,
por ejem• plo) tendían a producir instituciones
2
políticas que resultaban funcionales de forma más o 0
menos automática con respecto a esas necesidades. 7
1964). En el caso de las varias formas que adopta la política (ya sea racional, de teoría de juegos o de
teoría de grupos (incluyendo el marxismo), las elección pública) también se desarro• llaron en un
instituciones se conciben en gran medida como arenas universo carente de instituciones, en el que agen• tes
en las que tienen lugar las bata• llas políticas entre autónomos perseguían unos intereses propios definidos
grupos con unos intereses políticos prede• terminados; con anterioridad (Levi , 1991, p. 132; Ostrom, 1991;
pero la específica configuración de esas arenas no se Moe , 1990).
consideraba un factor relevante para determinar el La ausencia de análisis de las instituciones durante el
resultado de esas mismas batallas (March y Olsen, perío• do conductista puede explicarse como una
1984, 1989; Steinmo y Thelen, 1992). Una reacción frente a la falta de ambición teórica positiva
formulación típica de esta concepción reduccionista de los estudios anteriores. La preeminencia bien de los
de las instituciones se encuentra en el capítulo sobre aspectos legal-formales, bien de las trayectorias
los parlamentos escrito por Nelson Polsby en el históricas individuales o de la «lógica interna» de las
Manual de Ciencia Política de 1975. La pregunta instituciones como ejes del análisis institucional, parecía
fundamental de su capítulo era «cómo una forma blo• quear el desarrollo de cualquier forma de teoría
organizacional peculiar, el par• lamento, se inserta en explicativa (véa• se Wheeler, 1975; King , 1975). Con
diversos contextos» (Polsby, 1975, p. 257, la cursiva todo, resulta razonable pen•
es mía).
En el análisis político marxista tradicional, las
institucio• nes políticas ex hypothesi podían carecer de
función causal por• que se las concebía com o un
mero reflejo de la estructura económica de la
sociedad (Poulantzas, 1968; Wright , 1978; véase Offe
y Preuss, 1991). En otras concepciones de la polí• tica,
de carácter más individual e instrumental, los actores
racio• nales simplemente adoptan el tipo de
institución que encaje mejor con sus intereses
predefinidos. En ocasiones se veía a las instituciones
como variables intermedias en las que los acto• res
políticos, en caso de tener éxito, depositaban un poder
que más tarde serviría para realzarse (Korpi , 1983).
Las primeras formas de análisis económico de la
sar que en el marco de sucesos históricos como la conductismo con la siguiente metáfora: la forma en la
revolución bolchevique, la caída de la República de que se construye un edificio está determinada en gran
Weimar, el ascenso del nazismo o el triunfo de la medida por quién lo va a habitar y lo que espera hacer
revolución comunista en China, las instituciones en su interior. El funcionalismo era criticado por su
políticas formales apenas tenían función algu• na. En intención de explicar la variación institucional en
cambio, los académicos se centraron más en variables función de necesidades sociales de carácter general, lo
como la «personalidad autoritaria», la diversa que llevó a una tendencia a «explicar lo particular en
distribución del poder económico entre las distintas función de lo más general» y a negar el hecho
clases sociales o la capaci• dad de persuasión de las histórico de que «en cualquier situación dada, diseños
principales ideologías políticas. institu• cionales adecuados pueden no cuajar»
En muchos aspectos esta imagen es una (Eisenstadt, 1968, pp. 410, 414).
exageración. Muchos académicos siguieron analizando El creciente interés por las instituciones durante
las instituciones polí• ticas durante la era dominada por los años ochenta tuvo muchas fuentes. Lo primero
el conductismo y la teoría de grupos. Los que debe destacar• se es que este rebrote en el interés
investigadores interesados por las pautas históri• cas por las instituciones tuvo lugar al mismo tiempo en
hacia el desarrollo y, especialmente, los procesos de secciones de la disciplina que diferían mucho en sus
for• mación del Estado y la democracia siguieron aspectos teóricos y metodológicos. En segundo lugar,
prestando atención alas instituciones (Duverger, 1954; esta reorientación simultánea ocurri ó de forma inde•
Bendix, 1977; Eisenstadt, pendiente en varios subcampos (compárese, por
1965; Crozier, 1964; Lipset y Rokkan, 1967). Un ejemplo, Hall ,
argumento clásico de esta época es el expresado por 1989; y Shepsle, 1986). Los neomarxistas fueron de
Schattschneider (1960): «La organización es la los p ri •
movilizació n de la inclinación de las preferencias meros en prestar atención a las formas específicas de
(bias)». En 1975, Ridley, por ejemplo, cri • ticó al organi-
208 209
zación del Estado (Therborn, 1978; Wright , 1978). intradisciplinaria, el fracaso de grandes teorías como
Los teóri• cos de las organizaciones descubrieron la el conductismo, el estructural-fun- cionalismo, el
importancia de la cultura organizacional (Meyer y marxismo y otros para proporcionar hipótesis sobre las
Rowan, 1977), los investiga• dores centrados en el que trabajar. Éstas eran o falsas o, con más frecuencia,
análisis histórico comparado defendie• ron la demasiado generales como para tener en cuenta la
necesidad de «retomar el Estado» (bring the state back variación entre las diferentes entidades políticas
in) (Evans, Rueschemeyer y Skocpol, 1985; Hall , realmente observadas. Pero, también en este caso, es
1986), los especialistas en relaciones internacionales razonable afirmar que sucesos que tuviero n luga r fuera
se centraron en los «regímenes» (Krasner, 1983) y de la disciplina, tuvieron importan• cia en el proceso
los economistas descu• brieron la importancia de las de recuperación de las instituciones. Uno de estos
«reglas del juego» (North, 1990; Levi , 1988). sucesos puede haber sido el colapso de la metahipótesis
Desde un punto de vista teórico, las causas de este de la convergencia en las ciencias sociales. Durante
renovado interés son varias. Una es quizás los años cincuenta y sesenta se esperaba que la
mayoría de los países del Tercer Mund o siguiesen la se hacían mayores. En primer lugar, estas diferencias
misma vía de modernización, y que las democracias parecían poder explicarse en función de la estructura de
capitalistas occidentales convergiesen a lo largo del clases y/o pau• tas de movilización política (Esping-
tiempo (Stepan y Skach, 1993). Los primeros aná• lisis Andersen, 1990). Pero lo primero que se estableció fue
comparados de políticas públicas parecían confirmar que, incluso si las variables basa• das en la conducta
que (a) había señales relevantes de convergencia y (b) explicaban partes de la variación, había dife• rencias
que la polí• tica apenas tenía importancia. Por eso, a importantes que quedaban por explicar (Hofferbert y
pesar de las impor• tantes diferencias institucionales Cingranelli: infra, cap. 25). En segundo lugar, se
entre, por ejemplo, los países socialdemócratas de demostró que las diferencias en términos de
Escandinavia y los Estados Unidos, sus procesos movilización política y fuerza organizativa de las clases
políticos parecían seguir caminos semejantes (Hof- sociales podía, en gran medida, expli• carse por
ferbert y Cingranelli, infra, cap. 25). diferencias en las instituciones políticas. Las insti •
Como es bien sabido, esta visión cambió tuciones políticas formales determinaban la
radicalmente con la segunda y tercera generación de movilización polí• tica, y por tanto no debían ser
análisis comparado de polí• ticas públicas (por no analizadas sólo como variables intermedias en las que
mencionar los estudios de la moderni• zación). En los agentes políticos invertían poder para realzar su
lugar de convergencia en procesos similares, se capacidad política futura (Hattam, 1993; Rothstein,
descubrió que las diferencias entre países persistían e 1990); por el contrario, constituían «fuerzas sociales por
incluso sí mis• mas» (Grafstein, 1992, p. 1). En tercer lugar, se
puso de mani• fiesto que, si bien al intentar explicar
diferencias entre países recurriendo a la clase social, a
otras teorías de grupos o a cate• gorías conductistas, se
obtenían resultados paradójicos que no encajaban con
la teoría, la atención a cómo las institucio• nes
políticas formales estructuraron históricamente el
proceso político constituía una alternativa plausible.
Pongamos algu• nos ejemplo recientes:
21 2 213
4
1965; Hardin, 1982). Dado que la gente resuelve Lev i , 1988) .
problemas de acción colectiva y organiza grupos En muchas disciplinas próximas a la ciencia
políticos (grupos de interés, partidos políticos, Estados política -tales como la histori a económica (North ,
e incluso organismos de carácter supranacional), la 1990), la economía (Williamson, 1995), la sociología
pregunta planteada desde la teoría de la elec• ción
racional era a la vez clave y contraintuitiva con de las organizaciones (Powell y DiMaggio , 1991), la
respecto al modo en que los científicos políticos solían antropología social (Douglas, 1988) y las relaciones
pensar sobre las organizaciones políticas (véase industriales (Streeck, 1992; Thelen, 1991)-e l análisis
3
Bicchieri 1993) . La solución al problema se atribuyó institucional también ha sido redescubierto reciente•
a la preexistencia de instituciones polí• ticas o líderes mente, pasando a ocupar un lugar central en
que pudiesen proporcionar «incentivos selecti• vos» trabajos muy importantes. Muchos de ellos señalan
exclusivamente a aquellos que contribuyesen al
que, para entender las importantes variaciones
propósi• to común (Olson, 1965; North , 1990; véase
existentes en las pautas de desarrollo de distintos
sistemas sociales, los factores explicativos más
nes, cómo explicar las diferencias entre estructuras
importantes no son sociales o económicos, sino
institucio•
instituciona• les (véase, por ejemplo, North, 1990). Por
nales y qué provoca el cambio en las instituciones
ello, uno podría afir• mar que la política, entendida políticas.
como ingeniería institucional, ha recuperado el peso
perdido en las épocas dominadas por el conductismo o
la teoría de grupos. El renovado interés en las IV. Cuestiones actuales en el análisis institucional
instituciones ha puesto cabeza abajo los modelos de
explica• ción conductistas, de teoría de grupos o Si bien las instituciones políticas han recuperado
marxistas, caracteri• zados por resaltar el papel de las mucho peso en el análisis político, ello no significa
fuerzas sociales y económi• cas como variables que los desacuer• dos básicos en el seno de la disciplina
explicativas de los procesos políticos. Por otra parte, hayan disminuido. Por el contrario, viejas preguntas
no está claro que la ciencia polític a como profe• sión han sido reformuladas dentro de la agenda
vaya a proporcionar las respuestas más precisas e neoinstitucionalista y ha surgido un número impor•
intere• santes a preguntas como cuál es el papel real de tante de nuevos problemas teóricos y conceptuales.
las institucio- Las dis• cusiones tradicionales entre formas de
análisis holísticas o atomísticas, estructurales o
3
O como ha sido señalado por Frit z Scharpf: «... las individuales, formales frente a histó• ricas permanecen
estrategias maxi- min no se usan en la mayorí a de las relaciones en
el mundo real, y los jue • gos rentables se juega n de hecho con en los debates contemporáneos sobre el aná• lisis de las
frecuencia» (1990, p. 476). instituciones políticas (Koelber, 1995; Hal l y Tay- lor,
4
Má s adelante, en este capítulo, intentaré mostrar por qué esta 1996). A continuación se incluyen unas breves
respues•
ta no es compatible con las premisas de la teoría de la elección
referencias sobre los problemas más debatidos.
racional.
obvio , por el hecho de que las institucione s El problema es cómo interactúan instituciones y
determinan: (a) quiénes son los actores legítimos; (b) prefe• rencias. En los extremos del continuum se
el número de acto• res; (c) el curso de acción; y, en sitúan dos visio• nes contrapuestas. La primera es
gran medida, (d) la infor• mación de la que común en el análisis econó• mico , que sostiene
dispondrán los actores acerca de las inten• ciones de que sólo los individuo s tienen preferencias
cada uno (Steinmo y Thelen, 1992, p. 7; Weingast: (individualismo teórico de Riker [1990, p. 171]), y que
infra, cap. 5). Ésta es un parte muy importante del éstas son exógenas a las instituciones. Los actores par•
análisis de las instituciones, porque demuestra que ticipan en el «juego» instituciona l con un conjunto
pequeños cambios de normas institucionales fijo de preferencias que, además, pueden ordenar de
8
aparentemente sin importancia, con• dicionan las maner a racio• nal . Las instituciones determinan los
estrategias (por ejemplo, quién «mueve» prime• ro) intercambios que se producen entre los distintos
de los actores, y ejercen gran influencia en los actores, pero en sí mismas no influye n en las
resultados de los procesos políticos (Ostrom, 1995). preferencias. Como maximizadores de uti• lidad , los
actores ordenan sus preferencias y se involucran en En el extremo opuesto se sitúa una aproximación
una «lógica de intercambio», de carácter estratégico, más cul • tural o sociológica, que sostiene que las
con otros actores, dentro de las restricciones instituciones estable• cen una «lógica de la
derivadas de las normas institucionales establecidas. adecuación»; es decir, las instituciones indican a los
Si cambian las institu• ciones, los actores cambiarán actores lo que deberían preferir en aquella situa• ción
su estrategia, pero no sus pre• ferencias. Debe quedar específica en la que se encuentren (Douglas, 1988; Marc
claro que en este enfoque de la «lógi• ca de h y Olsen, 1989; DiMaggi o y Powell , 1991). Sin
intercambio» , el carácter calculador de la acción es negar que la acción individual es intencional, este
universal, en la medida en que las preferencias de enfoque asume que los individuos carecen de las
los acto• res se orienta n siempre a maximiza r la habilidades cognitivas y contables necesarias para ser
utilida d esperada individua l . El problem a es plenamente racionales en sus relaciones con los demás
cómo diseñar instituciones de manera que se agentes (Simón, 1955). En lugar de eso, tienden a
produzca la agregación efectiva de las pre• ferencias seguir «plantillas» o «instrucciones» facilitados por las
individuale s en una decisión colectiva (Marc h y insti • tuciones en las que están actuando. En cierto
Olsen, 1989, pp. 119 ss.). sentido, en esta concepción cultural de las
instituciones, las instituciones no sólo determinan las
8
Lo que significa básicamente de form a transitiva: si preferencias de los actores, sino que tam• bién las crean.
prefieren A a B, y B a C, entonces preferirán A a C. Las instituciones crean o construyen socialmente las
2 identidades de los actores, sus vínculos, sus
1 concepciones de la realidad y sus «valores
compartidos». Normalmente, en un entorno
8 institucional dado, el agente no calcula qué acción es
la que más aumenta su utilidad . Por el contrario se
pregun•
ta «¿Quién soy yo?» en relación al entorno
institucional (un juez, un corredor de bolsa, una
enfermera, un prisionero, un científico) y cuál es la
acción más adecuada para cada tipo de persona en esa
situación (ser imparcial, maximizar la riqueza, atender
a los pacientes, fugarse de la justicia o buscar la ver•
dad). En este enfoque de la «lógica de la adecuación», la
acción no es universal, sino situacional, en la medida
en que las pre• ferencias de los individuos varían de
acuerdo con el entorno institucional. El problema es
cómo construir instituciones que integren a los
individuos en la sociedad (March y Olsen, 1989, pp.
124 ss.; véase Jeppersen, 1991; Scott, 1991).
La ventaja del enfoque económico es que nos
proporciona microfundamentos individuales claros y
universalmente defi• nidos acerca de cómo actuarán los actores), resulta obligado a deducir las preferencias a
individuos en diferentes con• textos institucionales (esto partir de la conducta:
es, maximizarán sus utilidades espe• radas). El
2
problema es que, en la medida en que carece de una
1
teoría acerca del origen de las preferencias (o de lo que 9
signi• fica «utilidad esperada» para los diferentes
puede considerarse sobresocializada (Granovetter,
la variable dependiente se convierte en instrumento de 1985). Si las instituciones determinan las prefe•
expli• cación de la independiente, que a su vez es rencias, el enfoque cultural tiene un largo camino por
utilizada para expli• car la misma variable dependiente. recorrer hasta especificar qué tipo de instituciones
Esto no constituye sólo un serio problema desde el determinan qué tipo de preferencias en qué clase de
punto de vista del método científico (véase Shapiro y actor (o actores). O dicho de otro modo, este enfoque
Wendt, 1992), sino que también crea proble• mas necesita clarificar mucho los micro- fundamentos de
porque, al menos en la investigación empírica, sus proposiciones básicas.
resulta imposible distinguir qué tipo de conducta es el
reflejo de pre• ferencias genuinas o verdaderas y qué
En este punto, resulta de especial interés el análisis
tipo de conducta es el resultado de acciones estratégicas de Eli - nor Ostrom sobre los recursos colectivos a los
que «todo el mun• do» tiene acceso. En esas situaciones
(véase Weingast: infra, cap. 5). Un agente racional,
maximizador de su utilidad , no revelará informació n
(por ejemplo, agua fres• ca, terrenos de pasto,
verdadera acerca de sus preferencia s a alguien de pesquerías y otros) se cumple lo siguiente: si cada uno
atiende sólo a su interés particular y explota los
quien sabe que utilizará esa información para construir
ins• tituciones que irán en contra de sus intereses. Al
utilizar este enfoque para diseñar instituciones que
resuelvan problemas de acción colectiva en el mundo
real, este problema de las asi• metrías de la
información limita severamente la aplicación prác• tica
del enfoque, porque el diseñador que utilice
información errónea sobre las preferencias de los
actores, generará un tipo de institución erróneo, lo
que a su vez dará lugar a dilemas patológicos de acción
colectiva (Miller , 1991; Hurwicz , 1977).
El problema con el enfoque cultural es el
siguiente: si las instituciones determinan las
preferencias, entonces ¿cómo explicar el hecho de que
actores que actúan dentro del mismo contexto
institucional tengan a veces preferencias distintas?
Mientras el enfoque económico presenta una
concepción muy poco social del modo en que los
agentes establecen sus prefe• rencias, la visión cultural
recursos al máximo, éstos se agotarán pronto. Por
tanto debe aplicarse alguna forma de regulación que En cada cuenca se estableció una asociación de carácter
prevenga la sobre- explotación. De acuerdo con la volun• tario para proporcionar un foro para discutir
cara a cara sobre problemas conjuntos y estrategias
teoría de la elección racional, sin embargo, nunca tendrá
potenciales [.. . ] . L a provi • sión de un foro de
lugar esa regulación, porque los usua• rios no pueden discusión transformó la estructura de la situación
confiar en que cada uno de ellos restrinja su con• sumo desde una en la que las decisiones se tomaban inde•
individua l a niveles soportables por el recurso pendientemente, sin conocimiento de lo que los
común (Bates, 1988; Miller , 1992). Las dos demás esta• ban haciendo, a otra en la que los
soluciones clásicas han sido bien garantizar el control individuo s discutían sus opciones entre sí (Ostrom,
soberano sobre los recursos (léa• se por el Estado) y la 1990, p. 138).
prerrogativa de regular su consumo de for• ma
jerárquica; o dividi r el recurso en partes sobre las Ni el mercado ni la imposición desde el centro,
cuales pueda ejercerse un control individual, una sino una institución política, resolvió los problemas de
solución «de mer• cado» (que en el caso de Ostrom no acción colecti• va. Como demuestra Ostrom, es la
es aplicable debido a las características técnicas de los estructura de la institución decisora la que cumple la
recursos que maneja). función decisiva de modificar la con• cepción de los
Lo que Ostrom ha mostrado es que la gente individuos acerca de dónde se sitúa su interés
resuelve con frecuencia problemas de gestión de individual (véase Dowdin g y King , 1995, p. 2). Por
recursos comunes de for• ma completamente distinta a usar la ter• minología de Rawls, antes presentada, la
la predicha por la teoría de jue• gos. Al analizar cómo institución en la que han de participar hace que actores
los granjeros del sur de California se organizaron para egoístas en el sentido estric• to del término se
regular la oferta limitada del agua de la que todos conviertan en actores razonables. Sus intere• ses
dependían, escribe : individuales a corto plazo les proporcionaban
motivacio-
220 221
nes para actuar de forma no cooperativa. Cuando se pone Éste es un resultado empírico importante porque
a esas mismas personas en una situación en la que contradi• ce uno de los teoremas básicos del análisis
deben razonar sus acciones y responsabilizarse de económico de la política, que «el representante actúa
ellas, las normas sociales resultan decisivas. Entonces sobre la base de la mis• ma escala de valores
surgen soluciones cooperativas de varios tipos. Esto no colectivos cuando participa en el merca• do y en la
significa que las personas en cuestión pasen de ser actividad política» (Buchanan y Tullock, 1962, p. 20).
egoístas a ser altruistas; más bien redefinen sus Por otra parte, es coherente con los resultados de
intereses individuales en función del interés colectivo estudios expe• rimentales según los cuales, si la
de no dañar los recursos comunes. El carácter estructura institucional es tal que existe la posibilidad
discursivo y público de la institución «lava» las de comunicación, esto aumenta en gran medida la
preferencias individuales (Goodin, conducta cooperativa y solidaria de los acto• res
1986; Offe y Preuss, 1991; Miller , (Frohlick y Oppenheimer, 1992; Dawes et al, 1977).
1993). En el análisis de Ostrom las soluciones concretas
al pro• blema de la acción colectiva varían según los el norte que en el sur. El libro se basa en una amplia
casos; algunas son más exitosas que otras. Las base de datos recogidos durante un período no inferior
soluciones con éxito no se basan exclusivamente ni en a veinte años.
la jerarquía ni en el mercado, sino en una combinación ¿Qué es lo que permite que la democracia funcione
de organización voluntaria y dirección pública, en la mejor en unas regiones de Italia que en otras? El
que el papel de las autoridades (o lo que es lo mismo, estudio de Putnam proporciona una respuesta
el grado de compulsión) es con frecuencia muy limi • sorprendente. Los factores decisi• vos para establecer y
tado. La cooperación surge en gran medida, en consolidar instituciones políticas efi • cientes son la
contra de lo predicho por la elección racional y la proporción y la densidad de la red organizativa local.
teoría de juegos, de for• ma voluntaria. Las Cuanta más gente se organice en coros, asociaciones de
instituciones políticas son las que, de nue• vo, lo hacen ornitología, asociaciones deportivas y demás
posible. agrupaciones de este tipo, mejor funciona la democracia.
Otro estudio reciente sobre el tema es el de Robert Esta respuesta coin• cide con los análisis de Tocqueville
Putnam, Making Democracy Work: Civic Traditions in sobre la jove n República americana: una democracia
Modern Italy (1993). Putnam investiga por qué en funcionamiento requiere un espíritu cívico
instituciones públicas tales como el sistema desarrollado. A la hora de tomar decisiones sobre asuntos
democrático funcionan de forma tan diferen• te en las comunes (esto es, al participar en política), los ciuda•
veinte regiones italianas. Con excepciones menores, el danos deben procurar atender no sólo a sus intereses
problema estriba en las diferencias entre el norte y el persona• les inmediatos, sino también a los intereses
sur: es decir, la democracia (y la economía) funciona colectivos - a l bien común- (Offe y Preuss, 1991, p.
mucho mejor en 169). Según el argumento de Putnam, la gente desarrolla
2 esta capacidad al participar en orga• nizaciones
2 voluntarias. El logro de Putnam es demostrar que este
2
factor es más relevante que las variables
socioeconómicas tradicionalmente consideradas a la hora
de analizar el funcio• namiento de la democracia. Sin
embargo, su análisis no se que• da ahí. Argumenta que el
espíritu cívico, expresado en una den• sa red
organizativa en la sociedad c i vi l , permite explicar por
qué ciertas regiones han disfrutado de un mayor
crecimiento económico que otras. Las diferencias en
los niveles de desa• rrollo de espíritu cívico entre
regiones explican mejor la situa• ción económica actual
que la situación económica de partida de las distintas
regiones. No es el crecimiento económico el que
produce el espíritu cívico, sino más bien el espíritu
cívico el que genera crecimiento económico (e
instituciones democrá• ticas que funcionan). De este
modo el estudio de Putnam pro• porciona un claro
contraste al libro de Mancur Olson, The Rise and subsidios y por tanto dificul • taban la competitividad
Decline ofNations (1982), donde se argumentaba que económica.
los países en economías en declive se caracterizaban
por la pre• sencia de poderosos grupos de interés y 2
asociaciones que uti • lizaban su posición para obtener 2
3
De acuerdo con Putnam, la participación en mostrado que las preferen• cias son modificables no
organizacio• nes genera capital social, lo que permite que sólo por instituciones de nivel micro, sino también por
la interacción entre los ciudadanos se construya sobre la las de nivel macro 10. La forma de actuar de
base de relaciones de con• fianza. Las personas optan
por cooperar con sus vecinos por• que confían en que 9
De hecho un tipo de conducta ciertamente irracional.
sus vecinos también cooperarán. De este modo, en las 10
Una institución típica de nive l micr o es una norma
diversas redes de las que se compone el tejido establecida por un número de agentes tan reducido que les permita
relacionarse directamente (cara a cara) y regular sus propios
asociativo, surge un elemento vinculante en forma de intereses comunes. Un ejemplo de insti• tución de nivel macro es
normas que facilitan la cooperación. Expresado en una ley establecida por el gobierno con carácter gene• ral y pensada
términos econó• micos, el capital social reduce los para guiar la conducta de agentes que no han participado direc•
costes de transacción, cos• tes asociados a la seguridad tamente en el proceso de adopción de la norma.
de que los contratos se mantienen (Coleman, 1990).
Más en concreto, el problema consiste en si los
acuerdos pueden confirmarse con un apretón de manos
o si, por el contrario, se necesitan montones de
abogados y pro• gramas de seguros. Parece pues que
aquí radica la solución a un problema sobre el cual la
teoría de juegos había llamado la atención. Al
participar en varias redes sociales y asociacio• nes, los
individuos generan capital social, lo cual resuelve a su
vez el problema de la acción colectiva. En ello radican
las bue• nas noticias de la investigación pionera de
Putnam. Las malas consisten en que esta situación es
difícilmente reproducible en la vida real. Después de
todo; el escenario que se ha institu• cionalizado en el
sur de Itali a - u n mal funcionamiento de la democracia
y de la economía como consecuencia de la esca• sez
de capital social - parece constituir también un
equilibrio estable. En otras palabras, hay un largo trecho
por recorrer entre Palermo y Milán .
Margaret Lev i ha realizado otra contribución
importante. Al comparar el servicio miütar voluntario
en tiempos de gue• rra en cinco países9 diferentes, ha
las instituciones tuvo un gran impacto en el
porcentaje de c) La estabilidad
«varones jóvenes» que estuvieron dispuestos a institucional
arriesgar sus vidas por su país. No sólo debían estar
convencidos de que la guerra en cuestión era una Una idea central en todas las aproximaciones a las
«guerra justa», sino también de que (a) las institu• ciones es que son entidades duraderas: no
instituciones para desarrollar las políticas eran justas y pueden cambiarse de un golpe en función del deseo de
(b) de que los otros ciudadanos asumían una parte los agentes. De hecho, éste es un principio básico de
razona• ble de la carga (por ejemplo, el gobierno debe todas las escuelas de análisis institu- cionalista. Si las
disponer de ins• tituciones capaces de informar instituciones cambiasen en función de la estruc• tura de
correctamente a los agentes de lo que están haciendo poder u otras fuerzas sociales de l entorno, no habría
los demás). En otras palabras, resulta a la vez heroico necesidad de un análisis específico e independiente de
y carente de sentido ser el único que se levan• ta y las ins• tituciones (Krasner, 1984). Obviamente algunas
defiende un país dado. En este clásico problema de instituciones, como las constituciones, adquieren un
acción colectiva, el carácter de las instituciones de carácter casi sacro. ¿Pero por qué permanecen las
nive l macro sir• ve para modificar las preferencias instituciones, incluso cuando condi• cionan el poder y
individuales sobre la posi• bilidad de ofrecerse como las estrategias de forma contraria a los inte• reses de los
voluntari o ( Le v i , 1991 ; véase Margolis, 1984). actores implicados? De modo previsible, las res•
Este tip o de análisis puede aplicarse tam • bién a otros puestas a esta pregunta varían según los enfoques.
programas gubernamentales, tales como la segu• ridad El análisis económico analiza las instituciones como
social y la recaudación de impuestos para financiarla equili• brios que permanecen porque, en primera
(Laurin, 1986; Rothstein, 1994). instancia, nadie tiene interés en cambiarlos. En este
sentido, los equilibrios son auto-
224 225
sostenidos y se refuerzan a sí mismos (self-reinforced). calcular si un cambio dado será beneficioso para sus
Esto pue• de adoptar diferentes formas. Una es la idea de intereses, el propio hecho de implicarse en un proceso,
«costes irrecu• perables». La inversión en aprender a presu• miblemente costoso, de cambio institucional
actuar dentro de un entra• mado institucional conocido es genera en sí mis• mo un problema estándar de acción
tal que, aunque teóricamente hay opciones más eficientes, colectiva.
los costes del aprendizaje bloquean el cambio. Otro Desde un enfoque más histórico o cultural se
argumento es que, si bien los cambios pueden reportar argumenta que las instituciones no se escogen en la
a los actores beneficios a corto plazo, la incertidumbre mayoría de los casos. Se parecen más a arrecifes de
acerca de las consecuencias a largo plazo les impide coral con varios niveles super• puestos, sin que ningún
modificar las instituciones que les son próximas agente o grupo de agentes haya deci• dido cómo
(Shepsle, 1986). Un ter• cer argumento señala los costes organizar la estructura del conjunto. A lo largo de
de involucrarse en el proceso de cambio como factor de diferentes períodos, diversos agentes con distintos
estabilidad. Incluso si un actor racional es capaz de intereses han adoptado instituciones tomando como
referencia el siste• ma institucional previo. Los Semejante «duplicación» de poder hará que el desafío del
individuos no eligen sus institu• ciones. Por el orden institucional establecido sea más costoso, o más
contrario, las instituciones seleccionan a los indi• arriesgado, para los actores menos poderosos.
viduos. En cualquier época las variables que pueden
ser apartadas de su situación histórica y modificadas son
muy esca• sas (Crouch, 1986). d) Instituciones y
El institucionalismo histórico proporciona un tercer
argu• mento: es el poder el que causa inestabilidad
cambio
institucional. Los agentes dotados de mayores cotas de
poder intentarán cambiar las «reglas del juego» de Es un hecho admitido que éste es uno de los
forma que, según sus creencias, sir• van a sus intereses aspectos más difíciles para el análisis institucionalista y,
por mantener e incrementar ese poder. El poder que un por lo tanto, su mayor debilidad. Por lo que respecta a sus
agente obtiene de la posesión de bienes o facto• res conclusiones, el análisis no ha ido más allá de la
básicos (tales como el control de capital o el control de afirmación de Marx según la cual «los hom• bres hacen la
una organización de productores) se ve incrementado historia [...] pero no bajo circunstancias creadas por
por el poder derivado de las instituciones que él mismo ellos» (Przeworski, 1985). ¿Pero quiénes son esos
ha diseñado (leyes de propiedad que favorecen a los «hom• bres» y cuáles son las «circunstancias» bajo las
propietarios de capital; legis• lación laboral en pr o de que pueden ser capaces de crear o cambiar las
la sindicación) (Rothstein, 1992). instituciones políticas? Siguien• do a Goodin (1996),
las instituciones pueden cambiar por tres razones. La
primera es por puro accidente o factores no previs• tos:
la interacción entre ellas puede dar lugar a nuevos tipos
de instituciones completamente imprevistos. El segundo
factor que puede generar cambios institucionales es el
cambio evolutivo: las instituciones que mejor se
adecúan a las distintas fases del desarrollo de la
sociedad simplemente sobreviven a través del
funcionamiento de algún tipo de mecanismo de
selección. Por último, las instituciones pueden cambiar
como resultado de un diseño intencionado por parte de
actores estratégicos.
La cuestión general de «acción frente a estructura»
como causas del cambio social está presente tanto en el
análisis ins• titucional como en muchos otros análisis
sociales (Mouzelis,
1988; Koelbe, 1995). Los análisis económicos de las
institu• ciones, a pesar de su pretensión de ofrecer
microfundamentos para el estudio de las instituciones
políticas, recurren con fre• cuencia a explicaciones de
carácter estrictamente funcionalis- ta sobre el origen y
el cambio de las instituciones. La «nece• sidad» de " Elster (1985) ha desarrollado argumentos en contra del uso de
esto o aquello explica un cierto orden institucional expli •
(Hall y Taylor, 1996)". Las instituciones jurídicas, caciones funcionalistas en las ciencias
por poner sociales.
22 6 227
1979). Con todo, el problema es que la historia está
un ejemplo, surgieron de la necesidad compartida por
también llena de ejem• plos de errores, situaciones en las
todos los comerciantes de obtener información sobre la que los actores se equivocan al calcular qué tipo de
credibilidad del resto a la hora de hacer negocios institución deben establecer para asegu• rar sus intereses
( Mi lg ro m , Nort h y Wein- gast, 1990). Los cambios futuros (Lewin , 1988, cap. 3; Immergut, 1993;
en los precios relativos derivados de la evolución Rothstein, 1992).
demográfica y el cambio tecnológico causan un cambio Sin embargo, la oposición acción frente a estructura
institucional (North, 1990). La concepción de las ins• en el análisis del cambio institucional motiva una
tituciones como algo que constriñe las decisiones concepción más reducida de las instituciones como
individua• les, propia de este enfoque, dificulta la normas decididas formal-
explicación del cambio institucional en el marco de las
restricciones teóricas propias del individualism o 12
Es obligado matizar que esto no es una manifestación de la
metodológico. Como ha señalado Bates (1988), si debilidad del enfoque en cuanto tal ; po r el contrario, en relación a
bien este enfoque puede explicar la demanda de ins• las «lagunas», pue• de resultar simplemente que no puede haber algo
asimilable a una teoría gene• ral de la creación o el cambio de las
tituciones, no explica su oferta. instituciones.
Las aproximaciones de carácter histórico o
2
cultural tam• poco lo hacen mucho mejor. Si bien han
2
ofrecido explicacio• nes interesantes de las causas y
8
consecuencias del cambio ins• titucional en casos
históricos concretos, hasta el momento no hay ningún
indici o de que de toda esta producción vaya a sur• gir
12
una teoría general . Ha quedado demostrado que, en
cier• tos momentos, actores políticos específicos han
sido capaces de crear instituciones que incrementan en
gran medida su poder político en el futuro (véase
Rothstein, 1995). Los actores polí• ticos pueden
estructurar el futuro en un cierto grado; es decir, los
hombres hacen la historia ; los actores político s no
son
«muñecos estructurales» que simplemente atienden a las
nece• sidades de un gran sistema social (véase Giddens,
mente. La razón estriba en que es en ese tipo de sabemos lo suficiente sobre los efectos de las distintas
normas don• de puede determinarse con claridad el instituciones políticas como para que la ciencia política
impacto de una acción concreta, y por tanto sus se convierta en una suerte de disciplina arqui• tectónica.
posibles efectos sobre fenómenos sociales y políticos La pregunta ha surgido recientemente a medida que
más amplios. El problema de identificar los factores muchos países del este de Europa, Áfric a o
que están detrás del cambio institucional puede Latinoamérica han abandonado el autoritarismo para
constituir un síntoma de un problema de mayor iniciar procesos de demo• cratización. En este
alcance en el análisis institucional: su vaciedad teórica. contexto, una pregunta razonable a la que deben dar
Afirmar que las «ins• tituciones importan» no nos dice respuesta los científicos políticos es si sabemos qué tipo
nada acerca de qué institu • ciones son más relevantes de entramados institucionales aumentan la
que otras y en relación a qué pro • blemas. El valor probabilidad de permanencia de la democracia
de una aproximación instituciona l sólo se pone de (Przeworski, 1991). ¿Deben optar por el
manifiesto cuando se combina con una teoría más sus• presidencialismo o por el parlamentarismo, por el
tantiva de la que puedan derivarse hipótesis acerca unicameralismo o por el bicameralismo, por sistemas
de por qué algunos actores, recursos o instituciones biparti• distas o multipartidistas? Y así
son más impor• tantes que otros (Rothstein, 1992). El sucesivamente. Como era previsible, existen dos
número de instituciones políticas ha sido mu y alto en opiniones muy diferentes. Desde la pr i • mera de ellas se
cualquier momento posterior a la Edad de Piedra; por argumenta que disponemos de bastante cono• cimiento
lo tanto, el análisis de la instituciones políticas acerca de los efectos de las distintas instituciones,
necesita con urgencia de una teoría que establezca suficiente al menos para poder embarcarnos en esta
qué tipo de instituciones son importantes para qué tipo clase de
de pro• blemas.
2
La comprensión de las implicaciones del cambio
2
institu • cional es probablemente uno de los mayores
9
desafíos de la cien• cia política. La cuestión es si
ingeniería social y política. Por ejemplo, las 1992). Diferentes acuerdos de carácter corporatista
constituciones pre- sidencialistas han demostrado ser pueden generar unas relaciones industriales pacíficas y al
mucho menos adecuadas para la consolidación de la mismo tiempo asegurar el crecimiento económico
democracia que los sistemas parlamen• tarios (Stepan (Goldthorpe, 1984; Kat- zenstein, 1985).
y Skach, 1993) 13 . Los sistemas parlamenta• rios, La visió n opuesta la ejemplifica la conocida
combinados con otro tipo de instituciones capaces advertencia de Hayek sobre el desarrollo de cualquier
de generar acuerdos políticos entre grupos opuestos entre tipo de ingeniería social (Hayek, 1949; véase
sí, pueden asegurar el gobierno democrático y Lundstróm, 1994). Nuestro cono• cimient o sobre las
proporcionar estabilidad social a sociedades altamente consecuencias de un cambio institucio• nal
divididas (Lijphart, 1984; Lewin, intencionado es simplemente demasiado limitad o y
el riesgo de cometer errores que provoquen resultados
no espe• rados, contradictorios o incluso perversos, La idea según la cual los sistemas electorales de
demasiado alto. Según Hayek, las instituciones no distrito ún i • co (en los que el ganador se lleva todos
deben diseñarse, sino que deben evolucionar. Queda los puestos asigna• dos a ese distrito) generan
fuera de nuestro conocimiento pre• sente la capacidad sistemas bipartidistas estables es otro ejemplo.
de calcular, o incluso estimar, las dife• rencias entre Para Elster (1991) esta falta de conocimiento no
los efectos locales y los efectos globales, entre los debería inhibirnos de realizar cambios institucionales
efectos a corto y a largo plazo, entre las consecuencias intencionados. En ciertos momentos históricos, como
parciales y las consecuencias netas del cambio las transiciones a la democracia, es necesario diseñar
institucional (Elster, 1991). Otro problema instituciones políticas (véa• se Przeworski, 1991).
importante radica en que cier• tos diseños Elster ha sugerido una tercera opción a la hora de
institucionales que funcionan bien bajo determi• involucrarse en operaciones de ingeniería institu •
nadas condiciones sociales y económicas pueden cional: en lugar de basar los cambios en supuestos de
resultar desastrosos si éstas cambian (Przeworski, carácter racional-instrumental o en las consecuencias
1991, pp. 35 ss.). Gran parte del «conocimiento esperadas (sobre las cuales sabemos tan poco), cabe
establecido» acerca de los efec• tos de las instituciones introducir un discurso de carácter deontológico o
políticas ha demostrado ser muy frá• g i l . Los normativo en nuestra forma de razonar sobre las
acuerdos corporatistas mencionados anteriormente instituciones. Ell o implica que las instituciones deben
son un ejemplo; co n frecuencia, lejos de ser la desarrollarse siguiendo ciertos criterios morales -tales
solución.han constituido un problema para el como concepciones compartidas de la justicia, por
crecimiento económico y el desarrollo de relaciones ejemplo, o de nor• mas acerca de la igualdad o un
industriales pacíficas (Lewin , 1992). tratamiento justo - propuestos desde la teoría normativa
(Rawls, 1971; Dworkin , 1985; Barry,
13
1
Un argumento parcialment e opuesto puede encontrarse en 9
Sartori 9
( 5
1
9 )
9 .
4 Desde una perspectiva de teoría de juegos, se ha
) argumen• tado que lo que contribuye a la permanencia
. del sistema de gobierno en democracias jóvenes es el
2 hecho de que las nue• vas instituciones políticas
3 ofrezcan a los sectores derrotados que apoyaban al
0 gobierno autoritario una oportunidad justa de defender
sus intereses políticos e incluso (a través de eleccio•
nes justas) de conquistar de nuevo el poder en el futuro
(Prze• worski, 1991). Por tanto, si las fuerzas que
apoyan el cambio hacia un régimen democrático diseñan
las nuevas instituciones políticas democráticas (por
ejemplo, el sistema electoral) de manera que se niegue por otros medios. Por ello, la cons• trucción de las
toda posibilidad de retornar al poder polí• tico a los instituciones políticas ha de guiarse por prin • cipios de
antiguos grupos antidemocráticos -es decir, si actúan justicia y no por la racionalidad instrumental.
como agentes maximizadores de utilidad tal y como
asume la teoría-, puede suceder que las mismas 2
fuerzas autoritarias a las que se desea excluir del poder 3
a través del diseño institu• cional decidan reasumirlo 1
V. El análisis de las instituciones y el convierte en algo nulo e inválido» (Birnbaum, 1988;
futuro de la Ciencia Política véase Bicchieri, 1993).
Simplemente, en una situación en la que la
A estas alturas debería estar claro que en el marco cooperación para obtener un bien colectivo requiera
del aná• lisis de las instituciones se pone de manifiesto la contribució n de muchos agentes racionales y
una de las mayo• res divisiones dentro de la ciencia
egoístas, la deserción será más rentable que la
política, la división entre un estilo de análisis «duro»,
que tiene como objetivo el desa• rrollo de leyes colaboración para los individuos (Tsebelis,
universales (al estilo de los análisis formales de 1990, pp. 74 ss.; Scharpf, 1990, p. 476). De form a
elección racional o las teorías de la conducta), y otro similar, Bendor y Mookherjee llegan a la conclusión,
esti• lo de análisis «blando» e históricamente orientado sobre la base de
de los fenó• menos políticos y de las líneas de
desarrollo cultural (Shapiro y Wendt, 1992; véase 14
Lo s términos «duro» y «blando» no deben confundirse con
14
Green y Shapiro, 1994) . Sin embargo en esta última el tip o de datos utilizados por estos enfoques. En lugar de eso, sólo
sección del capítulo defenderé que estos dos esti• los de hacen referencia al tip o de metodología que se utiliza . De hecho,
análisis deben implicarse en un fértil intercambio en los enfoques «duros» co n fre• cuencia sólo usan datos muy
«blandos» (¡si es que usan alguno!), tales como datos de encuesta
el análisis de las instituciones políticas. sobre actitudes, mientras que los enfoques «blandos» usan a
Este argumento parte del problema, antes menudo datos muy áridos, tales como, por ejemplo, materiales de
mencionado, crea• do por los enfoques de elección archivo.
232 233
creación) nunca se desarrollarían. Con otras palabras,
Por ello, establecer una institución para superar un
«desde un punto de vista lógico, el juego empieza una
proble• ma de acción colectiva constituye en sí mismo
vez que los actores se han constituido y su orden de
un problema de acción colectiva. La formació n de
preferencias se ha formado como resultado de procesos
una institució n de estas características está, de
que pueden considerarse parte del juego» (Berger y
acuerdo con Robert Bates, «sujeta al mismo
Offe, 1982, p. 525; véase Grafstein, 1992, pp. 77 ss.).
problema de incentivos que se supone ha de resolver»
(Bates, 1988, p. 395; véase Scharpf, 1990, pp. 477 Los teóricos de la elección racional han señalado
ss.). Entre actores racionales egoístas este tip o de en oca• siones el papel de la iteración (juego repetido)
instituciones (y los incentivos necesarios para su para explicar por qué la acción colectiva tiene lugar
con tanta frecuencia en el mundo real, dejando aparte merecedores de la confianza de potenciales miembros.
las motivaciones que los agen• tes racionales tienen Además deben tener la capacidad tanto de premiar a
para no colaborar (Axelrod , 1984). Sin embargo, la aquellos que apor• tan la parte que les corresponde
iteración puede jugar sólo un papel limitado a la hora como de castigar a aquellos que no lo hacen (Bianco
de explicar la cooperación. De la misma forma que y Bates, 1990). El problema es que ni la elección
la iteración puede generar cooperación estable entre racional ni la teoría de juegos resultan especial• mente
las partes, también puede provocar que entre ellas se útiles a la hora de identificar a este tipo de líderes o
produzca una no cooperación estable; ni la elección de especificar por qué en determinadas circunstancias
racional ni la teoría de jue• gos encuentran una ciertos indi • viduos se convierten en líderes. El
explicación para el hecho de que unas veces se análisis histórico parece indicar que los líderes
produzca un resultado y otras otro. El papel de la políticos tienen una mayor inclinación aerear
iteración en la resolución de problemas de acción instituciones sociales ineficientes (North , 1981).
colectiva es muy sen• sible también a las asimetrías de
Este estado de la cuestión resulta en cierto modo
información entre los actores, especialmente en juegos
irónico. La revolución «dura» propiciada por la
de más de dos jugadores (Bianco y Bates, 1990;
elección racional y la teoría de juegos, junt o con la
Bendor y Mookherjee, 1987; Molander, 1994). En
igualmente «dura» revolución conductista, fueron en
un juego de dos personas, es posible obtener
gran medida una reacción frente a un tipo de ciencia
información sobre si el oponente elegirá cooperar o
política «blando» e históricamente orientado
no; cuando el número de jugadores es superior, resulta
(Shepsle, 1989). En su búsqueda de leyes generales y
muy difícil . El resultado poco afortunado es que «los
teorías parsimoniosas, los prohombres de los
participantes se superan a sí mismos en su tendencia a
enfoques «duros» se referían despectivamente a la
producir resultados subóptimos» (Grafstein,
ciencia política tradicional, histó• ricamente
1992, p. 7 1 ; véase Scharpf, 1990, p. 477 ss.).
orientada, como una «narración blanda de historias»
Frente a la iteración, el liderazgo político ha (véase Miller , 1992).
resultado ser un factor importante en la resolución de Como se ha indicado anteriormente, la ciencia
problemas de acción colectiva. Los líderes deben política tra• diciona l dedicó muchos esfuerzos al
disfrutar de la condición de ser anáfisis del estableci• miento y funcionamiento de
instituciones como los parlamen• tos, las
constituciones y las administraciones públicas - s i n
olvidar el liderazgo político - (véase Marc h y
Olsen, 1984). El problema consistía en que el
enfoque tradicional no tenía forma de expresar, a no
ser a través de intuiciones, qué insti• tuciones eran
realmente importantes o cuáles eran sus efectos en la
conducta política. que consiguen que la cooperación sea una elección
La gran contribución de la teoría de la elección racional y posible para los actores implicados en el
racional ha consistido precisamente en proporcionar proceso. Sin embargo, el problema es que no hay otra
un criterio para esa distinción: las instituciones manera de enten• der por qué surgen ese tipo de
relevantes son aquellas capaces de resolver problemas instituciones que la realización de estudios de caso,
de acción colectiva o, lo que es lo mismo, aquellas «blandos» e históricamente orientados,
234 235
reglas que les favorecen (Rothstein, 1992).
sobre sus orígenes. Si el éxito o el fracaso en el Podría decirse que la ciencia polític a ha
surgimiento de instituciones eficientes se explica en completado un círculo -volviend o a establecer la
términos de dependencia de la trayectoria histórica, necesidad de análisis deta• llados de los orígenes
entonces habremos de investigar los momentos culturales y de los procesos de cambio histórico de las
históricos específicos de la historia en los que se optó instituciones políticas- (Ostrom, 1991, p. 242). Incluso
por trayectorias diferentes (Scharpf, 1990; véase así hemos aprendido mucho en este viaje. Ahora enten•
Roths- tein, 1992). Para comprender cómo es posible demos mejor por qué unas instituciones políticas son
la propia exis• tencia de la sociedad (es decir, para más rele• vantes que otras y, más en concreto, qué
entender por qué en oca• siones se desarrollan juegos aspectos de la lógica del funcionamiento de las
mutuamente beneficiosos), los análisis económicos de instituciones contribuyen a que los actores políticos
la política deben tener en cuenta normas sobre la resuelvan sus problemas de acción colectiva.
cooperación, la confianza, el honor, el compromiso y
De hecho la atención simultánea prestada a las
la obligació n social, cultura l e históricamente
institucio• nes desde los diferentes enfoques puede
establecidas (Ostrom, 1995; Bates, 1988; véase
contribuir a que la cienci a política pase de una
Gambetta, 1988).
situación en la que los distintos investigadores
Si los sistemas políticos están firmemente trabajan en «mesas separadas» a otra en la que
estructurados en torno a instituciones, los cambios
pueden ocurrir sólo en cier• tos momentos. Los actores
políticos sólo tienen la capacidad de modificar los
parámetros institucionales o cambiar la natu• raleza del
«juego» durante estos momentos formativos. Estos
momentos formativos de la historia política se
distinguen por el hecho de que las instituciones
políticas existentes están inca• pacitadas para manejar
una situación nueva (Krasner, 1984). En estas
circunstancias, los actores políticos no sólo participan
en el juego; también pueden cambiar sus reglas. En
otras pala• bras, en determinadas circunstancias los
actores políticos tienen la capacidad de dar forma a las
instituciones políticas futuras, pudiendo establecer
se implican en una tarea más unificada (Ostrom, microfundamen- to utilitarista de la teoría de la
1995). Como ocurre con la tecnología de la elección racional y la teoría de juegos como base
información, para que el pro• ducto final sea útil , el normativa para la acción social (recomen• dada), no
hardware y el software deben ser com• patibles, y habría ninguna posibilidad de establecer institucio•
aquellos que diseñan el hardware deben aprender a nes políticas socialmente eficientes. Como ha
cooperar con aquellos que fabrican el software, y señalado Bic - chieri, «el conocimiento común de la
viceversa. Con la integración de enfoques diferentes, teoría de juegos hace que la teoría se convierta en algo
la probabilidad de que se produzcan avances inconsistente y por tanto auto- destructivo» (Bicchieri,
15
fundamentales será mayor . 1993, p. 128)17. Simplemente no resul-
Un segundo aspecto irónico del actual estado de
la cues• tión es que si los actores buscan establecer 15
Véase Ferejohn, 1991 ; Bates, 1988; Steinmo y Thelen, 1992;
instituciones capa• ces de superar el problema de la Roths•
acción colectiva (esto es, si aspiran a crear tein, 1992; H a l l y
instituciones sociales eficientes), deben cuidarse de no Taylor, 1996.
16
comportarse de acuerdo con las premisas individualis• Com o tal , esta descripción es simplemente errónea. Por
tas y utilitaristas de la teoría de la elección racional. Si ejemplo, el grado de conformida d con las normas es mu y
superior al explicado po r la existencia de incentivos selectivos:
, como ha defendido Jon Elster (1989), la teoría de la «Hay más gente que no cruza la calle de manera incorrecta, no tira
elección racio• nal ha de entenderse no sólo como una la basura en la calle, paga sus impuestos o ingre• sa en las fuerzas
16
razonable descripción empírica de la conducta , sino armadas que la predicha por la teoría» (Lev i , 1990, p. 408 ; véase
también como una teoría nor• mativa que nos diga Mansbridge, 1990, pp. 19 ss).
17
cómo deberíamos comportarnos, enton• ces la ciencia Pero, como ha señalado Jon Elster, «gran paite de la literatura
de elec• ción social y de elección pública, con su asunción de una
política se encuentra ciertamente ante un gran conducta oportu • nista generalizada, simplemente parece no tener
problema. La razón es que si adoptásemos el contacto con el mund o real, en el cual sí hay un alto grado de
honestidad y sentido de la obligación» (Els• ter, 1991 , p. 120).
23 6 237
ción (o destrucción) de instituciones políticas (véase
ta posible que personas que actúan como se supone
Ostrom,
que lo hacen los jugadores en los modelos de elección
1995), sino que también demanda la integración de la
racional y teoría de juegos establezcan instituciones
teoría política positiva y la teoría política normativa. La
socialmente eficientes para superar equilibrios
importancia tanto del discurso clásico como del discurso
subóptimos. De hecho abundan situaciones en las que
moderno sobre las relaciones entre las instituciones
«todo el mundo sabe» que estaría mejor si coope• rase
políticas y la virtu d cívica ha sido puesta de
para establecer instituciones eficientes y al mismo
manifiesto por una reciente pregunta de Jane
tiem• po el desarrollo de éstas resulta imposible porque
Mansbridge (1990, p. 20): «¿Podemos diseñar
«todo el mun• do» es consciente de que los demás no
instituciones para potenciar que las motivaciones que
cooperarían por falta de confianza. El estudio de la
consideramos funda• mentadas normativamente surjan
relevancia de las instituciones no sólo reclama la
por sí mismas o conduzcan a resultados buenos y
combinación del desarrollo de modelos for• males con
justos?».
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I . Introducción
246 247
racional son cuatro. Pri• mero, proporcionan una
ción pública) hasta estudios más recientes sobre países en
metodología explícita y sistemática para el estudio de
desa• rroll o (por ejemplo, corrupción , producción e
los efectos de las instituciones. Los mode• los de
intercambio y revolución).
elección racional las consideran restricciones sobre la
En el enfoque de elección racional sobre las
acción (North , 1990), normalmente por sus efectos
instituciones pueden distinguirse dos niveles de análisis
sobre la secuencia de interacciones entre los actores,
(Shepsle, 1986): en el primero, los analistas estudian sus
sobre las opcio• nes disponibles para actores concretos
efectos, y toman las ins• tituciones como algo fijo y
o sobre la estructura de la información disponible.
exógeno; en el segundo, los ana• listas estudian por qué
En segundo lugar, la metodología es explícitamente
las instituciones adoptan determinadas formas, haciendo com• parativa, posibilitando dos tipos de predicciones:
posible que las instituciones sean endógenas. El primer (1) los mode• los comparan con frecuencia dos tipos
tipo de análisis es previo al segundo y está mucho más relacionados (pero dis• tintos) de restricciones
desarrollado. El segundo ofrece un análisis más institucionales, prediciendo diferencias tanto de
profun• do de las instituciones. Combinándolos, conducta como de resultados; y (2), dado que este tipo de
ambos enfoques no sólo proporcionan un método para análisis se basa en un análisis de equilibrio, proporciona
con frecuencia resultados de estática comparativa acerca
analizar los efectos de las instituciones e interacciones
de cómo cambiarían las conductas o los resultados si se
sociales y políticas, sino también los medios para modificasen las condiciones
2
subyacentes . La
comprender la evolución a largo plazo y la combinación de estos dos tipos
permanencia de determinadas formas institucionales. Las
carac• terísticas que diferencian el modo en que se 2
Las diferencias entre los dos tipos de predicciones consisten
analizan las insti• tuciones desde la teoría de la elección en que mientras el primer tip o mantiene constantes las condiciones
del entorno para analizar los efectos de las distintas instituciones, el
segundo mantiene cons- de predicciones no sólo posibilita el desarrollo de
contrastes empíricos sino que sienta las bases de un
desarrollo de la polí• tica comparada sistemático y
renovado. Ambas estrategias per• miten tanto comparar
tipos de conducta o resultados políticos bajo distintos
tipos de instituciones dentro de un mismo país (por
ejemplo, dos agencias de regulación o dos
ministerios) como comparar los efectos del mismo
tipo de institució n en diferentes países.
En tercer lugar, el estudio de las instituciones
endógenas pro• porciona una teoría diferenciada acerca de
su estabilidad, forma y supervivencia. Frente a los
enfoques que toman las institucio• nes como algo dado,
este enfoque permite a los investigadores analizar cómo
los actores políticos intentan influir en las propias
instituciones a medida que cambian las condiciones.
Por último , este enfoque proporciona los
microfundamen- tos de fenómenos políticos de carácter
macro como las revo• luciones o las elecciones críticas
(véase, por ejemplo, Poole y Rosenthal, 1995). Hasta
hace poco este tipo de fenómenos eran exclusivamente
analizados por la macrosociología y los insti -
tucionalistas históricos (por ejemplo, Skocpol, 1979).
A u n • que la aplicación de la teoría de la elección
racional a este tipo de problemas es un fenómeno
relativamente reciente, su enfoque ofrece un conjunto
de conexiones entre éstos y la microconducta que
potencialmente puede dar lugar a una nue• va
metodología para las comparaciones entre casos. Los
mode• los explícitos de análisis del cambio político
discontinuo abren un estimulante conjunto de
aplicaciones de la teoría de la elec• ción racional.
El objetivo de esta breve revisión es mostrar la
lógica del análisis de elección racional de las
instituciones, sugerir una serie de aplicaciones y guiar instituciones endógenas. Por último , la tercera sección
al lector en su trabajo comple• mentario. El capítulo se discute algunas cues-
organiza en tres partes: la primera par• te presenta
algunos ejemplos de los efectos de las instituciones. La tantes las instituciones y estudia las consecuencias que se derivan de
segunda analiza la pujante literatura sobre las cambios en las condiciones de l entorno.
248 249
(1977), Kiewiet y McCubbins (1991), Kreh- biel (1991), Laver y
tiones relativas a las fronteras de la aplicación de la Schofield (1990), Laver y Shepsle (1995). Sobre la pre• sidencia,
véase Eskridg e (1991) , Ki ewi e t y McCubbin s (1991) , Mathews
teoría de la elección racional al estudio de las
(1989) y Mo e (1985a ). Sobre administración pública, véase
instituciones. Ferejohn y Shi- pan (1989) , Fiorin a (1977 , 1981), McCubbin s ,
Nol i y Weingas t (1987), McCubbin s y Schwartz (1984), Mo e
(1987b, 1989), N o l i (1987, 1989), Rot- henberg (1994) y Weingast y
Mora n (1983). Sobre tribunales y poder j u d i • cial , Rodríguez
I I . Los efectos de las instituciones (1994) ofrece una reciente revisión. Sobre elecciones, véase B aw n
(1993), Co x y Rosenbluth (1993) y Kousser (1974). Igualmente hay
una serie de estudios sobre cuestiones más específicas, como la
La teoría de la elección racional parte de un financiación de las campañas políticas (Austen-Smith , 1987; Barón,
conjunto de individuos, cada uno de los cuales tiene 1991; Snyder, 1991) y los efectos de la propuesta y el proceso de
unas preferencias bien definidas. La interacción desarrollo de referendos (Ger- ber, 1996).
estratégica entre individuos en UM contexto bien 4
Sobre los procesos de formació n de políticas
definido es el sello distintivo del enfoque. Las macroeconómicas, véa•
instituciones se incluyen en los modelos por sus efectos se Persson y Tabellin i (1990); sobre bienestar, Ferejohn (1989); sobre
en el conjunto de acciones disponibles para cada presu-
individuo , en el orden de las acciones y sobre la
estructura de la información a disposición de cada
decisor (este último aspecto se discute en la sección
I V ) . El análisis de elección racional se ha cen• trado
virtualmente en todas las grandes instituciones democrá•
ticas, incluyendo constituciones, parlamentos,
gobiernos, la administración, los tribunales y las
3
elecciones . Una serie de aplicaciones muestra cómo las
instituciones afectan a las deci• siones políticas en
campos como la formación de políticas
macroeconómicas, las políticas de bienestar, los
4
presupuestos, la regulación y la tecnología .
3
Sobre las constituciones, véase Buchanan y Tulloc k (1962).
Brenan y Buchanan (1984), Elster (1989), Hardi n (1989), Ordeshook
(1993), Weingast (1995b). Sobre las asambleas legislativas, véase
Austen-Smith y Banks (1988), Co x y McCubbins (1993), Fiorina
a) El modelo de establecimiento/control de la sente, o statu quo, se representa en el punto Q. El marco
agenda espa• cial nos permite hacer predicciones sobre los
5
(m.e.c.a. ) resultados de
El modelo m.e.c.a. ejemplifica el tipo de lógica puestos, Cogan (1994) y McCubbin s (1989); sobre tecnología,
6
empleado en los análisis de elección racional . El Cohén y N o l i (1991). Un a revisió n reciente de estudios sobre
modelo parte de un modelo espacial convencional de regulaciones puede encon• trarse en N o l i (1989) y Romer y Rosenthal
voto entre alternativas situa• das en un continuo (1985); véase igualmente la biblio • grafía incluid a en la nota 3
7 sobre «administración pública».
unidimensional (véase el gráfico 5.1) . El continuo 5
The setter model en la versión origina l se refiere a una
representa el conjunto de opciones posibles, que puede ir situación en la que uno de los actores tiene la capacidad para
desde el grado de protección ambiental al porcentaje del establecer las opciones dentro de un proceso de decisión. En este
PNB dedicado a bienestar social. Cada individuo tiene sentido, controla y establece la agenda de las votaciones
una función de preferencias que alcanza su máximo en estratégicamente. Por ell o hemos optado por traducirlo por
modelos de establecimiento y contro l de la agenda, en adelante
el «punto ideal» del individuo, la política preferida por m.e.c.a. La palabra setter se refiere a la persona o institució n que
el individuo con respecto al resto de las alternativas. Un disfruta de esa capaci• dad de establecimiento y control sobre la
individuo preferirá aquellas polí• ticas que están más agenda ( N . del T.).
6
próximas a su punto ideal que aquellas que están más Rosentha l (1990 ) revisa un conjunt o de aplicacione s de l
alejadas. Se asume que todos los individuos se com• model o
portan estratégicamente, esto es, maximizan sus m
objetivos, dada una serie de restricciones. .
e
El «votante mediano» (aquel que divide la .
distribución de votantes en dos partes iguales) es un c
.
factor clave en los mode• los espaciales en los que se a
.
considera una sola cuestión. La política M en el 7
Detalles adicionales sobre los modelos espaciales pueden
gráfico 5.1 representa la política ideal para el votante encontrarse
mediano. La política en funcionamiento en el pre• en Enelow y Hin i c h
(1984).
25 1
25 0
252 253
cial interés (Romer y Rosenthal, 1978). De acuerdo con pondría en práctica si fallaba la emisión de bonos11. Si
el grá• fico 5.1, a medida que el statu quo se desplaza fracasaba la emisión de bonos, la financiación escolar
hacia la izquier• da, aumenta el tamaño del conjunto de vol • vería a los niveles de 1911, claramente
opciones posibles (aque• llas políticas preferidas insuficientes para las necesidades actuales. Además, el
frente al statu quo por el votante mediano) aumenta. valor de la política de rever• sión disminuía a medida
Por ello, como se refleja en el gráfico 5.2, si el nuevo que pasaba el tiempo. El modelo m.e.c.a. nos muestra
statu quo es R < Q, el conjunto de opciones posi• bles cómo la estructura instituciona l de la financiación
aumenta, y pasa de (Q, Q') a (R, R 'J. Dado que el escolar en Oregón incrementó el poder de la jun -
punto ideal del setter es S, éste propondrá ahora R' en
lugar de Q', lo que propicia la siguiente paradoja: En este ejemplo el «punto de reversión» es diferente al statu
cuanto más alejado esté el statu quo de la posición del quo.
votante mediano, más alejado estará el resultado final
2
en una votación cuya agenda ha sido determinada por
5
un monopolista cuyo punto ideal es extremo.
4
Gráfic o 5.2. Estátic a comparativ a en el model o m.e.c.a.
1
R Q M Q R' S
de elección racional sobre las instituciones: un análisis agenda está más disperso, tales como la separación de
preci• so de los mecanismos que subyacen a las poderes en los Estados Unidos. En este sistema no sólo
decisiones políticas y la posibilidad de predecir cómo se acuerda la legislación entre el presi• dente y el
cambian los resultados cuan• do se producen cambios Congreso, sino que su ejecución está sujeta a la inter•
en los parámetros. pretación tanto de la Administración como de los
tribunales.
El desarrollo reciente de modelos sobre la interacción
b) La separación de entre el Congreso, el presidente y los tribunales ilustra
13
poderes el poder de este enfoque . La concepción dominante
tanto en la ciencia política como en el derecho veía a
El modelo m.e.c.a. abrió el camino para el los tribunales como el últi • mo actor en la secuencia del
desarrollo de análisis más complejos y realistas sobre el proceso legislativo: una vez que se aprueba la
funcionamiento de instituciones donde el control de la legislación, los tribunales la interpretan, cam• biando
con frecuencia su ejecución de modo significativo. En tos sobre la legislación. Y, en segundo lugar, demuestran
esta concepción el poder judicia l es dominante. cómo la perspectiva de una nueva legislación que anule las
Los modelos de elección racional destacan la decisiones judi • ciales tiene un efecto restrictivo directo
interacción entre sobre esas decisiones.
los tribunales y los cargos electos. Estos modelos parten de El modelo simple de elección política representado
la base de que los procesos legislativos y judiciales son en el gráfico 5.3 nos permite apreciar el efecto de esta
continuos: no sola• interacción continua sobre los tribunales. El modelo
mente los tribunales pueden reinterpretar la legislación, asume que el Con• greso y el presidente son actores
sino que las cámaras electas pueden legislar como reacción unitarios, cuyos puntos idea• les son C y P. El punto
frente a las deci• siones judiciales (Eskridge, 1991). De ideal del poder judicia l está represen• tado en J. Se
este modo, se tiende a pre• sentar una relación más asume que la legislación surge como resultado de un
estrecha entre los tribunales y las ramas electas del poder. proceso de negociación entre C y P. Para simplificar, se
En primer lugar, demuestran cómo potenciales decisiones asume igualmente que el poder judicial dispone de plenos
judiciales modifican las decisiones de los cargos elec- pode• res de interpretación, es decir, de la capacidad
de adaptar la legislación sobre cualquier política.
13
La lista de estudios sobre la separación de poderes incluye:
Eskridge (1991) , Ferejohn y Shipan (1989) , M i l l e r y Hammo n d Gráfic o 5.3. El sistema de separación de
(1989) , Kiewi e t y McCubbins (1991), McCarth y y Poole (1995), poderes
McCubbins , N o l i y Weingast
), Mo e (1987b), Rothenberg (1994), Snyder y Weingast (1994),
Gel y y
Spiller
(1992).
las instituciones pueden cambiarse, ¿por qué cambian en segundo lugar, debe mostrar por qué esos actores
sólo bajo ciertas circunstancias? carecen de incentivos para llevar a cabo la modificación.
La teoría de la elección racional proporciona una de Cuan• do se satisfacen ambas condiciones, se dice que
las pocas aproximaciones sistemáticas a estas las institucio• nes son «autoimpuestas» (self-
15
preguntas . Para ello se parte del concepto de enforcing).
autoimposición (self-enforcement). Dado que las
instituciones limita n la flexibilidad de los decisores, los
actores han de tener interés en acatar los límites a) Instituciones endógenas: la estabilidad
impuestos por las instituciones. Un modelo de análisis política en los Estados Unidos antes de la
de la estabilidad insti• tucional debe cumplir dos Guerra Civil
condiciones: en primer lugar, debe permitir que las
instituciones sean modificadas por actores con• cretos; y El examen de los mecanismos que subyacen a la
estabilidad política en la etapa anterior a la Guerra
do ejemplo son los estudiosos de la «nueva historia
C iv i l norteamericana constituye una buena ilustración
política», que basan sus argumentos en enfoques
del análisis de instituciones autoimpuestas 16. Los
etnoculturales: de acuer• do con estos autores, la gran
investigadores de la polític a estadouni• dense previa a
parte de los norteamericanos se preocupaban más por
la Guerra Civi l tienden en gran medida a adoptar la
las cuestiones locales que por los pro• blemas
cultura como uno de sus principales paradigmas. Así,
nacionales (por ejemplo, Silbey, 1985).
por ejemplo, Hartz (1955) argumenta que la mayoría de
los nortea• mericanos creían en los derechos de El análisis de la relación entre la cultura política
propiedad privada, en los mercados y en un gobierno estadou• nidense y los límites actuales de la acción del
limitado, especialmente en lo que se refería al lejano gobierno pare• ce basarse en una premisa implícita: si
gobierno nacional. Incluso aquellos indivi • duos que casi todos los votantes tienen una creencia concreta
no tenían propiedades defendían estos ideales, en par• te sobre la relación con el gobierno, esa creencia es la
porque creían que sus hijos podrían alcanzarlas. Un causa de que la relación se produzca en la práctica .
segun- Por consiguiente , los Estados Unidos en el período
anterior a la guerra se caracterizaron por un
15
federalismo con una presencia limitad a del
Obras pertencientes a esta tradició n son: No r t h (1990) , gobierno nacional, porque la mayoría de los
Ordeshook
ciudadanos preferían que el gobierno nacional estuviese
(1993), Weingast (1995b).
16 estrictamente limitado.
Ningun a discusión breve de este tema complej o y
largamente debati• do puede resultar convincente, ni mucho menos Por desgracia, la literatura presta muy poca
hacerle justicia . Mi objetivo en esta sección es ejemplificar cómo se atención a los mecanismos que subyacen a esta
utiliza n los conceptos. La discusión se basa en mi obra más extensa premisa, lo que oscurece el vínculo entre lo s valores
sobre la etapa de la Guerra C i v i l norteame• ricana, en Weingast de los ciudadanos y la conducta del gobierno. Las
(1995a).
creencias y visiones de los ciudadanos esta•
dounidenses no eran autoejecutables. Aunque la
mayoría de los estadounidenses tenía creencias
similares acerca de l gobierno y la propiedad,
diferían en numerosas cuestiones políticas concretas
lo suficiente como para disputarse el con• tro l del
gobierno nacional. Las diferencias tenían lugar en
cuestiones de carácter económico , como los
aranceles; además, las posturas enfrentadas sobre la
esclavitud provo• caron un profundo impacto en la
economía del Sur. El con• senso generalizado en torno
a un gobierno limitado no evitó que los ciudadanos
americanos se implicasen políticamente en cuestiones
concretas.
En este contexto el problema concierne a la forma
en que el federalismo se sostuvo a lo largo de esta etapa
o, más en con• creto, ¿qué factores explican que las
limitaciones impuestas sobre el gobierno por el federalismo, en particular un gobierno nacional de
federalismo fuesen autoimpuestas y cumplidas por los alcance limitado. Es más, un conjunto específico de
cargos políticos nacionales? Yo creo que se necesitaron instituciones hizo
ciertas instituciones para implementar y mantener el
26 0 26 1
que el federalismo fuese autoimpuesto durante la «regla de equilibrio» no sólo proporcionaba a cada
mayor parte de la etapa anterior a la guerra. región un poder de veto frente a aquellas políticas
Para comprobarlo, consideremos algunas crisis contrarias a sus intereses, sino que jugó un papel
concretas durante esta etapa. Durante el siglo x i x las fundamental en la mayoría de los acontecimientos
políticas del gobier• no nacional provocaron graves políticos más importantes de los años anteriores a la
problemas. Durante la guerra de 1812, los intereses guerra (Roback, 1997; Weingast, 1995): fue la base de
comerciales de los Estados del noreste fueron dañados la formación del segundo sistema de partidos a fina-
por las políticas económicas derivadas de la guerra
hasta tal punto que convocaron una conferencia de 17
Esta convención no fue un hecho aislado; en prácticamente
sece• sión en Hartford a finales de 1814. Aunque la todos los Estados hubo ciudadanos qu e consideraron la secesión
secesión final• mente no se produjo - l a guerra en algún moment o previo a la Guerra C i v i l .
terminó poco después de la conferencia-, ésta reflejó
la medida en la que los Estados del Norte
cuestionaban la legitimida d de las opciones
17
políticas adoptadas bajo la Constitución .
Algunos años más tarde se produjo un hecho
relacionado. La propuesta de admitir a Missouri sin
un Estado libr e corres• pondiente produjo una crisis
en 1818. Los Estados del Norte, temiendo un
domini o de los Estados de l Sur en el gobierno
nacional, intentaron bloquear la ley que convertía a
Missouri en Estado, poniendo la condición de que se
liberasen los escla• vos de Missouri. La enmienda fue
aprobada por el Congreso, donde la distribución de la
población otorgaba mayoría a los Estados del Norte,
pero fue derrotada en el Senado, donde los Estados
del Sur tenían la misma representación y por tanto
poder de veto.
El Compromiso de Missour i resolvió el conflicto.
En él se estableció que la «regla de equilibrio», que
otorgaba la misma representación en el Senado al
Norte y al Sur, regiría en la expansión territorial y
en la delimitación de los Estados (sta- tehood). La
les de los años veinte y principios de los años treinta nacional restringido fuese una institució n
del siglo pasado; y jugó un papel clave en las crisis autoimpuesta.
que tuvieron lugar a lo largo de los años cincuenta, al La «regla de equilibrio» desarrolló un acuerdo
constituir uno de los facto• res subyacentes a dos entre ameri• canos con distintas visiones de lo político
derrotas del Partido Demócrata: la ley Kansas- y preferencias dife• rentes: si tú renuncias al
Nebraska, de 1854, y el intento de admitir a Kansas potencial que ofrece el contro l del gobierno nacional,
como un Estado esclavista en 1858. también lo haré yo. El sistema de vetos regio• nales,
La «regla de equilibrio» fue también la base facilitado por la «regla de equilibrio», fue clave para
sobre la que se sustentó el federalismo estadounidense. man• tener los límites del gobierno nacional. El
Aunque la mayoría de los norteamericanos temían la gobierno nacional podía aprobar sólo aquellas políticas
intrusión del gobierno nacio• nal, lo hacían por preferidas por una amplia mayoría de la nación.
razones distintas. Las distintas crisis que tuvieron Además, la regla de equilibrio era «autoim• puesta». En
lugar en el período anterior a la guerra demostraron la medida en que estaba en funcionamiento, cada
que los gobiernos regionales podían utilizar al región disponía del poder para evitar intentos de
gobierno nacio• nal para sus propios fines y en modificarla.
detrimento del resto de las regio• nes. La profunda El poder asociado a la «regla de equilibrio» se
convicción de los norteamericanos sobre un gobierno aprecia con claridad al analizar sus significadas
limitado no los protegió frent e a posibles intromi • implicaciones en el pro• blema de la esclavitud. Al
siones de ese gobierno en el federalismo porque el garantizar a los Estados del Sur un poder de veto en el
consenso general no se extendió en muchas cuestiones Senado, la regla de equilibrio les permiti ó bloquear
concretas, tales como la esclavitud. En cambio, fue la propuestas legislativas antiesclavistas. La regla de
combinación de la «regla de equilibrio» con las equilibrio fue un instrumento clave para la
actitudes y preferencias de los nortea• mericanos lo concepción de los derechos de los Estados que
que permitió que el federalismo con un gobier• no sustentaba el federalismo duran-
26 2 263
te el segundo sistema de partidos. Esta versión del las preferencias de los ciudadanos no constituía una
federalis• mo garantizaba a los Estados la capacidad de institució n autoimpuesta; durante varios momentos
administrar cues• tiones como la esclavitud en el Sur, del período, ciertos intereses regionales amenaza• ron
sin miedo a una invasión por parte del gobierno con controlar el gobierno nacional en función de sus
nacional. El éxito en momentos con• cretos de obje• tivos. Cuando las propuestas antiesclavistas eran
algunas medidas antiesclavistas en la Cámara de aprobadas en la Cámara de Representantes, compuesta
Representantes muestra que, en ausencia del veto del mayoritariamente por representantes del Norte, los
Sur, esas medidas se habrían convertido en una Estados del Sur las vetaban en el Senado. El sistema de
política nacional 18 . vetos duales implicaba que las políti • cas que
En resumen, el mantenimiento del federalismo en defendían intereses específicamente regionales no
los Esta• dos Unidos en la época anterior a la guerra podían salir adelante. La regla de equilibrio constituía
necesitó de insti• tuciones como la regla de equilibrio. el prin• cipal fundamento institucional del
Un gobierno limitado fun• damentado en exclusiva en federalismo: no sólo con• tribuía a sostener la
filosofía de los derechos de los Estados, sino que la
minadas formas. Varios investigadores señalan que las
convertía en autoimpuesta.
institu• ciones son diseñadas para dotar de
permanencia a determina• das situaciones y resultados
políticos. Una aplicación importante de este argumento
b) Las instituciones generan se centra en la políticas que se delegan a las
durabilidad administraciones. La capacidad de los cargos electos en
el futu• ro para influir en las decisiones de la
Otra rama de la bibliografía ofrece una administración constituye un problema a resolver en
respuesta afín a la pregunta de por qué las instituciones toda legislación. De este modo, los políticos
existen y adoptan deter- encargados de diseñar una nueva administración se
enfrentan a un dilema, en la medida en que quieren
18 que las ins• tituciones respondan a sus intereses y no a
Las disputas sobre el equilibrio seccional y su posterior
desaparición en los años cincuenta condujeron en paite a la Guerra los de los futuros polí• ticos. Los cargos electos
Civi l (véase Weingast, 1995a). La desaparición del sistema no sólo responden al dilema manipulando la estructura y el
dejó al Sur desprotegido, sino que el rápi• do crecimiento de l Nort e proceso burocrático, moldeando los incentivos de los
los llev ó a demandas como la «regla de la mayoría», con el burócratas y reduciendo la influencia de los futuros
consiguiente riesgo de que el Sur perdiese toda influencia en la
polí • tica nacional. Aisladamente, este hecho apenas constituye una políticos (McCubbins, Nol i y Weingast, 1989; Moe,
explicación de la secesión de los Estados del Sur, dejando aparte la 1989).
devastadora Guerra Ci v i l a que condujo. Pero fue un factor polític o Algunos trabajos recientes sobre protección ambiental
relevante en la crisis política en tor• no a la separación.
y regu• lación de la seguridad laboral ejemplifican este
2 proceso (McCub• bins, Nol i y Weingast, 1987; Moe,
6 1989). Estos estudios empie• zan planteando la
siguiente pregunta: ¿por qué las estructuras
4 burocráticas y los procedimientos administrativos son
tan com• plicados y enrevesados, anulando en muchas
ocasiones el obje• tivo expreso de la actividad para la
que están pensados?
El trabajo de Mo e sobre la EPA (1989) empieza
descri• biendo cómo los rígidos procedimientos de la
agencia le imp i • den llevar a cabo su mandato.
¿Cómo se explica esto? La res• puesta de Mo e es
que cuando los defensores de l medio ambiente
tuvieron la oportunidad de desarrollar en los años
setenta una legislación novedosa y radical, no
esperaban per• manecer en el poder durante las tres
décadas siguientes. El argumento de Mo e es que los
defensores del medio ambiente creían que los sectores
opuestos a la regulación dominarían el proceso de
decisión regulativa, tal y como había ocurrido en la
década anterior. siguiente: en las etapas en las que los defensores del
Dadas estas expectativas, los defensores del medio medio ambiente tuviesen el poder, estos procedimientos
intentaron consolidar sus políticas, poniendo en práctica generarían con-
una serie de estruc• turas y procedimientos que forzarían
2
a los sectores opuestos a la regulación a seguir
manteniendo el aire limpio . El intercambio era el 6
5
base de pequeñas unidades de producción, organiza•
cesiones en lo que se refiere a los objetivos das en torno a la casa señorial. Uno de los factores
medioambientales. Pero durante los períodos en que el fundamen• tales de este proceso era la capacidad de
poder estuviese en manos de los sectores opuestos a la alimentar a los habitantes locales dentro del castillo y
regulación medioambiental, se facili• taría la de protegerlos de asal• tos y asedios.
consecución de los objetivos. Como resultado de este La economía señorial se basaba en un sistema de
pro• ceso, sabemos que los años setenta supusieron un inter• cambio de la producción cimentado en la
giro dramáti• co y permanente con respecto al tradición más que en la existencia de mercados
modo en que se estaban regulando los intereses del explícitos. Los altos costes de trans• porte, unidos a
sector. Paradójicamente, el giro ines• perado implicó la dificultad de proteger los derechos de pro• piedad,
que las restricciones impuestas a la regulación convirtieron a los mercados en un fenómeno colateral
limitaron la prosecución de sus objetivos por parte de a las vidas de la mayoría de las personas que vivían en
los propios defensores del medio ambiente. el inte• rio r de Europa. En gran medida
autosuficiente, la sociedad señorial producía casi
todo lo que consumía.
c) La explicación del cambio institucional: los
trabajos de North y Thomas sobre la 2
desaparición 6
de la servidumbre en Europa occidental 6
268 269
cierto coste, los miembros de la asamblea legislativa Por tanto, la extensión del enfoque más allá de la
pueden aprender sobre esta relación y reducir la diferencia política americana constituye un terreno novedoso y
entre los efec• tos pretendidos de una determinada prometedor. Seña• laré con brevedad cuatro aplicaciones.
política y sus efectos reales. En primer lugar, los estu• dios que comparan diferentes
La obtención de este tipo de conocimiento crea sistemas electorales son un ejem•
23
tensiones
a los legisladores. La eficiencia requiere que sean plo de este creciente cuerpo de nuevas . El estudio
sólo unos aplicaciones
cuantos legisladores los que afronten la inversión de de los sistemas electorales demuestra que las diferencias
conver• tirse en expertos y comprender la naturaleza de en tér•
la relación entre la política y sus efectos. Sin minos de reglas electorales tienen efectos sistemáticos
embargo, ese conocimiento les permite sesgar los sobre el número de partidos, sobre la existencia de un
resultados en su propio beneficio. La ten• sión partido mayorita- rio en la asamblea legislativa o sobre
consiste en que es necesario ofrecer a algunos los efectos de las políti • cas. Estudios recientes
legislado• res suficientes incentivos como para que muestran igualmente que aquellos que diseñan los
hagan costosas inver• siones en conocimiento e sistemas electorales tienden a introducir sesgos en su
información sin extraer demasiados beneficios favor. En segundo lugar, existe una serie de estudios que
particulares de esa información. Gilliga n y Kreh- apli• can los modelos de análisis de las asambleas
legislativas a varios
sistemas parlamentarios de Europa occidental y24 . Un ter•
bie l muestran que, bajo ciertas condiciones, los Japón
legisladores
pueden diseñar instituciones que transmitan la cer grupo de aplicaciones compara las estructuras
información sin administrati•
25
un sesgo excesivo hacia la posición de los vas y su rendimiento en distintos . Por último, existe
expertos. países un
Muchos otros estudios demuestran que los parte, los modelos de análisis de la financiación de las
problemas de información están presentes en cualquier campañas muestran que el dinero puede tener muchas
proceso político. Aus- ten-Smith y Riker (1987), por más funciones que la mera compra de influencias: por
ejemplo, utilizan modelos simi• lares para el estudio ejem• plo, indicar si los candidatos son vulnerables 22.
de la retórica parlamentaria y la persua• sión. Por su
conjunto de trabajos recientes dedicados a la
b) La expansión del campo de aplicaciones investigación de
problemas de relaciones internacionales (por ejemplo,
Lo s teóricos de la acción racional desarrollaron sus Keoha- ne y Martin , 1994), así como una literatura en
modelos fundamentalmente a través de aplicaciones a la plena expansión sobre los efectos de las instituciones
política america• na. Esta perspectiva ayudó a generar una nacionales en el proceso de formación de la política
gama de estrategias teó• ricas cuyas implicaciones podrían exterior (por ejemplo, Bueno de Mes- quita y Lalman,
compararse con facilidad. Por desgracia, la atención 1992; O'Halloran, 1994).
exclusiva a la política estadounidense dio al enfoque un Los trabajos recién mencionados se centran en
tono parroquial, lo que dificultó la distinción entre sus institucio• nes de países desarrollados. La aplicación
conclusiones más generales y aquellas que reflejaban del enfoque más allá de las sociedades avanzadas, sobre
directamen• te supuestos específicos de las instituciones problemas políticos propios de países en vías de
norteamericanas. desarrollo, constituye una vía de trabajo igualmente
prometedora, si bien está dando sus p r i • meros
26
22 pasos .
Véanse las citas en la nota 3, supra.
2 3
2 Véanse, por ejemplo , Brad y y Jongry n (1990) , B a w n
(1993) , Co x y Rosenbluth (1993), Kousser (1974) y Rogowsk i
7
(1989).
0 24
Véanse, por ejemplo , Ca in , Ferejoh n y Fiori n a (1981)
, Cowhe y y McCubbin s (1996), Cox (1986), Laver y Shepsle
(1995), Laver y Schofield (1990) , Loh ma n n (1994) , Ramseyer y
Rosenblut h (1995) , Stro m (1990 )
yTsebe lis
(1990 ) .
25
Com o ejemplo, véanse algunos de los estudios de Cowhey y
McCu b •
bins
(199
6).
26
Alguno s ejemplos son: Bates (1989), Bates y Weingast
(1995), Ame s (1987) , Fearon (1994) , G re i f (1995) , Hardi n
(1995) , L e v i (1988) , N o r t h (1990), Przeworski (1991), Roo t
(1994) y Rosenthal (1992).
2
7
272 273
El estudio de las instituciones genera nuevas divisiones tradicio• nales dentro de la ciencia política.
perspectivas sobre problemas muy diversos. Con Como el m.e.c.a. ha pues• to de manifiesto, sus
respecto a la administra• ció n pública, sus principios básicos tienen aplicaciones para problemas en
conclusiones sugieren que los burócratas deben tener la administración, en la interacción entre los poderes
una influencia menor en las políticas de la que se legislativo, ejecutivo y judic ia l , y en las asambleas
aceptaba previamente. La sola observación de su conducta legislativas. A su vez, como indica la emergente
indi• ca que, dado que los burócratas toman literatura sobre el sistema estadounidense de separación
decisiones de gran importancia sin influencia directa de de poderes, este enfo• que tiene potencial para
los políticos, éstos tienen poca influencia directa. Al transformar los estudios sobre la polí• tica
destacar la importancia de la secuen• cia, la teoría de la estadounidense superando las divisiones disciplinarias
elección racional sugiere que cuando los políticos tra• dicionales. Un proceso similar se ha iniciado en las
pueden castigar a los burócratas por desviarse de las relaciones entre americanistas y comparativistas,
políticas por ellos deseadas, los burócratas pueden alimentando la posibi• lidad de una nueva teoría de la
implemen- tar esas políticas sin necesidad de una política, frente a la división ante• rio r entre una teoría
intervención directa por parte de los políticos . Esto para Estados Unidos y otra para cada país o región.
no prueba que los políticos dominen a los burócratas, Finalmente, los ejemplos históricos prueban que el
pero señala que no puede inferirse que carezcan de enfoque no está confinado en las sociedades industriales
influencia del hecho de que no realicen una avan•
intervención política directa. Este principio general -lo
s deci- sores anticipan las consecuencias de sus
acciones y por tanto tienen en cuenta los intereses de
actores que pueden interve• nir más tarde- ha probado
su utilida d analítica en contextos muy diversos, por
ejemplo, en el estudio de las relaciones entre el poder
judicia l y las ramas políticas del poder, o entre las
organizaciones de los partidos y sus líderes.
Los modelos de elección racional proporcionan
igualmen• te la base para una discusión acerca de las
zadas. Sus aplicaciones incluye n una gama de El autor agradece y reconoce los útiles
fenómenos macropolíticos, tales como las comentarios de Michael Bailey, Bruce Bueno de
revoluciones, la guerra c i v i l y la desaparición de la Mesquita, Randy Calvert, Kelly Chang, Rui de
28
servidumbre .
Figueirido y Andrew Rutten, la asisten• cia de
La mayoría de los estudios sobre instituciones,
investigación de Douglas Grob y la asistencia editorial
incluyendo aquellos que se basan en enfoques diferentes a
de Use Dignam.
la elección racio• nal, asume que las instituciones son
fijas y estudia sus efec• tos. De aquí surge el problema
de la duración de las institu• ciones. Recientemente, Biblio
algunos modelos de elección racional proporcionan un grafía
enfoque para el estudio de la duración y la
supervivencia institucional. Si las instituciones influyen AL T , J. E. y CHRYS TA L , A . , Political Economics, Berkeley,
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La metáfora de Pollock (como se verá más adelante,
proba• blemente sacada de contexto) parece hoy al
menos tan válida como lo era entonces, debido a un
conjunto de factores interco- nectados. Por consiguiente,
no resulta sorprendente descubrir que la ciencia política
• está sembrada de conceptos y termino• logía jurídica, y
que parte de ella analiza de forma más o menos directa y
explícita las relaciones entre el derecho y la política y
entre los actores jurídicos y políticos y las
instituciones. Las cuestiones de carácter constitucional
6. Las instituciones políticas: enfoques se estudian con frecuen• cia desde una perspectiva
jurídicos híbrida de derecho y ciencia política, cuyo equilibrio
depende de si la formación principal del autor es la de un
jurista o la de un científico político. El derecho públi•
G AV I N D RE WR Y
dores de los abusos del poder del Estado y como legisladores entre profesor norteamericano Donald Horowit z (1977a; 1977b;
bastidores es algo cada vez más reconocido, incluso por los propios 1982) ha escrito sobre el papel de los jueces en la política social ,
jueces (Drewry, 1992a). poniendo de manifiesto los peligros de la excesiva dependencia
sobre los jueces como garantes del interés público. Este autor señala
Existe una considerable literatura internacional y compa• rada
2 que, si bien los jueces pueden haber asumido nuevas funciones en las
sobre la función y la conducta política de los jueces . Algu• nos de
litigaciones administrativas, continúan actuando bajo pautas antiguas
estos autores adoptan una perspectiva positiva sobre el activismo
-que implicaban no tanto la crea• ción de nuevos programas o la
j ud ic i a l en contextos políticos, en circunstancias como protección
supervisión de la administración como la resolución de
frente a los abusos del ejecutivo y frente a la presión burocrática y la
controversias- y que las constricciones que se derivan de esas pautas
mala administración.
limita n el ámbito de lo que razo-
Si n embargo, otros autores señalan las disfunciones que
implica la sustitución de decisiones políticas por decisiones judi• 2
Véanse, por ejemplo, Abraham, 1993; Bell, 1983; Friendly, 1963; Jaf- fe
ciales, o el permitir que los jueces enmienden decisiones adop• tadas 1969; Katzmann, 1988; Schmidhauser, 1987; Volcansek, 1992.
por políticos responsables ante el electorado en el mar• co de una 3
Griffith es también el autor de un trabajo muy polémico sobre las pre•
litigación. Por ello John Griffith , experto en derecho público ferencias ideológicas de la judicatura británica (Griffith, 1979, 1991; para una crítica
británico, se ha mostrado muy escéptico al analizar lo deseable que véase Lee, 1989), y ha escrito, desde una perspectiva de centro-izquier• da, una
resulta potenciar que jueces no controlables limi• ten a los políticos síntesis histórica del papel político del Poder Judicial en Gran Bre• taña a lo largo
del siglo xx (Griffith, 1993).
(por ejemplo, a través de la Declaración de Derechos del Reino
3
Unido) . Esta discusión se refleja incluso en los trabajos de los 290
propios teóricos de los derechos en el ámbito de la jurisprudencia
(Waldron, 1993).
Desde una perspectiva distinta, pero igualmente escéptica, el
del material que cada una de las partes opta por mostrar ante el
nablemente cabe esperar de los tribunales (Horowitz , 1977b, p. tribunal. Si el problema requiere para su ade• cuada resolución la
151). Así, prosigue: consideración de intereses de partes que no están presentes ante el
tribunal y que no están formalmen• te en conflicto entre sí, de
Los tribunales son decisores públicos, aunque dependan de que la personas que incidental o conse- cuencialmente pueden verse
iniciativa privada invoque sus poderes: ellos no dan el prime r paso. afectadas por cualquier resolu• ción adoptada sobre la disputa,
Las partes afectadas por la acción administrati• va optan por la entonces un tribunal no es la institución ideal para la resolución de
reparación judicial , sobre la base de conside• raciones que pueden un conflicto de ese tipo (Cañe, 1986, p. 149).
no tener relació n con la importanci a pública del problema en
cuestión, con el carácter recurrente de la acción administrativa El problema aumenta por la incapacidad de los tribunales para
concreta, o con la competencia de los tribunales para juzgar esa
acción y cambiarla.
asimilar pruebas muy técnicas y por la ausencia en ellos de una
instancia encargada de vigila r las consecuencias.
Variantes del argumento de Horowitz aparecen en muchos otros
autores, incluyendo al estadounidense Lo n Fuller (1978) y al
administrativista inglés Peter Cañe (1986). Cañe señala que: IV. Derecho público y administración pública
Dado que los procesos judiciale s son esencialmente bipola • res, Sea o no suscrita la ortodoxia weberiana según la cual toda
están diseñados para resolver conflictos en términos de los
organización burocrática tiene una base legal-racional, el dere• cho,
intereses de sólo dos partes o grupos representados por esas
partes. Y como los procesos judiciales conciben a las par• tes como en sus múltiples y diversas manifestaciones, constituye
adversarios, los conflictos se dirime n exclusivamente sobre la base
291
casi por definición un elemento central de cualquier sistema Wilson, Ernst Freund y John Dickinson - concebían el análisis de la
4
desarrollado de administración pública . El derecho es de dis• tintas administración como algo profundamente ancla• do en el derecho
formas el medio a través del cual se desarrollan las polí• ticas público. De hecho, Wilso n se veía a sí mismo como un profesor de
públicas. Los organismos y funcionarios públicos están sujetos a la
derecho público, y albergaba ambiciones de «fundar una escuela de
jurisdicción de los tribunales, los auditores públicos y el defensor del
pueblo. El derecho es un servicio público cos• toso e importante, derecho público con una unidad dedi• cada a la administración
tanto como la salud pública o el bienestar, y se organiza y pública como la unidad principal de la institución » (Cooper,
administra a través de departamentos públicos (en la mayoría de los 1990, p. 256). Como ha señalado Andrew Dunsire (desde una
países, los ministerios de justicia) esta• blecidos para ta l fin. Ell o perspectiva británica), el famoso ensayo de Wilso n sobre «E l
puede generar tensiones (como ha ocurrido recientemente en el Estudio de la Administración», aparecido en 1887, concebía a la
Reino Unido) acerca de la insen• sibilidad con respecto a la administración pública como
independencia del poder judicia l (Browne-Wilkinson, 1988;
Drewry, 1992b). La administración de justici a es por tanto parte
de la agenda de la administra• ción pública académica. 4
Considérense como ejemplos: las limitaciones legales y las atribucio• nes; el
El derecho público puede tener sus limitaciones como medio de respeto que se supone por parte de los funcionarios a la legalidad, a
control y reparación frente a la administración pública, pero ha procedimiento y al rule oflaw; la provisión de procedimientos de adjudica• ción e
investigación para la resolución de conflictos; y la consistencia de la práctica y el
constituido siempre un elemento esencial de su estudio y desarrollo respeto a los casos precedentes.
práctico. En su ensayo sobre la relación entre el dere• cho y la
292
administración pública en los Estados Unidos, Philip Cooper
muestra cómo los pioneros en el estudio académico de la
administración pública -autores como Frank Goodnow, Woodrow
«la ejecución sistemática y detallada de l derecho público » po r hombres (sic) formados en las facultades de Derecho de las
(Dunsire, 1973, p. 88; Wilson , 1887). universidades [...] [y dejando aparte algunas excepciones] puede
decirse que hay un claro contraste entre la posición de los juristas
Cooper escribió un ensayo sobre la contribución del dere• cho en la administración británica y la que ocupan en las
público al desarrollo de la ciencia de la administración en el Reino administraciones de Europa occidental. En la primera son
Unido (Drewry, 1995) y se lamentaba de la escasa per• cepción del consejeros de la administración, mientras que en la segunda son la
administración en sí (Mckenzi e y Gro - ve, 1957, p. 96).
potencial que ofrece una mayor colaboración entre juristas y
administradores públicos (Drewry, 1986). No es nece• sario volver a
En general, el administrador continental es (como escribió C. H.
repetir aquí estos argumentos.
Sisson [1959, p. 39] en la misma época que Mackenzie y Grove)
En este contexto el contraste entre Gran Bretaña y Europa
«un jurista, especialista en una rama del derecho -a saber, el
continental es particularmente evidente. En la mayoría de los países derecho administrativo- que se encarga mayoritaria- mente de
europeos, gran parte del discurso político se expresa en términos
aspectos relacionados con las funciones de gobier• no». El
legales, y las administraciones públicas se rigen por códigos funcionario británico, sin formación en derecho o en cualquier otra
legales interpretados y aplicados por tribunales admi• nistrativos.
disciplina profesional, claramente no lo es.
Como ya observó el autor de un respetado manual sobre el gobierno
La permanencia de los prejuicios de Dicey puede explicar al
central británico en los años cincuenta:
menos en parte el desarrollo tardío del derecho adminis• trativo
[...] en todos los países de Europa occidental, excepto Gran en el Reino Unido . Dicey murió en 1922, y fue en la década de
Bretaña, ha constituido una tradición secular que los puestos más los veinte cuando los escritos de juristas como sir
importantes de la administración central habían de ser cubiertos
293
Cecil Carr (1921), W. A. Robson (1928) y F. J. Port (1929) tribunales y las investigaciones administrativas, así como la
comenzaron a establecer las bases intelectuales por las cua• les posibilidad de institucionalizar un Defensor del Pueblo encar• gado
el derecho administrativo obtuvo una aceptación gradual como de investigar las quejas sobre la mala administración del gobierno
área diferenciada y profesionalmente respetable de la teoría y central. El últim o debate culminó con la aprobación de la ley del
la práctica jurídicas. Este proceso se aceleró después de la Comisionado del Parlamento (Parliamentary Com- missioner Act )
Segunda Guerra Mundial , y fue durante los años cin • cuenta en 1967, que establecía la figura de un Defen• sor del Pueblo para
cuando aumentó súbitamente el interés en varios aspectos del tema. investigar las quejas acerca de la mala admi• nistración del gobierno
Los primeros autores británicos que se ocuparon del dere• cho central (véase Stacey, 1971; Gregory y Hutchesson, 1975). El
administrativo estaban obsesionados con el control ju di • cial del Comisionado parlamentario para la Administración desarrolla su
gobierno. Sin embargo, como ha observado Fred Rid - ley (1984, tarea en el marco de la responsa• bilidad ministerial frente al
p. 4), «la idea de una protección más "política" que "legal" de Parlamento, y fue siempre percibi• do más como una figura
los ciudadanos frente a la administración está pro• fundamente adjunta a los diputados que como un sustituto de sus funciones
arraigada en la tradición polític a británica y ha quedado tradicionales de transmisor de las que• jas de los ciudadanos de sus
grabada en la tradición de pensamiento británica». Por otra circunscripciones. Buena parte de la literatura jurídica de la época
parte, la esencia del debate público acerca del estado del derecho sobre derecho administrativo
administrativo, especialmente en los años cuaren• ta y cincuenta,
294
tenía relativamente poco que ver con el proce• so judicia l en sí.
Gran parte de la discusión sobre la reparación de las quejas de
los ciudadanos que tuvo luga r durante este período tenía que ver
con aspectos no estrictamente judiciales del derecho admi•
nistrativo; el objeto de la discusión lo constituían sobre todo los
tendía a considerar estas cuestiones como una materia más pro• contexto político y teórico.
pia de la ciencia política que del derecho. La revisión judicia l de los actos administrativos ha sido una
La mayoría de los libros de texto actuales sobre derecho industria de escaso crecimiento en Gran Bretaña en los ú lt i • mos
administrativo británico (entre los que hay muchos muy bue• años; varias reformas procesales han facilitado el acceso a los
nos), aunque todavía tienen una fuerte inclinación a centrarse en tribunales y los casos de derecho administrativo se han juzgado
la revisión judicia l (judicial review), cubren sustancialmente principalmente por un grupo semiespecialista de jue • ces
soluciones no judiciales, y algunos de ellos asumen el esfuer• zo pertenecientes a la Crown Office List en la Corte Supre• ma. Ha
de cubrir los aspectos políticos. Los especialistas en dere• cho habido alguna investigación sobre el uso e impacto de la revisión
público han hecho un trabajo muy ú t i l en la frontera entre la judicial , principalmente desarrollada por profeso• res de derecho
teoría legal y la teoría política (por ejemplo, Loughlin, 1992); de como Maurice Sunkin, en el marco del Proyecto de Derecho
hecho, otro autor, Paul Craig (1990), desde una perspecti• va Público 5 . Pero el tema todavía ha de captar la ima• ginación de
angloamericana comparada y tras llevar a cabo una revisión muchos científicos políticos.
enciclopédica de una literatura muy extensa, sugiere que nadie En muchos lugares del mundo, la administración pública a la
debería entrar en el campo del derecho públic o hasta haber vieja usanza está siendo sustituida por un nuevo estilo de
aclarado la naturaleza exacta de la teoría política sobre la que se administración más orientado hacia el mercado, que implic a
fundamenta su análisis. Un libro de Birkinshaw (1985) y un
volumen editado por Richardson y Genn (1994) constituyen dos 5
Sunkin, 1987,1991a, 1991b; Le Sueur, 1991; Le Sueur y Sunkin,
buenos ejemplos de trabajos de especialistas británicos en derecho 1992; Sunkin et al, 1993.
público en los que se abordan cuestiones sustantivas de derecho 295
administrativo sobre la base de un amplio conoci• miento del
administraciones públicas más pequeñas y la contracción y pri• América. De acuerdo con los autores de un importante, aunque hoy
vatización de los servicios públicos. Estos procesos tienen un ya superado, estudio comparado de dere• cho público: «Los
considerable impacto legal y constitucional que todavía no se ha problemas constitucionales penetran la vida y el derecho
comprendido en todas sus dimensiones, y que sólo está empe• americano hasta extremos que los observadores extranjeros
zando a discutirse en la literatura académica, principalmente jurí• dica consideran increíbles. Los americanos se han con• vertido en un
(por ejemplo, Baldwin y McCrudden, 1987; Harden, 1992). pueblo de constitucionalistas, que ha sustituido la litigación por la
legislación y que encuentra cuestiones consti• tucionales escondidas
detrás de cada caso» (Schwartz y Wade,
V. Los Estados Unidos: el derecho y la Constitución 1972, p. 6). La propensión a implicarse en extensos y costosos
conflictos jurídicos, tanto de derecho público como de derecho
En La Democracia en América, cuya primera parte fue publi• privado, es un rasgo bien conocido, aunque no universalmente
cada en 1835, Alexis de Tocqueville escribió que «apenas hay una admirado, de la cultura y la vida americanas. El Tribunal Supre• mo
cuestión política en los Estados Unidos que antes o des• pués no de los Estados Unidos, dotado de una función central en el sistema
se convierta en una cuestión judicial». Tocqueville creía que «el político que exige gran atención por parte de los cientí• ficos
6
políticos, no tiene un equivalente en Gran Bretaña .
poder otorgado a los tribunales de justicia norteameri• canos para
pronunciarse sobre la constitucionalidad de una ley constituye una 6
Sin embargo, existe una serie de importantes trabajos que se han cen•
de las barreras más importantes que jamás se han establecido contra
trado en la función judicial de la Cámara de los Lores (Blom-Cooper y Drewry,
la tiranía de las asambleas políticas» (Toc• queville 1946, p. 83).
Aqu í radica la explicación fundamental de las diferencias, antes
mencionadas, entre el Reino Unido y los Estados Unidos de
los Estados Unidos ha sido objeto de tantos trabajos, tan• to de
La literatura académica sobre el Tribunal Supremo de los
juristas como de científicos políticos, que resulta difíci l saber por
Estados Unidos es considerable y muy diversa: incluso existe un
«Oxford Companion» (Hall , 1992). Sobre el Tribuna l se ha dónde empezar. Hay estudios mu y importantes de historia
escrito desde perspectivas mu y distintas y en diferentes política (Bailyn , 1967; Will s 1968); e interpretacio• nes mucho
7
direcciones ; y existe una amplia producción en revistas espe• más modernas (Corwin , 1978; Tribe, 1988; Suns• tein, 1990;
cializadas. La literatura americana sobre la función y la con• 1993). Algunos aspectos del constitucionalismo han generado
ducta de los jueces está orientada principalmente hacia el Tr i • una producción escrita considerable por parte de los especialistas
bunal Supremo, como lo está también la literatura sobre la en el gobierno de los Estados Unidos, des• de el ensayo de Vil e
interpretación de la Constitución (Tribe, 1988; Wellington ,
1990; Sunstein, 1990, 1993). Además de los trabajos específi• sobre la separación de poderes (Vil e ,
camente dedicados al Tribunal, las implicaciones democráti• cas y
1972; Stevens, 1979; Paterson, 1982). El estudio de Paterson se basa en datos
constitucionales de la revisión judicia l están presentes en la únicos, extraídos de entrevistas con lores juristas en ejercicio ; su éxit o resal• ta
literatura, más amplia, de ciencia política, incluyendo clá• sicos las dificultades que los investigadores británicos del papel de los jueces han
modernos como el Prefacio a Teoría Democrática (1956) de Dahl y tenido para acceder a ellos (mucho mayores que las sufridas por sus cole• gas
El Fin del Liberalismo, de Low i , que entre otras cosas conmina al norteamericanos).
7
Véanse, por ejemplo, Hodder-Williams, 1980;McKeever, 1993; O'Brien ,
Tribunal Supremo a restaurar el rule oflaw anu• lando los
1993;SchmidhauseryBerg, 1972;Wolfe, 1986;WoodwardyArmstrong , 1979.
poderes delegados a una agencia administrativa si no van 8
Sobre los desarrollos recientes de l derecho administrativo en los Esta• dos
acompañados por patrones de ejecución claramente defi• nidos Unidos , véanse Stewart, 1975; Breyer y Stewart, 1979; Mashaw, 1985;
8
(L ow i , 1979, p. 300) . Sunstein, 1990; Lessig y Sunstein, 1994.
Como ocurre con el Tribuna l Supremo, la Constitució n de
296
29 7
dicho esto, no resulta realista pensar que los científi• cos políticos
1967) a los trabajos más recientes de Jon Elster y otros (Els- ter y
vayan a transformarse en juristas, o viceversa. El camino a seguir
Slagstad, 1988). Una colección reciente de ensayos exa• mina en
consiste en cubrir adecuadamente los aspec• tos jurídicos en los
perspectiva comparada las implicaciones constitu• cionales del
curricula de ciencias sociales, desarrollar más la colaboración entre
cambio polític o en Europa del Este y en otros lugares (Greenberg
las diferentes disciplinas y, más modestamente, en que juristas y
et al, 1993), basándose en análisis com• parados previos sobre el
científicos políticos se lean mutuamente. Este autor ofrece su
tema más general de la función polí • tica de los tribunales
visió n con obligada des• confianza, desde una perspectiva
(Shapiro, 1981).
nacional, en un país en el que el golfo entre el derecho y la ciencia
política es especialmen• te ancho. Au n así, queda la esperanza de
que este capítulo haya proporcionado modestamente ánimos y
V I . Conclusiones
orientación en esta dirección.
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302 303
contemporánea es distinta de la versión más antigua. Ambos
supuestos son correctos. Las diferencias entre las dos versio• nes
del institucionalismo son fundamentales para comprender el
desarrollo de la teoría política contemporánea.
El «viejo institucionalismo» caracterizó a la ciencia polí • tica
hasta los primeros cincuenta, y en cierta medida nunca ha
.
desaparecido entre muchos estudiosos de la política. Aquellos
académicos (Eckstein, 1963; Macridis , 1955) a favor de enfo•
ques renovados y más específicos, generalmente asociados a la
«revolución conductista», maldijeron al «viejo institucio-
7. Las instituciones políticas:
lo viejo y lo nuevo
B. GUY PETERS
304 305
El nuevo institucionalismo se diferencia de su predecesor en presidencialista o parlamentario, o se trata tan sólo de diferencias de
varios aspectos que reflejan el hecho de que se desarrolla• se carácter formal? ¿Son todos los gobier• nos realmente gobiernos
después de la revolución conductista en ciencia política. En «divididos»? (Pierce, 1991; Stepan y Skach, 1993; Fiorina , 1992;
Jones, 1995). Por último , los nuevos enfoques de análisis
primer lugar, la revolución conductista tenía un compro• miso
institucional prestan atención a los efectos de las instituciones en
explícito con el desarrollo de la teoría y el uso de técni• cas de forma de políticas públicas u otras decisiones. Si bien el viejo
análisis cuantitativo. Aunque el nuevo institucionalis• mo se fija institucionalismo seguía el proceso de formació n de una ley en
más en estructuras y organizaciones que en la conducta el Congreso (Baile y y Samuel, 1952) y utilizaba el proceso
individual, comparte con la tradición conductista la preocupación legislativo como indicador de la dinámica de las instituciones, no
por la teoría y el desarrollo de métodos analíti• cos adecuados. tenía mayor interés en lo que el gobierno hacía realmente. Por el
Mientras para la versión antigua del institu• cionalismo era contrario, el nuevo institucionalismo es un reflejo del movimiento a
favor del aná• lisis de políticas públicas dentro de la ciencia
suficiente una aproximación descriptiva, la ver• sión más reciente
política . El análisis de los beneficios y costes que los gobiernos
busca explicar las instituciones en tanto provocan a sus ciudadanos forma parte de sus preocupaciones .
3
30 6 307
pueden encontrarse distintas corrientes de pensamiento. De cómo debían funcionar y cómo funcionarían esas organizaciones.
hecho, algunas de las versiones se critican mutuamente, aun• que Por ello, una aproximación relevante a las instituciones las define
todos creen compartir básicamente una determinada apro• ximación en términos de la «lógica de la ade• cuación» que guía las
a la política. Mientras para el observador externo está claro que acciones de sus miembros. Desde esta perspectiva el elemento más
todas las versiones del institucionalismo comparten un interés importante que define a una ins• titución es el conjunto de valores
común en las estructuras del sector público, a veces da la impresión en función de los cuales se forman las decisiones y los
de que no es mucho más lo que las une. Por ello, la función de un comportamientos de sus miembros, y no sus estructuras formales o
capítulo de este tipo consiste en identi• ficar las diferentes sus reglas de procedimiento.
corrientes dentro de esta literatura y revisar sus contradicciones Esta concepción normativa de las instituciones está muy
internas y sus puntos fuertes. Igualmente debemos indicar qué es lo relacionada con varios enfoques de la teoría de las organiza•
que diferencia las distintas versio• nes del «nuevo» ciones. Por ejemplo, la perspectiva de la cultura de la organi•
institucionalismo de las viejas concepciones institucionalistas. zación dentro de la teoría de las organizaciones (Ott, 1989)
desarrolla argumentos muy similares en relación a la impor• tancia
de los valores para entender el comportamiento de las
a) Institucionalismo normativo organizaciones. La diferencia entre estos dos enfoques radica en
que el análisis institucional asume (o al menos lleva implí • cita) la
La noción de «nuevo institucionalismo» fue acuñada por uniformidad de valores, mientras los análisis de cultu-
March y Olsen en un artículo pionero (1984). Si bien estos autores 308
resaltaban los aspectos organizativos de la vida políti • ca, también
destacaban la importancia de las normas y los valo• res para definir
ra organizacional conciben la posibilidad de que haya un con• junto mercado, pero a cambio, según estos auto• res, el vínculo
de culturas diferenciadas dentro de la misma organiza• ción (Siehl y económico no sería adecuado para entender organizaciones no
mercantiles.
Martin , 1984). Los institucionalistas asumen la uniformidad de
los valores por definición, mientras que para los teóricos de la
cultura en las organizaciones los valores son en esencia una
variable dentro de las estructuras. b) Aproximaciones de elección racional
Marc h y Olsen ofrecieron una perspectiva general sobre las •
314
e) Institucionalismo estructural
dos del individualismo metodológico, el institucionalismo se determinan las instituciones el comportamiento, o son los com•
enfrenta al problema de la falacia ecológica. portamientos los que realmente determinan a las instituciones? El
argumento fundamental del análisis institucional es que hay una
serie de entidades que, incluso aunque no sean siempre
a) Individuos e instituciones identificables, tienen una presencia real que reduce la diversi• dad
de las opciones políticas que en su ausencia podrían con•
La paradoja del límite puede quizá considerarse como el siderarse8. ¿Cómo se transmiten, aprenden y refuerzan esos
problema teórico más importante al que se enfrenta el institu• valores colectivos en sociedades que en apariencia son cada vez más
cionalismo (Grafstein, 1992). Por un lado, las instituciones atomistas (Pedersen, 1989)? ¿Cómo se castiga la desvia• ción con
obtienen gran parte de su poder explicativo del argumento de que respecto a las normas, y cuál es el umbral de desviación a partir del
imponen límites sobre el comportamiento de sus miem• bros, lo cual podemos considerar que ha tenido lugar un proceso de
que hace que los individuos no puedan actuar libre• mente en desinstitucionalización? Los individuos ocupan
situaciones sin restricciones, propias de un mercado competitivo
(Granovetter, 1985). Esta restricción es importan• te tanto si los 8
Para una discusión completa de los problemas metodológicos que impli• ca la
investigadores emplean un enfoque normativo, histórico o de ausencia de entidades claramente identificables, véanse Easton (1990) y Cerny
elección racional. Si esto es así, entonces la deci• sión individua l (1990).
de aceptar la restricción sobre su comporta• miento es un factor
predictivo más importante que las propias reglas a las que se
somete.
El problema de la restricción es en gran medida parte de un
problema más general: cómo ligar el comportamiento de los
individuos y el comportamient o de las organizaciones. ¿Cómo
diferentes roles en diferentes instituciones. ¿Cómo dar cuenta de las DiMaggi o y Powell (1991, p. 1), por ejemplo, defienden que «el
dificultades que pueden tener las instituciones para impo• ner sus institucionalismo representa pre• tendidamente un enfoque
propias normas en semejante proceso de agregación de normas y distintivo al estudio de los fenóme• nos sociales, económicos y
valores? (Douglas, 1986). políticos; a pesar de ello resulta más sencillo ponerse de acuerdo
acerca de lo que no es, que acerca de lo que es». La ausencia de
definiciones claras no parece ser el camino más férti l para
b) Definiciones y existencia embarcarse en una empre• sa científica.
Según Pedersen (1991, pp. 131-132) las teorías institucio• nales
Un segundo problema teórico es cómo identificar la exis• tencia son incapaces de proporcionar una definición clara de lo que es
de una institución, lo que de hecho implica definir qué es una una institución. De acuerdo con su argumento, las tres teorías
institución. Aunque en origen la intención era desarro• llar el principales que él discute tratan a las instituciones como variable
análisis institucional como un medio de superar los pro• blemas dependiente y como variable independiente simultáneamente. Si
derivados del análisis racionalista de nivel micro de los fenómenos bien este juici o puede no ser aplicable a todas las corrientes del
políticos, puede resultar muy difíci l identificar el momento en el análisis institucionalista -e n particular a los enfoques de elección
que el elemento principal -las instituciones- surge y cuándo deja racional-, plantea preguntas muy importantes sobre la capacidad
de existir. Todas las corrientes del análi• sis institucional ofrecen de este enfoque para distinguir entre factores exógenos y factores
alguna forma de definición, pero todas son lo suficientemente vagas endógenos y para diferen• ciar las instituciones propiamente
como para complicar la identifi • cación de una institución. dichas de las estructuras sociales, económicas y políticas que las
rodean.
316 317
problemas empíricos de verificación puedan considerarse fuera de
c) ¿Tautologías?
la realidad.
El análisis de elección racional de las instituciones también tiene
En el otro extremo, el institucionalismo podría convertirse en problemas relacionados con el riesgo de convertirse en una
una tautología. Si las normas que determinan la conducta se tautología. En este caso el problema clave es la identifi• cación y
expanden para inclui r reglas implícitas y acuerdos vagos, para así definición de las normas. Si las instituciones se defi• nen por las
cubrir las instancias en las que los comportamientos observados no normas y las normas son aquellas órdenes dadas a los individuos,
se corresponden con las reglas formales de una institución, entonces que son obedecidas por éstos, entonces parece haber muy poco
la teoría se convierte en una teoría no fal- seable. Si observamos espacio para la desobediencia en un sistema cerrado, y la
comportamientos que no se correspon• den con las estructuras de afirmació n según la cual las instituciones deter• minan el
las reglas formales, entonces debe de haber otras reglas que no eran comportamiento no puede refutarse. Como se ha seña• lado
identificables. Además, ¿qué es una regla? Una regla es algo que anteriormente, cualquier intento de moldear el compor• tamiento
se obedece. Por tanto, si algo no es obedecido, por definición deja de los individuo s que no es obedecido pierde su condición de
de constituir una regla. Ésta es quizás una caracterización poco norma/regla y por tanto la institución es efectiva por definición.
amable de algu• nos estilos de razonamiento institucionalista,
pero no resulta demasiado exagerada.
El problema de la tautología amenaza a la mayoría de los
enfoques institucionalistas mencionados anteriormente. Por
ejemplo, el institucionalismo normativo tiende a asumir que
cualquier conducta observada es una función de valores colec• tivos;
no hay ninguna forma externa de verificar esta afirma• ción,
aunque resulte muy plausible. La definición de lo que es una
institución resulta lo suficientemente vaga como para que los
Por último , el institucionalismo histórico es quizás el más predecir los efectos de una determinada decisión sobre el diseño es
sujeto a la falta de falseabilidad. Dado que cada proceso históri• co es bastante alta (Taagepera y Shugart, 1989). Con res• pecto a otras
único y que no es posible encontrar contrafactuales, resul• ta muy variables estructurales, por ejemplo, la selección de un régimen
difíci l afirmar que las decisiones concretas sobre las presidencial o parlamentario, o de un sistema federal o unitario,
instituciones tomadas al comienzo del proceso no fueron deter• la capacidad predictiva es mucho menor. A menudo el problema
minantes. Las oportunidades de contrastar los supuestos del ins• de las consecuencias de las instituciones surge cuando se trata de
titucionalismo histórico podrían aumentar si utilizamos un diseño de «resolver» otros problemas (Shepsle,
investigación cuidadoso, seleccionando distintas estructuras 1989, pp. 141-142). Algunos investigadores (por ejemplo, Els- ter,
institucionales que se enfrentan a demandas políticas similares9. 1989) están menos interesados en la capacidad predictiva per se que
en la capacidad para estructurar instituciones con proba• bilidad de
generar resultados socialmente deseables.
d) Diseño e intencionalidad Tanto sobre bases normativas como sobre bases empíri • cas,
la capacidad de los diseños institucionales para generar
Con frecuencia se discute sobre las instituciones tomándo• las determinados resultados es algo cuestionable (Komesar, 1994).
como algo ya existente. Sin embargo, se presta menos aten• ción a Frecuentemente la manipulación consciente de las institucio• nes
la capacidad de grupos, individuos u otras instituciones para produce bien resultados no discemibles, bien resultados
diseñarlas de forma que produzcan los efectos deseados. En algunas
instancias, por ejemplo, el uso de las reglas electo• rales para 9
En cierto modo el análisis de Immergu t (1992) de la política sanitaria
determinar los resultados de las elecciones, la capa• cidad para cumple este requisito.
31 8 319
opuestos a los deseados. Además, existe una pronunciada rela• ción (Sartori, 1970) y de reduccionismo. Los defensores del análisis
de intercambio entre los valores externos y los valores internos institucional tienden a explicar la mayoría de los fenó• menos en
que pueden alcanzarse a través del diseño institucio• nal (Goodin, función de sus características institucionales. De la misma manera
en la que los analistas a nivel micro intentan e intentaron explicar
1996). Una institución que funciona bien inter• namente puede no
todas las dimensiones de la política a través de variables sociales o
generar los efectos deseados por una socie• dad más amplia, y una psicológicas, los institucionalistas tien• den a asumir que los
que está dedicada al servicio público puede resultar ineficiente. fenómenos políticos, y especialmente las políticas públicas,
Por ejemplo, los esfuerzos contem• poráneos por dotar de poder a pueden explicarse en función de las ins• tituciones encargadas de
los miembros de las organiza• ciones públicas pueden reducir la diseñarlas y ejecutarlas. El análisis institucional gana algo de
probabilidad de que adopten decisiones que realmente respondan a crédito al observar que los mismos individuos se comportan de
las necesidades de los clientes. Por decirlo brevemente, nuestra forma distinta en contextos insti• tucionales diferentes. Ell o
significa que los individuos aceptan las funciones que les asignan
base de conocimien• to para llevar a cabo diseños institucionales es
las diferentes instituciones y que, por tanto, las instituciones son
mucho más débil de lo que desearía la gente envuelta en procesos una variable importante para comprender su comportamiento .
10
e) Reduccionismo
320
321
tanto a los enfoques conductistas como a los de elección racional.
El análisis institucional ha demostrado ser muy efectivo a la Hay mucho que hacer para potenciar esta forma de análisis político,
hora de explicar determinados fenómenos, especialmente los pero, gracias a él, ya se ha produ• cido también un buen avance
incluidos en la «caja negra» del gobierno, ampliamente igno• rada por intelectual.
las teorías desarrolladas durante los años sesenta y setenta. Sin
embargo, a pesar de sus éxitos, esta aproximación al gobierno y a la
política presenta varios problemas espinosos. La mayoría de estos Bibliografía
problemas están relacionados con la capa• cidad para ofrecer
definiciones inequívocas de los principales fenómenos que se están ALMOND , G., «The return to the state», American Political Science
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comportamientos colectivos e indivi • duales. Un problema adicional ASHFORD , D . E. , The Emergence ofWelfare States, Oxford , Black- well
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variable independiente, como algo opuesto al mero reflejo de las BAILEY, S. K. y SAMUEL , H . D. , Congress at Work, Nueva York, Holt, 1952.
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PARTE I I I :
COMPORTAMIENTO POLÍTICO
8. Comportamiento político: una visión general
EDWARD G. CARMINES
ROBERT HUCKFELDT
329
prendieron las políticas democráticas en el contexto de Nosotros intentamos señalar la revolución que las
los votan• tes individuales, hallan sus orígenes en el tres tradi• ciones promueven, en común, en el estudio
mismo período de pos• guerra. Las series sobre de las políticas elec• torales, los problemas
American National Election Study y el trabajo de intelectuales comunes a los que se dir i • gen y la
Campbell, Converse, Mille r y Stokes (1960), tienen convergencia que ha marcado su desarrollo a través
sus orígenes en los trabajos de campo dirigidos en las del tiempo.
eleccio• nes de 1948. Y las teorías económicas de la ¿Dónde surgen las semejanzas? Lo más
democracia tienen una génesis que data, tal vez de importante, todos estos estudios comparten un
forma más notable, de la obra de Anthony Downs. enfoque común sobre los votan• tes individuales - u
Tomados conjuntamente, estos esfuerzos han fundado n enfoque que es duradero en la investiga• ción del
tres escuelas de investigación: la tradición de socio• comportamiento político - . Sin embargo, cada uno,
logía política que discurre desde el trabajo del Bureau of
Applied Research en Columbia; la tradición de 3
psicología política con orígenes en el Center for 3
Survey Research de la Universidad de Michigan; y la 0
tradición de economía política, la cual empezó,
seriamente, a aplicar conceptos de racionalidad y
autointerés al estudio del comportamiento ciudadano.
Lo peligroso de identificar estas tradiciones
separadas es que ignoramos sus semejanzas para
centrarnos en sus diferen• cias; de ese modo el bosque
desaparece por culpa de los árbo• les. La tesis de este
capítulo es que cada una de las tres tradi• ciones se
dirigi ó a un desafío distinto de la teoría democrática.
Cada tradición ha hecho un progreso sustancial al
formular una respuesta a estos distintos desafíos,
pero en el camino, éstas han tendido, además, a
converger en una misma visión del ciu• dadano en las
políticas democráticas. Podríamos decir que la
convergencia ha producido un nuevo modelo empírico
del ciu• dadano democrático y, desde entonces, una
visión actualizada de las políticas democráticas.
Nada de esto significa que no continúen existiendo
importantes diferencias -gra n parte de este capítulo
estará dedicado a analizar sus implicaciones-.
las políticas democráticas, las tres han producido un
en un modo diferente, apela a la cuestión de la alto grado de convergencia en sus res• puestas. Cada
capacidad de los ciudadanos individuales para tradición ha llegado a una reconciliación, en cier• to
funcionar en las políticas de• mocráticas, modo, entre las capacidades de los ciudadanos de
presentando, por lo tanto, un desafío a la teoría carne y hueso y los requisitos teóricos que
democrática. Sin duda, no es una exageración decir impone n las políticas democráticas. Sin embargo,
que este desafío ha proporcionado gran parte de la en el camino de la reconciliación, se ha desarrollado
agenda intelectual para la investigación del un nuevo modelo empírico de ciudadanía, el cual,
comportamiento polític o durante los últimos en muchos aspectos, es común a las tres tradiciones.
cincuenta años. Los sociólogos políticos fueron Y el punto de convergencia entre las tres tradiciones
forzados a afrontar el determinismo social como un es el del ciudadano intencionado, instrumentalmente
desafío del modelo del ciudadano independiente. Los motivado.
psicólogos polí• ticos se han enfrentado al vacío de El ciudadano intencionado, instrumentalmente
conocimiento político que caracteriza a los motivado, es, por supuesto, el ciudadano encarnado
ciudadanos típicos y las implicaciones que esto por las tradiciones de la economía política. Así, en
tiene para las teorías de la democracia que un sentido crucial, este modelo de ciudadanía y esta
dependen de un ciudadano astuto y sofisticado tradición de estudiosos fueron quienes plantea• ron el
políticamente que toma deci• siones. Los desafío fundamental a la investigación del
economistas políticos han planteado, ta l vez, el comporta• miento político. En otras palabras, la
últim o acertijo sobre la ciudadanía: ¿por qué un tradición de la economía política alentaba tanto a la
individu o racional invertiría en los deberes tradición de la sociología política como a la de la
ciudadanos cuando el efec• to de cada inversió n psicología política a reconsiderar -y en el pro-
individua l es probable que sea tr ivi a l y poco
importante? 3
Al mismo tiempo que cada tradición ha afrontado 3
un cues- tionamiento distinto a la capacidad de los 1
ciudadanos indivi • duales y, de ahí, al potencial de
ciudadanía democráti• ca, se reavivó el interés en el
ceso, redescubrir- sus propias raíces en el análisis de
estudio de la ciudadanía inten• cionada,
los ciu•
instrumentalmente motivada, de forma general, den•
dadanos intencionados y del comportamiento
tro de la investigación del comportamiento político.
político.
Nuestra propuesta no es revisar todo el campo de
Empezamos este capítulo considerando
investigación del com• portamiento político, sino, en
brevemente el de• safío que a las visiones
lugar de eso, identificar corrien• tes emergentes en
tradicionales de la ciudadanía democrá• tica planteó la
esta investigación que ejemplifiquen esta visión
tradición de la economía política. Entonces mos•
renovada de ciudadanía democrática.
tramos, algo irónicamente, que, a pesar del final al
que en los últimos tiempos se dirigió el modelo de
y más completa información. Pero, dada la escasa
I. El desafío de los economistas probabilidad de que cualquier acto individual sea
importante, ¿cuál es su uti • lidad? ¿Por qué alguien
Tal vez el desafío más importante a las visiones
debería tener que estar informado?
tradiciona• les de la ciudadanía democrática fue
El análisis de la abstención racional de Downs y
expresado por Anthony Downs (1957) en su
los cos• tes de la informació n anuncia un asalto
articulación de una «teoría económica de la
académico general sobre una extensa variedad de
democracia». Si los ciudadanos actúan racionalmente
problemas de la acción colec• tiva concebida de
sobre la base de sus propios intereses definidos
forma más amplia, particularmente, el aná• lisis de
individualmente, Downs mostró que ellos podrían
Olson (1965) de la organización política y el proble•
muy bien abstenerse de votar en las elecciones. La
ma de garantizar la militancia. Tal vez el último
abstención racional es una respuesta bastante razo•
tributo a ambos análisis es que han estimulado gran
nable cuando los beneficios que cualquier votante
actividad intelectual, tan• to dentro como fuera de la
obtiene deri• vados de su participación son
tradición de la economía política. Una significativa
comparados con los costes de la participación, una
parte de este esfuerzo intelectual ha sido dir i • gida a
vez que estos beneficios se descuentan de la
una reconciliación entre las expectativas que son
probabilidad microscópicamente pequeña de que
gene• radas por los modelos de economía política y
cualquier votan• te único vaya a jugar un papel central
por la realidad empírica tal y como la conocemos.
en un resultado electoral. En verdad, basándose en
Esto es, dados los fuertes incentivos individuales para
dicho cálculo, parece claro que el úni• co curso de
ir por libre y rehuir responsabili• dades, ¿por qué
acción razonable es abstenerse de votar.
cualquiera de nosotros participa en las elec• ciones,
El mismo cálculo puede ser evocado también en el se une a organizaciones o permanece informado
análisis de otras actividades ciudadanas. Más sobre la política? Acaso irónicamente, la tarea de
particularmente, el coste de llegar a estar informado reconciliar expec• tativas teóricas con la realidad
acerca de las políticas es a menudo mucho mayor que empírica se consigue sin esfuer• zo en lo que se
el coste de votar y aquí subyace el mismo aná• lisis. refiere a la organización política. La impor• tancia
Los ciudadanos podrían actuar más estratégicamente de la coerción, de los incentivos selectivos y de
para realizar sus intereses si basaran sus acciones los acuerdos institucionales (Ostrom, 1990) para su
sobre una mejor permanencia a largo plazo y la supervivencia de la
cooperación política, es ahora ampliamente aceptada,
aunque con algunos disidentes (Knoke, 1990;
Chong, 1991).
El desafío más difíci l ha surgido en relación a
los deberes más amplios y básicos de la ciudadanía participación relativamente amplia. Sin embargo, y
- l a decisión de parti• cipar en elecciones y de estar particularmente en el caso estadounidense, los
informado acerca de la política-. Al mismo tiempo niveles de información y participación son más altos
que Downs realiza una persuasiva defensa de la entre los mejor educados -aquellos quienes deberían
abstención racional - y , como resultado, más de unos ser más capa• ces de entender y comprender que el
cuan• tos politólogos se han vuelto personalmente ejercicio de los deberes ciudadanos no es en su
abstencionistas- asistimos al misterio de una propio beneficio individual- . En defi-
332 333
¿Esto significa que los votantes no son
nitiva, la simple y persuasiva lógica de la abstención racionales? O, de forma más importante, ¿significa
racional va en sentido contrario a la fuerte evidencia que no podemos ver lo pro• vechoso de la decisión de
empírica con res• pecto al funcionamiento de las estar informados y votar dentro del contexto de un
políticas democráticas. cálculo racional? Éstas son cuestiones bastan• te
Se ha gastado mucha tinta en el esfuerzo por absurdas, y su absurdo podría resaltarse por analogía
resolver este enigma. A principios de los años sesenta, con un ejemplo de l comportamiento consumista
los economistas polí• ticos inician un esfuerzo por puramente racional. Un o de los autores conduce un
reconciliar las realidades de amplia participación con Volvo mientras los otros con• ducen productos
la lógica de la abstención racional, un esfuer• zo que General Motors. El comprador GM cree que su
tal vez fue realizado de forma más urgente por un compañero del Volvo tiene preferencias perversas que
coro de críticos que vieron la idea de la ciudadanía le lle • van al «gasto» de una gran cantidad de
racional como una idea excéntrica. No nos dinero que podría ser usado más productivamente en
inclinamos, y éste no es el lugar, para realizar una cualquier otra cosa - a l menos más productivamente
extensa revisió n de esos esfuerzos (véase Aldrich , con respecto a las preferencias del com• prador de
1993; Jackman, 1993), únicamente diremos que en su G M - . Pero al compañero le gusta el Volvo. Él podría
mayoría han fracasado. Final y fundamentalmente, incluso estar dispuesto a argumentar que el Volvo
la amplia búsqueda de informació n y el vot o en merece un gasto adicional, pero, en últim a instancia,
elecciones no puede entenderse desde la ventaja del a él le gusta el Vol • vo. Ahora , si la tasa de cambio
cálculo racional a corto plazo porque, como variase y el precio del Vol •
argumenta Fiorina (1990), la participación y la
3
obtención de información son actividades que son
3
valoradas intrínsecamente. La gente desarrolla
4
deberes ciudadanos por• que les gusta o porque se
sienten culpables si no lo hacen, o porque están
expuestos a parecer estúpidos durante la conver•
sación de la comida. El punto important e es que el
desarrollo de deberes ciudadanos tiene valor como
un fin en sí mismo.
vo fuese más alto, el compañero podría ser astuto y productivos. Una medida del éxito conseguido por la
comprar un Chevrolet. Y por tanto, el compañero del tradición de la eco• nomía política es hasta qué
Volvo no es irra• cional. A él le gusta el Volvo. punto ha estimulado a otras tradi• ciones del
Para demostrar que la abstención racional es la comportamiento político a redescubrir sus propias
mejor solu• ción para los ciudadanos que basan su raíces en el análisis de ciudadanos intencionados y de
decisión de votar sobre intereses estrechamente la con• ducta política. Muchos de los desarrollos de
definidos, Downs nos mostró que la amplia estas tradiciones se deben ver en contraste con el
participación se entiende mejor como una manifesta• telón de fondo del redescu• brimiento por los
ción de una actividad que se valora intrínsecamente. científicos políticos de la ciudadanía inten• cionada.
Los ciu • dadanos que leen The New York Times y Verdaderamente, mucho del progreso en la
votan no son irracio• nales: a ellos les gusta votar o investigación de la conducta política durante los
quizá se sienten ma l si no lo hacen. Sin embargo, últimos cuarenta años, empe• zando por el trabajo de
sus preferencias no están determinadas. Si la campaña Simón (1957), ha venido a responder al desafío de los
electoral es particularmente sucia, o si los can• economistas políticos - e l desafío de redescubrir el
didatos no son atractivos, o si el resultado es papel de los ciudadanos intencionados en el
inevitable, o si hay temporal el día de la votación, «funcionamien• to» de las políticas democráticas-. No
ellos pueden quedarse en casa. En resumen, su estamos sugiriendo que la teoría de juegos sea o deba
preferencia por votar no es absoluta, es simplemente convertirse en el vocabulario de elección entre
uno de los factores que tienen en cuenta para deci• dir científicos políticos, o que otras tradiciones en la
si finalmente votan. investigación de la conducta política sean sumergidas
Desafortunadamente, la discusión de la en el para-
racionalidad de la ciudadanía dio un gir o
improductiv o que le condujo a un callejón sin 3
salida. Los argumentos relacionados con la racio• 3
nalidad de los ciudadanos tienden a ser muy poco 5
digma de la elección racional. Mu y al contrario, porque nos trasladen directa y determinadamente a
argumentamos que las otras tradiciones en la un conjunto de intereses y pre• ferencias
investigación de la conducta polí• tica han vuelto a concomitantes, sino más bien porque ubican a los
situar el papel del ciudadano intencionado en el individuos en la estructura social y aquí afectan «su
desarrollo de sus propias historias intelectuales. exposi• ción» a la información política (McPhee et
al, 1963). Mie n • tras éste es un argumento
sofisticado con importantes conse• cuencias, el
I I . Respuestas de la sociología prematuro trabajo de Columbia, y en particular The
política People's Cholee, proporcionó críticas con un claro
obje• tivo. Consideremos la siguiente formulación del
Una intuición central de la escuela de Columbia argumento de los autores: «Una persona piensa,
era que los atributos sociales son importantes no
políticamente, como él es socialmente. Las La respuesta de Key y Munger es a menudo
características sociales determinan las pre• ferencias citada como una refutación del pensamiento del
políticas» (1944, p. 27). determinismo social inhe• rente en los estudios de
Enmarcado en este sentido, y tal vez tomado fuera Columbia, pero lo más importante es que proporciona
de con• texto, puede ser difíci l imaginar una una reconstrucción del científico político de la
afirmación más clara de determinismo social. ¿En qué tradición sociológica política. El argumento de Key y
lugar dicha declaración del pro• blema deja a la Mu n • ger es un ataque directo a la idea de que la
ciencia política? ¿Eran las políticas simple• mente un preferencia políti • ca es la consecuencia directa del
residuo de la vida social? ¿Estaba mejor considerada la interés político definido en términos de características
ciencia política como un subeampo dentro de la individuales. Si queremos entender a los votantes de
sociología? En su clásica respuesta, Key y Munger Indiana, la inferencia llega a ser que noso• tros
(1959) buscan estable• cer el carácter idiosincrásico, debemos comprenderlos desde donde ellos residen,
independiente y único de la polí • tica. Basándose en en las circunstancias que los rodean, y tal empresa no
historias políticas de los condados de Indiana, puede ser llevada a cabo si los estudiamos simplemente
argumentan que el desarrollo de lealtades políticas como individuos divorciados de un espacio y un
tomó un giro peculiar e inesperado y aquí no hay tiempo.
una simple corres• pondencia entre preferencias La contribución de Key a la tradición de la
políticas y características socia• les. En un lugar sociología polí• tica se comprende tal vez mejor en
concreto, las preferencias políticas están conec• tadas a relación con su análisis de votantes blancos en el
las características sociales en un sentido y en otro lugar contexto de Southern Polines (1949). Key ofrece una
lo están de un modo completamente distinto. Aquí , la visión convincente de políticas raciales en su
política no es un simple residuo de la vida social, y la demostración de que la hostilidad racial blanca en el
preferencia polí• tica no está simple y socialmente Sur varió en función de las concentraciones de
determinada. población blanca dentro de los condados. La tesis
central de Southern Polines era que la evolución
histórica de la política sureña depende del domi • nio
relativo de los ciudadanos blancos y negros en
poblacio• nes localmente definidas (para la
actualización de este argu• mento, véanse Matthews y
Prothro, 1963; Wright , 1976; Giles y Evans, 1985;
Huckfeldt y Kohfeld, 1989; y A l t , 1994). Sin
embargo, en la demostración de que la hostilidad
racial entre los blancos estaba en función de las
concentraciones locales de población negra, ¿cómo los participantes en el conflict o están localmente
escapa Key a su propia crítica? ¿En este análisis qué definidos. En sus propias palabras (1949, p. 5), el
impide que la política llegue a ser una dimen• sión problema central en los condados de alta
socialmente determinada de la vida social más concentración negra era «el mantenimiento del con •
amplia• mente definida? - trol por una minoría blanca». En el análisis de Key, el
Key ve los conflictos raciales como el producto autoin- terés político es usado para explicar la
de polí • ticas y propósitos, donde los intereses de hostilidad racial, inclu -
336 337
so aunque la hostilidad racial deba ser todavía La comprensión de la política de los ciudadanos
entendida con respecto a un particular conjunto de indivi • duales en el interior de los conjuntos sociales y
circunstancias social- mente estructuradas. Así, el políticos don• de éstos se ubican se ajusta bien dentro
recurso que salva Key es la inten• ción individual de las tradiciones de la sociología política establecidas
cuando se despliega dentro de un tiempo y de un lugar por Key y Lazarsfeld y otros. De hecho, una literatura
concretos. Key toma como dado que, en conjunto, relevante dentro de los modernos estu• dios de voto se
los blancos en la posguerra del Sur tuviero n como dirige a los contextos y redes de ciudadanos
primer objetivo el mantenimiento del domini o individuales -un a literatura inaugurada por los
político blanco. Las acciones elegidas para llevar a efectos de Warren Mille r (1956) y Robert Putnam
cabo esta meta dependieron, sin embargo, de (1966)-. Mientras exis• te una coincidencia
especificidades situacionales. El manteni• miento significativa en el estudio de contextos y redes, lo que
del dominio blanco fue asumido en las tierras mon• se mantiene es que presentan estrategias con•
tuosas de Mississipp i porque all í hubo mu y pocos ceptuales significativamente diferentes para
negros, pero era problemático en el delta donde la comprender el impacto de la estructura social en la
concentración de ciudadanos negros era mucho más política. Los efectos más recientes han proporcionado
alta. En resumen, vemos bastante prematuramente la un enfoque combinado sobre la interacción entre
fusión de propósitos individua• les y circunstancias redes y contextos, pero tal estrategia requie• re que
medioambientales en la moderna emer• gencia de la sean comprendidos como estructuras separadas.
tradició n sociológica política, un tema que es
llevado hacia delante en estudios más recientes de 3
las con• secuencias políticas que aparecen debido a 3
los contextos y redes que rodean a los ciudadanos 8
individuales.
a) Contextos
sociales
individuales-. Esto no quiere decir, sin embargo, que
Los contextos sociales son políticamente la gente no se ubique dentro de un contexto
importantes por• que influyen las probabilidades de particular a la vez que evitan otros. En efecto, tales
interacción social dentro y a través de los límites de decisiones referidas a la posición pueden estar
grupos, por lo cual afectan el flujo social de estratégicamente motiva• das sobre la base de
información políticamente relevante. Aquí , los con• criterios económicos, políticos y socia• les. El punto
textos sociales son tal vez mejor definidos en términos importante es, sin embargo, que, una vez que una
de com• posición social (Eulau, 1986), y en este persona se ubica dentro de un contexto, se requerirán
sentido, un contexto puede ser visto como la esfuer• zos heroicos para cambiar de contexto. De
composición social de un ambiente. El ambiente acuerdo, hay ejem• plos heroicos: el trabajador de un
debe ser definido sobre diversas bases - u n club, un partido que se ocupa de su circunscripción electoral,
vecindario, una iglesia, un país, una provincia - y el testigo de Jehová que puerta a puer• ta trata de
tiene una multitud de propiedades que lo definen. convertir a sus vecinos, etc. Pero la mayoría de noso•
Algunos ambientes son viejos, grandes, definidos tros probablemente tome el contexto como dado. Aquí
geográficamente, aislados y atractivos, mientras que , ausen• te el problema de autoselección, los
otros no. De igual forma, el contexto social de un contextos son tratados como exógenos al actor.
ambiente puede ser definido en términos de las ¿Cuándo se puede ignorar el tema de la
diversas propiedades que lo componen: la autoselección? Más concretamente, la autoselección
proporció n de habitantes que son socialdemócratas, llega a convertirse en una hipó• tesis menos plausible
liberales, católicos, polí• ticamente activos y bien cuando se trata de grandes unidades de
educados. Sin embargo, se han hecho algunos esfuerzos '
para valorar las consecuencias de la hetero• geneidad
dentro de los contextos, concebida como una dis•
persión alrededor de una tendencia central. 3
Definido en este sentido, los contextos quedan más 3
allá del alcance del contro l individua l -ello s no se 9
conforma n por medio de las preferencias
agregación, cuando el motivo que subyace en la uno de éstos.
elección posi- cional o de pertenencia a un grupo es Primero, consideramos la dimensión de la unidad
políticamente irrelevan• te, cuando la demostración de de agre• gación. En un estudio fascinante, Erikson,
los efectos contextúales está vin• culada Wright , y Mclver (1993) han demostrado la
empíricamente a un proceso dinámico, cuando el importancia de las culturas políticas en el nivel estatal
efecto contextual está vinculado a un proceso de para la estructura de las coaliciones políticas y el
conflicto político o social, y en general cuando un comportamiento de los votantes individuales. Hay
mecanismo más sofisticado de influencia contextual muchas otras grandes razones para rechazar los
está especificado. A continuación consi• deramos cada argumentos de autose- lección en su trabajo, pero en el
nivel más básico, ¿esperaría• mos actualmente que la
textual está enraizado en la hostilidad política o social,
gente se incluya en Estados (provincias o condados)
la auto- selección inmediatamente carece de nuevo de
por razones políticamente relevantes? Cuanto
plausibilidad.
mayores son las unidades de agregación, la
¿Si los blancos sureños que viven en condados negros
plausibilidad de la autoselección como cálculo de
fueron racialmente hostiles hacia los negros, cómo
efectos contextúales decrece.
podemos echar la culpa sobre la autoselección? ¿Se
Segundo, un número creciente de estudios han
ubican los blancos hostiles racialmente en condados
vuelto hacia la demostración de los efectos contextúales
negros para estar cerca del objeto de su hostilidad? En
en el tiempo. Huck- feldt y Sprague (1990; 1995)
semejante caso, el comportamiento político está
muestran que las campañas polí• ticas intensifican los
claramente fundado, tal vez en formas complejas,
efectos contextúales -lo s efectos son mayo• res en el
sobre el contexto social circundante (Huckfeldt ,
final de la campaña- y que la magnitud del incremento
1986; Huckfeld t y Kohfeld, 1989).
varía de forma sistemática a través de grupos diferentes
Finalmente, las descripciones más sofisticadas de
defini• dos en términos de características individuales.
influen• cia contextual tienden en general a socavar el
Grofman et al. (1993) y Carmines et al. (1995)
argumento de auto- selección. Una de las más
muestran que el «efecto Key» previamente
importantes contribuciones en este aspecto fue hecha
documentado puede ser demostrado en el tiempo.
por Erbring y Young (1979), quienes argu• mentaban
Ambos esfuerzos muestran que el éxodo blanco desde
que los efectos contextúales se deberían ver como la
el Par• tido Demócrata ha sido acelerado por sucesos
retroalimentación endógena de la interdependencia
en la década de los sesenta en condados donde las
del com• portamiento. En este mismo sentido,
poblaciones negras están más concentradas. Las
Przeworski (1974), Sprague y Westefield (1979),
formulaciones dinámicas como éstas son bas• tante
Huckfeldt (1983, 1984, 1986), Przeworski y Sprague
difíciles de rehacer en términos de un argumento de
(1986) produjeron argumentos que de forma general
auto- selección: ¿la gente se reubica a partir de sus
trasladaron la literatura de los efectos contextúales hacia
observaciones de un modo que produce una espúrea
la inter• dependencia entre conducta e información, en
apariencia de un efecto tem• poral ordenado?
oposición a aque• llos argumentos enraizados en las
Tercero, el «efecto Key» se separa del argumento características sociales com• partidas. Para centrarse en
de auto- selección también sobre otras bases. Cuando el tema de la información socialmente comunicada y la
un efecto con• conducta interdependiente como el medio de
influencia del contexto, la literatura sobre los efectos
contex• túales se ha desplazado desde las
explicaciones del grupo de referencia social hacia la
influencia del contexto. Consideremos la explicación
de Langton y Rapoport (1975) del apoyo a Allen • de en tra• bajadores eligen vivi r entre trabajadores.
1964 entre los trabajadores de Santiago: trabajadores Como sugieren estos esfuerzos más recientes, hay
que vivían entre otros trabajadores venían a más debate sobre la autoselección que sobre el simple
identificarse con esos trabajadores y de aquí su apoyo a tema de la anterioridad temporal. Más
Allende. A pesar de su atrac• tivo, tal explicación es fundamentalmente, hay debates relacionados con el
vulnerable de ser contraria al argumento de papel de la intencionalidad individual , el
autoselección: sólo trabajadores que se identifican como
340 341
sociales son creadas como una consecuencia de los
carácter exógeno de las preferencias individuales, y individuos y sus elecciones. Incluso aunque los
la forma de los efectos estructurales independientes individuos puedan tener normalmente poco control
sobre la conducta individual. Descripciones más sobre la composición social y política de sus entornos,
completas de la influencia del contexto permiten una tienen discreción sobre las redes de contactos que
reconciliación entre la intención indi• vidual y el establecen dentro de los distintos escenarios. En este
efecto externo independiente de la estructura social. sentido, el contexto social se presenta como una
Pero semejante explicación implic a normalmente constricción medioambiental sobre el individuo
un matri• monio entre los contextos sociales, las redes -particularmente sobre modelos de interacción social
sociales y los ciu• dadanos interdependientes que de individuos- , y los ciudadanos hacen sus
actúan intencionadamente sobre la base de los elecciones entre alternativas que son impuestas
objetivos políticos. ambientalmente. En algunos casos la elección
Finalmente, la autoselección no es un rechazo de la individua l está llena de esas constricciones. En una
influen• cia medioambiental. Si la gente decide no fiesta típica de Peoría, incluso los socialistas
hacerse socio del club local Sierra porque está lleno de compro• metidos tienen pocas oportunidades de
ecologistas reaccionarios, resul• ta difícil sugerir que la hablar de política con otros socialistas. A ún , en
elección política es independiente del con• texto social. otros casos, la elección individua l se impone más
Las personas eligen formar parte de algún ambien• te y fácilmente.
evitan otros, pero nunca la elección se interpreta Consideremos los resultados empíricos del estudio
fácilmente al margen de la interacción del individuo de Finif- ter (1974 ) sobre la política y el luga r de
con el ambiente. trabajo, donde ana•
3
4
b) Redes
2
sociales
tes de información que concuerden con sus propias Calvert (1985)- . En resumen, y tal vez
preferen• cias políticas. Hasta qué punto los individuos irónicamente, la información que lleva un sesgo
siguen tal estra• tegia es probable que varíe en cada político claramente entendido es más probable que sea
caso, dependiendo de su sofisticación, atención, su úti l para el ciudadano.
posición de mayoría o minoría, etc. Pero uno no puede Sin embargo, la preferencia política no está
evitar la conclusión de que los ciudadanos condicionada por la elección de la información, porque
políticamente más sofisticados deberían estar más opera dentro del contex• to de un flujo de información
preocupa• dos por obtener información sesgada, como procedente del entorno. Esto es, el menú de opciones
opuesta a la infor• mación que en cierto sentido es queda más allá del control de lo individual, y aquí la
juzgada por ser políticamente objetiva -un a demanda individua l de información debe ser com•
conclusión que está de acuerdo con el análisis de prendida en relación con la oferta ambiental. Los
elementos cla• ve son dos. Primero, la gente
preferencias, no pudiendo ser todas ellas fácilmente
selecciona fuentes de informa• ción sobre la base de
realizadas en una única relación cualquiera. Sin
sus propias preferencias. Segundo, el conjunto de
embargo, la mayoría de las relaciones no están
alternativas informativas de los individuos refleja los
completamente especializadas, noso• tros hablamos de
sesgos de una fuente ambiental. La gente no es un
política, de deportes y del tiempo con grupos
producto irreflexivo de lo que le rodea. Más bien, sus
superpuestos. Siendo todo lo demás igual, los
opiniones llegan a ser los productos complejos de una
trabajadores de coches republicanos eligirán comer con
información sesgada por el ambiente y de sus propias
otro republicano, pero no todo lo demás es igual. Si
orientaciones previas.
ellos además fueran hinchas de los Chicago Bears, ellos
El elemento crucial para rescatar al ciudadano
podrían preferir evitar a los binchas de los Detroit
indepen• diente es reconocer que tanto la elección
Lions, y podría ser difíci l encontrar a un comensal
individual como el suministro ambiental de
que satisfaga ambas preferencias, particularmente en
información operan de acuerdo con la probabilidad. El
una fábrica de automóviles de Detroit . En otras
ambiente opera según la lógica de la proba• bilidad
palabras, la realización de preferencias políticas en la
porque los contextos sociales son rara vez políticamente
construcción de una red social puede ser bastante
homogéneos. Incluso las familias discuten de política
costosa, sobre todo si las múltiples prefe• rencias se
y, de ese modo, la gente obtiene información y puntos
realizan en una única elección. Inevitablemente, la
de vista que refle• ja n un sesgo menor que el sesgo
gente reduce sus costes al componer sus
condicionado. Si vives en un vecindario demócrata,
preferencias, y de ahí que el control del flujo de
tienes más probabilidad de ver pegatí- nas demócratas
información es incompleto.
en los coches, aunque en alguna ocasión veas alguna
Segundo, incluso si el trabajador autónomo
republicana.
republicano es bastante cuidadoso en evitar la
¿Por qué la elección es probabilística? Primero, los
conversación política con un demócrata, está presente
indivi •
una gran cantidad de información que no es solicitada
duos forman relaciones sociales basadas en una
- l a persona que trabaja cerca de nuestro repu• blicano
variedad de
puede llevar una insignia demócrata en la solapa-. Por
lo tanto, la gente está expuesta a información sin
advertirlo y de forma involuntaria, y mucha de esta
exposición lleva un ses• go ambiental: la gente que
trabaja en un banco ve más pegati- nas de coches
republicanas que aquella que trabaja en una fábri• ca de
automóviles.
Finalmente, la elección de fuentes de
informació n es a menudo incompleta debido a que seleccionar fuentes de información que sean
la preferencia subyacente, sobre la cual podría coincidentes con mis propias preferencias políticas,
apoyarse la elección, a su vez está basada en una mala pero
información. A menudo la gente carece de prefe• ¿cómo puedo saber qué preferir sin la información
rencias, y de ese modo no ejercen control informativo necesaria? Aun cuando la información es a menudo
porque no tienen preferencia alguna que emplear para más úti l si lleva un sesgo identificable, hay veces que
alcanzar un cri • terio de selección. En verdad, estamos la gente carece de las bases
en el meollo de un acer• tijo. Yo podría desear
344 345
que aquellos que viven entre otros tra• bajadores
necesarias para comprender o evaluar el sesgo que están más inclinados a votar por los socialistas. El
arrastra la información. vehículo de influencia debe ser, además, especificado.
¿Estos trabajadores votan por los socialistas porque
han hablado con sus vecinos socialistas o porque
c) Modelos de influencia han hablado con el trabaja• dor de su distrito
electoral? ¿Por qué eran influyentes los veci• nos (o
¿Cuáles son las consecuencias políticas de la los trabajadores del partido)?
estructura polí• tica y social? ¿Cuáles son los Aquí , una important e parte de la tradició n
mecanismos que vinculan a los ciudadanos con lo que sociológic a gira en torn o al desarrollo ,
los rodea? ¿Cuáles son los modelos alter• nativos de articulació n y evaluación de modelos
influenci a individual? alternativos de influencia -modelo s de influencia
El individualismo metodológico descansa en el que sitúan al individu o en el centro de la acción- .
corazón de la tradición sociopolítica que estamos No sor• prende que muchos de estos modelos se
describiendo -lo s ciu• dadanos individuales y sus deriven de las tra• diciones de psicología política y
elecciones políticas constituyen los objetos economía política. Y en este sentido, la tradició n de
fundamentales de estudio (Przeworski, 1985)-. El sociología política ha llegado a ser agnóstica con
actor individual no se ve, sin embargo, aisladamente, respecto a las cuestiones epistemológicas rela•
sino más bien en el contexto de las condiciones cionadas con el impulso individua l -n o hay una
circundantes y de las opor• tunidades que operan sobre microteoría
modelos de interacción social, la adquisición de
3
información política y la formulación de elec• ciones
políticas. Al mismo tiempo, sin embargo, el impulso 4
individualista, requiere que las vías de influencia entre 6
el indi • viduo y el entorno sean especificadas
claramente. Esto no es suficiente, en el caso de los
trabajadores suecos de Tingsten (1963), para mostrar
oficial que sea inseparable de la tradición representaciones colectivas- (Eulau, 1986). Para los
sociológica polí • tica-. Esto no significa que sociólogos políticos, la ver• tiente resbaladiza del
cualquier practicante particular del ofici o carezca individualismo metodológico conduce al
de un compromiso intelectual con un par• ticular reduccionismo metodológico, y en eso descansa la
modelo a nive l individual . En efecto, entre quiene antítesis de la tradición de la sociología política. Un
se ocupan de un análisis multinive l que conecta compromiso con el individualismo metodológico no
ciudadanos y ambiente se encuentran los seguidores niega el impulso sociológico, pero un anáfisis que
de la teoría de juegos y de la psicología cognitiva, empieza y termina bien con la psique indi • vidua l o
los teóricos de la elección racio• nal y los teóricos con un cálculo racional del individuo , deja de ser
del aprendizaje. La tradición, no obstante, no dicta sociológico.
necesariamente un motor micronive l que conduzca Boudon (1986) aboga por una tradición
los procesos político s y sociales. En otras palabras, individualista en sociología y un modelo
el eco• nomista político no necesita denunciar microsociológico que él traza desde la obra de
racionalidad y acto• res racionales para invocar una Weber (1966). La tradición es individualista en su
explicación multinivel , por• que los modelos énfasis sobre el propósito individua l y los motivos
particulares microsociológicos podrían tener raíces individua• les, pero es sociológica en su objeto sobre
que se asientan bien en la psicología política, bien los factores exter• nos al individu o que constriñen
en la economía política . su conducta. Aquí , Boudo n presenta un modelo
El rasgo distintivo de la microteoría en la microsociológico que coloca un (más o menos)
tradición de la sociología política está en su actor racional dentro de un conjunto de condiciones
propósito. La explicación de un comportamiento macrosociológicas.
individual no es un fin en sí mismo, sino más bien un
3
instrumento para obtener un objetivo bien diferente - l
a explicación de interdependencia entre ciudadanos y 4
una más completa comprensión de la política en sus 7
nicación influyente de información política tiene
La tradición individualista de Boudon podría ser
lugar entre gente que se tiene en alta estima y un
ilustrada bastante bien con los desarrollos en los
íntimo respeto personal, y éstos son los factores que les
modelos que buscan explicar la naturaleza de la
proporcionan fuentes fiables de información y guía
influencia en las relaciones socia• les. Concretamente,
política. De acuerdo con esta visión, la inti• midad y
en el contexto de estudios de socialización hacia la
confianza llegan a ser los ingredientes que definen la
ruptura con la familia (Jennings y Niemi , 1974,1981),
influencia política entre ciudadanos, y, de este modo,
era tal vez natural para los científicos políticos
la influen• cia no está relacionada con motivos y
adoptar un modelo de influencia social que se
propósitos.
construía sobre la intimi• dad y la interacción que
tiene lugar dentro de grupos sociales cohesivos. La Mientras este modelo fue realzado por los estudios
asunción implícit a o explícita es que la comu• de socia• lización política, su historia se extiende a un
período más tem• prano. En efecto, los estudios de
Elmir a y del condado de Erie articularon la influencia dad en el flujo de influencias en la comunicación
social en términos que Bur t (1987) llamó el modelo política (Jen• nings y Niemi , 1974, 1981; Tedin,
de cohesión social. El modelo de cohesión social 1974). Bur t vuelve a anali• zar la evidencia desde el
retrata la influencia social en la política cuando sucede estudio de la innovación médica y pone en duda el
entre gente que se tiene en alta consideración papel de la comunicación social a través de pandillas
personal y así comparte una opinión general y grupos cohesivos que estimulan a los doctores a
normativa. La influencia social llega a ser el producto emplear una nueva droga. Huckfeldt y Sprague (1991)
derivado de vínculos íntimos, cerca• nos: los demos• traron que la gente toma parte en una
ciudadanos son más propensos a influi r unos sobre discusión política con otros con los que no están
otros en la medida que se tienen en alta consideración asociados íntimamente, y por tan• to, la intimidad no
perso• nal, tanto como amigos como en cuanto se traduce necesariamente en niveles más altos de
fuentes reconocidas de información política (Katz, influencia.
1957). Tales descubrimientos empujaron a una
Para algunos propósitos, este modelo puede ser reconstrucción de la microteoría de la influencia
totalmen• te apropiado - n o hay razón para esperar política emergente a través de la comunicación social.
que la intimida d y los grupos sociales cohesivos no Burt (1987) aboga por un modelo de equi• valencia
estén relacionados con impor• tantes formas de estructural, concebido en términos de relaciones de redes.
influencia política - . Al mism o tiempo, el modelo Dos individuos son estructuralmente equivalentes si
de intimida d puede pasar por alto importantes conse• están situa• dos de forma similar en la estructura social
cuencias que derivan de la comunicación social de - s i , en términos de redes, están conectados con los
informa• ción política a través de los límites de los mismos individuos en los mis• mos sentidos-. En
grupos sociales. Sin embargo, también los estudios de términos de política, tal modelo podría suge• rir que
la socialización familiar han tenido dificultades en una capacidad de los individuos para ejercer influencia
demostrar la importancia de la intimi - se asienta en intereses coincidentes. Un ciudadano es
3 más pro• penso a ser influido por otro hasta el punto de
4 que el ciudadano que está siendo influido, reconoce la
8 existencia de intereses com• partidos y comunes, y de
aquí la existencia de una predisposición agradable
(Downs, 1957; Huckfeldt y Sprague, 1991).
Pero la relevancia de la "comunicación tiene lugar a
través de las fronteras de los grupos sociales cohesivos
que se extien• den más allá de la explicació n del
comportamiento in d i v i • dual. Si la intimida d es
una precondición para la influencia, entonces el más íntimos allegados-. Por el contrario, si la
reduccionismo metodológico no está abordando información es trans• mitida a través de los contactos
seriamente la cuestión como un método de análisis sociales menos cercanos, apa• recen implicaciones
político. Esto sólo llega a ser importante para importantes por la naturaleza y la conse• cuencia de la
ensanchar el núcleo que estrechamente se construye comunicación social en política.
sobre los individuos para incor• porar una visión
3
ligeramente expandida de las células socia• les
4
cohesivas que rodean a los votantes -sus familias y sus
9
Primero, si la comunicación social más allá de tiende a crear una opinión pública que es más que una
grupos socia• les cohesivos es importante, entonces el simple agregación de opiniones individuales, pero, en
núcleo del análisis político puede ser ampliado de cam• bio, es un producto de complejos modelos de
forma beneficiosa para incluir los múltiples ambientes comunicación social.
cruzados donde tiene lugar la comu• nicación social En resumen, la comunicación social que sucede a
-lugares de trabajo, vecindarios, etc.-. Segun• do, si la través de lo casual, la interacción social menos íntima,
comunicación política importante sucede más allá de es capaz de crear una opinión pública que es
los límites de los grupos cohesivos, se convierte en algo verdaderamente pública -una opi• nión pública que se
impor• tante para apelar al análisis de vínculos débiles extiende más allá de los confines del cálcu• lo individual
de Granovetter (1973). De acuerdo con Granovetter, y de los grupos sociales cohesivos- (Stimson, 1991;
la informació n que se comunica a través de lazos MacKuen et al, 1989). Ell o no sugiere que los
frágiles circula más ampliamente porque es menos individuos no jueguen ningún papel en estas
probable que regrese al punto de origen. La dinámicas de opinión pública. Algunos ciudadanos
información obtenida del mejor amigo es probable juegan papeles más cruciales que otros en la
que sea compartida con otro buen amigo, quien está, a diseminación de la opinión, y una importante tarea es la
la vez, bastan• te predispuesto a devolver información iden• tificación de tales individuos . El punto
a la fuente. La infor• mación obtenida de un conocido importante para los propósitos actuales es que los
casual podría ser compartida con un segundo conocido, constructos microteóricos como éstos tienen
pero es improbable que dicha infor• mación encuentre implicaciones que se extienden más allá de la expli•
su camino de vuelta a la fuente porque la fuente está cación del comportamiento individua l para incluir las
menos dispuesta a estar conectada con el segundo conse•
conocido. Como consecuencia, la información
comunicada a través de lazos débiles tiende a 3
esparcirse y diseminarse. En términos de política, la 5
información comunicada a través de lazos débiles 0
veinte años de investigación, Klapper (1960)
cuencias de la interdependencia de los sintetizó el esfuerzo en el «modelo de los efectos míni •
comportamientos para la totalidad de la comunidad mos». Los partidarios de esta tesis general han
política. argumentado que el impacto político de los medios es
probable que sea ate• nuado por una variedad de
razones:
I I I . Respuestas de la psicología política
Habiendo visto que el modelo del ciudadano 1. Los ciudadanos no están los suficientemente
instrumen- talmente motivado, intencionado, emerge atentos para ser afectados.
con bastante n i t i • dez dentro de una amplia variedad 2. Los mensajes intermitentes y conflictivos tienden
de estudios sociológica• mente orientados, ahora a eli •
mostramos que el mismo ciudadano ha sido minarse con otros.
redescubierto por los psicólogos políticos en investi• 3. Los procesos en el nivel individua l - l a
gaciones tan diversas como estudios de medios, retención y aten• ción selectiva basadas sobre
política s raciales y procesos de toma de decisión predisposiciones políticas preexistentes- tienden
política orientados de forma interpretativa. a deformar los mensajes de los medios y de
aquí que se anulen'sus efectos.
4. Cualquier mensaje que se escapa a través de lo
a) Efectos de los medios indivi • dual ha sido procesado mediante
modelos de comuni• cación e interacción
Un importante núcleo de los primeros estudios de social.
la Un i • versidad de Columbia se dirigió hacia los
3
efectos de los medios sobre los ciudadanos individuales y
sus elecciones. Pero después de aproximadamente 5
1
Y así, especialmente hasta el punto de que los comunicación parcial? Dos proce• sos
modelos de comunicación social se contienen dentro interdependientes -un o en el nivel de lo individual y el
de los grupos socia• les cohesivos que reflejan las otro en el nivel de los medios - hacen del seguimient o
características e intereses pro• pios de un individuo, de los efec• tos del sesgo una problemática
no se podría ignorar sin riesgo el ele• mento del comprometida. Primero, parti• cularmente en los
ambiente político externo. Estados Unidos, los medios se han despla• zado
Mucho del primer trabajo sobre los medios y los conscientemente hacia un estilo de información
efectos de los medios se centró, sobre todo, sobre la objetivo y políticamente independiente. En la práctica
consecuencia polí• tica del sesgo: ¿cómo se alteran las esto ha signifi• cado que la prensa partidista a menudo
preferencias políticas de la gente por un medio de ha sido reemplazada por una prensa adversa (Iyengar y
Kinder, 1987). Más que con• tinuar con el rol , del palabras, como los medios han venido a ocupar una
siglo xi x , del paladín partidista para los partidos y posición de adversario permanente con respecto a
candidatos particulares, la prensa moderna ha crea• do todos los partidos políticos en la arena política, el
el papel del observador crítico, políticamente ciudadano no puede usarlos como una fuente de
independien• te y profesional. Tal papel información reductora de costes (cost-cut- ting). Y así,
frecuentemente sitúa a los medios informativos en no es sorprendente que la utilidad de las noticias de
una posició n de adversario en relación con ambos los medios como fuentes de información política ha
lados de la lucha partidista. Desde luego, podemos afir• id o declinando para muchos ciudadanos, al mismo
mar que esto crea un nuevo sesgo: el sesgo de la tiempo que el impacto de los medios sobre los puntos
objetividad. de vista de los ciuda• danos ha sido difíci l de
Segundo, y volviend o a nuestra primera establecer. En suma, la información imparcial es a
discusión de la mayor utilidad de la información menudo menos ú t i l y de aquí que sea menos
sesgada para individuos sofis• ticados, esta tendencia ha influyente.
producido información que es fre• cuentemente más Estos problemas se ilustran tal vez mejor en el
costosa, y de aquí que sea menos út i l para muchos trabajo de Beck (1991). Como él muestra, los
ciudadanos. Si la información sin sesgo bien entendi• partidarios de los demó• cratas acusan a la prensa de un
da es difíci l de integrar e incorporar dentro de los sesgo republicano, y los parti• darios de los
procesos polí• ticos de toma de decisión, entonces los republicanos acusan a la prensa de un sesgo demó• crata.
modernos medios se han hecho cada vez menos Tales efectos son particularmente notables porque ellos
relevantes, en tanto que han llega• do a ser operan en una dirección opuesta a la de los efectos que
progresivamente independientes y adversarios. El surgen en la comunicación social. Al mismo tiempo
periódico moderno, por ejemplo, se encuentra en una que los ciudada• nos (a menudo equivocadamente)
posición donde no tiene seguidores políticos , sino proyectan sus propias prefe• rencias partidistas sobre
únicamente una audiencia de adictos políticos que las de sus allegados, ellos también (a menudo
están dispuestos y son capa• ces de pagar el alto precio equivocadamente) proyectan sus preferencias opues•
de tamizar, clasificar y evaluar la información tas sobre las de los periódicos. Más claramente, el
políticamente independiente que presenta. En otras precio de la objetividad supone un incremento en el nivel
de crítica de ambos partidos. Si los ciudadanos
sofisticados ponen un alto valor a la información que
viene con un sesgo político bien conocido, tal
descontento es tal vez más fáci l de entender. Lo que
resulta menos comprensible es por qué, en la
moderna era de los medios, deberíamos haber
desarrollado tales expectaciones pri • mitivas
relacionadas en prime r lugar con lo s efectos de los
medios.
Un obstáculo significativ o ante la investigación
de los medios ocurrió cuando los estudiosos empezaron
a enfocar más detalladamente el tema de la composición medios pasando del sesgo a la cobertura, basados en la
de la agenda (Erbring et al, 1980; MacKuen, 1981). intui • ción de que la influenci a de los medios no
Los esfuerzos apuntaron a com• prender las es simplemente una cuestión de decir a la gente
consecuencias políticas de la cobertura de los cómo votar, sino más bie n
352 353
ciudadanos individuales-. En el caso de la
una cuestión de influi r las percepciones de los comunicación social, los ciudadanos intentan
ciudadanos rela• cionadas con la importanci a de construir modelos de interacción social que minimicen
varios temas y problemas. Dicho de forma simple, su exposición a mensajes políticos desagradables y, en
el argumento sugiere que los asuntos cubiertos por los otras instancias, los men• sajes comunicados
medios llegan a convertirse en los asuntos que los socialmente o bien son disfrazados o bien despreciados
ciudadanos ven como importantes, y de aquí que la en sentidos que exageran el acuerdo (MacKuen et al.,
cone• xión entre el paisaje político real de problemas 1990). El ejercicio de la preferencia ciudadana es más
y objetivos de políticas, por un lado, y las problemático en el caso de los medios por dos
percepciones de la. gente sobre pai• saje, por otro, razones. Pri• mero, sólo se dispone típicamente de un
dependa fundamentalmente de lo que los medios eligen promedio muy res• tringido de elecciones alternativas
para informar. -mu y pocos ciudadanos leen cualquier otro periódico
Erbring et al. (1980, p. 21) hicieron una duradera que no sea el de ámbito local- . Segun•
contri• bución a la literatura del agenda-setting en
su esfuerzo por demostrar los «efectos contingentes de
los medios en la audien• cia encarnados en un modelo
micro de relevancia de un asunto específico» . Ellos
muestra n que las percepciones de los ciu• dadanos
acerca de los problemas nacionales incluyen un com•
ponente localizado importante que se explica sobre la
base de las variadas informaciones de los medios. Au n
cuando la varia• bilidad de las condiciones locales se
tiene en cuenta, la cober• tura de los problemas de
diversas políticas por los medios loca• les tiene un
impacto pronunciado sobre lo que los ciudadanos
piensan que es importante. Al mismo tiempo, ellos
muestran que la receptividad a la agenda de los medios
es «contingente a la audiencia» -es dependiente de los
asuntos y preferencias pro• pias de la gente-.
Este últim o punto es especialmente importante
porque refuerza la tendencia emergente en sociología
política - l a inter• sección entre la información
proporcionada por el entorno y las preferencias de los
do, aun cuando se disponga de más alternativas, en el conjunto de criterios usados por los ciudadanos
como en el caso de las noticias en televisión, éstas son para tomar sus decisiones políticas, e Iyengar y
típicamente bastante homogéneas y uniformes en el Kinder esta• blecen el potencial de los medios para
contenido de su cobertura. No obstante, la preferencia «preparar» la toma de decisión del ciudadano
individual está todavía apelando a la interpretación estableciendo las bases de la evaluación. Una vez más,
de la información alimentada ambientalmente: la gente los resultados respaldan la importancia de una
desarrolla una postura combativa hacia los medios por intersección entre información alimentada
achacar un sesgo político desfavorable. Y responden ambientalmente y las preferencias políticas de
selecti• vamente a la cobertura de los medios -n o están aquellos que están expuestos a la fuente de
igualmente pre• dispuestos a pensar que todos los información. En palabras de Iyengar y Kinder (1987),
asuntos cubiertos por los medios son igualmente «la preparación es mayor cuando los espectadores
importantes-. están pre• dispuestos, en virtu d de una teoría
Otras formas sutiles de influencia de los medios accesible, bien desarrolla• da, para ver una conexión
han sido analizadas en estudios recientes por Iyengar y entre las responsabilidades del pre• sidente y la
Kinder (1987) e Iyengar (1991). En una serie de condició n del país». Y para la mayoría de los
experimentos construidos crea• tiva y cuidadosamente, ciudadanos, esto significa que las preferencias partidistas
Iyengar y Kinder examinan no sólo las consecuencias se cru• zan con las informaciones de los medios para
del agenda-setting por los medios, sino también el determinar la extensión de los efectos priming de estos
impacto «priming» de los medios. Los ciudadanos están medios.
li m i • tados por la cantidad de información que En un esfuerzo siguiente, Iyengar (1991)
pueden utiliza r en reproducir juicios políticos, y por manifiesta la importancia del marco de los medios -lo
esto hacen elecciones basa• das en un número limitado s efectos de los medios en la atribución de
de temas. Igualmente, el determi• nante crucial del responsabilidad para los problemas de las
éxito de un partido y de un candidato está a menudo
355
354
políticas-. Él argumenta que el modo principal de recurso con el que opo• nerse a las sugerencias de
comunica• ción de la televisión - l a cobertura nuevos enfoques» (p. 126).
episódica de eventos parti• culares- estimula la El punto de que los ciudadanos individuales jueguen
atribución de responsabilidad de los pro• blemas de la roles acti• vos o pasivos en la adquisición e
política a individuos más que a grandes fuerzas interpretación de la información procedente de los
políticas y sociales. Como antes, vemos la medios está abierto a interpretaciones alternati• vas.
importancia de la intersección entre preferencia Ciertamente Downs (1957) adscribiría un importante
ciudadana y predisposición por un lado, e información papel a los individuos cuando persiguen agresivamente
alimentada ambientalmente por otro. En par• ticular, el economías que derivan de ubicar fuentes de información
partidismo tiende a limitar los efectos del entramado. que conllevan un sesgo compatible. Por el contrario,
En sus propias palabras, «las afiliaciones partidistas de Iyengar y Kinder (1987) ven a los individuos como las
los indi• viduos les proporcionan un importante víctimas de unos medios que mienten más allá de su
control -dos de los títulos de sus capítulos describen a Los autores de este capítulo han estado implicados
los ciudadanos como víctimas de la agenda-setting y del en los esfuerzos dirigidos a conectar las políticas de
priming por parte de los medios-. Independientemente raza con el cam• bio político y electoral. Carmines y
de la particular inter• pretación dada al papel de los Stimson (1989) argumen• tan que la evolución de la
ciudadanos, los estudios de medios casi necesariamente se raza es responsable de una transfor• mación de la
centran sobre la cuestión de si los especta• dores polític a estadounidense. Empezando por el
responden a los medios como consumidores Congreso, filtrado a través de las organizaciones
intencionados, instrumentalmente motivados, de políticas, y últi • mamente se demuestra en elecciones y
información política. lealtades de votantes, el panorama político americano
ha sido reorganizado en términos de raza. Huckfeldt y
Kohfeld (1989) argumentan que la raza no sólo ha
b) Las políticas crecido en importancia, sino que su crecimiento ha
de raza con• ducido al correspondiente declive en la
importancia de la clase como un principio
El enfoque emergente sobre esta intersección entre organizativo de la política contemporánea americana.
el indi• viduo y el ambiente está bastante bien Y así, la importancia de la clase frecuentemente ha
ilustrado con respecto a diversas controversias en la sido eclipsada por la ascendencia de la raza como la
literatura sobre raza y política en los Estados Unidos . primera línea de cleavage (fisura) en las elecciones
En general, esta literatura se dispone a explicar la americanas.
fuente del conflicto racial en política. En particu• Estos esfuerzos comparten un punto de vista
lar, ¿por qué y bajo qué circunstancias ciudadanos común en el que la raza se comprende como una
blancos demuestran preferencia s políticas, línea posible entre varias del conflicto político. Y de
elecciones y comporta• mientos que son hostiles a este modo, éstos podrían ser subsu- midos bajo lo que
ciudadanos negros? Bobo (1983) y Glaser (1994) aluden como teorías de
conflicto de grupo de hostilidad racial. La lógica sub-
yaciente es que, bajo circunstancias sociales
particulares, insti• tucionales y ambientales, la raza
llega a ser crucial, como una línea de ñsura en política.
La política racial no es, en suma, algo que simplemente
ocurre en las cabezas de los votantes. En vez de eso, es
un producto del tiempo, lugar y circunstancia, como de
un conjunto particular que da origen a la realización de
inte• reses e impulsos particularmente definidos. Para
Carmines y Stimson esto significa que las políticas de
raza llegan a ser ascen• dentes como el producto de élites
políticas que eligen un momen• to propicio para
plantear la cuestión de la raza dentro de la agen• da
política. Para Huckfeldt y Kohfeld, esto significa que
la raza típicamente se vuelve más importante cuando el La primera línea de resistencia para tales
dominio polí• tico de blancos es numéricamente argumentos como éste es afirmar que la raza no
amenazado por la presencia de negros, y cuando los importa, o al menos que la impor• tancia política de la
políticos elaboran llamamientos a coa• ligarse que raza es radicalmente exagerada. La defen-
exploten exitosamente la división racial.
356 357
sa más reciente de esta posición es de Abramowit z en política. Teóricos del conflic• to de grup o
(1994), quien escribe en respuesta a Carmines y argumentan que la política racia l es el resultado de la
Stimson (1989). La línea general del argumento, el competición política entre blancos y negros sobre
cual aparece primeramente en el trabajo de Wolfinger recursos escasos, y por tanto se asienta sobre las
y Arseneau (1978), es que las actitudes raciales valoraciones de origen empírico que hacen los actores
constituyen un pobre trabajo para explicar las dife• políticos. Por el contrario, la tesis del racismo
rencias partidistas o las elecciones de voto una vez que simbólico argumenta que el conflicto racial está, de
los efec• tos de otras opiniones políticas se tienen en hecho, separado de la realidad -d e los intereses y cir•
cuenta. Aquí , las actitudes de la gente hacia los cunstancias reales de los actores-. Más bien, el
derechos civiles son indepen• dientes de las opciones conflicto racial está arraigado en el prejuicio y la
de partido. hostilidad hacia los negros, y por tanto está estimulado
Existen varias respuestas a la crític a de que «la y manipulado sobre la base de temas y llamamientos
raza no importa». Una respuesta, arraigada en la simbólicos (Sears et al, 1979).
psicología política cog- nitiva, argumenta que para Nuestro propósito aquí no es tomar parte en estos
muchos votantes una amplia gama de opiniones se debates, desarrollamos un papel intelectualmente
organizan cognitivamente en relación a la raza, y de partidario en otros luga•
aquí que la raza tiende a penetrar en una diversa gama
de temas de política pública (Hamil l et al., 1985).
Un a segunda respuesta, arraigada en la sociología
política de la raza, argu• menta que la crítica de que la
«raza no importa» fracasa al revi• sar la realidad
macropolítica. Si las consecuencias políticas de la
raza no importan, ¿por qué el 90 por 100 de los
votantes negros regularmente apoyan a los candidatos
demócratas a la presidencia, mientras una mayoría de
votantes blancos han apo• yado a los candidatos
presidenciales republicanos en cada elec• ción desde
1964?
Au n entre aquellos que aceptan la premisa de
que la raza no importa, hay un gran desacuerdo
relacionado con la natu• raleza de los efectos raciales
es que el prejuicio solo no constituye una explicación
res. Más bien, nuestro objetivo es demostrar los orígenes ade• cuada del conflicto racial, el conflicto racial podría
de estas explicaciones alternativas en relación con las existir inde• pendientemente del prejuicio y, a la vez,
tradiciones per• manentes en la investigación del el prejuicio podría existir independientemente del
comportamiento político. Las teorías de conflicto de conflicto racial.
grupo sobre el conflicto racial descan• san en la
tradición de la sociología política que concibe los resul•
tados (outcomes) macropolíticos en la intersección c) La toma de decisión política guiada
entre propó• sito y orientación individual por un lado,
y ambiente político y social por otro. Lo s otros dos heurísticamente
argumentos -«l a raza no impor• ta» y «el conflicto
racial es en sí mismo un prejuicio» - están arraigados No es nuevo que la mayoría de los ciudadanos
en concepciones individualistas de conducta políti • ca sólo tiene información y conocimiento limitados de la
y en tradiciones que buscan la explicación de política y los asun• tos públicos. Mientras una
resultados macropolíticos en términos de o bien minoría de ciudadanos está bien informada, una
impulsos completamen• te individuales o bien normas mayoría -y para muchas cosas, una gran mayoría
culturales completamente inte• riorizadas. Hay que - carece de informació n acerca de hechos básicos,
advertir que la tesis sobre conflicto de gru• po es cuestiones relevantes y figuras políticas
esencialmente evasiva con el papel jugado por el significativas. Si la mayoría carece de tal
prejuicio en el conflicto racial. Los defensores de esta información política elemental, ¿cómo pueden actuar
posición del con• flicto de grupo podían argumentar como participantes políticos efectivos? Desde luego,
que el prejuicio o bien jue• ga un papel crucial en la ¿cómo pueden formular opiniones políticas
dinámica del conflicto racial, o bien que juega un significati• vas? Y aun así, la mayoría de los
papel menor. Lo que se argumenta desde esta posi• ción ciudadanos tiene opiniones políticas y las expresa
sobre un vasto orden de tópicos políti -
358
359
asuntos públicos?
cos. Sin embargo, aunque estas actitudes obviamente
no repre• senten juicio s razonados derivados Anthony Downs (1957) fue el primer analista que
lógicamente de premisas filosóficas bien articuladas prestó una gran atención al problema de la
y correctas, no son caprichosas o antojadizas. La información política en las modernas democracias
mayoría de la gente aparentemente sabe por qué de masas. Considerando que los costes de estar
prefiere una posición política a otra, y esto le informado acerca de los detalles de los temas políticos
proporcio• na al menos el potencial para una generalmente excede los relativos beneficios que se
acción polític a efectiva. derivan de votar sobre la base de la información, él
¿Cómo es posible esto, dada su falta de atención a la argumenta que es irra• cional para la mayoría de los
política y su escasez de información sobre los ciudadanos llegar a estar plena• mente enterados de los
asuntos públicos. Downs (1957, p. 210) identifica tres cepto de ciudadanía mínimamente informada, pero
tipos de costes que implic a estar informado: informada a fin de cuentas.
Desde que Downs escribió tan profundamente
1. Costes adquiridos son los costes de reunir,
sobre las bases racionales de la ignorancia política,
seleccionar, y transmitir los datos.
2. Los costes del análisis son los costes del una gran parte de la literatura en psicología social y
compromiso de un análisis objetivo de los cognitiva se enfoca hacia los procesos de toma de
datos. decisión bajo las condiciones de com • plejidad e
3. Los costes evaluativos son los costes de incertidumbre en las que emergen (para una revisión
relacionar el análisis objetivo o de los datos a comprensiva, véase Ottati y Wyer, 1990).
metas específicas, es decir, de evaluarlo.
Comenzando por el papel altamente influyente de
Tversky y Kahneman (1974), su trabajo ha revelado
Juntos, estos costes constituyen una formidable
que los individuos usan una amplia varie• dad de
barrera para llegar a estar informado políticamente
interpretaciones -esto es, atajos cognitivos que
-demasiado grande, dice Downs, para que la mayoría
reducen la resolución compleja de problemas a
de los ciudadanos invierta racio• nalmente tiempo,
operaciones valorativas más simples- para tomar
atención, y recursos necesarios para estar
muchas decisiones sociales.
políticamente informados-. Más bien, los
ciudadanos racio• nales tienen fuertes incentivos Kahneman y Tversky han identificado cuatro
para desarrollar métodos que eviten los costes principios heurísticos fundamentales que permiten a
substantivos de adquisición de la información. los individuos cen• trarse sobre un conjunto limitado
Desarrollan una variedad de atajos para reunir y usar de información para tomar decisiones más que estar
la infor• mación. Estos atajos permiten a los ocupados en un análisis detallado de toda la
ciudadanos tomar deci• siones políticas y formar información disponible. Estos principios son
preferencias políticas sin llegar a estar plenamente disponi• bilidad, representatividad, ajuste y
informados acerca del contenido y los detalles de los simulación. Brevemente, la disponibilida d se
temas políticos. En definitiva, su uso los conduce a un refiere a los rasgos sobresalientes de una situación
con• de toma de decisión, así que los individuos no nece•
sitan tener en cuenta toda la información disponible
ni inclu • so la relevante. Por ejemplo, para decidir si
uno mismo se iden• tifica como un liberal, los
ciudadanos pueden fijarse solamente en los más
conocidos representantes liberales como el senador
Kennedy o Jesse Jackson, sin tener que considerar
todas aque• llas figuras políticas y organizaciones que
caigan dentro de la categoría de liberal. La principio heurístico representativo sería invocado,
representatividad se enfoca sobre la probabilidad de por ejemplo, si un votante destacase la raza del can•
que un ítem o un fragmento de información es parte didato en una contienda al Congreso entre un
de la clase apropiada de toda la información. Así , a afroamericano y un blanco para identificar cuál es
la representatividad le atañe la tipicida d de la el candidato demócrata (o republicano). En una
información - s i posee las propiedades centrales o elección disputada racialmente, es bas• tante más
definitorias de un tipo dado de información- . Un probable que los afroamericanos sean demócratas
360 361
antes que republicanos, mientras que los blancos es cognitivos para la toma de decisiones. La simulación
más pro• bable que sean republicanos. El hecho de heurística cuenta cuando se care• ce de información
que esto no sea siem• pre el caso sólo muestra que relevante y el individuo debe intentar anti• cipar las
ningún principio heurístico, inclui• da la consecuencias en un determinado escenario de deci•
representatividad, pueda ser empleado sin una sión. Para decidir si apoyar un proyecto milita r
cierta probabilidad de error. dado, el secretario de Defensa intenta decidir si el
Los dos últimos principios heurísticos discutidos proyecto es factible, efectivo, y válida la inversión
por Kah- neman y Tversky implica n más procesos en términos de garantizar mayor seguridad a la
cognitivos que los principios de disponibilidad y nación. Hay que advertir que la información exis•
representatividad. El principio del ajuste se refiere a tente es únicamente de valor limitado en esta
los cambios que se adoptan en las deci• siones situación porque el factor crucial es la probable
después de obtener una respuesta provisional, reacción de sus potenciales adver• sarios: así destaca la
inicial . La primera respuesta, que echa anclas, se cantidad sustantiva de procesos cognitivos envueltos
ajusta cuando llega nueva información relevante en la aplicación de la simulación heurística.
que afecta a la decisión. Así , en la consideración de Las aplicaciones de heurística en psicología
la ideología política de un candidato podría ser úti l política gene• ralmente no usan los principios
saber que es un demócrata y por consiguiente, que heurísticos específicos discu• tidos por Kahneman y
hay más probabilidad de que sea un liberal Tversky, sino que más bien se usan los
basándonos en esta por• ción inicia l de información específicamente políticos que son más relevantes
. Pero esta consideración inicia l podría muy bien para los pro-
ser ajustada si resulta que el candidato se opo• ne al
3
aborto, defiende la pena de muerte y está a favor de
un presupuesto estrict o equilibrado. En otras 6
palabras, la estima• ción inicial es alterada cuando 2
llegamos a disponer de infor• mación más
relevante.
El últim o principi o heurístico estudiado por
Kahneman y Tversky implica todavía más procesos
cesos político s de toma de decisión. Todavía afectivas de varios grupos polí• ticos, entonces
algunas de estas heurísticas pueden ser útilmente atribuirán su opinión a los grupos preferidos, y la
interpretadas dentro del esque• ma de Kahneman y opinión opuesta a los grupos que desaprueban. Esto
Tversky. El uso de estereotipos para hacer con• duce a considerar totalmente acertadas las
valoraciones políticas, por ejemplo, impüca posiciones de gru• pos políticos específicos, incluso
claramente la apli• cación de la heurística aunque muchos ciudadanos carezcan de la
representativa. La gente pobre, por ejem• plo, puede información detallada sobre la postura de los
ser vista como vaga e irresponsable, aquellos que se grupos en los temas y objetivos.
benefician de la asistencia gubernamental. Como Mondak (1994) ha manifestado, la
Alternativamen• te, ellos pueden ser observados heurística de la semejanza de Brady y Sniderman
como responsables y trabaja• dores, pero incapaces puede ser contemplada como una aplicación de la
de encontrar los trabajos adecuados; esta percepción heurístic a de ajuste. La posición del pro• pio
está probablemente fomentando una mayor defen• sa individuo proporciona un fondo para la posición
de programas de empleo del.gobierno. De este estimada del grupo particular. La informació n
modo, los juicios estereotipados se basan en rasgos adicional -específica• mente, su evaluación afectiva
esenciales o defini- torios de un grupo, su de los grupos políticos - condu• ce a las
representatividad. consideraciones sobre sus posiciones políticas. Y
Brady y Sniderman (1985; además, véase esto supone que se ajusta cuando llegamos a
Sniderman et al, disponer de una nue• va información.
1991) discuten lo que ellos denominan una Tanto Carmines y Kuklinsk i (1990) como
heurística de la semejanza. Esta heurística permite a Mondak (1993) discuten lo que puede ser
los ciudadanos hacer infe• rencias acerca de las denominado «indicaciones iniciales» (source cues),
orientaciones que siguen en diferentes temas los una decisión heurística particularmente impor -
diversos grupos políticos. Los autores sostienen que 3
si los ciudadanos tienen una opinión sobre un 6
tema político concreto y tienen evaluaciones
3
entre los encuestados que carecían de información
tante para ciudadanos desinformados y despistados
detallada sobre ella (1993). De l mismo modo, los
política• mente. Sus estudios muestran que los
estudios experimentales dirigidos por Carmines y
ciudadanos, en la for• mulación de afirmaciones de
Kuklins- ki (1990) indican que los ciudadanos están
política e incluso en el desarro• ll o de su propia
más predispuestos a formar sus propias opiniones
posición política, a menudo se fían de figuras
sobre temas si líderes políti • cos destacados (es decir,
políticas importantes. De tal modo, la atribución del
senadores Kennedy o Helms) se iden• tifican bien
aumento en defensa en la década de los ochenta por el
como promotores bien como opositores de las pro•
presidente Rea• gan, afectó a la evaluación de los
puestas.
ciudadanos acerca de esta política, pero únicamente
En el uso de principios heurísticos vimos cómo
los ciuda• danos pueden hacer juicio s relativamente nadamente sobre la base de sus propias metas,
informados acerca de la política sobre la base de una ambiciones y necesidades.
información limitada -inclu • so mínima- . En el Nosotros estamos evitando intencionadamente la
proceso, vimos además cómo nuevos desa• rrollos en letra «r», y muchos economistas políticos no estarán
psicología política han ayudado a restablecer el rol de satisfechos con la realización de la intención
la ciudadanía como actores intencionados, ciudadana cuando se emplea típi • camente en
instrumental- mente motivados en el proceso estudios de conducta política. Al mismo tiempo, una
político. gran cantidad de estudiosos del comportamiento
político han venido a aceptar algo que apunta la
descripción de Pop- kin sobre el votante racional
IV . Conclusión: modelos convergentes de
(1991, p. 7): «Ellos piensan sobre quién y qué
ciudadanos democráticos en el
partidos políticos los representen; ellos piensan
comportamiento político
acerca del significado de sanciones (medidas)
En respuesta al desafío fundamental del políticas; ellos piensan sobre lo que el gobierno
ciudadano demo• crático encarnado en la tradición puede y debería hacer. Y la actuación del gobierno,
de la economía política, la investigación del partidos y candidatos afecta a sus afir• maciones y
comportamiento político - y , en verdad, la ciencia preferencias». Sin embargo, y como manifiesta
política - ha venido a definir un modelo Popkin, tal razonamiento se realiza sobre la base de
distintivamente político de ciudadanía. El actor «una racio• nalidad baja en información» -lo s
estratégico encontrado en la tradición de la economía métodos para acortar la reco• lección y la comprensión
política ha reaparecido en las tradi• ciones de la de información sobre política- .
psicología política y de la sociología política. En el Tal vez la mayor controversia que rodea la
proceso, ha surgido una convergencia entre estas concepción de los ciudadanos intencionados tiene que
tres tra• diciones en cuanto al modelo resultante de ver con si tal modelo de comportamiento instrumental
ciudadanía democrática que ellas proponen. El tiene alguna consecuencia analí• tica real. Esto es,
corazón de esta conver• gencia yace en un modelo de ¿cuánta seguridad analítica se ha conseguido por partir
ciudadanos que actúan intencio• de la asunción de que los ciudadanos actúan instru-
mentalmente sobre la base de sus propios intereses?
De acuer• do con Simón (1985), la asunción (o el
reconocimiento) de la racionalidad produce una muy
modesta recompensa analítica
-simplemente afirmar que los ciudadanos son
racionales nos reduce muy pequeña distancia hacia un
análisis político con• vincente-. Más bien, se deben Las asunciones auxiliares son importantes por
hacer una serie de asunciones complementarias con el varias razo• nes. Primero, proporcionan sentido al
fin de generar utilidad analítica desde la presuposición modelo de los ciudadanos intencionados y del
del comportamiento ciudadano instrumental, y es en comportamiento instrumental. Un modelo de
este punto en el que el análisis comienza verdadera• ciudadanos resueltos genera utilidad analítica por
mente (véanse Lodge y Hamill , 1986; Lodge et al, sugerir que los ciudadanos actualizan sus afirmaciones
1989). sobre partidos y polí• ticos revisando su experiencia
anterior (Fiorina, 1981). Otro
364 365
evaluación empírica.
modelo sugiere que los ciudadanos instrumentales
Verdaderamente, un gran tratado de
reducen los costes de la información obteniendo
investigación con• temporánea en conducta política
información de otros ciu• dadanos (Huckfeld t y
tiene que ver con trabajar las consecuencias de las
Sprague, 1994). Todavía otro modelo sugiere que los
intenciones del ciudadano. El trabajo de Sniderman
ciudadanos reducen los costes de su información a través
et al. (1991) supone un ejemplo de este pro• grama
de una serie de atajos analíticos, o heurísticos (Snider-
general de investigación: su enfoque sobre la manera
man et al, 1991). Estos análisis, y muchos más, están al
en que los ciudadanos razonan sus elecciones y su
menos parcialmente inspirados por la presuposición de
articula• ción de «cadenas de razonamiento» son
que los ciuda• danos actúan de formas razonables para
algunas de las formas en que el concepto de interés del
realizar sus objetivos. Pero más allá de este punto,
ciudadano adquiere sentido. En suma, el desafío de la
ellos pueden ser radicalmente dis• pares en los modelos
ciudadanía puesto por la psicología política ha sido
de toma de decisión que presentan.
contestado, en gran parte, para volver sobre sí mismo .
No obstante, mientras el concepto de intención
Más que centrarse en cuántos ciudadanos fracasan
ciudadana puede descansar más allá del alcance de la
en el conocimiento de la política, la nueva
observación empí• rica directa, las asunciones
perspectiva exa• mina el modo en que los ciudadanos
complementarias están a menudo sujetas a la clara luz
de forma sensible inten• tan reprimi r los costes de
de la evaluación empírica. Así, la premi• sa de la
adquirir y procesar la información política.
intención del ciudadano no significa mucho hasta que
Podíamos además sugerir que una «nueva
determinemos cómo se realizan los intereses del
mirada» se extiende también por gran parte de la
ciudadano. A h í está, por ejemplo, la contribució n
investigación de la socio• logía política. En lugar de
de l modelo de voto retrospectivo de Fiorina:
centrarse en que los individuos son
articula las consecuencias de ciuda• danos resueltos al
mismo tiempo que proporciona una base para la
reflejos de los ambientes y contextos y grupos dentro desarrollado del comportamiento polític o mir a
de los que están inmersos, la nueva aproximación muchos viejos problemas con una nueva luz. En el
examina la mane• ra en que el interés ciudadano se intento de luchar a brazo partido con los ciudadanos
realiza o se frustra dentro de una particular que ni fueron independien• tes ni estaban bien
configuración de tiempo, lugar y circunstancias. Más informados, ha surgido un modelo revisa• do de
que ver la conducta individual como un claro producto ciudadanía: un modelo del ciudadano como consumi•
de determinantes exógenos, las opciones del dor consciente de los costes y procesador de la
ciudadano son vis• tas como siendo interdependientes información política que, mientras se toma en serio
con su entorno. Al mismo tiempo que las preferencias sus obligaciones, ha reducido exitosamente el impulso
se conforman por la información que deriva de una de ser consumido por la polí• tica y los asuntos
fuente determinada ambientalmente, los ciu • dadanos públicos. El producto final es una visión más realista
además imprimen sus preferencias sobre el ambiente de la ciudadanía y los ciudadanos en la polític a
mediante su propio criterio de información. En democrática, una visión que comprende al ciudadano en
definitiva, la información política es obtenida en la el con• texto de constricciones del mundo real
intersección entre el interés ciudadano individualmente impuestas por sus pro• pias e inherentes limitaciones
definido y la fuente de infor• mación condicionada por como recolector y procesador de información política.
el ambiente. En muchos sentidos, esta visión revisa• da del
Tal vez inintencionadamente, los estudiosos de ciudadano no es sólo más realista sino también más
economía política crearon un desafío de ciudadanía que polí• tica, organizada alrededor de una visión de
en últim o lugar proporcionó parte de la solución a los intereses e infor• mación que se localiza en las
desafíos planteados por la psicología política y la características no sólo de los individuos, sino
sociología política. Para reconocer tanto los costes también de los grupos y colectivos a los que
como los beneficios de la ciudadanía, el aná• lisis pertenecen.
366 367
372 373
Este concepto funciona como un puente entre los
psicólo•
gos políticos y las versiones «realistas» de la elección
racional
-versiones que intentan predecir el comportamiento
real de voto, en lugar de centrarse exclusivamente en
las condiciones de equilibrio entre la demanda y la
oferta de paquetes de polí• ticas-. Los votantes
racionales son aproximadamente racio• nales,
intentando adaptarse a una situación acerca de la
que solamente están vagamente informados. Las
heurísticas críti• cas son usadas para resolver «el
9. Comportamiento político: votantes puzzle de Simón» de cómo
racionales y sistemas multipartidistas
FRANZ
URBAN
PAPPI
380 381
por el contrario, es aplicado más a menudo para Los atajos informativos que pudieran ser relevantes
propósitos explicativos que de verificación; y las en esta situación son: «schemata» (sinopsis) para
interpretaciones de las soluciones resultantes no procesar y recuperar la información política; «fra-
siempre son plausibles, especialmen• te donde se ming mechanisms» (mecanismos de estructuración),
identifica más de una dimensión. para sim• plificar la evaluación de partidos; y
«retrospective evaluations» (evaluación retrospectiva)
de la actuación del gobierno.
I I . Formación d e Los conceptos de esquema y marco fueron
preferencias desarrollados por los psicólogos cognitivos
(Hastie, 1986; Kahneman y Tversky, 1982) y son
Entre las muchas fuerzas que afectan a las frecuentemente aplicados en la investi• gación de
preferencias de partido, aquellas escogidas aquí son opinión pública y voto (Sniderman, 1993; Iyengar,
las que tienen un mayor impacto sobre los votantes 1991). La teoría del esquema, sin embargo, generó la
racionales, quienes deben formar sus opiniones contro• versia como un modo de entender la conducta
usando la información política disponible y sin y las actitudes políticas (Kuklinsk i et al, 1991;
invertir en una costosa supervisión. Lodge, McGraw , Conover, Feldman y Miller ,
Los ciudadanos en las modernas democracias 1991). El núcleo de esta controversia, siem• pre que
están cons• tantemente expuestos a un continuo flujo un nuevo concepto se importa del campo de investi•
de información polí• tica procedente de los medios de gación establecido dentro de una disciplina a otra, es
comunicación, de conversa• ciones en sus vidas que con• seguimos una nueva perspectiva o que
cotidianas, etc. Nadie está interesado en la política volvemos a contar viejas historias con una nueva
todo el tiempo; alguna gente puede tener dificultades jerga. Los schemata - « e l conjunto
para inferir de las noticias sobre asuntos domésticos
algunas conclusiones acerca del papel de los partidos y 3
8
las consecuen• cias para sus preferencias partidistas.
2
partidos. Estos descubrimientos de la psicología
de cogniciones relevantes para algún concepto»
cognitiva han llevado a nuevas conceptualizaciones
(Kuklins k i et al, 1991, p. 1342)- ayudan al
de la elección racional (Linden- berg, 1990) que son
individuo a procesar la infor• mación. Las
más realistas, pero que deberían sin embar• go admitir
estructuras de memoria, y percepción, elabora• ción
modelos formales.
y recuperación de informació n son modeladas por
El ciudadano mínimamente racional de la
los psicólogos para los individuos. Los psicólogos tradicional inves• tigación del voto es el votante
políticos, sin embargo, están más interesados en la retrospectivo. Siguiendo la tra• dicional teoría
convergencia entre los ciudadanos y sus definiciones premio-castigo de Ke y (1966), los votantes
de situaciones sociales; y para esta tarea ya había retrospectivos simplifican sus razonamientos
conceptos como el de sistemas de creen• cias evaluando su pro• pio bienestar en el pasado inmediato
del cual hacen responsa• bles a las autoridades
(Converse, 1964) e ideologías y códigos políticos
gubernamentales, recompensándolas por los logros y
( K l i n - gemann, 1979). culpándolas por los fracasos .
3
Aquí, tales conceptos se discuten en relación con Pero ¿cuál es el impacto de las evaluaciones
los votan• tes racionales y los problemas para retrospectivas sobre las preferencias de partido en los
elaborar su información. Algunos de estos viejos sistemas multiparti -
conceptos fueron inicialmente pre• sentados como
concepciones «realistas» de votantes, contra• puestas 3
Al mismo tiempo, las evaluaciones retrospectivas podrían
a los modelos normativos de un votante perfectamen• ser media• das en lugar de directas, el ciudadano cuenta no sólo
te racional e informado. Lo que originalmente se con su propia experiencia sino también con los juicio s de otros o
concibió como desviaciones del homo economicus o de los medios de comunicación sobre el cumplimient o de las
autoridades gubernamentales (Fiorina, 1981).
del homo politicus de los libros de texto puede hoy en
día ser interpretado como el mode• lo del ciudadano, 3
8
que usa atajos informativos y heurísticas valo- rativas 3
en sus razonamientos sobre la política y los
distas, donde los gobiernos de coalición son la norma política. A los encues- tados se les pregunta para que
y no la excepción? Cómo los ciudadanos reparten su valoren o clasifiquen la impor• tancia o relevancia de
confianza por los logros globales del gobierno entre los cada problema, y se les pide que nom• bren el partido
partidos de una coali• ción es una cuestión que ellos creen que manejaría mejor el problema.
esencialmente empírica. En los estudios de voto Incluso sin un marco temporal explícito, las eva•
europeos, a veces, se preguntan cuestiones sobre la luaciones de competencia parecen inevitablemente
competencia de los partidos en los diferentes ámbitos estar basa• das en experiencias pasadas; y en el caso de
de polí• ticas públicas, y estas medidas se pueden ver las elecciones al Parlamento Europeo, estas
como sustitutos de las evaluaciones sobre la actuación experiencias procederían proba• blemente más de la
participación de los partidos en los gobier• nos candidatos». Cuanto más informados, razonan más,
nacionales que de sus roles europeos. basando su decisión final menos en la aprobación de los
Las evaluaciones retrospectivas simples sobre la individuos y más en la evaluación comparada entre
actuación gubernamental se basan en las experiencias candidatos. Ellos actúan como optimizadores, mientras
de los votantes y parecen no ser propensas a que los votantes menos infor• mados intentan «decidir
si la marcha de las cosas ha sido sufi• cientemente
racionalizaciones en el sentido en que lo son a menudo
buena», por lo tanto actúan como satisfechos (Sni-
las valoraciones sobre la competencia de los partidos. derman et al, 1990, p. 131). En los sistemas
Incluso los estudiosos, confiando en las medidas sobre parlamentarios con gobiernos de coalición, los
la capacidad partidaria, confiesan que esto puede ser satisfechos se enfrentan con una tarea más difíci l que
sólo el reflejo de lazos afectivos más estables con en el sistema presidencial america• no; pero pueden
los partidos (Küchler, 1991, p. 101) -esto es, una sin embargo elegir, por ejemplo, entre el par• tido
mayor de la coalición (o el partido del primer
consecuencia y no una causa de la preferencia de
ministro) y el mayor partido de oposición. En
partido- . Lo más fáci l en la tarea de evaluar lo hacen Alemania, únicamente los democratacristianos y los
los encuestados, cuanto más tentados están a dar cuenta socialdemócratas presentan candi• datos para la
de la ausencia de actitudes. Éste es un problema serio, Cancillería; así que el sistema acerca a constela• ciones
especialmente para los partidos más pequeños, cuyas bipartidistas, al menos para los menos informados que,
capacidades pueden ser menos visibles cuando de este modo, tienen una oportunidad de evitar una
están en el gobierno y casi imposibles de evaluar compleja comparación entre todas las opciones
4
partidistas .
cuando son oposición.
Las preguntas sobre la capacidad partidista
La racionalización es una opción fácil para los
presentan otra desventaja en la medida en que
encuestados cuando se les pide que escojan el partido
constituyen indagaciones sobre los factores que inciden
más competente, sin tener que compararlo
en la formación de preferencias de par• tido: aquellas
específicamente con otros partidos. Sni- derman et al.
cuestiones son a veces ambiguas, en términos de
(1990) han mostrado que los votantes america• nos
utilidad. Cuando a un encuestado se le pide que evalúe
informados y menos informados difieren en la
la com• petencia de un partido con respecto a cierto
relativa importancia que tienen para sus votos la
ámbito polític o tal como la unificación Europea,
«aprobación de las autoridades» y la «evaluación
podría nombrar el partido que percibe como el más
prospectiva comparativa de los
capaz de promover la unificación - i nc l u • so aunque
esté realmente en una posición opuesta a la unifi •
cación-. Un partido se considera acertadamente
«competente» si es capaz de perseguir sus objetivos de
forma efectiva, tanto si el encuestado está de acuerdo
con estos objetivos como si no, y un encuestado que se
opone a la unificación Europea pue• de sin embargo
creer que un partido en favor de tal política es muy 4
Pero entonces sería importante medir directamente la
competente (y es, por lo tanto, un oponente capaz de sus actuación de los titulares, en lugar de usar preguntas construidas
propias metas). Por extraño que pueda parecer esta sobre el presupuesto de que los encuestados razonan
cuidadosamente acerca de la competencia compa • rativa de los
posible partidos.
384 385
partido fuera a conseguir su política de gobierno.
interpretación, al menos demuestra que las preguntas
El votante racional está aquí considerado de forma
sobre la capacidad no son un modo muy directo de
dife• rente al votante racional original en dos grandes
medir el compo• nente de utilida d de la preferencia de aspectos. Éste no forma sus preferencias de partido
partido. Las evaluacio• nes retrospectivas sobre la exclusivamente sobre la base de la proximidad de
actuación del gobierno, y los jui • cios sobre las problemas, y no actúa como un inver• sor consecuente en
políticas futuras de los partidos que un votante es el sentido de que parte de su bienestar futu• ro está
capaz de comparar con sus propias preferencias en relacionado con el gobierno. El último aspecto será dis•
políti• cas, son ingredientes más plausibles para la cutido en la próxima sección. El primer aspecto fue ya
tratado, demostrando cómo tanto las evaluaciones
formación de pre• ferencias que los índices de
pasadas de la acción gubernamental como la cercanía
competencia. de los problemas afectan a la formación de
5
En el corazón de l model o de l votante raciona preferencias .
l está la coincidencia (proximidades) entre los
«puntos ideales» del votante y las posiciones de 5
Otros posibles factores (tales como características de
partid o percibida s sobre una escala de problemas. candidatos, etc.) no pueden ser excluidos en principio . Pero en
Downs (1957) originalment e expresó que este sistemas multipartidistas éstos presumiblemente son elementos de
mayor impacto en cuanto a la formación de preferencias de partid o
votante invertir á su voto en aquel partido que pro• en las elecciones específicas que en las generales.
meta mejores resultados en el próxim o período
legislativo, considerando la proximida d de los
temas para medir estos resultados futuros. Las
posiciones sobre los problemas son ordenadas
linealmente en series de opciones políticas, dan• do
lugar a una escala unidimensional sobre la que los
votan• tes tienen curvas de preferencias simétricas de
un solo pico. Cuanto más lejos percibe un votante la
posició n del parti• do de su propio punto ideal ,
mayor es la pérdida de utili • dad que espera si ese
El voto «por temas» suscita muchos problemas por una teoría análoga a la «teoría fun• cional de
tanto para votantes informados como para votantes identificació n de partido» (Shively, 1979): los
menos informados. El primer grupo no es ciudadanos sin información directa sobre las posiciones
necesariamente homogéneo: estos votan• tes no se guían de los partidos relativas a ciertos problemas aplicarán
por los mismos problemas, para los cuales cuen• tan con atajos infor• mativos; y cuanto más se esfuercen en
el gobierno para su solución. El últim o grupo a menu• hacer esto mediante características del sistema político,
do simplemente no sabrá qué diferentes políticas los ciudadanos mejor orien• tados en sistemas
ofrecen los partidos como soluciones. El resultado final multipartidistas llegan a compararse con aquellos de
pudiera ser un elec• torado balcanizado entre muchos los sistemas bipartidistas.
asuntos públicos, con una gran cola, para el que la De Downs (1957) en adelante, la ideología ha sido
cercanía de los temas sea del todo sin sentido. Los discuti• da como un posible recurso de información.
sistemas multipartidistas deberían tener incluso Este uso de la ideo• logía no debería ser confundido con
votantes más desinformados que los sistemas el pensamiento ideológico en el sentido de
bipartidistas, a partir de que es presumiblemente más «sofisticación política» (Converse, 1964). En este últim
incómodo reunir y ela• borar datos sobre muchos o sentido, las ideologías tienen el más alto nivel de
partidos que únicamente sobre dos; y asumiendo en conceptualización política ; tienen opiniones sobre
estos contextos una proliferación de partidos muchos problemas y organizan sus creencias
orientados por un único tema, la balcanización sería políticas, usando prin • cipios abstractos como
incluso más característica probablemente de sistemas «liberalismo» o «conservadurismo», los cuales no son
multipartidistas que de sistemas bipartidistas. idiosincrásicos sino que más bien son com • partidos
Aunque interesantes, estas hipótesis son por las élites; y sus diferentes actitudes son, por con•
radicalmente fal• sas para la vida de los sistemas siguiente, coherentes como ideologías «oficiales»
multipartidistas. Una explica• ción tentativa es dada comparti-
386 387
das. La estimación original del porcentaje de tales asunto de minorías y no como un poderoso
ideólogos en el electorado estadounidense era del 2,5 dispositivo de «avaros intelectuales» en general que
por 100, más otro es usado para su orientación en el mundo de la
9 por 100 que se caracterizó como «cercano a política (Smith, 1989).
ideologías» (Campbell et al, 1960, p. 249). Incluso Cada uno organiza sus propias actitudes en
aunque estos núme• ros hubiesen aumentado, términos de
comparados con los niveles bajos dentro del
«ideologías oficiales» cuya función como
electorado estadounidense en la pasada década de
condicionantes del sistema de creencias individual no
los cincuenta (véase Abramson, 1983, p. 273), el
es del todo necesario cuan• do los ciudadanos intentan
pensamiento ideológico ha permanecido como un
orientarse políticamente con la ayu• da de etiquetas
encuestados dónde se sitúan en la misma escala.
ideológicas como «izquierda» y «derecha». Por
Como resul• tado, uno tiene todos los datos necesarios
supuesto, para éstas funcionar como mecanismos
para un modelo espa• cial unidimensional simple, en
orientativos para todo, las personas públicas tienen
el que las diferencias entre la autoubicación
que añadir estas eti• quetas a los partidos políticos.
ideológica y las posiciones partidistas percibidas se
Pero incluso los votantes no sofisticados deberían ser interpretan en términos de utilidad-pérdida. Ésta es la
capaces de aplicar el esquema izquier• da-derecha
opera- cionalización más sencilla de la idea de Downs
como una estrategia meramente orientativa, asu•
de que muchos sistemas de partido se caracterizan por
miendo que los medios de comunicación usan estas
una dimensión ideológi• ca contundente (una escala
etiquetas de modo más o menos coherente en su
económica de izquierda-derecha) sobre la que tanto
discusión de los temas políticos. Fuchs y Klingemann
partidos como votantes se ubican, dando indi • cios
«ven el esquema izquierda-dere• cha como un
generales en un mundo complejo acerca de sus
mecanismo para la reducción de la complejidad, que preferen• cias políticas. Esta operacionalización es
sirve sobre todo para dar una función orientativa a los
atrayente, puesto que los votantes en los sistemas
indi• viduos y una función comunicativa al sistema
multipartidistas europeos sí perciben las posiciones de
político» (1990, p. 205). Descubren que sobre el 90
los partidos sobre la escala relativamente correc• ta de
por 100 de l electorado alemán y de la Alemania
izquierda-derecha (para Alemania, véase Klingemann,
occidental tiene al menos una com• prensión mínima
1972, y Pappi, 1983, p. 427; para Italia, véase Sani,
de las denominaciones «izquierda» y «dere• cha»,
1974). Pero para usar estos datos como una
mientras que esta figura es más baja en Estados
proximidad de los temas generaliza• da, uno tiene que
Unidos. Puesto que el esquema está íntimamente
añadir dos presuposiciones:
ligado en Europa a los cleavages que caracterizan los
sistemas de partido, es capaz de cumpli r su función
1. La dimensión izquierda-derecha es el único
como un mecanismo de información acerca de los gran esque• ma aplicado a partidos, o al
contenidos políticos. menos no hay otro esque• ma que pusiera un
Muchos investigadores europeos usan la escala orden lineal diferente entre partidos.
izquierda- derecha en encuestas, tanto para generar 2. Los encuestados son capaces de usar la misma
datos sobre las posi• ciones percibidas de los estrate• gia orientativa acerca de sí mismos y de
partidos como para preguntar a los los partidos, lo que significa, que además
perciben sus propias prefe• rencias políticas
3 en términos generales de izquierda- derecha.
8 Hinic h y sus colaboradores (Hinic h y Pollard,
8 1981; Ene- low y Hinich , 1984; Hinic h y Munger,
1992) han desarrolla• do una teoría que, en lugar de
estar construida sobre estas asun• ciones, realmente lo
que permite es verificarlas de manera empírica.
Uno puede interpretar esta aproximación como un
tipo de teoría esquema que postula que los
ciudadanos en las democracias modernas hacen en tienen lugar ellos mismos direc• tamente sobre las
verdad uso de las denomi• naciones ideológicas dimensiones ideológicas, sus objetivos o ri -
vinculadas a partidos como mecanismos de
información acerca de posiciones políticas 3
concretas de estos partidos. Pero, por el contrario, 8
para el modelo origina l de Downs, los ciudadanos no 9
ginales son sus preferencias políticas, las cuales
dos en esta dimensión política, ubicando a los
pueden ser (dadas ciertas lejanas presuposiciones)
partidos más proclives a la redistribución al final de
subsumidas como posi• ciones ideológicas derivadas.
la escala cuanto más de izquierda se percibe que
Downs (1957, pp. 132-133) originalmente había
son. Pero los ciudadanos no se autoubican
propues•
necesariamente en la escala izquierda-derecha: en
to un modelo más
vez de eso tienen una preferencia particular relativa al
simple:
proble• ma de la redistribución.
Cada partido adopta una posición sobre algunos Los votantes pueden diferir en sus percepciones
problemas, y a cada posición se le puede asignar una sobre cuán• to se alejan las posiciones políticas de los
posición en nuestra escala izquierda-derecha. partidos de la dimen• sión ideológica básica.
Entonces la posición del partido en esta escala es Algunos votantes perciben bastantes diferencias
una medi a compensada de las posiciones de todas
entre partidos de izquierda y de derecha con res•
las políticas particulares mantenidas. Además, cada
ciu• dadano puede aplicar diferentes pesos a las
pecto al problema redistributivo; otros pueden pensar
políticas indivi • duales, a partir de aquí cada que hoy en día los partidos de izquierda y de derecha
política tiene más efecto sobre algunos ciudadanos no difieren mucho en relación a estos problemas.
que sobre otros. Dependiendo de estas conside• raciones, los votantes
con las mismas preferencias políticas pueden ir a
Hinich y Munger (1992, p. 9) dicen que este parar a posiciones derivadas diferentes en la dimen•
modelo no fun• ciona. No puede garantizar sión ideológica fundamental (véase figura 9.1).
coherencia en los mensajes ideo• lógicos, debido a
los diferentes valores que los votantes asig• nan a las Figura 9.1. La preferencia política del votante i (x.) y dos
posiciones políticas. «Si tenemos en cuenta algo de consideraciones posibles de las posiciones políticas de un
partido de izquierdas ( l p 1,) y un partido de derechas (r., r,).
coherencia en conjunto, debemos todavía
preguntarnos cómo expresan sus preferencias los
votantes, para que esta expresión determine a qué P
o
partidos intentan asociarlas con el fin de ganar las s
elecciones». Ellos resuelven este importante i
c
problema con una nueva teoría espacial de la ideología i
o
en la que «la(s) dimen• siones) ideológica(s) (donde n
e
la política se debate y decide)» está relacionada s
sistemáticamente «con el complejo espacio
p
o
l :
í
t
i
c C
a
s o
E n
j t
e r
m a
p
l l
o a
político n-dimensional (acerca del cual los votantes redistribución
Gran
realmen• diferenc
te se interesan)». Este objetivo se alcanza ia
política
postulando que los votantes tienen conocimiento de entre
partido de
las posiciones ideológicas de los partidos en una o derechas
más dimensiones ideológicas, y que los y de izquierdas
votantes usan ese conocimiento para suponer
cuáles son las posiciones políticas de estos Pequeñ
partidos. a
diferenc
Así , sólo hay que asumir que los ciudadanos tienen una ia
*i política
vaga idea de cómo alguna dimensión ideológica entre partido
(izquierda-
li-l s
derecha, por ejemplo) se relaciona con las posiciones A
de derechas
y de izquierdas
políticas (sobre la redistribución económica, por favor
de la Dimensi
ejemplo). Supongamos un votante que tiene la idea redis ón
dequ e los partidos de izquierda tribu ideológic
ción a
son más favorables a la redistribución. De este >-
Partido de Partid de derecha
conocimiento, izquierda o
el votante puede derivar las posiciones probables de
los parti- 39
1
3
9
0
Donde las campañas se enfocan sobre un único problema, esta teoría complicaría innecesariamente
la situación sobre la decisión. El propósito de la dimensiones «predictoras». Los partidos tienen
teoría es encontrar unas cuan• tas dimensiones posiciones en el mismo espacio, así que es muy fácil
ideológicas que consoliden varias cuestio• nes calcular
políticas concretas en el juego de las campañas o
en la política en general. A u n cuando el número de 6
Así , el Partido Libera l alemán se percibe discutiblemente
problemas es bastante grande, bien puede ser que el ocupando una posición media entre los democratacristianos y los
espacio ideológico sub- yaciente sea solamente socialdemócratas única• mente cuando la atención se centra en el
unidimensional. A ú n es una cuestión empírica si un tema de la ley y el orden, los dere• chos sobre el aborto o nuevas
sistema de partidos puede ser caracterizado sólo por cuestiones sociales: en términos de polític a económica, el mism
o partido se percibe a la derecha de los democratacris• tianos
una dimensión ideológica latente, a lo largo de la (Laver y Hunt , 1992; Pappi, 1994).
cual se distancia de otros partidos, o si más que una
dimensión ideo• lógica latente es la política diaria
lo que subyace a la adop• ción de una postura
6
política .
Empíricamente, hay dos maneras de aplicar la
teoría de Hinich . Una posibilidad es emplear datos
sobre las preferen• cias políticas de votantes y las
posiciones de partido percibi• das para diferentes
temas, usando los métodos analíticos fac• toriales para
recuperar el espacio ideológico latente (Enelow y
Hinich , 1984, pp. 213-215). La otra posibilidad es
medir direc• tamente el conocimiento ideológico de
los votantes relativo a los partidos. Admitiendo que
hay una única dimensión izquier• da-derecha
subyacente a las diferencias políticas en un siste• ma
multipartidista, uno se puede preguntar por la habitual
cues• tión izquierda-derecha en relación con los
partidos, y usar esta información como una variable
independiente para predecir las posiciones políticas
percibidas de los partidos sobre dimen• siones
políticas específicas (Hinich y Munger, 1992, pp. 23-
25). Cualquier método de estimación que uno usa, es
capaz de deri• var posiciones ideológicas para los
votantes, las cuales se usan como «puntos ideales
derivados» sobre las denominadas dimensión o
las distancias ideológicas entre los puntos ideales del preferencia parti• dista o la identificación de partido
votante y las posiciones de los partidos. Estos términos de un período anterior como decisión estable? Al
pueden ser usa• dos como variables independientes, en menos un sector sustancial de votantes podían haber
relación con otros, para predecir las preferencias realizado sus razonamientos tiempo atrás, y sus
partidistas de la gente. preferencias partidistas adoptan únicamente la form
• a rud i • mentaria ya que ellos conocen en confianza
cuál es el partido que más les gusta. Por tanto es
I I I . Preferencias de partido y comportamiento posible votar en elecciones gene• rales sólo por
de voto hábito: votar es una acción repetida para la
mayoría de los votantes, la participación y la
elección sería además una consecuencia automática
Acerca del modelo aquí visto, entonces, las
de una actitud estable hacia un partido favorito, fuera
evaluaciones retrospectivas de los partidos y la cercanía
del alcance de tomas de deci• sión conscientes (Ronis
de los temas sirven, primeramente, como un modo de 7
et al, 1989) .
predecir la formación de pre• ferencias y,
seguidamente y a través de esto, como un medio de
7
predecir la conducta de voto. Claramente, las Por otra parte, aunque los hábitos pueden tambié n ser
«evaluacio• nes retrospectivas» y la «proximidad de vistos com o una decisió n consciente entre (po r un lado) una
opció n estereotipada de cierta utilida d conocida y (por otr o
los temas» son tópi • cos sobre los que los mismos lado) una alternativa con resultados aña• didos cuya evaluación
votantes razonan - l o que es un gran argumento a conlleva costes añadidos de información : la utilida d de la
favor de este modelo-. Pero cuando se vuel • ve a la opción añadida se esperará sólo con una determinada
conducta de voto real, permanece una cuestión pen• probabilidad , y no será tan cierto el resultado como el de la
opción estereotipada; así la nue• va alternativa será seleccionada
diente, si los votantes tienen que volver a razonar de sólo si la utilida d que se espera es bastante alta, comparada con
nuevo en cada reciente elección. ¿Podría no servir la los costes de indagación (Esser, 1991, p. 67).
392 393
especialmente cuando abundan malas noticias sobre
Este concepto de «hábito» es atractivo, al menos
cuando se aplica a cohortes mayores de edad con nuestro partido preferido. Como reflejo de tales
advertencias, podemos concluir que es necesaria cier•
experiencia frecuente de participación en elecciones
ta cantidad de argumentación más allá del puro
democráticas (Converse, 1976). No obstante, se
hábito.
deberían hacer algunas adevertencias. El voto es
verdaderamente una conducta repetida, pero con Todo lo que influye en la formación de
grandes intervalos de tiempo entre cada preferencias, los votantes racionales lo sintetizan en
comportamiento de voto. Los ciudadanos se sus impresiones de políti• cas partidistas dentro de
enfrentan normalmente con noticias sobre par• tidos, un perfil de preferencia. Incluso los votantes
pero raramente son requeridos para elegi r entre ellos. rutinarios prefieren merecidamente su partido habi•
En suma, la conducta de voto no tiene menos coste, tual al resto, y están menos receptivos a nuevas señales
así que una decisión de participar del todo en una del par• tido durante las campañas electorales; así
determinada elección puede no ser autoevidente, que su preferencia partidista de períodos anteriores
pasa a la nueva elección sin impactos a corto plazo. gado para los partidos en competición (término
Lo que falta por explicar son las con• clusiones en probabilidad) (véase Grofman: infra, cap. 30).
elecciones específicas en las que nuestros votan• tes Todavía, el impacto global de las normas de
potenciales diseñan sus preferencias políticas. participación (deberes cívicos) es muy impor• tante en
Lógicamente, la situación de decidir es lo el nivel individual. Aquí, muchos autores, incluso aque•
suficientemente clara: uno tiene que decidir si llos que parten de las premisas de la elección racional,
participa en las próximas elec• ciones, y qué partido acaban admitiendo las normas de participación como
elige. En un sistema bipartidista, el par• tido un gran factor que determina el número de votantes
preferido será obviamente el partido que uno elige, (Barry, 1978), y como un factor que es
así la decisión de participa r es la más difícil . Aparece independiente de l cálculo instrumentalmente
la paradoja del votante: por qué vota, cuando la racional de la elección de partido.
utilidad esperada por su pro• pia participación es
Aquellas normas cubren una función expresiva. La
muy pequeña o incluso negativa, conside• rando los
satisfac• ción procede del acto de votar como tal, no
costes de la participación. Estos costes son ciertos,
de sus consecuen• cias por gobiernos futuros como en
por cuanto que los ingresos útiles de futuros
el caso de la acción instru• mental. «La ortodoxia de
gobiernos tienen que ser descontados de la pequeña
la elección pública parece asumir que aunque las
probabilidad de que el voto del correspondiente
consideraciones no instrumentales son relevantes para
individuo sea decisivo. La investigación demuestra
conseguir que los votantes vayan a las elecciones en
que el número de votantes en el nivel agregado es
primer lugar, tales consideraciones cesan en su
correlativo, de forma positiva, con la dimensión del
propósito una vez que el votan• te se desliza detrás de
diferencial de partido (término utilidad) y con la
la cortina para poner una marca en una papeleta»
proximidad del voto agre•
(Brennan y Lomasky, 1993, p. 35). Brennan y
Lomasky argumentan que tanto el factor instrumental
como el expresivo juegan un papel en la elección de
partido, como otros lo habían hecho antes (véase
Goodin y Roberts, 1975). Un ejem• plo de preferencias
expresivas son los principios éticos que la gente
sostiene y encuentra simbólicamente en los
programas políticos, sin preguntar sobre las
consecuencias de los princi • pios en la realidad
política. En términos weberianos, uno pue• de
caracterizar a los votantes individuales tanto como
instru• mentalmente racionales (zweckrational) o
como wertrational, esto es, orientados «por un valor
absoluto [...] que implica una creencia consciente en
el valor absoluto del comportamiento ético, estético,
religioso o de otro tipo, enteramente por su pro• pio
interés e independientemente de cualquier
perspectiva de éxito interno» (Weber, 1965, p. 175). voto para maximizar los beneficios de futuros
Habida cuenta de que un votante aislado casi nunca es gobiernos.
decisivo en una elección general, los factores En sistemas multipartidistas con gobiernos de
expresivos ganan importancia comparados con la coalición, los ciudadanos como inversores de voto
decisión de invertir cuando un ciudadano invierte su tienen que superar inclu -
394 395
so más obstáculos que en sistemas bipartidista s nungsdemokratie qu e a menudo degeneran en
co n gobier• nos alternantes. A pesar de que Stimmungs- demokratie.
normalmente sólo tienen la opción de elegir qué Tanto los factores expresivos como los
partido apoyar, a ellos también les inte• resa la futura instrumentales pue• den influir en la formación de
coalición. Cuando los partidos no anuncian sus preferencias de partido del votan• te racional. Lo que
preferencias de coalición antes de la elección, o está en cuestión no son las causas sino las
cuando los resultados electorales son bastante consecuencias de las preferencias partidistas para el
inciertos, es imposible for• mular una estrategia compor• tamiento real. ¿Es posible mostrar que el
racional dirigid a a asegurar una particu• lar votante-como-con-
coalición de gobierno. Entonces votar se reduce a dar
cuen• ta de las primeras preferencias. Supongamos 8
En Alemania , las mayorías de coalició n a menudo
ahora que, aunque esa competencia electoral esté dependen tanto de la ventaja relativa en comparación con el
polarizada entre gobierno y par• tidos de oposición, y segundo partido más grande como del éxito del últim o asociado
que supere el umbral del 5 por 100 de los votos váli • dos. De esta
los partidos de gobierno prometan con• tinuar su forma, tiene sentido elegir el partido cuyas posibilidades electo•
coalición, un votante racional cuya primera prefe• rales sean menos inciertas, de modo que se maximic e el carácter
rencia partidista sea el modelo de coalición A y cuya decisivo del voto propio para el futuro gobierno de coalició n que
segunda preferencia partidista sea el modelo de se desea (Eckstein, 1995).
coalición B puede enton• ces votar sofisticadamente,
votar por B en lugar de por A si piensa que él (su
voto) es más decisivo para el éxito electoral de B que
de A 8 . Pero en general, suponemos que votar en sis•
temas multipartidistas se caracteriza incluso más por
factores expresivos que en sistemas bipartidistas, ya
que la compleji• dad de las condiciones de decisión
se oponen al voto instru• mental probable. Los
partidos que defienden esto o aquello como un
valor absoluto, más que centrarse en una política prác•
tica orientada al éxito, prosperan más en
democracias mayo- ritarias con gobiernos
alternativos. Y las figuras con un alto número de
votantes parecen confirmar este tip o de Gesin-
sumidor saca conclusiones diferentes desde su perfil expresas son más determinantes de su conducta últim
dado de preferencia partidista de las que hace el a de voto.
votante-como-inver• sor? El último tiene que calcular El votante-inversor en sistemas multipartidistas
los flujos de utilidad que espe• ra de los diferentes tiene que tener en cuenta las posibilidades de
gobiernos posibles, mientras que el primero necesita coalición, adivinando pro• babilidades de
incentivos que recompensen la manifestación de una coaliciones alternativas sobre la base de dife• rentes
preferencia en una elección. resultados de la elección. Naturalmente, los
Guttman et al. (1994) usan la distinción entre el votantes inversores razonarán acerca de estas
no votar debido a la indiferencia y el que se debe a posibilidades durante la campaña electoral. Entre
la alienación que diferencia a los votantes como elecciones, sin embargo, el compor-
9
inversores de los votantes como consumidores .
9
Interpretando los termómetros de opinión como Harkin g vuelve al ejemplo origina l de Hotellin g (1929)
medidas directas de utilidad, ellos construyen para la del vendedor de helados en la costa, argumentando que «los
consumidores se abstienen de com• prar helados si el vendedor más
elección presidencial americana de 1976 una medida cercano está lo suficientemente lejos. Las posi• ciones de
de indiferencia (la diferencia de esta puntuación entre vendedores alternativos son irrelevantes con la decisión de
Ford y Cárter), y una medi• da de alienación (el nivel comprar helados (o, para votantes como consumidores, un
absoluto de puntuación del candida• to preferido). programa de partido). Lo s votantes-inversores, por el contrario,
están interesados en la victoria del par• tido preferido frente a su
Analizando el panel 1972-1976 de la Universi• dad rival(es). Aquí , la diferencia entre las posiciones del partido
de Michigan , encuentran que el nivel de utilidad favorito y su rival(es), y no la distancia política de los votantes
absoluta tiene un efecto estadísticamente con su partido preferido, es lo importante» (Guttman et al, 1994,
significativo sobre la proba• bilidad del voto 10 . Esta p. 198).
10
sensibilidad de los niveles absolutos de utilidad y la Rattinger y Krame r informan de resultados similares para
Alemani a
insensibilidad de la diferencia de utilidad sugiere que
(1995), donde la alienación se conoce por
los votantes se comportan como consumidores más Politikverdrossenheit.
que como inversores, y que las consideraciones
39 6 39 7
necesariamente de los votantes-inversores. Los dos
tamiento de los cargos gubernamentales y los partidos
divergen sólo cuando comienza a perfilarse la
se super• visa, y las consecuencias se derivan de buenas
siguiente elección. El votante-consumidor nece• sita
y malas noticias y experiencias, en un sentido que es
más estímulos de los medios de comunicación o de
el reflejo de una prefe• rencia general de partido más
algo similar para estar implicado; y cuanto más
que de una preferencia partidista para una elección
sesgada esté la infor• mació n en una u otra
específica; y estas posibilidades de coalición en cada
dirección , más alto será el valor que expresa la
elección concreta no se presentan como importantes
revelación de su preferencia, siempre que él o ella
en los cálculos del votante-inversor.
esté de acuerdo con el tono partidista de esta
Durante esa fase de formación de preferencias, los
información. El votante como inversor, por el
votan• tes como consumidores no difieren
contrario, tendrá en cuenta las expectativas de tica al ofrecer señales ideológicas acerca de las
coalición y puede contemplar el voto sofisti• cado; y posiciones de los partidos.
puesto que votar por una segunda preferencia depende El votante racional en sistemas multipartidistas,
de los cálculos sobre los posibles resultados finales, como he mostrado, desarrollará un «perfil de
las leyes electorales y las diferentes estrategias de preferencia de partido» como una medida inmediata
agregación incardi- nadas en aquéllas, pueden aquí de sus experiencias e información sobre la actuación y
tener un impacto directo sobre la conducta las ofertas políticas de los partidos. Entre los factores
individual. que influyen en la formación de preferencias se
encuentran las evaluaciones acerca de la actuación
de los gobiernos y las cuestiones cercanas. Pero esta
IV .
lista pudiera fácilmente ser completada: por futuras
Conclusio
expectativas; por las evaluaciones sobre la
nes
competencia de los líderes partidistas y los candidatos
Las democracias de la Europa continental han a los cargos de gobierno; etc. Estos factores están
desarrolla• do sistemas parlamentarios en los que los sustantivamente vinculados a la utilidad que un
gobiernos están for• mados normalmente por ciudadano pue• de asignar a un partido en cuanto
coaliciones. Los sistemas bipartidis• tas constituyen posible generador de bienes colectivos.
las excepciones. La categoría moda l es un Una vez que los ciudadanos han formado
pluralismo moderado, bien en el sentido original del preferencias con• sistentes para los partidos, el mayor
término de Sartori (1976) de tres a cinco partidos, o problema está entonces en la predicción de su
bien como un gran número de partidos, los cuales sin conducta de voto, considerando las expec• tativas de
embargo no están profun• damente polarizados, coalición en cada elección concreta como un factor
combinados con partidos antisistema que ganan un adicional que influye en la relación causal entre
número sustancial de votos. Por un lado, estos siste• preferencia de partido y conducta de voto. Pero puesto
mas de partido hacen mu y difíci l a los votantes que el votante aislado no es decisivo, los inversores
anticipar futu• ros gobiernos. Pero, por otro lado, públicos se distinguen de los inver• sores privados
facilitan la orientación polí• (Popkin, 1991, p. 10) y las consideraciones expre• sas
ganan importancia por derecho propio cuando la
racionali• dad instrumental es rebajada por los
votantes en los electorados de masas (Brennan y
Lomasky, 1993). No se trata de que los votantes sean
irracionales, sino más bien de que el mecanismo de
voto (por ejemplo, el voto proporcional en sistemas
parla• mentarios multipartidistas) es un mecanismo no Bibliografía
muy perfecto para revelar las preferencias políticas del
electorado. P. R., Political Attitudes in America, San
AB R A MS O N ,
Francisco, Free- man, 1983.
BARRY , B . , Sociologists, Economists and Democracy
Chicago, U n i -
versity of Chicago Press, 1978 (ed. revisada).
398 399
4
0 metió mu y tempranamente encuestas basadas en
6 comunida• des locales particulares, y en cambio
realizó una única encues• ta nacional (inherente) en
la cual el nive l de agregación de los datos
descontextualizados era muy alto (Campbell et al,
1960; Butler y Stokes, 4969 , 1974). Su trabajo se
desarrolló a partir de grandes encuestas a través de
secciones, las cua• les sólo pudieron ser realizadas
por un único equipo que con• tara con considerables
recursos económicos, cuyos respon• sables llegaron
a convertirse en poderosos oligarcas académicos, a
riesgo de domina r la investigació n de una manera
protectora o bien de acceder racionadamente a cues•
tiones definidas en la encuesta por los exponentes de
la nue• va ortodoxia. Una vez que se habían creado
una serie de estu• dios coherentes y se habían
establecido a lo largo del tiempo encuestas panel,
dichos investigadores manejaron una serie
4
0
7
de datos, los cuales podrían ser y fueron analizados innecesaria cualquier referencia detallada entre las
como si estuvieran fuera del tiempo. Muchos de respuestas de los votantes a las preguntas de las
estos estudios tenían explícitamente como premisa la encuestas y su inmediato entorno polític o (véase
visió n de que el contexto político de todo el período especial• mente Heath et al, 1991).
«moderno» ha sido tan uniforme como para volver Las premisas metodológicas que sostienen esta
perspec• tiva totalizadora fueron simples en 4
extremo. Central a casi toda la investigación del 0
comportamiento político , y todavía a los casi 8
incuestionados estudios de los años noventa, ha sido
la búsqueda de l mejor algoritmo de decisión con
el que caracterizar las alineaciones y el
comportamiento del conjunto del electorado. Para
cualquier tema de análisis, la búsqueda se restringe
a un conjunto de variables encajadas en una sola
ecuación que expone su influenci a relativa, la cual
recoge más variación de la que explica n
cualesquiera otras variables y ecuación en
competencia. En muchos estu• dios, lo sustantivo
relacionado con la comprensión teórica se desechaba
rápidamente, y el análisis de las relaciones cau• sales
era relegad o a los márgenes: en cambio se
competía, en efecto, en torneos informático s entre
un conjunt o de potenciales variables
independientes, torneos que sólo fue• ron dirigido s
por los analistas. As í la investigación electo• ra l se
convirti ó en una competició n de modelos de
regre• sión o de logaritmos lineales, ofreciendo cada
uno de ellos una única agregación de cómo los
votantes globalmente se alinean entre partidos o a
través de temas. Co n el paso del tiempo los analistas
llegaron a ser más hábiles en el análisis de los
residuos, y en la búsqueda de la interacción entre efec•
tos y variables. Pero lo que nunca se ha discutido
seriamen• te es que se debería buscar un único
algoritmo de decisión
«de gran alcance», como un instrumento de respuesta
a cual•
quier cuestión
relevante.
Complicand o las cosas, los analista s a menudo
discuten sobre el votante como arquetipo singular. Lo
hacen no sólo en sus títulos -The Changing American
Voter (Ni e et al, 1979)
o How Britain Votes (Heat h et al, 1985 ) o The número para incluirlo s en los cruces de tablas, o
American Voter cuya incorporación preveía el uso de técnicas de aná•
(Campbel l et al, 1 9 6 0 ) - sin o tamb ié n en sus textos : lisis que exigían una variable dependiente
dicotómica. Catt (1996) demuestra que las minorías
La función de identificación de partido permite al que normalmente desa• parecieron de las partes
elector hacer frente a la informació n polític a y primordiales de los análisis, en el Reino Unid o
saber qué partid o votar (Harrop y Miller , 1987, p. incluyen: todos en Irlanda del Norte, donde el
134). sistema de partidos es diferente al de Gran Bretaña;
Mientras la psicología social del votante puede no todos en el noroeste escocés, los cuales son difíciles
haber cam• de encuestar; los que no responden a encuestas; los
biado mucho [. . . ] (Heath et al, 1991, que se declaran como no votantes; y los votantes de
p. 200). partidos minoritarios , tales como los partidos
nacionalistas en Escocia y Gales y, durante muchos
El énfasis es mayor sobre [ . . . ] la invariable años, incluso la gente que votaba a los liberales o a
psicología del votante (Crewe y Norris , 1992, p. los demócratas liberales (quienes representan un
19). cuarto de
Estos aparentemente pequeños errores de hecho ' Una variante de esto son los comentarios en que los votantes
presagian un profundamente influyente proceso de como con• junto se describen como una única unidad con rasgos
reificació n y abs• tracción, inherente a toda la antropomórficos. Por ejemplo: «Empezamos [...] por considerar si
empresa de análisis de datos agre• gados de encuesta, el electorado de 1992 era inu• sualmente vacilante [... ] La idea
1 de que el electorado se vuelve más volátil [...] se presenta a
lejos de las experiencias y elecciones de la gente real . menudo» (Clifford y Heath, 1994, p. 6).
Una importante consecuencia de la perspectiva
totalizan• te ha sido la construcción de análisis que 4
excluyen a minorías no convenientes desde el punto de 0
vista analítico . En los pr i • meros tiempos, ésos eran 9
principalmente tipos de votantes muy reducidos en
para las mujeres); dejando de explorar aspectos
todos los votantes desde los años ochenta). Los
estudios elec• torales en el Reino Unido presentaban claramente relevantes de las ubicaciones sociales de
a los votantes ligados de forma abrumadora a los dos la gen• te. As í la corriente de estudios electorales ha
sido constante• mente sorprendida, y lenta en
principales partidos mucho después de que esto
hubiera dejado de ser cierto en las elec• ciones del reaccionar, por el crecimiento de cleavages y temas
mundo real. Otras «minorías» se evaporaron analí• significativos políticamente (por ejem• plo, en Gran
Bretaña los conflictos entre el sector público y el
ticamente a través de simples movimientos , tales
como la constante referencia al votante singular privado , la etnia, la orientación sexual y las
arquetipo como «él» y «le»; categorizando la clase cuestiones
ocupacional de la esposa des• de la de su marido medioambientales) .
(creando una especie de clase «amas de casa» sólo Un defecto adicional de esta tendencia arquetípica
de los principales estudios de voto ha sido la
ausencia de técnicas para explorar el modo en que dudas, los cinismos y las dudas de los votantes acerca
grupos diferentes pueden deci• di r su voto de los líderes políticos y los partidos: «Como
empleando distintos modelos. Ninguna proposi• ción actores bien instala• dos en la escena política es
ha sido más rechazada y destruida que ésta. Mu y natural que los partidos debieran haberse convertido
pocos estudios han intentado sistemáticamente en objetos de identificación y de lealtad de masas»
simular las deci• siones de los votantes, para definir (Butler y Stokes, 1974, p. 34, la cursiva es mía).
una secuencia de opera• ciones y criterios que Escondidos tras los descontextualizados datos
pudieran aproximar los algoritmos que los votantes altamente agre• gados, y con una oferta de
reales emplean en sus elecciones. Esta negli• deconstrucciones rápidas y par• ciales del
gencia tiene además consecuencias para los modos comportamiento de voto , los análisis electorales
en que los investigadores interpretan han añadido desafortunadamente poco a nuestro
aparentemente los datos conoci • miento sobre las diferentes formas en que
«obvios». Por ejemplo, aunque los científicos la gente piensa o actúa políticamente.
políticos saben mu y bien que los votantes pueden No siempre fue así. Los primeros trabajos de
elegir sólo entre opciones disponibles sobre las que encuestas de los años cincuenta supusieron un corte
tienen poco control , Catt (1989) advierte cómo los radical. Al desbancar a los modelos normativos
analistas introducen coherentemente den• tro de las previos de votantes racionales, y mos• trar que la gente
ecuaciones todos los votos recibidos por un parti• do corriente opera con informació n polític a
como apoyo, e interpretan el hecho vacío de una estructurada de forma diferente a las élites
papele• ta marcada en un particular sentido como una políticas, esta investigación no interpreta la política
indicación de una respuesta emocional e ideológica en términos de izquier• da-derecha y a menudo parece
positiva a ese partido, y de ese modo enmascaran o explicar las alineaciones de los votantes en relación
niegan las motivaciones nega• tivas de l voto . Hay con las influencias familiares o con iden• tificaciones
un pequeño salto de ahí a ocultar las partidistas a largo plazo. Verdaderamente, fue en esta
4 fase en la que los estudios de voto parecían menos
1 moder•
nistas en su rechazo explícito de modelos
0 «logocéntricos» y en el reconocimiento de la
irracionalidad del votante. En esta eta• pa, también,
los estudios que no se basaron en el trabajo de
encuesta tuvieron todavía alguna influencia sobre la
principal corriente de pensamiento, como el brillante
ensayo del Robert Lañe, Political Ideology (1962), el
cual exploraba intensiva• mente las actitudes y
reacciones de quince individuos dentro de su
contexto social y en cierto modo informado por una
abun• dancia de teoría política y social.
Pero en la punta de lanza de la investigación de
encuestas, su gran impacto para cambiar las en las encuestas, reconstruida por The Rational Public
percepciones convenciona• les de los procesos (Page y Schapiro, 1992) en una decadencia
sociales ha desaparecido hace tiempo bajo estratos revisionista de lo que la democratización
acumulados de construcción ortodoxa. La investiga•
ción del comportamiento político ha «racionalizado» 4
progre• sivamente la imagen de los votantes basada 1
1
los modelos de res• puestas por ordenador y se
estable y eficaz requiere de los ciudadanos. Y la inicia
l diver• sidad de las metodologías del comportamiento racionaliza n post hoc, como ocurrió con los
«principios políticos» construidos desde los datos de
polític o se ha reubicado por la excesiva confianza en
una encuesta comercial, que usaba el análisis facto•
los datos cuantifica- bles de las encuestas.
Virtualmente toda esta información des• cansa en rial de Rose y McAllist e r (1986).
cuestiones precodificadas, diseñadas sólo por los El principal desafío interno para la corriente de
analistas (más que basadas en concepciones estudios del comportamiento político desde los años
propias de los encuestados), y a menudo se pide a la setenta procede de las versiones de la teoría de la
gente que efectúe operaciones completamente elección racional. Sin embar• go, su llegada no ha
artificiales, tales como clasifi• car a los candidatos planteado hasta ahora, en absoluto, una amenaza para
políticos o partidos sobre una escala de cincuenta la más vieja perspectiva totalizadora de la orto• doxia
puntos para ser capaces de usar sofisticados méto• dos y el rechazo de la diversidad. Originalment e
analíticos (Page y Jones, 1979). El significado de las basada sobre una serie de procedimientos
res• puestas muy raramente se contrasta con otro tipo relativamente complejos y en principio falsables, la
de datos -no hay una nueva entrevista a los teoría de la elección racional encar•
encuestados'usando aproxi• maciones diferentes,
pequeños cruces de relació n de res• puestas para
preguntas sesgadas o enunciadas de forma dife•
rente, y posiblemente no hay triangulación de
información cuantitativa y cualitativa-. En la
investigación publicada han predominado
instrumentos de encuesta única fantaseados por
analistas que la orientaban y cuyo significado sería
interpre• tado inequívocamente e inferido a partir del
«sentido común» (Bishop et al, 1978, Sullivan et al,
1978). La principal excep• ción, que normalmente los
analistas consideran más tarde pro• cedente de las
experiencias de la gente, es el uso de escalas
compuestas o índices, algunos prediseñados, algunos
«emer• gen» repetidamente como posibles constructos
fuera del aná• lisis de datos, y otros salen a la luz de
na presuposiciones mu y poderosas pero restrictivas Desde este nivel de discusión, es imposible que ahí
acerca de los pensamientos de los actores, los niveles surgiera cualquier visión diversificada empíricamente
de información y la coherencia -asunciones sobre las com• plejas bases de alineaciones o sobre los
fácilmente interpretadas en la construcción de algoritmos de elección múltiple utilizados por los
variantes aplicadas más «realistas»-. Adap• tada para ciudadanos.
probar dentro de los métodos de encuesta y del reper• Y los modelos de voto por temas asumen la
torio de análisis de datos ya desarrollados (Fiorina , democratiza• ción de la «gran narrativa», que en la
1981), las perspectivas de la elección racional mayoría de los estudios más antiguos había quedado
simplificada han emer• gido progresivamente como implícita . Estos retratan un elec• torado que antes se
una forma extrema de «logocen- trismo» mantuvo cautivo de la familia habitual o tradicional,
-privilegiando un modelo objetivable de racionalidad de lo étnico, del grupo de interés y de las influen• cias
formal y adscribiéndolo universalmente a todos los de la clase social, ahora está siendo liberado por la
actores políticos - (Hinic h y Munger, 1994). Esta adap• tación a la democracia liberal , la educación
aproximación es demasiado totalizadora, prestándose de masas y la cobertura expansiva de los medios de
de nuevo a enunciar en términos de un «votante» comunicación al fun• cionar como fuentes autónomas
arquetipo singular: el voto por temas consiste en de intencionalidad. Por ejem• plo, Rose y McAlliste r
«asumir que, sobre cada tema, el votante compa• ra (1986) argumentaban que en las elec• ciones británicas
su (sic) propia posición con aquella de los partidos. El se había pasado decisivamente de la «clase cerrada» a
votan• te, entonces, se dispone a sumar sus competiciones «abiertas»; Sarlvik y Crewe (1983)
preferencias sobre los diferentes temas y vota por el detectaron una «década de desalineación» en la política
partido que le ofrece, en la balan• za, el mayor britá• nica durante los años setenta; y Himmelwei t
número de políticas que él prefiere» (Heath y et al (1985) reclamó evidencia de una nueva
McDonald , 1988, p. 96). sofisticación en las eleccio-
412 413
nes de los votantes. En todos estos estudios la línea existente sobre una aproxima• ción de datos de
ideoló• gica del modernismo fue evidente. El encuesta, altamente agregados y plenamen• te
atractivo de un destino futuro o de una tendencia cuantitativa, com o la única científic a apropiada
descubierta condujo a los investi• gadores a para la investigación del comportamiento político .
desatender las realidades presentes. Analistas con un El primer punto de las encuestas de masas es
compromiso fuerte con una visión interesada de la siempre reconstruir una rela• ció n de cambios
histo• ria fácilmente caen en la tentación de significativos institucionalmente: esta pér• dida de
desviaciones, incohe• rencias, reincidencias y apoyo de partido, aquella victoria de partido. Autores
contradicciones. de ambas escuelas son conscientes de las
Tanto las perspectivas del «voto por temas» limitaciones res• trictivas de los métodos de
como las corrientes de «identificación partidista» y de encuesta, las pérdidas inherentes de comprensión que
«sociología polí• tica» dan cuenta del acuerdo implic a reducir los complejos significa• dos de la
gente a puntos y rayas en el disco de un ordenador.
clave de la existencia de la disciplina ha sido una
Pero la respuesta mayoritaria ha sido continuar
expansión de la capacidad técnica para analizar,
«perfeccio• nando» los métodos de muestreo, el
predecir y configurar el comportamiento social -e n
diseño de instrumentos de encuestas y de preguntas, y
este caso, el comportamiento par• tidista y los
los métodos de análisis des• plegados para dar sentido
resultados electorales-. Las elecciones ahora son
a los datos.
descritas por políticos electos, profesionales de los
Ahor a hay poca diferencia entre las encuestas no
partidos políticos, consultorías electorales y políticas,
acadé• micas (realizadas por los medios de
grandes orga• nizaciones de encuestas, comentaristas
comunicación o las orga• nizaciones de partido) y el
de medios de comu• nicación, empresas de publicidad
diseño de cuestionarios usado por los científicos
y un gran número de votan• tes, de modo que han sido
políticos. Tanto la sociología política como la
extensivamente reformuladas por las corrientes y
elección racional consideran en diferente modo haber
ortodoxias del problema del voto. La expan• siva
ayuda• do a cementar la íntima y simbiótica relación
capacidad de «control» otorgada aparentemente por
que se ha desa• rrollado entre la investigación del
la investigación del comportamiento polític o provee
comportamiento político y los profesionales de
estrecha• mente de un modelo de «ingeniería» para la
tecnologías de manipulación y control político. En
tentativa cientí• fica en el que la confianza se asocia
los últimos treinta años, en la medida en que se ha
con la habilidad experi• mental para manipula r
convertido en algo prestigioso profesionalmente y
exitosamente las fuerzas sociales y predecir el
«apli• cable» comercialmente, el subcampo ha
comportamiento (Camhis, 1979).
reestructurado pro• gresivamente las realidades
Los peligros potenciales en esta aplicación
electorales que pretende inde• pendientemente
«industrial» del conocimiento necesitan poca
describir. Como posiblemente con todas las otras
elaboración (Foucault, 1980). El abandono analítico
ramas del conocimiento profesional, una
de minorías y la concentración sobre modelos
consecuencia
cuantitativos encuentran apoyo en la adecuación de las
herramientas existentes a las intenciones de control,
para campañas exitosas. La ciencia política, en esta
perspectiva, no es una búsqueda abstracta de
conocimiento en interés pro• pio sino más bien una
comprensión efectiva de aquellas fuer• zas (y
presumiblemente sólo aquellas fuerzas) que estructu•
ran la competición por el poder político (para un claro
ejemplo, véase Heath et al, 1994). En este sentido
fundamental, la mayor parte de la investigación del
comportamiento político ha padecido el sesgo del pluralidad» o sistemas electorales de representación
sistema, en relación con la compren• sión de aquellos proporcional al estilo de las lis• tas, los científicos
fenómenos políticos de masas que condicio• nan el políticos y los encuestadores de opinión han acumulado
traspaso o la retención de l poder institucional , y ha volúmenes de datos explorando las alineaciones de las
sido indiferente a los fenómenos que parecen no tener principales preferencias de los votantes a través de los
el mis• mo impacto en la estructura institucional. Para par-
recoger un ejem• plo clave, en países con «gobierno de
414 415
tidos a lo largo del tiempo; pero casi han ignorado la natura• leza defectuosa de las preguntas formuladas,
estruc• tura de las preferencias secundarias de los las inherentes ambigüedades del lenguaje, los
votantes, porque esas preferencias no determinan cambios en la composición de las preguntas para el
inmediatamente qué élite polí• tica gana el control del diseño de las encuestas, o cambios externos en el
gobierno. Uno no puede estar de acuer• do con Foucault ambiente político o de las políticas, en muchos casos
en que el Estado es «una abstracción mítica cuya es, por tanto, realmente bastante incierto cómo debería
importancia es mucho más limitad a de lo que responder alguien con una posición perfectamente
muchos de nosotros pensamos» (citado en Hoffman, determi• nada. Considerando, por ejemplo, el estudio
1995, p. 162) si vemos las limitaciones inherentes a panel de Heath y McDona l d (1988) de 900 votantes
una aproximación tan poco institucional como ésta. británicos: ellos argu• mentan que, entre 1983 y
El últim o rasgo modernista de la investigación 1987, los votantes en su estudio fueron más
del com• portamiento polític o ha sido su confianza coherentes en sus identificaciones de partido (ellos
en la polarización de antinomias y falsas dicotomías. mismos se di vi dí a n com o «conservadores» y
Es un rasgo recurrente de los estudios electorales en «todos los demás», aunque en 1983 el número
particular que las complejas posi• ciones teóricas se efectivo de partidos era del 2,9) que en sus actitudes
expresen repetidamente con la forma de un hacia la nacionalización-priva• tización. Pero
denominador común aparentemente más bajo del imaginemos que yo apoyo la privatización del sistema
requerido para la prueba empírica . En este telefónico (implementado en 1983), pero me opon•
distorsionado espejo del debate intelectual, los go a eso con la industria del gas (1985), y espero
votantes son o «racionales» o expresi• vos, las hacer dine• ro de la privatización de la electricidad
actitudes hacia los problemas son «reales» o no lo (proyectada en 1987).
son, los actores tienen una información «perfecta» o no
la tie• nen, operan en contextos bastante distintos «de
mercado» o
«político» (Brennan y Lomasky, 1993), etc. Dada la
Entonces, ¿soy incoherente? Seguramente sólo dentro
de una visión mu y extraña y limitad a del mundo. En
este nive l de agregación, es simplemente imposible II .
para los analistas hacer cada día la mayor parte de sus Alternativa
juicio s acerca de cómo deco- dificar la clave de las s
respuestas de la gente, excepto si se introducen
dentro de los esquemas artificiales y arbitrarios de En las ciencias sociales siempre es más fáci l
sus propios diseños. En estas circunstancias, no está formular crí• ticas que encontrar nuevas formas de
cla• ro si la difamación de Schumpeter de sus proceder. Desde un pun• to de vista pragmático, para
prójimos los ciu • dadanos es más aplicable a los
2 que se tomen en serio las l i m i • taciones de la
votantes o a los investigado• res que los estudian .
En suma, el carácter modernista del investigación modernista del comportamiento
comportamiento polí• tico puede ser detectado en político, es importante mostrar que se pueden
muchos aspectos: en su implícita gran narrativa sobre corregir. Si la única otra opción fuese incurri r en un
la democratización; en el fuerte énfasis totalizador y vago subjetivismo y relativismo posmoderno,
científico de la investigación cuantitativa basada en reiterando de una nueva guisa la crítica
encuestas; en el monismo de los métodos de preconductista de los estudios de voto de los años cin •
investigación y la marginalización de las minorías cuenta, entonces faute de mieux la opción de
sociales; en la búsqueda de un mejor y único algoritmo quedarnos con
de decisión; en la concepción de «ingeniería» del 2
En la famosa frase de Schumpeter ('1943, 1987, p. 262), «E l
conocimiento; en el carácter sesgado por el sistema del ciudada• no típico cae al nive l más bajo de actuación mental tan
desarrollo del conocimiento; y en la confianza en pronto como entra en el campo político . Él argumenta y analiza de
un modo que reconocería rápi • damente como infantil dentro de la
antinomias polarizadas. esfera de sus intereses reales. Se convierte de nuevo en primitivo » .
41 6 41 7
lo que no dudaríamos que prevalezca. Sin embargo, investigación sistemática del comportamiento polí•
como un resultado de la'mayo r difusió n de los tico: el pluralismo metodológico, la información
procesos de poder y de la capacidad para almacenar desagrega• da, y un giro desde un enfoque
y recuperar grandes canti• dades de datos no instituciona l a uno experien• cia!.
estructurados, además de la acumulación de nuevas
técnicas cuantitativas y cualitativas, nos parece que
queda un importante y decisivo punto - u n período
a) Pluralismo
genuína- mente «moderno»- en el desarrollo de los
métodos de la cien• cia social. El truco será mantener metodológico
el control intelectual de los nuevos potenciales. Tres
vías abren caminos para un nuevo estilo de El pluralism o metodológic o permite tomar en
serio las conocidas limitaciones de las preguntas teniente por Iversen (1994). Su trabajo se construye
precodifícadas de las encuestas para descubrir los sobre el espacio teórico abierto por Przeworsky y
complejos significados de la gen• te. En cambio, Sprague (1986), quie• nes además mostraron cuánto se
nosotros modelaríamos el comportamiento político podría derivar de analizar otro tipo de datos, los
en sentidos diferentes, buscando triangular la pers•
resultados de elecciones transnacionales 3. Tomando
pectiva ofrecida por una aproximación con la
otro ejemplo, la metodología Q proporcion a un
transmitida por otras. Un prime r paso permite
modo úti l de construir mapas ideológicos para
abandonar la confianza en los instrumentos de una
sola encuesta (o en escalas más com• plejas) diseñados examinar cómo pequeños grupos de encuestados
aisladamente por los analistas, y adoptar un estilo perciben de forma detallada un gran número de
de investigación de encuestas más forense, en el afirmaciones, entresacadas del discurso político real
cual las cuestiones expresadas alternativamente sobre más que inventadas por los analistas (Dryzek y
el mis• mo asunto persiguen descubrir grupos de Berejekian, 1993; Dryzek, 1994). La aproximación
gente con distintos modos de comprender y elegir. pudiera ser completada por un modo más sistemático
Costosa de realizar, esta apro• ximació n de seleccionar afirmaciones por inclusión, a partir del
probablemente impli c a el f i n de las encuestas análisis textual de las bases de datos de los medios
«ómnibus», un apoyo clave para las perspectivas de comunicación (tales como Profile o Lexis).
analíticas globales. Un paso posterior y más especulativo sería hacer
uso de la habilidad para buscar de forma flexible
La etapa siguiente supone integrar los resultados de modelos y asocia• ciones en bases de datos de textos
encues• tas con otras formas de información libres a f i n de crear un importante complemento
cuantitativa. Por ejem• plo, los potenciales para las encuestas de masas, o en el futuro tal vez
conocimientos procedentes de los cruces de datos en reubicarlos. En los años cincuenta, dentro de la
el nive l de la élite y en el nivel de las masas den• tro tecnología del momento , las encuestas que
de un sofisticado análisis teórico han sido mostrados buscaban res• puestas determinadas a las preguntas
recien- de los analistas fueron el único modo de reunir
4 datos sistemáticamente para una muestra
1 representativa de m i l personas de un modo que se
pudieran analizar seguidamente. Pero en el siglo x x i
8 debería ser perfectamente factible tener m i l
«conversaciones» abier• tas y ligeramente
estructuradas entre entrevistadores entrena• dos y
encuestados por un período de tiempo similar, y
grabar lo que se dice al pie de la letra. Almacenando
y cambiando este nuevo tipo de grabación, usando la
expansión de las tec• nologías de la información,
podríamos hacer emerger analíti• camente lo que
influye en las actitudes y alineaciones de la gente
por un proceso de interrogación post hoc de sus
textos completos. Los cruces entre textos impresos y modelo de formación de pre• ferencias (Dunleavy, 1991 , caps. 4 y
grabados con las conversaciones de los 5) .
encuestados pudieran empezar 4
1
3
Importantes en términos de espacio teórico también son el
9
modelo direc- cional de Rabinowit z y MacDonal d (1989), y el
además a orientar los todavía irresolubles problemas otros métodos dispo• nibles de medición . Una
de eva• luar el punto de autonomía y dependencia de pérdida de cuantificación y agrega• ción bien puede
los ciudadanos de la esfera política. Debería resultar de este cambio de perspectiva, pero si así eso
ciertamente permiti r una más precisa exploración de refleja el sentido de las experiencias de la gente, la
los orígenes y de la circulación de ideas, investigación debe trabajar más alrededor de esta
deconstrucción de los significados y las líneas de situación que buscar su negación.
propaganda y resistencia en las democracias
liberales.
El rápido crecimiento actual de habilidad en b) Información
métodos cua• litativos ofrece una importante desagregada
diversidad adicional en pers• pectiva (Devine ,
1994). Antes de que cualquier descubri• miento de La información desagregada es un importante
una encuesta de masas se pudiera tomar en serio, se complemento para el pluralismo metodológico.
necesitaría el apoyo de hallazgos, usando otros Significa escapar de datos agregados y
métodos, tales como: análisis de textos de descontextualizados. En su lugar los analistas bus•
entrevistas grabadas trans• critas para un subconjunto
de encuestados de la muestra prin• cipal; una
compilació n de historias de vida y cuestionarios
para autocumplimentar (posiblemente de forma libre)
; inves• tigación detallada de una variedad de
niveles espaciales de cómo se organizaron las
experiencias de los encuestados; y estudios intensivos
diseñados para descoser la interrelación entre
experiencias directa s (¿aquí más autónomas?) y
expe• riencias mediadas. Los estudios etnográficos
de grupos par• ticulares, e incluso los estudios de
observación participante del comportamiento político
, también se han sugerido (Devi• ne, 1994). Si las
experiencias de la gente pueden únicamen• te ser
grabadas mu y parcial e inadecuadamente por los
ins• trumentos de encuesta, entonces podría ser
necesario simplemente aceptar eso y mirar hacia
efectos difusos perdidos en categorizaciones tema por
carían comenzar sus investigaciones, tan pronto
como fuera posible, con las concepciones de un tema. Por ejemplo, hay evidencia de que los
conjunto de personas, estructurando la investigación americanos estructuran extensivamente su
alrededor de unidades y nive• les en los que se pensamiento alrededor de lo que Lañe (1991)
denomin a «la experiencia de mercado»,
organizan sus experiencias. Las principales
dimensiones implicadas serán establecidas por la aprendiendo lecciones comunes desde interacciones
naturaleza de los asuntos que se investigan, pero econó• micas muy distintas que aplican en diferentes
normalmente deben incluir posiciones sociales y contextos; aun• que perciben sus interacciones con el
gobierno con un carác• ter cualitativamente
áreas territoriales.
diferente de sus acuerdos en el sector privado
La descripción de posiciones sociales
(Lañe, 1983,1986). En la Europa occidental, también,
precisamente depen• de en parte de la teoría social y
los conflictos entre el sector público y el privado en
en parte de cómo la propia gente ve los acuerdos
contex• tos de producción y consumo han tenido
sociales. Un proceso de interacción entre el trabajo
fuertes implicacio • nes para la competición partidista
teórico y los resultados empíricos aquí es crucial.
y el comportamiento polí• tico (Dunleavy, 1986).
La mayoría de la investigación del comportamiento
Aq u í puede tener sentido reagrupar datos alrededor
político clasifica a las personas en términos de
de estas categorías sectoriales «experimenta• das»,
convencionales índices funcionales como la
más que confiar en clasificaciones oficiales más
ocupación, la etnia, el grupo idiomático, la religión,
frag• mentadas.
la familia , el tipo de industria, etc. Estas medidas
Desagrupar (y reagrupar) a través de áreas
«objetivas» necesitan ser completadas por otras
geográficas es además importante. Los datos en el
autoclasi- ficaciones de la gente. Ellos pueden
nivel nacional suminis• tran únicamente un sumario
además comprometerse construyendo algunas
de situaciones locales y regio• nales - u n sumario
categorías Arc h para capturar de otra manera los
que puede ser equivocado, sobre todo en
420 421
análisis transnacionales donde cada país (no importa Sin embargo, con sólo examinar un poco las cifras de
si gran• de o pequeño) cuenta por uno y nada más Lijphart, surgen las dificulta• des. En Gran Bretaña,
que por uno- . Por ejemplo, Lijphart (1994) los votantes en las regiones que com• ponen el país
proporciona una relación autoriza• da de los efectos experimentan niveles de DV en el tratamiento de sus
de los sistemas electorales. Au n en el con• junto de opciones por el sistema electoral que está en un
sus datos, países tales como Islandia y los EE.UU . pro• medio de uno y medio más que en la figura
(el cual es m i l veces más grande en población) nacional, el cual es artificialmente más bajo por el
figuran como unidades equivalentes; y, además, el sesgo hacia los dos princi • pales partidos,
tipo principal de datos son promedios de contraponiéndose uno al otro (Dunleavy y
«desviación de la proporcionalidad» (DV) Margetts, 1993). Mientras, en España, la población
estadísticos para un sistema electoral dado, en ciu • dades y regiones experimenta el sistema de
promediados a través de muchas elecciones diferentes. voto como más proporcional de lo que sugiere la
proyección de desviación nacional, puesto que la
«experiencias consolidadas»). Sin embargo, estos
puntuación total española refleja efec• tos de mala
tempranos pensamientos fueron marginados por la
distribución , así como la desproporcionalidad.
investigación con- ductista de posguerra. En estudios
Aquí, la desagregación geográfica produce una
de comportamiento políti • co las asunciones
imagen del mundo radicalmente diferente de las
ortodoxas han sido que las personas formu• lan
estimaciones institu • cionales convencionales.
actitudes (en las principales cuestiones) o preferencias
(en modelos de voto por temas), que ellos
reconocen subjetiva• mente y entonces manifiestan
c) Cambio de un enfoque institucional a uno directamente en acciones. Esta posición ignora los
experiencial muchos modos en que las condiciones situa- cionales
(tales como la interacción y los efectos de interde•
Un cambio desde un enfoque instituciona l a pendencia) pueden impedi r que actitudes o
uno expe• riencial supone un esfuerzo coherente preferencias se expresen en el comportamiento, y tal
para alejarse de un modo sesgado de hacer vez incluso que se reco• nozcan (Dowding, 1991).
investigación. El concepto de «expe• riencia» como Correr a través de las complejidades y la
centro del análisis puede parecer raro a los ojos contextualización de las experiencias de las personas,
modernos. Desde perspectivas diferentes, tanto los puede también llevar a los analistas a sacar
pragmá• ticos americanos como John Dewey (1922) conclusiones que son injustificables. Toman• do un
y el filósofo con• servador británico Michae l simple ejemplo: los informes de las elecciones
Oakeshott (1933) enfatizaron la cualidad fundada y nacio• nales generalmente asumen que las posiciones
contextualizada de las experiencias, y los modos en que se exami• nan son formuladas en relación con la
que se acumulan en intuiciones (que Dewey llamó elección específica. De hecho, la gente podría elegir de
forma bastante racional a quién votar sobre la base del
4
2
éxito global de esa alineación a través de diversas
2 elecciones: después de todo, la mayoría de los paí• ses
tiene, como mínimo , elecciones nacionales,
estatales o regionales, de distrito y elecciones locales
(Dunleavy y Mar • getts, 1995). De nuevo, la
recolección de información sobre cuántas
preferencias tiene la gente por los partidos, y hasta
qué punto son positivas o negativas esas
evaluaciones, puede ser decisivo para comprender en
un sentido académico (como opuesto a un
«control») el origen de posiciones o actitudes
políticas. Incluso cuando nos movemos sobre datos
supues• tamente «objetivos», como los derivados de
resultados elec• torales, la distinción entre una
perspectiva institucional y una experiencial sigue
siendo importante. La forma institucional de rechaza la cuestión igualmente importante de cómo
calcular la DV , por ejemplo, capta parte de la los siste• mas de voto condicionan las experiencias
imagen: los modos en que los sistemas electorales de voto de la gente,
condicionan el traspa• so de escaños (y por ende el
4
acceso al poder estatal) entre par• tidos políticos
2
(Taagepera y Shugart, 1989, pp. 104-111). Pero
3
alcanzado una cima en su habilidad para explicar.
ya por reconocer o por ignora r sus elecciones
(Dunleavy yMargetts, 1994). Una aproximación más específi• ca podría ayudar a
Una perspectiva experiencial es además ilustrar por qué, bajo una serie de condi• ciones, los
preferible porque la ciencia política no tiene mu y algoritmos de distinta elección producen un resul•
buen récord en anticipar lo que vendrá a ser o no tado agregado determinado, cuando un cambio
importante institucionalmente. El mayor cambio relativamente pequeño de condiciones puede producir
polític o casi invariablemente toma forma de resultados totalmente diferentes.
fenó• meno previamente «periférico» o margina l
que de repente cobra capital importancia, o crece
III . Conclusiones
rápidamente en influen• cia globa l a pesar de
una serie de fallos específicos. La mayoría de los
En la investigación del comportamiento político,
movimientos sociales clave - e l movimiento de
como en otras áreas del pensamiento moderno,
mujeres, los derechos civiles en EE.UU. , el
«hemos pagado un alto precio por la nostalgia del
ecologismo en los tempranos años setenta y, más
todo y de lo uno» (Lyotard, 1984, p. 81), y sufrido
tarde, en.los ochenta, la política sexual, y las
lo suficiente en la autocomprensión intelec-
contemporáneas políticas de extrema derecha- han
emergido en prominencia largamente inadver• tida 4
por la investigación del comportamiento político , 2
cen• trado de manera miope sólo en aquellas cosas 4
que eran ya significativas institucionalmente.
El giro de la Gestalt ha permitido que el paso de
medidas institucionales a experienciales sea sutil .
Su elemento clave es una determinación para
ilustrar y explorar aquellas inte• racciones, procesos
y vínculos experimentados como impor• tantes por
los propios ciudadanos, si ellos piensan o no en
consecuencias políticas inmediatamente eficaces.
Las pers• pectivas totalizadoras existentes han
tual de «la coerción de un discurso científico, Journal ofPolitical Science 22 (1978), pp. 250-269.
unitario y for• mal» (Foucault, 1980, p. 85). No BORRIE , W. D. , The Growth and Control of World
quiere decir, sin embargo, que deberíamos Population, Lo n •
simplemente introducir una crítica relativista, como dres, Weidenfeld and Nicholson, 1970.
BR ENN A N , G. y L O M A S K Y , L . , Democracy and Decisión,
se podría recomendar en la teoría posmoderna en
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gene• ral. En otras áreas -tales como la arquitectura,
BUTLÉR , D . y STOKES, D. , Political Change in Britain,
la planificación, la literatura y partes varias de las
ciencias sociales- los críticos posmodernos han sido Londres, Mac - millan , 1974(4969 ) .
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asimilados como parte de un proceso global de Tavistock,
constructiva autorrenovación disciplinar, resultado de 1979.
cambios significativos de perspectiva. Para la CAMPBELL , A. , CONVERSE , R, M I L L E R , W. E. y STOKES ,
investigación del comportamiento político, ese D. , The Ame•
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Study of 147 2
States, 1980-1988, Nueva York, Taylor and Francis, 8
1990.
investigadora durante casi cincuenta años, parece
apropiado para mí comentar brevemente sobre lo
viej o y lo nuevo, pero dejaré trazadas las grandes
líneas del origen inte• lectual de los sociólogos del
conocimiento y de los filósofos de la ciencia. Si uno,
por lo tanto, evita los primeros trabajos de Stuart
Rice (1928), Samuel P. Hayes, Jr. (1932), o de figu•
ras más conocidas como Merria m y Gosnell (1924),
la era de lo «Viejo» debe ser introducida con
Lazarsfeld y Berelson. El capítulo de Huckfeldt y
11. Comportamiento político: lo viejo y lo Carmines (supra, cap. 8) proporciona un buen juici o
sobre su trabajo, tanto como de nuestro modelo del rol
nuevo en ciencia política, V. O. Key, Jr. La única gran omisión
de esta revisión de la literatura son las
WARREN E. MILLE R contribuciones realizadas por Stein Rokkan, incluida
su bien conocida colaboración con Lipset. Rokkan,
junto con Lazarsfeld, vio la política y el com •
portamiento político de masas como manifestación de
I. El estímulo de nuevos mundos por conquistar
la estruc-
Una revisión histórica del comportamiento 4
político en los Estados Unidos debería realmente 2
comprender al menos tres épocas, la nueva, la vieja y 9
la más vieja. Como miembro de la comunidad
Michigan. El estudio de 1952 no nació de mentes
tura social y de la experiencia social. Contra el imaginativas (o profundos bolsillos) en la
telón de fondo del Viejo Mundo, la introducción de Universidad de Michigan . Bajo el liderazgo de
una perspectiva microa- nalítica de psicología Pendelton Herring, entonces Presidente del Consejo
social fue más dramática que revelar muchos de Investigación de Ciencia Social, el Comité del
informes retrospectivos. Consejo sobre Comportamiento Político había sido
Para muchos de nosotros en la siguiente formado en 1949 y era, de hecho, el patro• cinador del
generación, el mun• do del comportamiento político se estudio de 1952. En el mismo período la Fundación
introdujo en 1952 con el pri• mer estudio de elección Ford creaba el Centro para Estudios Avanzados en
nacional realizado por el Programa de las Cien• cias del Comportamiento en Palo Alto ,
Comportamiento Político del Centro de simbolizando la emer• gencia del énfasis conductista,
Investigación de Encuestas de la Universidad de en particular debido a muchas de las fundaciones
privadas, incluyendo Rockefeller, Carnegie, Russell política por la Fundación de Ciencia Nacional.
Sage y Markle . Estas organizaciones Kirkpatric k y otros en el liderazgo del APS A
proporcionaron un contexto de entusiasmo, así como estuvieron además implica• dos en hacer de la
la financiación, a través de las décadas de los años
Asociación Internacional de Ciencia Políti• ca un
cincuenta y sesenta. La Fundación Ford, a través de
instrumento de apoyo para la colaboración
los esfuerzos de los cargos de la Fundación, tales
transnacional. IPSA reconoció «grupos de trabajo»
como Peter de Janosi y Kalvi n Silvert, apoyó las
activi• dades de investigación y el desarrollo de que proporcionaron una legitimación que protegía
infraestructuras insti• tucionales asociadas con el así a los estudiosos animados por los mismos
trabajo experimental en comporta• miento polític o sentimientos, con cuyos proyectos de investigación a
en numerosos sitios de Améric a del Sur y Europa. menudo acudirían a la UNESC O a por apoyo
El Centro Nacional de Investigación de Opinión en institucional.
Chi• cago y el Instituto para la Investigación Social Es úti l empezar este ensayo con muchas
en Michiga n fue• ron nuevos centros institucionales referencias al apo• yo institucional para el
para la investigación con• ductista. comportamiento político con el fin de establecer en
qué medida hubo muchas iniciativas organizati• vas
El apoyo organizado para la investigación del nuevas, muy relevantes fuera de los vestíbulos de la
comporta• miento en ciencia política fue centrado en pro• pia academia. En su novedad, los líderes de las
el SSRC, pero la Aso• ciación Americana de Ciencia iniciativas trans• mitieron un sentido compartido de
Política suministró legitimidad disciplinar, en parte optimismo y desafío que estimuló a los miembros
a través del liderazgo proporcionado por Evron de la comunidad científica a explo• rar nuevos
Kirkpatrick, director ejecutivo del entonces modos de trabajo. Esto, además, desgraciadamen•
recientemente establecido cargo en Washington. te, permitió contrastar lo «Viejo», con su muchas
Como ejemplo, Kirkpatrick fue responsable fuentes de financiación, con lo «Nuevo», en el cual
directamente del reconocimiento de la ciencia NSF, en ausencia de otra cosa, ha venido a cumplir
el papel de única fuente provee• dora en EE.UU .
4 Sin embargo, desde mi punto de vista, el con• traste
3 está menos definido por los niveles de financiación
0 resul• tantes que por la diversidad de
organizaciones, ajenas al gobierno y a la academia,
que estaban preparadas para ayudar
a aquellos que vieron en los nuevos métodos de
selección y análisis de los datos los medios para la
realización de una inves• tigación innovadora sobre
los problemas intelectuales tradi• cionales de las
disciplinas.
Esto no quiere decir que no existiera una
resistencia insti• tucional en los felices días de los
cincuenta y los sesenta. Duran• te mucho tiempo, la
regla en los departamentos de Ciencia Polí• tica de Leiserson, miembro del «SSRC Political Behavior
los Estados Unidos fue tener, para cada Committee»)- no fue aceptado como miem• bro del
departamento, un «behaviorista político» en departamento, y Samuel J. Eldersveld fue el únic
cautividad -uno , pero normalmente no más de o
uno- . Incluso en Michigan , George Belknap
-coautor con Angus Campbell del artículo 4
pionero sobre «Party Identification» (y doctorado en 3
la Universidad de Chicago bajo la tutela de Avery 1
representante de la persuasión behaviorista hasta segundo de los autores, en orden alfabético, Phi• li p
muy entra• dos los años cincuenta. De hecho, la década Converse, fue producto de la primera época del
comenzó con algu• nas probabilidades de que el programa de doctorado de posguerra de la Universidad
comportamiento político pudiera llegar a ser el de Michigan en psi• cología social, quien incorporó
objetivo de la sociología política, tal y como ocurría un título de sociología a estas especializaciones
en el lado este del Atlántico. A modo de ejemplo, emergentes (después de un bachillerato en lite• ratura
James C. Davis, uno de los colegas que se ocupaban de inglesa). Como tercero del grupo, yo era un científico
estos temas en polí• tico mutante, cuyo trabajo académico como
1952, se unió a la American Psychological estudiante de doc• torado en ciencia social en la
Association porque tenía el temor de que la ciencia Syracuse University consistió en un curso de
política jamás aceptaría la pers• pectiva psico- relaciones internacionales y tres sesiones de trabajo en
sociológica enfatizada desde Michigan. metodologías y métodos de investigación de
antropología, sociología y psicología social. Donald
Stokes era el único con formación profesional como
I I . Orígenes politólogo fuera de Princeton y Yale; e incluso vino a
multidisciplinarios Michigan en una estancia predoctoral para estu• diar
estadística matemática en una era en la cual las reglas
Visto de forma positiva, el comportamiento de cálculo y las tarjetas del tipo McBee estaban
político tuvo sus orígenes en el mundo avanzando lenta• mente hacia las tarjetas Hollerith y
multidisciplinario de la ciencia social posterior a la los ordenadores analógicos.
Segunda Guerra Mundial . Por ejemplo, el líder del
En los cincuenta, Michiga n se unió a la Yale
cuadrumvirato responsable de The American Voter
University y a la University of North Carolina como
(1960), Angus Campbell, fue formado como psicólogo
centros preeminentes para
experimental en Stanford y fue uno de los iniciadores,
anteriores a la Segunda Guerra Mundial , de la 4
3
psicología social como una disciplina académica. El
2
miento político, planteada en aquel tiempo como un
el estudio del comportamiento político. En el caso de la
trabajo empírico de orientación conductista claramente
UNC , el desarrollo disciplinario fue similar a Michiga
orientado hacia cuestiones estrictamente concernientes
n en el sentido de que sociología, antropología y
a la ciencia política.
psicología social fueron dis• ciplinas compañeras de la
En 1962, el Michigan SRC realizó el trabajo de
ciencia política, y los investigado• res fueron
campo para un estudio sobre la comprensión y las
favorecidos desde el Institute for Social Research de
actitudes públicas hacia la Corte Suprema de los
la U N C -semejante al Michiga n ISR- . En Nort h
Estados Unidos. Los investigadores principales fueron
Caroli • na, el estudio del comportamiento político
Joseph Tanenhaus, profesor de Ciencia Políti• ca de la
tuvo un perfil más sociológico que en Michigan , y su
University of Iowa, y Walter Murphy, profesor de Polí•
contribución más destaca- ble, entre muchos trabajos
tica en Princeton. Su recogida de datos reflejó la
importantes, fue el estudio de Prothro y Matthews,
excitación sus• citada en diferentes áreas de la
Negroes and the New Southern Polines (1966). El trabajo
disciplina por la capacidad de usar los nuevos
de campo fue hecho por el Michiga n Survey Research
métodos y técnicas de la ciencia social para crear
Center y el diseño de la investigación incluía cuatro
datos adaptados a las necesidades de la investigación.
estudios de comunidad intensivos,
El contraste genérico, que se encuentra tanto en la
intencionadamente seleccionados entre las unidades
sociología como en la ciencia política, resalta muchas
primarias de muestreo que constituyeron la base para
diferencias entre los datos obtenidos por la contabilidad
su estudio de comportamiento de voto en el Sur.
social para fines administrativos o burocráticos (tasas
El mas célebre de los estudios de comunidad de
de natalidad, tasas de divorcio, estadísti• cas de
comporta• miento polític o fue dirigid o por Robert
elecciones) y los datos obtenidos expresamente para
Dahl , en Yale (otro miembro del SSRC Political
usar en la investigación social.
Behavior Committee), y publica• do como Who
Governs?: Democracy and Power in an Ameri• can City 4
(1961). Constituye una investigación del comporta• 3
3
Es cierto que The American Voter, como sucesor de la Escuela de Michigan. Debería adver• tirse, sin
The Voter Decides (Campbell, Gurin y Miller, 1954) con embargo, que las relaciones políticamente relevantes
su prematuro énfa• sis sobre las predisposiciones entre el ciudadano individual y el grupo social -primario
(partidos, candidatos y orienta• ciones de temas), y secun• dario - fueron los temas principales en la
generó un uso rígido de actitudes y creencias en el recogida de datos de
intento de comprender la decisión de voto en el nivel 1952 y 1956, más allá de la medición innovadora de la
indi• vidual , y la naturaleza psicológica de la identifi• cación partidista. Y, en realidad, al menos siete
identificación de parti• do que aparentemente ponía el capítulos en The American Voter se dedicaron a asuntos
énfasis en la psicología social como sello de calidad de «sociológicos».
Es conveniente advertir cuántos de los temas
introducidos por Huckfeldt y Carmines bajo el título lizados en el estudio de Finifter, sobre política y lugar
de desafío de la socio• logía política fueron, por de tra• bajo (1974), fueron obtenidos por M i l l e r y
destellos del pasado, la misma moda• lidad intelectual Stokes en 1961, durante el año del Detroit Área Study.
que The American Voter. Al menos, en parte debido a Efectivamente, el Detroit Área Study fue un vehículo
la fama de Ted Newcomb del Benington Study, que de investigación mantenido por el Department of
fue una parte prominente de nuestro entorno social e Sociology de Michiga n pero, como en el caso del
intelec• tual, empezamos a planificar lo que ha estudio de socialización de Jennings, habiéndose
llegado a ser el buque insignia de los estudios de realizado en Michigan el estudio sobre el lugar de
socialización política sobre la base de la realización trabajo parece un desa• rrollo natural del análisis
de The American Voter. La planificación y seguido en la sección IV (caps. 12-18) de The American
negociación inicia l con la Fundación Danforth, la Voter.
fundamental fuente de financiación para la primera La ciencia política era el refugio intelectual y
recolección de datos de disciplinar para el estudio de Miller-Stokes sobre la
1965, bajo la dirección de Kent Jennings, se orientó representación en el Con• greso. El estudio reunía una
por nues• tra común convicción de que los principales creciente lista de usos innovadores de nuevas
valores y creencias de los votantes se forman primero en metodologías para investigar cuestiones de edad en el
los años previos a la madu• rez, y las contribuciones de comportamiento político. El estudio de Wahlke y
la familia, la escuela y los grupos de pares a la Eulau sobre los legisladores estatales, publicado como
formación deberían ser sistemáticamente estudia• das. The Legislative Sys• tem (1962), había empezado en
La idea de que había algo esencialmente sociológico 1955 (de nuevo con la finan• ciación del SSRC
y por lo tanto «diferente» en nuestro estudio panel de Committee on Political Behavior), y demos• traba la
socializa• ción y maduración política no se nos viabilidad de llevar a cabo una recogida sistemática de
ocurrió. La urgente nece• sidad de aumentar el datos sobre élites políticas. Esta capacidad fue ejercida
promedio de edad de nuestros sujetos y la necesidad de nue• vo por Eulau una década más tarde, cuando él y
de introducir variaciones diacrónicas en sus expe• Prewitt publi• caban Labyrinths ofDemocracy:
riencias dentro del diseño de nuestra investigación Adaptations, Linkages, Repre- sentations, and Policies
parecía obvia y completamente dentro de la in Urban Polines (1973).
modalidad intelectual de The American Voter. De la En 1974, próximo el fin del período de lo «Viejo»,
misma manera, los datos hábilmente ana• tres estu• dios íntimamente relacionados fueron
promovidos por el Michi • gan Center for Political
Studies. Con el apoyo de la National Science
Foundation y Russell Sage, las elecciones de 1974 fue•
ron el centro de atención de estudios
interrelacionados sobre los votantes (1) y las campañas
(2) en la elección a la cámara de representantes
estadounidense, documentados tanto por una muestra
nacional de candidatos y directores de campaña en
competición como por (3) la presentación que los
medios hacían a los votantes de esas campañas. Alg o los directores de campaña, y como se narraban por
de la investiga• ción de Erbring y MacKuen, relatada edito• res e informadores políticos, así como se
por Huckfeldt y Carmi• nes, explotaba los datos percibían por los votantes, se han sincronizado
derivados de l trabajo de 1974. Lo s estudios de debido a la obvia interdepen-
estrategias de campaña tal y como se planeaban por
434
435
dencia funcional de los tres grupos de actores. A técnicas de investigación de cada una de las diversas
propósito, el diseño de los tres elementos, esta vez disciplinas académicas y de su aplicación cuando
centrados en las elec• ciones al Senado de los EE.UU. toma forma la lógica interna de cada elemento en el
, está siendo actualmente repro• ducido por dos de mis diseño global de la investigación. Podría ser úti l
colegas, los profesores K i m Kahn y Patrick Kenney, clasificar las contribuciones de las diversas disciplinas
en la Arizon a State University. Ambos son -o los orígenes- de la investigación «Nueva» del
politólogos y ambos están bien entrenados en los comportamiento político. Entre los «Viejos» estudios
enfoques acer• ca del comportamiento político y en la mezcla interdisciplinar de percepcio• nes y
los métodos que se gene• raron en un amplio conjunto conocimientos prácticos parecía completamente
de disciplinas de la ciencia social. natural.
La lista podría extenderse, pero la cuestión no es
otra que revisar el programa de investigación surgido
del Michigan Cen- ter for Political Studies para I I I . Nuevos aspectos de la
ilustrar cuantos estudios diferentes fueron vistos por investigación del
comportamiento político
sus principales investigadores como partes
estrechamente interconectadas de un conjunto Lo Viejo y lo Nuevo difieren en al menos tres
coherente sus• tantivo, que sólo de forma casual abarcó aspectos. En parte debido a que muchas de las
elementos que podían ser identificados con diferentes «Viejas» recogidas de datos fueron simples
disciplinas e hicieron perfecta• mente posible la instantáneas de cruces sectoriales de un gran y
creación de un conjunto de métodos y técnicas de complejo conjunto de «variables» derivado de
investigación interdisciplinar. Cada estudio era poblaciones
conformado por importantes investigadores con
diferentes combinaciones de intereses,
especializaciones y variada formación disciplinar pero,
posiblemente, sin un interés consciente en ser
«interdisci• plinar». La fuerza de los estudios depende
del préstamo de con• ceptos, hipótesis, métodos y
enormes y heterogéneas, la creatividad City es al menos tan importante como probar una
metodológica llev ó a superar las limitaciones nueva idea o conocimiento teórico. En con• secuencia,
inherentes en los datos. Las insufi• ciencias fueron la «Nueva» investigación está menos inspirada por la
particularmente obvias en datos destinados a perspectiva de una nueva aventura dentro de los hasta
representar un «proceso» que implicaba a los votantes aho• ra inexplorados terrenos de la política y el
en sus elecciones de voto. Esta necesidad de gobierno, ofrecien• do con más frecuencia un recorrido
metodología para supe• rar las deficiencias de los a través de un terreno esen• cialmente familiar en un
datos se concretó por medio de un ingenio que pronto nuevo vehículo analítico.
fue su propio estímulo, acelerando nuevos desarrollos, La evolución de nuevas técnicas y perspectivas
cursos sobre los «métodos de investigación», en la analíticas, por supuesto, ha sido posible a través de la
medida que proliferaron y la «metodología política» acción del ordenador, una segunda fuente de
llegó a ser el enfoque de la actividad organizativa transformaciones de lo «Viejo» a lo «Nuevo». Cuando
profesional. se obtuvieron los datos para Civic Culture de Almond y
Por la razón que sea, la sofisticación analítica, o la Verba, o para Who Governs, o The American Voter de
com• plejidad, parece ser ahora la esencia de muchos Dahl, el proceso de los datos y los cálculos analíticos se
nuevos traba• jos publicados. La propensión de los reaüzaron con la tarjeta ( I B M ) Hollerith de ochenta
análisis de datos a ser con simples preguntas bivariadas columnas y los dispositivos de tarjeta mecánica para
o trivariadas ha desaparecido para avanzar hacia el clasificar -l a ficha clasificadora o el «101» con su
«modelo» de una nueva idea con ecuaciones de complejo cableado eléctrico produce un cálculo y una
muchos términos de múltiples variables. Si esto, en clasificación más compleja- Los datos originales del
gene• ral, es un sello de superioridad de lo «Nuevo» estudio de Elmira que subyacen al primer libro de
sobre lo «Vie• jo» es asunto de otra serie de capítulos. Lazarsfeld y Berelson, Voting (1959), son todavía
Parecería, sin embar• go, que estar al día en Method llevados a los archivos ICPSR sobre tarjetas agujereadas
-con , a menudo, dos variables para codificar
436 437
en una única columna que divide las doce filas entre mejora en relación con la grabación manual sobre papel
sí-. Los análisis para The Voter Decides se basaron en tabulado, supuso un premio en la manipulación de
«tarjetas de análi• sis», en las cuales un subconjunto de datos, y adaptó la documenta• ción para fijar cada paso,
variables relacionadas con una única parte del análisis y puso serios límites sobre la comple• jidad de las
habían sido trasladadas de sus origi• nales tarjetas de técnicas analíticas que se podrían usar. El ordenador
almacenaje y puestas juntas de modo que esta• ban cambió -y todavía está cambiando- todo eso. Los 23
físicamente localizadas sobre la misma tarjeta de estudios de la American NES en series de cuarenta
análisis. años ahora están dis• ponibles, con documentación
Aunque esta engorrosa tecnología era una gran completa detallada, sobre un úni• co disco compacto
que además lleva un terminal software para facilitar el mitte, tan importante para la financiación de esos
acceso a los datos. La capacidad del ordenador para estudios, sub• vencionó y respaldó dos seminarios de
los análisis multivariados hoy dará cabida a series de verano en el Michigan Survey Research Center en
datos en la clasificación a partir de variables para miles 1954 y 1958. Los participantes incluían talentos
de casos. Estas capacidades de almacenaje, recuperación como Robert Lañe y Heinz Eulau. Por el con• trario,
y procesamiento han fomentado la proliferación de Mi l l e r y Stokes fueron los instructores y cada verano
intereses tanto metodológicos como sustantivos y han se dedicaban a enseñar y a aprender acerca de cruces
hecho posible una investigación que ape• nas pudiera y códi• gos y el cálculo de Chi squares. Los veranos
haberse imaginado hace cuarenta años. fueron excitan• tes, nuevas experiencias
El tercer cambio crucial que ha ocurrido en los aprendiendo y haciendo conjunta• mente, y nuevas
últimos treinta años ha sido en el acceso de la experiencias en el ámbito del proceso de datos.
organización social a los datos. Los primeros años de
La experiencia de 1954 inspiró a Eulau a
la revolución conductista estu• vieron marcados por
regresar a An n Arbor en 1955 y lanzar su trabajo
una verdadera explosión de estudios empí• ricos basados
sobre clase social y políti • ca. La continuación de los
sobre la recogida de datos de grandes poblaciones
seminarios fue menos valiosa. Los estudiosos
políticamente relevantes. En el comportamiento
volvieron a sus departamentos con la reciente con•
electoral, hubo estudios de electorados nacionales, y
vicción de la falta de infraestructura, necesaria para
en el .comportamiento legislativo, estudios de
aumentar o continuar la experiencia de Michigan .
parlamentos en los gobiernos naciona• les. Sin
Y esto incluso en muchos de los mejores
embargo, en virtud de la tradicional cultura académi•
departamentos de ciencia política. Fue• ra de una
ca, y en ausencia de cualquier alternativa, la
conciencia de la dificulta d experimentada por la
explotación de cada nueva colección de datos en los
mayoría de los seminaristas que querían continuar su
años cincuenta estuvo ampliamente restringida a los
nuevo trabajo camino de casa, nació la idea de Inter-
investigadores principales y a sus estudiantes
University Con- sortium for Political Research.
licenciados.
La idea tenía dos elementos. El primero, establecer
En un esfuerzo por aumentar el número de la regla cultural de compartir datos. La norma
estudiosos que pudieran tener acceso a los estudios tradicional daba al crea• dor o generador de los datos
de elecciones de Michi • gan de 1952 y 1956, el un virtua l derecho de propiedad para controlar el
mismo SSRC Political Behavior Com- acceso a los datos. El nuevo concepto enfati- zaba el
compartir los recursos de los datos, particularmente si
4 fueron inicialmente creados a partir de financiación
3 pública. El otro elemento importante de la idea
original del Consortium era el objetivo de crear una
8
nueva organización para facilitar los esfuerzos de
investigación individual , pero para ser apo• yados
por departamentos de ciencia política. Se mantendrían
bibliotecas de datos (denominadas de manera
inapropiada
«archivos»), construidas sobre datos proporcionados investigadores, que de otro modo estarían separados
por los principales investigadores para compartirlos unos de otros.
con sus colegas. La organización además
proporcionaría el entrenamiento nece• sario para 4
acceder a los datos y para facilitar su análisis. Daría
la infraestructura necesaria para la explotación de 3
extensos recursos de datos para ser compartidos por 9
Las principales consecuencias de las
Hoy ICPR ha llegado a ser ICPSR, y, a través del
revoluciones en los métodos, las aplicaciones
prema• turo liderazgo de personas como Jean
informáticas y la organización huma• na no se pueden
Blondel, Stein Rokkan, Erwi n Scheuch y Rudol f
anticipar en detalle. Habrá ciertamente un
Wildenmann , hay un floreciente ECPR. Bergen,
extraordinario incremento en el volumen total de
Colonia, Essex y otros han establecido archi• vos de
investigación. Los criterios técnicos entrarán en casi
datos que completan la más larga colección de
todos los frentes - l a reco• gida de datos, el análisis de
datos sostenida en An n Arbo r por el ICPSR.
datos y las explicaciones teóricas del comportamiento
Más recientemente todavía, surgió otra
político en distintos colectivos-. Sin embar• go, dadas
innovación organi• zativa para promover el
las diferencias lingüísticas y culturales entre las
«Comparative Study of Electoral Sys• tems». Con el
comunidades de estudiosos, es además probable que la
liderazgo de John Curtice desde Inglaterra, Soren
tecno• logía de la investigación continúe dejando
Holmberg desde Suecia, Hans Dieter Klingemann
atrás y venciendo descubrimientos sustantivos.
desde Ale• mania, Steven Rosenstone desde los
Por otro lado, los asuntos tales como aquellos
Estados Unidos y Jacques Thomassen desde Holanda,
expresados en el capítulo anterior no son simplemente
los planes son caminar hacia estu• dios de elecciones
temas metodológi• cos y están siendo lentamente
nacionales, alrededor del mundo, instru• mentos
dirigidos, o reconducidos. El tra• bajo de Huckfeldt y
para unos sistemáticos estudios comparados transna•
Sprague, entre otros, habla ciertamente de
cionales. El objeto está relacionado estrictamente
con el comportamiento electoral, pero el 4
microanálisis del compor• tamiento individual en 4
0
cada país será realzado con los datos de los contextos
proporcionados por factores económicos y socia• les
relevantes de cada país.
PETER M A I R
44 7
ciplina separada (véase la discusión en Verba, 1985; comprobación de teoría, donde los países funcionan
Dalton, como casos. Semejante enfoque constituye clara•
1991;Keman, 1993a). mente un componente principal de la investigación de
La disciplina de la política comparada se la cien• cia política más en general, y, ciertamente, ha
presenta habi- tualmente constituida por tres elementos sido la fuente de alguno de los textos de referencia en la
relacionados. El pri• mero, y más simple elemento, es disciplina como un todo (por ejemplo Almon d y
el estudio de países extran• jeros, a menudo con Coleman, 1960; Almond y Verba, 1965; Lipset y
independencia de cualquier otro. Así se define Rokkan, 1967; Lijphart, 1977).
usualmente a la política comparada a efectos pedagó•
gicos, especialmente en las culturas
angloamericanas, don• de se ofrecen diferentes
cursos sobre diferentes países, y se publican e
incorporan a dichos cursos numerosos libros de
texto sobre países individuales. Por supuesto, en la
práctica, por muy úti l que este enfoque resulte en
términos pedagógi• cos, con frecuencia implic a
escasa comparación real, excep• to implícitamente.
Cualquier investigación que pueda incluir• se bajo este
encabezamiento se dirige primordialmente a la
recopilación de informació n sobre el país o países
indiv i • duales afectados. En realidad, uno de los
problemas asocia• dos con la distintivida d o no de la
política comparada como una subdisciplina es que un
académico norteamericano que trabaja sobre,
pongamos, la polític a italian a es catalogado
habitualmente por sus colegas nacionales como un
«compa- rativista», mientras que un académico
italiano que trabaja sobre la polític a italiana es
catalogado por sus colegas nacio• nales como un «no
comparativista». Lo que, por supuesto, hace que la
definición no tenga sentido.
El segundo elemento, más relevante, es la
comparación sis• temática entre países, con la
intención de identificar, y even- tualmente explicar,
las diferencias o similitudes entre ellos con respecto al
fenómeno particular que esté siendo analizado. Más
que situar el interés en la información que pueda
derivarse acer• ca de esos países, aquí el énfasis reside a
menudo en la elabo• ración de teoría y la
El tercer elemento dentro de la política comparada cuanto la variedad de enfo• ques desarrollados también
se cen• tra en el método de investigación, y se interesa son aplicables dentro de todas las restantes ciencias
por las reglas de desarrollo y estándares sobre cómo sociales. En realidad, algunos de los estu• dios más
debiera llevarse a cabo la investigación comparada, importantes del método comparativo (por ejemplo,
incluyendo los niveles de análisis en los que opera el Przeworski y Teune, 1970; Smelser, 1976; Ragin, 1987)
análisis comparativo, y los límites y posi• bilidades de están dirigidos a las ciencias sociales como un todo
la comparación en sí misma. Precisamente porque el antes que a la ciencia política per se. En términos de
acto de la comparación resulta en sí mismo tan sus preocupaciones sus• tantivas, por otro lado, los
instintivo, tanto para los científicos como para las campos de la polític a comparada parecen difícilmente
culturas populares, este tercer elemento es asumido en separables de aquellos de la ciencia polí• tica tout
ocasiones por los investigado• res como no court, en cuanto que cualquier foco de investigación
problemático y por ello se olvida. Y es este o lvi • do, puede afrontarse comparativamente (usando datos
en cambio, lo que yace en la raíz de alguno de los transnacio• nales) o no (usando datos procedentes de un
proble• mas más severos en la acumulación de solo país). Resul• ta evidente, por ejemplo, que
investigación, por un lado, y en la elaboración y muchos de los campos de estu• dio cubiertos en los
comprobación de la teoría, por otro. restantes capítulos de este libro son sujeto regular para
2
Inusualmente, la política comparada es una investigaciones comparativas y no comparati• vas .
disciplina que se define tanto por su sustancia (el Si la política comparada es distintiva, por lo tanto, lo
estudio de países extran• jeros o de una pluralidad de es
países) como por su método (véa• se Schmitter, 1993,
p. 171). Al tiempo, por supuesto, esto soca• va 2
Así, es interesante reseñar que cuando preparaba la segunda
inmediatamente su distintivida d como campo de edición de la obra The State ofthe Discipline (El Estado de la
estudio. En términos de su método, por ejemplo, la Disciplina), publicada en 1993,
política compara• da resulta difícilmente distintiva, en
448 44 9
1991), en su lugar, este capítulo versará sobre tres
entonces realmente sólo en términos de la combinación
temas principales, centrándose en particular en el
de sus• tancia y método, y para separarlos se necesita
contraste entre la ambición y enfoque de la «nueva
disolver la polí• tica comparada bien en la ciencia
política comparada» de finales de los cin• cuenta y los
política como un todo, o más generalmente en las
sesenta, por una parte, y aquellos propios de la actual
ciencias sociales.
generación de comparativistas, por otra (para una revi•
Dada la imposibilidad de revisar el amplio
sión valiosa y de más amplio alcance véase Daalder,
espacio de los desarrollos en la ciencia política como
1993). El primero de estos tres temas, que se desarrolla en
un todo, y, al tiempo, lo indeseable de centrarse
la sección I I , concierne al alcance de la comparación,
únicamente sobre los métodos de comparación, una
acaso la principa l fuente de diferencia entre las
materia que ya ha recibido abundante aten• ción en la
«escuelas» primera y últim a de la política comparada.
literatura reciente (véase, por ejemplo, Collier, 1991;
Aunqu e mucho tiende a estar hecho según los
Keman, 1993 b; Bartolini , 1993; Sartori y Moruno ,
enfoques contrapuestos adoptados por cada una de El segundo tema, que se desarrolla en la sección
esas dos generaciones de académicos, y el supuesto I I I , con• cierne a los tópicos reales y preguntas que
olvid o y posterior «redescubrimiento» de las afrontan las inves• tigaciones de política comparada, y
instituciones y del Esta• do como focos principales de donde puede apreciarse un giro de enfoque bastante
investigación, esto puede resul• tar engañoso, en acusado, con una mayor atención dedi• cada ahora a los
«productos» -outputs- más que a las «entra• das»
cuanto que la aparente ausencia de un énfa• sis
-inputs- y a los resultados de la política y la
institucional en los cincuenta y los sesenta se debe ejecutoria de los gobiernos más que a los
más a las ambiciones globales (el alcance de sus determinantes de la política y las demandas planteadas
investigaciones) de la primera generación, y por ello ante el gobierno (véase también Rogowski, 1993). Lo
al mu y elevado nivel de abs• tracción en el que cual se relaciona también con el cambio en el alcance
construyeron sus conceptos, más que a cual• quier de la comparación, en cuanto posee bastante más
degradación teórica de las instituciones per se. sentido preguntar si la política importa -un a cuestión
de pro• ductos y resultados- cuando el alcance de la
Conco- mitantemente, el redescubrimiento de las
comparación se restringe a sólo un pequeño número
instituciones en los ochenta y los noventa debe al de casos relativamente similares. El tercer tema, que
menos tanto a la reducción del alcance de la será desarrollado en la sección IV , concierne a algunos
comparación, como a cualquier realineamiento de los problemas afrontados de manera corriente en la
teórico en la disciplina. investigación comparada, dedicando particular
atención, por un lado, al papel de los países como
unidades de análisis, y, por otro, al uso y, en verdad,
Ada Finifter fue avisada de que «no sólo necesitábamos más virtua l fetichiza- ción de los indicadores. El capítulo
capítulos compa• rativos de los que incluía la primera edición, sino concluirá con una breve discusión en la sección V de
que todos los capítulos debie• ran ser comparativos.» (Finifter, 1993, p.
v iii ) . algunas de las tendencias pre• sentes y futuras en
política comparada, centrándose en parti• cular en el
renovado énfasis sobre el contexto, así como en el
3
análisis de caso en profundidad .
I I . Alcance
45 0 45 1
minantes de ciertas clases de comportamiento subsiguiente del trabajo del Comité y del avance de la
polític o y los requisitos para ciertas clases de políti • ca comparada durante este período, su
instituciones políticas». En este caso el punto de estrategia había sido intentar acercar a los
referencia de Eckstein aludía a las primeras etapas de investigadores que trabajaban en países diferentes a
aquella que hoy frecuentemente se considera fue «la lo largo del planeta, y persuadirlos de que eran
Edad Dorada» de la política comparada, cuando una «parte de una disciplina común preocupada por los
serie de programas de investigación mayores e mismos problemas teóricos y tenían a su disposición
innovadores fueron ini • ciados por Gabriel Almon d las mismas meto• dologías de investigación».
y sus colegas desde el Comité del Consejo de La ampliación de las preocupaciones en un sentido
Investigación Americana en Ciencia Social sobre geográ• fico o territorial fue acompañada, también
política comparada (fundado en 1954). Y lo que necesariamente, de una ampliación del sentido de la
resulta acaso más chocante en esta caracterización, y política en sí misma, y, en par• ticular, por un rechazo
también quizá la carac• terística distintiva más de lo que entonces se percibía como el tradicional y
importante en el nuevo enfoque desa• rrollado por el estrechamente definido énfasis sobre el estudio de las
Comité , es precisamente la atención que se instituciones políticas formales. En realidad, leyendo
comenzaba a prestar a las «comparaciones a gran el tra• bajo de los comparativistas principales de los
escala». Rechazando el entonces tradicional y casi cincuenta y los sesenta, uno se ve sorprendido
exclusivo énfasis en el mundo desarrollado, y en la constantemente por una casi pal-
Europa occidental y los Esta• dos Unidos en
4
particular, y rechazando también el uso de un 5
lenguaje conceptual desarrollado con tales 2
comparaciones limitadas en mente, Al mon d y sus
colegas buscaron desarro• llar una teoría y una
metodología que pudieran, a un tiempo y
simultáneamente, tanto aparejar como comparar
sistemas polí• ticos de la clase que fuera, primitivos o
avanzados, democráti• cos o no democráticos,
occidentales o no. Como A lm o n d (1970, p. 16)
puso de relieve posteriormente en una revisión
pable frustración con la aproximación al estudio de las animó a la nueva generación de comparativistas a
institu• ciones políticas que había prevalecido hasta prestar aten• ción a aspectos menos formalizados de la
entonces. Dos fac• tores resultaban especialmente política, incluso den• tro del estudio de los propios
relevantes en este caso. En pri • mer lugar, el énfasis regímenes del oeste. Así, los estu• diosos de la política
tradicional sobre las instituciones era percibido en los países del oeste de Europa se vieron animados a
como favorecedor de los aspectos legales y formales abandonar sus «desviaciones formales e institucio•
de la política a expensas de aquello que podría nales» y centrarse en su lugar sobre «la infraestructura
denominarse polí• tica «en la práctica» y favorecedor política, en particular sobre los partidos políticos, los
de la historia «oficial» a expensas de lo que se creía grupos de interés y la opinión pública» (Almond ,
cada vez más era una historia alter• nativa y «real». 1970, p. 14).
Así «realismo», más que «legalismo», iba a con• Las ambiciones globales, y la necesidad de
vertirse en la palabra clave para los nuevos desarrollar una concepción de la política y el sistema
comparativistas. En segundo lugar, se requería también político definida de mane• ra más amplia, tuvieron
una ampliación del sentido de la política en orden a dos consecuencias importantes. La pri • mera fue el
inicio de un programa de investigación en política
incorporar un reconocimiento de agen• cias menos
comparada extraordinariamente fructífero, cuya
estructuradas formalmente y procesos que extendían el completa esca• la, coherencia y ambición han
4
ámbito de lo político bastante más allá de las permanecido desde entonces sin rival , y cuya
instituciones for• males de gobierno. Esta recopilación continúa apreciada en una imagen
transformación se desarrolló junto a las nuevas
ambiciones globales de la disciplina, con el rechazo 4
Véanse, por ejemplo, en adición a una larga serie de
del legalismo caminando mano con mano con el importantes mono •
grafías: Al m o n d y Coleman, 1960; Binde r el al, 1971 ; Coleman,
rechazo a centrar• se principalmente en la política
1965; LaPa-
occidental. Más aún, este nue• vo enfoque no sólo
permitió un análisis más matizado de los regímenes 4
no pertenecientes a Occidente, sino que también 5
3
de este período como si fuera «la Edad Dorada» de falta de] dirección clara, liderazgo, y un conjunto de
la disci• plina. «La política comparada es [hoy] y ha basamentos teóricos consensuado y sostenido
5
sido desalentado• ra para algunos», anotó Verba comúnmen• te» (1985, p. 28) . Segundo, consciente
(1985, p. 29) en una revisión pesimista, «pero es de que «el desafío que afronta la política comparada
desalentadora en comparación con las aspi• raciones y [era] elaborar un aparato con• ceptual para contener
esperanzas del pasado». Desde aquella Edad Dora• la escala global vastamente extendida de sus
!
da, a menudo se percibe que la disciplina ha id o en investigaciones empíricas» (Rustow, 1957, 1963, p.
retirada, con los académicos quejándose, al menos 65), emergió también una nueva aproximación al
en conversaciones con Verba, de «división, estudio de la polí• tica que fue encapsulada en el seno
fragmentación y atomización en el área [...] [y la de las ahora más critica• das nociones del
«funcionalismo estructural». Previamente, como ya
se ha puesto de relieve, la política comparada había Junto con la ambición globalizadora, por lo tanto,
sido dominada por el estudio de los sistemas vino el abandono de l énfasis sobre las
democráticos esta• blecidos, claramente definidos y instituciones formales del gobierno, y,
avanzados económicamente, todos ellos más o menos ciertamente, el abandono del énfasis sobre la
caracterizados por una división apa• rentemente noción de Estado en sí misma, que sería traducida a
nítida entre el Estado y la sociedad c i v i l , y por referen• cias más abstractas al «sistema político».
una concepción del Estado visto como compuesto de
Como puso de relie• ve Almon d (1990, p. 192)
institu• ciones específicas (y comparables)
-ejecutivos, parlamentos, burocracias, judicaturas, posteriormente, esta nueva termi• nología permitió a
fuerzas militares, y demás-, donde cada una juega los investigadores tomar en consideración las
su propio papel específico dentro del sistema. Las instituciones «extralegales», «paralegales» y
comparaciones globales, por el contrario, «sociales» que eran tan cruciales para la
implicaban no sólo la inclusión de regímenes no comprensión de la política no occidental, y, como
democráticos, sino también de países realmente sugirió Finer (1970), se requería en orden a
subdesarrollados, dotados de así llama• dos sistemas
políticos «primitivos», en los cuales no sólo era «acompasar sociedades preestatales/no estatales, así
difíci l establecer los límites entre el Estado y la como papeles y cargos que podrían no ser percibidos
sociedad civil , sino que era casi imposible algunas como abierta• mente conectados con el Estado».
veces identificar institu• ciones políticas específicas Más aún, este nuevo len• guaje podría servir
con un propósito específico. también a los intereses de aquellos estu• diosos que
seguían preocupados con la polític a occidental,
lombara, 1963; LaPalombara y Weiner, 1966; Pye, 1962; y Pye y dado que incluso aquí una nueva ola académica había
Verba, 1965. comen• zado a «[descubrir] las instituciones
5
Véase tambié n la revisió n de Daalde r (1993 , p. 20)
quien habla del políticas en su práctica real desviada de sus
«regocijo» asociado con el «boom de progreso político » en competencias formales», y había empe• zado a
los sesenta. «[complementar] la aproximación puramente legal
con una observacional o funcional . Ahor a el
4 problema no sólo era qué poderes legales poseían
5 estas agencias, sino qué hacían realmente, cómo se
4
relacionaban unas con otras y qué pape• les jugaban
en la factura y ejecución de las políticas públicas»
(Almond, Colé y Macridis, ' 1955,1963, p. 53). De
ahí el emer• ger del funcionalismo estructural, en el
que ciertas funciones definidas de modo bastante
abstracto se conceptuaban como necesarias en todas
las sociedades, y en el que la ejecución y
rendimiento de tales funciones podía entonces análisis del
compararse a través de una variedad de estructuras «Estado». Si el enfoque de Almon d y sus colegas
formales e informales diferentes. puede carac• terizarse como aquel que «identificaba
Por supuesto, desde ese momento, este la materia sujeto de la ciencia política como un tipo
entonces nuevo y rompedor enfoque ha sido sujeto de de actividad, comportamiento,
extensa crítica y de con• trarreacciones, con una
4
nueva ola académica surgida en los ochenta que 5
realzaba la necesidad de retornar al estudio de las
instituciones y de restaurar la primacía de un 5
456 457
ficidades del contexto se convertían en estructu• ral a finales de los cincuenta y los sesenta, el
determinantes crucia• cambio no es tan• to un reflejo de progresos en la
les (véase también más adelante). teoría, sino más bien en el méto• do. Una vez que las
comparaciones se vuelven más limitadas en su
No es por tanto un problema de mutaciones en
los para• digmas, sino más bien un problema de alcance, bien mediante la restricción del objetivo a
variaciones en los nive• les de abstracción, lo que, a
una región, o bien a un número reducido de casos, se
su vez, viene inducido por una mutación en el
hace posible poner en juego un grado de
especificidad conceptual e inten- sividad que
ámbito de la comparación. En este sentido, como
fue el caso con la «revolución» funcionalista
simplemente es imposible en las comparaciones
globales que tratan de abarcarlo todo. En otras
palabras, las instituciones y el Estado vuelven a
entrar no sólo porque se las percibe como más
Este estrechamiento del alcance para la
importantes per se, sino también porque los menores comparación pue• de verse de maneras muy variadas.
En primer lugar, y más prác• ticamente, puede verse
niveles de abstracción implicados se lo han per•
mitido, y han creado el espacio para este tipo de en la hoy virtual ausencia de análisis comparados
análisis pega• do al terreno. Al final, por lo tanto, lo con una ambición global, o incluso transregional.
Para asegurarse, varios libros de texto
que resulta sorprenden• te acerca de las categorías
contemporáneos sobre política comparada (por
adoptadas por los funcionalistas estructurales no es
el hecho de que estuvieran más orientados hacia el
ejemplo, Blondel, 1990; Hague et al.,
1992), así como un buen número de cursos
proceso, o más centrados en la sociedad, o lo que 7
establecidos , tra• tan ciertamente de permanecer
sea, lo que resulta en cualquier caso muy debatible
inclusivos, y apuntan a desa• rrollar un esquema de
(Almond, 1990, pp. 189-218); más bien, lo
sorprendente acerca de estas cate• gorías es el
trabajo que pueda acomodar sistemas del primero,
segundo y tercer mundo. Sin embargo, con muy pocas
altísimo nivel de abstracción que requerían en orden a
permitir su desplazamiento de un mundo hasta otro, excepciones, la investigación contemporánea en
y en el que la especificidad institucional era política com• parada tiende a ser restringda por la
absorbida hacia arriba en las nociones más región, o incluso a un núme• ro más reducido de
8
casos , no obstante el hecho de que restan pocas, si
abstractas de papel, estructura y función. Si las
instituciones y el Estado han vuelto a la alguna, terrae incognitae. Esta orientación aparece
preeminencia, por lo tanto, se debe al menos en en evidente contraste frente a las ambiciones
parte a que el alcance de la comparación se ha expresadas origina• riamente por el Comité sobre
política comparada en los cin • cuenta, y a los
vuelto más restringido 6 , y es acaso el pro• greso
más llamativo en el seno de la política comparada
primeros trabajos que, incluso cuando se res•
tringían a uno o pocos casos, persistían aplicando
en las dos últimas décadas.
conceptos que se creían universalmente válidos.
Segundo, existe una tendencia creciente en la
6
Aunque también puede argumentarse que se vieron profesión en general a irse compartimentando en
afectados diferen• tes impulsos ideológicos. Véanse, por ejemplo, grupos más o menos auto- suficientes de, por
A lm o n d (1990, pp. 189-219), Mitchel l (1991), y Chilcot e ejemplo, europeístas, africanistas y latinoa-
(1994, pp. 121-76).
mericanistas, produciéndose muy escasa
4 comunicación a través de las fronteras de la
5 especialización regional. En parte, esto es
simplemente una consecuencia de las presiones en
8 favor de un incremento de la especialización; en
parte, sin embargo, es también una consecuencia de
la creciente profesionalización, al haber crecido lo
suficiente la masa crítica de académicos en los
diferentes campos de especialidad, y las revistas
asociadas,
referencia nacional». Un posible contrapeso frente a la
7
Véase, por ejemplo, la discusión en «Teaching Comparative tendencia de limita r el número y alcance de los casos puede ser
Politics for the proporcionada por el cre• ciente interés por los procesos de
democratización, los cuales poseen clara• mente una relevancia
Twenty-First Century», en PS: Political Science and Politics 28
transregional (véase también más adelante).
(1995), pp. 78-89.
8
Un a excepción relativamente reciente es el estudio de los 4
ministros del gobierno por Blonde l (1985), el cual , bastante 5
apropiadamente, es descrito en la edición de bolsill o como
«constructor de un esquema de trabajo que está libre de
9
metodológico en el seno de la política comparada, y
para permitir la autosuficiencia. En un contexto en
acaso en el seno de las ciencias sociales comparadas
cierto modo diferente, también Almo n d (1990, pp.
en general, ha tendido de mane• ra creciente a
13-31) se ha referido notoriamente al avance de las
recalcar las ventajas de las comparaciones con
«mesas separadas» en la ciencia política, por las
«N pequeña»; así, por ejemplo, resulta bastante
cuales grupos de investigadores están divididos sobre
instructiv o comparar la revisión del método
la base tanto de la ideología (derecha versus
comparativo de Lijphar t de
izquierda) como del método (suave versus duro).
1971, que dedicaba considerable atención a los
Sin embargo, acaso con más realismo, podemos
modos en que los investigadores pudieran
también concebir esas mesas separa• das en función
compensar, o superar, el proble• ma de tener que
de los especialistas regionales, con sus separa• das
tratar con apenas un reducido número de casos, con
cocinas europea, asiática, latinoamericana y
una revisión similar más reciente de Collie r
africana, e, incluso dentro de esos parámetros, siendo
(1991), que dedicaba mucha atención a las claras
progresivamente subdivididas por las especialidades
ventajas de las compa• raciones de N pequeña.
académicas, con los de los partidos comiendo
aparte de los de las políticas públicas, y con los Desde una perspectiva, esta nueva actitud puede
expertos en gobierno local comiendo aparte de verse acor•
aquellos implicados en la investigación electoral. de con muchos de los sentimientos expresados por
Pero el crecimiento de la disciplina no sólo ha buena par-
actuado sobre el corte entre los espe• cialistas
4
regionales, sino que, incluso en el seno de las
diferen• tes regiones, ha tendido también a alimentar 6
la autosuficiencia de las áreas de los 0
especialistas, cada una con su propia y pequeña
red y su propio conjunto de revistas (o, por continuar
la analogía, con su propi o menú), acentuando la
tendencia hacia la fragmentación que ya fue
lamentada por Verba en 1985 (véase supra, y
también Keman, 1993a; para una visión más
sanguínea del proceso, véanse Macridis y Brown ,
1986, y Dal - ton, 1991).
Tercero, y acaso más importante, el debate
te de otros escritos recientes sobre el método un puñado reducido de países, donde las ventajas
comparativo, sea dentro de la ciencia política, la ofrecidas por contemplar el cuadro completo parecen
sociología o la historia, o incluso, dentro de los pesar más que las des• ventajas sufridas por causa de
intentos de síntesis multidisciplinari a (por su aplicabilidad limitada 9 . Sin embargo, a pesar de
ejemplo, Ragin, 1987, 1991), y que ponen los contrastes, existe un sentido en el cual cada
considerable énfasis sobre el análisis holístico y aproximación puede reclamar ofertar la mejor opción
sobre la necesidad de una comprensión más en para el futuro . Como anota Collie r (1991), por
profundidad de los casos particulares. Des• de otra ejemplo, los recien• tes avances en técnicas
perspectiva, no obstante el deseo compartido de cuantitativas parecen dar ahora una opor• tunidad
alejar• se de las comparaciones globales y las mucho mayor para el análisis estadístico entre un
categorías universales, mucho de este trabajo núme• ro relativamente reducido de casos, y
contemporáneo sobre política comparada puede verse pueden dotar a las conclusiones derivadas de tales
mejor como consistente en dos «escuelas» o apro• análisis de mayores autoridad y robustez10. Análisis
ximaciones distintas (véase también Collier, 1991, cualitativos de caso en profundidad, por otro
pp. 24-26). Por un lado, están aquellos investigadores
que insisten en inten• tar derivar conclusiones 9
Véase, por ejemplo, la discusión de Rhodes (1994) sobre
generalizables o en intentar aplicar modelos la construc• ción del Estado en el Reino Unido , que incluy e
generalizables, a través de una variedad de países que, una vigorosa defensa de la capacidad del estudio de caso para
en contraste con las ambiciones globales de la produci r conclusiones generalizables.
10
Como , por ejemplo, es el caso co n el análisis
primera genera• ción de comparativistas de estrechamente argu •
posguerra, viene usualmente l i m i • tada en términos mentado por Schaip f (1988) respecto a la capacidad de los
de región o status. Por otro lado, están aque• llos gobiernos para implementar políticas públicas.
investigadores que parecen cada vez más cautelosos 4
ante la comparación de múltiples casos, incluso 6
cuando está limitada a una N relativamente pequeña, y
que recalcan las ventajas de los análisis en 1
profundidad y en detalle de lo que es como mucho
lado, pese a sus limitaciones obvias, tienen la ventaja
de estar mucho más pegados al terreno, y, al menos a
III .
primera vista, pue• den también probarse más
sensibles a las aportaciones propor• cionadas hoy en día Pregunt
tanto por el «nuevo institucionalismo» como por el as
11
paradigma de la elección racional . En realidad, el
reno• vado interés por los estudios de caso en años En muchos aspectos, la amplia dirección de las
recientes, y el énfa• sis asociado sobre la comprensión preguntas afrontadas por la investigación política
de contexto completo en el cual se toman las comparada ha perma• necido largamente inmutable a
decisiones políticas, ha sido ciertamente esti• mulado través de generaciones, y aca• so incluso a través de
por el potencial ofrecido por estas nuevas aportaciones siglos. ¿Cómo se puede distinguir a unos regímenes de
(véase también sección V, más adelante). otros? ¿Qué cuenta para la estabilidad de un régi• men,
y qué cuenta para el cambio? ¿Cuál es la «mejor» te este interés redespertado en la democratización, y
forma de gobierno? La atención dedicada a estas
«grandes» cuestio• nes ha tendido, desde luego, a la bús• queda de pautas generales y predicciones, lo
flui r y reflui r con diferentes generaciones de que puede resta• blecer un sentido de ambición global
académicos, con un interés recién redesper- tado en a la política comparada, puesto que es realmente sólo
las consecuencias de la nueva ola de democratización en este contexto donde los estu• diosos de los países
(véase, por ejemplo, Diamond y Plattner, 1993), y en vías de desarrollo están comenzando a reabrir
reflejado más obviamente en el extraordinario
líneas de comunicación con aquellos cuyo campo ha
volumen de nueva litera• tura sobre transiciones a la
democracia y sobre ingeniería cons• titucional y estado largamente restringido al Occidente
12
diseño institucional . En realidad, es precisamen- desarrollado; la pericia de los estudiosos del antiguo
«Segundo Mundo» se per• cibe finalmente como
" Véase, por ejemplo, la aplicación de Tsebelis (1989, pp. relevante para el cauce principal de la política
119-234) de su enfoque de juegos de engranaje en un análisis en comparada.
detalle de los activistas del Partido Laborista Británico , los
consociacionalistas belgas, y las coali • ciones electorales Aunque claramente son éstos los temas
francesas. clásicos, peren• nes en la política comparada, una
1 2
Para un buen ejempl o reciente, véase el estimulante y
mu y pensado debate sobre los méritos respectivos de los vez nos movemos más allá de ellos se hace posible
sistemas presidenciales y parla• mentarios entre Lin z , Lijphart , apreciar mutaciones bastante impor• tantes en los
Sartori, y Stepan y Skach en L in z y Valen- zuela (1994, pp. 3-
136). En realidad, puede incluso decirse que es aquí don• de
tipos de preguntas que tienden a afrontarse. En una
vemos la mejor práctica de la polític a comparada, y también, revisión reciente del estado de la polític a
por ser un debate reciente, el contraargumento ideal contra la idea comparada, Rogowski (1993, p. 431), por ejemplo,
de que, de una u otra manera, la disciplina ha empezado ahora a
pasar su fecha de caducidad. anotó cinco tenden• cias desde los ochenta que
ciertamente parecían sugerir una nueva agenda de
investigación, y que incluía n «una mucho mayor
atención a los aspectos económicos de la política [...]
Interés aumentado en el contexto internacional de la
política y las instituciones domésticas [...] Una
atención alterada y afi• lada sobre los grupos de
interés [...] Un resurgimiento del interés en las
estructuras del Estado y su rendimiento [...] [y j
trabajo adicional sobre nacionalismo y fracturas
étnicas»; des• de luego, ésta constituye sólo una lista
entre las muchas posi• bles, e incluso, tras el lapso de
apenas un par de años, uno pue• de inclinarse a relegar
la preocupación una vez manifiesta por, pongamos, los
grupos de interés, y en su lugar otorgar priori • dad,
pongamos, al floreciente interés por las transiciones a los productos, o incluso simplemente a los
la democracia y el funcionamiento de la democracia resultados, de los pro• cesos políticos y las
en sí mis• mo. No obstante todas las calificaciones instituciones políticas, y, por tanto, la atención a la
semejantes, lo que resulta particularmente llamativo política como una variable independiente más que
acerca de esta lista, y sería seguramente también dependiente. En otras palabras, lo que sorprende en
comú n a casi cualquier otra lista que pueda este
elaborarse actualmente, es la atención dedicada a
46 2 46 3
caso es toda la extensión de la preocupación por preguntarse si la política importa, que lo tendría en
el impacto de la política más que por los comparaciones que intentaban abarcar tres mundos
determinantes de la política (véa• se, por ejemplo, diferentes, puesto que, en este último caso y de manera
Weaver y Rockman, 1993). Es aquí donde entra inevita• ble, diferencias en los niveles de desarrollo
en acción, por ejemplo, el creciente interés por la económico, o inclu• so en la cultura política,
eco• nomía política , así como po r las estructuras probablemente habrían parecido mucho más relevantes
del Estado y las instituciones, sea este últim o (por ejemplo, Castles, 1982). En realidad, una vez
encuadrado en el seno del dis• curso más que se restringen las comparaciones a casos
tradicional (por ejemplo, Lijphart, 1994a) o den• relativamente similares, como lo son, por ejemplo,
tro de los términos de referencia del nuevo las democracias industria• les avanzadas, en las que
institucionalismo (por ejemplo, Hall , 1986; Evans los niveles de desarrollo económico,
et al, 1985). o las pautas de la cultura política, o las estructuras
Aquí también, por tanto, resulta posible discernir de la socie• dad resultan relativamente invariables,
una dife• rencia entre la nueva generación de entonces los investiga• dores se ven casi forzados
comparativistas y aquella que floreció a finales de por necesidad a retroceder sobre las inevitablemente
13
los cincuenta y en los sesenta. No es simple variantes estructuras y procesos políticos .
coincidencia; al menos en parte, es el abandono de
la ambición de la comparación global y el 13
As í como, cada vez más, sobre la variación de las
universalismo lo que pa• rece haber proporcionado el tradiciones históri •
espacio en el cual estas nuevas preguntas pueden cas, donde una versión más matizada de la cultura política y
convertirse en relevantes. Hay dos pasos impli • cados las tradiciones
en este caso. En primer lugar, como se apuntó
4
anterior• mente, una restricción del alcance de la
6
comparación ha permitido que se dedicara más
atención a las especificidades ins• titucionales, y ello 4
por sí mismo ha contribuido a hacer posible
preguntarse si la política importa. En segundo lugar,
restringir el alcance de la comparación implica
también el que ahora ten• ga mucho más sentido
Y precisamente porque los posibles «determinantes» literatura contemporánea (véase, por ejemplo,
de la polí• tica -e n economía, cultura Keman, 1993b). También puede apreciarse, quizá
(contemporánea) o sociedad- real• mente difieren de manera más interesante, en la trayectoria de
poco en estos casos similares, tales estructuras investigadores aislados y escuelas de investigación.
políticas y procesos variantes asumen entonces de Entre los académicos aislados, por ejemplo, cabe
modo cre• ciente el status de una explicación más citar el caso de Aren d Lijphart , quien ha sido
que de algo explicado, y ello contribuye a dirigir la durante largo tiempo una de las autoridades más
atención a indagaciones sobre resul• tados y productos. sobre• salientes en la disciplina, y cuyo trabajo ha
Sin embargo, por las razones que sean, en las progresado en el tiempo, desde una investigación
investigaciones de política comparada se pregunta con sobre las condiciones que daban lugar al auge de
más pro• babilidad que antes sobre las diferencias que ciertos tipos de democracia, hacia otra sobre las
produce la políti• ca, en lugar de preguntar qué hace consecuencias de ciertos tipos de democracia. El tra•
diferente a la política. En otras palabras, enfrentados a bajo principal de Lijphart en el campo de la
variaciones en las estructuras institu• cionales y los política compa• rada se refería a la elaboración de
procesos políticos, es más probable que los acadé• una tipología de regímenes
micos contemporáneos quieran evaluar el impacto de
esta varia• ción en vez de como antes -más
notablemente a finales de los cincuenta y los políticas entra entonces en acción (véanse, por ejemplo, Castles,
sesenta-, preguntarse en primer lugar por qué han 1989, 1993; Katzenstein, 1984, pp. 136-190; Putnam, 1993). En
este caso el peligro , sin embargo, reside en que un énfasis en el
surgido esas diferencias; y esto indica claramente una papel crucial jugad o por las tradi • ciones históricas puede
muta• ción mayor en la dirección de la investigación conducir algunas veces a explicaciones esencialmente ad hoc, si
comparativa. no a un cierto grado de fatalismo.
Puede verse parcialmente la evidencia de esta 4
mutación en la variedad de nuevas tendencias anotada 6
por Rogowski (1993, véase también supra), así 5
como, en realidad, en casi toda revi• sión de la
democráticos en la que los diversos tipos embargo, es que según el trabajo de Lijphart se
identificados, y más notablemente la democracia desarrollaba, y según intentaba modi• ficar y
consociacional, se definían sobre la base de dos construir sobre estas ideas iniciales, el lado específi•
variables determinantes cruciales: el grado de camente social de la ecuación se volvió cada vez
conflicto o cooperación entre las élites, por una parte, menos impor• tante, tanto que en su tan influyente
y el gra• do de fragmentación u homogeneidad en descripción de los dos modelos más generalizados de
cuanto a la cultura política, por otra, estando este democracia, la cuestión de los determinantes sociales
últim o firmemente localizado en el seno de una de las estructuras políticas fue esen• cialmente
concepción de las divisiones sociales y el relegada a los márgenes (Lijphart, 1984; véase tam•
pluralismo social (Lijphart, 1968). Lo que resulta bién Bogaards, 1994). Diez años después, en su
más intere• sante en este contexto particular, sin trabajo más reciente en este campo, el cambio en el
énfasis era aún más evidente, con la investigación
comparada han buscado comprender la democracia en
habiendo derivado ahora hacia la cuestión del
los paí• ses en vías de desarrollo ha cambiado según
rendimiento de los diferentes tipos de demo• cracia,
la una vez domi • nante búsqueda de prerrequisitos
y con la cuestión de los determinantes ignorada casi
para la democracia ha dejado paso a un énfasis en las
por completo (Lijphart , 1994a).
elecciones contingentes más orienta• do hacia el
Semejantes mutaciones pueden también
proceso» (véase también Karl , 1991, más gene•
apreciarse entre las diferentes escuelas de
ralmente; así como Whitehead, cap. 14, infra). De
investigación, con la literatura sobre democratización
manera similar, la cuestión de la consolidación y la
ofreciendo quizás el ejemplo más obvio del modo en
sostenibilidad de nuevas democracias se ve ahora
que las explicaciones se han movido desde un énfa•
más estrechamente aso• ciada con las especificidades
sis en las condiciones sociales y económicas
reales de las instituciones impl i • cadas (por ejemplo,
«objetivas» nece• sarias para la democracia (por
Lin z y Valenzuela, 1994). En este caso, por tanto,
ejemplo, Lipset, 1959) hacia un énfasis en la
como es también más en general el caso en una
importancia de la toma de decisiones en las élites,
variedad de campos diferentes de investigación en
en el «voluntarismo» y en los tipos de instituciones
política comparada, las preguntas giran ahora con
y estructuras políticas implicadas. Si la democracia
mayor claridad en torno a qué hace la política, antes
puede emer• ger, por lo tanto, y si puede sostenerse, se
que en torno a lo que hace a la polític a com o es;
percibe ahora mucho menos dependiente que antes de
con el resultado de que, más de dos décadas
los niveles de desarrollo social y económico y mucho
después de un temprano pero muy poderoso llama•
más dependiente de las opciones polí• ticas (Rustow,
miento en favor precisamente de tal giro (Sartori,
1970), de la «habilidad» (D i Palma), así como de los
1969), resul• ta ahora más probable que las
resultados de las acciones racionales y la
investigaciones comparadas enfaticen una sociología
información (por ejemplo, Przeworski, 1991). Tal y
política antes que simplemente una sociología de la
como lo expresó Ka r l (1991, p. 163), «la manera en
política.
que los teóricos de la política
IV .
Proble
mas
los números» (citado por Flora, 1986, pp. v-vi ) tiempo, los análisis comparativos buscarán también
sobre varia• con fre• cuencia llegar a proposiciones
ciones transnacionales. generalizables, las cuales, en su forma más extrema,
buscarían explicar los fenómenos cuando ocurran y
cuando no. El resultado inevitable es la tensión entre
V. Conclusión: tendencias actuales y futuras un énfasis en los factores específicos de cada país, por
una par• te, y las relaciones universales, por la otra.
Todos los estudios en polític a comparada Pero mientras la entonces nueva política comparada
comparten al menos un atributo: una preocupación de los cincuenta y los sesen• ta tendía a situar el
con los países, o unida• des macrosociales, como énfasis en las relaciones universales, y por tanto las
unidades de análisis o, al menos, como unidades de comparaciones globales, la tendencia en el seno de
observación (Ragin, 1987; Keman, 1993a). Al la investigación comparada a lo largo de la década de
los ochen• ta ha sido alejarse de la teoría general, dió a finales de los cincuenta y en los sesenta, y
resaltando la relevan• cia del contexto. cuando más y más datos sobre más y más países
En parte, esta tendencia refleja la renovada llegaron a estar a disposi• ción de los
influencia de la investigación histórica en las comparativistas, se desarrolló una inevitable ten•
ciencias sociales, y especialmen• te el emerger de una dencia a comparar tantos casos como fuera posible, y
«sociología histórica» (Skocpol y Somers, la inves• tigación tendió a dirigirs e hacia la
1980; Abrams, 1982) que trata de comprender los elaboración de modelos deductivos que pudieran
fenómenos en el contexto más amplio u «holístico» testarse con una N tan grande como fuera posible.
dentro del cual acon• tecen (véase también Thelen y Las explicaciones se desarrollaron así por medio bien
Steinmo, 1992; y la sección II supra). Por otra parte, de una expansión de las series de datos, bien
se contemplan teorías más generales para involucrar la por medio de un refinamiento de las variables
desagregación artificial de casos en conjuntos de explicatorias, bien a través de especificaciones más
partes que puedan entonces ser comparadas claras de aquello que precisa• mente necesitaba
transnacionalmen- te, y en las cuales se olvida la explicarse. Buena parte del avance de la teoría de
configuración original del «todo» agregado (véase coaliciones entre los sesenta y los ochenta, por
Ragin, 1987, pp. ix-x) . Comprender el cuadro al ejemplo, pue• de contemplarse de esta manera, con
completo como un todo y en profundidad se un ámbito siempre más extenso de países que se
contempla por lo tanto como preferible, frente a una incluyen como casos, con más varia• bles que se
explicación más general de fragmentos de ese cuadro. incorporan a los modelos, como las políticas, la ideo•
En parte, sin embargo, esta vuel• ta al contexto es logía, la experiencia gubernamental, y así
también el resultado de la extenuación y la frus• sucesivamente; y con definiciones más precisas de lo
tración. Cuando el universo de la política comparada que en realidad conformaba una coalición «ganadora»
se expan• (véanse las revisiones en Browne y Fran- k l i n , 1986;
Budge y Laver, 1992). En una vena semejante,
mucho del trabajo que buscaba evaluar el impacto de
la «polí• tica» sobre los resultados de las políticas
públicas (por ejem• plo, Castles, 1982) se desarrolló
por la vía de tomar tantos casos como fuera posible y
ensanchar así la capacidad explicativa a través del
refinamiento constante de las medidas y definiciones
de la «política» (incluyendo la ideología de partido,
las políti• cas de partido, las estructuras
institucionales, las estructuras de representación de
intereses, y así sucesivamente), por un lado, y las
medidas y definiciones de «resultados» (niveles de modificación constante de los instrumentos de
gasto, estilo de las políticas, sectores diferentes de medición.
políticas, y así sucesivamente), por otro. En ambos Sin embargo, más recientemente, esta estrategia
campos de estudio, por lo tanto, el objetivo continuaba parece haber cambiado, pues la capacidad para
siendo explicar el fenómeno rele• vante de la manera aumentar la cantidad de varianza explicada se ha,
más general en que fuera posible, mientras se buscaba más o menos, agotado en sí misma, y parece que
mejorar la capacidad de explicar por medio de una mayores refinamientos de los diversos modelos poco
474 475
pueden ofrecer en términos de beneficios los países, donde, a menudo inductivamente, datos más
explicativos. Los teó• ricos de coaliciones, por cualitativos y contextualizados pueden ser evaluados, y
ejemplo, tienden ahora a poner mucho más énfasis don• de pueden tenerse en cuenta las circunstancias
sobre los modelos inductivos (por ejemplo, Pridham, institucionales específicas o las culturas políticas
1986), y están mucho más preocupados con la particulares. Asistimos a un nuevo énfasis sobre
comprensión del contexto nacional más amplio dentro estudios específicos más culturales (por ejem• plo, las
del cual se juega cada jue• go de coalición, mientras que naciones de habla inglesa), y estudios específicos nacio•
aquellos que están tratando de expli• car los resultados de nales (por ejemplo, el Reino Unido en solitario), e
las políticas públicas ahora tienden a recu• rrir mucho incluso estu• dios específicos institucionales (por
más a los estudios holísticos, en detalle, y sensibles al ejemplo, el Reino Unido bajo el gobierno Thatcher).
caso. Francis Castles, por ejemplo, que ha sido pionero De ahí también el reciente y cada vez más extendido
de bue• na parte del mejor trabajo comparativo referido atractivo de las aproximaciones muy desagregadas que
a esta última área, ha ido recientemente de desarrollar surgen dentro del «nuevo institucionalismo» (por
ampüos modelos deductivos, donde el contexto jugaba ejemplo, Tse- belis, 1990; Ostrom, 1991).
escaso o ningún papel (Castles, 1982), a estudios Al mism o tiempo , sin embargo, resultaría un
específicos más culturales (Castles y Merrill , 1989; gran error leer estas recientes transformaciones como
Castles, 1993), en los que se otorga un importante una simple vuel• ta al viejo énfasis en el estudio de
papel a «tra• diciones» distintas, pero largamente países individuales, que precedió los esfuerzos del
incuantificables (las nacio• nes de habla inglesa o las Comité de 1954 sobre política com• parada, en
naciones escandinavas), así como a estudios más cuanto ahí permanece uno de los mayores con•
específicos de cada país, en los que el contexto trastes entre el primer enfoque de país en solitario y
nacional parece clave (Castles, 1989). El resultado ha el pre•
sido ale• jarse rápidamente de los modelos más
generalizados, y un énfa• sis renovado sobre la
comprensión más en detalle de los casos particulares o
sente redescubrimiento del contexto, un contraste constituye la estrategia nuclear dentro de muchos
que ahora ha comenzado a jugar un papel crucial en proyectos de investigación transnacional (aunque
el desarrollo de la ciencia política comparada como usualmente regionalmente específica) en una varie•
un todo. Mientras que el pri • mer foco sobre los dad de disciplinas diferentes. Éste es
estudios de país en solitario se desarrolló en un particularmente el caso en el seno de la polític a
momento en que la propia ciencia política se hallaba comparada, donde el desarrollo de métodos de
en un estadio mu y temprano de desarrollo, y en adiestramiento y paradigmas comunes, junt o con la
un momento en que los centros de excelencia expansión de redes internacionales de académicos
disciplinaria se concentra• ban en apenas un forma• lizadas (como el Consorcio Europeo para la
puñado de departamentos en un reducido número Investigación Política, ECPR) han asegurado que los
de países, el interés actual por el contexto ha emer• académicos de la cien• cia política, al menos en las
gido tras una expansión masiva de la disciplina en diferentes regiones, hayan comen• zado ahora a
términos tanto de internacionalizació n com o de hablar lo que es esencialmente el mismo len• guaje
profesionalizació n (Daalder, 1993). disciplinario. Como resultado, ahora es
Anteriormente, por ejemplo, compilaciones de relativamente fácil , si el dinero lo permite, reunir a
estudios nacionales, como aquellos representados expertos nacionales y así acumular su conocimient o
por el volumen pionero de «oposiciones» de Dah l dentro de una comprensión comparativa amplia que
(1966), eran bas• tante excepcionales, en cuanto al mism o tiempo es sensible a los matices de los
sólo raramente los académi• cos con conocimiento diferentes contextos (véase, por ejemplo, Prid • ham,
experto sobre países o casos podían encontrarse y 1986; Budge et al, 1987; Castles, 1989; Katz y
juntarse para discutir la aplicación de hipóte• sis Mair ,
similares a sus países o casos. Ho y en día, sin 1994; Laver y Shepsle, 1994). Y precisamente a
embargo, esta clase de combinació n de recursos se causa de que esos expertos locales fueran puestos en
ha convertido en un lugar bastante común, y contacto, y des-
476 477
pues agregados, como fue el caso, se está probando genera• lizabas, ofreciendo así un sólido potencial
posible, por medio de la combinación de para el vínculo entre estas dos aproximaciones
aproximaciones en detalle y más generalizadas, tradicionalmente diferencia• das. Ésta es, pues, la
construir análisis comparativos plausibles, etapa actual en que se halla la investi• gación
convincentes y aun suficientemente matizados. En política comparada: la aproximación de grupos de
otras pala• bras, como resultado de las redes estu• dios más sensibles al context o y al caso que,
internacionales y la cola• boración transnacional que a través del esfuerzo en equipo, puedan avanzar
ha facilitado la profesionalización de la ciencia genuinamente la com • prensión comparada y
política como un todo, el análisis de estudio de caso puedan contribui r genuinamente al
está siendo adaptado ahora a teorías y modelos avance de la política comparada 15. Una forma de
comparación
que resulta mucho más limitad a en cuanto a su bie n u n m o d o d e comparac ió n que parece ajustarse
alcance que aquella contemplada por el Comité: mejo r para
aunque, quizá paradóji• camente y por retornar a «resolve r problem a s teórico s d e m ed i o rango » ,
Eckstein (1963, p. 22), supone tam- inclus o pese a que, c o m o se sugiri ó anteriormente ,
tales problema s se refie• ren más probablement e a las
15
Aunque, a la vez, esta estrategia también acarrea sus consecuencias de la políti c a antes que, c o m o d ij o
peligros. Más específicamente, el efecto combinado de la
intemacionalización y la profe• sionalización amenaza ahora con Eck st ei n , a sus «determinantes» .
crear una profesión a dos bandas, en la que existan los
comparativistas genuinos por un lado, esto es, aquellos que ini•
cian y diseñan tales proyectos transnacionales, y son los
responsables de la interpretación acumulativa; y los expertos del Bibl
país, por otro, esto es, aque• llos que, una y otra vez, como iogr
participantes en estos proyectos, interpretan a su propio país o afí a
caso a la luz de los esquemas de trabajo establecidos por los
iniciadores del proyecto. Esta distinción no precisa ser dura o
rápida, y aquellos cuyo trabajo consista en interpretar al país X ABRAMS , R, Historical Sociology, Ithaca, Cornel l
para el proyecto A pue• University Press,
den desarrollar más tarde sus propios proyectos y reclutar sus
1982.
propios equi• pos de expertos. Aunque en la práctica mucho
depende de la investigación y las infraestructuras de A L M O N D , G . A. , Political Development, Boston, Little ,
adiestramiento dentro de los diferentes países, aque• llos en Brown , 1970.
cuyas profesiones de ciencia política nacional se dé un gran
— A Discipline Divided, Londres,
énfasis sobre la necesidad de investigación transnacional, y
aquellos que dispon• gan de fondos para esa investigación, Sage, 1990.
tenderán a producir iniciadores de pro• yectos; mientras que — COLÉ , T. y MACR IDI S , R. C , « A suggested research
aquellos en que el foco esté más orientado hacia lo nacional strategy i n Western European politics and
tenderán a producir expertos en el país. No es por tanto
govemment», American Political Science Review 49
accidental que la política comparada, e incluso la política
comparada europea, esté aho• ra dominada de manera (1955), pp. 1042-1049 (reed. en Eckstein y Apter,
desproporcionada por los académicos norteameri• canos, 1963, pp. 52-57).
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zación fue el concepto de cultura política. El culturales que discute los aspectos dinámicos de la
estudio seminal de 1963 de Gabriel Almon d y cultura y cómo ésta puede jugar un papel en procesos
Sidney Verba, The Civic Cultu• re (La cultura de cam• bio político (Eckstein, 1988,1990). Aaron
cívica), sostenía que las instituciones y las pau• tas Wildavsky desarrolló una tercera versión distintiva
de acción-en un sistema político deben ser sobre el encuadre por grupos de Mary Douglas para
congruentes con la cultura política de la nación. Los desarrollar una tipología de culturas basa• da sobre
estudios culturalistas han sido especialmente cuatro estilos de vida distintos. Estos tipos se basaban
importantes en el estudio de la democrati• zación, sobre relaciones sociales y los valores que
según los analistas trataban de identificar los ejemplifican.
requisi• tos culturales de la democracia (Almon d y A pesar del poder heurístico e interpretativo del
Verba, 1963, 1980; Verba, 1965; Baker, Dalto n y concepto de cultura política, otros investigadores
Hildebrandt, 1981). plantearon cuestiones referidas a la precisión y poder
Tres clases de estudios culturalistas han sido de predicción del concepto. Max Kaase (1982)
más visibles en la literatura sobre democracia. El formuló el dicho de que medir la cultura política es
primero es la teoría de la como tratar de unir un muro con gelatina. Esto es,
«cultura cívica» de Almon d y Verba. Sostenida el con• cepto carece de precisión y a menudo se
sobre eviden• cias provenientes de cinco sociedades convierte en una des• cripción estereotipada y
democráticas, afirma• ron que la cultura política de subjetiva de una nación más que en
una nación ejercía una influencia independiente
sobre el comportamient o polític o y social. La
cultura sienta normas para el comportamiento que
los miem• bros de la sociedad reconocen y
generalmente siguen, incluso si ellos personalmente
no comparten esos valores. Éste es con mucho el
enfoque más influyente. El trabajo elaborado
siguien• do sus líneas es voluminos o y no se
limi t ó a los sistemas democráticos (véanse las
revisiones de Almon d y Verba, 1980). La segunda
aproximación es la teoría de la «cultura-autoridad»
(Eckstein, 1966). El trabajo de Eckstein resulta
especialmente relevante para las preocupaciones
actuales porque es uno de los pocos teóricos
gobier• nos regionales en Itali a proporcionó un
un concepto medible empíricamente. Algunos testimonio aún más impresionante en apoyo a la
analistas vieron cultura política en virtualmente teoría cultural. Putnam comparó el rendimiento de
todos los hechos distintivos de la vida política, otros los gobiernos regionales en Italia emplean• do una
vieron la cultura como una categoría resi• dual que imaginativa disposición de las medidas. Se
explicaba aquello que permanecía inexplicado por encontró que las tradiciones culturales de una región
otros medios. Más problemática incluso resultó la -contrastando apro• ximadamente el estilo político
desigual eviden• cia de los efectos causales de la cooperativo del norte con la tra• dición más
cultura 2. Los estudios de cul• tura política se jerárquica del sur - eran el predictor más potente
basaron a menudo sobre encuestas de opinión del rendimiento de sus gobiernos respectivos.
pública de una sola nación. En semejante diseño de Incluso aún más, Putnam demostró que esas
la investi• gación era difíci l aislar el papel de la tradiciones culturales muestran pro-
cultura en la influencia de las pautas nacionales de
comportamiento político.
Incluso antes de la ola actual de transiciones 2
Otra crítica cuestionó si la cultura era una causa o un
democráti• cas, los estudios de cultura política han efecto de las solu• ciones institucionales (Barry, 1970).
estado disfrutando de un resurgimiento del interés Considero esto una distinción artificia l en cierta medida.
Aunque el empuje de la teoría cultura l recalcó su influen• cia
académico. Operando sobre el Estudio de Valores
sobre las soluciones institucionales, la clara intención de
Mundiales de 1981, Ronald Inglehart (1990, cap. 1) A l m o n d y Ver• ba fue di ri g i r la atención hacia las pautas
proporcionó nueva evidencia sobre la congruencia culturales para que gobiernos y élites pudieran responder a esas
entre actitudes políticas amplias y la estabilidad herencias y en algunos casos rehacer la cul • tura (Verba, 1965).
3
democrática para un conjunto de veintidós Los hallazgos de Inglehar t fueron subsiguientemente
criticados por Mul le r y Seligson (1994) sobre fundamentos
naciones3. La investigación de Robert Putnam metodológicos, e Inglehart ha respondido a estas críticas con
(1993, véase 1973) sobre el desarrollo de los nuevos datos procedentes del Estudio de Valo• res Mundiales
1990-1991 (Inglehart, 1997).
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fundas raíces históricas en las primeras pautas de interacción entre el cambio institucional y el cultural. Sin
asociación cívica. El estudio muy creativo y sistemático embar- go, las recientes transformaciones en la forma de
de Putnam sobre las influencias culturales ha dado lugar sus regímenes en un vasto conjunto de naciones crea
a la aparición de un renacimiento general de los estudios nuevas oportunidades para estudiar la congruencia entre
culturales. opciones culturales e instituciona- les. ¿Hasta qué punto el
La ola reciente de democratización global renueva la cambio político en la Europa del Este surgió desde la
impor- tancia de cuestiones sobre la congruencia entre insatisfacción pública con los viejos regímenes?
los sistemas cul- tural y político, y plantea un conjunto ¿Hasta qué punto pueden juzgarse las perspectivas para la
nuevo de preguntas para considerar en la investigación demo- cracia en esta región por la tendencia de sus culturas
sobre cultura política. Normal- mente, las instituciones hacia la polí- tica democrática? Por ejemplo, podemos
políticas y los principios básicos de un régimen son examinar cómo evalúan los ciudadanos diferentes sistemas
constantes; por lo tanto, resulta difícil estudiar la políticos basados sobre la expe- riencia real, por tanto,
testando el vínculo entre las normas polí- ticas y las peos del Este, y esto incluye numerosos estudios de
opciones institucionales en una manera realista en un único cultura política.. Por ejemplo, diversos grupos de
contexto político. Más generalmente, los hechos en curso investigadores han hallado niveles sorprendentemente
reviven debates pasados sobre la continuidad de la cultura y altos de apoyo a los prin - cipios democráticos
básicos en la antigua Unión Soviética ( M i l l e r et
los modos en que las normas culturales pueden ser
al, 1993; Gibson, Du c h y Tedin, 1992; Finifter y
transformadas (Almond y Verba, 1980). La reciente Mickiewicz , 1992). Más aún, la investigación desde otras
investigación de Eckstein sobre cambio cultural sugiere nacio- nes de Europa del Este pintan un cuadro
también que la cultura política debería estudiarse como aproximadamente similar de la amplia aprobación
una extensión de otras pautas de rela- ciones sociales y los pública de las normas y pro- cedimientos democráticos
niveles generales de «inclusión civil» exis- tentes en una (McIntosh y MacIver, 1992; Dal- ton, 1994b; Wil,
1993). Aunque debemos preocuparnos por
sociedad (Eckstein, 1988, 1990). La profundidad y la profundidad de estas respuestas, si reflejan normas
amplitud de las normas culturales compatibles con la culturales duraderas o la respuesta temporal a un
demo- cracia puede ser un importante factor para explicar el conjunto traumático de eventos políticos, las gentes
curso de las transiciones políticas que ahora se están de la mayoría de los Estados postsoviéticos comenzaron
produciendo por todo el mundo. su experiencia con la democracia mostrando un mayor
Casi tan rápido como cayó el Muro de Berlín, los investí- apoyo para los principios democráticos del que se
gadores de encuestas se estaban moviendo hacia el esperaba. Antes que la apatía o la hostilidad con que los
Este. Esta- mos ensamblando rápidamente una abundancia estados autoritarios de derechas saludan a la
de hallazgos iniciales sobre las actitudes políticas de los democracia tras la transición, el legado cultural del
rusos y los euro- comunismo parece s muy diferente.
4 Una serie igualmente rica de estudios están
9 emergiendo para el este de Asia. Doh Shin y sus colegas
0 están ensamblando una masa impresionante de
evidencia en encuestas sobre el des rrollo de las
actitudes democráticas en Corea del Sur (Shin, Chey y
K i m , 1989; Shin y Chey, 1993). Pese al apoyo vacilan-
te del gobierno a la democracia, los fundamentos
culturales están más extensivamente desarrollados. Una
investigación semejante se ha desarrollado en Taiwán,
donde la transición a la democracia ha ido acompañada
de actitudes de apoyo entre el público (Chu, 1992).
Acaso la evidencia más exitante pro- venga de los
estudios sobre la República Popular China. Inclu- so en
este entorno hostil, Andrew Nathan y Tianjian Shi
(1993) se encontraron que el público chino antes de dichas afirmaciones de democracia son un signo positivo
Tiannamen mos- traba un apoyo sorprendente para un en cuanto a las perspectivas para la democracia.
arreglo de principios democráticos. Puede cuestionarse si
estas opiniones están sufí- cientemente inculcadas entre 4
estos públicos diversos para cons- tituir hechos 9
característicos duraderos de la cultura política, pero incluso 1
desde el estudio Civic Culture.
En resumen, la ciencia social ha efectuado un
gran progre• so en los últimos diez años en el Más generalmente, buena parte de la nueva ola de
desarrollo de evidencia empí• rica que apoye la tesis investi• gación empírica en naciones en vías de
de la congruencia subyacente en el mode• lo de la democratización no expande los límites teóricos de
cultura política, y en recopilar evidencias nuevas la investigación de cultura polí• tica. Pruebas de los
de las creencias de los ciudadanos en las modelos en contraste de Almon d y Verba, Eckstein
democracias emergentes en Europa del Este y Asia. y Wildavsky encontrarían un medio rico en estas
Aunque estos éxitos empíricos no han sido expe• riencias políticas nuevas, y podría esperarse
equilibrados todavía por el tipo de innovación que nuevos esque• mas de análisis teórico surgieran
teórica y creatividad que marcó las dos olas de desde tales estudios. Igualmente importante, puesto
democratización pre• vias. Los politólogos debieran que el mundo está fluyendo, es que ahora ten• gamos
hacer más que limitarse a reco• pilar nuevos datos la habilidad para examinar la teoría cultural como un
sobre viejas cuestiones de la investigación de ins• trumento de predicción. Podemos examinar
encuestas -aunque la multiplicación sea un elemento cómo se desarrolla la congruencia entre cultura e
impor• tante y valioso de la ciencia-. Para hacer instituciones, porque una multi • tud de naciones
avanzar el campo, aho• ra es el momento de formular están ahora en el proceso de transición política.
preguntas adicionales. Por ejem• plo, si hay sólo una Intentos de probar teorías del cambio cultural, o
«cultura cívica» que sea congruente con el teorías sobre los orígenes no políticos de la cultura
funcionamiento del sistema democrático. La política, son campos abo• nados para la investigación
experiencia suge• riría que existe una variedad de durante este inusual período de cam• bio político.
culturas «democráticas», así como maneras de Hay una multitud de otras cuestiones que implican
definir la cultura, lo que requiere proyectar y hacer 4
avanzar los estudios (Flanagan, 1978; Seligson y 9
Booth, 2
1993; Almon d y Verba, 1980). Igualmente
importante es que nuestra conceptualización de los
elementos de la cultura polí• tica, y sus
interrelaciones, hayan avanzado relativamente poco
la creación de normas culturales e identidades relación entre el desarrollo de una sociedad industrial
políticas, y la superposición entre las preferencias y el cam• bio de valores del público (por ejemplo,
sociales y las normas socia• les percibidas. Pueden Inkeles y Smith 1974). En las dos décadas pasadas
apreciarse pequeños progresos aquí y allí, pero no el esta investigación ha sido extendida al ulterior
asalto frontal a nuestra teorización sobre el mundo proceso de cambio de valores que acompaña al desa•
que llegaba desde las primeras olas rrollo de la sociedad industrial avanzada, o
democratizadoras. postindustrial.
Puede ser que la pauta actual de investigación La tesis del cambio de valores posmaterial de
represente la consecución de una ciencia madura; Ronald Ingle• hart (Inglehart, 1977, 1990;
con instrumentos y pre• guntas para la Abramson e Inglehart, 1995) ha fornecido el
esquema de análisis más importante para estu•
investigación bien desarrollados, la investiga• ción
diar los cambios que afectan a los públicos
ulterior se vuelve más incremental que el creativo masivos en las democracias industriales avanzadas.
traba• jo teórico de las primeras oleadas La explicación de Ingle• hart del cambio de valores
democráticas. No obstante, aún veo el potencial para se basa sobre dos premisas. Prime• ra, sugiere que las
la creatividad teórica y metodológi• ca como la prioridades de valor básicas del público están
(hasta ahora) oportunidad perdida de esta ola de determinadas por una hipótesis de escasez: los
democratización. individuos otor• gan el mayor valor a las cosas que
4
tengan una oferta relativa• mente corta . La segunda
parte de la teoría de Inglehart es una
I I . Cambio de valores y
4
En su prime r trabajo, Inglehart intentó generalizar la
modernización
hipótesis de la escasez en el esquema de análisis teórico más
ampli o de Abraha m Maslo w
Otra área donde el comportamiento político
4
comparado ha efectuado mayores avances implica 9
cambios en los valores públi• cos. La temprana 3
investigación sobre el comportamiento examinó la
hipótesis de socialización: las prioridades de valor cambios pos• teriores en las condiciones de vida.
individua l reflejan las condiciones que Inglehart usa este modelo para argumentar que
prevalecieron durante los años preadultos del las fuerzas socioeconómicas que transforman las
individuo. La combinación de ambas hipótesis sociedades industriales occidentales están
produce un modelo general de formación del valor: cambiando la relativa escasez de objetivos
las priori • dades de valores básicas de un individuo valorados, y consecuentemente las prioridades de
se forman temprana• mente en la vida como valores de los públicos occidentales. Las
reacción a las condiciones sociales y económicas generaciones más viejas proba• blemente resaltarán
(personales y sociales) de este período y, una vez todavía los tradicionales objetivos socia• les
formados, esos valores tienden a durar frente a «materiales», como el bienestar económico, la
seguridad social, la ley y el orden, los valores
orientaciones de valor posmateriales han
religiosos y una defensa nacional fuerte. Habiendo
redefinido parcial• mente la naturaleza de la
crecido en un entorno donde esos objetivos
política en las sociedades industria• les avanzadas.
tradicionales parecen relativamente asegurados, las
Esos intereses han llevado a la formación de
generaciones más jóvenes de occidentales están
variando su atención hacia objetivos de nuevos movimientos ciudadanos que se han
autoexpresión «posmateriales», libertad personal, convertido en par• ticipantes activos y con voz en
igualdad social, autorrealización y manteni• miento el proceso democrático. El movimiento ecologista
de la calidad de vida. o los grupos feministas, por ejemplo, han presionado
en favor de su agenda política alternativa (Dal- ton,
Lo que resulta más significativo acerca de la 1994a; Gelb, 1989). A menudo estas cuestiones los
tesis posma• terial de Inglehart es su amplia han puesto en conflicto con intereses económicos
relevancia para el estudio de las sociedades asentados, como los lobbies financieros y los
industriales avanzadas. Su concepto de cambio de sindicatos. Esos movimientos sociales nuevos
valores resultó úti l inmediatamente para explicar han sido también secundados por la nueva
las dife• rencias generacionales en las actitudes izquierda o los partidos verdes que defienden sus
públicas hacia el Mer • cado Común. Además, la posiciones dentro de las arenas electoral o
dimensión subyacente de valores materiales parlamentaria (Mueller-Rom- mel, 1989). En
versus posmateriale s está relacionada con el cre• resumen, estas orientaciones han contribuido a
ciente interés del público en los asuntos ambientales,
muchas de las controversias políticas que dividen
los dere• chos de la mujer, la protección del
actualmente al público y a los grupos políticos en
consumidor y otros asun• tos referidos a la calidad
de vida.
las democracias indus• triales avanzadas.
Además de los objetivos sociales alternativos, los
El surgimiento de valores posmateriales puede posmate• rialistas presionaron en favor de cambios
ligarse con los temas de democratización en dos en el estilo de la polí• tica democrática. El
sentidos. Primero, las posmaterialismo contribuyó al cambio en los
repertorios de acción de los públicos occidentales
de la jerarquía de valores humanos: el esquema masolviano se ha (Barnes y Kaase, 1979; Jennings y Van Deth,
vuelto menos prominente en los escritos más recientes de 1990). Los posmateria• listas usan con mayor
Inglehart.
probabilidad formas no convencionales de acción,
4 como las protestas y otras formas de comportamiento
9 desafiante hacia las élites. De manera similar, los
4 grupos ciu • dadanos y los partidos Verdes
reclamaron una expansión del proceso democrático
para permitir un mayor compromiso del público en
la factura de las políticas públicas y su administra•
ción. Los posmaterialistas favorecen los grupos
de asesora- miento ciudadanos, los referendums, y
otras formas de demo• cracia directa sobre el estilo
de democracia representativa limitada practicado
en otro tiempo. En resumen, el posmate• rialismo La segunda implicació n de las tesis
ha puesto en cuestión los principios democráticos - l a posmateriales subraya los valores en contraste de
así llamada literatura sobre «Crisis de la aquellas naciones que atraviesan
Democracia» ( K l i n - gemann y Fuchs, 1995)-
4
creando un debate entre la democra• cia
representativa y la democracia participativa. 9
5
ahora una transición democrática en el este de III .
Europa o Asia. Ha habido intentos de expandir el Cambio
concepto posmaterial a esas sociedades (Inglehart
electoral
y Siemenska, 1990; Gibson y Duch ,
1994), pero ésta parece una hipótesis de
investigación cues• tionable. Inglehar t formuló el Las elecciones son los procedimientos
posmaterialism o como la con• secuencia de los centrales de repre•
progresos económicos y políticos que estas sentación en las democracias modernas, y la
sociedades están ahora apenas iniciando. Por lo generación pasa-
tanto, debié• ramos esperar que públicos y élites en
el este de Europa y Asia pondrán mayor presión 5
En su trabajo más reciente, Inglehar t (1997; Abramso
sobre los objetivos materiales que una vez
n e Inglehart ,
dominaron la política de las democracias
1995) argumenta en favor de un proceso general de
occidentales. Por ejemplo, mientras los holandeses convergencia en valores globales. Hasta cierto punto estoy de
están luchando para conver• tirse en acuerdo, si uno define convergencia en términos de apoyo a
posmaterialistas, los polacos están esperando los valores democráticos y liberales como se expresa• ron en
alcan• zar los excesos materialistas a los cuales las tradiciones políticas occidentales. Sin embargo, el
modelo pos• material mantiene que las sociedades industriales
los holandeses han llegado a acostumbrarse. avanzadas están evolucio• nando hacia nuevas formas de
Además, las naciones en vías de democratización organización polític a y social. Este agujero entre las
deberían poner más peso sobre el desarrollo de democracias industriales avanzadas y las democracias
formas institucionalizadas de democracia emergentes es la divergencia recalcada en este caso.
representativa, y pueden querer evitar la
democracia participativa abogada en las sociedades
industriales avanzadas. Esto sugiere una diver•
gencia significativa en los objetivos inmediatos de
las demo• cracias industriales avanzadas y las
5
democracias emergentes . Ambos conjuntos de
naciones se están volviendo más democrá• ticos,
aunque con definiciones diferentes de lo qué
significa democracia y cómo debiera funcionar.
da de investigación ha aportado avances críticos afir• maciones de Lipset y Rokkan.
en nuestro conocimiento sobre cómo los votantes Conforme este tema del voto estable, basado
llegan a sus decisio• nes. Uno de los temas en las d i v i • siones sociales, se convertía en
principales en investigación electoral saber convencional , cam• bios dramáticos
contemporánea implica a los cambios en el peso comenzaron a afectar a esos mismos siste• mas de
relativo de los factores que influyen sobre las partidos. Los partidos asentados se vieron ante
decisiones de voto. La elec• ción política en la nuevas demandas y nuevos desafíos, y la evidencia
mayoría de las democracias occidentales se del cambio par• tidista se convirtió en obvia. En
estructuró tradicionalmente según divisiones de una década la cuestión domi • nante pasó de
clase, reli • giosas u otras divisiones sociales. A explicar la persistencia de la política electoral a
causa de que los indivi • duos estaban a menudo explicar el cambio electoral (Dalto n et al,
mal preparados para tratar con la com• plejidad de 1984; Crewe y Denver, 1985).
la política, se apoyaban sobre las entradas políticas El énfasis creciente sobre el cambio electoral
de grupos de referencia externos para alcanzar estaba liga• do a claras evidencias de que las
decisiones polí• ticas. Además, instituciones divisiones de clase y religión tenían una influencia
sociales como los sindicatos y las iglesias eran decreciente. Por ejemplo, en la segunda edición de
actores políticos principales, influyendo tanto Political Man, Lipset demostraba un declive en el
sobre las élites políticas como sobre sus nivel de voto de clase en diversas democracias
miembros. Seymour Lipset y Stein Rokkan occidentales (Lipset, 1981, apéndice).
resumieron esta posición en su famo• sa Investigación colaborante vino des• de Australia
conclusión: «Los sistemas de partidos de los (McAllister , 1992), Inglaterra (Franklin, 1985),
sesenta refle• jan , con pocas aunque significativas Alemania (Baker, Dalton e Hildebrandt, 1981),
excepciones, las estruc• turas de divisió n social de Japón (Wata- nuki , 1991) y otras democracias
los años veinte» (1967, p. 50). La primera industriales avanzadas (Ingle-
investigación electora l apoyó en gran media las
49 6 49 7
hart, 1990; Lañe y Ersson, 1991). Así , uno de religiosidad, región y género) para explicar
los mayores hallazgos de la última década de preferencias par• tidistas. A través de catorce
investigación electoral sos• tiene que las democracias occidentales, halla• ron una erosión
posiciones sociales ya no determinan las posi•
consistente sobre el impacto en el voto de la
ciones políticas como lo hicieron cuando los
alineamientos sociales estaban sólidamente estructura social. La tasa y cadencia de este
inmovilizados .
6 declive variaba entre las naciones, aunque el
Mark Franklin y sus colegas han recopilado la producto final era el mismo. Con• cluyeron con el
evidencia más comprehensiva en apoyo de esta nuevo «saber convencional» de la investiga• ción
conclusión (Franklin et al, 1992). Rastrearon la electoral comparada, «una cosa que se ha convertido
capacidad de un conjunto de carac• terísticas hoy en bastante aparente es que casi todos los
sociales (incluyendo clase social, educación, renta, países que hemos estudiado muestran un declive [...]
en la capacidad de las divi • siones sociales para tema de partidos nipón, o la irrupción de Berlusconi
estructurar la opción individual en el voto» (Franklin en la polí• tica italiana proporcionan ejemplos
et al, 1992, p. 385). gráficos de cómo el debi• litamiento de los vínculos
En muchas democracias occidentales la erosión de partido abre un potencial de sus• tancial
de las divi • siones de grupo como una influencia volatibilidad electoral.
sobre la opción electo• ral, fue acompañada por un El declive de las predisposiciones a largo
declive en la habilidad de las adhe• siones partidistas plazo basadas sobre la posición social o el
(o identificaciones partidistas) para explicar el partidismo transformaría las bases del
comportamiento político . La fortaleza de las comportamiento electoral a favor de los factores a
adhesiones a un partido ha decaído en diversas corto plazo, como la imagen del candidato o las
democracias occidentales a lo largo de la pasada opciones sobre asun• tos concretos. Existe evidencia
generación (véase la revisión de D al - ton, 1996). de que el nuevo orden electoral incluye un giro
De modo similar, ha existido un decrecimiento en el hacia la política centrada sobre los candida• tos.
voto en la línea del partido y un crecimiento de la Mart i n Wattenberg (1991) ha documentado la
volatili • dad partidista, el voto en papeletas importancia creciente de la imagen del candidato en
partidas, y otros fenóme• nos que indican que los las decisiones electo• rales norteamericanas, y se
ciudadanos ya no votan de acuerdo con la línea de un dispone de datos comparados sobre otras democracias
partido. La fuerte demostración de Perot en las occidentales (Bean y Mughan, 1989). Más aún,
elecciones presidenciales estadounidenses, el existen signos de una personalización creciente de las
colapso del sis- cam• pañas políticas en las democracias
occidentales: oportunida• des de fotografía
electoral, entrevistas personalizadas, paseos entre el
6
Desde luego, en las ciencias sociales nada funciona público e incluso debates televisados entre
pacíficamente. Una variedad de académicos británicos y
norteamericanos han cuestionado la evi• dencia sobre el declive candidatos se están convirtiendo en estándares del
del voto de clase (por ejemplo, Heath et al, 1991). Yo no recorrido electoral (Kaa- se, 1994).
encuentro convincentes sus evidencias.
El declive de las influencias sobre el voto a largo
4 plazo ha aumentado también el potencial para el
9
vot o en función de asuntos concretos. Mar k
8 Franklin (1985) mostró que la influen• cia
decreciente de fuerzas a largo plazo sobre las
decisiones de voto en Gran Bretaña fue contrapesado
por un impacto aumen• tado sobre el voto de
asuntos concretos (también, Baker et al, 1981,
cap. 10; Eij k y Niemoeller, 1983; Budge y Farlie,
1983; Rose y McAllister , 1986). Oddbjom
Knutsen (1987) y otros ligaron el auge de estos ahora sin una base de grupo. Otros asuntos explotan las nuevas
cortes transversales por los inte• reses según asuntos controversias de las sociedades industriales avanzadas. Incluso
otra aproximación argumenta que tales «asuntos posicionales»
concretos, con la erosión de divisiones sociales han sido supera• dos por un nuevo énfasis sobre «asuntos
7
previas . Al revisar la evidencia proveniente de valencia» que evalúa el rendimien • to del gobierno sobre
sus objetivos ampliamente aceptados, como juzga r a los
7
4
Existe un debate considerable sobre el contenido de este 9
nuevo voto en función de los asuntos. Alguno s asuntos
representan la continuación de con• flictos sociales pasados,
9
estudios comparativos sobre comportamiento del La relación entre el individuo y los medios de
voto, Mar k Franklin (1992, p. 400) apoya esta comunica• ción contribuye por su parte a estas
idea, concluyendo que «si todos los asuntos de tendencias, y las refuerza (Semetko et al, 1991).
importancia para los votantes han sido medidos y Los medios de comunicación contem• poráneos
se les ha dado su peso debido, entonces el auge del proporcionan a los votantes una gran variedad de
voto por asuntos habría compensado más o menos fuentes de información, y potencialmente una
precisamente el declive de la política de la perspectiva más crítica de los actores políticos
división». asentados como los partidos, los sindicatos y las
Estos cambios en las fuentes de la decisión empresas. El acceso a un entorno de medios
electoral, así como cambios relacionados en las diversos permite al público convertirse en selector
pautas de participación polí• tica y de la relación activo de información antes que en consumidor
individual con el sistema político, condu• cen a lo pasivo de entradas polí• ticas suministradas por
que podríamos denominar la «individualización de otros. Además, la posibilidad de ver en la televisión
la política». Esto ha implicado un cambio alejándose a los candidatos y líderes parlamentarios ha cau-
del estilo de toma de decisiones electorales basado
sobre el grupo social y/o entradas de partido hacia un partidos sobre su habilidad para guiar la economía o la polític a
estilo de elección política más indi • vidualizado e exterior. Así , el crecimiento del voto por asuntos concretos
interiormente orientado. En lugar de depender de las ha creado nuevas preguntas sobre qué asuntos son importantes.
élites de los partidos y grupos de referencias, más
ciudada• nos intentan ahora tratar con las
complejidades de la política y elaborar sus propias
decisiones políticas. Lo que se está de• sarrollando
es una pauta ecléctica y egocéntrica de toma de
decisión ciudadana. Más que redes personales
socialmente estructuradas y relativamente
homogéneas, los públicos con• temporáneos
basarán con mayor probabilidad sus decisiones en
las preferencias en cuanto a políticas públicas,
juicios sobre el rendimiento o imágenes de los
candidatos.
sado que se preste mayor atención a los atributos Para las democracias industriales avanzadas,
personales de los políticos, como la competencia y la estos avan• ces tienen un potencial incierto para la
integridad. La expan• sión de la campaña naturaleza del proceso electoral democrático
presidencial estadounidense de 1992 hacia nuevos (Dalton , 1996; Klingeman n y Fuchs,
forums mediáticos ilustra esta idea, y pueden 1995). Tales cambios pueden tanto mejorar como
apreciarse avances similares en otras democracias debilitar la
occidentales , aunque de forma más modesta, según «calidad» del proceso democrático y la
las tecnologías de la comunica• ción cambian las representación de los intereses políticos del público.
pautas del flujo de información. La naturaleza de las creencias políticas
La individualización de la política se muestra contemporáneas significa que la opinión pública se
también en la creciente heterogeneidad de los está volviendo simultáneamente más fluida y menos
asuntos que interesan al público. Los asuntos predeci- ble. Esta incertidumbre fuerza a los
posmateriales del medioambientalismo, los partidos y a los candida• tos a volverse más
derechos de las mujeres y las opciones de estilos sensibles a la opinión pública, al menos a las
de vida se han sumado a la ya repleta agenda de las opiniones de aquellos que votan. Los votantes de
sociedades indus• triales avanzadas. Además, la temas motivados tienen más probabilidades de al
teoría del esquema argumenta que los ciudadanos menos hacer oír sus voces, incluso si no son
se están fragmentado en una variedad de distintos aceptadas. Más aún, la habilidad de los candidatos
públicos acorde a los diferentes asuntos. En vez de para tener comunicaciones inmediatas con los
que la política estructurada por un grupo votantes puede robustecer el vínculo entre los
beneficie al entra• mado, el cual a menudo refleja políticos y la población. Hasta cierto punto, la
indicaciones socialmente deri• vadas, los individualización de la opción electoral revive las
ciudadanos tienden ahora a centrarse en asuntos primeras imágenes del votante indepen• diente
específicos de importancia inmediata o personal. informado que una vez hallamos en la teoría
democrá• tica clásica (Popkin, 1991).
500 501
reciente, pueden producir una definición estrecha de
Al mismo tiempo, existe una potencial cara
la racionalidad que es tan dañina para la democracia
oculta de estas nuevas fuerzas en la política electoral.
como las divisiones sociales «inamovibles».
El auge de la política de un único asunto o tema
Además, el contacto directo inmediato entre los
perjudica la habilidad de una sociedad para tratar
políticos y los ciudadanos aumenta el potencial para
con asuntos políticos que trasciendan los intereses
la demagogia y el extre• mismo político . Ambos
específicos, como es el caso del déficit
movimientos de extrema derecha y extrema
presupuestario dé los EE.UU. Élites que atiendan a
izquierda se benefician probablemente de este
los públicos de determinados asun• tos pueden dejar
nuevo entorno político, al menos en el corto plazo.
privados de sus derechos a los inactivos elec-
toralmente. Un interés demasiado grande en un solo En las democracias emergentes, se produce una
similitu d aparente en cuanto al retrato de la opción
asunto, o énfasis excesivo en el rendimiento
de votar que acaba• mos de describir. Es poco lució n en cuanto a las pautas de opción electoral
probable que los sistemas de parti• dos emergentes se
que fluyen desde la ruptura de los alineamientos a
basen en diferencias sociales basadas a su vez sobre
grupos estables, especialmente cuando la transición largo plazo y las adhe• siones partidistas, el
democrática ha acontecido rápidamente, como en desarrollo de un electorado más sofisti• cado, y
8
Europa del Este . De manera similar, resulta esfuerzos para ir más allá de las restricciones de
también poco probable que los nuevos electorados la democracia representativa. Las nuevas fuerzas
mantengan adhesiones partidistas en el largo plazo electorales en las democracias occidentales se están
que pudieran guiar su comportamiento. Por tanto, desenvolviendo también en el seno de una escenario
las pautas de opción electoral en muchas nuevas
electoral en el que las tradiciona• les entradas
democracias pueden basarse sobre los mismos
factores a corto plazo -imá • genes de los candidatos partidistas y basadas en el grupo ejercen aún una
y posiciones frente a asuntos concre• tos- que han influencia significativa, aunque descendente.
ganado recientemente prominencia en la política Los sistemas de partidos democráticos de la
electoral de las democracias industriales avanzadas. Europa del Este y el este de Asi a afrontan la tarea de
Estas similitudes son, sin embargo, sólo desarrollar la estruc• tura básica de la opción
superficiales. No van más allá de la superficie del electoral -lo s entramados que Lipset y Rokkan
proceso electoral. Las demo• cracias industriales examinaron históricamente para Occidente-. Esto
avanzadas están experimentando una evo- presenta una oportunidad única para estudiar
científicamente este proceso: examinar cómo se
8
La excepción podrían ser los sistemas de partidos de enraizaron las nuevas adhe• siones partidistas, cómo
Latinoamérica y el este de Asia (Taiwán y Corea del Sur), que se conformaron las relaciones entre los grupos
podrían ser capaces de inte• grar a divisiones sociales existentes
a causa de la naturaleza diferente de estas transiciones sociales y los partidos, cómo se crearon las imá•
democráticas (por ejemplo, Remmer, 1991; Chu , 1992). genes de los partidos, cómo se transmiten estas
imágenes a los nuevos votantes, y cómo los
ciudadanos aprenden el pro• ceso de opción
electoral y la democracia representativa. El
venerable marco de trabajo de Lipset y Rokka n
puede pro• porcionar un valioso punto de partida
para esta investigación, y el modelo de Michiga n de
la identificación partidista puede suministrar un
marco para estudiar cómo pueden formarse las
nuevas identidades políticas. Sin embargo, es
improbable que la creación de sistemas de partido
en el mundo de la televi• sión global, el mayor
conocimiento acerca de la política elec• toral (desde
las élites al público), y fundamentalmente de elec• dinámica sobre estos procesos de cambio electoral y
torados diferentes, siga la pauta de la Europa partidis• ta. Francamente, es aún demasiado
occidental de pronto para determinar cómo responderán los
los politólogos al frente a estos desafíos. Se ha
años producido ya un desarrollo impresionante de la base
veinte empí• rica de investigación en estas nuevas
. democracias - u n desa• rrollo que llevó décadas en
Dar respuesta a estas preguntas requerirá una algunas democracias occidentales-. Existen muchos
perspectiva signos animosos y van surgiendo impresionantes
50 2 503
aún, durante las primeras olas de tran• sición
estudios empíricos desde el este de Europa y el de
democrática los instrumentos de la ciencia social
Asia. Sin embargo, la prueba definitiva es si la
empírica no estaban disponibles para estudiar
investigación se centra en estas cuestiones amplias o
directamente el comporta• miento político. La ola
simplemente se convierte en una réplica de la
actual de democratización proporciona, por tanto, una
primera investigación hecha en el oeste.
•
oportunidad virtualmente única para afrontar pre•
guntas sobre la formación de la identidad, la creación
IV . de culturas políticas (y posiblemente cómo se cambian
Concl las herencias cultu• rales), la realización de un cálculo
usión inicial del voto, y los procesos dinámicos que ligan las
normas políticas y el comportamiento. Las respuestas
Como politólogos, acabamos de pasar por los que no sólo explicarán lo que haya ocurrido durante esta
constitu• yen razonablemente los eventos políticos ola de democratización, sino que pueden ayudarnos
más significativos de nuestras vidas: el colapso del para comprender mejor los principios básicos de cómo
imperio soviético y la ola de demo• cratización funcionan los ciudadanos dentro del proceso
global. Es ésta una conclusión que se repite a lo lar• democrático.
go del capítulo del presente volumen. Dichos eventos
tocan el verdadero núcleo de nuestras preguntas más
básicas sobre la naturaleza de la política ciudadana y Agradec
el funcionamiento del pro• ceso político. imientos
Normalmente estudiamos los sistemas democrá• ticos
Quisiera dar las gracias a Harry Eckstein y Marti
que están aproximadamente en equilibrio y
n Watten- berg por nuestras discusiones en curso
especulamos sobre cómo se creó ese equilibrio (o
sobre cultura política y cambio electoral que
cómo están cambiando de maneras menores). Más
contribuyeron a las ideas aquí presentadas. Bibliografía
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23. democratización
LAURENCE WHITEHEAD
I . Introducción
II .
¿Para
quién es?
I I I.
¿Cóm
o es?
2
En la precisa terminología del lógic o Georg Henri k von
3
Wrigh t (1971 , esp. caps. 3 y 4) semejantes explicaciones Para el argumento más general sobre que la explicación
sociales descansan, no en la cau• salidad humeana bajo la es un empeño inherentemente normativo, véase Garfinkel
cobertura de leyes, sino en «necesidades motiva - cionales a (1981 , caps. 5 y 6).
través de inferencias prácticas». Porque dependen de si las
inten• ciones de los agentes son «ideológicas», es decir, 5
vinculadas a consecuencias futuras esperadas, antes que 2
necesitadas de antecedentes pasados («causa• das» en el
sentido humeano). 1
52 0
visionales no son concluyentes (diversas tesis ralismo metodológico y que valora sus antecedentes
coherentes pue• den mantenerse en rivalidad en la filo• sofía y las humanidades, al igual que
finamente equilibrada después de que hayan sido remarca sus ambiciones de alcanzar el status de
rechazadas proposiciones fallidas); y al igual que «ciencia».
hemos presenciado en una u otra ocasión, el Considérense generalizaciones tan ilustrativas
argumento más sóli• do no emerge necesariamente como éstas: i) dos de los modos más seguros para
intacto (los resultados pueden ser compromisos desintegrar una coalición autoritaria, por tanto de
desordenados). En este modelo en cierta medi• da abrir camino para una posible transi• ción
relativista de la explicación social, no sólo democrática, son mediante la crisis en la
tendríamos que renunciar a una predictibilidad sucesión o mediante una derrota en un compromiso
potente, sino que el punto de vis• ta «libre de militar externo; ii ) las posibilidades de
valores» del analista sería puesto en cuestión, y se democratización en cualquier país dado estarán
requeriría amplia tolerancia con la contingencia. materialmente afectadas por el resultado de
Llegados a este punto, aquéllos más vinculados procesos simila• res en el Estado regionalmente
a los para• digmas científicos clásicos pueden ofrecer dominante; i i i ) donde la for• mación del Estado se
resistencia, al sentir que a menos que se mantengan ha completado ya (es decir, las fronteras territoriales
en el único marco explicativo coherente que son seguras, y las identidades nacionales están bien
conocen estarán perdidos. El estudio compara• tivo
5
de la democratización puede resultar ú t i l en este
2
caso, incluso para aquellos que no tienen interés en
él como campo sustantivo de investigación, al 2
ofrecer cierto reaseguramiento de que es posible
estudiar procesos importantes que se carac• terizan
por la contingencia, los finales discursivos
abiertos y la coexistencia de subjetividades
enfrentadas, sin abandonar la búsqueda de fuerza
moral explicativa o descuidando la bondad de los
estándares de verificación. Podría indicar que la
cien• cia política tiene algo digno que decir sobre
cuestiones de la mayor importancia pública, algo
que puede expresarse mejor por medio de una
disciplina que está abierta a un grado de plu •
4
consolidación (Rustow, 1970) . Los dos conjuntos de
formadas) la consolidación democrática resultará condiciones estaban bosquejados de mane• ra muy
mucho más fácil que donde la formación del Estado general. Un trabajo subsiguiente ha refinado los
y la democratización han de intentarse dos
simultáneamente. Aunque semejantes propo•
siciones pueden sonar más bien ambiguas y sueltas, 4
Este artículo ha sido ampliamente empleado, pero no
y aunque llevan aparejadas sólo afirmaciones de siempre se recuer• da que Rustow usó el argumento central, de
probabilidad «cualita• tivas» o «confusas», de manera más general, en su pr i • mera contribució n al número
hecho ciertamente proporcionan algu• nas bases inaugural de la mism a revista. Entonces, ponía de relieve «las
para la predicción (así como un esquema de trabajo distintas condiciones necesarias (en realidad, a menudo opues•
tas) para el nacimiento y la supervivencia de un tip o dado de
más amplio para la interpretación). Tales régimen. Por ejemplo, los Estados poscoloniales se origina n en
generalizaciones tie• nen su mérito, ciertamente, la militanci a anticolonia• lista, pero sobreviven por medi o
cuando se las compara con el pre• dicamento de de la gestión cuidadosa de sus problemas económicos y su
aquellos que sólo cuentan con una única expe• polític a exterior. Los regímenes militares resultan típica•
mente del complo t secreto y la rebelión armada, pero duran en
riencia nacional por la que juzgar. cuanto obten• gan una base de apoyo más amplia en alianza
Por lo tanto, esto nos plantea preguntas mucho con los burócratas civiles o un partido político . Lo s líderes
carismáticos, de acuerdo con Weber, esta• blecen sus
más amplias: credenciales por medio de la ejecución de lo que parecen mila
¿Qué nos indica la literatura en torno a • gros, pero preservan su legitimida d a través de la rutinizació
democratización compa• rada sobre los métodos n y la burocra- tización. Un a monarquía absoluta se sostiene
más apropiados para evaluar y compa• rar procesos mejor a través de la aceptación incuestionada de la tradició n y
la herencia, pero evidentemente no puede fundarse nuevamente
macropolíticos complejos y dinámicos? Una con• sobre el mismo principio . La democracia surge a través del
tribución clave fue la aportada por Dankwart conflict o y el compromiso , pero sobrevive por la virtu d y el
Rustow en 1970, quien introdujo la noción de un consenso creciente» (Rustow, 1968, p. 51). (Nótese que la
«modelo dinámico» en el cual las condiciones referencia inicia l a las «con-
favorecedoras de la iniciación de una transición 5
democrática pueden ser completamente diferentes 2
de aquellas requeridas para su subsiguiente 3
avance significativo sobre el trabajo previo, que había
tipos de condiciones y ha intentado tratar con la tendido a listar meramente «prerrequisitos» o
cuestión de cómo han de ligarse, una vez más «correla• ciones sociales» de la democracia. Bajo
apoyándose parcialmente sobre la posterior esta nueva aproxima• ción, el énfasis se traslada de las
reflexión teórica acerca de la naturaleza de los condiciones supuestamente per- cutantes a las
procesos democráticos en general, y en parte sobre dinámicas de interacción una vez iniciado el
induc• ción, tomando en cuenta un número mayor proceso. B) Por sí mismos, ni los reflejos teóricos ni el
de ejemplos y un trabajo más en profundidad sobre material de casos comparativos eran demasiado
casos específicos. instructivos, pero estu• diados en conjunto abrieron una
Para los propósitos de este capítulo, deben fructífera línea de investigación y condujeron
recalcarse tres ideas metodológicas. A) La eventualmente a una investigación comparada
presentación de un «modelo diná• mico» fue un mejorada. C) Aunque los procesos complejos que se
compara• ban eran inherentemente diversos, con a «modelar» las estrategias de los actores clave según
diferencias mayores en cadencia, proceso y resultado, interactúan y compiten por el poder en el curso de la
no obstante fueron vistos holís- ticamente (no democratización; se han agrupado y clasificado de
desagregados en partes componentes a la procu• ra de este modo varias experiencias específicas para
semejanzas más cercanas); y se mostró que en este adaptar las categorías sugeridas por la teoría de
cam• po las diversidades de proceso pueden no juegos (para un claro ejemplo, véase Colomer,
obstante manejarse dentro de un único esquema de 1991). Una perspectiva alternativa ha dirigido su
5
trabajo comparativo . atención a los efectos de la interacción (procesos de
Según se han expandido los estudios de aprendizaje) entre procesos con• currentes (por
democratización, se han intentado muchas variantes ejemplo, actores políticos españoles pueden haber
de esta aproximación gene• ral. Alguno s autores percibido sus alternativas y moldeado sus estrategias
han atribuido importanci a primordia l en respuesta a eventos aparentemente análogos en
Portugal). Alfre d Stepan desarrolló una tipología de
«vías» alternativas a la redemocratización, dirigiendo
diciones necesarias» choca con los ejemplos, que contienen
afirmaciones de tendencia, y se refiere implícitament e a la
su atención a los varios tipos de contextos
lógica de las interacciones estraté• gicas dentro de los regímenes, internacionales (en O'Donnel l et al., 1986) - u n
antes que a las condiciones necesarias exter• nas a ellos.) enfoque que he extendido subsiguientemente, por
5
Desde luego, la historia comparativa ha sido largamente medio de, por ejemplo, distinguir entre las
perseguida a través de estas líneas. A un nive l más teórico, consecuencias de varios tipos de
Weber desarrolló la noción de
«tipos ideales» po r las mismas razones. La afirmació n
«imposición» de la democracia y contrastarlos con
planteada en este caso no es que Rustow inventase un nuevo la demo• cracia a través de la descolonización y a
método (en realidad, el contraste entre condiciones para la través de la «conver• gencia» (Whitehead, 1996).
creación de un régimen y para su mantenimiento puede Un punto a destacar en este caso es que, a pesar de
rastrearse al menos en La Política de Aristóteles), simplemente
que i n i • ció su aplicación al estudio comparado de la la diver• sidad de vías que han sido sugeridas y las
democratización. evidentes diferen• cias de punto de partida y
condiciones iniciadoras, puede argu• mentarse que
5 los resultados - a l menos hasta ahora- han sido
2 relativamente homogéneos y pueden reducirse a un
4 pequeño número de alternativas solapadas. Acaso
como reacción ante esto, algunos de los intentos más
recientes de sondear detrás de estas aparentes
similitudes de resultado se han alejado de con•
siderar las diferenciaciones internas dentro de los
procesos de democratización, redirigiendo la atención
hacia el modo en que tales procesos pueden estar
interactuando con macrocambios sociales
simultáneos en otras áreas (el «decüve de la matriz
esta- docéntrica» o el giro desde una economía
dirigida por el Esta• do a otra orientada hacia el
mercado o el desarrollo de la «socie• dad civil») teoría inicia l más inducción, dirige su atención a
(Cavarozzi [19921 proporciona un ejemplo). ciertas variables estratégicas que se proponen como
Todos estos ejercicios variados de comparación moto-
implican un proceso iterativo en dos sentidos. Un 5
modelo dinámico sim• plificado (o conjunto de 2
generalizaciones de alcance medio), derivado de la 5
res del cambio. Por medio de algunos procesos de considera• ción, pero ninguno de los cuales ha
selección o enjuiciamiento, una escala de casos establecido aún por sí mis• mo un domini o en
(usualmente en mar• cha) se identifican como solitario . La tensión entre la narración compleja
ejemplos posibles del modelo. Las narraciones de y un esquema de trabajo explicativo coherente resul•
los casos se compilan entonces con atención ta obviamente problemática, aunque puede
particularmente dirigid a (aunque no también resultar una tensión creativa: puede
exclusivamente) a las variables estratégicas perderse más que ganarse resol• viendo este
sugeridas por el modelo o esquema de trabajo conflicto de manera unilateral en favor bien de un
iniciales. Pero puesto que esas narraciones de lado o del otro. Existen antecedentes
procesos macropolíticos complejos se caracterizan intelectualmente respe• tables para semejante
por la incerteza y el conflicto de valores, no puede enfoque metodológico 6 . Puede ser una
aguardarse de las mismas con• firmación o rechazo
no ambiguos. Más bien, probablemente plantearán 6
J. S. M i l i (1973, p. 917) reconoció la importanci a de
dudas o sugerirán alguna reespecificación del los estudios de caso cabales en la política comparada,
mode• lo general y generalizaciones. En principio destacando que puesto que sus «leyes empíricas» (o marcos
este proceso de ajus• te e interrogación en dos interpretativos) deben estar fundamentadas en unos
sentidos puede continuar a través de diversos ciclos,
5
particularmente dado que muchas de las narra• 2
ciones se despliegan en direcciones inesperadas y
colocan pre• sión sobre el esquema de trabajo que 6
las acompaña, que tien• de a dejarlas sueltas y sin
un final.
¿Cómo de satisfactorios resultan tales métodos?
Desde un punto de vista purista resultan obviamente
poco metódicos. La mejor defensa para ellos es que
resulta n «apropiados», dada la naturaleza intratable
(aunque de importancia vital) de las rea• lidades
que se proponen explicar. En lugar de prescribir un
solo método para ser seguido con rigor exclusivista,
puede que sea más apropiado recomendar la
aplicación de múltiples métodos solapados, cada uno
de los cuales puede aclarar nuestra com• prensión
de una u otra parte de los fenómenos bajo
aproximació n a las «semejanzas
virtud del debate sobre democratización comparada
que el mis• mo fuerce a sacar a la luz las razones
en favor de procedi• mientos que también se pocos ejemplos «si por lo tanto, incluso uno o dos de esos
pocos ejemplos se conocen de manera insuficiente [...] y por lo
siguen, aunque de manera menos admi• tida, en tanto se los compara de mane• ra inadecuada con otros
otras áreas de nuestra disciplina. ejemplos, nada es más probable que el surgimiento de una ley
empírica equivocada en vez de correcta».
Compárese el reciente volumen de Geoffrey Hawthor n
sobre cómo pen• sar acerca de los contrafactuales en la
c) Formación de explicación social. «Las conexiones causales o recorridos que
conceptos hayamos sido capaces de detectar [...] resultan fra• seados bien
en un nivel que resulta tan general que es insuficientemente
infor• mativo y no afronta nuestros intereses explicativos;
Una implicación particular de esta bien tan condicionales que no son generales; o bien, cuando
aproximación ha atraí• do la atención han generado proposiciones testables, son falsas. Porque la
académica, acaso porque encaja con algu• nos respuesta a preguntas acerca del cambio social [...] tie• ne que
rodearse con tantas condiciones, toda consideración de cualquier
debates más amplios en la filosofía cam• bio particular, si ha de respetar la condicionalidad del
contemporánea. Ell o afecta a la formación y ejemplo, ha de ser en sí misma relativamente particular y
ajuste de conceptos, la manera en que los conformemente compleja. Y cuanto más complejo se vuelve
conceptos (algunos prefieren decir categorías) [...] más alternativas sugiere» (1991 , pp. 160-161).
7
que estructuran el marco interpretativo se Tras reconocer que «la comparación amplia es difíc il ,
generan, se definen, se relacionan unos con que la realidad social y política es heterogénea, que aplicar una
categoría en un contexto dado requiere conocimiento detallado
otros y se ajustan en el curso de la de ese contexto, y que es fáci l aplicar ma l las categorías»,
investigación 7 . As í Collie r y Mahon se Sartori (1970) proporciona una guía úti l del «viaje» y el «esti•
embarcan en una crí• tica de potencial largo ramiento» conceptual que puede requerirse para acomodar estos
alcance de lo que denominan «cate- gorización nuevos casos.
clásica», según se contiene en el bien conocido 5
artículo de Sartori en la APSR (1970). Invocan a 2
Wittgens- tein como la fuente de su
7
familiares » y a Lakof f por la noció n d e Los refinamiento s que proponen crean «una
«categorías radia• les» (Collier y Mahon , 1993, oportunidad para una aplicación más amplia y
p. 852) 8 . Semejante «descen- tración» del flexible incrementando la extensión de la
significado de conceptos centrales puede con • categoría. Aunque esta flexibilidad mayo r pueda
ducirlos fácilment e al relativism o cultura l o conducir a disputas académicas mayores acerca
al terreno posmoderno, aunque los autores de si la categoría se adapta al caso bajo
retroceden rápidamente, concluyendo que el estudio».
artículo de Sartori «permanece mere• cidamente Este artículo precavidamente innovador plantea
como un punto de referencia para los investiga• más asun• tos mayores que aquellos que confronta.
dores de la política comparada», aunque «se En términos prácti• cos, la conclusión prudente es
impongan cier• ta precaución y refinamiento» . que algo parecido al «tipo ide• al» weberiano
proporcion a aún una manera efectiva de d) Objetividad y status científico
combinar métodos imaginativos, analógicos
-inclus o in tu i • tivos- de construcción de la
¿Qué es, entonces, el status científico de
teoría que continúan el compro• miso con la
estos estudios sobre democratización? Antes de que
verificación «objetiva» y procedimientos imper•
esta pregunta cree exce• siva angustia, deberíamos
sonales de multiplicación . Desde una visión
hacer una pausa para recordar que incluso en las
alternativa, las categorías clave distribuidas en la
bien fundadas ciencias naturales han emergido
literatura sobre democra• tización resultan tan
dudas sobre la visión tradicional sobre cómo surgen
intensamente normativas y valorativas que su
y se veri• fican las teorías. El tema central en el
emergencia y ajuste debe ser un proceso
pensamiento de Isaac Newton fue el
inherente• mente evaluativo. Por ejemplo,
establecimiento del dominio del espíritu sobre la
calificar una democracia de
materia demostrando la actividad divina en la
«consolidada» no es meramente categorizarla
forma de ope• rar ordinaria de la naturaleza. La
sino también juzgarla. Es tanto normativo como
mayoría de las teorías cientí• ficas están hasta
autorizador. Si los analis• tas tiene n
cierto punto indeterminadas por la evidencia
discrecionalida d para seleccionar categorías que no
reunida para «probarlas». Pese a que los agentes
son meros reflejos de una realidad dada, y si
cognitivos científicos interactúan típicamente, con
sus métodos requieren iteración entre sus
una variedad de propó• sitos y siguiendo una
conceptos y procesos políticos específicos
variedad de estrategias cognitivas, sus métodos,
altamente controvertidos, ¿pueden aún reclamar
analizados sin sentimentalismo, permiten aún el
que están practicando una «ciencia» neutral y no
avan• ce científico racional (Kitcher, 1993). Así, en
un «arte» más subjetivo?
especial cuando el objeto de estudio no es la
naturaleza sino la política, la cons• trucción de la
teoría será poco fructífera a menos que pueda de
8
Véase Gallie (1956), quien propone una visión subjetivista del algún modo tomar en cuenta la «disposición
signifi• subjetiva» de los agentes para quienes se intenta.
cado de Un politólogo que fuera despojado de todo
«democr conocimiento social carecería de los requisitos
acia».
para organizar e interpretar la evidencia. Pero si el
5 lenguaje, la historia y el conocimien• to del
2 contexto son elementos constitutivos en el
8 proceso de construcción teórica, entonces un trabajo
exitoso requerirá cier• ta combinación de rigor y
armonización. En realidad un gra• do de
pluralismo metodológico y una diversidad de
fuentes de reclutamiento pueden ser requerimientos
vitales para el pro• greso de la ciencia política en
general así como, de manera más obvia, para la
política comparada en particular. Cuando la tarea
implica comparar procesos dinámicos complejos po r alta contingencia es compararlos con
que ocurren en más de un país, entonces el ejercicio interpretaciones plausibles de lo que podría haber
demanda que la armonización social se vuelva ocurrido de otra manera. No obstante,
mucho más exacta (cuestión central para los
estudios de área). Un elemento principal en la 5
comprensión de procesos complejos caracterizados 2
9
la selección de contrafactuales apropiados es una análisis com• parado -enumeración, muestreo,
actividad más exigente. Requiere conocimiento comparación pareada, estu• dios de caso,
extensivo del contexto y de analogías apropiadas o modelación y así sucesivamente-, algunos de los
casos aparentemente comparables; y requiere juicio cuales altamente positivos, extendiéndose a través
habilidoso. En resumen, requiere ambos, cien• cia y del espec• tro que va desde lo fuertemente normativo
arte. hasta incluso lo sub• jetivo. Todos están, en una u
Finalmente, si el objeto de estudio es la otra manera, implícit a o explíci• tamente cargados
democratización, no será posible generar un con teoría. Una aproximación pluralista nos lleva a
marco interpretativo adecuado o propiamente la conclusión de que diversas perspectivas teóricas
evaluar los casos instantáneos sin una buena riva• les pueden poseer algún poder explicativo y,
familiarización con las normas, principios o por lo tanto, que merece la pena el intentar múltiples
valores democrá• ticos que se requieren de cara a estilos comparativos encar• nando puntos de vista
estructurar el orden polític o emergente. Por lo teóricos alternativos. El rendimiento de teorías
tanto, el estudio comparado de la demo• diferentes y estilos alternativos de investigación
cratización requiere un grado de implicaci ó n pro• bablemente dependa en gran parte de la
normativ a (armonización, familiaridad con el naturaleza de la tarea explicativa. Así, una teoría
contexto, capacidad para relacionarlo con las altamente positivista y predictiva puede ser
aspiraciones democráticas) que, lejos de servir apropiada para modelar y comparar las propiedades
como un sustituto de claridad analítica y respeto de reglas de decisión alternativas en situación de
por la evidencia, constituye un complemento representa• ción proporcional; mientras que el
indispensable para tales atributos. potencial revolucionario
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Desde el comienzo, comparar ha constituido una manera par•
ticular de conectar ideas derivadas desde la filosofía política y
la teoría a los hechos y fenómenos empíricos. El énfasis pri •
mario se refiere al poder. El propósito es determinar qué varia•
ciones implica la diferencia entre las maneras en que puede des•
plegarse el poder -n o el poder en general, desde luego, sino en
cuanto que organizado en sistemas políticos y generado a nive•
les nacionales y subnacionales-. Interpretar el significado de las
diferencias en los usos y distribuciones del poder por sistemas
políticos diferentes es la empresa común subyacente en varias
15. Política comparada : l o viejo y lo nuevo aproximaciones alternativas a la política comparada.
Antes de examinar cómo ha evolucionado la política com•
parada, parecen preceptivas algunas definiciones clarificado•
DAVID E. APTER ras. Cuando hablamos de «sistema» político, queremos decir
que sus componentes son interdependientes, un cambio en uno
implica cambios en otros. Los sistemas políticos, en el míni •
mo, tienen como responsabilidad primaria (podría denominarse
I . Introducción su función original) el mantenimiento del orden sobre juris -
535
dicciones definidas, para lo cual poseen el monopolio sobre embargo, no existe una corres• pondencia clara o incluso
la fuerza coactiva. Llamamos Estado a las jurisdicciones sobe• necesaria entre la intervención del gobierno y el beneficio
ranas (Poggi, 1990). «Gobierno» es el medio principal a través social.
del cual los sistemas políticos funcionan. «Sociedad civil » se Fuertes o débiles, democráticos o autoritarios, los
refiere a aquellas redes de la sociedad (como las organizacio • siste• mas políticos son importantes en la medida en que sean
nes del voluntariado, las ONG , servicios de educación «con• figurantes», esto es, en la medida que establezcan leyes
priva• da o religiosa, etc.) que están fuera del control del y órde• nes que efectivamente gobiernen la conducta
gobierno o del Estado aunque realizan funciones públicas política . Sin embargo, la adaptación entre el
(escuelas, etc.). Cómo interviene, y la manera en que se comportamiento político pres• crito y el real varía
delimita su poder defi• ne el tipo o carácter del Estado extensivamente en tiempo y lugar. Según los ciudadanos del
(democrático, autoritario, etc.). Estado o los individuos y grupos en la socie• dad c iv i l
«Democracia», de acuerdo con Schumpeter (1947, p. 269), cambian y eluden el comportamiento prescrito, a través de
puede definirse como «aquella disposición institucional para medios legales o legislativos o por medio de accio• nes de
llegar a decisiones políticas en la que los individuos adquieren confrontación (reflejando una variedad de circunstan• cias),
el poder para decidir, por medio de la lucha competitiva por el resultado es cambio en valores y creencias, alteracio• nes
el voto de la gente». En el grado en el que el gobierno en principios de justicia, o modificaciones en la búsqueda de
inter• venga en la sociedad c ivi l hablamos del «Estado fuerte» objetivos altamente valorados. Por lo tanto, incluidos entre las
(Birn - baum, 1982), esto es, aquel en que el gobierno acepta preocupaciones críticas de la política comparada están lo
un alto nivel de responsabilidades por el bienestar de sus bien que los diferentes tipos de sistema político resultan «con•
ciudadanos. Donde tales responsabilidades son
cumplimentadas por cuer• pos fuera del Estado hablamos de
una «sociedad civ i l fuerte» (Badie y Birnbaum, 1983). Sin
del enfoque general seguido, la naturaleza de las preguntas
figurantes» en realidad, cómo pueden establecerse y mante•
planteadas o las hipótesis a comprobar. A este respecto puede
nerse tales tipos, y cómo pueden mediarse las discrepancias
afirmarse que la política comparada, en cuanto va más allá de
percibidas entre comportamiento político prescrito y real. Defi•
la mera descripción, es la cara empírica de la filosofía o de la
nir el buen sistema político y asegurar una buena adecuación
teoría políticas 1. Entre los asuntos más característicos han esta•
entre tal sistema y los procesos políticos reales es una cuestión
do la exploración de las diferencias entre sistemas políticos
central dentro del alcance más amplio de los intereses de la
en relación al conflicto o el compromiso, poder y responsabi•
política comparada. En cuanto existe amplio consenso sobre
lidad pública, eficacia y justicia. «Tipos» concretos de siste•
que la democracia es el mejor sistema político disponible, la
mas políticos incluyen una amplia variedad de alternativas, desde
mayoría de la investigación comparada muestra una preo•
las «tribus» a la polis, a los Estados, monárquicos y republi•
cupación por la democracia: cómo realizarla, sostenerla, adap•
canos, democráticos y autoritarios, presidenciales y parla•
tarla y mejorarla, y cómo tratar con las amenazas, tanto desde
mentarios. Dentro de cada cual, hay también una amplia varie•
dentro como desde fuera, para su supervivencia.
dad en cómo las facciones y las coaliciones se forman y
Las comparaciones de los sistemas políticos y cómo fun• reforman, se persiguen intereses, y, dependiendo de las estruc•
cionan tienden a hacerse sobre la base de los Estados que son turas constitucionales, se sostienen vínculos entre la sociedad
sus vicarios concretos. La mayoría de la comparación de los
sistemas políticos se hace por países, instituciones en su seno
(subsistemas), y caso. Se dispone de una variedad de estrate• 1
El víncul o entre ellas puede así ser difícilmente separado de los méto•
gias: funcional, multivariable, fenomenológica y así sucesiva• dos comparativos, los cuales, sin embargo, requerirían un tratamiento mayo
r del espacio del que disponemos aquí.
mente. Cualquier estrategia de investigación elegida dependerá
536 537
disciplinas de la ciencia social. En cambio, el «neoinstitucio-
civi l y el Estado (si en términos de parentesco, cuerpos ecle• nalismo» no sólo volvi ó al Estado sino que modificó las preo•
siásticos, movimientos políticos, partidos políticos o sistemas cupaciones de los desarrollistas hacia una dirección de mayor
electorales). operacionalismo, más ajustada al modo en que funcionan los
Entre la variedad de enfoques comparativos, se destacarán sistemas políticos y los Estados.
tres para su examen: institucionalismo, desarrollismo y neoins-
titucionalismo. El primer enfoque tiende a centrarse sobre los
funcionamientos específicos de los sistemas políticos per se: II . Institucionalismo
presidencial y parlamentario, unitario y federal, partidos y vota•
ciones, comités y elecciones. El segundo enfoque incorpora El institucionalismo fue el enfoque más o menos exclusivo
teorías amplias del cambio social. El tercer enfoque combina en la política comparada, hasta, y también bastante después, de
ambas. El institucionalismo constituye la base de la política la Segunda Guerra Mundial . Su énfasis original se situaba en
2
comparada. Continúa siendo fundacional . Incluso los textos la ley y la constitución, sobre cómo evolucionaron en sus dife-
3
más recientes siguen siendo «institucionalistas» . Esto es, des•
criben cómo funciona el sistema político de un Estado deta• 2
Para buenos ejemplos de textos comparados estándar siguiendo la tra•
llando la estructura y funcionamiento del gobierno y sus prác• dición del institucionalismo, véanse Friedric h (1968) y Finer (1949).
ticas. Lo que acabó por llamarse la «nueva» política comparada 3
Compárese, por ejemplo, las categorías en un «viejo» texto institucio-
-desarrollismo (político y económico)- ponía más énfasis sobre nalista como la Theory andPracüce of Modera Government de Hermán Finer
el cambio social antes que en las técnicas de gobernación, y (1949) con la última edición de la obra French Polity de Wi lli a m Safran (1995).
En ambos las categorías son en buena medida las mismas.
al hacerlo así se aprovechaba de manera considerable de otras
53 8
rentes formas el Estado, la soberanía, las jurisdicciones, y los
instrumentos legales y legislativos. Eran significativas las varian•
tes distribuciones de poder y cómo se manifestaban en las rela•
ciones entre la nación y el Estado, el gobierno central y local,
la administración y la burocracia, las prácticas y principios lega•
les y constitucionales. Semejante evolución comenzó en la
Antigüedad cuando las ideas del sistema político se articula•
ron primeramente (Bryce, 1921), con la democracia como un
resultado ideológico . Sin embargo, aunque el institucionalis•
mo recalcó especialmente el carácter occidental de la demo•
cracia, proclamó también su universalidad. Democracia signi•
ficaba gobierno civi l diferenciado, legislativos y cortes, poderes
ejecutivos y gobierno local, municipalidades. La política com•
parada implicaba el examen detallado de cómo trabajaban esos
medios, incluyendo un fuerte énfasis en la reforma (expandiendo
el sufragio, el problema de la oligarquía, reduciendo los peligros
para el orden establecido por doctrinas tales como el anarquis•
mo, el socialismo y el comunismo), un contexto de creciente
4
revuelta social, guerras mundiales, depresión y totalitarismo .
En estos términos, la política comparada es virtualmente con•
temporánea con los orígenes de la ciencia política. Podría decir•
se que la relación entre la filosofía política y la política compa•
rada ha sido recíproca. Cada una ha contribuido a la otra en
términos del análisis del poder así como de los ideales perfecti•
bles de justicia. Las preocupaciones clásicas se referían al mejor
Estado en cuanto encarnación de razón, sabiduría y racionalidad,
5
y a cómo de bien nutría la virtud cívica de los ciudadanos .
4
Fuera país por país, función por función o medio por medio, su preocu•
pación primaria se refería a los Estados y los gobiernos, las constituciones y
sus enmiendas, los derechos y sus garantías, los sistemas federales y unitarios,
centralización y descentralización, regionalismo y localismo, cuestiones de
representación mayoritaria y minoritaria, gobierno de gabinete o dictadura de
gabinete, sistemas multipartidistas versus bipartidistas, mandatos, electora•
dos, primera y segunda cámaras, comités legislativos y electorales, procedi•
mientos, las audiencias de gastos y su debate, votaciones y cierre, el papel de
los comités y, de manera creciente, el papel de la opinión pública y la prensa.
5
Como se ha destacado en otra parte en este volumen ( Almo n d : supra,
cap. 2) las tipologías originales del sistema polític o en La República o Las
53 9
Del institucionalismo, derivando sus ejemplos originales de la Roma republicana y la imperial, podría decirse que ha evo•
lucionado desde las preocupaciones antiguas hasta las doctri•
ridad eclesiástica y secular, sobre reino y señores feudales, y
nas ilustradas de la ley natural y positiva. La ley representaba
las guerras civiles y revoluciones que transformaron el con•
una relación orgánica entre magistrados y jurisdicciones supe-
tenido de las teorías de autoridad, de individualismo y pacto
rordinadas y subordinadas. Los estudiosos de las institucio•
social de principios abstractos en cuestiones de vida o muer•
nes comparadas eran principalmente juristas. Examinaban por 6
te (Gough, 1957) .
ejemplo las Instituciones de Justiniano, las contribuciones de
los comentaristas y glosadores (por no hablar del Código de Estas conexiones íntimas e intrincadas entre la filosofía polí•
Hammurabi, las Instituciones de Gaio, la ley sálica y germá• tica, el derecho y la historia adoptaron la forma de dos tradi•
nica, etc.). Para algunos el Derecho romano fue una fuente de ciones diferentes aunque solapadas, la continental y la anglo•
inspiración. Otros recibieron influencia de teorías del pacto sajona. Para la disciplina de la política comparada, fue la última
social que centraban su atención sobre la legitimidad en tér• la que se volvi ó más importante. Con un pedigrí que puede ras•
minos de representación, la relación entre el individu o y la trearse hasta Bracton en el siglo xm , incluye figuras tales como
comunidad; el ciudadano y el Estado definían la naturaleza del Blackstone, Anson, Stubbs, Dicey, Vinogradoff y Maitland. Por
constitucionalismo. En esos términos la filosofía política y el lo tanto, el institucionalismo posee una historia de constitucio•
derecho se convirtieron en fundamentos para el estudio insti• nalismo marcada por la transferencia de poderes generales y
tucional de la política comparada (Strauss, 1959). específicos de los monarcas a las asambleas, por medio de dere•
chos representados en fueros, con la democracia como fun•
Un tercer ingrediente, según implic a la discusión previa,
ción de la supremacía parlamentaria. El institucionalismo incluía
fue la historia. En este caso el énfasis era también sobre la
el examen de los procedimientos e instrumentos por medio de
evolución del Estado más alia de las polis y de los orígenes
los cuales podía hacerse funcionar a la libertad como precon-
del conciliarismo, pero en términos de eventos de referencia
dición para la obligación 7. En resumen, si la política compara-
específicos, luchas entre el Estado y la Iglesia, entre la auto-
6
El paradigma institucional tomó realmente forma durante el período de
Leyes de Platón, o en La Política de Aristóteles, extrajeron su inspiración de la Ilustración. El énfasis primero sobre categorías de personas y sus diferentes
comparaciones concretas entre Esparta, Atenas, Persia y otros Estados, y ads• «naturalezas» fue transformado en un universo de individuos cuyas diferencias
criben diferencias entre la gente (clases o «razas»). Así , por ejemplo, se dis• eran relativamente menores; desde luego, importaba si la visión del hombre en
tinguía a las polis bárbaras de las griegas, los esclavos de los ciudadanos, los un estado de naturaleza en cuanto comparada con la comunidad ci vi l era o no
aristócratas de los plebeyos - c o n tales distinciones validando prescriptiva- benigna. Para Hobbes, que no lo era, no se trataba de una cuestión de demo•
mente la concentración y dispersión del poder de acuerdo con las tipologías cracia. Aunqu e la mayoría de los restantes teóricos resaltaron propiedades
de sistemas políticos basadas en el uno, los pocos y los muchos- . Estos tipos más benignas como la propensión al trato, el trueque y el intercambio de Ada m
de sistema político eran mejores o peores de acuerdo con la forma en que pro• Smit h (es decir, identificando un universo de intereses), siendo el problema
movieran la virtud , la prudencia, la moderación , el coraje en la guerra, la cómo reconciliar mejor la libertad individual con las reglas comunitarias. Para
disciplina individual y la cívica dentro del buen Estado, así como, según espe• Rousseau, era la voluntad general; para Locke, el ejercicio de la responsabili•
cificaban las circunstancias bajo las cuales el buen gobierno podría decaer, dad c iv i l , una cuestión de representación parlamentaria y soberanía.
desde luego, la mejora mora l y la prevención de la decadencia fue una preo• 7
La tradición continental del institucionalismo se interesó también por
cupación principal desde Platón y Aristóteles en adelante, y de acuerdo con
la teoría del contrato social. Retenía una conexión más sólida con la tradición
ella pueden compararse tipologías no sólo para los «mejores» sistemas sino
de los derechos naturales como se encarnó en el Derecho romano, el conci•
para las alternativas más posibles, incluyendo aquella en que el Estado pro•
liarism o eclesiástico, en un contexto de nacionalismo en desarrollo. El últ i •
porciona la mejor educación para sus ciudadanos.
mo adoptó la forma de un historicismo evolutista, una teleología, esto es, el
emerger inevitable de las instituciones democráticas fuera de conflictos especí•
540 ficos, como aquellos entre el conciliarismo papal y la monarquía, la corpo•
ración medieval y el Estado secular (Gierke, 1950).
54 1
da versaba sobre la evolución de la democracia, ésta se consi• deraba un instrumento para la perfección mora l del hombre
«hacia la que mueve su propia naturaleza» (Barker, 1946), cons• pública y el consenso, autoridad legislativa y ejecutiva, solu•
tituyendo la evidencia del tal «movimiento» las grandes revo• ciones electorales, la jurisdicció n de tribunales y magistrados,
luciones democráticas: la inglesa, la norteamericana, la francesa, y las virtudes relativas de las constituciones no escritas frente
la cual muestra dos alternativas poderosas y en competencia, el a las escritas (un debate aún viv o en Inglaterra), las virtudes de
constitucionalismo liberal de 1789 y el jacobinismo radical de los sistemas unitarios frente a los federales, sistemas presi•
1792 (Furet y Ozouf, 1989). denciales frente a parlamentarios, el funcionamiento de los
Cómo comprender las ideas de estas revoluciones consti- gobiernos de gabinete (Jennings, '1936, 1947), el papel del
tucionalmente fue una forma en que la Historia-como-even• consejo privado del monarca y el significado de su falta, la
tos llegó a incorporar principios de gobierno modernos. Si cada transformación de las casas de la famili a imperial en organi•
revolución se representa como un sistema de gobierno ajustado zaciones administrativas (Robson, 1956), la evolución del gobier•
de la mejor manera a la naturaleza del hombre ¿Qué arreglo no local, las reglas procedimentales del comportamiento parla•
institucional era más apropiado para cada una? ¿Qué maximi - mentario (Campion, 1950), revisión judicia l , el papel de los
zaría, en cada caso, el poder configurador de las constituciones magistrados, comités y sistemas de comités (Wheare, 1955), sis•
democráticas y libertarias? temas electorales (Mackenzie, 1958; Lakeman y Lambert, 1959)
Por encima de todo, el institucionalismo se preocupaba por y, por encima de todo, partidos políticos (Ostrogorski, 1964;
la democracia como un sistema de orden con fines abiertos. Eso Michels, 4915 , 1958; Duverger, 1954).
resaltaba la centralidad de la opción. Si el orden era una priori•
dad, la opción era otra. Ambas se convirtieron en estándares para Un formidable conjunto de figuras personifica tales preo•
evaluar los gobiernos. Comparando en estos términos los gobier• cupaciones, incluyendo a Cari Schmitt en Alemania, Ivor Jen•
nos de Inglaterra, los EE.UU . y Francia tras sus revoluciones; nings, Ernest Barker y Harold Laski en Inglaterra, León Deguit
el parlamentarismo británico se representó como el sistema par• y Andre Siegfried en Francia, Cari Friedich y Hermán Finer en
lamentario modelo por causa de su estabilidad superior, el nor• los Estados Unidos, por nombrar sólo a unos pocos. Lo que
teamericano fue el sistema presidencial modelo por causa de
tenían en común era no sólo un extraordinario conocimiento
su capacidad de opción (y su localismo), mientras el francés era
la versión inestable del primero. En este sentido, gobiernos y empírico de cómo funcionaban tales instituciones, incluyen•
Estados pueden juzgarse por su distancia desde los dos prime• do instrumentos especializados com o partidos políticos o
8
ros, siendo preferido en general el primero frente al segundo . comités parlamentarios, sino un conocimiento común de la his•
En estos términos, el institucionalismo se preocupó por defi• toria y derecho clásicos, medievales y del contrato social.
nir aquellos arreglos políticos más capaces de cuadrar el círcu• Los institucionalistas no sólo estudiaron los funciona•
lo: entre orden y opción, individuo y comunidad, derechos ciu• mientos de la democracia o las alternativas autoritarias en tér•
dadanos y obligaciones, de acuerdo con la responsabilidad minos configúrales. Reconocieron que las instituciones «fun•
8
cionan» sólo en cuanto que encarnan los valores, normas y
Inglaterra fue el prototip o de la democracia parlamentaria, estable y
unitaria; Francia, de la inestable; y E E . U U . un ejemplo de las virtudes del
principios de la democracia en sí mismas. Puesto que el ins•
federalismo y el localismo. No pocos estudiosos norteamericanos, incluyen • titucionalismo nunca versó simplemente sobre mecanismos
do a Woodrow Wilson , apoyaron un sistema parlamentario para los de gobierno sino también sobre cómo se «institucionalizaban»
Estados Unidos.
los principio s democráticos. Eso sugería que sólo algunas
sociedades estaban «adaptadas» para la democracia, mientras
que otras lo estarían cuando hubieran evolucionado de mane•
ra acorde. De ahí, por ejemplo, el colonialismo tutelar como una vía apropiada para nutrir y animar la democracia por medio
54 2 543
24
El último , un campo en crecimiento, incluye trabajo comparativo
sobre movimientos sociales en Polonia, Chile, Francia y en otros lugares
por par• te de Al a i n Touraine, Charles Ti l l y y Sidney Tarrow.
55 6 557
los énfasis se sitúa sobre el juego entre los subsistemas polí• preocupación con los arreglos institucionales particulares,
ticos, cómo se crean las oportunidades para «acuerdos nego• apoyándose tanto en las formas cuantitativas como cualitati-
ciados» (D i Palma, 1990).
558
Otra tendencia importante en el neoinstitucionalismo es
el uso de la teoría de la elección racional, que está siendo apli•
cada de manera más y más frecuente a la cuestión de la demo•
cracia en términos de lo que podría denominarse el «merca•
do doble», la intersección entre el mercado económico y el
político -un a aproximación de la que fueron pioneros Downs
(1957) y Olson (1965; 1982) y fue desarrollada en una varie•
dad de contextos por Hechter, Bates, Laintin , Rosenbluth y
otros- . Para Przeworsk i (1991), el elemento crucia l en la
supervivencia de los regímenes democráticos reside en su
capacidad para generar incentivos tales que los grupos polí •
ticos que pierdan tienen todavía más que ganar de la compe•
tencia dentro del marco democrático que de lo que ganarían
subvirtiéndolo. En contraste con ambos, los viejos institu -
cionalistas y los teóricos de la modernidad (como Hunting -
ton, por ejemplo), asumirían que no es necesario creer en el
orden democrático para apoyarlo. Lo que cuenta más para
Przeworski es si se están cubriendo las necesidades econó•
micas, y el grado en que las reformas resultan en desempleo,
pobreza y reducción de la desigualdad. Con estas preocupa•
ciones, no sólo han vuelto a resultar centrales las instituciones
de gobierno, sino que también lo han hecho los problemas en
los Estados del Bienestar social y socialdemócratas occidenta•
les, incluyendo cómo pagar programas compensatorios y otor-
gadores de prestaciones, planteando preguntas sobre el papel
apropiado y el alcance del gobierno y los límites de la inter•
vención estatal.
No se olvida a la cultura política. Usando Italia como estu•
dio de caso en un contexto de política regional, Putnam (1993)
argumenta de manera bastante convincente que es la presencia o
la ausencia de las tradiciones cívicas, la comunidad cívica, lo
que constituye la variable clave. Su enfoque combina una
parte del trabajo de los teóricos de la modernización con una
vas de análisis, dentro de la tradición configurativa del insti- hart, 1990; Abramson e Inglehart, 1995).
tucionalismo. Estas preocupaciones más específicas encajan en compa•
Finalmente, la economía política ha combinado con las com• raciones más amplias entre, por ejemplo, países escandinavos u
paraciones institucionales en Europa, incluyendo respuestas por otros países socialdemócratas como los Países Bajos o Fran• cia,
parte de los partidos políticos a los cambios en la economía, la Estados «fuertes» o intervencionistas que tienen altos cos• tes
sociales per cápita y elaborados programas de bienestar. Entre
integración europea, y por supuesto la desaparición del socia•
algunos tratamientos recientes y significativos de tales
lismo no sólo en Europa del Este y Rusia, sino también el decli• materias pueden incluirse los trabajos de Peter Hal l (1986),
ve del socialismo y la socialdemocracia en el oeste. Entre los John Zysman (1983) y Peter Katzenstein (1978) .
25
intereses presentes se encuentran cómo sostener el Estado de El neoinstitucionalismo, por tanto, es menos constitucional
Bienestar social y el socialdemócrata, el impacto del declive que el viejo, y más dependiente del análisis económico en cuan•
de la izquierda en general sobre los alineamientos partidistas, y to que trata con la política monetaria o fiscal, los bancos, los
preocupaciones tan específicas como la transformación del mercados y la globalización. Pero se preocupa también con la
Partido Laborista británico hacia la aceptación de los principios localización de cambios en el proceso legislativo, giros en la
del mercado y contra la nacionalización, la fase desnacionali- política de partidos largamente establecidos (como el impac• to
zadora del miterranismo y la fraccionalización del Partido Socia• de miterranismo, el tatcherismo o el reaganismo sobre los
lista en Francia, y así sucesivamente. Hay debate acerca de en principios y prácticas del gobierno), por no hablar de las nue-
qué medida la democracia es una función de sus procedimien•
25
tos y su eficacia, y en qué medida de tradiciones culturales pre• Véase también Sen (1984), Lipton (1980) y Lindblom (1977).
vias o transformaciones culturales (véase, por ejemplo, Ingle-
559
vas formaciones sociales, coaliciones y similares según afec• del gobierno como un sistema de proporcionalidades mutuas
26
tan al Estado. Como el viejo, está relacionado con el Estado entre riqueza y poder, gobernantes y gobernados .
como una instrumentalidad por propio derecho, con sus ten•
dencias y necesidades propias, y, en cuanto que poder confi-
V. Una evaluación
gurador, con cómo determina la naturaleza de la sociedad civil .
En general puede decirse que el neoinstitucionalismo está más Este repaso muy breve de algunas de las tendencias más
conectado con la teoría política y social, y menos con la filo• nuevas en el análisis comparado no puede, por supuesto, hacer
sofía política, que su predecesor, y también más comprometi• justicia a las variedades que se están emprendiendo hoy en
do con la economía política. día en la política comparada. Lo que debería entenderse tam•
Se presta atención renovada a la importancia de las estruc• bién es que con cada cambio en el foco analítico de compara•
turas legales, el significado de su presencia o ausencia en, diga•
ción, se invocan distintos ascendentes intelectuales; y con cada
mos, Rusia o China -po r no hablar de las instrumentalidades
específicas por medio de las cuales instituciones representati• vuelta de tuerca analítica viene un giro en los métodos com•
vas derivan su legitimidad del consentimiento de los goberna• parativos y las estrategias operativas (cuantitativa y estadísti•
dos-. Por encima de todo, el neoinstitucionalismo nos devuel• ca, procesos estocásticos, análisis de sendas, análisis de redes,
ve a la eterna cuestión de l significado de la proporcionalidad así como funcionalismo, estructuralismo, análisis de coalicio•
en los sistemas políticos, la pregunta origina l de Platón así nes y vectores, ecología social, y así sucesivamente) (Golem-
como de Rousseau, quien fue explícito acerca de la necesidad
biewski, Welsh, y Crotty, ' 1968, 1969). Ha habido también bue- ñas colecciones sobre estas materias: los primeros de Eckstein y
Apter y su Comparative Polines (1963) y esfuerzos ciclópe• os
26
Véase la discusión de la proporcionalidad en Masters (1968, pp. 340-350). para cubrir el alcance del campo como el Traite de Science
Politique de Grawitz y Leca (1985), así como esfuerzos más
modestos como Le Développement Politique de Badie (1980),
How to Compare Nations de Dogan y Pelassy (1984), New
Directions in Comparative Polines de Wiarda (1985), y Com•
parative Political Systems de Andrai n (1994). Como se sugi•
rió originariamente, estos estilos diferentes de análisis han sido
acompañados por un interés constante en el uso de métodos,
las unidades apropiadas para la comparación, qué principios
teóricos e ideas usar para las hipótesis, qué técnicas propor•
cionarán covarianza, y qué constituye las bases de una expli•
cación válida. Los asuntos van desde el «problema de N» ver-
sus el estudio de caso hasta las virtudes y deficiencias de las
grandes teorías (Skinner, 1985), y lo que Til l y (1984), atacan•
do a las teorías de este últim o tenor, ha llamado «grandes
estructuras, grandes procesos y vastas comparaciones». Cual•
quiera que sea el énfasis, el análisis de política comparada más
nuevo ha tendido a emplear una variedad de métodos empíri•
cos, funcional, analítico, cuantitativo, estadístico, en contra de
las comparaciones descriptivas (país por país, institución por
institución).
Existe siempre un problema con cómo incorporar de la mejor
manera preguntas teóricas e hipótesis en los materiales de caso,
de modo que no ilustren simplemente lo que ya se sabe (un efec•
to de reforzamiento), o simplemente añadan detalles sin un
incremento sustantivo del conocimiento general (un problema
de trivialización). La ventaja de los estudios de caso es su pro•
fundidad, su preocupación con las características internas de la
vida social y política. El problema es cómo lograr el equili•
brio correcto. Pocos estudios de caso que contengan una des-
cripción detallada de la política han tenido mucho impacto sobre
la política comparada, excepto para fines ejemplificativos. Aque•
llos que hacen trabajo de campo a menudo están parroquiali-
zados por estudios de área o de país y antiteóricos, pues el cono•
cimiento detallado tiende a volver difíci l la generalización. No
siempre es éste el caso, los estudios de campo como los de
560 561
Geertz, Coleman, Apter, Ashford, LeRoy Ladurie, Furet, Lewin ,
y subconjuntos que perjudican al centro pero tienen razón de
Tucker, Scalapino, en contextos tan variados como Indonesia
ser para los implicados.
y Marruecos, África, Japón, China, Francia, Rusia (por tomar
algunos más o menos aleatoriamente), todos aportan una teoría Desde luego, la necesidad de análisis más próximos al caso
amplia que sostiene situaciones específicas. Temas mayores se varía de acuerdo con las cuestiones que estén siendo plantea•
encarnan en estudios de casos como Nigeria, Background to das. Mucho depende de los requerimientos de conocimiento
Nationalism, de Coleman (1958), Ghana in Transition, de Apter en profundidad donde tal conocimiento esté disponible, como
('1963, 1971b), o Political Kingdom in Uganda ('1961, 1996), con China, o como con Japón, donde resulta difíci l trabajar sin
Class and Economic Change in Kenya, de Kitching (1980), The conocimientos del idioma, historia, cultura, arte, y así sucesi•
State and Society, de Stepan (1977), The Transformation of Poli• vamente. Semejante conocimiento puede faltar en países como
tical Culture in Cuba, de Fagen (1969), Interest Conflict and los de África , donde había pocos materiales escritos anterio•
Political Change in Brazil, de Schmitter (1971), y Chinesse res al colonialismo, con la excepción quizá de los países ára•
Vülage, Socialist State, de Friedman, Pickowicz y Selden (1991), bes, y donde la recuperación del pasado puede requerir del
por mencionar sólo unos pocos. Ninguno de estos estudios es empleo de la tradición oral. Pero una de las mejores razones
simplemente un ejercicio en el conocimiento detallado, ni apli• para el trabajo de caso, además de estos requerimientos más
ca simplemente lo que ya se sabe teóricamente a países parti• obvios, es que un buen caso puede temperar teorías amplia•
culares. Todos han contribuido al cuerpo de conocimiento teó• mente comparativas que tienden a volverse obvias y sobrecar•
rico para proporcionar tanto riqueza a la política comparada gadas antes que agudas. Más aún, las teorías comparativas se
como, en ocasiones, una comprensión más fenomenológica ven demasiado a menudo «sorprendidas» por eventos que sus
como el énfasis de Geertz (1973) sobre la «lectura» de la polí• teorías no sólo no pudieron predecir sino ni aislarlas contra
tica en tanto que texto social. Más aún, una significativa pro• ellos, siendo la explosión de la URSS un buen ejemplo.
porción de los estudios que han tenido mayor impacto sobre la Si se aplica un estándar difíci l como la predictibilidad al
política comparada por medio de los materiales de caso están estudio de la política comparada resulta claro que no es mejor
hechos no por especialistas de área sino por personas ajenas al o peor que cualquiera de los otros subcampos de la Ciencia Polí•
asunto causando algunas veces gran debate entre comparati- tica, o más generalmente de las ciencias sociales. ¿Simplemente
vistas y especialistas de estudios de área27. hay demasiadas variables y resulta difíci l saber cuáles son las
Sin embargo, no hay nada como un buen estudio de caso más destacadas? ¿Cuánto depende la democracia de «prerre-
quisitos» de cultura o educación, o élites cívicas específicas?
para revelar los defectos de las teorías comparativistas sobre-
generalizadas, pues trata con las conexiones entre subsistemas,
¿Cuánto dependerá de experiencias percibidas como negativas
introduce valencias y variables que una perspectiva desde el con el poder autoritario? Ninguna de estas preguntas puede res•
ponderse de manera decisiva. Tampoco pueden establecerse
gobierno central o nacional pueden oscurecer. Puede servir
como un antídoto también para las teorías de la elección racio•
algunos niveles mínimos de condiciones sociales. Concluyen•
nal que elevan el nive l de racionalidad al nivel del sistema polí• do su repaso del análisis comparado de la democracia, Lipset
(1994) argumenta que, aunque resulta posible extraer conclu•
tico como un sistema completo, cuando pueden estar implica•
das una gran variedad de otras racionalidades en subsistemas
siones desde las experiencias y características de países en
vías de democratización por correlaciones entre democracia y
crecimiento económico y cambios en estratificación, hay dema•
27
Sólo ha de pensarse en las controversias levantadas por la obra States siadas relaciones significativas para que éstas sean concluyen-
and Social Revolutions de Theda Skocpo l (1979). tes. Más generalmente podemos estar de acuerdo en que «dada
56 2
563
la naturaleza multivariable de cualquier nexo causal que se fino de sensibilidades morales. En nombre de la democracia,
sugiera, es inevitable que cualquier variable o política dadas los intereses pueden llegar a elevarse al nivel de derechos, redu-
sean asociadas con resultados contradictorios».
Si así es, ¿qué puede decirse en favor del análisis político
comparado? En algún caso, sensibiliza a los observadores fren•
te a las diferencias entre sus propias sociedades y otras, y fren•
te a algunas de las consecuencias de la diferencia. Hace cons•
ciente de las complejidades y multiplicidades de la interacción
entre normas, valores, instituciones y estructuras sociales, y
las variadas formas de comportamiento polític o que, incluso
cuando parecen semejantes a las propias, pueden significar no
obstante cosas completamente diferentes para aquellos i m p l i •
cados en ellas.
Para las grandes cuestiones -cambi o relativo al desarrollo,
nociones cambiantes de equidad y justicia, las proporciones y
equilibrios entre equidad y distribución, opción y orden - pue•
den hacerse proyecciones, anticipar, llegar a ser conscientes de
las consecuencias (Apter, 1996). Puede distinguirse cómo el
mismo comportamiento en un escenario lleva a resultados dife•
rentes en otro. Por ejemplo, la asunción del riesgo, que es esen•
cial para la innovación emprendedora, puede también produ•
cir y alimentar violenci a (Apter, 1996). Pueden también
anticiparse problemas significativos (problemas de políticas
concretas, formas parroquiales de nacionalismo, localismo,
sectarismo, y el resurgimiento de barreras étnicas, religiosas,
raciales o de otro tipo) conducentes a menor tolerancia antes
que a mayor, y con sus peligros de un pluralismo negativo más
que positivo. En estos términos, el declive de la izquierda ha
dejado un «espacio» para el renacimiento primordialista en el
que se entiende la democracia no como primera consideración
sino como última. Otra cuestión crítica es cómo los sistemas
políticos democráticos tratarán con las conexiones entre inno•
vación y crecimiento, por un lado, y marginalidades (econó•
micas, sociales, étnicas, religiosas), por otro. Finalmente, puede
preguntarse si puede o no haber un «exceso» de democracia, que
sobrecargará sus capacidades y resultará en un ajuste demasiado
ciendo las perspectivas de soluciones negociables y generando favor de lo contrario, existe sólo un número limitado de posi•
hostilidad y antagonismo mutuo, menor antes que mayor tole• bilidades estructurales para el Estado democrático. Ninguna
rancia, y escasas antes que muchas opciones políticas. fórmula democrática alternativa dramáticamente nueva ha
Desde luego, incluso si la democracia es un sistema uni • reemplazado lo que los socialistas una vez motejaron como
versal, sigue abierta la cuestión de cómo adaptarla a las varia• democracia «burguesa». Ninguna fórmula de diseño democrá•
ciones de las circunstancias, viejas y nuevas, que tendrá que tico culturalmente específico, ajustada de manera única a las
confrontar, sin olvidar asociaciones extraterritoriales, regiona• particularidades de un solo país, ha emergido en ninguno de
lismo, globalismo, y una variedad de asociaciones políticas y los sentidos fuertes del término. Puede que la democracia ten•
funcionales, privadas y públicas, que pueden alterar el carác• ga formas «vernáculas», pero por el momento, y por mucho, su
ter de soberanía y arrojar dudas sobre la sacralidad de los lími • forma de tratar con los problemas de la vida política contem•
tes territoriales. Pese a la necesidad de variación adaptativa, poránea no resulta muy satisfactoria.
lo que realmente sugiere en sí misma, tentativamente, es una
conclusión controvertida. Examinando estas diferentes apro•
ximaciones -institucional, desarrollista, neoinstitucional- sus Bibliografía
énfasis diferentes y estrategias de investigación y el vasto cor-
pus de estudios empíricos, uno se ve forzado a concluir que ABRAMSON , P. R. y IN G LE H AR T , R., Valué Change in Global Pers•
parece existir un conjunto de instituciones específico y relati• pectiva A n n Arbor , University of Michiga n Press, 1995.
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El Nuevo manual de Ciencia Política es el texto oficial de la
Asociación Internacional de Ciencia Política, que encargó expresamen•
te cada un o de sus capítulos a los especialistas internacionales más
reputados en su materia.
Roben Goociin es profesor de Filosofía, especializado en teoría política y
social, en la Research School of Social Sciences, Australian National University.
Hans-Dieter Klingemann es profesor de Ciencia Política en la Universidad
Libre de Berlín y director del Instituto de Instituciones y Cambio Social en el
Wissenschaftszentrum de Berlín.
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