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El estudio del
discurso político
La filosofía política
La filosofía política (o la filosofía de la política) se pregunta sobre los
fundamentos del pensamiento político y las categorías que la
componen1.
-24-
La Ciencia Política
-25-
-26-
La Historia
-27-
-28-
12
La archeología del saber, Gallimard, Paris, 1969.
13
Para los trabajos concernientes a este periodo, ver sobre todo La Inquietud del
Discurso, Editions des Cendres, Paris, 1990, y “El analisis del discurso político” de
J.-J. Courtine, Langages No. 62, Larousse Paris, 1981, y el número 117 de
Langages consagrado a los “análisis del discurso en Francia”.
14
Ver la presentación realizada por S. Bonnafous y M. Tournier en “Análisis del
discurso, lexicometria, comunicación y política”, Langages No. 117, Larousse,
Paris, 1995.
15
Ver, entre otros, J. Authier-Revuz y L. Romeu, “El lugar del otro en un discurso de
falsificación de la historia” Mots No. 8, Fundación de las Ciencias Políticas, Paris,
1984.
16
Ver S. Bonnafous y M. Tournier en “Análisis del discurso, lexicometria,
comunicación y política”, op. Cit. Ver también una breve recapitulación hecha por
C. Le Bart en El Discurso Político, op.cit.
17
“Discurso, Poder y Cognición Social”, 1994.
18
“Discurso, Poder y Cognición Social”, 1994, p.6.
la cuestión de la metodología que es diversa, ciertos métodos de
análisis son más complicados que otros, unos trabajan
estadísticamente sobre las palabras, otros practican la técnica
probada de análisis de contenido, otros analizan las marcas de la
argumentación, otros utilizan un corpus cerrado, otros un corpus
abierto, y entonces se juega más a la pertinencia que a la dureza del
análisis; la cuestión del concepto de ideología que ha sido hace
tiempo dominante en el campo del análisis del discurso, y que está
siendo discutido fuertemente por estos días 19 en cuanto a saber si lo
social hace un objeto de una doble construcción significante, una
enmascarando la otra, o si es construida de golpe y estructurada por
un conjunto de sistemas de valor que son testimonio de su realidad
imaginaria20; la cuestión más global sobre la finalidad de un análisis
del discurso político en cuanto a su capacidad de revelar lo que es la
realidad del poder, esto es para algunos esencialmente una relación
de acción, y luego hay que mostrar que no podría haber acción
política sin no hay discurso que lo motive y le de sentido.
-29-
19
Ver 4ta parte, Capitulo I.
20
Ver 4ta parte, Capitulo II.
producción del sentido es la relación de la interacción y esto se da
según los modos de interacción y de la identidad de compañeros que
se encuentran implicados en la elaboración del pensamiento político.
También proponemos distinguir tres lugares de fabricación del
pensamiento político que corresponden cada uno a un juego de
cambio de lenguaje particular: un lugar de elaboración de los
sistemas del pensamiento, un lugar en donde el sentido se añade al
acto de comunicación mismo, un lugar en donde se produce el
comentario.
-30-
-31-
24
“el fenómeno de la vacuna” del que habla Roland Barthes en sus Mitologías, Le
Seuil, coll. Points (p.238), Paris, 1957.
25
Y los poetas españoles de la generación del año 1927: “La poesía es un arma
cargada de futuro” (Gabriel Celaya), “Me queda la palabra” (Blas de Otero).
26
Trognon y Larue (1994).
Alain Badiou propone distinguir, por no decir oponer, la “opinión
política” a la “política verdadera”.27 La opinión política realza, de
acuerdo con Badiou, un juicio de reflexión que parte del sujeto y
vuelve al sujeto, pero pasando por una discusión, es decir por una
confrontación de diferentes juicios hasta que se establezca un tipo de
reparto de esos juicios que devienen entonces uno solo.
Constituyéndose así el lugar de una opinión colectiva en donde los
individuos son por una parte productores y espectadores, y que les
permite formar una comunidad. Para Hannah Arendt, la comunidad
es una pluralidad de “estar con”, como un compartir, un “en común”
-32-
27
Badiou (1988).
28
Op. Cit. (p.23)
29
Op. Cit. (p.25)
30
Badiou comienza su compendio de meta política (op. cit.)con algunas hermosas
paginas dedicadas a la vida ejemplar de Georges Canguilhem, lo que conduce a
decir que “la resistencia no es una opinión. Es sobre todo una ruptura lógica con
las opiniones circulantes y dominantes”.
31
Op. cit. (p.33)
homogénea”32. Se puede replicar que se tiene necesidad de un
concepto neutro de política para pensar el fenómeno como una
entidad abstracta, como una estructura “que no implica ni personas,
ni regímenes particulares”33. Pero para A. Badiou, preocupado por
hacer la unión entre la realidad política y lo que crea el ser alrededor
de “el poder del otro”, la política resulta de una multiplicidad en la
cual se encuentran a la vez una infinidad de situaciones, una
mediación transcendental representada por la superpotencia del
estado, de las rupturas de surgimientos inesperados de
acontecimientos, la organización del contrapoder a través de las
practicas militantes.
-33-
-34-
creer que son las ideas que gobiernan el mundo, y precisar que las
ideas no valen sino por la forma en las que ellas son transmitidas de
unos a otros, por la forma en que ellas circulan en los grupos y por la
forma en que ellas influencia a unos y otros, devolviendo su
consistencia. La política es un campo de batalla en donde se libra
una guerra simbólica para llegar a relaciones de dominación en
donde hay pactos de no agresión. Consecuentemente, el discurso de
las ideas se construye a través del discurso del poder, lo primero
revelando una problemática de la verdad (decir la Verdad), la
segunda una problemática de lo que parece verdad (decir a la vez la
Verdad, lo Falso y lo Posible).
Esto justifica las dos orientaciones que toman los discursos sobre el
discurso político: la una se vuelve hacia los contenidos del discurso,
35
Ver “Reencuentro con Claude Lefort”, Ciencias humanas no 94, mayo 1999, y
Lefort (1999).
la otra hacia los mecanismos de la comunicación. Si, hasta el
momento, el análisis del discurso político ha aportado más sobre los
contenidos de los propósitos de los hombres políticos que sobre los
procedimientos de la puesta en escena, más sobre el valor de los
argumentos juzgados en función del sistema de creencias a las
cuales se devuelven que sobre las estrategias persuasivas mismas,
más sobre el logos que sobre los efectos del ethos y del pathos, es tal
vez por que el juego político se desarrollaría más particularmente
alrededor de los sistemas de pensamiento, alrededor de las
ideologías. O, parece- lo verificaremos al final de la obra- que el
discurso político, mientras que es una mezcla de estos tres
componentes, es desplazado progresivamente del logos hacia aquel
del ethos y el pathos, del lugar del poseedor de los argumentos hacia
aquel de su puesta en escena. Para el discurso publicitario- y
también tal vez para el mediático- , el discurso político da a ver más
su puesta en escena que percibir su propósito: los valores del ethos y
del pathos terminan por tener lugar de valores de verdad.
-35-
PARTE II
-39-
El dispositivo de la interacción
-40-
defensa.”37 Dicho de otra manera, por una parte, una definición que
concierne la definición material de las cosas: los componentes de un
mecanismo y su modo de operación; por otra, una definición que
concierne la organización conceptual de las actividades humanas:
pensar la forma por la cual las acciones ocurren unas después de
otras (planificación) por medio de un conjunto de medios en donde
los unos pueden ser cosas (armamento), los otros personas(tropas),
todos para lograr una finalidad (atacar, defender).
36
Ver el recorrido que ha hecho Guy Lochard (1999).
37
El Pequeño Robert, Diccionarios Le Robert, Paris, 1990.
publicitaria y sus variantes que son los espacios televisivos, las
paginas de las revistas, los carteles, etc. Es así para el discurso
político que se define a la vez por un macro dispositivo – aquel que
vamos a describir- y sus variantes como las reuniones electorales, la
declaración televisada, la profesión de fe electoral, las
intervenciones de la Asamblea nacional, las entrevistas radiofónicas,
etc.
-63-
Instancia adversaria
Instancia mediática
-42-
39
Ver 1er parte, capitulo 1,2., “Del espacio social en los espacios sociales”.
40
Ver 1er parte, capitulo 1,3., “De la complejidad del campo político”.
41
La noción de “gobierno” se define aquí en un sentido extenso: todo lo que
participa en la gestión del poder en un grupo social cualquiera que sea su
dimensión. Ella engloba la noción del gobierno más restrictivo en lo que se refiere
al aparato institucional del estado. Este término no se emplea aquí en el sentido
búsqueda de obtención de legitimidad para acceder a este lugar, de
autoridad y de credibilidad para administrarla y mantenerla. Sin
embargo, la instancia política no puede decir explícitamente que se
mueve por el deseo de ocupar el lugar del poder y de mantenerse en
él, esto sería contraproducente. No hay otra justificación del poder
que la situación de poder misma (no importa si por la fuerza o por
medio de las urnas). El discurso de la instancia política no puede
entonces sino emplearse en proponer programas políticos cuando se
trate de presentarse en los sufragios electorales, a justificar
decisiones o acciones en defensa de la pertinencia, a criticar las
ideas de los partidos adversos para reforzar su posición y llamar a
consenso social para obtener el apoyo ciudadano, por medio de
diversas estrategias de persuasión y de seducción.
La instancia ciudadana
-44-
buscan saber con el fin de poder juzgar los programas que le son
propuestos o las acciones que le son propuestas o impuestas, y
escoger a las personas políticas que ellos van a acreditar o criticar.
Si la instancia ciudadana dispone de un cierto poder, esto ocurre
solamente de manera indirecta, por vías de una puesta en cause la
legitimidad y credibilidad de la instancia política. Ella produce
discursos de reivindicación cuando se trata de protestar contra
ciertas medidas (o insuficiencias) políticas, de interpelación cuando
se trate de exigir explicaciones o actos, y también puede sancionar
cuando se trate de elegir o reelegir representantes del pueblo. Estos
discursos de interpelación y reivindicación no pueden ser tenidos
sino a nombre de una idealización del bienestar común. Los sondeos
muestran, por ejemplo, que los índices de conformidad suben o bajan
en proporción a la satisfacción de los intereses colectivos (reacciones
con respecto a la repartición del crecimiento, del precio demasiado
elevado de carburantes, de la adhesión al bloqueo de carburantes a
pesar de la pobreza ocasionada, etc.). El discurso de la instancia
ciudadana se emplea esencialmente para interpelar el poder del
gobernante.
-45-
-47-
45
Es a este titulo de grupos y movimientos de liberación de los pueblos (Palestina,
Tchétchénia), de independencia de ciertas regiones (Corsa, País Vasco), de
reconocimiento de ciertas poblaciones (los indígenas de Chiapas) de la lucha
contra un déspota o un dictador (como fue el caso en España o en América Latina),
que se los aprueba o no como parte de esta sociedad ciudadana y militante. La
cuestión que se impone entonces es aquella de los medios. Algunos de ellos cuando
hacen de victimas inocentes hacen perder el nivel de ciudadanía a los grupos que
los emplean. En venganza las guerrillas dirigidas por traficantes de droga, no
pueden pretender actuar bajo el nombre de una ciudadanía.
ciudadana y cuyas acciones son militantes. Pero estos agrupamientos
se componen de grupos identitarios diferentes los unos de los otros,
grupos con objetivos de lucha diversos y que en otras épocas
hubiesen sido antagonistas: asociaciones de defensa de derechos de
los homosexuales o de la infancia, asociaciones a favor del medio
ambiente, para la defensa de los inmigrantes, contra la precariedad,
el desempleo, la pobreza, grupos religiosos, grupos laicos, etc. No
constituyen una comunidad homogénea sino un grupo inestable que
existe de forma conjetural. No retomaremos esta cuestión en la
primera parte. Nuestra modernidad es presa de una tensión entre la
sociedad ciudadana con tendencia a establecer un lazo social entre
los individuos alrededor de valores abstractos de orden racional, y la
sociedad civil tendiente a producir reagrupamientos comunitarios
alrededor de valores de orden afectivo.
La instancia mediática
-47-
-48-
46
De ahí la discusión alrededor de la “La teoría de los efectos limitados”, y la
distinción a la que hemos tenido que llegar entre los efectos aludidos por el
productor de un mensaje y los efectos producidos por los receptores del mensaje,
en Los Medios y la Información, Ibid:
47
Para las características de esta puesta en escena, ver Soulages (1999).
48
Charaudeau (2005, 2ª parte)
controlada por le poder político (regímenes autoritarios 49) o militante
(radios privadas, prensa de partidos). Se verá, entonces en nuestro
compendio, el papel que juegan los medios en las democracias
modernas, su responsabilidad en la transformación del discurso
político, y partiendo del problema deontológico que se aloja entre
ellos.
-49-
49
Este fue el caso en Francia de diversos gobiernos gaullistas que consideraban
que la ORTF debía ser “La voz de Francia”.
El ser de palabra, quiérase o no, es siempre doble. Una parte de ella
misma se refugia en su legitimidad de ser social, otra se quiere
construir con lo que dice su discurso. ¿Cuál de las dos es la
verdadera? ¿La segunda no hará sino esconder la primera? No,
porque está no podría ser sin aquella; ella no toma sentido sino en
las relaciones con la otra, ella es tributaria. No se sabe que parte
esconde a la otra, cuál predomina, las dos se interpelan. Así mismo,
los destinatarios de nuestros actos de comunicación son dobles:
existen en la medida en que en su realidad empírica plural, son al
mismo tiempo construidas por nosotros como el destinatario ideal
que se quisiera sumiso a nuestro objetivo de influencia. Así aparece
el actor político sobre la escena del teatro social, con una identidad
doble, asignando a la otra, su público, tomando el rostro ideal de
esta identidad doble por necesidad y también para pensar con cierto
deleite, pero no es ingenuo, el sabe que esta asignación no es sino
una “figuración [que] siempre es litigiosa. Su constitución es un
problema al mismo tiempo que una apuesta”50.
De la legitimidad en general
50
P. Rosanvallon, lección inaugural pronunciada el 28 de marzo de 2002 en el
Colegio de Francia, y La Democracia Inacabada (2000)
Por ejemplo, en el dominio jurídico, que se rige por una lógica de la
ley y de la sanción, los actores son legitimados por la obtención de
un diploma y del estatuto institucional adquirido de hecho de un
sistema de contratación por concurso acompañado de un sistema de
nombramiento por los
-50-
51
Charaudeau (2005, 4ª parte)
síndrome de Timisoara), la gran espectáculo de la puesta en escena
de la información puede poner en cause el sacro-santo deber de
informar. Es igualmente un caso en donde esta legitimidad puede ser
puesta en cause, es aquel en donde un órgano de información
depende de un poder político (gobierno, partido) o de un poder
financiero. Toda información proviene de órganos de información
dependientes será inmediatamente suspendida del partido tomado y
su legitimidad disminuida, como durante la guerra del golfo, la
información filtrada, seleccionada y organizada por el pentágono
americano y difundida por la única cadena de televisión americana,
CNN. A veces también, las legitimaciones cambian y se descubre a
posteriori la ilegitimidad de la situación anterior. Cuando un
régimen político se democratiza y la prensa tome su independencia
en frente del poder, aparece entonces
-51-
una nueva legitimidad. Este fue el caso en México en don de, para la
ocasión del movimiento revolucionario de los indígenas de Chiapas
bajo el liderazgo del subcomandante Marcos, la prensa escrita
mexicana se libera de un parte de la tutela de gobierno 52. Pero una
vez esta legitimidad adquirida, se impone a los medios la pregunta
deontológica de los limites de la información: ¿Se puede, en el
nombre de esta legitimidad que da el derecho a informar, decir todo,
y lo que se dice, decirlo amplificándolo?
-52-
-53-
55
Derrida (2003).
sacralidad sin soberanía”56 . Pero debe también ser garante- al
menos en la soberanía laica- de la posibilidad de realizar este
idealismo, porque un idealismo social que no pueda visualizar la
realización perdería la finalidad de su legitimidad. Es necesario que
esta posición de soberanía se defina igualmente a través de otro
idealismo, aquel de los medios a emplear para llegar a la realización
de este proyecto ideal. Incluso si este idealismo es del orden de la
utopía57, ella debe de todas formas ser pensada como accesible, un
ser accesible que depende de la gestión de las cosas; los medios se
encuentran bajo el imperio de la razón. En esto le soberano puede
ser juzgado como responsable. Es a la vez responsable y todo
poderoso: es todo poderoso- y así intocable- bajo el nombre de su
poder titular; es responsable – y por tanto debe rendir cuentas- bajo
el nombre de la razón que sólo será el origen de “bien hacer”.
Ella se funda sobre la idea de que el sujeto debe ser “de buena
cuna”; lo que hace legitima una heredad dicha “natural” (es el hijo
legítimo de…), el titulo, el poder y la responsabilidad de su
ascendiente le restituye, un bien soberano: es un “heredero”. La
filiación puede ser de orden sagrada. Los atributos y las calidades
revelan también un tipo de predestinación; se es un ser electo por un
poder superior, incluso si este poder pasa por las manos del hombre.
Es el caso de los monarcas de derecho divino, de ciertas funciones
supremas en la orden de los religiosos (el Papa, los descendientes del
profeta). Se recibe sin reparto una fuerza divina por el solo hecho de
ser un heredero, y todos los actos que se hagan serán bajo la
inspiración de aquel. El heredero es, por definición, a semejanza de
los poetas de Grecia arcaica, un ser “inspirado”.
-54-
56
Derrida (1996).
57
Ver esta noción en la 4ª parte, capitulo II. 1. “algunas imaginerías de verdad
política”
vuelve uno un ser encargado por su propia familia de llevar la
antorcha más lejos. Se trata aquí de otro tipo de heredad, aquella de
“hijo espiritual” que recibe en partición una fuerza humana, y que de
hecho se dedica a vivir en ese deber. Así se perpetuán las
aristocracias, las castas y las noblezas en todo género.
-55-
También la organización de los lugares de gobierno deben estar en la
medida de esas puestas en juego y de esas masas. Es por esto que se
debe proceder en una jerarquización de los lugares de decisión y a
una distribución de roles y responsabilidades entre diversos agentes
de tal suerte que estos puedan dar lo mejor de ellos mismos según su
dominio de la competencia. Este idealismo de la organización del
Estado es lo que está en el origen de una organización burocrática,
más o menos desarrollada y rígida según los Estados, y en la misma
medida de una ideología tecnocrática, puesto que esta gestión del
bien público no puede ser concebido sino como siendo el hecho de
los especialistas, los tecnócratas.
58
Es así que hasta mediados del siglo XX, las grandes familias incluían a uno de sus
hijos a las fuerzas armadas y otro a la Iglesia.
igualitarismo y el derecho de los individuos a construir un destino
colectivo que se opone a toda soberanía autárquica59.
-56-
Ambigüedades y ambivalencias
59
En esto, no se pueden incluir a todas las revoluciones en el mismo sitio. No se
puede hablar de revolución sino cuando esta logra una puesta en cause del sistema
de soberanía anterior, lo que fue el caso de la Revolución francesa, al punto de que
la monarquía quedo descabezada, e incluso si el régimen Antiguo se perpetuo un
poco más. Hay casos de proclamación de revolución que cambian una situación
política sin cambiar el régimen.
60
El Contrato social, escrito en 1762, (1964).
función sagrada atribuida61 y que la represente bien: “Lo que funda
la legitimidad de un poder, de una practica política o de un
involucramiento, es la conformidad de esta practica o el ejercicio de
estos poderes con las lógicas que estructuran la identidad de los
actores que las ejercen o de los actores sobre los cuales se ejerce. ”
62
Esto es por lo que, no se puede asimilar este régimen político a
aquel de una dictadura militar. En el primero, existe una verdadera
legitimidad, reconocida y aceptada por los sujetos del soberano; esta
no puede ser reprochada o discutida a menos que sea derrocada por
una revolución que quiera un cambio
-57-
-58-
sido reconocido por los indígenas como su líder, puesto que él se hizo
creíble ante sus ojos, ha sido legitimado de hecho. A continuación,
fue necesario hacerse creíble ante los ojos de la nación mexicana,
sus instituciones, sus representantes, hasta el Parlamento mexicano
que ha terminado por aceptar el hecho de recibir una delegación y
de reconocer a los representantes. Ha hecho hacer adquirir a su
movimiento una legitimidad de hecho. Evidentemente, la legitimidad
de hecho presenta un peligro, porque puede llegar a que un
usurpador termine, a fuerza de acciones eficaces, teniendo éxito en
algunas reformas y discursos demagógicos, para hacerse legitimar.
Así el discurso populista, del que hablaremos luego, tiene por juego
imponer una legitimidad de hecho.
-59-
64
C- Chabrol, “Por una psicología de las comunicaciones políticas”, coloquio
universidad de Caen del 22-23 de noviembre 2002, y Rouen del 16 de enero de
2002.
Capitulo II
-60-
Estrategias de manifestación
65
Augé (1994m o, 95, 97, 103).
66
Muchos autores han hecho este paralelo: Castoriadis se inspiro en “lo social
divino” de Durkheim, Marc Augé describiendo el ritual político.
en que se diferencian, a pesar de lo que algunos dicen 67, las
instancias políticas y publicitarias. Las dos son proveedoras de un
sueño (colectivo o individual), pero la primera se asocia al
ciudadano-destinatario y construye el sueño (un idealismo social) con
el en una suerte de pacto de alianza (“Nosotros, juntos, lograremos
una sociedad más justa”), entonces la segunda se queda en el
exterior del destinatario-consumidor al que se le ofrece un sueño que
se supone desea (singularidad del deseo): es el agente
-61-
-62-
-65-
-64-
79
Esto ocurre aún más en los Estados Unidos.
-65-
-66-
-67-
Pero el riesgo más grande que presenta este juego de espejos para
quien tiene un sentido elevado de la política es aquel de la desviación
populista. Porque no se puede ocultar que las masas pueden ser
seducidas por imágenes que no están directamente ligadas a lo
político: imagen exagerada de “virilidad” que se manifiesta para la
figura de “lengüilargo” sabiendo “cerrar el pico” de sus adversarios,
sabiendo mostrar que no se tiene miedo a nada, de ninguna
situación, ni de ningún adversario83; figura de seductor que no
esconde sus extravagancias sexuales, porque esto será una prueba
de poder. Es verdad sin embargo que el valor de estas imágenes
depende de las culturas, es decir de las imaginerías sociales que
circulan en un momento dado de la historia de los grupos 84.
82
Ver el caso del presidente de la República Mexicana, Vicente Fox, al comienzo de
su mandato, cuando enfrentó una situación de crisis generada por los zapatistas de
Chiapas: unos le reprocharon su falta de firmeza, otros su timidez en la apertura
de su mandato.
83
Como J.-M. Le Pen.
84
En Francia, por ejemplo, este genero de “extravagancia” se valora (Giscard
d’Estaing, Miterrand), pero sin más. En ciertos países africanos, se sobre valora,
como si el poder ejercido en la vida privada estuviera ligado al de la vida pública
Desafortunadamente, estos ethos de fuerza, de poder, de virilidad, de
la que se visten algunos soberanos, emperadores y dictadores (Cesar,
Caligula, Franco, Pinochet, Milosevic, etc.) han permitido que se
ejerzan impunemente actos de crueldad y de injusticia, y por lo
tanto, se constata que a pesar de estas exacciones los pueblos
veneran - o temen- estas imágenes de poder85.
-68-
-69-
89
Eggs (2000).
determinación de la causa de ese mal, reparación de ese mal por la
intervención de un héroe natural o sobrenatural.
90
J.-M. Le Pen.
91
Ver capitulo I.
-70-
-71-
98
Tratado de metafísica (1961)
99
Ibid.
100
Maffesoli(1992)
social” lanzada por J. Chirac en 1995, se ve que aquella hace un
llamado a los valores éticos de igualdad y de solidaridad, con la
esperanza de tocar a la parte mas desfavorecida de la población
(efecto de pathos), construyendo una imagen de líder consciente de
la miseria humana, decidido a acabar la miseria en un impulso de
generosidad (efecto de ethos)- lo que confiere al autor de este
eslogan una cierta legitimidad- fundado en el fantasma de un mundo
mejor. El hombre político pone su propia persona en como deseo de
identificación del ciudadano que así participa para la procuración y
realización de un proyecto político.
-72-
101
Por una antropología de los mundos contemporáneos, op.cit.
102
Los de una crisis social grave que hace agrupar a un pueblo alrededor de un
gran líder o de un principio de libertad que anula provisionalmente otra opinión.
incluidos en este consenso no coinciden necesariamente con los
valores del hombre político, y que aquí se debe, por encima de sus
propias convicciones, convocar otros valores, a aquellos que parecen
corresponder mejor a una gran parte de la opinión pública. Pero no
debe, sin embargo, destruir o abandonar sus propios valores, falta de
la que se ocuparan sus partidarios. Esto se produjo en Francia en las
elecciones presidenciales de 2002, la campaña de L. Jospin más
centrada en los valores centrales que de izquierda le ha hizo perder
gran parte de los votos de su electores. Esto obliga al hombre
político a satisfacer una condición de adecuación a los valores que
tienen mayor de generalización- por lo menos los que se imagina
tienen esta característica- sin contradecirse.
-73-
-74-
Condiciones de simplicidad
-75-
109
George Freche, ver El Mundo de 5 de junio de 2002
110
“Discurso de Juramento de Reims”, Presente, 11, 12 y 14 de septiembre de
1992.
111
Se empleará aquí y adelante el condicional, porque esta exigencia de claridad es
en si misma un evento del imaginario, el imaginario de la simplicidad.
112
El Mundo de 5 de junio de 2002.
imponiéndose de manera ineludible. El ingenio no tendría entonces
sino que interrogarse sobre la complejidad de este fenómeno.
113
Entre más una idea es precisa y más deja aquel que la recibe en el exterior de
aquella; entre más ella se define de forma imprecisa, más deja aquel que la recibe
en campo abierto para que se pueda proyectar. Hipótesis emitida por Baudrillard
en De la seducción (1979).
114
Existen numerosos estudios sobre las “formulas” en política, cf. S. Bonnafous, J.-
P. Faye, P. Fiala, A. Krieg.
la guerra”, “el enemigo, es el enemigo”, “un judío, es un judío” ).
Empleo de frases exclamativas, implícitamente descriptivas o
-76-
Condiciones de argumentación
115
En el esquema de Tulmin (1994), estas creencias se suponen compartidas
correspondiendo a “la ley del paso” sirviente de “garantía” o de “reserva”.
En el discurso político, se encuentran esencialmente dos tipos de
razonamiento causal. Uno es el principial i porque ubica en principio
de acción lo que es finalidad: “Porque ustedes quieren una Francia
fuerte, votarán por un proyecto liberal” 116; no es plantear un acto
(“votar”) con el hecho de obtener algo (“una Francia fuerte”), sino
plantear un principio “una Francia fuerte”) que debe acarrear
obligatoriamente (obligación moral) un acto (“Votar”). Este modo de
razonamiento pretende hacer adherir a los individuos a una idea
simple que deberá constituir el principio de su adhesión al proyecto
político que se propone; es por esto que se llama igualmente
razonamiento ético.
-77-
116
La formula es siempre del tipo “es por…por lo que…”.
117
La formula es aquí de tipo “si…entonces…”
118
Nos remitiremos a la obra de C. Plantin (1996) que reportan los tipos de
argumentos: el “caso por el caso” (55) no puede ser empleado en el discurso
político porque el transgrede la regla de simplicidad de la que hemos hablad; el
“punto de vista relativo”, porque esto supone aceptar la posible veracidad de un
punto de vista que no es otro sino aquel que se defiende lo que esta escasamente
proscrito en el discurso político ; la “contraparte” que supone que se haga una
concesión entre intercambios (esto se hace permanentemente en los negocios,
pero no se dice explicitamente9 (50); etc.
contraparte119: “no podemos ocultar que el mundo moderno está
imbuido en un proceso de globalización económica. La cuestión es
controlarla.” Los argumentos por la voluntad de actuar del sujeto
que argumenta: “yo los he escuchado, y me dedico a cambiar los
hechos de la política” , “pondré toda mi energía y mi voluntad en la
realización de esta nueva política”, “¡yo asumo el reto, ante el pueblo
francés que, cuando el FN este en el poder, todos estos maleantes,
todos estos bandidos deberán no solamente rendir cuentas sino que
tendrán que pagar con su vida!”120. Los argumentos por el riesgo de
no hacer una buena escogencia, son los que pueden tomar la forma
de una advertencia: “si se deja pasar la oportunidad de Europa
unida, no solamente habrá debilitamiento ante el poder de los
Estados Unidos, sino también el de cada país” 121, o un dilema: “la
izquierda o la inseguridad”, “la derecha o la exclusión”, “Gaulle o el
caos”. Los argumentos por la autoridad de
-78-
119
En efecto, el discurso político no puede ser fatalista, es necesario que la
evocación de coacciones negativas responda a un medio o a una intención de
contra carrera.
120
J.-M. Le Pen.
121
Es también el argumento de “el meñique en el engranaje” (Plantin, ibid., p. 45),
y del “pie en la puerta” (Beauvois, 1987, capitulo 4).
fuertes”; analogía con hechos del pasado que juegan un papel de
referencia absoluta: “No se puede admitir que haya, en Bosnia,
campos de concentración” (alusión a los campos nazis), “América no
conocerá un nuevo Vietnam”, o grandes hombres de la historia: “De
Gaulle debe estar revolcándose en su tumba” (Mendès-France). Sin
contar con las numerosas comparaciones y metáforas destinadas a
golpear las mentes: “¿Acaso vamos a continuar dejándonos
sobrepasar, como lo hicimos el año pasado, en el camino del declive y
la decadencia, o bien tenemos que reaccionar para arrancar a
Francia de ese mal destino […]?”122
-79-
-80-
-81-
126
Maquiavelo (1469- 1527)
127
Alexis de Tocqueville (1981).
La estrategia del silencio, la ausencia de la toma de la palabra: se
entregan armas a un país extranjero, se pone un ministerio en
audiencia, se hace caer una asociación ecologista, pero no se dice,
no se anuncia nada. Se mantiene una acción secreta. Se mantiene
aquí una estrategia que evite anunciar lo que será efectivamente
realizado a cuentas de evitar reacciones violentas que impidan poner
en obra lo que se ha juzgado necesario para el bien de la comunidad.
Es también un tipo de estrategia utilizado en los círculos militantes,
cada vez que se trata de “no desesperar Billancourt” 128. Esto no
impide que no haya engaño. El engaño de los ciudadanos por
distorsión de palabras de compromiso y los actos realizados, pero,
diremos ciertos, un engaño necesario porque no está destinado a
proteger a personas en sus artimañas delictivas, sino una finalidad
de servir al bien común.
-82-
-83-
130
Platon, B. Gracian, Maquievelo, H. Arendt, J. Habermas.
Parte III
Imaá genes de los actores políáticos
-87-
-88-
141
Barthes (1970, p. 212).
142
Ibid.
entrampado por la identidad discursiva sin ver la identidad social
que se encuentra escondida; ni, por el contrario, aquel no
interpretará el discurso recibido sino en función de la identidad
social de la que tiene conocimiento sin percibir lo que se dice. A
esto, se le debe agregar que el ethos no es totalmente voluntario
(gran parte no es consciente), no necesita coincidir necesariamente
con aquel con el que el destinatario percibe, reconstruye o
construye; este puede construir del locutor un ethos que ese locutor
no quiere, como lo que se produce frecuentemente en la
comunicación política. El ethos se encuentra preso en esta paradoja
que sostiene la filosofía contemporánea que quiere que, sabiendo
que el sujeto no es uno (Nietzsche), que está dividido (Lacan),
nosotros actuamos como si se tratara solamente de uno. Se trata de
un concepto idealizado de la existencia del sujeto que puede ser
aplicado al sujeto del discurso, concepto en donde generamos la
hipótesis que guía la comunicación social en la cual se construye el
ethos.
-89-
i
Nota de traducción: no encuentro una palabra mejor para la traducción de esta palabra, sin
embargo, ustedes podrán decidir la palabra adecuada de acuerdo con su original “principiel”
en francés.