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Sin embargo, de seguir la tendencia actual, los expertos advierten que la prevalencia
del Alzheimer aumentará en las próximas décadas, debido al envejecimiento de la población.
Así, se prevé que en el año 2040 padezcan esta dolencia 80 millones de personas a nivel
internacional, “lo que significa más que triplicar su prevalencia”, según advierte el doctor Juan
Antonio Martín Jiménez, miembro del grupo de trabajo de Neurología de la Sociedad Española
de Medicina General (SEMG).
Alois Alzheimer realizó la autopsio de su cerebro, y el estudio del tejido mostró una
corteza cerebral atrófica, más estrecha de lo normal y, además, dos anomalías muy llamativas
que 100 años después siguen siendo las características principales de la demencia tipo
Alzheimer: las placas seniles (acumulaciones extraneuronales de proteína beta amiloide
anómala situadas preferentemente en el hipocampo y la corteza cerebral, las regiones
relacionadas con la memoria y las funciones cognitivas superiores (como el pensamiento) y los
ovillos neurofibrilares (acumulación de péptido tau en el interior de las neuronas).
Diagnóstico precoz
Así, los expertos definen esta dolencia como un cuadro de deterioro neuronal, donde,
además de la memoria, el paciente va perdiendo sus funciones cognitivas de manera
progresiva e irreversible y que generalmente se acompaña de alteraciones del comportamiento.
Por ello los expertos centran gran parte de su interés en el desarrollo de herramientas
que permitan diagnosticar la dolencia en fase precoz, cuando las funciones cerebrales aún no
estén dañadas, e incluso, años antes de que se manifieste la pérdida de memoria.
Un futuro prometedor
En cuanto al tratamiento, tal y como destacan los expertos de la SEMG, hoy por hoy
sigue siendo paliativo: fármacos que mejoran los síntomas cognitivos, como los inhibidores de
la colinesterasa o la memantina; medicamentos para las alteraciones del comportamiento, tipo
antidepresivos, antipsicóticos o hipnóticos; técnicas de estimulación cognitiva, y tratamiento de
las complicaciones derivadas del estado del enfermo.
A este respecto, el doctor Fernando Pérez Escanilla añade que “las características
incapacitantes de esta dolencia la convierten en la “enfermedad patrón” a tener en cuenta a la
hora de prestar cuidados a otra persona, ya que la manera en que se presten estos servicios
tiene mucho que ver con la evolución del proceso clínico de la enfermedad. Así, tanto enfermo
como familiares van a necesitar un apoyo para el cual el médico general y de familia, y todo el
equipo de Atención Primaria, tiene que estar bien preparado”.
Los centros de día u otras fórmulas alternativas, así como la terapia ocupacional del
enfermo, son algunas de las soluciones que la Sociedad Española de Medicina General
propone para que no toda la carga del paciente recaiga sobre su cuidador principal, y éste no
pase, también, a ser un enfermo.