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Tras reiteradas mudanzas, en 1967 la familia compró una casa en Bath, Ohio,
donde Jeffrey pasó el resto de su infancia y adolescencia. Cuando iba de pesca
con su padre, le gustaba abrir en canal a los peces y ver cómo morían. Con 10
años Dahmer caminaba en la carretera para buscar animales arrollados, los
llevaba al patio y los abría para ver qué había dentro. Tenía en formol varios tipos
de insectos.
Dahmer comenzó a ser cada vez más introvertido, aunque realizaba algunas
actividades en la secundaria, como trabajar en el periódico y jugar al tenis. Era
considerado por sus compañeros como alguien "raro", extravagante y que tenía
problemas con el alcohol. Antes de cumplir 18 años sus padres se divorciaron y su
padre volvió a casarse meses después. Su padre y su nueva esposa lo
convencieron para ir a la universidad y en otoño de 1978 ingresó en la Ohio State
University, pero debido a sus problemas de alcohol la abandonó en el siguiente
semestre. En 1979 su padre lo convenció para entrar al ejército, a raíz de lo cual
fue enviado a Alemania, en donde permaneció pocos años hasta que fue dado de
baja por su alcoholismo. Después de vivir un tiempo en Florida, volvió a su casa
en Ohio.
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para posar para unas fotografías, pero al momento de acariciarlo el chico se
asustó y salió corriendo. Los padres del chico realizaron la denuncia y el 30 de
enero de 1979, Dahmer fue encontrado culpable, pero solo permaneció en la
cárcel 10 meses antes de ser liberado.
Una vez el pequeño Jeffrey presenció cómo su padre recogía huesos de animales
muertos en el patio trasero de la casa. En un intento posterior de darle
explicaciones a las acciones de su hijo, su padre expuso que, viendo en
retrospectiva, tal evento podría haber significado el comienzo de la catástrofe que
se gestaría años después. Pronto, el niño comenzó a dar señales de timidez, por
lo que sus padres lo incitaban a realizar actividades que le orillaran a la interacción
con otros niños.
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Sus deseos sexuales le causaban un conflicto interno, por lo que comenzó a beber
alcohol en grandes cantidades, tal vez como una forma de evasión de su propia
realidad.
Tras ser expulsado del ejército por su alcoholismo, Dhamer regresó a E.U. y se
mudó con su abuela en Ohio, ahí se estabilizó su vida un tanto hasta que un día,
en la biblioteca del pueblo, un hombre le dejó una nota ofreciéndole sexo, a lo cual
él se negó, pero tiempo después confesaría que ese fue un momento decisivo
puesto que despertaría en él un deseo incontrolable de mantener relaciones
sexuales con hombres sumisos.
En este punto, Dahmer no encontró cosa más sumisa que un maniquí que robó, al
que observaba y con el que se masturbaba hasta que su abuela lo encontró y le
ordenó que lo desapareciera. Comenzó a asistir a los clubs gays de Ohio donde
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conocía a hombres a quienes llevaba a hoteles para invitarles bebidas adulteradas
con un somnífero para que cayeran inconscientes. Esto llegó al punto en que
intoxicó a un hombre de tal manera que pasó una semana en el hospital.
Richard Guerrero fue su cuarta víctima; usó el mismo modus operandi: pasó unas
horas junto al cadáver antes de desmembrarlo y tirar pequeñas partes a la basura,
hasta que eventualmente el camión se había llevado todo su cuerpo parte por
parte y en un lapso de varios días.
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Tras cumplir una breve condena de servicio comunitario, Jeffrey atacó de nuevo.
Asesinó a un joven afroamericano de 28 años, momificó su cabeza y sus genitales
y los guardaría en el locker del lugar donde trabajaba. Dentro del siguiente año,
Jeffrey continuaría con los asesinatos matando a 13 personas más, en su mayoría
afroamericanos y bajo su ya establecido modus operandi.
“Eso [comérselos] me hizo sentir que ellos se convertían en una parte permanente
de mí”, argumentó en una entrevista.
En julio de 1991, una de sus víctimas llamada Tracy Edwards logró escapar y salir
corriendo a la calle para detener una patrulla. Los policías entraron al
departamento y encontraron más de 80 fotos de Jeffrey posando con cadáveres
en diversos grados de descomposición. En la cocina había cabezas, huesos,
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diversos miembros de personas en el refrigerador y tres torsos humanos en
proceso de descomposición dentro del tambo con ácido.
Es así como terminó la historia de un hombre quien pudo redefinir los conceptos
de la maldad humana en una historia que sobrepasa cualquier creación terrorífica
en la literatura o el cine. (Colectiva, 2019)