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Hubert Gehring
Editores
El presente libro reflexiona sobre los nuevos roles domésticos e
internacionales de las Fuerzas Militares en la construcción de paz y
el fortalecimiento del Estado, luego de que el Gobierno colombiano,
en cabeza del expresidente Juan Manuel Santos, negoció y acordó
el fin del conflicto armado interno con la mayor y más antigua
guerrilla: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC-EP). No obstante, el posacuerdo ha implicado para las FF.MM.
Fuerzas Militares
el ELN (Ejército de Liberación Nacional), las disidencias de las
FARC-EP, las bandas criminales ligadas al narcotráfico, la minería
de Colombia:
de apoyo al desarrollo estructural e institucional del país.
Prólogo 11
Introducción
En este capítulo se pretende discutir el papel de las Fuerzas Armadas de
Colombia a partir de algunas continuidades y cambios de los entornos do-
méstico e internacional de la seguridad, de los retos que impone la construc-
ción del posconflicto y del presente y futuro de las relaciones cívico-militares
en el país. Las presiones para el mantenimiento de algunas funciones inter-
nas y la adopción de nuevas tareas para las Fuerzas serán aspectos centrales
a considerar.
En este orden de ideas, el documento se desarrollará en torno a cuatro
grandes segmentos: a) un marco de referencia conceptual para entender la
1
Este capítulo es resultado de un proyecto de investigación que se llevó a cabo conjuntamente
con la Fundación Konrad Adenauer Colombia y la Escuela Superior de Guerra General Rafael
Reyes Prieto, específicamente con el Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar.
Una versión previa fue presentada como ponencia en la Conferencia Internacional “El nuevo
rol nacional e internacional de las Fuerzas Militares en la construcción de paz: miradas
prospectivas del posacuerdo en Colombia”, llevada a cabo en Bogotá, los días 8 y 9 de mayo
de 2018, por la Fundación Konrad Adenauer Colombia, la Pontificia Universidad Javeriana y
la Escuela Superior de Guerra Rafael Reyes Prieto.
2
Profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (PUJ) adscrito a la Facultad
de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Doctor en Derecho Internacional de la
Universidad de Leipzig (Alemania). Asesor de la Escuela Superior de Guerra (ESDEGUE) y de
la Fundación Konrad Adenauer de Colombia (KAS).
3
Profesor asistente de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (PUJ) adscrito a la Facultad
de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
El rol de las Fuerzas Armadas de Colombia contra las nuevas amenazas y
266 su impacto en las relaciones cívico-militares
Barack Obama, fue la estrategia política que predominó frente a los actores
armados ilegales hasta el advenimiento del gobierno de Iván Duque. Este
último, ha hecho un diagnóstico crítico frente a las concesiones hechas a
los insurgentes, ha priorizado el sometimiento de los grupos armados y el
imperio de la ley y se ha visto presionado por el gobierno del republicano
Donald Trump a intensificar la guerra contra las drogas ilegales por causa del
ascenso significativo de las hectáreas sembradas con cultivos ilícitos.
Otro elemento conceptual relevante es la teoría de revolución de los asun-
tos militares (Revolution in Military Affairs o RMA). Esta teoría nace tomando
como modelo la transformación de las organizaciones militares específica-
mente en Estados Unidos. Se entiende como un paradigma que conduce las
acciones militares y está ligado a los avances tecnológicos y organizacionales.
En otras palabras, consiste en maximizar la utilidad de los avances tecnológi-
cos y mantener una ventaja hacia cualquier tipo de adversario.
Domingo (2014) menciona cómo la evolución de las discusiones sobre
RMA ha estado enfocada en Estados poderosos, puesto que son quienes tie-
nen a su alcance herramientas tecnológicas y poder adquisitivo para estar
en constante cambio, y así ha dejado a los Estados pequeños con el desafío
de modificar también constantemente su doctrina y capacidades, pero con-
siguiendo resultados modestos en términos de defensa.
Por lo tanto, este autor busca darle una mirada a dicha teoría tomando
como unidad de análisis a Estados pequeños y argumentando que la rele-
vancia actual de la RMA es dependiente de la estrategia empleada por estos.
Con ese fin analiza las estrategias que esos Estados emplean para sobrevivir
en el sistema internacional. Las cuatro categorías de estrategias identificadas
son: organizaciones internacionales, autosuficiencia, formación de alianzas y
cobertura o hedging (Domingo, 2014).
La primera, organizaciones internacionales, se refiere a cómo los Estados
pequeños son quienes más apoyan este tipo de instituciones por su incapaci-
dad de actuar de manera independiente, viendo allí la oportunidad de bene-
ficiarse de la seguridad colectiva brindada por estas. Como ejemplo sobre las
implicaciones de la RMA en esta estrategia, se expone el caso de Albania, un
Estado cuya política exterior es altamente dependiente de la OTAN, Estados
Unidos y la Unión Europea (Domingo, 2014). Al ser parte de la OTAN y desple-
gar tropas en la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, suma-
do al apoyo de la guerra contra el terrorismo, ha podido beneficiarse de los
Eduardo Pastrana y Diego Vera 269
Esto supone una ventaja estratégica a la hora de negociar con grandes po-
deres en otros ámbitos diferentes al militar. En el caso de Colombia, aunque
la apuesta principal de estabilidad está en su vínculo con EE.UU. y el sistema
interamericano, en el campo comercial y diplomático la Alianza del Pacífico
representa la principal plataforma para insertarse en Asia del Este e interac-
tuar con las economías emergentes de esa zona, entretanto que el ingreso
reciente a la OCDE y la aceptación como socio extra regional de OTAN cons-
tituyen dos oportunidades para adherir los estándares institucionales de las
principales potencias industriales y militares occidentales.
A manera de conclusión, Domingo (2014) evidencia que ante la incapa-
cidad de costear una gran transformación militar con recursos propios, los
Estados pequeños recurren a diferentes estrategias para acceder a nuevas
tecnologías o conocimientos y adaptarse al sistema internacional. De varias
formas, es lo que las FF.AA. de Colombia buscan mediante aliados estraté-
gicos en los sectores de seguridad y defensa y mediante la participación en
misiones de paz y ejercicios multinacionales.
El conflicto armado interno ha sido un factor transversal en la agenda
política y de seguridad y defensa en Colombia desde mediados del siglo XX.
Como lo sugiere García (2014), la lucha contrainsurgente ha condicionado la
política de consolidación institucional del Estado colombiano, las misiones, la
doctrina y los diseños institucionales de la fuerza púbica –Fuerzas Armadas y
de Policía–, así como ha impactado en la seguridad regional y en la formula-
ción de la política exterior del país.
El escenario de posconflicto se constituye como un punto de clivaje en la
agenda política social colombiana y abre una ventana de oportunidad para
lograr el fin del enfrentamiento armado (García, 2014, p. 1). En general, el
concepto de posconflicto remite a “aquel periodo de tiempo que se inicia con
el cese de hostilidades entre las partes previamente enfrentadas y supone
un punto de quiebre para las sociedades a través de un proceso de cons-
trucción de paz” (Rettberg y Camacho, 2002, citados por García, 2014, p. 1).
Ugarriza lo entiende como la etapa en la que se busca el fortalecimiento y la
solidificación de la paz para evitar una recaída en el conflicto (2013, p. 144,
citado por García, 2014, p. 1).
En consecuencia, este periodo de nuevo clima para la consolidación de
paz supone llevar a cabo reformas institucionales sobre las estructuras in-
volucradas en el conflicto. Binkerhoff (2005, citado por García, 2014, p. 3)
El rol de las Fuerzas Armadas de Colombia contra las nuevas amenazas y
272 su impacto en las relaciones cívico-militares
del aparato de seguridad, las cuales incluyen reformas parciales como las
militares, y de manera más general, la aplicación de reformas en la defensa,
la policía, la inteligencia, el sistema judicial, etcétera. La segunda son las me-
didas dirigidas al fortalecimiento de la administración civil y la supervisión
democrática del aparato de seguridad.
Colombia ha desarrollado su pensamiento militar enfocado en la idea de
un enemigo interno, la cual marcó todo el rol de las FF.MM. en el país y las
llevó a un grado de profesionalización, a partir del desarrollo de unas capa-
cidades específicas para este tipo de guerra irregular (Cancelado, 2016, p.
155). En la actualidad, se pone sobre la mesa la posibilidad de repensar el
sistema de seguridad y defensa de Colombia tras la puesta en marcha de
los acuerdos que dan fin al conflicto armado nacional, para ajustarlo a las
nuevas necesidades del país.
Cabe partir de la manera en que el Estado colombiano ha entendido el
rol de sus Fuerzas Armadas dentro del contexto de conflicto armado. Esto
debido a que la concepción de defensa en Colombia ha estado sujeta a la
idea de la seguridad pública, lo que hace que los organismos de seguridad
del Estado asuman una postura puramente contrainsurgente (Cancelado,
2016). La Nación ha configurado sus estructuras defensivas en tres fuerzas
militares (Ejército, Armada y Fuerza Aérea), las cuales despliegan todas sus
capacidades en diferentes escenarios con el fin de atacar a la insurgencia y
defender el territorio.
Uno de los problemas que esta tendencia ha traído consigo es la incapaci-
dad estatal de definir las facultades de cada institución, lo cual ha incidido en
que cada una de estas fuerzas tenga problemas para definirse estratégica,
operativa y tácticamente (Cancelado, 2016). Sumado a esto, en tanto que por
tradición se asumió un enemigo al que debía hacérsele frente militarmente,
las FF.MM. desarrollaron dicha capacidad y se convirtieron en fuerzas enfo-
cadas en la seguridad pública, mientras que la defensa nacional o la protec-
ción frente amenazas externas quedaron relegadas (Cancelado, 2016).
De esta forma, tal concepción de seguridad atrapada en la lógica de un
conflicto interno con guerrillas insurgentes explica que las fuerzas defensivas
hayan asumido casi exclusivamente un rol de protección de las instituciones
y el territorio nacional, así como que hayan entendido la guerra interna como
una gran amenaza hacia el orden constitucional (Cancelado, 2016). Pero a par-
tir de los comités de revisión estratégica e innovación (CREI-I) implementados
El rol de las Fuerzas Armadas de Colombia contra las nuevas amenazas y
274 su impacto en las relaciones cívico-militares
desde 2012 por el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Militares, los esfuerzos
comenzaron a enfocarse no solo en la derrota militar de las FARC y en la po-
sibilidad del uso de las capacidades militares del Estado para la derrota de las
bandas criminales (BACRIM) (Cancelado, 2016), también se empezó a discernir
el papel de las FF.MM. ante amenazas emergentes domésticas incluso no hu-
manas (ambientales) y diversos fenómenos externos y transnacionales.
Este avance tiene como antecedente los planes de ajuste adelantados
desde el año 2010 por parte de las Fuerzas Militares. En el caso del Ejército,
se desarrollaron el Comité Estratégico de Transformación e Innovación (CETI)
y el Comité Estratégico del Diseño del Ejército del Futuro (CEDEF). A partir de
este último, se establecieron tres momentos de transición del ejército, con
base en sus retos operacionales (es decir, teniendo en cuenta el cambio que
se percibe en la amenaza) (Cancelado, 2016):
T1: 2013-2014. Guerra asimétrica: mantenimiento de la percepción de
la amenaza como se venía pensando tradicionalmente.
T2: 2015-2018. Amenazas de múltiple naturaleza: desde el terrorismo
urbano hasta los ciberataques y las amenazas ambientales.
T3. 2019-2030. Amenazas de diverso espectro: desde lo convencional
hasta amenazas regionales y globales de distinta naturaleza.
• La trata de personas.
Pie de fuerza
La reducción del pie de fuerza de las FF.AA. es uno de los ejes que genera ma-
yor controversia. Por un lado, se encuentra la vertiente de aquellos que apoyan
la idea de una inmediata reducción. El brigadier general (RA) Jaime Ruiz Barrera
afirma que “se equivocan quienes creen que en caso de un eventual postcon-
flicto nuestras Fuerzas Armadas deben ser restructuradas en cuanto a su pie de
fuerza y en cuanto a las funciones constitucionales que les competen en materia
de soberanía nacional, tanto en el frente interno como en el frente externo y en
asuntos policivos de seguridad y paz ciudadana” (2 de febrero de 2014).
Por otro lado, están aquellos que consideran que no tendría por qué re-
ducirse si aún hay aspectos estructurales en la seguridad nacional que re-
quieren el mantenimiento del pie de fuerza. Juan Pablo Gaviria considera
que sí es necesario contemplar:
La reestructuración en cuanto al pie de fuerza total, el cual debe ser
disminuido y refinado, en primer lugar por el enorme costo operativo
que implica para el presupuesto nacional el mantenimiento de más de
quinientos mil efectivos, financiados con recursos del presupuesto de
defensa, que deberían ser utilizados para la actualización del equipa-
miento militar y los sistemas de defensa y preservación de la soberanía,
herramientas fundamentales para asegurar la prevalencia del orden
estatal en el interior y la presencia efectiva en todas las fronteras, he-
rramientas que rayan en la obsolescencia desde hace muchos años.
(Gaviria, 8 de marzo de 2016)
del presupuesto en defensa y el apoyo de EE.UU. vía Plan Colombia, los recur-
sos económicos, logísticos y humanos de las Fuerzas se elevaron sustancial-
mente, aunque en medio de la tensión entre élites políticas y empresariales
que procuraban una respuesta más ofensiva por parte del Estado ante el for-
talecimiento de las guerrillas, de un lado, y los cuestionamientos por parte de
sectores diversos de la sociedad civil, del otro.
Académicamente, se reconoce que el legado de la Doctrina Lleras, des-
de el acuerdo bipartidista del Frente Nacional (1958-1974), ha influido po-
derosamente en la restricción al papel político de las FF.AA., pero también
en la injerencia de los civiles en varias orientaciones militares, desde que el
entonces presidente Alberto Lleras Camargo intentó evitar que los políticos
decidieran cómo manejar las FF.AA. mediante el refuerzo al control civil, pero
al mismo tiempo por medio de la concesión de ciertas dosis de autonomía
relativa y vetos frente a los gobiernos para resguardar su estabilidad organi-
zacional (Cruz, 2015, p. 13). Podría decirse que desde entonces se bloqueó la
posibilidad de un escenario de exceso de influencia militar en las dimensio-
nes económica, política y social, y se redujeron notorias fricciones cívico-mili-
tares heredadas del periodo conocido como “La Violencia” (1948-1958), hostil
confrontación bipartidista que se caracterizó por el esfuerzo de instrumenta-
lización de las FF.AA. por parte de cualquiera de los dos partidos dominantes
en contra del otro, destacándose el legado del Partido Conservador en las
Fuerzas Militares desde el S. XIX (Moreno, 2014, p. 340).
Empero, a la postre, estos beneficios de la férrea separación entre esfe-
ras militar y política también trajeron consigo un déficit de interés público y
académico por las políticas de seguridad y defensa y los asuntos militares
(Cruz, 2015, p. 13) e incluso posturas antimilitares o adversas a las FF.AA.
dentro de los círculos de las élites civiles y en la propia sociedad colombiana
(Moreno, 2014, p. 341). La separación sociedad civil-Fuerzas Armadas redun-
dó en espacios relativamente libres de desarrollo para cada uno de estos ac-
tores sociales al inicio, pero generaría nuevas tensiones a medida que se hizo
recurrente que los gobiernos apelaran a las Fuerzas Militares para disuadir
o reprimir problemas de orden público vía estados de excepción, figura an-
clada en la disposición de los estados de sitio desde 1886 y que permitía
a los presidentes adoptar poderes especiales incluyendo el uso intensivo y
extensivo de la coerción (p. 349). La volatilidad social de Colombia por el pro-
blema de la reforma agraria sin consumar, el desapego a las instituciones
políticas, la baja cohesión de la Nación, la presencia de poderes paralelos
Eduardo Pastrana y Diego Vera 301
para producir desconfianza mutua entre las FF.AA. y los pobladores de di-
versos territorios del país, particularmente aquellos objeto de la influencia
de los grupos armados ilegales y de las mayores confrontaciones durante
décadas de conflicto armado. La creciente orientación de las Fuerzas hacia
operaciones antinarcóticos a partir de los años noventa añadió funciones
internas y algunas externas en aras del control fronterizo y la interdicción,
pero continuó enmarcándose en un tipo de intervención reactiva frente a las
dinámicas civiles.
Dentro de las complejidades de este contexto de guerra doméstica y fra-
tricida, no es de extrañar que se sugiera que las FF.AA. han experimentado
cierta desazón respecto a las expresiones de malestar y desagradecimiento
que en algunas ocasiones han brotado por parte de las autoridades civiles
y la población (Andrade, 2012, p. 161). Esas distancias y tensiones en las re-
laciones cívico-militares, a pesar de todo, no han evolucionado en extremos
como el rechazo frontal de la población a la presencia de las FF.AA., salvo epi-
sodios muy localizados y excepcionales en los periodos más intensos de las
confrontaciones entre actores armados, o bien, cuando líderes comunitarios
optaban, como estrategia de supervivencia, por no cooperar con ninguna
de las partes en contienda y a pesar de la insistencia de los funcionarios
públicos. En el referente nacional más amplio, a partir del sondeo de opinión
en las zonas de mayor concentración poblacional, las FF.AA. aparecen recu-
rrentemente con una imagen positiva ante los ciudadanos, incluso continua-
mente superior frente a la percepción de favorabilidad de otros organismos
del Estado como el Ejecutivo, el Congreso y las cortes.
Con respecto a la favorabilidad o desfavorabilidad ciudadana que reci-
ben las Fuerzas Militares en comparación con otras instituciones del Estado
y grupos de interés, a mediados de 2018, la encuesta Gallup mostró que las
FF.MM. se ubicaron con el mayor reconocimiento positivo (75%) y por enci-
ma de la Iglesia católica (65%), la clase empresarial (60%) y la Policía (54%),
mientras que la mayor desaprobación se impuso sobre el Congreso (72%),
el sistema judicial (79%), los partidos políticos (73%) y la Corte Suprema de
Justicia (60%) (El Espectador, 4 de julio de 2018). Con algunas variaciones men-
suales, la encuesta refleja una favorabilidad mayoritaria estable por parte de
los habitantes de las ciudades principales hacia las Fuerzas Militares. Entre
febrero de 2000 (gobierno de Andrés Pastrana) y febrero de 2017 (gobierno
de Juan Manuel Santos), las FF.MM. no estuvieron por debajo del 60% en
términos de aprobación e incluso alcanzaron una aceptación del 90% entre
Eduardo Pastrana y Diego Vera 303
Conclusiones preliminares
Las FF.AA. tuvieron un rol importante en el desarrollo del conflicto armado y
aún lo tienen en la implementación de los acuerdos y la construcción de paz. Si
bien muchos consideran que la relevancia que se le da a dicho rol debe amino-
rarse, no se puede desconocer que subsisten amenazas críticas a la seguridad
nacional y se generan algunas dinámicas que requieren de la actuación conjun-
ta de la Fuerza Pública. Pese a que se deben replantear algunos de sus obje-
tivos en aras de la normalización del Estado colombiano, las Fuerzas Armadas
han generado propuestas pertinentes en el ejercicio de reformulación de sí
mismas, tratando de dar respuesta a la realidad cambiante del país. Para la re-
conciliación, el desarrollo y las problemáticas del país, es necesario que la trans-
formación de las Fuerzas se presente de manera paulatina, previendo procesos
que puedan generar nuevos brotes de violencia y revictimización.
El pie de fuerza debería reducirse en el largo plazo en aras de la desmili-
tarización de la seguridad pública, además de la externalización de las FF.AA.
en actividades más orientadas por la disuasión a amenazas no domésticas
y trasnacionales y el ejercicio de roles de cooperación internacional, pero
como se plantea en el presente documento, antes deben hacerse estudios
cuidadosos sobre las condiciones de seguridad desde el posacuerdo, los ac-
tores y las responsabilidades, así como la discusión pública de la visión del
sector defensa y sus roles nacionales e internacionales. Los miembros de la
Fuerza Pública representan un elemento clave para el entramado de accio-
nes institucionales que se deben llevar a cabo en la construcción de paz.
La firma del Acuerdo Final con las FARC, y eventualmente de un acuerdo
con el ELN, efectivamente no supone el fin de las dinámicas de violencia y
criminalidad armada en el país, ya que estas emergen alrededor de fenó-
menos como el narcotráfico o la minería ilegal, y algunas tienen caracte-
rísticas particulares y radicalmente diferentes pero altamente peligrosas
frente al combate histórico con los grupos guerrilleros, lo cual requiere
temporalmente de la presencia activa de las FF.AA. De la desmovilización y
reintegración exitosa de los grupos insurgentes y del sometimiento pleno
de las bandas armadas o BACRIM, depende parcialmente el rol interno de
las Fuerzas Militares. Asimismo, de la ocupación del territorio por parte de
los organismos del Estado y de la creación de un entramado institucional
que garantice el desarrollo sostenible y en paz de las comunidades, sin pre-
siones armadas, dependen el grado de presencia territorial de las Fuerzas
El rol de las Fuerzas Armadas de Colombia contra las nuevas amenazas y
306 su impacto en las relaciones cívico-militares
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