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Marco Teórico

Antecedentes
Los antecedentes históricos del turismo tienen base política, religiosa,
comercial, social y cultural, el turismo desde sus inicios tuvo la finalidad de
propiciar el descanso, fomentar la cultura, permitir negocios o el encuentro
de familias.
El desarrollo del turismo se puede dividir en tres etapas:

Nacimiento: 1920 - 1940

Desarrollo: 1940 - 1958

Tenificación: 1958 - Actualidad

En numerosas ferias y encuentros comerciales de turismo y en el propio


ámbito académico y científico del turismo la palabra del momento que se
ha puesto de moda en los últimos años es, sin duda, la ―experiencia
turística‖. Este concepto, de acuerdo con el mismo diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española (RAE) es, entre otras cosas, una
circunstancia o acontecimiento vivido por una persona y también el hecho
de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo.
Particularmente desde finales de los años noventa se viene registrando
cada vez más en los mercados turísticos de todo tipo (rurales, culturales,
urbanos, de naturaleza, litorales…) una mayor atención acerca de la
―calidad‖ y la ―lentitud‖ de la experiencia turística, así como la
valoración del patrimonio y el paisaje en sentido integral, percibidos de
manera especial por el visitante como un valor y un atractivo turístico y por
los agentes locales como un factor de calidad de vida, de desarrollo y de
identidad territorial, con lo que ello supone de componente fundamental de
la imagen de marca turística de un destino.
En la actualidad, ciertamente, adquiere cada vez más importancia el
turismo experiencial o emocional. Richards (2004) afirma que el turismo
cultural está convirtiéndose en un producto de vivencia en el que la visita
se juzga en función de todas las características del lugar y no solo por su
valor cultural. En esta línea, los visitantes buscan cada vez más una
experiencia total que incluya ocio, cultura, educación e interacción social
(De Rojas y Camarero, 2008). En turismo no se venden realmente
productos, sino que se venden experiencias (Vogeler y Hernández, 2002).
El turista que busca experiencias es aquel que quiere evadirse, descubrir,
disfrutar y conectar con la gente del lugar y con sus costumbres; más que
comprar paquetes turísticos, se compran historias para vivir y para contar.

Bases teóricas

El turismo como actividad económica surge a partir de la Revolución


industrial y del progreso de la burguesía como clase social dominante, en
la Edad Media surgen con mayor fuerza las peregrinaciones religiosas,
tanto el cristianismo como el islam provocan grandes movimientos de
personas. Y, debido a ello, se crean los primeros mapas para viajeros,
mesones y todo tipo de servicios para los caminantes. En esta época, los
monasterios fueron utilizados como hospedaje para los peregrinantes.
También se puede observar una forma de turismos con los estudiantes de
familias acaudaladas, quienes viajaban para escuchar a los grandes
maestros de las universidades de Oxford, Bolonia, París, Salamanca o El
Cairo.
En la Edad Moderna continuaron las peregrinaciones; grandes
personalidades viajaban acompañadas de su séquito, lo cual hacía
imposible que todos se alojasen en los monasterios o palacios y es así que
se crean los primeros alojamientos con el nombre de “hotel”. Esta es
también la época de las grandes expediciones marítimas de españoles,
británicos y portugueses, que despiertan la curiosidad y el interés por
viajar.

En esta época igualmente surge la costumbre de mandar a los jóvenes


aristócratas ingleses a hacer el “gran-tour”, que realizaban al finalizar sus
estudios, con el fin de complementar su formación y adquirir ciertas
experiencias. El viaje abarcaba distintos países europeos, y de ahí
proceden las palabras: turismo, turista, turístico.

La cita de uno de los autores españoles que más páginas ha dedicado a la


relación entre la educación y la cultura del turismo, desde el ámbito de la
pedagogía y de la educación social, la relación existente entre la
educación y la cultura.

“Todas las instituciones llamadas educativas son, por el mismo hecho de


serlo, instituciones culturales; y lo mismo a la inversa. Si acaso, la
diferencia entre unas y otras es sólo una diferencia de énfasis: las
instituciones educativas ponen el acento en la transmisión o adquisición de
la cultura, mientras las denominadas culturales lo ponen en la
conservación (material), creación y uso de la cultura. Pero eso sólo es una
diferencia de énfasis, ya que en las instituciones educativas además de la
transmisión también hay elaboración y uso de la cultura. Y, por el otro lado,
tampoco nadie negará que en las instituciones culturales existe también
transmisión y aprendizaje. En definitiva, las unas se fijan más en unos
determinados momentos del proceso cultural y las otras en otros, pero el
objeto con el que ambas trabajan es justamente el mismo”. (Trilla, 2000:
135-136).
Bibliografía

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