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PUBLICADO
2019-02-06 11:03:00
En primer lugar, se debe indicar que el proceso electoral del pasado 20 de mayo, por el
cual Nicolás Maduro fue elegido —con el 67,84% de los votos emitidos— por segunda vez
como presidente de Venezuela para el período 2019-2025—, se dio en el marco de
amplias irregularidades tanto en su convocatoria como durante el proceso electoral. Lo
anterior incluye la inhabilitación de diversos candidatos, el impedimento de participación
de múltiples partidos opositores, la falta de competencias constitucionales de la Asamblea
Constituyente para convocar a elecciones, la falta de tiempo para los lapsos establecidos
en la normativa electoral y las múltiples denuncias por compra de votos.
Pese a todas las irregularidades cometidas por el Gobierno de Nicolás Maduro en las
últimas elecciones, la aplicación del artículo 233 del Constitución no es aplicable en las
actuales circunstancias
Sin embargo y más allá de lo anterior, la aplicación del artículo 233 del Constitución (en el
cual se estable que si un presidente electo no puede juramentar para iniciar su mandato,
la presidencia debe encargarse al presidente de la Asamblea Nacional hasta que se
designe un nuevo mandatario) no es aplicable en las actuales circunstancias.
Dicho artículo fue diseñado ante la posibilidad de que un presidente electo no pudiera
asumir el mando del país, situación muy lejana a la realidad que vive en la actualidad
Venezuela. Lo que existe en este momento es un mandatario que no ha sido reconocido
por la mayor parte de la sociedad de su país, pero no un vacío de poder.
Pese a las dos décadas de gobierno chavista en Venezuela, Estados Unidos sigue siendo el
principal importador de petróleo venezolano y también el primer proveedor de divisas a
Venezuela. Sin embargo, y pese a los ríos de tinta expresados en sentido contrario por
analistas de la izquierda tradicional, el interés estadounidense sobre el petróleo
venezolano está estrictamente enmarcado en las actividades de sus compañías
transnacionales.
Gracias al fracking, EE UU ha conseguido acercarse a la autosuficiencia de petróleo. Lo
anterior no quita que exista un interés de las petroleras estadounidenses en invertir y
producir petróleo en Venezuela, condición atada a la salida de Maduro
La dependencia estadounidense del petróleo extranjero se ha reducido drásticamente en
los últimos años, pasando a ser un país casi autosuficiente fruto del brutal desarrollo de su
industria del fracking. Lo anterior no quita que, tal y como ya ha anunciado John Bolton,
asesor de Trump en la Casa Blanca, exista un interés de las empresas petroleras
estadounidenses en invertir y producir petróleo en Venezuela, condición atada a la salida
de Nicolás Maduro del palacio presidencial de Miraflores.
Ante un cambio de régimen, Vladimir Putin corre el riesgo de perder más de 17.000
millones de dólares invertidos en el país caribeño durante las últimas dos décadas
En el lado contrario de la barricada aparecen Rusia y China, quienes son los principales
proveedores de armas de Venezuela. El apoyo político ruso a Maduro es meramente
pecuniario, pues más allá de los intereses políticos —Venezuela ha expresado su apoyo a
Rusia en temas como el reconocimiento de Abjasia, Osetia del Sur y la situación en
Ucrania—, soportan en torno al 5% de la deuda pública externa del país, la cual tuvo como
finalidad financiar la compra de aviones de combate y un par de submarinos.
En este sentido y ante un cambio de régimen, Vladimir Putin corre el riesgo de perder más
de 17.000 millones de dólares invertidos en el país caribeño durante las últimas dos
décadas. La mayor parte de estos a través de adjudicaciones poco transparentes por parte
del establishment bolivariano a la petrolera estatal rusa Rosneft.
En el caso de China, su relación con Venezuela deviene del plan del presidente Xi Jinping
para extender la influencia de Beijing a nivel internacional. Pese a que varios países se han
ido retirando de hacer negocios con Caracas en los últimos años, la República Popular
China ha duplicado su apoyo. Durante la última década, Venezuela ha recibido más de
62.000 millones de dólares de China, principalmente en créditos, lo que representa el 53%
del total de montos prestados por el gigante asiático en América Latina.
Esta condición se da con una PDVSA en condición de default y una producción petrolera —
fruto de la ineficiencia gubernamental y la corrupción institucional— al nivel más bajo de
las últimas tres décadas: 1,3 millones de barriles diarios.
Una vez agotado la estrategia del culto a la personalidad de Hugo Chávez, al régimen de
Maduro tan solo le queda dotar de instrucción militar a los sectores de la población más
incondicionales con su régimen. Con el objetivo anunciado de llegar a dos millones de
milicianos reclutados y armados para defender su gobierno, el régimen busca hacer una
demostración de fuerza que atemorice la iniciativa política opositora y desmovilice, bajo la
estrategia del miedo, las presumibles y permanentes movilizaciones en las calles que se
avecinan. De hecho, un estudio de la firma Torino Capital —un banco de inversiones y
broker de bolsa con sede en Nueva York y amplias inversiones en América Latina— asigna
tan sólo el 40% de probabilidades y el 30% de posibilidades a un escenario donde el
Gobierno de Maduro se vea obligado a convocar elecciones presidenciales anticipadas.
Se prevé que baje el suministro de alimentos, que haya problemas con el abastecimiento
de gasolina y es muy probable que aumenten los apagones y otro tipo de fallas eléctricas
Proyectando al corto plazo, el gobierno de Maduro debe gastar de forma inmediata unos
3.000 millones de dólares para poder atender las necesidades en importación de
productos básicos —buena parte de ellas han sido reorientadas hacia México, Rusia y
Turquía— como harina, arroz, pasta y leche en polvo que vende a precios subsidiados a la
población de menos ingresos y la compra de combustible para evitar fallas en las bombas
de gasolina e interrupciones en el servicio eléctrico. En todo caso, se prevé que baje el
suministro de alimentos, que haya problemas con el abastecimiento de gasolina y es muy
probable que aumenten los apagones y otro tipo de fallas eléctricas.
Por último, ante la inminente caída en el ingreso de divisas, el Banco Central de Venezuela
implementa medidas de emergencia para evitar la escalada del dólar y una mayor
devaluación del bolívar. En este sentido, se pretende recortar severamente el crédito y
aumentar de manera sustancial la porción del dinero que las entidades financieras tienen
que congelar como reservas. En todo caso, es previsible que la hiperinflación no se vaya a
detener, dado que la causa fundamental de esta es que el Gobierno crea dinero sin
respaldo para cubrir en grandes cantidades sus gastos. Incluso lo más probable es que la
contracción del crédito profundice la actual recesión económica que tuvo su punto de
arranque en 2013 y se agudizó a partir del 2015.
Ser chavista hoy en Venezuela no tiene por qué significar el apoyo al régimen de Nicolás
Maduro. A la par, han sido los barrios populares de Caracas los que han protagonizado las
movilizaciones populares durante estas últimas noches
En todo caso, pudiera ocurrir que la estrategia estadounidense y opositora convierta al
gobierno de Nicolás Maduro en una especie de big brother que lo mantenga en el poder
con un país aún más empobrecido donde el único que tenga algo que repartir sea él
gracias a sus negociaciones con China, Rusia, Turquía y México.
Lo primero que hay que entender es que ya no se trata de una disputa ideológica o de
clase. El Gobierno actual en Venezuela tiene más que ver con prácticas fujimoristas que
con las implementadas por el chavismo durante sus momentos de mayor legitimidad
político-social. Ser chavista hoy en Venezuela no tiene por qué significar el apoyo al
régimen de Nicolás Maduro. A la par, han sido los barrios populares de Caracas los que
han protagonizado las movilizaciones populares durante estas últimas noches,
precisamente aquellos anteriormente bajo control del régimen.
Lo más probable es que los hoy valientes y patrióticos mandos del ejército bolivariano
busquen mecanismos por los cuales negocien amnistías y sobreseimientos en las
investigaciones que pudieran iniciarse sobre ellos por casos de corrupción y acciones
represivas contra la población civil, momento en el cual podrían abandonar a Maduro a su
suerte si es que lo consideran como el perdedor de la actual disputa.
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