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Capitalismo

El capitalismo es un orden o sistema social y económico que se encuentra en constante


movimiento, derivado del usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta
de producción, que se encuentra mayormente constituido por relaciones empresariales
vinculadas a las actividades de inversión y obtención de beneficios, así como de relaciones
laborales, tanto autónomas como asalariadas subordinadas libres, con fines mercantiles.1

En el capitalismo, los individuos y las empresas usualmente representadas por los mismos,
llevan a cabo la producción de bienes y servicios de forma privada e interdependiente,
dependiendo así de un mercado de consumo para la obtención de recursos.2 El intercambio de
los mismos se realiza básicamente mediante comercio libre y, por tanto, la división del
trabajo se desarrolla de forma mercantil y los agentes económicos dependen de la búsqueda
de beneficio.3 La distribución se organiza, y las unidades de producción se fusionan o separan,
de acuerdo a una dinámica basada en un sistema de precios para los bienes y servicios.4 A su
vez, los precios se forman mayoritariamente en un mercado que depende de la interacción
entre una oferta y una demanda dadas por las elecciones de productores y consumidores,5 y
estos a su vez, son necesarios para la coordinación ex-post de una economía basada en el
intercambio de mercancías.6

El origen etimológico de la palabra capitalismo proviene de la idea de capital y su uso para la


propiedad privada de los medios de producción,78 sin embargo, se relaciona mayormente al
capitalismo como concepto con el intercambio dentro de una economía de mercado que es su
condición necesaria,910 y a la propiedad privada absoluta o burguesa que es su corolario
previo. El origen de la palabra puede remontarse antes de 1848 pero no es hasta 1860 que
llega a ser una corriente como tal y reconocida como término, según las fuentes escritas de la
época.

Se denomina sociedad capitalista a toda aquella sociedad política y jurídica originada basada
en una organización racional del trabajo, el dinero y la utilidad de los recursos de producción,
caracteres propios de aquel sistema económico.15 En el orden capitalista, la sociedad está
formada por clases socioeconómicas en vez de estamentos como son propios del feudalismo y
otros órdenes pre-modernos.16 Se distingue de aquel y de otras formas sociales por la
posibilidad de movilidad social de los individuos, por una estratificación social de
tipo económica,17 y por una distribución de la renta que depende casi enteramente de la
funcionalidad de las diferentes posiciones sociales adquiridas en la estructura de
producción.18

El nombre de sociedad capitalista se adopta usualmente debido a que el capital como relación
de producción se convierte dentro de esta en un elemento económicamente predominante.19
La discrepancia sobre las razones de este predominio divide a las ideologías
políticas modernas: el enfoque liberal smithiano se centra en la utilidad que el capital como
relación social provee para la producción en una sociedad comercial con una amplia división
del trabajo, entendida como causa y consecuencia de la mejora de la oferta de consumo y los
mayores ingresos por vía del salario respecto del trabajo autónomo,20 mientras que el
enfoque socialista marxista considera que el capital como relación social es precedido (y luego
retroalimentado) por una institucionalizada imposibilidad social de sobrevivir sin relacionarse
con los propietarios de un mayor capital físico mediante el intercambio de trabajo
asalariado.21
La clase social conformada por los creadores y/o propietarios que proveen de capital a la
organización económica a cambio de un interés22 se la describe como "capitalista", a
diferencia de las funciones empresariales cuyo éxito se traduce en forma de ganancia23 y de
las gerenciales ejecutadas a cambio de un salario.24 Vulgarmente se describe desde el siglo
XVIII como "burguesía" tanto a este conjunto social como al de los empleadores de trabajo de
una moderna sociedad industrial, pero la burguesía se origina en las ciudades de la sociedad
rural medieval y está constituida por propietarios auto-empleados cuya naturaleza da origen al
capitalismo moderno.25

Existen diferentes apreciaciones sobre la naturaleza del capitalismo según la perspectiva social
e ideológica desde la cual se lo analice.

Si bien el capitalismo no encuentra su fundador en un pensador sino en las relaciones


productivas de la sociedad, la obra La riqueza de las nacionesconcedió a Adam Smith el título
de fundador intelectual del capitalismo.

John Locke, con su obra Dos tratados sobre el gobierno civil, establece los principios que
posteriormente servirán para identificar el capitalismo como sistema productivo y
el liberalismo como sistema de pensamiento que lo respalda.

El capitalismo, o más concretamente los sistemas económicos capitalistas, se caracterizan por


la presencia de unos ciertos elementos de tipo socioeconómico, si un número importante de
ellos está ausente el sistema no puede ser considerado como propiamente capitalista. Entre
los factores que acaban haciendo que un sistema sea considerado capitalista están:

El tipo de propiedad de los medios de producción y el tipo de acceso a los factores de


producción.

La presencia de dinero, capital y acumulación capitalista.

La presencia de mercados de capital y mercados financieros así como el papel asignado a los
mismos.

La existencia de salarios monetarios y una estructura de clases ligada a las diferentes funciones
dentro de la actividad económica.

Factores macroeconómicos varios.

En términos más descriptivos, los sistemas capitalistas son sistemas socioeconómicos donde
los activos de capital están básicamente en manos privadas y son controlados por agentes o
personas privadas. El trabajo es proporcionado mediante el ofrecimiento de salarios
monetarios y la aceptación libre por parte de los empleados. La actividad económica
frecuentemente está organizada para obtener un beneficio neto que permita a las personas
propietarias que controlan los medios de producción incrementar su capital. Los bienes y
servicios producidos son además distribuidos mediante mecanismos de mercado. Si bien todos
los sistemas capitalistas existentes presentan un mayor o menor grado de intervención
estatal y se alejan por diversas razones del modelo de mercado idealmente competitivo, razón
por la cual se definen conceptos como la competitividad o el índice de libertad económica,
para caracterizar hasta qué punto difieren unos sistemas capitalistas de otros.26

Capital, trabajo y régimen de propiedad

En los sistemas capitalistas la titularidad de la mayor parte de medios de producción es


privada, entendiéndose por esto su construcción sobre un régimen de bienes de
capital industrial y de tenencia y uso de la tierra basado en la propiedad privada. Los medios
de producción operan principalmente en función del beneficio y en la de los intereses
directivos. Se acepta que en un sistema capitalista, la mayor parte de las decisiones
de inversión de capital están determinadas por las expectativas de beneficio, por lo que la
rentabilidad del capital invertido tiene un papel muy destacado en la vida económica. Junto
con el capital, el trabajo se refiere al otro gran conjunto de elementos de producción (algunos
autores añaden un factor tradicionalmente llamado «tierra» que en términos generales puede
representar cualquier tipo de «recurso natural»). El papel decisivo del trabajo, junto el capital,
hacen que uno de los aspectos importantes del capitalismo sea la competencia en el
llamado mercado de trabajo asalariado.

Sobre la propiedad privada, los sistemas capitalistas tienden a que los recursos invertidos por
los prestadores de capital para la producción económica, estén en manos de las empresas y
personas particulares (accionistas). De esta forma a los particulares se les facilita el uso,
empleo y control de los recursos que se utilizan la producción de bienes y servicios. En los
sistemas capitalistas se busca que no existan demasiadas restricciones para las empresas sobre
como usar mejor sus factores de producción (capital, trabajo, recursos disponibles).

Entre las características generales del capitalismo se encuentra la motivación basada en el


cálculo costo-beneficio dentro de una economía de intercambio basada en el mercado, el
énfasis legislativo en la protección de un tipo específico de apropiación privada (en el caso del
capitalismo particularmente lockeano), o el predominio de las herramientas de producción en
la determinación de las formas socioeconómicas.

Contrato libre, ganancias y movilidad social[editar]

El capitalismo se considera un sistema económico en el cual el dominio de la propiedad


privada sobre los medios de producción desempeña un papel fundamental. Es importante
comprender lo que se entiende por propiedad privada en el capitalismo ya que existen
múltiples opiniones, a pesar de que este es uno de los principios básicos del capitalismo:
otorga influencia económica a quienes detentan la propiedad de los medios de producción (o
en este caso el capital), dando lugar a una relación voluntaria de funciones y de mando entre
el empleador y el empleado. Esto crea a su vez una sociedad de clases móviles en relación con
el éxito o fracaso económico en el mercado de consumo, lo que influye en el resto de la
estructura social según la variable de capital acumulada; por tal razón en el capitalismo la
pertenencia a una clase social es movible y no estática.
Las relaciones económicas de producción y el origen de la cadena de mando —incluyendo la
empresaria por delegación— es establecida desde la titularidad privada y exclusiva de los
propietarios de una empresa en función de la participación en su creación en tanto primeros
propietarios del capital. La propiedad y el usufructo queda así en manos de quienes
adquirieron o crearon el capital volviendo interés su óptima utilización, cuidado y
acumulación, con independencia de que la aplicación productiva del capital se genere
mediante la compra del trabajo, esto es, el sueldo, realizado por los asalariados de la empresa.

Una de las interpretaciones más difundidas señala que en el capitalismo, como sistema
económico, predomina el capital —actividad empresarial, mental— sobre el trabajo —
actividad corporal— como elemento de producción y creador de riqueza. El control privado de
los bienes de capital sobre otros factores económicos tiene la característica de hacer posible
negociar con las propiedades y sus intereses a través de rentas, inversiones, etc. Eso crea el
otro distintivo del capitalismo que es el beneficio o ganancia como prioridad en la acción
económica en función de la acumulación de capital que por vía de la compra del trabajo puede
separarse del trabajo asalariado.

Libre mercado, empresas, competencia y trabajo.[editar]

El capitalismo se basa ideológicamente en una economía en la cual el mercado predomina,


esto usualmente se da, aunque existen importantes excepciones además de las polémicas
sobre qué debe ser denominado libre mercado o libre empresa. En este se llevan a cabo las
transacciones económicas entre personas, empresas y organizaciones que ofrecen productos y
las que los demandan. El mercado, por medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los
precios según los cuales se intercambian las mercancías (bienes y servicios), permite la
asignación de recursos y la distribución de la riqueza entre los individuos.

La libertad de empresa propone que todas las empresas sean libres de conseguir recursos
económicos y transformarlos en una nueva mercancía o servicio que será ofrecido en el
mercado que estas dispongan. A su vez, son libres de escoger el negocio que deseen
desarrollar y el momento para entrar o salir de este. La libertad de elección se aplica a las
empresas, los trabajadores y los consumidores, pues la empresa puede manejar sus recursos
como crea conveniente, los trabajadores pueden realizar un trabajo cualquiera que esté
dentro de sus capacidades y los consumidores son libres de escoger lo que desean consumir,
buscando que el producto escogido cumpla con sus necesidades y se encuentre dentro de los
límites de su ingreso. Esto en un contexto teórico capitalista es denominado cálculo
económico.

Competencia se refiere a la existencia de un gran número de empresas o personas que ofrecen


y venden un producto (oferentes) en un mercado determinado. En dicho mercado también
existe un gran número de personas o empresas (demandantes), las cuales, según sus
preferencias y necesidades, compran o demandan esos productos o mercancías. A través de la
competencia se establece una «rivalidad» o antagonismo entre productores. Los productores
buscan acaparar la mayor cantidad de consumidores/compradores para sí. Para conseguir
esto, utilizan estrategias de reducción de precios, mejoramiento de la calidad, etc.

Al hacer referencia a una fuerza de trabajo libre, se entiende a una mano de obra con la
libertad de vender su capacidad de trabajo a cambio de un salario a cualquier patrono
potencial27

La empresa por sociedad de capitales[editar]


El tipo de empresa actual suele resultar de una asociación. A principios del siglo XIX, las
empresas eran generalmente de un individuo que invertía en ellas capitales, fueran estos
propios o procedentes de préstamos, y los ponía al servicio de una capacidad técnica, que
generalmente él mismo tenía. Sin embargo, el posterior desarrollo o auge del capitalismo
demostraron claramente la superioridad de la empresa, que supera los límites de la
personalidad individual o de la continuidad familiar. Este sistema permite al mismo tiempo
agrupar capacidades que se completan y disociar las aportaciones de capital de las aptitudes
puramente técnicas, antes confundidas. Hay que distinguir dos grandes categorías de
sociedades:

1. Las de personas, constituidas por un pequeño número de individuos que aportan al fondo
social capitales, llamados (partes) o capacidades técnicas (caso del socio industrial opuesto al
capitalista), que, como son en realidad fracciones casi materiales de la empresa no pueden ser
cedidas sin el acuerdo de los copartícipes.

2. Las de capitales, en las que las partes llamadas (acciones),se consideran como simples
pruebas materiales de la aportación de cierto capital por los asociados, en general numerosos
y tienen por tanto la posibilidad de transmitirse o negociarse libremente en la bolsa de valores.

Crecimiento económico[editar]

Teóricos y políticos han enfatizado la habilidad del capitalismo para promover el crecimiento
económico buscando aumentar los beneficios, tal como se mide por el Producto Interno
Bruto (PIB), utilización de la capacidad instalada o calidad de vida. Sin embargo, debe notarse
el análisis de la tasa de crecimiento ha revelado que el progreso técnico y causas no asignables
a la intensividad del capital o la asignación de trabajo, parecen ser responsables de gran parte
de la productividad (ver productividad total de los factores). Igualmente los sistemas
de economía planificada lograron entre 1945-1970 tasas muy superiores a la mayor parte de
países capitalistas. Aun dejando a un lado el peso de los diferentes factores en el crecimiento
económico, la posible benéfica influencia de la organización capitalista de la producción ha
sido históricamente el argumento central, por ejemplo, en la propuesta de Adam Smith de
dejar que el libre mercado controle los niveles de producción y de precio, y distribuya los
recursos.

Diversos autores han sostenido que el rápido y consistente crecimiento de los indicadores
económicos mundiales desde la revolución industrial se debe al surgimiento del capitalismo
moderno.2829 Aun cuando parece que parte del crecimiento recogida dentro de
la productividad total de los factores no necesariamente está ligada al modo de organización
capitalista, sino podría deberse simplemente a factores técnicos cuyo desarrollo obedece a
causas más complicas.30 Los defensores de que la organización capitalista es el factor principal
en el crecimiento argumentan que incrementar el PIB (per cápita) ha demostrado
empíricamente una mejora en la calidad de vida de las personas, tal como mejor disponibilidad
de alimentos, vivienda, vestimenta, atención médica, reducción de horas de trabajo, y libertad
de trabajo para niños y ancianos.31

Sí parece ampliamente demostrado, que la especialización tanto en la agricultura como en


otras áreas, produce un aumento de la producción existente, y la actividad comercial de
materias primas aumenta. La consecuencia de este hecho, es el incremento de la circulación
de capital, que fue un estímulo a la banca, y por tanto de la riqueza de la sociedad,
aumentando el ahorro y con ello la inversión. Este fue fundamentalmente el origen de la banca
actual, la cual tenía dos funciones: prestar el dinero que custodiaban a cambio de un interés y
la emisión de "promesas de pago al contado al portador" que circulaban como dinero.

Argumentos favorables al capitalismo también afirman que una economía capitalista brinda
más oportunidades a los individuos de incrementar sus ingresos a través de nuevas
profesiones o negocios que otras formas de economía. Según esta manera de pensar, este
potencial es mucho mayor que en las sociedades feudales o tribales o en las
sociedades socialistas.[cita requerida]Igualmente, diversos trabajos modernos han enfatizado
las dificultades de los sistemas capitalistas no sometidos a regulación, los efectos de
la información asimétrica, y la ocurrencia de crisis económicas cíclicas.32

Organizaciones por interés individual[editar]

De acuerdo con los argumentos de los defensores del capitalismo, cada uno de los actores del
mercado actuaría según su propio interés; por ejemplo, el empleador, quien posee recursos
productivos y capital, buscaría maximizar el beneficio económico por medio de la acumulación
y producción de mercancías. Por otra parte, los empleados, quienes estarían vendiendo su
trabajo a su empleador a cambio de un salario; y, por último, los consumidores, que estarían
buscando obtener la mayor satisfacción o utilidad adquiriendo lo que desean o necesitan en
función a la calidad del producto y de su precio.

De acuerdo con numerosos economistas, el capitalismo podría organizarse a sí mismo como un


sistema complejo sin necesidad de un mecanismo de planeamiento o guía externa.33 A este
fenómeno se lo llama laissez faire.34 Otros economistas modernos han señalado la
conveniencia de las regulaciones, especialmente si se tienen en cuenta que las economías
están insertas en sistemas sociopolíticos y medioambientales que también es necesario
preservar. A este respecto el propio presidente Franklin D. Roosevelt, en un mensaje al
Congreso del 29 de abril de 1938 llegó a afirmar:

la libertad de una democracia no está a salvo si la gente tolera el crecimiento del poder en
manos privadas hasta el punto de que se convierte en algo más fuerte que el propio estado
democrático.35

En cualquier caso es innegable, que para unos y otros el proceso de búsqueda de beneficios
tiene un rol importante (ya se prefiera una economía con cierta regulación o una totalmente
desregulada). Se admite que a partir de las transacciones entre compradores y vendedores
emerge un sistema de precios, y los precios frecuentemente surgen como una señal de cuáles
son las urgencias y necesidades insatisfechas de las personas, si bien algunos autores señalan
que pueden existir fallos de mercado bajo circunstancias específicas. La promesa de beneficios
les da a los emprendedores el incentivo para usar su conocimiento y recursos para satisfacer
esas necesidades. De tal manera, las actividades de millones de personas, cada una buscando
su propio interés, se coordinan y complementan entre sí.36

Liberalismo y papel del Estado[editar]

La doctrina política que históricamente ha encabezado la defensa e implantación de


este sistema económico y político ha sido el liberalismo económico y clásico del cual se
considera sus padres fundadores a John Locke, Juan de Mariana y Adam Smith. El pensamiento
liberal clásico sostiene en economía que la intervención del gobierno debe reducirse a su
mínima expresión. Solo debe encargarse del ordenamiento jurídico que garantice el respeto de
la propiedad privada, la defensa de las llamadas libertades negativas: los derechos civiles y
políticos, el control de la seguridad interna y externa (justicia y protección), y eventualmente la
implantación de políticas para garantizar el libre funcionamiento de los mercados, ya que la
presencia del Estado en la economía perturbaría su funcionamiento. Sus representantes
contemporáneos más prominentes son Ludwig von Mises y Friedrich Hayek por parte de la
llamada Escuela austríaca de economía; George Stigler y Milton Friedman por parte de la
llamada Escuela de Chicago, existiendo profundas diferencias entre ambas.

Existen otras tendencias dentro del pensamiento económico que asignan al Estado funciones
diferentes. Por ejemplo los que se adscriben a lo sostenido por John Maynard Keynes, según el
cual el Estado puede intervenir para incrementar la demanda efectiva en época de crisis.
También se puede mencionar a los politólogos que dan al Estado y a otras instituciones un
papel importante en controlar las deficiencias del mercado (una línea de pensamiento en este
sentido es el neoinstitucionalismo).

Origen[editar]

Skyline de la ciudad inglesa de Mánchester en 1857. Durante el siglo XIX en medio de


la Revolución industrial esta ciudad desarrolló tal cantidad de industria textil que fue
llamada Cottonopolis, y se convirtió en modelo de la prosperidad provocada por el capitalismo
de libre empresa para el movimiento social y político denominado Escuela de Mánchester.

Artículo principal: Historia del capitalismo

Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el
capitalismo como sistema económico, en teoría, no apareció hasta el siglo XVII en Inglaterra
sustituyendo al feudalismo. Según Adam Smith, los seres humanos siempre han tenido una
fuerte tendencia a «realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras». De
esta forma al capitalismo, al igual que al dinero y la economía de mercado, se le atribuye
un origen espontáneo o natural dentro de la edad moderna.37

La sustitución del feudalismo tuvo como impulso a poderosas fuerzas del cambio que sirvieron
para introducir de forma gradual la estructura de una sociedad de mercado, dentro de las
principales fuerzas se encuentran:38

El papel del mercader ambulante en la introducción del comercio, el dinero y el espíritu


adquisitivo.

El proceso de urbanización como una fuente de actividad económica y como punto central de
un poder nuevo y orientado al comercio.

Las cruzadas como una interrupción de la vida feudal y la introducción de nuevas ideas.

El surgimiento de estados nacionales que apoyaban y facilitaban el comercio.


El estímulo de la edad de la exploración y del oro.

El surgimiento de nuevas ideas religiosas que simpatizaban más con la actividad de los
negocios que con el catolicismo.

La monetización de los tributos dentro del sistema feudal.

Todas estas fuerzas del cambio crearon un aspecto económico en la vida de las personas que
antes no existía, con estos cambios se empieza a marcar la separación del aspecto social de la
vida con el aspecto económico, con este nacimiento del aspecto económico la sociedad
empieza a tener fuertes transformaciones, por ejemplo, el siervo ya no está atado a la tierra
sino que se convierte en un trabajador libre, el maestro gremial ahora es un empresario
independiente, el señor feudal se convierte ahora en un simple arrendatario, estas
transformaciones son cruciales para el nacimiento del capitalismo ya que empiezan a
introducir las bases de este nuevo sistema económico. El nacimiento de estos trabajadores
libres, capitalistas y terratenientes cada uno vendiendo sus servicios en el mercado del trabajo,
el capital y la tierra hicieron que nacieran los "factores de producción".

El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que


predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en
intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente
hasta la Revolución industrial que tuvo lugar en el siglo XIX.

El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía
del Renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la
sociedad, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las
condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo en las naciones
europeas. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que
generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor
crecimiento, lo cual generó industrialización en las regiones del norte.

Tipos de sistemas capitalistas[editar]

Como se ha indicado anteriormente, existen distintas variantes del capitalismo que se


diferencian de acuerdo a la relación entre el mercado, el Estado y la sociedad. Por supuesto,
todas comparten características como la producción de bienes y servicios por beneficio,
asignación de recursos basada principalmente en el mercado, y estructuración en torno a la
acumulación de capital. Es importante destacar que entre los círculos ligados a la Escuela
austríaca de economía se conoce como «capitalismo» a su variante más pura, el laissez faire.39
Otros defensores del capitalismo han adoptado visiones del capitalismo más moderadas y más
matizadas con respecto a su implementación práctica.

Algunas de las formas de capitalismo históricamente existentes o propuestas son:

Mercantilismo y proteccionismo

Laissez faire y capitalismo deregulado

Capitalismo corporativo

Economía social de mercado

Economía mixta
En gran medida en la mayoría de países modernos predominan formas de capitalismo más
cercanas a las dos últimas formas, la economía social de mercado y la economía mixta. El
mercantilismo y el proteccionismo parecen casi universalmente abandonados aunque tuvieron
su auge durante los siglos XVIII y XIX.

Mercantilismo

Artículos principales: Mercantilismo y Proteccionismo.

Esta es una forma nacionalista del capitalismo temprano que nació aproximadamente en el
siglo XVI. Se caracteriza por el entrelazamiento de intereses comerciales de interés para el
Estado y el imperialismo y, consecuentemente, por el uso del aparato estatal para promover
las empresas nacionales en el extranjero. Un buen ejemplo lo entrega el caso del monopolio
comercial impuesto por España a sus territorios de ultramar en 1504 prohibiéndoles comerciar
con otras naciones.

El mercantilismo sostiene que la riqueza de las naciones se incrementa a través de una balanza
comercial positiva (en que las exportaciones superan a las importaciones). Corresponde a la
fase de desarrollo capitalista llamada Acumulación originaria de capital.

Capitalismo de libre mercado

Artículos principales: Laissez faire y Libre mercado.

El capitalismo laissez faire se caracteriza por contratos voluntarios en ausencia de intervención


de terceros (como pudiere ser el Estado). Los precios de los bienes y servicios son establecidos
por la oferta y la demanda, llegando naturalmente a un punto de equilibrio. Implica la
existencia de mercados altamente competitivos y la propiedad privada de los medios de
producción. El rol del Estado se limita a la producción de seguridad y al resguardo de los
derechos de propiedad.

Economía social de mercado

Artículo principal: Economía social de mercado

En este sistema la intervención del Estado en la economía es mínima, pero entrega servicios
importantes en cuanto a la seguridad social, prestaciones de desempleo y reconocimiento de
derechos laborales a través de acuerdos nacionales de negociación colectiva. Este modelo es
prominente en los países de Europa occidental y del norte, aunque variando sus
configuraciones. La gran mayoría de las empresas son de propiedad privada.

Capitalismo corporativo

Artículo principal: Capitalismo corporativo

Caracterizado por la dominación de corporaciones jerárquicas y burocráticas. El término


«capitalismo monopolista de Estado» fue originalmente un concepto marxista para referirse a
una forma de capitalismo en que la política de estado es utilizada para beneficiar y promover
los intereses de corporaciones dominantes mediante la imposición de barreras competitivas y
la entrega de subsidios.

Economía mixta

Artículo principal: Economía mixta


Una economía mixta está basada en gran medida en el mercado, y consiste en la convivencia
de la propiedad privada y la propiedad pública de los medios de producción, y en el
intervencionismo a través de políticas macroeconómicas destinadas a corregir los
posibles fallos de mercado, reducir el desempleo y mantener bajos los niveles de inflación. Los
niveles de intervención varían entre los diferentes países, y la mayoría de las economías
capitalistas son mixtas hasta cierto punto.

En términos políticos informales se considera que los sistemas capitalistas son opuestos a los
sistemas de inspiración socialista. Presuntamente los sistemas socialistas difieren de los
sistemas capitalistas en varias maneras: propiedad pública de los medios de producción, los
recursos monetarios obtenidos mediante la producción pueden ser utilizados con fines sociales
no relacionados con la inversión o la obtención de beneficios. En muchos sistemas históricos
de inspiración socialista muchas decisiones importantes de producción fueron directamente
planificadas por el estado lo cual dio lugar a sistemas de economía planificada.

Tampoco pueden considerarse sistemas capitalistas muchos sistemas socioeconómicos de


la antigüedad y la edad media, ya que en ellos tenía un papel destacado la mano de obra
forzada(como en el feudalismo) o directamente la mano de obra esclava (presente en la
antigüedad, la edad moderna e incluso perduró inicialmente en las sociedades capitalistas).
Tampoco existía en muchos de esos sistemas movilidad social, al tratarse de
sociedades estamentarias; ni la producción estaba orientada o racionalizada a la obtención de
beneficio económico o a crear sistemas de acumulación capitalista, sino que otros objetivos
socialmente deseables para una parte de la sociedad podían tener mayor peso en las
decisiones de producción y la actividad económica.

Capitalismo de riesgo

Comprendido también como sociedad de riesgo, ha sido un vocablo introducido por el


sociólogo alemán Ulrich Beck quien comprendía que luego de Chernobyl la sociedad entró en
una nueva fase de producción. El riesgo era la base angular de la sociedad que hacía a todas las
clases iguales. Este proceso de desjerarquización ha llevado a un fenómeno conocido como
proceso de reflexibilidad. En el capitalismo descrito por Beck, los sistemas de producción son
descentralizados, en parte como resultado del proceso de reflexibilidad que da origen a formas
donde el lego tiene acceso a información que en épocas anteriores eran exclusivas de los
expertos. No obstante, la introducción de la tecnología para detectar y reducir ciertos riesgos,
engendraba otros no tenidos en cuenta o planificados por los expertos.40 Anthony
Giddens explora el capitalismo del riesgo como una consecuencia del empalme entre la
globalización y el mercantilismo.41 Por su parte, Richard Sennet sugiere que la discursividad
del riesgo es útil para que los grupos privilegiados no asuman los riesgos de sus decisiones. El
ciudadano moderno debe gestionarse su propia seguridad como signo de estatus, que le
permite ingresar al mundo de los buenos ciudadanos. Quienes así no pueden gestionarlo, son
tildados de «incapaces» o «personas vulnerables». Ser vulnerable implica no tener autonomía
respecto de otros que si pueden autoprotegerse. Este cambio en las políticas de protección se
asocia a una tendencia económica que pondera y valoriza a quienes no se apegan a una
empresa por muchos años. Los expertos en organizaciones o sociología laboral sugieren que
las personas deben cambiar de trabajo en forma periódica debido a que ello sugiere una
adaptación sana a lo diferente. Más allá de este discurso subyace una lógica de explotación
que intenta romper con los lazos sociales y con el apego tradicional de un sujeto a una
organización. Por ese motivo, no es extraño observar que dentro del culto al cambio prime una
atmósfera de precarización laboral.42 Ante el mismo problema ZygmuntBauman acuña el
término «sociedad líquida» para expresar la dinámica del capitalismo moderno. En la sociedad
sólida las economías y los lazos institucionales estaban orientados a largo plazo, en forma de
una producción de escala. Pero la modernidad ha cambiado a formas más descentralizadas,
móviles y menos estables en los canales productivos. Eso ha dado como resultado una
sociedad donde los lazos sociales son adaptables al momento y a los intereses individuales de
las personas. En la sociedad líquida la seguridad es empleada como una forma discursiva que
denota exclusividad y estatus social. Los medios tecnológicos vigentes son usados por los
grupos privilegiados no solo para protegerse de ciertos grupos marginales, sino para
demostrar ejemplaridad.434445

Capitalismo mortuorio

George H. Mead afirmaba que existía una fascinación por las malas noticias, los periódicos y
los accidentes porque de esa forma el "yo" exorciza a la muerte. Se siente una sana alegría
ante la tragedia de los demás debido a que se ha evitado ser afectado por el evento.46 En este
sentido, JoySather-Wagstaff sugiere que los desastres provocados por el hombre o naturales
generan un gran trauma para la sociedad, el cual debe ser regulado por medio de la
solidaridad entre las víctimas y los supervivientes. En ciertas ocasiones, el poder político
intenta manipular el discurso con el fin de ganar legitimidad frente a los miembros de la
comunidad. Se da, entonces, una patrimonialización del dolor que distorsiona las razones
reales del desastre. Rememorar la muerte es el primer hecho político que da origen a la
cultura.47 Estas mismas observaciones fueron validadas por la profesora RodanthiTzanelli de
la Universidad de Leeds, quien sostiene que el cine ha hecho de la muerte una
principal mercancía (en inglés, commodity) para ser comercializado por los diferentes agentes
del capitalismo al punto de imponer mensajes discursivos hegemónicos. En diversas prácticas
como la visita a lugares de extrema pobreza, o a santuarios donde abunda la muerte masiva,
estos dispositivos apelan al sufrimiento humano para dotar al consumidor de una realidad
apocalíptica. La función de retratar la miseria ajena radica en el reforzamiento de la propia
posición de clase ejercida por la élite capitalista.48 Phillipe Aries por su parte sostiene que el
hombre moderno ha perdido la familiaridad con la muerte y a diferencia de sus predecesores
ha hecho de ella algo incontrolable, cuyos efectos adquieren una naturaleza
desestabilizadora.49 Por último, la muerte funcionaría según Geoffrey Skoll como un
importante discurso para mantener a la masa trabajadora bajo control.50
ZygmuntBauman sostiene que el estado de hiper-vigilancia que se ha fundamentado en el uso
de tecnologías cumple una doble función. Por un lado protege a los ciudadanos deseables de
los indeseables, pero también sirve como criterio de exclusión donde solo unos pocos se aíslan
del resto de la sociedad. La exclusividad confiere estatus a ciertos grupos y la vigilancia es el
instrumento por medio del cual ese estatus se hace visible a otros quienes no poseen los
recursos necesarios para protegerse.51

Críticas al capitalismo
Pyramid of CapitalistSystem, póster del sindicato Industrial Workers of theWorld. Critica el
capitalismo representándolo como una estructura jerárquica de clases sociales.

Artículo principal: Anticapitalismo

Parte de la crítica al capitalismo es la opinión de que es un sistema caracterizado por la


explotación de la fuerza de trabajo humano al constituir el trabajo como una mercancía más.
Esta condición sería su principal contradicción: medios de producción privados con fuerza de
trabajo colectiva, de este modo, mientras en el capitalismo se produce de forma colectiva, el
disfrute de las riquezas generadas es privado, ya que el sector privado "compra" el trabajo de
los obreros con el salario. La alternativa histórica al capitalismo con mayor acogida ha estado
representada por el socialismo.[cita requerida]

Marxismo

Artículo principal: Modo de producción capitalista

Para el materialismo histórico (el marco teórico del marxismo), el capitalismo es un modo de
producción. Los marxistas creen que las desigualdades sociales se deben a una continua lucha
social, la "lucha de clases" que tendría una inevitable evolución en el comunismo, en este
sistema se plantea una mejora en las relaciones socio-económicas que mejoraría las
condiciones laborales de los trabajadores y evitaría la injusticia social que ellos creen que tiene
lugar en el capitalismo.

Esta construcción intelectual es originaria del pensamiento de Karl Marx (Manifiesto


Comunista, 1848, El Capital, 1867) y deriva de la síntesis y críticade tres elementos:
la economía clásica inglesa (Adam Smith, David Ricardo y Thomas Malthus), la filosofía
idealista alemana (fundamentante la dialéctica hegeliana) y el movimiento obrero de la
primera mitad del siglo XIX (representado por autores que Marx calificaba de socialistas
utópicos).

Capitalismo e imperialismo

Los críticos del capitalismo lo responsabilizan de generar numerosas desigualdades


económicas. Tales desigualdades eran muy acusadas durante el siglo XIX, sin embargo, a lo
largo de la industrialización (principalmente en el siglo XX) se experimentaron notables
mejorías materiales y humanas. Los críticos del capitalismo (John A. Hobson, Imperialism, a
study, Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo) señalaron desde finales del siglo
XIX que tales avances se obtuvieron por un lado a costa del colonialismo, que permitió el
desarrollo económico de las metrópolis, y por otro lado gracias al Estado del Bienestar, que
suavizó los efectos negativos del capitalismo e impulsó toda una serie de políticas
cuasisocialista.

Otras críticas al capitalismo que se enlazan a décadas anteriores con el mismo


matiz antiimperialista (a partir del pensamiento centro-periferia) provienen de los
movimientos antiglobalización, que denuncian al modelo económico capitalista y las
empresas transnacionales como el responsable de las desigualdades entre el Primer Mundo y
el Tercer Mundo, teniendo el tercer mundo una economía dependiente del primero.

El mercado como institución no natural

Desde una perspectiva no estrictamente marxista, Karl Polanyi (La gran transformación, 1944)
insiste en que lo crucial en la transformación capitalista de economía, sociedad y naturaleza
fue la conversión en mercancía de todos los factores de producción (tierra, o naturaleza
y trabajo, o seres humanos) en beneficio del capital.

Capitalismo como religión

Artículo principal: Capitalismo como religión

Capitalismo como religión es un escrito póstumo de 1921 del filósofo alemán Walter
Benjamin que contiene una crítica profunda al capitalismo. El texto indaga en la naturaleza
religiosa del capitalismo como una dogmática inhumana: la identificación del pecado y
la culpa religiosa y la deuda impuesta por el capitalismo (el término alemán utilizado en el
escrito Schuld significa a la vez deuda y culpa). Para Michael Löwy el escrito es una lectura
anticapitalista de Max Weber.5253 En este sentido, se ha afirmado con relación al vínculo
entre capitalismo y religión:

Con relación a la percepción religiosa de la riqueza, podría decirse que el dilema del capital —
su pecado capital cabría decir— y el origen de la hostilidad que en ocasiones genera, podría
explicarse por su desapego crónico hacia la auténtica riqueza: toda aquella que no consista en
dinero. Algo que ha quedado sintetizado en el conocido adagio atribuido al emperador
Vespasiano: «pecunia non olet». Frente a este planteamiento, resulta comprensible que haya
quien entienda que la acumulación de riquezas nada tiene que ver con la moral (aunque, en
realidad, esta tenga que ver con todo), sin embargo, no cabe duda de que un rasgo del
capitalismo es el de desatender el origen y destino del capital, sirviendo lo mismo para
financiar un hospital para refugiados que para financiar la guerra que los ha convertido en
tales.54

Ecologismo

La crítica ecologista argumenta que un sistema basado en el crecimiento y la acumulación


constante es insostenible, y que acabaría por agotar los recursos naturales del planeta,
muchos de los cuales no son renovables. Más aún si el consumo de estos recursos es desigual
entre los países y en sus respectivas clases económicas. Hasta hace algunas décadas, se
pensaba que los recursos naturales eran virtualmente inagotables y que la contaminación,
pérdida de la biodiversidad y de paisajes eran costes asumibles del progreso.
Actualmente existen dos tendencias principales relacionadas con la crítica ecologista: aquella
que defiende un desarrollo sostenible de la economía (que consistiría en adaptar el actual
modelo al nuevo problema medioambiental), y otra que defiende un decrecimiento de la
economía (que apunta directamente a nuevos sistemas de organización económica).55

Como contraparte al ecologismo colectivista, surge el ecologismo de mercado con base en


la libertad individual. Este ecologismo plantea la protección de los ecosistemas desde el punto
de vista del capitalismo libertario, los libertarios dicen que una definición de la propiedad
privada en todos los recursos escasos, cada recurso escaso es usado más eficientemente, y por
lo tanto, es regulado por el mercado, de igual manera el propietario siempre está interesado
en que su tierra y animales estén sanos, usan el ejemplo de la privatización de los elefantes en
Kenia y la recuperación de la población de estos para demostrar que una economía de
mercado con propiedad privada, siempre tiene interés en un ecosistema sano. Desde el punto
de vista de los libertarios, cuando no hay derechos de propiedad definidos ocurre la
denominada tragedia de los comunes, donde el recurso es usado por todos de manera
irresponsable y este se agota.

El capitalismo como sistema mundial en expansión*


El capitalismo constituye una manera de organizar la sociedad a escala mundial. Aunque nació
históricamente en Europa occidental, el capitalismo se estructuró desde su inicio como una sociedad en
permanente expansión.
El capitalismo no puede existir sin conquistar nuevos territorios geográficos y nuevas relaciones sociales.
Las primeras formas que asumió estuvieron centradas en el capital bancario y en el capital comercial.
Durante la Edad Media europea, los primeros prestamistas y mercaderes aparecieron
en el siglo XI (11). Aunque los prestamistas y mercaderes perseguían la obtención de interés y ganancia
comercial, todavía en ese entonces, a nivel social predominaba la producción de valores de uso para el
consumo.
Más tarde, en los siglos XV(15) y XVI(16), las grandes casas comerciales europeas – principalmente
italianas- financiaron los viajes expedicionarios en busca de nuevas rutas comerciales. Nacía el
colonialismo moderno. La primera división del mundo en metrópolis y dominios coloniales. Desde ese
momento, el capitalismo occidental europeo se expandió a nivel mundial. Fue la primera “globalización”,
todavía incipiente. A fines del siglo XV y comienzos del XVI, a partir de los viajes de Colón y sus colegas,
el mundo se empieza a unificar bajo la tutela y expansión de Occidente, que produce un aplastamiento
brutal de las sociedades periféricas. Es “la carga del hombre blanco” que lleva sobre sus espaldas el
deber de… “civilizar” y evangelizar a los bárbaros (los pueblos coloniales). América Latina, sojuzgada y
conquistada, ingresa en “la civilización” occidental capitalista de la misma manera que África y Asia: como
parte de la naturaleza a conquistar y evangelizar. La “humanidad” llegaba hasta donde llegaban los
blancos, occidentales, propietarios y varones. No resulta por ello casual que los pueblos originarios
americanos hayan sido comparados con los animales (es decir, como si pertenecieran a la naturaleza y
no a la sociedad) por los conquistadores europeos. Exactamente lo mismo sucedió a los habitantes de
África, que alimentaron la sed capitalistas de riquezas como mano de obra esclava.
El saqueo colonialista del Tercer Mundo posibilita la acumulación originaria europea. Ésta, a su vez,
permite el desarrollo de la revolución industrial a fines del siglo XVIII (18). Con la introducción de la
máquina de vapor y el pasaje de la producción artesanal y manufacturera a la gran producción industrial,
el capitalismo de las metrópolis (principalmente Inglaterra) se expande aún más por el mundo
conquistando nuevas colonias (o robándoselas a otras potencias como España y Portugal). Hacia fines de
ese mismo siglo XVIII (18), se produce en Francia la principal revolución política de los tiempos
modernos: la revolución burguesa de 1789.
¿Qué fue la revolución burguesa?
El arquetipo de revolución burguesa europea fue la encabezada por la burguesía francesa, la más radical
de todas (porque a diferencia de la burguesía inglesa, no negoció con la monarquía y le cortó la cabeza al
rey). La burguesía realizó su propia revolución política liderando a todas las clases postergadas por la
realeza, la nobleza, el clero y la monarquía. Lo hace tomando el poder e instaurando la república
parlamentaria. Lo hace en nombre de todo el “pueblo” pero en realidad inaugura la dominación política
burguesa (es decir de una pequeña minoría social). Una dominación anónima, impersonal, generalizada,
realizada en nombre de “todos los ciudadanos” pero en beneficio exclusivo de la burguesía.
Aunque diversas corrientes de ideas coexisten en el seno de la revolución francesa (incluyendo a los
primeros comunistas como François-NoëlGracoBabeuf), el liberalismo se torna hegemónico.
¿Qué es el liberalismo?
El liberalismo es la doctrina que plantea en el terreno económico la libre circulación de mercancías. “Dejar
hacer, dejar pasar” es su lema, con el cual enfrenta las trabas que la nobleza ponía a la expansión del
comercio burgués. En el terreno político, el liberalismo propicia una forma de gobierno republicana donde
la burguesía puede ejercer su dominio de manera anónima, general e impersonal, sin las “molestias” de la
dictadura o la monarquía.
El siglo XIX (19) fue en Europa el de la consolidación económica del capitalismo industrial y, en todo el
mundo, el de la segunda etapa –posterior a los viajes de Colón- de la “globalización”. Si en sus orígenes
el capitalismo comenzó acumulando a partir de los bancos y el comercio, en el siglo XIX fue la producción
industrial –bajo el supuesto reinado de la libre competencia- la que consolidó el predominio mundial del
capital sobre un conjunto muy heterogéneo de relaciones sociales.
En América Latina, bajo el impulso y el apoyo del colonialismo inglés (en disputa con las otras potencias),
las nacientes repúblicas latinoamericanas se independizan de los viejos imperios coloniales de España y
Portugal. Pero esa independencia será sólo formal. Rápidamente, las nacientes repúblicas se convierten
en semicoloniales y dependientes. Surge entonces una clase dominante local, la burguesía dependiente,
estrechamente ligada y asociada –en lo económico, en lo político, en lo militar y en lo cultural- al dominio
de las metrópolis. Las burguesías dependientes son socias menores de la dominación, primero colonial,
luego neoloconial e imperialista.
Es en ese siglo cuando Carlos Marx escribe en el Manifiesto Comunista (1848) acerca de la expansión del
capitalismo y la unificación tendencial del mundo bajo el reinado del valor de cambio y la producción para
el mercado. Allí habla, en otro lenguaje, con otra terminología, de lo que hoy se conoce como
“globalización”. Marx plantea, entonces, que con el capitalismo “el mundo se unifica”. También plantea
que “el mundo empieza a ser redondo, por primera vez”, a partir de los barcos de vapor, el ferrocarril, el
telégrafo, es decir, de los medios de comunicación que marcaron aquella época. El capital se expande por
el mundo en extensión y en profundidad. Por su propia lógica interna, el capital necesita expandirse, tanto
en extensión como en intensidad, hacia “afuera” y hacia “adentro”, fagocitando todo tipo de relaciones
sociales que le son adversas, externas o extrañas, que resisten, o sociedades que no han sido
incorporadas aún a la lógica capitalista. Para dar cuenta de ese proceso, Marx utilizará dos expresiones
que explican la subordinación y la unificación mundial bajo el reinado del valor de cambio, el mercado y el
capital: “subsunción formal” (para la expansión en extensión) y “subsunción real” (para la expansión en
profundidad).
Como el capital necesita expandirse permanentemente, el capitalismo nace como un tipo de sociedad
internacional, nace de manera mundial. Se estructura luego a partir de Estados nacionales -lo primero que
en cada sociedad intenta construir la burguesía, históricamente, es el mercado interno, el ejército nacional
y el Estado nación- pero, a partir de allí, se proyecta siempre a nivel internacional, desde sus mismos
orígenes.
A fines del siglo XIX (19), por su misma lógica, las grandes potencias capitalistas occidentales se lanzan a
la disputa por la conquista del planeta. Francia competirá con Estados Unidos para alcanzar a Inglaterra
(que entonces lleva la delantera). Alemania e Italia van detrás, pues todavía no se habían unificado como
Estados-naciones modernos. A fines del siglo XIX el mundo ya está repartido. Quien quisiera nuevos
mercados para exportar sus capitales (no sólo sus productos mercantiles) necesitará comenzar una
guerra de conquista. Es el tiempo en que el capitalismo pega un salto cualitativo. El crecimiento de la
competencia entre las firmas empresariales nacionales dará lugar al nacimiento de grandes monopolios.
La libre competencia metropolitana y el colonialismo moderno dejarán su paso al nacimiento del
imperialismo.
Lenin fue uno de los principales teóricos del movimiento revolucionario a nivel mundial (ya que en Rusia
dirigió, en octubre de 1917, la revolución bolchevique, la primera revolución socialista triunfante en la
historia de la humanidad). En su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916) Lenin sostiene
que con la emergencia del capitalismo imperialista, se termina la vieja dicotomía y competencia entre
capitales industriales y bancarios. Se produce una nueva fusión donde los mismos capitales se dedican a
la producción industrial y al mundo de las finanzas. Este nuevo tipo de capital es el capital financiero,
hegemónico en los tiempos del imperialismo. Este tipo de capital ya no alienta la expansión territorial de
las grandes potencias -típica de la época colonial donde la gran potencia invade y conquista sociedades
menos poderosas- sino un tipo de expansión asentada en la exportación de capitales. Éstos persiguen
obtener a cambio de sus inversiones diversos tipos de rentas de los países sojuzgados a los que le
conceden una independencia política formal pero manteniendo una dependencia económica.
¿Cuáles son las características del imperialismo?
Lenin resume las líneas centrales de esa nueva fase del capitalismo mundial identificando determinadas
características generales:
• Concentración de la producción, centralización de los capitales y emergencia de inmensos monopolios,
oligopolios, empresas multinacionales, trust, corporaciones y cárteles • Nuevo papel de los bancos, que
abandonan su antigua competencia con los capitales industriales para vincularse a ellos en el mundo de
las finanzas
• Surgimiento del capital financiero como fusión de los capitales bancarios e industriales
• Emergencia de un sector sumamente concentrado del capital financiero que Lenin denomina “oligarquía
financiera”
• Exportación de capitales desde las grandes potencias metropolitanas a las zonas periféricas con el
objetivo de disminuir costos en materias primas y fuerza de trabajo y maximizar las rentas
• Reparto del mundo entre grandes corporaciones multinacionales acompañada del reparto del mundo
entre las grandes potencias capitalistas. No se pueden entender las dos grandes guerras mundiales (y
todas las guerras “menores” que las acompañaron a lo largo del siglo XX) si se desconoce la existencia
del imperialismo. Sólo a la luz del imperialismo se puede comprender el genocidio nazi en Europa y el
genocidio latinoamericano llevado a cabo en los ’70 y ’80 por las dictaduras militares de Paraguay, Brasil,
Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, etc.,etc. Un genocidio
impulsado metódicamente –con sus instructores en tortura y en guerra contrainsurgente- por el
imperialismo norteamericano. Un genocidio “científico” y racionalmente planeado.
Una vez que el capitalismo logra frenar la expansión de la revolución bolchevique de 1917 y disciplinar a
la fuerza de trabajo a nivel mundial en la segunda posguerra, el imperialismo ingresa en una nueva fase.
Si el imperialismo “clásico” existe en Europa Occidental y Estados Unidos entre 1890 y 1940
aproximadamente, la nueva fase imperialista se inaugura a partir de la segunda posguerra. Desde 1945
hasta principios de los años ’70 el capitalismo imperialista de los países metropolitanos se solidifica sobre
una base común: el Estado comienza a intervenir sistemáticamente en el mercado (a favor de los
monopolios); se le otorga cierta estabilidad laboral a los segmentos más altos de la clase obrera europea
(la aristocracia obrera) a cambio de que sus sindicatos respeten el “nuevo orden” capitalista; se expande
el sector capitalista de los servicios generando una sociedad de fuerte consumismo. Además, se genera
una inflación permanente como modo de financiar los créditos para la industria y el consumo de masas.
En la industria, sigue creciendo –fundamentalmente en EEUU- el sector armamentístico que llega a
formar un complejo militar-industrial, todavía reinante en nuestros días.
Esta nueva fase del capitalismo imperialista metropolitano (que algunos autores denominan
“neocapitalismo”, otros “capitalismo tardío”, “capitalismo de organización” o “capitalismo fordista”) se
combina hacia el exterior con el neocolonialismo. Sin colonias formales la dominación imperialista
continúa en el terreno económico. En total esta fase del capitalismo dura aproximadamente treinta años.
Tres décadas de mansa sumisión de la clase obrera europea y norteamericana a los dictados del capital.
Mientras tanto, después de la derrota de los nazis a manos del Ejército Rojo soviético durante la segunda
guerra mundial, se forma un bloqueo eurooriental de países postcapitalistas (autodenominados
oficialmente “socialistas”) liderados por la Unión Soviética. Estos países corren entonces con la
desventaja de haber sido devastados en su propio territorio (a diferencia de Estados Unidos) por la
invasión de los nazis. Además, se consolida en ellos el poder elitista de una fuerte burocracia política –
formada en Rusia tras la muerte de Lenin y de la época gloriosa de la revolución socialista de 1917- que
frena todo desarrollo de la conciencia socialista y todo poder de los trabajadores. Freno que asume
diversas “teorías” y “doctrinas” oficiales en aquellos países (la más conocida de todas es la de
“coexistencia pacífica” con el imperialismo, mediante la cual la URSS se compromete a no apoyar las
revoluciones de países de la órbita occidental. Esta doctrina se implementa tras la muerte de Stalin, quien
previamente había disuelto la Internacional Comunista para ganar el favor de los líderes capitalistas
occidentales).
En el Tercer Mundo, por la misma época, se suceden diversos procesos revolucionarios. De algunos de
ellos (como las revoluciones de Vietnam, China, Corea y Cuba) emergen revoluciones socialistas. En
muchos otros casos (Argelia y diversas colonias africanas) ese proceso se limita a la independencia
nacional y la descolonización política. En América Latina, a excepción de Cuba, se vive el auge de
diversas experiencias nacionalistas y populistas encabezadas por las burguesías locales (y sus fuerzas
armadas) que ensayan modelos industriales sustituyendo lo que no llega del área metropolitana y
cubriendo los agujeros vacíos por las industrias monopólicas. Esta industrialización latinoamericana,
deformada y dependiente, no modifica la estructura agraria atrasada de nuestros países. Al estar
encabezada por los socios locales del imperialismo y el neocolonialismo, no logra romper el estrecho
marco del capitalismo periférico. Es una industrialización “a medias” o “seudoindustrialización”, como la
llamaron algunos autores.
El imperialismo consolida, entonces, entre 1945 y principios de 1970, su hegemonía para los países
capitalistas metropolitanos, pero va lentamente perdiendo la iniciativa en la periferia del sistema mundial.
A comienzos de los años ’70, producto de la insubordinación generalizada que se había experimentado
durante el año 1968 en las metrópolis y de diversas luchas insurreccionales del Tercer mundo
(encabezadas por la revolución cubana en América Latina), el modelo hegemónico de capitalismo tardío
de posguerra entra en crisis. A ello se suma una crisis aguda del petróleo y otra crisis del dólar, en el
terreno económico.
¿Cómo nace el neoliberalismo?
Producto de esas múltiples crisis a nivel mundial, el capitalismo retoma la ofensiva económica, política,
militar e ideológica que había ido perdiendo a lo largo del siglo. De allí en más se impone como tarea
doblegar a la clase obrera metropolitana, derrotar a los movimientos insurreccionales del Tercer Mundo y
fracturar a los países del bloque del Este. La ideología que legitima esa ofensiva a nivel mundial se llama:
neoliberalismo. Éste retoma del antiguo liberalismo del siglo XVIII (18) la bandera de la apertura comercial
sin límites y la libre circulación económica del capital, pero combinada con formas políticas dictatoriales,
fascistas y represivas e ideas culturales extremadamente conservadoras y autoritarias.
El primer “experimento” político a nivel mundial de la nueva ofensiva capitalista neoliberal fue el golpe de
Estado de Chile en 1973 realizado por el general Pinochet contra el presidente socialista Salvador
Allende. De allí en más, luego de generalizar la experiencia capitalista de nuevo cuño a sangre y fuego
por todo el continente latinoamericano, Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en EEUU
aplicaron las nuevas recetas para el mundo metropolitano. A esto se le sumó la crisis terminal interna del
bloque del Este (que derivó en la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS) y una nueva
revolución tecnológica de las comunicaciones. Producto de esa gama de procesos articulados, el
capitalismo, que había nacido hacía cinco siglos como sociedad en expansión, vuelve a sufrir una nueva
expansión planetaria. Una de las principales características de esta nueva etapa del imperialismo –cada
vez más agresivo y guerrerista- es la internacionalización de la producción. No sólo de las finanzas, como
dicen los periódicos burgueses. Con el neoliberalismo, el Estado no desaparece, como afirman las
academias universitarias latinoamericanas: cambia de función. Abandonando el estilo de intervención que
venía realizando desde aproximadamente 1930 y en principalmente desde fin de la segunda guerra
mundial, el nuevo Estado capitalista neoliberal continúa interviniendo para garantizar la renta, la ganancia
y el interés de los empresarios. Se retira de los servicios (salud y educación, por ejemplo) pero cada más
está presente en el terreno de la represión interna y la criminalización de las protestas obreras y
campesinas. Junto a la represión política, crece el militarismo y la superexplotación de la clase obrera.
El nuevo capitalismo imperialista redobla la asimetría de poder y la dominación a escala mundial hasta
grados inimaginables. Actualmente, 600 empresas monopólicas transnacionales controlan los Estados de
las grandes potencias capitalistas y el mercado mundial. Los pueblos del Tercer Mundo –no sus
burguesías, socias serviles del imperialismo- cada vez están más sometidos. Según un informe de las
Naciones Unidas, la fortuna de los 358 individuos más ricos del planeta es superior a las entradas anuales
sumadas del 45% de los habitantes más pobres de la Tierra. Según ese mismo informe, más de 800
millones de seres humanos pasan hambre y alrededor de 500 millones de individuos sufren de
malnutrición crónica.
No es entonces verdad que el capitalismo sigue exactamente igual que en la época de Lenin, a
comienzos del siglo XX. Pero tampoco es cierto que haya desaparecido el imperialismo o que se hayan
extinguido los Estados naciones. Sigue habiendo imperialismo. Sigue habiendo capitalismo. Sigue
habiendo guerras. Sigue habiendo luchas de clases. La clase trabajadora sigue luchando por otro mundo
posible, un mundo socialista… La “globalización” actual no es más que una nueva etapa de esa larga
historia. Como todas las fases previas, no es un proceso ineluctable ni inevitable. Es un producto de la
lucha de clases. Dado que el capital se universaliza cada vez más, la lucha de los trabajadores y las
resistencias populares también se globalizan.

El Desarrollo del Capitalismo


En el presente ensayo se pone a disposición de los lectores los cambios
transcurridos en los sistemas económicos a lo largo del tiempo con el fin de
entender cómo el sistema económico actual ha llegado a lo que se conoce
como economía de los materiales, el cual es difícil de entender y más aún de
cambiar, se analizará sus fallas y lo que es necesario trabajar. Para esto se
utilizará como referencia el trabajo de Annie Leonard llamado “La teoría de las
cosas”.

A inicios de las civilizaciones la economía se desarrollaba primitivamente con


trueques, en donde los excedentes de las personas se intercambiaban por los
de las otras, el sistema funcionaba para satisfacer las necesidades de cada
individuo aun cuando para llegar a esto se necesitaban muchos
intermediarios (Ruiz, 2011). A raíz de la dificultad de los intermediarios aparece
la moneda, así es como las personas establecían el valor de su producto y
podían cambiarlos con dinero.
El feudalismo es la siguiente forma de estructura económica (política y
social) entre los siglos IX y XV, se basa en la relación que tiene el señor feudal
y el campesino, esta relación tiene como medio el feudo el cual era el principal
medio de producción agrícola y artesanal(Portillo, 2010). El feudalismo entró en
decadencia a partir del desarrollo del comercio y con ello la aparición de la
burguesía como una clase poderosa, a esto hay que agregar factores
importantes como el desarrollo de técnicas agrícolas y mejoras en la
productividad de los factores de producción de la época y la aparición de
pestes y hambruna.
Como sustitución del feudalismo aparece el mercantilismo entre los siglos XVI y
XVIII, la principal idea que caracteriza el mercantilismo es que la riqueza de un
país estaba medida por la cantidad de metales preciosos que este posea esta
idea lidera el hecho de que los países restringieran importaciones y fomentaran
exportaciones. Además en estos siglos se produjo la expansión territorial de
Europa a América, Asia y África consiguiendo de estos continentes mano de
obra y materias primas, con lo cual los costos de producción disminuyeron y se
fomentó la industria (Enciclopedia de la economía, 2009).
Finalmente llegamos a la organización económica capitalista a finales del S.
XVIII, este sistema se caracteriza principalmente por el desarrollo industrial y
por la mano de obra asalariada es decir con la clase trabajadora. Es así como
el capitalismo desarrolla por un lado la riqueza de los dueños de industrias y
por el otro brinda oportunidad de trabajo por dinero. Y es esta forma de
organización que actualmente mantienen la mayoría de los países. Y es a partir
del inicio del capitalismo moderno con la creación de la industria donde surge el
mayor desarrollo tecnológico e industrial en la historia de la civilización, en el
año 2011 en promedio los países habían invertido 2.13% del PIB mundial en
investigación y desarrollo en ciencia y tecnología y obtenido ganancias en
exportaciones de $1.934 billones (Banco Mundial, 2011). Sin embargo, ¿cuál
es el precio que paga la humanidad por este nivel de desarrollo?
“La historia de la cosas”, habla acerca de cómo se desarrolla el proceso
productivo de los bienes “industrializados” que nosotros consumimos. Este
proceso inicia con la extracción, después la producción y finalmente la venta y
uso de las cosas. Este esquema se conoce como economía de los materiales y
se debe analizar detenidamente debido a que es la base del sistema actual, el
cual se basa en la producción y consumo de bienes y servicios (Leonard,
2010). Sin embargo, no se cuenta con lo más importante para mantener este
esquema, es decir no tenemos un universo infinito de bienes primarios sino
todo lo contrario, nuestro universo es de bienes tan escasos que
necesitaríamos de 5 planetas para sostener el ritmo de producción que
estamos manejando.
Sin embargo, este no es el único problema que debe enfrentar este sistema,
pues está olvidando el actor principal en el proceso productivo, este es el ser
humano, el cual ha dejado de ser un “ser vivo” para convertirse en otro “factor
de producción” y con ello pierde la esencia misma de la libertad humana.
El tercer problema que considero de este sistema, es que es un sistema que no
puede parar, es como una bicicleta sin frenos, puesto que es un sistema que
no funciona sin consumo, el consumismo es su motor y sin él no hay sistema.
Este es el punto en el cual se debe pensar en cómo se sustenta un sistema
que se desarrolla a tan alta magnitud, en el que no se puede dejar de producir
porque este es su motor. Esta es una cuestión que debemos analizar como
economistas. Tal vez sea necesaria la creación de un sistema económico
alterno sustentable.
Ese es nuestro trabajo.

Desarrollismo
El desarrollismo considera que la clave del desarrollo económico es la industrialización.

El desarrollismo o estructuralismo es una teoría económica referida


al desarrollo surgida en América Latina a mediados del siglo XX, que sostiene que el orden
económico mundial sigue un esquema centro industrial-periferia agrícola, razón por la cual
se produce un deterioro estructural de los términos de intercambio en el comercio
internacional en perjuicio de los países periféricos, que reproduce el subdesarrollo y
amplía la brecha entre países desarrollados y países subdesarrollados. Como
consecuencia de ese diagnóstico, el desarrollismo sostiene que los países no
desarrollados deberían tener Estados activos, con políticas económicas que impulsen
la industrialización, para alcanzar una situación de desarrollo autónomo.

Índice

 1Desarrollismo económico
 2Historia
o 2.1Latinoamérica
o 2.2España
 3Véase también
 4Referencias
 5Bibliografía
 6Enlaces externos

Desarrollismo económico[editar]
El desarrollismo económico (estructuralismo) cuestiona la teoría clásica del comercio
internacional, apoyada en el principio de las ventajas comparativas, para destacar el
fenómeno del deterioro de los términos de intercambio y las transferencias de valor entre
países que ello implica, a favor de los países industrializados y en perjuicio de los países
con economías primario-exportadoras (centro-periferia y Tesis de Prebisch-Singer).
La industrialización de materias primas (por ejemplo, trigo, soja, madera, petróleo, etc.) da
valor agregado a los bienes exportables, y sustituye importaciones (Industrialización por
sustitución de importaciones), mejorando así los términos de intercambio y disminuyendo
la brecha entre los países.
El estructuralismo se relaciona estrechamente con la Teoría de la Dependencia. En la
década de los años 1960 algunos estructuralistas comenzaron a percibir las limitaciones
de la teoría en su formulación original, como modelo de sustitución de importaciones,
fundamentalmente debido a la necesidad de financiar importaciones industriales utilizando
divisas de exportaciones primarias, inversiones de capital extranjero, radicaciones
de empresas multinacionales, y endeudamiento externo. Estos desarrollos llevaron a
algunos economistas de esta orientación a complementar sus desarrollos teóricos con los
trabajos sociológicos sobre la dependencia que veían desarrollándose desde los años
1930, en gran medida iniciados por Sergio Bagú. Se conformó así la llamada Teoría de la
Dependencia.
Los principales economistas de esta tendencia son el argentino Raúl Prebisch, los
brasileños Celso Furtado y Fernando Henrique Cardoso, el chileno Aníbal Pinto Santa
Cruz, así como también el argentino Aldo Ferrer, y el mexicano Víctor Urquidi, entre otros.

Dos desarrollistas argentinos, Arturo Frondizi (presidente) y Rogelio Frigerio (secretario).[cita requerida]

Historia[editar]
Latinoamérica[editar]
El desarrollismo está vinculado a la aparición de la Teoría del desarrollo,1 como una
profundización de sus implicancias, hasta el punto de conformar una teoría independiente.

El brasileño Celso Furtado es uno de los principales exponentes del desarrollismo.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, y siguiendo la Teoría del desarrollo clásica, que
sostenía que los países iban avanzando a través de fases cada vez más evolucionadas de
desarrollo económico (desde la economía agraria a la economía industrial de consumo
masivo), las Naciones Unidas crearon una serie de comisiones económicas para impulsar
el desarrollo de los países no desarrollados.
Una de esas comisiones fue la CEPAL (Comisión Económica para América Latina de las
Naciones Unidas). Inicialmente la CEPAL trabajó siguiendo las pautas lineales de la teoría
clásica del desarrollo, pero a poco avanzar, algunos economistas y sociólogos de la
comisión fueron notando que en América Latina existían circunstancias sociopolíticas que
obstaculizaban el desarrollo y condicionaban la aplicación de los supuestos puramente
económicos de las teorías clásicas. Entre sus figuras principales se encontraban el
argentino Raúl Prebisch y el brasileño Celso Furtado.
Por esa razón, esos economistas y sociólogos comenzaron a analizar y profundizar las
razones del sub-desarrollo en los países de América Latina que la llevaron a conclusiones
autónomas sobre las causas del desarrollo y las medidas necesarias para impulsarlo.
Estas teorías tomaron el nombre de desarrollismo o estructuralismo aunque no son lo
mismo, según explicaba Rogelio Frigerio en varias de sus obras, porque el desarrollismo
estudió los problemas estructurales de la economía, buscando soluciones objetivas a esos
problemas cambiando la estructura productiva agrominera (con inversión productiva,
industrias básicas e integración) mientras que el estructuralismo no reconocía como una
necesidad el cambio de estructura, sino en algunas cuestiones macroeconómicas
específicas (por ejemplo, en lugar de aceptar el deterioro de los términos del intercambio
como imposición objetiva de la economía internacional, buscaba mecanismos tendientes a
corregir ese deterioro, sin siquiera pensar que una economía agrominera debería dar un
salto cualitativo e integrar su estructura económica a partir de las industrias básicas).
El desarrollismo fue puesto en marcha en Argentina durante el gobierno de Arturo
Frondizi (1958 - 1962) , con la entrada de capitales extranjeros y la integración del agro, la
minería, las ciencias, la industria y tecnologías empresariales. Con la experiencia de
Frondizi,[cita requerida] el desarrollismo tuvo gran influencia en el resto de la América
Latina entre 1950 y 1980 impulsando los modelos de sustitución de importaciones,
especialmente en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, República Dominicana y México. A
partir de la crisis del petróleo de 1973 el desarrollismo entró en crisis. Luego de las crisis
internacionales del sudeste asiático en la década de 1990, varios países de América Latina
(Argentina, Brasil, Rep. Dominicana, México, Uruguay, etc.) han impulsado políticas
económicas neo-desarrollistas, adaptadas al contexto de la globalización.
España[editar]
Artículo principal: Desarrollismo en España

En España, el desarrollismo sucedió a la etapa autárquica, durante


la dictadura de Francisco Franco. La intervención del Estado se instrumentó jurídicamente
mediante tres planes de desarrollo que tenían un fuerte sesgo industrial. El periodo, que
comprende los años 60 y la mitad de los 70, se caracterizó por un fuerte incremento
del PIB. El modelo, muy dependiente de algunas industrias pesadas como la siderurgia y
la construcción naval, se agotó con la crisis de 1973.

Consecuencias ambientales del


capitalismo: la deuda ecológica
Una de las palabras clave de este sistema es el crecimiento. La economía esta basada
en la explotación, transformación, consumo y desecho de recursos naturales limitados.
El capitalismonos vende la posibilidad de un crecimiento ilimitado, pero esto es
imposible porque, comoya hemos dicho, los recursos son limitados. Estamos en la
encrucijada más difícil del planeta y todavía nos dicen que la solución es crecer. No, la
solución está en un reparto justo de lariqueza, en funcionar con los recursos que
tenemos y no en el crecimiento para que nada cambie.

Las consecuencias del capitalismo en el medioambiente se pueden ver con solo mirar
a nuestro alrededor. El aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que
comemos,... está contaminados. Muchas de las enfermedades que padecemos están
causadas por dicha polución. La construcción de infraestructuras y el urbanismo
salvaje destrozan el medio natural que nos rodea, perdemos biodiversidad,
desaparecen los paisajes naturales, en conclusión perdemos calidad de vida. El
problema de la generación de residuos también lo vemos muy cerca con la amenaza
de las incineradoras. Y muchos otros problemas que nos acechan diariamente. Estas
consecuencias son lo que llamamos la huella ecológica, la huella ecológica que
dejamos en nuestro territorio.

Pero hay otras consecuencias que no vemos directamente porque aparecen muy lejos
de aquí, y como dice el refrán, ojos que no ven corazón que no siente.

Nosotros en nuestro territorio no tenemos los suficientes recursos para poder vivir
como vivimos, por eso, importamos los recursos desde otros países, normalmente de
los países del Sur (Latinoamérica, África,...). Estos recursos se explotan de manera
totalmente insostenible y miserable, provocando contaminación, destrucción del
patrimonio natural, apropiación de tierras, pobreza, hambruna, enfermedades,
asesinatos, migraciones forzosas, esclavitud de la mano de obra, dependencia
económica de los países más ricos, deuda externa,... Las empresas transnacionales
que provocan estos on empresas estadounidenses, europeas como Repsol YPF, y
también vascas como Iberdrola. Estas empresas se llevan los recursos naturales de
estos países a un precio muy barato, porque no se hacen responsables de los daños
económicos, sociales y ambientales que provocan. Y esa responsabilidad que eluden
es lo que llamamos la deuda ecológica.

La deuda ecológica es, en esencia, la responsabilidad que tienen los países


industrializados del Norte, sus instituciones, la élite económica y sus empresas por la
apropiación gradual, por el control de los recursos naturales, así como por la
destrucción del planeta causada por sus patrones de consumo y producción,
afectando a la sostenibilidad local y el futuro de la humanidad. Basados en esta
definición, los pueblos en el Sur son acreedores de esta deuda y los deudores los
países más ricos. Esta deuda tiene como base el actual modelo de producción
industrial, el consumo desmesurado, la generación exhaustiva de residuos, la emisión
de gases de efecto invernadero, así como el capitalismo y el libre mercado.

Nosotros como ciudadanía de estos países y como consumidores y consumidoras de


todos esos recursos, también somos responsables y deudores de la “deuda
ecológica”. Nuestro bienestar es a costa del bienestar de otros. Esta realidad debe
servirnos para repensar y cambiar el modelo de desarrollo que tenemos.

El deterioro ambiental y la depredación


capitalista
La reproducción mecánica, considerada lógica y legítima por las elites
gobernantes, de los viejos valores del sistema capitalista (propiedad privada,
explotación indiscriminada de trabajadores y recursos naturales,
maximización de la ganancia, libre empresa, competencia monopolística,
corrupción y malversación de fondos del Estado, entre otros) vino a ser –para
los países del mal denominado Tercer Mundo- una excesiva sangría de
riquezas que posibilitó el desarrollo económico sostenido de Europa y
Estados Unidos, en tanto que estos países se hundían cada vez en la pobreza
y apenas se contentaban con la vana ilusión, inculcada por sus gobernantes,
de superar algún día el subdesarrollo al cual parecían estar predestinados.
Todo ello desembocó en la instauración de un orden social excluyente que
impuso el sacrificio de la vida en las aras de la mezquindad materialista,
tanto así que no importó que nuestros pueblos aborígenes perecieran
inmisericordemente en explotaciones agrícolas y mineras, con tal de
satisfacer el afán lucrativo de las cortes y burguesías europeas. Menos aún
que se esclavizara a los habitantes del África negra y se les negara hasta la
condición de humanos. Para las grandes metrópolis capitalistas, la búsqueda
vehemente de metales preciosos convirtió al continente americano en una
inmensa bocamina de la cual se extraían día y noche toneladas de plata y oro
que iban a parar a las arcas de las cortes de España y Portugal y, luego, a los
comerciantes y prestamistas del resto de Europa. Con muy escasa diferencia,
el proceso de explotación continuó una vez alcanzada la independencia
política. Ahora se manifestaba en la monoproducción de algunos rubros
específicos, como café, caucho, estaño o petróleo, que se nos devolvían
manufacturados y a altos precios. En su obra “Las venas abiertas de América
Latina”, Eduardo Galeano expone que “la región sigue trabajando de
sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como
fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el
café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que
ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana
produciéndolos”.

Este prolongado proceso de depredación capitalista afectó enormemente el


delicado equilibrio ecológico de nuestras naciones dependientes, a tal punto
que desaparecieron grandes extensiones de bosques y sabanas (con su flora
y fauna únicas) para ensanchar la cría de ganado y la agricultura intensiva,
dando por resultado un empobrecimiento acelerado de los suelos y una
contaminación de las aguas. Una deuda ambiental, sin duda, que mantienen
con los países de América, Asia y África las actuales potencias
industrializadas. “El drama adquiere mayor significado –escribió Omar Luis
Colmenárez en reportaje publicado en 1991 en el diario El Nacional, de
Caracas- si se destaca, además, la relación que existe entre el
endeudamiento crónico de estas naciones subdesarrolladas y los problemas
ambientales que padecen”. Esto ha hecho que se incremente aún más el
deterioro ambiental padecido y se privilegie la inversión extranjera en
regiones como el Amazonas.

Lo que merma grandemente la posibilidad de proteger el medio ambiente en


nuestras naciones es la implantación y expansión de un modelo de desarrollo
consumista que erradica las tradiciones conservacionistas de nuestros
ancestros y campesinos a cambio de paquetes tecnológicos que aumenten el
nivel productivo agropecuario, sin importar cual sea su impacto ambiental.
Hay, por lo tanto, un vínculo estrecho entre este deterioro ambiental y la
depredación capitalista de que son víctimas las naciones tercermundistas.

De no atenderse esta situación creciente con criterios de emergencia en el


plano político, obligando a las naciones industrializadas a reconocer la deuda
ambiental que tienen con nuestros países, el panorama futuro se vislumbra
desalentador y terrible. Mientras se ignore tal vinculación, la defensa del
medio ambiente seguirá siendo una lucha romántica de grupos e individuos
situados en la periferia de la sociedad cuando, contrariamente a ello, debiera
comprometer a todo el conjunto social, ya que en la misma está implícita la
continuidad saludable de la vida en La Tierra.-

Marxismo
Marx, Engels y las revoluciones de 1848
19/11/2016 | Michael Löwy
En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels previeron la inminencia de una
revolución en Alemania y propusieron tanto una táctica como una estrategia para este
combate anunciado: “Los comunistas miran atentos principalmente a Alemania, porque
este país está en vísperas de una revolución burguesa y lleva a cabo esta revolución en
las condiciones más avanzadas de la civilización europea […] de manera que la revolución
burguesa no será mas que el preludio inmediato de una revolución proletaria/1.”
Veremos cómo se esforzaron por poner en práctica esta orientación.

Al estallar la revolución de marzo de 1848 en Alemania, Marx y Engels abandonan Bélgica


para establecerse en Colonia, donde se adhieren a la Asociación Democrática. En esta
ciudad publicarán, durante más de un año, el periódico NeueRheinischeZeitung (Nueva
Gaceta Renana) –en referencia a la RheinischeZeitung, de la que Marx había sido redactor
en 1842-1843–, que se proclama “órgano de la democracia” en el movimiento
revolucionario en curso. Los artículos de Marx a lo largo del año 1848 ponen de
manifiesto su voluntad de contribuir a una alianza de las fuerzas progresistas, alianza que
abarca desde el movimiento obrero hasta la oposición burguesa a la monarquía prusiana,
representada aquella por la Asamblea de Fráncfort.

Sin embargo, en septiembre de ese mismo año, Friedrich Engels se ve obligado a


constatar la lamentable capitulación de este parlamento ante el poder absolutista, y en
diciembre Marx publica un artículo titulado “La burguesía y la contrarrevolución”, donde
extrae la siguiente conclusión de los acontecimientos de aquellos meses decisivos: “Una
revolución puramente burguesa […] es imposible en Alemania. Lo que sí es posible es o
bien una contrarrevolución feudal y absolutista, o bien una revolución social-
republicana.” ¿Cuáles serían las fuerzas motrices de esta revolución? En un artículo de
febrero de 1849 formula una primera respuesta a esta pregunta: “las clases más radicales
y democráticas de la sociedad”, los obreros, los campesinos y la pequeña burguesía/2.

En abril de 1849, Marx dimite de la Asociación Democrática y dedica sus esfuerzos a


construir la Asociación Obrera de Colonia. Poco después, en mayo, aparece el último
número de la NeueRheinischeZeitung; la revolución ha sido derrotada y los dos jóvenes
revolucionarios tienen que exiliarse en Inglaterra. En Londres editarán una publicación
mensual con el mismo título que pretende ser la continuación de su periódico de Colonia,
aunque al final solo se publicarán seis números a lo largo del año 1850.

Durante estos dos años, Marx y Engels habían seguido de cerca el levantamiento
republicano en Francia y publicado en la NeueRheinischeZeitung varios artículos sobre los
combates que tuvieron lugar en París, particularmente en junio de 1848. Marx retomará
la cuestión de los acontecimientos revolucionarios franceses en una serie de artículos
para su revista londinense. Textos que Engels recopilará mucho más tarde, en 1895,
después de la muerte de Marx, en un libro titulado Las luchas de clases en Francia 1848-
1850. Se trata de tres artículos relativos al periodo que va de febrero de 1848 a marzo de
1850, seguidos de un cuarto artículo formado por extractos (escogidos por Engels) de un
estudio sobre la evolución económica y política de Francia hasta mediados de 1850.

Historia en tiempo presente

No se trata de periodismo, sino de una especie de “historia en tiempo presente”,


comprometida y polémica, con ánimo de ir más allá de la superficie del juego político y
parlamentario y de explicar la sucesión de acontecimientos en Francia –país clave de la
revolución europea a los ojos de Marx– a la luz del conflicto despiadado entre clase
dominante y clases dominadas. Con ironía cáustica, Marx saca a relucir los intereses de
clase que se ocultan tras los distintos regímenes, gobiernos o partidos políticos,
desenmascarando de paso los discursos líricos y las fórmulas vacías de los ideólogos. Ya
en los primeros párrafos encontramos esta definición sarcástica de la monarquía de Julio:
“No era la burguesía francesa quien reinaba con Luis Felipe, sino una fracción de esta:
banqueros, reyes de la Bolsa, magnates del ferrocarril, propietarios de minas de carbón
y de hierro, amos de bosques y la parte de la propiedad de tierras asociada a ellos, lo
que viene en llamarse la aristocracia financiera. Instalada en el trono, dictaba las leyes
a las dos Cámaras y repartía los cargos públicos, desde los ministerios hasta las
expendedurías de tabaco.”

En cuanto al gobierno provisional que se estableció tras la revolución de febrero de 1848,


que pretendía, según su portavoz político-literario Lamartine, “eliminar ese
malentendido terrible que existe entre las diferentes clases”, convertirá la República en
“un nuevo traje de gala para la vieja sociedad burguesa” y acabará aplastando a sangre y
fuego la revuelta obrera de junio. ¿Qué decir del partido de la Montaña, de Ledru-Rollin y
sus amigos, representantes de la pequeña burguesía democrática? “Su energía
revolucionaria se limitaba a lanzar iniciativas parlamentarias, registrar actas de
acusación, proferir amenazas, levantar la voz, pronunciar discursos incendiarios y
practicar un extremismo que no iba más allá de las palabras.” En cambio, el proletariado
revolucionario, que se reconocía en el comunismo –“para el cual la propia burguesía
inventó el nombre de Blanqui”–, aspiraba a su vez a la “declaración permanente de la
revolución” hasta lograr la supresión de las diferencias de clase en general y de las
relaciones de producción en que se basan/3.

En la introducción, Engels observa con razón que “la presente obra de Marx fue su
primer intento de explicar un fragmento de historia contemporánea a la luz de su
concepción materialista y partiendo de los datos económicos que implicaba la situación”.
Marx logró de este modo “relacionar los conflictos políticos con las luchas de intereses
entre las clases sociales y las fracciones de las clases existentes, implicadas por el
desarrollo económico, y demostrar que los diversos partidos políticos son expresión más
o menos adecuada de esas mismas clases y fracciones de clases”. Sin embargo,
curiosamente, Engels parecía considerar insuficiente este tipo de análisis, pues Marx no
pudo –por falta de información, ante todo estadística, sobre la época contemporánea–
“seguir día a día la marcha de la industria y del comercio en el mercado mundial”; por
tanto, estuvo “obligado a considerar este factor, el más decisivo, como una constante, a
tratar la situación económica del comienzo del periodo estudiado como como un dato
cierto e invariable/4”.

Sin embargo, nos parece, por el contrario, que uno de los grandes méritos de este texto
es que pone el acento en la dinámica propia de la lucha de clases y su desarrollo en la
esfera política, evitando reducir este enfrentamiento sociopolítico a mecanismos
económicos. La historia no la hacen las fuerzas productivas, sino las clases sociales, sin
duda en unas condiciones económicas, sociales y políticas dadas. En otras palabras, Marx
tiene en cuenta la autonomía relativa de la lucha de clases con respecto a las
fluctuaciones de la coyuntura económica y a “la marcha de la industria y el comercio”. Si
cada fuerza política corresponde a una clase o fracción de una clase, es en el conflicto
social donde se halla la clave de los conflictos políticos, y no en los movimientos de la
economía (ni siquiera “en última instancia”).

Por tanto, no es por casualidad que Antonio Gramsci, en uno de los pasajes más
importantes, desde el punto de vista teórico, de sus Cuadernos de la cárcel, cite La lucha
de clases en Francia y El 18 brumario como obras que “permiten precisar mejor la
metodología histórica marxista”. Para Gramsci, “la pretensión (presentada como
postulado esencial del materialismo histórico) de mostrar y exponer toda fluctuación de
la política y de la ideología como una expresión inmediata de la estructura económica,
debe combatirse teóricamente como un infantilismo primitivo, y debe combatirse en la
práctica con el auténtico testimonio de Marx, autor de obras políticas e históricas
concretas/5”. Este comentario aparentemente “heterodoxo” corresponde de hecho al
enfoque marxiano en esta obra.

Marx se interesó especialmente por los enfrentamientos de junio de 1848. Aquella gran
revuelta obrera, que sembró París de barricadas –tras la disolución de los talleres
nacionales por el gobierno republicano burgués–, fue aplastada a sangre y fuego por el
general Cavaignac, ministro de la Guerra, quien ya se había retratado en la
“pacificación” colonial de Argelia. Marx no se contentó con analizar el acontecimiento –
cita de pasada un artículo que había publicado, “en caliente”, en
la NeueRheinischeZeitung a finales de junio de 1848–, sino que le atribuye una
importancia histórica mundial: la primera gran batalla en la guerra social moderna entre
la burguesía y el proletariado.

Hay dos épocas en la historia de Francia y de Europa: antes y después de junio de 1848.
Claro que Marx no ignora otros levantamientos proletarios anteriores, empezando por la
revuelta de los “canutos” de Lyon; pero en su opinión, junio de 1848 encarna la gran
inflexión en la lucha de clases, el momento en que la palabra misma de revolución
cambia de significado: deja de designar un simple cambio de forma del poder político
(monarquía, república) y adopta el sentido de una ofensiva contra el propio orden
burgués.

El 18 Brumario

Dos años más tarde, Marx vuelve a la carga y escribe un nuevo texto sobre los
acontecimientos en Francia: El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852). Esta pequeña
obra, verdadera joya de estudio histórico materialista, es sin duda uno de los escritos
más logrados de Marx, tanto desde el punto de vista de su riqueza teórica como desde el
de su calidad literaria. Lo escribió de un tirón, entre enero y febrero de 1852, a petición
de su amigo Weidemeyer, comunista alemán exiliado en EE UU, quien lo publicó en el
primer número de una revista titulada Die Revolution. En él aborda el mismo tema que
en Las luchas de clases en Francia, pero desde otra perspectiva histórica: se trata de
explicar por qué esta revolución concluyó, el 2 de diciembre de 1851, con el golpe de
Estado que otorga plenos poderes a Luis Bonaparte. Este “personaje mediocre y
grotesco”, según Marx (en el prefacio a la reedición de su libro en 1869), conoce allí su
“18 de brumario”, que fue la fecha del golpe de Estado de Napoleón Bonaparte en el
antiguo calendario de la Revolución francesa.

En comparación con los artículos de 1850, ahora Marx se interesa menos por el detalle de
los acontecimientos que por las grandes líneas del enfrentamiento entre las clases, así
como el gran enigma de la base social del bonapartismo. Se trata sobre todo de una obra
mucho más importante desde el punto de vista de la reflexión teórica general sobre la
historia, las ideologías, la lucha de clases, el Estado y la revolución. Si Las luchas de
clases en Francia refleja la dinámica propia de las luchas sociales –que no pueden
reducirse a fluctuaciones económicas–, El 18 brumario de Luis Bonaparte permite
observar la autonomía relativa de lo político y de sus representaciones.

Uno de los propósitos de la obra es el de discernir la lógica social del bonapartismo, una
forma de poder político que aparentemente se autonomiza enteramente de la sociedad
civil, pretende ser un árbitro situado por encima de las clases sociales, pero que en
última instancia sirve al mantenimiento del orden burgués, al tiempo que se asegura,
mediante la demagogia, el apoyo del campesinado y de ciertas capas populares
urbanas. El 18 brumario se escribió antes de que Luis Bonaparte se proclamara
emperador. No obstante, este desenlace y el fin del Segundo Imperio ya estaban
anunciados en la última frase del libro: “El día en que el manto imperial se deposite
finalmente sobre los hombros de Luis Bonaparte, la estatua de bronce de Napoleón caerá
desde lo alto de la columna Vendôme”. La profecía se hizo realidad, literalmente,
aunque con casi veinte años de retraso: la Comuna de París tumbará la columna
Vendôme, echando a tierra “la estatua de bronce de Napoleón”, en mayo de 1871…

En las primeras líneas del texto figura una afirmación muy general, pero de importancia
capital para la comprensión del materialismo histórico: son los Menschen, es decir, los
seres humanos –y no las estructuras, ni las “leyes de la historia”, ni las fuerzas
productivas– quienes hacen la historia. Este postulado permite distinguir el pensamiento
de Marx de toda clase de concepciones positivistas o deterministas –inspiradas en el
modelo de las ciencias naturales– del devenir histórico. Volvemos a encontrar una idea
equivalente en un pasaje de El Capital en que Marx se refiere a Vico: lo que diferencia la
historia humana de la historia natural es que los seres humanos hacen la primera y no la
segunda. Y añade que no hacen la historia “arbitrariamente”, sino en determinadas
condiciones, que incluyen la herencia del pasado, que Marx contempla de manera
bastante crítica, refiriéndose a la célebre fórmula de Hegel: la historia se repite dos
veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa –Caussidière por Danton, Louis
Blanc por Robespierre, el sobrino (Luis Bonaparte) por el tío (Napoleón)–.

¿Se puede afirmar, sin embargo, como hace algunos párrafos más adelante, que las
revoluciones proletarias no pueden tomar su poesía del pasado, como las revoluciones
burguesas, sino tan solo del futuro? No parece que sea este el caso, puesto que la
Comuna de París de 1871 se remite continuamente a la de 1794, y la Revolución de
Octubre a la Comuna de París (y así sucesivamente). Probablemente, con esta
observación, Marx quiso ahorrar al movimiento obrero socialista la pesada herencia
jacobina.

La herencia del pasado


Las tradiciones heredadas del pasado son uno de los aspectos de lo que Marx calificó en
1846 con el término de “ideología” y aquí con el de “superestructura”: ideas, ilusiones,
visiones del mundo (Lebensanschauungen), “formas de pensar” (Denkweisen). Este último
término es interesante: lo que cuenta no es tal o cual contenido filosófico, político o
teológico, sino una determinada forma de pensar. Este conjunto de representaciones
“reposa” en las formas de propiedad y de existencia social, pero son las clases sociales
las que las crean: en otras palabras, la ideología, o la “superestructura”, no es nunca la
expresión directa de la “infraestructura” económica, sino que son las clases sociales las
que la producen e inventan en función de sus intereses y de su situación social. Por
tanto, no existe una ideología de una sociedad en general, sino representaciones, formas
de pensar de las diferentes clases sociales.

En la sistematización de estas ideas e ilusiones desempeñan una función capital los


intelectuales, los representantes políticos y literarios de las diferentes clases. Cualquiera
que sea su distancia con respecto a su clase –en términos de cultura o de sensibilidad–,
son sus “representantes” o sus ideólogos en la medida en que sus concepciones se sitúan
dentro del horizonte de pensamiento de la clase y no rebasan los límites de su visión del
mundo; dicho de otra manera, sus reflexiones, por sutiles y sofisticadas que sean, no
salen del marco de la problemática de la clase, es decir, de las cuestiones que esta se
plantea en función de sus intereses y de su situación social. Así, este pasaje de Marx
postula tanto la autonomía relativa de los intelectuales con respecto a las clases sociales
como su dependencia, en última instancia, de las Denkweisen de las mismas.

El 18 brumario pone de manifiesto asimismo el antiestatalismo de Marx, su crítica radical


de la alienación política, que separa de la sociedad los intereses comunes; en esto sigue
el hilo de la crítica de la filosofía del Estado de Hegel que ya formuló en el Manuscrito de
Kreuznach (1843). Al subrayar la continuidad del aparato de Estado, pletórico, parasitario
e hipercentralizado, desde la monarquía absoluta hasta Luis Napoleón, pasando por la
Revolución francesa, Napoleón I, la Restauración y la Monarquía de Julio, Marx no se
sitúa muy lejos de los análisis que Tocqueville desarrollará más tarde en El Antiguo
Régimen y la Revolución (1856), el mismo Tocqueville que Marx menciona en el 18
brumario en su papel poco brillante, en 1851, de portavoz del partido del orden,
asociación confusa de legitimistas, orleanistas y bonapartistas en la Asamblea Nacional…

Por tanto, la tarea de la futura revolución social no consiste, como fue el caso de las
revoluciones del pasado, en tomar posesión –“como una presa”– del Estado, sino la
destrucción (Zertrümmerung) del aparato burocrático-militar estatal. No obstante, Marx
todavía no tiene una idea precisa de la nueva forma de poder político que debería
reemplazar al Estado: la define como una “nueva forma de centralización política”. La
fórmula es a la vez demasiado vaga y demasiado unilateral, al suprimir, en beneficio de
un único polo, la dialéctica entre centralización y descentralización, entre unidad
democrática y federalismo. De hecho, la respuesta a esta cuestión la recibirá Marx de la
Comuna de París en 1871.

Los sujetos de esta futura revolución social son sin duda los proletarios, pero también los
campesinos, una vez libres de sus ilusiones bonapartistas; Marx parece condenar, en un
primer momento, a los campesinos a la impotencia política y al triste papel de base
social del bonapartismo, pero luego se da cuenta de que sin la acción revolucionaria de
esta clase, la revolución proletaria está condenada al fracaso en “todas las naciones
campesinas”, como en Francia en el siglo XIX, pero también en Rusia, China y muchos
otros países en el siglo XX.

Revolución permanente

Aunque exiliados en Londres, Marx y Engels siguen atentamente los últimos combates de
la revolución iniciada en marzo de 1848 en Alemania. Así, en marzo de 1850 escribirán
una circular, en nombre del Consejo Central, dirigida a los militantes de la Liga de los
Comunistas que permanecen en el país. Dicha circular es uno de los documentos políticos
más importantes que han escrito los autores del Manifiesto. Pese a que parte de una
apreciación perfectamente ilusoria y errónea de la situación en Alemania, donde la
contrarrevolución ya había ganado la partida, el caso es que prefigura las principales
revoluciones del siglo XX. Contiene la formulación más explícita y coherente de la idea
de revolución permanente, es decir, la intuición de la posibilidad objetiva, en un país
“atrasado”, absolutista y “semifeudal” como Alemania, de una articulación dialéctica
entre las tareas históricas de la revolución democrática y las de la revolución proletaria,
en un único proceso histórico ininterrumpido.

Esta hipótesis ya apareció, en versión filosófica abstracta, en la Contribución a la crítica


de la filosofía del derecho de Hegelen 1844, así como, de manera implícita, en algunos
de los artículos sobre la revolución alemana escritos para la NeueRheinischeZeitung en
1848-1849. También es cierto que en Marx, y todavía más en Engels, encontramos, tanto
antes como después de 1850, escritos en los que el desarrollo del capitalismo industrial y
el advenimiento de la república parlamentaria burguesa se presentan como etapas
históricas distintas, que preceden a la lucha por el socialismo.

Al constatar la capitulación de la burguesía liberal ante el absolutismo, la Circular de


1850 propone una alianza del proletariado alemán con las fuerzas democráticas de la
pequeña burguesía contra la coalición reaccionaria de la monarquía y los terratenientes
con la alta burguesía. De todos modos, esta coalición democrática se percibe como un
momento transitorio dentro de un proceso revolucionario “permanente”, hasta llegar a la
abolición de la propiedad privada burguesa y al establecimiento de una nueva sociedad,
una sociedad sin clases, no solo en Alemania, sino a escala internacional. Para ello, hará
falta que los obreros organicen sus propios comités, sus gobiernos obreros revolucionarios
locales y su guardia pretoriana armada. La similitud con lo que ocurrirá, aunque en un
contexto diferente, en octubre de 1917 en Rusia es sorprendente: consejos obreros,
doble poder, revolución permanente.

La Circular de marzo de 1850 fue publicada por primera vez por Engels, en el anexo al
libro de Marx Enthüllungenüber den Kommunisten-ProzesszuKöln (Revelaciones sobre el
juicio contra los comunistas en Colonia), aparecido en Zúrich en 1885. No dejó de
suscitar la crítica de los partidarios de una socialdemocracia moderada; así,
EduardBernstein, en Los presupuestos del socialismo (1898), denunció la “revolución
permanente” como formulación “blanquista”/6. Sin embargo, en los escritos de Auguste
Blanqui no figuran ni el concepto ni el término. De hecho, la fuente más probable del
término hay que buscarla en los trabajos de historia relativos a la Revolución francesa
que Marx había estudiado y comentado en 1844-1846, en los que se hablaba de unos
clubes revolucionarios que se reunían “de forma permanente”.

Bernstein percibe asimismo, aunque esta vez con razón, la dialéctica como fuente de las
ideas formuladas en la Circular. Según él, la idea de transformación del futuro estallido
revolucionario en Alemania en una “revolución permanente” era fruto de la dialéctica
hegeliana –un método “tanto más peligroso cuanto que nunca resulta enteramente
erróneo”– que permite “pasar bruscamente del análisis económico a la violencia”
política, dado que “cada cosa lleva en sí su contrario”/6. En efecto, fue exclusivamente
gracias a su enfoque dialéctico que Marx et Engels fueron capaces de superar el dualismo
rígido e inamovible que separa la evolución económica y la acción política, la revolución
democrática y la revolución socialista. Fue su comprensión de la unidad contradictoria de
estos distintos momentos y de la posibilidad de un salto cualitativo (“transiciones
bruscas”) en el proceso histórico, que les permitió esbozar la problemática de la
revolución permanente. Frente a este método dialéctico, Bernstein no puede proponer
sino el “recurso al empirismo” como “único medio de evitar los peores errores”.
Empirismo contra dialéctica, he aquí la mejor forma de poner de manifiesto las premisas
metodológicas que se enfrentan en este debate.

Curiosamente, cuando León Trotsky formula, por primera vez, su teoría de la revolución
permanente en Rusia, en el folleto Balance y perspectivas (1906), no parece que
conociera la Circular de marzo de 1850; su fuente terminológica fue un artículo sobre
Rusia publicado en 1905 por el biógrafo de Marx, Franz Mehring, quien sí había leído el
documento de 1850, aunque no lo citara.

El interés de este escrito “al natural” de Marx y Engels radica en que, a pesar del
evidente error “empírico” de su análisis de la situación en Alemania, supieron captar un
aspecto esencial de las revoluciones sociales del siglo XX, no solo en Rusia, sino también
en España y en los países del sur (Asia y América Latina): la fusión explosiva entre
revolución democrática (y/o anticolonial) y revolución socialista dentro de un proceso
“permanente”. Encontramos ideas análogas desarrolladas –sin que necesariamente
tuvieran conocimiento de la Circular de 1850 o de los escritos Trotsky– por marxistas
latinoamericanos como José Carlos Mariátegui a finales de la década de 1920 y Ernesto
Che Guevara en 1967, o africanos como Amílcar Cabral. Esta problemática conserva toda
su actualidad, como demuestra, especialmente en América Latina, el debate sobre “el
socialismo del siglo XXI”.

Karl Marx
Para otros usos del apellido Marx, véase Marx (desambiguación).

Karl Marx

Marx en 1875.
Información personal

Nombre de
Karl Marxnota 1
nacimiento

Otros nombres Karl Heinrich Marx


Carlos Marx

Nacimiento 5 de mayo de 1818


Tréveris, Reino de Prusia
(actual Alemania)

Fallecimiento 14 de marzo de 1883 (64 años)


Londres, Inglaterra, Reino Unido

Causa de la
Bronquitis y pleuritis
muerte

Lugar de
Cementerio de Highgate, Reino Unido
sepultura

Residencia Londres, Tréveris, Berlín, Parísy Bruselas

Nacionalidad Apátrida y Prusiano

Lengua
Alemán
materna

Etnia Asquenazí

Religión Ninguna (ateo)

Familia

Padres Heinrich Marx


HenriettePresburg
Cónyuge Jenny von Westphalen

Pareja  Jenny von Westphalen (1836-1881)

Hijos Jenny Longuet (1844–1883)


Laura Marx (1845-1911)
Edgar (1847-1855)
HernyEduard (1849-1850)
Fraziska (1851-1852)
Frederick Lewis Demuth (1851-1929)a
Jenny Julia Eleanor (1855-1898)
varón sin nombre (1857)

Educación

Educación Ph.D.

Educado en  Universidad de Jena


 Gimnasio Federico Guillermo de Tréveris (desde 1830)
 Universidad de Bonn (1835-1836)
 Universidad Humboldt de Berlín (Jurisprudencia y Filosofía; desde
1836, desde 1836)

Supervisor
Bruno Bauer
doctoral

Información profesional

Ocupación Filósofo, sociólogo, historiador, economista, político, periodista

Conocido por Desarrollar el socialismo científico, el comunismo moderno y


el marxismo (con Engels), la teoría marxista de la alienación,
sus contribuciones a la teoría del valor-trabajo, a la idea
del plusvalor, a la teoría de la lucha de clases, y a la concepción
materialista de la historia

Empleador  Nueva Gaceta Renana


 Gaceta Renana

Movimiento lucha de clases e igualdad social

Seudónimo Glückskind

Obras Manuscritos económicos y filosóficos, Manifiesto del Partido


notables Comunista, El capital

Miembro de Primera Internacional (desde 1864)


Firma

Notas

1. ↑ hijo ilegítimo no reconocido

2.

Karl Heinrich Marx1nota 1 (en español comúnmente traducido como Carlos Enrique
Marx; Tréveris, Reino de Prusia; 5 de mayo de 1818-Londres, Inglaterra; 14 de
marzo de 1883) fue un filósofo, economista, sociólogo,2
periodista, intelectual y militante comunista prusiano de origen judío.3 En su vasta e
influyente obra abarca diferentes campos del pensamiento en la filosofía, la historia,
la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente a la
investigación, pues además incursionó en la práctica del periodismo y la política,
proponiendo siempre en su pensamiento una unión entre teoría y práctica. Junto
a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno,
del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto
del Partido Comunista (en coautoría con Engels), El Capital y El dieciocho Brumario de
Luis Bonaparte.
Marx es normalmente citado, junto a Émile Durkheim y a Max Weber, como uno de los tres
principales arquitectos de la ciencia socialmoderna,4 y ha sido descrito como una de las
figuras más influyentes en la historia de la humanidad, en 1999 una encuesta de
la BBC fue votado como el "mayor pensador del Milenio" por personas de todo el mundo.56
Nacido en una familia de clase media acomodada en Tréveris, Reino de Prusia, fue a
estudiar a la Universidad de Bonn y en la Universidad Humboldt de Berlín, donde se
interesó en las ideas filosóficas de los jóvenes hegelianos. En 1836, se comprometió
con Jenny von Westphalen, casándose con ella en 1843. Tras la finalización de sus
estudios, escribió para un diario radical, la Gaceta Renana (RheinischeZeitung), donde
comenzó a utilizar conceptos hegelianos de la dialéctica para influir en sus ideas sobre el
socialismo. Se trasladó a París en 1843 y comenzó a colaborar con otros periódicos
radicales, como los Anales Franco-Alemanes (Deutsch-französischeJahrbücher)
y Adelante! (Vorwärts!), así como una serie de libros, algunos de ellos coescritos con
Engels. Estuvo exiliado en Bruselas-Bélgica en 1845, donde se convirtió en una figura
importante de la Liga de los Comunistas, antes de regresar a Colonia, donde fundó su
propio periódico, la Nueva Gaceta Renana (NeueRheinischeZeitung). Se exilió una vez
más, en 1849 se trasladó a Londres junto con su esposa Jenny y sus hijos. En Londres, la
familia se redujo a la pobreza, pero Marx siguió escribiendo y formulando sus teorías sobre
la naturaleza de la sociedad y cómo creía que podría mejorarse, así como una campaña
por el socialismo, convirtiéndose en una figura destacada de la Primera Internacional.
Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen
colectivamente como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través
de la dialéctica de la lucha de clases. Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente
de la sociedad, el capitalismo, al que llamó la "dictadura de la burguesía", afirmando que
se llevaba a cabo por las acaudaladas clases dueñas de los medios de producción para su
propio beneficio. Teorizó que, como en los anteriores sistemas socioeconómicos,
inevitablemente se producirían tensiones internas, producidas por las leyes dialécticas,
que lo llevarían a su reemplazo por un nuevo sistema a cargo de una nueva clase social,
el proletariado.7 Sostuvo que la sociedad bajo el socialismo sería regida por la clase obrera
en lo que llamó la "dictadura del proletariado", "Estado obrero" o "democracia obrera".89
Creía que el socialismo sería, a su vez, finalmente reemplazado por una sociedad sin
Estado y sin clases llamada comunismo. Junto con la creencia en la inevitabilidad del
socialismo y del comunismo, Marx luchó activamente por la aplicación del primero (el
socialismo), argumentando que los teóricos sociales y las personas desfavorecidas debían
realizar una acción revolucionaria organizada para derrocar el capitalismo y lograr un
cambio socioeconómico.1011
Aunque Marx se mantuvo como una figura relativamente desconocida durante su vida, sus
ideas y la ideología del marxismo comenzaron a ejercer una gran influencia sobre los
movimientos socialistas poco después de su muerte. Lenin fue el primer teórico-práctico
que intentó desarrollar el pensamiento de Marx en la práctica. Los llamados gobiernos
revolucionarios socialistas tomaron el poder en una variedad de países a lo largo del siglo
XX, llevando a la formación de Estados como la Unión Soviética en 1922 y la República
Popular China en 1949, con diversas variantes teóricas desarrolladas, tales como
el leninismo y el maoísmo.

Biografía
Primeros años
Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818 en la casa número 664 de la calle Brückengasse
(hoy Brückengasse número 10) en Tréveris, una ciudad situada en la provincia del Rin del
antiguo Reino de Prusia.12 Era descendiente de judíos. Su abuelo paterno, MerierHalevi
Marx, fue el rabinode Tréveris desde 1723 y su abuelo materno era
un rabino neerlandés.13 El padre de Karl, Herschel Mordechai, sería el primero en la línea
en recibir una educación laica.14 Herschel pertenecía a una clase media relativamente
próspera, era poseedor de algunos viñedos en Mosela. Se convirtió del judaísmo
al protestantismo luterano para evitar las restricciones antisemitas, antes del nacimiento de
su hijo, y tomó un nombre alemán: Heinrich, además del nombre judío Herschel.15 Era un
hombre inclinado a la Ilustración, estaba interesado en las ideas de los filósofos Immanuel
Kant y Voltaire, y participó en las agitaciones por una constitución y reformas en Prusia,
que en ese momento era gobernada por una monarquía absoluta.16 En 1815, comenzó a
trabajar como abogado y en 1819 se trasladó con su familia de un apartamento alquilado
de cinco habitaciones a una propiedad de diez habitaciones cerca de la Porta Nigra.17 La
madre de Karl, HenriettaPressburg, era una judeo-neerlandesa que, a diferencia de su
marido, era semianalfabeta. Afirmó que sufría de un "excesivo amor materno", dedicando
mucho tiempo a su familia e insistiendo en la limpieza dentro de su hogar.18 Provenía de
una familia de prósperos negociantes: más tarde su familia fundó la empresa Philips
Electronics. Fue tía abuela de Anton y Gerard Philips y tía bisabuela de Frits Philips.19

La casa donde nació Karl Marx, en Tréveris, que ahora es un museo dedicado a él.

Poco se sabe sobre la infancia de Karl Marx. Era el tercero de nueve hermanos. Al morir
su hermano, Moritz, en 1819, se convirtió en el mayor. Fue bautizado, como el resto de
sus hermanos, Sophie, Hermann, Henriette, Loussie, Emille y Karoline en la iglesia
luterana.20Se educó en casa hasta que en 1830 entró en el Instituto de Tréveris (en
alemán Trier) donde su maestro fue Hugo Wyttenbach, amigo de su padre. Wyttenbach
había empleado a muchos humanistas liberales como profesores, algo que enfureció al
gobierno. La policía asaltó el colegio en 1832 cuando descubrió que se distribuía a los
alumnos literatura que apoyaba el liberalismo. Se consideró desacato a la autoridad por lo
que las autoridades propusieron reformas y remplazaron a la mayoría de la plantilla.14 En
octubre de 1835, Karl, que tenía 17 años, fue a la Universidad de Bonn, donde deseaba
estudiar filosofía y literatura, pero su padre insistió en el derecho como campo de estudio
más práctico.21 Fue capaz de evitar el servicio militar cuando cumplió los 18 años porque
sufría de "debilidad de pecho".22 Siendo aficionado a las bebidas alcohólicas en Bonn, se
unió al Club de la Taberna de Tréveris (Landsmannschaft der Treveraner) una asociación
de bebedores donde en cierto momento llegó a ser su copresidente.23 Marx no tenía
interés en estudiar derecho, y debido a sus malas notas, su padre lo obligó a transferirse a
la mucho más seria y académicamente orientada Universidad de Berlín,24 donde sus
estudios de derecho se hicieron menos importantes que las incursiones en la filosofía y la
historia.25
Hegelianismo y activismo temprano
En 1836, Marx se comprometió con Jenny von Westphalen, una baronesa de la clase
dirigente prusiana que rompió su compromiso con un joven alférez aristocrático para estar
con él.26 Su eventual matrimonio carecía en las convenciones sociales entonces
dominantes, ya que era un matrimonio entre una hija de un origen noble y un hombre de
origen judío, así como entre individuos que pertenecían a la clase media y media
alta(aristocracia) respectivamente. Estas cuestiones se redujeron por la amistad de Marx
con el padre de Jenny, el barón Ludwig von Westphalen, un aristócrata de pensamiento
liberal. Años más tarde Marx le dedicará su tesis doctoral titulada Diferencia de la filosofía
de la naturaleza en Demócrito y Epicuro.27 La pareja se casó siete años más tarde en
Alemania, el 19 de junio de 1843, en la Iglesia de San Pablo en Bad Kreuznach.28
Marx se interesó de una forma crítica por la obra del filósofo alemán G.W.F Hegel (1770–
1831), cuyas ideas fueron ampliamente debatidas entre los círculos filosóficos europeos de
la época.29 Marx escribió que se sentía enfermo debido a "su disgusto por tener que hacer
un ídolo de un punto de vista que detestaba."30 Se involucró con un grupo de pensadores
radicales conocidos como los jóvenes hegelianos, que se reunían en torno a Ludwig
Feuerbach y Bruno Bauer.25 Al igual que Marx, los jóvenes hegelianos fueron críticos de
los supuestos metafísicosde Hegel, pero aun así adoptaron su método dialéctico con el fin
de criticar a la sociedad, a la política y a la religión establecida. Marx se hizo amigo de
Bauer que vio muy pronto en él a un colega de igual rango, a quien podía consultar sobre
cualquier problema de la época, aún en lo referente a lo personal.31 Durante ese período,
Marx se centró en su crítica a Hegel y a algunos otros jóvenes hegelianos.15
Marx también escribió para su propio disfrute obras tanto de ficción como de no ficción. En
1837, completó una novela corta titulada Escorpión y Félix; un drama titulado Oulanem; y
algunos poemas, de los cuales ninguno fue publicado.32 Pero pronto dejó de escribir ficción
para realizar otras actividades, incluyendo el aprendizaje del inglés e italiano.33
Estaba profundamente comprometido en escribir su tesis doctoral, Diferencia de la filosofía
de la naturaleza en Demócrito y Epicuro, que terminó en 1841. En ella defendía en
especial el ateísmo de Epicuro, un filósofo de la antigüedad y franco oponente de la
creencia en un dios,34 y como tal fue polémica, particularmente entre los profesores
conservadores de la Universidad de Berlín, por este motivo Marx decidió presentarla en la
más liberal Universidad de Jena, cuya facultad le otorgó el doctorado.2535
De considerar una carrera académica, Marx se volcó al periodismo,1536 trasladándose a la
ciudad de Colonia en 1842, donde comenzó a escribir para el periódico radical Gaceta
Renana(RheinischeZeitung) y expresó sus opiniones cada vez más socialistas sobre la
política.37 En esta época fue discípulo de Moritz "Moses" Hess, persona que influyó mucho
en su ideología y quién le presentaría a Friedrich Engels. Criticó a los gobiernos de Europa
y sus políticas, pero también a los liberales y a otros miembros del movimiento socialista
cuyas ideas le parecían ineficaces o totalmente antisocialistas.38 El periódico finalmente
atrajo la atención de los censores del gobierno prusiano, que revisaron cada tema que
fuera material potencialmente sedicioso antes de que pudiese ser impreso. Después de
que el periódico publicó un artículo criticando fuertemente a la monarquía en Rusia, el zar
ruso Nicolás I, un aliado de la monarquía prusiana, pidió que la Gaceta Renana fuera
prohibida. El gobierno prusiano cerró el periódico en 1843.39 Marx escribió un artículo para
la revista de los jóvenes hegelianos, Deutsche Jahrbücher, en el que criticó las
instrucciones de censura emitidas por el rey prusiano Federico Guillermo IV. Poco después
su artículo fue censurado y el periódico cerrado por las autoridades.40
En 1843, Marx publicó la obra Sobre la cuestión judía, en la que hizo una distinción entre
la emancipación política y la humana. También examinó el papel de la práctica religiosa en
la sociedad.15 Ese mismo año publicó Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, donde se
ocupó más sustancialmente de la religión, describiéndola como "el opio del pueblo".15
Completó las dos obras poco antes de abandonar Colonia.41
El periodo de París
Tras el cierre impuesto por el gobierno de la Gaceta Renana, Marx se involucró con un
nuevo periódico radical, los Anuarios franco-alemanes (Deutsch-französischeJahrbücher),
que hasta entonces era llevado adelante por Arnold Ruge, otro revolucionario socialista
alemán.42 El periódico no estaba localizado en Alemania, sino en la ciudad
de París en Francia, y fue aquí donde Marx y su esposa se trasladaron en octubre de
1843. En un principio vivieron con Ruge y su esposa comunalmente en la Rue Vaneau 23,
pero al encontrar estas difíciles condiciones de vida, la familia Marx se mudó tras el
nacimiento de su hija Jenny en 1844.43 A pesar de que los Anales franco-
alemanes pretendía atraer a escritores tanto de Francia como de los Estados alemanes,
fue dominado por estos últimos, excepto por el único escritor no alemán que era el exiliado
ruso anarcocomunista Mijaíl Bakunin.44 El periódico fue relativamente exitoso, en gran
parte debido a la inclusión de las odas satíricas de Heinrich Heine sobre el Rey Luis I de
Baviera, lo que hizo que las copias enviadas a Alemania fueran confiscadas por la policía
del Estado.45
Fue en París donde, el 28 de agosto de 1844, Marx conoció al socialista alemán Friedrich
Engels en el Café de la Régence luego de haberse interesado en las ideas que Marx había
expresado en los artículos escritos para la Gaceta Renana y los Anales franco-alemanes.
A pesar de que tuvieron una breve reunión en las oficinas de la Gaceta Renana en 1842,
fue aquí en París, que comenzaron su amistad que duraría el resto de sus vidas.46 Engels
le mostró a Marx su libro recientemente publicado con el título de La situación de la clase
obrera en Inglaterra,47 que convenció a Marx de que la clase obrera sería el agente y el
instrumento de la última revolución en la historia.48 Pronto Marx y Engels se dedicaron a
escribir una crítica de las ideas filosóficas del antiguo amigo de Marx, el joven
hegeliano Bruno Bauer, que se publicaría en 1845 como La sagrada familia.49 Aunque
Marx fue crítico de Bauer, fue influenciado cada vez más por las ideas de los otros jóvenes
hegelianos como Max Stirner y Ludwig Feuerbach, pero finalmente también acabó
abandonando el materialismo feuerbachiano.50
En 1844 Marx escribió Manuscritos económicos y filosóficos, una obra que abarca
numerosos temas y explicó con detalle su concepto del trabajo alienado.15 Un año más
tarde Marx escribió las Tesis sobre Feuerbach, más conocido por la declaración de que
"los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo
que se trata es de transformarlo".15 Este trabajo contiene la crítica de Marx al materialismo
(por ser contemplativo), al idealismo (por reducir lo práctico a la teórico) y a la filosofía en
general, por poner una realidad abstracta sobre el mundo físico.15 Por lo tanto, presentó el
primer vistazo al materialismo histórico de Marx, un argumento de que el mundo no se
cambia por las ideas sino por la acción física, material y práctica.1551
Después de la caída de los Anuarios franco-alemanes, Marx siguió viviendo en la Rue
Vaneau, y comenzó a escribir para lo que entonces era el único periódico alemán radical
sin censura en Europa, el Vorwärts!.52 Con sede en París, el periódico había sido
establecido y llevado adelante por muchos activistas conectados a la Liga de los Justos,
una organización revolucionaria socialista que en unos pocos años llegaría a ser más
conocida como la Liga de los Comunistas.5354 En Vorwärts!, Marx siguió perfeccionando
sus opiniones sobre el socialismo basado en las ideas hegelianas y feurbachianas del
materialismo dialéctico, mientras que al mismo tiempo se dedicaba a criticar a varios
liberales y a otros socialistas que operaban en Europa en ese momento.55 Sin embargo en
1845, después de recibir una petición del rey de Prusia, el gobierno francés acordó en
cerrar a Vorwärts!, y además, el propio Marx fue expulsado de Francia por el ministro del
interior François Guizot.56
El periodo de Bruselas y El Manifiesto
La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de clase.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros artesanos y jornaleros,
en una palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida,
ya abierta, ya disimulada; una guerra que terminó siempre, bien por una transformación
revolucionaria de la sociedad, bien por la destrucción de las dos clases antagónicas.
C. Marx y F. Engels: Manifiesto comunista (1848)57

La primera edición del Manifiesto del Partido Comunista, publicada en alemán en 1848.

Impedido de permanecer en Francia o trasladarse a Alemania, Marx decide emigrar


a Bruselas en Bélgica, donde tuvo que prometer no publicar nada sobre la política
contemporánea para poder entrar.56 Establecido en Bruselas, se asoció con otros
socialistas exiliados de toda Europa, incluyendo a MosesHess, Karl Heinzen y Joseph
Weydemeyer, Engels también se trasladó a la ciudad para unirse a ellos.56 En 1845 Marx y
Engels visitaron a los líderes de los cartistas, un movimiento socialista en Gran Bretaña,
usando el viaje como una oportunidad para estudiar en varias bibliotecas de Londres y
Manchester.58 En colaboración con Engels, se dedicó también a escribir un libro que es a
menudo visto como su mejor planteamiento del concepto del materialismo histórico, La
ideología alemana; este trabajo, como muchos otros, no fue publicado mientras Marx
estuvo vivo, se publicó únicamente en 1932.15759 Luego le siguió La miseria de la
filosofía en 1847, que fue una respuesta al libro La Filosofía de la miseria escrito por el
anarco-socialista francés Pierre-Joseph Proudhon y una crítica del pensamiento socialista
francés en general.60
Estos libros sentaron las bases de la obra más famosa de Marx y Engels, un panfleto
político que desde entonces ha sido conocido como el Manifiesto del Partido Comunista,
que se publicó por primera vez el 21 de febrero de 1848. Este estableció las bases de
la Liga de los Comunistas, un grupo que había comenzado a ser muy influenciada por
Marx y Engels, quienes argumentaron que la Liga debía hacer sus objetivos e intenciones
claras para el público en general en lugar de ocultarles como anteriormente lo había
venido haciendo.61 Las primeras líneas del panfleto establecen la base principal del
marxismo, que "La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de la
lucha de clases".62 Se van a analizar los antagonismos que según Marx fueron surgiendo
por los conflictos de intereses entre la burguesía (la clase media acaudalada) y
el proletariado (la clase obrera industrial). Partiendo de esto, el Manifiesto presenta el
argumento de por qué la Liga de los Comunistas, a diferencia de otros grupos y partidos
políticos socialistas y liberales de la época, realmente estaba actuando por los intereses
del proletariado para derrocar a la sociedad capitalista y reemplazarla con el socialismo.63
A finales de ese año, Europa experimentó una serie de protestas, rebeliones y
levantamientos en algunos casos violentos, denominados las revoluciones de 1848.64 En
Francia, una revolución llevó a la caída de la monarquía y al establecimiento de
la Segunda República Francesa.64 Marx respaldó dicha actividad y habiendo recibido
recientemente una importante herencia de su padre de 600065 o 5000 francos,6667 utilizó
supuestamente un tercio de la misma para armar a trabajadores belgas que estaban
planeando acciones revolucionarias.68 Aunque la veracidad de estas acusaciones fuesen
discutibles,6569 el Ministerio de Justicia Belga lo acusó y posteriormente lo arrestó, algo que
lo obligó a huir a Francia donde, al estar un nuevo gobierno republicano en el poder, creyó
que estaría seguro.6770
El periodo de Colonia
Estableciéndose temporalmente en París, trasladó la sede de la Liga de los Comunistas a
la ciudad y también creó el Club de obreros alemanes con varios socialistas alemanes que
residían allí.71 En 1848 Marx volvió a Colonia, con la esperanza de ver la revolución
extenderse a Alemania, donde comenzó a emitir un panfleto titulado Las Demandas del
Partido Comunista en Alemania, en el que abogó por sólo cuatro de los diez puntos
del Manifiesto Comunista, creyendo que en la Alemania de ese momento, la burguesía
debía derrocar a la monarquía y la aristocracia feudal antes de que el proletariado pudiera
derrocar a la burguesía.72 El 1 de junio, Marx comenzó la publicación del diario la Nueva
Gaceta Renana (NeueRheinischeZeitung), que fue financiado a través de la reciente
herencia de su padre. El diario fue diseñado para publicar noticias en toda Europa con su
propia interpretación marxista de los acontecimientos. Marx siguió siendo uno de sus
principales redactores, acompañado por otros compañeros de la Liga de los Comunistas
que también escribían, aunque a pesar de ello en el periódico se mantuvo, como dijo
Friedrich Engels, "una simple dictadura de Marx", el cual dominó la elección del
contenido.737475
Mientras fue el editor del periódico, Marx y los otros revolucionarios socialistas fueron
hostigados regularmente por la policía, y también fue llevado a juicio en varias ocasiones,
enfrentando varias acusaciones, incluyendo un insulto al fiscal general, un supuesto delito
menor de prensa y una incitación a la rebelión armada a través del boicot de impuestos,76
777879 aunque fue absuelto en cada acusación.7779 Mientras tanto, el parlamento

democrático en Prusia se derrumbó y el rey Federico Guillermo IV, introdujo un nuevo


gabinete de sus partidarios reaccionarios, que introdujeron medidas contrarrevolucionarias
para librarse de un izquierdista y otros elementos revolucionarios del país.76 Como parte
de esto, la Nueva Gaceta Renana fue suprimida y Marx recibió la orden de abandonar el
país el 16 de mayo.7580 Volvió a París, que estaba entonces bajo las garras de una
contrarrevolución reaccionaria y una epidemia de cólera, pero pronto fue expulsado por las
autoridades de la ciudad que lo consideraban una amenaza política. Con su esposa Jenny
esperando su cuarto hijo y sin poder volver a Alemania o a Bélgica, buscó refugio en
Londres en agosto de 1849.81
El periodo de Londres y El Capital
Karl Marx en 1861.

Marx se trasladó a Londres en mayo de 1849 y permanecería en la ciudad para el resto de


su vida. Fue aquí donde fundó la nueva sede de la Liga de los comunistas, además,
estaba fuertemente involucrado con la Sociedad Londinense de Instrucción de los Obreros
Alemanes, que realizaba sus reuniones en la calle Great-Windmill, en Soho, el distrito de
entretenimiento del centro de Londres.8283 Marx se dedicó a dos actividades: a la
organización revolucionaria y a intentar entender sobre economía política y capitalismo.
Durante los primeros años en Londres, él y su familia vivieron en la pobreza extrema.8485
Su principal fuente de ingresos fue su colega, Engels, que derivó gran parte de sus
ingresos del negocio familiar.85 Marx trabajó durante 11 años como corresponsal para
el New York Tribune en 1851 hasta el 1862.86
Desde diciembre de 1851 hasta marzo de 1852 Marx escribió El 18 brumario de Luis
Bonaparte, una obra que trata sobre la Revolución francesa de 1848, en ella expandió sus
conceptos del materialismo histórico, la lucha de clases y la dictadura del proletariado,
avanzando el razonamiento de que el proletariado triunfante tiene que destruir el
Estado burgués.87
La década de 1850 y 1860 también marca la línea entre lo que algunos estudiosos ven
como el Marx joven, idealista y hegeliano, del Marx maduro, con una mayor mentalidad
científica en sus escritos del período posterior.88899091 Esta distinción normalmente es
asociada con la corriente del marxismo estructuralista.91 Tampoco todos los eruditos están
de acuerdo de que esta distinción exista.9092
En 1864, Marx se involucró en la Asociación Internacional de Trabajadores (también
conocida como Primera Internacional).77 Se convirtió en el líder de su Consejo General,
siendo elegido en el momento de su creación en 1864.93 En esta organización Marx estuvo
involucrado en la lucha contra el sector anarquista en torno a Mijaíl Bakunin (1814–
1876).85 Pero aunque Marx ganó esta disputa, la transferencia de la sede del Consejo
General de Londres a Nueva York en 1872, apoyada por Marx, llevó a la decadencia de la
Internacional.94 El evento político más importante durante la existencia de la Primera
Internacional fue la Comuna de París de 1871, cuando los ciudadanos de París se
rebelaron contra su gobierno y retuvieron a la ciudad durante dos meses. Durante la
sangrienta represión de la rebelión, Marx escribió uno de sus más famosos panfletos
titulado, La guerra civil en Francia, que fue una defensa de la Comuna.95
Teniendo en cuenta los repetidos fracasos y frustraciones de las revoluciones y de los
movimientos de obreros, Marx también intentó entender el capitalismo y pasó mucho
tiempo en la sala del Museo Británico, estudiando y reflexionando sobre las obras de
los economistas políticos y sobre datos económicos.96 En 1857 ya había acumulado más
de 800 páginas de notas y ensayos cortos sobre el capital, la propiedad de la tierra, el
trabajo asalariado, el Estado, el comercio exterior y el mercado mundial; este trabajo no
aparecerá impreso hasta 1941, bajo el título de Grundrisse.8597 En 1859, Marx publicó
la Contribución a la crítica de la economía política, que sería su primera obra económica
seria. En los años 1860 trabajó en la composición de tres grandes volúmenes,
comenzando con las Teorías de la plusvalía, donde examinó a los teóricos de la economía
política, especialmente a Adam Smith y David Ricardo.85 Este trabajo es visto a menudo
como el cuarto libro de El Capital y constituye uno de los primeros tratados completos
sobre la historia del pensamiento económico.98 En 1867, tras una estancia en casa de su
amigo Kugelmann en Hannover en la que corrigió las primeras galeradas,99 se publicó el
primer volumen de El Capital, una obra que analiza el proceso de producción capitalista.100
Aquí, Marx elaboró su teoría del valor-trabajo, su concepción de la plusvalía y de
la explotación que según él en última instancia llevaría a una tasa de ganancia decreciente
y al colapso del capitalismo industrial.101 Los volúmenes II y III se mantuvieron como
manuscritos en los que Marx siguió trabajando para el resto de su vida y fueron publicados
póstumamente por Engels.85

Marx en 1882

Durante la última década de su vida, la salud de Marx declinó y fue incapaz de prolongar el
esfuerzo que había caracterizado su trabajo anterior.85 Logró comentar sustancialmente la
política contemporánea, especialmente la de Alemania y Rusia. Su Crítica del programa de
Gotha se opuso a la tendencia de sus seguidores como Wilhelm
Liebknecht y AugustBebel de comprometerse con el socialismo de Estado propugnado
por Ferdinand Lassalle en los intereses de un partido socialista unido.85 Este trabajo
también es notable por otra famosa cita de Marx: "¡De cada cual, según sus capacidades;
a cada cual según sus necesidades!"102
En una carta enviada a Vera Zasulich que data del 8 de marzo de 1881, Marx incluso
contempló la posibilidad de que Rusia pasara por alto la etapa de desarrollo capitalista y
que construyera el comunismo sobre la base de la propiedad común de la tierra, algo
característico de la comunidad mir.85103 Si bien admitió que la "comuna es el punto de
apoyo de la regeneración social de Rusia", también advirtió que para que el mir operara
como un medio para pasar directamente a la etapa socialista sin una fase capitalista
precedente, "será preciso eliminar primeramente las influencias deletéreas que la acosan
(a la comuna rural) por todas partes."104 Teniendo en cuenta la eliminación de estas
influencias perniciosas, Marx admitió, que podrían existir "las condiciones normales para
un desarrollo espontáneo" de la comuna rural.104 Sin embargo, en la misma carta a Vera
Zaulich, Marx señala que "en el fondo del sistema capitalista está... la separación radical
entre productor y medios de producción".104
Muerte
La tumba de Karl Marx, en el cementerio de Highgate, Londres.

Tras la muerte de su esposa Jenny en diciembre de 1881, Marx desarrolló una fuerte gripe
que lo mantuvo con un mal estado de salud durante los últimos 15 meses de su vida. Con
el tiempo, contrajo bronquitis y pleuresía que lo condujeron a su muerte el 14 de marzo de
1883 en Londres. Murió como apátrida;105 sus familiares y amigos en Londres enterraron
su cuerpo en el cementerio de Highgate el 17 de marzo de 1883. Asistieron entre nueve a
once personas en su funeral.106107108 Varios de sus amigos más cercanos hablaron en él,
entre ellos Wilhelm Liebknecht y Friedrich Engels, que dijo en su discurso:
El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de
nuestros días. Apenas le dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido
suavemente en su sillón, pero para siempre.109

Su hija Eleonora, además de Charles Longuet y Paul Lafargue, yernos de Marx y militantes
socialistas, también estuvieron presentes.108 Liebknecht, fundador y líder del Partido
Socialdemócrata Alemán, pronunció un discurso en alemán y Longuet, una figura
prominente en el movimiento de la clase obrera francesa, hizo una breve declaración en
francés.108 También se leyeron dos telegramas de los partidos obreros de Francia y
España.108 Junto con el discurso de Engels, constituyó todo el programa del funeral.108
Entre los no familiares que asistieron al funeral estaban tres asociados comunistas de
Marx: Friedrich Lessner, encarcelado durante tres años después del juicio a los
comunistas de Colonia de 1852; G. Lochner, a quien Engels describió como "un antiguo
miembro de la Liga de los Comunistas" y Carl Schorlemmer, un profesor de química en
Mánchester, miembro de la Royal Society y activista comunista durante la revolución
alemana de 1848.108 Otro asistente al funeral fue RayLankester, un zoólogo británico que
más tarde se convertiría en un prominente académico.108
La lápida de Marx lleva el mensaje grabado: "¡Proletarios de todos los países, uníos!",
presente en la última línea del Manifiesto Comunistay la frase de la Tesis XI sobre
Feuerbach (editada por Engels): "Los filósofos sólo han interpretado el mundo de distintos
modos, pero de lo que se trata es de transformarlo".110 El Partido Comunista de Gran
Bretaña construyó la lápida monumental en 1954 con un busto hecho por Laurence
Bradshaw; la tumba original de Marx tenía apenas un humilde adorno.110 En 1970 hubo un
intento fallido de destruir el monumento con una bomba casera.111112
El historiador marxista Eric Hobsbawm más tarde comentó que "uno no puede decir que
Marx murió fracasado" porque, aunque no había logrado un gran seguimiento de
discípulos en Gran Bretaña, sus escritos ya habían comenzado a impactar en los
movimientos izquierdistas de Alemania y Rusia. Al cabo de 25 años de su muerte, los
partidos socialistas de Europa continental reconocieron que la influencia de Marx en su
política estaba obteniendo entre el 15 y el 47% de los votos en los países con
elecciones democráticas representativas.113
Vida familiar

Friedrich Engels y Karl Marx, con sus hijas Laura, Eleanor y Jenny (en junio de 1864).

Karl Marx se casó con Jenny von Westphalen, hermana del ministro de Interior prusiano,
amiga de infancia con la que se comprometió siendo ya estudiante, pero sólo consiguió
casarse con ella tras la muerte de los padres de ésta, que se oponían a la relación, y tras
conseguir una cierta estabilidad económica (eventual) como director de los "Anales franco-
alemanes". Vivieron con fuertes penurias económicas debido a la irregularidad de los
ingresos de Marx, a la persecución política (que censuraba y clausuraba las revistas que
publicaba) y a tener que mudarse constantemente de país.
Marx tuvo con Jenny von Westphalen 7 hijos. Su hija mayor nació en 1844 y llevó por
nombre Jenny Caroline, quien se casaría con el socialista francés Charles Longuet,114 y
moriría con 38 años (1883), probablemente de cáncer. Poco después vendría Jenny Laura
Marx (1845), quien se casaría con el dirigente socialista hispano-francés Paul Lafargue, y
se suicidaría junto a él en 1911. Después vinieron tres que murieron en un breve plazo:
Guido (1847-1855), Edgar (1849-1850) y Franziska (1851-1852) (convulsiones, bronquitis
y tuberculosis serían las causas). La pequeña de sus hijas, Eleonor Marx (1855) formaría
parte del movimiento feminista y también se suicidaría en 1898. En 1857 nacería el último
de sus vástagos, un varón que falleció horas después de venir al mundo.
Con ellos vivía Helene (Lenchen) Demuth, una criada que había servido a la familia de
Jenny,115 que les ayudaba en las tareas domésticas, se ocupaba de los niños, y con la que
mantenían una relación familiar; ocupaban todos una sola habitación en el 28 de Dean
Street.116 HeleneDemuth fue madre el 23 de junio de 1851, de un hijo concebido durante la
ausencia de Jenny Marx, la cual había viajado a Holanda en 1850.116 Aunque un rumor
contenido acerca de la paternidad de Marx había circulado desde sus días, nunca había
aparecido ningún testimonio o documento de algún valor hasta 1962. En esa fecha el
historiógrafo alemán Werner Blumenberg publicó el contenido de una carta de
LouiseFreyberger, criada de Engels y amiga de Helen Demuth, donde declaraba haber
oído a Engels antes de su muerte confirmar ese hecho.117 Desde esta publicación, que
Freddy era hijo de Marx se ha convertido en un lugar común,116 aunque no faltan
discrepantes entre los especialistas, especialmente TerrellCarver, que cree que la única
copia de la carta que se conoce, una copia mecanografiada muy posterior a su fecha, es
probablemente un fraude.118 Lo cierto es que Jenny Marx y HeleneDemuth mantuvieron
una estrecha y afectuosa relación hasta la muerte de la primera116115 y que Demuth siguió
con Marx hasta el fin de sus días, cuando pasó al servicio de Engels del que era además
confidente política, como antes lo había sido del propio Marx, que tomaba en
consideración sus opiniones, incluso para las cuestiones de economía política.115 A su
muerte fue enterrada con los Marx.115
Marx tuvo una vida personal dedicada de forma exhaustiva al estudio de las diferentes
disciplinas del pensamiento y en especial a la filosofía e historia, y nunca tuvo estabilidad
económica; sin embargo, contó siempre con el apoyo fiel e incondicional de su amigo
Engels.

Pensamiento

Chemnitz

Testigo y víctima de la primera gran crisis del capitalismo (década de 1830) y de


las revoluciones de 1848, Marx se propuso desarrollar una teoría económica capaz de
aportar explicaciones a la crisis, pero a la vez de interpelar al proletariado a participar en
ella activamente para producir un cambio revolucionario.
La obra de Marx ha sido leída de distintas formas. En ella se incluyen obras
de teoría y crítica económica, polémicas filosóficas, manifiestos de organizaciones
políticas, cuadernos de trabajo y artículos periodísticos sobre la actualidad del siglo XIX.
Muchas de sus obras las escribió junto con Engels. Los principales temas sobre los que
trabajó Marx fueron la crítica filosófica, la crítica política y la crítica de la economía política.
Algunos autores pretendieron integrar la obra de Marx y Engels en un sistema filosófico,
el marxismo, articulado en torno a un método filosófico llamado materialismo dialéctico.
Los principios del análisis marxista de la realidad también han sido sistematizados en el
llamado materialismo histórico y la economía marxista. Del materialismo histórico, que
sitúa la lucha de clases en el centro del análisis, se han servido numerosos científicos
sociales del siglo XX: historiadores, sociólogos, antropólogos, teóricos del arte, etc.
También ha sido muy influyente su teoría de la alienación.
Otros autores, entre los que destaca Louis Althusser, argumentan que los escritos de Marx
no forman un todo coherente, sino que el propio autor, al desarrollar sus reflexiones
críticas sobre la economía política durante la década de 1850, se desembarazó de su
propia conciencia filosófica anterior y comenzó a trabajar científicamente. Desde esta
perspectiva no existiría una ciencia marxista, sino un científico, Karl Marx, que fue un
pionero en la comprensión de los mecanismos fundamentales que rigen el funcionamiento
de la sociedad moderna, en especial con su reelaboración de la teoría del valor, y cuya
obra cumbre fue El Capital.
Las obras de Marx han inspirado a numerosas organizaciones políticas comprometidas en
superar el capitalismo. Por una parte, habría que señalar la interpretación que han
realizado los leninistas, partidarios de que una vanguardia del proletariado, organizada en
un partido revolucionario preparado si es necesario para trabajar en la clandestinidad,
empuje a la clase obrera a hacerse con el poder mediante la fuerza insurreccional de las
masas, para así derrocar a sus antiguas clases opresoras y dominantes, la burguesía y la
aristocracia, expropiándolas de su control sobre el aparato del Estado y los medios de
producción, y procediendo a la construcción de un Estado obrero que, además de instituir
a aquélla como clase dominante, le permita avanzar hacia el socialismo —sociedad
altamente igualitaria y solidaria, sobre la base de la democracia obrera y la propiedad
social sobre los medios de producción, y un fuerte desarrollo productivo y cultural, con una
economía planificada capaz de suplir holgadamente las principales necesidades
mayoritarias— y la desaparición de la división de la sociedad en clases, hasta llegar
al comunismo —sociedad sin clases sociales y sin Estado, basada en un altísimo nivel de
civilización—.
Por otra, la que realiza la socialdemocracia, en sus orígenes contraria a la táctica
revolucionaria y partidaria de avanzar hacia el socialismo a través de progresivas reformas
parlamentarias (hay que decir que la mayoría de partidos socialdemócratas han ido poco a
poco reformando sus planteamientos, hasta aceptar la economía de mercado). Otros
teóricos, como los del comunismo consejista son partidarios de la toma del poder por parte
de la clase obrera autoorganizada y no por parte de un partido.
Ideas filosóficas
Durante su juventud, y mientras se formaba en filosofía, Marx recibió la influencia del
filósofo alemán predominante en Alemania en aquel tiempo, Hegel. De este autor tomó el
método del pensamiento dialéctico, al que, según sus propias palabras, pondría sobre sus
pies; significando el paso del idealismo dialéctico del espíritu como totalidad a una
"dialéctica del devenir constante" donde la síntesis, a diferencia de Hegel, no había sido
realizada. Además, sigue utilizando el método dialéctico para analizar las contradicciones
en la historia de la humanidad y, específicamente, aquella entre el capital y el trabajo.
Una interpretación sobre el desarrollo de la obra de Marx, proveniente del francés Louis
Althusser, considera que los escritos de Marx se dividen en dos vertientes. Esta
interpretación es relevante en la exegética marxista, pero a la vez es muy polémica y
pocos autores la mantienen al día de hoy. Althusser encuentra dos etapas:
1 - Marx joven (hasta 1845) período en que estudia la alienación (o enajenación) y
la ideología, desde una perspectiva cercana al humanismo influida en gran parte por la
filosofía de Ludwig Feuerbach.
Marx se pregunta y contesta en sus Manuscritos de 1844:
¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo
es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se
afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física
y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en
sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja
no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la
satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del
trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe
una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo,
el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último
término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de
otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. (...)
Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo. [4]
Paralelamente a estas ideas describe al hombre con diversas concepciones: lo considera
un ser real de carne y hueso; es únicamente el resultado de la historia económica, un
predicado de la producción de la misma historia.
Piensa que el hombre se realiza modificando la naturaleza para satisfacer sus
necesidades en un proceso dialéctico en que la transformación de agente y paciente es
transformación mutua. La autogeneración del hombre es un proceso real, histórico –
dialéctico, entendiéndose la dialéctica como proceso y movimiento a través de la
superación sintética de las contradicciones.
Cuando Marx habla de 'realidad' hace referencia al contexto histórico social y al mundo del
hombre. Asegura que el hombre es sus relaciones sociales.
Para Marx, lo que el hombre es no puede determinarse a partir del espíritu ni de la idea
sino a partir del hombre mismo, de lo que éste es concretamente, el hombre real,
corpóreo, en pie sobre la tierra firme. El hombre no es un ser abstracto, fuera del mundo
sino que el hombre es en el mundo, esto es el Estado y la sociedad.
La libertad, la capacidad de actuar eligiendo, está limitada a las determinaciones
históricas, pero es, al mismo tiempo, el motor de aquéllas cuando las relaciones sociales y
técnicas entran en crisis.
Dios, la Filosofía y el Estado constituyen alienaciones en el pensamiento, alienaciones
dependientes de la alienación económica, considerada para Marx única enajenación real.
En líneas generales, Marx defiende la idea de que la alienación empobrece al hombre
sociohistórico negándole la posibilidad de modificar aspectos de los ámbitos en los que se
ve involucrado, provocándole una conciencia falsa de su realidad. Sin embargo, éste es un
hecho que puede suprimirse.
Políticamente, el pensador alemán aboga por una sociedad comunista. Entre el hombre
alienado (aquel que no coincide consigo mismo) y el hombre comunista (aquel que
finalmente es igual a hombre) se coloca el proceso transformador. Sólo en la sociedad
comunista habrá desaparecido toda alienación.
2 - Marx maduro (1845-1875): Según Althusser, 1845, el año de La ideología alemana y
las Tesis sobre Feuerbach, marca la ruptura epistemológica (concepto tomado
de GastonBachelard). A partir de la cual Marx rompe con su etapa anterior, ideológica y
filosófica, e inaugura un período científico en el cual desarrolla estudios económicos e
históricos usando el método del materialismo histórico. Como diría Althusser, Marx
inaugura el continente historia.
Este es, eminentemente, el período de su magna obra: El capital. Crítica de la economía
política. No hay que olvidar, por otro lado, los textos de los que esta obra surge:
la Contribución a la crítica de la economía política (que dará material para el primer
capítulo de El capital) o los Grundrisse, cuyo tardío descubrimiento dio mucho que hablar
sobre las continuidades de Marx con su primera etapa, y proporcionó argumentos a los
críticos de la ruptura epistemológica. Durante su etapa de madurez, la obra de Marx se
vuelve más sistemática y surgen sus conceptos económicos más destacados: la teoría del
valor, la explotación como apropiación de plusvalía, o la teoría explicativa sobre las crisis
capitalistas.
Sin embargo otros autores, incluido Erich Fromm, niegan la "ruptura epistemológica" y
sostienen que la idea de enajenación es la fundamental durante todo el pensamiento de
Karl Marx. Más cercanos al humanismo, no consideran que haya un joven y un viejo Marx
y reivindican la continuidad de su obra alrededor de un concepto del hombre y su
enajenación en el capitalismo.
Ideas sobre el Crimen
Al entender Marx al derecho como fruto del poder de las clases dominantes, es decir los
burgueses dueños de los medios de producción, entiende que estos definen de manera
arbitraria, lo legal e ilegal, castigando todo tipo de conductas que atenten contra sus
intereses, así para Marx el crimen "no es algo objetivo propio de la necesidad sino, la mera
definición burguesa de acciones que atentan contra la propiedad o el sistema
económico." 119
De esta manera el mismo Marx sostiene que "las violaciones de la ley son generalmente el
estallido de factores económicos que están fuera del control del legislador, pero, como lo
testimonia el funcionamiento de la ley sobre delincuentes juveniles, depende en cierta
medida de la sociedad oficial el catalogar ciertas violaciones de sus reglas como crímenes
y otras como meras faltas. Esta diferencia de nomenclatura, lejos de ser indiferente, decide
el destino de miles de hombres, y el tono moral de la sociedad. La ley misma puede no
sólo castigar el delito, sino también improvisarlo.” 120
El pensamiento de Marx sobre la criminalidad influirá directamente a Steven Spitzer121 y su
pretensión de fundar una teoría marxista de la desviación, actualmente parte de la
denominada criminología crítica.122

Críticos de Marx
La importancia de Karl Marx en el panorama intelectual y político del siglo XIX, y de su
legado en el siglo XX, han provocado numerosas críticas a su obra y su persona. En el
siglo XIX, las principales críticas provenían de intelectuales y organizaciones del
movimiento obrero que sostenían posturas políticas distintas a las de Marx. Entre
otros, Bakunin, anarquista y rival en la inspiración de La Internacional, consideraba que el
objetivo de los marxistas era «un poderoso estado centralizado.»123
Durante el último tercio del siglo XIX y, sobre todo durante el siglo XX, la fuerza del
marxismo en los ambientes intelectuales y organizaciones políticas de todo el mundo hizo
que numerosos pensadores conservadores y liberales intentasen refutarlo. Algunas críticas
se centran en elementos concretos de la obra de Marx, mientras otras se oponen a alguna
de las versiones del canon marxista elaborado por las organizaciones políticas y los
intelectuales socialistas o comunistas.
Poco después de la muerte de Marx, el economista austríaco Böhm-Bawerk publicó varios
ensayos sobre el subjetivismo del valor, entre ellos Karl Marx and theClose of HisSystem,
de 1896, donde propuso refutar El capital y la teoría del valor-trabajo marxista, en tanto
que teorías del campo de la economía. Ya en el siglo XX, Karl Popper, en La sociedad
abierta y sus enemigosanalizó lo que llama ‘profecías marxistas’, según su opinión
desmentidas por la historia. Popper escribió también un ensayo crítico con las
‘pretensiones’ del marxismo como ciencia de la historia, considerando que incurre en lo
que llama ‘historicismo’.124125

Manifiesto del Partido Comunista


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Manifiesto del Partido Comunista

de Karl Marx y Friedrich Engelsx

Portada de la primera edición del Manifiesto del Partido Comunista.

Género Ensayo

Tema(s) Política

Edición original en alemán

Título original Manifest der KommunistischenPartei

País Confederación Germánica

 21 de febrero de 1848
Fecha de
publicación

Edición traducida al español

Traducido por José Mesa y Leompart


Publicado en La Emancipación

Tipo de Revista
publicación

País España

Fecha de 2 de noviembre de 1872


publicación

Texto en español Manifiesto Comunista en Wikisource

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El Manifiesto del Partido Comunista (Manifest der KommunistischenPartei, por su título


en alemán), muchas veces llamado simplemente el Manifiesto comunista, es uno de los
tratados políticos más influyentes de la historia. Se trata de un manifiesto encargado por
la Liga de los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848, y publicado
por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848.
Engels describe la tesis central del manifiesto de la siguiente forma:
[...] en cada época histórica el modo predominante de producción económica y de cambio y la
organización social que de él se deriva necesariamente, forman la base sobre la cual se levanta, y la
única que explica, la historia política e intelectual de dicha época; que, por tanto (después de la
disolución de la sociedad gentilicia primitiva con su propiedad comunal de la tierra), toda la historia
de la humanidad ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre explotadores y explotados,
entre clases dominantes y clases oprimidas; que la historia de esas luchas de clases es una serie de
evoluciones, que ha alcanzado en el presente un grado tal de desarrollo en que la clase explotada y
oprimida — el proletariado — no puede ya emanciparse del yugo de la clase explotadora y
dominante — la burguesía — sin emancipar al mismo tiempo, y para siempre, a toda la sociedad de
toda explotación, opresión, división en clases y lucha de clases.
Friedrich Engels, 18881

Se trata de un texto temprano de Marx y Engels, en el que se reflejan ya las bases


del marxismo, incluyendo la concepción materialista de la historia. Sin embargo, es todavía
previo al desarrollo de la economía marxista, así como a acontecimientos históricos que
dejarían obsoletos algunos aspectos del manifiesto, según los propios Marx y Engels.2

Índice

 1Sinopsis
o 1.1Capítulo I: Burgueses y proletarios
o 1.2Capítulo II: Proletarios y comunistas
o 1.3Capítulo III: Literatura socialista y comunista
 1.3.1Socialismo reaccionario
 1.3.2Socialismo conservador o burgués
 1.3.3Socialismo y comunismo crítico-utópicos
o 1.4Capítulo IV: Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición
 2Historia
o 2.1Gestación (hasta 1847)
o 2.2Publicación y acogida inicial (1848-1872)
o 2.3Auge (1872–1917)
o 2.4Ubicuidad (1917-presente)
 3Traducciones
 4Notas y referencias
 5Bibliografía
 6Enlaces externos

Sinopsis[editar]

Karl Marx y Friedrich Engels.

El Manifiesto del Partido Comunista se divide en un preámbulo y cuatro capítulos: «I.


Burgueses y proletarios», «II. Proletarios y comunistas», «III. Literatura socialista y
comunista» y «IV. Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición». La
mayoría de ediciones modernas van acompañadas de varios prefacios escritos por Marx y
Engels para diversas ediciones publicadas entre 1872 y 1893.
Capítulo I: Burgueses y proletarios[editar]
El texto empieza desarrollando la idea de que la historia de la sociedad humana es una
historia de luchas de clases opresoras y clases oprimidas, y que en la actual sociedad la
humanidad tiende a dividirse entre dos clases antagónicas: burguesía y proletariado.
Los autores hacen un repaso histórico desde las últimas épocas de la sociedad
feudal hasta la "moderna sociedad burguesa", encontrando en el desarrollo económico el
hilo que explica los radicales cambios políticos y culturales que causaron que la segunda
surgiera revolucionariamente de la descomposición de la primera y dieron lugar al ascenso
de la burguesía de clase dominada a clase dominante. Marx y Engels reivindican el papel
de la burguesía en crear un único mundo civilizado con su sello de clase.
Pero, al "contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenían todas por
condición primaria de vida la intangibilidad del régimen de producción vigente", la
burguesía "no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la
producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen
social." Y en este desarrollo incesante de las fuerzas productivas Marx y Engels vaticinan
que la época de la burguesía tiene un límite en las propias relaciones de producción
burguesas.3
Marx y Engels anuncian que la nueva clase revolucionaria que terminará con el régimen
burgués para poner en pie las nuevas relaciones de producción es el proletariado, al cual
definen como "esa clase obrera moderna que sólo puede vivir encontrando trabajo y que
sólo encuentra trabajo en la medida en que éste alimenta a incremento el capital."
En los párrafos siguientes Marx y Engels describen el mundo industrial en el que vive el
proletariado, la tendencia de las clases medias empobrecidas a engrosar sus filas, y la
historia de su lucha contra el régimen burgués de producción, que ha ido desde la
confrontación aislada entre obreros y burgueses individuales hasta llegar a la
confrontación de las dos clases. Es el mismo desarrollo acelerado de la industria el que
nivela las condiciones obreras, cohesiona a los proletarios, y presenta su asociación de
clase como primera necesidad para la lucha por sus intereses sociales, contrarios a los de
la clase de los burgueses.
Sin embargo, la revolución proletaria no tiene objetivos similares a los que tuvo la
revolución burguesa: "Todas las clases que le precedieron y conquistaron el Poder
procuraron consolidar las posiciones adquiridas sometiendo a la sociedad entera a su
régimen de adquisición. Los proletarios sólo pueden conquistar para sí las fuerzas sociales
de la producción aboliendo el régimen adquisitivo a que se hallan sujetos, y con él todo el
régimen de apropiación de la sociedad. Los proletarios no tienen nada propio que
asegurar, sino destruir todos los aseguramientos y seguridades privadas de los demás. (...)
Hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos desatados por una
minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo
de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El proletariado, la capa más
baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse, incorporarse, sin hacer saltar,
hecho añicos desde los cimientos hasta el remate, todo ese edificio que forma la sociedad
oficial."
Los autores terminan este capítulo señalando la desaparición de la burguesía y la victoria
del proletariado como "igualmente inevitables" debido a la incapacidad de la burguesía
para elevar las condiciones de vida del proletariado que, lejos de ello, decaen
constantemente producto del desarrollo de la gran industria dentro del régimen de
producción burgués.
Capítulo II: Proletarios y comunistas[editar]
Los autores dejan claro que los comunistas son parte del movimiento proletario y no se
encuentran por encima de él. Lo que los distingue del resto del movimiento proletario es
destacar en cada acción los intereses comunes que tienen los proletarios de todas las
naciones.4
Los autores describen la teoría del comunismo empezando por resumirla en la
fórmula: "abolición de la propiedad privada", pero aclarando que no se refieren a la
abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad privada burguesa, que resulta
de la explotación capitalista.
A continuación, en forma polémica, los autores responden a "los reproches de la burguesía
contra el comunismo": abolición de la propiedad, del trabajo, de la familia, de la
nacionalidad, de la individualidad, etc. La respuesta a cada objeción aclara que lo que se
busca abolir es la forma burguesa que adoptan todas estas instituciones. En cada caso los
autores demuestran cómo estas acusaciones tópicas contra el comunismo, cuando no son
directamente calumnias, son una defensa más o menos velada de los intereses de clase
de la burguesía haciéndolos pasar por intereses de toda la sociedad.
Más adelante los autores señalan la base de las ideas de cada época en "las condiciones
de vida, las relaciones sociales, la existencia social del hombre", desmintiendo la
existencia de "verdades eternas", y concluyendo "Las ideas imperantes en una época han
sido siempre las ideas propias de la clase imperante".
Como terminación de este capítulo, Marx y Engels vuelven al punto de la conquista del
poder político por el proletariado como primer paso de la revolución obrera. Señalan como
tarea del proletariado erigido en clase dominante el centralizar los medios de
producción "en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase
gobernante".5
A continuación los autores esbozan un programa general de 10 propuestas de
expropiaciones, políticas fiscales, medidas jurídicas y reorganización de la economía y de
la educación a ser aplicado por el proletariado erigido en clase dominante. Que son las
siguientes:67
1. Expropiación de la propiedad de la tierra y empleo de la renta de la tierra
para los gastos del Estado.
2. Fuertes impuestos progresivos.
3. Supresión del derecho de herencia.
4. Confiscación de la propiedad de todos los emigrantes y sediciosos.
5. Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco
nacional con capital estatal y monopolio exclusivo.
6. Centralización del transporte en manos del Estado.
7. Multiplicación de las fábricas nacionales, de los medios de producción,
roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.
8. Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos
industriales, principalmente en el campo.
9. Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir
borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.
10. Educación pública y gratuita de todos los niños. Abolición del trabajo
infantil fabril en su forma actual. Unificación de la educación con la
producción material, etc.8
En el prólogo de la edición alemana de 1872, Marx y Engels declaran que la aplicación de
estos 10 principios dependerá de las circunstancias históricas existentes, razón por la que
no se hace especial hincapié al final del capítulo, llegando incluso a admitir que:
"Si tuviésemos que formularlo hoy (en 1872), este pasaje presentaría un tenor distinto en muchos
respectos. Este programa ha quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso desarrollo
experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años (desde que se escribió el libro)
[...]"
PRÓLOGO DE MARX Y ENGELS A LA EDICIÓN ALEMANA DE 1872

Por último matizan que, si bien el proletariado, en lucha contra la burguesía, se ve obligado
a la conquista del poder político, una vez "hayan desaparecido las diferencias de clase y
toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad", la hegemonía política de
clase del proletariado dejará de ser necesaria, "Y a la vieja sociedad burguesa, con sus
clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de
cada uno condicione el libre desarrollo de todos."
Capítulo III: Literatura socialista y comunista[editar]
Entre la nebulosa de propuestas socialistas de la época, los autores del Manifiesto
destacan varias tendencias que clasifican en tres: el socialismo reaccionario, el socialismo
burgués o conservador, y el socialismo y comunismo crítico-utópicos.
Socialismo reaccionario[editar]
Por socialismo reaccionario Marx y Engels entendían a aquellas variantes de socialismo
que, pretendiendo representar intereses obreros, representaban intereses de clases pre-
capitalistas.
En el socialismo feudal, se trataba de los sectores de la aristocracia desplazada del poder
por la burguesía, con los que confluían sectores del clero.
En el socialismo pequeñoburgués, se trata de sectores de las clases medias, condenadas
a engrosar el proletariado, que critican al régimen burgués desde los intereses de los
pequeños burgueses y los campesinos. Como su principal representante, señalan
a Sismondi. Sus méritos residen en la crítica correcta del régimen de producción burgués y
sus consecuencias antisociales. Pero en cuanto a sus propuestas positivas, no pasan de
un retorno a los antiguos medios de producción y de cambio, con el modo de vida
asociado a ellos.
Por último, el socialismo alemán o "verdadero socialismo" surge a partir de la importación
en Alemania de la literatura socialista y comunista francesa. Pero como en Alemania las
condiciones sociales eran bastante más feudales que las francesas, esto resultó en una
asimilación puramente literaria del socialismo en el marco de una conciencia filosófica
reaccionaria. "Y así, donde el original desarrollaba la crítica del dinero, ellos pusieron:
“expropiación del ser humano”; donde se criticaba el Estado burgués: “abolición del
imperio de lo general abstracto”, y así por el estilo. ".
Socialismo conservador o burgués
Esta ideología proviene de la sensibilización de parte de la burguesía ante el sufrimiento
del proletariado y un intento de mitigar estas injusticias para conservar el orden social
burgués.
"Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que aspiran a
mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia, las
sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los
predicadores y reformadores sociales de toda laya.

Socialismo y comunismo crítico-utópicos


En este socialismo se encuentran las doctrinas y sistemas características de los primeros
choques del proletariado como clase contra el régimen burgués. Estas doctrinas realizan
una crítica medianamente correcta del mundo burgués y profesan "un ascetismo universal
y un torpe y vago igualitarismo" y diseñan modelos de sociedades futuras de carácter
utópico.
Capítulo IV: Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la
oposición
En este breve último capítulo -que ya en el prólogo de 1872 los autores señalan como
desactualizado debido a la desaparición de muchos de los "partidos de oposición" aquí
nombrados y a los cambios económicos y políticos ocurridos desde su publicación- Marx y
Engels hacen un esbozo de la táctica que deben seguir los comunistas en el contexto
político de varios países de Europa: en donde no sea posible llevar a cabo directamente su
objetivo, situarse de parte de los partidos más progresivos y contra los más reaccionarios,
sin por ello perder su independencia programática y organizativa.
Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos movimientos
revolucionarios se planteen contra el régimen social y político imperante.

Este capítulo, y el manifiesto, termina con la siguiente arenga:


Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente
declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social
existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución
comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen,
en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!.

Historia[editar]
Gestación (hasta 1847)
En 1842, a la edad de 24 años, Marx dirigía un periódico llamado “Gaceta Renana”
(RheinischeZeitung), que se editaba en la ciudad de Colonia. Friedrich Engels, hijo de una
acaudalada familia de industriales, tenía entonces 22 años y enviaba colaboraciones
desinteresadas a este periódico. Por aquellas fechas, la familia de Engels decidió enviarlo
a estudiar y a dirigir los negocios familiares a la ciudad inglesa de Manchester, que era
entonces el centro del capitalismo mundial. Aprovechando el viaje, Engels pasó por
Colonia en septiembre de 1842, pero Marx casi no lo atendió, ya que sospechaba de que
sus desinteresados artículos y su presencia en el diario eran una maniobra de la policía
para infiltrar un espía en la redacción. Engels siguió camino de Manchester, desde donde
continuó enviando colaboraciones, hasta que el gobierno prohibió la publicación de La
Gaceta Renana.[cita requerida]
En 1843, Marx se fue a vivir a París, donde profundizó en el restudio de la Revolución
francesa y los autores materialistas y socialistas franceses.9 En su estancia en París,
comenzó su colaboración con Friedrich Engels y sentó las bases de su concepción
materialista de la historia.10 En 1844, Marx fue expulsado de Francia y decidió trasladarse
a Bruselas. Por entonces Marx y Engels estaban ya en contacto con una sociedad
secreta obrera llamada la Liga de los justos. A principios de 1847, un enviado de la
Liga, Joseph Moll se reunió en Bruselas con Marx y Engels para negociar su ingreso en la
organización. Marx y Engels aceptaron y expusieron sus ideas ante el congreso de la Liga
en Londres. El congreso culminó cambiando el nombre de la organización por el de «Liga
de los Comunistas» y declarándose a favor del «derrocamiento de la burguesía, del
gobierno del proletariado, del fin de la vieja sociedad basada en las contradicciones de
clase y del establecimiento de una nueva sociedad sin clases ni propiedad privada». La
renovada Liga encargó a Marx y Engels la redacción de un manifiesto que sirviese de
orientación para la nueva doctrina.1112 Las dos obras de Engels, Confesión de fe
comunista y Principios del comunismo, sirvieron como borrador para el Manifesto
Comunista presentando las ideas centrales del marxismo como el materialismo
histórico, lucha de clase, y revolución obrera.
Publicación y acogida inicial (1848-1872)
El resultado del encargo de la Liga de los Comunistas fue un panfleto de 23 páginas
titulado «Manifiesto del Partido Comunista» (en alemán: Manifest der
kommunistischenPartei). Se publicó por primera vez en febrero de 1848, en una primera
edición impresa por la Workers' EducationalAssociation en Londres. Aunque el Manifiesto
anunciaba que sería publicado en inglés, francés, italiano, flamenco y danés,13 inicialmente
sólo tuvo distribución en alemán. Fue reimpreso tres veces y publicado de forma
serializada en un periódico para emigrados alemanes (Deutsche LondonerZeitung).14
El manifiesto no llegó lejos durante las dos siguientes décadas. A finales de la década
de 1840 se publicó una traducción al sueco y en 1850 una al inglés, de las que no queda
rastro. Durante la primera mitad de la década de 1860 se publicaron dos ediciones de baja
tirada en Londres y Berlín. A mediados de la década, los escritos de Marx estaban,
prácticamente, fuera de circulación.15
Auge (1872–1917)[editar]
El interés por la obra de Marx se reavivó por su papel en la Asociación Internacional de
Trabajadores entre 1864 y 1872 así como por el surgimiento de dos partidos de clase
obrera en Alemania fundados por miembros de la Liga de los Comunistas.15 La defensa de
la Comuna de Paris por parte de Marx, lo llevó a ser considerado un líder subversivo
temido por los gobiernos. En marzo de 1872, durante el juicio por traición de
los socialdemócratas Wilhelm Liebknecht, AugustBebel y Adolf Hepner, la acusación leyó
el Manifiesto del Partido Comunista durante una sesión del tribunal. Gracias a esto los
socialdemócratas alemanes pudieron publicar legalmente una gran tirada del texto, en
forma de actas del juicio. Engels escribió un nuevo prefacio para poner al día el texto tras
las revoluciones de 1848, aunque no pudo distribuirse legalmente. En este periodo se
publicaron al menos nueve ediciones en seis idiomas.16
Durante la década de 1880 aumentó la influencia del pensamiento de Marx entre los
partidos obreros y la circulación del Manifiesto del Partido Comunista se extendió por todo
el mundo. Entre 1871 y 1917 se publicaron cientos de ediciones en unos treinta idiomas.
Entre ellas: 70 ediciones en ruso, 11 en polaco, 7 en yiddish, 6 en finés, 5 en ucraniano, 55
en alemán, 9 en húngaro, 8 en checo, 3 en croata, 1 en eslovaco, 1 en esloveno, 34
en inglés, 26 en francés, 11 en italiano, 6 en español, 1 en portugués, 7 en búlgaro, 4
en serbio, 4 en rumano, 1 en ladino, 6 en danés, 5 en sueco, 2 en noruego, 3 en japonés y
1 en chino.17
Ubicuidad (1917-presente)[editar]
A pesar de la influencia marxista en los partidos socialistas, la denominación «Partido
Comunista» utilizada en el manifiesto no fue adoptada por ninguno hasta 1918. Tras
la Revolución de Octubre, los bolcheviques transformaron el Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia en el Partido Comunista de Rusia (bolchevique).18
La revolución marcó una nueva etapa para el Manifiesto del Partido Comunista. Los
partidos de la Tercera Internacional, a diferencia de los de la Segunda Internacional, se
proponian eliminar la dicotomía entre teoría y práctica. Se esperaba que todos los
miembros del partido comprendiesen la teoría marxista y para ello, la difusión de los textos
de Marx y Engels se convirtió en un aspecto muy importante del movimiento. Los partidos
de la Tercera Internacional editaron estos textos en tiradas masivas y multitud de idiomas,
a menudo con el apoyo de la Unión Soviética.19
Tras la Segunda Guerra Mundial y el ascenso de la Unión Soviética a superpotencia
internacional, el Manifiesto pasó de ser un clásico del marxismo a un clásico de la política,
siendo incluidos en los programas universitarios y editoriales generalistas, especialmente
en las décadas de 1960 y 1970. Su difusión ha permanecido globalmente, incluso tras
la disolución de la Unión Soviética y hasta la actualidad.20

Traducciones[editar]
Casi inmediatamente después de su primera edición, en 1847, el Manifiesto fue traducido
a distintos idiomas europeos. Los distintos prólogos escritos primero por Marx y Engels y
posteriormente, a la muerte del primero, sólo por Engels, van dejando constancia de las
informaciones que van llegando a los autores acerca de las traducciones de su manuscrito.
Ya en 1848se publicaron traducciones
al francés, polaco, italiano, danés, flamenco y sueco, aunque en estas ediciones no se
dejó constancia del nombre de sus autores.21
La primera traducción al idioma inglés, a cargo de Helen Macfarlane, según consta en el
prefacio a la edición alemana de 1872,22 fue publicada en Londres en 1850 en el Red
Republican. Al francés fue traducido, en París, poco antes de la insurrección
de junio de 1848.22 También en Londres, poco tiempo después de la primera edición
en alemán, se publicó una edición en polaco.22 A 1872 hay constancia, también, de
ediciones en danés y en ruso, esta última a cargo de Bakunin y editada en Ginebra22 en
la década de 1860.23 La primera traducción al castellano, realizada por José Mesa y
Leompart, fue editada en La Emancipación en 1872.24 La primera traducción al afrikáans,
con una introducción de Trotsky escrita en Coyoacán a finales de octubre de 1937, fue
publicada a 90 años de publicado el manuscrito original.25 Se dispone también de varias
traducciones al esperanto, la primera en 190826

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