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Desarrollo de la moralidad

(Perspectivas de Kholberg, Piaget y Gilligan)

La moralidad, comprendida coloquialmente como qué está bien y qué está mal,

siempre ha sido un tema relevante para la sociedad e incluso para la humanidad

entera. Diferencias puntuales en cuanto a lo que ser moral implica, ha propiciado

conflictos que pudieran evitarse si existiera un criterio universal sobre este

asunto. Por lo tanto, psicólogos como Laurence Kholberg, Jean Piaget y Carol

Gilligan han aportado modelos que describen cómo las personas van

adquiriendo esta moralidad y de qué depende su desarrollo.

Jean Piaget creía que “toda moral consiste en un sistema de reglas y la

esencia de cualquier moralidad hay que buscarla en el respeto que el individuo

adquiere hacia estas reglas", estableciendo la moral como un “deber ser”. Su

teoría va de la mano con la idea de que existen procesos cognoscitivos en los

que el niño va avanzando hasta llegar a la fase de operaciones formales y

adquiere un pensamiento avanzado, abstracto, lógico y orientado hacia el futuro.

Plantea que existen 3 grandes periodos en el desarrollo de lo que un niño

considera justo, una clasificación que luego utiliza para concluir que existen dos

moralidades distintas. 1

De los 7 a los 8 años, los niños tienen una justicia que responde a la autoridad

adulta, “La autoridad está por encima del respeto mutuo”. A partir de los 7 años y

hasta los 12, el niño es más autónomo y la igualdad comienza a ser más
importante que la autoridad. Luego, desde los 11 años y en adelante, se

desarrolla la equidad, y por lo tanto el individuo deja “de considerar la ley

idéntica para todos” y le da importancia al contexto de cada persona.2

Así, propone dos morales distintas: la moral heterónoma y la moral

autónoma. Cuando un niño se encuentra en la primera, la presión del adulto y

“las reglas obligatorias y coercitivas, basadas en el deber y la obediencia” es lo

que importa. Es un periodo que “comienza hacia los tres años y termina a los

once con el inicio de las operaciones formales y el desarrollo de la capacidad de

cooperación”. Luego, al avanzar hacia la segunda etapa alrededor de los diez u

once años, el sujeto “percibe, al interactuar con los demás, la necesidad de

cooperación y la necesidad de no mentir”.2

Similar a esta teoría es la de Kholberg. Él planteó que “existen algunos

principios morales de carácter universal, que no se aprenden en la primera

infancia y que son producto de un juicio racional maduro”. Para Kholberg, hay 3

niveles de desarrollo moral que se conforman a su vez de estadios: el nivel

preconvencional, el nivel convencional y el nivel posconvencional o de principios,

los cuales se acompañan de un avance en los procesos cognitivos propuestos

por Piaget anteriormente.

En la primera, la moralidad existe desde una “perspectiva de los intereses

concretos de los individuos… las normas y las expectativas de la sociedad son

algo externo al sujeto”; en la segunda, la moralidad es percibida como “un

miembro de la sociedad, y “el punto de partida del juicio moral son las reglas del
grupo”; en la última etapa, los problemas morales se aprecian desde una

“perspectiva superior o anterior de la sociedad”, los individuos se fijan normas y

expectativas que “van más allá de la autoridad de las personas, grupos o de la

sociedad en general”. Todas estas etapas se van modificando en cuanto a una

“participación social y asunción de roles” y en cuanto a su desarrollo

cognoscitivo de cada individuo (Piaget). 3

Sin embargo, la psicóloga Carol Gilligan, considera que los

descubrimientos de Kholberg únicamente aplican para el sexo masculino, y que

entonces “no puede evaluarse el nivel de desarrollo moral del sexo contrario sin

incurrir en graves errores”2. Así que, describe tres perspectivas morales que

conforman una ética de cuidado y atención en las que se llega a “un

entendimiento reflexivo de la atención y el cuidado como orientaciones más

adecuadas para la resolución de los conflictos humanos”.4

En la primer etapa, la mujer busca su bienestar y sobrevivencia

particulares. Es una evolución de egoísmo a responsabilidad y “las

consideraciones morales emergen solamente cuando las necesidades propias

están en conflicto”. En la segunda, “la mujer afirma su pertenencia a la sociedad

mediante la asunción de valores sociales”, y reconoce que la ética del cuidado

consiste tanto en cuidar de sí como en cuidar a otros. 4

Por último, en la tercera etapa se alcanza la responsabilidad y se mantiene el

principio de no violencia. “La mujer empieza a preguntarse si es egoísta o

responsable, moral o inmoral” y se interesa y vela por sus propias necesidades.


La ética del cuidado de Gilligan entonces, “gira en torno a una visión

fundamental: el Yo y los otros son mutuamente dependientes”. 4

Cuál es la teoría más acertada es algo que nadie puede definir con

certeza. Cada una presenta a la problemática de la moralidad y la ética aportes

relevantes, que en conjunto, han sido útil para explicar el comportamiento

humano y cuáles acciones y bajo qué circunstancias deben ser sancionadas. Tal

como menciona Álvaro Rolando en el análisis comparativo de cinco teorías

sobre el desarrollo moral, “Lo moral es algo que merece estudiarse a

profundidad, pues en éste tópico, se hallan los caminos que permiten dilucidar el

por qué de nuestra condición actual”.4

Referencias

Villegas de, Cristina; (1998). Influencia de Piaget en el estudio del desarrollo


moral . Revista Latinoamericana de Psicología, P. 223-232.
Gutierrez Laorden, Cristina; (1995). El desarrollo moral en la infancia y
preadolescencia; razonamiento, emoción y conducta., P. 38-50

Barra Almagiá, Enrique; (1987). El desarrollo moral: una introducción a la teoría


de kohlberg . Revista Latinoamericana de Psicología, P. 7-18.

Ballasteros Bonilla, Álvaro Rolando; (2005). Análisis comparativo de cinco


teorías sobre el desarrollo moral. Pontificia Universidad Javeriana, P. 4-252

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