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Una reforma legal termina con la

prevalencia del apellido del padre


Las parejas acordarán el orden o se impondrá el alfabético - El
proyecto no clarifica el problema de las madres solas
obligadas a declarar un progenitor
Fuente: El país.com

MARÍA R. SAHUQUILLO - Madrid - 04/11/2010

Se acabó la prevalencia de los apellidos del hombre sobre los de la mujer. El


proyecto de ley de Registro Civil determina que los padres deberán especificar
qué apellidos lleva su hijo. Ya no se dará por supuesto que priman los del varón.
Si la pareja no se pone de acuerdo o no precisa nada, los apellidos del bebé se
decidirán por orden alfabético. La nueva ley, aprobada en Consejo de Ministros
el pasado julio y que inicia ahora su trámite parlamentario, pretende incorporar
el principio de igualdad también al simbolismo que suponen socialmente los
apellidos. También facilitará su modificación e incluso contempla el caso
especial, y por procedimiento urgente, para víctimas de la violencia familiar.

Hasta ahora (desde 1999) una modificación en el reglamento de la actual ley -de
1957- permitía a los padres decidir el orden de los apellidos de los hijos; si no
había acuerdo primaba el del padre. Siempre. También si no se especificaba
claramente lo contrario. Alterar después el orden de los apellidos podía
suponer, además, un auténtico calvario burocrático. Algo que la nueva ley
también pretende flexibilizar. "Se facilitará la modificación de los apellidos
siempre que sea por causas justificadas, y teniendo en cuenta que los apellidos
son elementos de identificación de la persona", explica una portavoz del
Ministerio de Justicia que ha participado en la elaboración de la nueva ley.

Con la norma actual, se puede solicitar el cambio tramitando un expediente ante


el Registro Civil o el Ministerio de Justicia solo en unos pocos casos. Las
modificaciones, además, son complicadísimas. Mónica Castellanos lo ha
experimentado. Hace un año tuvo una hija. Su deseo y el de su pareja es que
llevara sus apellidos primero. Todavía no lo han logrado. "Mi marido fue a
inscribir al registro a la nena y le dijeron que por ley, para cambiar el orden
debía presentarme yo en persona", cuenta por teléfono. Como no pudo hacerlo
porque se estaba recuperando del parto, se impusieron los apellidos paternos.
"Cambiarlos está resultando dificilísimo", se queja esta mujer, quien afirma que
la ley actual discrimina a las mujeres.
Para alterar el orden de los apellidos de su hija, Castellanos -que ha interpuesto
varios recursos de queja- debe esperar cinco años para solicitar la modificación
por el llamado "sistema de uso y costumbre". Es decir, deberá alegar que por
costumbre su hija utiliza en primer lugar sus apellidos. Para ello, siempre que
puede inscribe a la pequeña con el apellido Castellanos primero. "Es una forma
de buscar pruebas que luego me sirvan para interponer la reclamación", explica.
"Para otros puede suponer una tontería, pero para mí era muy importante que
mi hija tuviera mis apellidos primero", afirma.

Los apellidos tienen un alto contenido simbólico. No hay que olvidar que hasta
que se permitió la alteración de orden de los apellidos, tener un varón era la
única manera de garantizar la continuidad y pervivencia del apellido. Sin
embargo, se solicitan cambios o alteraciones en ellos no solo por estas
cuestiones. O por el propio hábito de haber dejado de utilizar un apellido de uso
común en aras de otro más llamativo o con el que uno se identifica más. La
nueva ley incorpora, por ejemplo, la posibilidad de que se pueda solicitar su
cambio, y por procedimiento urgente, en los casos de violencia de género. Un
paso "clave" para la abogada de familia y presidenta de la Coordinadora de
Organizaciones de Mujeres para la Igualdad (Compi), Consuelo Abril. Y es que
se han dado casos de hijos de mujeres que han sido asesinadas por sus parejas
que han buscado por todos los medios eliminar el rastro del maltratador,
extirpando, incluso, sus apellidos. "Se impone el sentido común. Para algunas
pesonas acciones como estas son importantísimas. Para algunos hijos de
mujeres asesinadas o maltratadas es un auténtico drama llevar el apellido de ese
hombre", dice Consuelo Abril. Queda pendiente del desarrollo cómo aplicar esto
en caso de menores de edad.

La decisión de dejar al orden alfabético la elección de los apellidos en caso de


conflicto genera cierta polémica. Justicia sostiene que se ha buscado ese criterio
como el más objetivo para que no prevalezca, y se fomente la igualdad, ni el
apellido del padre ni el de la madre. Para ello, explica, se ha estudiado la
legislación de otros países en los que se puede elegir el orden de los apellidos.
En Alemania, por ejemplo, se lanza una moneda al aire para tomar la decisión,
en caso de que los padres no se pongan de acuerdo.

Patricia López Peláez, profesora titular de Derecho Civil de la Uned, explica que
ese sistema alfabético puede provocar que, en unos años, terminen
prevaleciendo los apellidos de la primera parte del alfabeto. "Pero es cierto que
se ha buscado un criterio objetivo para no discriminar ni favorecer a ninguno de
los miembros de la pareja", explica.

Si todo va bien, y la nueva ley se aprueba en su trámite parlamentario sin


cambios, entrará en vigor dentro de dos años. Un largo plazo que se explica por
la extensa reforma a la que se enfrenta el Registro Civil. Y es que la reforma no
solo se ciñe al cambio en las inscripciones de los nacimientos. También se
pondrá en marcha una renovación profunda del sistema informático. Dejarán de
expedirse, por ejemplo, los tradicionales libros de familia; y cada ciudadano
tendrá una ficha personal y única donde constará todo su historial civil
(matrimonios, separaciones...).

Pero al margen de la intensidad de la reforma y sus consecuencias sociales, la


nueva ley deja un fleco suelto en espera de un desarrollo normativo posterior:
no reglamenta qué hacer con las mujeres solas que, en algunos registros, se
siguen encontrando con la exigencia de cumplimentar el apartado del padre.
Una norma que nació con la intención de evitar a los hijos el posible estigma de
no tener padre conocido, planteamiento hoy en día superado. El artículo 191 del
reglamento del Registro Civil dice que cuando no se conozca quiénes son los
padres del niño se pondrán en el lugar de los nombres de padre o madre otros
de uso corriente. "Algo que se hace como mecanismo para identificar a una
persona", explica el profesor de Derecho Civil de la Universidad de Navarra
Javier Fajardo. "Una fórmula para hijos abandonados que la dirección general
de los registros ha aplicado cuando solo consta la filiación de la madre y no
quien es el padre; así que se suele inscribir un nombre usual cuando no se tiene
constancia de quién es el padre", sigue Fajardo. Justicia asegura que esto ya no
es así. Los expertos, sin embargo, señalan que se sigue produciendo.

El proyecto de ley sí regula claramente uno de los elementos discriminatorios


que no recogió la reforma de la ley del 1957: la mención de hijos matrimoniales
e hijos no matrimoniales. La norma que ahora inicia su trámite parlamentario
no permitirá ninguna referencia al estado civil de los padres. "Con esto
ahondamos en el tratamiento igualitario y adaptamos más la ley a los tiempos",
dice una portavoz de Justicia.

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