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La inmadurez ciudadana

En tiempos de elecciones se visualizan con mayor claridad los deberes


ciudadanos, los cuales la mayoría de la población no conoce. Los que sí han
adquirido mayor difusión son los derechos ciudadanos, pero no conocer su
contrapartida implica un ataque al cumplimiento de los derechos. Deberes y
derechos son las dos caras de la misma moneda, para que se ejerzan
plenamente unos, se deben observar los otros.

Si preguntamos a la ciudadanía en general cuáles son sus deberes, la mayoría


responde “votar”, sin considerar que para poder ejercer a conciencia el voto es
necesario previamente una actitud socialmente comprometida, que permita
conocer y comprender la realidad social en que se vive. Para lograr esta
comprensión es requisito previo informarse, interesarse en lo que ocurre en
nuestra sociedad, conocer las diferentes opiniones sobre los temas que atañen
al bienestar social. Estar informado es el primer deber ciudadano, es el paso
inicial para toda actividad social. Ahora ¿qué implica estar informado?, ¿estoy
informado simplemente por el hecho de escuchar algún informativo
ocasionalmente?, ¿estoy informado si escucho solamente a los que piensan
igual a mi? Muchas podrían ser las respuestas, pero existe una cuestión que es
clara, el informativo o la prensa escrita no es objetiva, responden a creencias,
intencionalidades, a intereses políticos, económicos, y es lógico que así sea.
Las personas no son seres imparciales, tienen vivencias que van pautando sus
inclinaciones ideológicas, creer que un ser humano puede ser neutro es no
comprender la complejidad y riqueza de la vivencia humana. Entonces si
existen diferentes posicionamientos en los individuos debemos saber que los
medios informativos responden a las inclinaciones que ellos tienen. Construir
una emisión televisiva, radial o escrita implica realizar un recorte de la realidad,
ese recorte responderá a las inclinaciones que tenga quien realiza el programa.
Por tanto, para estar informado deberíamos escuchar las diferentes campanas
que existen en nuestra sociedad, no creer que con mirar un informativo basta,
porque esa emisión sólo nos estará dando una visión de los hechos.

Estar informado implica no solamente escuchar y leer lo que los medios emiten,
sino conocer de primera mano la realidad en que vivimos. Recorrer los barrios
en que existen mayores carencias, escuchar las opiniones del usuario de los
diferentes servicios públicos, conocer que cuestiones tiene que resolver
diariamente para subsistir un ciudadano en Uruguay. Esta es una tarea que
requiere compromiso y dedicación, lamentablemente nuestra sociedad se
caracteriza por la falta de participación, los vecinos ya no concurren a
comisiones para mejorar el barrio, los padres ya no tiene tiempo para asistir a
las reuniones de las comisiones fomento y los ciudadanos ya no están
interesados en ejercer su ciudadanía. Estamos atravesando una etapa de
inmadurez ciudadana, delegamos nuestro poder en el informativista que nos da
su versión, en el político que tenga la campaña más simpática y así vamos
regalando nuestras cuotas de poder. No deseamos ser adultos, somos eternos
adolescentes que responsabilizamos a los “otros” de nuestra inmadurez. La
ciudad está sucia no porque nosotros la ensuciemos sino porque los
funcionarios no limpian, existen problemas de violencia doméstica pero yo no
me meto cuando escucho los gritos, los niños son abusados sexualmente pero
no denuncio cuando me entero, me quejo de la corrupción pero no me pidan
que cumpla con mis deberes, son infinitos los ejemplos…Somos eternos
quejosos de situaciones y responsabilidades que no queremos asumir.

En la sociedad en que vivimos nos caracterizamos por no tener tiempo,


estamos siempre corriendo, priorizando actividades que nos den rédito
económico, “algo vale la pena si da dinero”. Las actividades intelectuales han
pasado a un segundo plano, no hay tiempo para leer o estar realmente
informado, es “aburrido” escuchar las diferentes campanas, requiere dedicación
y tiempo que no estamos dispuestos a dar. Consideramos que no es placentero
leer los programas de los partidos políticos, ni sus propuestas en detalle (una
información alerta de que sólo el 5% de la ciudadanía ha leído los programas
de los partidos políticos para estas elecciones) Preferimos mirar en la “tele”
algún programa banal, para distraernos de nuestra tarea diaria. Generalmente
no nos ponemos a pensar que esta actitud de irresponsabilidad nos puede
acarrear nefastas consecuencias. No disponemos tiempo para informarnos de
lo que en realidad decide nuestras vidas. ¿Cuántos ciudadanos saben que
leyes aprobaron los candidatos que ellos mismos votaron? Si los pusimos
como representantes del pueblo, a través de nuestro voto ¿Por qué luego no
nos interesa informarnos acerca de su labor? Al votarlos les dimos una gran
cuota de poder ¿no tendríamos que pedirles cuentas?

Al no estar realmente informados y guiarnos sólo por campañas que apelan a


la emotividad o a la simpatía del candidato estamos hipotecando nuestro futuro.
No realizar un voto a conciencia, con la mayor cantidad de información posible
y luego de analizar las propuestas puede generar perjuicios económicos y
sociales nefastos.

Visualizar nuestra cuota de responsabilidad y hacernos cargo de lo que vivimos


implicaría un intento de madurez, ser adolescentes eternos que culpabilizamos
a los “otros” de la situación que vivimos que no conducirá a mejorar nuestra
sociedad. Tal vez deberíamos preguntarnos más seguido ¿Qué puedo hacer yo
para mejorar esta situación social? La seguridad, la educación y toda situación
social es también mi responsabilidad como ciudadano, cuando veo a un niño
en la calle y no me intereso por él, debo saber que ese niño tiene más
probabilidades de ser un futuro delincuente, porque la violencia que la sociedad
ejerce sobre él lo irá moldeando en su lenguaje, no atender al infancia es
generar violencia futura, cumplir con nuestra cuota de responsabilidad adulta y
ser una figura de referencia ante los niños y jóvenes de nuestra ciudad es una
tarea que no estamos cumpliendo, pero luego nos quejamos por las
consecuencias de nuestras omisiones.

Desde estas líneas la invitación es a reflexionar sobre el cumplimiento de


nuestros deberes ciudadanos, de concientización acerca de nuestras
responsabilidades (término que etimológicamente significa “capacidad de dar
respuestas a las situaciones que nos toca vivir”), porque si no lo hacemos las
consecuencias no se harán esperar. Concurramos a la Junta, preguntemos a
nuestros representantes que han hecho con el poder que les hemos dado, es
necesario que nos informemos acerca de la labor que han realizado quienes
elegimos. Sólo así podremos contar con la conciencia tranquila al saber que
estamos siendo ciudadanos comprometidos, sea cual sea la opción política que
tomemos habremos cumplido con nuestros deber para construir una mejor
forma de gobierno. Nuestras decisiones valen.

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