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INTRODUCCION

Alberto Saldarriaga Roa, Arquitecto de la Universidad Nacional de


Colombia, especializado en Vivienda y Planeamiento en el Centro
Interamericano de Vivienda en Bogotá y en la Universidad de
Michigan. DICE;
“El territorio como el lugar de la arquitectura
Hablar de arquitectura colombiana quiere decir “arquitectura construida en
el territorio colombiano”. ¿Desde cuándo? Desde tiempos no muy lejanos.
Los asentamientos más antiguos reconocidos por la arqueología datan de
algo más de once mil años y se encuentran en los abrigos rocosos del borde
occidental de la Sabana de Bogotá. Ahí no hubo arquitectura propiamente
dicha, el espacio habitable lo ofreció la topografía misma. Siglos más adelante
ya se encuentran vestigios de asentamientos en la misma Sabana y en la costa
Caribe, en los que se advierten las huellas de edificaciones primarias.
Tardarían siglos en aparecer núcleos poblados con una arquitectura más
consolidada.”
Partiendo de este concepto nos vamos a remitir a hacer una reseña teórica,
histórico cultural y física de los aspectos que influyen en la consolidación de
la arquitectura en el territorio denominado REGION CARIBE COLOMBIANA.
Para ello tendremos en cuenta algunas de las variables más importantes que
han influido durante este proceso.

GENERALIDADES TEORICAS
En la compilación de Luis E Sanches Bonett; BARRANQUILLA: LECUTURAS
URBANAS se hace una referencia importante entre urbanismo y ciudad para
poder entender la relevancia del concepto teórico en el desarrollo del
asentamiento urbano. Dice el autor q desde los romanos que con el vocablo
civitas definieron como la relación necesaria entre las personas para poder
intercambiar actividades conformaba la parte viva de del asentamiento y que
urbs era la materialidad del cerco físico, hasta las conocidas necesidades del
mundo moderno, el concepto se va transformando y consolidando como
urbe. Y de ahí que el concepto urbano de Le courbussier donde describe la
ciudad como un organismo vivo es pate de la metamorfosis conceptual de lo
habitable.
Existe una relación cerrada entre habitante, actividad, cultura y geografía. Y
como resultado de esta relación la arquitectura de los territorios toma una
carácter predominante y característico.
En el caribe esta relación se da y gran manera por las variables que ha
ofrecido históricamente este fenómeno.
Las características más importantes que intervienen y afectan el concepto
arquitectónico en este territorio.
Para entender la arquitectura caribe es necesario conocer el concepto de la
variable tiempo y la huella histórica de cada época. Y como la geografía, la
cultura, la economía afectan al habitante que al final es el creador de su
entorno.

GEOGRAFIA PAISAJE Y SU IMFLUENCIA


En el texto CARIBE COLOMBIANO GUIA DE ARQUITECTURA Y PAISAJE de
Carlos Bell Lemus se presenta perfectamente la simbiosis de la arquitectura
y el paisaje caribeño :
PERIODOS
Poblamiento, periodización y arquitectura en el caribe
La construcción histórica de la arquitectura colombiana se ha dividido
convencionalmente en cuatro grandes períodos, separados entre sí por
hechos de especial significación. Se denomina “prehispánico” al período
anterior al inicio del siglo xvi, cuyo fin hipotético se marca por el arribo de los
conquistadores europeos y por su posterior ocupación del territorio. El
período denominado “colonial” comprende los tres siglos de dominación
española y finaliza en 1819 con el triunfo patriota y la constitución de la
República de Colombia. En ese año se inicia el período conocido en
arquitectura con el nombre de “republicano”, el cual concluye, también
hipotéticamente, alrededor de 1930 cuando se inicia un último período, el
“moderno”, que se prolonga hasta el presente. Estas delimitaciones son más
de orden operativo que exacto. Lo que viene de un período se funde en el
siguiente en unos umbrales de transición y muchas veces no desaparece pues
pervive en las tradiciones de las culturas populares.

CARACTERISTICAS
HERENCIA E INICIOS

El Mar Caribe y su arquitectura vernácula


Textos: Arq. Daniel M. Taboada Espiniella
Las construcciones adoptan múltiples expresiones formales, según las
características de cada lugar.

La casa de madera es representativa de la construcción del siglo XIX y de las


tres primeras décadas del pasado siglo XX.

Cuando se acude al diccionario para conocer el significado de vernáculo,


encontramos que es un adjetivo similar a doméstico, nativo, propio de
nuestra casa o país. En el caso de la arquitectura, el vocablo adquiere mayor
trascendencia, por cuanto significa, además, que casi siempre utiliza
materiales de construcción fáciles de encontrar en la región o en el lugar de
asentamiento; que su ejecución va acompañada de una larga experiencia en
su creación, mantenimiento y renovación; que cuenta con una buena mano
de obra trasmitida de generación en generación; que es una arquitectura sin
arquitecto; y por último, y en El Caribe la característica común, que es capaz
de atravesar largas distancias por tierra o por mar.

La arquitectura vernácula en el mar Caribe tiene todas las características


expuestas y, en consonancia, múltiples expresiones formales, de acuerdo con
la metrópoli colonizadora y la procedencia de sus habitantes, insertados en
un nuevo y particular ecosistema insular. La arquitectura vernácula está
íntimamente imbricada al factor humano, al ser que la ocupa con su familia,
de manera que llega a formar parte y modelar su idiosincrasia, la manera de
ser de un pueblo y, de algún modo, su propia identidad nacional.

Todas las influencias culturales a partir del siglo XVI llegaron al Caribe desde
la península ibérica, desde Norteamérica, desde otras potencias europeas y
también de otros pueblos de continentes más alejados. Esa variedad, donde
la cultura indígena dejó poco o nada, constituye hoy su mayor riqueza. Y se
constata en la diversidad de idiomas, de gastronomía, de música, de manera
de vivir y, por supuesto, de construir. El Caribe es uno y múltiple; hay islas
grandes, medianas y pequeñas, y territorios continentales, que debieran
integrarse usando las nuevas tecnologías de la información, ya que las
distancias geográficas son cortas, pero las reales para la comunicación son
enormes.

El mar Caribe es un crisol de culturas, religiones, conquistas y


emancipaciones: pero sobre todo es un espacio de convivencia y mestizaje
que a pesar de la variedad geográfica, conserva señales de identidad
compartida. A través de los siglos de historia de contactos eventuales, el mar
siempre se vio con recelo, como propiciador de incursiones peligrosas, nunca
como una fuente productiva. Mayoritariamente nuestra producción fue
agrícola y ganadera, una cultura de plantación, marcada por la esclavitud de
negros de África.
Muy recientemente, el mar se ha convertido en un estupendo recurso
económico, no tanto por la pesca, sino como principal atractivo de la región
para el turismo, de un enorme potencial de desarrollo cuando es bien
manejado. Y ha quedado demostrado día a día, que en un mundo globalizado
se busca lo singular de cada cultura y ahí entra de lleno la importancia de
conocer y conservar la arquitectura vernácula, siempre símbolo de identidad.
La arquitectura vernácula, popular o tradicional, que de varias maneras se
conoce, es una de las más completas y contundentes muestras de la gran
riqueza cultural de la cuenca del Caribe y eficiente reclamo para difundir el
turismo cultural.

Cuando en 1492 los españoles llegaron a Cuba se encontraron las ligeras


construcciones aborígenes con techo de guano. Y, aunque resultara exótico
para aquellos marinos, las primeras construcciones emergentes que se
levantaron en los nuevos parajes –hasta entonces desconocidos para los
europeos– fueron hechas a semejanza de las aborígenes. Dentro del
enfrentamiento singular de culturas, hay que señalar una sutil ambivalencia
en la europea. Los españoles llegaron como abanderados de una cultura
occidental-latina, que acababa de vencer y expulsar de la península otra
cultura oriental-árabe, que ancestralmente tenían formas diametralmente
opuestas de vivir. La occidental-latina vencedora vivía de pie y la oriental-
árabe vencida vivía sentada en el piso. La primera necesita del mueble y la
segunda utiliza el suelo. Con la adopción del bohío de los aborígenes y los
muebles rudimentarios, se produce el bohío postcolombino, el primer
mestizo constructivo de la América. En Cuba, hasta la época contemporánea,
el bohío es característico de las regiones de población dispersa en fincas,
potreros, estancias o haciendas y vegas de tabaco.

El bohío cubano ha permanecido, pero muestra un franco declive


cuantitativo producido por el propio desarrollo. Se puede decir que es un
exponente arquitectónico en peligro de extinción. Otra expresión
arquitectónica emparentada pero con el mismo peligro, es la casa de madera,
representativa de la construcción urbana del siglo XIX y de las tres primeras
décadas del pasado siglo XX.
En muchas naciones de la cuenca del Caribe, la casa de madera es de
estructura, paredes y tabiques del mismo material: la preciosa madera. La
cubierta puede variar de acuerdo con la región, pero prevalece el techo de
madera cubierto de teja de barro criolla o curva, francesa o plana y en menor
proporción cubierta de metal acanalado o del llamado papel de techo
(asfáltico). Cada día las nuevas tecnologías añaden sucedáneos, que resultan
a veces muy agresivos para esa arquitectura tradicional y frágil por
excelencia, que puede perder sus valores ante cualquier pequeño cambio.

En general, hasta ahora, la casa aislada propia de los asentamientos


vinculados a los centrales azucareros era mejor mantenida. Los bateyes
constituyen, en realidad, agrupaciones urbanas de alto valor patrimonial. En
la casi totalidad de los casos su diseño está inspirado en la modalidad de la
casa norteamericana armable, la tipología del balloon frame. Estas tipologías
evolucionadas localmente se establecieron también en zonas de veraneo,
como las de Cayo Smith en la bahía de Santiago de Cuba, las de Punta Gorda
en la bahía de Cienfuegos o las de la famosa playa de Varadero, en la
provincia de Matanzas.y llegan a Colombia y se establece esta tipología en el
caribe.

La vivienda tradicional en el caribe colombiano


Autor: Rodrigo Arteaga Ruiz*
Las técnicas constructivas aplicadas en las viviendas de la costa Caribe
colombiana han evolucionado de acuerdo con las necesidades espaciales, las
posibilidades de los materiales, los gustos estéticos imperantes y los recursos
económicos que han tenido las poblaciones de la región en sus diferentes
épocas. En este artículo queremos hacer una revisión de los usos más
populares de la vivienda y la utilización de materiales, técnicas y estilos
adoptados por estas poblaciones. Aquí lo tradicional se entiende como
modelos, materiales y técnicas que se popularizaron dentro de la comunidad
y que por su practicidad y fácil acceso permitieron el mayor uso por parte de
la población.
La herencia prehispánica y la casa de palma y bahareque
Las poblaciones indígenas que habitaban las costas del Caribe colombiano
utilizaban los materiales que el medio les proveía para realizar sus viviendas;
piedras, tierra, árboles y palmas eran los más utilizados. Al igual que en el
resto de las comunidades americanas prehispánicas, fue común la utilización
del bohío como un espacio único para la vivienda, estos se agrupaban
formando caseríos que en algunas ocasiones estaban rodeados por
empalizadas de madera, este fue el caso de la población de Calamarí, en la
actual Cartagena, según relatan las crónicas sobre este poblado a la llegada
de Pedro de Heredia en 1533.

La arquitectura de palma es herencia cultural de grupos indígenas como los


caribes, zenúes, o taironas. Fue común la construcción de bohíos cónicos
delimitados con paredes de caña o madera y cubierta de palma, también se
construyeron bohíos cónicos en los que la cubierta de palma llegaba hasta el
suelo. Otro tipo fue la construcción de bohíos elevados sobre tierra o piedra,
delimitados por paredes de madera y con cubierta en palma. Hoy se
conservan en el territorio caribe importantes ejemplos heredados de esta
tradición, entre los que se destacan las aldeas de la Sierra Nevada de Santa
Marta, las rancherías de la Guajira o los cabildos de Sucre y Córdoba.

La casa tradicional de palma y bahareque que se encuentra actualmente en


la región está compuesta por: a) un núcleo principal rectangular, dividido por
paredes en tres bloques, el central, de acceso, que funciona como sala, y los
dos laterales donde se encuentran las habitaciones (dependiendo del ancho
de la casa pueden haber cuatro habitaciones en los laterales); algunas veces
hay otro espacio anexo a uno de los laterales para guardar instrumentos de
labranza o los aperos; b) El bohío del comedor: es un espacio múltiple abierto,
soportado por horcones de madera y cubierto también de palma, está anexo
al núcleo principal y se conecta con la cocina; sirve para realizar diversas
actividades cotidianas del hogar; c) La cocina: es un bohío independiente,
cerrado en madera y caña, con el fogón al centro. El baño puede ser también
un bloque independiente donde se ubica la letrina y una a zona húmeda con
alberca para la ducha.
En la fachada de este tipo de vivienda solo se aprecian las puertas de acceso
en madera y generalmente de hojas con tableros para las habitaciones y las
ventanas con rejas. Lo que más domina el aspecto de la vivienda es la cubierta
en palma amarga, armada sobre una estructura de pares y una hilera o
caballete amarrados y que sirven de soporte para la palma.

En esta construcción se utilizan horcones de madera a manera de columnas


en las esquinas y las paredes están constituidas por una estructura de madera
recubierta por esterilla de caña sobre la cual se coloca una capa de barro
amasada con estiércol de vaca que se hacía con los pies. El piso
tradicionalmente era en tierra apisonada y frecuentemente era suavizado y
decorado mediante movimientos envolventes con agua y escobas de
barbasco para hacer parches como se le denomina a este acabado en algunas
partes del caribe colombiano; este tipo de piso fue reemplazado por plantillas
de cemento pulido o por baldosas hidráulicas decorativas.

La casa colonial baja y las accesorias


La casa colonial tuvo en Cartagena, Santa Marta o Mompox un amplio
desarrollo, su evolución espacial y refinamiento fue acorde con las
necesidades o usos que surgían en el transcurrir de los años de la colonia y
en la medida que aumentaba la riqueza de sus propietarios. Los rasgos de la
arquitectura colonial se remontan a siglos de historia y en ella confluye la
superposición de diversas culturas presentes en la península ibérica.

Las casas bajas coloniales en Cartagena están compuestas espacialmente por


un núcleo básico, una o dos crujías laterales y una posterior en torno a un
patio central que le dan esa típica apariencia de claustro (en forma de C, L, O
o U). El núcleo básico presenta dos crujías, una hacia la calle donde se ubican
un salón y el zaguán y la otra hacia el patio con vestíbulo y, algunas veces,
una habitación. Las crujías laterales estaban destinadas para las habitaciones
y la posterior para espacios de servicio.
Otro tipo de vivienda de carácter popular durante este periodo son las
llamadas accesorias, que se utilizaban, por ejemplo, en Cartagena, y que
consistían en una agrupación de viviendas con un espacio social y uno
privado, estas viviendas compartían la misma cubierta y el mismo patio.
Ambos tipos de vivienda, tanto la casa baja como la accesoria, se
multiplicaron en la ciudad pues cumplían con las necesidades básicas. En
Mompox también encontramos pequeñas casas bajas con patio y de tipo
tienda –que eran para familias con menos recursos económicos– construidas
de acuerdo con las técnicas locales.

Son muy variados las técnicas y materiales utilizados para la construcción de


las casas coloniales en Cartagena, los cimientos eran de tipo ciclópeo, los
muros eran construidos con piedra o ladrillo, las cubiertas de madera y con
teja de barro. Las fachadas de las casas bajas cartageneras se destacan por la
sobriedad donde dominan las ventanas de panza, copa o repisa o caja, con
rejas de balaustres de madera y portadas en piedra o en mampostería. En
cambio las fachadas momposinas son más elaboradas pues tienen rejas
forjadas coronadas, portadas de mampostería y múltiples detalles en las
cornisas.

La casa en madera con tejas de cemento y la de mampostería con cubierta


de zinc del período republicano
Se la denominado arquitectura republicana en Colombia a la producción
edilicia comprendida entre los años 1860 y 1930 y que básicamente tiene que
ver con la implementación del gusto neoclásico en nuestro país. En la costa
Caribe las elites utilizaron modelos eclécticos importados por los arquitectos
extranjeros, mientras que la arquitectura popular fusionó los modelos
heredados de la tradición prehispánica, los coloniales y las influencias
antillanas de arquitectura en madera.

Estas casas responden espacialmente a un núcleo básico de doble crujía y


dividido en tres bloques, en el sector central se ubican la sala y el comedor y
en los sectores de los lados se encuentran las habitaciones. A partir de este
esquema se pueden desarrollar diversas tipologías que, como en la casa
colonial, se organizan en torno a un patio central. Este modelo fue igual para
las de mampostería, madera o bahareque y se reprodujo tanto en la zona
urbana como en la rural. El crecimiento se daba hacia las crujías laterales y
no es de extrañar que las edificaciones se combinaran con bohíos de palma
para espacios de descanso o la cocina. Los baños se encuentran en los patios
donde el aljibe es un elemento característico de estas viviendas pues el agua
es recogida de los techos mediante canales de zinc.

Las casas de madera tuvieron un gran desarrollo, y su uso se popularizó en


toda la costa Caribe colombiana. Algunas de ellas tienen en su fachada pies
derechos o portales con columnas salomónicas o mixtas. Las puertas y
ventanas son de tablero con celosías. Las cubiertas son en diversos modelos
de teja de gancho o romboidales, colocadas sobre listones y pares de madera
que aligeran el peso de la misma. Luego se popularizó la cubierta de zinc y en
ambos materiales se promueve el uso del alero a diferencia del modelo
colonial. Un caso interesante son los ejemplos de Colosó en Sucre.

Un elemento significativo de esta arquitectura es el calado o las celosías con


motivos ornamentales que permiten una mejor ventilación de la casa, estos
se ubican en puertas, ventanas o al finalizar las paredes, en algunos casos se
utilizan listones de madera en diagonal para permitir ventilación. También es
frecuente el uso de mansardas y techos altos para airear las cubiertas.

Las paredes son hechas en estructura de parales y enchapes de madera


ensamblados a media madera o sobre puesta. Al interior hay elementos de
división decorativos entre salas y comedores.

La vivienda de transición al periodo moderno


El periodo previo a la arquitectura moderna entre los años 1930 y 1945 se la
denominado como de transición, tiene unos rasgos muy característicos pues
involucra materiales contemporáneos con una estética particular llena de
ornamentos y referencias locales. En el caso de Cartagena estas tienen que
ver con el repertorio colonial.
Estas casas se popularizaron en Cartagena en barrios como El Cabrero,
Manga, Torices o El Bosque. Los solares son más pequeños en comparación
con las grandes casonas de la república. Sus componentes espaciales están
basados en las casas del republicano popular e integran el baño y la cocina a
la vivienda, pero el desarrollo es similar en crujías de habitaciones y espacios
comunes. Lo que es interesante en este proceso es que estas viviendas
retoman diversos elementos coloniales y republicanos que los maestros de
obra reprodujeron por toda la ciudad tales como molduras, calados,
columnas salomónicas, ventanas o blasones.
Casa familia Sagvini en Calamar, Bolívar. Foto: Rodrigo Arteaga.

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