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Lo Innegable Tras la Violencia Contra la Mujer

Un ensayo sobre la fatalidad escondida tras años de lucha en contra la violencia

La mujer, como tema de conversación, siempre ha sido capaz de abarcar bajo su

nombre distintas facetas que la amarran a las características con las cuales se ha

decidido, y al parecer de manera unánime, identificar entonces el cómo es una y cómo

debería ser. Sin embargo, el tema de la violencia de género ha venido a ser un gran

detonante en las sociedades actuales, no se puede ignorar el hecho de que el maltrato ha

sido un fenómeno el cual no tiene sus inicios en la actualidad, sino que si bien ha venido

cosechándose de manera extremadamente rápida y audaz.

En siglos anteriores, la mujer no tenía un papel participativo dentro de las

sociedades, ni siquiera eran consideradas seres pensantes a tal punto que incluso, su

derecho a votar no era ni remotamente una opción. La violencia del sistema y de los

hombres contra las mujeres era un hecho de la vida cotidiana; nadie la denominaba

violencia aunque bajo ese perfil funcionaran las sociedades. La mujer hacía parte de las

propiedades del padre, para luego pasar a ser propiedad del esposo, no existía otra

opción, no era tan siquiera considerable, y en este punto, el marido bien podría hacer

con ella lo que quisiese, pero incluso a eso estaba acostumbrada la mujer, a responder

con la otra mejilla y a esperar paciente el siguiente arrebato de quien fuese su dueño de

turno.

Más adelante la violencia contra la mujer viene a tomar un rostro por fin. El rostro de

una Iglesia que se encargaría entonces de castigar indiscriminadamente cualquier

aspecto diferencial que se saliera de lo correctamente dictaminado por sus líderes. La

brujería siempre estuvo relacionada con la figura femenina, con sus encantos, con sus

raíces, con su ser en sí. Jamás se consideró a un hombre capaz de la barbarie provocada
por los encantamientos, los rezos o las pócimas. Millones de mujeres fueron quemadas

vivas como resultado de la creencia de que lo diferente estaba erróneo.

Y así, cientos de años han transcurrido bajo la influencia de un ente que siempre ha

estado a la par de la sombra del género femenino desde el principio de los tiempos. La

violencia.

No hay que obviar permitiendo entender como violencia únicamente al maltrato

físico, cualquier signo de maltrato psicológico, sexual, económico e incluso simbólico,

también hacen parte de una cantidad aún más grande de modalidades de violencia

aplicables a la mujer por parte no sólo de su parejas sentimentales, sino que tristemente,

por cualquier miembro de su familia, o incluso desconocido por la calle.

En Colombia, cifras nos revelan la gravedad de un asunto que parece no tener final y

que incluso cada día parece alimentar el monstruo de las muertes de mujeres por

violencia. Cifras obtenidas por la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, hasta

el mes de marzo del presente año nos registran 3014 casos de violencia contra la mujer,

es decir alrededor de 50 casos cada día, todo esto teniendo en cuenta además, que de 10

casos de violencia, únicamente se denuncian 3. Las cifras son alarmantes y analizar el

porqué de la cifra tan baja de denuncias lo es aún más.

La violencia ha agregado una nueva máscara a su repertorio, la cara de la re

victimización. Las mujeres sufren la indiferencia de un fenómeno que las atormenta y

que es alimentado por las sociedades de turno, pero ¿Qué es la re victimización? El

prefijo re- nos indica una condición de repetición, es decir, la persona ya fue víctima de

violencia en otro momento temporal diferente y pasado, y entonces aparece un segundo

agente de agresión completamente diferente al primero, entonces tendríamos: El


causante en el origen y en la segunda ocasión, una entidad distinta; por lo tanto, se es

víctima en dos o más momentos de la vida.

Miles de mujeres viven bajo el estigma de la re victimización, denunciar se hace un

proceso de juzgamiento y de exposición de argumentos convincentes para que la

denuncia sea una realidad. No se comprende el factor diferencial en el cual la culpa de

una violación no debería recaer en los hombros de la víctima, sino de aquel victimario

que arremete y ocasiona el daño; no se comprende que bajo ninguna circunstancia, la

violencia será de esperarse, o será justificable.

Frases que fomentan la violencia de género son oídas a diario. Justifican una

violación por la manera en la cual la víctima estaba vestida. Justifican el maltrato

intrafamiliar porque la mujer tiene amigos hombres. Justifican el asesinato a sangre fría

porque ese no era un lugar para que una jovencita caminara a esas horas de la noche. Lo

que no se permiten entender es que comentarios de este estilo sólo provocan más

violencia, a tal punto de que se le resta importancia a factores que no deberían ser

subestimados. Dejamos y permitimos que la sociedad dictamine lo que es grave y lo que

no lo es tratando así de borrar los rasgos tan marcados a este fenómeno que existe, que

está ahí presente, que roba vidas, que amarra mujeres, que cobra victimas pero del cual

nadie se atreve a aceptar que tiene un papel activo. La campaña desarrollada por redes

bajo el #Cuéntalo. Yo sí te creo así lo demostró.

Víctimas de abuso, de violencia decidieron dejar a un lado el temor a ser

estigmatizadas y contaron sus experiencias, ¿lo aterrador? Todas tenían algo que contar.

“En el #Cuentalo participaron casi 3 millones de mujeres en solo 10 días, en un grito

unánime contra la negación de nuestras denuncias y la decisión, porque es una

decisión, de no creernos. BASTA YA. Somos millones y no mentimos. Entre otras cosas,
porque no lo necesitamos” Exclamaban distintas usuarias del hashtag, pidiendo que por

favor, algo se hiciera con respecto a la cantidad de víctimas que decidieron tomar la

oportunidad de revelar sus estremecedores casos en la campaña.

Relatos desgarradores, dándole voz a aquellas victimas que no pudieron contarlo se

unieron también al grupo de publicaciones que aún hoy se pueden leer y quiebran el

alma:

“Tengo 25 años, vine de Cajamarca para cumplir mis metas, estudio en el Loayza, seré
enfermera, pero desaparecí, me asesinó, escondió mi cuerpo en un cilindro, los vecinos
se dieron cuenta, me encontraron. Lo cuento yo porque Marisol Estela Alva ya no
puede. #Cuéntalo”

“Tenía 14. Estuve desaparecida 1 día. Iba rumbo a encontrarme con una amiga cerca
de un colegio. Nunca llegué. Mi novio, me asesinó a golpes, y me enterró en el patio de
la casa de sus abuelos. Estaba embarazada de 3 meses. Lo cuento yo porque Chiara
Páez no puede #Cuéntalo”

“Tenía 3 años, fui violada y golpeada brutalmente hasta la muerte por mi padrastro,
luego de esto él lavó mi cuerpo y lo dejo sobre la cama. Me asesino sólo porque yo no
dejaba de llorar. Lo cuento yo porque Silvina Núñez no puede #Cuéntalo”

La violencia es un hecho, existe y es palpable detrás de cada cicatriz en el cuerpo, y

en el alma de aquella mujer que la padece, que busca refugio en los medios legales y

muchas veces no lo encuentra, que la protección que les brindan después de una

denuncia no es suficiente, que son burladas, re victimizadas, y acechadas nuevamente.

Porque es un círculo vicioso, porque la sociedad no parece tener planes de hacer algo

para detenerlo, porque las mujeres están cansadas de velar a sus amigas, a sus madres, a

sus hermanas, a sus hijas brutalmente agredidas.

Porque... Si soy la siguiente, quiero ser la última.

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