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CARRRERA: Administración
CICLO: V
ONDAS GRAVITACIONALES O UNA ARRUGA EN EL ESPACIO-TIEMPO
Las ondas producidas por enormes eventos cósmicos pueden abrir una nueva
era en astronomía.
Los científicos han detectado las ondas gravitacionales producidas por la unión de dos agujeros negros
(simulados aquí), un evento tan intenso que en el momento antes del choque y de que se traguen uno a
otro, emiten más energía que el resto del universo junto.
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Es un descubrimiento que muchos dicen que es como ganar el Premio
Nobel, y un anuncio que se ha insinuado durante varias semanas, si no meses,
como rumores tentadores sobre hallazgo del equipo LIGO que circularon en las
redes sociales.
SENTIR LAS VIBRACIONES
El primero en predecirlo fue Einstein en 1916, las ondas gravitatorias
eran una de las partes paradójicamente más centradas de su teoría general de
la relatividad. Se producen por eventos extremos, como la colisión de agujeros
negros, la fusión de estrellas de neutrones, o la explosión de estrellas- estas
son energéticas y lo suficientemente violentas como para deformar la
estructura rígida del espacio-tiempo, haciendo que se expanda y se contraiga.
Pero como te puedes imaginar, estos cambios normalmente no se
pueden predecir. Si se pudiese veríamos relojes corriendo inconsistentemente
y paisajes estrechándose y comprimiéndose todo el tiempo. Sin embargo, "las
ondas gravitacionales en este momento vienen hacia nosotros", dice Alan
Weinstein, que lidera el equipo LIGO de Caltech. “Apostaría mi brazo izquierdo
a que es cierto, y soy zurdo.”
Esto significa que si este exceso de ondas poderosas se extienden hasta
la Tierra, sus efectos son excesivamente difíciles de medir. “El estiramiento y
compresión del espacio es increíblemente pequeño,” dice Weinstein, señalando
que una onda gravitatoria que pasa podría cambiar la distancia entre dos
personas sentadas a un metro de distancia por aproximadamente una
millonésima parte del diámetro de un protón, una de las partículas que forman
el núcleo de un átomo.
Pero al poner dos espejos separados cuatro kilómetros, como ha hecho
LIGO, el efecto de la onda gravitacional es del orden de una diezmilésima parte
del diámetro de un protón. “Esto, lo podemos hacer,” dice Weinstein.
LIGO utiliza dos detectores en forma de L idénticos situados en lugares
separados del continente, uno en Livingston, Lousiana, y el otro en Hanford,
Washington. Una señal de ondas gravitacionales tomada como real debe
aparecer en los dos detectores que están formados por dos conjuntos de
espejos situados uno perpendicularmente al otro. Al pasar una onda
gravitacional, estirará el espacio-tiempo en una dirección y lo comprimirá en
otra, generando así un pequeño cambio en la longitud de los brazos de los
detectores que están medidos con un láser.
El aparato es el dispositivo de medida más sensible del planeta, además
de las ondas gravitacionales puede detectar las vibraciones de los camiones
que pasan, los terremotos y los rayos que caen a seis estados de distancia, las
señales de los satélites de posicionamiento global y los pulsos
electromagnéticos de la parte superior de la atmósfera. Todo ese ruido se tiene
que filtrar para recoger la minúscula señal de las ondas gravitacionales.
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Una simulación por ordenador muestra las ondas gravitatorias emitidas
por dos agujeros negros gigantes girando en espiral uno alrededor del otro.
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una masa de materia tan densa que su gravedad atrapa todo lo que se acerca
demasiado, incluso la luz. Pero son menos “cosas” u “objetos” que otras
regiones del espacio-tiempo sin fondo intensamente curvadas. Por
tanto, cuando chocan dos agujeros negros, el evento es cualquier cosa excepto
ordinario.
“Es algo así como un desastre de espacio curvo que se enrolla,
cambiando rápidamente,” describe Weinstein.
En la colisión que detectó LIGO, los dos agujeros negros llevaban
millones o miles de millones de años girando lentamente en espiral uno
alrededor del otro. A medida que los cuerpos se iban acercando entre sí, sus
órbitas se fueron acelerando hasta que finalmente giraban uno alrededor del
otro a una velocidad equivalente a la mitad de la de la luz, emitiendo
cantidades de energía enormes en forma de ondas gravitatorias de
deformación espacial.
A continuación, los agujeros negros se fusionaron. En el último segundo
antes de que ocurriese, los agujeros negros que giraban emitieron más energía
en forma de radiación que todo el universo. Una vez que chocan, el resultado
es una amalgama que se tambalea justo antes de estabilizarse, emitiendo lo
que se conoce como un “ringdown”, o una especie de último grito antes de
quedarse tranquilo.
Se trata de una historia impresionante contada por pequeños e
infinitesimales cambios de distancia entre los espejos en la Tierra.
“Los datos parecen absolutamente increíbles,” comenta el astrónomo
Scott Ransom, del “National Radio Astronomy Observatory,” que vio el
manuscrito del equipo publicado en “Physical Review Letters.” “Al ver las ondas
de las salidas del detector en bruto, sin ningún tipo de manipulación estadística,
es más de lo que casi nadie había esperado.”
Los científicos del LIGO confían en que la señal sea real; de hecho,
calcularon que una falsa alarma tan convincente no se podría dar más que
cada 200000 años. Teniendo en cuenta esto, no es posible para todas las
detecciones de ondas gravitatorias que ha recogido hasta ahora. LIGO
encontró el 12 de octubre otra posible señal candidata producida por la fusión
de dos agujeros negros, pero los científicos aún no están seguros de si se trata
o no de una falsa alarma.
NUEVA ERA, ADEMÁS DE OTRAS BÚSQUEDAS
El descubrimiento marca la primera vez que los científicos han anotado
directamente las ondas gravitacionales, pero no es la primera prueba de su
existencia. En 1974, Joe Taylor y Russell Hulse detectaron lo que entonces
parecía una especie nueva y exótica de objeto: un pulsar binario, o lo que es lo
mismo, dos estrellas de neutrones que giran un alrededor de otra. El equipo
determinó que las órbitas de los púlsares se reducían, y se dieron cuenta de
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que la única manera de que esto ocurriese era que las ondas gravitacionales
sacasen la energía del sistema.
El descubrimiento, que probó sin duda la existencia de las ondas
gravitacionales, hizo que Taylor y Hulse ganasen en 1993 el Premio Nobel de
Física.
Los detectores del LIGO utilizan lasers y espejos alineados con precisión para
detectar los movimientos minúsculos causados por las ondas gravitacionales.
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los centros de las galaxias, ahora vamos a tener la forma directa de medirlos,
de una manera muy diferente a esa.”
Escucha la onda gravitacional: Mientras LIGO observa cómo los
agujeros negros se van acercando, éstos emiten ondas gravitacionales que
incrementan su frecuencia y amplitud produciendo un “chirrido” característico
cuando éstas se traducen a ruido. Los primeros chirridos del video están en la
frecuencia exacta de las ondas gravitacionales, mientras que los siguientes
están a frecuencias más altas que encajan mejor con el rango del oído
humano.
No solo esto, en la próxima década otros experimentos serán capaces
de detectar ondas gravitacionales. Uno de ellos, llamado NANOGrav, utiliza
pulsars de milisegundos que mantienen el tiempo excepcionalmente
preciso como detectores naturales de ondas gravitacionales. Cuando las ondas
pasan a través de los pulsars, interrumpen brevemente el ritmo de rotación de
la estrella muerta, dejando una marca reveladora que se puede rastrear a
través del cielo.
A diferencia del LIGO, que es sensible a las ondas gravitacionales
generadas por cataclismos de masas estelares, estas matrices de
temporización de púlsares detectarán las ondulaciones mucho más largas
producidas por los agujeros negros supermasivos que giran en espiral, los
desagües cósmicos que se agitan a lo lejos en los centros de las galaxias.
“Somos sensibles a las decenas de miles de años antes de que esos
agujeros negros supermasivos se fusionasen, ya que es cuando se estaban
emitiendo las ondas gravitacionales de nuestra banda de frecuencia,” dice
Ransom. “Aquí estamos hablando de miles de millones, al menos cientos de
millones de masas solares.”
Otro experimento propuesto sería enviar una onda gravitacional de
observación, llamada ELISA, al espacio donde sería sensible a las ondas
producidas por todo tipo de sistemas astrofísicos. Otro sería los equipos de
búsqueda de ondas gravitacionales primordiales, que se producen durante
periodos de expansión cósmica rápida, en los inicios del universo. En 2014, el
equipo BICEP2, anunció que había descubierto estas ondas gravitacionales
pero la señal resultó ser una huella dactilar de polvo en lugar de un dato.
Pasará un tiempo antes de que las ondas gravitacionales se conviertan
en la corriente principal en astronomía, pero cuando lo hagan, estos eventos
cósmicos extremos hasta ahora invisibles que han vivido en el campo de las
matemáticas, van a saltar al reino de lo observable, llenando el universo de un
nuevo conjunto de misterios por resolver.
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EL NUEVO HALLAZGO SOBRE EL BIG BANG REFUERZA LA TEORÍA DEL
MULTIUNIVERSO
La ilustración muestra una membrana de la que surgen universos individuales que se expanden con el
tiempo.
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En este multiuniverso creado a partir de la inflación, el Big Bang no es
más que el punto de partida para múltiples universos, incluido el nuestro,
separados por abismos de distancia. ¿Y hasta dónde se expande el universo?
Según los expertos, podría ser hasta el infinito, lo que significaría que más allá
de los 92 mil millones de años luz que somos capaces de observar hay otros
universos, algunos con otras dimensiones y propiedades físicas diferentes
«Soy un auténtico fan del multiuniverso, pero no puedo asegurar que
exista de verdad», señala Guth. Sin embargo, insiste en que explicaría muchas
cosas que en la actualidad confunden a los científicos.
Por ejemplo, en 1998 se descubrió que las galaxias de nuestro universo
están en continua expansión a un ritmo acelerado, cuando la atracción
gravitacional debería, en realidad, ralentizarlas. Este hallazgo implica la
existencia de una energía oscura que estaría presente en el espacio
produciendo una presión que acelera la expansión del Universo. Sin embargo,
su naturaleza es un gran misterio. La idea del multiuniverso ayudaría a explicar
esta y otras teorías, incluso una de las más desconcertantes paradojas sobre
nuestro mundo, el llamado principio antrópico, según el cual, las condiciones
para nuestra existencia en el universo se verifican porque existimos.
Según los expertos, en nuestro universo se dan las condiciones
adecuadas para la vida. Si el nuestro fuera el único cosmos que surgió del Big
Bang, esas condiciones serían poco probables; sin embargo, en un
multiuniverso con miles de millones de universos, podría surgir un pequeño
grupo con esas condiciones y nosotros aparecer en él.
«La vida pudo haberse formado en uno de estos pequeños grupos
dentro de un multiverso», señala Guth. «Por eso vemos lo que vemos. No
porque seamos especiales, sino porque podemos».
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Los científicos del CERN han examinado en torno a 1.000 millones de
estas colisiones, lo que les ha permitido obtener medidas más precisas de las
propiedades de la materia bajo condiciones extremas que detallarán durante
estos días en la conferencia de Washington.
"El campo de la física de iones pesados es crucial para demostrar las
propiedades de la materia en el Universo primigenio, lo que representa una de
las cuestiones clave de los fundamentos de la física para los que se diseñaron
el LHC y sus experimentos", afirmó el director general del CERN, Rolf Heuer.
En Materia Quark 2012, se presentarán caracterizaciones más ajustadas
del estado de la materia en las condiciones más densas y de mayor
temperatura que se han obtenido en laboratorio, gracias a proyectos del CERN
asociados al LHC, como ALICE, ATLAS y CMS.,
Los parámetros son mareantes: el CERN ha recreado temperaturas
100.000 veces más altas que la del interior del Sol y densidades 100.000 veces
superiores a la de una estrella de neutrones, es decir, el remanente dejado por
una estrella supergigante tras agotar el combustible nuclear en su núcleo y
explotar como una supernova.
"Estamos entrando en una apasionante nueva era de investigación de
alta precisión sobre la interacción de la materia gracias a los mayores índices
de energía producidos en laboratorio", manifestó Joseph Incandela, portavoz
del CMS, otro experimento del CERN.
Fabiola Gianotti, portavoz de ATLAS, otro de los experimentos estrella
del CERN, señaló en el comunicado: "hemos entrado en una nueva fase en la
que no solo observamos el fenómeno del plasma de quarks-gluones, sino que
también podemos hacer medidas de alta precisión con diversas pruebas".
El CERN puede dar un nuevo paso hacia la comprensión del origen de la
materia, solo un mes después de haber revolucionado el mundo científico al
anunciar el descubrimiento de la partícula que muy probablemente sea el
buscado "bosón de Higgs", pieza clave para explicar el proceso de formación
del Universo.
El "bosón de Higgs" es la partícula que daría masa al resto de las
partículas y que, en el marco de esta lógica, habría permitido la formación de
todo lo material que existe a nuestro alrededor.
Con precaución y rigor científicos, el CERN no quiso confirmar al cien
por cien que el hallazgo corresponda a lo que se ha dado en llamar "la
partícula de Dios", pero cifró en una entre tres millones la posibilidad de no
haber dado con el "bosón de Higgs".
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