1

El Nuevo Orden Mundial

El contexto histórico de la Historia y literatura
del Nuevo Testamento
RICHARD A. HORSLEY

La expansión y consolidación de un imperio expansión y consolidación de un imperio

global fue el contexto histórico del global es también el contexto en el que
ministerio de Jesús, del movimiento que él nosotros hoy día entendemos y
fundó, de la misión de Pablo, y de la respondemos a la historia y literatura del
literatura que produjeron las comunidades Nuevo Testamento.
primitivas de creyentes en Jesús. La

DOMINIO IMPERIAL, GOBERNANTES CLIENTES,

Y MOVIMIENTOS POPULARES DE RENOVACIÓN EN PALESTINA
 Los jefes militares de los romanos
expandieron su imperio hacia el
Mediterráneo oriental durante las dos
generaciones antes de Jesús y luego
consolidaron su dominio “ecuménico”
durante la vida de Jesús y Pablo. Al tomar
control efectivamente del norte de África y
las ciudades-estado griegas, los romanos
después conquistaron implacablemente a los
pueblos del Mediterráneo oriente en tanto
que las potencias de los imperios
helenísticos, agotados de constantes guerras,
ya no podían mantener su poder.
En contraste con la mayoría de los
pueblos subyugados por los romanos, los
cuales pronto aceptaron el gobierno
imperial, los judíos y galileos (habitantes de
las provincias del sur y norte de Palestina,
respectivamente) resistieron la conquista
inicial y se rebelaban periódicamente contra
la dominación romana, provocando
reconquistas brutales de parte de las legiones
romanas. En la conquista y reconquista, los
ejércitos romanos usaban sistemáticamente
políticas de arrasamiento y aniquilamiento a
fin de aterrorizar la población y descubrir
todos los focos de resistencia. Las legiones
destruían pueblos, masacraban a los
habitantes, o al menos a los ancianos, y se
llevaban miles de los más jóvenes y
saludables para vender como esclavos en
Roma y otras partes de Italia. Una
característica típica del terrorismo romano
era la crucifixión de centenares o miles en
palos o cruces a orilla de los caminos, un
recordatorio macabro de lo que les pasaría a
los que se rebelaran contra la dominación
romana. Justo en la época cuando Jesús
nació, en la región de Nazaret donde se
supone que se crió, los romanos quemaron
las casas y esclavizaron a miles de personas
como respuesta a una rebelión popular,
ampliamente difundida, en 4 a.e.c.
En los territorios recién conquistados del
oriente, los romanos establecieron
“gobiernos indirectos.” En vez de mantener
ejércitos permanentes allí, los romanos
instalaron reyes clientes para controlar esas
áreas. Si bien era la pretensión – quizá hasta
el propósito – establecer gobernantes
“nativos” que supuestamente gozaran de
cierta legitimidad entre el pueblo que habían
de gobernar, los romanos generalmente
apoyaban personas de las que podían
depender para gobernar sin piedad y con
fuerza militar de ser necesario.
En la gran estrategia imperial de los
romanos, era especialmente importante
contar con hombres fuertes que eran de
confianza en Judea y las áreas vecinas a lo
largo de la frontera con el imperio “oriental”
de los partos. Por lo tanto, cuando la
dinastía sacerdotal que gobernaba Palestina
desde el templo en Jerusalén estaba envuelta
en una “guerra civil” paralela a la “guerra
civil” entre los jefes militares de los
romanos, éstos nombraron como “rey de los
judíos” a un idumeo fuerte que tenía una
reputación de dedicación implacable a los
intereses romanos en la región. Sin
embargo, los judíos y galileos lo resistieron
de modo tan feroz y prolongado que a
Herodes le costó tres años para conquistar
por fin a su propio pueblo con la ayuda de
las legiones romanas además de sus propias
tropas mercenarias. Herodes (“el Grande”)
estableció entonces un gobierno bien
represivo, con fortalezas militares
prominentes en todo el territorio guarnecidas
de “fuerzas de seguridad” bien entrenadas y
un “servicio secreto” que vigilaba a la gente
que pudiera resultar disociadora. Luego
procedió a exprimir al campesinado
productivo mediante impuestos excesivos a
fin de sostener su propio estilo de vida
Richard Horsley.-
lujoso además de grandes proyectos de
desarrollo, incluidos edificios públicos,
monumentos, y hasta templos y ciudades
enteras construidas y nombradas en honor al
emperador Augusto.
Antes de la conquista romana y la
imposición de Herodes, Palestina era
gobernada desde el templo en Jerusalén por
la dinastía hasmonea de sumo sacerdotes.
Como sus patrocinadores los militares
romanos, Herodes dejó el templo y el sumo
sacerdocio en su lugar, pero rápidamente se
deshizo de los Hasmoneos e instalaba uno
tras otro a los que él nombraba, así
expandiendo el sumo sacerdocio en
Jerusalén con familias endeudadas con él.
Los fariseos y otros escribas y maestros
proporcionaban colaboradores que
representaban la aristocracia sacerdotal,
ahora dependiente de los romanos, al ayudar
a “gobernar” a territorios súbditos tales
como Galilea y la propia Judea. Los fariseos
se encontraban entre dos aguas como
mediadores del gobierno romano y
herodiano para el pueblo judío y galileo,
pero conocedores de “las leyes de los
judíos” y, según parece, trataban de guiar al
pueblo para que mantuviera el estilo de vida
tradicional, bajo las condiciones
problemáticas del gobierno extranjero y la
tiranía herodiana.
Herodes se sirvió astutamente del
templo para su propia ventaja en maniobras
sofisticadas dentro del orden imperial
romano. Lanzó una gran reconstrucción del
complejo del templo en el gran estilo
romano-helenístico, un enorme proyecto de
“desarrollo” que demoró décadas para
completarse. Uno de los templos más
grandiosos de la antigüedad, el templo de
Jerusalén por tanto llegó a ser una de las
“maravillas del mundo” antiguo. También
era un centro para los judíos de todo el
3
mundo (con Herodes como su patrocinador).
Judíos de las comunidades de la diáspora (y
otros) que podían permitirse el viaje, o
querían hacer una especie de peregrinaje,
visitaban la ciudad, ahora famosa, y su
templo. Algunos de estos judíos helenistas
se sentían atraídos al naciente movimiento
de Jesús en Jerusalén, siendo los más
conocidos el mártir Esteban y Saulo de
Tarso, el que pronto se convertiría en el gran
apóstol a los pueblos no israelitas.
El estado basado en el templo de
Jerusalén había gobernado originalmente
apenas el pequeño territorio/pueblo de
Judea, como unidad subordinada del imperio
persa y luego de los imperios helenísticos.
El sumo sacerdocio Hasmoneo, establecido
por los líderes de la rebelión macabea contra
la represión imperial helenística del
tradicional estilo de vida judía, poco a poco
extendió su gobierno sobre Idumea en el sur
y sobre Samaria y Galilea en el norte. Los
samaritanos y galileos, presuntamente
descendientes de los israelitas del norte que
se rebelaron contra la monarquía davídica y
su templo unos 800 años atrás, cayeron
nuevamente bajo el gobierno de Jerusalén
apenas unos cien años antes del nacimiento
de Jesús. Aunque muchos estudiosos del
Nuevo Testamento dejan de tomarlo en
cuenta, la diferencia en experiencia histórica
entre galileos y jerosolomitas debió ser un
factor importante en el surgimiento y
programa de Jesús y su movimiento. Por
una parte, los galileos probablemente
resentían los diezmos, ofrendas e impuestos
que tenían que entregar al templo y al
sacerdocio. Por otra, como resultado de la
renovada imposición del gobierno de
Jerusalén, tendrían más conciencia de
pertenecer al gran pueblo de Israel, con su
rico patrimonio de resistencia a gobiernos
opresores y libertad de ellos. Esta tradición
El Camino del Discipulado
se hallaba encarnada en la fiesta de la
Pascua, que celebraba la liberación de Israel
de servidumbre bajo el Faraón de Egipto.
Sólo con base en la conciencia galilea de su
pertenencia a Israel y su patrimonio de
liberación podemos explicar por qué Jesús
enfocó su denuncia profética sobre el templo
y el sumo sacerdocio en Jerusalén en vez del
gobernante herodiano de Galilea.
Después de la muerte de Herodes en 4
a.e.c. y la brutal supresión romana de las
rebeliones que siguieron después en todo su
reino, César Augusto instaló al hijo de éste,
Antipas como rey sobre Galilea y Perea
(Transjordania), a la vez que establecía un
gobierno romano directo en Jerusalén y
Judea, dejando en poder al templo y la
aristocracia sacerdotal. Por primera vez en
su historia, los galileos ahora tenían su
gobernante ubicado directamente en su
propio territorio. (Herodes) Antipas
procedió a reconstruir la ciudad fortificada
de Séforis en escala lujosa como
“ornamento” de su reinado, veinte años más
tarde construyó también la ciudad totalmente
nueva de Tiberíades como una segunda
capital a orillas del “Mar” de Galilea –
frente a la ciudad de Capernaum, donde
Jesús y sus discípulos más tarde
establecieron, según parece, la sede desde la
cual construían su movimiento en las aldeas
de Galilea y zonas aledañas. Para los
galileos en particular, la fuerte presión
económica implicada en los grandes
proyectos de construcción de Antipas
complicó aún más la situación ya
desesperante producida por las múltiples
exigencias anteriores de diezmos para el
templo, tributo para los romanos e impuestos
para Herodes. A juzgar del bandolerismo
social – robos estilo Robin Hood a los ricos
para distribuir entre los pobres – que
escalaba durante el primer siglo en tanto que
los campesinos ya no podían ganar la vida a
4
partir de sus parcelas y las familias y
comunidades de aldeanos, la forma
fundamental de la sociedad israelita, se
desintegraban debido al hambre y las
pesadas deudas. No puede ser una mera
coincidencia que estos sean precisamente los
problemas a los que Jesús se dirige en su
predicación y sus intentos de renovar las
familias y comunidades de aldeanos (véase
especialmente Lucas 6:20-49; 12:22-31;
Marcos 10:2-31).
No solamente en Galilea, sino a través
de la Palestina dominada por los romanos, la
angustia popular, la desintegración de la
vida familiar y de aldea, y el descontento se
profundizaron durante la vida de Jesús y las
primeras décadas de los movimientos de
Jesús. Aunque ningún rey herodiano
permaneció sobre la propia Judea, los
romanos mantuvieron intactos al templo y el
sumo sacerdocio, lo cual quería decir que los
campesinos se veían obligados a rendir
tributo a César además de los diezmos y
ofrendas y otros impuestos para el templo y
los sacerdotes. A raíz de la riqueza que se
amontonaba en el templo, que servía
también de un banco bajo el control de las
familias sacerdotales, sacerdotes aristócratas
y descendientes emprendedores de la familia
herodiana activamente manipulaban a los
campesinos para caer en deuda a fin de vivir
de los intereses exorbitantes – prohibidos
por ciertas leyes del pacto mosaico,
convenientemente pasadas por alto.
Exploraciones arqueológicas han encontrado
pruebas de grandes haciendas agrícolas y de
mansiones construidas, según parece, por
familias sacerdotales y herodianas en la
“ciudad nueva/alta” de Jerusalén en esa
época. Josefo, historiador judío, dice que
estas familias ricas y poderosas eran cada
vez más depredadoras frente a su propio
pueblo durante el primer siglo e.c. Desde
luego, las cuatro principales familias
Richard Horsley.-
sacerdotales, que se turnaban en el oficio de
sumo sacerdote debido a frecuentes
nombramientos de parte de gobernadores
romanos, eran mantenidas en el poder por
sus patrones romanos.
El descontento y desasosiego social que
resultaba de las estructuras opresoras
impuestas por los romanos y la explotación
política y económica de los múltiples niveles
de gobernantes – romanos, herodianos y
sacerdotales – proporcionaban las
condiciones para frecuentes protestas,
movimientos de renovación y hasta grandes
rebeliones populares. Judea y Galilea
producían la resistencia más frecuente y
extensa durante más de un siglo, desde la
imposición del gobierno romano y Herodes
el Grande hasta la gran rebelión de 66-70
e.c.
Los frecuentes movimientos de protesta
y las extensas rebeliones estaban claramente
arraigados en la distintiva tradición israelita
de liberación de gobiernos opresores y
también en los principios del pacto mosaico
basado en justicia para la vida
socioeconómica del pueblo. Son
simplificaciones excesivas las tradiciones
cristianas que pintan a Jesús protestando el
legalismo de los fariseos en favor de una
relación espiritual directa con Dios o a Pablo
rompiendo con el particularismo parroquial
del “judaísmo” en favor del ”cristianismo”,
una nueva religión espiritual y universal.
Este cuadro no se reconoce en las fuentes
antiguas, la literatura del Nuevo Testamento
incluida. De hecho, es históricamente falso
imaginar que hubiera una “ley” estándar
compartida entre los gobernantes de
Jerusalén y los aldeanos de Judea y Galilea.
Como en las tradicionales sociedades
agrarias en general, los campesinos de
Judea y Galilea tenían sus propias
5
tradiciones “pequeñas” o populares de
Israel, cultivadas oralmente en comunidades
rurales durante generaciones, y muy
diferentes de la tradición “grande” o élite,
escrita en parte en rollos sagrados, cultivada
e interpretada por intelectuales profesionales
tales como los “escribas” y “fariseos”. La
tradición “grande” y las “pequeñas”, por
supuesto, si bien eran paralelas y compartían
mucho en común, enfatizaban lo que servía
los intereses de la élite gobernante y el
pueblo común, respectivamente. El énfasis
de la tradición “grande” estaba en apoyo
para el templo y el sacerdocio, con un
enfoque especial en las tradiciones
monárquicas y sacerdotales de Jerusalén.
Las tradiciones populares enfocaban
especialmente el éxodo y el pacto mosaico,
que era el fundamento del Israel primitivo,
junto con profetas como Elías que habían
dirigido la resistencia o rebeliones populares
contra gobiernos opresores.
De vez en cuando una minoría radical de
escribas disidentes participaba en protestas o
resistencias contra la opresión romana o
herodiana. Los fariseos se negaban a prestar
el juramento obligatorio de lealtad a
Herodes y al emperador. Más tarde, cuando
Herodes estaba en su lecho de muerte, dos
respetados maestros de Jerusalén inspiraron
a sus alumnos a quitar el águila romana que
el rey había erigido encima de una puerta del
templo – y fueron torturados y ejecutados
por desafiar la autoridad. Cuando se impuso
el gobierno romano en 6 a.e.c., un grupo
dirigido por un “maestro” llamado Judas de
Gaulanítides y un fariseo llamado Zadoc
dirigieron un movimiento para negar el pago
del tributo bajo el nombre de “la cuarta
filosofía” (las tres primeras eran los fariseos,
los saduceos y los esenios – siendo éstos
probablemente la misma comunidad de
Qumrán que dejó los Rollos del Mar
El Camino del Discipulado
Muerto). Dice Josefo que compartían las
creencias de los fariseos, sólo que estaban
más dispuestos a actuar de acuerdo con
ellas. Con buena teología derivada del pacto
mosaico, insistieron que Dios era su
exclusivo amo y señor y por tanto no podían
pagar tributo a Cesar, lo cual sería en efecto
servir a otro señor (siendo lo político y lo
económico totalmente inseparable de lo
religioso). Unas décadas más tarde, a
mediados del primer siglo, un grupo
relacionado de “maestros” conocidos como
“hombres de puñales” (sicarioi), al sentir
frustración frente a la colaboración de los
sumo sacerdotes con los romanos, empezó a
asesinar a determinados personajes
sacerdotales, escondiéndose entre las
multitudes que llegaban para las fiestas en el
patio del templo.
Sin embargo, la mayor parte de la
agitación, las protestas y los movimientos
surgieron entre el pueblo común. Como en
la mayoría de las ciudades capitales
preindustriales, donde la población depende
económicamente de los gobernantes que allí
residen, los ciudadanos comunes de
Jerusalén tenían poca oportunidad para
protestar las políticas y prácticas de su
patrón, el sumo sacerdote. No obstante, las
protestas levantadas periódicamente por la
muchedumbre en Jerusalén no eran
simplemente acciones de campesinos
peregrinos durante las fiestas. La
oportunidad principal para las protestas anti-
romanas era la fiesta de la pascua, que
celebraba la liberación de los antepasados
israelitas de servidumbre en Egipto. En una
práctica represiva que seguramente exacerbó
las tensiones en la época pascual, los
gobernadores romanos trajeron un
contingente de tropas a Jerusalén y los
estacionaron encima de las puertas al patio
del templo donde se reunían los peregrinos.
No es de sorprender que el enfrentamiento
6
tanto simbólico como físico de vez en
cuando produjera protestas fuertes y
represión brutal. Sin duda la protesta
popular más notable surgió como respuesta a
la orden del emperador Calígula que se
instalara su busto en el templo, un acto
abierto de agresión simbólica que exacerbó
el resentimiento de la dominación romana.
El Legado romano de Siria reconoció
exactamente lo que estaba a punto de
suceder: en vez de una cosecha ordenada de
la que Roma tomaría su parte en tributo, la
resistencia campesina y el hambre que
resultaría de la falta de cosecha produciría
“una cosecha de bandolerismo”, que ya era
común porque los campesinos no podían a la
vez responder a las exigencias de tributos e
impuestos y dar de comer a sus familias.
Más importante en relación con Jesús y
su movimiento eran seguramente dos tipos
de movimiento popular distintivamente
israelita que surgieron en reacción al
gobierno romano, herodiano y del sumo
sacerdote. En ambos casos estos
movimientos populares están evidentemente
basados en tradiciones israelitas
profundamente arraigadas. Después de la
muerte de Herodes el Grande, las rebeliones
en cada importante distrito del reino, los
movimientos que atacaban fortalezas reales
y efectivamente establecieron control
popular de estas áreas durante meses o hasta
algunos años, asumieron la forma de
movimientos “mesiánicos”, el pueblo
aclamando a su líder como “rey”. Estos
movimientos claramente seguían el patrón
de los relatos de cómo los israelitas
colectivamente habían “ungido” (es decir
hecho “Mesías”) a Saúl y luego a David
como reyes para dirigirles contra la
dominación filistea. El movimiento
mesiánico popular en Galilea se ubicó
alrededor de Séforis en aldeas como Nazaret
justo en la época cuando nació Jesús. La
Richard Horsley.-
brutal devastación romana de la región y la
esclavitud del pueblo habrá representado
para los habitantes supervivientes un
profundo trauma que duraría por
generaciones. Nuevamente, setenta años
más tarde, el movimiento más grande que
participó en la gran rebelión de 66-70 tomó
la misma forma de un movimiento
mesiánico según el patrón del joven David,
el prototipo del mesías popular. En un acto
importante por lo simbólico como también
por lo geopolítico, después de la destrucción
romana de Jerusalén, los jefes militares de
los romanos hicieron una ejecución
ceremonial del “Mesías” en su procesión
triunfal en Roma como “rey de los judíos”.
Así que Jesús no fue el primer “mesías” de
este período, ni tampoco el único ejecutado
como “rey de los judíos”.
El otro tipo de movimiento
distintivamente israelita, contemporáneo con
Jesús, fue el movimiento profético popular.
En los casos conocidos a través de las
historias de Josefo, un profeta llamado
Teudas llevó a sus seguidores al desierto del
Jordán a fin de experimentar las aguas
divididas y el camino abierto para lo que se
entendía, según parece, como un nuevo
éxodo o una nueva entrada en la tierra.
Teudas claramente visualizaba un nuevo
acto de liberación divina según el patrón del
éxodo o la entrada en la tierra, dirigida por
Moisés y Josué respectivamente. Un profeta
judío egipcio llevó a sus seguidores de las
aldeas hasta el Monte de los Olivos frente al
templo; desde allí habían de ver caer los
muros de la ciudad, dándoles acceso, según
parece, a una ciudad liberada –
evidentemente un nuevo Josué dirigiendo
una nueva batalla de Jericó. La existencia
de varios movimientos de los dos tipos justo
en el tiempo de Jesús indica que dos
“guiones” o conceptos distintivamente
7
israelitas se mantenían en la tradición
popular cultivada en las comunidades
aldeanas con los cuales el pueblo podía
montar movimientos de resistencia a
gobiernos opresores y de la renovación de la
sociedad israelita. Apenas hemos empezado
a explorar, mediante el estudio cuidadoso de
los evangelios como relatos enteros, la
manera en que estos tradicionales “guiones”
israelitas fueron adaptados por Jesús y sus
seguidores en el movimiento que éstos
inauguraron en Galilea.
Los movimientos de seguidores de Jesús
que surgieron en Galilea, Jerusalén y en
otras partes de Palestina se desarrollaron y
crecieron precisamente en este período del
conflicto, cada vez más profundo, entre
gobernantes y gobernados y la
desintegración social que llevó a la gran
rebelión de 66-70. Por tanto, estos
“movimientos de Jesús” deben entenderse en
el contexto de varios otros movimientos
populares que buscaban una renovación de
Israel, divinamente inspirada, bajo un
profeta como Moisés, Josué o Elías frente al
templo, el sumo sacerdocio, los gobernantes
herodianos y sus patrones imperiales
romanos. Los discursos y dichos de Jesús y
relatos acerca de Jesús, los que a la postre
quedaron coleccionados en los evangelios
sinópticos, Marcos, Mateo, y Lucas, fueron
repetidos y desarrollados durante estas
primeras décadas de los movimientos. Se
cree generalmente que la serie de dichos de
Jesús que no se encuentran en Marcos pero
se percibe en forma paralela en Mateo y
Lucas, llamada “Q” (de Quelle, palabra
alemana que significa “fuente”), fue
cultivada probablemente en un movimiento
de Jesús en Galilea a mediados del primer
siglo. Marcos es el único evangelio
canónico que pudiera haberse originado,
quizás en Galilea, o una región cercana de
El Camino del Discipulado
habla griega, antes de la destrucción de Jerusalén por parte de los romanos en el año
70.

RELIGIÓN Y PODER EN EL ORDEN IMPERIAL ROMANO

EN LAS CIUDADES GRIEGAS

8
Richard Horsley.-
Mientras que los movimientos de
Jesús se expandían en Palestina, la
comunidad de seguidores de Jesús basada en
Jerusalén junto con otros apóstoles más bien
independientes, tales como Saulo de Tarso,
llevaban la “buena nueva” – que en la
muerte y resurrección de Jesús Dios cumplía
las promesas a Abraham – mucho más allá
de Palestina hasta las comunidades judías en
pueblos y ciudades del Mediterráneo
oriental. Damasco, cuya cultura Siria aún
vivía bajo el barniz de la cultura occidental,
era un primer centro importante desde el
cual Saulo/Pablo y otros difundieron el
movimiento. Más significativa para la
expansión general del movimiento fue la
gran ciudad de Antioquía, uno de los tres
centros metropolitanos más importantes del
imperio romano. Roma hizo de Antioquía,
que se hallaba cerca a la frontera con el
imperio parto al este, el centro de su poder
político-militar en el oriente. De esta
manera Antioquía proporcionó la base desde
la cual los romanos invadían a Palestina en
repetidas reconquistas para sofocar
rebeliones populares. La ciudad –
pavimentada de mármol como obsequio de
Herodes el Grande – tenía una comunidad
bastante nutrida de judíos de habla griega;
una parte de ellos se unió al movimiento de
judíos que creían en Jesús. Antioquía
rápidamente se convirtió en la base principal
desde la cual Pedro, Pablo, Bernabé y otros
difundieron el movimiento en el
mediterráneo oriental (véase Hechos 13:1 y
el conflicto que Pablo describe en Gálatas
2:11-13). Según Hechos 11:26 el término
christianoi fue primero aplicado a los
creyentes en Jesús en Antioquía.
Así como suelen estereotipar a los
antiguos judíos y el judaísmo, los intérpretes
cristianos también suelen estereotipar el
9
mundo helenístico al que Pablo y otros
llevaron su misión. Aunque todas las
regiones fueron afectadas por la
helenización con la penetración de la lengua
griega hasta pequeñas aldeas y en el
establecimiento de ciudades como centros
urbanos “civilizados” que dominaban el
campo alrededor, quedaban importantes
diferencias entre Galacia y Tesalónica o
entre Filipo y Corinto. Galacia en Asia
Menor central, como Judea y Galilea, apenas
recientemente cayó bajo el gobierno
romano, empezó a experimentar el impacto
de la “civilización” helenística en lengua y
en urbanización. Filipos y Tesalónica,
pequeñas ciudades de Macedonia al norte de
Grecia, tenían colonias de soldados romanos
que se habían convertido en una nueva élite
urbana – con las consecuencias del
resentimiento de parte de la élite anterior y
mayor degradación del pueblo común.
Éfeso es quizás el principal sitio de la
misión de Pablo que pudiera caracterizarse
como una típica gran ciudad helenística, con
su mezcla de cultura griega y las influencias
político-culturales romanas más recientes.
En ciudades grandes como Corinto y
Efeso, el orden imperial romano era muy
diferente de las situaciones en Palestina y
Galacia, donde más recientemente el poder
militar de los romanos había impuesto “la
civilización” sobre el pueblo y el terreno.
Respecto a la literatura, filosofía y religión,
los romanos tenían en alta estima la cultura
más sofisticada de las ciudades griegas. Ello
no impidió que los militares romanos
arrasaran a una ciudad dada como represalia
por resistir el avance inevitable del imperio.
En el caso de Corinto – el sitio de la misión
paulina del cual quizás más sabemos a partir
de las fuentes antiguas – en un ejercicio
masivo de violencia militar, los romanos
El Camino del Discipulado.-
aniquilaron una de las más ilustres de las
ciudades griegas clásicas y se llevaron sus
grandes tesoros culturales a Roma (así como
las élites modernas de occidente saquearon
los tesoros culturales de Grecia, Egipto y el
Medio Oriente).
Después de manipular a Corinto y la liga
de Aquea para que entraran en guerra, en
146 a.e.c., los ejércitos romanos destruyeron
la ciudad, masacraron a los hombres y
esclavizaron a las mujeres y a los niños – así
avisando a otras ciudades griegas que Roma
no toleraba ninguna resistencia a su
progresiva dominación del mundo del Mar
Egeo y el este del Mediterráneo. Un siglo
más tarde, en 44 a.e.c., Roma fundó una
colonia en el sitio del antiguo Corinto como
base para el control del comercio y la
perpetuación del gobierno imperial en
Grecia. Si bien la mayoría de las colonias
romanas, como las de Filipos y Tesalónica,
eran formadas mayormente de veteranos del
ejército, los colonos enviados a Corinto
fueron reclutados de los pobres de la ciudad
de Roma, siendo la mitad de ellos esclavos
emancipados (Strabo, Geogr. 8.6.23). Esto
dio a la ciudad una población bastante
diversa. Los romanos eran probablemente
campesinos desplazados de la campiña
italiana y los emancipados habrían sido
(descendientes de) esclavos tomados en las
conquistas romanas de los pueblos del
Mediterráneo oriental. Dada esta mezcla de
gente desarraigada y desplazada, todos de
origen poco próspero, debía haber una
notable falta de coherencia social y
patrimonio cultural común, como también
una aguda conciencia de la falta de “status
social” en esta creciente metrópoli que llegó
a ser el centro del comercio y del control
romano de Grecia.
10
Cualquier ciudad griega, pero
especialmente una de una población tan
altamente mezclada como Corinto, habría
sido vulnerable a dos importantes
desarrollos, íntimamente relacionados, en el
imperio antiguo. Después que Octavio
derrotó a Marco Antonio en la batalla de
Actium (cerca a Corinto) en 31 a.e.c., y se
convirtió efectivamente en el emperador
“Augusto”, la élite rica y poderosa de las
ciudades griegas se movió rápidamente para
congraciarse con el emperador y la familia
imperial. Pirámides de patronato, que ya
habían estructurado las relaciones políticas y
económicas de la propia Roma, se
difundieron rápidamente a las ciudades
griegas. Bajo el emperador en el ápice de
todas esas pirámides, los magnates de cada
ciudad o provincia, los que controlaban
grandes extensiones de tierra y empresas
comerciales, establecieron pirámides de
relaciones patrón-cliente que se extendían
implacablemente hacia abajo en la
población. Así que un elevado porcentaje de
la población de una ciudad dependía, tanto
personal como económicamente, de un
patrón más rico. En el nivel cultural, los
patrones ricos y poderosos desarrollaron el
gusto de contar con un “filósofo de la casa”
u otro guía intelectual o espiritual como
también otros servicios realizados por
clientes en varios tipos de trabajo.
Estos mismos magnates, los que llegaron
a ser los jefes más poderosos de las redes de
patronato, también tomaron la iniciativa en
el desarrollo de los honores que las ciudades
griegas rendían al emperador. El “culto al
emperador” ha sido tratado por muchos
estudiosos del cristianismo primitivo como
formas vacías y meras lisonjas personales al
emperador. Pero lo hacen porque trabajan
con un concepto de la religión que no
Richard Horsley.-
solamente está reducida a fe o creencia
individual, sino también ha sido separado de
la política y el ejercicio del poder. Sin
embargo, esta comprensión es
particularmente moderna y occidental. En la
mayoría de las sociedades históricas, la
religión y la vida político-económica eran
inseparables. El culto al emperador,
desarrollado por las ciudades griegas como
respuesta al impacto imperial en sus vidas,
de hecho suministra una ilustración vívida
de cómo las relaciones de poder pueden
constituirse por medio de la religión.
La élite de las ciudades griegas
construyeron el culto al emperador
directamente en y sobre la establecida
“religión civil” de la ciudad. Instalaron
estatuas del emperador en los templos de sus
dioses, tales como Asclepios, Afrodita,
Apolo, Atenea o Deméter, que rodeaban el
ágora, o centro de la ciudad. Construían
nuevos templos al emperador, muchas veces
en el centro de la ciudad, y agregaban
santuarios al emperador en varios puntos
alrededor del perímetro. Así que la
presencia del emperador (¡ausente en
Roma!) llego a penetrar en todo el espacio
público; se encontraba física y visualmente
en todas partes. Las élites urbanas también
cambiaron los nombres de grandes fiestas
como los juegos Olímpicos para el
emperador – los juegos Cesáreos – y, donde
aún no existía una fiesta así, creaban uno en
honor al emperador. En proclamaciones,
presentaciones públicas e inscripciones
prominentes en lugares públicos, el
emperador era aclamado como el “Señor”
del mundo, como el “Salvador” que había
llevado “paz y seguridad” al mundo
(compárese 1 Tesalonicenses 5:13). La
respuesta apropiada para el pueblo era, por
supuesto, declarar su lealtad (pistis en
11
griego, fides en latín, generalmente
traducido “fe” en las Biblia de lengua
española.) En efecto, hasta el mismo
calendario de la vida urbana fue cambiado
en tanto el cumpleaños del emperador fue
proclamado no solamente el comienzo de un
nuevo año sino de una nueva era. Y todos
los proyectos de construcción, los santuarios
y las fiestas de juegos, que involucraban
toda la población de la ciudad
(probablemente la única oportunidad en todo
el año cuando los pobres podían comer
carne), fueron patrocinados por las élites
urbanas. Sus nombres se hallaban inscritos
en lugares prominentes; eran “elegidos” (por
la élite consejo de la ciudad) a los puestos
más prestigiosos de la ciudad; y ellos
mismos recibían honores en las mismas
fiestas que patrocinaban. Así que el orden
imperial romano penetraba todo el tejido de
la vida económica y religiosa de las ciudades
griegas por medio de las redes, íntimamente
inter- relacionadas, de patronato y culto
imperial que reestructuraron la vida urbana
tanto espacial como temporalmente. No es
nada sorprendente que los romanos no
tuvieron que mantener tropas de ocupación
en estas ciudades ni cerca a ellas. Mantener
el imperio requería el desarrollo de una
burocracia mínima en Roma, donde la
familia caesaris, “la casa del emperador” de
esclavos administrativos podía manejar las
cosas de manera adecuada.
Los intérpretes modernos viven en una
sociedad que piensa en términos de una
“clase media” bastante grande y así tienden
a proyectar una amplia serie de status a la
estructura político-económico de la vida
urbana de la antigua Grecia y Roma. Simple
y llanamente, no había ninguna “clase
media”. Es potencialmente engañador
pensar que las comunidades de creyentes en
El Camino del Discipulado.-
Jesús incluyeran miembros de”toda la gama
social”, porque no había ninguna gama
similar a la que nos imaginamos. Tampoco
debemos imaginar que las antiguas
“asambleas” de creyentes en Jesús eran, en
efecto, un movimiento proletario. Debemos
ser mucho más precisos respecto a las
diferencias entre las antiguas y modernas
estructuras sociales. Las sociedades
occidentales de hoy no pueden compararse
con los extremos de riqueza y pobreza del
imperio romano, aunque algunas de las
sociedades de América Latina y el Tercer
Mundo tal vez sí. Los únicos ricos eran la
élite extremadamente rica, que formaba un
pequeño porcentaje de la población total.
Virtualmente todos los demás eran pobres.
Entre la gran mayoría de los pobres, había
algunos que podían contar con alimentación
suficiente y techo, más a los que
clasificaríamos como marginales, y muchos
eran indigentes. Quizás lo más difícil para
nosotros entender es que la mayoría de la
población no cuestionaba ni desafiaba la
esclavitud que trataba a seres humanos como
bienes muebles. Las grandes casas – y
extensas haciendas – de los ricos y
poderosos eran dirigidas por esclavos. Pero
hasta una familia de recursos modestos
tendría uno o dos esclavos en la casa.
Ya que la literatura y los registros
escritos, tales como inscripciones, son
dejados casi siempre por la élite educada,
tenemos poco sentido de lo que la gente
común pensaba y hacía – a menos que,
desde luego, causaran problemas para la
élite, la cual entonces se quejaba de ellos en
la literatura. Así que sabemos muy poco
acerca de las mismas personas que Pablo y
otros organizadores del movimiento Jesús
alcanzaron en su trabajo. Sólo podemos
considerar unas pocas de las maneras en que
12
la élite griega y romana daba sentido a sus
vidas en el orden imperial romano, y
buscaban trascendencia sobre ese orden.
La élite intelectual buscaba dar sentido
al nuevo orden imperial mundial en términos
de varias filosofías. De mayor influencia en
la cosmovisión general de la antiguada
educada esta el estoicismo. Desde que
Alejandro Magno estableció un imperio
“mundial” que llevó a las ciudades-estado
griegas bajo un orden político global, así
relativizando las antiguas identidades y
tradiciones atenienses y de otras religiones
civiles. Los estoicos y otros pensaban en el
universo como una sola “ciudad-estado”
cósmica (kosmopolis), de la cual la
“constitución” (politeia) era la razón (logos)
y en la cual aquellas criaturas que
compartían la razón (logos) eran ciudadanas
(politeis). Es decir, junto con el sentido de
pertenecer ahora al orden universal, y ya no
a un orden cívico local, había un sentido
liberador de individualismo, ser ciudadano
del orden racional universal hasta donde
cada uno cultivara su razón individual –
mediante la filosofía.
Sin embargo, no todos los miembros de
la élite eran tan optimistas acerca del nuevo
orden mundial. Algunos lo experimentaron
como deshumanizante. Bajo el orden
imperial romano, que operaba a través de las
pirámides de patronato encabezado por el
emperador, y del que las relaciones locales
de poder se constituían por medio del culto
imperial en las diferentes ciudades, la
“democracia” griega (mucho más restringida
que la democracia moderna) desde hacía
tiempo fue reemplazada por una pequeña
oligarquía que dirigía cada ciudad imperial.
Por lo tanto, hasta muchas élites griegas y
romanas sentían que sus vidas eran
Richard Horsley.-
determinadas por el veleidoso dedo de la
diosa del destino (Tyche, Fortuna) cuyas
estatuas estaban en todas partes del antiguo
mundo romano para que la gente pudiera
apaciguarla en la esperanza de evitar sus
caprichos.
Los que pudieran permitirse el costo
buscaban iniciación en las religiones de
misterios dedicadas a diosas como Isis, la
Reina del Cielo. Podían internarse en
claustros y, en el santuario interior de la
diosa adornado de figuras exóticas e
jeroglíficos, adorar la estatua de la bendita
Reina del Cielo desde el rito de apertura al
amanecer hasta las 2:00 de la tarde.
Individuales escogidos especialmente por
esta diosa derivada de los egipcios, la cual
en su amor como madre divina les había
salvado de los designios malvados del
Destino, pasaron por un rito de iniciación de
toda la noche en el que conversaban cara a
cara con todos los dioses del mundo y del
inframundo y al amanecer eran elevados
sobre una tarima y presentados a los
anteriormente iniciados como el sol,
consorte de Isis, la luna. Es decir, ella había
llegado a ser no solamente su madre divina,
sino su amante divina y su salvador muy
personal. Al menos las élites podían
aprovecharse de las religiones de los
misterios como medio de trascendencia
individual del peso y tensión de la vida bajo
el orden imperial romano.
No todas las religiones “orientales”
estaban adaptadas así a la élite
grecorromana. Durante siglos los judíos de
la diáspora habían establecido comunidades
de muchas ciudades griegas, egipcias y
mesopotámicas. Aunque no estamos
seguros de su presencia en todas las
ciudades de la misión de Pablo, estas
comunidades debían de haber proporcionado
13
la base de la que celdas de creyentes en
Jesús se separaron para formar comunidades
independientes. Además, estas “asambleas”
(synagogai) de judíos de habla griega dieron
el modelo para la fundación de “asambleas”
(ekklesiai) de creyentes en Jesús.
Representan el mejor conocido y quizás
único caso de grupos que no eran
simplemente asociaciones religiosas, sino
semi- independientes autónomas
comunidades que tenían su propia identidad
político-religiosa y una agenda diferente de
las del dominante orden imperial o del orden
civil local. En algunos casos, al menos la
élite intelectual de estas comunidades se
había inculturado en la cultura y filosofía
helenista dominante. Por ejemplo, la
Sabiduría de Salomón y la interpretación de
las escrituras de Filón, filósofo judío de
Alejandría, articulan una teología mística
que debe mucho a la filosofía griega.
Muchos de los miembros de estas
comunidades helenistas de la diáspora judía
debieron de ser (ex) esclavos tomados por
los ejércitos romanos en las diferentes
conquistas de Palestina.
La gran mayoría del pueblo de Grecia,
Asia Menor o cualquier otra parte del
imperio romano era, por supuesto,
campesinos que vivían en aldeas y pueblos,
subordinados a las élites urbanas y
explotados por ellos. Ha sido de moda en
los estudios del Nuevo Testamento tratar al
cristianismo primitivo como un fenómeno
exclusivamente urbano. Esto es,
seguramente, porque nuestras fuentes, como
la literatura del propio Nuevo Testamento,
provienen de situaciones urbanas. Sin
embargo, hay cada vez más conciencia que
el movimiento de Jesús se difundió también
en aldeas y pueblos. Además de (la
posibilidad de que) Q, la Didache
El Camino del Discipulado.-
(Enseñanza de los Doce Apóstoles) y hasta
el Evangelio de Marcos pudieron originarse
en comunidades aldeanas de Siria, y
dirigirse a ellas, se encuentran pruebas en las
cartas de Plinio el Joven al emperador
Trajano en la segunda década del segundo
siglo respecto a las crecientes comunidades
de creyentes en Jesús que se hallaban en las
aldeas del noroeste de Asia Menor (Ponto-
Bitinia).
Estas cartas también indican que los
funcionarios romanos, hasta gobernadores
como Plinio, no sabían exactamente cómo
entender estas comunidades ni qué hacer con
ellas. Las “asambleas” de los seguidores de
Cristo que se organizaban tanto en ciudades
como en aldeas no encajaban dentro de
ninguna forma que los funcionarios romanos
reconocían. En el segundo siglo, opositores
del movimiento conocido para entonces
como “cristianos” notaban la intensa
solidaridad y ayuda mutua entre los
miembros de tales comunidades. Ignacio de
Antioquía, uno de los primeros obispos de
las asambleas, en un modelo tomado de la
sociedad jerárquica imperial, estaba
irónicamente en el camino a su martirio
cuando denunció algunas asambleas porque
usaban fondos comunes de la comunidad
para comprar la emancipación de otros
miembros que eran esclavos – lo cual nos
14
muestra que la solidaridad de los miembros
alcanzaba hasta la base económica más
fundamental de su vida común. Desde un
principio el movimiento tomó, según parece,
una clara posición anti-imperial que operaba
por medio de la organización de
“asambleas” en vez de agitar directamente
contra el orden imperial o sus representantes
oficiales.
Resulta sorprendente cómo los términos
más básicos que usó Pablo para predicar el
evangelio y para escribir sus cartas se
tomaran del discurso romano a fin de
presentar una alternativa al orden imperial
romano: Cristo, que fue crucificado por los
romanos, y no César, era el verdadero
“Señor” y “Salvador” (Filipenses 3:18-22) y
el tema del evangelio, y los que se unían a
las asambleas habían de mantener una
“lealtad” exclusiva a Cristo. Si
expresáramos la agenda de la misión de
Pablo en términos modernos, parece claro
que construía una sociedad alternativa,
internacional y anti-imperial, encarnada en
comunidades locales. Por megalómano y
paternalista que pudiera haber sido como
persona, su preocupación principal era ver
las asambleas de los cristianos mantener su
solidaridad hasta que su Señor volviera y
finalmente estableciera la nueva edad, de la
que ellas eran comunidades previsoras.
 RECURSOS PARA ESTUDIO ADICIONAL

Garnsey, Peter, y Richard B. Saller, The Roman Empire: Economy, Society and Culture [El
imperio romano: Economía, sociedad y cultura]. Berkeley: University of California Press,
1987.

Hanson, K.C., y Douglas E. Oakman, Palestine in the Time of Jesus: Social Structures and
Social Conflicts [Palestina en el tiempo de Jesús: Estructuras sociales y conflictos sociales]
Filadelfia, PA: Fortress Press, 1998
Horsley, Richard A., con John S. Hanson, Bandits, Prophets and Messiahs: Popular Movements
at the Time of Jesus [Bandidos, profetas y mesías: Movimientos populares en el tiempo de
Jesús]. Harrisburg, PA: Trinity Press International, 1999.

Horsley, Richard A., ed. Paul and Empire: Religion and Power in Roman Imperial Society
[Pablo e imperio: Religión y poder en la sociedad imperial romana]. Harrisburg PA: Trinity
Press International, 1997.

Saldarini, Anthony J., Pharisees, Scribes, and Sadducees in Palestinian Society: A Sociological
Approach [Fariseos, escribas y saduceos en la sociedad de Palestina: Una aproximación
sociológica] Grand Rapids: Eerdmans, 2001.