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TIERRA EXTRAÑA
Román Cuartango
[La páginas que siguen tienen por objeto reflexionar sobre los límites de la Historia. Ello comporta plantearse
la conveniencia de una transformación de la ciencia histórica, puesto que existe la sospecha de que ésta
corre el riesgo de volverse ciega para percibir la fundamental necesidad de la Historia para la vida humana.
Se propone entonces mantener abierta la posibilidad de un pensar histórico que se ocupe de hacer com-
prensible el carácter existencial de la historia, preparando así el terreno para la construcción de una nueva
cientificidad histórica al desarrollar las posibilidades que laten en la necesidad de la repetición del acontecer
humano: contar y escuchar historias, hacer memoria repitiendo lo sido.]
4 Es decir: la interpretación heredada (entregada históricamente) que no ha sido cuestionada, que no ha sido sometida a la reflexión.
5 Esto, "lo ya interpretado" toma múltiples formas, pero que tienen como denominador común el ser la voz impersonal que aplaca la an-
gustia: tanto el "se dice" que evita la asunción del propio proyecto, cuanto (en general o colectivamente) la tradición que nos entrega conte-
nidos espirituales que parecen suficientes para satisfacer las necesidades de autocomprensión ("somos así", "siempre hemos sido [y por
tanto seremos] así"). Pero enseguida, por entre los resquicios de lo aquietado, resurge la inquietud fundamental en el ser humano (esa
negatividad que le distancia de cada ahora, de cada aquí, de cada esto y de cada determinación, puesto que lo suyo es la actividad y no el
estado inerte para siempre que es propio, por ejemplo, de una piedra): la preocupación por su posibilidad no afrontada y, con ella, asoma la
verdad de todo proyecto: la falta de fundamento.
6 ¿Acaso de contar una historia, de representar lo acaecido, no resulta ya, en cierto modo, una belleza, un placer que aplaca, sin huir,
que aquieta, sin convertirnos en cosas, nuestra angustia? Los hechos pueden ser espantosos, pero su narración puede producir placer.
¿Cómo agradecía Ulises la hospitalidad de los que le recibían en cada una de las etapas de su viaje sin fin?: contando la historia de sus
desgracias, lo que concitaba el interés y el disfrute de quienes le escuchaban.
7 La relación entre lo propio y lo extraño -constitutiva del ser de la historicidad- se expresa muy bien en el ir a la colonia, ya que ésta
representa lo otro que crece en el elemento de lo mismo. Los griegos, por ejemplo, fundaban colonias y, para ellos, éstas formaban parte -
de un modo hasta cierto punto extraño- de la misma patria.
8 Benjamin, W., Tesis de Filosofía de la Historia. En: Discursos Interrumpidos I. Madrid, 1989, págs. 175-191.
9 Puede recordarse aquí el concepto benjaminiano de "aura" (la expresión de una distancia, por cercana que pueda estar), elaborado
para expresar el mantenerse lejos que le es imprescindible a la obra de arte para que la difusión masiva, que tiene lugar por mor de la
posibilidad actual de reproducción, no acabe con su singularidad, que es lo que la caracteriza como tal obra de arte. El modelo de la obra
artística puede tener algún valor cuando se trata de la reflexión sobre lo histórico.
10 El interés que despiertan los personajes de la gran literatura no es sólo estético. Al narrar su historia se desvela algo sobre el ser de lo
humano que da mucho que pensar. No debería, pues, menospreciarse la inmensa potencia veritativa que tienen las construcciones narrati-
vas que ofrece la literatura.