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HISTORIOGRAFIA

ARGENTINA
En la historiografía Nacional Argentina, se hace un recorrido a través del siglo XIX, XX y XXI, con tres autores.
La primera etapa, desde el inicio de la historiografía nacional, 1810 hasta 1880, se aborda con Aurora Ravina,
quien ejerce la docencia en la Universidad Nacional de La Plata y la UBA, es integrante de La Academia
Nacional de la Historia y de la CONICET (consejo nacional de investigaciones científicas y técnicas).
La segunda etapa, desde 1880 hasta el advenimiento de la democracia, en los años 1980, el texto utilizado es
de Beatriz Moreyra, quien también pertenece a la CONICET y ejerce la docencia en la Universidad Católica de
Córdoba, y es especialista en la historia cordobesa.
Y la última etapa, desde el advenimiento de la democracia hasta la actualidad, con Nora Pagano y Fernando
Devoto, ambos docentes de la UBA y del Instituto de Historia Argentina y América, doctor Emilio Ravignani,
con sede en la Facultad de Filosofía y Letras, perteneciente a la UBA.
Desde aquí se puede observar tres universidades que marcan tendencias en la reproducción historiográfica, La
Plata, Córdoba y la UBA (Buenos Aires).

La primera época de producción historiográfica Argentina se desarrolla entre 1810 – 1880, Si


bien las mayores producciones de la historia argentina se dan a partir de 1850 con sus mayores exponentes,
solo por citar algunos, (B.Mitre y V.F López, D. Vélez Sarsfield, Adolfo Saldias, Vicente Ernesto Quesada, Paul
Groussac), aunque no sean los únicos, son los más representativos de la época, además son los que van a
protagonizar las polémicas o debates historiográficos por posicionamientos diferentes.
Quien trabaja esas polémicas es Alejandro Eujanian, ejerce la docencia en la Universidad de Rosario, en su
obra, El Surgimiento de la Crítica en la historia Argentina (1864-1862).

Como se dijo antes, si bien las mayores producciones se van a desarrollar a partir de la segunda mitad del siglo
XIX, también hubo elaboraciones anteriores a esta etapa que marcaran verdaderos antecedentes como el de
Gregorio Funes (1749-1829), conocido también con el Deán Funes (eclesiástico, político, periodista, escritor) y
rector de la Universidad de Córdoba, llego a ser miembro y director político de la Junta Grande.
En el contexto de los ensayos institucionales rioplatenses con sus diferentes gobiernos y la guerra por la
independencia, Deán Funes ha escrito una serie de obras que fueron de gran aporte a la vida institucional del
país y a la producción histórica de la Argentina.
Entre sus aportes más destacados podemos nombrar, el “Reglamento Orgánico” (1811), considerado como un
esbozo de la primera constitución de la República, o el Bosquejo de “Nuestra Revolución”, obra que fue
rescatada del olvido merced a una edición impresa a mediados del siglo XX (Córdoba, Dirección General de
Publicidad, 1961).
Además de estos dos valiosos escritos que testimonian la situación política Argentina de los primeros años del
siglo XIX, Gregorio Funes escribió otras tres obras de gran interés historiográfico, todas ellas publicadas
cuando el autor ya había fallecido.
La más famosa de ellas es la titulada “Ensayo de la historia civil de Buenos Aires, Tucumán y
Paraguay” (Buenos Aires, 1856), obra de inestimable valor para el estudio de la emancipación de los
territorios coloniales hispanoamericanos; las otras dos fueron publicadas bajo los títulos de “Archivos del
Deán Funes” (Buenos Aires, Imprenta de la Biblioteca Nacional, 1944) y "Apuntamientos para una Biografía"
(en Biblioteca de Mayo [Buenos Aires, Senado de la Nación, 1960]).

Otro personaje considerado como precursor de la historiografía Argentina fue Pedro de Angelis, quien fue uno
de los precursores de la historia política, fue bibliófilo, recopilador de libros y de documentos históricos
(considerado el primer documentalista del Rio de la Plata).
Nació en Nápoles en 1784 y murió en Buenos Aires en 1859.
En el sentido documental, de Angelis había sido un adelantado a su tiempo en nuestras tierras.
En Europa colaboró en distintos diccionarios biográficos franceses, así como en historias de la pintura y de la
música y en “Memorias históricas, políticas y literarias del reino de Nápoles”.
Vino a nuestro país en 1826, invitado por Rivadavia, quien pretendía crear en las Provincias Unidas del Río de
la Plata un foco de cultura y progreso, cuya difusión se haría a través de diarios. Luego fue contratado por
Rosas y se hizo cargo de los archivos.
Gracias a sus conocimientos y conexiones con las vanguardias europeas, en relación a las últimas técnicas en
la aplicación para el acopio, relevamiento, clasificación y publicaciones, y como acá en la Argentina había esas
ansias de publicación, Pedro de Angelis se dedico a hacer un rescate de los documentos durante el periodo de
Rosas.
También publicó varios trabajos biográficos siendo uno de los primeros en escribir sobre este género,
destacándose su “Ensayo histórico sobre la vida del Exmo. D. Juan Manuel de Rosas”, “Noticias biográficas del
Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General de la Provincia de Santa Fe, Brigadier D. Estanislao López”, “Biografía
del Sr. General Arenales” entre otros.
Su obra cumbre sin lugar a dudas fue la “Colección de Obras y Documentos relativos a la Historia Antigua y
Moderna de las Provincias del Río de la Plata”, que comenzó a publicarse en 1836 y terminó un año más tarde.
Pedro de Angelis también hizo publicaciones en periódicos:
*Crónica política y literaria de Buenos Aires en 1827 ,*El Conciliador, en 1827
*El Lucero, en 1829-1833,*Le Flaneur, en 1831-1832,*El Monitor, en 1833-1834,*El Restaurador de las Leyes,
en 1833,*El espíritu de los mejores diarios que se publican en Europa, en 1840,*Archivo Americano, en 1843-
1851.
Por encargo de Rosas, también difundió una “Memoria sobre los derechos de soberanía de la Confederación
Argentina a la parte austral del continente americano”, que constituyó uno de los primeros estudios
geográficos del país.
Incluso en esta época de Rosas, se han hecho publicaciones de documentos de muy buena calidad, finamente
seleccionadas en la calidad del papel, impresiones, ediciones, siguiendo los modelos de vanguardia europea
de los años 1840.
Por lo tanto esta metodología ya se aplicaba en el Rio de la Plata, no solamente en Europa. Para antes de
1850, la obra de Angelis es monumental.
Como actuó en la época de Rosas, una vez caído el rosismo, por ser considerado por sus detractores como la
figura de la dictadura o del régimen del terror y teniendo cuenta la protección que tenia por parte del
gobernador de Buenos Aires, su figura será arrastrada, y por lo tanto sus obras fueron olvidadas, archivadas,
omitidas, silenciadas etc.
Ahora en la actualidad, sus aportes son rescatados como un gran recolector, recopilador de documentos,
como el trabajo que realizo la doctora Josefa Emilia Sabor en 1995, ella lo hace desde el punto de vista
bibliográfico, como un rescate, ya que de Angelis armo repertorios anotando y haciendo índices bibliográficos.
Pedro de Angelis tuvo disputas, una de ellas es con Echeverría, uno de los precursores de Los jóvenes de Mayo
y del romanticismo rioplatense quienes representaban a la generación del 37 y la oposición a Rosas.
Los jóvenes de Mayo, cuyo origen viene del Salón Literario, eran jóvenes interesados en la cultura, la política y
el progreso científico. Entre sus representantes estaban Miguel Cané(padre), Juan Bautista Alberdi, Juan María
Gutiérrez, Esteban Echeverría, Vicente Fidel López, Marcos Sastre, Felipe Senillosa, etc. Sus tertulias se
orientaban inicialmente a discutir sobre literatura, arte y moda, cultura y política, influidos por el auge
del romanticismo en Europa.
Aunque cerrado, a los seis meses de su creación, por presiones del gobierno de Rosas, logró echar las bases de
un movimiento político, liderado por Esteban Echeverría, quien fundó y presidió la «Asociación de la Joven
Generación Argentina», luego Asociación de Mayo. Estos jóvenes buscaron atraer hacia el Salón a Pedro de
Angelis, que incluso participo de algunas tertulias, y que luego despreciaron hasta el insulto cuando no solo
dejaron de contar con su participación, sino que se les volvió el más acérrimo enemigo.
Unas de las mayores críticas que le hacían a de Angelis era lo que ellos denominaban una mutación en su
perfil profesional e ideológico para moldearlo al compás de los sucesivos compromisos políticos que contraía.
(Primero Rivadavia, luego Rosas). En esto hay que tener en cuenta que los historiadores se relacionan con el
poder de turno y van definiendo sus relatos, los personajes históricos, héroes, etc.
Sus biógrafos tienden a acentuar en él un perfil de autosuficiencia, además de Angelis estaba produciendo en
este tiempo un archivo personal de documentos sobre los años fundantes de la Argentina y la acumulación de
otros antecedentes sobre materiales relacionados con la historia, la geografía, la etnografía y las lenguas de
los pueblos originarios.
A esta altura, su conocimiento del pasado rioplatense y su archivo eran de un valor incalculable, tanto que
podrían haber competido con el entonces flamante Archivo General de la Nación, nacido como Archivo
General de la Provincia de Buenos Aires en agosto de 1821 durante el gobierno de Martín Rodríguez, por
iniciativa de su ministro B. Rivadavia, quien luego lo centralizó durante su mandato.
Uno de los puntos de mayor diferencia con sus oponentes, sin lugar a dudas era su estrecha relación con el
gobierno de Rosas. Al punto que fue contratado para divulgar el proyecto de la Restauración.
La intención era difundir la política del gobernador, hacer comprensible el rosismo, a partir de la dicotomía
“Rosas o el caos”, justificando así al régimen como garantía del orden social frente al utopismo disgregador de
sus adversarios. Apoyándose en el criterio de que “los enemigos de mis amigos son mis enemigos” de Angelis
no tardó en atacar a los opositores de Rosas, entre los cuales se hallaban los más reconocidos intelectuales
nativos.
Cuando la mayoría de éstos se encontraban en el exilio, le dispararían sus dardos más feroces a los que él les
respondería polemizando en duros términos. Solo por citar algunos de los enfrentamientos es cuando,
Echeverría resume gran parte de su teoría política en la publicación del Dogma Socialista en Montevideo en
1846, que dio lugar poco tiempo después (1847), a una crítica del napolitano.
La respuesta del autor ofendido no se hizo esperar. Sobre esas respuestas, el otro ideólogo de la Generación
del 37, Juan Bautista Alberdi, apoyo a Echeverría.
Muchos en esa época atacaron la colección, resaltando la obsecuencia que de Angelis manifestaba hacia
Rosas diciendo que era un simple negocio (Echeverría) o que su autor era nulo intelectualmente y tenía una
ignorancia profunda en las cosas del Río de la Plata.
Ya en el siglo XX, Rómulo Carbia afirma que la obra de Angelis fue esencial para transformar la naturaleza de
nuestros conocimientos históricos, aunque no se atuvo a las normas de los editores europeos para la
transcripción de materiales eruditos (Carbia, 1939). Lo que sucedió es que de Angelis, para hacer la lectura
más sencilla y placentera, arregló las crónicas antiguas actualizando su estilo.
Después de la caída de Rosas, y debido a dificultades económicas, de Angelis ofreció su biblioteca y archivos al
mejor postor, que resultó ser la Biblioteca Nacional de Brasil, en Río de Janeiro. Nuestro país, en medio de
dificultades para organizar el Estado (1854), no hizo un esfuerzo para adquirir una colección invaluable para
las generaciones posteriores de historiadores.
El autor que trabaja la etapa de Pedro de Angelis, y las polémicas con Echeverría es, Tomás Abraham, nació en
1946 es un filósofo y escritor argentino. Pasó su adolescencia en la Buenos Aires de la década del sesenta,
siendo militante de izquierda, y ante los sucesos de la Noche de los Bastones Largos, Abraham decidió dejar el
país. Luego viajó a Francia y participó en la rebelión de los estudiantes en el Mayo francés de 1968. Se graduó
en Filosofía y en Sociología (maestría, Sorbonne, 1972). Pasó un tiempo viviendo en Japón y regresó a
Argentina en 1972.
Echeverría es creador de “El Matadero” y también del “Dogma Socialista” que es un enunciado de principios
que define lo que fue la Asociación de la Joven Generación Argentina, luego Asociación de Mayo, haciendo hincapié
en la necesidad de una sociedad liberal, democrática, en consonancia a esas sociedades secretas que estaban
en boga en Europa, “Carbonarios del sur de Italia “y “Los Masones” con gran desarrollo en Inglaterra.
Aquí, hay que tener en cuenta el contexto europeo, caída de Napoleón, Restauración Monárquica,
Revoluciones Liberales, con tintes políticas las del 1820/1830 y sociales de 1848.
Echeverría en su obra literaria “El Matadero”,1838-1840, presenta una alegoría metafórica donde utiliza
elementos simbólicos para describir lo que para él era el régimen del terror y lo compara con un gran
matadero, cuyo carnicero era Rosas.
A partir de la aparición de estas y otras obras, es que se debe entablar la relación (reconstrucción de la
historia - visión ideológica), donde reivindican o descalifican a los personajes.
El ejemplo seria, para los revisionistas sobre todo los peronistas, Echeverría y Sarmiento serán los grandes
detractores, es decir, de acuerdo a la línea historiográfica se calla, se oculta o se exalta, estas y otras obras.
Hoy estas mismas obras son miradas desde novedosas teorías de interpretaciones historiográficas, desde la
teoría del discurso, la teoría de la memoria, las teorías de las metáforas, del giro lingüístico, o la antropología
cultural.
Una mirada interesante esa la que hace María Cristina de Pompert de Valenzuela, Doctora en Historia.
Miembro Correspondiente en el Chaco de la Academia Nacional de la Historia.
Especialista en Historiografía. Ha publicado numerosos libros, y artículos de revistas de la especialidad,
dirigido becarios, y tesis doctorales, Licenciaturas y formo recursos humanos durante una trayectoria de más
de 35 años.
Ejerció la docencia Universitaria en Corrientes y en Resistencia, teniendo a su cargo las cátedras de
Introducción a la Historia (Teoría y Metodología) e Historia de la Historiografía en la Universidad Nacional del
Nordeste. Fue miembro de la Junta provincial de Estudios Históricos del Chaco y de la Comisión Asesora del
Archivo Histórico. Es una referente indiscutible en temas de Historia Regional Argentina, del siglo XX.
En su obra, Polémicas Cuestiones en la Historiografía Argentina, en uno de sus capítulos, ella hace referencia
sobre la fuerza que tienen las imágenes históricas, que son difíciles de borrar o modificar en la creación o
reconstrucción de un hecho histórico, por más que estén cargadas muchas veces de datos inexactos, o que
sean desestimados por comprobación de fuentes pertinentes o rigor de una investigación erudita.
En este caso se hace referencia a la obra de Sarmiento y la imagen que crea el autor acerca del protagonista.
María Cristina de Pompert de Valenzuela habla de la creación de tres imágenes:
*LA CONDENA A FACUNDO: En la obra de Sarmiento conocida generalmente como “Facundo” o
“Civilización y Barbarie”; publicada desde 1845 por partes, en circunstancias en que su autor (Sarmiento) se
hallaba exiliado en Chile y cuyo personaje de su texto había fallecido hace más de una década.
Se trata de un escrito tendencioso, compuesto con una finalidad específica:
Y con mayor razón al conocerse la noticia de que un enviado del gobernador, llevaba como misión la de
reclamar a las autoridades chilenas respecto de la libertad que gozaban los unitarios para atacarlo por la
prensa. Los enviados pretendían convencer a los gobernantes, de que actuaran convenientemente para que
cesasen estas agresiones.
Por lo tanto los unitarios emigrados debían buscar la forma de atacar contra el gobierno de Rosas desde ese
país. Y la forma empleada va ser el lanzamiento de esta obra.
Sarmiento no conocía a Facundo, para componer su obra pidió datos a su amigo y comprovinciano Antonio
Aberastain y a otras personas que conocían al caudillo.
En mayo de 1845 comenzó a publicarse el Facundo como folletín en el periódico “El Progreso”, y bajo el título
de “Civilización y Barbarie” dos meses más tarde concluyo su publicación y se edito como libro en la imprenta
del mismo diario.
Las fuentes que utiliza Sarmiento eran evidentemente tendenciosas e interesadas en general comentarios
orales, visiones parciales que obedecían al fin perseguido por la obra. Dotado de una fuerza de expresión que
llega vivamente al lector, el sanjuanino creo en la figura de Facundo el paradigma de la barbarie, un tipo
histórico, cuyo propósito logrado por Sarmiento fue que esas características descriptas por el se le asigne, por
mucho tiempo, a los hombres de la causa federal que se extendía a varias provincias argentinas.
Pero como afirmara Felix Luna al ocuparse del tema, Sarmiento plago su obra de errores, e inexactitudes,
infundios y mentiras. Su texto no tiene carácter histórico más aun desde el punto de vista metodológico
constituye un claro ejemplo de cómo la elección o el uso de fuentes inadecuadas, sumadas a una excesiva
subjetividad del autor llevan a tergiversar los hechos que se presentan.
Pero cuando esto se advertía, ya el libro había tenido amplia difusión y una extraordinaria acogida.
La fuerza de su lenguaje a veces criticado técnicamente, y la notable habilidad convincente y conmovedora de
las palabras utilizadas, fijo en la mente de la memoria de los argentinos la imagen negativa del caudillo riojano
y luego extendió el concepto hacia el resto de los caudillos y adeptos a la causa federal.

*LA REHABILITACION: Más de medio siglo transcurrió para la defensa de Facundo.


Fue en 1903 cuando David Peña, un abogado rosarino, periodista, literato e historiador dicto un famoso curso
sobre Facundo Quiroga, en quince conferencias en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires, con el objeto de rehabilitar al caudillo refutando a Sarmiento.
Sus conferencias fueron publicadas en 1906 bajo el titulo “Juan Facundo Quiroga Contribución al Estudio de
los Caudillos Argentinos”.
El Facundo que David Peña presenta es casi la antítesis de lo que nos legara Sarmiento. Lamentablemente su
obra solo se divulgo en algunos ámbitos ligados al quehacer universitario, a nivel popular no tuvo la
trascendencia que había logrado el libro de Sarmiento.

*HACIA LA VERDADERA HISTORIA: Otras obras completaron la iniciada por Peña, equilibrando las ideas
con fundamentos eruditos, así Ramón J. Carcano obtuvo el primer premio a las letras argentinas en 1931 con
su libro sobre Juan Facundo Quiroga.
La indiscutida riqueza de la personalidad del caudillo dio origen a numerosas obras de grandes escritores
argentinos como, Leopoldo Lugones, Manuel Galvez, Arturo Capdevilla, Francisco Luis Bernardez y Jorge Luis
Borges y otros que llevaron a la poesía, a la novela, el cuento o el ensayo, la “Sombra Terrible de Facundo”,
que Sarmiento invocara en la primera edición de su obra.

En 1957 se termino un inconcluso trabajo de dos tomos por el Instituto de Historia Argentina “Dr. Emilio
Ravignani” bajo la dirección del doctor Ricardo Caillet Bois, con el título de “Archivo del Brigadier Juan
Facundo Quiroga”. La tarea fue de reunir los documentos que había sido iniciada 20 años antes por el Dr.
Ravignani.
La reconstrucción que surge a partir del análisis de esos documentos, que son sus propias cartas, es un libro
que muestra a, El Facundo, como una persona de una cultura medianamente vasta, con un idioma claro,
concreto, nutrido de la fuerza avasalladora de su temperamento, cualidades que no concuerdan con las
características de barbarie en medio de las cuales Sarmiento forjo su imagen.
Se pudo comprobar que en diversas cartas Facundo Quiroga valora y sostiene la necesidad de educar al
pueblo, en aras del progreso de la patria a la que amaba entrañablemente, según lo expresa en varias
oportunidades. En una proclama que dirige a los habitantes de las provincias de cuyo en 1831 establece
claramente las responsabilidades que a cada unos correspondía para el correcto funcionamiento de las
instituciones del país.
A los representantes de las legislaturas provinciales les solicita que cumplan con el sagrado deber de dictar
leyes benéficas para el pueblo que lo ha honrado con tal alto cargo.
A los jefes militares, los exhorta a respetar y obedecer a la autoridad civil estando siempre en vigilia para
sostenerla ante todo aquel que intente derrocarla.
En varias ocasiones solicita a sus seguidores que conservaran la unión y estuvieran dispuestos a morir antes
de perder a la libertad.
Podríamos señalar muchos conceptos más que desmienten la versión de Sarmiento pero este no ha sido el
propósito del trabajo de María Carmen de Pompert de Valenzuela sino como bien lo expresara en su
introducción de este capítulo “que una imagen vale más que mil palabras”, en esa expresión quiere resaltar
que el talento o habilidad de quienes hacen una obra, en este caso Sarmiento, consagran imágenes que es
muy difícil de borrar o modificar por mas que se compruebe una versión contraria expuestas por fuentes
pertinentes, análisis documentales o investigación erudita.

Como se dijo anteriormente, hoy estas mismas obras son miradas desde novedosas teorías de
interpretaciones historiográficas, desde la teoría del discurso, la teoría de la memoria, las
teorías de las metáforas, del giro lingüístico, o la antropología cultural.
Así, las teorías actuales por ejemplo para leer a Sarmiento, utilizan mucho la Teoría Indicial de Carlos
Guinzburg, donde hace un tipo de análisis donde se rescata los indicios, incluso algunos afirman que esa obra,
es un estudio sociológico, es decir ya no hay una postura legitimadora o de contraposición, ya que en la obra
de Sarmiento “El Facundo”, se rescata personajes anónimos: el payador, el baqueano, el pulpero, el tropero,
aunque hay un personaje central que es don Facundo Quiroga, pero la descripción de Sarmiento gira a través
de esos personajes que son arquetipos de grupos anónimos, ejemplo: el payador. Todo esto refleja la época
de Rosas.
La teoría de la metáfora está basada en principios aristotélicos porque él fue el primero que decía que el
hombre usa metáforas para expresarse, por lo tanto desde esa teoría se mira a Echeverría y Sarmiento, no
como una contra historia.
El giro lingüístico, la antropología cultural, la historia social y las teorías de las metáforas adhieren a esta
posición e incluso para estas teorías hay que ver a Sarmiento como el precursor de lo que sería la sociología
argentina.
Diferente a la mirada de los años 70 y sobre todo el revisionismo, Sarmiento fue visto como un liberal, no
nacional ni popular.
Por otro lado hay que tener en cuenta que Sarmiento Escribe “El Facundo” y habla de civilización y barbarie,
estos términos y contexto que son acordes al evolucionismo de 1850, auge de las teorías positivistas.
Hace referencia a los tres estadios salvajismo/barbarie/civilización. Incluso el mismo Marx utiliza ese
evolucionismo, porque él sostiene, que cuando la sociedad llega a la civilización utiliza la lucha de clases.
En síntesis, los pensadores interpretan la realidad, desde las teorías que están en boga en ese momento.
De la misma forma también se podría decir que de acuerdo a las nuevas teorías a Pedro de Angelis no hay que
verlo como alguien que defiende una posición política, sino alguien que introduce en la argentina técnicas de
relevamientos bibliográficos, publicaciones de colección de documentos, con una gran labor de lo que sería la
etapa heurística y que fue silenciada tan destacado trabajo por aquellos contrarios a Rosas.
Por eso en la obra de Josefa Emilia Sabor en 1995, destaca que los regímenes militares señalaban como una
tiranía a la época rosista y al mandato de Perón.
Lo que es importante resaltar acá es que se debe mirar la historia sin versus como fruto de una época o un
contexto.

Jorge Myers, nuevo académico, trabaja en la Universidad de Quilmes, estudio en los 90 la época de Rosas, a
través de los rituales públicos, que constituye otra forma de mirar a Rosas, ejemplo: el uso de la divisa punzo,
como un símbolo, además estudio los carnavales, las murgas, donde actuaban los negros, las procesiones
públicas, que se hacían a Rosas, cuando era elegido gobernador de Buenos Aires.
Esto también es una forma de ver como se ejerció el poder, también en su obra, El Letrado Patriótico; se
apoya desde la antropología para dilucidar, mediante los rituales, las prácticas políticas a través de la
representación cultural, la iconografía etc...
También Myers va a mirar a Echeverría como oposición a Rosas pero, sin reivindicar o detractar, es una
mirada separadora con lo bueno y lo malo.

Igual la Dra. Diana Quatrochi Woisson, quien trabaja la época de Rosas, pero lo hace a través de los
historiadores revisionistas que miran el rosismo a través de la prensa.
Lo hace desde el revisionismo clásico, Saldias, que quieren reivindicar la época de Rosas a través de la prensa.
Este trabajo fue publicado en los años 2000, es una obra bien historiográfica, porque mira el revisionismo que
se enfrenta a la postura de aquellos detractores del gobernador de Buenos Aires, allí si hay una contrahistoria.
Continuando con la primera etapa de la historiografía nacional Argentina.
La preocupación por la organización nacional atravesó todo el proceso argentino desde la revolución de mayo
de 1810, la declaración de la independencia de 1816, pasando por enfrentamientos internos, unitarios y
federales, la caída de Rosas, la sanción de la Constitución Nacional, la división de Buenos Aires etc.
En todo este transcurrir del tiempo y de acontecimientos fueron surgiendo ciertas preocupaciones, como lo
expresa la autora Aurora Ravina estuvieron dirigidas hacia el ámbito, social, cultural, político e histórico.
Aspectos que más allá de las diferentes miradas de aquellos que, en forma individual o grupal, trataron de
interiorizarse, de interpretar, analizar, construir, conformar etc., y que han generado en la mayoría de los
casos posicionamientos antagónicos.
Sin embargo, dice Ravina, que estos elementos (sociedad, cultura, política e historia), durante todo este
transcurrir han actuado en forma indisoluble, sea cual fuere la posición ideológica de quien la intente
reconstruir.
Es decir que estos elementos fueron siempre tenidos en cuenta a la hora de un posicionamiento.
Y si de posicionamientos antagónicos nos referimos dentro del movimiento historiográfico de la segunda
mitad del siglo XIX, tuvieron lugar algunas polémicas y debates.
Aunque no fueron los únicos enfrentamientos, los más representativos fueron los protagonizados por
Bartolomé Mitre con Vélez Sarsfield y Vicente Fidel López.
Quien habla de estos debates es Alejandro Claudio Eujanian, en su obra Polémicas por la historia. El
surgimiento de la crítica en la historiografía argentina, 1864/1882.
Eujanian, sostiene que Mitre parecía ofrecer una alternativa más adecuada para aquellos que centraron sus
expectativas en la profesionalización de la disciplina, por el énfasis que habría puesto durante el debate en la
crítica documental. Se difundió así la idea de un enfrentamiento entre una historia erudita y una historia
filosófica.
La hipótesis de Eujanian es que frente a la ausencia de canales académicos destinados a legitimar tanto las
obras como a los hombres que la ejecutaron, la crítica historiográfica realizada a través de la (prensa y revistas
culturales) se convirtió en el medio privilegiado para dirimir problemas vinculados con temas como:
*Las competencias (las destrezas y habilidades adquiridas), de quienes asumían el compromiso de escribir la
historia, basados en un “oficio” todavía no institucionalizado.
*Y la otra gran cuestión, era la difícil tarea que tenían los que asumían este desafío de reconstruir hechos que,
por tratarse de episodios recientes, generaban muchos enfrentamientos.
Como se dijo antes la segunda mitad del siglo XIX, el surgimiento de la crítica histórica estuvo asociado a un
conjunto de transformaciones de la esfera social, política y cultural: *En primer lugar, la necesidad de dotar de
una legitimidad no solo jurídica, sino también histórica al Estado Nacional, particularmente después de
Caseros. (La historiografía proveía una norma de realismo tanto al pensamiento como a la acción política).
*En segundo lugar, ese Estado que se construía actuaba como soporte de una rearticulación de las relaciones
entre intelectuales, y poder político, un ejemplo de eso va ser la conformación allá por 1880, de un estado con
características de lo que comúnmente se denomina como un Estado conservador – oligárquico.
Por eso se habla que los ejes en la construcción histórica va de Mayo a Caseros, a la Organización Nacional,
cuyo encargado va ser Mitre, de continuar con la justificación del régimen establecido por la llamada
Generación del 80.
Además, allí podemos observar esos elementos indisolubles de los que habla Ravina. (Sociedad, cultura,
política e historia).
El surgimiento y consolidación de una conciencia historiográfica no era ajeno al proceso de constitución de la
literatura como una esfera particular de la producción cultural.
En la primera mitad del siglo la crítica literaria estaba orientada en función al rosismo (E. Echeverría, principal
exponente).
En la segunda mitad del siglo XIX, Juan María Gutiérrez fue quien estimuló el surgimiento de la crítica literaria.
Juan María Gutiérrez, fue un estadista, jurisconsulto, historiador, crítico y poeta argentino. Representante
del liberalismo argentino. Tuvo una importante actividad política como miembro por Entre Ríos de la
Convención Constituyente de 1853 y como Ministro de Relaciones Exteriores de la Confederación
Argentina entre 1854 y 1856, además de haber sido uno de los fundadores de la Asociación de Mayo junto a
Echeverría.
También ocupó el cargo de rector de la Universidad de Buenos Aires desde 1861 hasta su jubilación en 1874.

POLEMICAS HISTORIOGRÁFICAS
En la polémica entre Mitre y Vélez Sarsfield, ambos escriben desde sus posiciones políticas.
En junio de 1864, Dalmacio Vélez Sarsfield, Ministro de Hacienda, desde el periódico “El Nacional” pretendía
poner en tela de juicio la interpretación mitrista sobre los sucesos revolucionarios, tal como éste los había
presentado en su Historia de Belgrano y la Independencia Argentina, de la que en 1859 se había publicado la
segunda edición. (La primera edición fue en 1858)
El problema se encontraba en la interpretación de los hechos, Vélez Sarsfield le reclamaba el no sometimiento
al régimen de la opinión pública como una contraprueba de carácter documental. Cuestionaba los
documentos oficiales como la memoria de los protagonistas que Mitre utiliza como sostén de sus
afirmaciones, por considerar que en ellos nunca aparece la verdad histórica.
Vélez Sarsfield para contraponerse al pensamiento de Mitre sostenía que Belgrano había calumniado a los
pueblos del interior. Además decía que no fue el general Belgrano el que encendió el fuego revolucionario,
fueron los pueblos y no los jefes quienes dieron impulso a la Revolución.
Mitre había dicho que el general Güemes no debía ser homologado con la figura del caudillo, para Vélez
Sarsfield esto era injurioso. (Esto se observa en el capitulo El Inca, en la obra Historia de Belgrano y la
Independencia Argentina)
La intención de Vélez Sarsfield será la de sobreponer el protagonismo de Güemes como el custodio
revolucionario por sobre las ideas y acciones del Belgrano, representante de la elite ilustrada.
En la disputa Belgrano - Güemes quedaba representada una tensión aún más profunda, anclada en la
dicotomía entre élite dirigente y pueblo.
Además, lo que se discutía era el papel jugado por las provincias en la gesta revolucionaria y, por añadidura, el
rol de las mismas en la definición del sentido de la Nación.

En otras palabras el conflicto entre nación y provincias y la preexistencia de una u otra, Cuando
se habla de preexistencia de la Nación, la gran disputa historiográfica es si la nación preexiste o no a las
provincias, donde surgen los debates sobre cuestiones irresueltas con respecto a la situación del norte y el sur
en esa formación centralista de la Nación.
De allí la afirmación de aquellos que no tienen la visión centralista, de que las provincias preexisten a la
Nación, porque esta, en última es un abstracto, ya que fue una necesidad debido al contexto. (Inserción al
modelo de división internacional del trabajo - modelo agrexportador).
Bartolomé Mitre, Presidente, le responde desde su estructura política, y desde el periódico “Nación
Argentina” proponía lo que Eujanian denomina una “justicia distributiva” dando a cada cual el valor que
tuvieron en el desarrollo de los sucesos.
Así, mientras la razón y la fuerza serían las armas con las cuales las elites ilustradas imponían la dirección de
los sucesos, donde Belgrano era el arquetipo de héroe que podía despertar el sentimiento nacional que
encarnaba el ideal de monarquía o república.
Y el “instinto” era el pueblo representante de la razón pública que había adelantado en seis años de
revolución, y que la idea innata de la libertad estaba en las cosas mismas, esta era una ley escrita en la
conciencia popular. Y como dice Mitre en el capítulo, El Inca, en su obra Historia de Belgrano y la
Independencia Argentina, aunque esas ideas giraban entre los hombres más eminentes de la revolución,
jamás el sentimiento de libertad había sido más fuerte en el pueblo.
Hasta las multitudes, que no alcanzaban a comprender sus teorías abstractas, El Contrato Social de Rousseau,
ni los principios más radicales del libro de Tomas Payne, sobre los Derechos del Hombre, ni sus formas
concretas, pero tenían el instinto de lo mejor.
El héroe elegido venía entonces a expresar así tanto el espíritu democrático como el sentimiento nacional
sobre el cual se asentaba la supremacía de la nación.
Es la ausencia de pruebas y documentos la que descalificaba, para Mitre, la interpretación de los sucesos
propuesta por Vélez Sarsfield y con ella su legitimidad como crítico.
También sostenía que la ausencia de documentos, le daba a la interpretación de los sucesos propuestos por
su oponente, el rotulo de “historia hipotética” basada en memorias vagas y recuerdos incompletos.

En cambio el debate que protagonizaron Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López entre 1881 y
1882, fue concebido como un punto de inflexión para la historiografía argentina, ya que se
insertaba en un contexto social, político e historiográfico diverso del anterior.
Algunas de las características fueron:
*Ninguno de los protagonistas, ocupaba un lugar preeminente en la escena política.
*No era ahora la prensa el soporte material de los argumentos en disputa.
*Removidos los últimos obstáculos para la “definitiva”consolidación del Estado Nacional en 1.880 tuvieron
lugar los combates donde el ejército nacional venció a las tropas de Buenos Aires y esta aceptó la
federalización de su capital la ciudad de Buenos Aires.
A diferencia de Vélez, López no ponía en duda la veracidad de los documentos sino, en todo caso, su correcta
transcripción e interpretación.
Aceptados los documentos, como base ineludible del debate historiográfico, se abría paso a una discusión en
la que entraba en juego el dominio crítico de los mismos y con ello, a la promoción del estatuto científico de la
disciplina histórica. Lo que López entendía que estaba en discusión era el método expositivo.
Esta polémica historiográfica que se suscita a finales de la década de 1880 entre López y Mitre, se da en el
contexto que, Mitre había publicado la cuarta edición de la Historia de Belgrano y la Historia de San Martín y
la Emancipación Americana.
López publicaba la Historia de La Revolución Argentina y en ella criticaba la interpretación de Mitre sobre la
revolución como había aparecido en la tercera edición de la Historia de Belgrano en 1870, ese fue el inicio de
una prolongada problemática.
Lo que el enfrentamiento subrayo además de las diferencias hermenéuticas (interpretación)
sobre la revolución, eran las maneras y condiciones de hacer Historia.
Es así en este contexto que la polémica es tomada como un enfrentamiento entre una historia filosófica,
retorica o “hipotética”, como prefiere Mitre, frente a una historia erudita en la que no se daba un paso sin el
aval de los documentos.
Sus trabajos históricos se caracterizan por la erudición y la hermenéutica, sustentados siempre en una
exhaustiva búsqueda heurística (búsqueda de documentos o fuentes históricas).
Más allá de sus diferencias desde el punto de vista historiográfico hay que resaltar la doble condición de
historiadores y políticos de ambos y la imposibilidad de separarlas.
Y además la responsabilidad que asumían frente a la sociedad, de narrar para transmitir la verdad de la
Historia Nacional.
López abordaba su relato desde el testimonio de la tradición de quienes habían encarnado el poder, ya que el
viene de una familia que estuvo bien conectada desde un primer momento (su padre es el autor de la letra del
Himno Nacional, después fue gobernador de Buenos Aires, quien reemplazo a Rosas tras su caída), entonces
la conexión política le da a Fidel López un acceso directo a las documentaciones (las memorias del padre que
fue un protagonista esencial en aquellos tiempos).
Mitre en cambio no tuvo ese acceso directo. Aunque en este caso tenemos que hacer la salvedad que no
desvaloriza los testimonios orales porque él también recurre a eso.
Pero en cierta manera hay celos personales porque en última instancia el Ser o Estar de López quien estaba
socialmente más elevado ya que era hijo del poder.
Mitre en cambio tuvo que construir ese poder, por causa de una procedencia diferente.
Según Ricardo Levene, Vicente Fidel López escribía guiado por sus memorias y sus recuerdos, por eso a veces
sus narraciones tienen más valor como testimonio que como investigación histórica. Un ejemplo, es cuando
López reconstruye la historia a través de una serie de cartas que le da una esclava que se llamaba Marcelina.
Esta mujer iba en la plena época revolucionaria a la casa de los López, se relacionaba con Vicente López y
Planes, padre de Fidel, entre las conversaciones que se entablaban, hablaban de la Patria. Una vez esta
esclava le dijo que cuando ella muera va a saber lo que es la Patria, ya que ella poseía una serie de cartas, que
un presbítero se mandaba con vecinos en la época de la revolución. La condición que esta esclava le ponía era
que podían acceder a esas cartas, una vez que ella muera.
Una vez ocurrido eso Fidel López toma esas cartas, ya que su padre también había fallecido. Estas cartas
tenían la particularidad cuyos personajes que describían en esos encuentros de plena época revolucionaria,
tenían solo las iníciales de las personas, y que luego es la tarea del cual se ocupo Fidel López.
José Luis Romero sostiene que López tiene influencia romántica y de allí que haya dado preponderancia a la
discusión filosófica.

Además, de estos historiadores van a tener un rol protagónico en el quehacer historiográfico.


Manuel Ricardo Trelles, 1821 -1893, fue director del Archivo y la Biblioteca Pública, sus aportes se
relacionaron con cuestiones de límites con Bolivia, Chile y Paraguay, publicadas en Buenos Aires entre 1865 y
1872.
Luis L. Domínguez, 1819 – 1898, y Antonio Zinny, 1821 – 1890, encararon el tratamiento de grandes periodos
históricos y trabajaron, principalmente, con fuentes secundarias, (las fuentes secundarias contienen
información organizada, elaborada, producto de un análisis. Son fuentes
secundarias: enciclopedias, directorios, libros o artículos que interpretan otros trabajos o investigaciones),
sobre las cuales realizaron una labor minuciosa y exhaustiva.
En 1861, Domínguez publico en Buenos Aires, Historia Argentina, cuyo éxito le valió tres ediciones más, 1862,
1868 y 1870. La intención de este autor fue interpretar y analizar de manera integral el pasado histórico del
país, incluido un estudio profundo sobre la época colonial.
Zinny, oriundo de Gibraltar había llegado al Rio de la Plata en 1842, dedicándose a la enseñanza y estudios
históricos. Su obra fundamental fue la Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas, aparecida
entre 1879 y 1882. Al igual que Domínguez prefirió la utilización de fuentes secundarias.

También aparecen otras voces que se empiezan a ocupar de otras épocas de la Historia Argentina que hasta
ese momento no se estaban trabajando, ellos son Ernesto Quesada, 1858 – 1934, y Adolfo Saldías, 1850 –
1914, ambos pertenecientes a familias distinguidas de la elite dirigente ligadas al unitarismo, por lo tanto
antirrosistas, estos dos historiadores representan una línea precursora en la interpretación del periodo
rosista, absolutamente alejada hasta el entonces crudo rechazo político del personaje y su estilo para ejercer
el poder.
Saldias, terminó de publicar La Historia de Rosas y su Época, en tres tomos en 1887, para esto había
consultado los papeles de Rosas en Londres, con autorización de su hija Manuelita.
Quesada, en 1898, publico La Época de Rosas, con archivos cedidos por su abuelo político, el General rosista
Ángel Pacheco.
Ambos trabajaron el personaje, su gobierno y el periodo sobre bases documentales solidas.
Interpretan la época de Rosas y lo justifican para incorporarlo de alguna manera al conjunto de los
constructores de la Nación, hasta ese momento no es que lo condenaban sino que directamente lo omitían,
llegando en su análisis hasta 1820 y se plantaban ahí, porque nadie quería tocar un tema que generaba
polémica.
Como se dijo antes, lo llamativo es que ambos, Quesada y Saldías provenían de familias acomodadas, la elite
terrateniente, por ejemplo los Quesadas manejaban las relaciones exteriores y estuvieron instalados en las
universidades alemanas, teniendo acceso a todas las renovaciones metodológicas directamente, así tuvo
contacto con las propuestas de Ernest Bernheim, y las trajeron a la Argentina.
Saldías llegó a ser Vice Gobernador de Buenos Aires, eran gente del Autonomismo, incluso la obra que escribe
se la dedica a Mitre y este emite una crítica muy dura, pero elogio el rigor científico, sobre todo la etapa
heurística.
Estas voces son consideradas precursoras del Revisionismo Histórico, pero no con un sentido de contra
historia, sino con un sentido de construir la Historia, porque ellos consideraban que no se puede omitir un
periodo arbitrariamente de la Historia Nacional, simplemente porque al autor no le gusto lo que paso ni los
personajes.

El siglo XIX se cerró con dos polémicas protagonizadas por Paul Groussac, 1848 -1929, una con Norberto
Piñero y otra con Bartolomé Mitre.
Groussac, era francés de Toulouse, llego a la Argentina en 1866 y se desempeño como profesor, ejerció el
periodismo y fue un notable escritor de literatura e historia. Dirigió la Biblioteca Nacional, durante 40 años.
La primera polémica, con Piñero fue a raíz de los escritos de este sobre Mariano Moreno, donde Groussac a
través de tres artículos cuestiono su falta de rigor y crítica documental, además Groussac, rechazaba como
una injuria a la figura de Moreno (secretario de la Primera Junta), al que Piñero le atribuyó a la redacción del
Plan de Operaciones, diciendo que fue un instrumento político de carácter jacobino, sobre el cual se faculto el
Estado.
Por otro lado los desacuerdos entre Groussac y Mitre, venían de antes, cuando el primero cuestiono la versión
del segundo, en sus artículos sobre Santiago de Liniers, en su actuación ante las invasiones inglesas.
Groussac sostenía que el provenía del mundo de la literatura, poseedor de la crítica documental, y agente
legitimador de la historia. Mientras sostenía que Mitre no provenía de la literatura, sino del mundo de las
batallas y de la política.

1905
En 1905 se da la creación de la sección de Historia, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Además de la
creación de la Universidad de la Plata, cuyo impulsor fue Joaquín V. Gonzales.
A partir de allí se da lo que se entiende por la profesionalización de la Historia en la Historiografía Argentina.
Pablo Buchbinder, quien es Doctor y Licenciado en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires, e investigador del CONICET, hace un trabajo sobre las historias de las
universidades en especial en la UBA, explicando cómo surgen las diferentes secciones, programas, y quienes
dictaban las cátedras.
Entonces en 1905 se da la creación de la sección de Historia en la UBA con gente que es de la formación de la
Filosofía o el Derecho, esto se realizo con recursos que se destinaron para la fiesta del Centenario de la
Revolución de Mayo 1910.
A partir de todos estos elementos (creación de la sección de Historia, la profesionalización y los recursos en
torno al centenario), las investigaciones centraron su análisis en lo que fue la gran pregunta ¿Cómo se
conformó el Estado Nacional?, por estos años se percibía un optimismo reinante, 1910. Diferente al que se
observó en 1916, (Primera guerra mundial – contracción económica – crisis política). Incluso se querían hacer
publicaciones, por conmemoración del centenario de la independencia pero por la crisis no se pudo llevar a
cabo.
Toda esa construcción historiográfica, en torno a la gran cuestión, la construcción del Estado Nacional, inserto
en un contexto de disputas entre nación y provincias y la preexistencia de una u otra. Cuando se habla de
preexistencia de la Nación, la gran disputa historiográfica es si la nación preexiste o no a las provincias, donde
luego surgen los debates historiográficos, sobre cuestiones irresueltas con respecto a la situación del norte y
el sur en esa formación centralista de la Nación. (Recién para 1955 se dan las provincializaciones).
La provincia que escribe es Buenos Aires, Rómulo Carvia en 1925 en la Historia de la Historiografía del Río de
La Plata habla de géneros menores, haciendo referencia a los territorios nacionales que no tienen categoría
de provincia.
De allí la afirmación de otros autores que a partir de 1955, recién comienza la construcción del Estado
Nacional con un concepto Federal.
Además, sostienen aquellos que no tienen la visión centralista, que las provincias preexisten a la Nación,
porque está en última es un abstracto, ya que fue una necesidad debido al contexto. (Inserción a la división
internacional del trabajo - modelo agrexportador).
Reafirmando que no podemos hablar de finalización de la conformación del Estado Nacional si un 50 % del
país no eran provincias, sino territorios nacionales.
Incluso en un censo de 1914 se dijo que estábamos ante una población “blanca” donde desaparecieron los
“negros y los indios” como un triunfo del proyecto de los año 80 Liberal –positivista, donde la Argentina era
granero del mundo, la tierra bienaventurada que recibía a todos los hombres de buena voluntad.
Observándose una contradicción, porque ni siquiera se había terminado para 1916 la guerra contra el
aborigen, esto fue en 1917.
NUEVA ESCUELA HISTÓRICA
En 1916, nace una Nueva Escuela Historiográfica, la Nueva Escuela Histórica.
Uno de sus referentes fue Agustín García, su obra más destacada fue la Ciudad Indiana. Esto fue producto de
la iniciativa de un conjunto de profesionales agrupados a partir de 1905, que reclamaban un nuevo comienzo
para la historiografía Argentina.
Este grupo estaba integrado por Luis María Torres, Rómulo Carvia, Ricardo Levene, Diego Luis Molinari, Emilio
Ravigniani, Roberto Levillier, Enrique Ruiz Guiñazu.
Hay autores que dicen que esta Nueva Escuela Histórica se prolonga indefinidamente y hay otros que la
llaman en forma despectiva “la Historia Oficial o historia falsificada”. (Más adelante veremos cómo aborda
esta cuestión María Cristina De Pompert De Valenzuela, ya que fueron debates que surgieron en los años
1930).
La Nueva Escuela Histórica, construye una visión institucionalista del Estado, además, fue un relato que se
instalo en las instituciones, su influencia metodológica es absolutamente del historicismo alemán o de la
llamada Escuela Metódica francesa.
Unánimemente seguidores del manual de Ernest Bernheim y la obra de Seignobos, en lo que tiene que ver
con la aplicación del rigor metodológico.
En cuanto a las influencias locales, esta Escuela presenta una precisa filiación a los postulados de las reglas de
la crítica histórica y erudición cuyo precursor fue Mitre.
Cuando se hace una historia erudita, significa construir, elaborar el hecho histórico, a través de amplios
conocimientos en la materia, en este caso la historia, trabajan sobre los documentos, para eso tienen que
estar en contacto directo con las fuentes primarias, cuyo lugar primordial son los archivos.
Su interpretación va ser clásica, es decir el origen de cómo ocurrieron los hechos, cuáles son sus causas
primarias, remotas, directas e inmediatas.

Esta Nueva Escuela Histórica, además de erudita, es una concepción genética con una gran vigilancia crítica
sobre su aplicación metodológica que se basa en las siguientes características.
HEURÍSTICA DOCUMENTAL: hace alusión a las fuentes primarias absolutas, por eso a partir de esta época se
hace mucho hincapié a los archivos de la Nación como a las provinciales que constituyen un espacio de
reservorio documental.
LA INTERPRETACIÓN GENÉTICA: dilucidar cuales son los desencadenantes que nos conducen al hecho central.
Que, cuáles y como es el origen de los hechos históricos, causas remotas, antecedentes inmediatos, mediatos,
hechos, consecuencias, personajes.
A estos dos elementos se le suma LA VIGILANCIA CRÍTICA: Es el control institucional y epistemológico de lo
producido, de ahí el Ser y Estar en la comunidad científica.
En síntesis las características centrales de esta nueva perspectiva son la erudición historiográfica, la heurística
en función documental, y la investigación metodológica desde la génesis del proceso histórico.
Con respecto a la organización textual, adoptaron preferentemente la forma monográfica, estructurada en
torno a la secuencia lineal y amplio enfoque de detalles.
Ricardo Levene, y Emilio Ravigniani, fueron los encargados de darle proyección institucional y consolidación a
esta Nueva Escuela Histórica.
Ya con Ravigniani como director de la Sección Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires.
Levene que era otro de los representantes como Vicepresidente de la Junta de Historia y Numismática
Americana creada en 1893.
Además, estuvo al frente de dos escuelas, una con sede en el Instituto de Historia del Derecho de la Facultad
de Derecho de Buenos Aires y la otra en la Facultad de Humanidades de la Plata.
Para 1930, Levene se transformo en la figura central cuando elaboro sus obras desde los años 20. Hay en este
historiador una concepción de la historia integral, denotando la aceptación de ciertos principios de la síntesis
histórica de Henri Berr.
Los temas que se trabajan son: La Revolución de Mayo, La Pasado Hispánico pero visto como un pasado que
nos lleva a la Revolución y luego un periodo de La Organización Nacional. Rosas prácticamente omitido.

Todo este despliegue de estructuras, tanto de establecimientos como de recursos hay que verlo desde el
contexto, donde la misión primordial va ser construir un relato donde se intente explicar cómo se construyo el
Estado argentino con una visión absolutamente porteñista, donde Buenos Aires es el artífice de esa
construcción del Estado.
Ravigniani se instala en Paraná, en 1909, y desde los archivos investiga sobre la organización constitucional,
además, el objetivo era reivindicar a Urquiza, ya que Paraná fue capital de la Confederación Argentina en el
proceso de Organización Nacional.
Romulo Carvia, también fue otro referente, quien escribe la primera Historia de la Historiografía del Río de la
Plata, 1925.

DÉCADA DE 1930
EL REVISIONISMO
Surge con la intención de impugnación a la historiografía de la Nueva Escuela Histórica.
El contexto en el que surge es de crisis económica mundial, caída del radicalismo, revisión de los modelos
liberales, tanto políticos como económicos, surgimiento del nacionalismo, primeras intervenciones de las
fuerzas armadas. Este Revisionismo, surge como una contra Historia. Sus representantes fueron los hermanos
Julio y Rodolfo Irazusta quien escribe La Argentina y el Imperialismo Británico, de 1934, Carlos Ibarguren,
Ernesto Palacio con su obra “La Historia falsificada” y más tarde José María Rosa.
Estos representantes no estuvieron en las Universidades pese a que eran profesores, ellos estaban aparte, es
una Historia de carácter contestaría, marginal, donde su principal preocupación va ser dilucidar porque se
llegó a la crisis, que fallo en el modelo político social impuesto por el liberalismo. Llegando a la conclusión que
fue un modelo de dependencia de los grandes capitales británicos que nos sometieron a un estado de
colonialismo, donde su punto culminante va ser la firma del pacto Roca – Runciman.
Por eso aparecen grupos nacionalistas como el FORJA, y aunque también tienen como misión la revalorización
de Rosas, eso explica el resurgimiento de aportes anteriores como el de Adolfo Saldias, Historia de la
Confederación, Ernesto Quesada, La época de Rosas, David Peña, etc.
En un esfuerzo de comprensión que pretendía ir más allá de posturas partidarias.
El revisionismo representa una línea de renovación de mirada nacionalista, anti imperialista, Moreira la llama
la contra academia y contramemoria, la denominación de movimiento de contra Historia se la da la Dra. Diana
Cuatrochi Woissn que hizo su tesis doctoral sobre Rosas y sobre el concepto de contra historia.
Un ejemplo mundial sería la Historia positivista, metódica en Francia y el surgimiento de Historia de Annales
con otra mirada.
En lo concerniente a lo metodológico, se atribuye a esta corriente un carácter ensayístico y debilidad
heurística de sus trabajos, con una extrema simplificación de la complejidad histórica, mostrando que muchos
de los revisionistas estaban más interesados en reinterpretar la historia Argentina que en dedicar esfuerzo en
reconstruirla cuidadosamente.

En 1938 aparecen dos instituciones señeras:


*LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, es una institución oficial fundada con el apoyo del Estado
Nacional, periodo en el que están los conservadores en el poder (1930 – 1943).

El funcionamiento de esta Academia Nacional de la Historia hay que pensarla al estilo de la Academias
Occidentales europeas o Norteamericanas, donde en sus primeras décadas fue manejada por un grupo muy
cerrado pero ya en las últimas décadas desde los años 80 en adelante y sobre todo en los años 2000 se está
llevando a cabo una política de inclusión como una muestra de lo que es la historiografía Argentina por eso
incluye a historiadores de diferentes líneas, lo que interesa es que haya rigurosidad y seriedad en la
investigación.

*EL INSTITUTO JUAN MANUEL DE ROSAS, pero como un Instituto independiente autónomo, no adhiere
a ninguna Academia Oficial, hoy este Instituto que durante la época de Perón tuvo mucho apoyo teniendo una
de la bibliotecas más grandes de América Latina, está prácticamente abandonada.
Con la creación del Instituto de Investigaciones Históricos Juan Manuel de Rosas, en 1938, se da las
publicaciones de Revistas, la apertura de locales revisionistas, Moreyra dice que esto fue más parecido a
comités políticos, que a centros de investigaciones, ya que la actividad que allí se desarrollaban así lo denotan.
Las diferentes acciones del Instituto revisionista están marcadas por conferencias, cursos para estudiantes
secundarios y universitarios, debates, asambleas, actos callejeros. Además, de la utilización de folletos y
afiches, como medios de propagandas.
Este Instituto, tuvo una débil, casi nula inserción en las universidades, a excepción de Carlos Ibarguren, con
una larga trayectoria en la Facultad de Filosofía y Letras.
El revisionismo como penetración Institucional en la Universidades se da recién en los años 70.
“LA HISTORIA OFICIAL”
Esta es una frase que encierra un matiz peyorativo despectivamente se menciona autores que escriben la
“historia oficial”.
Tiene un origen y objetivo ideológico, pero que carece de fundamentos pues generalmente al utilizar esta
calificación no se ha evaluado críticamente el contenido del texto, las fuentes y metodología.
Esta afirmación fue acuñada en la década del 30 del siglo XX, para aquellos que lo sostenían esta expresión era
sinónimo de falacia teniendo en cuenta el carácter subjetivo. Pues sostenían que se trata de un relato
elaborado por historiadores integrantes de una institución que siguen la corriente historiográfica iniciada por
Mitre, cuyo objetivo en su discurso era justificar las medidas políticas de tipo liberal llevadas a cabo en el país,
en la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX.
El carácter de oficial le ha sido dado por su relación con el ámbito educativo gubernamental, a través de la
confección de planes de estudio y programas cuyo contenido se toma de esta historia.
Así mismo por el hecho de que la elaboración de la Primera Historia General Argentina, fue financiada desde
esferas oficiales con fondos del presupuesto nacional.

*EL ORIGEN DEL CONCEPTO, El surgimiento de la denominada “historia oficial” coincide con tres hechos
casi simultáneos.
*La aparición de la edición de La Historia de la Nación Argentina publicada por la Junta de Historia y
Numismática Americana (desde 1938 Academia Nacional de la Historia).
*La aparición de la obra de Ernesto Palacio “La Historia Falsificada”.
*La creación y los primeros trabajos del instituto de investigaciones históricas “Juan Manuel de Rosas”.

*LA HISTORIA DE LA NACION ARGENTINA, En mayo de 1934 el entonces presidente de la Junta y


Numismática Americana, Dr. R. Levene, presentaba al organismo un proyecto de edición de una Historia
General Argentina, la propuesta fue aprobada y se resolvió iniciar las gestiones para obtener del gobierno
nacional los fondos necesarios para publicarla.
En forma casi unánime se consideraba que la obra era el producto de los adelantos logrados por la
denominada La Nueva Escuela Histórica, y aunque la adjudicación de fondos públicos posibilitó su impresión
no es razón suficiente para que se considere al texto como la “historia oficial”.

*ERNESTO PALACIO Y LA HISTORIA FALSIFICADA, Poco después de que se anunciara la publicación de


la obra mencionada, Ernesto Palacio lo calificaba como la versión oficial que pronto se solemnizara con una
veintena de volúmenes bajo la dirección de Levene, a quien Palacio consideraba como la historia dogmatica.
Si bien el calificativo se daba a esta obra por extensión se aplicaría a toda la producción de la junta (ya
convertida en Academia).
Tal vez por circunstancias políticas o por el surgimiento de posturas historiográficas reivindicatorias el
concepto adverso se fue consolidando y arraigando en el tiempo. Además de los argumentos debido al
contexto que atribuía la culpa al liberalismo que domino la actividad cultural del país con promesas de
progreso y que no hizo otra cosa que provocar una fuerte crisis económica y fracasos políticos.
Así se relacionaba estrechamente el hecho de no tener una historia perpetuamente renovada y útil.
Para este autor dominaba en nuestro país la falsa idea de una historia dogmatica que aseguraba conclusiones
históricas como cosas juzgadas.
La denominada historia hecha con criterio conservador hizo que estos historiadores como Palacios la llamarán
“Historia Liberal”.
El objetivo que se proponía Palacios era lograr asimilar el concepto de “historia falsificada a la de historia
oficial”, argumentando que la historia falseada perseguía objetivos políticos y económicos en relación a esa
historia oficial con la argumentación de que esos objetivos fueron monopolizados por instituciones apoyado
económicamente por esferas oficiales sobrevalorando su prestigio y marginando a quienes no participan de su
postura.

*EL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS JUAN MANUEL DE ROSAS, Fundada en agosto


de 1938, su objetivo era la revalorización de Rosas considerado el paladín argentino del anti-imperialismo o el
defensor de los intereses nacionales, sus miembros estaban convencidos que podrían destruir las “fabulas”,
clara alusión a la Academia Nacional de la Historia.
En 1939 comienza a aparecer su revista en cuyas páginas puede leerse con frecuencia las denominaciones
como “historia oficial o historia falsificada” muchas veces como sinónimos, principalmente en la década del
40.
Sus imágenes se ligan indisolublemente con Mitre y López, principalmente con el primero. En el caso de Mitre
se asocia su condición de historiador con la de gobernante o persona vinculada con el poder y con sentido de
ironía afirmaban “que discusión puede haber con un historiador que en un mismo tintero tiene la pluma de
recrear la historia y con la misma hace decretos”.
Se atribuye a la denominada “historia oficial” haber falsificado la conciencia argentina cuyo ámbito de mayor
deterioro ha sido, para esta postura, sus nefastas influencias en el ámbito escolar, en sus tres niveles.
Así bajo el sugestivo título de “historia oficial historia muerta” se dan a conocer en 1941 en el diario La
Nación, los resultados de una encuesta realizada por un profesor en la cual se aprecian las cantidades de
conocimientos que carecen los alumnos de nivel medio, los gruesos errores que se han instalado en la mente
de los educandos y el escaso interés que la materia despierta en ellos.
En síntesis otorgaban a esta visión historiográfica que surgió en el siglo XIX al amparo de la ideología e
intereses liberales, propios de una clase dominante, la imagen estatismo e inmovilidad y que se ha transferido
también a lo reunido bajo la denominación de Nueva Escuela Histórica; cuyos ámbitos de reproducción son las
instituciones y cátedras especializadas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y
de Humanidades de La plata.
El revisionismo que el Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” reclamaba no constituía
formalmente una novedad en la historiografía ya que lo habían inaugurado con la misma temática, aunque
discretamente, Adolfo Saldias hacia hace casi medio siglo, lo continuarían Ernesto Quesada, David Peña,
Ramnon J. Carcano, enfocando asuntos afines.
Como posición abordada ante estos postulados la autora María Carmen de Pompert de Valenzuela sostiene
que no se puede hablar de inmovilidad, ni estatismo porque contemporáneamente, a surgidas estas críticas
en la década del 30, Emilio Ravignani y Diego Luis Molinari difundían, a través de cursos y conferencias los
resultados de sus pormenorizadas investigaciones sobre la época de Rosas.
Aunque no se puede establecer como calificación de antirosista a las divulgaciones de la denominada “historia
oficial”, si es cierto que este movimiento historiográfico argentino se presentaba como cauteloso ante este
tema y lentos en su desarrollo ya que los tomos de la Historia de la Nación Argentina que se ocupaban de el
periodo que cubre su mandato demoraron en aparecer.
Además es preciso destacar que en 1921 cuando la Sección de Historia de la Facultad de Filosfia y Letras de la
UBA se transforman en Instituto de Investigaciones Históricas, bajo la dirección de Ravignani, se reformula el
plan de heurística editorial de la institución, orientándose las búsquedas, hacia archivos de Buenos Aires y del
interior para localizar la documentación de la época de Rosas, con el propósito de “interpretar la realidad de
una manera más serena ya adecuada”.
Por otro lado se podrían citar numerosas iniciativas presentadas por los supuestamente adheridos a esta
“historia oficial” donde se buscaba promover la actividad de los alumnos de que formaran su propio concepto
acerca de hechos y personajes.
Así Levene, en el Congreso de Ciencias Sociales, celebrado en 1916 en Tucumán, el mencionado autor propuso
editar un volumen de documentos seleccionados y organizados que permitiera a los alumnos hallar los datos
con los que pudieran reconstruir los hechos del pasado.
El segundo Congreso de Historia de América celebrado en Buenos Aires en 1937, fue ocasión propicia para
reiterar la propuesta. En esta reunión se debatieron las variantes a introducirse en los planes de estudio para
dar mayor importancia al enfoque de la geografía y la historia nacional.

Siguiendo con la postura de María Carmen de Pompert de Valenzuela, dice que no hay que olvidar el carácter
subjetivo de la historia que llega a nosotros, ya que se elabora en una mente humana, la que no puede
despojarse de sus ideas, vivencias, sentimientos etc. De modo tal que no llega a nosotros como realmente
ocurrió, sino como interpretación del autor acerca de lo que sucedió.
Ahora, lo que va sostener la autora en su posicionamiento es que no puede aceptarse una homologación
entre “historia oficial, e historia falsificada”.
Que en todo caso puede aceptarse la característica de oficial ya que la difusión se hizo a través de organismos
e instituciones oficiales, pero nadie puede dudar de las investigaciones realizadas con el más amplio criterio
de erudición, con metodologías de vanguardias, con respecto a modernas concepciones historiográficas.
El uso del término historia oficial disminuyó su frecuencia en la década del 60 pero no perdió vigencia, lo
mismo ocurrió en la década siguiente.
En ocasiones se los reemplazo por historia liberal, conservando implícitamente su connotación peyorativa.
La década del 80 con sus peculiares características en el acontecer político del país actualizo su uso. Una
película premiada con ese título y una canción que lo menciona contribuyeron a renovar su sentido de
falsedad.

La irrupción del peronismo no significo que la historia revisionista se impusiera como una
historia oficial e institucionalizada.
El éxito más tangible, en todo caso, de los revisionistas se sitúa en el plano de la divulgación, sobre todo en la
medida en que se benefician cada vez más del control de la prensa instaurado por el peronismo, ya que los
escritores revisionistas colaboraron ampliamente con la prensa peronista en los diarios Tribuna, El Líder y
Democracia, y en la revista Hechos e Ideas, así como en la nacionalización de La Prensa.

La caída del peronismo marco un hito importante en la Historia del revisionismo.


Entre 1955 y 1975 se produjeron la apropiación y reformulación parcial del revisionismo por parte del
peronismo.
Algunas de sus propuestas más duras, como la impugnación al modelo agro exportador, a la tradición política
liberal y la denuncia contra el imperialismo se integraron a la visión del mundo que portaba el peronismo y
junto al elemento principal que era la proscripción del movimiento encabezado por Perón, el revisionismo no
solo se identificaba sino que se expandía a través del peronismo.
Así estas conjunciones de características se convertían en la interpretación “Oficial” del revisionismo con
respecto a la historia nacional.
No obstante este proceso provoco disidencias entre los revisionistas, y en este sentido la etapa pos peronista
también exhibió posturas diferentes, expresada en la formulación de Irazusta y en el neo revisionismo
revolucionario con la integración de la perspectiva marxista.
En el primer caso caído el peronismo Julio Irazusta va a redefinir el revisionismo, al que se proclama fiel como
una disidencia solo parcial frente a la Historia Oficial al que culpaba de haber falsificado no solo la imagen de
Rosas sino también la de los fundadores del orden constitucional. Esta posición se exterioriza en 1963 en la
obra “La influencia económica Británica en el Río de La Plata”, esta es una reformulación del libro de 1934.
“La Argentina y el Imperialismo Británico”, donde colocaba a Rosas en el centro de una constelación de
Héroes positivos.
Esta posición “moderada” tuvo su “unión” entre las tradicionales historiografías argentinas y el revisionismo
con un hecho consagratorio, la incorporación de Julio Irazusta a La Academia Nacional de la Historia. Quizá
pueda explicarse esto, desde el punto de vista de posicionamientos ideológicos - políticos ya que los
Ibarburen, oriundo de Salta, y los Irazustas, entrerrianos, de afiliación al Partido Radical. Perteneciente a la
elite entrerriana, dueños de grandes frigoríficos.
En lo que podría considerarse un revisionismo de “guantes blancos” estaría Gusaniche, santafesino.
Pero para los demás grupos “contestatarios” la problemática del imperialismo seguía siendo la principal
preocupación.
Entre los revisionistas veteranos solo José María Rosas acompaño con entusiasmo esa ampliación de la base
humana e ideológica del revisionismo. Es el máximo representante del revisionismo y con él se da la
peronizacion de esta corriente historiográfica.
A él se sumaron los neo revisionistas formados en décadas de producción historiográfica bajo el signo
marxista como Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Puiggros, Eduardo Artesano y Milciades Peña. Esta visión
marxista del revisionismo reemplaza irremediablemente el foco de atención del conductor que se situaba por
encima de las clases para subordinarla a una clase política común.
Es así que para esta línea neo revisionista marxista el papel central de Rosas en la visión histórica se va ver
efectivamente socavada en comparación del neo revisionismo conservador que tenía entre sus metas la
revalorización de los caudillos provinciales constituidos en rivales a Rosas a través del desplazamiento de este
por figuras como Peñaloza y Varela. El neo revisionismo de izquierda se identifica con la Historia de las clases
oprimidas.
Si ya para mediados del siglo XX, las teorías marxistas no eran de fácil aplicación, por la simple razón que Marx
escribe para su contexto del siglo XIX, dificultad por cierto que no fue solo para la aplicación de la sociedad
Argentina, sino a nivel mundial, ya para entrada la década del 70 se torno aun mas forzado, por el ambiente
totalmente distinto, que se mezclaba incluso con la vuelta de Perón, que hacia un clima de confusión para
propios y extraños, ya que ni siquiera el propio líder exiliado con su venida al país, pudo conformar porque
generacionalmente no pensaban igual. Por lo tanto en ese clima enrarecido el revisionismo se va ir de alguna
forma disgregando.
Si bien en los años posteriores siguieron funcionando instituciones y publicaciones de esta corriente, su
declinación como interpretación del pasado puede ubicarse a mediados de la década del 70.
Las causas que motivaron esa declinación fueron: La radicalización de los planteos revisionistas, la
desaparición de sus figuras centrales que habían animado la prédica revisionista y su arcaísmo metodológico
que aparecía fuera de tiempo frente a las nuevas propuestas de la Historiografía mundial.
1955 – 1966
CONTINUIDADES Y RUPTURAS
LOS HISTORIADORES RENOVADORES
Cuando se habla de continuidades y rupturas, es preciso especificar que estas características se extendieron a
varios ámbitos de la sociedad.
Con lo que respecta a las continuidades, en el golpe de estado del 16 de septiembre de 1.955, inauguro
entonces una experiencia que se extendió hasta 1.958.
Este golpe contó con el apoyo de un amplio frente político - donde confluyeron conservadores, radicales,
socialistas, demócratas cristianos, grupos nacionalistas, sectores de la burguesía urbana, rural, el grueso de las
fuerzas armadas y la iglesia -. Observándose aquí, un golpe de estado que no era nuevo, teniendo en cuenta
los de 1930 y 1943, las alianzas ocasionales u oportunistas para una determinada coyuntura, que tampoco
resultaban novedosas. Por lo tanto aquí se observa una continuidad.
Y si a rupturas nos referimos, en el orden social y político, este golpe de estado bautizada por sus
protagonistas como - Revolución Libertadora -, tenía como misión fundamental, liberar al país de la “tiranía de
Perón”.
La historiografía argentina no fue ajena a estos virajes. Hacia finales del gobierno peronista se configuro un
grupo renovador en la Argentina en torno a la revista Imago Mundi (1953 – 1955) dirigida por José Luis
Romero que desde su revista elaboro un programa de Historia Social y Cultural, este fue el eje sobre lo que se
organizo la renovación historiográfica que accedió a las cátedras universitarias luego de la caída de Perón en
1955.
Desde mediados de la década del 50 en la Argentina se produjo el intento de una verdadera renovación en el
campo de las Ciencia Sociales. El impulso para esta renovación provino del periodo de apertura ideológica y
cultural que sobrevino al derrocamiento del peronismo, y la influencia de la Revolución cubana.
El problema central para estos historiadores era explicar el fenómeno peronista que se revelaba después del
55 con una enorme capacidad para mantener la adhesión de la clase obrera y ampliar su base política en los
sectores medios. Aclarando que estos historiadores no es que adherían al peronismo, sino su preocupación
giraba más en torno a la explicación de que frente a la proscripción, este movimiento utilizo como base
operatoria la resistencia obrera - sindical.
En los años 1960 se da la renovación historiográfica, acá esta Luis Alberto Romero, Tulio Halperin Donghi,
Chiaramonte, Assadourian, Roberto Cortes Conde, Ezequiel Gallo, Nicolás Sánchez Albornoz y Reina Pastor,
todos estos son Historiadores renovadores.
Estos historiadores promovían una relectura y transformaron de la mirada historiográfica de la Historia
Nacional, luego viene el advenimiento de las dictaduras, la época del exilio, las censuras, se van a Europa y
EEUU, no por revolucionarios, sino por mostrar un pensamiento moderno influenciados por el Marxismo, el
Cliometrismo etc.
Una vez instaurado la democracia, 1983, regresan al país y recién son incorporados en la Academia Nacional
de la Historia.
Esa disputa entre ruptura y continuidades, quedo bien representada en La Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires, que constituyo un ejemplo claro de que la ruptura política de 1955, no implico la
hegemonía de una tradición historiográfica existente, ni la renovación total de la misma. Sino más bien de
una dualidad y una cohabitación entre los representantes de la Nueva Escuela Histórica y el nuevo grupo de
Historiadores Renovadores.
En el caso de la Nueva Escuela Histórica, quedo plasmado con el retorno a una posición central del principal
discípulo de Ravigniani, Ricardo Callet – Bois, lo que implicaba el control, de esta corriente historiográfica, de
toda el área docente de la Historia Argentina y Americana.
En cambio los historiadores renovadores tuvieron un enorme peso en la política de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires y el acceso de Romero en 1963 al decanato fue una nueva prueba de
ello.
Pero las cosas fueron algo diferente en el Departamento de Historia donde apelaron a la creación de nuevas
materias como Historia Social General a cargo de Romero o luego Historia Social Argentina a cargo de
Halperin Donghi.
El hecho de que ella no ocupara una posición central en la currícula revela en toda su dimensión la lentitud de
la penetración de los historiadores renovadores.
Esta puja no detuvo la influencia de corriente renovadora, y va tener mucha influencia en las Universidades,
especialmente en las de Rosario, Córdoba, incluso en Buenos Aires. Los referentes máximos de esta
propagación renovadora van a ser José Luis Romero en Buenos Aires y Rosario, y Ceferino Garzón Maceda en
Córdoba.
José Luis Romero en su carácter de prestigioso historiador, renovador y político socialista, fue un inevitable
eje para el movimiento rosarino, junto a Nicolás Sánchez Albornoz se afianzo el influjo de un grupo de
historiadores que integraron entre otros Roberto Cortes Conde, Haydee Gorosteguí, Ezequiel Gallo, Reyna
Pastor y Alberto Plá.
Garzón Maceda oriento a sus estudiantes a la búsqueda y explotación de las fuentes que se encontraban en
los repositorios cordobeses. Uno de sus discípulos Carlos Assadourian, se aboco a los estudios de la serie de
protocolos de la que surgieron posteriormente sus trabajos sobre el comercio de esclavos en Córdoba en 1965
y su importante estudio sobre los circuitos mercantiles en los espacios peruanos, en especial el comercio de
mulas durante el siglo XVII.
Estos historiadores promovían una relectura de la Historia Nacional desde una perspectiva científica que se
nutría en un dialogo con la Ciencias Sociales y el contacto con las corrientes más modernas de la historiografía
internacional entre los que se destacaban el estructural funcionalismo Norteamericano, introducido en la
Argentina por Gino Germani y la postura de Annales.
Estas influencias se hacían más evidentes y más elusivas en principio, por el periodo que el grupo renovador
había elegido para realizar sus investigaciones: los procesos de cambio de la sociedad argentina de la segunda
mitad del siglo XIX.
Los ejemplos de influencia más concreta tuvieron que ver con los intentos de realizar una Historia que se
aproximara a los modelos provistos por la Historia serial o la Historia Demográfica, esta tarea sistemática se
emprendió en el Instituto de Investigaciones históricas de Rosario.
La tendencia renovadora se nutrió también de la Ciencia Sociales; concretamente de la influencia de la
Sociología y la Economía que buscaba recuperar esa dimensión histórica. Un ejemplo paradigmático de ello es
la vinculación entre el Instituto de Sociología de la Universidad de Buenos Aires dirigido por Gino Germani y el
centro de Historia Social dirigido por José Luis Romero. A estas dos confluencias se agrega la del Marxismo y
algunos integrantes del grupo renovador.
A partir de los 60 el movimiento renovador en los términos de investigación y en el debate académico, si bien
encontró sus núcleos en las Universidades también se exteriorizo fuera de los ámbitos oficiales. En este
sentido, la creación de Instituto Di Tella, del Instituto de Desarrollo Económico y Social y de la Revista
Desarrollo Económico fue signo característico de la época.
En cambio para 1955 la orientación auspiciada por Levene conservo plena vigencia en el Instituto de Historia
del Derecho de Buenos Aires y en Instituto de Investigaciones Históricas Emilio Ravigniani, que no lograría
recuperar el lugar central que Ravigniani le había asegurado.
La perspectiva de los años 60 planteo una renovación de los ámbitos institucionales académicos propicio
nuevos temas, enfoques, técnicas y métodos y propuso una interpretación global de ciertos procesos
históricos que articulaba matrices conceptuales bien definidas.
El golpe de Estado de 1966 que ataco directamente a las Universidades fue solo un anticipo de lo que vendrá
con las intervenciones de Isabel Perón, las persecuciones de La Triple A y la dictadura militar implantado en
1976.
Algunos investigadores se exiliaron y se asentaron en Universidades extranjeras otros siguieron actuando en
instituciones privadas, recién a partir de 1983 (restauración democrática), el proyecto renovador lograra
fortalecerse sobre nuevas bases.
Lo que se ha denominado renovación historiográfica no implico un proceso de ruptura radical y, por ende, no
significo la sustitución de tradiciones precedentes.

Una gran importancia tuvo en todo este tiempo, la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba) es
la editorial universitaria de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y la mayor de su tipo en la Argentina.
Orígenes de la editorial, En 1955 se creó el Departamento Editorial de la Universidad de Buenos Aires, que
tomó a su cargo la publicación de la Revista de la Universidad de Buenos Aires, que había sido creada en 1904,
e inició la publicación de una serie de libros de Agronomía y Veterinaria, Ciencias
Económicas, Derecho y Ciencias Sociales, Filosofía y Letras.
En este segundo aspecto el Departamento fue sustituido en junio de 1958, por iniciativa del rector de la
Universidad de Buenos Aires Risieri Frondizi, por la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA).
A partir de 1959, inició una extensa labor editorial, habiendo publicado hasta fines de 1961, más de 150
títulos. En 1965, la editorial contaba con:
*830 distribuidoras y librerías que ofrecían el material de EUDEBA; *103 puestos de diarios y revistas; *40
stands instalados en facultades de todo el país; *41 kioscos callejeros; *7 kioscos en hospitales; *65
concesionarios en todo el país; *40 vendedores a crédito; *35 comisionistas; *2 librerías propias.
Además, contaba con una sucursal en Chile y distribuidoras y librerías que cubrían América Latina, España,
Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón e Israel. Hacia 1966, la editorial ya contaba con 200 empleados de
planta estable y 300 colaboradores.
El golpe de Estado de 1966, donde Juan Carlos Onganía derroca al gobierno democrático de Arturo Illia y se
inicia así un período aciago para la historia universitaria argentina.
El 28 de junio de ese mismo año, la Universidad de Buenos Aires emite un comunicado denunciando
públicamente el golpe de Estado y llamando a los docentes universitarios a defender el gobierno académico y
la autonomía universitaria. Un mes más tarde, el 28 de julio, se produce la llamada Noche de los Bastones
Largos, donde la policía reprimió con dureza a los estudiantes y profesores universitarios que se encontraban
realizando una manifestación. La represión fue particularmente violenta en la Facultad de Filosofía y Letras y
en la Facultad de Ciencias Exactas.
Luego de estos acontecimientos, casi 1400 profesores de distintas facultades decidieron renunciar en protesta
a la represión.
En mayo de 1966, la Editorial había alcanzado a publicar su ejemplar número diez millones.
Luego EUDEBA, es la que instala a los nuevos académicos, con el retorno de la democracia. En la actualidad
sigue funcionando.

LOS NUEVOS ACADEMICOS


El marco temporal que abarca es de 1983 en adelante (advenimiento de la democracia). Devoto habla de la re
profesionalización de la historia en este periodo (Devoto, hace poco tiempo que forma parte de la Academia
Nacional de la Historia), el estuvo en Italia al igual que otros historiadores durante la última dictadura donde
fueron exiliados.
Los que no se exiliaron, actuaron en las provincias, pero mantuvieron un perfil bajo, luego con el retorno de la
democracia, salen a la luz obras no publicadas en el periodo mencionado.
Al estallar la dictadura militar, que se bautizo a sí misma “Proceso de Reorganización Nacional”, se llevo a
cabo un terrorismo de estado, por un aparato represivo que incluyo censuras, persecuciones, matanzas,
desapariciones, exilio, entre otros delitos.
En este contexto las ciencias sociales y humanísticas, filosofía, antropología, ciencias políticas, historia, letras,
psicología, entran en la mira de los sistemas represivos por considerarse ámbitos “peligrosos”, espacios o
lugares donde se observa el debate, la discusión de las vanguardias ideológicas que eran modelos teóricos,
inspirados en hechos ocurridos tales como, el pensamiento renovador de la iglesia después del Concilio del
Vaticano, en el contexto de la guerra fría, cuando a fines de la década del cincuenta, asume como Papa Juan
XXIII, la iglesia entraba en una etapa de cambios que para muchos resultaría inesperada.
Preocupado por el alejamiento de millones de fieles de las creencias cristianas, en 1.959 se convocaba al
Concilio Vaticano, - donde además de defender la necesaria vigencia de los derechos humanos en el mundo,
se oponía a la carrera armamentista característica de la guerra fría y abogaba por la necesidad del diálogo y
entendimiento entre marxistas y cristianos - .
Ese rumbo seria mantenido, en líneas generales por su sucesor Juan Pablo VI quien ponía particular atención a
los acontecimientos de América Latina.
A la vez, que daban a conocer públicamente un documento que alababa las virtudes del sistema socialista.
Así, es como surgen el movimiento del tercer mundismo aparecido después de la revolución cubana en 1959,
la formación de fuerzas revolucionarias que buscaban la transformación del sistema como grupos que seguían
al “Che”.
Es así, como el aparato represor del estado, decidió atacar lo que ellos consideraban eran los focos de
irradiación de estas ideas “raras”. De esa manera los sujetos universitarios, docentes, autoridades, alumnos
son los que van a protagonizar los fenómenos de éxodo y exilio.
El éxodo fue un movimiento voluntario y forzado por la misma situación, donde estos protagonistas
cambiaron de centros universitarios, “se guardaban”, hasta que se aplaque la situación, se iban a centros
universitarios alejados de su país.
El exilio se dio hacia España, México, Francia, países escandinavos. Donde se prepararon en forma erudita y
extrema en las grandes universidades.
En este tiempo durante la dictadura militar se da lo que se conoce como “silencio ideológico”, por ese “exceso
de pensamiento”, que significo un parate historiográfico.
Hacia 1983, con el retorno de la democracia, se inicia una etapa de renovación historiográfica. Estos hombres
del éxodo, regresan al país y se difunden nuevas tendencias historiográficas ya fundadas y establecidas en
Europa, como ser el giro lingüístico, la microhistoria, historia cultural, historia de los de abajo, la historia de
género, historia ecológica, la nueva historia política, la historia regional e historia reciente.
Aparece una nueva conciencia en los historiadores de la necesidad de plantear marcos teóricos generales para
contextualizar el proceso histórico argentino, es decir, analizar la realidad política socialmente.
Toman al peronismo como gran fenómeno social, político y cultural, se estudia los partidos políticos, los
sindicatos y con ellos los obreros, las mujeres, los militares, el lenguaje, el discurso, la proscripción y la
resistencia. Daniel James, es el primero en trabajar sobre estas características.
Desde 1990 al año 2000, se da la primera generación de Nuevos Académicos, y del 2000 al 2010, la segunda
generación.
En todo este tiempo se publican revistas científicas como “Entre Pasados” y “Desarrollo Económicos”.
Del 2000 al 2005, se da la historia reciente, es decir, aquellas que utilizan fuentes orales, con experiencia de
los testigos, los sobrevivientes, militantes, exiliados, familiares de desaparecidos, lo que se busca es
reconstruir la historia en base a la memoria, ejemplo, de la importancia de la memoria son las Abuelas de
Plaza de Mayo, con la creación de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la desaparición de personas, creada
en 1983, por Raúl Alfonsín). Este instituto investigo las formas de ejecución clandestina para producir luego el
informe “Nunca Más”.
Con la aparición de estos nuevos académicos en esta etapa se da la renovación y fortalecimiento de la
CONICET (1958); en las universidades se crean las Secretarias de Ciencia y Tecnología y se organiza el Sistema
Nacional de Investigaciones, se entregan becas de postgrado y subsidios a proyectos de investigación.
Por otro lado se da la formación de una nueva generación de científicos sociales bajo la dirección de estos
especialistas; por ejemplo Noemi Goldman, quien hace un análisis del discurso de las teorías del giro
lingüístico, a su vez Fabio Wasserman, su discípulo quien trabajo el mito de los orígenes, según el análisis del
discurso.

ALGUNOS NUEVOS ACADÉMICOS


*Hilda Sábato, trabaja fundamentalmente la opinión pública y política.
“La Política en la Calle, Entre el Voto y la Movilización, Buenos Aires 1862 – 1998”, Publicada en 1993.

*Juan Carlos Garavaglia, trabaja sobre todo la economía regional en el Paraguay siglos XVII y XVIII.
“Mercado interno y economía colonial” publicado en el 2009

*María Stella Spinelli, trabaja la dicotomía peronismo – antiperonismo entre 1950 – 1973. “Los vencedores
vencidos. El antiperonismo y la revolución libertadora” publicación 2005

*Marcela Ternavacio trabaja los términos y fenómenos, revolución y gobierno.


“Gobernar la revolución. Poderes en disputa en el Río de La Plata 1810 – 1816” publicado en el 2007.

*Mariano Plotkin, es un antropólogo que trabaja la propaganda, los rituales políticos y educación en el
régimen peronista (19746 – 1955) “Mañana es San Perón” publicado en 1993.

*Liliana Del Ritz, trabaja la concepción política del S XX


Se toma el año 2010 como cierre de la segunda generación en el contexto de la celebración del Bicentenario
donde hay cuentos – ensayos – Congresos – encuentros – publicaciones.
Al mismo tiempo que surgen estos nuevos académicos se da simultáneamente una renovación en la Academia
Nacional de la Historia 1993.
Los nuevos académicos van a escribir la nueva Historia Argentina a partir de planteos La Historia/Problemas,
con nuevos marcos teóricos, giro lingüístico, micro Historia etc.
La Academia Nacional de la Historia escribe la nueva Historia de la Nación Argentina con relatos más clásicos,
conservadores y tradicionales.
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