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El poder puede definirse como la capacidad que tiene el aparato institucional para
imponer a la sociedad el cumplimiento y la aceptación de las decisiones del gobierno u
órgano ejecutivo del Estado. La teoría jurídica moderna identifica poder,
con soberanía o capacidad jurídica del Estado. El territorio, espacio físico donde se
ejerce el poder, se encuentra claramente delimitado con respecto al de otros Estados y
coincide con los límites de la soberanía. La nación o pueblo sobre el que actúa el
Estado es una comunidad humana que posee elementos culturales, vínculos
económicos, tradiciones e historia comunes, lo que configura un espíritu solidario que,
generalmente, es anterior a la formación de la organización política. Ahora bien, el
Estado y la nación no siempre coinciden: hay Estados plurinacionales (con varias
nacionalidades), como la Unión Soviética, y naciones repartidas entre varios Estados,
como es el caso del pueblo alemán.
El aparato estatal se compone de tres elementos organizativos básicos:
la administración, las fuerzas armadas y la hacienda. La administración es la
organización encargada de tomar las decisiones políticas y hacerlas cumplir mediante
una serie de órganos o departamentos (gobierno, ministerios, secretarías de Estado,
gobiernos territoriales o regionales, policía, seguridad social, etc.). La función de las
fuerzas armadas es la de ejercer la defensa del Estado. El mantenimiento de todo el
aparato estatal requiere la recaudación de fondos económicos mediante la contribución
de los miembros de la sociedad, función que corresponde a la hacienda.
Ningún poder político puede mantenerse durante mucho tiempo mediante el uso
exclusivo de la fuerza. Lo que legitima el poder del Estado es el derecho, orden jurídico
que regula el funcionamiento de las instituciones y el cumplimiento de las leyes por las
que debe regirse la colectividad. Al mismo tiempo que lo legitima, el derecho limita
la acción del Estado, pues los valores que informan el cuerpo jurídico emanan, de forma
directa o indirecta, del conjunto de la sociedad. Las normas consuetudinarias, los
códigos de leyes o, modernamente, las constituciones políticas, definen los derechos y
deberes de los ciudadanos y las funciones y límites del Estado. En los Estados liberales y
democráticos, las leyes son elaboradas o aprobadas por los cuerpos
Nación
Conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales,
religiosos, etc., tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y
generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio.
La palabra nación tiene dos acepciones: la nación política, en el ámbito jurídico-político, es un sujeto
político en el que reside la soberanía constituyente de un Estado; la nación cultural, concepto socio-
ideológico más subjetivo y ambiguo que el anterior, se puede
definir a grandes rasgos como una comunidad humana con ciertas características culturales
comunes, a las que dota de un sentido ético-político. En sentido lato, nación se emplea con variados
significados: Estado, país, territorio o habitantes de ellos, etnia, pueblo y otros. Este concepto ha
sido definido de muy diferentes maneras por los estudiosos en esta cuestión sin que se haya llegado
a un consenso al respecto.
La nación cultural es uno de los que mayores problemas ha planteado y plantea a las ciencias
sociales, pues no hay unanimidad a la hora de definirlo. Un punto básico de acuerdo sería que los
miembros de la nación cultural tienen conciencia de constituir un cuerpo ético-político diferenciado
debido a que comparten unas determinadas características culturales. Estas pueden ser
la lengua, religión, tradición o historia común, todo lo cual puede estar asumido como
una cultura distintiva, formada históricamente. Algunos teóricos añaden también el requisito del
asentamiento en un territorio determinado.
El concepto de nación cultural suele estar acoplado a una doctrina histórica que parte de que todos
los humanos se dividen en grupos llamados naciones. En este sentido, se trata de una
doctrina ética y filosófica que sirve como punto de partida para la ideología del nacionalismo. Los
miembros de la nación se distinguen por una identidad común y generalmente por un mismo origen
en el sentido de ancestros comunes y parentesco.
Al fin del estado, lo que podemos visualizar desde una perspectiva triplista o
tridimensional.
Es decir: Desde el orden de la realidad de los comportamientos políticos.
Es decir en la política como actividad que se despliega a través de conductas de
gobernantes y gobernados, todo lo que se hace se hace para alcanzar un fin al término
de la actividad, habiéndolo imaginado, deseado y propuesto primero y antes en la
intención.
Desde el orden de las normas jurídicas:
El fin del estado aparece descripto y formulado mediante normas sean estas escritas o
no. La constitución del estado contiene la descripción de sus fines.
Si tomamos una constitución formal o escritura como la nuestra, el fin es enunciado
fundamentalmente en el preámbulo, afianzar la justicia, promover el bienestar
general, asegurar los beneficios de la libertad, consolidar la paz, promover a la defensa
común.
Fines Objetivos:
Fines Subjetivos:
Fines Particulares:
En alguna medida el fin subjetivo de cada estado es para él su fin particular. Sin
embargo suelen considerarse fines particulares, no tanto los que subjetivamente elige
cada estado sino más bien lo que dentro de los subjetivos, se forja un estado en un
momento histórico determinado, casi diríamos como vocación suya a cumplir
ocasionalmente.
Fines absolutos:
Son lo que desde una posición valorativa, se asignan al estado de modo inflexible, sin
admitir desviaciones. De ningún modo el estado debe apartarse de ese fin. En alguna
medida los fines objetivos pueden considerarse absolutas, pero en otro aspecto, una
teoría de fines subjetivos también pueden preconizar, valorativamente que pese a no
haber un fin naturalmente objetivo, el que subjetivamente elige el estado se
absolutiza.
Fines relativos:
Un relativismo absoluto despoja al estado de fines objetivos y absolutos y convierte a
los fines subjetivos en relativos. Una postura más moderada, ajusta los fines objetivos
a las circunstancias cambiantes y a las necesidades históricas.
Fines universales:
La teoría del fin objetivo rige a tal fin en universal, es decir, en el fin que debe alcanzar
todos los estados. De manera análoga, la teoría de fines absolutos. Pero también la de
los fines subjetivos puede proponer dichos fines con el mismo carácter universal, no
reservándonos para un estado, sino extendiéndolos a todos.
Los exclusivos: son los que incumben nada más que al estado.
Consideraciones generales:
1. todo estado persigue fines condicionado por la capacidad que dispone atendiendo
las necesidades y superando los obstáculos internos y externos.
2. Capacidad del estado: está dada por los medios cualitativos y cuantitativos,
presentes y latentes que dispone el estado en su realidad.
3. Hay estados con mayores capacidades que otros, más poderosos menos poderosos,
por tanto más o menos influyentes e influenciados.
5. El poder no sólo es diferenciado entre estados, sino también en los efectos que
puede producir en su ámbito interno frente a sus necesidades y obstáculos.
Es la concepción de acciones que hacen viable las Políticas de Defensa para enfrentar
con éxito los conflictos de significación y desastres que amenazan la Seguridad del
Estado y de la colectividad nacional. Garantiza la localización, explotación, disposición,
despliegue, empleo y aprovechamiento de las posibilidades o recursos, precisando el
punto de la aplicación de las fuerzas del Poder Nacional y del Potencial Nacional.
Elementos de juicio que la sustentan, vale decir los argumentos esenciales que le sirven
de fundamento.
Descripción de los conflictos (probables adversarios, causas, etc.)
Posible actitud de los países o grupos de interés.
Circunstancias que condicionan su desarrollo.
Plazos y condiciones de su ejecución.
Finalidad general del conflicto.
REALIDAD NACIONAL
El poder nacional
Es un intangible y, como tal, no se puede medir. Sin embargo, el poder nacional reside
en las capacidades nacionales y éstas resultan perfectamente cuantificables o
medibles.
La palabra capacidad proviene de la etimología latina capacitas, que es la cualidad de
lo capaz. Capax o capacis significa “que tiene mucha cabida”, ya que deriva del
verbo capere que se traduce como capturar, contener e, incluso, apoderarse. Así una
primera acepción de la palabra capacidad se refiere a la propiedad de una cosa de
contener o capturar otras dentro de sí o de ciertos límites. En un sentido más amplio,
capacidad podría referir no sólo a la facultad de una cosa para contener otras, sino
también para incluir o detentar ciertas cualidades. Por ello, es posible entender la
palabra capacidad como la aptitud, talento o cualidad que dispone a alguien para el
buen ejercicio de algo.
En el ámbito de las relaciones internacionales, las capacidades pueden ser vistas como
las competencias o aptitudes que tiene un Estado para la concreción de sus intereses en
el sistema internacional. El poder nacional reside así en las capacidades nacionales o, de
forma inversa, las capacidades son fuente del poder nacional. Lo que debe quedar en
claro es que “el poder es una cuestión relativa, las capacidades no”.3 Esto quiere decir
que, si bien el poder nacional es un intangible, las capacidades nacionales son objetivas,
tangibles y mesurables. Por ello, es fundamental observar y ponderar las capacidades
nacionales, ya que en éstas se encuentra cimentada toda base para el ejercicio del poder
nacional.
Debe entenderse como la suma de todas las fortalezas de una nación, que le permiten
establecer su estrategia de desarrollo en pos de los objetivos nacionales pese a los
obstáculos que pueda pasar la Nación en un determinado momento.
Potencial nacional