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INTRODUCCIÓN.
1Los tipos de dominación, de acuerdo con la definición de Weber, son realidades sociológicas;
no realidades sociales. Se trata de conceptos sumamente abstractos, construidos en base a la
exaltación de determinados aspectos de la realidad histórica-social que se tienen como
significativos, con un propósito definido: el de contribuir a ordenarla conceptualmente y servir así
a la formulación de hipótesis; más no deben ser confundidos con la realidad. En otras palabras,
en el mundo real no es posible encontrar estos tipos de dominación en su forma pura. En la
sociedad moderna, por ejemplo, predominan relaciones de dominación que se ajustan al tipo
de dominación racional; pero ello no quiere decir que las relaciones de dominación
tradicionales o basadas en el carisma hayan sido del todo extinguidas.
2Como lo ha señalado Guillermo Rochabrun (1993), Parsons va más lejos que el propio Hobbes:
lo que en Hobbes era una preocupación política, nacida de una situación histórica particular -la
agitación política que vivía Inglaterra hacia 1650-, en Parsons se amplía y generaliza a una
pregunta por el orden social. Parsons (1968) pretende superar el “dilema utilitarista”, según el
cual los hombres actúan siempre en función de fines que eligen al azar; pero, al actuar así, lo
más probable es que produzcan una sociedad profundamente inestable. Este dilema conduce
necesariamente a la pregunta por el orden: ¿cómo es posible una sociedad estable en la que
los individuos actúen conforme a sus fines particulares?. Parsons responde a esta pregunta con
su “teoría voluntarista de la acción”. De acuerdo con esta teoría, puesto que los deseos
individuales son en principio ilimitados, la condición para que éstos produzcan un orden social
estable, que satisfaga igualmente el interés individual, es que estén regulados por normas. Las
normas no sólo regulan “externamente” la acción humana, sino que intervienen directamente
en la elección de los fines de los actores individuales. Parsons supera así el “dilema utilitarista”,
cuyos supuestos, de aplicarse de modo estricto, significarían una vuelta la “estado de
naturaleza” descrito por Hobbes.
3Parsons trabaja, de acuerdo con la clasificación propuesta por Habermas (1987), con un
modelo de acción regulado por normas. Este modelo de acción presupone la relación entre un
actor y dos mundos: el mundo objetivo (mundo de estado de cosas existentes) y el mundo
social. Como dice Habermas, “junto al mundo objetivo de estado de cosas existente aparece el
mundo social al que pertenece lo mismo el actor en su calidad de portador de un rol que otros
actores que pueden iniciar entre sí interacciones normativamente reguladas“ (T. I, pp. 127 - 128).
El concepto central en este modelo de acción es el de “observancia de una norma”, esto es, el
cumplimiento por parte de los actores involucrados en una situación de interacción de
expectativas generales de comportamiento.
4Elíasinsiste mucho en esta idea: “es impensable -nos dice- que el proceso civilizatorio haya sido
iniciado por seres humamos capaces de planificar a largo plazo y de dominar ordenadamente
todos los efectos a corto plazo, ya que estas capacidades, precisamente, suponen un largo
proceso civilizatorio” (p. 449). Y, más adelante, como para que no quede dudas, no dice lo
siguiente: “la civilización no es «racional», y tampoco es «irracional», sino que se pone y se
mantiene ciegamente en marcha por medio de la dinámica propia de una red de relaciones,
por medio de cambios específicos en la forma en que los hombres están acostumbrados a vivir.
Pero no es imposible en absoluto que podamos hacer de ella algo «más racional», algo que
funciones mejor en el sentido de nuestras necesidades y de nuestros objetivos. Puesto que
precisamente en correspondencia con el proceso civilizatorio, el juego ciego de los mecanismos
de interrelación va abriendo poco a poco un campo mayor de maniobras para las
intervenciones planificadas en la red de interrelaciones y en las costumbres psíquicas,
intervenciones que se hacen en función del conocimiento de estas leyes no planificadas” (p.
451).
5De acuerdo con Freud (1970a y b), existen tendencias primarias en el hombre que él denomina
pulsiones (triebe), las mismas que tienen un origen biológico. Entre estas caben mencionar las
pulsiones sexuales y las agresivas. Estas pulsiones exigen su inmediata satisfacción y se rigen por
el principio del placer, que hace del hombre un ser egoísta, agresivo e irracional. Estas pulsiones
“naturales” son reprimidas por el hombre en tanto que accede a la cultura. La cultura se opone
a la naturaleza humana. Al hacerse civilizado el hombre renuncia a la experiencia placentera
de satisfacer sus pulsiones biológicas conforme a su interés egoísta. El hombre tiene que atenerse
al principio de realidad que le ordena reprimir estas pulsiones. Esta situación le produce malestar.
A los hombres les es imposible vivir en el aislamiento; pero igual, experimentan como un peso
intolerable los sacrificios que les impone la civilización. Esto es inevitable. Es lo que hace posible
la vida en sociedad. De lo contrario, de optar por satisfacer sus pulsiones primarias en función de
su interés egoísta, los hombres vivirían en guerra unos contra otros.
6Parsons realizó una recepción un tanto tardía de Freud en “El Sistema Social” (1966a), su
segunda gran obra, publicada originalmente en 1951. Como dice Alexander (1995), “Parsons
toma la brillante visión freudiana del proceso de formación del superyo y la generaliza,
convirtiéndola en un aspecto de su abarcadora teoría” (p. 39). La doctrina del superyo, que
Freud había circunscrito al funcionamiento de la autoridad paterna, Parsons la generaliza para
explicar el funcionamiento del orden social: las normas que regulan desde dentro el
comportamiento de los actores y determinan sus fines, son previamente “internalizadas” por los
individuos en el marco de su proceso de socialización.
7Es necesario subrayar la diferencia entre poder y dominación: el poder es positivo, cardinal y
esencial; la dominación, por el contrario, es negativa, ordinal y existencial. “El poder -nos dice
Ibáñez (1985)- conecta el ser y la existencia: lo que es, pero no existe, puede llegar a ser; lo que
existe, pero no es, es potenciado en su ser. La dominación desconecta el ser y la existencia: que
lo que es no exista, que lo que exista no sea nada” (p. 2). Los juegos de dominación son juegos
cerrados o “de suma cero”, en los que lo que gana el uno (el dominador) siempre lo pierde el
otro (el dominado). Los juegos de poder, por el contrario, son juegos abiertos, en los que todos
tienen la posibilidad de ganar. Un buen ejemplo de juego de dominación viene a ser las
relaciones de género. Éstas pueden ser concebidas como el intento recurrente del hombre por
evitar que la mujer sea todo lo que puede llegar a ser. La separación entre lo público y lo
privado, característica de la sociedad industrial, responde a esta lógica de dominación. El
hombre tiene un acceso privilegiado a lo público y puede llegar a ser todo lo que se propone
en el marco de su proceso de individuación. Su ser está conectado a su existencia. La mujer, por
el contrario, está relegada a lo privado, subordinada al hombre, sin llegar a ser todo lo que
puede ser. Su ser permanece desconectado de su existencia. Los roles de madre y esposa, tal
como fueron configurados en la sociedad industrial, le impiden realizarse en lo personal. Esta
situación cambia con el acceso de la mujer a la educación con posteridad a la segunda guerra
mundial. Entonces se inicia un proceso de individuación que conecta el ser de la mujer con su
existencia y que termina por replantear las relaciones entre los géneros, haciendo obsoleta la
separación ente lo público y lo privado tal como la heredamos de la sociedad industrial. En el
contexto de la sociedad del riesgo la relaciones entre los géneros tienden a ser cada vez más
juegos de poder, esto es, juegos abiertos en los que lo que gana el hombre también lo puede
ganar la mujer. O, mejor aún, ambos pueden ganar lo que se proponen en un régimen de
complementariedad y de mutua aceptación. Es decir, siempre que actúen consensualmente en
benéfico de ambos.
Tabla 1
DIMENSIONES DE LA CONDICIÓN HUMANA
Condición humana Tipo de actividad Espacio de realización
La vida. La labor. La vida privada.
Tabla 2
MODELOS DE REVOLUCIÓN MODERNA
Revolución americana Revolución francesa
Libertad. Compasión.
Cuestión política. Cuestión social
Antihistórica. Histórica.
Política. Antipolítica.
8Es conocida la polémica que en la década de los ’60 de la centuria pasada sostuvieran Tomas
Khun con Karl Popper en el campo de la filosofía de la ciencia. Popper (1967) defendía la tesis
de la ciencia como “empresa acumulativa”. De acuerdo con este autor, el desarrollo científico
consistía en un aumento paulatino de conocimiento que progresivamente iban eliminando el
lastre pre científico. El criterio para establecer el status científico de una teoría, de acuerdo con
Popper, era su testabilidad o su refutabilidad. Las teorías científicas consistían en “conjeturas
audaces” que eran abandonadas cuando entraban en conflicto con posteriores
observaciones. Khun (1975) era contrario a la tesis de Popper. Para él el progreso científico no
consiste en la acumulación de conocimientos sino en la sustitución de un paradigma (viejo) por
otro (nuevo) en el marco de una revolución científica. Los paradigmas, de acuerdo con Khun,
vienen a ser logros científicos, universalmente reconocidos, que proporcionan durante cierto
periodo de tiempo modelos de problemas y modelos de soluciones a una comunidad de
científicos. Un paradigma no puede ser falseado, solo puede ser reemplazado por uno nuevo en
el curso de una revolución científica. Para Popper, el progreso científico es un proceso racional
que procede por ensayo y error; para Khun, por el contrario, se trata de un proceso no racional,
que involucra las creencias y los actos de fe que los científicos mantienen en torno a un
paradigma. Los juegos de intereses y la lucha por el poder (subvenciones, reconocimientos,
contratos, etc.) no son ajenos a la praxis científica. Habermas es más cercano a Popper que a
Khun en su planteamiento teórico. Así, por ejemplo, se sirve de la “teoría de los tres mundos” de
Popper para dar cuenta de los “presupuestos ontológicos” de los distintos conceptos de acción,
incluyendo la acción comunicativa. La teoría de Khun cuestionó en sus raíces el mito moderno
de la ciencia que la concibe como el único conocimiento verdadero. Como dice Lizcano
(1993), Khun introdujo el “virus relativista” en la “beatífica comunidad científica” que imaginaron
autores como Merton y el propio Popper. En adelante, la ciencia sería concebida como un
conocimiento más entre otros igualmente válidos. La nueva sociología del conocimiento (NSC),
que a mediados de la década de los ’70 relanzara David Bloor (1998), parte de esta premisa.
Más recientemente, Steve Woolgar (1991) ha develado la “ideología de la re-presentación” que
subyace a la praxis científica, desde una epistemología constructivista. En pocas palabras, el
ethos científico (honestidad intelectual, desinterés, objetividad, etc.) así como la pretendida
universalidad de la ciencia en la actualidad prácticamente han perdido vigencia. La ciencia
hoy en día asume una postura más reflexiva en torno a su quehacer -el “presupuesto de
objetividad” ha sido sustituido por el “presupuesto de reflexividad”- y, de hecho, es más modesta
que antaño.
“Cada vez que los seres humanos distinguimos una emoción en nosotros
o en otro animal, humano o no, hacemos una apreciación de las
acciones posibles de ese ser, y las diferentes palabras que usamos para
referirnos a diferentes emociones, denominan respectivamente los
distintos dominios de acciones en que nosotros o los otros animales nos
11Según Luhmann (1985), la modernidad tiende a incrementar por igual tanto las relaciones
personales como las impersonales: “en comparación con otras formaciones sociales más
antiguas, la sociedad moderna se caracteriza por una doble acumulación: un mayor número de
posibilidades de establecer relaciones impersonales y una intensificación de las relaciones
personales. Esta doble acumulación de posibilidades ha podido construirse porque la sociedad
es más compleja en su conjunto, y porque está en condiciones de regular mejor la
interdependencia existente entre distintos tipos de relaciones sociales; y de filtrar también con
mayor efectividad las interferencias que puedan presentarse” (pp. 13-14). Esta observación de
Luhmann va a contracorriente de la tradición sociológica que sobrevalora el rol de las
relaciones impersonales (incluso cuando las critica) en desmedro de las relaciones personales.
La división de la sociología en macro y microsociología tiene su origen en este mal entendido
sociológico.
Las emociones que cualifican estos dos actos como acciones son
totalmente opuestas. En el primer caso, el cazador está agradecido;
en el segundo caso, la persona que toma la vida de un animal está
orgullosa. Esto es lo que distingue al acto de cazar del acto de
matar o asesinar. El cazador toma al animal cazado como un amigo
al que está agradecido; el que mata o asesina, por el contrario,
toma a su víctima como un enemigo. En consecuencia, lo que hace
que una lanza deje de ser un instrumento de caza para convertirse
en un arma es el hecho de esta sea utilizada para aniquilar a un
enemigo. Cuando esto ocurrió en la historia de la humanidad, es
decir, cuando los hombres convirtieron sus instrumentos de caza en
armas dirigidas a sus semejantes, tuvo su origen la violencia.
12Maturana basa sus afirmaciones en las investigaciones del arqueólogo norteamericano Marija
Gimbutas, además de sus propias investigaciones en el campo de la biología de las emociones
(véase la bibliografía).
“El mundo está cambiando y los derechos de la mujer han llegado a ser
aceptados, ¿es así? Podemos decir que las mujeres están recobrando
sus derechos como ciudadanos totalmente democráticos a través de
los movimientos feministas. Pero, el hecho de que la mujer afirme, y de
que los hombres concuerden con ella, de que ella tiene que luchar o
pelear por lo que ella afirma son sus legítimos derechos como
ciudadana democrática, reafirma la patriarcalidad, que es
precisamente el dominio cultural donde la cuestión de la dignidad y el
respeto mutuo en las relaciones humanas son vividas en términos de
derechos y deberes que tienen que ser asegurados en alguna forma de
lucha social, no como algo natural y propio de la convivencia social
humana. Es la disolución de la lucha que debe llegar después de la
lucha el verdadero propósito de esa lucha, y tal disolución sólo es
posible en el pasaje de una cultura patriarcal a una neomatrística” (p.
66).
13En lo que sigue de este ensayo solo haré referencia a la acción teleológica y a la acción
comunicativa. Al inicio hice mención al modelo de acción normativa cuando aludí a Parsons.
Para mayores detalles respecto a esta tipología de Habermas, véase el Tomo l de su “Teoría de
la acción comunicativa” (1987), pp. 110 y ss.
14Toda la obra filosófica y sociológica de Habermas tiene una profunda motivación política. En
otras palabras, responde no sólo a la madurez intelectual que fue alcanzando a lo largo del
tiempo, sino también a los distintos momentos políticos que le tocó vivir. Véase a este respecto el
excelente ensayo de Ignacio Sotelo (1995) que se menciona en la bibliografía.
15Juntocon Heinz von Foerster, Humberto Maturana y Francisco Varela (1972 & 1984) son los
grandes innovadores de la moderna teoría de sistemas. El paradigma de los sistemas
autopoiéticos ha terminado por desplazar al paradigma clásico sistema/entorno formulado en
décadas anteriores por von Bertalanffy. Este autor ponía atención a la relación entre sistema y
entorno a partir de la noción de sistemas abiertos. Maturana y Varela, por el contrario, señalan
que los sistemas surgen de la diferenciación sistema/entorno y que esta diferenciación se
reproduce al interior del sistema. La distinción sistema/entorno es constitutiva de todo lo que
funcione como elemento del sistema. Éste incorpora a su entorno en su dinámica interna; pero
conserva en todo momento su clausura operacional. Los sistemas son autopoiéticos. El término
autopoiesis viene de dos raíces griegas: autos, que significa sí mismos; y poiesis, que quiere decir
producir, fabricar. Un ser vivo es un sistema autopoiético organizado como una red cerrada de
producciones moleculares, en el que las moléculas generadas reproducen igualmente la red
que las produjo y especifican su extensión. La autopoiesis es la manera de existir de un ser vivo y
su manera de ser una entidad autónoma. Todos los sistemas vivientes existen en tanto que
conservan su organización interna. Los cambios que se producen en su interior son
consecuencia de su adaptación al medio en el que existen. Los sistemas vivientes aprenden de
su entorno. El conocimiento no es de naturaleza sensorial, sino que es producto de la
adaptación del organismo a su entorno. El conocimiento no es un privilegio de los seres
humanos, sino que pertenece a cualquier forma de vida: es la manera a través de la cual
los sistemas vivientes organizan su relación con el entorno y se adaptan a él. Los sistemas
vivientes son sistemas determinados estructuralmente: su funcionamiento depende de su
organización interna antes que de la influencia de su entorno. Todo lo que ocurre en el sistema
viene determinado por su propia estructura, ya sea como resultado de su dinámica interna o
como cambios estructurales “gatillados” en sus interacciones con el entorno. La relación con el
entorno está “internamente” determinada por el sistema, lo que explica su autonomía. Los
sistemas autopoiéticos, entonces, se constituyen y delimitan como redes cerradas de
producción de sus componentes, cuyas sustancias toman de su entorno, o se vierten en él o
participan transitoriamente en el ininterrumpido recambio de componentes que determina su
dinámica autopoiética. El cambio estructural se da como resultado de la dinámica interna del
sistema, “gatillado” por sus interacciones con el entorno, que también está en continuo cambio.
La congruencia entre sistema y entorno es un proceso continuo del que depende la
supervivencia del primero. Cuando esta congruencia se pierde, el sistema deja de existir. (Para
mayores detalles respecto a este nuevo paradigma, véase mi trabajo mencionado en la
bibliografía).
Los organismos son metasistemas con Las sociedades son metasistemas con
componente de mínima autonomía, es componentes de máxima autonomía, es
decir, con muy poca o ninguna dimensión decir, con muchas dimensiones de
de existencia independiente. existencia independiente.
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