Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
INSTRUCCIONES:
-Lea atentamente cada texto antes de responder. Antes de cada uno se especifican los números de las preguntas asociadas.
- En la pregunta 28, de redacción, cuide su caligrafía y ortografía.
MANUTARA Y TANGATA-MANU
El culto al hombre-pájaro fue una de las costumbres más arraigadas1 de la vida social de los pascuenses. Tenía por finalidad nombrar cada año
al jefe (militar) de la isla. Capacidad física, valentía y suerte eran los tres ingredientes necesarios para darle a su amo el preciado título.
Este rito comenzaba a principios de julio, cuando varios clanes se ponían en marcha a través del sendero llamado Ao, que partía desde
Mataveri para llegar a Orongo; aldea ceremonial construida al borde del cráter del volcán Rano Kao, mirando hacia el acantilado y hacia los tres
islotes de enfrente: Motu Kaokao, Motu Iti y Motu Nui.
Se trataba de esperar la llegada del Manutara o ave de la suerte, el cual regularmente anida en estos islotes. Quien obtuviera el primer huevo,
convertía en Tangata-manu a su amo. Sin embargo, obtener el huevo no era nada fácil. Bajar por un acantilado de 120 metros de altura cuyas
bases son violentamente azotadas por las olas; el cruce a nado a través de un mar revuelto y dificultoso a causa de los vientos, y las fuertes olas
azotando el borde de las islas hacían en extremo peligrosa esta tarea.
A la llegada a Orongo, los pascuenses se instalaban en las casas de piedra allí construidas a la espera del Manutara, espera que podía demorarse
un mes. Durante ese tiempo, los hombres no trabajan sino que cantaban y bailaban junto a sus mujeres en danzas colectivas. Algunos de los
hombres, destacados como centinelas en cavernas al borde del acantilado, observaban el horizonte a la espera del ave.
Una de las cavernas estaba adornada en el techo con una gran cabeza humana pintada en rojo; y otra, muy propicia2 para la escucha, se
llamaba haka-rongo-manu, que quiere decir “donde se escucha a los pájaros”.
No se sabe realmente si en un principio los propios amos cruzaban hacia las islas en busca del huevo, pero hacia 1860, cuando hay datos más
concretos, ellos actuaban por presencia, enviando a los hopus, servidores ágiles y buenos nadadores, los cuales se dirigían de antemano a las
islas, con provisiones para esperar la llegada de las aves.
Los Manutara anunciaban su llegada con gritos muy estridentes que se podían escuchar desde lejos. Al llegar a las islas, buscaban refugio y
ponían sus huevos. Entonces los hopus los buscaban, tomaban uno y subían a la parte más alta del islote para gritarle a su amo: “¡Puedes
afeitarte la cabeza, que ya tienes el huevo!”. El primero en hacerlo triunfaba. El grito era transmitido por observadores en la isla al amo
ganador.
Este grito se debía a que, a diferencia del rey que nunca se cortaba el pelo ni afeitaba la barba, el Tangata-manu debía pelarse y pintar su
cabeza de rojo, para colocarse luego una corona-peluca de cabellos humanos, llamada hau-oho.
Una vez con el huevo en la mano, los hopus volvían a la isla y el ganador se lo entregaba a su amo en una gran ceremonia. Luego de cortarse el
pelo, pintar la cabeza de rojo y la cara de negro y rojo y ponerse la corona-peluca.
El nuevo Tangata-manu elegía de uno a tres isleños que debían ser sacrificados para asegurar la prosperidad de su reinado (esta elección a
veces causaba el estallido de guerras entre los clanes) y luego debía irse a vivir a lo menos seis meses en estricto aislamiento en una casa a los
pies del volcán Rano Raraku, al otro lado de la isla. En la casa construida para él también vivía el ivi-ahui, que le servía de criado aunque en una
habitación separada, ya que el Tangata-manu no podía ser tocado. Incluso la comida debía recibirla con la mano izquierda, ya que con la
derecha había tomado el huevo del Manutara.
Terminado su año, sus funciones de Tangata-manu terminaban, siguiendo su vida normal, aunque siempre con ciertas consideraciones,
teniendo un lugar especial en las fiestas rituales.
Aparentemente entre 1866 y 1867 fue la última vez en que se realizó el culto al Tangata-manu.