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KOTOSH

Es considerado como uno de los templos más antiguos del Perú y de América (data de hace
4000 años), desde que fuera investigada en 1958 por la misión arqueológica de la Universidad
de Tokio a cargo del Dr. Seiichi Izumi.
Lo construyeron cerca al río Higueras, un afluente del río Huallaga, cerca de donde hoy en día
está la ciudad de Huánuco.
Las construcciones más antiguas de Kotosh datan de alrededor del 2000 a.C. y siguieron
viviendo allí hasta los primeros años de nuestra era.
La época más antigua hallada en este sitio es la llamada fase Kotosh-Mito y duró desde el 2000
a.C. al 1500 a.C. En ese tiempo se construyeron los primeros templos en donde los ritos
consistían en sentarse alrededor de un pequeño fogón en donde se quemaban pequeñas
ofrendas. Los templos de la Tradición Mito se caracterizan por ser pequeños cuartos de forma
cuadrangular o circular.
En Kotosh se construyeron vario templos similares a la usanza de la Tradición Mito, el más
famoso es el de "Las Manos Cruzadas". Durante la época mito (2000 a.C. a 1500 a.C. en Kotosh),
funcionaron tres templos al mismo tiempo, ubicados uno por encima del otro a modo de escalera.
Pero no usaron los mismos templos todo el tiempo. Al pasar los años enterraron los templos
antiguos y construyeron otros nuevos encima.
El más antiguo de todos los Templos Mito en Kotosh es el llamado Templo Blanco, Pasado un
tiempo enterraron los templos de esa época y se construyeron otros nuevos sobre los viejos,
como el famoso Templo de las Manos Cruzadas, llamado así porque en una de sus paredes,
debajo de un nicho se encontró una escultura que representa un par de manos cruzadas. Esta
escultura es la más antigua encontrada en el Perú. Luego se enterraron estos templos y se
construyeron otros nuevos: el templo de los Nichitos, construido sobre el Templo de las manos
Cruzadas.
Los arqueológicos han descubierto que un complejo ritual acompañó la despedida del templo
viejo y la construcción de uno nuevo. A esta ceremonia se la ha llamado "enterramiento ritual", y
se la ha practicado desde esa época hasta la llegada de los españoles en 1532.
Hacia el año 1500 a.C. aparece la cerámica y los templos mito en Kotosh son abandonados, y
con ellos las creencias que guiaron a los hombres de esa época. Un período importante del
pasado andino terminó para dar paso a otro.
Cerca de los antiguos templos Mito se construyeron nuevos edificios que albergarán a los
pobladores de Kotosh hasta el año 1000 a.C. Son las construcciones de la época llamada "
Kotosh - Wairajirca". Entre los años 1000 y el 700 a.C. se construyen nuevas estructuras y se
produce un nuevo estilo en la cerámica, por eso se le considera a esta etapa un nuevo período
llamado Kotosh-Kotosh. Hacia el año 700 se destruyen las construcciones antiguas y se levantan
nuevos y grandes edificios, coincidiendo con la producción de un nuevo estilo de cerámica muy
parecido a los de Chavín de Huántar. Entre el año 250 y el 1 a.C. se construyen nuevos edificios
y produce cerámica de un nuevo tipo, llamado por los arqueólogos Kotosh-Sajarapatac.
Finalmente, entre el año 1 d.C. y las décadas posteriores los habitantes en Kotosh viven el final
de otro período importante. En esos años el sitio es abandonado y los pobladores se mudan a
otra parte.
Hoy en día Kotosh es una de las huacas más importantes del Perú, pues es una de las bases
sobre las que levanta y sostiene nuestra cultura.
EL HOMBRE DE LAURICOCHA
El hombre de Lauricocha existió aproximadamente entre los años 9000 – 7000 a. C. y es uno de
los restos humanos más antiguos del Perú. La zona de Lauricocha está ubicada en las cabeceras
del río Marañón, en la provincia de Lauricocha, departamento de Huánuco.
Se cree que el poblamiento de esta zona fue propicia pues era favorable para el asentamiento
humano, cuando los glaciares se deshelaron. Las cuevas de Lauricocha, que se ubican sobre un
antiguo valle glaciar, en las regiones altas de Huánuco, al parecer albergaron a un importante
grupo de cazadores - recolectores del Período Arcaico que por miles de años utilizaron las
cuevas como refugio natural.
Entre 1958 y 1960 el arqueólogo peruano Augusto Cárdich, descubrió en estas cuevas once
esqueletos humanos, 4 de adultos y 7 de niños; los restos óseos se hallaron incompletos, al
parecer mutilados intencionalmente. También se encontró raspadores y lascas líticas, huesos
fosilizados de camélidos y cérvidos, raíces y tubérculos, proyectiles y utensilios de hueso y
piedra, dibujos rupestres de animales, representaciones de danzas ceremoniales y cacería, etc.
con comprobación científica.
Entre las inhumaciones más famosas está el denominado “Entierro Nº 6” con un individuo que
presentaba deformación craneana artificial del tipo tabular erecta. También destacan los cuerpos
de tres niños (Entierros Nº 9, Nº 10 y Nº 11) cuidadosamente enterrados en medio de un
misterioso ritual funerario. Recibieron ofrendas rodeado de piedras calientes y cubiertas por ocre
rojizo. Lo cual corresponde a un rito especial para el cual se utilizaron ofrendas de distinto tipo.
En el caso de la sepultura infantil Nº 11 se aprecia claramente que por encima de la misma se
ubicó un fogón, tal vez vinculado a la idea de que de esa forma el cuerpo enterrado pudiera
recuperar el calor perdido, y algo muy particular, la presencia de oligisto (óxido de hierro) en
polvo cubriendo la osamenta del niño. Es notable también el uso del ocre, de color rojizo en la
sepultura Nº 9 y amarillo en la Nº 10.
En cuanto al arte rupestre, en la cueva de Chaclaragra, en Lauricocha, se puede observar
interesantes pinturas rupestres que representan una fila de camélidos acosados por ambos
extremos por cazadores que llevan lanzas, dos de las vicuñas han sido heridas y llevan las lanzas
incrustadas en su cuerpo. Estas pinturas atestiguan el método de cacería de este antiguo pueblo.
Los proyectiles líticos encontrados en Lauricocha se asemejan a los ubicados en el Complejo de
Ayampitín de la sierra argentina, lo que sugiere que formaron parte de una gran tradición lítica
de cazadores avanzados de la cordillera andina. La secuencia cultural, realizada a partir de las
herramientas y proyectiles encontrados, posibilitó la periodificación de tres fases. La primera
fase, denominada Lauricocha I (10.000 – 8.000 a.C.) se caracterizó por el predominio de puntas
foliáceas (forma hoja de árbol) y cuchillos bifaciales. La segunda fase, Lauricocha II (8.000 –
5.000 a.C.) por la presencia de puntas “hojas de sauce” y otras de forma triangular y base recta.
Y la tercera fase, denominada Lauricocha III (5.000 – 4.000 a.C.) se caracterizó por la utilización
de pequeñas puntas y herramientas de hueso, aunque hay menos evidencia de artefactos líticos,
pues se encontró poca cantidad de ellos.

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