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La relación médico paciente es una relación humana específica, ya que tiene un objetivo determinado: mejorar
el estado de salud del paciente-usuario.
Se trata de una relación asimétrica, ya que el médico dispone de 1) Conocimientos técnicos tanto médicos
como sobre el funcionamiento del sistema sanitario. 2) Posición social elevada (relativamente) 3) Cierto poder
carismático basado en el prestigio de la medicina. El paciente únicamente controla su plan de vida (cuales son
sus objetivos vitales, como quiere y/o puede afrontar la enfermedad) y controla el modo en que expone la
enfermedad.
La relación tiene, por tanto,
a) Un componente técnico, que es extremadamente importante. Así, la formación influye en la calidad de la
asistencia y los médicos con mejores notas durante la licenciatura dan asistencia de mayor calidad (Tamblyn R
et al. Association Between Licensing Examination Scores and Resource Use and Quality of Care in Primary
Care Practice JAMA. 1998;280:989-996).
b) Un componente personal o humano, que depende de modo importante de la capacidad del médico de
“ponerse en el lugar del paciente o empatía:”. Así, para realizar un tratamiento con éxito es determinar que
prefiere el paciente, cuales son sus planes vitales, que grado de información desea tener, etc . y en segundo
lugar, la capacidad de generar confianza: conseguir que el paciente sepa que: 1) que el médico que lo atiende
posee los conocimientos adecuados para su caso. 2) los conocimientos del médico van a utilizarse en su
beneficio
Por tanto, para corregir la asimetría de la relación, el médico debe (Charles Fried, 1974):
1. Comunicar la información de manera inteligible y decir la verdad.
2. Respetar la autonomía y las decisiones del paciente.
3. Respetar la confianza del paciente y mantener el secreto médico.
4. Mostrar empatía, compasión y sensibilidad. Tener en cuenta la vulnerabilidad del paciente.
De hecho los aspectos de la relación que valora el paciente son, en tres grupos: la comunicación, el
impacto personal y la profesionalidad: (J R Soc Med. 2003 April; 96(4): 180–184.)
5.2 El consentimiento informado: Nace como una aplicación directa del principio de autonomía. Se basa en el
hecho de que no puede practicarse ninguna exploración ni tratamiento a ningún paciente que no acceda libre y
voluntariamente a la misma, una vez informado de las ventajas y posibles complicaciones. Nace también como
una medida práctica de carácter defensivo frente al incremento de litigios frente a los efectos adversos de
exploraciones o tratamientos. Regulado legalmente: (Ley 3/2001, de 28 de mayo, reguladora del consentimiento
informado y de la historia clínica de los pacientes). Debe obtenerse por el médico responsable del paciente,
será generalmente verbal, pero escrito en caso de intervenciones quirúrgicas y exploraciones o tratamientos
invasivos o con riesgos significativos.
5.3 Las voluntades anticipadas o instrucciones previas: Es un documento legal, persona libre y con
capacidad de obrar. Debe redactarse ante notario o ante tres testigos no emparentados. Recoge instrucciones
sobre el uso de medidas de reanimación o cuidados de salud y también sobre el destino del cuerpo o la
donación de órganos para su cumplimiento en caso de que el paciente no esté en condiciones de decidir por si
mismo.
6. La confidencialidad en el proceso asistencial:
La confidencialidad sobre los datos personales que revelan los pacientes durante el acto médico no solamente
es un imperativo moral. La revelación de secretos obtenidos durante el ejercicio de cualquier profesión es un
delito penado por la Ley. Así, el artículo 199 del código penal establece que:
1. El que revelare secretos ajenos, de los que tenga conocimiento por razón de su oficio o sus relaciones
laborales, será castigado con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.
2. El profesional que, con incumplimiento de su obligación de sigilo o reserva, divulgue los secretos de otra
persona, será castigado con la pena de prisión de uno a cuatro años, multa de doce a veinticuatro meses e
inhabilitación especial para dicha profesión por tiempo de dos a seis años.